Camilo Hernández Castellanos - "La Imagen en Ruinas" Muerte, Memoria y Representación en El Desbarrancadero, de Fernando Vallejo PDF
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muerte, memoria y
representacin en El
desbarrancadero, de
Fernando Vallejo
The image in ruins: death, memory and representation
in El Desbarrancadero by Fernando Vallejo
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cua d e rnos de literatura Vo l . X I X n . 37 ENERO -JUNIO 2015
issn 0 122-8102 pgs . 149-1 68
Cam il o He r nnde z Cast ella nos
Recibido: 22 de julio de 2014. Evaluado: 12 de agosto de 2014. Disponible en lnea: 15 de enero de 2015.
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La imagen en ruinas: muerte, memoria y representacin en
El desbarrancadero, de Fernando Vallejo
Writing itself is a mediation just like images and is subject to the same internal dialectic
V ilm F lusser ,
To w a rd s a P h i l o s o p h y o f P h o t o g ra p h y
There can be no image that is not about destruction and survival [] every
image [] bears witness to the enigmatic relation between death and survival, loss
and life, destruction and preservation, mourning and memory. It also tells us, if it
can tell us anything at all, that what dies, is lost, and mourned within the image
even as it survives, lives on, and struggles to exist is the image itself
E duardo C adava ,
L a p s u s I m a g i n i s : T h e I m a ge i n R u i n s
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de la novela y, por tanto, como objeto que enlaza la narracin con la figura autoral.
Por esta semntica mltiple, la fotografa de los dos hermanos abrazados nos instala
inmediatamente en uno de los problemas centrales al que es llevado el lector de la
novela. Aquel de separar al yo narrativo del yo subjetivo, al narrador del escritor, la
memoria personal y la ficcin. En este sentido, la doble enunciacin de la fotografa
apunta al doble nivel representacional en el que se mueve toda la narracin.
Un universo de imgenes
Al hacer hincapi en la doble calidad citacional de la imagen fotogrfica de los dos
hermanos abrazados, est el hecho de que esta se presenta en medio de un conjunto
visual que articula un archivo familiar de recuerdos. Tal y como es claro en el frag-
mento citado, la fotografa se presenta en la novela como una instancia individual en
un universo colectivo de imgenes. Cada una de estas imgenes y la enumeracin
que de estas fotos realiza Daro corresponde con los habitantes de un espacio
significativo del narrador: la abuela, el abuelo, papi, Silvio, etc. Los muertos un
cementerio segn el narrador con los cuales se compone el espectro de signifi-
cacin narrativa y que constituyen el mbito intertextual de la narracin: el espacio
de significacin de El desbarrancadero es un panten. En medio de esta sucesin
de imgenes que aluden a la muerte y la desaparicin se articula la foto particular
de los dos hermanos. La imagen se debe entender como parte de esta serie, en
medio de esta cadena de ausencias. Si como afirma Susan Sontag las fotografas
objetivan: transforman un evento o persona en algo que puede ser posedo (81; mi
traduccin), entonces, la foto de Daro y de Fernando debe entenderse en medio de
las posibles significaciones de esta posesin, en medio de la prdida implcita en
el panten de imgenes en que se enmarca. En este contexto, la posesin implcita
en la fotografa hara referencia al menos a dos cosas:
En primer lugar, referira a una forma de objetivar el pasado, de hacer fsica-
mente presente, palpable, incluso coleccionable, un momento que de otra forma
sera solo recuerdo subjetivo. La fotografa, en cuanto instancia material (objeto
que puede, por ejemplo, almacenarse en un viejo lbum de fotos), garantiza
que el pasado no se pierda, que se preserve como imagen impresa en un mate-
rial fsico. Mediante esta impresin se garantizara la retrica de la autenticidad
que posibilitara el testimonio temporal de la imagen, el estuvo all de todo
momento fotogrfico (Azoulay 160). La imagen fotogrfica alude a una presencia
original y pasada (ahora perdida) que puede testificarse en el presente mediante
ella. En este sentido, la imagen aludira implcitamente a sus propias condiciones
semiticas, en cuanto ndice, en cuanto instancia que refiere a una presencia ori-
ginal con la cual necesariamente entr en contacto y de la cual es ahora huella.
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2 Para Peirce el ndice (index) constituye, junto con el smbolo (symbol) y el cono (icon), las tres
posibles instancias semiticas del signo. Un smbolo es un signo cuya interpretacin depende
de procesos intelectuales abstractos no necesariamente conectados con un referente por simi-
litud o por contacto fsico, sino por procesos mentales de asociacin. El ejemplo clsico de
smbolo es el lenguaje escrito y hablado. Finalmente, un cono es, de acuerdo con Pierce, una
representacin de la apariencia externa de un objeto, tal y como una pintura donde hay una
semejanza entre el objeto de la representacin y lo representado mediante la similitud de sus
caractersticas externas. El cono sigue un principio de similitud o apariencia.
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presenta como alterno. Toda imagen fotogrfica implica una seleccin que se ins-
taura tanto fsica como simblicamente por los propios lmites de la imagen, por
aquello que incluye y aquello que excluye. Esto equivale a afirmar que la fotografa
entraa una interrupcin, una fragmentacin temporal, as como una demarca-
cin espacial que lleva a la significacin mediante la articulacin de todo aquello
que ha quedado dentro de la imagen como constitutivo de una dinmica interna
de sentido. De forma inversa, toda fotografa supone una descontextualizacin:
un sacar de su entorno una situacin o un evento de mltiples significados y
circunscribirlo a unas circunstancias aparentemente estables y especficas. Toda
demarcacin supuesta en la fotografa conlleva una determinacin contextual,
una frontera espacial y visual en la que se precisa tambin una frontera semntica
que une el contenido visual con su posible significacin: la imagen con su con-
texto. Por esto, podemos pensar esta seleccin de los lmites impuestos en toda
fotografa como una maquinaria de captura y expulsin que cubre la unin entre
la imagen y la economa de sentido en la cual resuena, y en la que la interpretacin
toma lugar (Tagg 5; mi traduccin). Esta economa de sentido est dada en la
imagen de los dos hermanos en la relacin mltiple entre observadores (lectores)
y contextos narrativos. Mediante esta fotografa de la infancia se reconstruye un
contexto de aquello que la imagen evoca aunque no muestra. La narracin se ins-
tala justamente como el proceso de reconstruccin contextual de aquello que la
imagen ha dejado ausente. Por ella (mediante ella) se propicia tanto la narracin
como nuestra interpretacin como lectores (observadores).
Dado lo anterior, la fotografa del narrador y su hermano deviene una bue-
na herramienta para pensar la funcin de la narracin y la estrategia cognitiva
llevada a cabo mediante la novela. Tanto la fotografa como la novela establecen
una unidad contenida espacial y temporalmente, un lmite simblico que se eri-
ge como una forma de resistencia contra el transcurso del tiempo mediante la
conservacin de aquello que se incluye dentro de esta delimitacin simblica.
La fotografa y la novela, al igual que toda memoria personal, elaboran una com-
posicin subjetiva de elementos objetivos: son un arreglo. Esta composicin, este
ordenamiento de hechos o imgenes, es siempre incompleto, parcial y se haya
informado por las estructuras y lmites representacionales propios del medio
(fotogrfico, narrativo) en que se presenta:
If the structure of the image is defined as what remains inaccessible to vi-
sualization, this withholding and withdrawing structure prevents us from
experiencing the image in its entirety, or, to be more precise, encourages us to
recognize that the image, bearing as it always does several memories at once,
is never closed. (Cadava 41; las cursivas son mas)
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Escritura y prdida
Por lo anterior, El desbarrancadero debe leerse como una novela cuya materia
narrativa est constituida por un proceso inconcluso e incompleto de recons-
truccin del pasado, a travs de los mecanismos estructuralmente limitantes de
la narracin. Este proceso se desarrolla mediante el recuento que el narrador
hace de los ltimos das que ha pasado con Daro, su hermano agonizante. Por
medio de este recuento se busca construir un espacio de significacin simblica
con el cual asegurar la preservacin de lo que est a punto de perderse con la
muerte. Este proceso se da en un doble nivel estructural. Por un lado, la novela
busca la construccin narrativa de la figura del hermano agonizante y de su
memoria; por otro, intenta articular la memoria que el narrador construye del
pasado personal (pasado que, desde luego, se encuentra profundamente ligado
al del hermano).
El impulso narrativo se da por la vuelta de Fernando a dos espacios fsicos
y simblicos: la ciudad de su infancia, Medelln, y la casa paterna. Si bien la ago-
na de su hermano lo hace volver, una vez en estos espacios el movimiento clave
descrito por el narrador es otra agona, otra muerte: la del mundo que el narrador
imagina como perteneciente al espacio privilegiado e incluso utpico con el que
se recuerda la niez, y que se testifica por la desintegracin de la familia y la de
la ciudad que ya no reconoce como propia. El regreso de Fernando a Medelln
supone el reencuentro con la realidad de la cual se nutri su propia memoria y
constituye un enfrentamiento directo con los objetos, personas y situaciones que
la han determinado. Esta doble articulacin del pasado en que se convierte la
novela, deviene prueba del proceso de desintegracin producido por la muerte,
al tiempo que testifica el intento de reconstruccin de la memoria personal del
narrador. De esta manera se crea un vnculo entre narracin del otro y reconstruc-
cin del pasado personal. El narrador vuelve a acompaar a morir a su hermano,
y termina testificando la fragilidad con la que ha construido su propia memoria.
Estructuralmente, la novela establece una relacin de mutua dependencia
entre narracin, memoria y testimonio pblico. En este sentido, un anlisis de
El desbarrancadero debe ocuparse de las complejidades que esta novela presen-
ta como instancia de construccin, artificio y arreglo. Y esto, al menos, en dos
niveles: 1) debe pensarse la forma como se desarrolla el proceso narrativo con
relacin a cmo se reconstruye la figura del hermano agonizante. Se debe prestar
atencin a los mecanismos mediante los cuales un relato acerca de la muerte, la
prdida y la imposibilidad de la memoria plena se convierte, paradjicamente, en
el lugar donde se crea un espacio de articulacin simblica del pasado, y 2) debe
explorarse la necesidad de la confesin pblica en el proceso de constitucin
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Un sueo, el doble
Estamos de nuevo en el jardn de la casa paterna y de nuevo en el momento en que
los hermanos ojean el bal de fotos viejas de la infancia. Daro le seala a Fernan-
do otra foto de los dos cuando eran nios: Esos fuimos nosotros?, interpela
el narrador sealando la foto: cunta agua ha arrastrado el ro!. El Cauca,
responde Daro, y agrega: Anoche so que lo cruzbamos en el Studebaker por
el puente viejo de La Pintada, y que el puente al columpiarse nos lanzaba al agua
(158). Aqu la imagen fotogrfica propicia el reconocimiento de una profunda
conexin que se articula fuera de ella: el sueo del Studebeker cruzando el ro es
exactamente el mismo que Fernando ha tenido la noche anterior. Me qued de
una pieza, querido amigo: habamos soado lo mismo (159).
En primer lugar, esta escena nos recuerda un motivo familiar en la narrativa
de Vallejo: el ro como metfora del tiempo. Al respecto Rory OBryen afirma que
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El jardn de la infancia
A lo largo de la novela, el jardn de la casa paterna de Fernando y Daro se
reelabora sucesivamente como un espacio privilegiado de articulacin de rela-
ciones simblicas. Tal y como sucede en la imagen fotogrfica, en este espacio
cada elemento participa de una compleja red de interacciones significativas. El
espacio reconstruido es el espacio de la mutua significancia. Cada elemento da
significado a otro, al tiempo que encuentra su propio significado no solo en otro
elemento adicional, sino en su propio dar significado.
En una de estas reelaboraciones narrativas del jardn paterno, Fernando
sube con su padre a un edificio recin construido al lado de su casa. Desde all
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Fernando puede ver por primera vez la que fuera la casa de su infancia desde la
distancia espacial y simblica supuesta en la altura:
[] un ao atrs haba subido con mi papi al edificio del al lado, recin ter-
minado, a conocer sus apartamentos que acababan de poner en venta, y que
vi por primera vez desde arriba el jardincito de mi casa: un cuadradito verde,
vivo, vivo, al que llegaban los pjaros. Uno de los ltimos que quedaban en
ese barrio de Laureles cuyas casa haban ido cayendo una a una a golpes de
piqueta. (13)
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a ser ocupada ahora por un tercero implcito. Mediante este tercero, la memoria
pasa de ser filial a pblica, y se estructura un enlace entre recuerdo subjetivo y
testimonio pblico.
Tradicionalmente, la figura del tercero ha sido asociada al psicoanalista, o al
confesor. Ms all de que estas dos figuras aparezcan en diversas ocasiones durante
la novela, puede sugerirse que es el lector quien finalmente se constituye en el ter-
cero en el proceso de confesin. Si esto es as, el acto de lectura ser el mecanismo
que articule la dialctica narrativa de la memoria personal del narrador.
Confesin y narracin
El vnculo que Ricouer establece entre sujeto y comunidad al introducir el con-
cepto de experiencia compartida del mundo implica que solo por medio de los
otros con los que se tiene esta experiencia puede legitimarse la memoria personal.
Como se ha visto, Daro y Fernando participan de esta experiencia compartida
del mundo de forma que la reconstruccin de la memoria llevada a cabo median-
te la novela se ve legitimada de forma dialctica por los dos. La muerte de Daro
implica que esta dialctica tenga que articularse mediante la figura de un tercero-
otro (doctor, confesor, escucha) que actualice lo narrado a travs del expediente
de la confesin y la escucha y, en cierto sentido, asuma el papel de garante en
ausencia de Daro. Hay, en consecuencia, dos instancias importantes en las cuales
debemos detenernos: aquella de la confesin y aquella de la confrontacin de la
memoria tanto frente al foro pblico representado por el lector implcito como
por el explcito, al que varias veces se hace referencia durante la narracin.
Respecto a la confesin, basta sealar que la propia enunciacin de la me-
moria contiene lo que Ricoeur ha llamado la marca del otro:
En su fase declarativa, la memoria entra en mbito del lenguaje; las memorias
habladas, pronunciadas, son ya de por s un tipo de discurso que el sujeto
lleva a cabo consigo mismo. Lo que es pronunciado en este discurso ocurre
en el lenguaje ordinario, la mayora de las veces en la lengua materna, la cual,
debe decirse, es la lengua de los otros. (129; mi traduccin)
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De vuelta a la imagen
Al inicio de este ensayo se plante una imagen fotogrfica como estructura sig-
nificante por medio de la cual se podan pensar algunas de las ms importantes
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Obras citadas
Azoulay, Ariella. Deaths Showcase: The Power of Image in Contemporary
Democracy. Trad. Ruvik Danieli. Cambridge: MIT Press, 2001.
Baer, Ulrich. Spectral Evidence: The Photography of
Trauma. Cambridge: MIT Press, 2008.
Barthes, Roland. Camera Lucida: Reflections on Photography. Trad.
Richard Howard. Nueva York: Hill and Wang, 1980.
Cadava, Eduardo. Lapsus Imaginis: The Image in Ruins. October 96 (2001): 35-60.
Flusser, Vilm. Towards a Philosophy of Photography. Trad.
Anthony Mathews. Londres: Reaktion Books, 2000.
Krauss, Rosalind. Lo fotogrfico: por una teora de los desplazamientos.
Trad. Cristina Zelich. Barcelona: Gustavo Gili, 2002.
OBryen, Rory. Literature, Testimony and Cinema in Contemporary Colombian
Culture: Spectres of La Violencia. Londres: Tamesis Books, 2008.
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