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Oda a la tristeza
TRISTEZA, escarabajo
de siete patas rotas,
huevo de telaraña,
rata descalabrada,
esqueleto de perra:
Aquí no entras.
No pasas.
Ándate.
Vuelve
al Sur con tu paraguas,
vuelve
al Norte con tus dientes de culebra.
Aquí vive un poeta.
La tristeza no puede
entrar por estas puertas.
Por las ventanas
entra el aire del mundo,
las rojas rosas nuevas,
las banderas bordadas
del pueblo y sus victorias.
No puedes.
Aquí no entras.
Sacude
tus alas de murciélago,
yo pisaré las plumas
que caen de tu manto,
yo barreré los trozos
de tu cadáver hacia
las cuatro puntas del viento,
yo te torceré el cuello,
te coseré los ojos,
cortaré tu mortaja
y enterraré tus huesos roedores
bajo la primavera de un manzano.
PABLO NERUDA: Odas elementales, Cátedra.
La depresión es un estado de ánimo triste, deprimido, de mal humor, con inhibición del curso del
pensamiento, débil voluntad e incapacidad de decisión. Es una manifestación normal cuando hay
causas exteriores que la explican. Sin una base normal suficiente y en grado intenso, se presenta
en diversas enfermedades mentales. […]
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Hay en la tristeza un sentimiento de opresión y de vacío. Lersch destaca la oscuridad interior de
la tristeza, que contrapone a la luminosidad que se experimenta en la vivencia de alegría. Se ha
descrito la tristeza como abatimiento, vacío en la vida, inclinación a la noche y a la muerte. Se
refieren todas estas descripciones a la no consecución de la aspiración a hallar un sentido en el
mundo, un sentido en el que pueda apoyarse la existencia y obtener su plenitud.
FRIEDRICH DROSCH: Diccionario de Psicología, Herder.
Y pues amas reír, ríe, y la brisa Vaya la rosa con su olor a cuestas,
lleve el son de los líricos cristales el recuerdo, conmigo, y yo con nadie.
de tu reír, y haga temblar la risa ANTONIO GALA
la barba de los Términos joviales. Hipérbaton, elipsis
RUBÉN DARÍO
Personificación, aliteración, metáfora, epíteto
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Más desperté del dulce desconcierto; Hacen falta unos brazos seguros como el viento,
y vi que estuve vivo con la muerte, y como el mar un beso.
y vi que con la vida estaba muerto. LUIS CERNUDA
FRANCISCO DE QUEVEDO Símil o comparación, elipsis
Paradoja, paralelismo
Uco, uco, uco, uco. …que tenemos que hablar de muchas cosas,
Abejaruco. compañero del alma, compañero.
FEDERICO GARCÍA LORCA MIGUEL HERNÁNDEZ
Onomatopeya, epíteto Apóstrofe, epanadiplosis
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1.3
Analiza la métrica de los siguientes fragmentos poéticos. Indica el número de sílabas de cada
verso, el esquema métrico (con las letras correspondientes), el tipo de estrofa al que pertenece y
el tipo de rima.
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que cada vez que me miras
con tus ojuelos me abrasas.
MELÉNDEZ VALDÉS
Copla. Versos octosílabos. Esquema métrico: -a-a. Rima asonante.
1.4
Lee los tres textos que reproducimos a continuación y analiza en cada uno de ellos los si-
guientes aspectos:
a) Indica si están en prosa o en verso (y, en este caso, analiza la métrica en general).
El primero, en verso. Endecasílabos (arte mayor), rima consonante ABCBAC. Los otros dos, en prosa.
b) Identifica a qué género y subgénero literario corresponde. Justifícalo teniendo en cuenta las ca-
racterísticas explicadas en esta unidad.
El primer fragmento forma parte de la Égloga Primera de Garcilaso de la Vega. En este fragmento, dos
pastores, en un ambiente bucólico, hablan de amores. El segundo es un fragmento de una obra dramá-
tica, concretamente de una comedia. La ambientación es realista, el tema es ligero y su intención es lú-
dica. El tercero es en prosa. Es un texto narrativo, un cuento. Es breve, su finalidad es entretener.
CLOTILDE. ¿Y tu padre, que hace veintiún años, el día doce de enero de mil novecientos diecinueve, a
las cinco y tres cuartos de la tarde, nos anunció a todos los que estábamos merendando en la terra-
za: «Voy a acostarme para no levantarme ya más», y que, desde entonces, está metido en la cama?
MARIANA. Lo de papá siempre he oído decir que fue un desengaño amoroso, y que tú, que enton-
ces acababas de llegar de Francia, no eras ajena al asunto, por cierto.
CLOTILDE. ¿Y lo he negado yo alguna vez? Efectivamente: media hora antes de aquello, en el jardín,
acababa de desengañarle en redondo; pero ni yo podía presumir que al conocer mi fallo se iba él
a acostar de un modo vitalicio, ni ningún amante desdeñado suele abrazarse a la almohada con
esa tenacidad. Escriben rimas, como Bécquer; o se atizan un tiro, como Larra; o se casan con una
muchacha de Zamora, que es lo más frecuente. Pero para hacer lo que hizo y sigue haciendo tu
padre, desengáñate, Mariana, para eso hay que estar un poco… (Hace un ademán de guilladura.),
un poco aturdido.
MARIANA. ¿Y no puedo salir a mamá? No sé casi nada de ella, pero no he oído decir que cometie-
se nunca ningún disparate.
CLOTILDE. Se casó con tu padre, que ya estuvo bien.
ENRIQUE JARDIEL PONCELA: Eloísa está debajo de un almendro, Espasa-Calpe.
El cacique Huantepeque asesinó a su hermano en la selva, lo quemó y guardó sus cenizas calien-
tes en una vasija. Los dioses mayas le presagiaron que su hermano saldría de la tumba a vengarse
y el fratricida, temeroso, abrió dos años después el recipiente para asegurarse de que los restos es-
taban allí. Un fuerte viento levantó las cenizas cegándole los ojos para siempre.
ÓSCAR ACOSTA: «El vengador», en Antología de cuentos e historias mínimas, Austral.
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