Navarra 1937 1939
Navarra 1937 1939
Navarra 1937 1939
el fiasco de la Unificación
MANUEL MARTORELL
1
BORBÓN PARMA, María Teresa; CLEMENTE, Josep Carles y CUBERO SÁNCHEZ, Joaquín, Don Ja-
vier, una vida al servicio de la libertad, Barcelona, Plaza y Janés, 1997, pp. 385-387. También se refiere
a este juramento Aurora VILLANUEVA, en El carlismo navarro durante el primer franquismo, Madrid, Ac-
tas, 1998, p. 125.
[1] 429
MANUEL MARTORELL
En todas las zonas donde la Junta Nacional Carlista de Guerra, fiel a Ja-
vier de Borbón Parma y a Fal Conde, tenía cierta fuerza (Guipúzcoa, Vizca-
ya, Cataluña, Andalucía y La Rioja) hubo muestras de rechazo a la unifica-
ción. En Navarra, que era el territorio mejor controlado por la autodenomi-
nada Junta Central Carlista de Guerra, enfrentada a la Junta Nacional de Fal
Conde y partidaria de la unificación, bastaron unos meses para comprobar la
inviabilidad del decreto militar. En julio de ese mismo año, siguiendo ins-
trucciones de Fal Conde, comenzaría la reorganización del carlismo navarro
para apartar de su dirección a los “unificados”, objetivo que Fal Conde con-
seguiría cuando los militantes carlistas regresaron a sus casas al final del con-
flicto. El que la Junta navarra aceptara, al menos inicialmente, el proyecto po-
lítico de Franco no quiere decir que en el territorio foral se produjera tal con-
vergencia con la Falange. Como muestran los documentos, denuncias de las
juntas locales carlistas, informes policiales y testimonios de sus protagonistas,
no cesaron los enfrentamientos entre estas dos fuerzas con un grado de vio-
lencia que difícilmente se podía olvidar a golpe de decreto.
Buena parte de las denuncias que recibe la Junta antes de la unificación
procedentes de sus agrupaciones locales denotan una creciente preocupación
en la base social del carlismo por la progresiva irrupción de la Falange en zo-
nas donde la presencia política de este grupo fascista era nula antes de 1936.
Estas comunicaciones llevan implícita otra amarga queja: para extender su
poder, la Falange aprovechaba la ausencia de los militantes carlistas, con el
agravante de que solían ofrecer a quien se afiliara un tranquilo puesto en re-
taguardia. En una de las denuncias se dice textualmente que los falangistas
alardean de “tener en sus manos la autoridad sin haber ido al frente” y de que
quienes entren en Falange Española “no irán a unidades de combate como
van los requetés sino a grupos de retaguardia, encargados de la custodia de los
pueblos liberados”. Las denuncias hacen referencia a otras tácticas con el mis-
mo objetivo; por ejemplo, asegurando en su propaganda que los falangistas
no son reclutados para ir a la guerra o permitiendo, con la misma finalidad,
que jóvenes labradores puedan permanecer en la retaguardia afiliándose al
Sindicato Español Universitario (SEU), pese a no tener ningún tipo de estu-
dios2.
Este mensaje hace mella de forma especial en simpatizantes o votantes del
Frente Popular, fundamentalmente en la zona de la Ribera, donde muchas
personas utilizaron la camisa azul como “salvavidas” y donde la Falange llegó
a presentarse como el partido de los obreros. Un cartel convocando a un ac-
to político dice textualmente: “Obreros: La Falange habla por ti. No impor-
ta la ideología que hayas tenido. Acude al mitin de los camisas azules, en el
que tomarán parte los camaradas José Lecuona y Pascual Martín ¡Arriba Es-
paña!”. En Arguedas se quejan de que los falangistas predisponen contra el
carlismo a los detenidos del pueblo, diciéndoles que sólo se librarán de la
muerte si se afilian a la Falange porque eso es “condición indispensable para
poder vivir dentro del orden legal existente” y que el carlismo defendía a los
ricos, mientras ellos representaban “las justas reivindicaciones de los obreros”.
2
Archivo Real y General de Navarra (ARGN), Informes sobre incidentes con Falange, Fondo Jun-
ta Central Carlista de Guerra (JCCG), cajas 51178 y 51181.
430 [2]
NAVARRA 1937-1939: EL FIASCO DE LA UNIFICACIÓN
3
Estas y otras denuncias, además de un informe específico sobre incidentes con Falange, figuran
en los archivos de la citada junta. ARGN, JCCG, caja 51181.
4
ARGN, JCCG, caja 51179.
[3] 431
MANUEL MARTORELL
gan nuestros hijos que luchan en todos los frentes para defendernos de los ro-
jos en nuestra propia casa”. La denuncia se refiere a que conocidos simpati-
zantes de izquierda habían aceptado afiliarse a Falange y ahora eran los due-
ños del pueblo. Incluso se produce la detención de la hija del jefe local del
Requeté, quien, a punta de fusil, es llevada al cuartel de FE por haber dicho
que el pueblo no necesitaba a la Falange. Según la denuncia, el cabecilla de
Falange, Aguado, acusaba a los carlistas de crear un clima violento en la po-
blación, cuando ocurría “todo lo contrario” y eran los falangistas quienes
amenazaban la tranquilidad que todos los vecinos deseaban, incluidos los “de
izquierdas”, según destacan los denunciantes; y para comprobar cómo habían
actuado “unos y otros”, especifican los carlistas, no hacía falta “más que dar-
se una vuelta por la Ribera”5.
En Aoiz, la táctica de prometer la seguridad en la retaguardia a cambio de
un carnet está en el trasfondo del cruce de denuncias y contradenuncias en-
tre el jefe carlista local, Bellber, y el médico desplazado a esta localidad, Jesús
García Rego, originario de Valtierra, quien, pese a estar encuadrado en el Re-
queté, favorece a la Falange, entre otras razones porque su hijo Fernando es
el responsable de esta organización en la localidad. Según la denuncia de Bell-
ber, cuatro antiguos izquierdistas afiliados al Requeté se habían pasado a la
Falange para prestar servicios en destacamentos de la frontera y en la fábrica
El Irati. Por el contrario, ese médico se negaba a dar el certificado médico a
otros dos izquierdistas –Silvano Carlos Beroiz y Candelario Zalba– que per-
manecen en el Requeté y que, por ello, deben volver al frente pese a estar en-
fermos. Como ya había ocurrido en otras localidades, el jefe carlista local tie-
ne que salir al paso de la campaña de este médico, según el cual los carlistas
quieren matar a todos los partidarios del Frente Popular6. Bellber señala que
“no puede consentir” esa campaña porque tal afirmación es falsa. “Carlista
soy y por tal me tengo –enfatiza el jefe tradicionalista–, pero yo nunca he que-
rido matar a nadie, ni de este ni de otro pueblo; lo que he querido siempre y
querré mientras viva es que los enemigos de la Religión y de España sean juz-
gados por las leyes que nos rigen y el triunfo completo sobre las hordas que
pretendían arruinar y desmembrar la nación”7.
La expansión que llegó a tener la Falange por algunas comarcas de Nava-
rra se vio favorecida, como se desprende de otras denuncias, por la actitud
partidista de mandos del Ejército o de la Guardia Civil, que no disimulaban
sus simpatías hacia esa organización en detrimento de sus contrincantes. La
Junta Carlista de Navarra presenta ante la autoridad militar una queja formal
en noviembre de 1936 porque la Guardia Civil obstaculiza las labores de pro-
paganda del Requeté. Un mes más tarde, señalan al comandante de la Guar-
dia Civil de la zona de Cortes, José García Ferrández, como responsable de
esta política. A lo largo de la franja pirenaica es el capitán de caballería Luis
Ochotorena quien mantiene esta actitud discriminatoria, mostrando conti-
nuos gestos de desprecio hacia los requetés. Así lo ha podido comprobar el al-
férez Rafael Pellón Mediavilla, un ingeniero químico procedente de Barcelo-
5
ARGN, JCCG, caja 51181.
6
En una de las denuncias, García Rego se contradice a sí mismo al denunciar que el Círculo Car-
lista de Aoiz está sirviendo de refugio para “destacadísimas personalidades socialistas y nacionalistas”.
7
ARGN, JCCG, cajas 51181, 51186.
432 [4]
NAVARRA 1937-1939: EL FIASCO DE LA UNIFICACIÓN
8
ARGN, JCCG, caja 51181.
9
ARGN, JCCG, cajas 51181, 51186, 51189.
10
ARGN, JCCG, caja 51189.
[5] 433
MANUEL MARTORELL
11
ARGN, JCCG, caja 51186.
12
Entrevista con Alejandro San Julián.
434 [6]
NAVARRA 1937-1939: EL FIASCO DE LA UNIFICACIÓN
13
LARRAZ ANDÍA, Pablo, Entre el frente y la retaguardia, Madrid, Editorial Actas, 2004, pp. 354-356;
también entrevista con Silvia Baleztena.
14
ARGN, JCCG, caja 51179.
15
ARGN, JCCG, cajas 51178 y 51179.
16
Entrevista con Carmen Villanueva.
[7] 435
MANUEL MARTORELL
diendo finalmente que “cesen en los pueblos estas enemistades que llevan la
intranquilidad a los vecinos”17.
Pese a ello, las tensiones no desaparecen. En Huarte Araquil, los falangis-
tas no dejan a los carlistas “ni un momento de tranquilidad” y lanzan falsas
acusaciones contra el cura “tradicionalista de siempre”; en Dancharinea se re-
cluta a voluntarios para un “Movimiento” que es “única y exclusivamente fa-
langista”, mientras en Zugarramurdi y otros pueblos de esta zona fronteriza
se obliga a los habitantes a concentrarse en la plaza para aleccionarles sobre el
partido fascista18. Aunque parezca un hecho meramente anecdótico, el jefe
provincial de Falange, Daniel Arraiza, protagoniza un incidente que indica el
estado de ánimo existente entre las dos fuerzas a solo dos meses del Decreto
de Unificación. La denuncia tiene fecha de 1 de febrero y la hacen dos re-
quetés de Tafalla, Antonio Espronceda y Jesús Sota, que regresaban andando
de un servicio de vigilancia en la Sociedad de Cazadores. En un momento de-
terminado, son alcanzados por un coche en el que va el citado jerarca falan-
gista, que detiene el vehículo haciendo ademán de recogerles, pero, al com-
probar que son carlistas, reemprende la marcha dejándoles en la carretera. Se-
gún consta en la denuncia, Daniel Arraiza les dijo textualmente: “Si fuerais
falangistas os llevaría en el coche pero como sois requetés, adiós”19.
El 8 de marzo de 1937, a solo 41 días de la “Unificación”, la Junta Cen-
tral eleva a la autoridad militar un informe recogiendo incidentes en Aibar,
San Martín de Unx, Arguedas, Caparroso, Elizondo, Villafranca, Cabanillas,
Buñuel y Pamplona, a los que habría que añadir los registrados en Burguete,
Valcarlos, Viscarret, Lacunza, Dicastillo, Allo, Lerín, Estella, Betelu, Tafalla,
Ujué, Lumbier, Obanos, Cortes, Aoiz, Huarte Araquil, Tudela, Lodosa, valle
de Arce, valle de Lana, Eugui, Oteiza, Mues, Bargota, Funes y Valtierra, que
no se incluyen en el documento, sin que ello quiera decir que no hubiera
otros lugares donde, pese a ocurrir incidencias semejantes, no quedaran re-
gistradas por escrito con la correspondiente denuncia. Teniendo en cuenta es-
ta situación y el escaso eco que tuvo el Decreto de Unificación en los tercios
de requetés, la organización Frentes y Hospitales y la AET, solamente un ale-
jamiento respecto de la base social del carlismo y la falta de representatividad
pueden explicar el empeño de esta Junta en aceptar el proyecto de partido
único presentado por Franco. Con su incondicional apoyo a la unificación, la
junta navarra contravenía las decisiones tomadas en la asamblea de Insua, lo-
calidad portuguesa donde, bajo la presidencia de Javier de Borbón Parma y
Manuel Fal Conde, representantes carlistas de todas las regiones discutieron
los días 13, 14 y 15 de febrero de 1937 la postura a tomar ante el proyecto de
Franco y se comprometieron a defender y mantener la identidad política del
carlismo.
Esta era la posición que defendían las máximas jerarquías de la Comunión
Tradicionalista, es decir, Javier de Borbón Parma, Manuel Fal Conde y la Jun-
ta Nacional Carlista de Guerra, liderada por el delegado nacional del prínci-
pe regente. La resolución de Insua insistía textualmente en “afirmar nuestra
personalidad ante el Poder Público, con todo nuestro contenido y con el
17
ARGN, JCCG, caja 51184.
18
ARGN, JCCG, caja 51181.
19
ARGN, JCCG, caja 51189.
436 [8]
NAVARRA 1937-1939: EL FIASCO DE LA UNIFICACIÓN
acuerdo de que así hemos venido a la campaña” y “de hacerlo presente al Ge-
neralísimo en visita que se le haga y con entrega de documento que se acuer-
da redactar, todo ello como expresión de una actitud que ha de traducirse en
obras y que, junto con la idea de obediencia y colaboración, afirme la lealtad
de nuestros principios y a nuestra bandera en todo momento, velando siem-
pre por ellos y alzándonos respetuosa pero constantemente contra todo atro-
pello e injusticia”20.
La flagrante disociación entre la junta navarra, liderada por el conde de
Rodezno, y la nacional de Manuel Fal Conde no era nueva. Son varios los tes-
timonios y documentos indicando que los principales miembros de la junta
navarra mantuvieron una posición enfrentada al resto de la organización car-
lista, tanto a nivel de jerarquías como de bases, antes, durante y después de la
guerra. Al menos eso es lo que plantean algunos de los principales protago-
nistas de estos hechos, entre ellos el propio Javier de Borbón Parma, Manuel
Fal Conde o personalidades carlistas de primer orden, como Jaime del Burgo
Torres, Antonio de Lizarza o el historiador Melchor Ferrer. Antonio de Li-
zarza, que destacó por su actividad en el periodo conspirativo, puntualiza en
sus memorias que los miembros de la Junta de Navarra ya habían estado ex-
puestos a ser destituidos por Fal Conde “por haber obrado contra la suprema
Jefatura” del carlismo antes de estallar la guerra. Lizarza se refiere a las con-
signas difundidas en Navarra para sumarse a la sublevación del ejército pese
a que Javier de Borbón Parma, representante del pretendiente Alfonso Car-
los, no había dado todavía su autorización, precisamente por considerar que
las contraprestaciones para la participación de los requetés no eran suficien-
tes. Antonio de Lizarza tuvo que viajar apresuradamente en la tarde del día
12 de julio de 1936 para advertir de lo que estaba pasando y regresó “con la
orden concreta de que los requetés no secundasen ningún levantamiento” si
el mandato no venía a través de él, por lo que Lizarza reunió a todos los jefes
del Requeté de la comarca de Pamplona para explicarles lo que ocurría, con-
siguiendo que todos prestaran “juramento de no acatar orden alguna (en cla-
ra referencia a los dirigentes navarros que actuaban a espaldas de Fal Conde
y don Javier) que no llegase por mi conducto”.
Este hecho, explicado con detalle en sus Memorias de la conspiración21, re-
vela una situación que rebrotaría con motivo del Decreto de Unificación: la
organización del Requeté seguía una línea y los cargos políticos –Rodezno,
Arellano, Martínez Berasáin– otra. Sobre esta disintonía, Antonio de Lizarza
recuerda que, cuando estos dirigentes fueron a San Juan de Luz para pedir a
don Javier el aval para unirse al golpe del ejército, el representante del “rey
carlista” les preguntó cuáles eran las condiciones que aceptaban los militares,
a lo que contestaron que usar la bandera bicolor y que Navarra tuviera ayun-
tamientos carlistas. Entonces, Javier de Borbón Parma les dijo: “¿Y a esto su-
peditan ustedes todo el historial y todo el futuro de la Comunión Tradicio-
nalista, a que los Ayuntamientos de Navarra sean carlistas?”. “Esto no lo pue-
do autorizar bajo estas condiciones”, añadió don Javier. También dice Lizar-
20
BORBÓN PARMA, Mª Teresa; CLEMENTE, Josep Carles y CUBERO SÁNCHEZ, Joaquín, Don Javier,
una vida..., op. cit., pp. 134-139.
21
LIZARZA, Antonio de, Memorias de la conspiración (1931-1936), Madrid, Ediciones Dyrsa, 1986,
p. 92.
[9] 437
MANUEL MARTORELL
22
LIZARZA, Antonio de, Memorias de la conspiración, op. cit., pp. 91-92.
23
DEL BURGO TORRES, Jaime, Conspiración y Guerra Civil, Madrid, Alfaguara, 1970, p. 551.
24
ARGN, JCCG, caja 51178.
25
DEL BURGO TORRES, Jaime, Conspiración y Guerra Civil, op. cit., p. 552.
438 [10]
NAVARRA 1937-1939: EL FIASCO DE LA UNIFICACIÓN
26
DEL BURGO TORRES, Jaime, Conspiración y Guerra Civil, op. cit., pp. 555-558. Melchor FERRER
se refiere a estos hechos en el documento titulado Observaciones de un viejo carlista, p. 17, depositado
en el archivo de la AET de Murcia. Este historiador carlista también explica en Don Alfonso Carlos de
Borbón y Austria-Este. Historia del Tradicionalimso Español (separata, tomo XXX), Sevilla, Editorial Ca-
tólica Española, Sevilla, 1979, p. 346, que el todavía pretendiente carlista, que fallecería poco después,
dictó este “real decreto” precisamente para colocar bajo un solo mando, el de la Junta Nacional de Fal
Conde, las diferentes juntas de guerra provinciales y regionales que se estaban formando.
27
ERREA IRIBAS, Rosa Marina, Javier María Pascual y El Pensamiento Navarro, Pamplona, Edicio-
nes Eunate, 2007, pp. 278-280.
[11] 439
MANUEL MARTORELL
28
ARGN, JCCG, caja 51.180. El calificativo de “emboscados” se utilizaba para señalar a aquellos
que utilizaban cualquier argucia para no ir al frente y permancer a buen recaudo en retaguardia. Los re-
quetés solían cantar una versión del Cara al Sol que se refería a esta figura del “emboscado”, general-
mente atribuida a los falangistas. Entrevista con Gabriel Zubiaga.
29
ARGN, JCCG, cajas 51178, 51180 y 51189.
30
ERREA IRIBAS, Rosa Marina, Javier María Pascual y El Pensamiento Navarro, op. cit., p. 278.
440 [12]
NAVARRA 1937-1939: EL FIASCO DE LA UNIFICACIÓN
31
La carta está dirigida a la residencia de Javier de Borbón Parma en la localidad vasco-francesa de
San Juan de Luz. ARGN, JCCG, cajas 51179, 51180 y 51181.
32
MAÍZ, Félix, Mola frente a Franco. Guerra y muerte del General Mola, Pamplona, Lacoonte, 2007.
Félix Maíz menciona varios episodios que indican las prevenciones y el temor de Franco hacia la fuer-
za que estaba adquiriendo el carlismo en los primeros meses de la guerra, por ejemplo en pp. 372 y 400.
33
Entrevista con Domingo Fal Conde, hijo de Manuel Fal Conde.
34
SERRANO SÚÑER en sus Memorias, p. 169, y GARCÍA VENERO en La Falange en la guerra de Es-
paña, p. 346.
[13] 441
MANUEL MARTORELL
35
Sesiones del 22 y 28 de diciembre de 1936 y del 19 de enero de 1937. ARGN, JCCG.
36
Actas de la Asamblea de Insua, Fondo Familia Borbón Parma, Archivo Histórico Nacional. Por
cierto, resulta curioso el debate que se entabla, según estas actas, sobre si realmente se puede hablar de
“franquismo” como concepto político, algo de lo que, en marzo de 1937, algunos de los presentes to-
davía consideran que no se puede hacer.
37
DEL BURGO TORRES, Jaime, Conspiración y Guerra Civil, op. cit., p. 731. Para el testimonio so-
bre Mola, BLASCO SALAS, Simón, Recuerdos de un médico navarro, Pamplona, Gobierno de Navarra,
2007, p. 193.
38
LIZARZA, Antonio de, Memorias de la conspiración, op. cit., pp. 91-92.
39
DEL BURGO TORRES, Jaime, Conspiración y Guerra Civil, op. cit., p. 766.
442 [14]
NAVARRA 1937-1939: EL FIASCO DE LA UNIFICACIÓN
40
Félix Maíz confunde el lugar de la reunión, ya que cita que se celebró en Valladolid en vez de
en Burgos.
41
Estas cartas están en la Caja 51189 de Correspondencia de la Junta Central Carlista de Guerra
referente a marzo y abril de 1937, ARNG.
[15] 443
MANUEL MARTORELL
carlista. Los únicos miembros del Requeté presentes son los tenientes Benito
Santesteban y Vicente Munárriz, mandos de las fuerzas de retaguardia, estre-
cha e indisolublemente vinculados a los “escisionistas”, Esteban Ezcurra, co-
mandante jefe del Requeté de Navarra, el capellán Fermín Erice y los alfére-
ces Rufino Martinicorena –de la compañía de zapadores– y Narciso Ripa42.
Sobre esta asamblea de Pamplona, el historiador carlista Melchor Ferrer
asegura que carecía de representatividad, tal y como reconocieron en el trans-
curso de la misma sus propios promotores, lo cual hace más que discutible su
carácter decisorio. El conde de Rodezno, encargado de transmitir la informa-
ción facilitada por Franco sobre el proyecto de unificación, en opinión de
Melchor Ferrer, “o bien no se enteró o entendió mal al Generalísimo, o en-
gañó a sabiendas (a los presentes), porque lo que dice que le dijeron no fue lo
que se hizo”43. Tanto el conde de Rodezno como Luis Arellano, que llevaron
la voz cantante en la asamblea, admitieron implícita y explícitamente la inca-
pacidad decisoria de la misma y su falta de representatividad, sobre todo
cuando Agudo y Goñi Iraeta defendieron la creación de una comisión que vi-
sitara a Franco para aclarar el preámbulo del decreto, a fin de asegurar que se
respetasen los principios ideológicos del tradicionalismo.
Por su parte, Jaime del Burgo Torres, que tampoco asistió pero que cono-
ció su desarrollo de primera mano, reconoce que la opinión general de esa
asamblea era aceptar el decreto, pero que igualmente asumido era el envío,
previo a la decisión definitiva, de esa comisión aclaratoria para no dar un pa-
so en falso; sin embargo Rodezno y Arellano se encargaron de abortar tal pro-
puesta44. Rodezno argumentó, para ello, que la asamblea no representaba ofi-
cialmente a la Comunión, cosa cierta a todas luces, tan cierta como que allí
igualmente faltaba la consulta y la voz de la militancia de base, es decir, de los
requetés y de sus mandos naturales. Además, Rodezno añadió que Franco le
había llamado para “notificarles” su “determinación” y no para consultarles su
opinión. Luis Arellano, por su parte, para bloquear la propuesta de enviar la
citada comisión propuesta por Agudo y Goñi Iraeta, afirmó que aunque el
proyecto del partido único se inspiraba “en normas contrarias a nuestro espí-
ritu”, no podían actuar “de momento, en razón de las especiales característi-
cas de la organización del Estado”45.
Sobre la real aceptación que tuvo el citado decreto dentro del carlismo,
Manuel Fal Conde declaró en una entrevista publicada en la revista Tiempo
de Historia en febrero de 1978 que la unificación fue aceptada por jerarquías
de “segundo orden”, que “no eran precisamente jefes de Requetés”, sino sec-
tores “retaguardistas”, es decir, por quienes habían sustituido en pueblos y
ciudades debido a las circunstancias excepcionales de la guerra a los dirigen-
tes y cuadros medios naturales que, junto a la práctica totalidad de los mili-
tantes, estaban volcados en el esfuerzo bélico. Fueron estos “retaguardistas”,
estas jerarquías “de segundo orden”, quienes negociaron con el nuevo régi-
men y quienes, en definitiva, aceptaron la unificación, aunque incluso estos,
que “creyeron y aceptaron, después, al ver en el Decreto de Unificación el pre-
42
ARGN, JCCG, caja 51189. Acta de la Junta Extraordinaria del 16 de abril de 1937.
43
FERRER, Melchor, Observaciones de un viejo carlista, op. cit., p. 17.
44
DEL BURGO TORRES, Jaime, Conspiración y Guerra Civil, op. cit., p. 781.
45
Acta de la asamblea de Pamplona. ARGN, JCCG, caja 51189.
444 [16]
NAVARRA 1937-1939: EL FIASCO DE LA UNIFICACIÓN
46
Entrevista a Manuel Fal Conde publicada en el número 39 –febrero de 1978– de Tiempo de His-
toria, dedicado monográficamente al carlismo.
47
BLINKHORN, Martin, Carlismo y contrarrevolución en España 1931-1939, Barcelona, Crítica, 1979,
p. 403.
48
MAÍZ, Félix, Mola frente a Franco, op. cit., pp. 470 y 471.
49
Entrevista con Alejandro San Julián.
[17] 445
MANUEL MARTORELL
50
Archivo General de la Administración (AGA), Fondo Presidencia (9), caja 20534 (75).
51
MAÍZ, Félix, Mola frente a Franco, op. cit., p. 398. Los tercios mencionados son Montejurra, Lá-
car, Navarra, San Fermín, Santiago, Lesaca, Virgen de las Nieves, Nuestra Señora del Camino y Cristo
Rey.
52
MAÍZ, Félix, Mola frente a Franco, op. cit., pp. 299 y 419. Félix Maíz menciona la implicación
en estos hechos de Barandalla, jefe carlista de la Barranca, en p. 420. Sobre el testimonio de Gabriel Zu-
biaga, entrevista personal en su domicilio de San Sebastián.
53
HERRERA ALONSO, Emilio, Los mil días del Tercio de Navarra, Valladolid, AF Editores, 2005, pp.
63 y 64.
54
MAÍZ, Félix, Mola frente a Franco, op. cit., p. 467.
446 [18]
NAVARRA 1937-1939: EL FIASCO DE LA UNIFICACIÓN
rra. Mientras, los requetés se “desfogaban” cantando esos días “más que nun-
ca, aquella canción que dice: ‘Es Fal nuestro jefe, es el hombre que más vale,
y a sus requetés no se los merienda nadie’”. Testimonios semejantes ofrecen,
además de Félix Maíz, Antonio Izal, Félix Andía, Tomás Martorell Rosáenz,
Antonio Uli Ballaz, Máximo Echeverría Aramendía, Manuel Sánchez Forca-
da, José Ángel Zubiaur, Manuel José Lorenzo, Ignacio Yarza, Ignacio Her-
nando de Larramendi, Gabriel Zubiaga, Lola y Silvia Baleztena, etcétera.
Emilio Herrera cita otro hecho significativo durante la primavera de 1938,
cuando se produjo un largo periodo de estabilización del frente en el Levan-
te. Un día, después de que “los clásicos emboscados” se volvieran otra vez a
la retaguardia tras estar lanzando “larguísimas soflamas” de propaganda fa-
langista con altavoces, los de enfrente se dirigieron a ellos utilizando el tér-
mino de “fascistas”. “Aquí no hay fascistas, somos requetés”, contestan. “Des-
de ese momento –añade Emilio Herrera–, cuando quieren hablar con noso-
tros, nos llaman: ¡Requetés!”. Al llegar la orden para homogeneizar la unifor-
midad de las milicias, se distribuyeran yugos y flechas para colocarlos en las
camisas. Emilio Herrera cuenta que se aplicó la fórmula del “pase foral”, se-
guida en Navarra para no cumplir una ley del gobierno central: “se acata pe-
ro no se cumple”. “En cada compañía se aplicó según consideraron sus res-
pectivos oficiales”. En la tercera, su teniente mandó formar y repartir los em-
blemas; explicó a los requetés la orden, y, ante las miradas atónitas de los boi-
na rojas, pidió a su asistente que le cosiera unas flechas en una camisa. Cuan-
do terminó, le dijo: ‘¡¡Ahora, la quemas!!’, ordenando a continuación romper
filas. Naturalmente, nadie se puso las flechas”.
“En los tres tercios de requetés en los que yo combatí –dice, por su parte,
Antonio Izal– todo se hacía en carlista, sobre todo las canciones; nunca se
cantaba el Cara al Sol, siempre se cantaba el Oriamendi y el resto del reper-
torio del cancionero carlista (...) Un alférez de Caballería, que estaba de ayu-
dante en mi tercio, me dijo allá por agosto o septiembre de 1937, estando en
la sierra de Lozoya-Navafría que me tendría que poner la camisa azul para
cumplir el decreto de unificación”. “Tú y todos vosotros os la tendréis que
poner”, le dijo. “Lo que es yo, seguro que no me la pondré”, respondió Izal,
a lo que replicó el alférez: “Si te obligan, tendrás que hacerlo”. “Tus ojos no
lo verán; antes me voy a un batallón como soldado”, le contestó finalmente
el carlista de Villava. Izal reconoce que, en los frentes, tampoco se sabía exac-
tamente lo que estaba sucediendo “entre la Comunión y el Régimen; algunos,
los menos, sabíamos algo y nos dolía, pero, ¿qué podíamos hacer? Por lo que
yo sé y puedo asegurar, todo voluntario de los tercios llevó la boina roja con
orgullo, tanto en el frente como en la retaguardia, aunque no se preocupara
por lo que políticamente pasaba en las alturas”55.
Antonio Izu menciona, entre los recuerdos facilitados al historiador Ro-
nald Fraser, el rechazo de la compañía carlista donde se encontraba su her-
55
HERRERA ALONSO, Emilio, Los mil días..., op. cit., pp. 63, 64, 160, 168, 179, 171. LARRAZ AN-
DÍA, Pablo, Entre el frente y la retaguardia, op. cit., pp. 354-356. Entrevista personal con Antonio Izal.
También revista Príncipe de Viana, número 230, 2003, p. 646, Diario de Campaña del requeté Manuel
José Lorenzo, y AROSTEGUI, Julio, Los combatientes carlistas en la Guerra Civil, op. cit., p. 321. Félix Maíz
también se refiere en varias ocasiones, además de las reuniones de los mandos y de la posición de la má-
xima jerarquía de la Comunión Tradicionalista, al descontento en las filas carlistas (Mola frente a Fran-
co, op. cit., pp. 337, 395, 475, 477, 499, 500 y 511).
[19] 447
MANUEL MARTORELL
56
FRASER, Ronald, Recuérdalo tú y recuérdaselo a otros, Barcelona, Crítica, 2001, p. 440.
57
Entrevista con Silvia Baleztena.
58
VV.AA., La Guerra Civil Española, tomo 34, “La traición del Tibidabo”, artículo de Manuel
Martorell, Madrid, Unidad Editorial, 2005, p. 166.
59
Entrevistas con Félix Andía y Tomás Martorell Rosáenz. También Andanzas de un carlista del si-
glo XX, autobiografía de Tomás Martorell Rosáenz, Pamplona, Fundación de Amigos de la Historia del
Carlismo, 2001, p. 58.
448 [20]
NAVARRA 1937-1939: EL FIASCO DE LA UNIFICACIÓN
60
YARZA HINOJOSA, Ignacio, Diario de campaña de un soldado catalán, Madrid, Actas, 2005, p. 334.
61
Notas autobiográficas de Dolores Baleztena, pp. 135-138.
[21] 449
MANUEL MARTORELL
62
ARGN, JCCG, caja 51187.
63
Entrevista con Carmen Villanueva y Félix Andía. La detención de Astiz está recogida en el ar-
chivo de la sociedad pamplonesa Muthiko Alaiak, de la que fue directivo y donde figuran los antece-
dentes policiales de Astiz.
64
Tanto Zaldívar como Astiz habían saludado la unificación pero no tardaron en retractarse. A
esos incidentes se refieren también BLINKHORN, op. cit., p. 403, y Stanley G. PAYNE, Falange. Historia
del fascismo español, París, Ruedo Ibérico, 1965, p. 118, a su vez citada en Don Javier, una vida al servi-
cio de la libertad, op. cit., p. 166. El gobernador civil de Guipúzcoa se refiere a esta negativa –Archivo
General de la Administración (AGA), Fondo Presidencia, caja (9) 51/20517–; también es asumida de
forma expresa por el boletín AET de diciembre de 1957 en un artículo titulado “Consideraciones sobre
veinte años de unificación” que recuerda la actitud que mantuvo la AET durante el conflicto.
450 [22]
NAVARRA 1937-1939: EL FIASCO DE LA UNIFICACIÓN
65
Algunos de estos incidentes se pueden ver en el Archivo General de la Administración, Fondo
Presidencia, (9) 51/20517, documento 2.
[23] 451
MANUEL MARTORELL
el día 25. Pocos días después, envía otra carta al conde de Rodezno infor-
mándole de que “en todas las conversaciones que hemos celebrado (con Da-
niel Arraiza, jefe provincial de Falange) para la integración y unión, ha adop-
tado la postura de resistencia pasiva y aun de crear dificultades, con lo que,
prácticamente, no es posible poner en marcha esa Delegación”, solicitando, a
renglón seguido y como única solución a la crisis, que se destituya “fulmi-
nantemente” al jerarca falangista66.
La unificación tampoco consiguió que desaparecieran los incidentes en
los pueblos. En Ujué, los carlistas se oponen a cambiar el ayuntamiento co-
mo exige la jefatura de Falange de Tafalla, además de denunciar que con fe-
cha de 1 de mayo se daban órdenes para expulsar del pueblo a diez familias,
supuestamente de izquierdas, entre ellas la de León Jiménez, pese a que todas
se habían “adherido al glorioso movimiento desde los primeros días y varios
de sus miembros luchando en los frentes como voluntarios”. El 9 de julio de
1937 es multado con 20 pesetas Mariano Malumbres y con otras 10 Simón
Gorrindo Sada, Valentín Miramón Irujo, Jesús García Labarga, Fermín Ar-
nedo Falces y Matías Álava Miramón por hacer el “saludo requeté” en vez de
levantar el brazo al paso de la bandera nacional “contraviniendo las disposi-
ciones vigentes”, con el agravante de que Malumbres, al ser apercibido por las
autoridades, dijo que no iba a hacer el saludo fascista ni ahora ni en el futu-
ro. Este hecho y otros semejantes provoca una carta del gobernador civil al
delegado provincial de FET y de las JONS mostrando su disgusto al ver a “in-
dividuos enrolados en la Milicia Nacional desobedecer a los agentes de la au-
toridad y vulnerar una circular de este Gobierno, redactada para el más exac-
to cumplimiento de disposiciones de la Superioridad”.
El 1 de octubre de 1937, según denuncia José María Grasa Martín, el gri-
to de “¡Viva España!” propio de los requetés es contestado en Cascante con el
“¡Arriba España!” de los falangistas, al que, a su vez, los carlistas correspon-
den con su“¡Viva el Rey!”, degenerando la celebración del “día de nuestro glo-
rioso caudillo” en un altercado en el que una mujer falangista dijo que “el Rey
era una mierda”. Este incidente es significativo porque, según se explica en la
denuncia, los falangistas comenzaron a gritar “¡Viva Franco!”, dando por su-
puesto que tal grito era ofensivo para sus contrincantes, cuando en realidad
–continúa la denuncia– “en él vemos el auténtico salvador de nuestra patria”.
Después, el denunciante añade que los falangistas creen que “el glorioso le-
vantamiento de nuestro invicto Franco va a concederles cierto predominio en
los pueblos y con él el completo aplastamiento de quienes, por profesar las
puras doctrinas del tradicionalismo, ni antes ni ahora debemos merecer ni si-
quiera el dejarnos vivir tranquilos en nuestra casa”67.
La reorganización de la Comunión Tradicionalista en Navarra al margen
de los ex miembros de la Junta Central y en base a personas que se habían
mantenido, en estos meses de crisis, fieles a Fal Conde y a don Javier, co-
mienza durante el mismo verano de 1937 y en ella participa directamente Ra-
fael Olazábal, pieza clave en el carlismo guipuzcoano y enlace directo entre
don Javier y la organización dentro del territorio nacional. Tal vez debido a
esta participación, la junta de Pamplona había elevado ya una protesta formal
66
ARGN, JCCG, caja 51187.
67
ARGN, JCCG, caja 51187.
452 [24]
NAVARRA 1937-1939: EL FIASCO DE LA UNIFICACIÓN
68
ARGN, JCCG, caja 51178.
69
Archivo Histórico Nacional, Fondo Borbón Parma. Cada uno de los nombres va a compañado
con un pequeño perfil mencionando su origen, edad, profesión, graduación y grado de fidelidad a la
Junta Nacional de Manuel Fal Conde. Aurora VILLANUEVA también se refiere a esta correspondencia en
El carlismo navarro..., op. cit., pp. 54 y 55.
70
VILLANUEVA, Aurora, El carlismo navarro..., op. cit., p. 127.
71
CLEMENTE, Josep Carles, Don Javier: una vida al servicio de la libertad, op. cit., p. 388. SANTA
CRUZ, Manuel de, Apuntes y documentos para una Historia del Tradicionalismo español, Madrid, Gráfi-
cas Gonther, 1979, tomo 2, pp. 85 y 86.
[25] 453
MANUEL MARTORELL
72
LARRAZ ANDÍA, Pablo, Entre el frente y la retaguardia, op. cit. Las fotografías aparecen en el plie-
go de fotos del libro pero en el texto no se analiza el significado de su sorprendente contenido.
73
AGA, Presidencia, caja (9) 51/20557, documento 29. Alberto RUIZ DE GALARRETA se refiere a es-
tos hechos en Apuntes y documentos..., op. cit., tomo 2.
454 [26]
NAVARRA 1937-1939: EL FIASCO DE LA UNIFICACIÓN
tengo por qué recibir órdenes tuyas ni de nadie”. El informe interno de Amor
Valladares dice que, al día siguiente y durante tres jornadas, se realizó una
campaña por radio y prensa para que se presentaran ante ella las antiguas afi-
liadas a las Margaritas, pero que solamente se presentaron cinco “despistadas”
que, además, manifestaron que “nunca se habían puesto la boina”.
Después Amor Valladares se refiere a las “cosas muy desagradables” ocu-
rridas durante su permanencia en la capital navarra, que coincidió con el tras-
lado de los restos mortales del general Sanjurjo de Lisboa a la catedral de
Pamplona el día 21, actos a los que acudió Manuel Fal Conde, al margen de
la delegación oficial, pese a lo cual asumió el mayor protagonismo, por enci-
ma de la primera autoridad provincial. “Pamplona –relata– estaba llena de
boinas rojas, sin que se vieran más que cuatro o como mucho seis camisas
azules”. “La población mostraba un aspecto tan indignante que aquello pare-
cía más que un entierro una romería”. La informadora decidió, al ver este am-
biente antifalangista, “marcharse a casa”, por lo que no pudo presenciar los
“vergonzosos” hechos que ocurrieron a continuación y que le detallaron va-
rios camaradas. “Al asomarse el jefe provincial y gobernador civil al balcón de
la Diputación, los requetés empezaron a aclamar a Fal Conde. El gobernador
se retiró y, al momento, salió el referido Fal Conde, saludando militarmente
y gritando ¡Viva Cristo Rey! ¡Viva el Rey!”, dice el informe, destacando la os-
tentosa negativa de Fal a saludar brazo en alto al estilo fascista como era obli-
gatorio. “Con este motivo –continúa– los vivas al Rey no cesaron en toda la
mañana. Un camarada nuestro, teniente de regulares, gritó ¡Viva Franco! In-
mediatamente se le echaron los requetés encima y le dieron una paliza horro-
rosa”. “Nunca pude figurarme –concluye Amor Valladares– que hubiera un
sitio en España donde los vivas al Caudillo fueran castigados de una manera
tan brutal. Dios quiera que no tengamos que lamentar nunca algo relaciona-
do con este día”74.
74
AGA, Presidencia, caja (9) 51/20504, documento 1; 51/20510, documento 160.
[27] 455
MANUEL MARTORELL
RESUMEN
El 19 de abril de 1937 un decreto de la Junta Militar del general Franco obli-
gaba a las dos principales fuerzas políticas del llamado bando nacional –car-
listas y falangistas– a fusionarse en un nuevo y único partido: FET y de las
JONS. Tal unificación no fue aceptada ni por los máximos dirigentes del car-
lismo ni por las bases de este movimiento político, que siguieron defendien-
do sus señas de identidad en los Tercios de Requetés. En Navarra, tras unos
meses de dudas y confusión, tampoco llegó a aplicarse dicho decreto unifica-
dor, reproduciéndose unos enfrentamientos entre falangistas y carlistas que no
habían cesado desde el comienzo de la guerra civil. La aceptación del decreto
por la autodenominada Junta Central Carlista de Guerra de Navarra en con-
tra de las directrices de la máxima jerarquía hizo irreconciliables las posturas
de la Junta navarra y la Junta Nacional Carlista, liderada por Javier de Borbón
Parma y su delegado en España, Manuel Fal Conde. Estos dos dirigentes,
opuestos a la unificación, decidieron, a partir de ese momento, reorganizar el
carlismo navarro con ayuda de los mandos del Requeté que combatían en los
frentes.
ABSTRACT
On April 19, 1937 a decree of the Military Junta of General Franco forced the
two main political forces of the so-called national side (Falangists and Carlists)
to merge into a new and unique political party: FET y de las JONS. Such uni-
fication was not accepted neither by the top leadership of Carlism nor by the
basis of this political movement, who continued to defend their identity in
the Tercios de Requetes. In Navarre, after several months of doubt and con-
fusion, this decree didn’t work either. The clashes between Falangists and Car-
lists, that not ceased since the beginning of the Civil War, continued. The ac-
ceptance of the decree by the self-named Junta Central Carlista de Guerra de
Navarra against the guidelines of the highest leadership did irreconcilable the
positions of the Navarre Junta and the Junta Nacional led by Javier de Bor-
bon Parma and his representative in Spain, Manuel Fal Conde. These two
leaders, opposed to unification, decided since that moment, reorganize the
Carlism in Navarre, aided by commanders who were fighting in the Requete
along the war fronts.
456 [28]