Filosofia Hombre
Filosofia Hombre
Filosofia Hombre
Objetivos
Antes de empezar
Todas las culturas se han sea el hombre y el lugar que
preguntado acerca de ocupa en el cosmos sea
nuestro origen y sobre las mucho más compleja y difícil
características y aspectos que de contestar. Es verdad que
nos constituyen y nos las diversas ciencias nos han
diferencia de los animales. dado claves incontestables
Sus respuestas han sido de lo que somos, pero
distintas y, a veces, muy indudablemente no agotan
distintas, según la cultura y el carácter problemático,
la época en que se daban. incluso misterioso del ser
Nuestra cultura occidental, humano. Ellas nos aportan
como tantas otras, durante informaciones valiosísimas,
muchos siglos dio una pero parciales. La filosofía,
respuesta mítica y/o teniendo necesariamente en
religiosa, sin embargo, a cuenta estas informaciones,
partir del siglo XIX con el intenta reflexionar y
desarrollo de la Biología, comprender al hombre
teoría de la evolución, completo en el que los planos
Genética, el estudio y biológicos, psicológicos,
comprensión del hombre sociales, culturales,
empieza a contemplarse con históricos, etc. constituyen
otra perspectiva y la una unidad indisociable en
pregunta acerca de lo que la mayoría de las ocasiones.
Esquema de la Unidad
Cuestiones iniciales
¿cuáles son las mayores diferencias entre el hombre y el animal?
¿qué aspectos del hombre estudian las ciencias?
¿qué aspectos del hombre no pueden explicar las ciencias?
¿en qué aspectos ha cambiado más el hombre a lo largo de la
historia?
¿en qué aspectos ha cambiado menos el hombre a lo largo de la
historia?
¿cuáles crees que son las incógnitas sobre el hombre que no se han
desvelado aún?
¿crees compatible la teoría creacionista del hombre y la de la
evolución?
1.1.1. El creacionismo
1.1.2. El fijismo
Esta teoría defiende que las especies aparecieron de forma idéntica a como
los conocemos nosotros ahora. Según el fijismo no es posible la aparición o
desaparición de especies. Aristóteles en la antigüedad, y Linneo y Couvier en
el siglo XVIII, son los principales defensores de esta teoría. Linneo escribió una
obra, Sistema natural, donde hacía la clasificación más completa de las
especies existentes, basándose en la inmutabilidad de ellas. Paradójicamente
su clasificación contribuyó a la teoría de la evolución, dado que ponía de
manifiesto relaciones de mayor o menor semejanza de las especies, según su
mayor o menor proximidad en su sistema clasificatorio.
1.1.3. El lamarkismo
Hay una progresión natural desde los organismos más simples a los más
complejos.
A lo largo del tiempo se produce cambios paulatinos en los organismos.
Estos cambios se producen por el uso o desuso de ciertos órganos, por
la necesidad vital de adaptarse al medio ambiente.
El uso de los órganos produce el desarrollo y evolución de éstos: “la
función crea el órgano”.
Los caracteres adquiridos se heredan.
1.2.1. El darwinismo
Todas las especies tienen un origen común, por lo que toda la variedad de
las especies están emparentadas entre sí, a partir una o muy pocas
especies primigenias.
Todas las especies tienden a reproducirse continuamente, ocasionando
escasez de medios para la supervivencia, por lo que surge la lucha por la
sobrevivencia, muriendo gran cantidad de seres.
En esta lucha por la vida, no todos los animales están igualmente
preparados, por lo que sólo los más fuertes y mejor dotados sobreviven y
logran reproducirse.
Los que sobreviven, los más aptos, lo son porque presentan mutaciones.
Generalmente, estas mutaciones no tienen consecuencias para la
sobrevivencia, o son perjudiciales. Pero cuando se producen mutaciones
favorables para adaptarse al cambio que se ha producido en el medio
ambiente, los individuos portadores de esta variación logran sobrevivir.
Los supervivientes trasmiten las mutaciones a su descendencia lo que le
permite adaptarse mejor.
La selección natural no es un proceso consciente, sino que los cambios son
resultado del azar.
1.2.2. El mutacionismo
Este proceso evolutivo nos muestra que el hombre comparte rasgos con los
póngidos. Desde el punto de vista bioquímico y genético no hay grandes
diferencias entre ellos: el homo sapiens tiene 23 pares de cromosomas, mientras
que los grandes monos antropoides poseen 24 pares.
Sin embargo, las diferencias anatómicas son mucho más significativas y debieron
de ser favorecidas por la evolución. Las más importantes son:
6
Los cambios biológicos y anatómicos que ha ido sufriendo el hombre han corrido
parejos de su evolución cultural, dado que la especie humana, desde el principio,
no estuvo limitada por un comportamiento rígido e instintivo, lo que le permitió
aprender cosas nuevas y transmitirlas a través del lenguaje. Sin esta capacidad no
habría sobrevivido y no se habría producido la evolución cultural, clave para
comprender el desarrollo humano. Muchos son los comportamientos y factores
que favorecieron esta evolución, pero los más importantes fueron:
8
El desarrollo cultural tiene tres funciones para el hombre de todos los tiempos:
Es obvio, por todo lo dicho, que la evolución cultural fue paralela a la natural,
constituyendo una unidad que hace imposible, al menos por ahora, qué de lo que
somos es producto de la herencia genética o de la cultural. La naturaleza
biológica humana es radicalmente inseparable de su “segunda naturaleza”, la
cultural, y ésta va adquiriendo un papel cada vez más decisivo conforme se va
desarrollando la sociedad humana.
9
Todas estas creencias habían sido un pilar básico –durante siglos- del modo de vida y
de la cultura occidental; y, aunque algunas de ellas ya habían sido sometidas a
crítica, esta crítica se había considerado más como un ejercicio puramente intelectual
que como algo que afectase a la realidad profunda de las cosas; la teoría de la
evolución, por el contrario, atacaba todos principios fundamentales del mundo
occidental y, sobre todo, uno: el carácter privilegiado del hombre dentro de la
creación. Es más, al afirmar que todas las especies existentes procedían
evolutivamente de un tronco común, se atacaba directamente un dogma
fundamental: Dios, según el Génesis, había creado al hombre a su imagen y
semejanza.
El impacto del darwinismo sobre la cultura superior y popular fue enorme. En el campo
de las ciencias, el evolucionismo se extendió a múltiples campos, surgiendo un interés
inusitado por el conocimiento sobre el origen y evolución de todas las realidades del
universo.
Con el tiempo, los testimonios y pruebas a favor de la teoría de la evolución eran tan
apabullantes que se hizo imposible para cualquier hombre razonable, negarla.
Aparecieron así algunos filósofos, como el jesuita Teilhard de Chardin (1881-1955), que
intenta sintetizar la teoría darwinista con el dogma cristiano, proponiendo una teoría
finalista, según la cual, no sólo la vida, sino la materia y el pensamiento, están
involucrados en el proceso de la evolución. El sentido de la evolución radica en la
tendencia hacia el logro de mayores niveles de complejidad y, simultáneamente, al
logro de mayores niveles de conciencia tendiendo 'hacia lo Uno'. Frente a esta teoría,
otros autores como el premio Nobel Jacques Monot, mantiene que el azar es el
mecanismo explicativo de la evolución.
Una teoría derivada también del darwinismo y que llegó a tener funestas
consecuencias fue el “darwinismo social”. Así el creador de esta corriente, Spencer
realiza una biologización de las sociedades humanas e intenta establecer leyes
naturales de las que inferir conclusiones morales o principios políticos: los individuos,
según él mal adaptados sufren las condiciones de su existencia, mientras que los mejor
adaptados se aprovechan de su superioridad. No hacen falta reformas sociales ni
intervención del Estado, la selección social actúa por sí sola.
El término “racionalismo” posee muchos significados distintos, pero el más común hace
referencia a la postura que define al hombre como racional y considera que la razón
es su característica esencial, por medio de la cual el hombre puede alcanzar la
verdad.
Esta concepción se inicia con la filosofía griega y tiene continuidad hasta nuestros días.
Según esta concepción los rasgos definitorios del hombre son la razón y el lenguaje.
Sólo la razón nos da un conocimiento adecuado del mundo y del hombre. Pensaban
también que la palabra sirve al hombre para poner en común las ideas fruto de la
razón y poder llegar a conocimientos asumidos colectivamente.
11
El ser humano es el único animal que no se contenta con vivir, sino que quiere
transformar la naturaleza para de esta manera ponerla a su servicio. Comparte con los
animales la necesidad de satisfacer sus necesidades biológicas, pero gracias a su
razón no se encuentra sometido al medio, sino que, de alguna manera, se encuentra
relativamente liberado de él.
La mayoría de las concepciones racionalistas del ser humano son dualistas, es decir,
conciben al hombre compuesto de dos partes totalmente distintas: el cuerpo y el
alma, siendo esta última la parte más importante y la que define de manera esencial
al hombre. Para los racionalistas, las emociones, sentimientos y las pasiones deben de
subordinarse a la razón, debido a que proceden del cuerpo y pueden falsificar la
percepción de la realidad y al no ser racionales pueden inducir al hombre a
comportarse de manera irracional.
Para el racionalismo el ser humano posee una disposición natural a vivir en sociedad,
siendo definido como “animal social”, carácter que le viene facilitado por el lenguaje.
El hombre, según esta corriente filosófica, es libre y tiene capacidad para tomar
decisiones, pues gracias a la razón el hombre puede reflexionar sobre cómo actuar,
sopesar las alternativas posibles e imaginar las consecuencias que se puede derivar de
su acción. También por medio de la razón el hombre puede juzgar sobre lo bueno y lo
malo, sobre lo conveniente o no, y orientar así su vida de la mejor manera. Platón,
Aristóteles, Descartes,… aunque con notables diferencias forman parte de esta
corriente del pensamiento.
Esta concepción afirma que el hombre es un ser creado por Dios, dotado de alma
racional que lo eleva muy por encima del resto de los animales, también creados por
Dios. El hecho de ser creado por Dios supone que:
Sólo el hombre está dotado de razón, que nos permite conocer y voluntad, facultades
que nos abren la posibilidad de actuar con libertad. Por ellas el hombre puede huir de
los impulsos egoístas que lo alejan de la salvación. Esta libertad no es absoluta, sino
que se encuentra limitada, dado que no es el hombre quien señala las normas y
valores que el hombre debe de perseguir, sino Dios.
Por eso, dice Marx, "el Hombre no existe, existen los hombres reales e históricos que
han vivido relacionándose a través de distintas formas sociales y económicas a lo
largo del tiempo". No hay una naturaleza humana que nos determine a vivir de una
determinada manera, sino que el hombre se define a sí mismo al vivir en un momento
histórico preciso y por establecer un conjunto de relaciones sociales y económicas. Es
sólo en ese contexto real dónde podemos contemplar cómo es cada ser humano
concreto más allá de una pretendida esencia intemporal.
Para Marx, la naturaleza humana no es fija ni acabada, sino que el hombre es un ser
histórico y social, que va cambiando a lo largo de la historia. Ésta viene condicionada
por la manera como el hombre produce sus propios medios de vida para satisfacer sus
necesidades tanto materiales (comer), como espirituales (oír música). La manera
como el hombre produce viene dada por dos factores fundamentales:
Estos elementos son los que han determinado la existencia de tres grandes épocas
históricas: mundo esclavista, mundo feudad y mundo capitalista.
Estas etapas las considera Marx injustas, dado que existe importantes diferencias
económicas entre los que producen la riqueza: esclavos, vasallos, trabajadores y los
que recogen los beneficios: esclavistas, señores, empresarios.
Para Marx, por tanto, la naturaleza plena del hombre se podrá desarrollar plenamente
cuando desaparezca las diferencias económicas, causantes en último término, del
resto de las diferencias sociales y culturales. Igualmente, será en la sociedad comunista
13
que propugna Marx cuando los hombres, que han ido conquistando progresivas cotas
de libertad, alcancen la libertad auténtica y se hagan definitivamente dueños de su
destino.
Sigmund Freud (1856-1939) ha sido sin duda uno de los hombres que más han influido
en la comprensión contemporánea del hombre. Freud es, como Marx, materialista,
considerando que es en la sola biología del hombre donde hay que acudir para hallar
la constitución del ser humano. Según el creador del psicoanálisis, el psiquismo
humano está estructurado en tres estructuras fundamentales:
Es la lucha constante que el hombre establece entre las pulsiones del ello que buscan
satisfacción, el deber moral del superyó que niega la satisfacción al ello y el yo que
intenta contentar al primero sin entrar en conflicto con el superyó; es por esto, dice
Freud, que todos los hombres experimentamos una cierta animadversión por la cultura,
pues, por una parte, vemos que es la causante del progreso humano, pero, por otra,
este progreso se lleva a cabo, en gran parte, reprimiendo las pulsiones del ello.
Aunque, como hemos dicho, no existe una única concepción del hombre, sin
embargo, sí podemos afirmar la existencia de ciertos aspectos comunes a todas ellas.
Estas concepciones comparten la idea, como no podía ser de otra forma, que el
hombre es el animal último que ha aparecido en la evolución natural, procedente de
otros seres inferiores y, por tanto, comparte con el resto de los animales, especialmente
los más cercanos a él, los póngidos. Estas concepciones también comparten la idea
de que a pesar de estos rasgos comunes, el ser humano posee unas características
específicas, capacidad de fabricar herramientas, lenguaje, autoconciencia, etc. que
lo convierten en un animal diferente al resto.