Sintesis Del Pensamiento JoseAntoniano
Sintesis Del Pensamiento JoseAntoniano
Sintesis Del Pensamiento JoseAntoniano
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Salvad a José Antonio – Historia 16, nº 1, año 1, Mayo 1976
ÍNDICE
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Salvad a José Antonio – Historia 16, nº 1, año 1, Mayo 1976
márgenes de actuación
Por Ángel Viñas
José Antonio Primo de Rivera, fundador de la Falange, era uno de los personajes
clave en la gestación del Alzamiento del 18 de julio, por más qué se hallase prisionero en
una cárcel del Gobierno. Sobre los intentos encaminados a conseguir su libertad se ha
escrito mucho 1 y siempre ha quedado en el aire la incógnita de lo que hubiera ocurrido
si tales intentos hubiesen tenido éxito. Pero la historia es irreversible. Con todo, hay una
parte de esa historia escasamente conocida en España: la visión alemana de los hechos
2
, cuestión importante ya que sus agentes en España y la Marina del III Reich
participaron activamente en el asunto.
Con documentos, en gran parte inéditos, se presentará en este artículo la visión
alemana de los comienzos de la guerra civil: el papel del Ejército, la ayuda a Franco, la
situación política... La Falange fue considerada como uno de los principales motores del
Alzamiento por lo que la liberación de José Antonio se convertiría en tema muy
importante para el III Reich, aunque no tanto como para destruir la ficción de las
relaciones diplomáticas entre Berlín y Madrid.
Este artículo se refiere al primer intento de liberar al Jefe de la Falange con ayuda
alemana. En el próximo número se publicará un segundo trabajo sobre el final de la
actuación del III Reich en este asunto, cuando el panorama había cambiado
radicalmente. Franco había tomado las riendas del mando único y su personalidad
anularía cualquier otro posible liderazgo.
1
Pueden señalarse, a título de mero ejemplo orientativo: Maximiano García Venero, Falange en la guerra
de España: la unificación y Hedilla, Ruedo Ibérico, París, 1967; Herbert R. Southworth, Antifalange.
Estudio crítico de Falange en la guerra de España, Ruedo Ibérico, París, 1967; Agustín del Río Cisneros y
Enrique Pavón Pereyra, Los procesos de José Antonio, Ediciones del Movimiento, Madrid, 1969; Felipe
Ximénez de Sandoval, José Antonio (Biografía apasionada), sexta edición, corregida y aumentada. Fuerza
Nueva Editorial, Madrid, 1974; Antonio Gibello, José Antonio. Apuntes para una biografía polémica,
Doncel, Madrid, 1974; José de Mora-Figueroa, Datos para la historia de la Falange Gaditana, Gráficas del
exportador. Jerez de la Frontera, 1974; Manuel Lara, «Una misión imposible». Pueblo 27 de agosto de
1975.
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Entre los autores de esta nacionalidad que se han ocupado del tema cabe mencionar a: Hans Henning
Abendroth, Hitler in der spanischen Arena, Schóningh Verlag, Paderborn, 1973, con breve tratamiento, y
en particular, Manfred Merkes, Die deutsche Politik im spanischen Bürgerkrieg.
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Salvad a José Antonio – Historia 16, nº 1, año 1, Mayo 1976
LA liberación de José Antonio Primo de Rivera no podía ser nunca una empresa
fácil. La significación política del prisionero era lo suficientemente destacada como para
que las autoridades republicanas prestasen la mayor atención a la seguridad del
detenido y, más aún, cuando la Falange se expandía aceleradamente y parecía poder
ofrecer finalmente una cobertura ideológica ad hoc a las abigarradas fuerzas del 18 de
Julio. Las gestiones amparadas por la Marina de Guerra alemana y la Wilhelmstrasse
(sede del Ministerio de Asuntos Exteriores) tenían grandes posibilidades de cosechar un
rotundo fracaso. Y así ocurrió.
Los intentos de liberación se sitúan en dos momentos perfectamente diferenciados:
el primero, en la segunda quincena de septiembre; en el mes de octubre de 1936, el se-
gundo. El primero abortaría en las condiciones que expondremos en este trabajo y que
determinarían el marco de las divergentes opiniones que sostendrían los agentes ale-
manes de cara al segundo intento. Las gestiones de octubre se verían dificultadas por
circunstancias cada vez más enrarecidas y, adicionalmente, por la toma de posición que
Salamanca había adoptado ya entonces.
El relato es, pues, la historia de una frustración y del no empleo del margen de
discrecionalidad a disposición de los agentes alemanes encargados oficialmente de la
operación. Este margen de maniobra es indisoluble de sus propias opiniones sobre los
complejos problemas que se planteaban en España y en una guerra civil
internacionalizada casi desde sus mismos comienzos. A esa internacionalización había
contribuido decisivamente el III Reich, una vez que en agosto de 1936 se presentaron en
la zona nacional altos jefes alemanes, como el general Wilberg (encargado de los
aspectos organizativos de la intervención) y, posiblemente, el almirante Canaris (jefe del
servicio de inteligencia militar), para hacerse una idea de las fuerzas levantadas contra la
República y, sobre todo, para estudiar la forma de apoyo al único general receptor de la
ayuda alemana: Franco.
Hacia la segunda mitad de agosto de 1936 se disponía en Berlín de informes
contradictorios acerca de la situación en España, si bien Hitler había decidido ya que se
prestase a Franco ayuda en pequeña escala, aunque de forma continuada.
Así, por ejemplo, el comandante von Scheele, jefe del primer contingente de volun-
tarios alemanes llegados a España, se hacía eco el 19 de agosto de 1936 de que: «... en
cuanto a las consecuencias de la colaboración alemana, en términos de política exterior,
todas las partes consideran aquí que son iguales, tanto si sólo interviene material
alemán, como si lo hacen, también, soldados alemanes». Seguidamente, von Scheele
indicaba sobre el terreno que «el rápido suministro de más Heinkel y de 20 transportes
pequeños W-34 constituye, en mi opinión, el presupuesto básico para un rápido triunfo
final» (Archivos militares alemanes de Friburgo —AMAF—, legajo M 1367/80.602, pp.
57-68).
La opinión de los observadores profesionales alemanes sería bien diversa. Karl
Schwendemann regresaba a Berlín en la segunda mitad de agosto de 1936 en misión
informativa. Era el consejero de la embajada alemana y sus despachos desde la capital
española constituyen una de las primeras fuentes para la interpretación de este período
3
. Schwendemann declararía a los servicios de inteligencia alemanes que: «... la guerra
3
Algunos se encuentran reproducidos en los documentos de la Wilhelmstrasse de los que hay dos
ediciones completas, la anglo-americana y la alemana original (la francesa que tanto mencionan autores
españoles no lo está). Se utiliza Deutschland und der spanische Bürgerkrieg, Imprimerie Nationale, Baden-
Baden, 1951. Véanse, en particular, documentos 4, 11 y 23 para los primeros momentos de la guerra civil.
La información posterior aparece ya firmada por el encargado de Negocios Hans-Hermann Vólckers.
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Protagonismo de Franco
En un principio se prohibía a las fuerzas alemanas la intervención directa en
combate, pero esa restricción apenas si tuvo vigencia (desapareció el 28 de agosto) y el
1.° de septiembre comenzaron los preparativos para utilizar en España formaciones
cerradas. Los efectivos soviéticos aún no habían hecho acto de presencia cuando la
intervención alemana ya era decidida. En esos primeros días de septiembre llegaba a
España el teniente coronel de E. M. Walter Warlimont con el fin de coordinar sobre el
terreno la acción militar y de sugerir medidas de apoyo en favor de los nacionales.
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nacionales europeos mediante el uso, practicado por todas partes, del saludo brazo en alto...»
Ilustración 2. José Antonio en la cárcel de Madrid, con Arcadio Carrasco y Valdés (derecha) y José
M.a Bedriñana y Ruiz de Alda (izquierda)
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Ángel Viñas: Los espías alemanes entran en la guerra civil, Historia Internacional, octubre de 1975 y La
Alemania Nazi y el 18 de julio, Alianza Universidad, Madrid, 1974. Véase José Ignacio Escobar, Así
empezó..., Gregorio del Toro, Madrid, 1974, para una versión de alguien próximo a Mola.
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mejor voluntad toda su ayuda para que los voluntarios falangistas puedan aproximarse al
Jefe supremo de la Falange, que se encuentra encarcelado en Alicante. Parece que los
preparativos han transcurrido hasta ahora de forma satisfactoria y la explotación de un
éxito eventual por la propaganda merece una atención especial por nuestra parte».
Finalmente, Warlimont expone sus impresiones sobre la España nacional: «En
todas partes reina un gran entusiasmo nacionalista entre la población campesina y la
urbana. Apenas si hay hombres que no lleven, al menos, una boina de uniforme. Muchos
van armados, pero evidentemente son pocos los utilizables para la lucha. El entusiasmo
muestra un impulso especial a favor de Alemania, gracias a nuestra intervención y, sobre
todo, gracias a los destacados éxitos de nuestros aviadores...»
«Exteriormente el Movimiento busca, por ejemplo, aproximarse a los grandes movi-
mientos nacionales europeos mediante el uso, practicado por todas partes, del saludo
brazo en alto. Todavía no me es posible apreciar la significación interna
"La concepción del fascismo como exponente del imperium romanum en el tiempo
en que España era colonia del mismo, parece que no es muy popular. Más bien se
escucha la expresión de 'nacional-sindicalismo' como denominación del movimiento
presente.
"Más o menos son dos terceras partes de la población las que parecen encontrarse
en la zona controlada por el Gobierno de Burgos. Tanto antes como ahora, a los
elementos rojos se les elimina por fusilamientos en gran escala».
Cuando Warlimont enviaba este segundo y significativo despacho, el 19 de
septiembre de 1936, se habían producido acontecimientos de importancia en Alicante,
donde se hallaba encarcelado José Antonio Primo de Rivera. De ellos tuvo conocimiento
el observador alemán y pasó información a Wilberg. Sin embargo, la parte de los
despachos en que Warlimont se refería a los intentos de liberación de José Antonio no
ha sido localizada todavía y hasta es posible que haya desaparecido. Han de emplearse,
pues, otras fuentes para reconstruir la operación.
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El 8 de mayo de 1937, el embajador alemán en Salamanca, general Faupel, remitiría un informe
redactado por von Knobloch en Sevilla, y fechado en marzo de ese mismo año, en el que este exponía su
labor como cónsul honorario en Alicante. Se encuentra en el archivo político del ministerio alemán de
Asuntos Exteriores, Bonn, dirección general de Asuntos Políticos III, España, Legajo «Innere Po-litik,
Parlaments - und Parteiwesen: Bd. 31, 5.37-6.37».
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«Importante líder»
Según el testimonio de von Knobloch, ya al comienzo de la operación había dirigido
un telegrama a la Wilhelmstrasse, a través de la Flota Alemana en el Mediterráneo, en el
que indicaba la situación de José Antonio Primo de Rivera, que no era secreto en la
zona republicana y tampoco debía serlo para el Reich, toda vez que el jefe de la Falange
era tema asiduo de información. Así, por ejemplo, existe un telegrama del 5 de
septiembre de 1936, enviado por el encargado de negocios de la embajada alemana a la
Wilhelmstrasse, en el cual llamaba la atención sobre «el para nuestra política importante
líder», encarcelado en Alicante.
Con todo, el tema de la liberación de José Antonio no parece que fue asunto
prioritario, en un momento en que Berlín dibujaba las líneas maestras de su apoyo a
Franco. Como resultado de las órdenes de von Blomberg, según instrucciones de Hitler,
la operación debería traducirse en una amplia entrega de material, en la medida que ello
no retrasase la constitución de unidades activas. En consecuencia, la atención debería
centrarse sobre el material procedente de los arsenales previstos para el caso de una
movilización. A la Marina se le recomendaba una actuación generosa en caso de duda,
toda vez que las otras armas alemanas —Ejército de Tierra y Aviación— participaban ya
directamente con personal y unidades activas (AMAF, legajo M 1367-80.604, pág. 89).
Era, también, el momento en que Moscú sopesaba su intervención directa y
cuando Berlín estudiaba minuciosamente las impresiones del primer despacho de
Warlimont, al que anteriormente ya aludíamos).
«Todos los factores que han podido tenerse en cuenta, para valorar la situación
desde el punto de vista militar, permiten abrigar la esperanza de un triunfo de los
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Otro telegrama de la misma fecha indicaba que «la subida a bordo puede hacerse
en Lisboa o en Gibraltar o de acuerdo con la propuesta del escuadrón ligero. La
Legación en Lisboa y el encargado de Negocios, Vólc-kers, están al corriente del tema.
Pregunta: ¿Dónde y cuándo? Trasládese el contenido de este telegrama a Vólckers con
la respuesta del comandante».
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Interviene la Marina
El contraalmirante Hermann Boehm, que estaba al frente del escuadrón ligero y era
comandante de las unidades navales enviadas a España, dejaría constancia de sus pen-
samientos respecto a esta misión en el diario de operaciones:
«De tales telegramas se desprende que el Alto Mando de la Marina está interesado
en la liberación de este prisionero. Para el traslado de los delegados sólo cabe disponer
del litis, fondeado en estos momentos ante Málaga, y que está secundado al Spee en
sus tareas de protección». El Contraalmirante se refería al torpedero litis, que aparecerá
reiteradamente en los intentos de liberación de José Antonio, y al acorazado de bolsillo
Admiral Graf Spee, el mayor buque alemán que operaba en el Mediterráneo y que,
durante la segunda guerra mundial (el 17 de diciembre de 1939), sería volado por su
tripulación en el mar del Plata.
Inmediatamente, Boehm se pondría en contacto con Vólckers, quien desaconsejó
el embarque de los delegados en Gibraltar, «porque allí existe un riguroso control sobre
los extranjeros». Al día siguiente, el contraalmirante telegrafiaría que el litis podría
hacerse cargo de los delegados en Algeciras, proyecto que luego no llegaría a
realizarse. El cambio de la propuesta tuvo lugar a causa de la sugerencia de Warlimont,
que aconsejó el embarque en Bonanza, para el 16 de septiembre.
Ya para esa fecha se habían efectuado algunos sondeos para conseguir la
liberación de José Antonio mediante soborno. Von Knobloch recuerda: «Desde el
comienzo mismo, mi atención se había fijado en el Jefe de la Falange, prisionero en
Alicante... [quien] se encontraba, juntamente con su hermano Miguel, en la Cárcel
Provincial... Una vez realizadas las primeras gestiones, me di cuenta de que quizás
mediante una fuerte suma de dinero pudiera conseguirse su libertad a base de sobornos.
La embajada telegrafió varias veces a Berlín en tal sentido...»
No hemos localizado tales telegramas, pero la existencia de los sondeos queda
demostrada por las anotaciones de Boehm en su diario de operaciones. En la entrada
correspondiente al día 15 se lee: «Mientras tanto, el encargado de Negocios ha tratado
de conseguir mediante soborno la libertad del prisionero. Convenidos detalles con él. A
los prisioneros ha de llevárseles en una barca hasta la bahía, donde les recogerá una
chalupa sin luces procedente del crucero Nürnberg, contra entrega de 100.000 pesetas»
7
.
Pero el primer intento discurría de forma bien diferente a cómo lo planteaban los
sondeos de von Knobloch y Vólckers en sus comunicados a Berlín y a Boehm.
Es preciso señalar que el Alto Mando de la Marina estaba al corriente de toda la
operación. A las 18,40 horas del 15 de septiembre, Boehm recibía un telegrama de
Berlín en el que se indicaba, en respuesta a su sugerencia del mismo día, que «siguen
decisión y, en consecuencia, notificación del momento. En el caso de aceptar misión y
ejecutarla, según propuesta, ¿están garantizados el estricto secreto y el que no nos
comprometamos?» (diario de Boehm, pág. 85).
Se observa, pese al críptico lenguaje, que el Alto Mando de la Marina estaba
conforme con la operación, siempre y cuando se desarrollase en secreto y evitase
conflictos al Reich. Se concedía, eso sí, un margen de maniobra, que podrían
aprovechar discrecionalmente sus representantes conocedores de la situación sobre el
7
Merkes, ob. cit., pág. 182, menciona que Vólckers había comunicado el 9 de septiembre a la
Wilhelmstrasse la posibilidad de un soborno a base de un millón de dólares. En la literatura española se
maneja usualmente un millón de pesetas.
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Operación soborno
Desde la óptica de la Marina de Guerra alemana, los acontecimientos del primer in-
tento para conseguir la libertad de José Antonio pueden seguirse casi al minuto. El 16 de
septiembre, a las 7,51 el Admiral Graf Spee telegrafiaba a Boehm que en el litis habían
embarcado los delegados y que el torpedero había puesto rumbo a Alicante. A las 12,30
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del mismo día, el comandante del escuadrón ligero, el Spee y el litis recibieron un
escueto telegrama del Alto Mando de la Marina, en Berlín: «Ejecuten operación». Boehm
anotaba en su diario de operaciones: «con ello se revela correcta mi decisión del día
15».
El 17 de septiembre llegó el litis a la altura de Alicante, procedente de Bonanza (en
la literatura española suele mencionarse el día 15). A bordo del torpedero no se
encontraban los dos delegados previstos, sino un grupo de hombres, once en total,
fuertemente armados y «decididos a todo». Al frente del comando estaba Agustín Aznar
y entre sus hombres se encontraba Rafael Garcerán, evacuado a través de Alicante el
mes anterior.
No hemos hallado huellas documentales que permitan comprobar si la formación y
envío del comando, en lugar de los dos delegados, se había hecho de acuerdo con
Warlimont u otros agentes alemanes en la zona nacional o si, por el contrario, era el fruto
de un posterior proyecto falangista. En cualquier caso, el comandante del litis no se
opuso al embarque. Es de precisar que el comando fue presentado en el torpedero por
el capitán de corbeta Hans Schottky, quien había desempeñado un importante papel en
la cooperación naval hispano-germana durante los años veinte y principio de los treinta y
que en los primeros momentos de la guerra civil cumplía misiones aún no esclarecidas.
Boehm dejó constancia en su diario de operaciones de los propósitos del grupo:
«El jefe del comando quiere, en primer lugar, conseguir la liberación a base de sobornos;
pero, en el caso de no conseguirlo, la llevaría a cabo mediante un golpe de mano».
Sobre los incidentes ocurridos en los dos intentos de liberación se levantó cierta
polvareda. El diario de Boehm permite, sin embargo, seguir nítidamente el razonamiento
alemán:
«El éxito de tal golpe de mano es bastante dudoso. Cabe esperar, con seguridad,
represalias de los rojos contra el prisionero blanco. Pero, ante todo, no puede
mantenerse en secreto la participación de buques de guerra alemanes. Con ello se
debilita el procedimiento hasta ahora seguido, y que se desea continuar en el futuro, de
apoyo encubierto a los blancos. La consecuencia inmediata sería peligrosa para los
alemanes que se encuentran en zona roja, sin contar con otras complicaciones políticas
aún mayores. Decisión: despediré inmediatamente a los hombres armados, dejando tan
sólo al jefe para que proceda al intento de soborno encubierto» (Diario de Boehm págs.
89-90).
También en esto quiso Boehm pisar sobre terreno firme y envió el día 17 un
telegrama a Berlín, desde donde recibió el conforme a las 15,53 horas del mismo día. La
responsabilidad, pues, de la operación recaía sobre el Alto Mando de la Marina, en
Berlín y, por delegación, en los oficiales superiores, como Boehm, que se encontraba a
cargo de su ejecución inmediata. El que el encargado de negocios alemán acentuase o
no las decisiones tomadas por el contra-almirante es algo que se escapa por ahora a la
contrastación documental.
Por lo dicho anteriormente está claro que sería Agustín Aznar el encargado de
llevar a cabo el intento de soborno. En efecto, poco después de recibirse el conforme de
Berlín, von Knobloch hizo descender a Aznar a tierra, al parecer con la oposición de
Vólckers, provisto de documentos falsos. En los días siguientes visitaron a diversas
personas conectadas con la FAI y con la CNT que, en la opinión del cónsul, podrían ser
susceptibles de soborno. Las primeras gestiones prometieron resultados
esperanzadores, mientras War-limont se mantenía al corriente de la operación, próximo
al cuartel general. Al final los contactos de von Knobloch se echaron atrás. Las gestiones
—en las que no entramos aquí por ser sobradamente conocidas, lo mismo que las
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Aznar, en apuros
La situación de Aznar en la habitación de von Knobloch era gravemente
comprometedora para la Legación alemana. El cónsul recuerda: «Vólckers no se hallaba
presente, pues se había ido a almorzar a un destructor portugués. Rápidamente di
cuenta de la situación al torpedero alemán que se encontraba frente al puerto y poco
después llegó su primer oficial con quien enseguida convinimos que la única solución
consistía en traer un uniforme de la Marina alemana para Agustín Aznar y trasladarlo a
bordo, acompañado por marinos alemanes. En aquellos momentos regresó el Dr.
Vólckers y dijo que no podía darse un uniforme al español y que no cabría negar su
entrega a la policía si así lo solicitase.
«El oficial del torpedero y yo teníamos la opinión opuesta y, finalmente, llegamos a
la conclusión de que lo mejor era enviar un telegrama al almirante en el sentido de que el
emisario de Franco había sido reconocido y que la única posibilidad de salvarle era ves-
tirlo con un uniforme de la Marina de Guerra alemana, para lo cual solicitábamos su con-
sentimiento. Aunque nosotros nos opusimos, el Dr. Vólckers logró que el telegrama
terminase con la alternativa «o entregarle si no a las autoridades españolas». El Dr.
Vólckers dio un plazo de tres horas para aguardar la respuesta del almirante. Cuando
transcurrió ese tiempo aún no había llegado contestación. Entonces, Vólckers insistió en
que Agustín Aznar debía abandonar las habitaciones de la embajada, a pesar de que las
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La actitud de Vólckers fue muy criticada por von Knobloch y, según su testimonio,
cuando tiempo después el encargado de Negocios alemán se trasladó a la España
nacional fue objeto de un recibimiento bastante frío. De haber triunfado su posición,
quizás Agustín Aznar hubiera tenido un destino similar al de José Antonio Primo de
Rivera.
Ahora bien, aparte de posibles razones de índole personal, se daba una
circunstancia que determinaba el comportamiento de Vólckers: el temor a comprometer
a su Gobierno, por más que Alemania apoyase ya claramente al general Franco y que
esa ayuda fuese de común conocimiento en la España republicana. De cualquier-forma,
Berlín consideraba importante el mantenimiento de esa ficción en la capital alicantina y a
ella iban a terminar sacrificándose los intentos de liberar a José Antonio, cuando no
parecieron poder prosperar sin la participación directa de Alemania.
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Cuestión de prioridades
Parece claro que los alemanes destacados en la España republicana interpretaron
de forma restrictiva el margen de maniobra que Berlín les otorgaba: el rescate del Jefe
de la Falange no compensaba, en su opinión, los riesgos que la empresa entrañaba.
Para interpretar el fracaso del primer intento de liberación de José Antonio se
revela, de nuevo, insustituible el diario de operaciones del contraalmirante Boehm,
informado del incidente surgido con Aznar por el comandante del torpedero litis: «Han
quitado los papeles al delegado... Se encuentra actualmente bajo protección embajada.
Única posibilidad ahora es sacarlo de uniforme. Temo ser vigilado y comprometerme
gravemente. ¿Hay que abandonarlo?» (Diario de Boehm, pág. 118).
El temor a provocar un conflicto con las autoridades republicanas, cuando todavía
se reconocía de iure al Gobierno de Madrid, vuelve a aparecer en el anterior telegrama,
mostrándose presente a todos los niveles que intervenían en la operación.
El contraalmirante Boehm meditó sobre el problema que planteaba la situación de
Aznar y deseó que constaran en el diario sus reflexiones sobre el tema: «... da la
impresión que los propósitos negociadores de los rojos eran una trampa. En lo que se
refiere a los papeles sustraídos se trata probablemente de alguna autorización a favor
del emisario para prometer pagos por cuenta de Lisboa. Es evidente que para nosotros
resulta peligroso que el delegado caiga en manos de los rojos. Cabe contar con que,
apresado, lancen una propaganda terrible a base de sus declaraciones, sin que nosotros
supiésemos si tales declaraciones le habrían sido arrancadas por la fuerza o si acaso las
hubiera inventado él para salvar la piel. Ahora bien, si tenemos al emisario a bordo de
uno de nuestros barcos de guerra podemos, por lo menos, esperar. En consecuencia, no
podemos abandonarlo. La liberación de Primo de Rivera es para nosotros de gran
importancia pero, a la vez, no tan importante que tratemos de conseguirla por la fuerza.
Esto llevaría, con seguridad, a una ruptura a causa de una personalidad que, en último
término, es español. Si, por el contrario, se detiene al emisario no nos queda otro
recurso que defendernos a base de nociones humanitarias, pudiendo señalar que en
Ibiza, San Sebastián y Bilbao hemos dado asilo tanto a rojos como a nacionales. En
consecuencia telegrafió al litis: no abandonar al delegado. Trátese de embarcarlo
clandestinamente. No hacer uso de la fuerza. Óbrese, por lo demás, de acuerdo con el
encargado de Negocios. Si se le descubre, indíquese que barcos de guerra alemanes
han dado asilo a nacionales y a rojos, por ejemplo, en Ibiza, San Sebastián y Bilbao»8.
Boehm, a bordo del buque insignia, se encontraba ya a la altura de Bonanza y
señalaba, seguidamente: «Desde aquí no cabe ordenar más medidas. El Spee debe
concretar in situ con el encargado de Negocios si hay que abandonar la operación. En tal
caso el Spee deberá traer de nuevo al Oeste a los emisarios». La base documental
permite, pues, un conocimiento más diferenciado de la operación desde la óptica
alemana, cuyas líneas fundamentales, en lo que se refiere a la actuación de su Marina
en España, habían sido precisadas el 19 de agosto de 1936, tal como se reproduce en el
documento 2 (insertado al final de este trabajo).
Al día siguiente, 23 de septiembre, el torpedero litis informaría con más detalle
sobre los sucesos de Alicante, lo que induciría a Boehm a dejar constancia de tales
extremos en su diario:
«El Iltis es de la opinión, al igual que la Embajada, que un comportamiento poco
hábil de los emisarios (sic) de Franco despertó la atención de la policía roja. Ambos
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Diario de Boehm, págs. 119-120. Las cursivas son mías. Se recordará que Agustín Aznar declaró a Julio
Trenas que un capitán de Asalto, «viejo conocido de las luchas en Madrid», según recoge Gibello, le había
visto en la calle y le denunció poco v después a la policía.
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Ilustración 12. José Antonio con Ramiro Ledesma, tras la fusión Falange-JONS.
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una realidad histórica que ha sabido cumplir misiones en la historia mundial y que
todavía tendrá que cumplir más» 9 .
Así, pues, con independencia de los errores de facto, parece que para Boehm
(como previamente para Warlimont) Falange se configuraba como uno de los factores de
movilización política de la zona nacional —y no el Ejército—. El que la liberación de su
fundador no compensase el riesgo político o diplomático ha de interpretarse a la luz de la
voluntad alemana de prevenir estos, aún a pesar del apoyo descarado a Franco, y de un
enjuiciamiento similar de la situación, realizado tanto por los representantes de la Marina
como por los de la Wilhelmstrasse.
Entre tanto, Knobloch, primero a bordo del litis y luego en el crucero Nürnberg,
pasó unos cuantos días aguardando el resultado de las gestiones de su embajada en
Alicante para regresar a la ciudad. En esos días, junto con Aznar y Garcerán, continuó
explorando las posibilidades que aún existían para liberar a José Antonio. El 5 de
octubre abandonaron las aguas de Alicante y un torpedero les condujo hasta Bonanza.
Tras el fracaso del primer intento activo por empujar la liberación de José Antonio
con la ayuda alemana las gestiones sucesivas se llevarían desde dos posiciones
contrapuestas: la de von Knobloch, íntimamente ligado a los planes falangistas y, la de la
embajada alemana en Alicante, de común acuerdo con el nuevo jefe de las fuerzas
navales destacadas en España, vicealmirante Rolf Caris.
El choque de ambas posiciones terminaría con la victoria de la postura oficial. El
marco en que se produjo el encontronazo —y el segundo intento de liberación— no fue
sustancialmente diferente al descrito hasta este momento. Aparecería, sin embargo, un
nuevo factor de importancia: la apreciación del propio general Franco, ya jefe del Estado,
constituido a la sombra del 18 de julio.
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Traducción literal. En el original alemán mecanografiado, figura la Falanga. AMAF, Case 1. 199.
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Salvad a José Antonio – Historia 16, nº 1, año 1, Mayo 1976
DOCUMENTOS
I
1) En la opinión del Comandante en Jefe de la Marina de Guerra es absolutamente
imprescindible que nos aclaremos en cuanto a los objetivos políticos alemanes en
España, adecuando al efecto las medidas tanto políticas como militares y previniéndonos
de ciertas sorpresas ante las cuales ni estamos preparados ni adaptados.
2) La situación política y militar es enjuiciable de la siguiente manera:
a) Grupo militar: Bien dirigido desde el punto de vista bélico, débil numéricamente
dado que carece de soporte en la masa. En la actualidad unido en la lucha conjunta
contra el comunismo, sin que ello suponga que sus aspiraciones puedan equipararse a
las del nacionalsocialismo. Del lado de tal grupo luchan diferentes partidos políticos con
metas diversas. Entre ellos figuran partidos como, por ejemplo, los clericales y los
monárquicos, etc., que en modo alguno pueden calificarse de fascistas.
Ilustración 14. Mariscal von Blomberg, ministro de la Guerra del III Reich.
Dado que el grupo militar está limitado, en consecuencia, en los medios de fuerza
de que dispone, toda vez cuanto que la mayor parte de la Aviación y de la Marina luchan
al lado del Gobierno no cabe esperar que el de Franco (sic) pueda mantenerse a la larga
sin un generoso apoyo del exterior, incluso teniendo en cuenta éxitos externos.
b) El Gobierno de Madrid: En la actualidad sigue reconocido oficialmente. Está
compuesto políticamente no sólo por los partidos radicales de izquierda sino también por
los círculos de la burguesía liberal y por los enemigos de los partidos que en estos
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momentos luchan al lado de Franco, por ejemplo, los anticlericales y los antimonár-
quicos. Del lado del Gobierno luchan, además, los separatistas españoles que, en rea-
lidad, no tienen posturas comunistas. Ejemplos: los catalanes y los vascos. Sin duda es
el ala comunista y radical la que hoy tiene mayor peso especifico en el frente guber-
namental pero, por otra parte, ello no quiere decir por el momento que el Gobierno
pueda calificarse, sin más, de comunista. La posición militar del mismo no cabe
calificarla tampoco de desfavorable. Por un lado dispone de la masa de hombres de la
población trabajadora y, por otro, cuenta con elementos entrenados militarmente que
comprenden sin duda una parte del Ejército en activo, de la Marina de Guerra y de la
Aviación. Finalmente, no hay que olvidar que el país vecino, Francia, lo apoya cons-
tantemente de tal forma que frente a ello la ayuda que se presta a Franco no puede
compararse en modo alguno, siquiera sea por meras consideraciones de geografía. Por
el comportamiento del Gobierno español ante nuestra protesta cabe deducir que en
absoluto se siente débil. En ello, sin duda, dada la resistencia que opone, se apoya en la
conciencia de su mayor superioridad militar a la larga y en la ayuda a Francia y de Rusia.
3) La situación actual puede caracterizarse brevemente como sigue:
Nosotros e Italia apoyamos afectivamente a Franco pero no estamos en
condiciones personales ni materiales de suministrarle tanta ayuda como para que, a la
larga, pueda mostrarse a la altura del bando contrario. Por otro lado, y frente al Gobierno
que todavía reconocemos, adoptamos una actitud cada vez más dura que, en alguna
medida, y de un día para otro, puede conducir a una ruptura, por lo menos de las re-
laciones diplomáticas. El Gobierno español admite de entrada esta intención nuestra y
se lo da a conocer a nuestro encargado de Negocios.
No cabe, sin embargo, pensar cuáles puedan ser las consecuencias políticas que
se deriven de tal ruptura de las relaciones, toda vez cuanto que quizá no se produzca
por parte nuestra sino por la de ellos. El peligro de que surjan rápidamente com-
plicaciones a escala europea es algo que, sin duda, cabe esperar de tal ruptura. Hemos
de estar preparados a que no sólo Francia y Rusia sino también Inglaterra apoyen al
Gobierno español y que Portugal, en último extremo, no pueda hacer nada contra la
voluntad inglesa. En el caso de que deseemos continuar por la senda que hasta ahora
seguimos debemos, pues, disponernos a aceptar tanto en lo político como en lo militar
las consecuencias.
Esto supone, por un lado, el apoyo a Franco en una medida totalmente diferente de
la prestada hasta ahora y, por otro, la necesaria preparación de nuestra Marina y, proba-
blemente, del resto de las fuerzas armadas de cara a los conflictos bélicos que se pro-
duzcan. Para la Marina de Guerra ello implicaría la necesidad de reforzar las unidades
que se encuentran en España a base de nuevos medios, por ejemplo, submarinos y que
nos dispongamos a establecer una distribución de fuerzas en consonancia con la
posibilidad de tales complicaciones bélicas.
Ahora bien, si se llega a adoptar la decisión de evitar a toda costa la ruptura de
relaciones y la posibilidad de una guerra, no queda otro remedio que eliminar todo ele-
mento afectivo en la política con respecto a España si no se divisa la posibilidad de
disponer en favor de Franco de los importantes medios necesarios para garantizar su
victoria, acentuando hacia afuera el hecho de no tomar partido tanto en lo que se refiere
a la propaganda como en otras facetas del comportamiento. En ningún caso puede
abogar en favor de una política sobria hacia España el utilizar valiosos materiales y
medios para apoyar a un partido al que, en último término, no se le puede ayudar a
conseguir el triunfo.
4) Al Comandante en Jefe de la Marina de Guerra le parece imprescindible
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conseguir que el Führer dé a conocer las grandes líneas de política a seguir en el caso
de España y, a saber, lo más rápidamente posible con el fin de preparar las
correspondientes medidas tanto en lo político como en lo militar a efecto de apoyar la
decisión, cualquiera que sea la dirección en que se tome. Para las fuerzas navales es
especialmente importante tal decisión, dado que en la actualidad casi la totalidad de la
Flota se encuentra en aguas españolas.
FUENTE: AMAF, Legajo M 1365/80 597 /c.
II
«Directrices del Comandante en Jefe del Escuadrón Ligero de la Flota para las
unidades navales que operan en
España
Kiel, 19 de agosto de 1936
1) Misión: apoyar a los alemanes residentes en España y a sus intereses aún
cuando la mayor parte de aquéllos hayan sido ya evacuados. A los alemanes se les ha
recomendado regresar a la patria. Quienes siguen manteniéndose firmes deben con-
tinuar disfrutando de apoyo a pesar de no haber obedecido el consejo.
2) Comportamiento frente a España
A. Gobierno izquierdista: Dado que éste existe y lo reconocemos es preciso tratarlo
externamente como tal. Es correcto, por ejemplo, proceder al intercambio de visitas con
sus representantes, como se ha hecho con el Jaime I en Cartagena. Hay que tener en
cuenta, ante todo, que hacer frente abiertamente al Gobierno de izquierdas perjudica a
los alemanes que se encuentran en el territorio por él controlado. Por ello es
particularmente importante que la navegación alemana respete externamente en España
todas las disposiciones en materia de Derecho Internacional con el fin de no obstaculizar
la política del Führer. En lo que se refiere a los mercantes especiales 10 se darán
instrucciones orales. No debe ponerse de relieve en modo alguno ningún tipo de
colaboración. Los barcos de guerra alemanes no deben navegar con ellos
conjuntamente... Si el mercante solicita ayuda, en el caso de detención o ataque por
parte de buques españoles, impídase y replíquese que el barco alemán lo registrará y
confiscará, en su caso, el cargamento. A la fuerza respóndase con la fuerza. El Gobierno
de izquierdas ha declarado zona de operaciones todos los puertos ocupados por los
blancos, también en el continente. El Gobierno alemán ha protestado contra tal medida
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Se trata de los barcos que transportaban material de guerra para los nacionales.
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y que no se envíen súbditos a España, como soldados. Hay que aguardar instrucciones
fina les».
FUENTE: AMAF, Legajo M Box 1405/80 837, anexo.
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