El documento presenta el acuerdo de la Suprema Corte de Justicia de la provincia de Buenos Aires para pronunciar sentencia definitiva en una causa de amparo. Se plantea si es fundado el recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley interpuesto por la parte actora contra una sentencia previa. Un juez vota que el recurso no es fundado al considerar que se cumplió con la participación ciudadana requerida y que otras cuestiones planteadas exceden el ámbito del amparo.
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El documento presenta el acuerdo de la Suprema Corte de Justicia de la provincia de Buenos Aires para pronunciar sentencia definitiva en una causa de amparo. Se plantea si es fundado el recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley interpuesto por la parte actora contra una sentencia previa. Un juez vota que el recurso no es fundado al considerar que se cumplió con la participación ciudadana requerida y que otras cuestiones planteadas exceden el ámbito del amparo.
El documento presenta el acuerdo de la Suprema Corte de Justicia de la provincia de Buenos Aires para pronunciar sentencia definitiva en una causa de amparo. Se plantea si es fundado el recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley interpuesto por la parte actora contra una sentencia previa. Un juez vota que el recurso no es fundado al considerar que se cumplió con la participación ciudadana requerida y que otras cuestiones planteadas exceden el ámbito del amparo.
El documento presenta el acuerdo de la Suprema Corte de Justicia de la provincia de Buenos Aires para pronunciar sentencia definitiva en una causa de amparo. Se plantea si es fundado el recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley interpuesto por la parte actora contra una sentencia previa. Un juez vota que el recurso no es fundado al considerar que se cumplió con la participación ciudadana requerida y que otras cuestiones planteadas exceden el ámbito del amparo.
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ACUERDO
En la ciudad de La Plata, a 3 de marzo de 2010,
habiéndose establecido, de conformidad con lo dispuesto en el Acuerdo 2078, que deberá observarse el siguiente orden de votación: doctores Hitters, Pettigiani, Kogan, de Lázzari, se reúnen los se- ñores jueces de la Suprema Corte de Justicia en acuerdo or-dinario para pronunciar sentencia definitiva en la causa A. 68.965, "Rodoni, Juan Pablo y otros contra Municipalidad de Bahía Blanca. Amparo. Recurso extraordinario de inaplica-bilidad de ley". A N T E C E D E N T E S I. La Cámara de Apelación en lo Contencioso Admi- nistrativo con asiento en La Plata, haciendo lugar al re-curso de apelación interpuesto por la Municipalidad de Ba-hía Blanca, demandada en el pleito, revocó la sentencia de primera instancia y, en consecuencia, rechazó la acción de amparo interpuesta en autos, imponiendo las costas del pro-ceso, en ambas instancias, a la vencida (fs. 85/92). II. Disconforme con ese pronunciamiento, la parte actora interpuso recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley (fs. 96/106), cuya denegatoria -con fundamento en la falta de definitividad del resolutorio recurrido- (fs. 108/109) motivó la interposición de la queja prevista en el art. 292 del Código Procesal Civil y Comercial (fs. 149/ 155), admitida por este Tribunal mediante resolución de fecha 29-XI-2006 (fs. 158/159), por la que se declaró mal denegado el recurso referido. Ello, con fundamento en que, en el sub lite, la Cámara se pronunció en relación a cues-tiones sobre las cuales no cabe posibilidad alguna de reabrir el debate, configurándose los extremos que permiten considerar a la sentencia en crisis como definitiva a los fines del acceso a la vía extraordinaria (conf. arts. 278 y 60 de la ley 12.008 -texto según ley 13.101-, v. res. a fs. 158/159). III. Dictada la providencia de autos y encontrán-dose la causa en estado de dictar sentencia, la Suprema Corte resolvió plantear y votar la siguiente C U E S T I O N ¿Es fundado el recurso extraordinario de inapli-cabilidad de ley? V O T A C I O N A la cuestión planteada, el señor Juez doctor Hitters dijo: I. La sentencia recurrida revocó la decisión de primera instancia que había hecho lugar al amparo incoado por vecinos de la ciudad de Bahía Blanca contra la Muni-cipalidad homónima y declarado la invalidez de los actos administrativos relacionados con la construcción de un puente sobre el arroyo Napostá en dicha localidad, en particular el llamado a licitación nº 400 para la construc-ción de la citada obra (publicado en el Boletín Oficial de la Provincia de Buenos Aires 25.117) haciendo saber al titular del mencionado departamento municipal que, previo a adoptar decisiones administrativas relativas a la ejecución de dicha obra, deberá observar y dar estricto cumplimiento a lo dispuesto en los arts. 12, 19, 20 y 21 de la ley nacional 25.675; 2 incs. "c" y "d", 5, 10, 12, 18, 19 y 20 de la ley provincial 11.723 y 27 del dec. ley 6769/1958 y sus modificatorias (ver fs. 61/68). La decisión de la alzada, en lo que interesa a los fines del presente recurso, se asentó en los siguientes fundamentos: a) No surge del marco fáctico la existencia de un perjuicio ambiental gravitante que justifique la paraliza-ción de la obra. b) El conjunto de falencias que se atribuye al procedimiento de evaluación de impacto ambiental relaciona-das con la participación ciudadana resultan desvirtuadas, de un lado, por el dilatado trámite que exhiben las cons-tancias arrimadas a la causa y del otro, por las conclusiones vertidas en el informe producido por la con-sultora contratada por la comuna a ese efecto. Ello revela -a juicio del Tribunal- que la participación ciudadana reclamada se aprecia consumada, aunque tal vez sin la ortodoxia de las normas que aplica el a quo, y en todo caso, evidencia que el trámite observado carece de reflejo en un daño ambiental con demostrada enti-dad para inhibir la decisión de la autoridad pública. Añadió que de las constancias obrantes en el expediente puede apreciarse no sólo la intervención veci-nal, sino también la de entidades intermedias, que fueron volcando su opinión respecto a la actuación pública que se reclamara para la zona. Concluyó así que la sucesión de propuestas y formulaciones fue abundante, y demuestra de manera inequí-voca que la decisión adoptada no marginó la participación que denuncian los actores. c) En cuanto al exceso de atribuciones que la decisión de grado reprocha al departamento ejecutivo, en atención a la competencia material del Consejo Deliberante respecto al establecimiento de una obra pública (art. 27 del decreto ley 6769/1958), y sin perjuicio de puntualizar la alzada que el argumento, en la forma en que fue plan-teado, es inhábil per se para dar cabida al trámite excepcional del art. 43 de la Constitución nacional, señala que tal participación ha quedado cumplida y consumada, pues el órgano deliberativo autorizó el gasto que fuere a de-mandar la obra pública, conclusión que -según señala- surge de una interpretación armónica de las atribuciones de uno y otro departamento (arts. 24, 25, 27, 29, 59 inc. "c", 60 y concs., decreto ley 6769/1958). d) Respecto a la peticiones actorales no conside-radas por la sentencia, así como en relación al alcance de la propia condena en cuanto anula decisiones administrati-vas que solo enuncia de manera determinable (temas ambos que el decisorio abordó en forma conjunta), señaló que tanto los requerimientos omitidos como el indicado alcance del pronunciamiento dispositivo, exceden los límites del amparo ambiental para situarse en el espacio común de las vías ordinarias, adecuadas, no sólo a un debate amplio de la materia controvertida, sino, a la vez, a la garantía de contradicción suficiente (art. 18 C.N.). Añadió que esos andariveles adjetivos, sea por conducto del Código Procesal Administrativo (arts. 1, 2, 6, 12, 13, 14, 22, 67 y concs., ley 12.008), en su caso, o por la acción declarativa del art. 683 del Código procesal (art. 161, C.P.B.A.), en otro, constituyen los canales idó-neos para el trámite de cuestiones cuya elucidación revela una complejidad de impropio tratamiento por la vía tutelar de excepción elegida. II. Contra dicha decisión se alza el quejoso me-diante el presente recurso de inaplicabilidad de ley en el que denuncia violación de la ley en cuanto estima inapli-cados los arts. 18, 19, 20 y 23 de la ley 11.723 rela-cionados con la declaración de impacto ambiental y absurdo en la valoración de la prueba. a) Con relación al primer agravio, sostiene que al encuadrar el proyecto en las previsiones del inc. d) del Anexo de la ley 11.723 (rectius: Anexo II, Capítulo II, ap. 2, inc. "d"), que contempla a las intervenciones edilicias, apertura de calles y remodelaciones viales, correspondía que el mismo fuera sometido a proceso de Evaluación de Impacto Ambiental, debiendo la autoridad ambiental re-cepcionar y responder todas las observaciones fundadas, con carácter previo a la Declaración de Impacto Ambiental. Sostiene que el resolutorio impugnado omitió aplicar el art. 23 de la ley que en forma clara prescribe, respecto de los proyectos que no observen lo pautado en esa norma, la posibilidad de presentarse en la justicia y solicitar la suspensión de la obra o, en el caso, la del proceso licitatorio iniciado para concretarla. b) Denuncia que el dispositivo sentencial incu-rrió en absurdo en la apreciación de la prueba al interpre-tar que la decisión del municipio no marginó la partici-pación de los habitantes -dejando de aplicar los arts. 17 y 18 de la ley 11.723 y 19, 20 y 21 de la ley 25.675- pues surge claro -a su juicio- que la autoridad municipal no ha instrumentado el proceso obligatorio de audiencia pública y de participación ciudadana, pese a que ello fue debidamente solicitado. Enfatiza que la decisión yerra en la apreciación de la prueba cuando entiende garantizado el procedimiento de participación y consulta sin comprender que deben darse con posterioridad a la decisión del proyecto a realizar, posibilitando la intervención de toda la sociedad, lo que -sostiene- no sucedió en autos. Señala -en esa línea- que la participación que se acredita con anterioridad a la decisión de concreción del proyecto (año 2004) no es la participación que regula la ley 11.723, y que creer lo contrario es tan absurdo como creer que la ley pretende una participación ciudadana sin conocer a ciencia cierta el proyecto a realizarse. Idéntico vicio endilga a la decisión en cuanto consideró cumplido el requisito de recepcionar y responder las observaciones fundadas al que alude el art. 18 de la ley 11.723, pues nunca la autoridad municipal se expidió respecto de las presentaciones realizadas por los suscrip-tos, pese a que en el dictamen de la asesoría letrada de fs. 124 se establece que se deberán tener presente las oposiciones formuladas para el momento oportuno, oportuni-dad que -sostiene- nunca llegó atento que jamás se les dio consideración sustancial. Reitera la crítica de absurdo en la apreciación que hace la sentencia en crisis también con relación al daño ambiental que acarrea la construcción del puente y del daño al patrimonio colectivo de la ciudad de Bahía Blanca, y destaca la falta de adecuación del proyecto comunal a lo aconsejado por la consultora. Niega que no se aprecie un daño ambiental severo e irreversible pues, a su juicio, ello no es así y surge de la prueba de autos, que fue apreciada en forma absurda por la sentencia. Describe en ese sentido el impacto visual, la pérdida de espacio público utilizado para el esparcimiento y el impacto vehicular, todo lo cual -a su juicio- surge del informe de la consultora. III. Liminarmente, y en función de lo decidido por este Tribunal a fs. 158/159, donde se acogió favorable-mente la queja interpuesta por los actores, advierto que los agravios traídos por los recurrentes integran el catálogo de cuestiones que fueran tratadas por la resolu-ción en crisis y cuya reedición en un proceso posterior se encuentra vedada, atento haber sido materia de expreso pronunciamiento en tal instancia. De allí que tales aspec- tos de la sentencia estén revestidos de la nota de defini-tividad que habilita la competencia casatoria de esta Corte a su respecto (art. 278 in fine, C.P.C.C.). Ello, sin perjuicio de señalar el impropio abor-daje en el que incurrió la alzada, desde un punto de vista técnico, al pronunciarse positivamente sobre cuestiones de fondo, al tiempo de señalar que la vía procesal intentada se muestra improcedente para tal postulación. IV. Anticipo que el recurso es de recibo. 1. De la reseña de argumentos que antecede se desprende que las críticas que porta el embate se vinculan con el defectuoso cumplimiento que atribuyen a la Admi-nistración demandada, con relación a las normas que rigen el procedimiento de Evaluación de Impacto Ambiental respecto a un proyecto vinculado a la construcción de un puente y a la apertura de una calle en un espacio verde circundante al Arroyo Napostá, en la localidad de Bahía Blanca. Concretamente, denuncian la inexistencia de la pertinente Declaración de Impacto Ambiental y la irregular instrumentación de mecanismos de participación ciudadana en dicho procedimiento. Ha expresado este Tribunal en relación al tema, que la Evaluación de Impacto Ambiental (E.I.A.), es un pro-cedimiento jurídico administrativo cuyo objeto es identifi-car, predecir e interpretar los impactos ambientales de un proyecto o actividad sobre el medio ambiente, a los efectos de su aceptación, modificación o rechazo por parte de la autoridad de aplicación. A su turno, el Estudio de Impacto Ambiental (Es.I.A.): es un elemento parcial de la E.I.A.; consiste en un análisis técnico interdisciplinario destina-do a predecir, identificar, ponderar y corregir las conse-cuencias o efectos ambientales que un proyecto o actividad tiene sobre la calidad de vida del hombre y su entorno. Sería el producto del proceso y a veces se denomina "informe de impacto ambiental" porque es un informe escrito que documenta el proceso del que surgió. En algunas legis-laciones aparece también como una "manifestación ambiental" (conf. Grasetti, Eduardo, "Estudios Ambientales", Ed. He-liasta, Bs. As. 1998, pág. 441) (C. 90.020, sent. del 14-XI-2007). Por su parte, la Declaración de Impacto Ambiental constituye un acto administrativo emanado de la autoridad ambiental provincial o municipal -según el caso- de carác-ter previo a la resolución administrativa que se adopte para la realización y/o autorización de ciertas obras o actividades, y que -sobre la base de los dictámenes, obser-vaciones realizadas por los interesados, y de la Evaluación de Impacto Ambiental- podrá contener la aprobación de la realización de la obra, su condicionamiento al cumplimiento de instrucciones modificatorias, o bien la oposición a su realización (arts. 12, 18, 19, 20 y concordantes de la ley 11.723). Tal declaración, como acto administrativo median-te el cual la Autoridad de marras se pronuncia acerca de la viabilidad del proyecto, y -en su caso- sobre sus condicio-nes de ejecución, valorando para ello los reseñados ante-cedentes colectados en el procedimiento de Evaluación de Impacto Ambiental, es el antecedente que permite al intere-sado ejercer el debido control de la actividad estatal a través de los diferentes medios de impugnación a su alcance (conf. MORELLO, Augusto M.; SDBAR, Claudia B., "Acción po-pular y procesos colectivos", Lajouane, 2007, p. 195; ESAIN, José A., "Evaluación de Impacto Ambiental y medida autosatisfactiva ... en Derecho Ambiental", Eduardo P. Ji-ménez (Coordinador), EDIAR 2004, pp. 220-221; MASSA, Héctor R., "A propósito de la declaración de impacto ambiental", APC 2009-1-6). De allí que la eventual inobservancia de este recaudo, cuando resulta exigido por el ordenamiento, constituye un vicio esencial en el procedimiento de forma-ción de la voluntad estatal que conduce a su invalidez. A tenor de lo normado en el art. 10 de la citada ley, no toda obra o actividad ha de estar precedida de la mentada declaración, pues ésta resulta imperativa sólo res-pecto de aquéllas que "produzcan o sean susceptibles de producir algún efecto negativo al ambiente de la Provincia de Buenos Aires y/o sus recursos naturales", extremo que también es exigido por la ley 25.675 en aquellos casos en que la obra o actividad "sea susceptible de degradar el ambiente, alguno de sus componentes, o afectar la calidad de vida de la población en forma significativa" (arts. 11 y 12). Es decir, que -en principio- la Declaración de Impacto Ambiental constituye un acto administrativo de obligatoria expedición únicamente cuando los efectos noci-vos derivados de la obra superen el umbral previsto en el art. 10 de la ley 11.723, en concordancia con el art. 11 de la ley 25.675, lo que remite a la previa indagación fáctica acerca de las potenciales consecuencias de la obra o acti-vidad. Importa destacar, sin embargo, que en aquellas hipó-tesis donde una norma disponga imperativamente su reali-zación, la Administración deberá emitir la pertinente Declaración de Impacto Ambiental con independencia de cual-quier valoración acerca de los eventuales efectos que pu-dieren derivarse de la obra. Resta señalar, en esta mirada introductoria, que la ley general 11.723 garantiza con claridad a todos los habitantes de la provincia el derecho a participar en los procesos en que esté involucrada la protección, mejora-miento y restauración del ambiente en general (art. 2 inc. "c"), derecho que el Estado provincial y los municipios deben acatar (art. 5, primer párrafo) reglamentando un procedimiento de autorización de obras que rinda tributo a los principios liminares que la ley protectiva del medio ambiente enfatiza (Ac. 90.941, sent. del 8-III-2006). La aludida participación (que también tiene base normativa en los arts. 19, 20 y 21 de la ley 25.675), reconoce su raíz en la garantía que plasma el art. 28 de la Carta local, en cuanto consagra el deber del Estado de garantizar el derecho a solicitar y recibir la adecuada información y a participar en la defensa del ambiente, de los recursos naturales y culturales. 2. Abordaré en primer lugar la queja que concier-ne a la denunciada violación a los arts. 18, 19, 20 y 23 de la ley 11.723, con relación a la inexistencia en el proceso de evaluación ambiental de la pertinente Declaración de Impacto Ambiental. A fin de abastecer adecuadamente el tratamiento del presente agravio, debo señalar que en autos ha quedado firme e incontrovertida la denunciada ausencia de tal declaración. Afirmada por el actor en su líbelo inicial a fs. 15 vta./17, no fue objeto de desconocimiento en el informe evacuado por el municipio a fs. 47/51, en tanto resultó materia de expreso pronunciamiento por el senten-ciante de grado (ver fs. 61/68 vta., en particular, consi- derando "cuarto"), quien se expidió sobre tal incumpli-miento sin que esa parcela de la decisión fuera impugnada en la apelación interpuesta por el demandado a fs. 73/77 vta., lo que ha conducido a la señalada firmeza. De allí que sea menester indagar si -como sostiene el quejoso- tal requerimiento deviene aplicable en el sub lite a fin de juzgar la juridicidad del obrar administrativo cuestionado. En autos el recurrente señala la existencia de un dispositivo -que denuncia inaplicado fs. 100 vta.- que impone la obtención de dicho acto administrativo con prescindencia de toda indagación acerca de la magnitud de tales consecuencias, lo que conduciría a la irregularidad del procedimiento de formación de la voluntad estatal que -como en el caso- haya prescindido de la declaración en cuestión. En efecto, el Anexo II de la ley 11.723 deslinda las atribuciones provinciales y municipales en orden a la participación que ambas esferas tendrán en los procesos de Evaluación de Impacto Ambiental. Dentro de la órbita de incumbencias municipales, su Capítulo II prescribe que cada municipio determinará las actividades y obras susceptibles de producir alguna alteración al ambiente y/o elementos constitutivos en su jurisdicción, y que -por lo tanto- "so-meterá a Evaluación de Impacto Ambiental". A renglón se-guido (y con relación a la expresa cita que realiza el recurrente), prescribe el dispositivo que "... sin perjui-cio de lo anterior, serán sometidos a Evaluación de Impacto Ambiental municipal, los siguientes proyectos: ... b) Intervenciones edilicias, aperturas de calles, y remodela-ciones viales..." (Anexo II, punto II, ap. 2). Queda claro, en el contexto normativo referido, que el legislador ha sustraído del ámbito de valoración de la autoridad municipal a las citadas obras viales, asimi-lándolas a priori en su tratamiento a las definidas en el ap. 1 del citado capítulo II del Anexo II, es decir, a aquéllas "susceptibles de producir alguna alteración al ambiente y/o elementos constitutivos en su jurisdicción". De tal asimilación en cuanto al régimen, ha de seguirse que la norma las ha considerado merecedoras de la Declaración de Impacto Ambiental, independientemente de su posiciona-miento respecto del umbral al que aluden los arts. 10 de la ley 11.723 y 11 y 12 de la ley 25.675.- por lo que la aludida exigencia -en tales casos- resulta de ineludible acatamiento por parte de la Administración, siendo su omi-sión susceptible de viciar el acto dictado en consecuencia. En mi opinión, las obras cuestionadas, consisten-tes en la construcción de un puente vehicular sobre el Arroyo Napostá, y la apertura de una vía de circulación que vinculará las calles Fuerte Argentino con la Avda. de los Haylanthus, cuyas dimensiones, características y materiales a utilizar fueron detalladas en el pertinente Pliego de Bases y Condiciones glosado en el Anexo documental -fs. 266 y ss. del Anexo II, cuerpo II, en particular fs. 282- incluidas en el llamado a licitación pública 400 para la "ejecución de la obra Construcción de Puente Vehicular sobre Arroyo Napostá en calle Fuerte Argentino -BOP de fecha 7/05/2005-, encuadran en la previsión legal que el recurso denuncia inaplicada. De ello se desprende que la demandada no ha ajustado su conducta a los recaudos exigidos por dicha normativa en consonancia con lo que dispone el artículo 12 de la ley 11.723, en lo tocante a la exigencia de contar con la Declaración de Impacto Ambiental con carácter previo a la autorización de los actos cuestionados". Resta señalar, que tal omisión no puede ser subsanada por la ulterior apreciación efectuada por el órgano judicial, en orden a la eventual significación del daño futuro denunciado (y al que el dispositivo en crisis tilda de rayano con los límites de lo accesible a la vía jurisdiccional), toda vez que -como se expresó- más allá de la efectiva incidencia que pudiera producir la obra en el entorno (y que a juicio de la alzada no supera el límite de lo tolerable), la aludida exigencia viene impuesta a la Administración con independencia de toda valoración sobre tal magnitud. Tal incumplimiento, constituye un vicio en el proceso de formación de los actos cuestionados que -en el caso- conduce a su invalidez. 3.- Juzgo asimismo acreditado el denunciado vicio de absurdo en la apreciación de la prueba con relación a la participación ciudadana en el proceso de evaluación de impacto ambiental, crítica que se vincula al incumplimiento de la efectiva intervención que debe conferirse a los particulares en el iter de formación de la decisión estatal de construir las obras en cuestión, y cuyo amplio recono-cimiento es de la esencia del procedimiento ambiental (arts. 41 de la Constitución nacional; 28 de la Constitu-ción de la Provincia; 19, 20 y 21 de la ley nacional 25.675 y 2 inc. "c", 17 y 18 de la ley provincial 11.723). Desde ese mirador, asiste razón a los impugnantes cuando sostienen que el dilatado trámite que hayan insumido las actuaciones, no constituye constatación que por sí conduzca a considerar satisfecho el derecho a participar del que gozan los particulares, como contrariamente sostiene el decisorio en crisis; máxime si dicha participa-ción no ha reconocido una dirección uniforme (como lo ad-mite la propia resolución recurrida a fs. 88), ni obedeció a una convocatoria amplia articulada por la Administración, sino a la presentación espontánea de los particulares en las actuaciones. También aciertan al señalar que resulta absurda la conclusión del sentenciante en cuanto tuvo por garanti-zada la participación ciudadana en el procedimiento, sobre la base de una supuesta abundancia de propuestas y formula-ciones que se sucedieron en el expediente, ya que ello importa soslayar que tal intervención debe darse con poste-rioridad a la definición misma del proyecto, pues lo con-trario conduciría a sostener que la ley pretende una participación sin conocer a ciencia cierta el proyecto a realizarse. Y es que el tránsito por el procedimiento de Evaluación de Impacto Ambiental supone el sometimiento a alguna instancia informativa o participativa acorde con la índole de la iniciativa en cuestión (I. 68.174, sent. del 18-IV-2007). El cabal acatamiento por parte de la Autoridad Ambiental de tales formalidades no puede ser suplido por cualquier actuación material del Estado (doctr. de C. 90.020, sent. del 14-XI-2007), ni queda abastecido por la agregación al expediente de un estudio privado respecto del cual no consta que haya sido objeto de acto expreso de aprobación por parte de autoridad competente (I. 68.174, citada precedentemente), a lo que cabría agregar, que -en el caso- tal estudio evidencia notables diferencias respec-to de la obra que fue objeto de llamado a licitación, as-pecto este sobre el cual la alzada ha omitido toda referen-cia. De allí que también carece de sentido acudir al mínimo reflejo que pudiera tener tal omisión en las even-tuales consecuencias lesivas al medio ambiente para jus-tificarla, como lo ha hecho la sentencia recurrida. Y es que las deficiencias instrumentales denunciadas respecto de este tramo del procedimiento de Evaluación de Impacto Ambiental -que en el caso, se vinculan a la convocatoria que el Estado debe instrumentar imperativamente- son susceptibles de viciar el obrar de la Administración (conf. doctr. B. 64.464, sent. del 31-III-2004). Lejos de implicar una mera ortodoxia procesal vacía de sentido, tales recaudos constituyen el resguardo de un bien jurídico distinto al medio ambiente -aunque ligado a su protección- y su inobservancia se proyecta como una lesión al "derecho a participar" que subyace en el art. 41 de la Ley Funda-mental, y que la Carta provincial plasmó expresamente en el art. 28 como deber del Estado de "garantizar el derecho a solicitar y recibir la adecuada información, y a participar en la defensa del ambiente". De allí que su falta de instrumentación útil y efectiva, también repercuta en la validez de los actos administrativos dictados en su consecuencia. 4. Lo expuesto es suficiente para descalificar la decisión atacada, toda vez que -como se expresó- la ilegi-timidad del obrar estatal se ha configurado al no haber implementado la Administración el procedimiento de Evalua-ción de Impacto Ambiental en lo que hace a la exigencia de la previa participación ciudadana y la emisión de la Declaración de Impacto Ambiental (conf. doctrina causas B. 64.413, sent. del 4-IX-2004; B. 64.464, sent. del 31-III- 2004). Por tales razones, considero inoficioso expedirme acerca del absurdo que el recurrente imputa al decisorio, en cuanto tal decisión estimó que no se revela un daño potencial severo e irreversible de compromiso al ambiente, pues más allá de la suerte que pudiera tener esta parcela del recurso, cierto es que -como se adelantó- en el sub lite las normas infringidas imponen la observancia de los recaudos que han sido omitidos con prescindencia de toda valoración sobre los eventuales efectos que la obra pudiere producir en el entorno. V. En consecuencia, si mi propuesta es comparti-da, corresponde revocar la decisión recurrida, declarar la nulidad de los actos administrativos vinculados al llamado a licitación pública nº 400 para la ejecución de la obra "Construcción de Puente Vehicular sobre Arroyo Napostá en calle Fuerte Argentino" (Boletín Oficial de la Provincia de fecha 7-V-2005), y ordenar a la Municipalidad de Bahía Blanca que, con carácter previo a la adopción de cualquier medida vinculada a tal ejecución, lleve a cabo una eva-luación de impacto ambiental que garantice la efectiva participación ciudadana y culmine con la, en el caso, nece-saria Declaración de Impacto Ambiental. Las costas de ambas instancias se imponen al de-mandado (arts. 19, ley 13.928 y 289, C.P.C.C.). Voto por la afirmativa. Los señores jueces doctores Pettigiani, Kogan y de Lázzari, por los fundamentos expuestos por el señor Juez doctor Hitters, votaron también por la afirmativa. Con lo que terminó el acuerdo, dictándose la siguiente S E N T E N C I A Por lo expuesto en el acuerdo, que antecede se declara procedente el recurso extraordinario de inaplica-bilidad de ley entablado, revocando la decisión recurrida, declarando la nulidad de los actos administrativos vincu-lados al llamado a licitación pública nº 400 para la ejecución de la obra "Construcción de Puente Vehicular so-bre Arroyo Napostá en calle Fuerte Argentino" (Boletín Oficial de la Provincia de fecha 7-V-2005) y ordenando a la Municipalidad de Bahía Blanca que, con carácter previo a la adopción de cualquier medida vinculada a la ejecución, lleve a cabo una evaluación de impacto ambiental que garan-tice la efectiva participación ciudadana y culmine con la, en el caso, necesaria Declaración de Impacto Ambiental. Las costas se imponen al demandado vencido (arts. 19 de la ley 13.928 y 289 del C.P.C.C.). Regístrese, notifíquese y devuélvase.
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