Agridulce Entrega Final
Agridulce Entrega Final
Agridulce Entrega Final
Agridulce
perdiendo, le dije que parara esta farsa, que ya sabía la verdad, mis palabras fueron
como un témpano de hielo porque la dejé fría, no hubo respuesta, solo obtuve
silencio y su cabeza inclinada me confirmaba lo visto, después de ese día no volví a
cruzar palabra alguna con ella.
Noviembre 2010, es día de grados, daba inicio la despedida del grado décimo
hacia nosotros, compartimos la cena, recordamos momentos y no podía faltar algo
de licor para celebrar el momento, siendo ya de madrugada algunos estaban
saliendo, sabía que pronto era la hora de volver a la realidad, me despedí de todos
menos de ella, me tomo la mano y me dijo que si la podía llevar a su casa, vivía a
sólo unas cuadras por lo que fuimos caminando, quería decirles tantas cosas,
tomarla de la mano, besarla, un sin fin de pensamientos pasaban por mi cabeza, y
de repente en un salto se tumbó sobre mi pecho, sin decir una sola palabra sólo lloró
por quince minutos, pude sentir su tristeza y su dolor, sólo una palabra salió de sus
labios, “perdón”.
Continuamos hacia su casa, me dio las llaves para que entrara a su
habitación, para sorpresa mía, tenía colgadas todas las cartas que había escrito
durante dos largos años, quede impactado, ver esto me transportaba a cada lugar,
cada momento, pasaron unos diez minutos esperando en su alcoba, sentí que puso
música suave, apagó la luz, cerró la puerta y me abrazó fuertemente.
Aún recuerdo sus labios susurrándome al oído, su voz diciéndome que nunca
me podría olvidar, supe que era nuestra despedida, sentía su respiración, su olor ya
había impregnado todo el cuarto, busqué sus labios y deje salir los deseos más
profundos hacia ella ,mis manos la buscaban, mis besos recorrían cada rincón, cada
espacio de su cuerpo, mis caricias esculpían cada milímetro de su ser, mis palabras
estimulaban sus sentidos, no había límites, no había consecuencias, sólo éramos
ella y yo, dos cuerpos, un solo sólo ser y aquel deseo insaciable de recorrer su
cuerpo, de que sintiera suyas mis caricias, sólo éramos nosotros y el deseo de
amarnos.
Aquella noche fue inolvidable, un sueño hecho realidad y a su vez una
realidad que tenía que aceptar, aceptar el hecho que lo vivido solo sería un recuerdo
y en su memoria su mejor aventura, y para mí, fue mi palabra, pensamiento, poesía
y mi dolor. Finalmente, ya hace ocho años que no estas y podría recordar la dulzura
de sus labios y lo amargo que eran mis días cuando en ellos con otro te veía pasar,
te recuerdo en la distancia con este sabor agridulce que no se puede quitar.