Lipman, Matthew Elfie Novela00
Lipman, Matthew Elfie Novela00
Lipman, Matthew Elfie Novela00
DIDÁCTICO
QUIRÓN
ELFIE
Matthew Lipman
Elfie
Traducción
;:..ijoiM.i.
"Sil
EDICIONES DE LA TORRE
MADRID, 2000
10$.t3
D e l texto: M a t t h e w L i p m a n
De la traducción: l^ilar Pedraza M o r e n o
D e esta edición: E D I C I O N E S D E L A T O R R E
Sorgo, 4 5 - 2 8 0 2 9 M a d r i d
Tel. y Fax: 9 1 3 1 5 5 5 6 6
[email protected]
www.edicionesdelatorre.com
E T INDEX: 4 5 7 D Q F 2 2
Primera edición: octubre d e 2 0 0 0
ISBW: 8 4 - 7 9 6 0 - 2 8 6 - 4
Depósito legal: M - 3 8 . 1 3 0 - 2 0 0 0
Impreso e n España/ Printed i n S p a i n
Gráficas Cofas
P r a d o d e Regordoño
Mcstoles ( M a d r i d )
H
EPISODIO 1
5
El año p a s a d o casi me s u s p e n d e n en I n f a n t i l . L o
q u e m e salvó fue q u e era m u y b u e n a c o n la p l a s t i -
lina.
5
EPISODIO 2
30
6
EPISODIO 3
7
sólo inteligente. Es..., es... iVaya! iSé lo que quiero
decir, pero n o me sale la palabra para decirlo!
De todas formas, sea lo que sea lo que hace que
Sofía sea tan diferente, eso es lo que me hace sentir p o r
5 ella algo m u y distinto a lo que siento por los demás.
EPISODIO 4
EPISODIO 5
8
respuesta. Es como si m i cabeza estuviera llena de copos
de avena.
¡Si al menos pudiera pensar con claridad!
¡Oh, no sé lo que quiero! ¿Quiero tener pensamientos
claros o quiero tener pensamientos que estén claramente 5
relacionados unos con otros?
Ves, si hago preguntas como esas, ¡la gente se dará cuen-
ta de lo tonta que soy!
9
Capítulo II
EPISODIO 1
10
Después me acuerdo de la primera vez que me die-
r o n u n plátano. N o esperé a ver cómo se lo comían los
demás. Mordí u n gran pedazo, con piel y todo, y luego
lo escupí.
«Elfie — m e d i g o — , i qué desastre eres! ¿No puedes 5
hacer nunca nada bien? JEs igual que lo que hagas sea
bueno o malo, al final lo haces todo mal!»
EPISODIO 2 10
11
—¿Qué os parecería salir en la televisión?
Aplaudimos y decimos: «JBien! ¡Bravo!»
—¿Todos nosotros? — p r e g u n t a Cindy.
— N o —dice el señor vSprockett—. Sólo los ganadores.
5 —¿Los ganadores de qué? — p r e g u n t a Ricardo.
— L o s ganadores del concurso — l e contesta el señor
Sprockett.
—¿Qué clase de concurso, señor Sprockett? — p r e -
gunta Steve.
10 — A d i v i n a d l o — d i c e el señor Sprockett.
—¡Ya lo sé! Buscar u n tesoro — d i c e Seth. Pero el
señor Sprockett dice que no con u n m o v i m i e n t o de su
cabeza.
—¿Un concurso de ortografía? — p r e g u n t a Diana.
15 Todos los demás nos ponemos m u y contentos cuan-
do el señor Sprockett le dice que no.
—¿Qué tal u n a fiesta de disfraces, con u n premio
para el que vaya con el mejor disfraz? — d i c e Paquita.
U n a vez más el señor Sprockett dice que n o con la
20 cabeza.
— O s lo diré mañana — d i c e . U n segundo después
se va.
25 EPISODIO 3
12
sentarse en su regazo, y el globo plateado se balancea
sujeto por u n cordel, y los pájaros cantan lejos, m u y lejos.
—¿Qué vamos a cantar? —pregunta la señorita
Tripp—. ¿Quién se sabe una canción?
—^Yo me sé Tengo un arbolito —dice Bruce. 5
—^Yo también me la sé —dice Esteban—. Trata de la
Navidad.
—No, no es esa —dice Bruce.
Canta la canción y luego la cantamos todos juntos:
10
Tengo u n arbolito
que lo he de regar
con agua de los cielos;
¿cuándo lloverá?
Esta es la tonada 15
que se canta en m i lugar;
machácala, chácala Pedro
machácala, chácala, Juan,
i Qué palabritas vienen,
qué palabritas van!; 20
esta es la tonada
que se canta en m i lugar.
Verdes son sus hojas
y blanca la flor,
quisiera verle pronto 25
más alto que yo.
13
pensando en que me gustan más las flores que los
melones.
Pero la pregunta de Paquita no se me olvida. ¿Puede
haber muchos cielos y seguir siendo u n solo cielo?
5 Hay muchas niñas y muchos niños en m i clase, pero hay
una sola clase.
Hay muchos pensamientos en m i mente, pero tengo
una sola mente.
Me pregunto cómo sería tener más de una mente.
10 ¿Tendría que tener también dos cabezas? N o me lo puedo
imaginar.
EPISODIO 4
15
—^Señorita Tripp, ¿cuándo nos dirá el señor Sprockett
algo más sobre el concurso? —dice John.
—Mañana —dice la señorita Tripp.
¡Mañana! ¡No podré aguantar tanto! Espero que por
20 lo menos no sea u n concurso en el que haya que pensar.
Me digo a mí misma: «Elfie, ¿qué es lo que te preocupa?
¡Tú no podrías ganar, sea cual sea el concurso!»
Entonces me digo: «Elfie, si no tienes cuidado, no vas a
pasar a primero, igual que casi no pasaste el año pasado.»
25
EPISODIO 5
14
— B i e n —digo.
— N o parece que te guste mucho.
—Está bien — d i g o de nuevo.
— N o tienes que quedarte allí. Si prefieres, podemos
enviarte a otro colegio —dice papá. 5
—Tú decides — d i c e mamá.
N o sé qué decir, y por eso no digo nada.
— C u a n d o decidas lo que quieras hacer, nos lo dices
— d i c e papá.
Subo corriendo a m i habitación y me tiro sobre la 10
cama escondiendo la cabeza bajo la almohada.
Un rato después pienso en m i conejo. M i conejo
imaginario. Se llama señor Blurp. Es negro con los ojos
azules y tiene las orejas largas y la cola pequeña. Pienso
en lo suaves que son sus orejas. Pienso en lo mucho que 15
le gusta que le dé lechuga. Lechuga imaginaria.
i Vaya, ya me siento mejor!
15
Capítulo III
EPISODIO 1
16
Diana levanta la mano y dice:
—Haces una distinción cuando puedes distinguir una
cosa de otra.
Aún tiene la mano levantada. Ahora la baja.
Linda se frota la nariz con el dorso de la mano y dice: 5
—Haces una distinción cuando puedes separar las cosas.
L a señorita Tripp le da u n pañuelo de papel y ella se
suena la nariz.
—Haces una distinción cuando dices en qué se dife-
rencian dos cosas —dice John. 10
—Haces una distinción cuando dices cómo una cosa
no es igual a otra —dice Henry.
—Eso es lo que yo he dicho —dice John rascándose
la cabeza.
Me digo: «Elfie, quizás ahora sepas u n poco mejor qué 15
es hacer una distinción, pero seguro que no sabes lo que
es hacer una buena distinción.»
EPISODIO 2 20
17
Después de tragárselo todo, Kathy dice:
— D e acuerdo; escucha. Erase una vez dos gemelos. Sus
nombres eran Tweedledum y Tweedledee. Parecían exacta-
mente iguales.
5 —¡Oh, ya sé! El problema es cómo distinguirlos. Y la res-
puesta es por sus nombres.
—¡Calla, Elfie! — m e replicó Kathy—. ¡Déjame terminar
el cuento! En su cumpleaños, sus padres regalaron a Tweed-
ledum u n gran poni rojo y a Tweedledee una ovejita blan-
10 ca. Pero los gemelos no podían distinguir los animales. Por
tanto pusieron una cinta azul alrededor del cuello del poni y
una cinta verde alrededor del cuello de la ovejita. Después
de eso, podían distinguirlos perfectamente.
—Kathy, ¡qué cuento tan tonto! —dije levantando la
15 voz—. ¿Cómo me va a enseñar un cuento como ese lo que
es una buena distinción?
—Quizá te enseñe lo que no es una buena distinción
—dice Kathy.
Muevo la cabeza.
20 —Kathy, si ellos hubieran puesto la cinta azul a
Tweedledum y la cinta verde a Tweedledee, habría sido
una buena forma de distinguirlos, ¿verdad? Entonces,
¿por qué no funcionó con la oveja y con el pony?
Kathy sólo me mira como si fuera a decir «¿Por qué
25 tengo que tener semejante boba por hermana?»
EPISODIO 3
18
y y o le estoy ayudando. Estoy m o n t a n d o a caballito en
su espalda, con los brazos alrededor de su cuello.
—Papá — d i g o — , estamos haciendo u n concurso en el
colegio.
—¡Oh! — d i c e — . ¿Quieres decir u n concurso para ver 5
quién pinta mejor con los dedos?
Se agacha para pintar cerca del suelo y casi me caigo. Le
golpeo suavemente con el puño y digo:
— i O h , papá, no! Es u n concurso de pensar, llenemos
que ver quién puede hacer la mejor distinción! IY el gana- 10
dor saldrá en la televisión!
Papá empapa el rodillo en la pintura.
—^Salir en la televisión —dice—. Eso es una gran distin-
ción. Quiero decir, u n gran honor.
Me bajo de su espalda y con las manos en las caderas le 15
digo:
—iPapá, no tengo ni idea de lo que me estás hablando!
— L o siento —es todo lo que dice. Coge la brocha y
empieza a pintar el alféizar de la ventana.
Giro el rodillo en la cubeta. Intento pintar la pared. La 20
pintura gotea encima de papá.
—¡Elfie! —dice.
Vuelvo a poner el rodillo en la cubeta.
25
EPISODIO 4
19
se pone las mismas zapatillas, los mismos vaqueros y la
misma camiseta. No creo que se los haya cambiado
nunca.
Cruzo la entrada para ir al cuarto de baño a lavarme,
5 y Chuck da un salto desde el armario. JLleva puesta una
careta de vampiro, con unos colmillos enormes, y mueve
sus garras hacia mí! i Chico, qué susto! Me vuelvo corrien-
do y gritando hacia donde está papá pintando. Me escon-
do debajo del trapo que papá ha colocado en el suelo
10 para proteger la alfombra.
—JEh! —dice papá—. i Creo que hay u n perro vaga-
bundo que de algún modo se ha colado en casa! ¡Está
debajo del trapo para tapar la alfombra! {Tranquilo, perro,
tranquilo!
15 Salgo gateando y papá dice:
—iVaya Elfie, eras tú! ¿Qué estabas haciendo ahí
debajo?
iComo si él no lo supiera desde el principio!
Papá me balancea en el aire y frota su barba, que
20 raspa, contra m i cara. Me río, chillo y trato de soltarme de
sus manos.
—¡Mamá! —grito, y salgo corriendo de la habitación
hacia la entrada.
En ese momento la puerta del armario se abre y
25 Chuck salta sobre mí batiendo de nuevo sus garras de
Drácula. i Chico! iSerán todos los hermanos como este!
— C h u c k —le digo—, ¿puedes decirme qué es una
distinción? Tengo que saberlo.
—Ve y dile a mamá que ella te quiere —es todo lo que
30 me dice.
20
Voy a la cocina.
—Mamá, tú me quieres —digo.
Se inclina y me abraza.
— C l a r o que sí — m e dice al oído.
De pronto empiezo a pensar a qué colegio debo ir.
¿Qué pasa si en el colegio donde estoy no me quieren? Y
si no me quieren, ¿debo quedarme?
«¿Por qué deberían quererme?» me pregunto. «Nunca
intervienes en clase. N i siquiera haces preguntas. N o
haces nada. Eres tan inútil como una gansa.»
«Inútil como una gansa», eso me gusta. Hey, podría
escribir una historia sobre eso y llamarla " L a gansa inútil".
Sería sobre una pequeña gansa a la que nadie querría.
Empiezo a pensar en la historia. Me pregunto cómo va
a terminar.
21
Capítulo IV
EPISODIO 1
22
¡El señor Sprockett sonríe! ¡Realmente sonríe!
Cuando se da la vuelta para salir, tropieza con la pata
de la mesa de los trabajos manuales. L a lata de harina se
tambalea. El señor Sprockett intenta agarrarla, pero la
lanza por el aire. L a lata se vuelca y toda la harina cae 5
sobre el traje del señor Sprockett. ¡Parece que hubiera
estado pintando casas!
El señor Sprockett se cepilla la harina del traje. Des-
pués de que él se ha ido, Cindy se parte de risa.
—Sólo fue u n accidente y no está bien reírse cuan- 10
do alguien tiene u n accidente —dice la señorita Tripp.
—Es cierto, Cindy, no tiene gracia —dice Diana.
Me digo a mí misma: «No está bien. No tuvo gracia.»
¿Estas serán también distinciones? ¡Estoy tan confundida!
¡Realmente aún no sé lo que es una distinción! 15
EPISODIO 2
23
— E l campo —digo.
— B i e n , el campo está en la Tierra, ¿y qué hay más
allá? —dice.
—Todos los demás planetas y estrellas — d i g o — . Más
5 allá de la Tierra, caray, más allá de la Tierra está todo.
— ¿ Y qué hay más allá de todo? —quiere saber Sofía.
Miro fijamente una parte de su pelo. Miro fijamente sus
ojos violeta.
Los demás chicos de la clase se sientan a nuestro alre-
10 dedor, pero nosotras permanecemos sentadas, sin mover-
nos. «¿Qué hay detrás del cielo? — m e pregunto—. Y sea
lo que sea, ¿qué hay detrás de eso?»
Después me acuerdo de lo confundida que estaba el
otro día. L a palabra que describe a Sofía, ¿cuál será?
15 ¿Inteligente? No. ¿Brillante? No. ¿Lista? No.
—¿Cuál es?
EPISODIO 3
20
Después del colegio mamá tiene que ir al ultramarinos,
por eso nos lleva a Kathy y a mí con ella. Cuando pasamos
por las vías del tren veo a Sofía. Está sentada en u n peque-
ño taburete en medio de este gran campo de hierba ver-
25 daderamente alta. Y allá lejos está esa casa vieja y enorme,
con sus oscuras ventanas y u n gran porche oscuro rodeán-
dola completamente. Sofía está escribiendo algo en su
cuaderno. U n minuto después la hemos perdido de vista.
—¿Bien, Elfie, has vuelto a pensar si quieres ir a
30 otro colegio? — d i c e mamá.
24
— ¿ A qué otro colegio? — p r e g u n t o .
—Es u n colegio privado — d i c e mamá—. Está diri-
gido p o r u n amigo de t u padre. Quizás estarías mejor
allí. Pero tú eliges.
N o digo nada. JNo sé qué decir! Además, ¿qué sig- 5
niñea cuando alguien dice «tú eliges»?
EPISODIO 4
10
Cuando miro por la ventana puedo ver las hojas
cayendo de los árboles.
Me digo a mí misma: «¿Por qué las cosas siempre caen
hacia abajo? ¿Por qué no pueden caer alguna vez hacia
arriba?» 15
Pienso en los árboles con sus rcimas desnudas y m o n -
tones de hojas a su alrededor en el suelo. Entonces, de
pronto, las hojas empiezan a flotar hacia arriba. JAhora se
están pegando a las ramas de los árboles! ¡Y ahora, en
vez de ser rojas, amarillas y marrones, se están volviendo 20
verdes!
Le digo a John lo que estoy pensando. Todo lo que
dice es: «¿Puede el tiempo volver hacia atrás?»
¿Qué clase de pregunta tonta es ésa?
25
EPISODIO 5
25
tocarlos! Me pregunto cómo pueden hacerlo a esa dis-
tancia.
—Señorita Tripp, y o puedo mover mis brazos y mis
piernas sin tocarlos — l e digo.
5 •—¿Quieres decir que todo lo que tienes que hacer es
pensar que te gustaría mover t u brazo, y t u brazo se
mueve? —dice la señorita Tripp.
Muevo la cabeza para decir que sí. «¡Entonces es así
como funciona m i mente! ¡Exactamente igual que u n
10 imán!», me digo a mí misma.
N o le cuento m i idea a nadie. Sólo se reirían de mí.
26
Capítulo V
EPISODIO 1
27
Después se la metió en la boca de repente y se la tragó.
Kathy y yo nos miramos de nuevo y tuvimos que admi-
tir que nadie volvería a ver esa semilla otra vez.
N o le dijimos nada a Chuck. Sólo nos fuimos a la cama.
5 Pero él nos llamó:
—¡Tienes que admitir, Kathy, que ha sido una experien-
cia única en tu vida!
— ¡Una nuez! —fue todo lo que dijo ella.
—¡Kathy, sólo fue un dólar! Lo que nosotras hemos visto
10 ha sido algo que nadie había visto antes y que nadie volve-
rá a ver otra vez —dije yo.
EPISODIO 2
15
Todos los días tenemos tiempo de reposo. L a señorita
Tripp baja las persianas y apaga las luces. Nos tumbamos en
las colchonetas. Podemos hablar bajo, pero sin molestar.
La señorita Tripp se pone los dedos sobre los labios, de
20 esta manera, y dice:
—¡Bien, ahora todo el mundo a reposar, shhh!
Ricardo y Steve se están haciendo cosquillas y
siguen riéndose. L a señorita Tripp los mira y lo dejan.
Henry se saca el dedo gordo de la boca y dice:
25 —¿Señorita Tripp, podrías contarnos u n cuento, por
favor?
—Tranquilo Henry, tú no necesitas un cuento —dice la
señorita Tripp riéndose.
—¡Claro que sí! —dice Henry—. ¡De verdad que lo
30 necesito!
28
Vuelve a meterse el dedo en la boca. Se lo volverá a
sacar cuando acabe el tiempo de reposo. Henry se queda
tranquilo.
—Señorita Tripp —dice J o h n — , anoche vi la Luna y
una estrella juntas; estaban absolutamente solas en el cielo. 5
—^Yo también lo v i —dice D i a n a — . La Luna era sólo
u n pequeño punto plateado.
—¿Señorita Tripp, sabes alguna canción sobre estre-
llas? —dice Henry.
La señorita Tripp esboza algo así como una sonrisa. 10
Nos ponemos a su alrededor y tiramos de ella diciendo:
«iCántala! iCántala!» Entonces canta:
29
—¡No, no, la Luna no es una estrella! ¡El Sol es u n a
estrella, pero la Luna no! —dice Diana inmediatarnente.
Ninguno dice nada más hasta que acaba el tiempo de
reposo.
5
EPISODIO 3
30
\^\|^Í^íÍGé: Piaña—. Por ejemplo, podrías decir: «Ninguna
^ iQft^es una estrella.»
y iív|R^j5^ñorita Tripp escribe en la pizarra lo que ha dicho
EPISODIO 4
25
Con la punta del lapicero hago una pequeña marca en
u n trozo de papel. Justo u n punto.
Si muevo el punto, se forma u n a línea. «iOh, u n
punto en movimiento forma u n a línea!», me digo a mí
misma. 30
EPISODIO 5
Es el final de la jornada.
25 — L i n d a quiere decirnos algo —dice la señorita Tripp.
¿Qué ocurrirá? Nos quedamos muy callados.
—^Tengo que irme a otro colegio —dice Linda—. N o en
seguida, pero pronto.
— i O h ! IOh, no! —decimos.
30 —^Te echaremos de menos, Linda —dice Sofía.
32
Me digo a mí misma: «Yo también la echaré de menos.
Y sólo mirando su cara sé que ella tarríbién nos echará de
menos. Pero supongamos que fuera yo la que se marcha-
ra, ¿se acordaría alguien de mí? Si yo me fuera, no sería
m u y diferente a perder una gota de leche de u n cartón de
leche. JNi siquiera notarían que me había ido!»
Me gustaría ir j u n t o a L i n d a y abrazarla, pero no lo
hago.
Por la noche, antes de ir a la cama, lloró u n poco, pero
no sé por qué.
33
Capítulo V I
EPISODIO 1
EPISODIO 2
34
lágrimas cayendo sobre m i sandwich de ensalada de
pollo.
Cuando llegué a casa, después del colegio, todo estaba
tranquilo y agradable. Me senté en m i silla, abracé a m i
cocodrilo de trapo y me balanceé. 5
«JElfie — m e dije—, tienes un serio problema! ¡Será
mejor que pienses algo! ¿Vas a quedarte en ese viejo cole-
gio o vas a ir a uno diferente?»
Me balanceé u n rato y después dije: «¡Elfie, será mejor
que te hagas preguntas más difícilesh> De modo que eso 10
hice. Por lo menos lo intenté. También traté de contestarlas.
Estas son las preguntas que me hice y mis respuestas:
— ¿ C ó m o te sientes?
—¡Fatal! N o sé a dónde pertenezco.
—¿Qué vas a hacer ahora mismo? 15
—¿Ahora mismo? Nada. Quizás sólo sentarme y
pensar. Sólo sentarme aquí y b a l a n c e a r m e y pensar
y preguntarme sobre mí y el colegio.
—¿De qué te sientes segura?
— D e n o mucho. 20
—Especialmente, ¿de qué no estás segura?
— D e que ese colegio sea el apropiado para mí.
—¿En qué te fijas mientras estás en clase?
— E n el dibujo del lagarto medio dormido que la
señorita Tripp ha puesto encima de la pizarra. En los ojos 25
violeta de Sofía. En lo justa que es normalmente la seño-
rita Tripp. En la manera tan ruidosa en que Linda se sorbe
los mocos. En el olor de la pizarra después de limpiarla.
En que y o no digo nada en clase. En que los otros chicos
siempre tienen razón y yo siempre estoy equivocada. En 30
35
lo brillante que es Diana y lo oscura que parece al lado de
Cindy. En los inclinados rayos del sol al atardecer. En la
forma en que Bruce chincha a todo el que se sienta a su
lado. En el ruido que hacen todos en el recreo. En la tran-
5 quilidad que hay durante el tiempo de reposo, con Henry
chupándose el dedo gordo y abrazando su manta. En
cómo nos vestimos todos para salir al final del día. En
cómo salimos del colegio llevando las construcciones de
papel que hemos hecho. En lo desagradable que puede
10 ser Seth algunas veces. En cómo la mitad del tiempo que
estoy en el colegio pienso en casa, y la mitad del tiempo
que estoy en casa pienso en el colegio.
—¿Cuando estás en el colegio, qué preguntas te haces a
ti misma con más frecuencia?
15 —¿Pbr qué estoy aquí? y ¿es éste el lugar donde yo
debo estar?
—¿Qué quieres de verdad, de verdad?
—^Afrontémoslo. N o soy nadie. ¡Para lo único que
sirvo es para hacer de puerta! ¡Quiero ser tratada como
20 una persona!
—¿Eso es todo?
—¡No, eso no es todo! ¡Quiero ser alguieni N o cual-
quier cosa, no una persona cualquiera, sino alguienl
Fue entonces c u a n d o C h u c k entró c o r r i e n d o y
25 preguntó si podía coger prestadas mis pinturas. N i
siquiera esperó a que le contestara. Las cogió y salió
corriendo.
¡Hermanos! ¡Todos son iguales! Por lo menos el
mío.
30
36
EPISODIO 3
37
Capítulo V I I
EPISODIO 1
38
figuro que me educo en cualquier lugar en el que pueda
descubrir el sentido de las cosas, no sólo en el colegio
—dice.
Alguien me da una palmadita en el hombro y me
susurra: «Elfie, el tiempo de reposo ha terminado.» Es la 5
señorita Tripp. iJusto cuando Sofía iba a decirme por qué
vamos al colegio! O h , ¿por qué no habrá podido dejarme
reposar sólo u n poquito más?
Entonces me digo a mí misma: «¡Es lo mismo, ha sido
un sueño precioso! ¡Eso es lo que y o quiero, ser amiga de 10
Sofía y hablar con ella!» Y luego añado: «Y si eso pasa en
la televisión, justo cuando estamos delante de todo el
mundo, ¿a quién le importa?»
15
EPISODIO 2
39
«Las ballenas azules y las ballenas grises no son
iguales.» (Steve)
«Si no hay noticias, buenas noticias.» (Paquita)
«Los números pares son diferentes de los números
5 impares, pero y o no sé cómo distinguirlos.» (Ricardo)
«Las personas no son cosas.» (Valerie)
«Contar n o es lo mismo que medir.» (Henry)
«Los caballitos de mar no son caballos.» (Cindy)
«Cambiar no significa ser mejor; crecer sí.» (John)
10 «El Gato con botas no es L a Ratita presumida.» (Seth)
«Yo no soy Ricardo.» (Tomás)
«Las cosas no son siempre lo que parecen.» (Diana)
«Mi madre no puede ser m i padre.» (Sofía)
Justo cuando la señorita Tripp termina de escribir la
15 oración de Sofía, el señor Sprockett entra sin llamar. Va
de puntillas hasta el final de la clase y se sienta en u n a
silla vacía. L a silla hace "C-R-A-C-K" y el señor
Sprockett se levanta rápidamente. Todos nos volvemos
y le miramos.
20 —Señorita Tripp, Elfie no ha dicho ninguna oración
— d i c e Seth.
Podría matarlo.
—¿Tienes u n a oración, Elfie? — m e pregunta la
señorita Tripp.
25 Digo que n o con la cabeza.
El señor Sprockett va a la pizarra y pone u n a gran
estrella detrás de los nombres de Seth, Valerie y Henry.
Después dice:
— L o s ganadores, Seth, Henry y Valerie, irán al p r o -
30 grama de televisión.
40
Seth ve que tengo lágrimas en los ojos. N o puede
dejar de intentar poner las cosas peor.
—^No puedes ganar un concurso si no te presentas, Elfie
—dice.
JEs tan listo! JAlgún día le ajustaré las cuentas, sólo espe- 5
ra y verás!
Después oí por casualidad a Diana decirse a sí misma:
«¿Qué es lo que hace que sus frases sean mejores?»
10
EPISODIO 3
EPISODIO 4 25
41
— C l a r o —dije
Entonces gritó a todo el mundo:
— ¡Eh, mirar! ¡Aquí hay una chica que dice que está
enamorada de su padre!
Eso estuvo bastante mal. Esta tarde me arrinconó de
nuevo.
—¿Quieres a t u padre, Elfie? — q u i s o saber.
— N o —dije.
«Seguro que le he dejado cortado!», me dije a mí
misma.
—¡Oh, voy a decirle a t u padre que has dicho que no
lo quieres!
Me gustaría arrastrarme debajo del porche y quedar-
me allí durante una semana.
42
Capítulo VIII
D
EPISODIO 1
10
EPISODIO 2
43
—¿Y si una oración empieza con la palabra no, cómo
se llama? —pregunta la señorita Tripp.
—JUNA DISTINCIÓN! —decimos todos juntos.
—¿Y si decimos que algo es diferente de otra cosa,
5 cómo se llama? —dice la señorita Tripp.
—¡UNA DISTINCIÓN! —decimos otra vez.
—JMuy bien! —dice la señorita Tripp.
Valerie levanta la mano y dice:
—Señorita Tripp, seguimos hablando de que algunas
10 cosas no son otras cosas, pero ¿por qué no hablamos
nunca de que algunas cosas son otras cosas?
—Esa es una buena pregunta, Valerie —dice la señori-
ta Tripp—. ¿Hay alguien que pueda ayudar a Valerie?
Seth baja la mano y dice:
15 —Decimos son cuando las cosas son iguales. Como
cuando digo «los muchachos son niños», porque la palabra
"muchachos" y la palabra "niños" significan lo mismo.
Vuelve a levantar la mano.
Henry se enrolla la manta alrededor del cuello y dice:
20 —Decimos son cuando las cosas pertenecen a u n
grupo. C o m o si dijera: «Todos nosotros somos de primer
curso.» Quiero decir que pertenecemos a la clase de p r i -
mero.
—¿Qué pasa con la señorita Tripp? —dice Bruce, pero
25 Henry no contesta.
—Decimos son cuando alguna cosa pertenece a algu-
na otra, como cuando digo: «Estas canicas son mías»,
porque las canicas me pertenecen. Y también, «los limo-
nes son amarillos», porque el color amarillo pertenece al
30 limón —dice John.
44
— J o h n , no estoy segura de que tengas razón —dice
Sofía.
—Pues demuestra que estoy equivocado —es todo lo
que dice John.
Sofía continúa: 5
—Tal como tú lo dices, las canicas son de t u propie-
dad y el amarillo es una propiedad del limón. Pero yo lo
veo de otra manera. Cuando yo digo: «Los limones son
amarillos», quiero decir que los limones son ejemplos de
cosas amarillas. 10
—Eso es cierto, John —dice D i a n a — mira, es como si
yo digo «Henry y Linda son estudiantes», lo que realmen-
te q'iiero decir es que Henry y Linda son ejemplos de
estudiantes.
— l a señorita Tripp es u n ejemplo de profesora —dice 15
Linda.
L a señorita Tripp no dice nada. Sólo escribe en la
pizarra lo que hemos dicho, y todos lo miramos durante
u n rato.
20
EPISODIO 3
45
una rata, porque siempre tengo miedo de que se arras-
tre hacia mí sigilosamente y me muerda.»
Me pregunto si esta no es una forma más de utilizar las
palabras es y son.
5 Sigo balanceándome y empiezo a soñar despierta.
Sueño u n mundo donde casi todas las personas son ratas.
Sueño que estoy otra vez en la clase. Hay dos ratas
mirando. Oigo a la primera rata decir:
—JMira, no son ratas! iSon personas!
10 Y la segunda rata dice:
— l E s verdad, todos menos Seth!
Supongo que los de una misma especie se reconocen
entre sí.
15
EPISODIO 4
46
cielo. Todo el m u n d o saba que es así. Jo, ¿no sabe ella
que ver es creer?
EPISODIO 5 5
47
Capítu
EPISODIO 1
48
— ¿ Y niños que necesitan operaciones que sus familias
no pueden pagar? —dice John.
— ¿ Y niños a los que hacen sentirse avergonzados sin
motivo? —dice Henry.
i Cómo desearía haber sido yo la que hubiera dicho lo 5
que dijo Henry!
EPISODIO 2
10
— H a y u n encuentro con los padres en el otro colegio,
Elfie —dice m i padre—. ¿Te gustciría ir a visitarlo y ver
cómo es?
Pienso para mí misma: «No voy a pasar este año.
Seguro que repetiré. Seth es una rata. Y Diana y Sofía se 15
gustan más entre ellas de lo que yo les gusto.»
Por eso le digo a m i padre:
— D e acuerdo. Seguro que puedo.
¿Qué más da? U n colegio diferente no será mucho me-
jor. Soy exactamente lo que siempre me llama Chuck: ¡una 20
pequeña estúpida!, ¡que sólo sirve para hacer de puerta!
EPISODIO 3
25
Eso fue ayer. Esta mañana, el señor Sprockett entra en
clase. No llama. Va todo de azul. Estamos tan quietos como
ratones.
—¡Buenos días niños y niñas! —dice el señor Sprockett.
—¡Buenos días, señor Sprockett! —decimos todos. 30
49
— L a señorita Tripp me ha dicho que habéis hecho
oraciones con es y son. ¡Eso está m u y bien! Estoy orgu-
lloso de vosotros — d i c e .
N o decimos nada. Yo estoy pensando: «Bien, esas son
5 las buenas noticias, y ahora ¿cuáles son las malas?»
El señor Sprockett dice:
—Usamos es y son para establecer relaciones, igual
que usamos no es y no son y no para hacer distinciones.
—Es cierto, señor Sprockett. L o descubrimos ayer
10 — d i c e Seth.
— B i e n — d i c e el señor Sprockett—. A h o r a os diré
una cosa. Podemos celebrar otro concurso. Esta vez los
ganadores serán aquellos que hagan las mejores ora-
ciones usando es y son.
15 — ¿ Y los ganadores irán a la televisión? — p r e g u n t a
Diana.
—^Naturalmente —contesta el señor Sprockett.
—¡Bien, de acuerdol —dice Diana.
Oigo el débil eco de las palabras de Diana en m i cabe-
20 za: «¡Bien, de acuerdo\»
EPISODIO 4
50
cerradura, la puerta se abrirá de repente. Si alguien que
no debe trata de entrar en la habitación, la puerta se
cerrará con fuerza. ¡Es una puerta divertida!
Entonces no seré sólo una puerta cualquiera. ¡Seré una
puerta diuertidal ¡Me gusta la idea! Quién sabe, quizás acá- 5
pare la atención de todos. ¡Al menos es lo que intentaré]
EPISODIO 5
10
El señor Sprockett entra. Cuando anda es como si
diera botes.
—¿No es una mañana preciosa, chicos y chicas? —dice.
Apenas contestamos. Me parece que estamos dema-
siado dormidos para notar que clase de día hace. 15
—¿Tenéis listas vuestras oraciones con es y son? —dice
el señor Sprockett.
Bruce murmura algo, pero no puedo decir qué. N o ha
sido m u y agradable. Los demás movemos la cabeza
afirmativamente. 20
¿Por qué estoy moviendo la cabeza? N o tengo prepa-
rada ninguna oración. Pero ésta vez voy a intentarlo.
Sin embargo, ¿qué puedo decir? Pienso en la casa
donde vivo. Pienso en el jardín de atrás. Pienso en el
sauce y en el arbusto de lilas. ¡El arbusto de lilas! ¡Cuándo 25
florece tiene unas flores moradas tan bonitas! ¡Y esas
ramas tan oscuras!
N o queda tiempo para pensar. L a señorita Tripp ya
está empezando a escribir en la pizarra. Esto es lo que
escribió: 30
51
«Los crios son niños.» (Seth)
«El césped es verde.» (Ricardo)
«Los favores son buenas acciones.» (Sofía)
«Los elefantes son animales.» (Henry)
5 «Yo soy una persona.» (Diana)
— E l l a ha usado la palabra soy. Sólo podía ser es o son
—dice Seth.
— N o , soy está bien —dice el señor Sprockett—. Siga
escribiendo señorita Tripp.
10 L a señorita Tripp no dice nada pero esboza una
pequeña sonrisa. Escribe:
«Las pompas de jabón son bolas de aire.» (Tomás)
«Los gatitos son gatos jóvenes.» (Paquita)
«Las películas de extraterrestres son estupendas.»
15 (Bruce)
«Las películas son lo mismo que fotos en movimiento.»
(Cindy)
«Mi cabeza es parte de m i cuerpo.» (John)
«Los bebés son niños o niñas.» (Valerie)
20 L a señorita Tripp se da la vuelta, me mira y dice:
— ¿ Y tú qué, Elfie? ¿Tienes una oración con es o son
para decirla?
M i cara está ardien(io. Desearía salir corriendo y
esconderme. Finalmente, trago saliva y digo, apenas lo
25 bastante alto para que todos lo oigan:
Sí.
—¿Podrías decirnos cuál es? —^pregunta la señorita
Tripp.
Las palabras no me salen demasiado bien, pero final-
30 mente me las arreglo para decir:
52
—^Alguien que conozco es una rama de lila.
L a clase está en silencio mientras la señorita Tripp
escribe m i frase en la pizarra.
Me digo a mí misma: «iPodrías haberte quedado
muda! ¡Mira la frase! ¡No tiene ningún sentido! ¡Todo el 5
m u n d o se está riendo de ti pero son demasiado buenos
para demostrarlo!»
—¿Señor Sprockett, ahora puede decirnos quién ha
ganado? —dice Seth.
El señor Sprockett termina de escribir nuestras frases 10
en una hoja de papel. Dobla la hoja y se la mete en u n
bolsillo. Después dice:
— N o , todavía no. Tengo que estudiarlas más despacio.
Quiero pensarlo.
Va hacia la puerta, entonces se da la vuelta y nos dice: 15
—Os diré quienes son los ganadores dentro de unos
días.
Después de eso, se va.
¿Unos días? ¿Cómo podemos esperar unos días?
¿Pero por qué estoy preocupada? ¡Sé que no he 20
ganado!
Haría mejor en pensar en el señor Blurp. Es comple-
tamente blanco, con unos enormes ojos rosas. ¡En qué
conejo tan enorme se está convirtiendo! ¡Es tan grande
c o m o la mesa de la señorita Tripp! ¡Está llenando la 25
habitación! ¡Guau, tenemos que apretujarnos contra las
esquinas para hacer sitio al señor Blurp! ¡Tendría que
hacer algo con él! ¡Rápido! O h , ahora está bien, se está
haciendo más pequeño otra vez. ¡Chico, faltó poco para
que se armara! 30
53
Capítulo X
EPISODIO 1
54
— B i e n , Elfie, ¿qué piensas? ¿Te gustó? ¿Te gustaría
ir a u n colegio como ése?
—^No lo sé, me gustaría pensarlo —dije.
Veis, aprendí eso del señor Sprockett.
5
EPISODIO 2
EPISODIO 3
25
Bruce y Ricardo están de pie con las espaldas juntas.
—Elfie, ¿quién es más alto, Riccrdo o yo?
Los miro u n instante y después digo:
— N o podría decirlo. Poned u n libro sobre vuestras
cabezas. 30
55
Se colocan u n libro sobre la cabeza.
— B u e n o , ahora puedo decirlo. Ricardo es más alto
—digo.
—Pues vaya —dice Bruce.
5 —«Ricardo es más alto que Bruce», es una oración con
es — l e digo a Valerie.
Valerie termina de atarse el zapato y dice:
—Sí, pero no es como las otras oraciones con es. Es
una..., es una...
10 L a señorita Tripp que ha estado escuchando, dice:
—Es una comparación.
—¿Podemos hacer algunas, señorita Tripp? —dice
Valerie.
La señorita Tripp dice que sí. Le dice al resto de la clase
15 que hagan oraciones como la que yo le he dicho a Valerie.
Las escribe en la pizarra, así:
«Las gominolas son más dulces que la pasta de dientes.»
(Steve)
«Los osos son más grandes que los perros.» (Henry)
20 «Las chicas son tan inteligentes como los chicos.» (Valerie)
«Los perros son más pequeños que los osos.» (Seth)
«Las hojas son partes de los árboles.» (Cindy)
«Las motos son menos pesadas que los coches.» (Bruce)
«Nada es mejor que ser feliz.» (Diana)
25 «Las arañas son más desagradables que las moscas.»
(Paquita)
«El Sol es del mismo tamaño que la Luna.» (Tomás)
«Escribir es más pesado que leer.» (Sofía)
«Mañana está mas cerca que ayer.» (John)
30 «Algo es mejor que nada.» (Ricardo)
56
La señorita Tripp mira lo que está escribiendo y dice:
—¿Os gustaría hablar de las oraciones?
— S í me gustaría — d i c e Paquita—. Mirad las ora-
ciones de Valerie y Tomás, ¿son comparaciones? Dicen
que algo es igual a algo. 5
—Es cierto, pero también son comparaciones —dice
la señorita Tripp.
—Pero la oración de Tomás, ino es uerdaderal ÍE1
Sol es más grande que la Luna! — d i c e Bruce.
—¿Quién ha dicho que nuestras oraciones tuvieran 10
que ser verdaderas? — d i c e Tomás.
—Además — d i c e D i a n a — , el Sol y la L u n a parecen
del mismo tamaño.
—Señorita Tripp, ¿qué le parece la oración de
Cindy? ¿Es u n a comparación? JA mí n o me lo parece! 15
— d i c e Henry.
—Tienes razón, la oración de Cindy n o es u n a c o m -
paración — d i c e la señorita Tripp.
—¿Entonces qué es? — q u i e r e saber Cindy.
— B i e n — d i c e la señorita Tripp, m i r a n d o como si n o 20
supiera p o r dónde empezar—. Mira, las comparaciones
son u n a clase de relación. Pero las comparaciones n o
son la única clase de relación. H a y otras muchas. L o
que dice C i n d y «son partes de», n o es u n a compara-
ción, es u n a parte de u n todo. 25
—Señorita Tripp, ¿algún día podemos hablar más
sobre otras clases de relaciones? — p r e g u n t a Diana.
—¿Oh? Pensé que podríamos volver a las oraciones
con es y son — d i c e la señorita Tripp.
—ÍBah, eso son niñerías! — d i c e Seth. 30
57
EPISODIO 4
EPISODIO 5
15
—Señorita Tripp, ¿podemos medir diferencias? —^pre-
gunta Diana.
—Naturalmente —dice la señorita T r i p p — . Coge esa
hoja de papel de t u mesa. Puedes medir el ancho y pue-
20 des medir el largo. Lo medirías con una regla.
— N o me había dado cuenta de que las diferencias
podían medirse — l e digo a Sofía.
—Bueno, algunas sí —dice.
— O h , estoy segura de que todo se puede medir — l e
25 digo.
—¿Cómo vas a medir la diferencia entre u n centíme-
tro y u n minuto? —es todo lo que Sofía dice.
Apuesto a que podría hacerio. Estoy segura de que lo
único que hace falta es algún tipo de regla especial.
30
58
Capítulo X I
EPISODIO 1
59
EF'ISODIO 2
EPISODIO 3
60
— N a d a —le digo, pero sé perfectamente lo que he
dicho.
EPISODIO 4 5
¡Toe, toe, toe! ¡Es esa llamada! ¡Es él! ¡Es el señor
Sprockett!
Lleva puesto u n traje verde con u n a corbata blanca.
¡Y u n a flor en el ojal! 10
Por supuesto, Seth levanta la mano.
—¿Nos v a a decir los ganadores del segundo con-
curso? — p r e g u n t a .
— B i e n , no exactamente —dice el señor Sprockett.
¡Mmmmm...! —decimos todos. 15
—^Veréis —empieza el señor Sprockett—, cuando copié
las oraciones que la señorita Tripp puso en la pizarra, olvi-
dé poner los nombres junto a ellas. Por eso puedo deciros
las dos oraciones ganadoras, pero no quien las escribió.
—^No importa, señor Sprockett. ¡Nosotros se lo direniosl 20
—dice Ricardo.
— D e acuerdo, entonces —dice el señor Sprockett— las
dos oraciones ganadoras han sido:
—«Los favores son buenas acciones...»
Interrumpimos y gritamos: 25
—¡Es de Sofía! ¡Es de Sofía!
Sofía no dice nada. Sólo sonríe u n poco.
—Y la otra oración ganadora, la otra oración
ganadora... ¿Dónde la he puesto? L a tenía aquí hace u n
minuto — d i c e el señor Sprockett. 30
61
— O h , no podemos esperar, señor Sprockett — l e roga-
mos—. Encuéntrela, por favor.
—¡Oh, aquí está! —dice finalmente.
Desdobla u n trozo de papel delante de él y, lentamen-
5 te, lee:
—«Alguien que conozco es u n ramo de lilas.»
Es como si todo explotara a m i alrededor, y todo el
mundo está felicitándome: «¡Elfie! ¡Elfie!». La señorita Tripp
me abraza y me abraza, y yo lloro encima de su vestido. Me
10 acaricia el pelo y me da u n beso en la cabeza y dice:
—Felicidades, Elfie. ¡Merecías ganar!
La señorita Tripp me da u n pañuelo de papel y mien-
tras lo estoy usando, veo a u n montón de chicos alrede-
dor de Sofía.
15 Entonces Sofía viene hacia mí y me aprieta el brazo y
dice:
—¿No es maravilloso, Elfie? ¡Estaremos juntas en el
programa de televisión!
De repente u n pensamiento cruza m i mente: «¿Qué
20 pasa si todo esto es sólo u n sueño?» Entonces me digo a
mí misma: «¡Bien, si es así, es el mejor sueño que he teni-
do nunca!»
Sofía y y o nos miramos y nos reímos, y sé que n o es
un sueño.
25
EPISODIO 5
62
con gigantes y aviones con cohetes y cosas así, ¿pero sólo
podemos comparar cosas con otras cosas^
L a señorita Tripp parece confundida. \
— N o lo sé. ¿Qué pensáis los demás? —dice.
L a mano de todo el mundo está levantada y todos d i - 5
cen: «Yooo» y «yoo, yoo», y «lo sé, yo lo sé.»
Pero n o estoy escuchando lo que dicen. Estoy pen-
sando: «¡Oh, qué pregunta ha hecho Sofía! ¡Que pregun-
ta tan estupenda!»
Y después me digo a mí misma: «¿Qué otras cosas 10
podríamos comparar? Tenemos que comparar una cosa
con otra cosa. Pero espera, ¿no podríamos comparar
cosas con ideas?»
N o levanto la mano. Sigo pensando en la pregunta de
Sofía y en m i respuesta. Y sé que seguiré pensando en 15
ello hasta llegar a casa, y por la noche cuando me vaya a
dormir. Su pregunta y m i respuesta. ¡Qué bien quedan
juntas!
63
Capítulo X I I
EPISODIO 1
EPISODIO 2
64
— N o lo sé. Quizás ser profundo — d i j o Diana.
Así que ahora estoy pensando: ser sabio es ser pro-
fundo, como un océano es profundo. Una persona puede
ser lista y eso es todo. Pero otra persona puede ser pro-
funda y entonces se le llama sabia. ¿Es eso lo que es 5
Sofía? ¿Y es por eso por lo que me gusta tanto?
EPISODIO 3
10
ÍES 14 D E FEBRERO! Todo el colegio está en el salón
de actos, pero nuestra clase está en el escenario, detrás
del telón. L a señorita Tripp dice:
—iShhhhh!
Y todos nosotros susurramos: 15
—iShhhhh!
Entonces se abre el telón.
Paquita es el fuego de la chimenea, por eso mantiene
sus manos levantadas, como si fueran llamas.
Bruce está dentro de una caja abierta. Es u n progra- 20
ma de televisión. Todos los demás en la habitación lo
están mirando. Es u n ladrón. Ahora, aquí llega Ricardo.
También está en la caja. Es policía. Todo el m u n d o mira
como Ricardo simula que está ]Dersiguiendo a Bruce.
Yo también miro. Sólo soy una puerta, pero estoy 25
m u y nerviosa y me muevo hacia atrás y hacia delante.
El programa de televisión se ha acabado. Soy una
puerta cerrada. De repente me abro y todo el m u n d o
puede ver a Seth, ique ha estado mirando por el agujero
de la cerradura! iPuedo oír al público reírse! 30
65
A h o r a llega Henry al escenario, vestido como u n
ladrón. Obliga a todos a que le den el dinero de la
comida.
Cuando corre hacia la puerta para escapar, me cierro
con fuerza y le cojo por la pierna.
—¡Hurra! — g r i t a n todos—. JLa puerta ha capturado
al ladrón!
Entonces cae el telón y escuchamos al público
aplaudir.
La señorita Tripp me dice que salga y salude. N o estoy
muy segura de cómo hacerlo; pero he estado ensayando
que era una puerta holandesa, por eso voy delante del
telón y coloco las piernas muy derechas y me doblo hasta
que m i cabeza prácticamente toca el suelo. JTodos se ríen
de m i saludo estilo puerta holandesa!
Durante el resto de la mañana, hablamos de lo bien
que nos ha salido la obra. Pero aún estoy preocupada.
¿Qué hubiera pasado si todo sale mal? L a gente le diría
a Chuck: «¡Tenías razón! ¡Tu hermana es u n a tonta!»
EPISODIO 4
66
—¡Seth es tan apestoso! —le digo a Sofía. Pero lo que
ha dicho era verdad. ¡Es la primera vez que he hecho una
pregunta desde que voy al colegio!
—Tengo la sensación, Elfie, de que después de esto
nada va a ser igual —dice Sofía. 5
EPISODIO 5
67
Capítulo XIII
EPISODIO 1
68
— y o quiero saber: ¿Cuando llegas al final del univer-
so, todavía puedes sacar la mano al otro lado? — d i j o Sofía.
Allí estábamos, sentados unos encima de los otros, ha-
blando sobre nuestras preguntas, y antes de que nos dié-
ramos cuenta estábamos en el estudio de televisión. 5
U n hombre que llevaba auriculares salió de u n a sala
de control y dijo:
— H o l a , soy Mike. Os explicaré lo que vamos a
hacer.
Tenía u n a barba tan grande que no pude ver lo que 10
estaba diciendo. Era realmente simpático, pero usaba
tal cantidad de palabras raras que no fuimos capaces de
entenderlo. C o m o improvisar. ¿Qué demonios significa
eso? Por eso dije:
—Aún no sabemos qué se supone que tenemos que 15
hacer.
—Está bien — d i j o M i k e — . N o pasa nada. iLo que
quiero es que habléis con frescura!
Pensé para mí misma: «¡Bien, desde luego esto es
diferente! E n el colegio y en casa siempre nos dicen, 20
¡no seas fresca! ¡Pero aquí es justo lo que quieren que
seamos!»
—¡Sofía, siguen cambiando las reglas! —susurré.
— L o sé. ¡Es como tratar de jugar a la lima usando las
reglas del escondite! —contestó. 25
—¡Shhhh! — d i j o la señorita Tripp.
Intentamos que pareciera como si no hubiéramos esta-
do hablando.
—^Ahora, Seth, quiero que tú seas el que dirija —dijo
Mike. 30
69
Seth, se señaló el pecho con el dedo y tragó saliva.
—¿Yo? — d i j o .
Era la primera vez que veía a Seth con aspecto de
estar asustado.
5 — Y señorita Tripp —continuó M i k e — , quiero que
usted haga el papel de Mamá Ganso. ¿Le parece bien?
—¡Cua! —fue todo lo que la señorita Tripp dijo.
—JNo, no! ILos patos hacen cua! ¡Los gansos hacen
honc! Usted es u n ganso, señorita Tripp — d i j o Seth.
10 —Gracias, Seth. Trataré de recordarlo. ¡Honc! — d i j o
la señorita Tripp.
— A h o r a , los demás, Elfie, Sofía, Henry y Valerie,
habéis venido a visitar a la famosa Mamá Ganso. ¿Lo
habéis comprendido? — d i j o Mike.
15 — S u p o n g o que sí —contestó H e n r y — . ¿Qué hace-
mos, entrevistarla?
— S i queréis... — d i j o M i k e — . Vamos a ensayar p r i -
mero. Volveré a la sala de control. ¡Seth, tú diriges!
— D e acuerdo —dijo Seth—. Mamá Ganso, por favor
20 ponte esta gorra y siéntate en esta banqueta alta. ¡Los
demás sentaos en el suelo! ¡Valerie, mira a la cámara, por
favor! ¡Henry, sácate el dedo gordo de la boca! ¿Hfie y
Sofía, tenéis que ir con las manos cogidas?
—¿Por qué no? Somos amigas — d i j o Sofía.
25 —Está bien — d i j o S e t h — . Cuando y o cuente tres
empezaremos el programa. Recordad, sólo es u n ensa-
yo. Empezáis preguntando a Mamá Ganso cualquier
cosa que se os ocurra. ¡Uno, dos, TRES!
—^Mamá Ganso, ¿podrías contarnos u n cuento? —^pre-
30 guntó Henry.
70
— A l g o que tú hayas escrito —añadió Valerie.
— i C u a c ! Digo, ¡honc! — d i j o Mamá Ganso.
—¡Mamá Ganso, por favor! —gritó Seth.
—¿Qué os parece Jack y Jill? — d i j o Mamá Ganso.
5
Jack y Jill
subieron a la cima
para traer u n cántaro de agua.
Jack se cayó
y se rompió la crisma 10
y después Jill cayó dando tumbos.
71
— S e t h , por favor, no te metas. Eres el director,
¿recuerdas? — d i j e yo.
Podía ver a Mike en la sala de control. Estaba
moviéndose y agarrándose la cabeza. N o podría decir si
5 estaba riéndose o llorando.
—Crisma es una palabra poco usada para designar a la
parte más alta de la cabeza de uno — d i j o Mamá Ganso.
— i J a c k tiene el cráneo roto! iVa a tener que ir al
hospital! — d i j e .
10 — J i l l también va a necesitar u n médico después de
rodar por esa ladera — d i j o Valerie.
—JBoop! Digo, ihonc! —fue todo lo que dijo Mamá
Ganso.
—Mamá Ganso, ¿no vas a contestarles? — d i j o Seth.
15 — O s contaré otro cuento — d i j o Mamá Ganso.
72
—Elfie tiene razón — d i j o Sofía—. Es una estupidez
hacer eso. ¿Pero qué motivo tuvieron para hacerlo?
Quizás nadie tenía tiempo para mecer la cuna, por eso
pensaron que tenían que dejar que lo hiciera el viento.
— L o que querían hacer era bueno, pero eligieron un 5
nnodo equivocado de hacerlo — d i j o Valerie.
— C o m o si quieres quitarle las pulgas a t u gato..., ¡no
le ahogas! — d i j o Henry.
— s i bañas a u n bebé —dije y o — , ¡al final no tiras al
bebé con el agua de la bañera! 10
Justo cuando acababa de decir eso, Mike salió de la
sala de control y nos dijo:
—¡Bien, eso ha estado genial! Muchas gracias a todos.
—¡Pero, pero pensé que sólo era un ensayol — d i j o Seth.
— L o siento. N o tenemos tiempo para una repetición, 15
por eso lo emitiremos tal como lo habéis hecho — d i j o Mike.
—¿Quieres decir que eso fue todo? — d i j o Valerie
mirando a la señorita Tripp.
—Sí, eso fue todo. Pero no os preocupéis, ¡todos lo
hicisteis muy bien! — d i j o la señorita Tripp. 20
Esa es la historia del programa de televisión, exacta-
mente como ocurrió.
Bueno, en cualquier caso, así es como yo lo recuerdo.
25
EPISODIO 2
73
— a h o r a , Elfie —dice papá—, ¿cuál será el colegio?
¿Has elegido?
—Papá, en realidad no tuve que elegir. Cuanto más
pensaba en lo que ocurríci en nuestra clase, más me daba
5 cuenta de lo mucho que me gustaba —digo.
Papá y mamá se miran, pero no dicen una palabra.
Voy a m i habitación y me siento en m i mecedora.
Pienso en Sofía y, cuando lo hago, esa palabra vuelve a m i
cabeza: sabia. ¡Eso es! Me digo a mí misma: «Si eres inteli-
10 gente, piensas en lo mucho que sabes; si eres sabia, piensas
en lo poco que sabes.»
EÍ'ISODIO 3
15
Cuando vuelvo a bajar, mamá dice:
—Por cierto, Elfie, ayer llegaron dos cartas para ti.
¡Puedo decir lo que son sólo con verlas! ¡Son tarjetas del
Día de San Valentín! ¿Pero quién las envía?
20 Abro la primera. ¡Es de Sofía! ¡Siento que estoy flotan-
do en el aire!
Abro la segunda, ¡Es de... es de... Seth!
¿Seth? «Oh, Elfie — m e digo a mí misma—. ¿Ahora
qué?»
74
NOTA ACLARATORIA
75
precisamente invertir esa situación y tomarse a los niños en serio.
Muchos niños, como Elfie, tienen dificultades, se sienten inseguros y
tienen que realizar u n enorme esfuerzo para atender a las exigencias
que les plantea vivir con su familia y con sus compañeros en el cole-
gio. Tienen una ventaja considerable respecto a los adultos con los que
conviven: su curiosidad es enorme, su deseo de aprender de todo lo
que les rodea es también desmesurado y su capacidad de formular
preguntas para resolver las dudas que todo ello les provoca es igual-
mente inmensa. Además, el hecho de que estén empezando les per-
mite abordar todas esas cuestiones con una frescura e imaginación que
los adultos en general hemos perdido.
Por todo esto mantenemos que merece la pena cambiar radical-
mente el enfoque que con frecuencia se da a la educación de los niños.
Debemos estimular esa capacidad de preguntar y asombrarse; debe-
mos también tomarnos m u y en serio sus problemas y concederles u n
lugar prioritario en la educación de tal m o d o que se conviertan en
punto de partida del trabajo que con ellos realizamos en el aula. Y
debemos escucharles con mucha atención para comprender qué y
cómo piensan, cuáles son sus preocupaciones y sus expectativas, sus
temores y sus sueños. C o n paciencia, con mucha paciencia, debemos
trabajar con ellos en el aula, encaminando todos nuestros esfuerzos no
tanto hacia la solución de esos problemas y dudas cuanto al desarro-
llo de las destrezas de todo tipo, cognitivas y afectivas, que les v a n a
permitir abordarlas en mejores condiciones.
Podemos, como el director del colegio, de Elfie proponer a todos
nuestros alumnos u n concurso, cuya finalidad será mejorar el razona-
miento y no el buscar ganadores y perdedores. De ese modo, todos
los estudiantes se verán enseguida metidos en la tarea de explicar la
naturaleza de las oraciones, la relación entre el sujeto y el predicado,
la realización de distinciones y el reconocimiento de conexiones. A l
mismo tiempo, descubrirán muchas distinciones fundamentales para la
investigación: las diferencias entre apariencia y realidad, u n o y
7(S
muchos, partes y todo, similitud y diferencia, permanencia y
cambio, cambio y crecimiento.
Elfie va dirigida a los alumnos del último año de educación
infantil y del primero y segundo cursos de primaria. El profe-
sorado que trabaja en estos niveles y está buscando un apren-
dizaje significativo y relevante se encontrará posiblemente muy
a gusto con la novela, al igual que le sucede a las niñas y a los
niños que ya han utilizado en otros países este libro. Estamos
ofreciendo la posibilidad de organizar un aprendizaje simultá-
neo de la lectura y la escritura —si bien no son el objetivo priori-
tario en infantil—, el diálogo y la reflexión, que no son activida-
des separadas, sino momentos diferentes de un mismo proceso.
El profesorado que se decide a emplear la novela Elfie en el
aula cuenta con la ayuda excelente del manual Poniendo
nuestros pensamientos en orden, en el que encontrará una
orientación acerca de los temas filosóficos que van aparecien-
do en la novela; al mismo tiempo podrá recurrir a las nume-
rosas actividades, planes de discusión y ejercicios que consti-
tuyen un material de apoyo básico para convertir el aula en
una comunidad de investigación. Como en otros manuales, se
ha realizado una adaptación al contexto cultural propio, lo que
en este caso implica recurrir a numerosas canciones y juegos
típicos del folklore español. Este manual pretende ayudar a los
niños a afrontar, reconocer y explorar los aspectos problemáti-
cos de su experiencia. Les ayuda a formular las preguntas que
orientan esa exploración y al mismo tiempo les ayuda a cues-
tionarse los aspectos aparentemente no problemáticos del
mundo y del lenguaje que utilizan para hablar de ese mundo.
Proporciona, por tanto, a los estudiantes muchas posibilidades
de organizar su experiencia de una forma narrativa, prerrequi-
sito importante para aprender a escribir. Les ofrece también
muchos planes de discusión que el profesorado encontrará muy
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útiles para favorecer y mantener el diálogo en el aula. Propone ade-
más ejercicios diseñados para ayudar a los niños a darse cuenta de
; que las afirmaciones constituyen en realidad el comienzo de una
investigación y no su final, pues cada afirmación se puede entender
. GOFOO- una respuesta tentativa a una pregunta implícita.
Desde que inició su andadura en España en 1986, el curriculum
de Filosofía para Niños ha experimentado un gran crecimiento,
gozando de una mayor aceptación y siendo utilizado en numerosos
centros educativos v; en otros contextos de enseñanza no formal.
Originariamente desarrollado por Matthew Lipman y sus colabora-
dores, en especial Ann Sharp, a comienzos de los años setenta, el
programa se halla extendido en estos momentos en los cinco con-
tinentes y son decenas de miles los niños que disfrutan de la posi-
bilidad de compartir con Elfie, Kio, Guss, Pixie...., y todos los per-
sonajes del curriculum su propio proceso de crecimiento personal.
En España, uno de los países en los que el programa ha logrado un
mayor arraigo, hay una federación de centros encargados de la
tarea de difusión del programa y de formación del profesorado. La
Federación está formada por los Centros que reúnen a todo el pro-
fesorado que en cada Comunidad Autónoma se preocupa por la
aplicación del programa, procurando mejorar los aspectos pedagó-
gicos, creando nuevos materiales e investigando sobre los resulta-
dos de la aplicación. Para ponerse en contacto, basta con dirigirse
a la Federación de Centros de FpN, Sorgo 45. 28029 Madrid.
Puede hacerse igualmente una consulta recurriendo al correo elec-
trónico filolinos(5)listserv.rediris.es.
Todos los materiales del curriculum de Filosofía para Niños están
editados en España por Ediciones de la Torre, que también publica
la revista semestral Aprender a Pensar cuyo consejo editorial está for-
mado por los Centros Iberoamericanos de Filosofía para Niños.
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