Postolsky y Marino - Relaciones Peligrosas Los Medios y La Dictadura
Postolsky y Marino - Relaciones Peligrosas Los Medios y La Dictadura
Postolsky y Marino - Relaciones Peligrosas Los Medios y La Dictadura
Partiremos del contexto poltico, econmico, social y cultural, tomando como principal
tema de estudio el rol de los medios masivos de comunicacin: cmo stos intervinieron
en la creacin de los consensos, cmo fue su actuacin frente a la poltica de censura y
represin del gobierno, y los niveles de compromiso, espacios de negociacin,
resistencia y oposicin que existieron.
Por ltimo, indagaremos si el discurso que se construy desde los medios fue funcional
al modelo que se buscaba legitimar para favorecer su proyeccin empresarial, y si en
funcin de esto jugaron un rol activo en la legitimacin del llamado Proceso de
Reorganizacin Nacional.
El recorrido propuesto permitir, as, dar cuenta de la existencia de una Poltica Cultural
en este proceso histrico, con objetivos de imposicin de discursos, beneficios de
intereses de ciertos sectores y directrices especficas de un proyecto econmico-poltico
para el que la comunicacin (en sentido amplio) fue una herramienta fundamental.
Reformar la sociedad
El autoproclamado Proceso de Reorganizacin Nacional, que alumbr el golpe de
Estado del 24 de marzo de 1976, no fue una asonada ms en la historia poltica
argentina. Desde el nombre mismo, la Junta Militar2 que tom el poder (y los civiles
que la apoyaron) plante la necesidad de fundar una nueva estructura de la sociedad
1
Por cuestiones de especificidad no abarcaremos en el anlisis la actuacin de la prensa alternativa,
clandestina y de la prensa poltica.
2
La Junta Militar estaba compuesta por el General Jorge Rafael Videla, el Almirante Emilio Eduardo
Massera y el Brigadier Orlando Ramn Agosti
argentina, tanto en trminos econmicos como polticos, para consolidar un proyecto
hegemnico basado en un nuevo patrn de acumulacin, la valorizacin financiera.
Como seala Eduardo Basualdo: Los cambios de patrn de acumulacin deban ser
irreversibles, no se trataba de pasar de una variante de industrializacin
distribucionista a otra concentradora de los ingresos, sino de remover las propias
bases econmicas y sociales de aquel modelo. Para poder implementarlo fue necesario
el disciplinamiento social de la clase trabajadora y los sectores ms dinmicos de la
sociedad, lo que pudo producirse solamente a partir de cierto consenso social. El bloque
dominante necesit modificar el patrn de acumulacin como salida a la crisis de
estancamiento del modelo de sustitucin de importaciones. La aplicacin de las medidas
liberales implic una profunda transferencia de recursos de los sectores populares al
capital concentrado (ya sea nacional o extranjero), que slo pudo ser realizada a partir
de un control absoluto y activo de la capacidad represiva del Estado. Esto coincidi con
la decisin de las Fuerzas Armadas de producir la disolucin de las condiciones sociales
que haban permitido, a partir del ao 55, el surgimiento (o la radicalizacin) de las
vanguardias polticas revolucionarias.
Se ejecutaron una serie de medidas econmicas de fuerte signo regresivo. Esta situacin
se complement con la cada del salario real y el deterioro de las condiciones de trabajo.
Para ello se intervinieron los sindicatos y se anul el derecho de huelga. En este
esquema, el sistema financiero junto al Estado, pas a ser el principal reasignador de los
recursos internos y externos. Como define Eduardo Basualdo La deuda externa opera
como una fenomenal masa de recursos posibles de ser valorizados en la economa
interna por parte del sector ms concentrado del capital, sobre la base de notables
diferencias que presenta la tasa de inters interna respecto a las vigentes en el mercado
financiero internacional (...) para finalmente remitir los recursos al exterior y reiniciar el
ciclo. Por eso, en la Argentina la otra cara de la deuda externa es la fuga de capitales
locales al exterior. El predominio de la valorizacin financiera en la Argentina
comienza con la sancin de la Reforma Financiera de 1977 (liber el mercado de dinero
y le dio garanta estatal a todos los depsitos a plazo fijo) que converge con la apertura
del mercado de bienes y de capitales, a partir de all los productos importados erosionan,
va precios, la produccin interna y, mediante la apertura financiera, irrumpe el
fenmeno del endeudamiento externo, ya no slo del sector pblico sino tambin del
sector privado.
La Junta Militar disolvi el Congreso, impuso la ley marcial y gobern por decreto.
Prohibi la actividad de todos los partidos polticos, las asociaciones y entidades
gremiales y ocup la totalidad del poder, sin plazos preestablecidos. Como subraya
Hernn Invernizzi: La dictadura desarroll una estrategia de alcance nacional,
implement un proyecto racional, sistemtico, con objetivos definidos, claramente
enunciado, centralizado y llevado a la prctica en diversas reas a lo largo de varios
aos. Y la aplicacin de ese plan en todo el pas no slo fue enunciada sino que,
adems, su ejecucin fue llevada a cabo en las distintas provincias.
Terrorismo de Estado.
Existi un plan sistemtico de violacin de los derechos humanos que incluy la
metodologa de secuestros, torturas, desapariciones, robo de bienes y apropiacin de los
nios de los prisioneros nacidos en cautiverio. En el perodo 1976/1982, miles de
personas fueron asesinadas. Si bien la tortura era una metodologa frecuente en las
fuerzas represivas desde haca aos, era imposible imaginar una estructura como la que
tuvieron los grupos de tareas, al menos durante cierto tiempo. El anonimato operativo y
el destino desconocido de las vctimas, instal una forma siniestra del terror. La
instalacin de centros clandestinos de detencin y la figura del desaparecido
establecieron un nivel cualitativamente superior de temor y control.
Poltica Cultural
La cultura era un campo de batalla estratgico, para el cual la dictadura llev a cabo
una poltica cultural con una fuerte voluntad de transformacin del entramado poltico,
social y cultural de la sociedad argentina. Desde el asesinato, la desaparicin y tortura,
hasta la prohibicin de ciertas obras, las listas negras, y la quema de libros, fueron parte
de una poltica ms abarcativa. Mangone seala: La dictadura tuvo su poltica cultural
y la de su clase que la sustent, tuvo sus jvenes y sus msicos (y su msica), tuvo su
teatro (que va ms all de la tarea laboral de los actores), tuvo a sus miembros del
espectculo, no se priv de sus intelectuales, de sus periodistas (tambin ms all de la
necesidad de empleo).
Generar consenso
La estrategia hacia la cultura fue funcional y necesaria para el cumplimiento integral del
terrorismo de estado como mecanismo de control y disciplinamiento de la sociedad. La
poltica cultural estuvo estrechamente vinculada con las modificaciones del capitalismo
argentino en el mismo perodo. El objetivo mediato consista en generar un
consentimiento en la poblacin, a partir de nuevos patrones en la educacin, la
comunicacin y la cultura. Como plantea Hernn Invernizzi: Instalar al control cultural
en el centro de la estrategia dictatorial no fue algo irracional sino absolutamente
racional. Con semejante decisin demostraron que se proponan hacer poltica y que
hicieron poltica. As como tenan claro que el terrorismo de estado era el ejercicio
monstruoso de una lgica poltica -y no el ejercicio arbitrario y catico del poder
estatal- del mismo modo tuvieron claro que la poltica cultural es una poltica de estado
sin la cual ningn proyecto de mediano y largo plazo es posible. As, la compleja
estructura de control cultural y educativo, tuvo como centro de su accionar a los medios
masivos.
Poltica Comunicacional
Para analizar la poltica comunicacional del proceso abordaremos un conjunto de
normas y prcticas emprendidas desde los distintos mbitos de poder, los diferentes
niveles represivos aplicados en torno al mercado periodstico y la relacin ambivalente
entre el sector empresarial meditico y las autoridades gubernamentales.
Partimos de la hiptesis de que los militares pensaron a los medios como un lugar
estratgico en su poltica de control, y pese a declamar el liberalismo econmico en
todos los planos, durante los casi ocho aos que ejercieron el poder, nunca cedieron el
control de los canales y radios que gestionaban.
Antes del golpe, los militares haban hecho circular una cartilla con las palabras que
consideraban inadecuadas. Una larga lista de trminos prohibidos y aceptados por los
dueos de las empresas periodsticas que la hicieron respetar. Una vez en el poder estas
sugerencias iban a convertirse en normas. El mismo 24 de marzo de 1976 se public el
Comunicado N 19 que estableca que ser reprimido con reclusin de hasta 10 aos el
que por cualquier medio difundiere, divulgara o propagara noticias, comunicados o
imgenes, con el propsito de perturbar, perjudicar o desprestigiar la actividad de las
fuerzas armadas, de seguridad o policiales.
En la madrugada del golpe fueron convocados todos los directores de los medios de
difusin metropolitanos a la sede del Comando General del Ejrcito, donde se les
inform la decisin de implantar un rgimen de censura que poda ser largo 3, y les fue
entregada una cartilla para que faciliten la tarea del censor. Tambin se cre un
Servicio Gratuito de Lectura Previa que funcionaba en el interior de la Casa Rosada,
donde deban enviarse un juego por triplicado de cada edicin: una de esas copias era
devuelta con las correcciones, y las otras dos, eran remitidas para el anlisis de
censura posterior4. En los medios radioelctricos, se nombraron asesores literarios
que deban autorizar textos e invitados.
El control de los medios radioelctricos result simple para el gobierno de facto. Desde
la asuncin del gobierno justicialista, en 1973, las principales emisoras haban pasado a
manos del Estado. Los cuatro canales de televisin y la mayora de las emisoras radiales
estaban intervenidos, y los militares slo tuvieron que reemplazar a los funcionarios
para acceder al manejo directo. El apoyo a la intervencin militar dada por la mayora
de los medios grficos cerraba la escena.
3
Diario Clarn, 22 de abril de 1976, pag. 2, sin firma.
4
idm
medios y garantizase el posicionamiento favorable en torno de las polticas del gobierno
militar. Este plan abarcaba desde las lgicas de emisin por parte del Estado, hasta los
canales de interlocucin con los empresarios privados. Adems, dentro del marco de la
SIP, se cre el departamento de Accin Sicolgica, encargado de producir gran parte del
material grfico y audiovisual de la propaganda gubernamental. A su vez, el gobierno
contrat durante todo el proceso, para su asesoramiento de imagen, a las principales
agencias publicitarias que funcionaban en el pas.
De eso no se habla
La aplicacin de estas polticas tuvo diferentes grados de implementacin. De la dureza
del primer momento se pas a distintas instancias de negociacin. As, el Servicio
Gratuito de Lectura Previa dej de funcionar al mes, y en los canales de televisin
surgieron tcticas para acordar o burlar a los asesores literarios que se irn
ablandando con los aos. Mirta Varela describe dos etapas diferenciadas en el manejo
de los medios: la primera, entre 1976-1980, de persecucin y censura, y la segunda,
entre 1980-1983, donde se produce un quiebre del discurso monoltico de la dictadura,
que se acenta luego de la derrota de Malvinas y el anuncio del retorno democrtico.
De esta rigidez inicial se pas a los pocos das a una situacin de autocensura interna
que funcion como un mecanismo de autocontrol tanto o ms riguroso. As, la censura
qued intrnsecamente vinculada a la lnea del medio. Pocos medios dieron lugar a los
reclamos de los dirigentes de los disueltos partidos polticos y casi ninguno a las
denuncias y solicitadas pagas de las entidades dedicadas a la defensa de los derechos
humanos.
Control remoto
El organigrama de las dependencias del Estado que controlaba el sistema de medios
mostraba el reparto de poder que haban acordado las distintas armas. La creciente
centralizacin y el avance del ejrcito en el control de organismos y medios reflejaban
tambin, en alguna medida, la evolucin del conflicto interno entre las fuerzas.
Para contrarrestar la influencia de la Armada sobre los medios, el Ejrcito puso bajo su
rbita a la Secretara de Comunicaciones (SECOM) y al Comit Federal de
Radiodifusin (COMFER). ste ltimo controlaba a los medios estatales y privados, a
travs del registro de las emisiones de radio y televisin. A partir de las pautas para
clasificar el material televisivo NHM (no en horario de menores) y NAT (no apto para
TV), el ente no trabajaba sobre la censura previa, sino sancionando a los programas ya
emitidos. La SECOM, dependiente del ministerio de Economa, era el organismo rector
en el campo de las comunicaciones. Tena a su cargo la prestacin del Servicio Oficial
de radiodifusin (L.R.A. Radio Nacional y sus 40 filiales, y si bien ATC formaba parte
del SOR, dependa directamente del Ejecutivo) y del Servicio de Radiodifusin
Argentina al Exterior (R.A.E.), la administracin y el control del espectro radioelctrico,
y participa de los aspectos tcnicos que se relacionan con los servicios de radiodifusin
sonora y televisin. Bajo su rbita estaba la Empresa Nacional de Telecomunicaciones.
Publicidad y consumo
La economa de las empresas periodsticas estaba vinculada directamente con la
capacidad de consumo del mercado interno. Por lo tanto, la poltica econmica
neoliberal afect directamente al sector. Como contrapartida, el mercado publicitario
que vena en retroceso va a recuperarse, principalmente en el sub sector televisivo.
En cuanto a los medios radioelctricos podemos mencionar que existan 153 estaciones
de radio AM en todo el pas, de las cuales 13 funcionaban cubran como rea primaria la
Capital Federal y el Gran Buenos Aires. En agosto de 1976 la Secretaria de Informacin
Pblica controlaba 28 emisoras comerciales. De las 39 emisoras de TV, existentes en
marzo del `76, 30 eran privadas, 8 oficiales (los canales 7,9,11,13, de la Capital, los
canales 7 de Mendoza, 8 de Mar del Plata, 11 de Formosa y 6 de San Rafael Mendoza)
y 1 oficial no comercial (que perteneca a la Universidad de Tucumn). Como describe
Pasquini Duran, La presencia del Estado no modifico, ni antes ni despus del ascenso
de los militares al poder, el contenido sustancial de la programacin televisiva. El
contenido de la programacin con ms o menos calidad corresponde a las pautas que
haba aplicado hasta 1974 la TV privada.
En el mbito de la publicidad durante el proceso se revirti una tendencia decreciente
presentada en el mercado durante la primera mitad de la dcada del 70. Por un lado, la
inversin estatal a travs del Estado nacional y de las empresas que ste gestionaba para
campaas generadoras de consenso. Y por el otro, la fuerte presencia del capital
trasnacional en la economa tambin impuls las inversiones publicitarias. De esta
manera, desde el tercer trimestre del ao 1976 comienza una importante recuperacin.
Recin a fines de la dcada cuando se generaliza la crisis mermaran las pautas, pero por
encima de los magros niveles previos al golpe.
Privilegios y represalias
La dictadura no tuvo matices en su accionar frente a las empresas de prensa. Los medios
crticos fueron acallados, aquellos que quisieron mantener algn rasgo de autonoma
frente a su accionar poltico eran reprimidos, y aquellos que funcionaron como adictos,
fueron tratados con esmero. Se prioriz la relacin con las empresas de prensa, y se
contempl situaciones de privilegio para el sector. Como manifiesta Eduardo Anguita
Martnez de Hoz aclar cuales eran los dos rubros a los que se limitaba el dlar ms
barato: la importacin de combustibles y de papel prensa. Era una buena manera de
llevarse bien con los dueos de los diarios y los petroleros. Ambos seran subsidiados
por el Estado.
5
Slo nos referiremos a diarios o revistas nacionales o del mercado de la Capital Federal.
postura asptica, como Clarn, brindaron apoyo inicial, aunque van a empezar a
manifestar ciertas fisuras y centrar sus crticas en la poltica econmica. Sin llegar a
manifestar oposicin al rgimen, hubo algunos diarios que igualmente sufrieron
mayores niveles de vigilancia. Crnica cargaba el peso de su vinculacin histrica con
el peronismo, El Cronista Comercial que haba pasado por una etapa politizada previa al
golpe, y otros que directamente tuvieron que dejar de salir como Mayora (peronista), El
Mundo (vinculado al ERP) y Noticias (de los Montoneros).
Entre las revistas tambin se replic esta situacin, aunque en este segmento se permiti
un mayor nivel de disidencia. Entre las editoriales ms colaboracionistas se encuentran
Atlntida y Perfil. Los diferentes productos apuntalaban las polticas del rgimen. Con
menos circulacin, la prensa poltica tambin se alineaba en esta tendencia. Carta
Poltica, de Mariano Grondona, y Extra, de Bernardo Neustad, eran sus mximos
exponentes. Una de las revistas que se destac por un posicionamiento cuestionador
frente al poder, fue Humor, de Ediciones La Urraca, cuyos ejes temticos iban desde la
poltica econmica hasta los derechos humanos. Hacia fines de la dictadura apareci El
Porteo, una experiencia que vena a ampliar la crtica poltica con la incorporacin de
nuevas temticas como la sexualidad, lo juvenil, etc, y la revista de ensayos Punto de
Vista, que comenz a editarse como un espacio de resistencia y reflexin, aunque con
una con una circulacin muy restringida. Entre las que tuvieron que dejar de salir
podemos destacar a revistas como Cuestionario y Crisis. Algunos medios muy
marginales, que slo llegaban a determinadas comunidades, fueron los que pudieron
mantener un mayor margen de independencia, y de resistencia, el Buenos Aires Herald
(un diario que se publicaba en ingls) y el semanario Nueva Presencia (de la comunidad
juda) brindaban coberturas sobre las denuncias de desapariciones y torturas.
Funcionaban tres emisoras privadas, entre la que se hallaba radio Rivadavia, la lder en
audiencia. Esta mantena una importante afinidad ideolgica entre sus propietarios
(algunos de ellos militares tambin) y el gobierno, e impona los mismos principios
restrictivos. Las radios Continental y Del Plata, sin decir que eran opositaras, fueron
ms equilibradas. Las estaciones de frecuencia modulada comenzaron a emitir en el ao
79. A cada estacin de AM se le otorg una frecuencia de FM. En sus inicios tuvo una
programacin musical, y no ser hasta los ochenta que tendr una presencia importante
en trminos de audiencia.
Negocios negociados.
Entre tantos acontecimientos poco claros, tanto dinero dilapidado y sin destino cierto,
existen tres casos que merecen remarcarse: La negociacin extrajudicial con los ex
licenciatarios de los canales de TV, que implic un altsimo costo al Estado; la
incorporacin de la norma Pal N para la emisin de seales en color que implicaron
toda una reconversin tecnolgicas, que gener cuantiosas inversiones financiadas por
el Estado, y en parte usufructuadas por los privados; y la transferencia de acciones y la
conformacin de una fbrica de papel en sociedad entre los grandes medios grficos y el
Estado, gener ventajas comparativas, para que algunas empresas se posicionen de
manera dominante en el sector.
6
Op. Cit. p. 229
Rosada para negociar: No haba mucho para pensar. Seguir los juicios, agregar costas,
saber que los fallos no iban a ser ecunimes. Con lo ofrecido poda afrontar otros
compromisos. Y no tuve otra salida: acept7, explica Garca la rpida negociacin. El
acuerdo se realiz por 6.500.000 dlares, la primera y nica cifra ofrecida, similar a la
que rechaz Mestre por Canal 13. El convenio se firm el 28 de diciembre de 1979,
cinco aos y medio despus de la expropiacin. Alejandro Romay nunca estuvo
dispuesto a vender y sostuvo la situacin judicial. Colabor con la gestin del
interventor Clodoveo Battesti, al frente de la emisora desde febrero de 1978 hasta
agosto de 1982, y recuper su canal con la Democracia. Con l no hubo acuerdo
comercial.
7
Hctor Ricardo Garca, Cien veces me quisieron matar, Editorial Planeta, Buenos Aires, Marzo 1997,
p. 213
82. De esa suma, la construccin de ATC se llev 40 millones en el edificio, y 30
millones ms en el equipamiento. Los partidos slo se emitieron a color para el exterior.
Luego de un perodo de pruebas, las transmisiones en colores comenzaron el 1 de
mayo de 1980. Primero fueron el canal 13 y ATC, luego canal 9 y finalmente el 11.
Cuando la dictadura lleg al poder la mayora de las acciones Clase A de Papel Prensa
estaban en manos del el Grupo Graiver que la adquiri en el ao 73 (oculto tras la
pantalla de una firma denominada Galeras Da Vinci). El presidente del mismo, David
Graiver, haba sido acusado por sus vinculaciones con Montoneros. As, sus bienes
fueron intervenidos y pasaron a ser administrados por la Comisin Nacional de
Recuperacin Patrimonial (CONAREPA). Graiver muri en un confuso accidente areo
a fines del ao 76, y la potestad de sus propiedades qued en manos de su familia. A
comienzos del 77, el gobierno dictatorial los oblig a transferir las acciones de Papel
Prensa S.A.. El Estado se qued con el 25% del paquete accionario, y arm una
licitacin pblica para que los actores privados pudieran participar. El gobierno ofreci
el negocio a La Nacin, Clarn, La Razn y La Prensa. Este ltimo se excus de
participar por tener compromisos previos con la empresa canadiense y finlandesa que
importaba papel. Adems de oponerse a cualquier tipo de asociacin con el Estado,
dado su liberalismo. El traspaso de acciones se realiz a cambio de 8 millones de
dlares, y el mismo gobierno financi a los diarios a travs de prstamos del Banco
Nacional de Desarrollo. Estas prebendas se completaron con un importante subsidio al
consumo elctrico de la empresa y el aumento al 48% de los aranceles a la importacin
de papel. As se constituy un monopolio que tena un manejo discrecional del precio
del papel. Si hasta ese momento la mirada de estos medios era ciertamente
contemplativa, la sociedad con el Estado se convirti en un motivo ms para no
antagonizar con el gobierno.
Hecha la ley
Las discusiones en torno a la sancin de una norma que legislara en el rea estuvieron
presentes desde el inicio de la gestin militar, con dos grupos claramente enfrentados.
Por un lado, el ala liberal del gobierno en conjunto con las cmaras empresarias del
sector presionaban para garantizar una Ley de radiodifusin privatista y comercial. Por
otro, los sectores duros de las Fuerzas Armadas argumentaban acerca de la necesidad de
controlar el discurso meditico y no permitir la aparicin de disidencias. Esto llev a
retrasar la resolucin del tema.
La Ley expresa rasgos autoritarios y centralistas que regan la lgica del dominio
militar. Garantiza el control estatal aunque los medios sean gestionados por privados.
Dentro del articulado se establece: Los servicios de radiodifusin debern difundir la
informacin y prestar la colaboracin que les sea requerida, para satisfacer las
necesidades de la Seguridad Nacional.
El nivel de connivencia entre las cmaras empresarias del sector y el poder va a quedar
expresado en el artculo 114 de la Ley. All se establece la renovacin automtica de
todas las licencias que estaban en uso, fueran vigentes o no, por un plazo de 15 aos,
con la posibilidad de prorrogarlos por 10 ms. En el pas existan 29 canales de
televisin privados diseminados por diferentes provincias, y ms de un centenar de
radios de amplitud modulada que fueron favorecidas.
La ley present un carcter centralista porque concentraba el manejo de la
comunicacin en Poder Ejecutivo. As, se regul la existencia de los siguientes los
organismos de aplicacin: la Secretara de Informacin Pblica (SIP), dependiente de
presidencia de la Nacin, la Secretara de Comunicaciones (SECOM) y el Comit
Federal de Radiodifusin (COMFER). La SIP deba ocuparse de orientar la
programacin de las emisoras oficiales e intervenir en la elaboracin y actualizacin del
Plan Nacional de Radiodifusin. La SECOM estaba encargada de las tareas de
desarrollo y contralor tcnico del sistema, y el COMFER tena funciones relativas al
planeamiento, administracin, otorgamiento de licencias, control de servicios, etc. Este
organismo, convertido en ente autrquico dependiente de la presidencia de la Nacin,
tena un directorio en el cual estaban representados el Comando en Jefe del Ejrcito, de
la Armada y de la Fuerza Area, la Secretara de Informacin Pblica, la Secretara de
Comunicaciones, el Servicio de Inteligencia del Estado, la iglesia y las Asociaciones de
Licenciatarios de radio y televisin. Estas ltimas con voz pero sin voto.
El proceso privatizador fue lento, y a eso hubo que sumarle que en las escasas
licitaciones que se habran el inters privado era mnimo, especialmente debido al
endeudamiento que condicionaba a los canales (por la adopcin de la norma de TV
color y la falta de apoyo publicitario). Lo que implic el general descontento de los
interesados y frente a las disputas establecidas en torno a las privatizaciones, el gobierno
militar saliente, trat de desviar el foco de tensin para mantener una imagen estable. En
diciembre de 1982, y ante tantas objeciones, el Poder Ejecutivo resolvi suspender
algunos llamados a licitacin. Al promediar 1983 el nmero de emisoras adjudicadas en
todo el pas no llegaba a 20. Los criterios antimonopolicos expresados en la ley
pretendan conformar un mapa de medios a futuro, fragmentado y fuertemente
dependiente del Estado. Con el derrumbe del gobierno de facto y bajo la misma ley,
otras cosas sucedieron.
El colapso
Distintas causas se conjugaron para encontrar al gobierno militar sin iniciativas a
comienzo de 1982. El general Jorge Rafael Videla dej el gobierno en marzo de1981 y
lo sucedi el general Roberto Viola. El intento aperturista de ste tuvo poca vigencia y
debi abandonar el poder en diciembre de ese mismo ao. Lo sustituye un militar de la
lnea dura, el Teniente General Leopoldo Galtieri. La alianza de poder se fractur por
distintas cuestiones. El grado de aventurerismo militar desplegado por un sector de las
Fuerzas Armadas en torno al diferendo limtrofe con Chile, gener una fuerte disputa
con el ala liberal, que vio en ello un problema econmico. La represin indiscriminada
lleg a aplicarse inclusive a algunos miembros de las clases acomodadas.
Los cuarenta y dos das de la guerra de Malvinas mostraron los peores rasgos de
manipulacin en los medios de comunicacin. La desinformacin fue la regla: los
medios en manos del Estado actuaron de acuerdo a los dictados del Estado Mayor
Conjunto. La propaganda triunfalista, las cruzadas televisivas para juntar dinero,
alimento y abrigo, como dice Sirvn terminan por poner en estado de artificial
exaltacin a la mayora de los televidentes.
Las Fuerzas Armadas haban ordenado a los canales televisivos que emitieran mensajes
e imgenes que no generaran pnico ni atentaran contra la unidad nacional. De esta
manera, los noticieros ocultaron informaciones sobre el desarrollo de la contienda y as
se lleg a la capitulacin, tan imprevista como el inici de la contienda. La guerra
desencaden algunas peculiaridades: las radios no podan pasar msica extranjera.
Todo el sistema represivo que impusieron los militares empez a cambiar despus de la
fracaso en la guerra de Malvinas. La dictadura empez a perder el poder que haba
acumulado. Todos comenzaban su apresurada reconversin democrtica, y los medios
tambin. Mientras los militares tratan de encontrarle un destino a los medios
radioelctricos hasta los ms conspicuos aliados de la prensa grfica comienzan a
destilar lo que luego se conoci como el Show del Horror.
Tan estrepitoso como la salida del gobierno va a ser el intento de escapatoria de los
medios. Como todas las dictaduras en retirada trataron de dejarlos en manos privadas
cercanas a ellos, entre los que se encontraban tanto quienes tenan fuertes coincidencias
ideolgicas, como quienes haban sido los gestores de sus negocios durante esos aos.
En virtud de lo que fij el PLANARA se puso en ejecucin un urgente llamado a
licitacin de los canales y las radios que pretendan entregar. As comienza una ola de
privatizaciones, algunas de ellas luego convalidadas por el gobierno democrtico y otras
que van a ser declaradas nulas.
Con respecto a la licitacin de los canales de aire, cada uno correr con distinta suerte.
El 11 primero queda vacante, debido a la abultada deuda que tiene (ms de 7 millones
de dlares), las deficiencias edilicias y la acumulacin multas sin monto fijo. Cuando se
realiza un nuevo llamado a licitacin asumiendo el Estado algunas obligaciones y
buscando quin efectu una oferta, el nico dispuesto a presentarse es Hctor Ricardo
Garca, pero ste estaba inhibido por la Ley 22.285. El empresario plantea un recurso de
no innovar y con ello frena la licitacin.
Si bien varias empresas adquirieron los pliegos del canal 13, la licitacin fue declarada
desierta porque ningn oferente llegaba al monto necesario para pagar el inmueble
ubicado en Constitucin y el equipamiento tcnico. Finalmente, canal 9 es adjudicado a
Alejandro Romay junto con los socios Jos Scioli y Hctor Prez Pcaro, por 4.800.000
dlares. Esto forma parte de la salida negociada a la deuda que mantena el Estado con
el empresario Alejandro Romay. Este haba continuado el juicio por la expropiacin de
su productora y logr un fallo judicial que le reconoca la propiedad del edificio donde
funcionaba el canal, ms una deuda por lucro cesante. As Romay logr la adjudicacin
para explotar por 15 aos la licencia de la canal 9, en el ao 1983.
Para abordar el comportamiento de estos ltimos debemos tener en cuenta que es difcil
mensurar ciertas conductas fuera del contexto que las origina. An as, est claro que
muchas empresas no slo callaron por obligacin: algunas se asociaron con el Estado
genocida, otras fueron sus cmplices y lo alentaron en su poltica y algunas se
enriquecieron.
Como corolario del proceso econmico, tambin se lesion la distribucin del ingreso:
la dictadura acrecent la concentracin de la riqueza y, entre 1976 y 1983, la brecha
entre ricos y pobres creci un 50 por ciento. La deuda externa argentina aument de
7.875 millones de dlares, en 1975, a 45.087 millones, en 1983. Ms de un centenar de
periodistas / trabajadores de prensa desaparecidos, decenas de asesinados, y centenares
obligados al exilio.
Fueron ocho aos donde no se respetaron, entre tantos otros derechos, el derecho a la
informacin, el derecho a la comunicacin, ni la libre expresin. Ocho aos durante los
cuales la sociedad fue vctima de las peligrosas relaciones que se dieron entre los
medios y la dictadura. Relaciones que complementaron la poltica comunicacional
parte de la poltica cultural- que incluy negocios, generacin de consenso, censura,
control, represin. Y que adems marc el terreno con el Decreto-ley que regula, ms de
veinte aos despus y luego de cinco gobiernos democrticos, el sistema de
comunicacin en Argentina.
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