Las Sibilas de La Capilla Del Junteron

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Las Sibilas de la Capilla del Junterón

(Catedral de Murcia )
Aproximación al problema ideológico de la teología española
del Renacimiento

POR '
ANTÓNIMO GONZÁLEZ BLANCO
ELENA CALATAYUD
y la colaboración de: M." CONCEPCIÓN DE LA PEÑA VELASCO
ANTONIO YELO TEMPLADO
ANTONIO GUERRERO FUSTER
PEDRO LILLO CARPIÓ

1. LAS DOCE SIBILAS

Es usual entre los autores que se han dedicado Q comentar la ico-


nografía de nuestra capilla el hablar de «las doce sibilas» que adornan
la misma, como si las tales doce sibilas fueran un grupo canónico per-
fectamente conocido y determinado. Comencemos advirtiendo que las
sibilas de la capilla murciana no son tal grupo. Primero no es cierto
que las sibilas aparezcan mayoritariamente en grupo de doce cuando se
las representa (1), pero lo que aquí queremos resaltar es que cuando se
las reúne en un grupo de doce, las que aparecen ordinariamente no son
las doce que aparecen en la capilla del Junterón.
En efecto, todos los grupos de doce sibilas que conocemos en mo-

(1) Los siete artículos firmados por X. BARBIER DE MONTAULT y titulados


«Iconographie des Sybilles», Revue de l'art chrétien XIII, 1869 y XIV, 1871, recogen
una buena panorámica de las representaciones de las sibilas en el arte europeo.
De los muchos monumeiitos que enumeran y comentan, sólo apenas una decena
tienen representadas las doce sibilas, ofreciendo la gran mayoría representaciones
de un número menor de sibilas y ninguno más de doce.
Antotüno González Blanco y Elena Calatayud

numentos de los siglos modernos europeos agrupan a las mismas doce


sibilas: SAMIA, PERSA, LYBIA, HELESPONTICA, TIBURTINA, CIME-
RIA, FRIGIA, DELFICA, ERITREA, CUMANA, EUROPA y AGRIPPA (2).
No se conservan los nombres de las doce sibilas del Junterón, pero en-
tre los nombres conservados (3), hay dos que no aparecen en los grupos
canónicos europeos: la COLOFONIA y la EPIROTICA. Y, najturalmente,
el problema que se plantea siempre es el del origen o fuente de inspira-
ción del ciclo iconográfico.

2. DE INSPIRACIÓN NO ESPAÑOLA

Dos obras de autores españoles hemos podido manejar que traten


de un modo sistemático el tema de las sibilas. Y en ninguna de las dos
se ve concordancia con el ciclo de nuestra oapilla.
La obra más conocida es la de Baltasar Porreño (4) y éstas son las
sibilas que aduce y que considera canónicas:

1. SIBYLLA PÉRSICA QVAE HEBRAEA SAMBETA NOMINE ET


ALLIIS CHALDAEA BEROS FILIA.
2. SIBYLLA LIBYCA QVAE POEMONOE APOLLINIS FILIA NON-
NULLIS.
3. SIBYLLA DELPHICA QVAE ET DAPHNE TYRESIAE FILIA.
4. SIBYLLA CVMANA QVAE ET AMALTHAEA ET DEMOPHILE
NVNCVPATVR.
5. SIBYLLA EVROPAEA INCERTAE ADHVC PATRIAE EXISTENS-

(2) Las doce sibilas canónicas aparecen representadas en las Cámaras Borgia
del Vaticano (X. Barbier de Montault, XIII, 1869, 327); oratorio del Gonfalón
(ibidem, pág. 340); Tívoli, iglesia de S. Juan Evanlista {ibídem, pág. 473); Venecia,
iglesia del Redentor [ibidem, págs. 504 ss.); Sevilla, donde se hacía una procesión
el Viernes Santo, en la que salían 'las doce sibilas {ibidem, pág. pág. 581 ss.); e n la
catedral de Aix {ibidem XIV, 1871, 293); en Saint-Etienne de Beauvais {ibidem.,
pág. 299); en el libro de horas de Ana d e Francia {ibidem., pág. 306); en el libro de
horas de Poitiers {ibidem., pág. 313); en Saint Fierre, en Dreux {ibidem., pág. 317).
<3) Los nombres conservados y legibles en la actualidad son: COLOPHONIA,
PHRIGIA, HELLESPONTICA, CVMAEA, AERITHRAEA, TYBURTINA, AEPIROTI-
CA. J. M. IBÁÑEZ, « D . Gil Rodríguez de Junterón. Su Biografía-Su Casa-Su Capilla-
enterramiento en la Catedral», Boletín del Museo Provincial de Bellas Artes de
Murcia, IV, 4, 1925, 6-13, identifica, además, la DELFICA, PÉRSICA, SAMIA. No
sabemos si en aquellos años eran todavía legibles los epígrafes y daban la iden-
tificación o bien si el autor da una identificación concluida por él a partir de los
textos.
(4) BALTASAR PORREÑO, Oráculos de las 12 Sibilas, Profetisas de Cristo Nuestro
Señor entre los gentiles, Cuenca 1621. Citamos los epígrafes que rodean los bus-
tos de cada u n a de las doce sibilas en las láminas que ornan el libro.
Las Sibilas de la Capilla del Junterón

6. SIBYLLA CVMAEA QVAE ET CIMMERIA APOLLINIS IN CV-


MIS SACERDOS.
7. SIBYLLA TYBVRTINA QVAE ET ALBVNEA ET ITÁLICA ALIAS
DICTA.
8. SIBYLLA PHRYGIA ANCYRAE VATES CASSANDRA NóNullis
CREDITA.
9. SIBYLLA AEGYPTIA QVAE ET AGRIPPA QVIBVSDAM DICTA.
10. SIBYLLA SAMIA QVAE PHYTO ET HEROPHILE PROPRIO
NOMINE DICTA.
n . SIBYLLA HELLESPONTICA MARINESSENSIS EX AGRO
TROINO.
12. SIBYLLA ERYTHRAEA EX ASSYRIORUM BABILONE ORIVN-
DA PRISCA VOCITATA.
Ni la Colofonia, pues, ni la Epirótica son nombradas en la citada
obra española por lo que aun antes de entrar en discusiones de otro
nivel podemos concluir que las fuentes del doctor Porreño no son las mis-
mas que las del autor del ciclo iconográfico de la capilla del Junterón. Lue-
go discutiremos si, con otro nombre, se pueden identificar con alguna
de las doce nombradas.
Hemos podido localizar otra obra también de nuestro siglo xvii,
que dedica un capítulo especial a las sibilas (5) y nombra las siguientes:
1. SAMBETHA, unos dicen haber sido Caldea, otros hebrea, nacida
en Noea, ciudad junto al Mar Rojo.
2. PÉRSICA, profetizó las hazañas de Alejandro Magno. Vivió en los
tiempos de Ciro, rey de los Persas y Medos-
3. LYBISSA, de la que hace mención Eurípides en el prólogo de La-
mia. Otros la llamaban Lybica, que significa Africana. Vivió en
tiempos de Ayoth, uno de los jueces de Israel.
4. DELPHICA. Otros la llaman Themas, y Diodoro Daphne, hija de
Tyresias el Tebano. Escribió muchas cosas en verso que luego Ho-
mero copió.
5. CVMEA. Se dice que tomó el nombre de Cumas, ciudad del Sur de
Italia. Salió de Babilonia y afirman algunos que fue hija de aquel
Beroso que escribió la historia de los Caldeos. Es de la que habla
Virgilio.
6. ERITHREA, de la que hace mención Clemente Papa, en una carta
a los Corintios. Profetizó a los griegos cuando iban a Troya que la

(5) JUAN BAUTISTA FERNANDEZ, Demostraciones CathoUcas, Logroño 1630, li-


bro III, discurso X, fol. 351 ss.
Antonino González Blanco y Elena Calatayud

destruirían. Eusebio la pone contemporánea con Rómulo. Estra-


bón la sitúa en tiempo de Alejandro el Grande.
7. SAMIA, que según Erathostenes, se llamaba Pitho. Contemporánea
de Numa Pompilio-
8. CVMANA, natural de Cumas, ciudad de la Jonia. Llámase Amal-
thea, Herophile y Demophile.
9. HELLESPONTICA, nació en territorio troyano en un lugar llama-
do Marpesso, vivió en tiempo de Ciro y de Solón.
10. PHRIGIA, profetizó en Ankara y se llamó Casandra Taraxandra.
11. TIBVRTINA, de nombre Albunea, fue honrada como diosa de la
ciuda de Tibur.
Y tras de enumerar las once citadas, añade:
«Fuera de las once sybilas, de que arriba hemos hecho mención,
señala Betuleyo otras dos con sus versos, cuyos nombres son Europa
y Agrippa, las cuales también profetizaron de Cristo Señor Nuestro, y
de la santidad y virgnidad de su purísima madre».
La diferencia entre ambos autores es, como puede apreciarse, pe-
queña. Simplemente que el P. Juan Bautista Fernández desdobla la
sibila Pérsica en dos, pero por lo demás coinciden. Y, repetimos, no
parecen coincidir con la fuente de inspiración del decorador de la ca-
pilla que hay en la catedral de Murcia.

3. DE INSPIRACIÓN POCO CONOCIDA

Por supuesto que no es Varrón, el autor clásico por excelencia en


este asunto, la fuente de nuestro iconógrafo. Para el autor latino las
sibilas fueron diez .y por orden cronológico se citan así: Pérsica, Líbica,
Deifica, Cimmeria, Eritrea, Samia, Cumana, Hélespóntica, Frigia, Ti-
burtina.
Atendiendo al lugar en el que se dieron, según la tradición, las pri-
meras manifestaciones de la Sibila, Bouché-Leclercq distinguieron tres
grupos de sibilas (6).
GRUPO GRECO-JÓNICO: 1. Sibila Eritrea, nacida en Eritre, don-
de se mostraba la gruta de su nacimiento. Contemporánea de la guerra
de Troya, vivió durante diez generaciones- Se llamó Erofile.
2. Sibila- de Marpesso, que tiene muchos puntos de contacto con
la anterior, tanto por el nombre (Erofile), como por el lugar de mani-

(6) A. BÓUCHE-LECLERCQ, Histoire de la divination, II, iParis 1880, citado y re-


sumido en Enciclopedia Italiana, vol. XXXI, Roma 1963, 648.
Las Sibilas de la Capilla del Juntaron

festación (Marpesso, cerca de Eritre), y por su biografía. Se ]a llama


también Geórgica, Troyana, Hélespóntioa, Frigia.
3. Sibila de Santos, identificada al comienzo con Erofile de Eritre,
tuvo luego su propia personalidad y nombre: Phyto. Habría vivido
durante la Olimpiada XIX, es decir en tiempo de Numa.
4. Sibila Frigia, originariamente idéntica con la Eritrea y luego
localizada en Ancira, con el nombre de Taraxandra.
5. Sibila de Sardes, llamada tambiéri Efesia, que es un desdobla-
miento de Erófilo, como la siguiente.
6. Sibila Rodia.
7. Sibila Deifica. Junto a una tradición que hacía venir a Erófila
de Eritre a Délfos en contraste con Apolo, se creó una sibila indígena
llamada Dafne, que habría servido el oráculo antes de la llegada de
Apolo (Diod. IV, 66).
8. Sibila Tesálica, que es una especificación de la Deifica.
9. Sibila Tesprocia, localizada en el Epiro en el Golfo Ambrácico,
pero que no es identificable con más precisión.
GRUPO GRECO-ITALICO: 10. Sibila Cumana- Es la más conocida,
gracias a Virgilio. En el fondo es la Sibila Eritrea llevada a Cumas por
los colonos jónicos e independizada gracias a las circunstancias favo-
rables, entre las que la primera fue su relación con Roma, hasta llegar
a asumir un nombre propio, Demo o Demofila (en Virgilio Deifobe).
11. Sibila immeria. En substancia es la misma que la Cumana,
pero proyectada en una épooa muy anterior.
12. Sibila Itálica.
13. Sibila Tiburtina; ambas especificaciones de la sibila Cumana.
14. Sibila Líbica. Pausanias la da como la más antigua de todas y
Varrón la pone como la segunda de su lista; pero quien la nombra por
primera vez es Eurípides.
GRUPO ORIENTAL: 15. Sibila Egipcia. Es idéntica con la prece-
dente. Pausanias la identifica con la caldea.
16. Sibila Pérsica. No se tiene noticia especial de ella. Es identifi-
cada con la Caldea.
17- Sibila Caldea o Babilonia. Desconocida para Varrón. Se puso
en boga gracias al desarrollo de la astrología caldea en el mundo hele-
nístico. Se la llama tarnbién Hebrea. Su nombre es Saba o Sambeta.
Es interesante que, prescindiendo del problema del origen de las
sibilas, de las dos nuevas del Junterón si podemos identificar la Epi-
rótica con la Tesprocia de la lista anterior, seguimos con la Colofonia
sin posible identificación, incluso teniendo a Colofón, ciudad jónica
8 Antonino González Blanco y Elena Calatayud

como punto de referencia nominal, las fuentes antiguas parecen des-


conocer tal Sibila.

4. DE INSPIRACIÓN ITALIANA

Luigi Contarino planteó en su tiempo como peculiar el problema


de las dos sibilas que nos ocupan. El admite las diez sibilas de Varrón,
que son las mismas que admite S. Isidoro, llamando a dos de ellas
CUMANAS, de las que una es la CIMERIA y la otra la de CUMAS, omite
las sibilas EUROPA Y AGRIPPA, y añade:
«Entre las mujeres que merecieron el nombre de Sibilas, encontra-
mos a Colofonia, llamada Lampisca, hija de Calcas. Se han visto en ver-
so sus profecías y sus oráculos.
Elisa fue igualmente profetisa y escribió en versos sus oráculos.
Existió, además, la Sibila Epirótica, que escribió sus profecías.
Mantis de Tesalia, hija de Tiresias de Tebas, tuvo el espíritu profético,
lo mismo que Fémida, hija del rey de Chaonia, en los tiempos de Deme-
trio. Cermente, hija de Nicóstrato, madre de Evandro e hija de Ionio,
mujer de Fauno, predijo muchas cosas. Tras su muerte, los romanos le
elevaron un templo en el Capitolio y la honraron como a una diosa» (7).

5. IDENTIFICACIÓN Y ORÁCULOS DE LAS SIBILAS

5.1. SiBILLA COLOPHONIA

No sabemos que esté representada en otro lugar que en nuestra


capilla, por lo que no podemos estudiar su figura y mensaje complexi-
vamente a base de agrupar y comparar representaciones de idéntica
atribución.
En la catedral de Sienna está representada la Sibila de Cyme con
un libro cerrado en la mano izquierda y en la derecha un cartel en el
que se puede leer: Et mortis fatum finiet, trium dierum sommo sus-
cepto. Tune a moríais regressus in lucem veniet, primum resurrectionis
initium ostendens (8).
Nuestra Sibila Colofonia dice: AB INFERÍS (REGRESSUS) IN
LVCEM VENIET. SIBILLA COLOPHONIA.
(7) LuiGi CONTARINO, II vago e düettevole giardino... raccolto dal P. Luigi
Contarino crucifero, 3." ediz., Vicenza, Perin, 1597, pág. 349-353.
(8) Cfr. X. BARBIER DE MONTAULT, Op. cit., Revue de l'art chrétien XIII, 1869, 467.
Las Sibilas de la Capilla del Junterón

Es difícil, y p o r el m o m e n t o imposible, él explicar las variedades


de atribuciones del mismo texto a diversas sibilas en los diversos ciclos
iconográficos y en los distintos libros (9). Al problema nos referiremos
al final de este apartado.
Su a t r i b u t o h a desaparecido, p e r o debió ser el e s t a n d a r t e de la re-
surrección (10).

5.2. SiBiLLA P H R I G I A

Por el contexto iconográfico, del que luego hablaremos, y p o r el


texto, es la sibila de la flagelación. Dice el texto:
DABIT IN VERBERA DORSUM. SIBILLA PHRIGIA.
E n otros ciclos iconográficos la sibila Frigia anuncia el juicio fi-
nal (11) o bien la resurrección (12). Y lo mismo que advertíamos a pro-
pósito de la sibila Colofonia, pero al revés: es difícil, y p o r el m o m e n t o
imposible, explicar las variedades de atribución de diversos textos y
profecías a u n a m i s m a sibila en los diversos ciclos iconográficos o di-
versas obras ideológicas (13).
En otros ciclos iconográficos la flagelación se pone como profecía
de la sibila Líbica (14), Deifica (15) o Agrippa (16).

(9) Es posible que se pueda argüir a base de una identificación de la sibila


de Cyme con la sibila de la Cumas jonia y dada la cercanía de esta ciudad con
Colofón.
(10) Es difícil saber por qué J. M. IBAÑEZ, op. cit., última página del artículo,
afirma que está borrada su procedencia. Está bien claro en la inscripción de la
capilla ( y está muy bien conservada) que se trata de la sibila Colofonia.
(11) X. BARBIER DE MONTAULT, op. cit., pág. 466, en la catedral de Siena.
(12) Así en Loreto (X. BARBIER DE MONTAULT, op. cit., XIII, 1869, 484); en la ca-
tedral de Comminges (X. BARBIER DE MONTAULT, XIV, 1871, 298); en el libro de
Horas de Ana de Francia (ibidem, pág. 307); en el Museo de Cluny {ibidem, pág. 309);
en el libro de Horas de 1495 {ibidem, 312); en el libro de Horas de Poitiers {ibidem,
314 y 316); y en el libro de Horas de Orleans {ibidem, pág. 317).
(13) Quizá se pueden hacer hipótesis a partir de ciertas palabras que aparecen
en las profecías atribuidas a la sibila, así, por ejemplo, en la iglesia de San Juan
Evangelista de Tívoli se ponen en boca de la sibila Frigia las siguientes palabras:
Flagellábit Deus potentes terrae ex Olimpo
Excelsus veniet et firmabit consilium. inde...
et annuntiabitur virgo in vallibus desertorum.
Es posible que la .palabra flagellábit haya podido llevar al exégeta a la idea
de la flagelación.
(14) El texto que se atribuye a la sibila Líbica en la catedral de Siena es:
Colaphos accipiens tacebit. Dabit in verbera innocens dorsum. Y en la otra mano:
In manus iniquas veniet. Dabunt Deo alapas, manibus incestis (X. BARBIER DE MON-
TAULT, op. cit., XIII, 1869, 466).
(15) En la catedral de Ulm se pone en boca de la sibila Deifica el texto si-
guiente: Dabit ad verbera dorsum suum et colaphos accipiens tacebit (X. BARBIE3I
DE MONTAULT, op. cit., XIII, 1869, 759).
(16) En la tradición francesa la flagelación parece atribuirse de modo prefe-
rente a la sibila Agrippa como aparece en la catedral de Auch (X. BARBIER DE MON-
10 Antonino González Blanco y Elena Calatayud

El a t r i b u t o de nuestra sibila es un látigo en la m a n o , de acuerdo


con la profecía q u e se pone en su boca.

5.3. SiBiLLA HELLESPÓNTICA

E n la capilla de Junterón, la sibila Helespóntica profetiza las burlas


e injurias infligidas a Jesús. Tal relación profética es única, en c u a n t o
sabemos, en las representaciones de la sibila Helespóntica.
El texto q u e recoge la profecía de esta sibila reza así en n u e s t r a
capilla:
DEO IMPINGENT ALAFAS. SIBILLA HELLESPÓNTICA.
Acabamos de indicar que las burlas, p o r lo menos en la tradición
francesa se relacionan con la sibila de Tívoli. La sibila Hellespóntica
o bien profetiza simplemente el nacimiento de Cristo de una virgen
hebrea (17) o bien predice la crucifixión (18).
El símbolo de nuestra sibila hellespóntica es u n a m a n o con el p u ñ o
cerrado, que es el que suele a c o m p a ñ a r a la sibila de Tívóli cuando
se la hace predecir los bofetones (19).

TAULT, op. cit., XIV, 1871, 296); en la catedral de Comminges (ibídem, 299); en la
catedral de Reims (ibídem, 306); en el libro de Horas de 1495 (ibídem, 312); en el
libro de Horas de Poitiers (ibídem, 314).
Pero tal atribución no es exclusiva ni evidente, ya que también la sibila Tiburtina
es presentada profetizando azotes o bofetadas al Señor, aunqi^e más bien parecen
ser ultrajes distintos al de la flagelación. Así, por ejemplo, en la catedral de Aucli,
la sibila Agrippa va armada con cuerdas y látigos y la Tiburtina, con una mano
que recuerda los bofetones (X. BARBIER DE MONTAULT, op. cit., XIV, 1871, 296);
con la misma simbología aparecen ambas en la catedral de Comminges (ibídem,
299); en la catedral de Beauvais la Tiburtina lleva, asimismo, un guante en la mano
(lOiaem, 304); en el museo de Reims tm esmalte presenta a la sibila Agrippa con
látigos en la mano; otro, con una cruz, y otro esmalte presenta a la sibila Tiburtina
con la mano de los golpes (ibídem, 306); en el libro de Horas de Ana de Francia
se representa a la sibila Tiburtina con una mano prediciendo las bofetadas y a
la Agrippa con un lático (ibídem, 307); en el museo de Cluny la Agrippa lleva un
látigo mientras que la Tiburtina lleva una espada (ibídem, 309); en el libro de
Horas de 1495 se atribuye la flagelación a la sibila Agrippa y las bofetadas a la
Tiburtina.
(17) Así en la tumbra de Sixto IV (X. BARBIER DE MONTAULT, op. cit., XIII,
1869, 326); en las cámaras Borgia del Vaticano (ibídem, 329); en Santa María sopra
Minerva (ibídem, 325-326); en la iglesia de San Juan Evangelista de Tívoli (ibídem,
477); en la catedral de Genes (ibídem, 499).
(18) Así en la catedral de Siena, donde se la hace profetizar la bebida de hiél
y vinagre (X. BARBIER DE MONTAULT, op. cit., XIII, 1869, 466); en la catedral de
Conminges (ibídem, XIV, 1871, 298); en la iglesia de Saint Maurille des Ponts-<le-Ce
(ibídem, 301); en el libro de Horas de Ana de Francia (ibídem, 307); en el museo
de Cluny (ibídem, 309); en el libro de Horas de 1495 (ibídem, 312); en el Libro de
Horas de, Poitiers (ibídem, 316), etc.
(19) Cfr. supra, nota 15. En Siena es la sibila Líbica la que predice los bofeto-
nes (X. BARBIER DE MONTAULT, op. cit., XIII, 1869, 465466).
Las Sibilas de la Capilla del Junterón 11

54. SIBILA SAMIA

Así la identifica J. M. íbáñez en el trabajo citado. Actualmente, la


identificación es imposible p o r el estado de conservación del texto.
Hemos de suponer que este a u t o r vio el texto cuando todavía era legi-
ble, p o r lo que le damos fe.
El problema que plantea tal identificación es que tal profecía no se
pone n u n c a en boca de la sibila Samia, sino en boca de la sibila Eu-
ropa (20), p e r o este p r o b l e m a no es exclusivo del presente caso sino
que lo hemos visto repetido en otros ejemplos indudables de la capilla
de J u n t e r ó n .
Los atributos de esta sibila son u n a cabeza cortada en la m a n o iz-
quierda y u n a espada q u e e m p u ñ a con la m a n o derecha. El tema es la
degollación de los inocentes, tal y como el texto indica:
OCCIDENTUR PARVVLI ET FVGIET.

5.5. SIBILA PÉRSICA

También J. M. íbáñez nos h a conservado la identificación que la


incuria de los tiempos n o permite ya leer. Pero aquí la identificación
si que está confirmada p o r toda otra serie de representaciones (21).
El tema es la victoria sobre el demonio, como puede verse en la
p a r t e de texto conservada:
EVC... I SERPENSQVE CALCABITVR. S I B . . .
Como hemos indicado, la sibila Pérsica también aparece en otros
lugares con la misma atribución profética. Así en la iglesia de S. J u a n
Evangelista de Tívoli, donde, como en n u e s t r a capilla, la sibilla Pérsica
tiene la cabeza cubierta p o r u n velo y anuncia la caída del demonio y
el nacimiento del Salvador: Ecce bestia conc/ulcaberis et gigne/tur Dns.
in. orbe, terrarum et/ gremium viriginis erit sálus / gentium et pedes
eius in vale / diñe hominum (22).

(20) Así en la catedral de Auch (X. BARBIER DE MONTAULT, op. cit., XIV, 1871,
296); en la de Conminges {ibídem, 299); en el museo de Avignon {ibidem, 293); en el
libro de Horas de Ana de Francia {ibídem, 307); en el Diumal de Rene d'Anjou
(ibidem, 308); en el libro de Horas de 1495 {ibídem, 311-312); en el libro de Horas
de Poitiers {ibidem, 314); en el libro de Horas de Orleans {ibídem, 316).
(21) Así en el libro de Horas de Louis de La val (M. BEAULIEU, «Un grupe de
Sibylles Champenoises», Revue du Louvre, 9, 1969, ipág. 218; en la catedral de Con-
minges (X. BARBIER DE MONTAULT, op. cit., XIV, 1871, 298); en el libro de Horas de
Ana de Francia {ibídem, 306); en un tríptico de Hans Memling, pintado en 1484
{ibídem., XIII, 1869, 580-581); y, entre oitros lugares, también en la iglesia de San
Juan Evangelista de Tívoli de la que hablamos en el texto.
(22) X. BARBIER DE MONTAULT, op. cit., XIII, 1869, 476.
12 Antonino González Blanco y Elena Calatayud

Lleva una linterna cilindrica, su atributo habitual, para expresar


que su oráculo es obscuro (23) y que. simboliza la venida del Salvador-
También tiene a sus pies una especie de serpiente, también habitual
en la iconografía, que se identifica con la bestia de que habla el oráculo
que predice la venida del Mesías y el triunfo de la Virgen sobre la
serpiente.

5.6. SiBILLA CVMAEA

Si como hemos indicado más arriba en la fuente iconográfica de


nuestra capilla hay dos sibflas cumanas, de las que una es la CIMBRIA
y otra la CUMANA, lo más probable es que aquí tengamos a la CUMA-
NA, tanto por el texto como por los atributos y que en el número 10 de
nuestra capilla {vide lámina I) tengamos, a la CIMBRIA, como en su
momento diremos.
El texto que acompaña a la imagen dice:
IN STABVLO CVNAS HABEBIT REX. SIBILLA CUMAEA.
El texto es una precisión evangélica de la profecía virgiliana y cua-
dra perfeotamente.
El atributo de esta sibila es una cuna, que es un símbolo habitual
y que se explica por la inscripción que aparece en el libro de Horas, de
Luis de Laval: Videtur vaticinan nativitate Christi in Bethleem (24).

5.7. SAN JUAN BAUTISTA

No hay el menor problema en la identificación de la estatuía siguien-


te, ya que tanto imagen como texto están suficientemente bien conser-
vados:
ECCE AGNVS DEI ECCE QVI TOLLIT PECCATA MVNDI. lOHAN-
NES.

5.8. E L PROFETA ISAÍAS

Igual hay que decir de la imagen colocada en la otra parte del reta-
blo, cuyo texto es también inconfundible:
ECCE VIRGO CONCIPIET ET PARIET FILIVM.

(23) M. BEAULIEU, op. cit., pág. 218.


(24) M. BEAULIEU, op. cit., pág. 218.
Las Sibilais de la Capilla del Junterón ^13

5.9. SiBILLA DELPHICA

También aquí viene en n u e s t r a ayuda la autoridad de don J. M. Ibá-


ñez en el trabajo citado. Ni el texto ni el a t r i b u t o son frecuentes en las
representaciones y sólo por ellos no podríamos identificarla.
Reza el texto:
DESCRIBETVR IN PACE ET VENIET- S I B I . . .
En la tradición francesa la sibila Deifica suele ponerse en relación
con la coronación de espinas (25), pero en la italiana aparece muy fre-
cuentemente j u n t o con el símbolo del cuerno de la abundancia (26), el
cual no es algo muy lejano a nuestra representación.
El a t r i b u t o que lleva a un portapaz, del tipo de los que solían usar-
se en la liturgia solemne o pontifical católica preconciliar. Es u n atri-
buto poco, frecuente en las representaciones y de hecho no podemos
aducir paralelos, pero está completamente de acuerdo con él texto e
indica, probablemente, la capacidad creadora del a u t o r del ciclo ico-
nográfico.

5.10. SIBILA CVMANA

No se conserva ni el texto ni la inscripción en nuestra capilla mur-


ciana. Y esta pérdida debe h a b e r sido ya antigua, pues, también faltaba
cuando J. M. Ibáñez escribió su trabajo sobre Junterón. La identifica-
ción la hacemos en función de los presupuestos que hemos expuesto
al h a b l a r de la fuente de inspiración y de la identificación de las sibilas
de L. Contarino.
El a t r i b u t o que lleva es un tallo con u n a flor, probablemente una
azucena. Por el atributo podemos pensar que su profecía se refiere a
la Anunciación.
La sibila Cimmeria, en alguna ocasión (27), aparece relacionada con
la Anunciación. Tendríamos, por tanto, aquí a una de las dos sibilas
cumanas, y m á s en concreto la que se puede identificar con la Cimeria.

(25) Así en la catedral de Conminges (X. BARBIER DE MONTAULT, op. cit., XIV,
1871, 299); en la catedral de Beauvais {ibldem, pág. 305); en la catedral de Reims
{ibídem, pág. 306); en el libro de Horas de Ana de Francia {ibidem, 307); en el 'museo
Cluny {ibídem, 309); en el libro de Horas de 1495 {ibídem, 312); en el libro de Horas
de Poitiers (ibídem, 314); en el libro de Horas de Orleans {ibídem, 316).
(26) Así, en la catedral de Siena (X. BARBIER DE MONTAULT, op. cit., XIII, 1869,
466); en la iglesia de San Juan Evangelista de Tívoli {ibídem, 476).
(27) Así en el castillo de Ghitry, en Francia (X. BARBIER DE MONTAULT, op. cit.,
XIV, 1817, 330).
14 Antonino González Blanco y Elena Calatayud

5.11. SiBILLA E R I T H R A E A

La caligrafía de la inscripción, o su estado de conservación, no es


buena. Debe poner ERITHRAEA, pero lo que realmente parece poner
es ERNHAEA.
El texto reza:
AVDIETVR E FINIBVS ORBIS ET ADORABITVR.
Su atributo es un cuerno de la abundancia con una esitrella en su
parte terminal más ancha.
El cuerno de la abundancia ya hemos visto que, en ocasiones, es atri-
buto de la sibila Deifica. De hecho ni el texto ni el atributo son ordinarios
en las representaciones de la sibila Eritrea, la cual en la tradición fran-
cesa es la sibila de la Anunciación y en la italiana es la sibila del na-
cimiento de Cristo en el pesebre, pero de un modo muy general. El
tema de la adoración aparece a veces, pero es referido a la adoración
de las bestias hacia Jesús y puesto en boca de la sibila de Samos (28).

5.12. SiBiLLA LÍBICA

Por exclusión debemos estar aquí ante una representación de la si-


bila africana de Libia. Es la única que nos falta, según nuestra inter-
pretación de la fuente de inspiración del ciclo iconográfico.
El texto dice:
PRETIVM FACIENT ET INSIDIABVNTVR. SIBILLA...
Se trata, pues, de la profecía de la venta por treinta monedas y el
atributo de la imagen va de acuerdo con el tema, ya que lleva en la
mano izquierda una bolsa de dinero.
Es cierto que en las representaciones de la sibila Líbica que aparecen
por otras partes ni el texto ni el atributo suelen ser los que aparecen
en nuestra capilla, pero tampoco esto es una novedad, ya que, como
vamos viendo, las rnismas sibilas no ofrecen mucha coherencia entre
sí y consigo mismas.

(28) Así en las cámaras Borgia del Vaticano (X. BARBIER DE MONTAULT, op. cit.,
XIII, 1869, 328): ecce veniet dives et nascetur de paupercula et bestiae terrarum
adorabunt eum. Sibila Samia; en Tívoli en la iglesia de San Juan Evangelista
(X. BARBIER DE MONTAULT, op. cit., 475): sic ait: ecce veniet dies et nascetur de
paupercula et bestia terrarum adorabunt eum...); lo mismo en Spello en la iglesia
de Santa María la Mayor, en la capilla del Santísimo Sacramento {ibídem, 480); y
en el libro de horas de 1495 {ibídem, XIV, 1871, 311).
Las Sibilas de la Capilla del Junterón 15

5.13. SiBILLA TiBURTINA

Su atributo es la corona de espinas y su texto es concorde con el


atributo. Dice:
SPINIS CORONABITVR ET ILLUDETVR. SIBILLA TIBVRTINA.
Ya hemos dicho que, en la tradición francesa la coronación de es-
pinas suele estar en relación con la sibila Deifica. Y que la sibila Tibur-
tina sude estar puesta en relación con los ultrajes que Cristo recibió
durante su pasión, Nos hallamos de nuevo, pues, con la peculiaridad
de nuestro ciclo iconográfico.

5.14. SiBiLLA AEPIROTICA

Es la sibila de la crucifixión, como se ve por la cruz que lleva la


imagen como atributo y por el texto que la acompaña:
CRVCI DAMNABVNT INNOCENTEM. SIBILLA AEPIROTICA.
Estos símbolos normalmente se suelen poner en relación con la si-
bila Helespóntica- Aquí, pues, tenemos no sólo la peculiaridad de la
sibila poco frecuente, sino además la de su interpretación.

6. LA ORDENACIÓN DEL CICLO ICONOGRÁFICO

Además del mensaje de cada sibila en particular hay que destacar


en la capilla de Junterón la sabiduría de los artistas para la estructu-
ración del ciclo.
Si miramos nuestra lámina II vemos que todo el conjunto profeti-
ce está ordetiado simétricamente en relación a dos ejes de coordenadas,
que parten del punto central del retablo de la adoración de los pasto-
res el uno y va p'erpendicular hacia la salida de la capilla; y que
íine los dos centros de las semicircunferencias que ocupan las imáge-
nes el otro. Respecto a estos dos ejes de coordenadas, las doce sibilas
están divididas en dos grupos. El primero, compuesto por las tres sibi-
las de cada lado más cercanas al retablo junto con Juan Bautista y el
profeta Isaías. Todos los personajes de este grupo hablan de los temas
del nacimiento e infancia de Cristo.
El segundo grupo está compuesto por las tres sibilas de cada lado
más cercanas a la salida de la capilla. Y las seis sibilas tienen como
tema de sus profecías la pasión, muerte y resurrección de Cristo.
El primer grupo es visible desde fuera y encuadra perfectamente el
retablo. El segundo está oculto hasta que no se vuelve el espectador
16 Antonino González Blanco y Elena Calatayud

para contemplarlo. Es la otra cara del tema de Jesucristo, que no pue-


de ser visto sin toda su complejidad y riqueza teológica. Por lo que
queriendo enmarcar si misterio del nacimiento se lo rodea también de
todo el ciclo de la pasión, muerte y resurrección.
La simetría se une así con una sabia disposición de las piezas que
foima un claro-oscuro arquitectónico y espacial que se traba perfecta-
mente con toda la concepción ideológica creando así una unidad inter-
na que no es menos esplenderosa que la unidad espacial y decorativa
de la capilla.

7. EL CICLO ICONOGRÁFICO DE LA CAPILLA DEL JUNTERON Y


EL PROBLEMA DE LA EVOLUCIÓN DE LA TEOLOGÍA SIBILINA

M. Beaulieu ha expuesto así él tema de la evolución en la concep-


ción y presentación de las sibilas, siguiendo a Emile Male:
«Se ven grupos de sibilas en el arte italiano del siglo xiv y de la
primera mitad del siglo xv. Luego, a partir de 1450, las sibilas aparecen
en toda Europa, no ya aisladas, sino formando grupos. ¿A qué atribuir
esta boga repentina y él hecho de que las profetisas formen en seguida
un grupo canónico de doce? Emile Male explica esta eclosión por la
publicación de dos libros. En primer lugar el de las Institutione divinae
de Lactancio, libro olvidado hacía mucho tiempo, vuelto a poner en el
candélero por los humanistas, cuya primera edición apareció en Su-
bíaco en 1465. Su éxito considerable hizo que aparecieran seis nuevas
ediciones entre 1468 y 1478. Los textos proféticos que Lactancio atribu-
ye a las sibilas están tomados de los Oracula Sibyllina, obra compuesta
por los judíos de Alejandría hacia él siglo ii antes de Cristo y reelabora-
dos más tarde por los cristianos. Todas las profecías fueron, pues,
compuestas en función de intereses concretos, pero, como el texto grie-
go de los Oracula no se publicó por primera vez hasta 1545 en Basilea,
Lactancio fue adoptado sin discusión. Debía, sin embargo, ser destio-
nado por la obra Discordantiae nonnullae inter sanctum Hieronymum
et Augustium, del dominico Filipo Barbieri, aparecida en Italia en 1481,
y cuyo título no deja adivinar él contenido. En efecto, la discusión
sobre S. Jerónimo y S. Agustín es seguida por varios tratados pequeños
de tema disparatado de los que uno está dedicado a las sibilas y a los
profetas. Es esta la única parte del libro que ha hecho célebre a su au-
tor, que es el que por primera vez habla de doce sibilas y asigna a cada
una de ellas una edad, un aspecto y una vestimenta determinadas. Las
Las Sibilas de la Capilla del Junterón 17

palabras que Filipo Barbieri pone en boca de las sibilas difieren com-
pletamente de las que les atribuye Lactancio.
Francia recibió d libro de Barbieri con tanto favor como Italia, pero
no olvidó d de Lactancio. Los dos autores se dividieron los espíritus,
mientras que los artistas añadían de su propia invención las combina-
ciones de atributos y de vestidos tomadas de estos dos relatos. Así na-
cieron las sibilas francesas, profundamente diferentes de las italianas,
ya que estas últimas no anuncian más que la venida del Salvador, qut
debía nacer de una Virgen, mientras que en Francia, ordenadas en un
orden sabio, las sibilas proclaman que Cristo iba a nacer, hablan de su
infancia, describen su pasión, su muerte y su resurrección, se agrupan
con los profetas y apóstoles en grandes conjuntos dogmáticos que re-
cuerdan o evocan los artículos del Credo» (29).
La visión es sugestiva por su simplicidad y claridad, pero lamenta-
blemente es falsa. Estas contraposiciones culturales sirven bien para
captar y mejor aún contradistinguir formas de cultura pero en cuanto
se profundiza se ve su debilidad.
Las sibilas italianas del siglo xv en adelante también tratan los te-
mas de la vida de Cristo. La obra de Contarino a la que nos hemos
referido repetidas veces tiene su tercera edición en 1597, lo que supone
que mucho antes sus ideas estaban extendidas por Italia. Y si en Italia
es donde las sibilas se amplían a doce es de suponer que no habría mu-
chos inconvenientes ni barreras en ampliar también los horizontes de
sus profecías. Y al margen de quien fue él primero que descubrió la
posibilidad, lo que parece claro es que todos los ideólogos del Renaci-
miento estuvieron a la greña en d inventar, de la forma más razonable
y admisible que pudiera ser, nuevas profecías y nuevos argumentos
apologéticos para engrandecer su religión (30).
En cualquier caso y al margen de las teorías, la capilla de Junterón,
con su inspiración italiana, es un documento irrecusable de la com-
plicación y búsqueda de la «teología» sibilina en el siglo xvi; es un do-
cumento de la mu'ltip'liciidad de las influencias que llegan a España des-
de diversos orbes; y es un documento de la variedad y riqueza d d pen-

(29) M. BEAULTEU, op. cit., págs. 216-218.


(30) Es mucho más sensato continuar con las palabras que hace más de un
siglo escribiera el tantas veces citado X. BARBIER DE MONTAULT (op. cit., XIII,
1869, 249-250): «El estudio de las sibilas, cuando se considera en bloque y como
grupo de conjunto, no presenta dificultad alguna seria. Otra cosa es si se desciende
a detalles y si se busca determinar la individualidad de cada una de ellas. Los au-
tores como los monumentos, están en perfecta discordancia, si se les pide precisar
el número, la edad, la patria y las profecías de estas mujeres inspiradas. Es pre-
ciso aceptar, aunque sea lamentándolo, tal situación de hecho.»
18 Antonino González Blanco y Elena Calatayud

Sarniento español de la época, que siguiendo las categorías y formas


de pensar de toda Europa, orea todo u n m u n d o sapiencial, cuya tras-
cendencia y alcance están comenzando a ser p u e s t o de relieve en estos
últimos años.

8. LAS PROFECÍAS SIBILINAS Y LA FRISCA SAPIENTIA (31)

La cultura antigua es fundamentalmente oral, crédula, pero cerrada


en estrechos límites de la vida de cada pueblo. En los m o m e n t o s de
internacionalismo los pueblos se ponen en contacto y se constatan ana-
logías, surgen las comparaciones y las propias raíces se plantean como
problema en la confrontación con los demás grupos étnicos.
Desde el p u n t o de vista de la teología cristiana el problema comien-
za a tener entidad a p a r t i r de la experiencia judía- Y ésta se plantea el
problema que estamos aludiendo de u n a m a n e r a especial en el m u n d o
helenístico.
Los judíos, p a r a hacer apología de su propia cultura, crean mitos
sapienciales que se disputan con los mitos paganos él prestigio de la
sabiduría. Todo ello se expone en una literatura apocalíptica que no
es exclusiva dcl m u n d o judío, pero que e n t r e ellos alcanza una increí-
ble altura (32).

El cristianismo nace del j u d a i s m o helenístico, p o r lo menos en un


sentido crondlógico y participa de sus formas de pensar y de expre-
sarse. Los primeros escritores cristianos aceptan la sabiduría pagana y
todos creen en el providencialismo de la historia, dirigida p o r Dios
hacia u n a m e t a que es Cristo. Y los escritores cristianos m á s tardíos
participan de una visión unitaria de la Historia que les lleva a valorar
todo el m u n d o antiguo como campo de la historia del verdadero Israel,
que es el pueblo de creyentes y no estrictamente h a b l a n d o él pueblo

(31) Sobre el problema de la prisca sapientia hay toda una literatura que sería
largo enumerar aquí. Remitimos a obras introductorias al problema, como la de
D. P. Walker, The Ancient Theology. Studies in Christian Platonism from the Fif-
teenth to the Eighteenth Century, Londres, 1972.
(32) Para todo el problema de las relaciones entre el mundo judío y la cultura
no judía en el período helenístico puede consultarse V. TCHERIKOVER, Hellenistic
Civilizadon and the Jews, New York 1977. Para el problema de la plasmación de
todos estos problemas en forma de oráculos sibilinos, cfr. A. PERETTI, La Sibilla
Babilonese, Firenze 1492, con bibliografía allí citada.
Las Sibilas de la Capilla del Junterón

judío. Las afinidades entre paganismo y tradición revelada fueron va-


loradas de m a n e r a m u y alta (33).
Pero el tema y problema se extrapoló hasta el paroxismo en el Re-
nacimiento. Los cultivadores de la Antigüedad y todo el pensamiento
hermético llenó los espíritus y se buscó p o r doquier al concordancia
entre m u n d o dlásico y m u n d o bíblico (34). Y en ese clima es en el que
hay que situar la evolución del clima de la «sibilología». Evidentemente
que ddl siglo xiv italiano hay u n paso gigantesco al siglo xv no sólo fran-
cés, sino también italiano. Ni fue sólo el libro de Barbieri él que fue
leído y comentado. H u b o toda una pléyade de hombres al trabajo auxi-
liados de todas las citas que de sibilas aparecían en la antigua litera-
tura y de un sistema exegético que hoy nos parecería más bien poco
ortodoxo.
Los caminos concretos como fueron configurándose los diversos ci-
clos iconográficos de las sibilas están p o r estudiar. Y previamente ha-
b r á que perfilar mejor la historia literaria de la tradición relativa a
los oráculos sibilinos, no sólo los contenidos en el citado libro antiguo,
sino los que se atribuyen a cada sibila en particular. Tal tarea es en-
marañada, como ha podido comprobarse en el caso concreto de la ca-
pilla de Junterón, pero será muy esolarecedora de la cultura del Rena-
cimiento españdl y europeo (35).

(33) Por poner un solo pero significativo ejemplo, el cardenal Baronio, en el


prólogo de sus Annales Eclesiástici, dice «A los gentiles, empero, ya que estaban
muy lejos de la verdad del verdadero culto, y no les era fácil prestar oídos a
hombres de otra religión, quiso enseñarles pov medio de sus propios profetas
acerca de las cosas que habían de acaecer. Estos profetas eran Mercurio Trisme-
gistos, Hydaspes y las Sibilas ... (pág. 13).
(34) Puede verse, entre otros, E. WIND, LOS Misterios paganos del Renacimiento,
Barcelona 1971, passim.
(35) Para otros aspectos complementarios de la capilla del Junterón, además
del trabajo de J. M. Ibáñez, citado, pueden consultarse A. BAQUERO, Rebuscos,
Murcia^ 1902; A. ROLDAN PRIETO, Guía de la Catedral y Museo, Murcia 1973, 27-28;
M." DEL CARMEN SACHEZ ROJAS FENOLL, «Escultura del siglo xvii en Murcia», Anales
con reproducción fotográfica de las sibilas (pág. 225).

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