Casalduero, Estudio Sobre La Numancia PDF
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NUMANCIA
1
El Romanticismo elogia la Numancia, primero, desde un punto
de vista histórico, teniendo en cuenta la época en que fue escrita
y viéndola en relación ·con el estado del teatro español, inglés y
francés, después, como una obra de arte, dejándose arrastrar por
el <;spíritu trágid y necesitando acudir a Greciapara encontrar una
expresión equivalente. Colocados en esta altura crítica tan valiosa
no debemos detenemos en juicios, algunos anteriores, otros mucho
más tardíos, a todas luces incompetentes ; pero sí hay que volver
sobre la obra de Cervantes para tratar de captar, su sentido con
más rigor y al mismo tiempo fijar su forma que no parece que haya
sido estudiada.
·-
El poeta quiere imponerse rápidamente y con una antanaclasis .
conuenza:
Agotada la primera función de e~ta rima, volverá a aparecer más/ Termina exhortándoles a que dejen la molicie y se hagan dignos del
tarde (jornada segunda) para desarrollar a lo largo de toda la obra nom?re de romanos. La palabra elocuente del general triunfa, y en
< esa armonía severa y monótonamente mágica. su discurso sale el nombre de la ciudad sitiada, cuya desinencia le
En seguida Escipión hace de su i lenguaje vehículo para las sen- permite rimar con arrogancia.
tencias morales ; el tono sentencioso, abundante sin desmesura,
1
Apenas han jurado los soldados reformarse, cuando se anuncia
:pone en la dicción un marcado reppso. El jefe romano hace resal- la llegada de dos embajadores de Numancia. que no vienen a some-
ttar el estado de inmoralidad del ejército : "yace embebido en la terse, sino a proponer Iq,paz. La elocuencia pasada es sustituida
'fuscivia ardiente". Con este verso cbmienza a levantarse la estruc- por la noble dignidad de !Os numantinos, que choca inútilmente
tura de la obra. Después anuncia q~e va a arengar a los soldados, contra la decisión inquebrantable e inconmovible de Roma. Esci-
y antes de que se eche el bando, v;uelve a decir. "Primero es me· pión, capitán invicto, orador elocuente, se halla ahora enfrente de
nester que se refrene / el vicio qu] entre todos se d~r.rama ... / el dos emisarios y los rechaza secamente, no admitiendo otra solución
vicio solo puede hacemos guerra / más que los enellllgos de esta que la de las armas. La escena tercera termina trazándose el plan
tierra." de campaña, que consistirá en .ap¡:etJU'.-el cerco y acabar al enemigo
Suenan las redondillas del bando1 brevísimo cambio de ritmo que p9J---banlbre. La alta presión dramática creada en el mismo co-
hace que disminuya la tensión primera para penetrar con renovado mienzo no se aminora, pero las órdenes y las distintas disposiciones
interés en la próxima escena, la de [la arenga. dan un cierto movimiento al escenario en contraste con Jo estático '>
"Escipión se sube sobre una pe~a", desde la cual contempla a de la~ acciones precede!;!tes y en especial de la escena que le sigue,
.. todo el ejército y lo domina. Es 1 . grandiosidad oratoria, no sólo la última de la jornada.
<e la peña sirve de pedestal al orador, sino la muchedumbre. Enfrente Escipión Y los suyos se retiran, el escenario se queda vacío por
de este inmenso y rumoroso mar h mano, esa otra forma del im· un momento, hiato que separa la figura de grandes proporciones ·
/ perator va a ejercer su pod_~~~e!J~-~de_r_ de @_ palabra.-la.mirada y del general romano, de la figura inmensa de España. Si antes el
el gesto. Orador-actor, sin miedo r~crimina a la multitud armada. ejército daba líneas heroicas al capitán, ahora los atributos monu-
Cúatro versos le bastan para acercaÍse a los soldados, arremetiendo mentalizadores -corona de torres, castillo- de la personificación
inmediatamente contra ~llos: [ · llenan el ámbito de dhpensiones enormes. Lo que ocurre con Ja
figura sucede también con el verso. El endecasílabo en boca de Es-
mas en las blancas d1/icadas manos cipión y de sus soldados; en boca de los numantinos ha tenido un
y en las teces de rostios tan lustroso.r, noble porte, pero en boca de España se mueve con una lentitud,
allá en Bretaña parecfis criados, -~ decora d~ una majestad, adquiere una apagada sonoridad y un
y de padres flamenco engendrados. aire estatuano que hace, por fin, que la jornada primera tenga ese
ajre estático que caracteriza a toda la obra.
Luego advierte que el amor debe abandonar el campamento, y - El verso de Cervantes no desdice comparado al de los otros 1
añade: autores dramáticos del último tercio del siglo xvr, pero como quie-
r
(
1
J
262 El teatro de Cervantes Numancia 263
ra que Garcilaso y San Juan de I~ Cruz, Herrera y Fray Luis de )1, pues al afligido favoreces,
León habían hecho del verso un instrumento de tan alta calidad, favoréceme a mí en ansia tamaña,
se comprende que el oído español se esforzara en producir algo que soy la sola y desdichada España!
semejante en la Comedia, y en e~to como en tantas otras cosas
fue Lope el que había de triunfar y de imponer hasta finales del A octava que arrancaba con paso tan seguro se le podía augurar
Barroco un elevado nivel. Por eso de Lope a Calderón, la Comedia ~ esplénd.icio final, y otra vez se confía el efecto retórico-dramá-
cuenta con grandes mentes dramáticas y teatrales y grandes poetas, tico a la nma.
aunque quizá no haya producido nada comparable a la poesía de , España quiere que el Duero mantenga abierto el cerco, dando
un Racine. Cervantes, que para el movimiento lírico se confía a: as1 a conocer la es~tagema que ya habíamos oído a Escipión. El
Fray Luis de León, parece formar su expresión dramática siguien- ~ río acud.e al llamamiento y ataca también con mucho brío, fuer-
~ do a Acuña, a Ercilla y a Herrera. Quiere materiales, sobre todo za Y sosiego su parlamento:
/ sintácticos, con posibilidades épicas y plásticas. Durante la jornada
primera. acaso a lo largo de toda la tragedia, el verso no se adue- Madre querida, España: ......
' ña de nosotros por sus cualidades' musicales, tampoco la versifica-
ción muestra esa riqueza y sabiduría de orquestación que ha de con- , , Ante la figura imponente de España está el Duero, y el noble
seguir Ja Comedia muy pronto, sin embargo, Cervantes la maneja no enfrenta ese reposo macizo con la pintoresca dispersión de sus
con gran destreza y con intención¡ artística indudable. afluentes. Ambas personificaciones exponen el concepto histórico
E!. endecasílabo en su forma estrófica de octavas ha estado ex· d~ .~ época del Barroco : la edad antigua, con su característica "7 •
< presando valores morales, se ha movido con una retórica sobrie- d.1v1s1ón. en estados-ciudades y su dependencia del extranjero, feni-
1
dad, y, apoyado en el juego de rimas del mismo comienzo, produce etos, gne~os, romanos; y la edad moderna, que empieza con los
ese efecto de sujeción de un color tan uniforme y oscuro, aunque godos, qmenes vengarán a España de los romanos y de la misma
sin nada sombrío. Estas notas se ,desarrollarán en las jornadas si- Roma, por dos veces (conde de Borbón, duque de Alba) en manos
guientes, apoderándose del tono trágico. Pero es al salir la figura de los españoles. Cuando reine el que
España cuando logra una unidad ,de timbre magnífica. consiguien· será llamado, siendo suyo el mundo,
do el gran verso que sirve de fondo a la personificación : el segundo Felipe sin segundo.
¡Alto, sereno y rspacioso cielo! Debajo de este imperio tan dichoso,
serán a una corona reducidos,
Es el cielo atmosférico, cuyos trrs adjetivos están sosteniendo el por bien universa/ )1 a tu reposo,
ademán y el porte escénico. Al m¡smo tiempo es el cielo espiritual, tus reinos, hasta entonces divididos.
al cual se eleva en súplica la voz atormentada: El jirón lusitano, tan famoso,
1
que un tiempo se cortó de los vestidos
¡Alto, sereno y ~f pacioso cielo, de la ilustre Castilla, ha de asirse
que con tus influe"'fios enriqueces de nuevo, y a su antiguo ser venirse.
la parte que es maypr de este mi suelo
y sobre muchos otrhs le engrandeces: Españ.a en su lamento presenta el estado antiguo, multiplicidad y
muévate a compasi&n mi amargo duelo, esclaVJtud: el Duero en su profecía contempla la perfección hacia
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la cual tiende la historia, que :convierte el fraccionamiento en uni- si se acrecientan ellas con la vida,
dad, la esclavitud en dominio,' y la solidaridad con los godos, po- y suele tanto más ser excelente
niendo a los pies de España n¡il victorias futuras. cuanto se muere más honradamente.
La primera jornada de índole expositiva tan estática tiene ese
final tan externamente parad~, pero adviértase que precisamente Muerte-vida, el tercer tema de la obra y el principal: abrirse > ·
con las personificaciones entran en la escena dos movimientos de paso a la vida por la muerte. El Numantino segundo apoderándose
dirección contraria, dos fuertef corrientes de acentos opuestos: la del último verso desarrolla la idea de morir con honra, y el Nu-
'¿\ caída de N umancia y el levantrmiento de España, lamento y profe- mantino tercero vuelve a hacer aparecer el hambre como tema me-
1 cía. Un derramamiento caudalf so del dolor que no puede ser dete- lódico. Los tres numantinos han tenido una parte muy destacada,
nido, al que se opone el cauce ¡nuevo por donde ha de correr un fu- que ha resaltado más por haber recitado cada uno una octava, tres
turo dichoso, futuro que es í'resente para los espectadores de la en conjunto, que han sucedido a las tres que respectivamente han
tragedia. Al profetizar, el Due o dirá que no puede dejar de cum- pronunciado Teógenes y Caravino, en total nueve octavas que for-
plirse el destino de Numancia, por eso a él se le confía la introduc- man la primera mitad de esta escena, tehiendo la segunda mitad
. ' :: ción del segundo tema melódi{.'o de la obra: "El _fatal, miserable y otras nueve. Cinco las dice el Numantino cuarto, el cual cree que
· triste día." Escipión (la guerrw¡ ha expuesto el pnmero, el hambre. se debe intentar el desafío (a), y propone (b) que se trate de ave- ·
/ · Con la jornada segunda e!Dpieza verdaderamente la obra. Del riguar el futuro y (c) que se baga un solemne sacrificio a Júpiter.
~ campamento romano pasamos~!a la ciudad .sitiada, donde tiene lu- El Numantino cuarto al final pone de relieve el juego de rimas
gar una asamblea deliberante. Están reunidos Teógenes, Caravino, que acabamos de oír: nunca "falta tiempo''. siempre se está "a
cuatro numantinos gobernador s de la ciudad, y el hechicero Mar- tiempo", que no se pase "en balde el tiempo". Marquino recapi-
quino. Están sentados. Teóge¡nes muy brevemente da cuenta del
estado de la guerra y pide que propongan soluciones. A las tres
octavas de Teógenes contesta~' ravino con otras tres, proponiendo
(a) que "a nuestros enemigos convidemos / a singular batalla" y
si los romanos na aceptan q e (a') "este foso y muralla que nos
tula: sacrificios, desafío, agüeros ; Teógenes y Caravino se ofrecen
a salir al combate, y la escena se cierra con el tema del hambre.
Son 18 octavas, la escena segunda de la primera jornada tenía
también 18 octavas y lo mismo la escena tercera ; el parlam.ento de
España estaba formado por 11 octavas y por igual número· el del
!
veda / el paso al enemigo qu~ allí veo, / en un tropel de noche lo Duero. Cervantes siente una exigente necesidad de composjgQ¡;¡.
rompamos, / y por ayuda a lOf amigos vamos." Termina Caravino, Cuando aparecen los dos amigos Marandro y Leonicio 1, se cam-
interviniendo entonces los tres¡ primeros numantinos, cada uno con bia de metro y de estrofa ; esta escena está escrita en redof!dillas.
una octava. A cargo del Num¡mtino primero corre exponer el sen- Junto al tema clásico de la amistad tenemo.§. .el del amor. Maran- ::;
tido de la obra, recurriendo Ie nuevo a la repetición de la última dro es el enamorado y sÜ-;Iíiigo le récri¡;;i~a su pasión:
palabra del verso:
¿No es ir contra la razón,
siendo tú tan buen soldado,
O sea por el oso o por la muerte,
. . ,. . .r _.
andar tan enamorado
de abrir tenemo paso a nuestra vida:
en tan extraña ocasión?
que es dolor i9ufrible el de la muerte,
si llega cuando más vive la vida. 1 El aprendizaje para la función de esta pareja quizá lo hiciera Cervantes
~,. en la Eneida, lib. 9.
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no ha rendido mi salud,
De la Mujer tercera es todavía ~s~ redondilla, ~~ya vibración de· es porque la juventud
bió encontrar una gran resonancia el Romanüc1smo: contra su rigor me esfuerza.
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y mil veces repetz(l: y aunque la hambre ofendida
te tenga tan sin compás,
,N_.... de hambre no morirás
-~~:rw:,:jl!:.A:}:'"~*:;;;:··:~;::·i-~:.===r111::::i':s~1 1111-!::::;;;;;;::1 1
1
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mientras yo l'viere vida. patética belleza que sobre el fondo de llamas hace resaltar el tema
Y o me ofrez10 de saltar del hambre modulado en todos los acentos, y que da al amor en
el foso y el r¡¡uro fuerte, la guerra su tono más desgarrador. En Ja jornada segunda el sacri-
y entrar por /a misma muerte ficio y los agüeros hacían que la acción se viera rodeada de una
para la tuya¡xcusar. fuerza mágica trascendente, en la jornada tercera -que también
termina bipartida: fuego, hambre- el elemento femenino en su
Lira quiere impedirlo, como as mujeres impidieron que los hom- lamento, en su queja, en su reproche y su súplica, con su amor de
bres salieran en tropel, pero, ante la decisión irrevocable, abraza esposa, de madre, de amante, en grupo y en Ja figura singular, ha-
a su amado. Marandro, pues, llevará a cabo solo la salida en tro- ce que el heroísmo varonil toque las más hondas profundidades
pel, él es la figura en la cual ' resume y compendia el espíritu gue- del dolor y la tortura espiritual. El gesto escueto del hombre, su
rrero de la Ciudad; él es e1 que romperá el cerco del hambre. decisión acerada, tiene esas mil lenguas del dolor femenino y el
, <Marte y el amor honesto se upen también en Marandro, el cual se sufrir infantil, Mujeres y niños hacen serpentear a raudales por la
dejó arrastrar por el desalien¡o cuando oyó a los sacerdotes y a superficie bruñida del valor el retorcido tormento de sentirse en
Marquino los tristes agüeros ~obre el final de la lucha de Numan· las garras de la muerte. El impulso sexual, la alegría erótica de la
cía, teniendo que ser animadr por su amigo ; ahora es Leonicio satisfacción feroz del deseo que hay siempre en la lucha, ha des-
quien exclama: aparecido de la Historia. La Madre exclama :
Terrible ofrecim¡e['to es el que has hecho, ¿Qué mamas, triste criatura?
y en ~l. Marandro, se nos muestra claro
1
¿No sientes que, a mi despecho,
que no hay cobardr enamorado pecho. sacas ya del flaco pecho,
por leche, la sangre pura?
Leonicio quiere acompañarle, a pesar de las súplicas de Maran- Lleva la carne a pedazos
dro para que no lo haga, dr'do ocasión a esta estrofa sobre la y procura de hartarte,
amistad: que no pueden ya llevarte
¡Oh amistad de ¡ni alma venturosa! mis flacos cansados brazas.
¡Oh amistad no e4 trabajos dividida,
ni en la ocasión m¡ís próspera y dichosa! Es algo más que el horror de la tragedia senequista. El combate I
1 '
antiguo, el encuentro del feudalismo, Lepanto, el tremolar de las
Esta escena del amor y la gu~rra termina en tercetos y con el tema banderas y chocar de Jos escudos y las espadas ya no se vivirá
de triste como había empezad\>. La jornada llega al final en octavas sino de una manera intelectual. Sólo Napoleón podrá hasta cierto
y redondillas. Los dos t~mas 1-triste. muerte·vida- continúan en- punto resucitarlo. Numancia está vista como un espectáculo lamen·
trelazándose, mientras que el fuego con una gran lentitud consume table y triste en que la carne se desgarra a pedazos y de los pechos
todas las riquezas: perlas, Qro, diamantes, rubíes, púrpura, bro- maternos salen tallos de sangre.
cado, y al anunciarse que ya s'e ha dado la orden de que nadie que- La jornada cuarta comienza en el campamento romano. Alboro-
de con vida, una mujer -reducción de las cuatro anteriores-- apa- to y alarma. La primera octava la dice Escipión, con más temor de
rece con un niño de la mano y otro en los brazos. grupo de una que su ejército se amotine (ese ejército que había estado dominado
CERVANl'ES.-18
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por el amor lascivo) que de que los .n mantinos se hayan atrevido morir. Lira se queda en su calvario femenino, en su soledad, desam-
parada:
a romper el cerco ; pero le tranquiliza uno de sus capitanes, quien
le cuenta la proeza del amor honesto: Fortuna, ¿por qué me aquejas
con un daño y otro junto,
Dos numantinos, con ~berbia frente, y por qué en un solo punto
cuyo valor será razón se alabe, hu4rfana y viuda me dejas?
saltando el ancho foso y la muralla,
han movido a tu campo cruel batalla. Este Dolor no tiene ensimismamiento hipnótico, de las entrañas
desgarradas brota una suave melodía ("Dulce esposo, hermano tier-
Marandro y su amigo, causando cien muertes, han logrado coger no" "Dulce esposo, hermano amado") que va a concluir en Ja muer-
un poco de pan : te. Ya la Muerte se ha adueñado de la acción, pero apenas ha plas-
El uno de ellos se escfpó huyendo; mado ese grupo de Lira teniendo en su regazo a su amante y cerca
al otro mil espadas le acribaron; de ella a su hermano, cuando la escena pasa a las octavas y sale
por donde infiero que Ia hambre ha sido una mujer huyendo: no quiere morir. El soldado que la persigue,
1 tan subido.
quien les dio atrevimiento en cumplimiento del decreto del Senado numantino que ha orde-
nado quitar la vida a todas las mujeres, es detenido por Lira para
Esta escena cuenta la acción según ext·encia de la técnica teatral; que la mate a ella. El soldado no se atreve a causar la muerte de
al mismo tiempo sirve para introduci a Marandro en Numancia. la hermosura de Lira (respeto a la belleza, que es, por cierto, un -,
Leonicio es el que ha quedado en el ca po de batalla ("Amigo que tema muy cervantino; reaparece en el Coloquio de los perros), y
te has quedado, / amigo que te quedar.te: / no eres tú el que me entonces ésta le ruega que le ayude a sepultar los dos cadáveres. La
dejaste, / sino yo el que te he dejadf). Marandro sale a escena escena, que deja oír una vez más el tema de triste y el de muerte-
para morir; viene lleno de sangre y c9n un cesto de pan. Después vida, termina con la misma rima con que empezó la obra Escipión:
de las primeras ocho redondillas -lan:iento dulcísimo por la muer- carga. El Capitán romano se sentía abrumado por el deber, Nu- )
te de su amigo-, que hacen juego coy las ocho últimas en labios muncia está abrumada por el dolor.
de Lira, los dos amantes se encuentfan -muerte-vida, hambre, La mujer que cruza la escena huyendo sirve de contraste con
triste-, y Marandro señala su función¡: su debilidad a la fortaleza· de toda la Ciudad. La huida hace al do-
lor aún más agonizante. Los dos versos con que la mujer irrumpe
V es aquí el pan que ¡?uardaban
en escena dan la calidad humana del heroísmo, muestran el desfa-
ochenta mil enemigos,
llecimiento necesario. Esta mujer tiene todavía otra función: pre-
1
'
una ba!buceante variación. Dice el hijo: "Mejor será, mi madre.
En esta estrofa quedan plasmadas las últimas horas tempestuosas que comamos, / que la hambre me tiene fatigado." Y contesta_ la
de Ja Ciudad. La Guerra, esa catástrofe inventada por el hombre, esposa de Teógenes:
desata toda su crueldad, su brutal ceguera; la naturaleza humana
compite con la naturaleza física en sustituir la creación con sentido V en en mis brazos, hijo de mi vida,
por Ja destrucción insensata. La esposa muere a manos del esposo, do te daré la muerte por comida.
el hijo mata a la madre, el padre al hijo:
El tema del hambre se hace uno con el tema de muerte-vida. La
>
No hay plaza, no hay' rincón, no hay calle o casa
1
escena se interrumpe con la entrada de dos muchachos, uno por fin
que de sangre y de muertos no esté llena; se resigna a morir, y otro que se va a esconder a una torre de su
el hierro mata, el duro fuego abrasa padre. Ese temor a Ja !DUe~. ,que realza la inmensidad del heroís-
y el rigor ferocísimo condena. mo de Teógenes, ha sido introducicjo con breve eficacia dramática
úñ- momento antes (apoyatura de la tragedia de Lira). La escena
Cervantes maneja .J!!l...&!ldec.11~í@ho desc_dpjjyo bien ,acentuado; su prepara el final de la obra, además tiene otra función: la de marcar
<. pÍuma.épica- se desliza fácilmenfe. aunque no con faci1idad dema- tiempo para que Teógenes pueda llevar a cabo el terrible sacrifi-
,;.io "'"· " " - ' " ' " r;m;~- i..o~. ru ~'""""' ficio. En cuanto el muchacho que ha decidido irse a la torre se va,
278 El teatro de Cervantes Numancia
279
sale Teógenes. Su figura tiene el aire monumental que Je da la
¡Oh cuán triste espectáculo y horrendo
"airada furia" y el "dolor insano'!; pidiendo Ja muerte como Ja pe- se me ofrece a la vista!
día Lira, abandona Ja escena. 1
La jornada cuarta ha tenido l!asta ahora dos núcleos principa- que reaparece cuando se vuelve a Ja rima:
les: Ja muerte de Marandro en eJ regazo de Lira, y el sacrificio de
Ja familia de Teógenes, ambos momentos separados por Ja Gue- El lamentable fin, la triste historia
/ rra y sus secuaces. Reforzando Ja 'escena de Teógenes han aparecido de la ciudad invicta de Numancia
Jos dos muchachos, cuya intervención había sido preparada por merece ser eterna la memoria.
los dos versos de la mujer que tiene Ja misma función en Ja escena
de Lira. La jornada que comeUZllba con la alarma y griterío en el El que dice estos tercetos, Mario, hace buena la profecía ("Aunque
campamento romano, ha sido toda ella una ráfaga de dolor, cuyo lleven romanos la vitoria / de nuestra muerte, en humo ha de tor-
movimiento dramático y desalent~dor las personificaciones fijan es- narse." Jor. II):
tatuariamente, pero Ja mujer perseguida y los muchachos huyendo pues en humo y en viento son tornadas
lo acentúan. · las ciertas esperanzas de vitoria.
Al retirarse Teógenes, volvemos al campamento romano. Por
única vez se utiliza el endecasílabo suelto. La ausencia de rima está Mario cuenta que ha presenciado Ja muerte de Teógenes y oído
!. expresando el silencio mortal que cubre la acción, su ensordecimien- sus \iltimas palabras:
to. El ruido y el ir y venir, la agitación de las llamas y de Jos hom-
bres, Jos suspiros y quejas, el .crepitar del fuego, todo cesa y es .. · ........................... Clara fama,
sustituido por una espesa capa de quietud, que el verso suelto ocupa aquí tus lenguas y tus ojos
adensa. El silencio llena Ja esceqa; dice Escipión con un sonido en esta hazaña, que a cantar te llama.
sordo: :
Si 110 me engaña el pensamiento mio, Versos que recuerdan lo profetizado por el Duero y por el mismo
o salen mentirosas las 'señales Teógenes y que van llenando la escena de Ja sonoridad necesaria
que habéis visto en Numancia del estruendo para la apoteosis final.
y lamentable son y ar1iente llama, En vano. b_uscan un numantino con vida; al no encontrarlo pro-
sin duda alguna que re,celo y temo rrumpe Esc1p1ón en una bella, breve y retórica queja en Ja cual
que el bárbaro furor dfl enemigo so;iirendemos la naturalidad y elegancia con que se p:mía ser do-
contra su propio pechÍ{ no se vuelva. mmador en el Barroco, que va de la mirada de Felipe II a Ja pom-
Todo está en calma ~ en silencio puesto, pa de Luis XIV, _heredero de Roma a través de España:
como si en paz tranquila' y sosegada
· estuviesen los fieros n1mantinos. ······························mi pecho,
para vencer y perdonar nacido 2•
Es la paz, la calma y el silencio ~e la muerte. Escalan la muralla, 2
Para la formación de esta figura moral, corriente en el Barroco euro-
y poco a poco va apareciendo toda la tragedia, hasta que el tema peo, ~om~ese: "lila, altera una inclusarum mulierum vociferante: Viva
de triste encuentra su verso, cifra y compendio del mundo latino: ca~ns, o misera .aeo~tra, C<?nvers~, ut vidit Proculeium, sica, qua turn forte
acc1ncta erat, fenre se 1psam 1ntend1t; sed Proculeius celeriter accurrens eam
sión: "Que si a esconderme aq*í me trujo el miedo / de la cercana El e11ít~tº:tLWS2 latiqg se ha convertido en una acción triste,
y espantosa muerte / ... y el errpr de mi edad tierna inocente / pa- que ha encontrado un armónico horrendamente patético en el tema
garé con morir osadamente." ~ termina: del hambre, para convertirse en esa alegría final cristiana de la /
muerte .'l\l"-..!'S vida, vida inmortal. ,,
Pero muéstresf ya el intento mío, Éste es el sen:ldOC!ela obra, sentido íntim<;> y profundo que .se ·
y si ha sido ell,amor perfecto y puro expresa por medio de la lucha de Numancia contra Roma. Este
que yo tuve a mi patria tan querida, conflicto históricamente ha suplantado y deformado el sentido de
1
asegúrelo luer esta caída. la obra, haciendo que el sacrificio numantino sirviera para sostener
el pa~riotismo a l? siglo XIX. Pero Cervantes no podía prever que
La acotación dice: "Arrójase e\ muchacho de la torre, y suena una l~s cmdades ~spanolas serían cercadas por el enemigo, y que su
trompeta, y sale la Fama, y dire Escipión." "Suena una trompeta, e!emplo de virtud se yarticularizaría en ejemplo de virtud patrió-
y sale la Fama", esto es, suena la trompeta de la Fama. De la mis- tica.. A finales del pnmer Barroco, en la época en que Cervantes
e."".nbe la Numancza, los españoles eran los que sitiaban, no los
utraque rnanu corripuit, et, Te ips,m Caesaremque injuria afficis, insignem
sitiados Y por dos veces, como él mismo se complace en recordarlo
ei humanitatis suae demonstrandae occasionem praeripiens et perfidiae ani~ h.abían tenido a Roma bajo su poder. Es claro que la España deÍ
Sigl': XI~ Y ?e
tae, Parisiis, Didot, 1862, volumen r·
mique implacabilis insimulans cleoientissimum imperatorem." Plutarchi Vi-
p. 1135 (Antonius, LXXIX).
!?dos los siglos puede encontrar en esta obra una
alta lección 1nsp1radora, pero el valor de Jos numantinos vencidos