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ALAL-AAL

II Jornadas Latinoamericanas de Reflexión y Debate:


El futuro del trabajo, la clase trabajadora, el movimiento sindical y
el derecho laboral en el siglo XXI, Buenos Aires, mayo 2017

SOCIEDAD CAPITALISTA Y TRABAJO

Guillermo Pajoni

Estamos viviendo una etapa que nos plantea nuevos y viejos


interrogantes cuya comprensión puede ayudar a transformar la
realidad en la cual estamos inmersos .
Se habla en primer lugar sobre la “clase trabajadora” y aunque toda
definición suele encorsetar categorías, resulta necesario en esta
instancia justamente definir este concepto para luego poder avanzar
en el análisis de la cuestión en debate.
Clase trabajadora es aquel sector de la sociedad que solo o
esencialmente cuenta con su capacidad laboral (brazos, piernas,
torrente sanguíneo, cerebro, etc) o fuerza laboral para vender o
alquilar (otro concepto a debatir pero que ahora puede pasarse por
alto) en el mercado de trabajo y en las relaciones sociales de
producción que la sociedad capitalista genera.
No es la relación de dependencia efectiva o formal lo que define a la
clase trabajadora, sino su situación en el campo de la producción.
Como se sabe, en un devenir histórico también hubo una distribución
originaria en el sistema capitalista, mediante la cual una ínfima minoría
de la sociedad (la burguesía) se apropió de los medios de producción
y una gran mayoría solo quedó con esa capacidad de trabajo para a
su vez ser utilizada, apropiada, por la primera.-Esta distribución
originaria marcó el destino de la distribución en la sociedad capitalista,
donde más allá de los avatares históricos en la economía del sistema,
siempre mientras exista el mismo, una ínfima minoría va a ser la
dueña de la riqueza social y una inmensa mayoría va a recibir en
mayor o menor medida los saldos de esta apropiación. Es por ello que
resulta utópico pretender una sociedad capitalista con una distribución
justa. Por supuesto, que hay otros factores que juegan en este sentido
y que tienen que ver con la competencia y las crisis del sistema, pero
que dejo para otra etapa del ensayo.
Partiendo de estas premisas, nos encontramos hoy con una sociedad
capitalista a nivel mundial en su etapa de decadencia, con una crisis
que se viene anunciando desde la década de los setenta y que hizo
explosión en el 2008 y que hasta la fecha no ha podido remontarse y
se esperan nuevos cimbronazos aún más graves que los vividos.
Junto a esto en las últimas décadas también se ha producido un
avance tecnológico fundamentalmente en el campo de la informática Y
robótica que ha generado un cuadro de transformaciones en aspectos
de las relaciones laborales y que considero debemos analizar pero no
llevarnos a la confusión que de alguna manera se instala respecto a
los sujetos sociales fundamentales en la actual etapa del sistema.
También debemos comprender que estos avances en la tecnología no
son productos del azar o de algún científico loco, sino que es
consustancial al sistema capitalista y fundamentalmente a la
competencia interburguesa.- La necesidad del desarrollo tecnológico
es un arma fundamental para ganar en esa competencia y obtener
mayor lucro, y también llamativamente el generante de las profundas
contradicciones y las crisis que en el mismo se producen.
Nos encontramos con múltiples situaciones que aparecen en el
mercado en virtud de estas modificaciones, y que hacen al teletrabajo,
la fractura del ámbito laboral, el trabajo en el domicilio del trabajador, y
en definitiva distintas formas en que se expresa la relación formal de
dependencia y por otro lado la figura del cuentapropista que aparece
como un trabajador independiente, y que tiene una de sus expresiones
más absurdas en el autónomo-dependiente de la legislación española.
Ahora bien, ¿ podemos concluir entonces que los sujetos sociales y
económicos fundamentales de la sociedad capitalista han sido
desplazados?? ¿Podemos decir que hoy hay otras categoría sociales
distintas a aquellas que históricamente se han consolidado en este
sistema de relaciones sociales y económicas?? Evidentemente no.
Esas supuestas categorías de trabajadores siguen siendo tan clase
trabajadora como siempre han sido en este sistema y aquellos que se
apropian del trabajo de esos trabajadores son tan capitalistas como lo
han sido históricamente. Es cierto que hay toda una corriente de
pensamiento para nada neutral (y no porque así deba ser) que juega
con esta presunta confusión para así descalificar la teoría marxista
que es la que ha explicado, comprendido y por tanto generado las
armas teóricas de transformación de este sistema.- Si no hay más
clase trabajadora como sujeto transformador, no hay transformación y
por tanto tenemos capitalismo en toda la eternidad. Esto me hace
recordar la lamentable teoría, si así se puede llamar, de Francis
Fuckuyama sobre el fin de las ideologías, que pese a su absoluta
endeblez conceptual, generó toda una corriente de ferviente apoyo y
que se cayó como un mazo de naipes.
La clase trabajadora entendiéndola como aquel sector social que solo
o fundamentalmente cuenta con su capacidad de trabajo no solo no ha
disminuido sino que se ha expandido en el planeta. Hoy hay más
trabajadores que en toda la historia de la humanidad, y por el
contrario, hoy se concentra la riqueza en la menor cantidad de
personas como nunca sucedió. Por otra parte, contamos con un tercio
de la población mundial entre pobres e indigentes, en una muestra
dramática de la situación social que genera hoy este sistema en su
debacle. Por supuesto que esa debacle tiene ganadores y perdedores,
pero donde cada vez más se ahonda la brecha entre unos y otros.
Y es en este marco donde las políticas flexibilizadoras, falsa acepción
que en realidad esconce el real significado que no es otro que la
precarización y la super explotación de los trabajadores, busca los
canales para imponerse. Y que se busca con esto?? Algo en realidad
muy sencillo, aumentar la tasa de ganancia mediante la mayor
explotación de los trabajadores. Pero, diríamos entonces, si el sujeto
trabajador ya no es tal o tiende a desaparecer, para qué la
“flexibilización”? Y aquí está el contrasentido de las teorías que
plantean su no ser. Los trabajadores son y van a seguir siendo porque
el sistema capitalista los necesita para generar la riqueza y a su vez
obtener la plusvalía que determina su ganancia.- Siempre el capital
tuvo y tiene como objetivo la ganancia, y la ganancia proviene de los
trabajadores a través de lo que producen y lo que le pagan. Y aquí
aparece el salario. Y aquí uno se pregunta sobre la presunta
desaparición de la sociedad salarial. El salario puede esconderse en
diversas formas, incluso muchas de las cuales podemos encontrar en
nuestra Ley de Contrato de Trabajo, pero si quien trabaja para otro
recibe un pago permanente y habitual por esa tarea y no se trata de un
hecho ocasional como puede ser el caso de un profesional que
atiende en su estudio a personas que lo consultan por citar solo una
forma posible, esa paga es un salario. Y el salario es la forma concreta
en que no solo se determina la paga que recibe el trabajador por poner
a disposición su capacidad de trabajo, sino de allí se desprende la
plusvalía que obtiene el empleador de esa fuerza de trabajo. Por ello,
el salario no puede desaparecer en la sociedad capitalista. No puede
desaparecer la raíz del salario al que si se podrá dibujar de múltiples
maneras, pero en realidad siempre será un salario que lejos estará de
lo que produce el trabajador en esa circunstancia. Si no hubiera un
salario estaríamos hablando de un esclavo o de una persona que
efectivamente trabaja en forma independiente y sobre la cual no se
extrae plusvalía, pues el mismo obtiene toda la ganancia que produce
su trabajo. Y si no hay salario no hay plusvalía, y si no hay plusvalía
no hay sociedad capitalista. La explotación del trabajo es la base
fundamental de la existencia de la sociedad capitalista
Por supuesto que los cambios tecnológicos generan modificaciones en
la forma en que se desarrolla el trabajo en relación de dependencia.
Así ha sido históricamente y conocimos el fordismo, el taylorismo, etc.,
etc. , pero pese a todos estos cambios la matriz de la relación laboral
obrero-patronal no se ha modificado. Y esto sucede también en esta
etapa, donde si bien se generan en algunos rubros cambios de
estructura y organización laboral, por otra parte se mantiene los ítems
fundamentales del sistema. Aparecen por supuesto nuevas formas de
relaciones formales, donde la precarización y una de sus patas, la
tercerización han calado hondo y sin dudas ha causado una clara
división entre los sectores de trabajadores y sus vinculaciones con los
sindicatos, divisiones que surgen de la aplicación de distintos
convenios colectivos, la diferenciación salarial consecuente, la falta de
convenio en muchos casos y en definitiva diversas “categorías” de
trabajadores. Esto sumado a una permanente propaganda ideológica
que desarrolla el individualismo hasta su máxima expresión, produce
concretas divisiones entre los trabajadores y obstaculiza la labor
colectiva. En esto también han jugado un nefasto papel muchas
organizaciones sindicales más preocupadas por sus negocios y
ganancias que en la organización de los trabajadores, e incluso
fomentando estas divisiones.
Pero volviendo a la plusvalía, es fundamental tener claro en este
sentido que la ganancia solo se obtiene del trabajo humano. Si las
máquinas reemplazan al hombre, podrá generarse riqueza, pero no
podrá generarse plusvalía. La teoría de la plusvalía descubierta por
Marx hace ya más de un siglo y medio no ha sido rebatida por doctrina
alguna y hoy ya resulta obvia su existencia para todos Aquellos que
participamos desde adentro y en la realidad concreta la lucha salarial y
productiva entre trabajadores y empresarios no podemos tener dudas
sobre el particular. No será “académico” pero fue para mí una escuela
fundamental el participar en estos debates. Siempre recuerdo el caso
de un gremio que yo asesoraba y donde una comisión interna de una
fábrica pretendía un aumento salarial. Reunidos con los gerentes de la
patronal y ante el pedido concreto de suba de remuneraciones, el
representante de la patronal planteó que entonces había que disminuir
el horario del almuerzo, bajar los permisos de diversa índole y otras
medidas similares. Ante mi enojo, propio también de mi inexperiencia
(hay que parecer enojado pero no hay que enojarse nunca, me dijo
una vez un burócrata), pues pedíamos un aumento salarial y nos
salían con estos temas, el gerente me dijo muy suelto de cuerpo “y de
donde quiere que saque el dinero para el aumento”. Más gráfico
imposible. El dinero debía salir de la mayor explotación de los
trabajadores que. Eso es la plusvalía que tiene luego diversas
variantes y matices, pero que nace del trabajo de los trabajadores.
Por ello, cuando se habla del fin del salario y de una renta universal
para todas las personas en los márgenes del sistema, realmente uno
ve allí una franca utopía y el intento ideológico de demostrar que el
sistema capitalista además de poder superar supuestas barreras,
estaría en condiciones de sobrevivir a todos los avatares. Pero
veamos. Si la ganancia sale del trabajo de los trabajadores, por más
productividad o desarrollo tecnológico que hubiere, la tendencia a la
baja de la ganancia tiende a acrecentarse. Recordemos que la tasa de
ganancia surge de la división entre el capital aplicado en máquinas,
herramientas, materias primas y el establecido para pagar salarios. La
tendencia decreciente de la tasa de ganancia denominada por Marx “la
ley más importante de la economía política” agudiza las
contradicciones en el sistema y pone en juego su supervivencia. En
ese estado estamos, y por tanto volviendo a la renta universal, lo que
se repartiría sería una parte de la ganancia que disminuye a mérito de
lo ya expuesto respecto del desarrollo tecnológico . O sea que con
menor ganancia se pretendería que los Estados repartieran una parte
que sería mayor a la actual para garantizar esa supuesta renta. Se
imaginan a los capitalistas sosteniendo a un Estado que le expropia
parte de la ganancia (que a su vez es cada vez menor) para distribuirla
entre la sociedad cuyo número en condiciones de recibirla va a ser
cada vez mayor como consecuencia del desarrollo tecnológico y la
competencia. O se repartiría una miseria absoluta o, como presumo,
es una utopía irrealizable en los márgenes del sistema capitalista. Los
capitalistas pueden “sacrificar” una parte de su ganancia para sostener
al Estado, que nunca deja de ser el representante del conjunto de la
clase dominante con sus contradicciones y luchas internas, pero de allí
al extremo expuesto, no sería posible. Más aún, diría que se produciría
un colapso del sistema, pues si esto fuera realidad la ganancia no
sería reinvertida como capital y por tanto la producción caería en
forma irremediable con todas las obvias consecuencias imaginables.
Pero, luego de este cuadro de situación, no podemos ni debemos
olvidar el otro aspecto esencial de la situación y que es sin dudas la
sustentabilidad del sistema capitalista o su derrumbe, y los sujetos
intervinientes en esta historia que nos atraviesa. Y en este campo,
vemos como se agudiza la crisis en este capitalismo senil, donde la
pretensión de una vida digna para la humanidad se aleja más y más
frente a la supuesta paradoja de un desarrollo tecnológico imparable.
El capitalismo no tiene salida para la humanidad, solo barbarie y
destrucción en su actual etapa.
Ante este panorama, la pregunta consiguiente es quien puede ser el
sujeto del cambio, pues no cabe dudas que la “barbarie” está en las
puertas de la actual situación mundial. SE habla de la tercera guerra
mundial con una frialdad en los medios de comunicación y en las altas
esferas políticas internacionales, que realmente asusta.
Históricamente, los cambios sociales revolucionarios se dieron en el
marco de un conflicto social entre una clase que ya no podía sostener
su dominación por factores económicos y sociales y otra clase que
pugnaba por ocupar ese lugar dominante y empujando a las restantes
detrás de ella. Esto dicho con la mayor simpleza y síntesis posible,
pues obvio es señalar que mares de tinta se han escrito para
desarrollar estas ideas y conceptos que en sí requieren un análisis
particular.
Estamos en una etapa de la sociedad donde una ínfima minoría ( a
nivel mundial se habla de doscientas familias dueñas de la riqueza
social) se ha apropiado de la riqueza que se produce en la sociedad y
una inmensa mayoría nacional e internacional se encuentra en una
situación socioeconómica cada vez más dramática, situación que se
agrava, salvo pequeños reflujos
Por otra parte, este modo de producción no solo se verifica en el
campo de la relación obrero-patronal, sino que se extiende a toda la
vida social. La existencia de los seres humanos en un sistema
determinado, establece asimismo las pautas de la existencia de los
sujetos que la conforman. La vida social y familiar de un trabajador o
trabajadora está enmarcada en el lugar que ocupa en el ámbito de la
producción: lo mismo sucede con una familia burguesa. Y este modo
de producción sigue siendo el dominante y determinante de las
relaciones económicas y sociales. Se ha intentado vanamente
encuadrar otras categorías como centro de las relaciones sociales, y
así aparecen los consumidores, las feministas, etc. como ejes de los
cambios que pudieren producirse. Pero, la realidad es que hoy en la
sociedad capitalista la vida de las personas está atada a la producción.
Un trabajador sin trabajo no vive. La vida misma depende del trabajo.
El trabajo es el eje fundamental de la existencia de esta sociedad. Y
ese trabajo, hoy, es el trabajo en relación de dependencia. Las clases
sociales esenciales en esta sociedad son la burguesía y el
proletariado. Ese eje esencial no se ha modificado. Podrá haber
menos trabajadores industriales, habrá más trabajadores en el rubro
de los servicios, habrá más desocupados, habrá más o menos
empresas, habrá mayor concentración de capitales. Todo esto pasa y
es posible y se explica también en el marco del sistema capitalista y su
crisis, pero ninguna de estas variaciones modifica la ecuación central y
la contradicción fundamental del sistema que conlleva a la lucha de
clases sociales. Los sujetos no han cambiado y siguen siendo los
mismos que históricamente conocemos.
Más aún, la existencia de la sociedad capitalista y por tanto de los
capitalistas, depende del trabajo. Sin clase explotada, sin clase a
quien extraer la plusvalía, y por ende sin ganancia, no hay sociedad
capitalista posible.
Y esto se enhebra con el futuro del trabajo al cual ya nos referimos.
Justamente debatir sobre el fin del trabajo en esta sociedad, nos pone
en debate con otro tema central y que se refiere al fin de la sociedad
capitalista. Como ya dijéramos, no hay sociedad capitalista posible sin
trabajo. Y esto es así, porque la ganancia del capitalista emerge de la
explotación del trabajo humano. Marx resaltaba que el desarrollo
tecnológico era una de las premisas necesarias para el arribo a la
sociedad comunista, pues las máquinas reemplazarían al hombre en
fundamental medida, y allí podríamos entrar al mundo de la libertad,
donde el trabajo dejará de ser tal y se transformara en una actividad
vital y conciente en armonía con la naturaleza y conforme a las
necesidades sociales y no a la ganancia de persona alguna.
Es desde allí donde debemos analizar el futuro del trabajo, pues caso
contrario, lo que ocurriría en este sistema de relaciones sociales de
producción, sería mayor desocupación a la que ya gravemente
sufrimos, mayor miseria, indigencia, hambre y muerte de grandes
sectores de la sociedad planetaria.
Y el sujeto transformador y por tanto revolucionario es sin duda la
clase trabajadora, porque es la productora de la riqueza y la única
clase en condiciones de producir esa riqueza de la cual hoy se
apropian una ínfima minoría de la sociedad.
Y para ello tenemos que superar la falsa dicotomía entre
neoliberalismo y keynesianismo que se plantea periódicamente en el
mundo capitalista, aunque en realidad estos conceptos se presentan
con variaciones marcadas y contradicciones notorias, pero que en el
marco teórico se levanta permanentemente. Como bien dice Pablo
Rieznik en su obra “La Pereza y la celebración de lo Humano”
(pag.131) “Los límites ulteriores de la llamada “economía keynesiana”
en los años que siguieron a la Segunda Guerra fueron los que se
expresaron en la crisis que hunde sus raíces en el final de la década
de 1960 y que se prolongará en la década siguiente. El
“neoliberalismo” no nació de un repollo sino del fracaso de aquellos
remedios keynesianos; del mismo modo que el llamado
“keynesianismo” se presenta en la actualidad como una alternativa al
derrumbe del…neoliberalismo. ..Keynesianismo y neoliberalismo, en
definitiva, se engendran mutuamente como expresión de la dinámica
del ciclo económico y de sus crisis”.- Y de esto los argentinos
sabemos bastante.
Y en este marco, se desarrolla desde ya hace más de una década una
crisis capitalista planetaria que pretende, como siempre, cargarla en la
cabeza de la clase trabajadora.- Es así que se pretenden
modificaciones legislativas tendientes a una mayor y “mejor”
explotación de los trabajadores, en el aumento de la desocupación
para garantizar un ejército de reserva, en la expulsión de una parte
dela sociedad directamente del mercado, en un régimen
marcadamente represivo para garantizarlo, con sindicatos cómplices
de este proceder, en una justicia que se pretende domesticar a esos
efectos, en una propaganda descalificante de todas las luchas sociales
y de los conversos de siempre que sirven en definitiva a los intereses
del capital.-
Ante ello y sin perjuicio de considerar que no hay una receta unívoca
sobre el particular, y que se pueden marcar pautas que van a
depender del conflicto social y de la lucha de clases, y de una clase
trabajadora que siempre da sorpresas (recuerdo el Cordobazo), me
permito señalar algunos aspectos: 1) volver a la inacabada lucha por
una ley de contrato de trabajo superadora de la vieja ley 20744 y
obviamente derogando toda la normativa impuesta por la dictadura
cívico militar y convalidada por todos los gobiernos posteriores con los
matices del caso. Solo basta ver que la legislación respecto a
tercerización, despidos, ley sindical, convenios colectivos de trabajo,
huelga, etc., o sea temas centrales, se mantienen sin modificaciones
desde la dictadura a la fecha; 2) Organización sindical libre y
democrática sin “homologación” estatal alguna; 3) derogación de toda
la legislación penal que criminaliza la protesta social; 4) incorporación
de los desocupados a las organizaciones sindicales para contenerlos y
sostener su lucha por trabajo; 5) paritarias libres y sin techos, y mucho
menos que pueda sujetarse acuerdo alguno al control estatal; 6)
participación de las minorías en las organizaciones sindicales
Estas son algunas pautas muy genéricas que requerirán su
enriquecimiento permanente, pero fundamentalmente la lucha de los
trabajadores debe tener como objetivo central una VIDA DIGNA,
PLENA. Puede el sistema capitalista garantizarla?? Esta es la
pregunta central y eso debe terminar de entenderse para entonces
avanzar hacia ese objetivo.
Estamos ante una crisis de magnitudes cuyas consecuencias no
pueden aún calcularse. Hay una crisis económica que tiene hoy una
muy seria expresión en la situación ambiental. El capitalismo no solo
está destruyendo a una parte sustancial de la humanidad sino que
directamente está destruyendo el planeta. O tomamos conciencia de
esta realidad y actuamos en consecuencia o con nuestra omisión,
falaces creencias en salidas capitalistas o alternativas puramente
ecológicas, seremos cómplices del caos a que nos pretenden someter.

BIBLIOGRAFIA CONSULTADA:
Marx Carlos: “El Capital”: “El Manifiesto Comunista”
Rieznik Pablo: “La pereza y la celebración de lo humano”; “Un mundo
maravilloso”
Chomsky Noam: “¿Quién domina el mundo?”
Feliz Mariano y Lòpez Emiliano: “Proyecto neodesarrollista en la
Argentina”
Mattick Paul: “Marx y Keynes: los límites de la economía mixta”
Duarte David (coordinador): “Implicancias del nuevo Código Civil y
Comercial desde una perspectiva crítica”.-
Pajoni Guillermo: “Lógica capitalista y reforma laboral”; “Crisis del
sistema capitalista”.-

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