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I. Introducción
1. La presente observación general sustituye la observación general núm. 10 (2007)
relativa a los derechos del niño en la justicia de menores. Refleja los cambios que se han
producido desde 2007 como resultado de la promulgación de normas internacionales y
regionales, la jurisprudencia del Comité, los nuevos conocimientos sobre el desarrollo en la
infancia y la adolescencia, y la experiencia de prácticas eficaces, como las relativas a la
justicia restaurativa. Asimismo, se hace eco de temas que suscitan preocupación como las
tendencias relativas a la edad mínima de responsabilidad penal y el recurso persistente a la
privación de libertad. La observación general abarca cuestiones concretas, como las
relativas a los niños reclutados y utilizados por grupos armados no estatales, incluidos los
clasificados como grupos terroristas, y los niños en sistemas de justicia consuetudinaria,
indígena o de otra índole no estatal.
2. Los niños se diferencian de los adultos por su desarrollo tanto físico como
psicológico. En virtud de esas diferencias, se les reconoce una menor culpabilidad y se les
aplica un sistema distinto con un enfoque diferenciado e individualizado. Se ha demostrado
que el contacto con el sistema de justicia penal perjudica a los niños, al limitar sus
posibilidades de convertirse en adultos responsables.
3. El Comité reconoce que el mantenimiento de la seguridad pública es un objetivo
legítimo del sistema judicial, incluido el sistema de justicia juvenil. Sin embargo, los
Estados partes deben cumplir ese objetivo con sujeción a sus obligaciones de respetar y
aplicar los principios de la justicia juvenil consagrados en la Convención sobre los
Derechos del Niño. Según se indica claramente en el artículo 40 de la Convención, todo
niño del que se alegue que ha infringido las leyes penales, o a quien se acuse o declare
culpable de haber infringido esas leyes, debe recibir siempre un trato acorde con el fomento
de su sentido de la dignidad y el valor. Las pruebas demuestran que la prevalencia de los
delitos cometidos por niños tiende a disminuir tras la adopción de sistemas acordes con
esos principios.
4. El Comité acoge con satisfacción la gran labor realizada para establecer sistemas de
justicia juvenil que se ajusten a lo dispuesto en la Convención. Se encomia a los Estados
que tienen disposiciones más favorables a los derechos del niño que las que figuran en la
Convención y en la presente observación general, y se les recuerda que, de conformidad
con el artículo 41 de la Convención, no deben adoptar ninguna medida regresiva. Los
informes de los Estados partes indican que muchos de ellos siguen necesitando inversiones
considerables para lograr el pleno cumplimiento de la Convención, en particular por lo que
respecta a la prevención, la intervención temprana, la elaboración y aplicación de medidas
extrajudiciales, un enfoque multidisciplinario, la edad mínima de responsabilidad penal y la
reducción de la privación de libertad. El Comité señala a la atención de los Estados el
informe del Experto Independiente que dirige el estudio mundial de las Naciones Unidas
sobre los niños privados de libertad (A/74/136), presentado de conformidad con la
resolución 69/157 de la Asamblea General, que había iniciado el Comité.
5. En el último decenio, diversos organismos internacionales y regionales han
aprobado varias declaraciones y directrices que promueven el acceso a la justicia y una
justicia adaptada a los niños. Esos marcos abarcan a los niños en todos los aspectos de los
sistemas de justicia, incluidos los niños víctimas y testigos de delitos, los inmersos en
procedimientos de bienestar social y los que comparecen ante tribunales administrativos.
Dichos avances, si bien tienen mucho valor, quedan fuera del alcance de la presente
observación general, que se centra en los niños de los que se alegue que han infringido la
legislación penal o a los que se acuse o se declare culpables de haber infringido esa
legislación.
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III. Terminología
7. El Comité alienta el uso de un lenguaje que no estigmatice a los niños de los que se
alegue que han infringido la legislación penal o a los que se acuse o se declare culpables de
haber infringido esa legislación.
8. A continuación se enumeran los términos importantes utilizados en la presente
observación general:
• Adulto apropiado: en situaciones en las que el padre o el tutor legal no está
disponible para ayudar al niño, los Estados partes deben permitir que un adulto
apropiado lo ayude. Un adulto apropiado puede ser una persona nombrada por el
niño y/o por la autoridad competente.
• Sistema de justicia juvenil1: la legislación, las normas y reglas, los procedimientos,
los mecanismos y las disposiciones aplicables específicamente a los niños
considerados infractores y a las instituciones y los órganos creados para ocuparse de
ellos.
• Privación de libertad: toda forma de detención o encarcelamiento, así como el
internamiento de una persona en un establecimiento vigilado público o privado del
1 En la versión inglesa de la presente observación general, el término “child justice system” se utiliza
en lugar de “juvenile justice” (en español nos referimos a ambos como “justicia juvenil”).
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9. Los Estados partes deben consultar las Estrategias y Medidas Prácticas Modelo de
las Naciones Unidas para Eliminar la Violencia contra los Niños en el Ámbito de la
Prevención del Delito y la Justicia Penal y las investigaciones nacionales e internacionales
comparadas sobre las causas fundamentales de que haya niños que entren en contacto con
el sistema de justicia juvenil, y realizar sus propias investigaciones para fundamentar la
elaboración de una estrategia de prevención. Las investigaciones han demostrado que los
programas intensivos de tratamiento basados en la familia y la comunidad, diseñados para
introducir cambios positivos en aspectos de los diversos sistemas sociales (hogar, escuela,
comunidad, relaciones entre iguales) que contribuyen a crear graves dificultades de
comportamiento en niños, reducen el riesgo de que éstos entren en los sistemas de justicia
juvenil. Los programas de prevención y de intervención temprana deben centrarse en el
apoyo a las familias, en particular las que se encuentran en situaciones de vulnerabilidad o
en las que se producen actos de violencia. Se debe brindar apoyo a los niños en situación de
riesgo, especialmente a los que dejan de asistir a la escuela, son excluidos o no completan
su educación. Se recomienda utilizar el apoyo de grupos de jóvenes que se encuentren en
condiciones similares y la participación activa de los padres. Los Estados partes también
deberán establecer servicios y programas de carácter comunitario que respondan a las
necesidades, problemas, inquietudes e intereses específicos de los niños, y que ofrezcan
asesoramiento y orientación adecuados a sus familias.
10. Los artículos 18 y 27 de la Convención confirman la importancia de la
responsabilidad de los padres en lo que respecta a la crianza de sus hijos, aunque al mismo
tiempo la Convención exige que los Estados partes presten la asistencia necesaria a los
padres (u otras personas encargadas del cuidado de los niños) para que estos cumplan sus
responsabilidades relativas a dicha crianza. Existe una correlación entre la inversión
realizada en la atención y la educación de los niños en la primera infancia y unas tasas más
bajas de violencia y delincuencia en el futuro. Esto puede comenzar cuando el niño es muy
pequeño, por ejemplo con programas de visitas domiciliarias para mejorar la capacidad de
desempeño de las funciones parentales. Las medidas de asistencia deberían basarse en la
abundante información existente sobre los programas de prevención basados en la
2 Reglas de las Naciones Unidas para la Protección de los Menores Privados de Libertad, párr. 11 b).
3 Principios Básicos sobre la Utilización de Programas de Justicia Restitutiva en Materia Penal, párr. 2.
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comunidad y la familia, como los programas para mejorar la interacción entre padres e
hijos, las asociaciones con las escuelas, las asociaciones positivas entre iguales y las
actividades culturales y de ocio.
11. La intervención temprana para los niños que no alcanzan la edad mínima de
responsabilidad penal requiere dar respuestas multidisciplinarias y adaptadas a las
necesidades de los niños cuando se dan los primeros indicios de un comportamiento que, si
el niño superara dicha edad mínima, se consideraría un hecho delictivo. Deberían
elaborarse programas de intervención con base empírica que reflejen no solo las múltiples
causas psicosociales de ese comportamiento, sino también los factores de protección que
pueden intensificar la resiliencia. Las intervenciones deben ir precedidas de una evaluación
integral e interdisciplinaria de las necesidades del niño. Como prioridad absoluta, los niños
deben recibir apoyo en sus familias y comunidades. En los casos excepcionales en que se
requiera un acogimiento fuera del hogar familiar, esta modalidad alternativa de cuidado
debería producirse preferiblemente en un entorno familiar, aunque en algunos casos puede
ser apropiada la asistencia residencial, a fin de proporcionar la variedad de servicios
profesionales necesaria. Debe utilizarse únicamente como medida de último recurso y
durante el período más breve posible, y debe estar sujeta a revisión judicial.
12. Un enfoque sistémico de la prevención incluye también evitar el acceso al sistema
de justicia juvenil mediante la despenalización de delitos leves como la ausencia de la
escuela, la huida, la mendicidad o el allanamiento de morada, que a menudo son
consecuencia de la pobreza, la falta de vivienda o la violencia familiar. Los niños víctimas
de explotación sexual y los adolescentes que participan en actos sexuales consensuados
también son a veces penalizados. Esos actos, conocidos asimismo como delitos en razón de
la condición personal, no se consideran tales si son cometidos por adultos. El Comité insta
a los Estados partes a que eliminen de su legislación tales delitos.
13. Con arreglo al artículo 40, párrafo 3 b), de la Convención, los Estados partes deben
promover la adopción de medidas para tratar con los niños sin recurrir a procedimientos
judiciales, cuando proceda. En la práctica, las medidas se dividen generalmente en dos
categorías:
a) Medidas para mantener a los niños al margen del sistema judicial, en
cualquier momento antes o a lo largo de los procedimientos pertinentes (medidas
extrajudiciales);
b) Medidas en el contexto de procedimientos judiciales.
14. El Comité recuerda a los Estados partes que, al aplicar medidas pertenecientes a
cualquiera de las categorías de intervención, deben tener sumo cuidado en asegurar que se
respeten y protejan plenamente los derechos humanos del niño y las garantías jurídicas.
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proceso. Las medidas extrajudiciales deben ser parte integrante del sistema de justicia
juvenil y, de conformidad con el artículo 40, párrafo 3 b), de la Convención, los derechos
humanos y las garantías jurídicas del niño deben respetarse y protegerse plenamente en
todos los procesos y programas que incluyan medidas de esa índole.
17. Queda a la discreción de los Estados partes decidir la naturaleza y el contenido
exactos de las medidas extrajudiciales, y adoptar las disposiciones legislativas y de otro tipo
que sean precisas para su aplicación. El Comité toma nota de que se han elaborado diversos
programas orientados a la comunidad, como el trabajo comunitario, la supervisión y
orientación a cargo de funcionarios designados, las conversaciones familiares y otras
opciones de justicia restaurativa, incluida la reparación a las víctimas.
18. El Comité pone de relieve lo siguiente:
a) Las medidas extrajudiciales solo deben utilizarse cuando existan pruebas
convincentes de que el niño ha cometido el presunto delito, de que reconoce su
responsabilidad libre y voluntariamente, sin intimidación ni presiones, y de que este
reconocimiento no se utilizará contra el niño en ningún procedimiento judicial posterior;
b) El consentimiento libre y voluntario del niño a la adopción de medidas
extrajudiciales deberá basarse en una información adecuada y específica sobre la
naturaleza, el contenido y la duración de la medida, y en la comprensión de las
consecuencias que afronta si no coopera o si no completa la ejecución de esta;
c) La ley deberá indicar los casos en los que es posible la adopción de medidas
extrajudiciales, y las decisiones pertinentes de la policía, los fiscales y/u otros organismos
deberán estar reguladas y ser revisables. Todos los funcionarios y agentes del Estado que
participan en el proceso de aplicación de medidas extrajudiciales deben recibir la
capacitación y el apoyo necesarios;
d) Se debe dar al niño la oportunidad de recibir asistencia jurídica o de otro tipo
apropiado acerca de las medidas extrajudiciales ofrecidas por las autoridades competentes y
la posibilidad de revisar la medida;
e) Las medidas extrajudiciales no deben incluir la privación de libertad;
f) Cuando se termine de cumplir la medida extrajudicial, se considerará cerrado
definitivamente el caso. Si bien se pueden mantener registros confidenciales de las medidas
extrajudiciales con fines administrativos, de revisión, de estudio y de investigación, no
deben considerarse condenas penales ni dar lugar a antecedentes penales.
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Convención. El Comité recuerda a los Estados partes que la edad a tener en cuenta es la que
se tiene en el momento de cometer el delito.
21. Con arreglo al artículo 40, párrafo 3, de la Convención, los Estados partes deben
establecer una edad mínima de responsabilidad penal, pero el artículo no especifica dicha
edad. Más de 50 Estados partes han elevado la edad mínima de responsabilidad penal tras la
ratificación de la Convención, y la más común a nivel internacional es 14 años. No
obstante, los informes presentados por los Estados partes indican que algunos Estados
mantienen una edad de imputabilidad penal tan baja que resulta inaceptable.
22. Las pruebas documentadas en los campos del desarrollo infantil y la neurociencia
indican que la madurez y la capacidad de pensamiento abstracto todavía están
evolucionando en los niños de 12 a 13 años, debido a que la parte frontal de su corteza
cerebral aún se está desarrollando. Por lo tanto, es poco probable que comprendan las
consecuencias de sus acciones o que entiendan los procedimientos penales. También se ven
afectados por su entrada en la adolescencia. Como señala el Comité en su observación
general núm. 20 (2016) sobre la efectividad de los derechos del niño durante la
adolescencia, esta es una etapa singular de definición del desarrollo humano caracterizada
por un rápido desarrollo del cerebro, lo que afecta a la asunción de riesgos, a ciertos tipos
de toma de decisiones y a la capacidad de controlar los impulsos. Se alienta a los Estados
partes a que tomen nota de los últimos descubrimientos científicos y a que eleven en
consecuencia la edad de responsabilidad penal en sus países a 14 años como mínimo.
Además, las pruebas obtenidas en los ámbitos del desarrollo y la neurociencia indican que
los cerebros de los jóvenes continúan madurando incluso más allá de la adolescencia, lo que
afecta a ciertos tipos de toma de decisiones. Por consiguiente, el Comité encomia a los
Estados partes que tienen una edad mínima de responsabilidad penal más elevada, por
ejemplo 15 o 16 años, e insta a los Estados partes a que no la reduzcan en ninguna
circunstancia, de conformidad con el artículo 41 de la Convención.
23. El Comité reconoce que, si bien es importante fijar una mayoría de edad penal en un
nivel razonablemente alto, un enfoque eficaz depende también de la manera en que cada
Estado trate a los niños mayores y menores de esa edad. El Comité seguirá examinando esta
cuestión en el examen de los informes de los Estados partes. Los niños que no han
alcanzado la edad mínima de responsabilidad penal deben recibir asistencia y servicios de
las autoridades competentes, según sus necesidades, y no deben ser considerados como
niños que han cometido delitos penales.
24. Si no hay pruebas de la edad y no se puede establecer si el niño tiene una edad
inferior o superior a la edad de imputabilidad penal, se le concederá el beneficio de la duda
y no se le considerará penalmente responsable.
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27. Se insta a los Estados a que establezcan una edad mínima de responsabilidad penal
adecuada y a que se aseguren de que esa reforma jurídica no dé lugar a una posición
regresiva al respecto.
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38. El artículo 40, párrafo 2, de la Convención contiene una importante lista de derechos
y garantías destinados a velar por que todos los niños reciban un trato y un juicio justos
(véase también el artículo 14 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos). Cabe
señalar que se trata de normas mínimas. Los Estados partes pueden y deben tratar de
establecer y observar normas más estrictas.
39. El Comité pone de relieve que la formación continua y sistemática de los
profesionales del sistema de justicia juvenil es fundamental para respetar esas garantías.
Dichos profesionales deben poder trabajar en equipos interdisciplinares y estar bien
informados sobre el desarrollo físico, psicológico, mental y social de los niños y los
adolescentes, así como sobre las necesidades especiales de los niños más marginados.
40. Se necesitan salvaguardias contra la discriminación desde el primer contacto con el
sistema de justicia penal y durante todo el juicio, y la discriminación contra cualquier grupo
de niños requiere una reparación activa. En particular, debe prestarse a las niñas y a todos
los niños que sufren discriminación por motivos de orientación sexual o identidad de
género una atención que tenga en cuenta las cuestiones de género. Se deben hacer ajustes
para los niños con discapacidad, lo que puede incluir facilitar el acceso físico a los
tribunales y otros edificios, apoyar a los niños con discapacidades psicosociales, prestar
asistencia para la comunicación y la lectura de documentos e introducir ajustes de
procedimiento para prestar testimonio.
41. Los Estados partes deben promulgar leyes y garantizar prácticas que salvaguarden
los derechos del niño desde el momento en que entra en contacto con el sistema, lo que
incluye la etapa de la interceptación, la advertencia o la detención, mientras está bajo
custodia de la policía u otros organismos encargados de hacer cumplir la ley, durante los
traslados hacia y desde las comisarías de policía, los lugares de detención y los tribunales, y
durante los interrogatorios, los registros y la toma de muestras probatorias. Se deben llevar
registros de la ubicación y el estado del niño en todas las fases y procesos.
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Información sin demora y directa de los cargos (art. 40, párr. 2 b) ii))
47. Todo niño tiene derecho a ser informado sin demora y directamente (o, cuando
proceda, a través de sus padres o tutores) de los cargos que se le imputan; sin demora
significa tan pronto como sea posible tras el primer contacto del niño con el sistema de
justicia. La notificación a los padres no debe descuidarse por razones de conveniencia o de
recursos. Los niños que son objeto de medidas extrajudiciales en la etapa de la acusación
necesitan entender sus opciones legales y deben respetarse plenamente las salvaguardias
jurídicas.
48. Las autoridades deben asegurarse de que el niño comprende los cargos, las opciones
y los procesos. No basta con proporcionar al niño un documento oficial, sino que se
necesita una explicación oral. Si bien los niños deben contar con la ayuda de un progenitor
o un adulto apropiado para comprender cualquier documento, las autoridades no deben
confiar la explicación de los cargos a dichas personas.
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contar con representación letrada. El Comité observa que en el artículo 14, párrafo 3 d), del
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, el derecho a la representación letrada
es una garantía mínima en el sistema de justicia penal para todas las personas, y esto debe
aplicarse igualmente a los niños. Si bien el artículo permite que la persona se defienda a sí
misma, en los casos en que los intereses de la justicia así lo exijan se le asignará asistencia
letrada.
51. Habida cuenta de lo que antecede, preocupa al Comité que los niños reciban menos
protección de la que el derecho internacional garantiza a los adultos. El Comité recomienda
a los Estados que proporcionen representación letrada efectiva y gratuita a todos los niños
que se enfrentan a cargos penales ante las autoridades judiciales, administrativas u otras
autoridades públicas. Los sistemas de justicia juvenil no deben permitir que los niños
renuncien a la representación letrada a menos que la decisión de renunciar se tome
voluntariamente y bajo supervisión judicial imparcial.
52. Si los niños son remitidos a programas o se encuentran en un sistema que no da
lugar a condenas, antecedentes penales o privación de libertad, una forma aceptable de
asistencia puede ser “otro tipo de asistencia apropiada” prestada por funcionarios
capacitados, aunque los Estados que puedan proporcionar representación jurídica a los
niños durante todos los procesos deberían hacerlo, de conformidad con el artículo 41. En
los casos en que se permita otra asistencia apropiada, la persona que la preste debe tener un
conocimiento suficiente de los aspectos jurídicos del proceso de justicia juvenil y recibir
una formación adecuada.
53. De conformidad con el artículo 14, párrafo 3 b), del Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos, se debe disponer de tiempo y medios suficientes para preparar la
defensa. En virtud de la Convención sobre los Derechos del Niño, debe garantizarse la
confidencialidad de las comunicaciones entre el niño y su representante legal u otro
asistente (art. 40, párr. 2 b) vii)), y debe respetarse el derecho del niño a la protección
contra la injerencia en su vida privada y su correspondencia (art. 16).
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tratos crueles, inhumanos o degradantes con el fin de obtener una admisión de culpabilidad
o una confesión constituye una grave violación de los derechos del niño (Convención sobre
los Derechos del Niño, art. 37 a)). Toda admisión de culpabilidad o confesión de ese tipo
será inadmisible como prueba (Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas
Crueles, Inhumanos o Degradantes, art. 15).
59. La coerción que induzca a un niño a una confesión o a un testimonio
autoincriminatorio es inadmisible. El término “obligado” debe interpretarse en sentido
amplio y no limitarlo a la fuerza física. El riesgo de una confesión falsa aumenta con la
edad y el desarrollo del niño, la falta de comprensión y el temor a consecuencias
desconocidas, incluida la presunta posibilidad de encarcelamiento, así como en función de
la duración y las circunstancias del interrogatorio.
60. El niño debe tener acceso a asistencia letrada u otra asistencia adecuada, y debe
contar con el apoyo de un progenitor, tutor legal u otro adulto apropiado durante el
interrogatorio. El tribunal u otro órgano judicial, al considerar la voluntariedad y fiabilidad
de la admisión de culpabilidad o la confesión de un niño, debe tener en cuenta todos los
factores, incluidas la edad y la madurez del niño, la duración del interrogatorio o de la
custodia, y la presencia de asistencia letrada u otro tipo de asistencia independiente y de los
padres, tutores o adultos apropiados. Los policías y otros agentes encargados de la
investigación deben tener una formación adecuada para evitar técnicas y prácticas de
interrogatorio que puedan dar lugar a confesiones o testimonios poco creíbles u obtenidos
bajo coacción, y, en la medida de lo posible, deberían utilizarse técnicas audiovisuales.
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claramente definidas por la ley. Si el veredicto y/o la sentencia se dictan en público en una
sesión del tribunal, no se debe revelar la identidad del niño. Además, el derecho a la vida
privada también significa que los expedientes y registros de los tribunales que se refieran a
niños serán de carácter estrictamente confidencial y no podrán ser consultados por terceros,
excepto por las personas que participen directamente en la investigación y resolución del
caso.
68. Los informes de jurisprudencia relativos a niños serán anónimos y los informes que
se publiquen por vía electrónica deberán respetar esta norma.
69. El Comité recomienda a los Estados que se abstengan de incluir los datos de todo
niño, o toda persona que fuera niño en el momento de la comisión del delito, en cualquier
registro público de delincuentes. Debe evitarse la inclusión de tales datos en otros registros
que, sin ser públicos, dificulten el acceso a oportunidades de reintegración.
70. En opinión del Comité, debería haber una protección permanente contra la
publicación de información relativa a delitos cometidos por niños. La razón de ser de dicha
norma de no publicación, y de su continuación después de que el niño cumpla 18 años, es
que tal publicación causa una estigmatización permanente, que probablemente repercuta
negativamente en el acceso a la educación, al trabajo, a la vivienda o a la seguridad, lo que
obstaculiza la reintegración del niño y su asunción de un papel constructivo en la sociedad.
Por consiguiente, los Estados partes deben velar por que la norma general sea la protección
permanente de la vida privada en todos los tipos de medios de comunicación, incluidos los
medios sociales.
71. Además, el Comité recomienda a los Estados partes que instauren normas que
permitan la eliminación de los antecedentes penales de los niños cuando alcancen la edad
de 18 años, automáticamente o, en casos excepcionales, tras un examen independiente.
E. Medidas6
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Las medidas que constituyan trabajo forzoso, tortura o tratos inhumanos o degradantes
deben estar prohibidas y penalizadas de manera explícita.
75. El Comité reitera que las penas de castigos corporales son contrarias al artículo 37 a)
de la Convención, que prohíbe toda forma de tratos o penas crueles, inhumanos o
degradantes (véase también la observación general núm. 8 (2006) del Comité sobre el
derecho del niño a la protección contra los castigos corporales y otras formas de castigo
crueles o degradantes).
76. El Comité pone de relieve que la respuesta que se dé al delito debe ser siempre
proporcionada no solo a las circunstancias y la gravedad de este, sino también a las
circunstancias personales (la edad, la menor culpabilidad, las circunstancias y necesidades
del niño, incluidas, si procede, las necesidades relativas a su salud mental), así como a las
diversas necesidades de la sociedad, especialmente a largo plazo. La aplicación de un
método estrictamente punitivo no se ajusta a los principios básicos de la justicia juvenil
enunciados en el artículo 40, párrafo 1, de la Convención. Cuando un niño cometa un delito
grave, se podrá considerar la aplicación de medidas proporcionales a las circunstancias del
infractor y a la gravedad del hecho, y se tomará en consideración la necesidad de seguridad
pública y de sanciones. Se debe tener en cuenta el interés superior del niño como
consideración primordial, así como la necesidad de promover su reintegración en la
sociedad.
77. El Comité, reconociendo el daño que causa la privación de libertad a los niños y los
adolescentes y los efectos negativos que tiene en sus perspectivas de una reinserción
satisfactoria, recomienda a los Estados partes que establezcan una pena máxima para los
niños acusados de delitos que refleje el principio del “período más breve que proceda”
(Convención sobre los Derechos del Niño, art. 37 b)).
78. Las sentencias mínimas obligatorias son incompatibles con el principio de
proporcionalidad de la justicia juvenil y con el requisito de que la reclusión sea una medida
de último recurso y por el período de tiempo más breve posible. Los tribunales que
sentencian a niños deben comenzar como una tabla rasa; incluso los regímenes de penas
mínimas discrecionales dificultan la aplicación adecuada de las normas internacionales.
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Principios rectores
85. Los principios rectores del uso de la privación de libertad son los siguientes: a) la
detención, la reclusión o el encarcelamiento de un niño se llevará a cabo de conformidad
con la ley y se utilizará tan solo como medida de último recurso y durante el período más
breve que proceda; y b) ningún niño será privado de su libertad ilegal o arbitrariamente. La
detención supone frecuentemente el inicio de la prisión preventiva, y los Estados deberían
asegurarse de que la ley imponga claramente a los agentes del orden la obligación de
aplicar el artículo 37 en el contexto de la detención. También deberían velar por que los
niños no fueran retenidos durante el transporte ni en calabozos de la policía, salvo como
medida de último recurso y durante el período más breve posible, y por que no fueran
recluidos junto con adultos, salvo cuando ello redunde en su interés superior. Se debe dar
prioridad a los mecanismos para la entrega rápida a los padres o a adultos apropiados.
86. El Comité observa con preocupación que, en muchos países, hay niños que se
consumen durante meses o incluso años en prisión preventiva, lo que infringe gravemente
el artículo 37 b) de la Convención. La detención preventiva no debe utilizarse excepto en
los casos más graves e, incluso entonces, solo después de haber considerado
cuidadosamente el acogimiento en la comunidad. Las medidas extrajudiciales en la etapa
previa al juicio reducen el uso de la reclusión, pero incluso cuando el niño va a ser juzgado
en el sistema de justicia juvenil, la aplicación de medidas no privativas de la libertad debe
orientarse de forma rigurosa a restringir el uso de la prisión preventiva.
87. La legislación debe establecer claramente los criterios para el uso de la detención
preventiva, que debe aplicarse principalmente para asegurar la comparecencia en los
procedimientos judiciales y cuando el niño represente un peligro inmediato para los demás.
Si el niño es considerado un peligro (para sí mismo o para otros), se deben aplicar medidas
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93. Esta norma no significa que una persona internada en un centro para niños deba ser
trasladada a una institución para adultos inmediatamente después de cumplir 18 años, sino
que debería poder permanecer en dicho centro si ello redunda en su interés superior y no
atenta contra el interés superior de los niños internados en el centro.
94. Todo niño privado de libertad tiene derecho a mantener contacto con su familia por
medio de correspondencia y de visitas. Para facilitar estas últimas, se internará al niño en un
centro situado lo más cerca posible del lugar de residencia de su familia. Las circunstancias
excepcionales en que pueda limitarse ese contacto deberán estar claramente establecidas
por ley y no quedar a la discreción de las autoridades.
95. El Comité destaca que, en todos los casos de privación de libertad, han de
observarse, entre otros, los siguientes principios y normas:
a) No se permite la detención en régimen de incomunicación de los menores de
18 años;
b) Se debe proporcionar a los niños un entorno físico y un alojamiento que les
permita alcanzar los objetivos de reintegración que tiene el internamiento. Se debe prestar
la debida atención a sus necesidades de privacidad, de estímulos sensoriales y de
oportunidades para asociarse con sus iguales y participar en deportes, ejercicio físico, artes
y actividades de ocio;
c) Todo niño tiene derecho a una educación adaptada a sus necesidades y
capacidades, también en lo que respecta a la realización de exámenes, y concebida con el
fin de prepararlo para su regreso a la sociedad; además, siempre que sea posible, debe
recibir formación profesional que lo prepare para ejercer un empleo en el futuro;
d) Todo niño tiene derecho a ser examinado por un médico o un profesional de
la atención de la salud tras su ingreso en un centro de detención o una institución
penitenciaria y debe recibir una atención de la salud física y psíquica adecuada durante su
estancia en el centro, prestada, cuando sea posible, en los servicios e instalaciones
sanitarios de la comunidad;
e) El personal del centro debe fomentar y facilitar contactos frecuentes del niño
con la comunidad en general, incluidas las comunicaciones con sus familiares, amigos y
otras personas, como representantes de organizaciones prestigiosas del exterior, y la
posibilidad de visitar su hogar y a su familia. No se debe imponer ninguna restricción a la
posibilidad de que el niño se comunique confidencialmente y en cualquier momento con su
abogado u otro asistente;
f) Se recurrirá a la coerción o a la fuerza únicamente cuando exista el peligro
inminente de que el niño se lesione o lesione a otros, y únicamente cuando se hayan
agotado todos los demás medios de control. La coerción no debe usarse para asegurar la
docilidad y nunca debe implicar que se inflija dolor deliberadamente. Nunca se utilizará
como forma de castigo. El uso de la coerción o de la fuerza, incluidos los medios de
coerción físicos, mecánicos y médicos o farmacéuticos, deberá ser objeto de una
supervisión estrecha, directa y permanente a cargo de un médico y/o un psicólogo. Deberá
formarse al personal del centro sobre las normas aplicables y se sancionará adecuadamente
a quienes que hagan uso de la coerción o la fuerza incumpliendo esas normas. Los Estados
deben registrar, vigilar y evaluar todos los casos de coerción o uso de la fuerza y asegurarse
de que se reduzcan al mínimo;
g) Toda medida disciplinaria debe ser compatible con el respeto de la dignidad
inherente del niño y con los objetivos fundamentales del tratamiento institucional. Deben
prohibirse estrictamente las medidas disciplinarias que infrinjan el artículo 37 de la
Convención, como los castigos corporales, el encierro en una celda oscura, el régimen de
aislamiento o cualquier otro tipo de castigo que pueda poner en peligro la salud física o
mental o el bienestar del niño de que se trate, y las medidas disciplinarias no deben privar a
los niños de sus derechos básicos, como las visitas de un representante legal, el contacto
con la familia, la alimentación, el agua, el vestido, la ropa de cama, la educación, el
ejercicio físico o un contacto diario significativo con otras personas;
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G. Cuestiones específicas
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100. El Comité señala a la atención de los Estados partes la resolución 2427 (2018) del
Consejo de Seguridad, en la que el Consejo subrayó la necesidad de establecer
procedimientos operativos estándar para que los niños vinculados o presuntamente
vinculados con todos los grupos armados no estatales, incluidos los que cometieron actos
de terrorismo, fueran entregados rápidamente a los agentes civiles de protección infantil
que correspondiera. Asimismo, puso de relieve que los niños que habían sido reclutados en
contravención del derecho internacional aplicable por fuerzas armadas y grupos armados y
estaban acusados de haber cometido delitos durante los conflictos armados debían ser
tratados ante todo como víctimas de violaciones del derecho internacional. El Consejo
también instó a los Estados Miembros a que consideraran la posibilidad de adoptar medidas
no judiciales como alternativa al enjuiciamiento y la detención que se centraran en la
reintegración, y los exhortó a que respetaran las garantías procesales de todos los niños
detenidos por su vinculación con fuerzas y grupos armados.
101. Los Estados partes deben velar por que todos los niños acusados de delitos,
independientemente de su gravedad o contexto, sean tratados con arreglo a los artículos 37
y 40 de la Convención, y deben abstenerse de acusarlos y enjuiciarlos por expresar su
opinión o por su mera vinculación con un grupo armado no estatal, incluidos los
clasificados como grupos terroristas. De conformidad con el párrafo 88 de su observación
general núm. 20, el Comité recomienda además a los Estados partes que realicen
intervenciones preventivas para hacer frente a los factores sociales y las causas
fundamentales y que adopten medidas de reintegración social, también cuando apliquen las
resoluciones del Consejo de Seguridad relativas a la lucha contra el terrorismo, como las
resoluciones 1373 (2001), 2178 (2014), 2396 (2017) y 2427 (2018), y la resolución 72/284
de la Asamblea General, en particular las recomendaciones que figuran en el párrafo 18.
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105. A fin de garantizar la plena aplicación de los principios y derechos descritos en los
párrafos anteriores, es necesario establecer una organización eficaz para la administración
de la justicia juvenil.
106. Un sistema integral de justicia juvenil requiere el establecimiento de unidades
especializadas en la policía, la judicatura, el sistema judicial y la fiscalía, y la disponibilidad
de defensores especializados u otros representantes encargados de prestar al niño asistencia
letrada u otro tipo de asistencia adecuada.
107. El Comité recomienda a los Estados partes que establezcan tribunales de justicia
juvenil como entidades separadas o como parte de los tribunales existentes. Cuando ello no
pueda llevarse a cabo por motivos prácticos, los Estados partes se asegurarán de que se
nombre a jueces especializados para entender de los casos de justicia juvenil.
108. Deben establecerse servicios especializados, por ejemplo de libertad vigilada, de
asesoramiento o de supervisión, y también centros especializados, como centros de
tratamiento de día y, según proceda, centros residenciales a pequeña escala para la atención
y el tratamiento de niños remitidos por el sistema de justicia juvenil. Hay que fomentar
continuamente una coordinación interinstitucional eficaz de las actividades de todos esos
servicios, dependencias y centros especializados.
109. Además, se alienta la realización de evaluaciones individuales de los niños y la
adopción de un enfoque multidisciplinario. Debe prestarse especial atención a servicios
especializados basados en la comunidad para los niños que no han alcanzado la edad de
responsabilidad penal pero se considera que necesitan apoyo.
110. Las organizaciones no gubernamentales pueden desempeñar, y de hecho
desempeñan, un papel importante en la justicia juvenil. Por consiguiente, el Comité
recomienda a los Estados partes que procuren que dichas organizaciones participen
activamente en la formulación y aplicación de su política general de justicia juvenil y,
cuando proceda, les faciliten los recursos necesarios para ello.
111. Los medios de comunicación suelen transmitir una imagen negativa de los niños que
delinquen, lo que contribuye a que se forme un estereotipo discriminatorio y negativo de
ellos. Esta representación negativa o criminalización de los niños suele basarse en una
distorsión y/o una comprensión deficiente de las causas de la delincuencia, y da lugar
periódicamente a que se reclamen planteamientos más estrictos (tolerancia cero, el criterio
de las tres condenas, sentencias obligatorias, juicios en tribunales para adultos y otras
medidas esencialmente punitivas). Los Estados partes deben procurar que los miembros del
Parlamento, las organizaciones no gubernamentales y los medios de comunicación
contribuyan de manera activa y positiva a promover y apoyar campañas educativas y de
otro tipo para garantizar que se respeten todos los aspectos de la Convención en favor de
los niños que se encuentran en el sistema de justicia juvenil. Es fundamental que los niños,
sobre todo los que ya han pasado por dicho sistema, participen en esa labor de
concienciación.
112. En aras de la calidad de la administración de la justicia juvenil, es esencial que todos
los profesionales involucrados reciban una formación multidisciplinaria adecuada sobre el
contenido y el significado de la Convención. Dicha capacitación debe ser sistemática y
permanente, y no debe limitarse a informar sobre las disposiciones legales nacionales e
internacionales aplicables en la materia. Debe incluir información, tanto novedosa como ya
establecida, procedente de diversos ámbitos sobre, entre otras cosas, las causas sociales y
de otra índole de la delincuencia, el desarrollo social y psicológico de los niños, incluidos
los descubrimientos recientes de la neurociencia, las disparidades que pueden constituir
discriminación contra determinados grupos marginados, como los niños pertenecientes a
minorías o a pueblos indígenas, la cultura y las tendencias del mundo de los jóvenes, la
dinámica de las actividades de grupo, y las medidas extrajudiciales y las sentencias no
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privativas de la libertad de que se dispone, en particular las medidas que evitan recurrir a
procedimientos judiciales. También se debe considerar la posibilidad de utilizar nuevas
tecnologías como las “comparecencias ante los tribunales” en vídeo, al tiempo que se
señalan los riesgos de otras, como la elaboración de perfiles de ADN. Debe haber una
reevaluación constante de lo que funciona.
113. El Comité insta a los Estados partes a reunir sistemáticamente datos desglosados
sobre, entre otras cosas, el número y el tipo de delitos cometidos por niños, la utilización de
la prisión preventiva y el promedio de su duración, el número de niños a los que se han
aplicado medidas distintas de los procedimientos judiciales (medidas extrajudiciales), el
número de niños condenados, la índole de las penas que se les han impuesto y la cantidad
de niños que se encuentran privados de libertad.
114. El Comité recomienda a los Estados partes que se aseguren de realizar evaluaciones
periódicas, preferentemente por medio de instituciones académicas independientes, de sus
sistemas de justicia juvenil, en particular de la eficacia de las medidas adoptadas, y en
relación con asuntos como la discriminación, la reintegración y las pautas de la
delincuencia.
115. Es importante que los niños participen en esa evaluación e investigación, en
particular aquellos que están o han estado en contacto con el sistema, y que la evaluación y
la investigación se lleven a cabo de acuerdo con las directrices internacionales existentes
sobre la participación de niños en la investigación.
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