Contratos Bancarios
Contratos Bancarios
Contratos Bancarios
El contrato bancario es una especie de contrato que tiene una característica particular que lo diferencia de la
generalidad de los contratos: su naturaleza jurídica; constituyen en su mayoría contratos de adhesión.
Los contratos de adhesión se caracterizan por ser unilaterales en su redacción o elaboración por cuanto no
existe un acuerdo mutuo en la determinación de las clausulas y demás estipulaciones del contrato, sino que
esa determinación queda en manos de una de las partes, en este caso la entidad bancaria, dejando a la otra
parte la opción de aceptar o negar el contenido del contrato sin la posibilidad de negociar libremente sus
términos.
En Bolivia, los bancos ofrecen principalmente tres tipos de operaciones a los clientes: operaciones de
depósito (pasivas), operaciones de crédito (activas) y, operaciones de servicios (neutras). Cada operación
nace a consecuencia de la suscripción de un contrato bancario, presupuesto necesario e imprescindible.
A. Contratos de Depósito (operaciones pasivas): Este tipo de operaciones consiste en la entrega de dinero
(clasificado por la doctrina como deposito irregular) que hace el cliente al banco para que éste último lo
guarde, custodie y restituya cuando el cliente así lo desee o según los términos y condiciones pactados.
Como su nombre indica, el banco se constituye en la parte pasiva de la obligación jurídica bancaria, ya que
existe una relación de deudor-acreedor, donde el cliente es acreedor del banco en cuanto a los depósitos
realizados. Cabe resaltar que los depósitos irregulares constituyen la principal fuente de captación de
recursos para las entidades financieras.
No obstante, también está permitido el depósito de bienes conocidos como depósitos regulares donde la
entidad financiera se encarga de guardar y custodiar los bienes para posteriormente restituirlos en iguales o
similares condiciones. Este tipo de operaciones son consideradas neutras por ser operaciones bancarias de
servicios más que de depósito.
Nuestra legislación nacional reconoce los siguientes contratos de depósito: el de cuenta corriente bancaria,
de depósitos en cuentas de ahorro, de ahorro y préstamo para vivienda, depósitos a la vista y a plazo.
C. Contratos de Servicios (operaciones neutras): Mediante las operaciones neutras los bancos desarrollan o
prestan determinados servicios a los clientes. Dejan de captar y colocar recursos para participar como
intermediarios financieros. No obstante, las prestaciones de servicios lógicamente no son a titulo gratuito,
sino que son necesariamente remuneradas mediante una comisión. Los contratos bancarios que reflejan las
operaciones neutras son: depósito de títulos-valores, crédito documentario, fideicomiso, alquiler de cajas de
seguridad, emisión de títulos-valores, fianza bancaria, titularización, y, los servicios de transferencias, pagos
y cobranzas.
http://www.emba.com.bo/index.php?option=com_content&view=article&id=110%3Ael-contrato-
bancario&Itemid=114&lang=es
Concepto
Contratos bancarios.
Generalmente aparecen unidos a otros contratos, por ejemplo en contrato de cuenta corriente
bancaria. Podemos definir de la manera que lo define el Código de comercio, es el contrato
realizado entre una entidad de crédito y un cliente, para regular una relación jurídica bancaria,
encuadrado dentro de la actividad de intermediación crediticia en la que el banco capta fondos
del público, para utilizarlos en la concesión de créditos.
Dos son las operaciones fundamentales:
Operaciones de activo, es cuando el banco concede a través de préstamos a un cliente.
Operaciones de pasivo, cuando es el cliente le hace un depósito en el banco.
- Contrato de cuenta corriente.
Surge en conexión con otro contrato del que es una operación accesoria, como es el previo
depósito de una suma de dinero en un banco.
Se trata de un contrato de gestión bancario, el banco realiza todos las operaciones de caja
que le encomienda el cliente y algunos de ellos a cambio de una percepción de una comisión.
Para que exista el contrato tiene que existir ese desembolso mínimo, puede ser abierto a
nombre de una o más personas, si son más personas se llama cuenta de disposición solidaria.
Obligaciones y derechos que nacen del contrato.
El banco se compromete a informar de forma periódica de los movimientos de la cuenta, del
estado de la cuenta.
Si así está pactado, algunas cuentas generan intereses a su favor, generalmente no.
Le corresponde cobrar las comisiones que tenga establecidas. Estas comisiones están
fijadas por el Banco de España.
- Contrato de apertura de crédito.
Es aquel en que el banco se compromete a conceder crédito al cliente por una suma
determinada y un plazo determinado, pasado el cual, el cliente tendrá que devolver el crédito y
todo ello a cambio de una comisión, un dinero que percibe el banco.
Frente al crédito, préstamo normal, presenta una ventaja, el cliente puede ir disponiendo de
sumas de dinero en sucesivas veces hasta una cantidad determinada. El banco lo que hace
es que va pagando los cheques del cliente.
Se perfecciona por el consentimiento, contrato bilateral, contrato oneroso y al finalizar el
cliente debe devolver el crédito.
- Transferencia bancaria-
Es una operación que se explica teniendo en cuenta la existencia de 2 cuentas bancarias,
pertenecientes a dos personas distintas.
El cliente, ordenador de la transferencia, lo que hace es autorizar al banco para que se
deduzca de su cuenta la cantidad y la transfiera y abone en la cuenta del otro, que
se llama beneficiario. Podemos considerar que por medio de la transferencia se da una orden
para que se transfiera de una cuenta a otra de una determinada cantidad.
No es un contrato en si mismo, es trasmisiones de fondos que están escritos en las
operaciones bancarias. Está dentro de lo que son derechos inherentes del cliente al abrir una
cuenta.
Nace una obligación del banco de hacer la transferencia, que si no es cumplida es la
responsabilidad del banco. El derecho del banco es a cobrar comisión en todo caso.
El crédito que nace a favor del beneficiario.
- Contrato de alquiler de cajas de seguridad.
El convenio de este contrato con el banco, cede mediante un precio un compartimiento dentro
de su edificio.
No es un contrato de arrendamiento, no lo es porque la función principal es la custodia, tiene
carácter mixto, parte de arrendamiento uso de cosa del otro y también es un contrato de
depósito. Se paga un alquiler. El banco exige que no haya materias peligrosas.
http://html.rincondelvago.com/contratos-bancarios.html
Hemos afirm ado que para que exista una operación bancaria, de acuerdo al
concepto de la misma, es imprescindible que participe un banco; por
consiguiente, al ser el contrato bancario nada más que la manifestación jurídica
de aquella, para que un contrato pueda inclui rse en la categoría de los contratos
bancarios, una de las partes co ntratantes debe necesariamente ser un banco
1[1].
Sin embargo, éste sólo elemento no basta, debe agregarse otro que tiene
relació n con un sujeto determinado. Son necesarios, entonces, dos elementos
para co nfigurar a la o peració n de banco. Por un lado un elemento sustancial o
intrínseco representado por la necesidad de que debe haber intermediació n en
la circulación del crédito, en la circulación del dinero; por otro lado, un
elemento extrínseco o formal, representado por la necesaria interv ención de un
banco. Uniendo ambos elementos es que podemos llegar a l concepto de
operación de banco 3[3].
B. Clasificación
En este sentido, las operaciones activas son aquellas en las que el banco asume
la posición de acreedor frente al cliente. So n operaciones activas los siguientes
contratos: la ape rtura de crédito, el préstamo bancario y el descuento.
Por el contrario, las o peracio nes pasivas son aquellas en las que el banco asume
la posición de deudor frente a su cliente. So n operaciones pasivas el contrato de
depósito bancario y el contrato de red escuento.
a. Apertura de crédito
La obligación del banco consiste en poner a disposición del cliente la cant idad
de dinero estipulada en el contrato y respetar el plazo convenido en el mismo.
b. Préstamo
Las obligacio nes del prestatario (cliente) so n las siguientes: pagar los intereses
pactados y las comisiones banc arias estipuladas en el contrato y devolver el
capital prestado en la fecha concertada.
c. Descuento bancario
* Concepto
Sobre esta cuenta corriente, el cuenta correntista tiene derecho a librar cheques
debiendo para ello tener fondos suficientes depositados en ella o de lo contrario
tener autorización del banco para girar en descubierto, esto es, tener una línea
de crédito abierta.
Otras obligaciones del cliente son las de abo na r los gastos y comisiones como
por ejemplo por venta de chequeras o por devolución de cheques librados sin
fondos.
* Formali dades
2) Por voluntad de una sola de las partes con el preaviso exigido por el
artículo 34 de la Ley de 1.919. El artículo 34 de la Ley de 1 .919 admite
que la cuenta corriente bancaria puede cerrarse cuando lo exija el
banco o el cliente, previo aviso con 10 días de anticipación, salvo
pacto en contrario.
La muerte provoca la cesación de los ma ndatos por disposición del artículo 2.086
del Código Civ il y del 326 del Código de Co mercio. Pero, tratándose del cheque,
la Ley crea una excepción: mantiene su eficacia la orden que el cheque contiene
y el banco debe atenderla.
El cheque creado antes de la quiebra es váli do ya que fue creado por una
persona que, al hacerlo, tenía capacidad plena. Ciertos actos realizados dentro
del período de sospecha, establecido por la Ley, pueden ser atacados por las
acciones revocatorias concursales; pero mientras no lo sean, conserva n su
eficacia.
En el artículo 185 de las normas de la Reco pilació n del Ban co Central del
Uruguay se establece que la compraventa de moneda extranjera deben ser
documentadas en boletas numeradas correlativamente o por equipos
electrónicos de contabilidad debidamente autorizados, donde debe estar
impresas el nombre y domicilio de la empresa. También, se impone la
documentación de estas operaciones de la misma manera con respecto a las
operaciones de cambio antes referidas (art. 184).
La apertura del cofre por medio diverso al indicado hace necesaria la presencia
de un escribano público que certifique el pro cedimiento de apertura labrando
las correspondientes actas.
La naturaleza jurídica del contrato por el que se adquiere el uso de la caja es
muy discutida. En general, predomina la tesis del arrendamiento de cosas. A
nuestro juicio, lo más acertado será ver en esa figura jurídica un contrato mixto
de arrendamiento d e cosa (cesión de uso de la caja) y de depósito (vigilancia o
custodia del lugar en que se halla instalada la caja).
d. Servicios
El giro bancario es el contrato bancario por el cual el banco recibe una suma de
dinero de su cliente, o la orden de debitarla de una cuenta corriente de su
propiedad, para que la ponga a disposición de otra persona o de él mismo, en
una plaza distinta, a cambio del pago de una comisión.
Se habla de giro cuando el banco recibe orden de remitir una determinada suma
a una persona en una plaza bancaria distinta. Los b ancos pueden cumplir estas
operaciones sin desplazamiento ni transporte material de numerario mediante
simples órdenes de pago cursadas a sus sucursales, agencias o corresponsales en
otros bancos.
Por esta operació n, el cliente del banco entrega documentos para que éste
realice las facturas de cobro. El deudor de esos documentos deberá concurrir al
banco a efectuar el pago.
3. Servicios de pago
Los bancos prestan diversos servicios de pagos. En especial, los entes públicos
canalizan sus cobranzas a través de entidades de intermediación financiera.
Los bancos, también, pueden encargarse de pagar salarios. La Ley 16.696 prevé
que el Banco Central del Uruguay preste esos servicios. Así lo dispone el art. 29:
“(Servicios bancarios por cuenta y orden). El Banco, tanto en nombre propio
como por cuenta y orden del Poder Ejecutivo, podrá celebr ar convenios de pagos
y compensación o cualquier otro tipo de contrato con fines similares o
relacionados con instituciones públicas y pr ivadas, que pr opor cionen esos
servicios.”
Luego, se anexa el pro yecto de contrato que se celebrará por el banco con el
Ministerio de Economía en que el banco ofrecerá a sus clientes titulares de
cuentas corrientes y de caja de ahorr os, el servicio de pago de la sumas que el
Estado les adeude en su calidad de proveedores y beneficiarios de pagos
mediante el sistema de crédito en sus respectivas cuentas. Los acreedores o
beneficiarios de pagos indicados deberán ser titulares de cuentas , donde se
efectuará el pago, en cualquiera de las dependencias del banco dentro del
territorio nacional.
4. El servicio de garantías
Constituyen una operación por la cual el banco colabora con sus clientes, sin
tener que poner fondos a su disposición. Se llama también crédito de firma.
a. Modalidades
Las obli gacio nes del banco serán exigibles según las co ndiciones que se pacten
en cada caso.
Toda fianza de este tipo contiene el riesgo de ser una especie de crédito en
descubierto pues no se puede precisar de antemano cuanto se ha de pagar, salvo
que se estipule un tope.
Tratándose de garantías, son mayores las precauciones a tomar porque por ellas
el banco se liga por más tiempo y durante ese tiempo el banco no puede
retirarlas. Si fuere un contrato de apertura de crédito, el banco puede romper el
compromiso ante el camb io de situació n del cliente; pero siendo una garantía
queda atado y el acreedor sólo lo liberará por sustitució n con otro garante y tal
cosa es prácticamente imposible si el garante ha desmejorado la situación.
Además, son distintos los criterios a tener en cuenta por el banco s antes de
otorgar la fianza. No basta que se informe de la situación financiera del cliente.
Especialmente cuando se trata de fianzas vinculadas con licitacio nes, ha de
tenerse en cuenta si el cliente tiene los medios técnicos y huma no s adecuados
para cumplir con la co ntratación, lo cual es más difícil de evaluar que la
consistencia de un balance.
Los bancos, para afro ntar esos riesgos, deben tomar contragarantías y así lo
hacen en la práctica
http://www.derechocomercial.edu.uy/bol10ctosbanc.htm
CONTRATOS BANCARIOS
Introducción
Como ya ha sido expuesto anteriormente, el sistema financiero está integrado por tres pilares o bases
fundamentales, que son el mercado de banca, el de valores y el de seguros.
Inicialmente nos centraremos en el marco jurídico del mercado de banca. Más adelante nos referiremos,
adicionalmente, a la protección del inversor y del tomador de seguros.
Aunque en la práctica diaria prevalece el concepto de banca, el empresario o profesional podrá entrar en
contacto no sólo con bancos, en sentido estricto, sino también con cajas de ahorros y con cooperativas de
crédito. Desde el punto de vista de la contratación, estos tres tipos de entidades desarrollan, hoy día, la misma
actividad. La tendencia se ha acentuado al generalizarse entre las cajas de ahorros el ejercicio indirecto de la
actividad financiera a través de bancos.
Por tanto, parece más ajustada la referencia a entidad de crédito, que aglutina a bancos, cajas y cooperativas
de crédito, entre otros. No obstante, aquí utilizaremos preferentemente la denominación que prevalece en la
práctica y que da título a este apartado (contratos bancarios).
Definición
Son contratos bancarios aquéllos que sirven al desarrollo de la actividad típicamente bancaria, siendo lo
esencial la pertenencia del contrato al conjunto de operaciones mediante las cuales las entidades de crédito
ejercen, de manera habitual y con ánimo de lucro, funciones de intermediación en el crédito.
Así, por ejemplo, el contrato por el que un banco alquila a una empresa un local comercial no tendría el
carácter de bancario, a pesar de la intervención de una entidad de crédito.
Contratación con condiciones generales. Los contratos bancarios, al igual que la inmensa mayoría de los
contratos que suscriben las grandes empresas con sus clientes, no se negocian individualmente en sus
aspectos generales, sino que la libertad de la otra parte consiste simplemente en aceptar el contenido
contractual que se le ofrece o en rechazarlo. Dependiendo de las circunstancias concretas de la negociación
en cada caso podrán establecerse las condiciones específicas que acuerden las partes. Por tanto, partiendo
de que los contratos bancarios contienen condiciones generales de la contratación y de que los potenciales
clientes sólo podrán aceptar o rechazar en conjunto el documento que se les ofrece (de ahí la relevancia de
que exista una competencia efectiva entre entidades, para que los potenciales clientes puedan elegir la opción
que más les interese) dichos contratos han de cumplir una serie de requisitos y formalidades, de conformidad
con la Ley de Condiciones Generales de la Contratación (Ley 7/1998, de 13 de abril). Así, para la
incorporación de las condiciones generales, el cliente debe firmar el contrato, siendo necesario que éste aluda
a las condiciones generales incorporadas, y se le facilite un ejemplar de las mismas. Las cláusulas generales
deberán ajustarse en su redacción a los criterios de transparencia, claridad, concreción y sencillez. No
quedarán incorporadas las condiciones generales que el cliente no haya tenido oportunidad real de conocer
de manera completa al tiempo de la celebración del contrato, ni las cláusulas ilegibles, ambiguas, oscuras e
incomprensibles.
Elementos de los contratos bancarios. En todo contrato bancario se pueden distinguir tres elementos, que son
los personales, el objeto y la forma del contrato.
Los elementos personales del contrato son la entidad de crédito que, a través de la sucursal o agencia,
contrata la prestación de determinado servicio financiero relacionado, generalmente, con la entrega de dinero,
y el cliente, en sentido amplio, sea empresario o consumidor.
En el caso de clientes consumidores se les aplica en su beneficio una normativa protectora más estricta que
cuando el cliente actúa en el ejercicio de una actividad profesional o empresarial.
La relación del cliente con la entidad de crédito se inicia en la generalidad de los casos con la apertura de una
cuenta a la vista, que servirá de soporte y contabilización para cuantas relaciones posteriores se inicien entre
las partes (abono de intereses de una imposición a plazo fijo, adeudo de cuotas de amortización de un
préstamo, etc.).
En el supuesto de empresas que actúan en el tráfico mercantil por medio de sus órganos de administración
(administrador único, administradores mancomunados, consejo de administración, consejero-delegado) o
apoderados, será requisito previo el bastanteo por los servicios jurídicos de la entidad de crédito de las
facultades de éstos para operar, a cuyos efectos se solicitará la aportación de diversa documentación
(escrituras de constitución de la sociedad, escrituras de poder, certificados de actas y acuerdos adoptados por
la empresa, certificados del asiento registral de la sociedad en el Registro Mercantil...).
El objeto del contrato bancario es la entrega de dinero o la prestación del servicio financiero por parte de la
entidad a cambio de un precio que satisface el cliente, el cual, según su naturaleza, recibe habitualmente el
nombre de comisión o de tipo de interés. En la práctica bancaria los contratos tienen por objeto prestaciones
conectadas directa o indirectamente con el dinero. Hay alguna excepción, como el contrato de alquiler de
cajas de seguridad, en el que incluso es frecuente recoger la prohibición de introducir dinero en la caja.
Concretando más, atendiendo a su objeto, el contrato bancario puede ser de tres tipos: de pasivo, de activo y
neutros.
El contrato de pasivo es aquél en el que la entidad de crédito recibe del cliente fondos, que la entidad podrá
aplicar a sus fines propios. El cliente, por la entrega de dichos fondos, ostenta un derecho de crédito frente a
la entidad, en virtud del cual podrá reclamar la devolución tanto del principal como de los intereses generados.
La devolución al cliente de los fondos depositados será inmediata, en el supuesto de los contratos de pasivo a
la vista (cuenta corriente, libreta de ahorros) o diferida, en los casos en que la entrega haya sido para su
devolución transcurrido un plazo determinado (imposición a plazo fijo), salvo que el cliente acepte satisfacer
una penalización por obtener la disponibilidad inmediata del dinero. Hoy día sobre los rasgos del contrato de
depósito tienden a prevalecer los del contrato de comisión, por los servicios de caja que la entidad de crédito
presta al cliente (ordenar a través de una cuenta a la vista pagos a terceros, o recibirlos), por los que ha de
satisfacerse comisiones a la entidad por tal servicio (comisión de mantenimiento, comisiones por operaciones
concretas, como ocurre con las transferencias ordenadas por el cliente o el abono en cuenta de cheques
firmados por terceros). En los contratos de pasivo surge la posibilidad de que por una situación de iliquidez
coyuntural o insolvencia de la entidad, ésta no pueda restituir al cliente los fondos depositados, por lo que
para mitigar este riesgo existen el Fondo de Garantía de Entidades de Crédito (Real Decreto-ley 16/2011, de
14 de octubre). El importe garantizado de los depósitos tendrá como límite la cuantía de 100.000 euros o su
equivalente en divisas, por depositante y entidad. Debe precisarse que esta garantía solo rige para los
productos que adoptan la forma de depósito, no siendo aplicable para otros productos tales como
participaciones preferentes, pagarés u obligaciones subordinadas, razón por la que estos últimos productos
suelen ofrecer un interés superior a los depósitos, pues de su reintegro solo responde la solvencia de la
entidad financiera.
En el contrato de activo la entidad entrega dinero (contrato de préstamo) u ofrece su disponibilidad (contrato
de crédito en cuenta corriente, o de crédito en tarjeta), obligándose el cliente a la restitución de los fondos
efectivamente recibidos o dispuestos, respectivamente, y al pago de intereses y comisiones. En ocasiones
también se cobra al cliente una comisión por la mera disponibilidad de los fondos, aunque no haga uso de tal
facultad, como ocurre en las pólizas de crédito en cuenta corriente, que son uno de los productos más
demandados por los empresarios y autónomos para financiación a corto plazo, a fin de hacer frente a los
desfases de tesorería. Los contratos de activo generalmente están autorizados o intervenidos por un notario
(escritura o póliza), para reforzar la garantía de recuperación de las sumas debidas en caso de impago por el
prestatario o acreditado, pues de esta forma se abre la vía del juicio ejecutivo.
Por último, el contrato neutro o de servicios es aquel que tiene por objeto la prestación de un servicio bancario
por la entidad de crédito, siendo remunerado por el cliente mediante el pago de una comisión. Este tipo de
contratos y servicios están hoy en expansión. Como ejemplos puede hacerse mención del depósito y la
administración de valores, la transferencia bancaria, la cuenta corriente bancaria (en la medida en que sirva
para ordenar y recibir pagos, prevaleciendo los caracteres de la comisión sobre los rasgos del depósito), el
alquiler de cajas de seguridad, etc.
En principio, la forma de los contratos bancarios es libre. Según el Código de Comercio, para los contratos
bancarios rige el principio de libertad de forma, lo cual debe ser matizado. Hay contratos que necesariamente,
por disposición legal, han de formalizarse por escrito (crédito al consumo), y otros que han de otorgarse en
escritura pública (préstamo hipotecario). Hay otros contratos que, si bien la legislación mercantil no exige que
reúnan determinada formalidad, la normativa de transparencia y protección de la clientela requiere que se
formalicen por escrito (apertura de cuenta corriente, libreta de ahorros o emisión de medios de pago
vinculados a dichas cuentas), con determinado contenido (inclusión de la TAE, por ejemplo), e incluso con
determinada estructura contractual (préstamos hipotecarios para adquisición de vivienda, según la Orden
EHA/2899/2011).
Referencia a las normas de consumo. Los empresarios, según la definición del Texto Refundido de la Ley
General para la Defensa de los Consumidores y Usuarios (Real Decreto Legislativo 1/2007, de 16 de
noviembre), no se pueden beneficiar en sus relaciones bancarias de las ventajas que tienen los
consumidores, que son las personas físicas o jurídicas que actúan en un ámbito ajeno a una actividad
empresarial o profesional, es decir, que son destinatarios finales de bienes y servicios.
Sin embargo, puesto que en las relaciones de la empresa con sus clientes éstos serán generalmente
consumidores, es oportuno dar cuenta, aunque sea brevemente, de algunas características de la contratación
con consumidores, que sí se deberán tomar en consideración.
El empresario debe facilitar al consumidor, gratuitamente, información previa al contrato, la cual se referirá,
entre otros aspectos, al precio completo del bien o servicio y al procedimiento para poner fin al contrato. Una
vez firmado el contrato, se habrá de entregar al consumidor un documento que recoja las condiciones
esenciales de la operación, y las condiciones generales de la contratación, caso de que efectivamente
existan. Especial cuidado se ha de tener con la oferta publicitaria, pues el consumidor podrá exigir al
empresario las condiciones ofrecidas, aunque no se recojan en el contrato formalizado.
El consentimiento del cliente para contratar deberá ser inequívoco, lo que generalmente supondrá que se
haya de recoger por escrito (o, en caso de contratación verbal, con grabación de la conversación, respetando
siempre la normativa de protección de datos). Se prohíben las cláusulas que impongan obstáculos
desproporcionados para el ejercicio de los derechos reconocidos al consumidor en el contrato, especialmente
el derecho a poner fin al mismo cuando éste se prolongue en el tiempo, como, por ejemplo, ocurre en un
contrato de suministro de servicios o bienes. El consumidor podrá poner fin al contrato en la forma en que lo
hubiere celebrado.
Los contratos con consumidores se deberán redactar con concreción, claridad y sencillez, sin reenvíos a otros
documentos que no se faciliten previa o simultáneamente, debiendo ser legibles (una letra demasiado
pequeña impediría cumplir este requisito), quedando excluido el uso de cláusulas abusivas.
Recapitulando, las normas de consumo no se aplicarán por lo general en las relaciones de las empresas con
las entidades de crédito, ni en sus propias relaciones de negocio con sus proveedores o con clientes no
consumidores (que no sean destinatarios finales de los bienes o servicios ofertados), lo cual supone para
estos casos el sometimiento a las reglas jurídicas generales del Código Civil, del Código de Comercio y de
otras leyes que puedan resultar aplicables (Ley de Condiciones Generales de la Contratación).
Normas de transparencia. Por otra parte, las llamadas normas de transparencia persiguen proteger los
legítimos intereses de los clientes y establecen un conjunto de obligaciones específicas aplicables a las
relaciones contractuales entre las entidades de crédito y sus clientes, exigen la comunicación de las
condiciones básicas de las operaciones y regulan determinados aspectos de su publicidad, normas de
actuación e información.
Según la Orden EHA/2899/2011, las normas de transparencia obligan a las entidades de crédito,
principalmente, a lo siguiente:
Comisiones-gastos: las comisiones serán las que se fijen libremente por las entidades de crédito. Sólo podrán percibirse
comisiones o repercutirse gastos por servicios solicitados en firme o aceptados expresamente por un cliente y siempre que
respondan a servicios efectivamente prestados o incurridos. Las entidades de crédito deberán poner a disposición de los
clientes, debidamente actualizadas, las comisiones habitualmente percibidas por los servicios que prestan con mayor
frecuencia, así como los gastos repercutibles en dichos servicios. Esta información incluirá, de manera sencilla, los
conceptos que devengan comisión, la periodicidad con que se aplican y el importe de las mismas de manera desagregada
por periodo en que se apliquen, y estará disponible en todos los establecimientos de las entidades, en sus páginas
electrónicas y en la del Banco de España, y deberá estar a disposición de los clientes, en cualquier momento y
gratuitamente.
Tipos de interés: tanto en las operaciones de activo como en las de pasivo se fijarán libremente. Al igual que en
el supuesto de las comisiones, las entidades deberán poner a disposición de los clientes, debidamente
actualizados, los tipos de interés habitualmente aplicados a los servicios que prestan con mayor frecuencia.
Se informará sobre la tasa anual equivalente (TAE) o expresión equivalente de la operación.
Publicidad: deberá ser clara, objetiva y no engañosa.
Información precontractual: en línea con la más avanzada normativa europea, se comienza a implantar de forma
paulatina la obligación de las entidades de facilitar gratuitamente al cliente de servicios bancarios la
información precontractual legalmente exigible, para que éste pueda adoptar una decisión informada sobre un
servicio bancario y comparar ofertas similares. Esta obligación de entregar información precontractual la
encontramos, por ejemplo, en materia de crédito al consumo e hipotecario (con las nuevas Ficha de
Información Precontractual –FIPRE- y Ficha de Información Personalizada –FIPER-) o de servicios de pago.
Su entrega deberá ser anterior a que el cliente quede vinculado por el contrato u oferta.
Facilitación de explicaciones: esta obligación de entrega de información precontractual se ve reforzada por el
reconocimiento de otra obligación por la cual las entidades de crédito deberán facilitar a todo cliente
explicaciones adecuadas y suficientes para comprender los términos esenciales de todo servicio bancario
ofertado y adoptar una decisión informada, teniendo en cuenta sus necesidades y su situación financiera.
Información contractual: las entidades deberán entregar al cliente un ejemplar del documento contractual en
que se formalice el servicio recibido. Se regulan, asimismo, las comunicaciones que las entidades dirijan a la
clientela relativas a servicios bancarios, la modificación unilateral por la entidad de las condiciones
inicialmente pactadas y el documento de liquidación de intereses o comisiones. Tanto el contrato como el
resto de documentos mencionados se entregarán en papel, formato electrónico o en otro soporte duradero, y
estarán redactados en términos fácilmente comprensibles y de manera claramente legible. Como novedad, las
entidades de crédito remitirán a sus clientes anualmente, durante el mes de enero de cada año, a partir de
2014, una comunicación en la que, de manera completa y detallada, se recoja la información prevista en la
Orden sobre comisiones y gastos devengados y tipos de interés efectivamente aplicados a cada servicio
bancario prestado al cliente durante el año anterior.
Deber de diligencia: las entidades ejecutarán las órdenes de los clientes sin demoras ni retrasos, y corregirán
los errores detectados, empleando para ello la máxima diligencia.
Necesidad de someter su publicidad a la autorización previa del Banco de España (desde junio de 2010, en
virtud de la Orden EHA/1718/2010, de 11 de junio, el requisito de autorización previa se ha sustituido por un
control de tipo preventivo por parte del Banco de España, que controlará la publicidad de las entidades una
vez que ésta se haya difundido, con base en los registros internos que las entidades habrán de llevar
necesariamente).
Servicios de pago. La Ley de Servicios de Pago (Ley 16/2009, de 13 de noviembre) ha afectado notablemente
a las relaciones de la clientela, en especial de las empresas, con las entidades de crédito (y de forma refleja, a
las de las empresas con sus clientes, por ejemplo en materia de aceptación de pagos con tarjeta o pagos
domiciliados). Dicha Ley, en vigor desde diciembre de 2009, tiene por objeto la transposición de la Directiva
2007/64/CE, a los efectos de facilitar la creación de un mercado único de pagos en Europa.
Se crea un nuevo tipo de entidad financiera, las entidades de pago, supervisadas por el Banco de España, las
cuales no pueden captar fondos reembolsables del público pero podrán competir, a medio plazo, con las
entidades de crédito a través de la operativa desarrollada a través de las llamadas cuentas de pago.
Los principales contratos y servicios bancarios afectados son las cuentas a la vista (libretas de ahorros y
cuentas corrientes), las tarjetas (emisión y adhesión de comercios a los sistemas de pago con tarjeta), las
transferencias y las domiciliaciones.
Una de las novedades de la Ley de Servicios de Pago respecto a la situación anterior es que cuando el
comercio (el beneficiario) acepte un pago con tarjeta podrá exigir el pago de un gasto adicional u ofrecer una
reducción por su utilización, informando de ello a su cliente (el ordenante) antes de iniciarse la operación de
pago. Es decir, a los establecimientos comerciales se les permite ahora cobrar a sus clientes que adquieren
bienes y servicios y pagan con tarjeta un recargo o suma adicional sobre el precio de venta al público
correspondiente.
La Ley de Servicios de Pago eleva a regla general la designada en el ámbito bancario como cláusula de
gastos share, esto es, la cláusula según la cual los gastos inherentes a una operación se repartirán entre
ordenante y beneficiario, pues el ordenante pagará los gastos cobrados por su entidad de crédito (ahora
denominada, en cuanto preste servicios de pago, proveedor de servicios de pago) y el beneficiario pagará los
cobrados por la suya. En nuestra práctica bancaria, en los pagos con tarjeta y mediante adeudo domiciliado
las comisiones son generalmente imputadas a la empresa que vende el bien o presta el servicio, en tanto que
en las transferencias (menos frecuentes en la práctica mercantil para recibir pagos de la clientela) el criterio
más extendido ha sido el de pago de comisiones por el ordenante, recibiendo el beneficiario íntegro el importe
de la transferencia. Ahora es posible que estas reglas de asunción del importe de comisiones sufran cambios,
pues los gastos se repartirán entre ordenante y beneficiario de la operación de pago.
El pago de bienes o servicios a los empresarios mediante cheque, pagaré o letra de cambio queda sometido a
su propia normativa (Ley 19/1985, de 16 de julio, Cambiaria y del Cheque).
Los plazos de devolución de recibos domiciliados antes de la entrada en vigor de la Ley de Servicios de Pago
eran los pactados por las entidades con sus clientes. Estos plazos eran el llamado normal, de 9 días hábiles,
sin alegación de causa, y el plazo excepcional de devolución, de 30 días naturales, por error en la
domiciliación o disconformidad con el importe, siempre que el adeudo fuera igual o inferior a 3.000 euros.
Adicionalmente, existía un tercer plazo de 45 días naturales, en el que la entidad del titular de la cuenta de
cargo podía instar de la entidad del emisor del recibo la devolución, siempre con el consentimiento de éste. El
cómputo de los diversos plazos se iniciaba no en la fecha de adeudo sino en la de intercambio entre
entidades.
Con la Ley de Servicios de Pago se simplifican estos plazos, que se reducen a uno único de ocho semanas,
que se contará desde la fecha del adeudo en la cuenta del ordenante, siempre que la autorización (firma de la
orden de domiciliación), no especificara cuando se dio el importe exacto de la operación de pago, y,
adicionalmente, dicho importe supere el que el ordenante podía esperar razonablemente teniendo en cuenta
sus anteriores pautas de gasto, las condiciones de su contrato con su entidad de crédito y las circunstancias
pertinentes al caso.
El importe de la operación de pago será abonado en la cuenta de destino como máximo al final del día hábil
siguiente al de recepción de la orden de pago por la entidad del crédito del ordenante. No obstante, dicho
plazo podrá prolongarse en un día hábil para las operaciones de pago iniciadas en papel.
La fecha valor es el momento de referencia para el cálculo de intereses sobre los fondos abonados o
cargados en una cuenta de pago. Con la entrada en vigor de la Ley de Servicios de Pago, la fecha de valor de
abono no será posterior al día hábil en que el importe de la operación de pago se abonó en cuenta, y la fecha
valor del cargo en la cuenta del ordenante, no será anterior al momento en que el importe de la operación de
pago se cargue en dicha cuenta. Los importes estarán disponibles, en general, inmediatamente después de
que dicha cantidad haya sido abonada en cuenta (quedarían exceptuados de esta regla, por ejemplo, los
cheques abonados en cuenta con cuenta librada abierta en otra entidad de crédito, que quedarían pendientes
de la comprobación entre ambas entidades bancarias de su corrección y de la existencia de provisión de
fondos –cláusula salvo buen fin-).
Protección de datos de carácter personal. Las entidades de crédito han de velar en las relaciones con sus
clientes por que el tratamiento de datos de carácter personal quede sujeto a lo previsto en la Ley Orgánica de
Protección de Datos de Carácter Personal (Ley Orgánica 15/1999, de 13 de diciembre). La Agencia Española
de Protección de Datos es el órgano creado por la Ley para velar por el cumplimiento de la normativa de
protección de datos personales.
Tiene el carácter de dato personal cualquier información concerniente a personas físicas identificadas o
identificables (nombre, apellidos, fecha de nacimiento, dirección postal o de correo electrónico, número de
teléfono, en suma los datos que identifican a una persona física).
Para que los datos personales puedan ser tratados es necesario contar con el consentimiento inequívoco del
afectado, aunque en supuestos excepcionales dichos datos personales podrán ser utilizados sin contar con
dicho consentimiento (contratos laborales o administrativos, datos que figuren en fuentes accesibles al
público, etc.).
La Ley garantiza una serie de derechos a las personas físicas, titulares de los datos, que son los de
información, consulta, acceso, rectificación, cancelación y oposición. Sin embargo, como hemos señalado, la
protección se confiere a las personas físicas, por lo que las empresas quedan excluidas de la protección de
datos, lo cual no impide que sí se deban tratar adecuadamente los datos de las personas físicas que
intervienen en nombre de las empresas (administradores, apoderados, por ejemplo), así como que la empresa
pueda velar por su marca, denominación social, buen nombre y reputación a través de los cauces legales
apropiados.
El tratamiento de los datos de carácter personal de los profesionales que desarrollan su actividad como
autónomos queda excluido de la Ley Orgánica de Protección de Datos.
Tanto empresarios como profesionales autónomos deberán tratar de acuerdo con la normativa aplicable los
datos de carácter personal de sus clientes personas físicas.
Prevención del blanqueo de capitales. La prevención del blanqueo de capitales tiene como finalidad prevenir e
impedir la utilización del sistema financiero para blanquear los capitales procedentes de determinadas
actividades ilícitas.
Los contratos bancarios suelen recoger algunas de las obligaciones de los clientes en esta materia, que se
regula en la actualidad por la Ley 10/2010, de 28 de abril, de prevención del blanqueo de capitales y de la
financiación del terrorismo. El impulso y coordinación de la ejecución de esta Ley corresponderá a la Comisión
de Prevención del Blanqueo de Capitales e Infracciones Monetarias, dependiente de la Secretaría de Estado
de Economía.
Entre las obligaciones más destacadas de las empresas en esta materia se encuentra la de identificarse ante
la entidad de crédito para poder operar (aportando el contrato o la escritura de constitución, el Código de
Identificación Fiscal –CIF-, etc.), la indicación de si se actúa por cuenta propia o de terceros (por ejemplo, si
interviene como auxiliar o agente de otra empresa con la que mantiene este tipo de relación), la declaración
de su propósito al contratar con la entidad de crédito (que será normalmente el de desarrollo de su actividad
mercantil u objeto social), o la realización de algunas declaraciones previas a la movilización de efectivo u
otros medios de pago (como cheques bancarios al portador), o su entrada o salida del territorio nacional.
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