Sesión 14 2019 1 RILDO

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Ética y Filosofía Política

UNIVERSIDAD NACIONAL DE INGENIERÍA ÉTICA Y FILOSOFÍA POLÍTICA

LA TEORÍA DE LA JUSTICIA DE JOHN


RAWLS
Semana_14_2019_1

Recuperado de: https https://www.catalunyapress.cat/multimedia/images/justicia_1.jpg

En filosofía política y filosofía del derecho, la teoría de la justicia es una teoría que pretende
fijar criterios legítimos para definir en qué consiste la justicia y cómo se alcanza la igualdad
entre los seres humanos.

Profesor: Dr. RILDO CAMPANA AÑASCO

UNIVERSIDAD NACIONAL DE INGENIERÍA


Facultad de Ingeniería Industrial y de Sistemas
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LA TEORIA DE LA JUSTICIA DE JHON RAWLS

Ante la problemática de construir una sociedad justa han surgido teorías en donde los criterios
de uno y de otros toman forma en el desempeño y comportamiento de la estructura básica de la
sociedad, entonces ¿Qué papel juega la justicia en una sociedad? Diversos autores coinciden
desde diversos enfoques que son: las obligaciones, el sistema de libertades y la distribución de
los ingresos.

La publicación de la obra Teoría de la Justicia de Rawls tiene como objetivo combatir el


utilitarismo, planteando que las teorías por más elocuentes que sean deben ser cuestionadas y
rechazadas si no fueran verdaderas; y que lo único que nos lleva a aceptar teorías erróneas es la
falta de otra mejor1. Sin embargo, no plantea que su teoría sea la mejor y considera que es una
más de las tantas que hay y que no está por encima de otras. A grandes rasgos la teoría de Rawls
considera que los principios de justicia que son objeto de un acuerdo entre personas racionales,
libres e iguales en una situación contractual justa, pueden contar con una validez universal e
incondicional. Él mismo denominó a su teoría de la justicia como: imparcialidad, apoyado en la
idea de que solamente a partir de condiciones imparciales se pueden obtener resultados
imparciales.

La imparcialidad de la situación contractual a la cual él llama posición original se


garantiza por un velo de ignorancia que impide a los participantes del acuerdo observar y tener
todos los conocimientos particulares, entre ellos los relacionados con su propia identidad y con
la sociedad a la cual pertenecen. De este modo, se depura el acuerdo de la influencia de factores
naturales y sociales que Rawls considera contingentes desde el punto de vista de la justicia, y a
la vez se asegura el tratamiento equitativo de las distintas concepciones del bien.

Jhon Rawls, Estados Unidos (1921 - 2002)

John Rawls fue un destacado filósofo del siglo XX, su libro más influyente “A Theory of Justice”
(1971) relanzó el debate sobre la filosofía política. En él se construyen dos principios sobre los
cuales basa la noción de justicia social a partir de una posición original equivalente al contrato
social de los filósofos políticos clásicos.

John Borden (Bordley) Rawls nació en Baltimore, Maryland el 21 de febrero, 1921. Fue
el segundo de cinco hijos entre William Lee Rawls y Anna Abell Stump. Rawls asistió a la escuela
en Baltimore durante un corto tiempo antes de transferirse a la Kent School, una escuela
preparatoria episcopalia en Connecticut. Una vez graduado, en 1939, Rawls estuvo en la
Universidad de Princeton, donde comenzó a interesarse en la filosofía, y fue electo para el The
Ivy Club. En 1943, completó su Bachelor of Arts y se unió a la Armada de los EE.UU. Durante la
Segunda Guerra Mundial, Rawls sirvió como un infante en el Pacífico, donde estuvo en Nueva
Guinea, las Filipinas, y Japón; en Japón, él presenció las secuelas del bombardeo sobre
Hiroshima. Tras esta experiencia, Rawls rechazó una oferta para convertirse en un oficial y deja
la armada como privado en 1946. A partir de entonces, retorna a Princeton para obtener el
doctorado en filosofía moral.
Rawls se casó con Margaret Fox, quien se había graduado de la Universidad Brown en
1949. Margaret y John compartían un mismo interés en crear índices; ellos utilizaron su primer
verano juntos escribiendo en índice para un libro de Nietzsche. De hecho, Rawls escribió el
índice para su Teoría de la Justicia por sí mismo. Luego de obtener su Ph.D. de Princeton en
1950, Rawls se dedica a enseñar hasta 1952, cuando recibe un Programa Fulbright para la
Universidad de Oxford, donde fue influenciado por el teórico político liberal e historiador Isaiah
Berlin y, más fuertemente, por el teórico jurídico H.L.A. Hart. Después de retornar a los Estados
Unidos, sirvió como asistente y luego como profesor asociado en la Cornell University. En 1962,

1 Rawls, Teoría de la Justicia, pág. 17

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se convierte en profesor de filosofía de jornada completa en Cornell, y pronto alcanzaría una


posición en el MIT.

En 1964 se transfirió a la Harvard University, donde enseñó por al menos cuarenta años,
y donde preparó a muchas de las contemporáneas figuras que lideran hoy en día la filosofía
política y moral, incluyendo a Thomas Nagel, David Lyons, Thomas Hill, Joshua Cohen,
Christine Korsgaard, Elizabeth S. Anderson, y Bárbara Herman. Rawls sufrió el primero de
muchos accidentes cerebrovasculares en 1995, el que le despojó de su habilidad para continuar
trabajando. Sin embargo, aun en este estado le fue posible completar un trabajo titulado El
Derecho de Gentes, que contiene la declaración más completa de sus perspectivas sobre la
justicia internacional, Falleció en su casa de Lexington (Massachussets, USA), el domingo 24 de
noviembre de 2002, víctima de una insuficiencia cardiaca, dejando viuda a Margeret Warfield
Fox Rawls.

Justicia

La pregunta sobre cómo se construye una sociedad justa ha encontrado una variedad de
respuestas. En consecuencia, se han elaborado un conjunto de teorías que intentan explicar,
cómo los criterios sostenidos por unos y otros toman forma en el desempeño y comportamiento
de la estructura básica de la sociedad. Pero, ¿Qué es exactamente lo que las teorías de la justicia
regulan? Una de las más importantes es la teoría de justicia del filósofo norteamericano John
Rawls.

Durante gran parte del siglo xx, a muchas personas les parecía contradictorio un
pensamiento político centrado a la vez en la libertad y la igualdad. Los igualitarios, indignados
por las grandes diferencias que hay entre la vida de los ricos y la de los pobres, rechazaron el
liberalismo clásico de John Locke y Adam Smith, por considerar que concedían una importancia
indebida a los derechos jurídicos y las libertades, sin tomar en cuenta el destino de las personas
comunes y corrientes.

El problema que enfrenta Rawls es ¿Cómo los individuos con intereses particulares
pueden escoger criterios justos para todos? Por ello, plantea un experimento mental así, imagina
una situación hipotética en que los individuos tienen que escoger criterios de justicia, cubiertos
por un velo de ignorancia. En esta situación hipotética, los individuos no pueden saber qué les
puede beneficiar, por eso, su elección seguirá el criterio de beneficio a todos. A esta situación,
Rawls llamó posición original.

Él en su obra “Teoría de la justicia” llevó la teoría tradicional del contrato social


representada por Locke, Rousseau y Kant, a un nivel más elevado de abstracción y se basa en las
ideas tradicionales, diciéndose que esta concepción la que más se aproxima a nuestros juicios
meditados acerca de la justicia y la que constituye la base moral más apropiada para una
sociedad democrática. “Igual que la verdad es la virtud central en la ciencia, el valor principal de
la sociedad es la justicia”2, así es como inicia Rawls su teoría, frase con la que establece a la
justicia como el más importante de los conceptos sociales. Si se piensa en una sociedad que es
próspera, que tiene crecimiento, pero no es justa, entonces quedará la sensación de que falla
gravemente, y es que la justicia forma parte de nuestras convicciones más extendidas de sentido
común pero también de las nociones más complejas al intentar implementarla en una sociedad
contemporánea.

El objetivo de Rawls es combatir y superar el utilitarismo planteando que una teoría, por
más elocuente que sea, debe ser rechazada o revisada si no es verdadera y que lo único que nos
permite tolerar una teoría errónea es la falta de una mejor. Sin embargo, tampoco se plantea que
su teoría es la más perfecta, sino que más bien se asume desde el comienzo mismo que se trata

2
Caballero García, Francisco. La Teoría de la Justicia de John Rawls. Iberóforum. Revista de Ciencias Sociales de la Universidad Iberoamericana,
vol. I, núm. II, 2006, pp. 1-22 Universidad Iberoamericana, Ciudad de México. Distrito Federal, México

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de una teoría más y que de ninguna manera es la única que prevalece, o que esté por encima de
las demás.

Hay un consenso general en que la publicación de Teoría de la Justicia conllevó una


reactivación de la filosofía política. La obra de Rawls es multidisciplinar, y ha recibido especial
atención por parte de economistas, politólogos, sociólogos y teólogos. En este sentido, se puede
decir, que la teoría de Rawls es probablemente la obra de filosofía moral y política más
importante del siglo pasado. Rawls reinstaló el rol central de la teorización sobre la justicia en
las ciencias sociales.

A grandes rasgos la teoría de Rawls considera que los principios de justicia que son objeto
de un acuerdo entre personas racionales, libres e iguales en una situación contractual justa,
pueden contar con una validez universal e incondicional. Él mismo denominó a su teoría de
justicia como: imparcial, apoyado en la idea de que solamente a partir de condiciones
imparciales se pueden obtener resultados imparciales. El tema preeminente en la elaboración
teórica de Rawls es la justicia, además de insistir en el principio de libertad a lo largo de su obra.
Para el filósofo, la justicia es “la primera virtud de las instituciones sociales, como la verdad lo
es de los sistemas de pensamiento”.

Teoría de Justicia

Previo a explicar los argumentos que constituyen la “Teoría de la Justicia” de Rawls, se señala
que, con esta obra, salida a luz en 1971, se propone como objetivo ofrecer, en el contexto de la
filosofía moral moderna una concepción moral alternativa a la derivada del utilitarismo clásico,
el perfeccionismo y la opción intuicionista. Una Teoría de la justicia (A Theory of Justice), de
John Rawls, profesor de Filosofía en la Universidad de Harvard, fue considerada en el momento
de su aparición como una obra revolucionaria. Ciertamente, se ha convertido ya en un clásico de
la filosofía política, traducido incluso a varias lenguas orientales, como el coreano y el japonés.

La novedad de su propuesta consiste en ofrecer una teoría liberal de la justicia, crítica


con el utilitarismo. Rawls pretende sentar unos principios de justicia que sean aceptables para
todos en una sociedad democrática, con independencia de las diversas creencias éticas,
filosóficas o religiosas. Para ello se sirve de las teorías clásicas del contrato social y acuña un
nuevo vocabulario. En lugar del “estado de naturaleza”, ahora nos habla de la “posición original”,
en la que todos nos encontramos antes de entrar en el Estado de Derecho, bajo un “velo de
ignorancia”, esto es, sin saber qué lugar ocuparemos después en la sociedad.

Rawls utilizó en su teoría elementos de la filosofía de Kant, Hume, Locke, Hobbes, e


incluso Aristóteles, sabiamente combinados. Sus propuestas fueron suficientemente amplias
como para ser aceptadas no sólo por quienes defendían el liberalismo clásico, sino también por
los socialdemócratas. Uno de los asuntos claves de la Teoría son los dos principios básicos de
justicia que deben ser respetados en toda sociedad democrática “bien ordenada”, en expresión
de Rawls. Estos dos principios son definidos de distinto modo a lo largo de la obra, tal y como
ocurrió con las formulaciones del imperativo categórico kantiano.

El primero es el que establece la misma libertad para todos los miembros de la sociedad
“Cada persona ha de tener un derecho igual al sistema total más amplio posible de iguales
libertades básicas, que sea compatible con un sistema similar de libertad para todos”. Este
principio prima sobre el otro, de manera que la libertad sólo puede ser restringida en aras de la
propia libertad.

El segundo principio es el de igualdad. Las desigualdades sociales y económicas han de


ser configuradas de modo que respondan a estas dos condiciones: en primer lugar, que se pueda
esperar razonablemente que sean ventajosas para todos, también para los menos aventajados.
Éste es el principio de diferencia, que Rawls llama maximin, diferencias ventajosas para todos,
pero especialmente para que los menos favorecidos logren el máximo beneficio. La segunda

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condición consiste en que estén vinculados a posiciones y cargos accesibles para todos, es decir,
que respeten el principio de igualdad de oportunidades.

El modelo rawlsiano de la justicia como equidad se basa en la idea de que la equidad a


partir de una posición originaria transferirá esa misma equidad a los principios de justicia. El
resultado del acuerdo será justo si el proceso también lo es. Se insiste en la necesidad de una
pureza procesual porque el contrato será la única fuente originaria de la justicia. Esos principios
son los que cualquier persona racional y libre adoptaría si reflexionara equilibradamente
(equilibrio reflexivo). El ideal liberal de justicia está constituido por estas convicciones de
justicia, reflejadas en los dos principios citados. Quienes eligen actúan de forma racional y
desinteresada, pues se presupone que la racionalidad es la base de la cooperación social.

La teoría de la justicia de Rawls se propone jugar un papel esclarecedor, crítico y


orientador de nuestro sentido de justicia. El sentido de justicia es definido por Rawls como la
capacidad moral que tenemos para juzgar cosas como justas, apoyar esos juicios en razones,
actuar de acuerdo con ellos y desear que otros actúen de igual modo. Sin embargo, este proceso
se da a nivel de los individuos en el marco de la sociedad y su estructura básica. A continuación,
revisaremos brevemente estos conceptos. Para Rawls, la sociedad es una asociación más o
menos autosuficiente de personas que en sus relaciones reconocen ciertas reglas de conducta
como obligatorias y que en su mayoría actúan de acuerdo con ellas.

Estas reglas especifican un sistema de cooperación planeado para promover el bien de


aquellos que toman parte de él. Se trata de una empresa cooperativa para obtener ventajas
mutuas, caracterizada por el conflicto y la identidad de intereses. El conflicto surge de la
diversidad de los intereses enfrentados de individuos que desean los mayores beneficios posibles
en tanto éstos son medios para alcanzar sus propias metas, y la identidad tiene que ver con el
reconocimiento de que la cooperación posibilita un mejor modo de vida que el que tendríamos
si tuviéramos que valernos solamente de nuestros propios esfuerzos.

Reacción contra el utilitarismo

El principio de utilidad termina por identificar las nociones de lo bueno y de lo justo, al ver como
justa la distribución de beneficios que maximice el bien, el cual el utilitarismo clásico asocia con
la satisfacción del deseo. Así como un hombre, para realizar su propio bien, hace siempre un
balance de pérdidas y ganancias de modo que en un momento pueda resultarle racional
imponerse un sacrificio para obtener ganancias en el futuro, de la misma manera sería racional
para una sociedad maximizar su bien, aun cuando en aras de lograr el mayor balance neto de
satisfacción posible imponga sacrificios a una parte de sus miembros. Al hacer extensivo a la
sociedad el principio utilitarista de elección individual, este principio se vuelve indiferente al
modo de distribución de la suma de satisfacciones entre los individuos, lo que terminaría por
justificar instituciones como la esclavitud, si los sacrificios de unos cuantos se vieran
compensados ampliamente por la satisfacción de otros en el balance total3.

Las críticas que se volvieron sobre el principio utilitarista de maximización de la utilidad


reconocen tres núcleos temáticos En primer lugar, se objeta la presunción de la comparabilidad
interpersonal de la utilidad que subyace a la noción de suma de utilidades. En segunda instancia,
esta suma de las utilidades no atiende a la forma en que el bienestar está distribuido en la
sociedad, de modo que este criterio sería compatible con la coexistencia de pobreza y opulencia.
Por último, se impugna la reducción del juicio moral a la utilidad, porque ésta, como experiencia
subjetiva, puede adolecer de un desajuste con la realidad, o reflejar una concepción errónea
acerca del bien, sea por falta de información o por creencias equivocadas4.

3 Caballero García, F. (2006). La Teoría de la Justicia de John Rawls. Ibero fórum. Revista de Ciencias Sociales de la Universidad Iberoamericana,
I (II), pg.3
4 Ídem pg. 4

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Lo que pretende Rawls es demostrar en base a la superioridad de su concepción de la


persona moral y de la sociedad, la superioridad del criterio de los bienes primarios frente al del
utilitarismo, puesto que la doctrina de Rawls:

1. Admite que los ciudadanos tengan cada uno una idea de lo que es una vida buena
diferente, opuesta y hasta inconmensurable.
2. Considera que los ciudadanos cooperan juntos en una sociedad porque comparten
principios de justicia, no porque comparten concepciones del bien.

Por tanto, la cuestión que tiene que resolver Rawls para defender la utilización del
criterio de los bienes primarios en contra de un criterio utilitarista es: ¿establecen los bienes
primarios más adecuadamente que la utilidad los modos de reclamar justicia a los ciudadanos,
haciéndose cargo del hecho de que los ciudadanos cooperan por adhesión a principios de justicia
y no porque compartan concepciones del bien? Su respuesta consiste en decir que todos ellos
tienen ciertos intereses en común y los bienes primarios son asimismo de común necesidad para
todos.

Lo que interesa a Rawls señalar es que para hacer comparaciones entre ordenamientos
individuales de preferencias se requiere que tengamos un patrón común de valores que nos
permita decir con seguridad que “ser el individuo i con la política A es mejor que ser el individuo
j con la política B”. Ese patrón común de valores es lo que Rawls llama “función de preferencia
compartida de orden supremo”, que si, por un lado, tiene la ventaja de facilitar el cálculo de qué
política sería la que produciría mayor bienestar en la sociedad, por otro significa que hay una
unanimidad en considerar que ciertas cosas son buenas y que la justicia consiste en tener más
de ellas que menos.

Lo que molesta a Rawls de esta manera de realizar los juicios de justicia es que obliga a
todos los individuos a querer lo mismo y esto es contrario a la tesis liberal que él defiende de que
todos los individuos tienen una concepción diferente de lo que es deseado. La noción de
preferencia compartida de orden supremo es claramente incompatible con la concepción de la
sociedad bien ordenada propia de la concepción de la justicia como equidad. En la sociedad bien
ordenada de la concepción de la justicia no existe por tanto una preferencia compartida de orden
supremo sobre cuya base pudiera hacerse una evaluación compartida de las situaciones globales
de las personas.

Rawls señala que si el utilitarismo puede operar de esa manera imponiendo una
concepción de lo valioso es porque no tiene una concepción adecuada de lo que es ser persona.
Pues, esta depende de tener una identidad; y tener una identidad es equivalente a tener una
concepción del bien propia, puesto que, en primer lugar, la noción de preferencia compartida de
orden supremo implica que tales personas no tienen una determinada concepción del bien con
la que estén comprometidos, sino que consideran sus distintos deseos y capacidades como
rasgos que han de ser ajustado a la búsqueda del lugar más alto posible de la jerarquización
pública.

Las personas de la concepción utilitarista en realidad son “personas vacías”, puesto que
no tiene convicciones o carácter, algo que es permanentemente valioso, sino que solamente tiene
deseos que pretenden satisfacer. Pero lo que más preocupa a Rawls es que cuando las personas
son tratadas como si no tuvieran identidad, al mismo tiempo son tratadas como si no tuvieran
autonomía o estructura moral. Esto puede llevar a configurar una sociedad democrática y
pluralista, pero inaceptable. Rawls pretende por tanto, señalar la diferencia filosófica de
concepción de la persona y de la sociedad que hay tras su propuesta de la justicia como equidad
y la del utilitarismo, destacando que su teoría de la justicia como equidad es una teoría liberal,
mientras el utilitarismo no lo es5.

5
Universitas. Revista de Filosofía, Derecho y Política, n°11, enero 2010, ISSN 1698-7950

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Ideas fundamentales sobre justicia

Rawls y su teoría tiene como propósito esclarecer, criticar y orientar nuestro sentido de justicia,
definiéndolo él como la capacidad moral que tiene el hombre para juzgar algo como justo o
injusto, apoyado en razones, y sirviendo como forma de actuar en una determinada sociedad.

Según Rawls una sociedad es una asociación casi autosuficiente que por sus relaciones
entre sus individuos siguen ciertas reglas de conducta y actúan de acuerdo a ellas. Estas reglas
son para su conjunto mediante la cooperación un plan para promover el bien de aquellos que
forman parte de él, es como si se tratase de una empresa cooperativa para obtener ventajas
mutuas, caracterizada por el conflicto y la identidad de intereses. Dichos conflictos se forman
debido a que cada uno tiene un interés y desean el mayor beneficio, a diferencia de la identidad
que tiene que ver con reconocer que la cooperación posibilita un mejor modo de vida que si
tuviéramos que valernos por nosotros mismos.

El objeto primario de la justicia es la estructura básica de la sociedad, o sea, el modo en


que las grandes instituciones sociales distribuyen los derechos y deberes fundamentales y
determinan la división de las ventajas provenientes de la cooperación social. Por grandes
instituciones, Rawls entiende la constitución política y las principales instituciones económicas
y sociales (protección jurídica, competencia mercantil, propiedad privada, familia monógama).
Las grandes instituciones definen los derechos y deberes del hombre e influyen sobre sus
perspectivas de vida.

El concepto intuitivo de esta estructura básica de la sociedad es que contiene varias


posiciones sociales y que los hombres nacidos en posiciones sociales diferentes tienen diferentes
expectativas de vida. Determinadas tanto por el sistema político como por las circunstancias
económicas y sociales. Rawls reconoce que el concepto de estructura básica es algo vago. No está
siempre claro qué instituciones o cuáles de sus rasgos deberán ser incluidos. Sin embargo, basta
que se apliquen a los casos más importantes de justicia social.

La posición original y el equilibrio reflexivo

Diversos autores tales como Margarita Cepeda consideran que Rawls admite dos limitaciones
de su teoría. La primera es la presunción de la sociedad como un sistema cerrado, aislado de
otras sociedades. La segunda es la de su carácter ideal ya que sólo contempla los principios que
regularían una sociedad bien ordenada, es decir, una sociedad en que todos actúan justamente
y cumplen con el mantenimiento de instituciones justas. Como teoría ideal parte de la pregunta:
¿cómo sería una sociedad perfectamente justa? Rawls considera que la teoría ideal proporciona
una base adecuada para una comprensión sistemática de problemas, ya que sólo una vez
formulados los principios que caracterizan una sociedad justa, puede uno preguntarse por
principios para afrontar las inevitables limitaciones y contingencias de la vida humana y la
injusticia. Una teoría de un estado ideal de los hechos es entonces relevante en la medida en que
proporciona un cuadro claro de lo que es justo, a partir del cual pueden juzgarse las instituciones
existentes.

Para concretar tal estado ideal Rawls recurre a un marco contractual. Así pues, la idea
principal de su teoría es la de que los principios de justicia son el resultado de un acuerdo
original. El acuerdo reemplaza a la noción tradicional de contrato, y no se lleva a cabo
efectivamente, sino que es hipotético. Se trata de un acuerdo al que llegarían personas libres y
racionales interesadas en promover sus propios fines en una situación inicial de igualdad. A esta
situación hipotética equitativa Rawls le da el nombre de posición original. La mejor manera de
entender el sentido de la posición original, es la de verla como un conjunto de restricciones
impuestas a favor de principios de justicia. La pregunta que debemos hacernos es, entonces ¿qué
principios escogeríamos si nos encontráramos sujetos a las condiciones de la posición original?
Estos principios estarían justificados ya que las restricciones de la posición original en la cual
serían escogidos incluyen razones morales. Serían principios que personas racionales, libres e

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iguales acordarían en una situación inicial justa y que son fruto de un acuerdo colectivo que
refleja la integridad y autonomía de las personas racionales contratantes. Y es precisamente en
esta noción de acuerdo en donde radica la importancia de la formulación de la teoría en términos
contractuales, ya que el acuerdo implica una pluralidad de personas y una elección voluntaria
por parte de todas ellas, de donde resulta una escogencia justa, que no iría en detrimento de
nadie.

El velo de la ignorancia.

El velo de la ignorancia es un concepto utilizado por Rawls para llegar a los dos principios de la
justicia. El velo de la ignorancia consiste en que cuando las personas eligen los principios de la
justicia no saben cuáles van a ser sus circunstancias específicas (que posición social ocuparán).
Como los principios que emergerán no son diseñados para la ventaja o desventaja de los
individuos en un particular escenario, los principios que emergen del velo de la ignorancia
pueden ser considerados justos.

El objetivo de la idea del velo de la ignorancia es el de utilizar este concepto como un test
sobre la equidad de los principios de la justicia. Los principios que no emergieran del velo de la
ignorancia no serían aceptables. Los principios que se propondrían si las circunstancias futuras
de un individuo se supieran, se deben excluir. Las personas en la posición original están
interesadas en alcanzar sus propios objetivos y como seres racionales buscan los mejores medios
para ello. Además de ello no están interesadas en los intereses de los otros, es decir, no son ni
envidiosas ni altruistas, sino sencillamente personas que no están dispuestas a sacrificarse por
el bien de los demás. A esto lo llama Rawls el mutuo desinterés.

Todas ellas se encuentran cubiertas por un velo de ignorancia, que les impide conocer
sus circunstancias particulares, entre estas, su propia concepción del bien, sus atributos
naturales y su posición social, si bien les permite conocer hechos generales como leyes de
psicología, de economía, teoría social, etc. Los individuos saben que tienen intereses y fines que
quieren fomentar, pero ignoran cuáles sean. Así, al escoger principios para el fomento de sus
propios intereses elijen aquellos principios que protegen todo tipo de intereses, pues no saben
cuáles sean los suyos. Actuar tras el velo de ignorancia en ventaja propia implica actuar en
ventaja de todos. De esta manera nadie desatiende sus propias pretensiones, pero tampoco
pisotea las de los demás, no por razones altruistas sino por razones del cálculo general que se
aplica. El velo de ignorancia sitúa así a las personas en pie de igualdad y asegura que las
contingencias naturales y sociales no den a nadie ventajas ni desventajas al escoger los
principios.

Los principios de la justicia


Como hemos visto, para Rawls es posible la existencia perdurable, durante un tiempo
prolongado, de una sociedad justa y estable de ciudadanos libres e iguales, los cuales
permanecen profundamente divididos por doctrinas razonables, religiosas, filosóficas y morales,
debido a que existe un procedimiento de naturaleza contractualita en el cual conviven una serie
de individuos sobre los cuales ha caído un grueso velo de ignorancia situándolos en una posición
original donde nadie sabe quién es, y lo único que conservan, además de la capacidad de razonar,
son las nociones económicas (bienes escasos) y sociológicas (clases sociales) más elementales.
Así, mediante un contrato social hipotético, establecerán la estructura básica de la sociedad en
que vivirán. Así pues, por medio de este hipotético contrato se establecerán los principios de
justicia que regirán la vida social, a través de un método que es justo por sí mismo. Es decir,
Rawls establece a partir de su lógica contractual, dos principios que deben caracterizar a una
sociedad justa. Estos dos principios están basados en la posición original según la cual los
individuos bajo un velo de la ignorancia elegirían los principios de la justicia.

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Así pues, los dos principios de la teoría de la justicia de Rawls son:


- Principio de libertades o de distribución de igual número de esquemas de libertades
para todos. Cada persona debe tener un derecho igual al esquema más extenso de
libertades básicas que sea compatible con un esquema semejante de libertades para los
demás.
- Principio de diferencia. Las desigualdades económicas y sociales habrán de ser
conformadas de modo tal que a la vez que: a) se espere razonablemente que sean
ventajosas para todos, b) se vinculen a empleos y cargos asequibles para todos.

LA JUSTICIA COMO IMPARCIALIDAD

En la justicia como imparcialidad, la posición original de igualdad corresponde al estado de


naturaleza en la teoría tradicional del contrato social, como se encuentra en Locke, Rousseau y
Kant. Entre los rasgos esenciales de esta situación, está el de que nadie sabe cuál es su lugar en
la sociedad, su posición, clase o status social; nadie conoce tampoco cuál es su suerte con
respecto a la distribución de ventajas y capacidades naturales, su inteligencia, su fortaleza, etc.

La imparcialidad de la situación contractual a la cual él llama posición original se


garantiza por un velo de ignorancia que impide a los participantes del acuerdo observar y tener
todos los conocimientos particulares, entre ellos los relacionados con su propia identidad y con
la sociedad a la cual pertenecen. De este modo, se depura el acuerdo de la influencia de factores
naturales y sociales que Rawls considera contingentes desde el punto de vista de la justicia, y a
la vez se asegura el tratamiento equitativo de las distintas concepciones del bien.

Se transmite la idea de que los principios de la justicia se acuerdan en una situación


inicial que es justa. Comienza con la elección de los primeros principios de una concepción de la
justicia que habrá de regular toda la crítica y reforma subsecuente de las instituciones. “Una
sociedad que satisfaga los principios de la justicia se acerca en lo posible a un esquema
voluntario, ya que cumple con los principios que consentirían personas libres e iguales bajo
condiciones que son imparciales. En este sentido, sus miembros son autónomos y las
obligaciones que reconocen son autoimpuestas”.

El papel de la Justicia

Una sociedad es una asociación, más o menos autosuficiente, de personas que reconocen ciertas
reglas de conducta como obligatorias en sus relaciones y que actúan, en su mayoría, de acuerdo a
ellas. La justicia es la primera virtud de las instituciones sociales, como la verdad lo es de los
sistemas de pensamiento. Una teoría, por muy atractiva, elocuente y concisa que sea, tiene que
ser rechazada o revisada si no es verdadera; de igual modo, no importa que las leyes e
instituciones estén ordenadas y sean eficientes: si son injustas han de ser reformadas o abolidas.
Cada persona posee una inviolabilidad fundada en la justicia que ni siquiera el bienestar de la
sociedad en conjunto puede atropellar. Es por esta razón por la que la justicia niega que la
pérdida de libertad para algunos se vuelva justa por el hecho de que un mayor bien es compartido
por otros. Por tanto, en una sociedad justa, las libertades de la igualdad de ciudadanía se dan
por establecidas definitivamente; los derechos asegurados por la justicia no están sujetos a
regateos políticos ni al cálculo de intereses sociales6.

Siendo las primeras virtudes de la actividad humana, la verdad y la justicia no pueden


estar sujetas a transacciones. Pero hay una identidad de intereses puesto que la cooperación
social hace posible para todos, una vida mejor de la que pudiera tener cada uno si viviera
únicamente de sus propios esfuerzos. Hay un conflicto de intereses puesto que las personas no

6
RAWLS, John, Teoría de la justicia, México, F.C.E., 1979, p. 17.

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son indiferentes respecto a cómo han de distribuirse los mayores beneficios producidos por su
colaboración, ya que con objeto de perseguir sus fines cada una de ellas prefiere una
participación mayor a una menor. Se requiere entonces un conjunto de principios para escoger
entre las diferentes disposiciones sociales que determinan esta división de ventajas y para
suscribir un convenio sobre las participaciones distributivas correctas7. Estos principios son los
principios de la justicia social: proporcionan un modo para asignar derechos y deberes en las
instituciones básicas de la sociedad y definen la distribución apropiada de los beneficios y las
cargas de la cooperación social.

El objeto de la Justicia

El tema que Rawls trata es la justicia social. El objeto de la justicia es la estructura básica, es
decir, de las instituciones más importantes de una sociedad. Las instituciones de una sociedad
favorecen ciertas posiciones iniciales frente a otras, por tanto, una concepción sobre la justicia
social ha de ser considerada como aquélla que proporciona una pauta con la cual evaluar los
aspectos distributivos de la estructura básica de la sociedad.

De diferentes tipos de cosas se dice que son justas o injustas: no sólo las leyes,
instituciones y sistemas sociales, sino también las acciones particulares de muchas clases,
incluyendo decisiones, juicios e imputaciones. Llamamos también justas e injustas a las
actitudes y disposiciones de las personas, así como a las personas mismas. Para nosotros, el
objeto primario de la justicia es la estructura básica de la sociedad o, más exactamente, el modo
en que las grandes instituciones sociales distribuyen los derechos y deberes fundamentales y
determinan la división de las ventajas provenientes de la cooperación social 8.

Por grandes instituciones entiendo la constitución política y las principales disposiciones


económicas y sociales. Tomadas en conjunto, como esquema, las grandes instituciones definen
los derechos y deberes del hombre e influyen sobre sus perspectivas de vida, sobre lo que puede
esperar hacer y sobre lo que haga. Por tanto, si se supone que el concepto de la justicia se aplica
siempre que existe una repartición de algo considerado racionalmente como ventajoso o
desventajoso, entonces sólo estamos interesados en una parte de su aplicación. Las diversas
concepciones de la justicia son el producto de diferentes nociones de sociedad ante el trasfondo
de opiniones opuestas acerca de las necesidades y oportunidades naturales de la vida humana9.

La idea principal de la teoría de la justicia.

La justicia como imparcialidad son los principios que las personas libres y racionales interesadas
en promover sus propios intereses aceptarían en una posición inicial de igualdad. La posición
original corresponde al Estado de naturaleza en la teoría tradicional del contrato social. Estos
principios son elegidos tras un velo de ignorancia. Las personas elegirán:

a) Igualdad en repartición de derechos y deberes básicos.


b) Las desigualdades sociales y económicas sólo son justas si producen beneficios
compensadores para todos (en particular para los miembros menos aventajados de la
sociedad)

Los principios de la justicia serán el resultado de un acuerdo o de un convenio justo, pues


dadas las circunstancias de la posición original y la simetría de las relaciones entre las partes,
esta situación inicial es equitativa entre las personas en tanto que seres morales, esto es, en tanto
que seres racionales con sus propios fines, a quienes supondré capaces de un sentido de la
justicia. Esto explica lo apropiado del nombre "justicia como imparcialidad": transmite la idea

7
Ídem, p. 18.
8
Ídem, p. 20.
9
Ídem, pp. 20-23.

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de que los principios de la justicia se acuerdan en una situación inicial que es justa. El nombre
no significa que los conceptos de justicia y equidad sean los mismos. Un rasgo de la justicia como
imparcialidad es pensar que los miembros del grupo en la situación inicial son racionales y
mutuamente desinteresados. Esto no quiere decir que sean egoístas, es decir, que sean
individuos que sólo tengan ciertos tipos de intereses, tales como riqueza, prestigio y poder. Sin
embargo, se les concibe como seres que no están interesados en los intereses ajenos10.

La posición original y su justificación.

La posición original es el status quo inicial apropiado que asegura que los acuerdos
fundamentales alcanzados en ella sean imparciales. El “equilibrio reflexivo” está sujeto a ser
transformado en virtud de un ulterior examen. Consiste en revisiones y modificaciones de las
condiciones contractuales como de los juicios para conformarlos a los principios. Es
un equilibrio porque finalmente nuestros principios y juicios coinciden. Y es reflexivo porque
finalmente nuestros principios se ajustan a nuestros juicios reflexivos y conocemos las premisas
de su derivación.

Parece razonable suponer que en la posición original los grupos son iguales, esto es, todos
tienen los mismos derechos en el procedimiento para escoger principios; cada uno puede hacer
propuestas, someter razones para su aceptación, etc. Obviamente el propósito de estas
condiciones es representar la igualdad entre los seres humanos en tanto que personas morales,
en tanto que criaturas que tienen una concepción de lo que es bueno para ellas y que son capaces
de tener un sentido de la justicia. Como base de la igualdad se toma la semejanza en estos dos
aspectos. Los sistemas de fines u objetivos no están jerarquizados en cuanto a su valor, y se
supone que cada quien tiene la capacidad necesaria para comprender y actuar conforme a
cualesquier principios adoptados11.

El utilitarismo clásico.

Está basado en la satisfacción del deseo y su principio es el de la elección racional del individuo.
La decisión correcta es esencialmente una cuestión de administración eficiente. El utilitarismo,
cabe decir, no considera seriamente la distinción entre personas. El propósito es elaborar una
teoría de la justicia que represente una alternativa al pensamiento utilitario en general y, por
tanto, a todas sus diferentes versiones.

Lo primero que debemos observar es que realmente existe una manera de pensar acerca
de la sociedad que hace fácil suponer que la concepción de justicia más racional es la utilitaria.
Para comprobarlo consideremos que cada hombre, al favorecer sus propios intereses, es
ciertamente libre de equilibrar sus propias pérdidas con sus propias ganancias. Puesto que el
principio para un individuo es promover tanto como sea posible su propio bienestar, esto es, su
propio sistema de deseos, el principio para la sociedad es promover tanto como sea posible el
bienestar del grupo, esto es, realizar en la mayor medida el sistema general de deseos al que se
llega a partir de los deseos de sus miembros.

La característica más sorprendente de la visión utilitaria de la justicia es que no importa,


excepto de manera indirecta, cómo se distribuya esta suma de satisfacciones entre los
individuos; tampoco importa, excepto de manera indirecta, cómo un hombre distribuye sus
satisfacciones en el tiempo. La distribución correcta en cada caso es la que produce la máxima
satisfacción12.

10
Ídem. pp. 25-26.
11
Ídem, p. 31.
12 Ídem, p. 35.

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Algunos contrastes relacionados

El utilitarismo es teleológico y la justicia como imparcialidad no. La teoría de la justicia es


deontológica, ya que no especifica el bien independientemente de lo correcto, o por no
interpretar lo correcto como maximización del bien.

La justicia niega que la pérdida de libertad para algunos se justifique por el hecho de que
un bien mayor sea así compartido por otros. Por tanto, en una sociedad justa, las libertades
básicas se dan por sentadas, y los derechos, asegurados por la justicia, no están sujetos al regateo
político ni al cálculo de intereses sociales. La prioridad de la justicia se explica, en parte,
sosteniendo que los intereses que exigen la violación de la justicia carecen de valor. Al no tener
méritos para empezar, no pueden sobreponerse a sus derechos. Esta prioridad de lo justo sobre
lo bueno en la justicia como imparcialidad se convierte en un rasgo central de nuestra
concepción13.

Intuicionismo.

Consideraré el intuicionismo de un modo más general del habitual, esto es, como la doctrina que
mantiene que existe una familia irreductible de primeros principios que tienen que ser
sopesados unos con otros preguntándonos qué equilibrio es el más justo según nuestro juicio.
El rasgo distintivo del intuicionismo no es entonces el ser teleológico o deontológico, sino el
lugar especialmente prominente que le da el recurrir a nuestras capacidades intuitivas sin
guiarnos por criterios éticos constructivos y reconocibles. El intuicionismo niega que exista
ninguna solución útil y explícita al problema de la prioridad14.

El problema de la prioridad.

No es necesariamente irracional apelar a la institución de la intuición para resolver las


cuestiones de prioridad. Puede que exista la posibilidad que no se pueda ir más allá de una
pluralidad de principios. Sin duda, cualquier concepción de la justicia habrá de apoyarse
en alguna medida en la intuición, pero la discusión racional debe prescindir lo más que pueda
de la intuición. Por ello, es sustituyendo el juicio moral por el prudencial se prescinde más de la
intuición. Un ordenamiento serial evita totalmente el tener que nivelar principios: aquellos
situados anteriormente tienen un valor absoluto con respecto a los que los siguen, y se
mantienen sin excepción. Para Rawls el principio de libertad es anterior al principio de
regulación de las desigualdades económicas y sociales. El objetivo práctico es obtener un
acuerdo razonablemente confiable con el fin de proporcionar una concepción común de la
justicia.

Algunas observaciones acerca de la teoría moral.

El sentido de justicia es la facultad mental que implica el ejercicio del pensamiento bajo
condiciones favorables a la deliberación y al juicio en general. Supongamos que cada persona,
después de cierta edad y dotada de la capacidad intelectual indispensable, desarrolla, en
condiciones sociales normales, un sentido de la justicia. Adquirimos una habilidad para juzgar
las cosas como justas e injustas y para apoyar estos juicios en razones. Más aún, comúnmente
tenemos un deseo de actuar conforme a estos pronunciamientos y esperamos un deseo
semejante por parte de los demás. Es claro que esta capacidad moral es extraordinariamente
compleja. Una concepción de la justicia caracteriza nuestra sensibilidad moral cuando los juicios

13
Ídem, pp. 39-42.
14
Ídem, p. 50.

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cotidianos que formulamos son acordes con sus principios. Estos principios pueden servir como
parte de las premisas de un argumento que conduzca a los juicios correspondientes15.

LOS PRINCIPIOS DEL CONTRATO SOCIAL

El principio de libertad

Este primer principio es de libertades o dicho de otra forma como la igual distribución de
número de esquemas de libertades para todos. Cada persona debe tener derecho a toda la
extensión de libertades básicas que sea compatible con la libertad de los demás.

Este es encargado de la distribución de un bien primario de la libertad, y tiene dos


pretensiones: igualdad y maximización de las libertades básicas. Mencionaremos estas
libertades que en realidad tienen carácter político como son, el derecho a votar y desempeñar
cargos públicos; la libertad de expresión y de reunión que son cuando nos juntamos o reunimos
amigos y familiares; la libertad de pensamiento y de conciencia gracias a ella podemos
expresarnos de manera que nos parezca; la libertad personal, que es la libertad frente a la
opresión psicológica, a la agresión física y a la integridad de la persona; el derecho a la propiedad
personal por la cual podemos poseer lo que nos guste, la libertad frente al arresto y a la detención
arbitrarios.

Todos debemos tener igual derecho a estas libertades, ya que son prerrequisito para
lograr modificar o hacer cualquier plan de vida y estas son una condición necesaria para el auto
respeto. Sin ellas una persona no podría tener el sentido del valor propio tampoco la
determinación realizar las propias intenciones. El autor considera que las libertades básicas son
un bien de vital importancia, que las personas comunes no las arriesgarían. Es por ello que, dada
su ignorancia de sus casos particulares, establecen libertades que son iguales para todos. La regla
de prioridad de la libertad tiene su origen en el hecho de que nadie aceptaría una libertad que
no vaya acorde de mayores beneficios económicos. Solo en caso de un conflicto con otras
libertades básicas sería restringida una libertad, esto quiere decir, se haría desigual o menos
extensa de lo que podría ser.

El principio de justificación de las desigualdades

Con este segundo principio notaremos que desigualdades de carácter económico y social habrán
de conformarse tal que:

a) Esperando pacientemente que sean ventajosas para todos.


b) Vinculando puestos laborales y cargos asequibles para todos.

Según Rawls, las personas optarían, una vez una vez que tengan la garantía de poseer
libertades básicas y una justa igualdad de oportunidades, por una repartición desigual de
diferentes recursos primarios tales como el ingreso, la autoridad o la, si luego de esta
distribución de bienes notamos que favorecen de alguna u otra forma a lo que más la
necesitaban, alcanzarían un mayor bienestar en el que considerarían una distribución
equitativa. Este principio aclara que las desigualdades estarían justificadas si se da mayor
beneficio a los que están en peor situación.

Con el segundo principio, una combinación entre el principio de la diferencia con el


principio de la justa igualdad de oportunidades, el autor pretende dar una solución tanto para
al principio liberal de igualdad de oportunidades como al sistema de libertad natural. En el

15
Ídem, p. 55.

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sistema de libertad natural se da una igualdad de oportunidades, que consiste en que la personas
con capacidades similares deben tener cargos y puestos por igual. Rawls es un crítico por no
proponerse una igualdad de condiciones sociales. Ya que nuestras capacidades son habilidades
que vamos adquiriendo de acuerdo al ámbito social, el sistema de libertad natural se ve muy
determinado por temas sociales y también naturales.

El principio de la justa igualdad de oportunidades tiene más prioridad frente al principio


de la diferencia hace que pensemos en que las oportunidades de aquellos con menores
posibilidades muchas alternativas que seguir solo si la distribución hubiese sido estrictamente
igualitaria. Es de esta forma como la desigualdad de oportunidades ocasionada por las
desigualdades económicas que nos lleva al principio de la diferencia la cual propone un aumento
de oportunidades para los que tengan menos.

Este segundo principio da, además, prioridad a la justicia sobre la eficacia, aunque es
compatible con ella. El principio de eficacia nos dice que el bienestar de un grupo está en su
punto óptimo y que es imposible que un integrante del grupo tenga un mejoramiento sin
perjudicar a otro miembro. Este principio de eficacia conlleva a grandes desigualdades y a
injustas distribuciones que se darían.

El principio de la diferencia va a impedir que se deán estas grandes desigualdades y


actuara en beneficio de los que menos tienen, otorgando una distribución eficaz, aquella que no
es posible modificar sin cambiar el parecer del peor situado.

Estos principios se dan, como ya se ha mencionado, en la estructura básica de la


sociedad, y rigen la asignación de derechos y deberes regulando la distribución de las ventajas
económicas y sociales. Su formulación presupone que, para los propósitos de una teoría de la
justicia, puede considerarse que la estructura social consta de dos partes más o menos distintas,
aplicándose el primer principio a una y el segundo a la otra. Así, distinguimos entre los aspectos
del sistema social que definen y aseguran las libertades básicas iguales y los aspectos que
especifican y establecen desigualdades económicas y sociales.

Ahora bien, es esencial observar que las libertades básicas se dan a través de la
enumeración de tales libertades. Las libertades básicas son la libertad política (el derecho a votar
y a ser elegible para ocupar puestos públicos) y la libertad de expresión y de reunión; la libertad
de con-ciencia y de pensamiento; la libertad de la persona que incluye la libertad frente a la
opresión psicológica, la agresión física y el desmembramiento (integridad de la persona); el
derecho a la propiedad personal y la libertad respecto al arresto y detención arbitrarios, tal y
como está definida por el concepto de estado de derecho. Estas libertades habrán de ser iguales
conforme al primer principio.

UNA INSTITUCIÓN JUSTA

El objeto primario de los principios de justicia social es la estructura básica de la sociedad, se


tienen varias instituciones sociales a disposición para un esquema de cooperación. Este
principio tiene que tener una soberanía sobre los derechos y deberes en estas instituciones, y
ellos deberán determinar una favorable y correcta distribución de los beneficios en la vida social.
Los principios de la justicia que se aplican para las instituciones no debe confundirse con los
principios que se aplican para con los individuos ya que cada uno cuenta con sus
particularidades. Estas dos clases de principios deben aplicarse y estudiarse por separado.

Ahora bien, por institución se entiende que es un sistema público que tiene reglas que
definen cargos con sus respectivos derechos y deberes. Existen reglas en las que nos define qué
cosas son permisibles o cuales son prohibidas y también castiga para cuando no se cumplan
estas reglas. Como ejemplos de instituciones sociales más generales, podemos señalar los ritos
y los juegos, procesos judiciales y parlamentos, mercados y sistemas de propiedad.

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Ahora bien, una institución puede pensarse de dos maneras: en primer lugar, como un
ente abstracto, es decir, una posible forma de conducta que se expresa con sistemas de reglas; y
segundo, cuando se realizan las acciones especificadas por estas reglas, que se dan en la forma
de comportarse de individuos determinado tiempo y lugar. Luego, hay una ambigüedad respecto
a lo que es justo o injusto, la institución como un objeto, o la institución que realiza las acciones.
Diremos que la mejor manera de ver a una institución, que actúa de manera imparcial es la que
es justa o injusta.

La institución como objeto abstracto es justa o injusta en el hecho en que cualquier


actividad que se realice de ella sería justa o injusta. Una institución existe en cierto tiempo y
lugar cuando sus acciones se dan conforme a un acuerdo público que hace cumplir el sistema de
reglas que define la institución. Tenemos a las instituciones parlamentarias se dan a conocer por
su sistema de reglas. Estas reglas son variadas de acuerdo a acciones que van desde la de efectuar
una sesión parlamentaria para votar un proyecto de ley, hasta las que determinan y proponen
una moción de orden. Varias clases de normas generales se organizan en un esquema coherente.
Una institución parlamentaria se da en determinado espacio y contexto, en el cual cierta gente
lleva a cabo las acciones apropiadas, y se tiene el trabajo de ocuparse de las actividades del modo
que se le exige, con un reconocimiento recíproco de la aceptación de las pautas de conducta
propuestas por las normas que habrán de cumplir.

Cuando hablamos que una institución, estructura básica de la sociedad, es un sistema


público de tiene sus normas y reglas, se quiere decir que cualquier individuo que sea participe
sabe aquello que sabría si esas reglas fueran el resultado de un acuerdo. Un individuo forma
parte en una institución sabe lo que las normas le exigen tanto a él como a los demás. También
es conocedor que los demás saben de esto y también saben de lo que él sabe, y así sucesivamente.
En realidad, esta condición no siempre es verídica en caso de instituciones reales, pero es una
suposición razonablemente simplificadora.

Los principios de la justicia deberán aplicarse a disposiciones sociales públicas en este


sentido. Cuando las reglas de cierta parte de la institución son conocidas únicamente por
aquellos que pertenecen a ella, podemos suponer que hay un consenso de normas en los que
están en esa parte y pueden hacer reglas para sí mismos, pero con la condición de que sus
objetivos estén destinadas a alcanzar reglas que sean aceptadas por otros, pero sin afectarlos. El
carácter público de las reglas de una institución nos da la seguridad que quienes participan
dentro de ella sepan qué limitaciones de conducta pueden esperar unos de otros y qué acciones
son permisibles.

Más aún, en una sociedad bien ordenada, regulada de modo efectivo por una concepción
compartida de la justicia, existe también un acuerdo público acerca de lo que se considera como
justo e injusto. Los principios de la justicia son elegidos con la condición de que han de ser
públicos. Esta condición es natural en una teoría contractual.

Es necesario saber la distinción entre las reglas que constituyen una institución que
establecen los diversos derechos, deberes, y las estrategias y máximas de cómo se puede sacar el
mejor bastante provecho para propósitos particulares. Las máximas y las estrategias regionales
se fundamentan en acciones permisibles que decidirán los mismos individuos y los grupos desde
su conveniencia en cuanto a sus intereses y creencias, y las conjeturas acerca de los planes de los
otros. Estas máximas y estas estrategias no forman parte de la institución. Más bien pertenecen
a una teoría que es estudiada por la política parlamentaria. Normalmente, la teoría de una
institución, así como la de un juego, consideran las reglas que ya están dadas como fijas, y analiza
cómo se distribuye el poder explicando la probabilidad en que se aprovechen de sus
oportunidades los que participan dentro de ella.

Cuando se planean o se quieren realizar los arreglos sociales, se tienen que examinar, por
supuesto, ciertas pautas, esquemas y las tácticas que permiten, y las formas de conducta que
tienden a promover. Idealmente, las reglas deberán ser dadas de tal manera que los hombres

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sean guiados por sus intereses que predominan, de tal forma que promuevan fines socialmente
deseables. La conducta de los individuos que se guían por su razón debiera ser coordinada en
todo lo posible, de manera que se obtenga resultados que, aun cuando no sean los que se
esperaban o quizá ni siquiera previstos por ellos, sean los mejores desde el punto de vista de la
justicia social.

Bentham piensa en esta coordinación como una identificación artificial de intereses, y


Adam Smith, como la obra de una mano invisible. Este es el objetivo del legislador ideal que
cuando promulga alguna ley, y el del moralista que exige una reforma. Aun así, las estrategias
que son observadas por los individuos muchas veces no forman parte del sistema público de
reglas que se definen en conjunto. Esto es porque varias normas de un acuerdo pueden ser
injustas sin que la institución lo sea.

De igual manera, una institución puede ser injusta, aunque el sistema social en conjunto
no lo sea. No sólo existe la posibilidad de que las normas únicas y las instituciones no tengan en
sí mismas bastante importancia, sino que también puede ocurrir que, dentro de la estructura de
una institución o sistema social, una aparente injusticia se vea compensada por otra. El todo es
menos injusto de lo que sería si no contuviese más que una de las partes injustas. Más aún, es
concebible que un sistema social pueda ser injusto aun cuando ninguna de sus instituciones sea
injusta considerada aisladamente: la injusticia es una consecuencia del modo en que están
combinadas dentro de un sistema único. Una institución puede promover y parecer que justifica
expectativas que son negadas o ignoradas por otras. Estas distinciones son bastante obvias y
simplemente reflejan el hecho de que al evaluar las instituciones podemos considerarlas en un
contexto más amplio o menos amplio.

También existen instituciones en las cuales no se aplica el concepto de justicia. Un rito,


digamos, no es considerado ni como justo o como injusto, aunque sin duda no se podría saber
en qué casos se da lo justo, por ejemplo, el sacrificio ritual del primogénito o de los prisioneros
de guerra. Una teoría general de la justicia habría de considerar cuándo los ritos y otras prácticas
que no son comúnmente pensadas como justas o injustas están sujetas a tal forma de crítica.
Posiblemente tengan que incluir de algún modo la distribución de ciertos derechos y valores
entre las personas.

REFERENCIAS

Referencias bibliográficas según APA


RAWLS, John (1979). Teoría de la justicia. F.C.E. México
Universitas. Revista de Filosofía, Derecho y Política, n°11, enero 2010, ISSN 1698-7950
Caballero García, F. (2006). La Teoría de la Justicia de John Rawls. Iberoforum. Revista de Ciencias
Sociales de la Universidad Iberoamericana, I (II)
Rawls, J. (1997), Teoría de la justicia. Traducción de María Dolores González. México: Fondo de Cultura
Económica.
Osorio, S.N (2010) Una teoría de la justicia social. Universidad Militar Nueva Granada, Bogotá-
Colombia.
Rawls John (1999) Justicia como Equidad, en Justicia como equidad. Materiales para una teoría de la
justicia, traducción y presentación de Miguel Ángel Rodilla. Madrid: Tecnos Editorial.
Kant, Emanuel (1980) Fundamentación de la Metafísica de las Costumbres, Traducción de
Manuel García Morente. México: Ediciones Porrúa.
Gargarela, Roberto (1999) Las teorías de la justicia después de Rawls. Un breve manual de
filosofía política, colección Estado y Sociedad. Barcelona: Paidós Editorial.

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ACTIVIDADES SESIÓN 14

1. En un texto explicativo de un párrafo fundamente la Teoría de la Justicia de John Rawls;


además, en otro párrafo sustente su oposición contra el utilitarismo de la misma Teoría.

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2. Organice en un esquema numérico las ideas relevantes del tema: La justicia como
imparcialidad. Aborde todos los temas que implican identificando las ideas relevantes que
la sustentan. Utilice una hoja adicional para este fin.

3. En un texto explicativo, resuma los fundamentos relevantes del tema: Los principios del
contrato social. Realice una redacción coherente y analítica.

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4. Explique los aspectos e implicancias del tema: Una Institución Justa. En este caso, es
posible relacionarlo con ejemplos que se vincularían a la realidad peruana.

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