Aborígenes Del Continente Americano
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Historial
Las culturas americanas más destacadas lograron estos avances una vez que dejaron
de ser nómades gracias a la agricultura y la ganadería. Ellos fueron
los mayas, incas y aztecas.
Sumario
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Antecedentes
Está comprobado que el hombre no es originario de América, pues existe una
imposibilidad filogenética basada en que los monos americanos pertenecen a una
rama muy alejada de los antropoides, lo que descarta que pudieran surgir aquí
elementos humanoides por una vía evolutiva. Aunque existen muchas teorías sobre el
origen del hombre americano, algunas de las cuales consideran incluso la posibilidad
de un poblamiento de presapiens, provenientes de las costas asiáticas del océano
Pacífico, en tiempos de la llamada glaciación Illinois, hace unos doscientos mil años.
Todas las evidencias apuntan a que llegó a este continente procedente de Asia ya
conformado como homo sapiens ―no han aparecido restos humanos pertenecientes
a estadios anteriores―, en varias oleadas remotas, aunque relativamente tardías en
comparación con el poblamiento de otras partes del planeta.
A sustentar esta tesis contribuye el hecho de que los siete restos humanos lás
antiguos encontrados en América ―entre ellos el cráneo de Punín (Ecuador), los de
Fontezuela y Arrecifes (Argentina) y los de Lagoa Santa (Brasil), así como el hombre
de Tepexpan (México)―, y que por diferentes medios de datación han sido fechados
entre 9000 y 12 000 años, exhiben todos los rasgos del hombre moderno. La inmensa
mayoría de los especialistas de este tema consideran que la llegada del hombre a
este hemisferio comenzó en tiempos del denominado glacial Wisconsin (del 70 000 al
10 000 antes del presente), dentro de un proceso que duró milenios, y que terminó por
generar un verdadero mosaico de culturas y pueblos indígenas diferenciados entre sí
y con distintos niveles de desarrollo socioeconómico.
Primeras migraciones
Se supone que la primera migración ocurrió hace más de 50 mil años y se produjo por
el estrecho de Bering de apenas 80 kilómetros de extensión, favorecido por las
condiciones creadas para el paso del hombre con el descenso del nivel del mar, al
parecer durante el subestadio glacial altoniense (entre el 70 000 y el 28 000 antes del
presente).
A avalar esta tesis contribuyen los indicios de que durante el Wisconsin se produjo la
entrada humana a la zona comprendida entre el archipiélago japonés y la península
de Kamchatka. La proximidad geográfica de esta región con América, junto con
una vegetación y una fauna relativamente parecidas y condiciones fisiográficas
diferentes a las actuales, pudo permitir un paulatino poblamiento mediante el continuo
flujo y reflujo de grupos asentados en ambas costas del Pacífico.
Primitivos habitantes
AI parecer los primitivos habitantes de América eran hombres del paleolítico, nómadas
que vivían en cavernas y se dedicaban a la recolección, la caza y la pesca con
instrumentos de concha muy elementales, aunque se sabe muy poco del
marco ecológico que debió condicionar sus formas de existencia. Se extendieron por
el continente americano de norte a sur, hasta llegar en un lento desplazamiento
efectuado a lo largo de milenios, al extremo austral.
Hallazgos
A favor de esta hipótesis se levantan los hallazgos más antiguos por lo general
instrumentos líticos asociados a huesos de mamuts y otros animales ―como los
kiokkemoeddings hallados en Texas (Estados Unidos), donde aparecieron puntas del
tipo clovis fechadas por el carbono 14 en 37 000 años de antigüedad―, encontrados
hasta el presente en cada región americana y que indican rastros de presencia
humana: los de Alaska y Canadá tienen una antigüedad de más de 30 años;
en California de hace 27 000; en México de unos 22 000; en Venezuela de 14 000;
en Perú de hasta 18 000; 11 000 para Chile y 9 000 en la Patagonia. Estos hallazgos
indican una probable cronología de ocupación y una posible ruta de poblamiento
humano del continente. El último grupo humano que llegó por esta vía hace
aproximadamente 5000 años, fue el esquimal.
Este proceso, que al parecer se efectuó paralelamente, en dos o tres centros del
continente ―se calcula que comenzó entre el 7000 y el 1500―, entre ellos las zonas
altas de Mesoamérica y la costa y sierra del área andina permitió el surgimiento en
estos territorios de sociedades de clase y deslumbrantes centro de civilización.
Este sistema sociopolítico puede identificarse con lo que Carlos Marx denominó
"modo de producción asiático" o esclavitud generalizada un régimen de transición de
la comunidad primitiva a la sociedad de clases en el cual coexisten formas antiguas
de organización comunitaria ―ayllú entre los incas y calpulli para los aztecas― con
un estado jerarquizado dominado por una teocracia.
Aproximadamente entre los años 700 y 1000, estas complejas sociedades americanas
sufrieron una serie de sacudidas y crisis que pusieron fin a este llamado período
clásico y propiciaron el florecimiento de nuevas culturas, entre ellas la azteca y la inca,
que alcanzaron junto a los mayas el punto más alto de desarrollo político y
socioeconómico de los pueblos indígenas antes de la llegada de los europeos.
Inclusive la última etapa del expansionismo azteca e inca fue casi coincidente, a fines
del siglo XV y primeras décadas del XVI.
Entre las características de estos dos grandes focos americanos de civilización, esto
es, mesoamérica y el área andina, se destaca el absoluto aislamiento existente entre
ambos, lo que no solo determinó apreciables diferencias sociales, económicas y
culturales, sino también limitó mayores posibilidades de desarrollo. Sin duda a ello
también contribuyó el restringido proceso de domesticación de animales ―limitado
al pavo, el perro, el pato y, en los Andes, además al cuy, alpaca y llama― y la
ausencia en América de importantes especies para la alimentación, el tiro y la cargo
―el burro, el caballo, la vaca y el cerdo―, el desconocimiento de la rueda y de la
metalurgia del hierro, que los privó de instrumentos de trabajo como el arado. A esto
hay que agregar la existencia de economías de excelentes exiguos, en las que el
hombre era casi exclusivamente la única fuerza de trabajo.
Rostros
Los componentes de algunas tribus se desfiguraban el rostro por medio de pinturas y
tatuajes; se perforaban la nariz, las orejas y los labios para introducirse en ellos
objetos de formas variadas, y se adornaban con plumas de diversos y
vistosos colores. Los caribes de las Antillas Menores y de Venezuela, indios crueles y
sanguinarios, terror de los conquistadores y de los demás indígenas, tenían aspecto
horroroso por sus caras pintarrajeadas, sus largos cabellos y su cráneo deformado
por achatamiento de la frente, que producían artificialmente aplicando a los niños
ligaduras compresoras desde los primeros días de su nacimiento.
Armas
Las armas de los aborígenes americanos eran, con pocas variantes, el arco,
la flecha y la macana. La lanza era menos común, y las boleadoras las usaban
preferentemente las tribus del [Sur]], tales como querandíes, charrúas y pampas, que
tanta resistencia opusieron al establecimiento de los conquistadores. Para hacer
mortales las heridas provocadas por sus armas, aunque estas no fueran graves,
algunas tribus solían untarlas con sustancias venenosas (.
Vestido y vivienda
En cuanto al vestido y la vivienda, nada puede decirse en general que a todos cuadre,
pues variaban enormemente de acuerdo con las
características geográficas y climáticas de cada zona, en forma tal que, mientras
algunas tribus de la zona tropical andaban completamente desnudas, otras, las de las
zonas frías, cubrían sus cuerpos con pieles de animales. Unas carecían de vivienda
permanente; otras construían sus habitaciones con ramas, hojas y troncos, con
cueros o con barro y paja, y algunas vivían en cuevas.
Demografía en el siglo XV
Se calcula que en el momento de los primeros contactos con los europeos, el
continente americano estaba habitado por más de 90 millones de personas:
unos 10 millones en el actual territorio de Estados Unidos y Canadá,
unos 30 millones en México,
unos 11 millones en Centroamérica,
unos 0,445 millones en las islas del Caribe,
unos 30 millones en la región de la cordillera de los Andes y
unos 9 millones en el resto de Sudamérica.
Véase también
América
Explicación de la palabra «indio»
Fuente
Ministerio de Educación Superior (2006): América y sus antiguos pobladores, en
CD. Carrera de Humanidades, Cuba, 2006.
Junqueira, Carmen (1984): Los indios y la antropología en América Latina. Buenos
Aires: Búsqueda-Yurchan, 1984.
Kopper, Philip (1986): The Smithsonian book of North American indians. Nueva
York: Smithsonian Institution Press, 1986.
Metraux, Alfred (1982): Les indiens de l'Amerique du Sud. París: A. M. Métaille,
1982.
Varios autores (1992): Handbook of American indians. Austin (Texas): University
of Texas Press, 1964-1992.