Proclama A La Nación Americana Emitida Por Miguel Hidalgo en Guadalajara

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1810

Proclama a la nación americana emitida por Miguel Hidalgo en Guadalajara.


Noviembre 21, 1810

PROCLAMA A LA NACIÓN AMERICANA

¿Es posible, americanos, que habéis de tomar las armas contra vuestros hermanos, que están empeñados,
con riesgo de su vida, en libertaros de la tiranía de los europeos y en que dejéis de ser esclavos suyos?

¿No conocías que esta guerra es solamente contra ellos, y que por tanto sería una guerra sin enemigos,
que estaría concluida en un día, si vosotros les ayudáis a pelear?

No os dejéis alucinar, americanos, ni déis lugar a que se burlen más tiempo de vosotros y abusen de
vuestra bella índole y docilidad de corazón, haciéndoos creer que somos enemigos de Dios y queremos
trastornar su santa religión, procurando, con imposturas y calumnias, hacernos parecer odiosos a vuestros
ojos.

No: los americanos jamás se apartarán un punto de las máximas cristianas heredadas de sus honrados
mayores.

Nosotros no conocemos otra religión que la católica, apostólica romana, y por conservarla pura e ilesa en
todas sus partes no permitiremos que se mezclen en este continente extranjeros que la desfiguren.

Estamos prontos a sacrificar gustosos nuestras vidas en su defensa, protestando delante del mundo
entero, que nunca hubiéramos desenvainado la espada contra estos hombres (cuya soberbia y
despotismo hemos sufrido con la mayor paciencia por espacio de casi trescientos años, en que hemos visto
quebrantados los derechos de la hospitalidad y rotos los vínculos más honestos que debieron unirnos,
después de haber sido el juguete de su cruel ambición y victimas desgraciadas de su codicia, insultados y
provocados por una serie ininterrumpida de desprecios y ultrajes, y degradados a la especie miserable de
insectos reptiles) si no nos constase que la Nación iba a perecer irremediablemente y nosotros a ser viles
esclavos de nuestros mortales enemigos, perdiendo para siempre nuestra religión, nuestro rey, nuestra
libertad, nuestras costumbres y cuanto tenemos más sagrado y mas precioso que custodiar.

Consultad a las provincias invadidas, a todas las ciudades, villas y lugares, y veréis que el objeto de
nuestros constantes desvelos es el mantener nuestra religión, el rey, la patria y pureza de costumbres, y
que no hemos hecho otra cosa que apoderarnos de las personas de los europeos y darles un trato que
ellos no nos darían ni nos han dado a nosotros.

Para la felicidad del reino, es necesario quitar el mando y el poder de las manos de los europeos.

Este es todo el objeto de nuestra empresa, para la que estamos autorizados por la voz común de la Nación
y por los sentimientos que se abrigan en los corazones de todos los criollos, aunque no puedan explicarlos
en aquellos lugares en donde están todavía bajo la dura servidumbre de un gobierno arbitrario y tirano,
deseosos de que se acerquen nuestras tropas a desatarles las cadenas que los oprimen.

Esta legítima libertad no puede entrar en paralelo con la irrespetuosa que se apropiaron los europeos
cuando cometieron el atentado de apoderarse de la persona del excelentísimo señor Iturrigaray y
trastornar el gobierno a su antojo, sin conocimiento nuestro, mirándonos como hombres estúpidos, o más
bien como manada de animales cuadrúpedos, sin derecho alguno para saber nuestra situación política.

En vista, pues, del sagrado fuego que nos inflama y de la justicia de nuestra causa, alentaos hijos de la
Patria, que ha llegado el día de la gloria y de la felicidad pública de esta América.

Levantaos, almas nobles de los americanos, del profundo abatimiento en que habéis estado sepultados, y
desplegad todos los resortes de vuestra energía y de vuestro invicto valor, haciendo ver a todas las
naciones las admirables cualidades que os adornan y la cultura de que sois susceptibles.

Si tenéis sentimientos de humanidad, si os horroriza el ver derramar la sangre de vuestros hermanos y no


queréis que se renueven a cada paso las espantosas escenas de Guanajuato, del paso de las Cruces, de
San Jerónimo Aculco, de La Barca, Zacoalco, y otras; si deseáis la quietud pública, la seguridad de vuestras
personas, familias y haciendas, y la prosperidad de este reino; si apetecéis que estos movimientos no
degeneren en una revolución, que procuramos evitar todos los americanos exponiéndonos en esta
confusión a que venga un extranjero a dominarnos; en fin, si queréis ser felices, desertaos de las tropas de
los europeos y venid a uniros con nosotros; dejad que se defiendan solo[s] los ultramarinos, y veréis esto
acabado en un día, sin perjuicio de ellos ni vuestro, y sin que perezca un solo individuo, pues nuestro ánimo
es sólo despojarlos del mando sin ultrajar sus personas ni haciendas.

Abrid los ojos, considerad que los europeos pretenden: ponernos a pelear criollos contra criollos,
retirándose ellos a observar desde lejos, y en caso de serles favorables, apropiarse toda la gloria del
vencimiento, haciendo después mofa y desprecio de todo el criollismo y de los mismos que los hubiesen
defendido.

Advertid que aun cuando llegasen a triunfar ayudados de vosotros, el premio que deberían esperar de
vuestra inconsideración era el que doblasen vuestra cadena, y el veros sumergidos en una esclavitud
mucho más cruel que la anterior.

Para nosotros es de mucho más aprecio la seguridad y conservación de nuestros hermanos; nada más
deseamos, que el no vernos precisados a tomar las almas contra ellos.

Una sola gota de sangre americana pesa más en nuestra estimación que la prosperidad de algún combate,
que procuraremos evitar en cuanto sea posible y nos lo permite la felicitad pública a que aspiramos, como
ya lo hemos hecho.

Pero con sumo dolor de nuestro corazón protestamos que pelearemos contra todos los que se opongan a
nuestras justas pretensiones, sean quienes fueren.

Y para evitar desórdenes y efusión de sangre, observaremos inviolablemente las leyes de guerra y de
gentes, para gobierno de todos en lo de adelante.

Nota: hasta el 20 de noviembre, están de nuestra parte cinco provincias, conviene a saber: Guadalajara,
Valladolid, Guanajuato, Zacatecas y San Luis Potosí; y de un día para otro se espera también estarlo
Durango, Sonora y demás Provincias Internas, estándola también Toluca y mucha parte de la costa de
Veracruz.

Fuente: De la crisis del modelo borbónico al establecimiento de la República Federal. Gloria Villegas Moreno y
Miguel Angel Porrúa Venero (Coordinadores) Margarita Moreno Bonett. Enciclopedia Parlamentaria de
México, del Instituto de Investigaciones Legislativas de la Cámara de Diputados, LVI Legislatura. México.
Primera edición, 1997. Serie III. Documentos. Volumen I. Leyes y documentos constitutivos de la Nación
mexicana. Tomo I. p. 81.

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