Las Sibilas de La Capilla Del Junteron
Las Sibilas de La Capilla Del Junteron
Las Sibilas de La Capilla Del Junteron
(Catedral de Murcia )
Aproximación al problema ideológico de la teología española
del Renacimiento
POR '
ANTÓNIMO GONZÁLEZ BLANCO
ELENA CALATAYUD
y la colaboración de: M." CONCEPCIÓN DE LA PEÑA VELASCO
ANTONIO YELO TEMPLADO
ANTONIO GUERRERO FUSTER
PEDRO LILLO CARPIÓ
2. DE INSPIRACIÓN NO ESPAÑOLA
(2) Las doce sibilas canónicas aparecen representadas en las Cámaras Borgia
del Vaticano (X. Barbier de Montault, XIII, 1869, 327); oratorio del Gonfalón
(ibidem, pág. 340); Tívoli, iglesia de S. Juan Evanlista {ibídem, pág. 473); Venecia,
iglesia del Redentor [ibidem, págs. 504 ss.); Sevilla, donde se hacía una procesión
el Viernes Santo, en la que salían 'las doce sibilas {ibidem, pág. pág. 581 ss.); e n la
catedral de Aix {ibidem XIV, 1871, 293); en Saint-Etienne de Beauvais {ibidem.,
pág. 299); en el libro de horas de Ana d e Francia {ibidem., pág. 306); en el libro de
horas de Poitiers {ibidem., pág. 313); en Saint Fierre, en Dreux {ibidem., pág. 317).
<3) Los nombres conservados y legibles en la actualidad son: COLOPHONIA,
PHRIGIA, HELLESPONTICA, CVMAEA, AERITHRAEA, TYBURTINA, AEPIROTI-
CA. J. M. IBÁÑEZ, « D . Gil Rodríguez de Junterón. Su Biografía-Su Casa-Su Capilla-
enterramiento en la Catedral», Boletín del Museo Provincial de Bellas Artes de
Murcia, IV, 4, 1925, 6-13, identifica, además, la DELFICA, PÉRSICA, SAMIA. No
sabemos si en aquellos años eran todavía legibles los epígrafes y daban la iden-
tificación o bien si el autor da una identificación concluida por él a partir de los
textos.
(4) BALTASAR PORREÑO, Oráculos de las 12 Sibilas, Profetisas de Cristo Nuestro
Señor entre los gentiles, Cuenca 1621. Citamos los epígrafes que rodean los bus-
tos de cada u n a de las doce sibilas en las láminas que ornan el libro.
Las Sibilas de la Capilla del Junterón
4. DE INSPIRACIÓN ITALIANA
5.2. SiBiLLA P H R I G I A
TAULT, op. cit., XIV, 1871, 296); en la catedral de Comminges (ibídem, 299); en la
catedral de Reims (ibídem, 306); en el libro de Horas de 1495 (ibídem, 312); en el
libro de Horas de Poitiers (ibídem, 314).
Pero tal atribución no es exclusiva ni evidente, ya que también la sibila Tiburtina
es presentada profetizando azotes o bofetadas al Señor, aunqi^e más bien parecen
ser ultrajes distintos al de la flagelación. Así, por ejemplo, en la catedral de Aucli,
la sibila Agrippa va armada con cuerdas y látigos y la Tiburtina, con una mano
que recuerda los bofetones (X. BARBIER DE MONTAULT, op. cit., XIV, 1871, 296);
con la misma simbología aparecen ambas en la catedral de Comminges (ibídem,
299); en la catedral de Beauvais la Tiburtina lleva, asimismo, un guante en la mano
(lOiaem, 304); en el museo de Reims tm esmalte presenta a la sibila Agrippa con
látigos en la mano; otro, con una cruz, y otro esmalte presenta a la sibila Tiburtina
con la mano de los golpes (ibídem, 306); en el libro de Horas de Ana de Francia
se representa a la sibila Tiburtina con una mano prediciendo las bofetadas y a
la Agrippa con un lático (ibídem, 307); en el museo de Cluny la Agrippa lleva un
látigo mientras que la Tiburtina lleva una espada (ibídem, 309); en el libro de
Horas de 1495 se atribuye la flagelación a la sibila Agrippa y las bofetadas a la
Tiburtina.
(17) Así en la tumbra de Sixto IV (X. BARBIER DE MONTAULT, op. cit., XIII,
1869, 326); en las cámaras Borgia del Vaticano (ibídem, 329); en Santa María sopra
Minerva (ibídem, 325-326); en la iglesia de San Juan Evangelista de Tívoli (ibídem,
477); en la catedral de Genes (ibídem, 499).
(18) Así en la catedral de Siena, donde se la hace profetizar la bebida de hiél
y vinagre (X. BARBIER DE MONTAULT, op. cit., XIII, 1869, 466); en la catedral de
Conminges (ibídem, XIV, 1871, 298); en la iglesia de Saint Maurille des Ponts-<le-Ce
(ibídem, 301); en el libro de Horas de Ana de Francia (ibídem, 307); en el museo
de Cluny (ibídem, 309); en el libro de Horas de 1495 (ibídem, 312); en el Libro de
Horas de, Poitiers (ibídem, 316), etc.
(19) Cfr. supra, nota 15. En Siena es la sibila Líbica la que predice los bofeto-
nes (X. BARBIER DE MONTAULT, op. cit., XIII, 1869, 465466).
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(20) Así en la catedral de Auch (X. BARBIER DE MONTAULT, op. cit., XIV, 1871,
296); en la de Conminges {ibídem, 299); en el museo de Avignon {ibidem, 293); en el
libro de Horas de Ana de Francia {ibídem, 307); en el Diumal de Rene d'Anjou
(ibidem, 308); en el libro de Horas de 1495 {ibídem, 311-312); en el libro de Horas
de Poitiers {ibidem, 314); en el libro de Horas de Orleans {ibídem, 316).
(21) Así en el libro de Horas de Louis de La val (M. BEAULIEU, «Un grupe de
Sibylles Champenoises», Revue du Louvre, 9, 1969, ipág. 218; en la catedral de Con-
minges (X. BARBIER DE MONTAULT, op. cit., XIV, 1871, 298); en el libro de Horas de
Ana de Francia {ibídem, 306); en un tríptico de Hans Memling, pintado en 1484
{ibídem., XIII, 1869, 580-581); y, entre oitros lugares, también en la iglesia de San
Juan Evangelista de Tívoli de la que hablamos en el texto.
(22) X. BARBIER DE MONTAULT, op. cit., XIII, 1869, 476.
12 Antonino González Blanco y Elena Calatayud
Igual hay que decir de la imagen colocada en la otra parte del reta-
blo, cuyo texto es también inconfundible:
ECCE VIRGO CONCIPIET ET PARIET FILIVM.
(25) Así en la catedral de Conminges (X. BARBIER DE MONTAULT, op. cit., XIV,
1871, 299); en la catedral de Beauvais {ibldem, pág. 305); en la catedral de Reims
{ibídem, pág. 306); en el libro de Horas de Ana de Francia {ibidem, 307); en el 'museo
Cluny {ibídem, 309); en el libro de Horas de 1495 {ibídem, 312); en el libro de Horas
de Poitiers (ibídem, 314); en el libro de Horas de Orleans {ibídem, 316).
(26) Así, en la catedral de Siena (X. BARBIER DE MONTAULT, op. cit., XIII, 1869,
466); en la iglesia de San Juan Evangelista de Tívoli {ibídem, 476).
(27) Así en el castillo de Ghitry, en Francia (X. BARBIER DE MONTAULT, op. cit.,
XIV, 1817, 330).
14 Antonino González Blanco y Elena Calatayud
5.11. SiBILLA E R I T H R A E A
(28) Así en las cámaras Borgia del Vaticano (X. BARBIER DE MONTAULT, op. cit.,
XIII, 1869, 328): ecce veniet dives et nascetur de paupercula et bestiae terrarum
adorabunt eum. Sibila Samia; en Tívoli en la iglesia de San Juan Evangelista
(X. BARBIER DE MONTAULT, op. cit., 475): sic ait: ecce veniet dies et nascetur de
paupercula et bestia terrarum adorabunt eum...); lo mismo en Spello en la iglesia
de Santa María la Mayor, en la capilla del Santísimo Sacramento {ibídem, 480); y
en el libro de horas de 1495 {ibídem, XIV, 1871, 311).
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palabras que Filipo Barbieri pone en boca de las sibilas difieren com-
pletamente de las que les atribuye Lactancio.
Francia recibió d libro de Barbieri con tanto favor como Italia, pero
no olvidó d de Lactancio. Los dos autores se dividieron los espíritus,
mientras que los artistas añadían de su propia invención las combina-
ciones de atributos y de vestidos tomadas de estos dos relatos. Así na-
cieron las sibilas francesas, profundamente diferentes de las italianas,
ya que estas últimas no anuncian más que la venida del Salvador, qut
debía nacer de una Virgen, mientras que en Francia, ordenadas en un
orden sabio, las sibilas proclaman que Cristo iba a nacer, hablan de su
infancia, describen su pasión, su muerte y su resurrección, se agrupan
con los profetas y apóstoles en grandes conjuntos dogmáticos que re-
cuerdan o evocan los artículos del Credo» (29).
La visión es sugestiva por su simplicidad y claridad, pero lamenta-
blemente es falsa. Estas contraposiciones culturales sirven bien para
captar y mejor aún contradistinguir formas de cultura pero en cuanto
se profundiza se ve su debilidad.
Las sibilas italianas del siglo xv en adelante también tratan los te-
mas de la vida de Cristo. La obra de Contarino a la que nos hemos
referido repetidas veces tiene su tercera edición en 1597, lo que supone
que mucho antes sus ideas estaban extendidas por Italia. Y si en Italia
es donde las sibilas se amplían a doce es de suponer que no habría mu-
chos inconvenientes ni barreras en ampliar también los horizontes de
sus profecías. Y al margen de quien fue él primero que descubrió la
posibilidad, lo que parece claro es que todos los ideólogos del Renaci-
miento estuvieron a la greña en d inventar, de la forma más razonable
y admisible que pudiera ser, nuevas profecías y nuevos argumentos
apologéticos para engrandecer su religión (30).
En cualquier caso y al margen de las teorías, la capilla de Junterón,
con su inspiración italiana, es un documento irrecusable de la com-
plicación y búsqueda de la «teología» sibilina en el siglo xvi; es un do-
cumento de la mu'ltip'liciidad de las influencias que llegan a España des-
de diversos orbes; y es un documento de la variedad y riqueza d d pen-
(31) Sobre el problema de la prisca sapientia hay toda una literatura que sería
largo enumerar aquí. Remitimos a obras introductorias al problema, como la de
D. P. Walker, The Ancient Theology. Studies in Christian Platonism from the Fif-
teenth to the Eighteenth Century, Londres, 1972.
(32) Para todo el problema de las relaciones entre el mundo judío y la cultura
no judía en el período helenístico puede consultarse V. TCHERIKOVER, Hellenistic
Civilizadon and the Jews, New York 1977. Para el problema de la plasmación de
todos estos problemas en forma de oráculos sibilinos, cfr. A. PERETTI, La Sibilla
Babilonese, Firenze 1492, con bibliografía allí citada.
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