Intersticios 50. Filosofía Tomista
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Filosofía Tomista
ntersticios
FILOSOFÍA • ARTE • RELIGIÓN
La revista Intersticios del programa académico de Filosofía, Instituto Intercontinental de Misionología de la Universidad Intercon-
tinental, es un proyecto editorial que se interesa en fomentar el encuentro y la profundización de las ideas que nos anteceden,
así como en producir y desarrollar nuevas vertientes de pensamiento y discusión. Cada uno de sus volúmenes recorre y suscita
las zonas de encuentro de la filosofía (sección monográfica), el arte y la religión (tercera sección) consigo mismos y entre sí, al
tiempo que busca no sólo la convivencia entre la filosofía de la cultura, la hermenéutica filosófica, el pensamiento de inspira-
ción cristiana y la tradición clásica (Dossier), sino también un nuevo resultado teórico irreductible a cada una de las líneas por
separado. Éste es nuestro perfil teórico, que insiste en el tema principal de la apertura al decir del otro, como reto común a estas
mismas expresiones teóricas que así contienen en su propio estatus discursivo la múltiple determinación de los intersticios: los
mismos que la revista en su conjunto reconoce como la marca tensional de los tiempos de hoy, y para la que la filosofía, el arte
y la religión no pueden menos que promover un plus de sentido y creatividad.
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FILOSOFÍA • ARTE • RELIGIÓN
Intersticios es una publicación semestral de la UIC Universidad Intercontinental A. C. Editor responsable: Camilo de la Vega Membrillo.
Número de certificado de la reserva otorgado por el Instituto Nacional de Derechos de Autor: 04-2003-031713005200-102. Número de
Certificado de Licitud de Título: 12786. Número de Certificado de Licitud de Contenido: 10358. Asignación del ISSN: 1665-7551. Dirección:
Insurgentes Sur 4135 y 4303, Santa Úrsula Xitla, C. P. 14420, Alcaldía Tlalpan, Ciudad de México. Distribuidor: UIC, Universidad Interconti-
nental, A. C., Insurgentes sur 4135 y 4303, Santa Úrsula Xitla, C. P. 14420, Tlalpan, Ciudad de México. Imprenta: Ultradigital Press, S. A. de C. V.,
Centeno 195, col. Valle del Sur, del. Iztapalapa, Ciudad de México. La edición de este número consta de un tiraje de 500 ejemplares, que se
terminaron de imprimir en abril de 2018.
Índice
Presentación
Rubén Betancourt García 7
I. FILOSOFÍA TOMISTA
II. DOSSIER
IV. RESEÑAS
V. CARPETA GRÁFICA
E
l pasado 22 de agosto, durante el Claustro
Universitario, el maestro Bernardo Ardavín
Migoni, rector de la universidad, resaltó dos
de los acontecimientos más importantes. El primero fue la alianza con la
upaep, acerca de la cual destacó los desafiantes retos y las metas alcanzadas
desde hace cinco años. El otro acontecimiento fue la celebración del 70
aniversario de los Misioneros de Guadalupe (mg), fundadores de nuestra
casa de estudios.
El padre Raúl Ibarra Hernández, mg, recordó que, en 1949, fueron los
Obispos de México quienes fundaron en la Basílica del Tepeyac, el Semina-
rio Mexicano para las Misiones Extranjeras, que abrió sus puertas en la villa
de Tlalpan, hoy, Universidad Intercontinental. También señaló a la univer-
sidad como una institución misionera, abierta al mundo de hoy, ya que ha
formado generaciones de profesionales auténticos, en diferentes disciplinas
del saber humano para el bien de nuestra sociedad.
Siguiendo el ideario de nuestra universidad de ser un espacio abierto a
la reflexión y a la creación de nuevas vertientes de discusión, el tema elegido
para el número 50 de la revista Intersticios, versa sobre la filosofía tomista.
Con la convicción de que la Universidad Intercontinental cuenta con un
modelo educativo que confía en la pertinencia del humanismo cristiano,
pues dicho principio da un carácter de especificidad a la educación que aquí
se imparte, ya que garantiza la centralidad del ser humano y su sentido de
trascendencia en el mundo y evita que quien se prepara para la vida profe-
sional se reduzca a ser un receptor de conocimientos.
Recurrir a la teoría de Tomás de Aquino no es un retroceso a la época
equivocadamente llamada obscurantista, o volver la mirada a lo “caduco”,
ni tampoco traer al presente una filosofía cristiana que no tiene nada que
aportar por ser aristotélica. Al contrario: si la iglesia católica pide que se
tome al aquinate como el fundamento de los estudios, es porque su doctri-
na es actual e incluso renovadora, puesto que se encuentra abierta a futuras
aportaciones de las ciencias y del pensar humano.
Es erróneo pensar que la doctrina filosófica y teológica de Tomás es algo
cerrado o que “canoniza” la Iglesia; empero, es aquella que posibilita el ho-
rizonte de comprensión para dialogar con el pensamiento filosófico actual.
8 PRESENTACIÓN
Palabras clave
Verbo mental, conocimiento humano, metafísica, fe, racionalidad, Tomás de Aquino.
Keywords
Mental verb, human knowledge, metaphysics, faith, rationality, Thomas Aquinas.
L
a gnoseología elaborada por Tomás de Aqui-
no contiene una vertiente de originalidad
como punto de partida o de fundamentación
metafísica, la cual ha sido omitida frecuentemente; no sólo por escuelas de
pensamiento filosóficas actuales, sino por la misma filosofía cristiana dentro
de los centros de estudios eclesiásticos. La noción de verbo se encuentra en
el análisis de todo proceso cognoscitivo racional; de ahí que la compren-
sión del Verbo divino incluya una consideración detenida de la naturaleza
del conocimiento humano y la producción, por parte de éste, de un verbo
o concepto mental, requerida en todo acto de conocer. Ésa es una de nues-
tras convicciones: toda acción de entender requiere un verbo, verbo que es
término de ésta y donde halla su cumplimiento la operación intelectual.1
La cuestión de la intelección y del verbo mental es, de una manera bas-
tante típica, una de las que han sido más abundante y diversamente abor-
dadas y tratadas en la escuela tomista. No es la intención en este momento
explicitar la entera metafísica del conocimiento subyacente a la doctrina
del concepto en Tomás de Aquino, sino presentar aquellos elementos de la
noética tomista que permitan dilucidar lo que es la metafísica del Logos, a
fin de comprender el lugar o estatuto de la criatura en el conocimiento del
Absoluto. Y el verbo es, además, procedens ab alio, por lo que mantiene una
distinción real con aquello que lo engendra: “El mismo concepto mental
implica procedencia de otro, esto es, del conocimiento del que concibe; o,
de un modo sintético. El verbo comporta la manifestación y también un
proceso real de una cosa a partir de la otra”.2
Es doctrina tomista que la razón de manifestación se encuentra siem-
pre ligada, per se, a la actividad intelectiva, y compete máximamente a la
noción de verbo.3 Ordinariamente, la noción de manifestación suele ir liga-
1
Cfr. Tomás de Aquino, Comentario al libro de Aristóteles Sobre la interpretación, 16b19,
Pamplona, eunsa 1999, p. 68.
2
Juan Fernando Sellés, “Introducción”, en T. de Aquino, Sobre el Verbo. Comentario al
prólogo del Evangelio de San Juan, Pamplona, eunsa, 2005, p. 14.
3
Cfr. Valente Balaguer, “Jesucristo”, en César Izquierdo (dir.), Diccionario de Teología,
Pamplona, eunsa, p. 524.
4
Cfr. Super sent., lib. 3, d. 1, q. 1, a. 2, co.
5
Cfr. Super Io, cap. 11, p. 126.
6
Para entender mejor las aportaciones referentes a la relación de fe y razón, pueden
leerse, a manera de punto de partida, dos textos de Francisco Canals Vidal: en la conferencia
dada en Barcelona, en el Congreso de la sección española de la sita (12-14 septiembre de
2002), Unidad según Síntesis, y Lección Magistral, leído por el profesor F. Canals Vidal en
el acto de investidura como doctor honoris causa por la Universidad Abat Oliba, el 21 de
abril de 2005.
7
Concilio Vaticano ii, Gravissimum educationis munus, núm. 10.
8
En cuanto al tema de la encarnación, puede consultarse el artículo de F. Canals Vidal,
“La encarnación redentora, principio fundamental de la concepción católica de la vida”,
Verbo, núm. 417-418, 2003, pp. 649-662.
9
Cfr. Constitución dogmática “Filius Dei” sobre la fe católica, tercera sesión: 24-iv-1870,
Dz, núm. 304.
10
Suma teológica, i, q. 2, a. 8, ad 2: “Como quiera que la gracia no suprime la naturaleza,
sino que la perfecciona, es necesario que la razón natural esté al servicio de la fe, de la misma
forma que la tendencia natural de la voluntad se somete a la caridad”.
11
Suma teológica, i, q. 2, a. 2, ad 1.
12
Cfr. Fernando Ocariz et al., El misterio de Jesucristo, Pamplona, Eunsa, 2010, pp.
112-114.
13
Cfr. Super de trinitate, pars 1, q. 2, a. 1, co. 1: “Responsio. Dicendum quod cum
perfectio hominis consistat in coniunctione ad Deum, oportet quod homo ex omnibus quae
in ipso sunt, quantum possibile est, ad divina annitatur, ut intellectus contemplationi et
ratio inquisitioni divinorum vacet, secundum illud Psalmi: mihi adhaerere Deo bonum est”.
14
Cfr. Ignacio Aguinalde Sáenz, “Estudio preliminar”, en T. de Aquino, Comentario al
libro de Aristóteles. Sobre la generación y la corrupción. Los Principios de la naturaleza y otros
opúsculos cosmológicos, Pamplona, Eunsa, 2005, pp. 13-15.
15
Aristóteles, Eth. Nic., x, c. 7, 1177 b, pp. 31-34.
16
Cfr. Super de trinitate, pars 1, q. 2, a. 1, co. 2.
17
Super de trinitate, pars 1, q. 2, a. 1, ad 5: “Ratio autem persuasoria sumpta ex
aliquibus similitudinibus ad ea quae sunt fidei inducta non evacuat fidei rationem; quia non
facit ea esse apparentia, cum non fiat resolutio in prima principia quae intellectu videntur”.
18
San Agustín, De trinitate, ii, núm. 10. pl, 10, 59 a.
19
Cfr. Gemma Muñoz Alonso (dir.), Desarrollo de la filosofía patrística. La escolástica,
Barcelona, Sarpe, 1988, p. 236.
20
Super de trinitate, pars 1, q. 2, a. 2, arg. 1. “Videtur quod de divinis quae fidei
subsunt scientia esse non possit. Sapientia enim contra scientiam dividitur. Sed sapientia
est divinorum”.
21
Según enseña Alfonso García Márquez, en la nota 154, “La Marietti afirma, aludiendo
a otras ediciones, que el texto de santo Tomás dice ‘razones físicas’, en vez de ‘razones
filosóficas’. En la Decker, en cambio, se lee razones filosóficas, y no cita otras ediciones que
digan lo contrario”. Lo más probable es la segunda opinión, porque es la que está de acuerdo
con la doctrina del aquinate. Cfr. A. García Marqués, Santo Tomás de Aquino, Pamplona,
eunsa, 1986, p. 110.
22
Super de trinitate, pars 1, q. 2, a. 3, s. c. 1: “Sed contra est quod apostolus Tit. 1
Epimenidis poetae versiculo usus est dicens: Cretenses semper mendaces, malae bestiae,
ventres pigri”.
23
Super de trinitate, pars 1, q. 2, a. 3, s. c. 1: “1 Cor. 15 verbis Menandri: corrumpunt
bonos mores colloquia prava”.
(17, 28), las palabras de Arato: “somos linaje suyo”.24 Con esto, queda claro
que los maestros de la escritura hicieron uso de la sabiduría de su tiempo.
Para ellos no era algo extraordinario, sino una consecuencia cultural que
habría que aprovechar, porque, a fin de cuentas, no hay contradicción entre
lo que Dios ha plasmado en las leyes de la naturaleza y de la razón, respecto
de las verdades que se encuentran en la Escritura.
Por lo tanto, concluye el aquinate que, si Pablo hizo uso de la sabidu-
ría de su tiempo, también es lícito a todos los doctores de la escritura que
utilicen los argumentos filosóficos. Esto aplica no sólo para el tiempo del
Evangelio o de la época medieval, sino para todos los tiempos, tal como se
patentiza en los documentos pontificios. Otra razón a favor de utilizar la
filosofía para explicar los contenidos de la fe es el testimonio de múltiples
hombres de Iglesia que, siendo filósofos o no, tuvieron a bien utilizar la
filosofía en su explicación de la escritura, tal como lo dice san Jerónimo:
“Todos éstos llenaron sus libros de las doctrinas y sentencias de los filósofos
para que no se supiese lo que más se debía admirar en ellos: si la erudición
profana o la ciencia de las Escrituras”.25
Es claro que el católico que desprecie la sabiduría auténtica que apor-
tan las demás ciencias para la comprensión de la fe se expondrá a un fi-
deísmo, tantas veces rechazado por la Iglesia. No es raro que haya algunos
teólogos que, por falta de conocimiento histórico, rechacen el uso de los
conceptos metafísicos en la explicación del Evangelio, o que desprestigien
la filosofía medieval por considerarla pasada de moda respecto de otro tipo
de filosofía que raya más en lo social o ético.
Pues bien, quien quiera encontrar mayor fruto en vida cristiana tendrá
la oportunidad de hacerlo por medio del estudio de la ciencia filosófica
como un recurso para vivir mejor su fe. En este sentido, san Agustín consig-
na unas palabras excepcionales: “Si los filósofos dijeran cosas verdaderas y
de acuerdo con nuestra fe, no sólo no se han de temer, sino que se las hemos
de reclamar, como a injustos poseedores, para nuestro uso”.26 Todo lo dicho
anteriormente se fundamenta en aquella enseñanza clásica de que los dones
de la gracia se añaden a la naturaleza, de modo que no la destruyen, sino
que la perfeccionan.
24
Super de trinitate, pars 1, q. 2, a. 3, s. c. 1: “Athenis usus est verbis Arati: ipsius, scilicet
Dei, et genus sumus, ut habetur Act. 17. Ergo et aliis divinae Scripturae doctoribus licet
philosophicis argumentis uti”.
25
Super de trinitate, pars 1, q. 2, a. 3, s. c. 2: “Hieronymus in epistula ad magnum urbis
Romae oratorem enumeratis pluribus sacrae Scripturae doctoribus ut Basilio, Gregorio et
quibusdam aliis subiungit: qui omnes in tantum philosophorum doctrinis atque sententiis
suos referserunt libros, ut nescias, quid in eis primum mirari debeas, utrum eruditionem
saeculi vel scientiam Scripturarum. Quod non fecissent, si non licuisset vel inutile fuisset”.
26
San Agustín, De doctrina christiana, ii, c. 40, núm. 60.
27
Super de trinitate, pars 1, q. 2, a. 3, co. 2: “Si quid autem in dictis philosophorum
invenitur contrarium fidei, hoc non est philosophia, sed magis philosophiae abusus ex
defectu rationis”.
28
Según mi opinión, en el conocimiento de las obras de santo Tomás de Aquino, ésta es
la única vez que se menciona la frase preámbulos de la fe; en otros momentos se hará mención
de las razones de la fe, pero no con esta nomenclatura. Cfr. Super de trinitate, pars 1, q. 2, a.
3, co. 3: “Primo ad demonstrandum ea quae sunt praeambula fidei, quae necesse est in fide
scire, ut ea quae naturalibus rationibus de Deo probantur, ut Deum esse, Deum esse unum
et alia huiusmodi vel de Deo vel de creaturis in philosophia probata, quae fides supponit”.
29
Cfr. Super de trinitate, pars 1, q. 2, a. 3, ad 6.
30
Super de trinitate, pars 1, q. 2, a. 3, ad 6.
Necesidad y excelencia de la fe
31
Super de trinitate, pars 1, q. 2, a. 3, ad 7.
32
Cfr. cec, núm. 143.
33
Cfr. Super de trinitate, pars 2, q. 3, a. 1, co. 2.
34
Cfr. F. Canals Vidal, Historia de la filosofía medieval, Barcelona, Herder, 1992, p. 214.
35
Cfr. M. Maimónides, Dux neutrorum (seu perplexorum), i, c. 33. Cfr. Super de trinitate,
pars 2, q. 3, a. 1, co. 3: “Et horum quamvis possit haberi scientia et a quibusdam habeatur,
tamen necessarium est habere fidem propter quinque rationes, quas Rabbi Moyses point”.
36
Super de trinitate, pars 2, q. 3, a. 1, ad 3.
37
Santo Tomás, El credo, México, Tradición, 1989, p. 13.
38
Aristóteles, Política, i, c. 1, 1252b, 20: “De los seres vivos sólo el hombre tiene logos”.
39
Cfr. Leonardo Polo, Nominalismo, idealismo y realismo, Pamplona, Eunsa, 1997, p. 189.
razón de las cosas que con ella significamos”.40 San Agustín, por su parte,
llamaba a esta acción: “Palabra del hombre, que precede a todos los signos
por la que es significada y que se genera de la ciencia que permanece en el
alma, ciencia que es dicha dentro de la mente, según lo que es”.41 La natu-
raleza locutiva de la actividad intelectual es la tesis central de la síntesis de
Tomás de Aquino, como probó luminosamente Juan de Santo Tomás, no
es sino la fundamentación de algo que se presenta como por sí conocido en
la conciencia, en el lenguaje humano.42 Lo extraordinario de estas concep-
ciones estriba en el reconocimiento de la interioridad de la persona humana
frente al mundo que lo rodea, de tal manera que existe una íntima relación
entre pensamiento, palabra y mundo.
La fuente clásica de esta vertiente racional del “hombre hablante” es la
doctrina de la analogía que mantiene Aristóteles: “De tantas maneras como
el ente se dice, se significa que el ente es. Puesto que, de los predicados,
unos significan qué es aquello de lo que se predica, otros cuál, otras cuán-
do, otros respecto de algo, otros hacer o recibir la acción, y de todos éstos,
cada uno de ellos, significa que algo es”.43 Al respecto, el aquinate apunta:
“Es necesario que el ente se contraiga a diversos géneros según el diverso
modo de predicar, que se sigue del diverso modo de ser; porque, de cuantas
maneras se dice lo que es, es decir, de cuantas maneras se predica, de otras
tantas se significa que es, es, decir, se significa de algo un ser”.44
De tal forma que, si no existiera el lenguaje, no podríamos comuni-
carnos ni habría cultura ni se mantendría una sociedad. Para el Doctor
Común, el punto de partida de la comprensión de la Encarnación será que
Dios se comunicó con el hombre tomando su misma naturaleza humana. De
ahí la importancia de recurrir a la filosofía del lenguaje de Aristóteles y sus
interlocutores para clarificar el sentido de la escritura y la comprensión de
la fe.
Se concluye, pues, que toda confusión que niegue la pertenencia del
lenguaje mental a la naturaleza del conocimiento y, por lo mismo, destitu-
ya de su fundamento el establecimiento de las categorías del ente real, al
desconocer la aptitud constitutiva del sujeto intelectual para juzgar según
que es hablando mentalmente de la realidad misma, destruye de raíz la po-
sibilidad de toda sistematización coherente y verdadera del conocimiento
40
Suma teológica, ii-ii, q. 1, a. 2, ad 2.
41
De trinitate, xv, 2-20.
42
Cfr. F. Canals Vidal, Tomás de Aquino, un pensamiento siempre actual y renovador,
Barcelona, Scire Selecta, p. 239.
43
Aristóteles, Metafísica, libro Delta, c. 7, 1017ª, pp. 25-30.
44
In Metaphysica, lib. v, lec. 9, núm. 890.
45
Cfr. Brian McCarthy, “El modo del conocimiento profético en Santo Tomás de
Aquino”, Scripta theologica 9, 1977, p. 427.
46
Cfr. F. Canals Vidal, Sobre la esencia del conocimiento, Barcelona, ppu, 1987, p. 79.
47
Ibidem, p. 80.
48
Ibidem, p. 81.
49
Cfr. Eudaldo Forment, Historia de la filosofía en la España contemporánea, Madrid,
Ediciones Encuentro, 1998, p. 447.
50
Cfr. Rubén Betancourt, “Redescubrimiento y asimilación de la doctrina aristotélica
57
Cfr. María del Carmen Dolby, El hombre es imagen de Dios. Visión antropológica de
San Agustín, Pamplona, Eunsa, 2002, p. 117.
58
T. de Aquino, Comentario al libro de Aristóteles Sobre la interpretación, Pamplona,
Eunsa, 1999, p. 67.
59
Cfr. T. de Aquino, Expositio Peryermeneias, lib. 1 l. 2, núm. 5.
60
Cfr. Elisabeth Reinhardt, La dignidad del hombre en cuanto imagen de Dios. Tomás de
Aquino ante sus fuentes, Pamplona, Eunsa, 2005, p. 105.
61
Cfr. J. Alfaro, “La fe como entrega personal del hombre a Dios”, Concilium, 21,
1962, p. 70.
La verdad judicativa
62
Cfr. T. de Aquino, Expositio Peryermeneias, lib. 1 l. 3, núm. 1: “Postquam
philosophus tradidit ordinem significationis vocum, hic agit de diversa vocum significatione:
quarum quaedam significant verum vel falsum, quaedam non”.
63
T. de Aquino, Expositio Peryermeneias, lib. 1 l. 2, núm. 6.
64
Cfr. Gregorio Celada Luengo, Tomás de Aquino, testigo y maestro de la fe, Salamanca,
San Esteban, 1999, p. 175.
65
Cfr. Clemens Vansteenkiste, “El método de santo Tomás”, Tomás de Aquino, también
hoy, Pamplona, eunsa, 1990, p. 101.
66
Cfr. Guillermo Fraile, Historia de la filosofía II (2.ª). Filosofía judía y musulmana. Alta
escolástica: desarrollo y decadencia, Madrid, bac, 2005, pp. 27-30.
67
Cfr. Mauricio Beuchot, Los principios de la filosofía de santo Tomás, México, Imdosoc,
2002, pp. 10-13.
68
T. de Aquino, Expositio Peryermeneias, lib. 1 l. 3, núm. 11: “Concludit ergo ex
praemissis quod, cum solum circa compositionem et divisionem sit veritas et falsitas in
intellectu, consequens est quod ipsa nomina et verba, divisim accepta, assimilentur
intellectui qui est sine compositione et divisione; sicut cum homo vel album dicitur, si nihil
aliud addatur: non enim verum adhuc vel falsum est; sed postea quando additur esse vel non
esse, fit verum vel falsum”.
69
Cfr. Josef Pieper, Introducción a Tomás de Aquino. Doce lecciones, Madrid, Rialp, 2005,
pp. 25-30.
70
Cfr. T. de Aquino, Expositio Peryermeneias, lib. 1 l. 4, núm. 2: “Circa primum
considerandum est quod definitio ideo dicitur terminus, quia includit totaliter rem; ita
scilicet, quod nihil rei est extra definitionem, cui scilicet definitio non conveniat; nec aliquid
aliud est infra definitionem, cui scilicet definitio conveniat”.
algo cuando quedan separadas de la totalidad, cosa que no ocurre con las
partes del nombre.
Otra de las contribuciones de la doctrina hermenéutica elaborada por
el aquinate es la idea que retoma de Aristóteles, la cual se refiere a que
los nombres tienen un significado a beneplácito y que denota que ningún
nombre significa naturalmente; pues se da el hombre que significa, pero no
de manera natural, sino por institución.71 Tomás de Aquino aclara que, me-
diante sonidos intranscribibles de las fieras, no se puede significar por letras,
y los sonidos son más bien voces, en la distinción de que ciertos animales no
tienen voz por el hecho de que carecen de pulmón, pero, en cambio, signifi-
can naturalmente las propias pasiones con algunos signos; pero ninguno de
los sonidos de los animales se puede decir que son nombres, concluyendo
que el nombre no significa naturalmente.72
En definitiva, la materia de la palabra viene de la naturaleza de la voz;
pero su forma, es decir, su significación, no viene de la naturaleza, sino de la
imposición humana; aunque las palabras no son las mismas para todos, ya
que para significar una misma cosa usan distintas palabras, así las palabras
externas no tienen significación surgida de la naturaleza.73
El aquinate mantiene que existe una relación entre la verdad del intelec-
to y de la cosas, asunto que se matiza en la doble relación entre saber teoré-
tico y práctico. En la verdad práctica se atiende a la relación del intelecto y la
obra efectuada, como en el caso de la obra respecto del artesano. Asimismo,
señala que lo verdadero del intelecto práctico se toma por la conformidad
con el apetito recto.74
La palabra espiritual
71
Cfr. Emerich Coreth, Dios en la historia del pensamiento filosófico, Salamanca,
Sígueme, 2006, p. 114.
72
Cfr. T. de Aquino, Expositio Peryermeneias, lib. 1 l. 4, núm. 11: “Et dicit potius
sonos quam voces, quia quaedam animalia non habent vocem, eo quod carent pulmone,
sed tantum quibusdam sonis proprias passiones naturaliter significant: nihil autem horum
sonorum est nomen. Ex quo manifeste datur intelligi quod nomen non significat naturaliter”.
73
Cfr. E. Forment, Santo Tomas de Aquino: su vida, su obra y su época, Madrid, bac,
2009, p. 207.
74
Cfr. T. de Aquino, Expositio Peryermeneias, lib. 1 l. 2, núm. 4.
75
Cfr. Suma teológica, i, q. 2, a. 2, ad 3.
76
Cfr. Super Io., pr. 2.
77
Cfr. José Ángel García Cuadrado, “La luz del intelecto agente en el pensamiento de
San Alberto”, Revista Española de Filosofía Medieval, 9, 2002, p. 95.
78
Cfr. Super sent., lib. 3, d. 1, q. 1, a. 3, co.
79
Cfr. Josep-Ignasi Saranyana, La filosofía medieval, Pamplona, Eunsa, 2003, p. 260.
80
Cfr. Santo Tomás, In Met., lib. 2, lec. 1, núm. 273: “Postquam philosophus reprobavit
opiniones antiquorum philosophorum de primis principiis rerum, circa quae versatur
principaliter philosophi primi intentio, hic accedit ad determinandum veritatem. Aliter autem se
habet consideratio philosophiae primae circa veritatem, et aliarum particularium scientiarum”.
Es tesis del doctor angélico que la formación del concepto por la misma ac-
tividad de la intelección y la consiguiente caracterización del lenguaje inma-
nente conceptual, como elemento y lugar adecuado de la verdad del ente,
es manifestada por el hombre. Además, el “verbo” no se origina del propio
entendimiento, sino en cuanto éste existe en acto;86 Tomás de Aquino no
considera la fecundidad generativa como algo ligado a la mutabilidad del
ente en potencia capaz de ser actuado; por el contrario, afirma que el acto
de entender es en su actualidad aquello por lo que en el inteligente se forma
81
Suma teológica, I, q. 2, a. 1, ad 3: “Ad tertium dicendum quod veritatem esse in
communi, est per se notum, sed primam veritatem esse, hoc non est per se notum quoad nos”.
82
Cfr. De ver., q. 1, a. 1: “Hoc est ergo quod addit verum super ens, scilicet
conformitatem, sive adaequationem rei et intellectus; ad quam conformitatem, ut dictum
est, sequitur cognitio rei. Sic ergo entitas rei praecedit rationem veritatis, sed cognitio est
quidam veritatis effectus”.
83
De anima, 431 b, pp. 20-25.
84
En las tesis 36 y 37 del texto de F. Canals Vidal, Tomás de Aquino, un pensamiento…,
son una división de lo que en la redacción de 2001 es la tesis 14.
85
F. Canals Vidal desarrolla a profundidad, en el siguiente artículo, lo referente al tema
del cambio: “La metafísica del cambio”, Verbo, núm. 231-232, 1985, pp. 97-111. Este
artículo es fruto de la Reunión de amigos de la Ciudad Católica en la Casa de Ejercicios de
Cristo Rey de los padres Cooperadores de Cristo Rey, en octubre de 1984, publicada por
Speiro en 1986, con el título El Cambio.
86
Cfr. Contra gentes, iv, c. 11.
87
Cfr. Expositio Peryermeneias, lib. 1 l. 2, núm. 3.
88
Cfr. F. Canals Vidal, Los siete primeros concilios. La formulación de la ortodoxia católica,
Barcelona, Historia Viva, 2003, p. 35.
89
Cfr. F. Canals Vidal, Tomás de Aquino, un pensamiento…, p. 139.
90
De Ver., q. 4, a. 3, ad 5.
91
Potentia, q. 8, a. 1, in c: “Haec autem conceptio intellectus in nobis proprie verbum
dicitur: hoc enim est quod verbo exteriori significatur: vox enim exterior neque significat
ipsum intellectum, neque speciem intelligibilem, neque actum intellectus, sed intellectus
conceptionem qua mediante refertur ad rem”.
92
T. de Aquino explica: “Las palabras son signos de las cosas entendidas, y lo entendido
es semejante de las cosas; y así es patente que las palabras se refieren a las cosas que significan
por medio del concepto en el entendimiento”. Cfr. Suma teológica, i, q. 13, a. 1, in c.
93
De trinitate, xiv, c. vii.
94
Cfr. Juan de Santo Tomás, Cursus theologicus, iv, disp. 32, a. 4, p. 37.
95
Cfr. De ver., q. 4, a. 3, ad 6.
96
Suma teológica, i, q. 79, a. 3, ad 3.
97
Suma teológica, i, q. 16, a. 3, ad 1.
98
Cfr. F. Canals Vidal, Tomás de Aquino, un pensamiento…, p. 128.
99
Es aquello que enseñaba san Agustín: “Nadie hace algo queriendo que no haya dicho
primero en su corazón”. Cfr. De trinitate, ix, c. 7.
100
Cfr. Suma teológica, i, q. 32, a. 1, ad 3: “Ad tertium dicendum quod cognitio
divinarum personarum fuit necessaria nobis dupliciter. Uno modo, ad recte sentiendum
de creatione rerum. Per hoc enim quod dicimus Deum omnia fecisse verbo suo, excluditur
error ponentium Deum produxisse res ex necessitate naturae. Per hoc autem quod ponimus
in eo processionem amoris, ostenditur quod Deus non propter aliquam indigentiam
creaturas produxit, neque propter aliquam aliam causam extrinsecam; sed propter amorem
suae bonitatis”.
101
De trinitate, ix, c. vi: “Sed cum se ipsam novit humana mens et amat se ipsam,
non aliquid incommutabile novit et amat. Aliterque unusquisque homo loquendo enuntiat
mentem suam, quid in se ipso agatur attendens; aliter autem humanam mentem speciali
aut generali cognitione definit. Itaque cum mihi de sua propria loquitur, utrum intellegat
hoc aut illud, an non intellegat, et utrum velit, an nolit hoc aut illud, credo; cum vero de
humana specialiter aut generaliter verum dicit, agnosco et approbo”.
102
Cfr. De ver., q. 10, a. 8, in c: “Uno modo ut hoc quod dicitur, per essentiam,
referatur ad ipsam rem cognitam, ut illud intelligatur per essentiam cognosci cuius essentia
cognoscitur; illud autem non, cuius essentia non cognoscitur, sed accidentia quaedam eius.
Alio modo ut referatur ad id quo aliquid cognoscitur; ut sic intelligatur aliquid per suam
essentiam cognosci, quia ipsa essentia est quo cognoscitur”.
103
C. G. iii c. 46: “Sicut autem de anima scimus quia est per seipsam, inquantum eius
actus percipimus; quid autem sit, inquirimus ex actibus et obiectis per principia scientiarum
speculativarum: ita etiam de his quae sunt in anima nostra, scilicet potentiis et habitibus,
scimus quidem quia sunt, inquantum actus percipimus; quid vero sint, ex ipsorum actuum
qualitate invenimus”.
104
Suma teológica, i, q. 87, a. 1, in c.
por el que alguien conoce qué se obra en su alma; según este conocimiento,
el alma se conoce habitualmente por su esencia”.105
Hay que reconocer que esta doctrina quedó muchas veces obscure-
cida por no distinguir este doble conocimiento y el horizonte en que se
mueve.106 La persona humana, discurriendo sobre los objetos entendidos,
alcanza a conocer su propia naturaleza; esto ocurre en el acto de entender
por su facultad intelectiva, en la formación de la especie inteligible impresa.
El hombre tiene conciencia de su propia existencia en el momento en que
está conociendo por medio del acto de pensar.107
El alma no necesita adquirir ningún hábito intelectual para hacer-
se capaz de ser consciente de que existe. Al respecto, Tomás de Aquino
escribe: “para que el alma perciba que existe y atienda a lo que en ella se
obra no se requiere hábito alguno, sino que basta la sola esencia del alma
presente a la mente: pues de esta esencia emanan los actos en los que ella
misma actualmente se percibe”.108 De este modo, rechaza el error de quie-
nes confunden el alma con el raciocinio y afirma la naturaleza espiritual e
intelectiva del alma.109
Luego, cada persona tiene conciencia existencial de su yo, y la esen-
cia del alma es el principio de operaciones del conocimiento objetivo.
Una vez afirmado esto, se impone delimitar la doctrina tomista respecto
de aquella “engañosa y gratuita afirmación del carácter evidente del cogito
cartesiano”,110 aclarando que no hay que darle tantas letras a contrarrestar
el error de Descartes, pues ya lo ha hecho Balmes en su gnoseología,111 lo-
grando superarlo.
Además del erróneo planteamiento de la evidencia del yo como “la
aprehensión de un objeto por un sujeto”, que puede llevar a muchos a una
interpretación intuicionista del conocimiento humano, Tomás de Aquino,
con una claridad sorprendente, declara: “así como se entiende a sí mismo
nuestro entendimiento, aun siendo él mismo un entendimiento singular,
así también entiende su acto de entender, que es un acto singular existente
105
De ver., q. 10, a. 8, ad 2: “Ad secundum dicendum, quod nullus unquam erravit in
hoc quod non perciperet se vivere, quod pertinet ad cognitionem qua aliquis singulariter
cognoscit quid in anima sua agatur; secundum quam cognitionem dictum est, quod anima
per essentiam suam cognoscitur in habitu”.
106
Cfr. F. Canals Vidal, Tomás de Aquino, un pensamiento…, pp. 74-75.
107
Cfr. Mirko Skarica, “Introducción”, en T. de Aquino, Comentario al libro de Aristóteles
Sobre la interpretación, Pamplona, Eunsa, 1999, pp. xxxviii-xxxix.
108
De Ver., q. 10, a. 8, in c.
109
Ana Mallea, “Estudio preliminar”, en T. de Aquino, Comentario de los Analíticos
Posteriores de Aristóteles, Pamplona, Eunsa, 2002, p. 15.
110
F. Canals Vidal, Tomás de Aquino, un pensamiento…, p. 75.
111
Cfr. Jaime Balmes, Filosofía fundamental, libro i, cap. 17, núm. 168-169.
112
Suma teológica, I, q. 79, a. 6, ad 2: “Ad secundum dicendum quod praeteritio
potest ad duo referri, scilicet ad obiectum quod cognoscitur; et ad cognitionis actum. Quae
quidem duo simul coniunguntur in parte sensitiva, quae est apprehensiva alicuius per hoc
quod immutatur a praesenti sensibili, unde simul animal memoratur se prius sensisse in
praeterito, et se sensisse quoddam praeteritum sensibile”.
113
F. Canals Vidal, Tomás de Aquino, un pensamiento…, p. 77.
114
De malo, q. 6, ad 18: “Ad decimumoctavum dicendum, quod principium humanae
cognitionis est a sensu; non tamen oportet quod quidquid ab homine cognoscitur,
sit sensui subiectum, vel per effectum sensibilem immediate cognoscatur; nam et ipse
intellectus intelligit seipsum per actum suum, qui non est sensui subiectus: similiter etiam
et interiorem actum voluntatis intelligit, in quantum per actum intellectus quodammodo
movetur voluntas, et alio modo actus intellectus causatur a voluntate, ut dictum est, sicut
effectus cognoscitur per causam, et causa per effectum”.
115
De ver., q. 10, a. 9, ad 9: “Ad nonum dicendum, quod habitus mentis sunt ei maxime
proportionales, sicut forma proportionatur ad subiectum, et perfectio ad perfectibile; non
autem sicut obiectum ad potentiam”.
tualidad del propio entender, lo cual asume de Tomás de Aquino, que habla
de “conocimiento por cierta connaturalidad”.116
La fidelidad al pensamiento gnoseológico elaborado por Tomás de
Aquino, a su método y sistema, implica afirmar que la inteligencia ela-
bora internamente un concepto de la realidad. Esta afirmación incluye la
validez de la aprehensión intelectual y la operación judicativa de la inte-
ligencia, pues “no podemos entender de otro modo sino expresando tal
concepción”,117 siendo éste el modo natural de conocer. Joseph Maréchal
explicaba nítidamente lo que es el concepto o verbo mental: “el entendimien-
to, con su acción, forma la definición de la cosa, o también la proposición
afirmativa o negativa. Esta concepción del entendimiento en nosotros es
llamada, propiamente, palabra [verbum]”.118
Hay una clara continuidad en el tema del verbo mental, entre Aristó-
teles y Tomás de Aquino. Para ambos, el significado de la palabra exterior
manifiesta el significado de las cosas.119 No obstante, es de san Agustín de
quien recoge aquel carácter fundamental de lo que se entiende por la pala-
bra inteligencia: “Hanc autem nunc dico intellegentiam, qua intellegimus
cogitantes, id est, quando eis repertis quae memoriae praesto fuerant, sed
non cogitabantur, cogitatio nostra formatur”.120 Para Agustín, las palabras,
que son el pensamiento locutivo, se identifican en lo interior de la visión
intelectual, en una unidad concordante que hace posible la comunicación
humana.121
Fue Juan de Santo Tomás quien tuvo el mérito de redescubrir la na-
turaleza locutiva del entendimiento, y esto en su Comentario a la Suma
teológica: “Por lo mismo que entiende procede algo dentro de sí mismo, que
es la concepción de la cosa entendida, que proviene de la virtud intelectiva
y procede de su noticia”.122 La ciencia teológica tomó esta modalidad del
116
En Contra gentes, I cap. 3, se encuentra un ejemplo de esto: “Cognoscit quidem
Angelus Deum ex nobiliori effectu quam homo: quanto ipsa substantia Angeli, per quam
in Dei cognitionem ducitur naturali cognitione, est dignior rebus sensibilibus et etiam ipsa
anima, per quam intellectus humanus in Dei cognitionem ascendit”.
117
De Ver., q. 4, a. 3, ad 5.
118
Joseph Maréchal coloca en el comienzo de su v volumen de Le point de départ de la
Metaphysique, la definición de verbo mental.
119
Suma teológica, q. 13, a. 1, in c. “Según el filósofo, en i Peri Hermeneias, cap. 1, en
principio, las palabras son signos de las cosas entendidas, y lo entendido es semejante de las
cosas; y así es patente que las palabras se refieren a las cosas que significan por medio del
concepto del entendimiento”.
120
De trinitate, xiv, c. 7: “Aquí llamo inteligencia a aquella por la que entendemos
pensando. Pues la palabra no puede darse sin pensamiento pues pensamos todo aquello que
decimos con aquella palabra interior que no pertenece a la lengua de gente alguna”.
121
Cfr. De trinitate, xv, c. 11.
122
Suma teológica, i, q. 27, a. 1, in c.
123
Juan de Santo Tomás, Cursus theologicus, iv, Disp. 32, a. 4, p. 37.
124
Juan de Santo Tomás, Cursus theologicus, iv, Disp. 32, a. 5, p. 38.
125
Suma teológica, I q.13, a.1, c: “Respondeo dicendum quod, secundum Philosophum,
voces sunt signa intellectum, et intellectus sin rerum similitudines. Et sic patet quod voces
referentur ad res signifincadas, mediante conceptione intellectus”. Bien comenta Juan Cruz
Cruz: “Mirado el lenguaje de abajo arriba, los principios de la lengua escrita son letras; y lo
de la lengua hablada son los elementos de la voz. La voz es el elemento primario del lenguaje;
y equivale, de un lado, al sonido y, de otro, a elemento del lenguaje que, por ser significativo,
se distingue del mero sonido”, en la nota 2 de T. de Aquino, Comentario al libro de Aristóteles
sobre la Interpretación, en M. Skarica (tr.), estudio preliminar y notas de Juan Cruz Cruz,
Pamplona, Eunsa, 1999, pp. 11-12.
126
Expositio Peryermeneias, lib. 1 l. 3, núm. 1: “Quia vero conceptiones intellectus
praeambulae sunt ordine naturae vocibus, quae ad eas exprimendas proferuntur, ideo ex
similitudine differentiae, quae est circa intellectum, assignat differentiam, quae est circa
significationes vocum: ut scilicet haec manifestatio non solum sit ex simili, sed etiam ex
causa quam imitantur effectus”. Según lo anterior, es claro que las palabras externas expresan
conceptos y significan cosas.
127
F. Canals Vidal, Sobre la esencia del conocimiento, p. 81.
128
Cfr. De potentia, q. 8, a. 1, co. “Intelligens autem in intelligendo ad quatuor potest
habere ordinem: scilicet ad rem quae intelligitur, ad speciem intelligibilem, qua fit intellectus
in actu, ad suum intelligere, et ad conceptionem intellectus. Quae quidem conceptio a tribus
praedictis differt. A re quidem intellecta, quia res intellecta est interdum extra intellectum,
conceptio autem intellectus non est nisi in intellectu; et iterum conceptio intellectus
ordinatur ad rem intellectam sicut ad finem: propter hoc enim intellectus conceptionem rei
in se format ut rem intellectam cognoscat”. Fuster Perelló comenta que Tomás de Aquino
usa el mismo término verbum para referirse tanto a lo que especificará como palabra interior,
como a lo que llamará palabra exterior. Cfr. Sebastian Fuster Perelló, “Introducción a las
cuestiones disputadas sobre la trinidad”, en T. de Aquino, Opúsculos y cuestiones selectas iii,
Teología (1), edición bilingüe, Madrid, bac, 2005, p. 630, nota 21.
129
De potentia, q. 8, a. 1, co.
130
c. g, lib. 1, cap. 53, núm. 3: “Ulterius autem considerandum est quod intellectus,
per speciem rei formatus, intelligendo format in seipso quandam intentionem rei intellectae,
quae est ratio ipsius, quam significat definitio”. E. Forment, señala: “El entendimiento del
hombre es únicamente potencia intelectual. Para actualizarse necesita de lo inteligible
en acto. Como no posee ningún inteligible, la única manera de obtenerlo es de lo sensible, pero
sólo está en potencia. Lo inteligible en potencia, que se encuentra en las imágenes sensibles
y singulares, es actualizado por una virtud del mismo entendimiento”. Cfr. E. Forment,
“Introducción”, en T. de Aquino, Suma contra los gentiles, edición bilingüe, Madrid, bac,
2007, p. 24.
131
F. Canals Vidal, Sobre la esencia del conocimiento, p. 86.
132
Ibidem, p. 87.
133
De ver., q. 4, a. 3, ad 5.
Conclusión
134
Francisco Suárez, De anima, lib. iii c. 5, núm. 7.
*
Universidad Intercontinental, México.
46 EL PRINCIPIO DE RAZÓN SUFICIENTE Y LA EXISTENCIA DE DIOS
Palabras clave
Principio de razón suficiente, causalidad, contingencia, necesidad, metafísica,
teología filosófica.
Keywords
Principle of sufficient reason, causality, contingency, necessity, metaphysics,
philosophical theology.
Preámbulo fenomenológico
A
l final de su obra ¿Qué es metafísica?, Martin
Heidegger se plantea la siguiente pregunta:
“¿Por qué hay ente y no más bien nada?”
Sin discutir aquí el problema heideggeriano de la diferencia ontológica (la
diferencia entre ser y ente) y sin detenernos en analizar si la traducción
castellana es la adecuada, la pregunta se refiere al problema fundamental y
fundacional de la filosofía, a saber, la pregunta por el ser. “¿Por qué existe
algo en vez de nada?”, interrogante planteada, por primera vez en la historia
de la filosofía, por Wilhelm Gottfried Leibniz. Sería absurdo cuestionar que
los seres existen, pero ¿por qué existen los seres? ¿Por qué existimos en lugar
de no existir? Dicho dilema ha estado presente a lo largo de la historia del
pensamiento filosófico, no siempre explicitado o tematizado abiertamente.
A su vez, el dilema muestra la necesidad que tiene el espíritu humano de
encontrar explicaciones sobre la realidad que nos circunda. A las preguntas
¿por qué hay esto?, ¿por qué las cosas suceden de este modo y no de otro?,
difícilmente podemos contentarnos con respuestas tales como, “porque sí”
o “por nada”.
Pensemos, por ejemplo, en los juegos de la semifinal de la uefa Cham-
pions League 2019, entre Barcelona y Liverpool. En el juego de ida, el 31
de mayo, Lionel Messi anotó un soberbio gol de tiro de castigo. Aunque al
futbol como deporte se le considera un juego donde no siempre gana el me-
jor o pueden darse muchos “imponderables”, se piensa que se dan muchas
casualidades, demasiado azar; “así es el futbol”, expresan jugadores y entre-
nadores. ¿Realmente se puede explicar lo que sucede en este deporte por
azar?, ¿verdaderamente podríamos atribuirle a la casualidad, por ejemplo,
el gol de Messi? ¿Por qué entró el balón en la portería de Alisson Becker?,
¿qué pasó para que eso sucediera? Es poco probable que alguien se confor-
me con una respuesta como “sucedió y ya” o “no pasó nada”. De entrada,
descartaríamos como absurdas tales explicaciones o respuestas. ¿Por qué
motivo rechazamos que no hubiese explicación alguna? Quienes conocen
algo de este deporte, tienen cierta idea del talento de este jugador, de los años
que tiene practicando el deporte en un alto nivel, de los cientos y miles de
minutos practicando el golpeo del balón, de la disciplina en su cuidado y en su
vida personal. Quizás esa sea una diferencia radical frente a otros jugadores
muy talentosos, pero que no han alcanzado tal nivel de perfeccionamiento.
Aun los detractores de este jugador difícilmente estarían dispuestos a afirmar
que eso simplemente pasó o, peor aún, que no pasó nada. Finalmente, en el
juego de vuelta en Inglaterra, el equipo de Liverpool superó a Barcelona y lo
eliminó. ¿La razón? Liverpool fue mejor en ambos partidos; tuvo más pose-
sión de balón, más oportunidades creadas y, obviamente, más goles; pero en
el primero se impuso el talento individual del Barcelona.
El ejemplo anterior confirma la verdad y validez de un principio metafí-
sico que ha estado presente desde los comienzos de la filosofía misma y que,
hasta en las tradiciones prefilosóficas (religiosas o míticas), se ha intuido o for-
mulado, aunque con un lenguaje alegórico o simbólico. Este principio afirma
que nada sucede sin razón (nihil est sine ratione).1 Es el Principio de Razón
Suficiente (prs), cuya última y más acabada formulación se atribuye al mis-
mo Leibniz en el siglo xvii.2 Quienes afirman la validez de dicho principio
niegan, por tanto, la existencia de hechos brutos.3 Este principio tiene un
1
Yitzhak Melamed, Martin Lin, “Principle of sufficient reason”, en Edward N.
Zalta (ed.), The Stanford Encyclopedia of Philosophy, Center for the Study of Language and
Information, Stanford University, 2018 [en línea], http://cort.as/-Rj0J
2
“Es preciso considerar que nuestros razonamientos tienen dos grandes principios:
el uno el de contradicción, que hace ver que, de dos proposiciones contradictorias, la una
es verdadera y la otra falsa; y el otro, el de la razón determinante [suficiente], que consiste
en que jamás se verifica un suceso sin que haya una causa, o, por lo menos, una razón
determinante, es decir, algo que pueda servir para dar razón a priori de por qué existe
esto de esta manera más bien que de otra”. Gottfried Leibniz, Teodicea i, § 4. “Nuestros
razonamientos están fundados sobre dos grandes principios: el de contradicción [...] y el de
la razón suficiente, en virtud del cual consideramos que ningún hecho podría hallarse ser
verdadero o existente, ningún enunciado verdadero, sin que haya una razón suficiente por
la que ello sea así y no de otra manera”. G. Leibniz, Monadología, § 31-32. “Ahora debemos
elevarnos a la metafísica valiéndonos del gran principio habitualmente poco empleado, que
sostiene que nada se hace sin razón suficiente, es decir, que nada ocurre sin que le sea posible
al que conozca suficientemente las cosas dar una razón que baste para determinar por qué es
así y no, de otro modo. Asentado este principio, la primera pregunta que tenemos derecho
a formular será por qué hay algo más bien que nada. Pues la nada es más simple y más fácil
que algo. Además, supuesto que deben existir cosas es preciso que se pueda dar razón de
por qué deben existir así y no de otro modo”. G. Leibniz, “Principios de la naturaleza”, §7,
Escritos filosóficos, Roberto Torretti, Tomás E. Zwanck y Ezequiel de Olaso (trads.), Buenos
Aires, Charcas, 1982, pp. 597-606.
3
Un hecho bruto (expresión que proviene del inglés brute fact) es aquel que no tiene una
explicación ulterior, sino que simplemente existe. Es diferente de un ente necesario en que
el ente necesario se explica a sí mismo, mientras que el hecho bruto existe sin explicación;
simplemente es (a pesar de que sea concebible que ese ente no haya existido). Al parecer,
es John Searle quien acuña el término para diferenciarlo de los hechos institucionales, en
su artículo de 1995: “Las reglas constitutivas y la distinción entre hechos brutos y hechos
institucionales”. John Searle, La construcción de la realidad social, Madrid, Paidós, 1997, pp.
170-171. Aunque parece que es Bertrand Russell quien sugirió previamente el concepto,
para referirse al universo que simplemente está ahí, sin necesidad de explicación causal,
intentando devaluar los argumentos metafísicos para demostrar la existencia de Dios. El
sentido referido por Russell es el que en la filosofía analítica actual prevalece. Vid. el célebre
debate con Frederick Copleston, en Bertrand Russell, Por qué no soy cristiano, Barcelona,
Edhasa, 2007, pp. 95-109.
4
Aristóteles, al referirse a la causalidad, puesto que, evidentemente, no se conocía como
prs, afirma que hay antecedentes de este principio en los filósofos presocráticos al buscar la
explicación de la naturaleza en su respectivo arkhé, y observa que Anaxágoras es el primero
en referirse a un principio extrínseco, a una causa externa, como explicación de la phýsis.
Metafísica i, cap. 2-4.
5
Es preciso señalar que algunos de los padres de la Iglesia, con la veta abierta dentro de
la naciente teología cristiana por el platonismo, formularon versiones de pruebas metafísicas
que llamamos aquí a posteriori, en las que destacaban la relación del orden del mundo con
la inteligencia divina. En la Edad Media, Pedro Abelardo lo aplica de manera muy parecida
a como lo harán Descartes y Leibniz en el siglo xvii, pues Abelardo afirma que Dios ha
creado el mejor de los mundos posibles porque, de no ser así, habría creado un mundo
no tan bueno movido por la injusticia o la envidia; dado que no cabe envidia o injusticia
en Dios, no hay razón para que no cree el mejor mundo posible. Cfr. John Marenbon,
The Philosophy of Peter Abelard, Cambridge, Cambridge University Press, 1999, pp. 233-
235. Cit. por Rubén Pereda, “El principio de razón suficiente”, en Francisco Fernández
Labastida, Juan Andrés Mercado (eds.), Philosophica: Enciclopedia filosófica on line, doi:
10.17421/2035_8326_2016_RPS_1-1. Anselmo de Canterbury, por su parte, escribió
el “Monologium”, Obras Completas, Madrid, bac, 1953, en el que pretende hablar a sus
novicios de Dios sin tomar como referencia o punto de partida ningún dato de la fe o de
la revelación, planteando que un análisis racional del universo permite conducirnos a la
voluntad (e inteligencia) divina como su causa o razón de ser.
6
Suma teológica, i, q. 12 a 12.
7
Cfr. Alexander Pruss, The Principle of Sufficient Reason. A Reassessment, Cambridge,
Cambridge University Press, 2006, p. 26.
no puede ser caliente en potencia, sino que en potencia es, a la vez, frío. Es,
pues, imposible que una cosa sea por lo mismo y de la misma manera motor
y móvil, como también lo es que se mueva a sí misma. Por consiguiente, todo
lo que se mueve es movido por otro. Pero si lo que mueve a otro es, a su vez,
movido, es necesario que lo mueva un tercero, y a éste, otro. Mas no se puede
seguir indefinidamente, porque así no habría un primer motor y, por consi-
guiente, no habría motor alguno, pues los motores intermedios no mueven
más que en virtud del movimiento que reciben del primero, lo mismo que un
bastón nada mueve si no lo impulsa la mano. Por consiguiente, es necesario
llegar a un primer motor que no sea movido por nadie, y éste es el que todos
entienden por Dios.8
8
Suma teológica, i, q. 2, a 3.
9
En el marco categorial tomasiano, heredado de la Física y la Filosofía Primera
(Metafísica) de Aristóteles, potencia es entendida como posibilidad, capacidad o tendencia
a ser o a recibir una perfección o una actualización debida, mientras que el acto se refiere
a cualquier perfección, con la perfección de ser. Por ejemplo, citemos el utilizado por
los escolásticos: la madera sin encender es fuego en potencia, porque, aunque no está
incendiada, tiene la capacidad de hacerlo; una vez encendida, es fuego en acto. Pero para que
este tránsito se diera, fue necesaria la intervención de un ser en acto que haya comunicado
el fuego. Este modelo teórico servirá para explicar las tres primeras vías, pues tiene relación
tanto con la causalidad, como con la razón suficiente.
nición nominal de Dios.10 El primer motor inmóvil mueve sin ser movido,
pero el mover sigue al ser y el modo de mover se mide por el modo de ser.
El primer motor —inmóvil—, acto puro sin sombra de potencia pasiva es
su mismo ser subsistente.11 Él es la razón suficiente, el ipsum esse subsistens,12
punto de partida para la deducción de los atributos divinos.
Hasta aquí hemos visto cómo, a partir de los motores que, a su vez, son
movidos, la razón llega a descubrir a Dios como el primer motor —inmó-
vil—. Corresponde ahora hacer lo propio tomando como punto de partida
la existencia de causas causadas, a partir de las que se llegará a descubrir a
Dios como causa incausada.
Tomás expresa la segunda vía, ex ratione causae efficentis (por el análisis
de las causas eficientes), de la siguiente manera:
10
Aquí se marcará una diferencia radical entre la prueba tomasiana respecto de la
ofrecida por san Anselmo de Aosta, quien, valiéndose del método a simultaneo, pretendió
demostrar la existencia de Dios por un análisis del concepto o noción que de Él tenemos.
Por su parte, santo Tomás no parte del concepto que tenemos de Dios, sino de existentes
que cambian, que se mueven, y establece que la causa primera de ese hecho de experiencia
sólo puede serlo un ser inmutable que escapa al cambio por ser Acto Puro, lo que responde
a la definición nominal de Dios.
11
Evitemos concebir la inmutabilidad de Dios como la de una piedra inerte. Para la
tradición cristiana su inmutabilidad es índice de su plenitud y es que Dios, al ser Acto Puro,
posee toda perfección y al actuar, él no cambia. Respecto de Dios, lee en Malaquías 3 ,6,
“Ego sum Dominus et non mutor” (“Yo soy el Señor y no cambio”). De él habla la liturgia
cuando dice “Rerum Deus tenax vigor, inmotus inte permanens” (“Dios, fuerza invencible
de las cosas [a las que mueve] permaneciendo Él en sí mismo inmutable”).
12
Para la metafísica tomista, derivado de su lectura agustiniana, por un lado, y aristotélica,
por el otro, el ser es el acto de todos los actos, la perfección de todas las perfecciones.
13
Suma teológica, i, q. 2, a. 3.
Para el punto de partida empleado en esta vía, una vez más el aquinate
partirá de un hecho que constatamos por experiencia: en el mundo hay
causas actual y esencialmente subordinadas en su causar; es decir, que cau-
san, pero que, a su vez, son causadas. Se trata, pues, de causas segundas, lo
que pone de relieve que ellas son efectos que, como tales, requieren una causa
adecuada para ser o existir.14 Son causas necesarias para explicar otras
causas, pero no suficientes. En el mundo hay series de causas que concurren
en la producción de un efecto; como ejemplo, podemos citar a la semilla
que no germina y fructifica sin la acción de otras causas: los nutrientes del
suelo, el agua, el sol, entre otros.
Las causas de las que parte la segunda vía son causas actual y esencial-
mente subordinadas en su causar: causa, sí, pero para hacerlo, requieren
el influjo y concurrencia de otras acciones causales; causa, sí, pero, como
inmediatamente veremos, ellas son efectos que en su obrar y en su ser requie-
ren otras causas. Cabe destacar que la segunda vía no parte de las llamadas
causas unívocas, que son aquellas que son independientes del efecto una
vez que ejercen su acción causal sobre él. Como ejemplo de éstas podemos
citar a un hijo que, una vez que ha sido generado en su ser, ya no depende
de su padre y eventualmente puede ser padre con independencia del suyo.
En cuanto al prs —que aquí se observa con toda claridad formulado
bajo la causalidad eficiente—, aplicado al punto de partida, lo podríamos
resumir del siguiente modo: “Nadie es causa eficiente de sí mismo”. El prin-
cipio vale para todos, aun para Dios, y en este sentido, santo Tomás se
pronuncia contra la tesis que siglos más tarde sostendrá Baruch Spinoza y
gran parte del racionalismo moderno, según la cual, Dios es causa sui, causa
de sí mismo. En efecto, nadie —ni Dios— es causa eficiente de sí mismo,
porque para causar, antes es necesario ser. Ser causa eficiente de uno mismo
equivaldría a la paradoja de ser anterior a uno mismo, a obrar antes de exis-
tir, cosa a todas luces imposible. De lo anterior se concluye que el llegar al
ser exige una causa extrínseca; dicho de otra manera: todo lo que llega al ser
lo hace en virtud de una causa distinta de él mismo, de una razón suficiente.
Sin embargo, conviene plantearse la cuestión: ¿la causalidad misma tiene
en sí o en otro su razón de ser?; ¿la causalidad o es incausada o es causada
por otro? Estas preguntas las retomaremos cuando analicemos la tercera
vía, que dejaremos al final de las otras dos pruebas restantes, pero que son
14
La tradición aristotélico tomista define la causa como principium influens in esse ab
alio: “principio que influye en el ser de otro”, o también “aquello que con su obrar produce
algo”. La esencia de la causa es el in-fluir (influens); el fluir en, dentro de otro, que es el
efecto. El fluir es, de hecho, comunicar el ser al efecto. Por otra parte, entre el efecto y la
causa hay proporción, pero nunca identidad; es decir, la causa nunca será el efecto, el efecto
nunca será la causa. Cfr. Tomás Alvira, Luis Clavell, Tomás Melendo, Metafísica, Pamplona,
Eunsa, 1982, pp. 175-192.
15
Decir “causa primera incausada” es, en cierto sentido, un franco pleonasmo, porque
si es primera, obviamente es incausada, de lo contrario, ya no sería primera, sino segunda. Sin
embargo, nos permitimos tal redundancia para enfatizar que antes de esa causa primera no
hay proceso causal alguno, sino que con ella comienza tal proceso de subordinación causal.
La cuarta vía considera los grados de perfección que hay en los seres. Vemos
en los seres que unos son más o menos buenos, verdaderos y nobles que
otros, y lo mismo sucede con las diversas cualidades. Pero el más y el menos
se atribuyen a las cosas según su diversa proximidad a lo máximo, y por esto se
dice lo más caliente de lo que más se aproxima al máximo calor. Por tanto,
ha de existir algo que sea verísimo, nobilísimo y óptimo, y por ello ente o ser
supremo; pues, como dice el Filósofo [Aristóteles], lo que es verdad máxima
es máxima entidad. Ahora bien, lo máximo en cualquier género es causa de
todo lo que en aquel género existe, y así el fuego, que tiene el máximo calor,
es causa de todo lo caliente, según dice Aristóteles. Existe, por consiguiente,
algo que es para todas las cosas causa de su ser, de su bondad y de todas sus
perfecciones, y a esto llamamos Dios.16
Los estudiosos del pensamiento tomista sostienen que ésta es la vía más
propia del aquinate, de lo que da cuenta la cantidad de veces que la expuso
en sus obras.17 A nuestro juicio, esta vía es, por una parte, de procedencia
aristotélica en cuanto a la aplicación del principio de analogía (analogía de
atribución), y, por otra parte, de procedencia platónico-agustiniana, respec-
to de la jerarquía, gradación y participación del ser.
En otros textos en los que santo Tomás expone dicha vía, se cons-
tatan variaciones en la formulación del punto de partida, pero el fondo
metafísico es el mismo; sin embargo, lo anterior pone de relieve una de las
razones por las que esta vía ha sido la más debatida; hay quienes se limitan
a estudiar sólo uno de los textos donde el aquinate la expuso, entonces,
pierden de vista los textos paralelos en los que la vía se clarificará. Por tanto,
podemos decir que para hacer un estudio más amplio de la cuarta vía, re-
sulta imprescindible acudir no sólo a la Suma, sino a los textos tomasianos
paralelos, en el entendido de que, en todas sus formulaciones, la vía tiene
como eje de la prueba la noción metafísica del esse (ser) y la doctrina de la
participación en el ser. Así como lo haremos con la tercera vía, en la cuarta
presentaremos dos formulaciones.
La primera formulación de la cuarta vía parte de las perfecciones gra-
duadas (magis et minus) que vemos realizadas en los entes del mundo. ¿De
qué perfecciones parte la cuarta vía tomista? Santo Tomás parte de las per-
Suma teológica, i, q. 2, a. 3.
16
18
Para la metafísica tomasiana, perfecciones puras o simples son aquellas que designan
una perfección sin defecto. Por ejemplo: vida, entender, verdad... Estas perfecciones pueden
ser trascendentales y no trascendentales: trascendentales, si se encuentran en todo ser; no
trascendentales, si las ostentan sólo algunos entes determinados. Por otra parte, aunque en
la cuarta vía Tomás parte de las perfecciones trascendentales puras que vemos realizadas
en diversos grados en los entes, eso no quiere decir que la existencia de Dios no pueda
descubrirse partiendo de las perfecciones puras no trascendentales. De hecho, en otra obra,
santo Tomás lo hace (Cfr. De Spiritualibus creaturis, a. 10. Suma teológica, i, q. 79, a. 4).
Además, es preciso decir que una vez demostrada la existencia de Dios, es posible predicarle
formalmente estas perfecciones mixtas, como vida, justicia, misericordia.
19
Las perfecciones a las que aquí se alude son las trascendentales (de raigambre
platónico: Unum, Bonum, Verum, Pulchrum) del ser, que es el que las actualiza a todas.
Conviene recordar que una cosa es verdadera en la medida que es ser, y lo mismo puede
decirse del resto de los trascendentales. Hay una más perfecta unidad (indivisión) en el
hombre que en un costal de arena; es más inteligible, es decir, verdadero, el hombre, que la
piedra. Esta gradación se debe, en último término, al grado de participación en el ser, y el
mismo ser se manifiesta graduado en las cosas: es más perfecto el ser de aquello que existe en
sí mismo —las substancias— que el que existe en otro —del accidente—.
20
Ens et bonum convertuntur. Cfr. Suma teológica, q. 5, a. 1. El ser y el bien son
convertibles; es decir, el ser es bueno y lo bueno es ser. Así podría observarse la convertibilidad
de las otras perfecciones trascendentales con el ser, de tal modo que el ser por excelencia, es
al mismo tiempo el bien, la verdad, la unidad, la belleza por esencia.
perfección fundamental del ente, ante el cual, todas las demás perfecciones
o actos se subordinan). Esto parece innecesario, pues le resulta claro que los
entes que tienen el ser por participación sólo pueden recibirlo de aquel que
lo tiene por esencia, i. e., Dios.21
Aparecen aquí los puntos que han dado lugar a discusiones intermi-
nables sobre esta vía: ¿cómo se explica el paso de los grados al maximum?;
¿cómo se da el paso del maximun al principium et causa? Estas amplias dis-
cusiones se deben a que no se tiene como referencia el eje de la prueba, que
es la doctrina del actus essendi.22 Como se ha señalado desde el pensamiento
aristotélico, el más y el menos son términos relativos que se dicen de las cosas
según su aproximación o su relación con un máximo; es decir, con un punto
de referencia máximo; por tanto, debe haber algo verísimo, nobilísimo y
óptimo y, por ello, un ser supremo, pues lo que es verdad suprema, es máxi-
ma entidad (máximo ser). Dice santo Tomás que el máximo en el género
es causa de sus inferiores. Esto es fácilmente entendible si se comprende de
qué perfecciones parte la vía. Una perfección trascendental,23 graduada y
diversificada en los entes es participada por la causa única, aquel que tiene
el ser por esencia, cuya esencia se identifica con su existencia: Ipsum esse
subsistens, que tiene plenamente el esse, mientras que los entes sólo parcial-
mente. Ellos no son su existencia; en cambio, Dios es, es su mismo existir
subsistente. El ser por esencia es causa de los entes por participación: Dios
es causa trascendental de todo el ser de sus efectos.24 Él causa el ser y todas
las perfecciones de sus efectos. Al término de esta vía se descubre a Dios
como plenitud de ser, bondad, nobleza y toda perfección pura. De esta vía,
se deducirán implicaciones fundamentales, no sólo teoréticas, también reli-
giosas, ya que para el creyente no sólo le “demuestra” la existencia de Dios,
sino que determina la situación o condición metafísica del ser por parti-
21
Cfr. Ángel Luis González, Ser y participación. Estudio de la cuarta vía de Tomás de
Aquino, Pamplona, Eunsa, 1979, pp. 200-203. Á. L. González, Teología natural, Pamplona,
Eunsa, 2008.
22
Según la metafísica tomista, el actus essendi o acto de ser (el ser o la perfección por la
que el ente está fuera de la nada) es el acto primero ante el cual todos los demás constitutivos
del ente (esencia, substancia-accidentes, materia-forma, acto-potencia) son potencias; es
decir, requieren este único acto para tener realidad y consistencia. También el actus essendi
es lo que da unidad al ente. La distinción entre actus essendi y modus essendi (acto de ser y
modo de ser) en las criaturas y su identidad en Dios es clave para explicar la autosuficiencia
ontológica de Dios —al ser acto puro— y la absoluta dependencia de las criaturas respecto
de Él. En esencia, tal distinción está presente en las cinco vías y subyace al esfuerzo de
explicación racional de la creación. Cfr. Santo Tomás, In I Sententiarum, distinctio 5, q. 2, a.
2, corpus; In ii Sententiarum, distinctio 1, q. 1, a. 2, corpus; In ii Sententiarum, distinctio 1,
q. 1, a. 5, ad sed contra 2; De aeternitate mundi.
23
Cfr. De potentia, q. 3, a. 5.
24
Cfr. Contra gentiles, iii, cap. 15.
La quinta vía se toma del gobierno del mundo. Vemos, en efecto, que cosas
que carecen de conocimiento, como los cuerpos naturales, obran por un fin,
como se comprueba observando que siempre, o casi siempre, obran de la mis-
ma manera para conseguir lo que más les conviene; por donde se comprende
que no van a su fin obrando al acaso (al azar), sino intencionadamente. Ahora
bien, lo que carece de conocimiento no tiende a un fin si no lo dirige alguien
que entienda y conozca, a la manera como el arquero dirige la flecha. Luego
existe un ser inteligente que dirige todas las cosas materiales a su fin, y a éste
llamamos Dios.25
Ésta es la más popular —la más antigua, la más clara y apropiada a la razón
ordinaria—, lo que no debe llevarnos a trivializarla o a descalificarla a priori.
Santo Tomás la llama vía teleológica o de la finalidad que hay en el universo.26
Immanuel Kant la denominó prueba teleológica o físico-teológica y él mismo
pedía que fuese tratada con respeto.27
Esta vía —como todas las demás— tiene como punto de partida un
hecho conocido por la experiencia en el mundo, a saber: hay seres despro-
vistos de inteligencia (agentes naturales) que actúan regular y ordenada-
mente (no por casualidad, ni azarosamente) hacia un fin. A esto llamamos
tendencia finalizada. La vía investigará cuál es la razón suficiente o causa
primera de la ordenación hacia un fin de los seres desprovistos de inte-
ligencia y descubrirá la causa de esto y de la ordenación hacia un fin de
toda inteligencia subordinada; es decir, la razón de su tendencia finalizada
depende de otro ser.
El prs aplicado en esta argumentación se observa en que, a los agentes
desprovistos de inteligencia que tienen una tendencia finalizada, un ser in-
teligente les da órdenes para cumplir un fin. ¿Dicha inteligencia está orde-
nada a tender por otro o es su propia intelección? Si está ordenada por otro
a tender, se trata de una inteligencia actual y esencialmente subordinada
que requiere una causa que la subordine a tender. La quinta vía no sólo se
25
Suma teológica, i, q. 2, a. 3.
26
Contra Gentiles, i, 42; iii, 22-25.
27
Immanuel Kant, Crítica de la razón pura, a621 b649; a624 b652. En lo sucesivo, se
consignará como KrV, por su título en alemán, Kritik der reinen Vernunft.
28
I. Kant, KrV A627 b655.
29
Contra gentiles, iii, 25.
30
Recientemente, se han presentado versiones más o menos actuales de las vías
tomistas discutiendo con los avances científicos. Por ejemplo, destacan, en Estados Unidos,
los trabajos del filósofo y teólogo William L. Craig, The Kalām Cosmological Argument,
Londres, Macmillan, 1979; The Cosmological Argument from Plato to Leibniz, Londres,
MacMillan, 1980. William Lane Craig, J. P. Moreland, Philosophical Foundations for a
Christian Worldview, Downers Grove, InterVarsity Press, 2003. W. L. Craig, Paul Copan,
Creation out of Nothing: A Biblical, Philosophical, and Scientific Exploration, Grand Rapids,
Baker Bookhouse, 2004. Ahora bien, no confundir estas versiones actuales del argumento
teleológico con la teoría del llamado diseño inteligente (el carácter científico de ésta ha
sido puesto en tela de juicio). Los defensores del diseño inteligente se oponen a la teoría
de la evolución de Darwin y a sus componentes como el azar, la ausencia de finalidad
en los procesos evolutivos de los organismos vivos y, por supuesto, la selección natural.
Aunque los defensores de esta teoría se han empeñado en mostrarla no como una postura
religiosa o una teología natural, sino como una teoría científica, también han cuidado no
comprometerse con una determinada concepción del diseñador. Pero para sus detractores es
obvio que tal diseñador es el dios cristiano y que dicha teoría se explica desde concepciones
religiosas acríticas, muchas derivadas del cristianismo protestante, en las cuales se admite
el creacionismo en el sentido radical del término, en cuanto que Dios creó todo tal como
lo conocemos y/o tal como literalmente se expone en la Biblia. Sobre el diseño inteligente,
gran parte de la literatura se ha publicado en Estados Unidos; entre lo más destacado, puede
31
En la Edad Media, en el mundo árabe, los teólogos musulmanes del Kalām
plantearon su versión del prs para la demostración de la existencia de Dios, mediante el
conocido argumento cosmológico Kalām. En los últimos años, el filósofo cristiano William
Lane Craig ha llevado dicho argumento al centro de atención. De acuerdo con Craig, el
argumento cosmológico del Kalām se basa en las tres premisas siguientes: a) Todo lo que
empezó a existir tiene una causa de su existencia. b) El universo comenzó a existir. c) Por lo
tanto, el universo tiene una causa de su existencia. Cfr. W. L. Craig, The Kalām Cosmological
Argument, Nueva York, Barnes and Noble, 1979. Este argumento no debe confundirse con
el argumento cosmológico de la contingencia de Leibniz, pues el Kalām sólo habla de la
causa primera de las cosas, mientras que el último se refiere al ser necesario y causa necesaria
que explica la existencia de un universo finito y contingente.
32
Contra la opinión de muchos que incorrectamente señalan que esta vía parte de
la contingencia, hay que decir que es incorrecto: la contingencia no es algo que se capte
inmediatamente por la experiencia, como ocurre con la limitación en la duración de algunas
cosas, que sí nos resultan manifiestas por la experiencia; el punto de partida es la finitud de
las cosas del mundo; la contingencia del ente —y la necesidad del esse subsistens— es una
deducción. Como veremos en el apartado La tercera vía de Tomás de Aquino y el prs como
Si hay un tiempo en que un ser no existió y después existió, éste fue sacado
por alguien del no ser al ser. No se sacó a sí mismo, porque lo que no existe
no puede obrar. Si, en cambio, fue sacado por otro, éste es primero que él.
Pero hemos demostrado que Dios es la causa primera. No ha comenzado, por
tanto, a ser ni ha dejado de ser, porque lo que siempre existió tiene virtud
para existir siempre. Es, pues, eterno. Vemos en el mundo ciertas cosas que
pueden ser y no ser; por ejemplo, seres generables y corruptibles. Ahora bien,
todo lo que puede ser tiene una causa; porque como de suyo está dispuesto
igualmente a una y otra cosa, es decir, ser o no ser, es necesario que, si existe,
sea por la acción de una causa. Aristóteles ha probado que en las causas no se
puede proceder indefinidamente. Ha de admitirse, pues, un ser necesario. Por
otra parte, todo ser necesario o tiene causa de su necesidad fuera o es necesa-
rio por sí mismo. Y no se ha de proceder indefinidamente en la serie de seres
necesarios que tienen la causa de su necesidad fuera de sí mismos. Hemos de
admitir, pues, un ser primero necesario, y necesario por sí. Tal es Dios, causa
primera, como ya se ha dicho. Dios es, por lo tanto, eterno, por ser eterno
todo ser necesario de por sí.33
34
“Causa necesaria”, porque existe y por eso puede obrar. Recuérdese que las cosas, en
cuanto que son, tienen una cierta necesidad. Como afirmó Leibniz: “si algo existe, existe
necesariamente”. Ahora bien, el hecho de ser determinado por otro a existir confiere al ser
contingente una necesidad relativa mientras dure.
35
Suma teológica, i, q. 2, a. 3.
36
Ex 3, 14.
Como nota final respecto de esta tercera vía, conviene precisar que a
lo que en el argumento se refiere con el término necesidad relativa es a la
propiedad que tiene lo que es de ser necesariamente, esto significa —apli-
cando el principio de no contradicción— que, si algo es, no puede no ser;
por tanto, es necesariamente, aunque la razón de su necesidad no resida en sí
mismo sino en otro, pues hablamos del ser contingente o posible. Mientras
que el ser necesario absolutamente es aquel cuya razón de su necesidad sí la
tiene en sí mismo; esto es lo que llamamos Dios. En el siguiente apartado,
veremos el argumento leibniziano de la contingencia, que coincide con esta
tercera vía y en el que es posible identificar el uso del prs.
37
G. Leibniz, “Principios de la naturaleza…”, pp. 597- 606.
38
Aquí seguiremos el trabajo de A. Pruss, “The leibnizian cosmological argument”, en
William L. Craig y J. P. Moreland (eds.), Blackwell Companion to Natural Theology, Oxford,
Wiley-Blackwell, 2009, pp. 24-100.
1. Todo ente que existe debe tener una explicación para su existencia.
Dicho de otra manera, no existen hechos brutos.40 (Esta afirmación es
simplemente una expresión del prs).
2. Existen entes contingentes (el universo existe y es contingente).
3. Sólo hay dos formas de explicar la existencia de estos entes con-
tingentes:
• Apelando únicamente a la existencia de otros entes contingentes
(la cadena de causas y efectos ad infinitum).
• Apelando, también, a la existencia de un ente necesario.
4. Es imposible explicar la existencia de entes contingentes única-
mente apelando a la existencia de otros entes contingentes.
5. Consecuentemente, la explicación de la existencia de estos entes
contingentes debe incluir la existencia de un Ser necesario.
6. Consecuentemente, un Ser necesario que explique la existencia de
los entes contingentes existe.
7. El único Ser necesario que podría explicar la existencia de los entes
contingentes es Dios.41
8. Conclusión: Dios existe.
39
Cfr. Maximiliano Escobar Viré, “El argumento ontológico, la necesidad absoluta y
el problema de la contingencia en Leibniz”, Revista Latinoamericana de Filosofía, 2011,
vol. xxxvii, núm. 1, pp. 97-125. M. Escobar Viré, “El problema de la contingencia en
Leibniz hacia 1690: importancia, interpretaciones actuales y modelos alternativos de
fundamentación”, Revista de Filosofía Universidad de Costa Rica, 2012, pp. 423-432.
40
Recordemos que un hecho bruto no tiene una explicación ulterior, sino que
simplemente existe.
41
A. Pruss, “The leibnizian cosmological argument”, pp. 25-26.
42
La falacia Taxi Cab consiste en descartar arbitrariamente la necesidad de explicación
de algo una vez que se llega al destino deseado. Por ejemplo: “Soy materialista, por tanto,
creo que la materia no necesita más explicación que ella misma”. Muchas veces se acusa
al prs de Leibniz de caer en esta falacia. Sin embargo, la razón suficiente última es el ser
¿Y qué decir del Ser necesario? Un Ser necesario es aquel que posee
en su esencia el acto puro de existir. Existe por sí mismo y no tiene la ne-
cesidad de otro ser para existir. Este ser es en sí mismo razón suficiente de
su existencia; existe por necesidad de su propia naturaleza. ¿cuáles son las
propiedades que debe tener tal Ser Necesario? El Ser Necesario debe ser
simplísimo, pues, como se afirma en la tradición tomasiana, es un ser cuya
esencia se identifica con su existencia o su modo de ser (modus essendi) se
identifica con su acto de ser (actus essendi), razón por la cual no puede ser sino
eterno, porque un ser necesario es acto puro de existir y no posee posi-
bilidad de no-ser. También debe ser inmaterial porque, siendo la materia
contingente, es el ser que da existencia a toda la materia. Hay sólo dos enti-
dades que podrían habitar en esta categoría: 1) objetos abstractos (números
o entidades matemáticas, principios inteligibles de la lógica y metafísica).
2) Una inteligencia (increada, eterna, subsistente).
Los objetos abstractos existen, pero no son capaces de traer algo a la
existencia porque éstos no tienen voluntad y para crear algo se necesita
voluntad. Por el contrario, una inteligencia sí tiene voluntad para generar
efectos en el mundo natural; tal es el caso de mi inteligencia, que fue capaz
de crear movimiento en mis dedos para escribir este artículo; tu mente fue
capaz de mover tus dedos para cambiar de página o mover tus manos para
cerrar la revista y botarla. Entonces, por silogismo disyuntivo (modus tollen-
do ponens), si el universo depende de un ser necesario (eterno e inmaterial)
para existir, este ser es una inteligencia. Una inteligencia que creó el uni-
verso contingente es sobrenatural porque al traer lo natural a la existencia,
a partir de la nada, implica que no es parte de la naturaleza misma y está
por encima de ella. Es un ser, como diría Tomás de Aquino, que está fuera
de la cadena de causas segundas y efectos. Dicho ser sobrenatural es el que
conocemos como Dios.
El argumento se complementa con la versión leibniziana del argumen-
to ontológico, planteado desde la lógica modal, pues Dios es concebido
como un ser necesario, cuya identidad entre esencia y existencia no implica
contradicción ni en éste ni en ningún otro mundo posible. Por lo tanto,
si no implica contradicción en ningún mundo posible, en éste, que es un
mundo posible entre muchos otros posibles, ese ser existe necesariamente.45
Conclusión
46
Tomás de Aquino, en sus Quaestiones Disputatae De potentia Dei (q. 3 a.1 ss) explica
la postura anterior.
Abstract: For Cornelio Fabro the originality of Thomism lies in the harmo-
nic and vital synthesis of platonism and aristotelianism through the
notion of participation. The basis of this idea lies in the tomasian
argumentation of the distinction of essentia and esse. The relevance
of Fabro’s studies lies in showing that the notion of the tomasian
esse is not found in any previous elaboration. Fabro highlights the
convergence and overcoming of both aristotelian horizontalism and
platonic verticalism in a synthesis that integrates the metaphysical
link of the act and the power and participation. Thus, for Fabro the
theory of the participation of St. Thomas is the culmination and
perfection required by philosophy.
*
Universidad Anáhuac, México.
74 LA PARTICIPACIÓN EN CORNELIO FABRO
Palabras clave
Participación, esse intensivo emergente, causalidad, essentia y existentia.
Keywords
Participation, emergent intensive esse, causality, essentia and existential.
C
ornelio Fabro (24 de agosto de 1911-4 de
mayo de 1995) nació en Flugminano, Ita-
lia; fue doctor en filosofía y sacerdote de la
Congregación de los Padres Estigmatinos. En 1939, publicó La nozione
metafísica di partecipazione secondo San Tommaso, donde destaca por su
abordaje a la obra de santo Tomás, Hegel, Marx, Kierkegaard y Heidegger,
por medio de un exhaustivo examen de los ámbitos de la metafísica, la
psicología y la historia de la filosofía, a partir de los cuales ofrece numerosas
contribuciones a la metafísica. En 1961, publica una de sus mayores con-
tribuciones, Participación y causalidad según Tomás de Aquino, como síntesis
de su conocimiento del tomismo y la filosofía moderna. En 1962, publica
Percezione e Pensiero, retomando cuestiones que tienen que ver con el co-
nocimiento de lo real, como ¿cuál es el modo de darse de lo real?, ¿qué tipo
de mediación [actividad] realiza el sujeto en la captación de tales conteni-
dos?, ¿cómo es posible el conocimiento universal a partir de los singulares?,
¿cuál es la estructura ontológica del objeto y del sujeto que hacen posible
el conocimiento?1
Para Fabro, la teoría de la participación de santo Tomás es la culmi-
nación y el perfeccionamiento que exigía la filosofía de Aristóteles. Para
demostrar esta tesis, Fabro hace una revisión exhaustiva del tomismo. La
renovación que efectuó hacia el interior de la tradición tomista tiene una
doble vertiente. En efecto, primero Fabro propició un próspero debate en
la tradición tomista; después, entabló un profundo diálogo con los filóso-
fos formados en la corriente moderna y contemporánea. De esta manera,
su obra es un referente actual en los estudios sobre metafísica. Para Fabro,
“el conocimiento metafísico es la única penetración inteligible del ser que
es adecuada”,2 porque sus conclusiones no son contingentes, particulares;
por el contrario, en los contenidos, la metafísica ofrece lo que el ente tiene
como ser.
Esto se puede explicar desde la metodología que Fabro utilizó para una
interpretación integral de las fuentes de las cuales dispuso santo Tomás al
momento de realizar su metafísica de la creación. La novedad argumentati-
1
Cfr. Cornelio Fabro, Percepción y pensamiento, Pamplona, eunsa, 1978, p. 17.
2
Ibidem, p. 569.
3
Cfr. C. Fabro, Introducción al tomismo (trad. María Francisca de Castro Gil), Madrid,
rialp, 1999, p. 153.
4
Cfr. ibidem, pp. 155-157.
5
Cfr. ibidem, pp. 158-159.
6
Ibidem, p. 153.
7
El paréntesis es nuestro.
8
C. Fabro, “Santo Tomás frente al pensamiento moderno”, en C. Fabro, F. Ocariz, V.
Vansteenkiste, A. Livi, Tomás de Aquino, también hoy, Pamplona, eunsa, 1990, p. 17.
9
Cfr. ibidem.
10
Cfr. ibidem.
11
Cfr. Martin Heidegger, El ser y el tiempo, México, Fondo de Cultura Económica,
1971, p. 13.
12
C. Fabro, “Santo Tomás frente al pensamiento…”, p. 32.
13
Cfr. idem.
14
Idem, p. 33.
15
Idem.
16
Ibidem, p. 44.
17
Cfr. ibidem, p. 41.
mismo santo Tomás con sus escritos auténticos, estudiados a la luz de la crí-
tica histórica y en relación con la problemática del tiempo y de las fuentes
directas o indirectas en las que santo Tomás se inspira”.18
Fabro tiene presente evitar el esencialismo al que con frecuencia se
recurre a partir de una reelaboración estrictamente formal de la metafísica.
En lugar de eso, se trata de ver cómo santo Tomás procede por grados en
la formación de su propia terminología, de tal modo que el pensamiento
formal sólo corresponde a la fase preparatoria en la determinación del ser:
“Ella no nos da la verdad de la esencia del ser. El verdadero ser del ser está
reservado a la dialéctica resolutiva por la fundamentación de la verdad mis-
ma, que es expresada por el nuevo concepto del esse, el cual constituye el
plano ontológico o metafísico propiamente dicho”.19
Por tanto, para Fabro se puede tener esse en una gama tan amplia como
la multiplicidad del lenguaje humano que abarca la lógica, las matemáticas, las
ciencias de todo tipo, la prosa. Sin embargo, corresponde a la metafísica la deter-
minación radical y definitiva del esse en sus diversos significados, la cual permite
otorgar un significado fundamental a las otras determinaciones, como la libertad
en la cultura. Un tomismo auténtico, esencial, sería para nuestro autor aquel que
no sólo responde a las problemáticas de la cultura moderna, sino que debe poder
interpretar las nuevas exigencias del pensamiento: “Para esto debe dar mayor im-
portancia a la subjetividad constitutiva en el sentido nuevo que ésta ha tomado
—enteramente de acuerdo con la concepción tomista del sujeto espiritual li-
bre— como característica fundamental de la vida del espíritu, a diferencia de la
subjetividad trascendental negativa o negativizante de la filosofía moderna”.20
De acuerdo con Fabro, son tres los aspectos que revelan la continuidad
con la tradición tomista: el primado de la abstracción, la narrativa metafísi-
ca que privilegia el uso de existentia o esse existentiae y la relativa autonomía
de la esencia, la cual permite acentuar la dicotomía entre el orden formal
y lo existente. En sus primeras obras, es posible advertir que Fabro asumía
la expresión esse existentiae para referirse al ipsum esse, relacionando dichas
nociones en un entorno de sinonimia.
Para el filósofo, tanto el platonismo como el aristotelismo son en sí
mismos incompatibles con la fe cristiana.21 La razón está en que para el
cristianismo el mundo es creación de Dios; por tanto, el mundo es real,
18
Ibidem, p. 40.
19
C. Fabro, Participación y causalidad, en María Lilián Mújica Rivas (tr.), Pamplona,
eunsa, 2009, p. 72.
20
C. Fabro, “Santo Tomás frente al pensamiento…”, p. 44.
21
Fabro propone un análisis de las fuentes para atender la formación y novedad del
pensamiento de Tomás de Aquino. Cfr. C. Fabro, Introducción al tomismo…, p. 27. Cfr.
Christian Ferraro, “El acto de ser en el Tomismo intensivo de Cornelio Fabro”, Espíritu,
núm. 153, Barcelona, 2017.
22
Cfr. C. Fabro, Introducción al tomismo…, p. 43.
23
Ibidem, p. 51.
24
Cfr. idem.
25
Las referencias que fundamentan tal afirmación son: Cfr. S. Th., i, q. 45, a. 5, ad 1;
C. G., lib. 1, c. 32, a. 2.
26
Cfr. De verit., q. 21, a. 5. De pot., q. 3, a. 5.
27
C. Fabro, Introducción al tomismo…, p. 34.
28
Cfr. S. Th., I, q. 84, a. 5.
29
Cfr. C. G., iii, 21 y 69; S. Th., i, q. 105, a. 5.
30
C. Fabro, Introducción al tomismo…, p. 48.
Dios. Destaca, entonces, que la diferencia radica en que santo Tomás incorpora
la doctrina aristotélica del intelecto agente en la doctrina de la participación.31
No es que santo Tomás escogiera entre dos instancias teóricas, entre la alternativa
platonismo/aristotelismo, sino que asume sus instancias opuestas de trascenden-
cia e inmanencia en un plano superior mediante la noción de participación.32
31
Cfr. ibidem, p. 40.
32
Cfr. ibidem, p. 51.
33
“Dicendum quod sapientia creata magis differt a sapientia increata quantum ad esse,
quod consistit in modo habendi, quam floritio prati a risu hominis; sed quantum ad
rationem a qua imponitur nomen, magis, conveniunt quia illa ratio est una secundum
analogiam, per prius in Deo, per posterius in creaturis existens: et secundum talem rationem
significatam in nomine, magis attenditur veritas et proprietas locutionis quam quantum ad
modum significandi, qui datur ex consequenti intelligi per nomen”. Tomás de Aquino, In I
sententiarum, d. 22, q. 1, a. 2, ad 3.
34
Dado que según Fabro, para santo Tomás la participación expresa el modo de ser o la
verdad del ser de los seres finito. C. Fabro, Participación y causalidad…, p. 23.
Realismo e inmanentismo
35
“El análisis del ente no causado pone de manifiesto esto: ese ente en cuanto ente es
en cierto modo primero, es decir, tiene ser no como una naturaleza posterior en cuanto
un cierto algo, y es también inmediato, es decir, tiene ser no mediante algo otro, sino
independientemente de otro; y puesto que tiene ser independientemente de otro, entonces
tiene ser en razón de su propia esencia, es decir, es un ente necesario, y por lo mismo
no contingente. De aquí que inversamente todo ente contingente sea causado”. Erasmo
Bautista, “Los fundamentos del conocimiento humano”, Apoyos Didácticos, núm. 13,
México, Universidad Pontificia de México, 2000, p. 77.
36
C. Fabro, Participación y causalidad…, p. 19.
37
“La conciencia nos da en ella misma su propia pauta, razón por la cual la investigación
consiste en comparar la conciencia consigo misma”. Georg Hegel, Fenomenología del
Espíritu, México, Fondo de Cultura Económica, 1994, p. 57. “La conciencia es de una
parte, conciencia del objeto y de otra, conciencia de sí misma; conciencia de lo que es para
ella verdadero y conciencia de su saber de ello”. Ibidem, p. 58.
38
S. Th., i-ii, q. 51, a. 1.
39
C. Fabro, “Santo Tomás frente al pensamiento…”, p. 23.
40
Ibidem, p. 24.
41
Cfr. M. Heidegger, El ser y el tiempo…, p. 13.
42
C. Fabro, “Santo Tomás frente al pensamiento…”, p. 26.
43
C. Fabro, Introducción al tomismo, p. 171.
Conclusión
44
Cfr. J. P. Sartre, El existencialismo es un humanismo, México, Universidad Nacional
Autónoma de México, 2006, p. 28.
45
“Se puede advertir que el esse, de acuerdo con la interpretación fabriana sobre Santo
Tomás, es el acto de todo acto, constitutivo del último nivel objetivable, el fundamento real
y la última razón metafísica”. C. Fabro, Participación y causalidad…, p. 73.
46
Cfr. ibidem, p. 17.
47
C. Fabro, “Santo Tomás frente al pensamiento…”, p. 19.
48
Ibidem, p. 20.
49
Idem.
Ibidem, p. 47.
50
Palabras clave
Medioevo, escolástica, albigenses, virtudes teologales, genocidio.
Keywords
Middle, scholastic, albigenses, theological virtues, genocide, killing, intolerance.
*
Universidad Intercontinental, México.
92 POBREZA PERFECTA: SANTO TOMÁS DE AQUINO Y LOS CÁTAROS
U
n grupo religioso que ha pasado a la his-
toria en medio de los tintes de una leyen-
da negra, tanto para una de las partes del
conflicto, como para la otra, es la del movimiento cátaro. Éste surge en el
seno del cristianismo medieval y poco a poco va alejándose de la ortodoxia
doctrinal hasta convertirse en una verdadera preocupación que culmina en
uno de los momentos más estridentes de la historia de la Iglesia: la matanza
de Montségur, en la Occitania. Imágenes relatadas por testigos presenciales
señalan lo dantesco del acontecimiento. Todo ello dio como resultado que a
la región donde sucedieron dichos acontecimientos se le conozca como Prat
dels Cremats, el Valle de los Quemados, lo cual ya indica de qué se trató la
tragedia: más de 200 hombres fueron arrojados a las piras; pero la situación
no fue mejor para los ancianos, mujeres y niños que se refugiaron por poco
menos de un año en la fortaleza de Montségur.
A simple vista, esto no pasaría de ser un problema de corte religioso
que dio origen a la Cruzada Cátara de 1207 y que concluyera con el nefasto
acontecimiento del que ya se habló en el párrafo anterior. Sin embargo, es
de relevancia, si se revisan las principales tesis filosóficas que sostuvieron la
teología cátara y por qué la Iglesia oficial tuvo tal empeño en desaparecer
de raíz esta forma “desviada” de vida cristiana. En efecto, “la Iglesia católica
vio en el catarismo la herejía por excelencia, puesto que retomaba todas las
corrientes que, antes del concilio de Nicea del siglo iv,1 habían interpretado
a su manera la revelación y el dualismo. Este hecho, unido a la enorme
expansión de la herejía, especialmente por la cristiandad occidental, indujo
a la Iglesia de Roma a desplegar varias iniciativas contra la depravación heré-
tica, primero de carácter pacífico y después de carácter violento”.2
El objetivo del presente trabajo consiste en hacer patentes las moti-
vaciones de índole filosófica que se encuentran en la base de dos visiones
diferentes ante el mismo problema. Por un lado, la visión dualista cátara y,
por otro lado, el pensamiento de uno de los representantes de la Orden que
surgió en Europa medieval con el fin de combatir a este grupo: lo domini-
cos y su máximo representante, santo Tomás de Aquino.
1
La tesis personal del investigador que escribe el presente artículo ha sido ya expresada
en otra parte: El cristianismo oficial no surge, sino hasta después del Concilio de Nicea en el
que, por un lado, se establece, de manera hegemónica, el conjunto de dogmas que unifica
el pensar religioso cristiano, momento que supone el inicio de la Iglesia Católica oficial,
la misma que regirá la Edad Media. Por otro lado, haría falta un siglo más para que la
explicación filosófica de las implicaciones de dichos dogmas se sistematizara —o empezara
a sistematizarse— de manera que obtuviera sustento filosófico por medio de las obras de
san Agustín.
2
Antoni Dalmau, Los cátaros, Cataluña, uoc, 2015, p. 15 [en línea], https://bit.
ly/2kGveRb
Más allá del imaginario y de las sombras que de la Edad Media po-
seen algunas personas, la persecución cátara-albingense tuvo ciertas carac-
terísticas que la hacen distinta de la reacción que solía tener la Iglesia ante
aquello que pudiera considerarse una herejía; es decir, un atentado a la
interpretación ortodoxa de sus dogmas.3 En aquella época, la libertad es-
piritual, contrario a lo que se cree comúnmente, era la tónica ordinaria de
comportamiento ante las disensiones dogmáticas. El pensar y el investigar
filosófico, junto con la reflexión teológica, fue fundamentalmente libre, en
contraste con la creencia común del Oscurantismo. Por ejemplo, Inocencio
iii sostuvo: “Todo lo que no ajusta a la convicción personal es pecado y lo
que se hace en contra de la conciencia edifica para el infierno. No se puede
obedecer al juez contra Dios y se debe dejar antes bien que caiga sobre sí
la excomunión”.4 Ejemplo de ello son los quodlibetos y los concilios. En-
tonces, ¿cómo explicar el escarnecimiento que sufrieron los cátaros frente a
los cuales no medió, en sentido estricto, un proceso que terminara, no en
la muerte de tantas personas, sino sólo en una definición, en el peor de los
casos, anatemática?5
Motivos políticos y religiosos pueden aducirse alrededor de estos temas;
sin embargo, las siguientes líneas dibujarán otra perspectiva: la de las raíces
filosóficas del mismo movimiento, lo cual permitirá entender el fenómeno en
un nivel de conceptos y discursos que en aquella época sonaban amenazantes.
3
Ortodoxia, viene del latín tardío orthodoxĭa y éste del griego ,ορθοδóξια, lo cual, en
sentido estricto, se define como “recta interpretación de la doctrina”. En este sentido, habrá
de considerarse la distinción que se hace entre ortodoxia y, como comúnmente se cree,
heterodoxia. En este caso, convendría usar el concepto de heteroglosia, pues se trata de un
discurso. Para ello, habrá que recurrir a la teoría del análisis crítico del discurso. En efecto,
“los significados que portan las sociedades son móviles, contradictorios, interpelables:
los discursos y sus relaciones [construcciones de sentido] están en tensión y pugnan por
construir regímenes de interpretación [discurso social hegemónico versus heteroglosias,
al decir de Angenot]”. Heras, Análisis crítico del discurso, fadycc, unee, 2011 [en línea],
https://bit.ly/2kxeZGd Así, El discurso oficial se contrapone, más que a una doctrina, a
un discurso no oficial, y, en ese sentido, a una heteroglosia. Lo anterior es especialmente
significativo en el caso que nos ocupa, pues ambos grupos llaman cristianos y herejes al grupo
contrario.
4
Corp. Iur. Can. ii, 286.
5
Es decir, que definiera un anatema a los seguidores de tal doctrina.
Cosmogonía cátara
6
Anne Brenon, “El veritable rostre dels càtars. Creences i estil de vida”, en Jordi Ventura
(pról.), Càtars i catarisme en Catalunya, Barcelona, Lleida, Pagès, 1998.
De esta manera, el origen del cosmos se haya tensionado entre las in-
tencionalidades –—y, precisamente por ello, se ha de reconocer la existen-
cia de dos voluntades y siguiendo la secuencia, de dos inteligencias capaces
de voluntad— del dios bueno y la del “dios” extraño que reina en tierra ex-
tranjera, como suelen nombrar a Satanás. Así salta a la vista cómo se trata del
7
Es importante recalcar esta diferencia. Los cátaros no son contados entre aquellos que
proponen la existencia de dos dioses —como podría serlo el maniqueísmo en su forma más
burda—, sino de principios. La unicidad de Dios no es puesta en duda. La multiplicidad
se encuentra en aquello que es divino, es decir, en la creación. Bondad y maldad poseen,
pues, una cierta realidad ontológica que los constituye en principios de todas las cosas que
son buenas o malas, según sea el principio que lo origina; pero éstos no deben identificarse
como causa eficiente del cosmos, tanto visible, como invisible. En todo caso, siguiendo
la terminología aristotélica como medio común de entendimiento, se trataría de causa
¿material? O, mejor aún, de la causa formal de las cosas buenas o malas.
8
Vid. Joaquín Guillén Sangüesa, “Guillermo de Tudela y ‘La Canción de la Cruzada
contra los Albigenses’”, Revista del Centro de Estudios Merindad de Tudela, 14, 2006, pp.
103-138.
9
“El libro de los dos principios”, Documentos Cátaros, Sevilla, Biblioteca Esotérica,
2014 [en línea], https://bit.ly/2lRboCO
10
Filón, Opificio mundi, xlvii, pp. 136-138.
11
Alfons Puigarnau i Torelló. “Plotino, filósofo y teólogo de la luz: antecedentes
para una teología medieval de la imagen”, Ars brevis: anuario de la Càtedra Ramon Llull
Blanquerna, 4, 1998, p. 231.
12
Stricto sensu, la dualidad es en los principios y no en la dualidad de divinidades.
13
El libro de los dos principios, en David Agustí, Los cátaros: el desafío de los humildes,
Madrid, Sílex, 2006, p. 83.
14
Respecto del tema de este texto, vid. José Luis Ortiz Rivera, “Escolios a las
implicaciones filosóficas en el prólogo del Evangelio de san Juan”, Intersticios. Filosofía, Arte
y Religión, 21, núm. 44-45, 2018, pp. 165-180.
15
Jn 1, 3.
to, los cátaros se refieren a esa creación que no es (existe) en realidad —to-
mando como realidad existencia plena, completa y perfecta—, sino que se
trata de una mera ilusión, apariencia o pseudoexistencia. Ésta, la nada, ha
sido hecha, si se utiliza la interpretación cátara de texto citado, por alguna
entidad que no es el logos joánico y, por lo tanto, habría que identificarlo
con la figura de Satanás. Así, “[e]l príncipe malvado, por el contrario, ni si-
quiera es Dios, puesto que le faltan todos los atributos divinos, empezando
por la existencia absoluta [es la nada]. Los cátaros lo denominan Satanás,
diablo mayor, Dieu estranh, la serpiente antigua, el enemigo eterno”.16
En este sentido, siguiendo las investigaciones históricas más recientes,
habrá de reconocer que, aunque la doctrina cátara es muy parecida a la de
los maniqueos, “el uso de los términos maniqueo o neomaniqueo para hablar
de los cátaros debe ser considerado doctrinal e históricamente incorrecto”.17
Por lo tanto, se ha de buscar más a fondo la esencia del pensamiento cosmo-
lógico de los también llamados albigenses y que los diferencian del grupo
de los maniqueos, aunque de ellos hubiesen podido encontrar inspiración;
pues este hecho ilustra el porqué eran vistos con tan grande miedo por la
jerarquía de la Iglesia.
En este tenor de ideas, se han de tomar en cuenta dos textos bíblicos
sobre los cuales los cátaros elaboran su cosmología en general y explican a la
dualidad dramática del origen del universo. El primero de ellos es “entiendo
que todo lo que Dios hace perdura eternamente”.18 Con base en este texto,
ellos consideran que la obra de Dios es eterna, pues existe la seguridad de
estas características, la eternidad, en todos los efectos de las obras de las que
Dios es causa; ellas no pasarán. Sin embargo, al mismo tiempo, el evangelio
sostiene: “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán”,19 de
donde concluyen que la realidad más asequible a los sentidos de los seres
humanos no es en sí misma la verdadera realidad última, sino una transito-
ria, la cual exige que, en algún momento, surja “un cielo nuevo y una nueva
tierra”,20 los cuales no dejarán de existir jamás.
Así, se obtiene el revivir de una forma especial de interpretar la relación
que existe entre fe y razón, problema propio de la Edad Media, conjugando
los textos de las Sagradas Escrituras con las tesis de los principales filósofos
de la antigüedad helénica. De ella surge que el maligno, queriendo igualarse
a Dios,21 decide construir un mundo material que se remonte hasta el cielo.
16
A. Dalmau, op. cit., p. 46.
17
Ylva Hagman, cit. por A. Dalmau, op. cit., p. 47.
18
Ec 3, 14.
19
Mt 24, 25.
20
Ap 21, 1.
21
Is 14, 13-14.
Dicha realidad mutable y corruptible está conformada por las esferas celes-
tes, incluidas la tierra y el sol, que conoce el ser humano.
Previo a esta creación del maligno, Dios había creado ya un cielo o
paraíso donde habitaban los espíritus celestes. Hasta allí, Satanás intentó
llegar con su obra material, pero le fue negado el acceso, lo que provocó que
quisiera engañar a los ángeles de modo que pudiera igualarse a Dios. Un
texto catar medieval es muy elocuente al respecto:
En su origen, el Padre celestial había creado en el cielo todos los espíritus y to-
das las almas, y estos espíritus y estas almas estaban con él. Después, el diablo
fue a la puerta del paraíso, queriendo entrar, y no pudo, pero permaneció mil
años en la puerta; después entró en el paraíso de modo fraudulento, y una vez
estuvo allí convenció a las almas y los espíritus creados por el Padre celestial
de que su condición no era nada buena porque estaban sometidos, pero que,
si querían seguirlo e irse a su mundo, él les daría posesiones, es decir, tierras,
viñas, oro y plata, esposas, y todos los restantes bienes de este mundo visible.
Engañados por esta persuasión, los espíritus y las almas que estaban en el
cielo siguieron al diablo, y todos los que le siguieron cayeron del cielo. E hizo
caer durante nueve días y nueve noches como una lluvia espesa. Entonces el
Padre celestial, viéndose abandonado en cierto modo por los espíritus y las
almas, se levantó de su trono, y puso el pie sobre el agujero por donde caían
los espíritus y las almas, y dijo a los restantes que aquellos que se movieran
a partir de entonces nunca conocerían el reposo; y a quienes caían les dijo:
¡Idos, por ahora!22
22
Pèire Autier, “Declaración ante el inquisidor Jacme Fornier”, cit. por A. Dalmau, op.
cit., p. 50.
Antropología
Ante esta realidad cósmica, la concepción de ser humano que predican los
cátaros es, al mismo tiempo, reflejo y reinterpretación de temas antiguos,
como el de la metempsicosis ya profesada por órficos, pitagóricos, plató-
nicos, entre otros. Se trata de hacer de toda la vida humana un reflejo del
Israel en el exilio. Así como el Pueblo Elegido estuvo confinado un tiempo,
pero, después de años de las duras experiencias del desierto, alcanzó la tierra
prometida.
El origen de todo lo anterior es, nuevamente, la rebelión de Satanás.
Él, “príncipe del mal, lanzó con sus legiones un asalto al cielo como resul-
tado de lo cual el maligno logra hacerse a un tercio de las criaturas de Dios.
Una vez en la tierra, las almas así robadas son aprisionadas en cuerpos en
los cuales duermen en el olvido de la patria celeste”.27 En otras palabras, una
vida en el exilio, tal como sucediera en otras épocas con el pueblo de Israel.
Así, la vida se convierte en un peregrinar en el cual, al igual que el pueblo
que salió de Egipto, uno se enfrenta a las tentaciones de la materia. Pero
la tierra prometida la constituye, en este caso, la posibilidad de regresar al
cielo, de donde se deduce una preexistencia de las almas, según este mundo
material, lo que es una herejía respecto de la ortoglosia doctrinal. Aunado al
modo cómo se contempla el mundo, supone ya un peligro inminente para
el statu quo de la época, en la medida que:
Todas las llamadas herejías no son sino actitudes de revuelta frente a la auto-
ridad establecida; de éstas las hay que son puramente religiosas y doctrinales,
y sus ataques van dirigidos contra los dogmas de la iglesia, y la crítica del
orden social queda sobreentendida o implícita. No tienen como objeto últi-
mo el cambio de las condiciones sociales imperantes en el mundo, sino que
suponen más bien un alejarse del mismo, una purificación de las creencias
religiosas que ayuden a disponer el ánimo para la otra vida. Así, pues, la here-
jía que postule un alejamiento del mundo terreno supone, en principio, una
crítica de los valores que privan en este mundo, y, por otra parte, en especial
cuando se abocaba a la formación de un grupo de prosélitos que compartían
idénticos puntos de vista, conducía no pocas veces a prácticas que hubieran
podido estimarse como peligrosamente subversivas.28
Por supuesto que las consecuencias del marco conceptual dualista cá-
taro no permitirán concebir al ser humano de manera integral. Lo impor-
27
Abel Ignacio López, “Disidencia y poder en la Edad Media: la historia de los cátaros”,
Historia Crítica, núm. 20, 2000, pp. 113-142.
28
James Joll, Rafael Andreu, Los anarquistas, México, Grijalbo, 1978, p. 7.
29
Ibidem, p. 8.
30
Tomás de Aquino, De Principii naturae ii. “Se concluye, por lo tanto, que el nombre
de esencia, en las substancias compuestas, significa aquello que está compuesto por la materia
y la forma”. Es decir, “permanece como única [posibilidad] que el nombre de esencia en las
substancias compuestas significa aquello que es compuesto desde la materia y forma”. La
traducción es mía.
Esta forma más exacta del hablar de Tomás de Aquino merece una explicación. Primero,
relinquitur no se traduciría en una primera versión como “se concluye”, sino como “resta”. Y
es que Tomás ha estado dilucidando a lo largo del número ii las posibilidades de considerar
la esencia de las substancias compuestas por uno de los coprincipios por separado y ha
demostrado que en cada uno de los casos no se estaría refiriendo a la esencia; es decir, a
aquello que hace a la cosa ser lo que es y no otra cosa. Por otro lado, illud quod est ex materia
et forma compositum tiene sentido si se recuerda la definición de causa que él mismo otorga.
La causa es una de las especies de principios. La definición de principio es “aquello de lo cual
algo es, se crea o se conoce”. En ello corresponde la idea de causa; sin embargo, la causa se
especifica porque influye directamente en ser de otro.
31
Cfr. De Pot, q. v, a. 10, ad 5.
32
José Ignacio Murillo, “El valor revelador de la muerte: estudio desde santo Tomás de
Aquino”, 1999 [en línea], https://bit.ly/2mf3Zh2
para gozar del premio eterno o el castigo eterno que como unidad substan-
cial adquirió. Así, en la fe cristiana, el cuerpo está llamado a sobreponerse
de las limitaciones de este mundo mediante las gracias preternaturales que
se recobrarán después de la “resurrección de la carne”.
Desde esta perspectiva no cabe un desprecio del mundo, del propio
cuerpo y de todo lo material como en el caso de la cosmovisión cátara; por
ello, la pobreza es asumida desde una perspectiva completamente diferente.
Primero, en palabras del aquinate, “por eso dice también san Ambro-
sio en i De Offic.: ‘El Señor no quiere, es decir, no manda, que se dejen los
bienes de una vez, sino que se distribuyan, a no ser que se quiera imitar a
Eliseo, que mató sus bueyes y alimentó a los pobres con lo que percibió de
ellos, para quedar libre de toda preocupación doméstica’”.33 De donde se
mitiga la exigencia de pobreza perfecta de los cátaros y se convierte en una
opción libre de vida.
En segundo lugar, habrá que concluir que, quien deja todo por Cristo,
no se expone a ningún peligro espiritual ni corporal. Puede haber peligro
espiritual cuando la pobreza no es voluntaria, porque, como consecuencia
del afán de juntar dinero que padecen quienes son pobres contra su volun-
tad, el hombre cae en muchos pecados: “Quienes pretenden llegar a ricos
caen en tentación y en los lazos del diablo”.34 Pero este deseo, que es más
ardiente en quienes poseen riquezas, como dijimos antes (In corp.), deja de
existir en aquellos que escogen la pobreza voluntariamente.35
Con ello, se demuestra que la pobreza no puede ser propuesta como
una obligación para todo creyente, sino únicamente para algunos que de-
sean o son llamados a mayor perfección; pues todo aquel que se expone al
peligro comete pecado. Ahora bien: quien, dejando todas sus cosas sigue
una pobreza voluntaria, se expone a un peligro. En primer lugar, espiritual:
“No sea que, obligado por la necesidad, robe y blasfeme del nombre de
mi Dios”,36 y, como se menciona en Ecl 27, 1: “Muchos perecieron por la
pobreza”.37
Y es que hay que tomar en cuenta que, en las citas anteriores, Tomás
de Aquino utiliza el concepto pobreza como dos acepciones: La primera
como carencia real de los bienes que son necesarios para la vida, no sólo
material, sino incluso espiritual, pues en medio de la pobreza, de facto se
corre el riesgo de pecar y blasfemar. La segunda, la pobreza voluntariamente
adquirida que se ofrece a Dios como desasimiento del alma a los bienes del
33
S. Th. ii-iiae, q. 186 ad 1.
34
1 Tim 6, 9.
35
S. Th. II-IIae, q. 186 ad 2.
36
Prov 30, 9.
37
S. Th. II-IIae, q. 186 a 2.
mundo con la mira puesta en el otro. Esta segunda acepción sólo ha de ser
propuesta, no impuesta a los creyentes, pues, “ad tertium dicendum quod
in statu isto, multiplicatis dominis, necesse est fieri divisionem possessio-
num, quia communitas possessionis est occasio discordiae ut Philosophus
dicit in ii Politica”.38
Con ello, no sólo se mitiga el mandato de la pobreza extrema de los
cátaros, sino que se justifica como bueno y santo, en la medida que depende
de la ley natural el estado de propiedad privada.39
Así, contemporáneamente, dos grupos asumen el fenómeno de la po-
breza de manera distinta, provocado por la diversidad de planteamientos
metafísicos. Sea éste un corolario40 de la presente investigación. En una
época que parece haber desechado o superado las reflexiones metafísicas,
recordar a los cátaros y a santo Tomás de Aquino hace, a su vez, recordar la
imperecedera importancia de planteamientos filosóficos de corte metafísi-
co, al ver las consecuencias que acarrea uno u otro ante problemas concre-
tos de la vida humana.
38
S. Th. ia, 98, art. 1, ad. 3. “[Respondo] a lo tercero diciendo que en ese estado [el
hombre, después de la caída del pecado original], puesto que los señores se han multiplicado,
es necesario que haya división de las posesiones, porque la comunidad de posesiones es
ocasión de discordias, como lo dice el filósofo en el libro ii de La Política”. La traducción
es mía.
39
S. Th. i-IIae, quaest 91, art. 3, resp.
40
Conclusión que no estaba prevista en el planteamiento de una tesis.
Abstract: This article presents the thought of Saint Thomas Aquinas about the
possibility of calling men teacher as an analogy with God, that is the
only interior teacher, giving arguments for a theory of knowledge; also,
arises the possibility of calling the student teacher during the process
of teaching-learning and learning-teaching proposed by Paulo Freire.
The title of teacher given to the student comes from the reflection
against the traditional model of education called bank education and
proposes that since the education occurs in dialogue and dialogue is
information feedback, therefore we can predicate that the teacher can
be considered student and the student can be considered teacher.
*
Universidad Pontificia de México e Instituto de la Arquidiócesis de Monterrey, México.
108 EL PENSAMIENTO EDUCATIVO DE TOMÁS DE AQUINO Y PAULO FREIRE
Palabras clave
Maestro-alumno, diálogo, verdad.
Keywords
Teacher-student, dialogue, truth.
D
e magistro1 presenta el diálogo entre Agus-
tín y su hijo Adeodato. En él se discute la
posibilidad de la enseñanza y del aprendi-
zaje, las facultades por las cuales se dan ambas actividades, la posibilidad
del lenguaje como acceso de conocimiento a la verdad y la consideración del
maestro como causa del conocimiento en el alumno. Agustín desarrolla esta
obra basándose en tres doctrinas: el innatismo, la mediación de los signos
y la teoría de la iluminación; concluye que Cristo es el único que puede ser
considerado maestro interior.
Para Agustín, la educación es el proceso por el cual los conocimien-
tos preexistentes salen a la luz, cuya presencia actual es una reminiscencia.
Todo hombre es una unidad sustancial de alma y cuerpo que conserva in-
conscientemente los primeros principios, fundamentos de la ciencia, en
una especie de memoria, hasta que la razón le avisa. Por ello, no los recibe
ni de la experiencia ni de la enseñanza, sino que únicamente los recuerda.2
Además, los signos sólo fungen como mediadores para conocer la ver-
dad de las cosas, pues la verdad conocida y enseñada es Cristo, que ya
habita en nuestra alma. Por ello, el maestro interpela la verdad interior del
discípulo, la hace salir; es entonces cuando se dice que el maestro enseña y
el discípulo aprende. Pero, siendo estrictos, los hombres aprenden la verdad
interiormente; Cristo, la Palabra interior, enseña al maestro y al alumno.3
Así, la educación tiene como objetivo la libertad que sólo es posible en el
1
Esta obra, a manera de diálogo con su hijo Adeodato, fue escrita en 389, después de
que Agustín recibiera el bautismo en Milán de manos de san Ambrosio (387). Esta obra
tiene 14 capítulos y los temas se dividen de la siguiente manera: El ser del lenguaje (cc. 1-2);
Teoría de los signos, su necesidad y su limitación (cc. 3-10), y Sobre el verdadero maestro (cc.
11-14).
2
Cfr. Manuel Martínez, “Introducción”, en Agustín de Hipona, Obras de san Agustín.
iii. Obras filosóficas, en Manuel Martínez (tr.), Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos,
1963, p. 528.
3
Cfr. A. de Hipona, De magistro, Obras de san Agustín. iii. Obras filosóficas, Madrid,
Biblioteca de Autores Cristianos, 1963, cc. 9-10.
4
Cfr. Pamela Chávez Aguilar, “Palabras que liberan. El enseñar como admonitio en De
magistro de Agustín de Hipona”, Tópicos. Revista de Filosofía, México, núm. 53, 2017, pp.
306-307.
5
Cfr. Julio Picasso, “Introducción”, en Tomás de Aquino, El maestro. Cuestiones
disputadas sobre la verdad, c. 11. Suma teológica i, c. 117, Lima, Universidad Católica Sedes
Sapientiae, 2008.
Paulo Freire, filósofo político y gran pedagogo del siglo xx, profundizó so-
bre la relación estrecha entre la política y la educación, donde una incluye
necesariamente a la otra. Su doctrina se expresa en un principio funda-
mental: “Todo acto educativo es un acto político”, lo cual significa que la
educación está dirigida a la formación política de la sociedad.
Según Freire, el conocimiento se entiende como una actividad ho-
rizontal entre sujetos por medio del diálogo y la tarea de la problemati-
zación que se aprende en el acto educativo. El conocimiento de la reali-
dad no sólo es un acto espontáneo, sino también una actividad que todo
hombre busca (intencionalidad) para el propio perfeccionamiento y para
la búsqueda de la libertad. Por tanto, la liberación es un proceso cognos-
citivo y éste se da gracias a la educación.6
Para Freire, el conocimiento no sólo se limita a la captación de la rea-
lidad como impresiones sensibles en el sujeto cognoscente, va más allá. El
conocimiento implica la problematización de la realidad. No debe ser una
extensión que hace el educador hacia el educando, sino una comunicación
dialógica en la problematización del contenido sobre el cual se cointen-
cionan ambos, como sujetos cognoscentes, penetrando en el objeto en la
búsqueda de su razón. El objeto se desvela a los sujetos siendo admirado al
inicio y entregándose a ellos. La tarea de los sujetos cognoscentes es descu-
brir las partes que constituyen la realidad.7
La teoría del conocimiento de Freire no se reduce a la relación sujeto-
objeto, sino que es una relación sujeto-objeto-sujeto, pues el conocimiento
es un acto de desvelamiento del ser, no sólo del objeto, sino también de
los sujetos que ejecutan el acto de conocer, pues la mediación del objeto
les permite ser conscientes de sí mismos como sujetos. Además, aunque el
hombre no esté en relación con otros sujetos, se puede decir que él mismo
se descubre como sujeto cognoscente distinto del ser de la cosa que conoce
y distingue perfectamente que no está en relación con otros sujetos, pero
que el “mejor conocimiento” no se debe limitar a su experiencia personal,
sino que los otros sujetos le pueden ayudar a conocerlo mejor.
Desde los conceptos de educación y conocimiento en el ámbito educa-
tivo, es importante considerar ahora el modo de relación maestro-alumno
6
Cfr. Paulo Freire, Pedagogía del oprimido, México, Siglo xxi, 2005, pp. 91-93; de
él mismo, ¿Extensión o comunicación? La concientización en el medio rural, México, Siglo
xxi, 2005, pp. 96-97. Lidia Mercedes Rodríguez, Paulo Freire. Una biografía intelectual.
Surgimiento y maduración de la pedagogía del oprimido, Buenos Aires, Colihue, 2015.
7
Cfr. P. Freire, ¿Extensión o comunicación? La concientización…, pp. 96-97.
según el modelo tradicional que tanto critica Freire, así como su propuesta
educativa.
En Pedagogía del oprimido, Freire habla de la relación entre el opresor
y el oprimido como dos autoconciencias que deben descubrir su propia
identidad en un proceso de liberación mutuo y continuo. No se trata de
que el oprimido se “adhiera” equiparándose al opresor; se trata de que aquél
ayude a la liberación de ambos. Sin embargo, el hombre no es libre, se hace
libre y sólo puede serlo en comunidad. Los momentos de la pedagogía del
oprimido se pueden enumerar de la siguiente manera:8
8
Paulo Freire únicamente habla de dos momentos de la pedagogía del oprimido: “La
pedagogía del oprimido, como pedagogía humanista liberadora, tendrá, pues, dos momentos
distintos, aunque interrelacionados. El primero, en el cual los oprimidos van descubriendo
el mundo de la opresión y se van comprometiendo, en la praxis, con su transformación
y, el segundo, en que una vez transformada la realidad opresora, esta pedagogía deja de
ser del oprimido y pasa a ser la pedagogía de los hombres en proceso de permanente
liberación”. P. Freire, Pedagogía del oprimido…, p. 55. Sin embargo, aquí se han desglosado
ambos momentos analizando los diversos elementos contenidos en ellos. Este “desglose” es
elaboración propia.
9
Cfr. ibidem, pp. 77-81.
10
Cfr. ibidem, pp. 79-92.
11
Cfr. T. de Aquino, Suma teológica, núm. i, p. 117, sol.
Conclusión
Cfr. Eudaldo Forment, “El escrito ‘De magistro’ de santo Tomás de Aquino”, Revista
12
Palabras clave
Bienaventuranza, bien absoluto, principio de placer, economía libidinal.
Keywords
Beatitude, absolute good, pleasure principle, libidinal economy.
*
Universidad Intercontinental, México.
118 SANTO TOMÁS Y SIGMUND FREUD: UN DIÁLOGO POSIBLE SOBRE LA FELICIDAD
A
ristóteles es el autor de una de las ideas más
famosas y discutidas de todos los tiempos:
“El fin supremo del hombre es la felicidad”.1
Desde el lejano año 384 a.C., hasta nuestros días, el tema de la felicidad
ha sido un motivo propicio para el debate y la confrontación de posturas
multidisciplinarias y también para el acercamiento y el diálogo entre cos-
movisiones diversas.
En este texto, se plantea un ejercicio que aspira a poner en comuni-
cación los enfoques teóricos de dos autores que, a primera vista, resultan
antagónicos en cuanto a su propuesta acerca de la felicidad: santo Tomás de
Aquino, sacerdote dominico italiano, Doctor de la Iglesia, nacido en 1224,
y Sigmund Freud, neurólogo austriaco, padre del psicoanálisis y una de las
figuras más controvertidas e influyentes del siglo xx.
La distancia en el tiempo entre ambos personajes —más de seis si-
glos—, la formación académica tan dispar, las profundas convicciones es-
pirituales en un caso y la incisiva crítica hacia la religión —en particular, la
católica— del otro, parecerían razones más que aceptables para entender las
profundas diferencias entre ambas concepciones. No obstante, propongo
que detrás de las ideas incompatibles, que sin ninguna duda existen entre
las dos perspectivas, es posible discernir un terreno común que sirva de
marco para un diálogo constructivo entre el tomismo y el psicoanálisis.
El tema adquiere relevancia si consideramos que el trabajo teórico de
ambos autores constituye un punto de referencia indispensable en su pro-
pio contexto intelectual. Desde el horizonte teológico-religioso, la figura y
las enseñanzas de santo Tomás de Aquino han jugado un papel decisivo en
la construcción de la cultura occidental, según la opinión del papa Bene-
dicto xvi; además, ocupa un sitio sin par en la integración de la doctrina
y la educación católicas, como lo expresa san Juan Pablo ii: “la Iglesia ha
propuesto siempre a santo Tomás como maestro de pensamiento y modelo
del modo correcto de hacer Teología”.2
De manera similar, la importancia de Sigmund Freud en la compren-
sión del psiquismo humano y su contribución a la interpretación de nuestra
cultura está fuera de todo cuestionamiento. Eric Kandel, científico vienés,
ganador del Premio Nobel de Medicina en 2000, sostiene que “el psicoaná-
lisis todavía representa la visión más coherente e intelectualmente satisfac-
toria de la mente”.3 Asimismo, los descubrimientos contemporáneos en el
1
Cfr. Aristóteles, “Ética Nicomáquea”, Ética Nicomáquea/Ética Eudemia, Madrid,
Gredos, 2003, p. 143 y “Ética Eudemia”, en ibidem, p. 411.
2
Cit. por Benedicto xvi, Santo Tomás de Aquino y su papel decisivo en la cultura
occidental, Catequesis del 2 de junio de 2010 [en línea], http://cort.as/-QT8Q
3
Eric Kandel, “Biology and the future of Psychoanalysis: A new intellectual framework
for psychiatry revisited”, The American Journal of Psychiatry, 156 (4), abril, 1999, p. 505. La
traducción es mía.
4
El lector interesado en profundizar sobre los orígenes del Neuropsicoanálisis puede
consultar la ya clásica obra de Mark Solms y Oliver Turnbull, El cerebro y el mundo interior.
Una introducción a la neurociencia de la experiencia subjetiva, México, Fondo de Cultura
Económica, 2005; además, el texto de Karen Kaplan Solms y Mark Solms, Estudios clínicos
en Neuropsicoanálisis. Introducción a la Neuropsicología profunda, México, Fondo de Cultura
Económica, 2006, en particular, el capítulo 10, “Hacia una neuroanatomía del aparato
mental”, pp. 249-291.
5
Vid., por ejemplo, el texto de Antonio Osuna Fernández-Largo, “La felicidad en la
filosofía política de Santo Tomás y en el liberalismo”, Estudios Filosóficos, núm. 91, vol. 32,
Valladolid, Instituto Superior de Filosofía de Valladolid, O.P., 1983, pp. 411-454.
6
Sigmund Freud, “El malestar en la cultura”, en Sigmund Freud. Obras completas, vol.
xxi, Buenos Aires, Amorrortu editores, p. 76.
7
Trabajo presentado en la xxxi Semana Tomista de la Sociedad Tomista Argentina, el 6
de septiembre de 2006 [en línea], http://cort.as/-RWsH
Se puede señalar que ambos autores toman como punto de referencia para sus
reflexiones sobre la felicidad la idea de Aristóteles. En su Ética Nicomáquea,
señala que “toda acción y libre elección parecen tender a algún bien; por
esto se ha manifestado, con razón, que el bien es aquello hacia lo que todas las
cosas tienden”.10 Al plantearse la pregunta acerca de cuál será el bien supremo
de entre todos los que pueden realizarse, el filósofo recurre a la opinión, que
es vox populi, tanto entre el vulgo como entre los eruditos: “es la felicidad, y
piensan que vivir bien y obrar bien es lo mismo que ser feliz”.11
Por su parte, la exposición tomista, según se indicó, sigue de cerca este
hilo argumentativo en su notable tratado De beatitudine, de la Suma teológi-
ca. El aquinate dedica cinco cuestiones a la exposición de su doctrina acerca
de la felicidad humana. En la primera, reflexiona sobre el fin último en ge-
neral; la segunda está dedicada al descubrimiento del objeto de la bienaven-
turanza, es decir, aquello que se requiere alcanzar para ser felices —asunto
que los estudiosos medievales denominan bienaventuranza objetiva—; la
tercera cuestión se pregunta acerca del acto mismo que proporciona la fe-
licidad —bienaventuranza subjetiva o formal—; la cuarta, muy ligada a la
8
Zelmira Seligmann, “La felicidad en Freud y en Santo Tomás de Aquino”, p. 5 [en
línea], http://cort.as/-RWsH
9
Ibidem, p. 7.
10
Aristóteles, “Ética Nicomáquea”, p. 134.
11
Idem.
12
Vid. Rafael Larrañeta Olleta, “Tratado de la Bienaventuranza. Introducción a las
cuestiones 1 a 5”, Santo Tomás de Aquino, Suma de Teología II, parte I-II, Madrid, Biblioteca
de Autores Cristianos, 1989, p. 29.
13
Idem.
14
S. Freud, “El malestar en la cultura”, en op. cit., p. 76.
15
Cfr. Suma teológica, i-ii, q. 1, a.1, sol.
18
Jean Laplanche y Jean-Bertrand Pontalis, Diccionario de Psicoanálisis, Buenos Aires,
Paidós, 2004, p. 35.
19
S. Freud, “El método psicoanalítico de Freud”, en op. cit., vol. vii, p. 239.
20
S. Freud, “La represión”, en op. cit., vol. 14, p. 142.
21
S. Freud, “Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis. 31ª conferencia. La
descomposición de la personalidad psíquica”, en op. cit., p. 74.
22
S. Freud, “El método psicoanalítico de Freud”, en op. cit. vol. vii, p. 241.
23
S. Freud, “El malestar en la cultura”, p. 76.
24
Ibidem, p. 77.
25
Ibidem, p. 83.
26
Cfr. Suma teológica, i-ii, q. 5, “La consecución de la bienaventuranza”.
27
R. Larrañeta, op. cit., p. 46.
28
Niceto Alonso Perujo y Juan Pérez Angulo, “Bienaventuranza”, Diccionario de Ciencias
Eclesiásticas, t. II, Imprenta Domenech, Valencia, 1885 [en línea] http://cort.as/-RWt6
29
Suma teológica, i-ii, q. 5 a. 3.
30
Cfr. Suma teológica, i-ii, q. 3, a. 3.
31
Vid. los ocho artículos de la i-ii, cuestión 3.
32
S. Freud, “El malestar en la cultura”, p. 76.
33
Idem.
Por esta razón, nos resulta más habitual que experimentemos la des-
ventura y no es sorprendente que los seres humanos moderen sus expec-
tativas de felicidad, “tal como el propio principio de placer se transfor-
mó, bajo el impulso del mundo exterior en el principio de realidad, más
modesto; no es asombroso que se consideren dichosos si escaparon a la
desdicha, si salieron indemnes del sufrimiento, ni tampoco que donde-
quiera, universalmente, la tarea de evitar éste relegue a segundo plano la
de la ganancia de placer”.34
Estas consideraciones tienen una relevancia particular, pues desmien-
ten algunas interpretaciones contrarias al freudismo, que ven en el prin-
cipio de placer el rector supremo y exclusivo de todas las operaciones de
nuestra psique. Es una declaración parcial e imprecisa, pues para la teoría
psicoanalítica, el principio de realidad constituye el segundo gran coman-
dante del funcionamiento mental. Por este principio, “en la medida en que
logra imponerse como principio regulador, la búsqueda de la satisfacción ya
no se efectúa por los caminos más cortos, sino mediante rodeos, y aplaza su
resultado en función de las condiciones expuestas por el mundo exterior”.35
Así pues, la imagen de un ser humano esclavo de sus pasiones, que
busca ciegamente el placer —sobre todo, de índole sexual— a toda costa,
desentendiéndose de los principios morales y las normas de la cultura,
no corresponde en ninguna medida con lo que el psicoanálisis freudiano
propone.
El principio de realidad es resultado de una serie de adaptaciones que
debe experimentar el aparato psíquico y que dan como resultado el desa-
rrollo de las funciones conscientes, la atención, el juicio, la memoria, la
substitución de la descarga motriz por una acción encaminada a una trans-
formación apropiada de la realidad; en una palabra, instaura el predominio
del pensamiento.36 Este principio de realidad, una vez implantado, coman-
dará en adelante los diversos intentos y estrategias para la consecución de la
felicidad o la evitación del displacer.
No encuentro dificultad alguna para traducir lo que acabamos de leer,
al lenguaje tomista —mutatis mutandis—, y señalar que ambos autores es-
tán de acuerdo en que las acciones propiamente humanas son aquellas que
provienen de la razón y la voluntad; es decir, son comandadas por el prin-
cipio de realidad y, en la medida en que mejor se ajusten al objetivo que
pretenden, serán más o menos efectivas para la consecución del fin último
al que tienden.
34
Ibidem, p. 77.
35
J. Laplanche y J-B. Pontalis, “Principio de realidad”, en op. cit., p. 299.
36
Cfr. ibidem, p. 300.
37
Vid. Suma teológica, i-ii, q. 2, a. 1 a 8.
38
S. Freud, “El malestar en la cultura”, pp. 77-83.
39
Freud inició la redacción del Malestar en la cultura en 1929.
40
Suma teológica i-ii, q. 35, a. 6.
41
Suma teológica i-ii, q. 35, a. 6, sol.
42
Idem.
43
Suma teológica, I-II, q. 35, a. 2, resp; el resaltado es mío.
44
Substancia gris periacueductal; área de materia gris ubicada en lo profundo del
tallo cerebral, rodeando el acueducto cerebral —de ahí su nombre— y que es la estructura
encargada de generar las sensaciones agradables y desagradables.
45
M. Solms y Oliver Turnbull, op. cit., pp. 108-109.
46
Vid. Suma teológica, i-ii, q. 38, a. 1 a 5. En mi colaboración para el blog de la
Universidad Intercontinental, puede encontrarse un artículo de divulgación con una
breve reseña del mecanismo por el que opera cada una de estas propuestas. Jesús Ayaquica
Martínez, “Consejos medievales para aliviar las penas”, en Bitácora UIC. Blog de la
Universidad Intercontinental, México, diciembre 19, 2017. Disponible en: https://www.uic.
mx/consejos-medievales-aliviar-las-penas/.
en el que Freud expone la historia de los principios fundamentales de su teoría, desde sus
comienzos preanalíticos. En S. Freud, op. cit., vol. xiv.
48
Suma teológica, i-ii, q. 38, a. 2, sol. Las cursivas son mías.
49
S. Freud, “El malestar en la cultura”, p. 83.
50
Suma teológica, i-ii, q. 5, a. 1.
51
R. Larrañeta, op. cit., p. 57.
52
Suma teológica i-ii, q. 4, a. 6, sol.
53
S. Freud, “Dos artículos de enciclopedia: ‘Psicoanálisis’ y ‘Teoría de la libido’”, op.
cit., vol. xviii, p. 247.
Resumen: El presente artículo tiene como objetivo clarificar el vínculo entre de-
seo, tiempo y ser en la antropología filosófico-teológica de san Agus-
tín. Se muestra que, al investigarse a sí mismo, el hombre comprende
que: a) el deseo determina su ser; b) la existencia es, de suyo, inestable;
c) la vida mortal es un continuo correr hacia la muerte; d) la satisfac-
ción del deseo (de ser) únicamente se alcanza al trascender la tempora-
lidad de la existencia. La tesis a demostrar es que sólo el deseo de Dios
puede hacer feliz al hombre.
Abstract: The article aims to clarify the link between desire, time and being in
the philosophical-theological anthropology of St. Augustine. It is a
question of showing that, by investigating himself, man understands
that: a) Desire determines him; b) existence is, of its own, unstable;
c) mortal life is a continuous run towards death; d) the satisfaction of
desire is only achieved by transcending the temporality of existence.
The thesis to prove is only the desire of God can make man happy.
Palabras clave
San Agustín, deseo, tiempo, felicidad, Dios.
Keywords
St. Augustine, desire, time, eternity, happiness, God.
*
Instituto Intercontinental de Misionología, Universidad Intercontinental, México.
140 DESEO, TIEMPO Y SER EN LA ANTROPOLOGÍA DE SAN AGUSTÍN
L
a fenomenología es un camino para la investi-
gación de la estructura y el sentido de aquello
que aparece, que se hace presente, incluso de
manera cotidiana, pero que no por ello es inmediatamente accesible en lo
tocante a sus rasgos esenciales. La tarea del fenomenólogo es conducir a la
palabra, la donación silenciosa de lo que es, llevar a la resonancia del decir,
la música callada de las cosas que hacen su aparición en el seno del mundo.
En el ámbito de lo que aparece, pero que, pese a su familiaridad, no es
comprensible de suyo, por su relevancia existencial, destaca nuestro propio
ser. Por paradójico que resulte, por ser lo más cercano, la condición humana
es para nosotros lo más lejano en el orden del conocimiento. Cada uno es
para sí mismo un enigma. Dicho en primera persona, me reconozco como
enigma cuando tomo conciencia de que soy, pero no sé quién soy; de que
no puedo abstenerme de actuar y, sin embargo, no siempre tengo claro el
motivo último de mi acción; de que a lo largo de mi vida puedo fijarme di-
versas metas, pero ninguna de ellas equivale necesariamente a un proyecto
existencial.
El presente artículo tiene como objetivo clarificar el vínculo entre de-
seo, tiempo y ser en la antropología filosófico-teológica de san Agustín.
Para ello, se hará ver que, al investigarse a sí mismo, el hombre descubre
que: a) el deseo determina tanto su existenciariedad, como su facticidad;
b) la inestabilidad de la existencia; c) la vida mortal es un continuo correr hacia
la muerte; d) la satisfacción del deseo sólo tiene lugar cuando el hombre
trasciende la temporalidad de la existencia.
La tesis por demostrar es que el deseo de ser, propio del hombre, se rea-
liza cuando tiene por destinatario al Bien Perfecto. Es decir, en la participa-
ción de un modo de existencia que, además de estar libre de las acechanzas
de la muerte, se caracteriza por el goce sin término, libre de todo temor, del
único bien cuya posesión trae consigo la felicidad: Dios.
La aproximación a la obra agustiniana está guiada por la interpretación
de las Confesiones, que Heidegger ofrece en sus Estudios de mística medieval,
así como por la analítica existenciaria desarrollada en Ser y tiempo. Para
evitar que surjan falsas expectativas, cabe aclarar que éste no es un estudio
Para san Agustín, “amar no es otra cosa que desear una cosa por sí misma”.1
El deseo2 es un movimiento que se dirige hacia entidades, experiencias o
estados de vida que se juzgan dignos de ser poseídos o alcanzados. Única-
mente se desea aquello que se considera bueno: ya sea porque su posesión es
fuente de placer, porque es útil, incrementa el conocimiento, hace a quien
lo tiene digno de ser admirado o virtuoso.
El deseo es selectivo y excluyente. Nadie desea poseer una entidad ni
conquistar un modo de vida que no le aporte un beneficio significativo. Un
deseo inmotivado es una contradicción de términos. El deseo tiene siempre
una causa y un propósito, un porqué y un para qué. No existe el deseo gra-
tuito, sino, en todo caso, indeterminado.
En el hombre “no hay movimiento alguno sino hacia algo [de modo
que] cuando buscamos aquello que debe ser amado, estamos buscando qué
es aquello hacia lo cual nos conviene movernos”.3 El deseo —al que san
Agustín equipara con el amor-eros— es un movimiento condicionado por
la percepción de lo bueno.
En el contexto de la vida cotidiana, se juzga que algo es bueno no en térmi-
nos abstractos y universales, sino en relación con el proyecto existencial que se
tiene. Cada uno anhela poseer lo que, en su opinión, favorece la realización de
aquello que desea llegar a ser. El proyecto existencial decide sobre los objetos
de deseo. A su vez, los objetos de deseo ponen al descubierto quién es el hombre.
Puesto que “cada cual es como su amor”.4
El deseo es “una combinación de un apuntar a y un remitir retrospectivo”.5
Aquello hacia lo que apunta el deseo carece de realidad porque todavía no es.
1
San Agustín, Ochenta y tres cuestiones diversas, 35, 1.
2
El término amor, que en la obra de san Agustín nombra el movimiento natural de
la voluntad, corresponde al eros platónico. Dilectio designa el amor justo y ordenado, que
incluye un sentido moral. Charitas es el amor cristiano que tiene a Dios por destinatario.
3
San Agustín, Ochenta y tres cuestiones diversas, 35, 1.
4
San Agustín, Exposición de la Epístola de san Juan a los Partos, ii, 14.
5
Hannah Arendt, El concepto de amor en san Agustín, Madrid, Ediciones Encuentro,
2001, p. 25.
Más que proyectar una acción a la que considera buena para sí, el hombre
se proyecta para hacerse existir conforme a un ideal de vida. Huelga decir
que, estrictamente hablando, sólo se desea aquello por lo cual se obra. La
acción hace patente los verdaderos deseos del individuo.
El deseo de ser constituye el principio de la acción. A toda acción ante-
cede un proyecto y es a la luz de éste que la primera adquiere significado y
relevancia. Sin embargo, el proyecto sólo cobra realidad en la acción. En la
esfera de lo público, el individuo se da a conocer por las obras que nacen de
su proyecto existencial.
La responsabilidad inherente a la proyección de sí mismo recae por com-
pleto en el individuo. Sin embargo, tanto el objeto del deseo de ser, como su
forma de realización están influenciados por el mundo histórico-cultural
en el que se vive. Mucho antes de estar en edad de asumir las riendas de su
vida, todo hombre ha sido aleccionado por quienes le rodean acerca de cuá-
les son los proyectos de vida deseables y despreciables; qué caminos se de-
ben tomar para darle alcance a dicho proyecto y qué medios son ilegítimos.
En sus Confesiones, san Agustín da cuenta de la influencia que la socie-
dad ejerce sobre el deseo, la acción y el proyecto existencial cuando men-
ciona que, al descubrir su talento para el estudio, sus padres hicieron todo
lo posible para que continuara su formación académica y se convirtiera en
abogado. En aquel joven se conjugaban tanto la ambición, como la disposi-
ción natural para lograrlo. Pero fue el reconocimiento del que dicha figura
gozaba por parte de la sociedad romana el que indujo en el joven la valora-
ción positiva del oficio. En todos los casos, la figura concreta que asume el
deseo de ser está condicionada por la historia y la cultural del grupo social
del que se forma parte.
Además de un apuntar a el deseo, entraña un remitir retrospectivo. Tal
movimiento se torna inteligible únicamente cuando se le pone en relación
con la facticidad: con el “carácter de ser de nuestro existir propio [...] ese
existir en cada ocasión”.6 La facticidad es una determinación ontológica
que alude al hecho de que existir significa “estar-arrojado [en un mundo
histórico-cultural concreto] como el ‘modo de ser de un ente que siempre
es él mismo, sus posibilidades, de tal suerte que se comprende en y desde
ellas [se proyecta en ellas]’”.7
En tanto que anhelo de posesión de un individuo “que conoce el bien
y el mal del mundo”8 a la luz de su proyecto existencial, el deseo remite
6
Martin Heidegger, Ontología. Hermenéutica de la facticidad, Madrid, Alianza
Editorial, 2000, p. 25.
7
Edith Stein, La filosofía existencial de Martín Heidegger, Madrid, Trotta, 2010,
p. 34.
8
H. Arendt, op. cit., p. 25.
9
San Agustín, La Trinidad, xiv, 11, 14.
10
Rowan Williams, Sobre san Agustín. Un enfoque renovado y vivificador del pensamiento
agustiniano, Bilbao, Desclée de Brouwer, 2016, p. 21.
11
Objetivar significa reducir el aparecer de algo a la condición de objeto. En la Edad
Media, el término obiectum se aplica a lo que “se proyecta y se mantiene frente a la percepción,
la imaginación, el juicio, el deseo y la intuición”. M. Heidegger, “Fenomenología y teología”,
Hitos, Madrid, Alianza Editorial, 2001, p. 69. Por su parte, la palabra subiectum se utiliza
para hacer referencia a lo que, por sí mismo, al margen de la representación, le hace frente
al hombre cotidianamente: las cosas. Explicación a la que el filósofo agrega el comentario de
que, en nuestro tiempo, el “significado de las palabras subiectum y obiectum es justamente
el contrario del actual: subiectum es lo que existe para sí [objetivo], obiectum, lo que sólo es
representado [subjetivo]”. Ibidem, p. 70.
12
Ag., Confesiones, x, 8, 14.
13
H. Arendt, op. cit., p. 47.
14
Ag., Confesiones, xi, 28, 37.
15
Ag., Confesiones, x, 8, 14.
16
Ag., Confesiones, x, 16, 25.
17
Ag., Confesiones, x, 4, 6.
18
San Agustín admite que “hay algo velado al hombre, algo de su propio ser que
permanece bajo un halo de misterio, lo cual Heidegger formulará más tarde, en su propia
jerga, en términos de que el Dasein no es completamente transparente para sí mismo”. Luis
Santiesteban, “La confrontación de Heidegger con san Agustín y la mística medieval. Nota
crítica en torno a ‘Estudios sobre mística medieval’ de Martin Heidegger”, Dianoia, núm.
58, 2007, p. 58.
19
R. Williams, op. cit., p. 21.
20
Jean-Luc Marion, El fenómeno erótico. Seis meditaciones, Buenos Aires, El cuenco de
plata, 2005, p. 29.
21
Idem.
haber sido], el pasado, lo que fue posible, y lo que soy en este haber llegado
a ser lo que soy, está en un fiat [hágase], en lo que aún podría llegar a ser”.22
La dimensión pasiva del deseo, que alcanza su máxima expresión en la ex-
periencia de ser tentado, hace patente cuán insensata es la confianza en que,
por el sólo hecho de proponérselo, el hombre puede ser fiel a su proyecto
existencial.
La seguridad en uno mismo es una ilusión y un peligro para la vida
auténtica. Lo anterior no significa que el hombre esté condenado a dejarse
arrastrar por la fuerza ciega del deseo, sino que el proyecto existencial no se
mantiene solo. Para llegar a ser músico, filósofo, virtuoso o santo, no basta
con haberlo decidido en algún momento de la vida; es necesario que el de-
seo que sustenta dichos proyectos existenciales se reafirme día a día.
La preocupación derivada de la falta de estabilidad de la existencia se
intensifica al entender que, dada la profundidad de la memoria, incluso
el conocimiento “de la propia inseguridad [de la inseguridad en lo que a
mí en lo que a mí me afecta] anda a tientas en la oscuridad”.23 Al hurgar
en la memoria, por cuanto el olvido interfiere con el recuerdo, no consigo
acceder a la manifestación clara de mí mismo, sino que mi pasado, aquello
que he sido, se me oculta. De manera que si “la experiencia histórica en su
prolongación [la experiencia orientada hacia uno mismo, existencial], no me
saca a la luz, jamás podré invocar un momento [...] en el que mi presente
autopenetración cognitiva esté realizada”.24
Al curso de las acciones y discursos mediante los cuales pretendo llegar
a ser aquello que me he propuesto, le subyace una comprensión oscura y
confusa de quién soy y de por qué hago, pienso, deseo, evito y anhelo tales o
cuales objetos o experiencias. Ese conocimiento vago me basta para deam-
bular por el mundo, pero es insuficiente desde una perspectiva filosófica.
Para conocerme a mí mismo puedo examinar mis recuerdos. Sin em-
bargo, puesto que todo recuerdo está orientado por el proyecto existencial,
jamás podré recuperarme a mí mismo del todo. No puedo objetivar mi
vida: ponerla delante de mí para luego extraer la cualidad que la define.
Sólo me comprendo desde una perspectiva dinámica, inmersa en la tem-
poralidad de la existencia. Así, “el tenerme-a-mí-mismo nunca está, en la
medida en que pueda resultar realizable, sino en camino y en la dirección
de esta vida”.25
22
M. Heidegger, Estudios de mística medieval, Madrid, Ediciones Siruela, 1997, p. 99.
23
Ibidem, p. 98.
24
Idem.
25
Ibidem, pp. 98-99.
26
M. Heidegger, Introducción a la fenomenología de la religión, Madrid, Ediciones
Siruela, 2005, p. 146.
27
Ag., Soliloquios del alma a Dios, ii.
28
María Zambrano, El hombre y lo divino, Madrid, Ediciones Siruela, 1991, p. 136.
29
Ag., La ciudad de Dios, xiv, 25.
30
H. Arendt, op. cit., p. 28.
31
Ag., La ciudad de Dios, xiv, 25.
32
H. Arendt, op. cit., p. 27.
33
Ag., Meditaciones, 21.
34
Ag., La ciudad de Dios, ix, 14.
35
Friedrich Nietzsche, El nacimiento de la tragedia, Madrid, Alianza Editorial, 2003,
p. 54.
36
Podría objetarse que el suicida no parece concordar con lo antes dicho. Sin embargo,
cuando se piensa detenidamente sobre los posibles motivos de quien decide poner fin a
su existencia, al menos desde cierta perspectiva, es evidente que en todo intento de
autodestrucción se halla un deseo de ser fallido. No es que el suicida carezca de un proyecto
existencial, sino que, ante la imposibilidad de realizarlo, prefiere dejar de ser. El origen del
suicidio es el deseo de vivir bien y por siempre.
37
Ag., Confesiones, i, 4, 11.
38
Qo., 1, 18.
39
Ag., Confesiones, i, 13, 20.
40
H. Arendt, op. cit., p. 45.
41
Iain Thomson, “Death and demise in being and time”, en M. Wrathall (ed.), The
Cambridge Companion to Heidegger’s Being and Time, Cambridge, Cambridge University
Press, 2013, p. 298.
42
M. Heidegger, Ser y tiempo, Santiago, Editorial Universitaria, 2005, p. 27
43
José Eduardo Rivera, María Teresa Stuven, “Introducción”, Comentario a Ser y Tiempo
de Martin Heidegger, vol. 1, Santiago, Ediciones Universidad Católica de Chile, 2008, p. 37.
44
Parménides, Poema, fragmento 8.
45
William Guthrie, Los filósofos griegos: de Tales a Aristóteles, México, Fondo de Cultura
Económica, 2010, p. 53.
46
Ag., Sermón 7, 7.
47
J. de la Cruz, Por toda la hermosura, 1.
48
Ag., Confesiones, vii, 5, 7.
49
Ag., Meditaciones, 21.
50
Ag., Confesiones, iv, 6, 11.
51
Ag., Confesiones, iv, 6, 13.
52
María del Carmen Dolby, “El ser humano en san Agustín”, en Vicente Canet (ed.),
San Agustín: 1650 aniversario de su nacimiento, Madrid, Centro Teológico san Agustín,
2004, p. 96.
53
H. Arendt, op. cit., p. 49.
54
Ag., Sermón 306, 7.
55
H. Arendt, op. cit., p. 49.
56
Ag., Homilías sobre la primera carta de san Juan a los partos, iii, 11.
57
H. Arendt, op. cit., p. 29.
58
Ag., Confesiones, i, 4, 4.
59
Ag., Sermón 306, 7.
60
H. Arendt, op. cit., p. 26.
61
1 Co. 13, 8.
62
Ag., La ciudad de Dios, xiv, 25.
63
Ag., Confesiones, I, 1, 1.
Conclusiones
la felicidad, “la elegimos por ella misma y nunca por otra cosa, mientras que
los honores, el placer, la inteligencia y toda virtud, los deseamos en verdad,
por sí mismos [puesto que desearíamos todas estas cosas, aunque ninguna
ventaja resultara de ellas], pero también los deseamos a causa de la felicidad,
pues pensamos que gracias a ellos seremos felices”68
En su afán por alcanzar la felicidad, la vida mortal anhela algo que
no puede tener, por cuanto no se identifica con ningún objeto disponible;
además, lo anhela de un modo que no conviene a su condición. A saber,
un bien infinito, no sometido al cambio ni a la corrupción, del cual poder
gozar por siempre.
La satisfacción de tal anhelo exige por condición de posibilidad tanto la
eternidad del bien en cuestión, como la inmortalidad del hombre; ya que
la vida verdadera a la que está encaminado todo proyecto existencial es, a la
vez, eterna y feliz.
Para san Agustín, la voluntad sólo encuentra descanso en el deseo de
una realidad eterna e inmutable. La felicidad por la que todo hombre sus-
pira sólo se halla en la posesión de Dios por contemplación.
Ahora bien, si el hombre ama a Dios, por ser el Bien Supremo —lo
cual, presupone una valoración y, en última instancia un rebajamiento de
su divinidad y trascendencia—, en última instancia sólo se ama a sí mismo.
Tal clase de amor es interesado. Así, Nygren está en lo correcto al sostener que,
en la filosofía de san Agustín, el amor Dei es, en realidad, deseo de ser feliz
y, por tanto, amor sui.69
¿Cómo superar el problema abierto por la antropología agustiniana?
La respuesta radica en la comprensión de que, para alcanzar la verdadera
felicidad, no basta que el deseo se oriente a Dios en vez de permanecer
sujeto a los bienes finitos y temporales, se requiere la transformación del
eros en ágape.
No se trata de amar a Dios como fuente de felicidad, sino de ser feliz a
consecuencia del amor a Dios. Y, sin embargo, es preciso admitir que, en
sus inicios, la experiencia de Dios es de naturaleza erótica. Ciertamente, la
felicidad cristiana exige la transformación del deseo natural en amor sobre-
natural. “Aun cuando el deseo de ver a Dios [propio del místico principian-
te] es una condición necesaria para la unión, requiere ser purificado para
no degenerar en apetito; necesita mudarse de natural en sobrenatural”.70
68
Aristóteles, Ética a Nicómaco, i, 1097b1-5.
69
Anders Nygren, Eros y ágape. La noción cristiana del amor y sus transformaciones,
Barcelona, Sagitario, 1969.
70
Lucero González, “Finitud, erotismo y experiencia mística en San Juan de la Cruz”,
Revista de Filosofía Open Insight, México, núm. 6, 2013, p. 58.
Abstract: This paper has the intention to answer the question of how the philo-
sophy on the otherness of the Jewish philosopher Emmanuel Levinas
has influenced the way history has been written in recent decades. To
arrive at an answer, the two sources of thought that nourish the Levi-
nas position are mentioned first: Western philosophy and the Hebrew
tradition (Athens and Jerusalem). The next point is to present the
main characteristics assumed by “the other” in Levinasian philosophy,
and then discover those characteristics of otherness in contemporary
historiography, with two emblematic cases of Mexican historians: the
defeated in the work of Miguel León-Portilla and the natives in Luis
Villoro.
*
Universidad Autónoma de Baja California, México.
160 EMMANUEL LEVINAS, EL OTRO Y EL HISTORIADOR
Palabras clave
Levinas, otredad, subalterno, historiografía, León-Portilla, Villoro.
Keywords
Levinas, otherness, subaltern, historiography, León-Portilla, Villoro.
L
a filosofía y la historia son dos disciplinas que
se imparten en las facultades de Humanida-
des en diversas universidades del mundo.
Dos disciplinas que están estrechamente interrelacionadas hasta el punto
de no poder concebir una historia de la filosofía fuera de los planes de es-
tudio de la primera, ni una filosofía de la historia en la segunda. La filosofía
positivista de Augusto Comte acompañó el surgimiento de la disciplina
histórica en las universidades,1 y fue la misma filosofía posestructuralista
la que propició su más profunda crisis a la historia como disciplina, pues se le
consideraba un simple discurso literario.2
Pues bien, si la filosofía de la otredad salvó la capacidad de agencia de
los sujetos históricos en las metaestructuras del lenguaje, también proveyó
a la historia de sujetos históricos que antes no eran vistos por los historia-
dores. En el nacimiento de la historia positivista, los sujetos de estudio eran
los de la historia de bronce: los héroes, reyes y jerarcas con poder militar,
económico o religioso.
La historia de los Annales, el análisis social marxista y la cliometría
poco a poco propusieron nuevos sujetos históricos y nuevas fuentes histó-
ricas desdeñadas; tal es el caso de libros parroquiales, contratos de compra-
venta o actas sindicales.3 Sin embargo, fueron el giro lingüístico y, sobre
todo, el cultural, los que introdujeron la narrativa y los sujetos históricos
de la vida cotidiana como los nuevos sujetos del análisis histórico: desde
1
Es un consenso considerar a van Ranke como el fundador de la disciplina histórica
universitaria. A este historiador se le reconoce como un positivista, “dispuesto a adherir
estrictamente a los hechos, a no predicar sermón alguno, a apuntar hacia algún fin o adornar
la historia, sino simplemente a decir la verdad histórica”, Georg G. Iggers, “La primera
fase: el surgimiento de la historia como disciplina profesional”, en Iván Jaksic (trad.), La
historiografía del siglo xx. Desde la objetividad científica al desafío posmoderno, México, Fondo
de Cultura Económica, 2012, p. 59.
2
Cfr. Lawrence Stone, “El resurgimiento de la narrativa: Reflexiones acerca de una nueva y
vieja historia”, El pasado y el presente, México, Fondo de Cultura Económica, 1996, pp. 95-120.
3
Cfr. Enrique Moradiellos, “Últimas corrientes en la historia”, Historia Social, vol. 16,
Valencia, 1993, pp. 97-113. Desde la posmodernidad que reducía la Historia a un simple
discurso narrativo, el autor trata de demostrar la cientificidad y utilidad de la Historia como
ciencia humanista.
4
Cfr. L. Stone, op. cit., pp. 95-120. El historiador inglés detectó, desde finales de los
setenta, este tránsito de la vieja a la nueva historia con la irrupción de la narrativa.
5
Cfr. Darío Betancourt Echeverry, “Memoria individual, memoria colectiva y memoria
histórica. Lo secreto y lo escondido en la narración y el recuerdo”, La práctica investigativa en
ciencias sociales, Bogotá, Universidad Pedagógica Nacional, 2004, p. 131.
6
Cfr. Julia Urabayen, “Las huellas del judaísmo en la filosofía de Levinas”, en Andrés
Alonso Martos, Emmanuel Levinas: La filosofía como ética, Valencia, Universitat de València,
2008, p. 108.
7
Cfr. Francois Hartog, Regímenes de historicidad. Presentismo y experiencias del tiempo,
México, Universidad Iberoamericana, 2007, p. 86.
8
Cfr. Alberto Sucasas, “Descubriendo el talmud con Chouchani y Levinas”, en A.
Alonso Martos, Emmanuel Levinas…, p. 129.
9
Cfr. J. Urabayen, op. cit., p. 106; A. Sucasas, Levinas: lectura de un palimpsesto, Buenos
Aires, Lilmod, 2006, p. 56. Manuel Mauer, “Entre Atenas y Jerusalem. Una introducción al
pensamiento de Emmanuel Levinas”, en Emmanuel Levinas (trad. Manuel Mauer), Difícil
libertad: Ensayos sobre judaísmo, Buenos Aires, Lilmod, 2004, pp. 14-36.
10
Cfr. E. Levinas, Difícil libertad…, pp. 142-141.
11
Cfr. ibidem, p. 112.
12
Cfr. Graciano González, “¿Puede no ser moral la filosofía? Sobre Kant y Levinas”, en
A. Alonso Martos (ed.), Emmanuel Levinas…, p. 166.
13
Su fenomenología, tal como se nos presenta en Totalidad e infinito, es este intento
de salida del noumeno a la luz para anteponerse objetivamente a una razón que pretende el
monopolio de la objetividad en el campo fenomenal. La tesis que propone en dicha obra
es la siguiente: es posible hacer una fenomenología del noumeno, que es la metafísica. El
noumeno es el otro que se manifiesta en una relación de la no violencia que es esencialmente
lenguaje y no poder, Cfr. E. Levinas, Totalidad e infinito: ensayo sobre la exterioridad, en D.
E. Guillot (tr.), Salamanca, Sígueme, 2002, p. 21.
14
Cfr. Maurice Friedman, “Martin Buber y Emmanuel Levinas: una indagación ética,
en Friedman”, en Maurice Friedman, Matthew Calarco y Peter Atterton (eds.), Levinas y
Buber: Diálogo y diferencias, Buenos Aires, Lilmod, 2006, p. 133.
15
No el horizonte de sentido al que nos ha habituado la fenomenología, sino ampliar
los límites del horizonte más acá y más allá del sentido para llegar al significado.
16
Cfr. Luis Sáez Rueda, Movimientos filosóficos actuales, Madrid, Trotta, 2009, pp. 55-88.
17
Ambos autores, con su movimiento de radicalizar la fenomenología, han sido pautas
de la audacia que Levinas tiene con la fenomenología para colocarse “fuera del sujeto”, en
“otro modo que ser”, en lo prelógico anterior al sentido constituido por la conciencia en
correlato con el ser. De Merleau-Ponty explicita su influencia en Humanismo del otro hombre,
al reconocer los análisis de fenomenólogo del cuerpo en el hecho “de la comprensión de la
Éstos son los tres textos principales de Levinas sobre la otredad: Totalidad
e infinito (ti), De otro modo que ser (doms)18 y Humanismo del otro hombre
(hoh).19 En estas obras, el otro se convierte en la categoría clave y central de
toda su filosofía. El desarrollo histórico sobre el proceso de convertir al
otro-sujeto en otro desemboca en esta categoría filosófica de Levinas. Esa
manera tan radical de tratar el tema de la otredad es lo que ha hecho que el
pensamiento de Levinas siga vigente y tenga tanta influencia en la filosofía,
en las ciencias humanas y, por supuesto, en la historia. Se verán, entonces,
algunas de sus reflexiones de manera escueta.
El Otro y el Mismo
verdaderamente el ser cuando todo Otro [causa de guerra], englobado por el Mismo,
se desvanecería al término de la historia—, nos proponemos, en cambio, describir en
el desarrollo de la existencia terrestre, de la existencia económica como la llamamos, una
relación con el Otro que no acaba en una totalidad divina o humana, una relación que no es
una totalización de la historia, sino idea de lo infinito”. D. E. Guillot, ti, p. 76.
29
“Lo Otro metafísico es otro como una alteridad que no es formal, con una alteridad
que no es un simple revés de la identidad, ni de una alteridad hecha de resistencia al Mismo,
sino con una alteridad anterior a toda iniciativa, a todo imperialismo del Mismo. Otro
de una alteridad que no limita al Mismo, porque al limitar al Mismo, lo Otro no sería
rigurosamente Otro: por la comunidad de la frontera, sería, en el interior del sistema,
todavía el Mismo”. Ibidem, p. 62.
30
Ibidem, pp. 57-58.
31
Ibidem, p. 87.
32
Ibidem, p. 58.
33
Ibidem, p. 59.
34
Michel de Certeau, Litmanovich, p. 64. Cit. por Nara Victoria Fuentes Crispín,
“El lugar de producción de la Historia: el sujeto histórico Michel de Certeau”, Anuario
Colombiano de Historia Social y de la Cultura, núm. 34, Bogotá, 2007, p. 493.
35
Antonio Pérez Quintana, “La crítica de Levinas a la filosofía trascendental moderna”,
en A. Alonso Martos (ed.), Emmanuel Levinas…, p. 82.
36
Levinas mismo aclara que, en francés, el verbo produire (producir, exhibir) indica
tanto la efectuación del ser, como su aparición o exhibición. La ambigüedad de este verbo
traduce la ambigüedad de la operación por la cual, a la vez, se gesta el ser de una entidad y
por la cual se revela. D. E. Guillot, ti, p. 52.
37
Idem.
Cada día vivimos en la existencia de una relación inevitable con otros suje-
tos, ya sea de manera implícita o de manera explícita. Según Levinas, debe-
mos hablar del otro desde la perspectiva de otra persona, pero no en cuanto
a su calidad de objeto, sino en cuanto a su condición de prójimo. En este
sentido, el otro es aquello que yo no soy, pero que tiene valor en sí mismo.
Siguiendo la intuición del apartado anterior, se desprende que el otro es
el prójimo débil, pobre, viuda, huérfano, forasteros, en contraposición al
Yo rico y poderoso, que corresponde a la Totalidad. El otro es alguien que
desea ser ante los demás, y que desea ser tratado como persona. De esta
forma, el otro vale porque posee alteridad, porque su esencia es alteridad.41
38
Cfr. Juan Carlos Aguirre y Luis Guillermo Jaramillo, “El otro en Levinas: Una salida a
la encrucijada sujeto-objeto y su pertenencia en las ciencias sociales”, Revista Latinoamericana
de Ciencias Sociales, vol. 4, núm. 2, Bogotá Universidad de Manizales-Cinde, 2006, p. 10.
39
D. E. Guillot, ti, p. 262.
40
Alessandro Portelli, “Historia oral, diálogo y géneros narrativos”, Anuario Digital de
Historia, Escuela de Historia de la Facultad de Humanidades y Artes, Rosario, núm. 26,
2017, p. 17.
41
Cfr. D. E. Guillot, ti, pp. 127-130.
Levinas utiliza dos términos en francés que suelen traducirse como otro:
autrui y autre. Cuando Levinas utiliza el primero, se refiere específicamente
al otro hombre que es mi prójimo. No es otro Yo, sino que es el Otro, el que
tiene una condición social definitiva. Por otro lado, cuando utiliza autre, aun-
que también se refiere al prójimo, lo utiliza con menos frecuencia por tratarse
de un término utilizado en francés para objetos y cosas.42
42
Cfr. Miguel Darío Nache, “La filosofía de la alteridad en E. Levinas: antropología
filosófica en su obra de Otro modo de que ser, o más allá de la esencia”, tesis de licenciatura
canónica en Filosofía, Facultad de Filosofía, Universidad Pontificia de México, México,
1999, pp. 38-39.
43
D. E. Guillot, ti, p. 63.
44
D. E. Guillot, doms, p. 148.
En los sesenta del siglo pasado, surgió en Francia una nueva filosofía que se
autodefine plenamente como contraria a la modernidad. Michel Foucault,
Jacques Derrida y Roland Barthes, principalmente, reivindican un pensamien-
to que desafía a la razón como el medio privilegiado para acceder a la verdad,45 que
denuncia y desenmascara los totalitarismos presentes en todo tipo de dis-
curso y rechaza la pretensión de que la historia puede ser universal.46
Estos postulados posmodernos influyeron en los historiadores italia-
nos, que buscaron hacer la historia ya no desde los poderosos, los influ-
yentes, los visibles, sino desde los anónimos de la historia, los de pequeños
pueblos aldeas, los de los talleres, los de los despojados. El historiador ya no
buscaba las grandes ideas de los movimientos sociales universales (Totali-
dad), sino la pequeña historia con sus ideas propias que resultan igual o más
desafiantes de entender (Infinito). “Los microhistoriadores italianos serán
férreos defensores de la reducción de escala de observación, con lo cual no
sugieren una finalización del novel general, de la historia global. No es un
cambio de lo general por lo particular en términos de reemplazado, es una
perspectiva que observa lo general en lo particular”.47
No faltó mucho para que los historiadores mexicanos siguieran los
postulados de la escuela italiana de historiografía. De manera preponde-
rante, fue el historiador mexicano Luis González y González el precursor
de la microhistoria en México. Don Luis concebía la microhistoria como
la historia pueblerina, la de la parroquia, de la matria, de la patria chica,
del campanario, en fin, la historia concreta. Esta microhistoria debía ser “el
relato verdadero, concreto y cualitativo del pretérito de la vida diaria, del
45
Incluso el método científico es cuestionado en su arrogantemente pretendida
objetividad y universalidad, ya que la experimentación científica depende de percepciones y
está condicionada por intereses de tipo económico, militar o intelectual. Cfr. Adam Andrew
Keith, What is Postmodern Biblical Criticism?, Minneapolis, Fortress Press, 1995, pp. 13-14.
De manera más tajante, la “empresa anarquista” de Paul Feyerabend critica toda metodología
rigorista, ya que un medio complejo que abarca desarrollos sorprendentes e imprevisibles exige
procedimientos complejos y desafía el análisis basado en reglas establecidas de antemano y que
no tienen en cuenta las condiciones, siempre cambiantes, de la historia. Cfr. P. Feyerabend,
Tratado contra el Método, en Diego Ribes (tr.), Madrid, Tecnos, 1993, pp. 1-6.
46
Esta idea de la historia universal, señalan los posmodernos, implica per se un discurso
totalitario, pues se narra desde la perspectiva dominante, la de los vencedores y detentores
del poder. De hecho, los libros de historia universal han sido escritos siempre desde la
interpretación del hombre blanco europeo.
47
Francisco Castillo, La historiografía, entre la filosofía de la historia y la historia de la
historia [en línea], Academia.edu
48
Patricia Arias, “Luis González. Microhistoria e historia regional”, Desacatos. Revista
de Ciencias Sociales, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social,
núm. 21, México, 2006, p. 181.
49
Con motivo de los 50 años de la primera edición de La visión de los vencidos, en
2009 se publicó una edición conmemorativa; en ella, se incluye la conferencia Visión de los
vencidos… o la palabra de la otredad, del doctor Eduardo Matos Moctezuma, en la que es
posible ver una pequeña semblanza del pensamiento de la otredad en León-Portilla aplicado
a los pueblos de cultura náhuatl.
50
Cfr. F. Castillo, La historiografía...
51
Patrick Johansson, “Consideraciones epistemológicas sobre la historiografía del
bién la relación o diálogo de ese otro con el que escribe la historia. El mis-
mo León-Portilla reconocería más tarde, en la introducción de la edición de
2013, la necesidad de pensar en la imagen indígena del otro, “que podría
mostrar los diversos esfuerzos realizados por los indios para comprender
quiénes eran esos hombres desconocidos, venidos de más allá de las aguas
inmensas”.55
Hablar de El reverso de la conquista es circunscribirse en el discurso
de la posmodernidad, dar voz a los vencidos, pero sin olvidar que existían
los otros, los vencedores, y sólo en la interacción comunicativa de ambos
otros, conquistadores y conquistados, se podrá llegar a una comprensión
cultural e histórica más plena, no sólo de lo que sucedió, sino también de
los que hemos heredado. Centrarse únicamente en la visión de los venci-
dos, de los indígenas, suscitaría odios y rencores, así como sentimientos de
inferioridad e impotencia. Por eso, termino este apartado con un párrafo de
León-Portilla que es, precisamente, un intento por superar visiones unilate-
rales y subjetivistas de la historia: “Estamos persuadidos de que, acercándo-
nos a la historia y a la literatura indígenas, sin hacer supresión anacrónica
e imposible de la Occidental, que es ya también nuestro, acabaremos de
comprender en un contexto universal y humano nuestras raíces, nuestras
deficiencias y verdadera grandeza para el presente y el porvenir”.56
en Antropología Social, 2008, pp. 143-150. No han faltado quienes han cuestionado este
interés por el “otro” subalterno, pues siguen considerando a ese “otro” desde la Totalidad
imperialista. Cfr. Gayatri Chakravorty Spivak, “¿Puede hablar el subalterno?”, Revista
Colombiana de Antropología, vol. 39, Bogotá, Instituto Colombiano de Antropología e
Historia, 2003, pp. 297-364.
55
M. León-Portilla, “Introducción”, p. 33.
56
M. León-Portilla, “Nota preliminar, 2006”, El reverso de la conquista. Relaciones
mexicanas, mayas e incas, en Obras de Miguel León-Portilla, tomo xiii, México, Universidad
Nacional de México-El Colegio Nacional, 2013, p. 258.
57
Cfr. Mario Teodoro Ramírez, “La razón del otro: estudios sobre el pensamiento de
Luis Villoro”, Diánoia. Revista de Filosofía, vol. 57, núm. 69, México, Universidad Nacional
Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Filosóficas, 2012, p. 215.
58
Luis Villoro, Los grandes momentos del indigenismo en México, México, El Colegio de
México, 1950. En lo sucesivo, se consignará como gmm.
59
Aurelia Valero Pie, “Diálogos entre filosofía e historia: Luis Villoro, 1922-2014”,
Historia Mexicana, México, El Colegio de México, Centro de Estudios Históricos, vol. 64,
núm. 2, 2014, p. 714.
60
La influencia de Emmanuel Levinas ha sido patente en la filosofía posmoderna
latinoamericana. “En América Latina ha sucedido otro tanto y sus tesis fundamentales [de
Levinas] han sido audazmente asimiladas a lo que podríamos llamar una filosofía cristiana de
la liberación”. Ricardo Ehrenber, “Prólogo”, en D. E. Guillot, hoh, p. 4.
61
Cfr. M. T. Ramírez, “Estadios de la otredad en la reflexión filosófica de Luis Villoro”,
Diánoia. Revista de Filosofía, Universidad Nacional Autónoma de México, Investigaciones
Filosóficas, vol. 52, núm. 58, México, 2007, p. 144-145.
62
Ibidem, p. 145.
63
“Si la filosofía no escucha al pueblo oprimido es necesariamente sofística
encubridora”. Esto lo afirma Enrique Dussel múltiples veces en libros, conferencias,
artículos y demás, para que podamos comprender el importante rol de la filosofía
en Latinoamérica como instrumento de concientización para la liberación.
Cfr. Enrique Dussel y D. E. Guillot, Liberación latinoamericana y Emmanuel Levinas,
Buenos Aires, Bonum, 1975.
64
A diferencia del pensamiento que hemos expuesto de Dussel, el también filósofo
Villoro no se limita a denunciar las falsas relaciones de Totalidad basadas en la colonización,
sino que se atreve a proponer nuevas maneras de relaciones basadas en el reconocimiento
del diferente.
65
Cfr. M. T. Ramírez, “La razón del otro…”, p. 216.
66
Cfr. M. T. Ramírez, “Estadios de la otredad…”, p. 146.
67
L. Villoro, “Soledad y comunión”, Filosofía y Letras, vol. 17, núm. 33, México,
Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional Autónoma de México, 1949, pp.
115-131.
68
M. T. Ramírez, “Estadios de la otredad…”, p. 149.
Luego de un breve esbozo sobre el tema del otro y nuestra relación con
él, debemos decir que “el otro que ha sido paradigmático para Villoro ha
sido nuestro indígena”.71 En su libro gmim, de 1950, siguiendo una línea
de pensamiento histórico-filosófico heredada por Hegel, Villoro distingue
tres etapas en el desarrollo del acercamiento al indígena en México: a) en
la etapa de los primeros misioneros, principalmente desde la perspectiva
de Bernardino de Sahagún, lo indígena aparece como cercano y negativo
(tesis); b) en el segundo momento, correspondiente a la ilustración mexi-
cana, tomando como paradigma a Clavijero y a Teresa de Mier, lo indígena
se presenta como lo lejano y negativo (antítesis); c) la tercera etapa corres-
ponde al tiempo contemporáneo en que Villoro escribe y es un intento de
mostrar al indígena como cercano y positivo (síntesis). Como él mismo lo
señala, el cambio de paradigma consiste en que “el mestizo-indigenista se
considera ahora en la misma situación que el indio; lo asume como elemento
de su situación social y de su espíritu mismo. Implica, pues, una interiori-
zación de lo indígena; deja éste de ser alteridad para convertirse en elemento del
Yo social y personal”.72
69
Ibidem, p. 152.
70
Gustavo Leyva Martínez, “Luis Villoro: Identidad y alteridad en el lenguaje, la
experiencia y la política”, Revista Internacional de Filosofía Política, núm. 34, México,
Universidad Autónoma Metropolitana, Departamento de Filosofía, 2009, p. 236.
71
M. T. Ramírez, “La razón del otro…”, p. 216.
72
L. Villoro, gmim, p. 238.
73
Este proceso respondió a un esquema occidental clásico de sujeto-objeto, que derivó
en una relación de exterioridad, distancia y dominación. “El otro está condenado a ser
un objeto para el yo; siempre es lo que el yo define, capta, interpreta y quiere de él; no
hay posibilidad de inversión de los papeles, de intercambio y de reciprocidad entre ambos
polos”, M. T. Ramírez, “Estadios de la otredad…”, p. 156.
74
L. Villoro, gmim, p. 240.
75
A. Valero Pie, “Diálogos entre filosofía e historia…”, p. 718.
76
L. Villoro, gmim, p. 242.
77
Idem.
78
En efecto, como hemos visto en el recorrido histórico del primer capítulo, el otro
en la filosofía europea siempre es el otro que es de la misma raza, de la misma cultura
occidental, de la misma tradición cristiana.
79
M. T. Ramírez, “Estadios de la otredad…”, p. 153.
80
Cfr. M. T. Ramírez, “La razón del otro…”, p. 218.
Conclusión
81
Cfr. Gabriel Vargas Lozano, Filosofía ¿para qué? Desafíos de la filosofía para el siglo xxi,
México, Universidad Autónoma Metropolitana, 2014, p. 134.
La “distancia crítica” del historiador no excluye que quedemos afectivamente
implicados cuando trabajamos con personas en el tiempo presente, y “tendemos a repetir a
cierto nivel de nosotros mismos los procesos que funcionan dentro de aquello que queremos
comprender”, Dominick LaCapra, Historia y Memoria después de Auschwitz, Buenos Aires,
Prometeo Libros, 2009, p. 56.
83
Levinas publicó El Tiempo y el Otro en 1947 y, desde entonces, difundió sus tesis sobre
la otredad con ensayos y conferencias. Su obra Totalidad e infinito, fruto de una maduración de
su pensamiento, coincidió con las publicaciones mencionadas de León-Portilla y Luis Villoro.
callados por la historia tradicional escrita por los vencedores, en este caso,
los conquistadores y evangelizadores. Fue así que las crónicas náhuatles sa-
lieron a la luz en un diálogo iluminador con las crónicas de los españoles.
Finalmente, Luis Villoro aprovechó la filosofía propuesta por Levinas,
a fin de desmantelar las estructuras culturales que han privado en México
al considerar al indígena y lo indígena como algo amenazante para la iden-
tidad nacional y pasar así a una valoración más positiva del que se yergue
como alguien distinto, extraño y quizá hasta exótico, aunque no por eso
amenazante. La reconciliación de México con su pasado y con su diversidad
pasa necesariamente por la valoración y convivencia con el otro diferente
por excelencia: el indígena.
Abstract: This essay seeks to delve into the philosophical proposal of Emmanuel
Levinas in an attempt to find elements that can help strengthen the
current discussion not only on the concept of interculturality but,
above all, on what we should contemplate as a horizon that allows us
to establish to what extent we are or are not on the right path to build
this urgent project worldwide or, on the contrary, we are destined to
fail. With texts by Levinas himself and some of his interpreters, I try
to offer some ideas that may be plausible in that regard.
Palabras clave
Interculturalidad, alteridad, el yo, el otro, el tercero, rostro, blanqueamiento.
Keywords
Interculturality, otherness, the self, the other, the third, face, whitening.
*
Departamento de Formación, Escuela de Teología y Pastoral Diócesis de Riobamba,
Ecuador.
182 INTERCULTURALIDAD DESDE EMMANUEL LEVINAS
E
ste ensayo me parece pertinente y oportuno
por cuanto el tema de la interculturalidad pue-
de recibir una oxigenación sustancial desde la
perspectiva filosófica, ética y antropológica del pensador lituano Emmanuel
1
Levinas (1906-1995).
El mismo hecho de haber nacido en la periferia de Europa y haber vivido,
ya nacionalizado, en París puede ser un referente casi obligatorio para tratar el
tema de la interculturalidad. Pero hay más, Levinas rompe no sólo con su maes-
tro Husserl, sino con su amigo Heidegger al darse cuenta de que su filosofía no
le ayudaba a estar cerca del prójimo, sino que, por el contrario, lo alejaba de
él; sobre todo, en el caso extremo de que esa filosofía, en el caso de Heidegger,
estuviera siendo utilizada para justificar el nazismo y su proyecto de exterminio
judío. Levinas, de origen hebreo, había logrado escapar de la muerte; su familia,
por el contrario, no tuvo la misma suerte.
El artículo gira, entonces, alrededor de la alteridad tal como la plantea
Levinas, componente fundamental en el tema de la interculturalidad. El Otro2
es, para Levinas, el “elemento” sobre el cual yo estoy obligado a pensar y a re-
conocer. La filosofía occidental, para el pensador lituano, giró en torno al yo,
al cogito, fue una teoría del conocimiento, y ya era hora, según él, de pensar en
el otro a través de una filosofía del re-conocimiento, no tanto del ver como del
escuchar. El otro no es, como estamos acostumbrados a pensar y decir, un Alter
ego, otro-yo: es el total y radicalmente otro. El otro me habla como rostro, pero
éste no es el semblante de la cara, es la manera de la presencia del otro que no
es visual, sino auditiva. La filosofía de Occidente siempre estuvo pendiente de
la iluminación, de la luz para entender; Levinas, con sus raíces hebreas, semitas
si se quiere, está interesado en el oír. La epifanía del rostro del otro no es para
verlo o mirarlo con los ojos de la conciencia, sino para oírlo con los oídos del
alma. Esa epifanía del rostro hace posible la humanidad.
La tradición bíblica y sus estudios sobre el Talmud permiten a Levinas
situarse en una perspectiva filosófica y antropológica distinta de la heredada
1
“¿Sabe? con frecuencia se habla de la ética para describir lo que yo hago, pero lo que
finalmente me interesa no es la ética en sí, sino lo santo, la santidad de lo santo”. Diálogo
de Levinas con Derrida; testimonio de este último en su “Oración fúnebre pronunciada
durante el sepelio de Emmanuel Levinas el 28 de diciembre de 1995” [en línea], http://
cort.as/-PVri
2
Hay quienes utilizan indistintamente el término Otro —con mayúscula— y otro —
en minúscula—, pero, según García (s/f ), Levinas utiliza el término Otro para referirse
a la trascendencia, a Dios, y otro para referirse al prójimo, al que está frente a mí: “La
responsabilidad es salida del yo hacia el otro, que el Otro mismo provoca en mí.” Mario
García, “Ética filosófica de Emmanuel Levinas en su obra Totalidad e infinito”, s/f. [en
línea], http://cort.as/-PVrz En este artículo respeto la manera como los diferentes autores
citados utilizan el término.
3
Paula Gil Jiménez, “Teoría ética de Levinas”. Cuaderno de materiales. Filosofía y ciencias
humanas, núm. 22, 2006 [en línea], http://cort.as/-PVs8
4
Rompe con Heidegger por la cercanía que éste tenía con el nazismo.
5
Vid. Adriaan Peperzak, “Algunas tesis para la crítica de Emmanuel Levinas a Heidegger”,
Signos Filosóficos, 13, núm. 25, México, Universidad Autónoma Metropolitana, 2011.
6
En un primer periodo, según Paula Gil Jiménez, Levinas había sido un entusiasta
seguidor de Husserl y Heidegger, lo cual demostró en obras como La teoría de la intuición
en la fenomenología de Husserl (1930), De la existencia al existente (1947) y Descubriendo la
existencia con Husserl y Heidegger (1949).
7
P. Gil Jiménez, “Teoría ética de Levinas”, Cuaderno de Materiales, Madrid [en línea],
http://cort.as/-PVsd
8
Para Levinas, el rostro no es, se manifiesta, aparece. “El rostro no es un objeto que
podamos conocer, describir y manipular a nuestro antojo, el rostro es del orden de la
trascendencia, del infinito, y del absoluto que se nos escapa y al cual nos toca servir […] La
epifanía del rostro como rostro introduce la humanidad […] En este relato del evangelio de
Lucas [el buen samaritano] se nos pone las actitudes ante el otro, primeramente, la actitud
del sacerdote y el levita que lo vieron y lo tematizaron, una actitud ontológica, en cambio el
samaritano tuvo una actitud ética, su conciencia se traumatizó y le escuchó, le sirvió. Con
este ejemplo se nos aclara cuál debe ser la actitud ante el otro, primero es él, después yo. Es
decir, es una relación asimétrica.” (M. García, op. cit. “El rostro en su desnudez de rostro me
presenta la indigencia del pobre y del extranjero.” Emmanuel Levinas, Totalidad e infinito,
Salamanca, Ediciones Sígueme, 2002, p. 98.
9
Julia Urabayen, “El humanismo del otro de E. Levinas: el filósofo a la búsqueda”,
Dilema. Revista de Filosofía 10, núm. 1, 2006, pp. 29-40. J. Urabayen, “La ética no son
normas, sino atención a lo humano: el mensaje de Levinas”, 2005 [en línea], http://cort.
as/-PVt0
10
Marta Palacio, “La posición de Levinas en el giro hermenéutico: el lenguaje como
ética”, Areté. Revista de Filosofía 25, núm. 2, 2013, p. 135.
11
Ibidem, pp. 145-146.
12
E. Levinas, Ética e infinito, Madrid, Antonio Machado Libros, 2000, p. 32.
13
Cit. por M. Palacio, op. cit., p. 146.
14
Idem.
15
Levinas, Totalidad e infinito, p. 21.
16
Ibidem, p. 70. Vid. Francis Guibal, “Entre Levinas y Heidegger”, Areté. Revista de
Filosofía, núm. 2, 1992, pp. 337-376.
17
“El Dasein existe por mor de un poder- ser de sí mismo. Existiendo, está arrojado
y, como arrojado, entregado al ente del que ha menester para poder ser como es, a saber,
por mor de sí mismo. En la medida en que el Dasein existe fácticamente, se comprende
a sí mismo en esta conexión del por‐mor‐de sí mismo con su correspondiente para‐algo.
Aquello dentro de lo cual el Dasein existente se comprende, ‘ex’‐siste con la existencia fáctica
del Dasein. El ‘dentro de lo cual’ de la comprensión primaria de sí mismo tiene el modo de
ser del Dasein. El Dasein, existiendo, es su mundo.” Martin Heidegger, Ser y tiempo, Madrid,
Trotta, 2003, p. 352.
18
M. Palacio, op. cit., p. 144.
19
E. Levinas, Totalidad e infinito, p. 57.
20
Ibidem, p. 309.
Lo que define al ser humano no es el saber, sino el amor hacia los de-
más [al otro].
Levinas se da cuenta de que los filósofos de Occidente habían insistido
en un pensamiento filosófico preocupado por el ser, por la esencia. Busca-
ban el conocimiento, pero no el re-conocimiento del otro. Para Levinas,
entonces, el Otro tiene esa preeminencia tanto en el lenguaje, en el Decir,
como en el sentido de la vida y existencia del sujeto. Éste es, existe, en la
medida en que advierte, reconoce y absolutiza al Otro en su proximidad, en
su radical otredad,23 aspecto al que me referiré a continuación.
21
“La responsabilidad del Yo que ha de responder del Otro, de su libertad, de su
sufrimiento, de su dolor, de su muerte.” Balbino Quesada Talavera, “Aproximación al
concepto de alteridad en Levinas. Propedéutica de una nueva ética como filosofía primera”,
Investigaciones fenomenológicas, vol. monográfico 3: Fenomenología y política, 2011, p. 399.
22
M. Palacio, op. cit., p. 150.
23
Asimismo, para Maurice Merleau-Ponty, el otro es el fundamento para la existencia
del sujeto. “Si el otro es verdaderamente para sí, más allá de su ser para mí, y si somos el
uno para el otro, y no el uno y el otro para Dios, es necesario que nos revelemos el uno al
otro, que él tenga y yo tenga un exterior, y que exista, además de la perspectiva del Para-Sí
—mi visión sobre mí y la visión del otro sobre sí mismo— una perspectiva Para-el-Otro —mi
visión sobre el Otro y la visión del Otro sobre mí”. “La exterioridad del Otro, del pobre,
se encuentra, desde siempre más allá del ser.” Maurice Merleau-Ponty, Fenomenología de la
percepción, Barcelona, Planeta DeAgostini, sau, 1993, p. 12. Enrique Dussel, “Liberación
latinoamericana y filosofía”, Praxis latinoamericana y filosofía de la liberación, Bogotá, Nueva
América, 1983, p. 13. Vid. Leonardo Verano Gamboa, “El cuerpo y el Otro en Merleau-
Ponty y Levinas”, Revista de Filosofía., Aurora, 30, núm. 50, 2018, pp. 379-396.
24
Tzvetan Todorov, La conquista de América. El problema del otro, México, Siglo xxi,
2007.
25
Jean Paul Sartre, “Prefacio”, en Frantz Fanon, Los condenados de la tierra, México,
Fondo de Cultura Económica, 1983, p. 5.
26
“Calibán es el nombre de un personaje de La tempestad, de William Shakespeare.
En dicha obra, Calibán es un salvaje primitivo, esclavizado por el protagonista, Próspero, y
representa los aspectos más materiales e instintivos del ser humano, frente al otro sirviente
de Próspero, Ariel, que representa lo elevado y lo espiritual” [en línea], http://cort.as/-PVuC
Posteriormente, dio origen a un movimiento literario y de reflexión sociológica y filosófica:
el calibanismo, que ofrece una visión contraria y de resistencia.
27
“Etimología. De alius (‘otro’, ‘distinto’). Adjetivo. Comparación. Comparativo:
aliēnior. Superlativo: aliēnissimus. aliēnus, aliēna, aliēnum. 1. Ajeno, que pertenece a otro,
de otro. 2. Extraño. 3. Extranjero, de nacionalidad extranjera. 4. Impropio, inadecuado, no
usual. 5. Desplazado, intempestivo, hostil, desafecto, enemigo. 6. Desventajoso, inoportuno.
7. Profano, ignorante, lego. Sustantivo masculino. aliēnus, aliēnī. 8. Persona o esclavo que
pertenece a otra persona. 9. Extranjero. 10. Extraño, desconocido, forastero” [en línea],
http://cort.as/-PVuP
28
Que tenía su origen en la ideología de los “teutones”: “Los teutones son el alma de
nuestra civilización. La importancia de cualquier nación, en la medida que es un poder
actual, está en relación directa a la genuina sangre teutona presente en su población.”
(Houston S. Chamberlain, Foundations of the Nineteenth Century, 1899). Esa ideología no
buscaba sólo la exclusión o la marginación, sino la llamada solución fina”, la aniquilación, el
exterminio físico, el genocidio. Pero esa idea se trasladó a formas de etnocidio por medio del
blanqueamiento o la integración. Sobre esto volveré después.
29
E. Levinas, La teoría fenomenológica de la intuición, Salamanca-Ciudad de México,
Sígueme-Epidermis, 2017.
30
Pablo Pérez Espigares, El sujeto en la encrucijada. De la ontología de Heidegger a la
metafísica de Levinas, Granada, Universidad de Granada, 2015.
31
Francisco Idareta Goldaracena y María Jesús Úriz Pemán, “Aportaciones de la ética de
la alteridad de E. Levinas y la ética del cuidado de C. Gilligan a la intervención en trabajo
social”, 2012 [en línea], http://cort.as/-PxvM
32
F. I. Goldaracena y M. J. Úriz, op. cit.
33
M. García, op. cit.
34
E. Levinas, Totalidad e infinito, p. 218.
35
En su libro Ser y Tiempo, Heidegger busca que se replantee la pregunta por el ser, no
por el ente. Ese análisis lleva al filósofo alemán a hablar sobre el ente que se pregunta por el
ser; es decir, el hombre. La investigación heideggeriana, entonces, se basa en la relación del
ente, que es el hombre con el ser, porque es en el ente, en el hombre, el lugar donde el ser
se pone de manifiesto. El hombre es el único que puede preguntar por el ser y, asimismo,
responder a esa pregunta. Eduardo Sabrovski, “La crítica de Levinas a Heidegger en Totalidad
e infinito”, Ideas y valores, núm. 145, Bogotá, 2011, pp. 55-68.
36
Kant establecía que la ética debía ser a priori —fuera de toda experiencia sensible—,
categórica —sin ninguna influencia externa— y autónoma —la ética que el sujeto mismo
pueda imponerse racionalmente.
37
“Del mismo modo que Schopenhauer, Nietzsche, Merleau-Ponty o Husserl, Levinas
es otro de los filósofos que devuelve al cuerpo y su sensibilidad la dignidad perdida a lo
largo de los siglos, dándole máxima importancia y prioridad en su propuesta ética.” F. I.
Goldaracena y M. J. Úriz, op. cit., p. 38.
38
Idem.
39
B. Quesada Talavera, op. cit.
40
E. Levinas, Totalidad e infinito, p. 224.
41
E. Levinas, Ética e infinito, p. 55. Vid. Patricia Castillo Becerra, “El sujeto fuera del
ser. Reconstitución de la subjetividad en la filosofía de Emmanuel Levinas”, Valenciana,
7, núm. 3, 2014.
42
B. Quesada Talavera, op. cit., p. 399.
43
M. García, op. cit.
44
B. Quesada Talavera, op. cit., p. 227.
45
Raúl Fornet-Betancourt y Alfredo Gómez-Muller, “Emmanuel Levinas. Filosofía,
justicia y amor”, Concordia, núm. 3, 1983, p. 59.
Levinas y el humanismo
46
Ibidem, p. 63.
47
“El Otro de quien soy responsable puede ser el verdugo de un tercero que también
es mi otro. De ahí la necesidad de justicia.” Antonino Magnanimo, Emmanuel Levinas, s/f.
[en línea], http://cort.as/-Pxzc
48
B. Quesada Talavera, op. cit., p. 227.
49
“Esto nos lleva, en efecto, a la noción de Tercero, tercer hombre que viene a
turbar la intimidad de cara a cara e introducir en él una contradicción cuya solución no
puede ser estrictamente ética, y que debe ser expresada en términos políticos, jurídicos e
institucionales”. Cit. por Domingo Fernández Agis, “Filosofía y compromiso en Derrida
y Levinas”, La Lámpara de Diógenes, 10, núm. 18-19, México, Benemérita Universidad
Autónoma de Puebla, 2009, pp. 201-211.
cara a cara ante el otro es una experiencia humana que no depende de nin-
guna cultura, ni vestimenta social; simplemente es propia del ser humano.50
Levinas piensa que la filosofía puede relacionarse con la religión, algo
que se hace evidente en su obra Totalidad e infinito.51 Vio como algo natural
la relación por cuanto ambas buscan comprender e interpretar el sentido
de la verdad. La filosofía, entonces, según Levinas, necesita alimentarse,
nutrirse de lo religioso; en su caso, del judaísmo, el cual está en la base de
su pensamiento luego de que se separara de Husserl y Heidegger, sobre todo
de este último. El estudio del Talmud le sirvió igualmente a Levinas para
complementar su reflexión humanista.52
En el marco general del personalismo, es evidente que Emmanuel Le-
vinas encaja perfectamente en esta postura, pues tiene la misma formación
que los filósofos personalistas franceses —Mounier y Sartre—, teniendo
preocupaciones muy similares: la crisis del sentido de lo humano a partir de
los horrores de la Segunda gran guerra, de la que logró sobrevivir después
de haber estado en un campo de concentración nazi.
“¿Cómo es posible seguir llamando humanista, o simplemente civi-
lizado a un mundo que ha sido capaz de cometer tales atrocidades contra
los seres humanos?, ¿qué noción de persona, de libertad y de realidad ha
sustentado a la civilización europea, a la civilización de la racionalidad fi-
losófica, de los principios igualitaristas de 178953 que es, a la vez, la civili-
zación de los campos de exterminio y los Gulags?”.54 “Para Levinas, afirma
Urabayen,55 el humanismo europeo es la historia de los vencedores y es
incapaz de dar un sentido a los vencidos.”56
Levinas se sitúa del lado de los antihumanistas por su noción defi-
ciente de la persona y la libertad y, una vez que se distancia del humanismo
occidental, busca la reivindicación del humanismo al definirlo como hu-
manismo del otro.
Para él, “la imagen del hombre como ser privilegiado, digno y capaz de
dominar el mundo es ilusoria. Se asiste a la ruina del mito del hombre como
50
J. Urabayen, “La ética no son normas”.
51
Vid. David J. Romero García, “Una mirada a Totalidad e infinito de Emmanuel
Levinas”, Teoría y Praxis 10, núm. 21, 2012, pp. 57-70.
52
J. Urabayen, Las raíces del humanismo de Levinas: el judaísmo y la fenomenología,
Pamplona, Ediciones Universidad de Navarra, 2005.
53
Se refiere a la revolución francesa y sus principios de libertad, igualdad y fraternidad.
54
E. Levinas, Altérité et transcendance, París, Fata Morgana, 1995. Cit. por J. Urabayen,
“El humanismo del otro”, p. 30.
55
J. Urabayen, “El humanismo del otro”, p. 37.
56
E. Levinas, Difficile liberté: essais sur le judaïsme, París, Alban Michel, 1976, p. 392.
59
E. Levinas, Liberté et commandement, París, Fata Morgana, 1994, p. 59.
60
E. Levinas, La huella del otro, México, Taurus, 2001, p. 48. Cit. por J. Urabayen, “El
humanismo del otro”, p. 37.
61
“Je est un autre”, expresión del poeta Arthur Rimbaud (1854-1891), acogida por
Levinas. J. Urabayen, “El humanismo del otro”, p. 31.
62
J. Urabayen, “El humanismo del otro”, p. 31.
63
Idem.
En palabras de Levinas, “el encuentro con el Otro es, de entrada, una res-
ponsabilidad mía para con él. La responsabilidad para con el prójimo, que
es, sin duda, el nombre severo de lo que llamamos amor sin Eros, caridad,
amor en el que el instante ético domina sobre el instante pasional, amor,
por tanto, sin concupiscencia”.64
Para Fernández Agis, Levinas define la relación en la ética como un
cara a cara con el otro y después ha debido convenir en que, en el duelo
ético del cara a cara con el otro, el tercero está ya presente. Y el tercero no
es alguno, un tercero, un terstis, un testigo que viene a añadirse al duelo.
El tercero está siempre en el duelo, en el cara a cara. Levinas dice que este
tercero, la venida siempre ya acaecida de este tercero, es el origen o más bien
el nacimiento de la pregunta. Con el tercero, la llamada a la justicia aparece
como cuestión. El tercero es el que me cuestiona en el cara a cara, el que
de golpe me hace sentir que la ética como cara a cara corre el riesgo de ser
injusta, si no tomo en cuenta al tercero, que es el otro del otro.65
“La justicia se realiza por completo precisamente gracias a la presencia
de un tercero, por el que la representación de la significación del uno-para-
el otro deviene posible.”66
La cuestión de la justicia no puede desvincularse del reconocimiento
del otro, empezando por admitir que aquello que asegura nuestra existencia
no es una posesión, sino un don, improbable, casi milagroso, que hemos de
estar dispuestos a compartir con él.67
Para Levinas, la política debe estar dirigida al compromiso y a la bús-
queda de la justicia; es, ante todo, una postura crítica de lo que existe, de lo
real, denunciando la deshumanización que se presenta como un escánda-
lo. La política —justicia y compromiso— debe responder a las injusticias
existentes; asimismo, defender aquellos principios que permiten aceptar al
otro. “La filosofía es, por tanto, compromiso, porque es aceptación decidi-
da de la presencia del otro.”68
Respecto del amor, Levinas define la filosofía como sabiduría del amor,
como esfuerzo de inscripción política de la responsabilidad ética; pero tam-
bién como vigilancia extrema frente a las derivas de la política que, en su
misma lógica, está dispuesta a olvidar el rostro y la voz singular que es
64
R. Fornet-Betancourt y A. Gómez-Muller, op. cit., p. 59.
65
D. Fernández Agis, op. cit., p. 207.
66
Cit. por D. Fernández Agis, op. cit., p. 207.
67
Ibidem, p. 208.
68
Idem.
69
Ibidem, p. 211.
70
R. Fornet-Betancourt, op. cit., p. 74.
71
Ibidem, 63.
72
Idem.
Levinas y la interculturalidad
73
Ibidem, p. 68.
74
E. Levinas, Entre nosotros: Ensayos para pensar el otro, Valencia, Pre- Textos, 2001, p. 43.
75
Cit. por Ricardo Salas Astraín, “Antonio Sidekum y Raúl Fornet-Betancourt: Ética,
reconocimiento y discurso intercultural”, Utopía y Praxis Latinoamericana, 18, núm. 60,
2013, p. 54.
76
Otredad, es la capacidad de ser otro o distinto.
77
A. Magnanimo, op. cit.
78
Magnanimo emplea este término bastante utilizado hasta hace algún tiempo, pero
que, después de ser bastante cuestionado, ha dado paso al concepto de interculturalidad.
“De hecho, los términos multi, pluri e interculturalidad tienen genealogías y significados
diferentes. Lo pluricultural y multicultural son términos descriptivos que sirven para
sugiere una nueva visión y diferentes relaciones entre los individuos y entre
las culturas”. Estas relaciones nuevas y distintas aportan el hecho de que los
miembros de esas culturas deban ser reconocidos y valorados; condición
sin la cual, según Magnanimo, no habrá una comunicación auténtica entre
culturas. Dicha comunicación mostrará sus frutos examinando, desde una
nueva perspectiva, procesos como el de la migración, que tienen lugar en el
mundo actual. El filósofo nutrió su pensamiento gracias a la fenomenología
de Husserl y de Heidegger, pero al considerar, también, temas bíblicos y
talmúdicos —propio de los judíos—.
Levinas, dice Magnanimo, cuestiona la primacía del problema del ser
dominado por el principio de totalidad para buscar en la demanda de la
otredad el fundamento de una subjetividad auténtica; en esta preeminen-
cia de la ética, en la parte más interna de la cual nos encontramos con el
principio de responsabilidad universal, de Dostoievski, siendo responsables
todos hacia todos.79
En este sentido, no es sólo el otro como migrante que puede ser de la
misma “raza” o cultura —migrantes europeos dentro de la misma Euro-
pa—, sino el otro como radicalmente distinto, como absolutamente otro:
el indio, el negro, que sufren no sólo por ser pobres, sino por ser excluidos
precisamente por ser “otros”, por ser distintos y, en muchas ocasiones, por
ser considerados una amenaza.
Para Salas Astraín, la filosofía de Fornet-Betancourt y la de Sidekum
plantean una interculturalidad crítica que asume algunos de los postulados
de Levinas: una alteridad radical con una reinterpretación desde América
Latina que haga posible “una ética que responda a la humanidad del otro
en nuestros contextos de asimetría.” Sin embargo, desde el poder puede
convertirse en algo retórico que puede utilizarse de tal modo que pierda
su significado y llegue incluso a “transformarse en un nuevo ardid del sis-
tema para perpetuarse y no modificar las estructuras sobre las que se basa
la negación del otro” ; por esta razón, según Salas Astraín, la manera como
Sidekum reexamina la alteridad es muy importante para avanzar en cuenta
al reconocimiento del Otro en “contextos interétnicos específicos en Amé-
rica Latina”.80
Para Salas Astraín, la contribución de Antonio Sidekum y Raúl For-
net-Betancourt, que considera las ideas de Levinas sobre el Otro, permi-
te “recoger los aportes de la fenomenología e injertar los nuevos desafíos
ético-políticos de la filosofía intercultural”. De este modo, se puede pensar
de nuevo en la elaboración de una fenomenología de lo interhumano, que
nos habla de una manera de resistir de la humanidad frente a “lo Mismo y
demuestra el papel significativo del reconocimiento de las culturas frente al
predominio de lo Mismo .” De esta manera, el aporte fenomenológico de
Levinas puede servirnos para “elaborar una ética de la alteridad que asume
la exigencia ética de actuar en el mundo, de un modo encarnado y donde lo
esencial es respetar la interacción con el otro, y posibilita el inter-mundo.”81
Para Levinas, la idea del reconocimiento es central en su filosofía. Al
respecto, nos dice: “Esta existencia tributaria del reconocimiento por parte
del otro, se torna insignificante cuando carece de él, se percibe como una
realidad sin realidad, se convierte en puramente fenoménica”.82
“Referirse a la interculturalidad y a la interetnicidad son categorías que
todavía no reflejan en su totalidad las historias locales y regionales parte
de los procesos estructurales de negación y discriminación vividos en toda
América latina indígena y mestiza […] en donde muchos sectores sociales y
las etnias originarias reclaman un inter [re] conocimiento que sigue siendo
parte de una necesidad moral y política de sociedades plurales”.83
Conclusiones
80
R. Salas Astraín, op. cit., p. 52.
81
Idem.
82
Es decir, sólo como apariencia, totalmente vacía, sin sentido. E. Levinas, Entre
nosotros…, p. 48. Citado por R. Salas Astraín, op. cit., p. 53.
83
Ibidem, p. 55.
El Otro, ese que me sale sin previo aviso, antes de que pueda ser cons-
ciente del encuentro, se impone y me golpea. No es un Alter ego, otro Yo, es
algo radicalmente distinto, totalmente Otro. Ése es el fenómeno fundante
de la alteridad de Levinas. El Otro se impone como fenómeno que me hace
vivir y tener la experiencia de algo total y radicalmente distinto. Ese Otro es
el que me permite salir a una exterioridad habitada por él y por los otros —el
tercero, el prójimo— sin condiciones, sin necesidad del contexto histórico
o social.
La propuesta de Levinas, quien considera el Yo y el Otro, constituye
una ética como base de toda filosofía o filosofía primera. El Yo, que es capaz
de reconocer al Otro, no sólo de conocerlo como en la relación sujeto-
objeto heredada del pensamiento occidental, puede, de la mano del filósofo
lituano y de aquellos que se han apoyado en él, relanzar una invitación a
considerar la interculturalidad desde la realidad latinoamericana cruzada
por la negación y el rechazo secular del otro —negro, indio— y el racismo.
En los países latinoamericanos, la integración y el “blanqueamiento”
han sido manifestaciones de un yo que domina y se apodera del otro por
medio del lenguaje, de la palabra.84 Es decir, como respuesta al régimen de
castas y estamentos, se inició también un proceso de blanqueamiento deseado
y llevado a cabo por quienes sufrían esta estigmatización fenotípica y geno-
típica. Podían, si lo querían, ser más blancos y, de igual manera, “clarificar”
la sangre.
Dicho proceso se dio paralelamente al hecho de que las elites criollas
buscaban a todas luces enterrar un pasado que se les antojaba bastardo e
impuro: el blanqueamiento de las razas, entendido también como limpieza
étnica,85 por medio de un mestizaje forzado y continuo que, de hecho, en
muchos lugares se logró. Esto nos lleva a pensar no tanto en el multicultu-
ralismo como la agregación de razas y etnias, sino en la interculturalidad,
una manera de ver las cosas desde una perspectiva donde el conflicto, la
exclusión y el racismo se hacen presentes en la historia colonial primero y
republicana después.
El blanqueamiento de la piel es una práctica social, política y económi-
ca que se ha utilizado en muchos países latinoamericanos desde las épocas
84
“‘Ventriloquía política’, practicada por una serie de intermediarios étnicos que
pretenden hablar en nombre del sujeto indio […] EI ‘ventrílocuo’ conoce los circuitos
de poder en la burocracia y maneja ‘el sentido del juego (Bourdieu) del campo político
tanto en la trans-escena regional como en el poder central.” Andrés Guerrero, “Una imagen
ventrílocua: el discurso liberal de la desgraciada ‘raza indígena’ a fines del siglo xix”, en
Blanca Muratorio (ed.), Imágenes e imagineros: representaciones de los indígenas ecuatorianos,
siglos xix y xx, Quito, flacso, 1994, pp. 18-242.
85
Fredy Rivera Vélez, “Las aristas del racismo”, Revista de Ciencias Sociales, vi, núm. 1,
Maracaibo, Universidad de Zulia, 2000, pp. 13-17.
86
Luis Fernando Botero Villegas, “Estamentos y castas en la América española
y republicana. Experiencias y representaciones. Entre el multiculturalismo y la
interculturalidad”, en Juan Illicachi Guzñay (coord.), Religión: protestantismo y catolicismo
indígena. desde una perspectiva antropológica, Riobamba, Universidad Nacional de
Chimborazo, 2018, pp. 92-93.
siempre; donde se trata de plantear ese nuevo humanismo que tiene como
base el rostro del Otro,87 ese Otro que me revela quién soy yo. No puedo
ser sin el Otro; dependo de él no porque puedo dominarlo, sino porque es
el único que me puede liberar de mí mismo. La otredad me impulsa a salir
de mí mismo, de mi ego —el ego cartesiano que absorbió el pensamiento
durante siglos—, de mi ensimismamiento, de mi solipsismo moral88 o de
mi solipsismo por el saber.89
El tema tratado está abierto; no he pretendido agotarlo. Los cami-
nos para buscar, para construir las relaciones interculturales positivas son
diversos;90 pero siempre, cualquiera que sea ese camino que emprendamos,
deberá partir del Otro, superar la vieja dicotomía sujeto-objeto. Como nos
recuerda Levinas, en una relación asimétrica, el Otro es primero; tiene esa
preeminencia que lo hace, precisamente, radicalmente distinto. Planteamos
al otro como el necesitado, eso es verdad —el pobre, el huérfano, la viuda,
el migrante—, pero yo también soy un necesitado del Otro. El infinito que
soy yo reclama la infinitud del Otro.
87
Francisco de Borja Castro Serrano, Perspectivas políticas del sentido, el otro y el rostro
en Levinas y Deleuze. Universidad de Murcia, 2014 [en línea], http://cort.as/-Py9p Carmen
Roberts, “El otro en la perspectiva de Heidegger y Levinas”, Anuario de la Facultad de
Ciencias Económicas del Rosario, vol. ix, 2013, pp. 103-113.
88
El solipsismo moral, “egoísmo moral, o egoísmo ético, es una doctrina ético filosófica
que afirma que las personas deben tener la normativa ética de obrar para su propio interés,
y que tal es la única forma moral de obrar, sin embargo, permite de manera opcional realizar
acciones que ayuden a otros, pero con la finalidad que el ayudar nos dé un beneficio propio
tomándolo como un medio para lograr algo provechoso para uno mismo. Afirma que la
validez de una teoría o praxis se encuentra en su aportación directa a la edificación positiva
y responsable del yo o desarrollo personal [en línea], http://cort.as/-PyAn
89
Levinas, Totalidad e infinito, p. 21.
90
Claudia Teresa Domínguez Chavira et al., “La alteridad educativa, un rostro en pro
de la otredad. Breve estudio desde la perspectiva de Emmanuel Levinas”, XIV Congreso
Nacional de Investigación Educativa. México, Universidad Autónoma de Ciudad Juárez,
2017 [en línea], http://cort.as/-PyBY Oscar Eduardo Silva Camelo, Concepciones del sentido
de vida, existencia y trascendencia desde la mirada de Emmanuel Levinas, Bogotá, Universidad
de la Salle, Facultad de Ciencias de la Educación, Departamento de Ciencias Religiosas,
2009.
Abstract: This article analyzes the origins of queer theory, in order to analyze it
and make a constructive critic to its contents, marking its positive
elements and its internal contradictions. Identity is specifically studied
here from its philosophical perspective given the importance it has in
queer theory. Finally, some considerations are given from personalism
concerning the ethics of queer.
Palabras clave
Queer, naturaleza, sexo, género, libertad.
Keywords
Queer, nature, sex, gender, freedom.
¿Q ué es lo constitutivamente humano, la
naturaleza o la cultura? o, en otras pa-
labras, ¿nuestra esencia ontológica de
humanos o nuestra libertad para producir elementos variados y otorgarles
significados igualmente diversos? Ésta parece ser la pregunta que denota
diversas respuestas, que van desde las posturas irreconciliables, hasta algu-
nas más centristas. En cualquiera de ellas, el tema pasa necesariamente por
las categorías de sexo y género y las relaciones intrínsecas que establecen en el
campo del saber y el poder.
Tales categorías y sus relaciones derivadas son objeto de serios estudios
y de profundas reflexiones en nuestro tiempo. De esta manera, surge la
inquietud por los estudios de género y la apuesta por la liberación de las mu-
jeres y de las formas consideradas subversivas de sexualidad (gays, lesbianas,
bisexuales, transexuales y transgénero). En diversos estudios ha sido con-
troversial y polémico —así como aceptado y practicado— un movimien-
to de reivindicación y de nueva hermenéutica: las teorías queer, que retan
y continúan desafiando nuestro modo unívoco de entender la realidad y,
sobre todo, de cuestionar la existencia de nuestra identidad, otrora fija e
inamovible.
Por ello, en este ensayo se abordará, en primer lugar, el surgimiento
histórico de las teorías queer a partir de la lectura de la relación entre sexo y
poder propuesta por Michel Foucault; en segundo lugar, se analizarán sus
principales postulados para, en un tercer momento, analizar sus posibilida-
des reales como movimiento teórico y como movimiento práctico, asimis-
mo, las debilidades internas de la cuestión queer; finalmente, se emitirán
algunas consideraciones personales de carácter prospectivo respecto de las
teorías mencionadas.
Las teorías queer tienen su origen en los márgenes del naciente movimiento
feminista en la segunda mitad del siglo xix y principios del xx; es decir,
surgen a partir de la inquietud sobre el tema de la mujer y su reivindicación,
pero se erigen a sí mismas como algo distinto de ellos.
Un antecedente directo fueron las ideas de Michel Foucault, quien en
su Historia de la sexualidad (1998) y en Los anormales (2001) desentraña
el sistema de poder y dominio (biopolítica) permeado en las figuras de la
sexualidad, sustentadas, a su vez, en la concepción de una idea fija e inmu-
table de la naturaleza humana.
Así, para Foucault, los cuerpos —y su sexualidad— son manifestacio-
nes del poder dominante. Él mismo afirma que el sistema de dominación
1
Michel Foucault, Historia de la sexualidad i: la voluntad de saber, en Ulises Guiñazú
(tr.), México, Siglo xxi Editores, 1998.
2
Ibidem, p. 28.
3
En realidad, el término se atribuye a Teresa de Lauretis en su artículo Differences. No
obstante, la visibilidad global del término se adjudica a Butler. Teresa de Lauretis, “Queer
theory. Lesbian and gay sexualities”, Differences: A Journal of Feminist Cultural Studies, 3, 2,
Bloomington, Indiana University Press, 1991.
4
Judith Butler, Cuerpos que importan, Argentina, Paidós, 2002.
5
Existe el debate acerca de si ser homosexual o bisexual significa ser queer, ya que,
al identificarse con una sola identidad, sea cual sea, ésta determinaría el modo de ser y el
comportamiento del individuo, y lo que las teorías queer ofrecen es, precisamente, una
identidad cambiante que no puede quedar estática, de lo que se deduce que se rechaza
la autodenominación en alguna de las identidades sexuales. Vid. Ángela Sierra-González,
“Una aproximación a la teoría queer: el debate actual sobre la libertad y la ciudadanía”,
Cuadernos del Ateneo, núm. 26, 2017, p. 40 [en línea], https://dialnet.unirioja.es/servlet/
articulo?codigo=3106547
6
Idem.
Eve Sedgwick, Epistemology of the Closet, California, University of California Press, 1990.
7
Incluso se han escrito obras en las cuales a las teorías queer se les llama teorías torcidas.
8
Vid. Ricardo Llamas, Teoría torcida. Prejuicios y discursos en torno a “la homosexualidad”,
Madrid, Siglo xxi Editores, 1998.
9
La autora distingue el performance de lo performativo. El primer concepto implica
la existencia de un sujeto que realiza el acto; mientras que el segundo extingue dicha
existencia, quedando sólo el hacer sin el sujeto que hace. Vid. Sara Salih, “On Judith
Butler and performativity”, Judith Butler, Washington, Georgetown University, 2002, pp.
55-56. Judith habla del género performativo en tanto que en el cuerpo se representa una
fantasía; así, éste no tiene un carácter ontológico, sino que se diluye porque él también es
performativo. J. Butler, El género en disputa: el feminismo y la subversión de la identidad,
Barcelona, Paidós, 2007.
10
Carlos Fonseca, María Luis Quintero, “Las teorías queer: la de-construcción de las
sexualidades periféricas”, Sociológica, núm. 24, 69, 2009, p. 48.
Para algunos, la identidad se forja con base en dos elementos: uno sobre
la que descansan los procesos y dinámicas de formación de la identidad,
que es propiamente la sustancia y la esencia (también llamada identidad
numérica)11 del ser humano, tanto en su dimensión corporal, como en la
espiritual; otra es la plasticidad (identidad narrativa),12 que le permite adap-
tarse y desarrollar mecanismos de ajuste según las circunstancias. De esta
manera, la identidad es algo que depende de la esencia —única, fija e in-
divisible— del ser humano y descansa sobre ella; pero también posee un
aspecto dinámico en su ser persona y ser social que la modifica conforme
avanza el desarrollo mismo de la persona.
Para otros, en cambio, se prescinde del elemento fijo e inamovible para
situarla únicamente en su dimensión cambiante. Así, se afirma que la iden-
tidad del ser humano no está prefijada, sino que se va construyendo con el
entorno. Es decir, con distintas intervenciones que la van moldeando según
ciertos intereses y necesidades.
Es algo constatable —y lo es desde los presocráticos que se pregunta-
ban por el problema de la identidad en el cambio, de lo uno en lo múlti-
ple—13 que todas las cosas sufren constantes y muy diversas modificaciones
y que son precisamente éstas las que permiten su adaptación al medio y,
en consecuencia, su sobrevivencia; sin embargo, también se ha admitido
que estos cambios no alteran un componente fundamental que es el de
la esencia, entendida como el contenido universal y necesario de las cosas
que les permite ser lo que ellas son en sí mismas. Así pues, sin alterar la
11
Jens Clausen, Neil Levy, Handbook of Neuroethics, Nueva York/Londres, Springer, 2014.
12
Idem.
13
Cfr. Silvana Di Camillo, El argumento de lo Uno sobre lo múltiple, “El tratado sobre
las ideas de Aristóteles”, en Synthesis, 17, Universidad Nacional de La Plata, 2010 [en línea],
http://cort.as/-QPrJ
14
Aunque es cuestionado el traslado del concepto de esencia al terreno de lo humano,
algunos han afirmado que sí se puede extender en cuanto que éste tiene un modo específico
de ser, llegando a afirmar, incluso, que la naturaleza es la esencia en cuanto principio de
operaciones. Cfr. Mariano Artigas, Filosofía de la naturaleza, Pamplona, Eunsa, 1993, p.
118. Adviértase, también, el debate entre “esencia” y “naturaleza” y ésta en relación con
lo “humano”. Cfr. Juan Manuel Burgos, “Dos formas de afrontar la identidad sexual:
personalismo e ideología de género”, en Ángela Aparisi (ed.), Persona y género, Pamplona,
Thomson Reuters-Aranzadi, 2011, pp. 5-6.
15
Se entiende por afectado aquella capacidad de ser “influenciado”, “modificado”
por el entorno sin que necesariamente cobre un sentido pesimista de afectación negativa;
únicamente se entiende el término como apertura a los procesos de interacción, intercambio
y modificación —interna y externa— de una realidad.
16
Cfr. Jeanette Kenneth, “Mental disorder, moral agency and the self ”, en Bonnie
Steinbock, The Oxford Handbook of Bioethics, Nueva York, Oxford University Press, 2007,
p. 90.
17
J. M. Burgos, “Dos formas de afrontar la identidad sexual: personalismo e ideología
de género”, en Á. Aparisi (ed.), op. cit., pp. 5-6.
Esta postura contraria afirma que ni hay una naturaleza fija e inmu-
table, ni un sujeto que pueda identificarse con alguna; todo es devenir y
deconstrucción.
Algunas de las ventajas que presentan las teorías queer son las siguientes:
18
Paul Preciado, Testo yonqui, Madrid, Espasa, 2008, en Miguel Hernández et al.,
“Género y sexualidad: consideraciones contemporáneas a partir de una reflexión en
torno a la transexualidad y los estados intersexuales”, Revista de la Asociación Española de
Neuropsicología, vol. xxx, p. 105 [en línea], http://cort.as/-QPue
19
Adviértase el uso del término tal como lo propone Butler, en tanto referente a la
abyección de las formas invisibles e inhabitadas de la vida social. J. Butler, Cuerpos que
importan...
20
Para una mayor referencia de la cuestión queer como acción política. Vid. ibidem, p. 47.
21
Antonio Negri, Multitud, 2017 [en línea], https://bit.ly/2kgKVhQ
Conclusiones
Abstract: Long is the history of women in relation to the sacred space, defined
either as an archetype or historical model within Christianity or as
an inner space oriented towards God and being processed through
reason. This article will show some of the contributions of women to
christian mystique through intellectual processes in the Middle Ages
and the Renaissance in Europe and some examples of the female con-
tributions that took place in this regard in the sixteenth century in
mexican colonial times.
Palabras clave
Mujer, mística, teóloga, historia de la mujer, sagrado.
Keywords
Woman, mystique, theologian, woman´s history, sacred.
*
Universidad Anáhuac, México.
214 CULTURA DE LA MUJER EN EL ESPACIO SAGRADO
E
l término espacio sagrado puede definirse en-
tendiendo como espacio una delimitación, ya
sea física o inmaterial, que resguarda ciertas
características o finalidades. El término sagrado confiere a este espacio la carac-
terística de ser un medio para acercarnos a Dios. Así, podemos hablar tanto
de un tiempo sagrado, definido como cualquier sucesión de eventos por
medio de los cuales el ser humano se une a Dios o de un intervalo donde
la temporalidad se cruza con lo eterno, como de un sitio sagrado que nos
refiere a la coexistencia de las tres dimensiones lineales —anchura, altura y
profundidad— que guardan los objetos que transfieren lo divino a un espa-
cio humano. El espacio sagrado pleno resulta de unir la tridimensionalidad
al tiempo.
En estas dimensiones espacio-temporales tienen lugar actos sagrados,
ritos con sentido que, por medio de grandes ciclos simbólicos —como se-
ñala Benedicto xvi en su Opera Omnia—, abrazan creación e historia a la
vez. Estos tres puentes entre el ser humano y la divinidad son objetivos,
pues existen independientemente del sujeto. Sin embargo, existen dimen-
siones que se confieren a la persona humana, a través de los cuales se une a
su creador y que, fundamentalmente, se refieren a las respuestas humanas
espirituales, intelectuales e intuitivas.
La dimensión del espacio sagrado que se refiere a las respuestas huma-
nas intelectuales es la más fácilmente medible y la más accesible a nosotros,
ya que, se trata de un espacio sagrado interior procesado por la razón. El
tema de esta investigación es Cultura de la mujer en el espacio sagrado, acerti-
jo no fácil de responder y que puede abordarse desde dos perspectivas, a las
que me referiré desde el ámbito cristiano. Dichas perspectivas son:
La serpiente era el más astuto de todos los animales del campo y dijo a la mu-
jer: con respecto al fruto prohibido: ¡No, no moriréis! Antes bien, Dios sabe
que en el momento en que comáis, se abrirán vuestros ojos y seréis como dio-
ses, conocedores del bien y del mal… vio entretanto la mujer que el árbol era
apetitoso para comer, agradable a la vista y deseable para adquirir sabiduría.
Tomó pues, de su fruto y comió: dio también de él a su marido, que estaba
junto a ella y él también comió…1
1
Gn., 3, 1-17.
2
Gn., 3, 8-13.
3
Gn., 3, 16-17
4
Teogonía, 6, 7.
Como parte de sus visiones acerca del bien y el mal y del destino de
las almas de acuerdo con su comportamiento moral, santa Catalina tuvo,
también, visiones de las almas del Purgatorio, a las que oraba con venera-
ción. Santa Catalina también fue fundadora de monasterios y abadesa del
suyo, aun en contra de su voluntad. Profeta y visionaria, sus pláticas acerca
de las virtudes y la búsqueda del bien la convirtieron en una predicadora
reconocida que murió en olor de santidad en 1463.
Teología litúrgica. Tiene como objeto reflexionar sobre la experiencia
del culto y captar la relación entre la fe y la práctica de la fe. Es la teología del mis-
terio de Cristo como realidad viva y vivida. Se fundamenta en la sacramen-
talidad de la revelación: el acontecimiento de salvación y el rito litúrgico
que lo representa.
Santa Juliana de Cornillón, quien nación en Bélgica, en 1191, es una
importante teóloga de la liturgia. Esta monja benedictina fue una gran inte-
lectual que aprendió de las enseñanzas de san Agustín y de san Bernardo de
Claraval. A la edad de 16 años, como novicia en el convento, tuvo visiones
místicas, siempre con el motivo de la Eucaristía. En estas visiones, se le ma-
nifestó en repetidas ocasiones la ausencia de la fiesta litúrgica del santísimo
sacramento.
Como resultado, santa Juliana propuso venerar el cuerpo de Cristo en la
Eucaristía. Su lucha por instaurar esta celebración duró muchos años, hasta
que el obispo de Lieja, Roberto de Thourotte, acogió la propuesta e instituyó,
por primera vez, la solemnidad del Corpus Christi en su diócesis, celebrando
la presencia real de Cristo en la Eucaristía. Santa Juliana de Cornillón murió
en 1258 y, seis años después, Santiago Pantaleón de Troyes, archidiácono en
Lieja —convertido en el papa Urbano iv—, instituyó la solemnidad de Cor-
pus Christi como fiesta de precepto para la Iglesia Católica.
Teología espiritual. Es el estudio de la eficacia del movimiento de la vida
sobrenatural cristiana, de los caminos del espíritu hasta llegar a la plenitud
de la perfección mística. Se le conoce, también, como espiritualidad cris-
tiana que, en la práctica, hace santos a quienes la siguen. Una de sus más
5
Benedicto xvi, Audiencia General, 2010 [en línea], preghiereagesuemaria.it
6
Rev., 13, 32.
7
Catecismo de la Iglesia Católica, art. 1, 313.
8
Las Moradas, 1, 1, 7.
Sor Francisca tuvo una experiencia mística, ya que, relata haber visto
en el “más allá” a la monja que se ahorcó participando de la gloria de Dios,
pero su razonamiento acerca de lo sagrado denota una profunda reflexión
en torno a la misericordia de Dios, del pecado humano y de los juicios de
9
Expediente Sor Francisca de la Anunciación, AGN, tomo 5, exp. 4, fojas 137 f y 137 v.
10
Expediente Sor Elena de la Cruz, AGN, vol. 8, exp. 1. foja 3.
11
Expediente Sor Elena de la Cruz, AGN, vol. 8, exp. 1, foja 13.
Mientras se dijere la misa mayor, en cuerpo y en pie y con una candela encen-
dida en las manos, haga penitencia en el coro y ayune tres viernes seguidos y
rece los salmos de la penitencia y haga abjuración y que de aquí en adelante
no dirá ni afirmará proposiciones ni cosa alguna en contra de la santa madre
Iglesia Católica.12
Conclusiones
noce y que revela realidades sobrenaturales. Esta mujer analiza las experien-
cias espirituales por medio de la razón, interviene en procesos políticos y es
altamente valorada por la sociedad, a la que regala innumerables obras de
carácter espiritual, cultural y científico. Este cuarto modelo pasó a la Nueva
España, donde la mística teóloga-intelectual queda en el siglo xvi, apenas
esbozada en juicios inquisitoriales.
Las aportaciones teológicas y culturales de la mujer al espacio sagrado
en la Edad Media y el Renacimiento son innumerables. Algunas de ellas
pueden reconocerse al día de hoy como aportaciones a la antropología, la
teología dogmática, la teología moral, la teología litúrgica, la literatura, las
artes; pero, sobre todo, a la capacidad de contacto con una realidad sobre-
natural, a la capacidad de análisis de lo sagrado desde la conciencia indivi-
dual espiritual, a las aportaciones a la teología examinada por medio de la
experiencia personal y fundamentada en el sujeto individual.
Sirva este trabajo para puntualizar la evolución de la cultura de la mu-
jer en el espacio sagrado, desde Eva, hasta sor Elena de la Cruz, y queda la
invitación a seguir investigando las aportaciones de la mujer en la cultura
del espacio sagrado en el México durante el periodo virreinal, con innume-
rables ejemplos de monjas intelectuales, teólogas y místicas.
Tristano Volpato*
Abstract: This article summarizes the structure of the monograph Del negro
mexicano y su identidad. Una propuesta teórico-empírica para el recono-
cimiento, explaining the main features of its methodology, and the
gathering of the information. This is an analytic approach to the core
elements of the study, such the methodological design before the anal-
ysis, and the critics of the technique used by the Instituto Nacional de
Estadística y Geografía (inegi) during the 2015 survey.
Palabras clave
Afromexicano, identidad, metodología.
Keywords
Afro-Mexican, identity, methodology.
L
a información que se presenta muestra un
“extracto” de una investigación más amplia
que publicamos en noviembre de 2018, con
la Universidad Pontificia de México.1
El trabajo descrito en Del negro mexicano y su identidad. Una propuesta
teórico-empírica para el reconocimiento es el resultado de seis meses de ob-
servación no participativa y entrevistas en tres asentamientos negros de la
Costa Chica de Oaxaca, en las cercanías de Pinotepa Nacional: José María
Morelos, Collantes y El Ciruelo.2
El eje teórico que justifica el problema de investigación y la ubicación
geográfica de las comunidades se explica con la metodología empleada por
el inegi para el levantamiento del intercenso nacional 2015. Con el objeti-
vo de captar la condición de autodeterminación afrodescendiente del pue-
blo negro mexicano, el Instituto diseñó una pregunta de investigación que
no fue entendida por la población local y que, como consecuencia, arrojó
resultados erróneos.3 Por otro lado, líderes de comunidad, quienes tomaron
contacto previo con el inegi, sugirieron la ubicación de los asentamientos.
Nuestro estudio se desarrolla así sobre la base de una crítica metodo-
lógica del diseño de investigación del Instituto, justificando los que con-
sideramos errores de diseño, medición e interpretación de los resultados
obtenidos durante el intercenso. Gracias a la cercanía con algunos líderes de
comunidad y con otros miembros de los asentamientos locales, decidimos
rediseñar el estudio, criticar el planteamiento teórico-empírico del inegi
(refutado a su vez por los presidentes de las principales asociaciones civiles
de la Costa Chica) y proponer un nuevo método de conteo para las comu-
nidades afrodescendientes.
En este sentido, el estudio nos permitió crear un mapa teórico acerca
de las necesidades de reconocimiento in loco expresadas por los pobladores,
por medio de conceptos adecuados a su contexto sociocultural; es decir, ex-
cluyendo del análisis los términos que, según los miembros de las comuni-
dades locales, no sólo no son adecuados para describir los elementos carac-
terísticos de su cultura, sus orígenes sociohistóricos y de su determinación
fenotípica, sino que además destacan por no ser parte de la instrumentación
1
Tristano Volpato, Del negro mexicano y su identidad. Una propuesta teórico-metodológica
para el reconocimiento, México, Universidad Pontificia de México, 2018.
2
Nuestra investigación se propone como una crítica metodológica al análisis
desarrollado por el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (inegi). Para
el diseño y la elección del recorte territorial y poblacional, el Instituto eligió los poblados de
José María Morelos, Collantes y El Ciruelo. Con motivos de objetivación de nuestro estudio
en la crítica al método del inegi, respetamos la elección poblacional del mismo, asegurando
así la legitimidad de la propuesta de Del negro mexicano.
3
La información relativa será presentada sucesivamente.
4
Cfr. nota 40 de este trabajo.
5
Los elementos de condicionamiento interno y externo se refieren a la influencia
que tienen los actores sobre la comunidad de referencia, tales como las preferencias de sus
miembros, la forma de pensar la diversidad y la integración y la experiencia personal en la
familia y en los grupos en los que desarrollaron su vida hasta el momento de ser entrevistados.
Los que definimos elementos intermedios se refieren a las dimensiones socioculturales que
fungen de aglutinante entre la capacidad subjetiva de los actores sociales de expresar ciertas
preferencias conductuales dentro de la comunidad de pertenencia y las normas colectivas
que el grupo “impone” por medio de valores considerados “socialmente convenientes”.
Tales dimensiones socioculturales se distribuyen entre el conocimiento de la diversidad de
un “otro generalizado” y de la relación entre lo “colectivamente dado” (las tradiciones, la
historia, la lengua) y lo “subjetivamente elegido”.
6
El índice de disponibilidad léxica y el análisis de sentimientos se explicarán en su
momento. Al respecto, vid. Humberto López Morales, “Lingüística estadística”, en
Humberto López Morales (coord.), Introducción a la lingüística actual, Madrid, Playor,
1983, pp. 209-225; Juan López Chávez, El léxico disponible de escolares mexicanos, México,
Alhambra Mexicana, 1993; Juan López Chávez, Juan Carlos Strassburger Frías, “Un modelo
para el cálculo del índice de disponibilidad léxica individual: enseñanza del español como
lengua materna”, Actas del II Seminario Internacional sobre Aportes de la Lingüística a la
Enseñanza del Español como Lengua Materna, Puerto Rico, Universidad de Puerto Rico,
1991, pp. 91-112; René Michea, “Mots frequents et mots disponibles. Un aspect nouveau
de la statistique du langage”, Les langues modernes, 47, 1953, pp. 338-344; Héctor Benjamín
Cisneros Reyes, Julia Isabel Flores Dávila, (documento de trabajo no publicado), Metodología
para el procesamiento de las preguntas de léxico, México, Unidad de Estudios sobre la Opinión,
Instituto de Investigaciones Sociales-Universidad Nacional Autónoma de México, Anexo iv.
7
La resolución recita: “Proclama el año que comienza con el 1° de enero de 2011 Año de
los Afrodescendientes [y] Alienta a los Estados Miembros [...] a que preparen y determinen
iniciativas que puedan contribuir al éxito del Año”; Asamblea General de Naciones Unidas,
2009, p. 2 [en línea], http://cort.as/-S1CN
8
Palabras del secretario General de las Naciones Unidas, Ban-Ki-moon (enero
2007-diciembre 2016), publicadas en el sitio web de un el día 21 de marzo de 2011.
9
África a. c., liderada por Israel Reyes Larrea (director de la escuela primaria Emiliano
Zapata, de la comunidad de José María Morelos); Púrpura a. c., por Francisco Ziga Gabriel
(miembro de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas del Centro
Coordinador Indigenista de Jamiltepec); Las Florecitas A.C., por Elena Ruiz (miembro
del Comité de Expertos para la Determinación de la Identidad Negra en México, del
Instituto Nacional de Pueblos Indígenas); Acción cívica, por Mayra Hernández (activista
local), y México Negro, dirigida por Sergio Peñaloza.
10
inegi, Principales resultados de la encuesta intercensal 2015. Estados Unidos Mexicanos,
México, inegi, 2015. También, Encuesta Intercensal 2015. Síntesis metodológica y
conceptual, México, inegi, 2015.
11
Conapred, inegi, inah, Minuta ejecutiva. Mesa de trabajo sobre la incorporación de la
pregunta afrodescendiente en la encuesta intercensal 2015, México, Secretaría de Gobernación-
Conapred-inegi-Conaculta/inah, 2015.
12
Afirmación de uno de los entrevistados (Collantes, 03 de octubre de 2017).
13
Vid. sección iii del “Cuestionario para viviendas particulares habitadas y población,
en inegi, Principales resultados… Cfr. sección Características de las personas, pregunta
núm. 7, p. 197.
14
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, Objetivos de Desarrollo del
Milenio. Informe de 2015. Resumen ejecutivo, Nueva York, Naciones Unidas, 2015.
15
inegi, Principales resultados…, p. 77.
16
La información se refiere a la opinión de uno de nuestros entrevistados, cuyo
nominativo, por razones de privacidad, decidimos no explicitar.
17
Conapred, inegi, inah, Minuta ejecutiva…, p. 9.
18
Las preguntas que se diseñaron en la junta y que se usaron para la prueba piloto
fueron: De acuerdo con su cultura, historia y tradiciones, ¿(nombre) se considera afromexicano;
es decir, negro, moreno, mascogo, costeño, jarocho? y De acuerdo con su cultura, historia y
tradiciones, ¿(nombre) se considera negro; es decir, afromexicano, moreno, mascogo, costeño,
jarocho? Idem. Ambas interrogantes muestran los mismos errores metodológicos, a saber,
incluyen múltiples categorías en su texto y confunden denominaciones locales: costeño y
jarocho (“proveniente de la costa” y “veracruzano”) con etnónimos (mascogo, pertenenciente
al grupo de los negros mascogos, o black seminoles, asentados en el Nacimiento de los
Negros, en el ayuntamiento de Múzquiz, Coahuila).
19
inegi, Encuesta Intercensal 2015…, p. 197. Pregunta número 7.
20
T. Volpato, Del negro mexicano….
21
La referencia es a los resultados de la Encuesta, siendo ésta, además, una opinión
común entre los pobladores.
22
Nemesio Rodríguez Mitchell, José Francisco Ziga Gabriel, “Oaxaca negra:
reconocimientos, metodologías y simulaciones” (documento de trabajo no publicado),
en Décimo simposio internacional de estudios oaxaqueños, Instituto Welte para Estudios
Oaxaqueños-Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social. Mesa
48. Territorios, recursos y regiones. Población afromexicana en Oaxaca, 2016.
23
Transitorios del “decreto por el que se aprueba el diverso por el que se adicionan
un segundo y tercer párrafos al artículo 1º, se reforma el artículo 2º, se deroga el párrafo
primero del artículo 4o; y se adicionan un sexto párrafo al artículo 18, y un último párrafo
a la fracción tercera del artículo 115 de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos”; Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos (vigente al 15 de septiembre
de 2017). Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, art. 2, párr. iii; art. 2, ap. a y
b; art. 27, párr. vii; art. 115, párr. iii; art. 3 y 4 transitorios [en línea], http://cort.as/-Gwkg
24
Se considera como Costa Chica de Oaxaca el territorio que se extiende de Santa
María Huatulco, hasta la frontera guerrerense de Cuajinicuilapa, por una extensión de 300
kilómetros, en el suroeste del Pacífico mexicano.
25
El artículo propuesto sólo presenta la estructura de la investigación (el método
empleado para su realización en el campo) y su desarticulación práctica. En cambio, por
motivos de espacio, decidimos omitir el apartado teórico, construido sobre los conceptos de
negro, afrodescendiente y afromexicano. Sucesivamente, será posible analizar su contenido por
medio de un ensayo ulterior.
convenimos que éste sólo debería presentar una acción espontánea y conse-
cuente a un proceso concreto de concientización ciudadana.26
Siguiendo dicha lógica, se pensó en crear un documento metodológico
en el que se plasmara una justificación clara del porqué resulta indispen-
sable reconocer la presencia del grupo negro de México por medio de un
artículo constitucional. La cuestión no es trivial, pues, a pesar de que la
Constitución Política del Estado Libre y Soberano de Oaxaca, en su artículo
16, afirme proteger “también a las comunidades afromexicanas y a los indí-
genas pertenecientes a cualquier otro pueblo procedentes de otros estados
de la República y que por cualquier circunstancia, residan dentro del
territorio del Estado de Oaxaca”,27 no existe evidencia empírica de que la
población afrodescendiente goce de algún derecho ad hoc, es decir, cons-
truido a partir de la detección de sus necesidades.
26
El 29 de junio de 2019 se aprobó una reforma constitucional, gracias a la cual se
ratificó la constitucionalidad de la modificación a la Carta Magna mexicana con el objetivo
de integrar el artículo 2 con un tercer apartado (C), destinado al reconocimiento formal del
pueblo negro nacional; el día 09 de agosto de 2019, la Constitución Mexicana fue integrada
con dicho apartado, tal como recita el documento oficial: “Esta Constitución reconoce
a los pueblos y comunidades afromexicanas, cualquiera que sea su autodenominación,
como parte de la composición pluricultural de la Nación. Tendrán en lo conducente los
derechos señalados en los apartados anteriores del presente artículo en los términos que
establezcan las leyes, a fin de garantizar su libre determinación, autonomía, desarrollo e
inclusión social” (Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos; file:///C:/Users/
Asus/Desktop/Constituci%C3%B3n%20M%C3%A9xico-agosto-2019.pdf ). A pesar de
ello, el texto constitucional, al referirse a “los derechos señalados en los apartados anteriores del
presente artículo”, remite a derechos de minoría destinados a poblaciones ab origine, es decir
indígenas. Este es un error de nombramiento porque, por causas históricas, lingüísticas
y tradicionales (siendo estos los elementos culturales centrales para el reconocimiento del
principio de indigenismo nacional), el pueblo negro mexicano se subdivide en comunidades
culturales y no en grupos étnicos, característicos de las erróneamente definidas comunidades
indígenas. Hasta el día 09 de agosto de 2019, sólo las constituciones de Oaxaca y Guerrero
reconocían la presencia de la negritud nacional y otorgaban personalidad jurídica a esta
minoría. En este sentido, a pesar de la imprecisión del art. 2 en su apartado C, éste representa
sin lugar a dudas un primer avance hacia la integración de los afrodescendientes en México.
Vid. los documentos relativos a Oaxaca (www.congresooaxaca.gob.mx), a Guerrero (http://
congresogro.gob.mx/62/legislacion/), al Instituto de Investigaciones Jurídicas de la unam,
quien muestra el proceso de modificación a la Carta Magna, especialmente las disposiciones
impulsadas por la Comisión Permanente del Congreso de la Unión (https://archivos.
juridicas.unam.mx/www/legislacion/federal/reformas/DOF06062019.pdf ).
27
Constitución Política del Estado Libre y Soberano de Oaxaca, 2017 [en línea], http://
cort.as/-S1Gu El corpus de la Constitución de Oaxaca menciona el término afromexicano
en 33 ocasiones, incluyendo esta minoría en múltiples funciones legales, tales como la
defensoría de los derechos humanos, la fiscalía general del Estado de Oaxaca, los medios de
impugnación, los candidatos independientes, y otros. Cfr. Constitución de Oaxaca, art. 3;
8, c, vii; 12, e; 16; 25, d; 25, f; 29; 50, vii; 59, lxxi; 62; 80, xxix; 105, vi; 113, i, i; 114, a
y iii; 114, d; 114, ter., vi; 114, quáter., b, vii.
28
Ley de Derechos de los Pueblos y Comunidades Indígenas de Oaxaca, 2017 [en línea],
http://cort.as/-S1H4
29
Teun Van Dijk, Dominación étnica y racismo discursivo en España y América latina,
Barcelona, Gedisa, 2003.
30
Alejandro Frigerio, “De la “desaparición” de los negros y de la ‘reaparición’ de los
afrodescendientes: comprendiendo la política de las identidades negras, las clasificaciones
raciales y de su estudio en la Argentina”, en Diego Buffa, María José Becerra (eds.), Los
estudios afroamericanos y africanos en América Latina: herencia, presencia y visiones del otro,
Córdoba-Buenos Aires, clacso, 2008, pp. 117-144.
31
Ibidem, p. 118.
32
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, art. 2, 2019 [en línea],
http://cort.as/-KAnq
33
Cfr. nota 26 de este trabajo.
34
“Yo, Juan Garrido, residente de color negro, vecino de esta ciudad [de México],
me presento ante su Merced y declaro que tengo la necesidad de hacer una probanza a
perpetuidad [del] Rey, un reporte de cómo serví a su Majestad en la conquista y pacificación
de ésta Nueva España, del tiempo cuando el Marqués del Valle (Cortés) la llevó a cabo; en
su compañía estuve presente en todas las invasiones y conquistas y pacificaciones que se
llevaron a cabo, siempre con el Marqués, todo lo hice a mis expensas sin recibir salario o
repartimentos de indios, o alguna otra cosa”. Introducción de la Probanza de Juan Garrido del
27 de septiembre de 1538 (Archivo General de Indias, México, Sevillas, 204, f. 1); Matthew
Restall, “Conquistadores negros: africanos armados en la temprana hispanoamérica”, en
Juan Manuel Serna (de la) Herrera (coord.), Pautas de convivencia étnica en la América
Latina colonial (Indios, negros, pardos y esclavos), México, Universidad Nacional Autónoma
de México-Centro Coordinador y Difusor de Estudios Latinoamericanos-Gobierno del
estado de Guanajuato, 2005, pp. 19-72. Más información sobre la biografía de Juan Garrido
en M. Restall, op. cit., p. 26, quien también hace mención de Sebastián Toral, cuyo único
reporte refiere a su condición de emancipación, excepción tributaria y participación en la
conquista de Yucatán; M. Restall, op. cit., p. 21.
35
Gabriela Rodríguez, “Afrodescendientes en México”. La Jornada, 2014 [en línea],
http://cort.as/-S1Jc
36
Vid. Jaime Cárdenas, “Los pueblos negros de México”, Emeequis, núm. 266, 2011,
p. 40. Interesante la discusión del autor, quien destaca seis argumentos que tienen que
considerarse para que la Constitución reconozca los derechos de los pueblos negros, a saber:
“1 [...] Preexistencia o su asentamiento en México previo a la formación de nuestra nación
como país independiente [...] 2. Contribución a la economía […] 3. Intervención de los
negros en el mestizaje [...] 4. Conformación de la multiculturalidad mexicana [...] 5. La
violación a los derechos humanos de los africanos y las violaciones a su dignidad han sido
una constante histórica en México [...] 6. Genocidio africano y la disolución de la identidad.
Pocos pueblos en la historia de México han sufrido lo que los pueblos africanos [...] El
pueblo de México tiene una deuda con ellos”. Idem.
37
Las personas que fueron elegidas para el levantamiento cuentan con experiencia en el
campo y participan regularmente en el desarrollo de las actividades culturales promovidas
por asociaciones civiles locales, como África, a. c., en José Ma. Morelos; Púrpura, a. c.,
con sedes en Santiago Pinotepa Nacional y Santiago Jamiltepec; Las Florecitas, a. c., en El
Ciruelo, cuya presidenta es la activista Elena Ruiz Salinas y miembro de México Negro, a. c.
(liderada por Sergio Peñaloza); la ong Alianza Cívica, en Collantes. en José María Morelos,
han levantado los cuestionarios Rosa Isela Torres Hernández, Leticia Domínguez Merino,
Lucía Domínguez Merino y Meribet Anahí Gómez Liborio; en Collantes: Mayra Rita
Herrera Hernández, María Leydi Toscano Mariche y Sonia Acevedo Peláez; en El Ciruelo,
Azucena Lievano Torres y Doris Adriana Rodríguez Ávila, con un total de nueve personas.
38
Debbie Collins, Cognitive interviewing practice, Los Ángeles, sage-Londres: National
Centre for Social Research, 2015; Alexander Ortiz Ocaña, Enfoques y métodos de investigación
en las ciencias sociales, Bogotá, Ediciones de la Universidad, 2015; Manuel García Ferrando,
Francisco Alvira, Luis Enrique Alonso, Modesto Escobar, El análisis de la realidad social:
métodos y técnicas de investigación, Madrid, Alianza, 2015.
39
Sobre la interrelación entre la cultura y la creación de un “nuevo” sincretismo local,
del mismo autor, vid. T. Volpato, “Para una teorización del concepto de multiculturalismo
latinoamericano”, Visioni LatinoAmericane, núm. 7, pp. 7-29, 2012; tsmbién, “‘Mascogos’,
‘cuarterones’ y ‘mexicanos’. Dinámicas de construcción de la identidad en una comunidad
afrodescendiente de Coahuila, México”, Quaderni di Thule: Rivista di Studi Americanistici,
núm. 14, pp. 99-111, 2014; Id., Social Exclusion and the Negotiation of Afro-Mexican Identity
in the Costa Chica of Oaxaca, Mexico, Verona, Casa Editrice Mazziana, 2015; de él mismo,
Evolución y praxis del multiculturalismo cubano. Procesos de autodeterminación entre ajiaco y
diversidad, Verona, Casa Editrice Mazziana, 2017.
40
inegi, Encuesta Intercensal 2015. Síntesis metodológica y conceptual, México, 2015,
pp. 193-203.
41
El cuestionario consta de preguntas de identificación (miden el conocimiento de
los encuestados de los demás grupos culturales locales y el criterio de autopercepción
comunitaria: núm. 2, 3, 4, y 5); de valoración (núm. 1 y 6) (explican la percepción de los
entrevistados sobre la convivencia, las tradiciones, y la memoria colectiva); de autodefinición
(núm. 7 y 8) (demarcan las categorías de respuesta por asociación a través de un índice de
disponibilidad léxica) y de autodefinición de control (núm. 9), que permite percibir matices
de respuesta no explicitados directamente por los entrevistados; T. Volpato, Del negro
mexicano…, pp. 171-175.
42
Técnicamente, un índice de disponibilidad léxica es un exponente numérico, como
un porcentaje, que permite calcular las proporciones binomiales de una cierta característica,
de 0 (ausencia de características) a 1 (relación completa entre el concepto y su significado).
El índice de disponibilidad léxica (d) se compone de la posición asignada a un concepto
específico o palabra (i), de la posición más alta obtenida por un concepto o palabra (n),
de una posición fija (c), de un coeficiente de dispersión (2.3), de la frecuencia absoluta de
la respuesta (f ), y del número de personas que responden a una pregunta específica (i).
El resultado es un índice que explica cuántas veces los entrevistados han mencionado una
respuesta y qué peso les otorgan en su significación sociocultural. Así, al afirmar que el
concepto negro se relaciona con cultura, como primera opción de respuesta, en la mayoría
de los casos, esto se volverá condicionante al momento de interpretar los datos relativos
y valorar la importancia del concepto en el registro poblacional local. En nuestro caso, el
índice ha sido calculado de dos maneras: por frecuencia absoluta (cuántas veces se repite
una categoría) y por peso (cuántas veces cada categoría se repite en su conjunto, tomando
en consideración los porcentajes de respuesta de las preguntas abiertas núm. 7 y 8 del
cuestionario). En el primer caso, el índice es calculado sobre los tres conceptos por los que
Bobby Vaughn, “México negro: From the shadows of nationalist mestizaje to new
44
possibilities in Afro-Mexican identity”, The Journal of Pan African Studies, vol. 6, núm. 1,
2013, p. 229.
Palabras finales
del diálogo que tuvimos con los principales líderes de comunidad de los
asentamientos locales.
En segundo lugar, el trabajo explica la dinámica de acercamiento y
de diseño de la pregunta de investigación para el levantamiento del censo
2020. Asimismo, se describen algunos significados de los interrogantes an-
tepuestos a los pobladores y se analiza su relevancia específica en el proceso
de autodeterminación afrodescendiente.
Será tarea de nuestros próximos estudios explicitar el marco teórico
construido a partir de las categorías afrodescendiente, afromexicano y negro,
y detallar los resultados de la investigación.
Resumen: Este trabajo tiene como objetivo hace un recorrido sobre el camino
espiritual de Thomas Merton. Toma como punto de partida su pro-
puesta y proceso de fortalecer la experiencia de Dios en la vida huma-
na, donde la contemplación y la acción se funden en el amor de Dios.
Destaca el llamado a autotrascendernos desde la vida de oración. Este
vínculo que la oración contemplativa y el camino a la mística provo-
can, facilita la dinámica de potenciar la existencia humana y nos re-
cuerda que la unión con lo Uno/Único es el dispositivo y fundamento
de la vida de amor y el camino a la plenitud, dinámica de justicia, paz
y vida armoniosa. Asimismo, remarca cómo, por medio de la oración y
siendo oración, nos sumergimos en el amor de Dios, permitiéndonos
ser partícipes de nuestra existencia.
Abstract: This work aims to have a journey on the spiritual path of Thomas Mer-
ton. It takes as its starting point its proposal and process of strengthe-
ning the experience of God in human life, where contemplation and
action merge in the love of God. Stresses the call to self-transcend from
the life of prayer, this link that contemplative prayer and the path to
mysticism, facilitates the dynamics of enhancing human existence and
reminds us of the union with the One/Only is the device and founda-
tion of the life of love, the path to fullness, dynamics of justice, peace
and harmonious life. Likewise, we highlight how through prayer and
being prayer, we are immersed in the love of God, allowing him to
participate in the sea of our existence.
*
Universidad Iberoamericana, México.
252 ANTROPOLOGÍA MÍSTICA EN THOMAS MERTON: SER ORACIÓN
Palabras clave
Ser oración, autotrascendernos, contemplación, humanizante, oración.
Keywords
Be prayer, self-transcend, contemplation, humanizing, prayer.
T
homas Merton no es como cualquier otro
monje. Él lleva su experiencia de oración a
su obra para compartirla como vía espiri-
tual en la vida de todo cristiano. Para comprender su pensamiento, es ne-
cesario analizar su trayectoria, contribución y gran influencia en el siglo xx.
Este trabajo pretende destacar su camino espiritual, al igual que su
preocupación por los demás. Sus propuestas invitan a un proceso de inte-
rioridad, actitud que es de gran relevancia para la vida de cualquier cristiano
y no exclusiva de los monasterios.
Merton hace propuestas significativas para todos, empezando por la
vida cristiana, que necesita fortalecer su experiencia de Dios, en y para el
mundo. En su propuesta de Ser oración, advierte sobre la importancia de
la vida de unión con el misterio, hecho que nos permite ser conformados
por Dios. La vida de amor, dice, se genera por la dinámica de la oración
contemplativa y por su impulso.
También habla de un proceso humanizante autotrascendente, que
transmite al invitar a las personas a considerar su propia realidad, personal,
relacional y sociocultural. Además, éste permite vivir una perspectiva de
valores donde el humanismo no se encuentra comprendido desde el indivi-
dualismo moderno, sino desde el movimiento relacional de amor, origina-
do en la gratuidad del amor de Dios.
A partir de su experiencia cristiana contemplativa, Merton analiza los
grandes problemas de la humanidad del mundo contemporáneo. Por ello,
también es considerado como crítico de su tiempo. Recíprocamente, en-
cuentra en las fuentes tradicionales de la espiritualidad cristiana; tal es el
caso de los padres de la Iglesia, respuestas a las necesidades profundas de
su tiempo. Asimismo, postula una apertura de conciencia que ilumina y
retoma el sentido de la iglesia en Cristo, cuestión fundamental hoy en día.
Es de destacar que toma un lugar pionero en su versión secular, como pere-
grino cristiano. Por otro lado, otorga a la figura del ser humano un carácter
universal, de un ser humano nuevo, que se desprende al ser potencialmente
sujeto de una transformación humanizante; es decir, autotrascendente.
Para Merton, la vocación del ser humano es vivir libre y espiritualmen-
te como hijo de Dios en y por medio de Cristo, movido por el Espíritu.
Su persona
Proceso espiritual
1
Libro que destaca por su interés por el regreso a la caridad, en una sociedad técnica.
“Los buenos fines sólo pueden ser logrados usando medios adecuados. El fin no puede
justificar los medios, por la sencilla y clara razón de que los medios empleados determinan
la naturaleza de los fines obtenidos”. El adelanto tecnológico es rápido. Pero sin progreso en
caridad, es inútil. Aldous Huxley se pregunta en este libro: ¿Cómo podrían transformarse el
hombre medio y el hombre excepcional en esos seres desapegados que son los únicos capaces
de crear una sociedad mucho mejor que la nuestra? Aldous Huxley, El fin y los medios,
México, Editorial Hermes, 1960, p. 60.
2
Fernando Beltrán Llavador, La encendida memoria: aproximación a Thomas Merton,
Biblioteca Javier Coy d’Estudis Nord-Americans, Universitat de Valéncia, 2005, p. 87.
3
Thomas Merton, El signo de Jonás, Diarios (1946-1952), Bilbao, Desclée de Brouwer,
2007, p. 75.
4
Término utilizado por los padres de la Iglesia como sinónimo de catequesis, o
explicación de los contenidos de los misterios de la fe. Se llama, también, mistagógicos a
aquellos que se introducen al misterio del mundo de amor, de misericordia, de verdad y de
libertad.
5
Paul M. Pearson, Emblemas para una estación de furia: El arte de Thomas Merton, 2016,
p. 22 [en línea], https://bit.ly/2lUg0Z4
6
T. Merton, Amar y vivir, el viaje al interior, Barcelona, Espasa libros, 1997, p. 22.
7
Oración pura es la manera de nombrar a la oración del corazón, y está inspirada en
los padres del desierto. La oración pura no requiere que pensemos en Dios ni que hablemos
con él ni le pidamos nada. Simplemente estamos siendo con Dios, quien es en nosotros por el
Espíritu Santo que Jesús nos ha dado.
8
T. Merton, El libro de las horas, Santander, Sal Terrae, 2009, p. 224.
9
Phatos, utilizado para referirse a la íntima emoción o íntima experiencia.
liturgia traerá problemas para algunos y gozo para otros. Propone, enton-
ces, que nos mantengamos abiertos al descubrimiento de lo que saldrá del
arte litúrgico de otras tradiciones y ejemplifica el caso de la danza en África:
“El mundo necesita hoy formas de culto que sean dinámicas, coloristas,
rítmicas y llenas de movimiento disciplinado y expresivo”.10
Su proceso mistagógico le provoca un despertar social, y con ello nos
muestra la actitud profética para la humanidad del siglo xx: “profetizar no
es predecir, sino captar la realidad en su momento de suprema expectación
y tensión hacia lo nuevo. Esta tensión se descubre, no en un entusiasmo
hipnótico, sino a la luz de la existencia diaria.11 Esta luz de la existencia
emerge cuando se toma el camino de Ser oración, bajo la práctica de la
oración contemplativa. Como bien dice F. R. de Pascual, esto arroja la luz
a la esencia de la contemplación, que consiste en dar testimonio. Por ello,
Merton es considerado uno de los grandes contemplativos del siglo xx, lo
cual descubrimos gracias a sus escritos, que son un vehículo para expresar
su alegría, aventura espiritual y vocación unida a su experiencia de vida.
Antropología mística
10
T. Merton, Tiempos de celebración, Santander, Sal Terrae, 2013, p. 63.
11
T. Merton, Escritos esenciales, Santander, Sal Terrae, 2006, p. 31.
12
T. Merton, Amar y vivir…, s. d.
Merton quiere dejar luz y claridad para la vida espiritual, sobre todo
para la vida moderna. Está interesado en la relación de la persona con la
organización social, como problema importante del siglo xx, como punto
donde se dan los problemas éticos, sin poder visualizarlos ahí. Encuentra
que el individualismo moderno los desliga de lo social.
Observa que, de seguir el camino de las personas junto al conformis-
mo y la pasividad, esto provocará un desastre cósmico. Advierte este cambio
como una renuncia de las personas a pensar por ellos mismos, lo cual perci-
be al salir del monasterio. Señala que lo que pasa por el pensamiento de las
personas en este tiempo es un producto fabricado en serie, sometiéndonos
al proceso de ser informados, como si estuviéramos conectados a un inte-
rruptor, esperando que piensen por nosotros. Para nosotros, en el mundo
contemporáneo, es parte de la vida estar conectados a cualquier aparato de
comunicación que nos remita a la información global, buena o mala, como
si ésta fuera la verdad pura. Caemos así en el dominio y poder que ejerce en
nuestro pensamiento la informática.
13
T. Merton, El libro de las horas.
14
T. Merton, Humanismo cristiano, cuestiones disputadas, Barcelona, Kairos, 2001.
15
Idem.
16
Idem.
17
T. Merton, Escritos esenciales, p. 31.
18
T. Merton, El libro de las horas.
19
F. Beltrán Llavador, op. cit., p. 216.
20
T. Merton, Amar y vivir…, p. 42.
21
T. Merton, Humanismo cristiano…
22
Se denomina teilhardiano al movimiento influenciado por Teilhard de Chardin,
el cual expresa que existe una comunión con Dios, una comunión con la Tierra y una
comunión con Dios por medio de la Tierra.
23
T. Merton, Humanismo cristiano…
24
T. Merton, La oración contemplativa, Madrid, ppc, 1998, p. 155.
gracia teologal, un vacío que llega hasta la verdadera raíz de nuestra natura-
leza, donde los límites han sido eliminados. Por último, propone la oración
de silencio, para penetrar en el miedo que nos infunde este camino que
nunca acaba y cómo debemos luchar por el amor anhelante, sin abandonar
la partida, pase lo que pase.
Desde los presupuestos enunciados por Merton, toda oración contem-
plativa posibilita la presencia en el corazón del ser humano del misterio en
el que vivimos, nos movemos y existimos, ejerciendo una relación con los
sujetos (influencia de san Agustín). Al mismo tiempo, observa en las reli-
giones la respuesta de esta presencia, suscitada en la humanidad.
Para comprender con mayor claridad la dimensión espiritual de la per-
sona y la trascendencia, invita a todo cristiano a la búsqueda voluntaria de
la presencia del Misterio, por medio de una actitud teologal y el ejercicio
de la oración contemplativa, la cual busca desbloquear a la persona que
vive el apresuramiento de la vida urbana moderna. Propone la necesidad de
una vida con cierto silencio interior, además de la disciplina, para sentir-
nos nosotros mismos y mantener nuestra identidad humana cristiana desde
nuestra libertad espiritual.
Afirma que, si oramos en espíritu, no nos apartamos de la vida negan-
do la realidad visible para ver a Dios, porque el Espíritu de Dios ha llenado
toda la tierra. La oración no ciega nuestra relación con el mundo, al con-
trario, nos hace verlo a la luz de Dios. La oración en espíritu y en verdad
nos hace entrar en contacto con el amor infinito, esa libertad inescrutable
que trabaja tras las complejidades y situaciones intrincadas de la existencia
humana.
Merton formula un proceso mistagógico desde el Ser oración, como la
naturaleza misma de la oración, viviendo la experiencia de la fe, por medio
de la oración contemplativa, que además se verá reflejada en la acción hu-
mana. Esta experiencia de interioridad del sujeto abierto a la trascendencia
que lo habita hace que éste se convierta en la presencia transformadora del
Misterio en el mundo. Para él, esto puede llevarse a cabo desde nuestra
comprensión de Dios, gratuidad y donación amorosa, como nuestro origen
y destino. Recomienda para todos la disposición o actitud teologal del Mis-
terio de Cristo que el Ser oración requiere.
La vida de oración contemplativa lleva al proceso mistagógico, que
ayuda a despertar, en la experiencia de una presencia con la que él ya está
agraciado, al vivificar la mística, recobrando la experiencia fundante, la cual
es el amor gratuito de Dios, que se desvela en el interior del ser humano.
La mística de Thomas Merton recobra su Ser oración como experiencia y
fenómeno en el ser humano al retomar el camino a la contemplación como
movimiento dinamizante que permite la plenitud y vida, donde el maestro
de todos, Jesús, es quien habita en nosotros, el Espíritu permanece en noso-
25
Éste enfatiza la diferencia de lo esencial entre las relaciones del Creador y lo creado. Por
lo tanto, Dios sólo es alcanzable por medio de la negación del “yo”, del olvido, del vaciar todo.
26
Éste enfatiza lo similar entre el Creador y lo creado. Se recomienda utilizar el
concepto de “Dios está en todas partes”. Utiliza el símbolo y la imagen como un método
para contemplar a Dios.
27
T. Merton, Amar y vivir…, p. 27.
Conclusión
Hoy en día, más que nunca, con todas las confrontaciones que como so-
ciedad estamos padeciendo, las lecciones de Thomas Merton se hacen sor-
prendentemente vigentes y actuales. El mundo colapsado en lo social deja
escapar un grito de alarma que nadie escucha. Es un llamado de auxilio
que muy pocos interpretan y analizan. Cuando Merton escuchó este grito,
inició una búsqueda profunda para revertir esa tendencia destructiva desde
el más originario acto de amor hacia Dios. De ahí que su postulado más
importante, Ser oración, establece la necesidad de dejarse conformar por
Dios y vivir en unidad con Él; es decir, autotrascender. Su propuesta de
oración contemplativa sirve como medio relevante de acercamiento con
el misterio, que converge en la compasión, unión y caridad. Esta oración
continua forma parte de la identidad humana.
Merton destaca que vivimos desde una identidad fragmentada, que
afecta al ser humano. Por lo mismo, eleva su voz para recuperar la identidad
28
F. Beltrán Llavador, op. cit.
29
Francisco de Roux Rengifo fundó y dirigió el Programa de Desarrollo y Paz del
Magdalena Medio, en una zona de conflicto en Colombia, en el que solicitó a cada uno
de los integrantes de su equipo que realizara una hora de silencio diaria, fuera o no
cristiano. “Día tras día, en medio de las horas de trabajo, tomo personalmente un tiempo
para el silencio. Todos y todas podemos tomar este rato al comenzar la mañana o al caer
de la tarde para encontrarnos en una hondura que no conoce fondo; donde se acallan las
angustias de salud, el estrés del trabajo, las urgencias de la razón, la rabia de la política, el
dolor abrumador de la injusticia, las demandas del hogar y la terquedad de las pasiones. Allí
encuentran serenidad la verdad innegable de nuestra fragilidad y la perplejidad de nuestras
noches del alma; y allí es posible sentir el renacer sorpresivo de la esperanza”.
30
T. Merton, La montaña de los siete círculos, Barcelona, Edhasa, 1948, p. 640.
Abstract: This text is a general approach to the Virgen de los Dolores de Xalto-
can, Xochimilco, Mexico City, issues such as origin, history, appea-
rance and miracles.
In particular, it focuses on the characterization of the image and the
meaning of it in contemporary times, for people, Xochimilco and
Mexico. The latter is done through fieldwork, especially interviews
applied to a group of devotees and representatives of the religious ins-
titution in place.
As a first conclusion one can say that this Marian devotion shares
stories and features with other Mexican Republic and also has a local
identity and specific neighborhood.
*
Universidad Autónoma Metropolitana, Ciudad de México.
276 VIRGEN DE XALTOCAN: CARACTERÍSTICAS Y SIGNIFICADO
Palabras clave
Virgen de Xaltocan, talla, historia, milagros, características, significado, Xochimilco.
Keywords
Xaltocan virgin, carving, history, miracles, characteristics, meaning, Xochimilco.
L
a imagen de la Virgen de los Dolores da
nombre a la capilla y luego parroquia de Xal-
tocan, aunque también acontece a la inversa,
y es que hay mucha gente que nombra a la Virgen como el barrio que aco-
ge a la parroquia: la Virgen de Xaltocan, considerada, también, la Virgen
xochimilca más popular y venerada en el ámbito local, con gran influencia
en poblaciones cercanas fuera de la delegación, que acuden a su fiesta. Su
relato es similar a las narraciones sobre otras imágenes marianas, no obstan-
te, destaca su identidad local, como decimos y seguiremos viendo a lo largo
de estas páginas.
Tras esta sucinta presentación, se expondrán algunas características
de la Virgen y el lugar, su historia y geografía, además del milagro original,
entre otras cosas.
Etimología y ubicación
Se cree que el nombre Xaltocan viene del vocablo Xaltocan,1 que se pronun-
ciaba Xaltocan. Xal viene de xalli, que quiere decir “arena”, y toca de toza,
una especie de roedor —del cual deriva tuza—, similar a un topo insectí-
voro y del cual dicen destroza las sementeras; la n final es síncopa de tlan,
que significa “lugar”. Entonces, Xaltocan puede traducirse como “lugar de
1
Delegación Xochimilco, La fiesta de Xaltocan nuestra señora de los Dolores, 2003.
Según refieren Santos Acevedo López de la Cruz y S. Cordero Espinosa, se dice que
para imprimir “Xaltozan”, lo hacían con c cedilla y, en algún momento, se quedó en la c
(Nuestra señora de los Dolores de Xaltocan. Monografía, México, Impresor Vargas Rea, 1963).
Los autores añaden que se pronuncia aguda y según las reglas ortográficas del español
llevaría acento gráfico. Este no se utilizará aquí, aunque algunos textos sí lo hacen, ya que,
al parecer, la pronunciación así es una degeneración. Además, se respeta la antigua grafía
náhuatl, la cual no tiene tilde. Algunos entrevistados comentan cómo hay gente foránea
que la pronuncia grave al desconocer que es aguda, aunque no se suele utilizar el signo de
acento gráfico.
Geografía y economía
2
Idem.
3
El apodo de los lugareños es Tuzos. Huetzalin, Xaltocan y sus portadas, Xochimilco, s. d.
4
Idem.
5
S. Cordero Espinosa, Monografía de Xaltocan, s. d.
En 1831, al revisar los legados de las capellanías y obras pías del ran-
cho de Xaltocan en el Juzgado de Capellanías, se encontró que estaba gra-
vado con 2 mil pesos y tenía otras fincas de los otorgantes. La deuda la
solventó Tomás Carrera, quien quedó como dueño absoluto del rancho.
Tras la abolición de las capellanías, “el rancho quedó exento del gravamen
por parte del convento y como dueño único el licenciado Tomás Carrera,
quien por algunos años se dedicó a explotarlo y a mediados de este siglo,6
por motivos de viaje, ya que regresó a España [...] lo vendió a una sociedad
de agricultores del barrio de san Juan Tlatentli, cuyos miembros se dedican
a sembrarlo”.7 Algunas partes del rancho se vendieron, mientras que otras
se dividieron entre los descendientes de los dueños.
La producción agrícola actual gira en torno a frutas, verduras, plantas
de ornato y flores, así como maíz. En cuanto a la producción animal, hay
vacas, borregos y gallinas. El comercio también se vincula con plantas, flo-
res y artesanías y con los restaurantes, los cuales se llenan durante fines de
semana y días festivos. Por otro lado, los habitantes de Xochimilco, incluso
de los pueblos de montaña o de la zona chinampera, cuentan con profesio-
nes de diversa índole ante el decaimiento de la producción agrícola.
Un poco de historia
8
Hay quien relaciona este suceso con el fervor religioso y la devoción a la virgen del
Conquistador. De hecho, en Xochimilco se organiza una cofradía de españoles de Nuestra
Señora y san José. Idem.
9
Ibidem, p. 32.
Una pequeña capilla dentro del casco del edificio que se encontraba a la vera
del camino de Cuernavaca; por otra parte, como vimos en la historia del
santuario, a fines del siglo xvi y en una crujía del templo de san Bernardino
de Siena y con los medios económicos aportados por los miembros de las
cofradías de Nuestra Señora y san José, construyeron un retablo plateresco,
similar al que se construyó en el ábside del mismo, que fue donde se sostu-
vieron los oficios religiosos y creció la fe a la Virgen, a la vez que efectuaban
procesiones periódicas al rancho, especialmente en época de Cuaresma [...] por
el aumento de los feligreses, la importancia que cobró el rancho a principios
del siglo xviii y la implantación de la advocación de Nuestra Señora de los
Dolores por los Jesuitas. Se planea la construcción de la capilla; se escogió un
sitio estratégico de Xochimilco para edificarla, que fue el cruce de caminos
que la costumbre había marcado de Cuautla y Cuerna junto al manantial del
Niño Jesús Calyecac, que pertenecía al rancho de Xaltocan en el Hueycan [...]
posesión española.11
Tenemos conocimientos fidedignos de que existió uno12 a Cihuacóatl y otro a
Xiutecúhtli, la primera patrona de Xochimilco y dios del fuego el segundo,
a los que se les ofrecían ofrendas de peces, abundantes en los manantiales
de Zacatlalitemian, Quetzalapan y Hueycan; existen datos de que también
había un adoratorio dedicado a Xochiquetzali, diosa de las flores y de la pri-
mavera y huellas de que estos adoratorios estuvieron situados en los terrenos
pertenecientes al rancho; la verdad es que se erigió el cristiano con las carac-
terísticas descritas, rodeado de contrafuertes y aprovechando los materiales
de construcción de los antiguos adoratorios; todavía existen elementos de
arquitectura prehispánicas en el exterior.13
10
Ibidem, pp. 12-13.
11
Ibidem, p. 41.
12
Se refiere a adoratorios indígenas en la época prehispánica.
13
S. Cordero Espinosa, op. cit., p. 42. También se dice que en dicho lugar existía un
adoratorio dedicado a Chantico, diosa del hogar xochimilca. Rodolfo Cordero López, El
Niñopa. Creación costumbrista de Xochimilco, México, Edamex, 1996, p. 17.
Hacia la segunda mitad del siglo xviii (1750-1800),15 una viejecita llamada
María Juana Xochpan, vecina del antiguo Calpulli de Xaltocan, vivía en el
14
Delegación Xochimilco, Xaltocan, s. d.
15
Según documentos sobre propiedades de haciendas y ranchos en Xochimilco en
el siglo xviii, el Rancho de nuestra señora de los Dolores Xaltocan era propiedad, en ese
mesón construido en el Rancho del mismo nombre, que era propiedad del
señor Anacleto Enaurízares, quien al morir dejó todos sus bienes de fortuna a
dicha señora que era su ama de llaves; pues el antiguo dueño de dicho Rancho
no tuvo descendientes. Es bien sabido que, en aquellos tiempos, los arrieros
y viandantes hacían sus postas para reposar, o simplemente para cambiar de
cabalgaduras por otras de repuesto.
Dicha viejecita era la encargada del mesón, y entre los trebejes inútiles,
conservaba una antigua escultura de la Santísima Virgen de los Dolores, de
las que habían sido construidas en los talleres del convento de Xochimilco
desde los albores de la época colonial, por los artífices indígenas que fabrica-
ron miles de esculturas de santos, de las que hasta en la actualidad se veneran
en muchos templos de la comarca, en los de la capital de la República, y hasta
en España; pues muchas fueron mandadas desde aquí, como testimonio del
rendimiento de las escuelas de Artes y Oficios.
Dos domingos antes del Carnaval, dicha viejecita, después de haber visto a
sus familiares marchar a las diferentes labores especiales del mesón y del campo
con sus aperos de labranza, tuvo necesidad de encaminarse al mercado o tian-
guiz [sic] a comprar bastimentos para atender a sus huéspedes y familiares.
Mas, antes de salir rumbo al mercado, encerró una guajolota, o totolin debajo
de un cesto, hecho con carrizos de la laguna, que había sido regalado a la
capilla del Rancho, cuando la Santísima Virgen era venerada con devoción,
en agradecimiento de haber sanado a una señora de un parto difícil, quien lo
llevó como presente, lleno de aromáticas flores. Dicha viejecita, usó el cesto
tapando su guajolota para que aovara, evitando así que escapara volteando el
cesto, poniendo encima del chiquihuite16 la escultura de la Santísima Virgen.
Cuando regresó del tianguiz [sic] con sus bastimentos para la comida, encon-
tró, con verdadera sorpresa, que su casa estaba transformada en una especie
de iglesia, donde estaba un altar. En el altar se apreciaba la escultura de Nues-
tra Señora de los Dolores —hacía pocos años que el padre Benedicto xiii la
había instituido y extendido a la Iglesia Universal— en medio de flores exqui-
sitas, ceras que desprendían luminosas llamas y aromada su morada con un
agradable perfume de incienso: ¡era que la vieja escultura de la santa Señora
se había ‘renovado’, remozada por manos divinas!17
entonces, de don Manuel de Morales. Juan Manuel Pérez Zevallos, Xochimilco ayer i, México,
Delegación Xochimilco, Gobierno de la Ciudad de México/Instituto Mora, 2003, p.50.
16
De ahí que dicen que a los habitantes del lugar en algún momento les llamaron los
chiquihuiteros.
17
Santos Acevedo López de la Cruz y S. Cordero Espinosa, op. cit., pp. 5-6.
18
Idem.
19
S. Cordero Espinosa, op. cit.
20
Rodolfo Cordero López, op. cit.
21
A Rodolfo Cordero López —cronista de Xochimilco—, recientemente fallecido, le
agradezco las conversaciones y entrevistas que mantuvimos, así como los documentos sobre
el tema que me facilitó.
22
De origen español, las cofradías se fundan en el siglo xvi en la Nueva España.
Constituidas por civiles y militares, de carácter religioso o religioso asistencial. Algunas con
personajes importantes, otras con gente humilde. Los gremios tenían, también, su cofradía.
23
Huetzalin, op. cit., s. f.
el nombre de don Luis Cortés Zerón de Alvarado,24 ya que sus padrinos fue-
ron Hernán Cortés y Pedro de Alvarado, quienes le heredan sus apellidos y el
fraile que encabezó a los doce primeros franciscanos, Martín de Valencia, su
nombre. Este tecúhtli es el que inicia la institución de las capellanías en un
codilicio firmado el 30 de agosto de 1588, confirmado por uno de sus hijos
que heredó su nombre, que fueron los instrumentos que sirvieron para que
se constituyera con las feraces tierras de su propiedad el rancho de Xaltocán,
la primera capellanía en manos de sus descendientes y luego de sus albaceas,
con la obligación de pagar los novenarios, para que con las ganancias de la
venta de los productos de las tierras del rancho de Xaltocan, las sufragaran.25
Esto tiene que ver con un tipo de cofradías que se fundó en la época
de la Nueva España, cuyos ingresos por la producción agrícola era utilizada
para el culto a los santos patronos del lugar. Se les ha llamado también co-
fradías de indios y se trata de una estructura que no es hija directa de la evan-
gelización temprana, más bien de una respuesta indígena de organización,
cuyo mayordomo indígena dirigía el trabajo en las denominadas tierras de
santos —pertenecían al santo— y se encargaba de los ingresos, invirtiendo
una parte en las ceremonias religiosas.
Los mayordomos tenían prestigio por dicha actividad. Así, los indí-
genas se reunían para cooperar en el trabajo de la tierra y luego realizaban
fiestas en honor al santo, especialmente en aquellos lugares donde no había
un sacerdote fijo, como fue el caso, durante un tiempo, en Xaltocan. Los
encargados de las capillas eran hombres devotos que la iglesia seleccionaba
para encargarse de la evangelización en el lugar, al cual llegaba un cura para
la misa y los sacramentos; de esta manera, los mayordomos eran reconoci-
dos por el clero y por el pueblo en su papel de intermediarios y propiciado-
res de la nueva fe.
Si bien, estos espacios y actividades eran de alguna manera bajo los aus-
picios de la iglesia que se beneficiaba económicamente por el financiamiento
de sus miembros a las actividades litúrgicas, también tuvo lugar una cierta
reapropiación por parte de los indígenas. “Por otra parte, a mediados del
siglo xviii, don José de Orozco funda una memoria de misas dedicadas a
Nuestra Señora de los Dolores y al señor san José para que se oficiaran todos
los lunes del año con un capital de 1 mil 100 pesos... Esta fundación fue
transferida a Xaltocan en 1760 con misas todos los sábados días de tianguis
24
Fue, al parecer, el último gobernante xochimilca, reconocido por Cortés y bautizado
el 6 de junio de 1522 con dicho nombre, por ser éste su padrino y luego su encomendero.
Gobernó hasta 1553. José Farías Galindo, Xochimilco, México, Delegación Política, 1984.
25
S. Cordero Espinosa, op. cit., pp. 12-13.
Su significado hoy
26
Ibidem, p. 14.
27
Ibidem, p. 19.
28
Ibidem, p. 37.
• “Sería una imagen muy… ora sí que ya muy de Xochimilco, o sea, está la
Virgen de Guadalupe. Hay diferentes vírgenes, pero la Virgen de Dolores se
toma como más del pueblo, más de la región de aquí de Xochimilco” (H, 26).
• “Mira, para México a lo mejor no es tan significativo porque…normal-
mente se conoce el viernes de Dolores, que es un día antes de Semana Santa
y ya, pero para Xochimilco, pues es… yo creo que la madre de todos los
xochimilcas. Ya ves que es la fiesta más grande, es a la que más veneran y yo
creo que después del Niñopan, sería el santo al que más veneran dentro de
Xochimilco” (H, 27).
• “Bueno, para Xochimilco es una de las máximas imágenes, junto con el
Niñopan. Que todo el pueblo de Xochimilco venera aquí a la Virgen de los
Dolores. La fiesta de Dolores es la segunda más grande que hay aquí en Xo-
chimilco” (H, 28).
• “Pues, según que es la madre de todos los mexicanos… bueno, cualquier
Virgen, la Virgen de los Dolores, la Virgen de Guadalupe… hay muchas
vírgenes” (H, 38).
• “Bueno, para todo Xochimilco tiene un significado muy grande, porque
cuando es, vamos a llamarle su cumpleaños, o su fiesta, todos los xochimilcas
se acercan. Aquí Xochimilco está catalogado por barrios, no por colonias;
entonces, todos los barrios: la Guadalupita, san Diego, san Esteban, san Mar-
cos, todos los barrios se juntan y vienen a venerar a la Virgen de los Dolores,
le hacen un homenaje” (H, 45).
“La imagen, la representación de la mujer, el respeto y, más bien, es el símbolo
de la representación de la mujer” (H, 54).
“Bueno, mire, la Virgen es la Virgen, así se llame de Dolores, de Guadalupe;
no hay más que una sola Virgen, pero claro que, en la denominación de
Dolores, nos conmueve el hecho de que haya ella sido la que recibió todos
los disgustos y todas las angustias de una madre que sabía que su hijo pudo
haberse librado de ellas y, sin embargo, no pudo hacerlo porque así estaba
destinado, según nuestra religión, ¿verdad? Por eso es que la Virgen mueve
muchos corazones y el sentimiento familiar” (H, 72).
• “¿La Virgen de los Dolores?, pues creo que en México no sea muy conocida.
Pero aquí en Xochimilco sí. Más que nada, es milagrosa, la consideramos la
Virgen milagrosa” (M, 23).
• “Bueno, la Virgen de Xaltocan, se supone que ahorita está en posición do-
lorosa, pues es la madre de todos los mexicanos” (M, 39).
• “Bueno, para Xochimilco, para los creyentes de aquí es algo muy respetuo-
so. Es muy grande, incluso, la fiesta patronal, pues dura aproximadamente 15
días. Es muy venerada aquí en Xochimilco, aunque en el Distrito Federal no
sé si la conozcan a otro nivel” (M, 42).
• “¡Uy!, muchísimo, porque aquí en Xochimilco casi la mayoría son católicos
y adoran mucho a la Virgen y más a la Virgen de los Dolores, puesto que se
supone que es la madre de Dios, por la dolorosa que se vio ahí en el calvario,
¿no? Por eso, porque la Virgen de Guadalupe es la Virgen, ¿no?, pero la Vir-
gen de los Dolores, pues se consiente más porque se supone que es la madre
de Dios, es la Virgen dolorosa que lloró cuando murió Dios, Jesús” (M, 44).
• “Pues, que es algo grande, ¿no?, algo muy… muy bonito porque nos brinda
mucha protección” (M, 47).
• “Pues, mira, el pueblo en sí es fanático. A veces cree más en un santo que lo
que es verdaderamente Cristo, el cristianismo. Sin embargo, siendo nuestra
madre no le podemos quitar, ni restar la importancia que tiene. Para los de
aquí de Xochimilco es quien intercede por ellos ante Jesucristo; entonces,
como nuestra abogada representa mucho. En ella se basa mucha de nuestra fe,
la fe de Xochimilco y, en general, la del pueblo mexicano” (M, 59).
• “Pienso yo que es la madre de todo mexicano, tanto de aquí de Xochimilco,
como del centro y de todo el Distrito” (M, 67).
• “Bueno, nosotros, desde que yo me acuerdo, siempre ha sido venerada
como Virgen de los Dolores en el barrio de Xaltocan. Y para nosotros es el
apoyo de ella ante Dios, ante Jesús y el Padre. Para nosotros es un apoyo
muy grande” (M, 73).
Hasta aquí las transcripciones de los testimonios recabados por la po-
blación devota que se acerca al templo. A continuación, una anotación final
a modo de conclusión de este trabajo.
Resumen: En este trabajo presento, por un lado, una reflexión sobre el trabajo de
Gilberto Giménez acerca de las identidades sociales y su relación con
el apego socioterritorial. Sitúo este proceso de identificación y apro-
piación de los espacios geográficos en el caso de migrantes indígenas
de los grupos etnolingüísticos nahuas, zapotecos y triquis que llegan
al estado de Sonora, en México, debido a la migración, con la cual
buscan trabajo y un lugar para asentarse en el noroeste mexicano. Por
otro lado, presento un breve acercamiento al proceso de construcción
de lugares o territorialidad de dichos grupos, proceso al cual llamo
asentimientos.
*
Universidad Nacional Autónoma de México.
292 IDENTIDAD ÉTNICA Y APEGO SOCIOTERRITORIAL ENTRE MIGRANTES INDÍGENAS
Palabras clave
Identidad, indígenas, migración, asentimientos.
Keywords
Identity, indigenous, migration, settlements.
H
ay que hacer una distinción necesaria en el
ámbito de las identidades sociales, la cual
se refiere a la construcción de la identidad
desde lo individual y desde lo colectivo. Como dice Giménez: “Si bien se
puede hablar legítimamente de identidades individuales y de identidades
colectivas, la identidad se predica en sentido propio de los sujetos indivi-
duales dotados de conciencia y psicología propia, y sólo por analogía de los
actores colectivos (grupos, movimientos sociales, partidos políticos, comu-
nidades nacionales)”.1
Esto significa que podemos referirnos a la construcción de identidades
por sujetos individuales, así como de sus atributos y analizar las caracterís-
ticas propias de dicho proceso. Aunque también es posible hacer referencia
de lo mismo a las colectividades o grupos, si y sólo si se entiende que éstos
no tienen en sí mismos una conciencia y psicología propias.2
En un marco general, Giménez sitúa a la identidad como uno de los
aspectos fundamentales que definen al actor social; de esta manera, la iden-
tidad responde al ámbito de las teorías de la acción social que comparten la
premisa de Max Weber sobre “la acción dotada de sentido”.3 Partiendo de
lo anterior, el autor define las identidades individuales como: “un proceso
subjetivo (y frecuentemente autorreflexivo) por el que los sujetos definen su
diferencia de otros sujetos (y de su entorno social) mediante la autoasigna-
ción de un repertorio de atributos culturales frecuentemente valorizados y
relativamente estables en el tiempo”.4
Aunado a lo anterior, el autor habla de la identidad individual (y por
similitud, la identidad colectiva) como un fenómeno cualitativo que se es-
1
Gilberto M. Giménez, “Estudios sobre la cultura y las identidades sociales”, Colección
Intersecciones, México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes-Instituto Tecnológico y
de Estudios Superiores de Occidente, 2007, p. 60.
2
G. M. Giménez habla de esto con la noción de hipostatización falsa, o bien,
psicologización abusiva de las colectividades.
3
G. M. Giménez, op. cit., p. 61.
4
Idem.
5
Jürgen Habermas, cit. por. G. M. Giménez, op. cit., p. 61.
6
Ibidem, p. 67.
7
Ibidem, p. 66.
8
Idem.
que el reconocimiento está dado, hasta cierto punto, por dichos actores, quie-
nes operan los capitales que fluyen hacia México.
Ahora bien, si tomamos en cuenta a Giménez en el sentido de que
la identidad se presenta como un medio de distinción, principalmente de
un sujeto frente a otro, entonces tendríamos que reconocer los atributos
o cualidades a partir de los cuales se logra tal distinción o diferencia. Por
ello, plantea dos series de atributos distintivos: 1) Atributos de pertenencia
social. 2) Atributos particularizantes.9
Los primeros, explica el autor, son los que contribuyen a marcar las si-
militudes entre un sujeto y otros. Son estos atributos los que permiten reco-
nocer en un sujeto su relación y, más aún, su pertenencia a otras categorías,
grupos o colectividades. Los segundos son los que determinan la unidad
idiosincrásica del sujeto en cuestión, marcando la diferencia entre los suje-
tos debido a las características particulares de cada uno. Ambos atributos o
cualidades del sujeto se relacionan y entrelazan para constituir la identidad
única y multidimensional del sujeto individual. Estas últimas características
de la identidad muestran, como dice el autor, que “la identidad contiene
elementos de lo socialmente compartido y de lo individualmente único”.10
Respecto de la primera serie de atributos (de pertenencia social), cabe
destacar que son aquellos que le dan un sentido social y relacional a la
identidad de los sujetos individuales, ya que dicha identidad es definida, en
parte, por el “conjunto de sus pertenencias sociales”.11 Es decir, el indivi-
duo, lejos de definirse únicamente por sus características particulares, tiene
una serie de espacios de interés en los que o a partir de los cuales también
va adquiriendo conciencia de sí mismo y logrando reconocimiento.
Algunos de los espacios de interés o, en términos de Giménez, cate-
gorías o grupos de pertenencia más relevantes del sujeto individual serían:
la clase social, la etnicidad, las colectividades territorializadas (localidad,
región, nación), los grupos de edad y el género. Según el contexto —agrega
Giménez— dichos grupos de pertenencia adquieren mayor relevancia.12
En cuanto a la segunda serie de atributos, aquellos que marcan la di-
ferencia y nos hacen únicos (atributos particularizantes), el autor establece
cinco,13 que son los principales, sin ser los únicos:
• Los caracteriológicos.
• Los estilos de vida.
9
Ibidem, p. 62.
10
Idem.
11
Idem.
12
Ibidem, p. 63.
13
Ibidem, p. 64.
14
Ibidem, pp. 64-66.
15
Edgard Morin, L’identité humaine, París, Seuil, 2001, p. 69.
16
Vid. G. M. Giménez, op. cit.
17
Idem.
18
Ibidem, p. 67
20
Idem.
21
Ibidem, p. 69.
22
Idem.
23
Ibidem, p. 70.
24
Idem.
25
Alberto Melucci, cit. por. G. M. Giménez, op. cit.
procesos culturales en las franjas fronterizas”, Frontera Norte, vol. 21, núm. 41, 2009, p. 36.
27
Ibidem, p. 37.
28
Ibidem, p. 38.
29
Ibidem, p. 39.
30
Idem.
31
Ibidem, p. 42.
32
Ibidem, p. 37.
33
Ibidem, p. 45.
34
Ibidem, pp. 45-46.
35
G. M. Giménez, Territorio y cultura, estudios sobre las culturas contemporáneas, vol. ii,
núm. 004, México, Universidad de Colima, 1996.
36
Miguel Alberto Bartolomé, Gente de costumbre y gente de razón. Las identidades étnicas
en México, México, ini/Siglo XXI, 1997, p. 64.
37
G. M. Giménez, Territorio y cultura, estudios sobre…, p. 16.
38
G. M. Giménez, “Cultura, identidad y memoria…”, pp. 46-47.
punto, se autodenominan los grupos culturales con los que trabajo. Sin em-
bargo, y bajo una lógica dialéctica, el proceso de migración-asentamiento
ha suscitado que los grupos culturales logren importantes readecuaciones
a sus identidades, partiendo de la interacción social que tienen entre ellos
mismos y con otros grupos culturales de Sonora.
Un ejemplo son las definiciones de migrante-radicante; relación que
encierra una distinción identitaria entre las personas que llegan del sur del
país de alguna región indígena (migrantes) y trabajan como jornaleros agrícolas
o en el ramo de la construcción y regresan a sus localidades después de
un tiempo; y la de radicantes, que son aquellas personas (en su mayoría
indígenas) que por más de 10 o 15 años se han establecido en esos lugares
de Sonora y sienten que pertenecen a ellos. Al respecto, concuerdo con
Bartolomé: “Es necesario, entonces, construir una perspectiva conceptual
coherente, basada en los datos de la realidad y en la conjunción de enfoques
situacionales y procesuales, que den cuenta tanto del contexto como de la
historicidad de lo étnico”.39
Por lo tanto, comprendo la identidad étnica como una manifestación
particular o “forma específica” de la identidad social. Una característica funda-
mental de las identidades étnicas será, entonces, su manifestación como re-
presentaciones colectivas o sociales; es decir, se muestran siempre como imáge-
nes, ideas o creencias, que sobre nosotros mismos tenemos o nos formamos,
o bien de los demás, y esto específicamente con o a partir de la interacción
con otros. Dichas imágenes, sin embargo, orientan las acciones o conductas
de los grupos, con lo cual muestran su carácter de evento social observable.
Para algunos autores, esto último se presenta como una ideología étnica,40
que es una interpretación parcial e interesada, restrictiva, de la realidad.
La ideología se presenta así como el nexo entre cosmovisión y estructuras
sociales.41
De este modo, es en el seno de las relaciones o sistemas de relaciones
interétnicas donde, a partir del contraste, podemos reconocer las diferen-
cias organizadas como ideologías étnicas que definen el carácter propio de
un grupo étnico. Esas relaciones interétnicas nunca están desprovistas de po-
siciones de poder y de relaciones de poder en las que los mismos grupos
étnicos se ven inmersos. En su libro Gente de costumbre y gente de razón,
Miguel Alberto Bartolomé hace referencia a tres aspectos fundamentales
para la comprensión de lo étnico; el primero de ellos tiene que ver con
una distinción entre grupos etnolingüísticos y grupos étnicos; el segundo es
Idem.
40
41
Johanna Broda y Félix Báez Jorge (coords.), Cosmovisión, ritual e identidad de los
pueblos indígenas de México, cnca-Fondo de Cultura Económica, México, 2001, p. 166.
42
M. A. Bartolomé, Gente de costumbre y gente de razón…,
43
Ibidem, p. 54.
44
Idem.
45
Ibidem, pp. 58-61.
46
Ibidem, p. 48.
47
G. M. Giménez, “Cultura, identidad y memoria…”
48
M. A. Bartolomé, Gente de costumbre y gente de razón…
49
G. M. Giménez, “Cultura, identidad y memoria…”
50
M. A. Bartolomé, Gente de costumbre y gente de razón…, p. 51.
51
G. M. Giménez, “Cultura, identidad y memoria…”
52
Ibidem, p. 128.
53
Lo que Giménez llama topofilia. Idem.
54
Ibidem, p. 130.
55
Idem.
56
M. A. Bartolomé, Gente de costumbre…, p. 89.
57
Guy Di Méo, Géographiesociale et territoires, París, Nathan, 1998.
58
G. Giménez, “Cultura, identidad y memoria...”
por las estrategias comerciales de sus artesanías y por otro espacio de vida
llamado La Playa.
De esta manera, para las familias nahuas provenientes de estos cuatro
pueblos, Puerto Peñasco representa desde hace 20 años un lugar de opor-
tunidad para la venta de artesanías. Sin embargo, poco a poco, cada lugar,
principalmente la colonia Obrera, se ha convertido en un lugar no sólo de
asentamiento, sino en un espacio de vida y vivido, que genera en sus prác-
ticas de identidad su pertenencia socioterritorial, se convierte así en lo que
denomino asentimientos.
La historia de las familias zapotecas y triquis asentadas en Estación
Pesqueira tiene algunas semejanzas con las familias nahuas de Peñasco. El
contexto, por supuesto, cambia debido a que los ciclos agrícolas de produc-
ción de uva son diferentes de los del turismo. Sin embargo, es interesante
reconstruir, de manera general, el proceso de apropiación de Pesqueira.
La llegada de las familias zapotecas y triquis a Pesqueira se encuentra
en el marco de un circuito migratorio hacia el noroeste mexicano, el cual
inicia en Sinaloa (Culiacán, entre otros), Baja California (Valle san Quin-
tín, La Paz, Tijuana) para después llegar a Sonora (Costa de Hermosillo,
Caborca, Pesqueira). Se incluyen, por supuesto, otros lugares-destino en
estados como San Luis Potosí, Chihuahua, Tamaulipas y Estados Unidos.
La llegada a Estación Pesqueira se dio a finales de los ochenta. Las
primeras familias viajaron a Pesqueira debido a que se enteraron por pai-
sanos u otros migrantes de la producción de uva y de los mejores precios
en el pago de los jornales durante la cosecha (mayo-junio). La ganancia, en
aquel entonces, era de entre 100 y 120 pesos diarios, una cantidad mucho
mejor que los 80 y 90 pesos diarios que se ofrecían en Sinaloa por el corte
de verdura (jitomate, pimiento morrón, pepino, entre otros).
Cuando llegaron las primeras familias, la situación era muy difícil de-
bido a que no dominaban el español y no conseguían un lugar para vivir.
Los nativos sonorenses radicados en Estación Pesqueira empezaron a ver a
la gente proveniente de otros lugares y notaron que hablaban un “idioma”
distinto, como fuereños o guachos.59 La producción y abundante cosecha
de uva destinada al mercado estadounidense generó una gran demanda de
mano de obra jornalera que poco a poco fue cubierta por las familias indí-
genas llegadas del sur de nuestro país (principalmente de Oaxaca).
Estas familias zapotecas y triquis de Oaxaca comenzaron a estable-
cerse en Pesqueira cuando los ejidatarios de dicho lugar decidieron ren-
tar y vender sus tierras. Los lotes que se ofrecían y el buen pago por los
59
Término local para denominar a las personas no nacidas en Sonora, sean mestizas o
indígenas.
Término utilizado por las familias mestizas nativas de Sonora para nombrar a las
60
familias llegadas del sur de nuestro país, sin distinción del grupo etnolingüístico al cual
pertenecen.
Reflexiones finales
Abstract: The existing historiography about the indigenous nobility in the colo-
nial era has two axes of study: on the one hand, there are those who
have addressed their decline during the sixteenth and early
seventeenth centuries. On the other hand, the adequacy of this nobili-
ty to the novohispano system has been investigated through its incor-
poration into the university. In our paper we analyze an unpublished
case under the congregation document of Malinalco. While it is true
that the ruling lineage was displaced once the spaniards conquered the
*
Universidad Autónoma del Estado de México, México.
**
El Colegio de Michoacán, México.
314 LA NOBLEZA INDIA DE MALINALCO FRENTE AL PROCESO DE HISPANIZACIÓN
Palabras clave
Congregación, nobleza, linajes, Malinalco, cabildo.
Keywords
Congregation, nobility, lineages, Malinalco, government.
L
a historiografía moderna sobre los pueblos de
indios afirma la existencia de un pacto explí-
cito entre el gobierno virreinal y la nobleza
nativa como paso previo para imponer el interés del gobierno regalista por
encima del proyecto señorial de conquistadores y encomenderos de la pri-
mera mitad del siglo xvi.1 Esto implicó beneficios para los señores supre-
mos, como el reconocimiento de privilegios y prerrogativas inherentes a su
linaje. Según lo anterior, los primeros en beneficiarse con el acuerdo fueron
los descendientes del triple gobierno de la cuenca y, posiblemente, la noble-
1
Esta corriente historiográfica fue inaugurada por Gibson en 1967, en su estudio clásico
sobre las entidades políticas de la cuenca de México; años después, el modelo explicativo
de este autor fue contrastado y ampliado mediante un estudio minucioso de la sierra norte
de Puebla, elaborado por García Martínez (1987); a partir del examen de la transformación
de los altepeme en pueblos de indios y su fragmentación en los siglos xvii y xviii, el autor
demostró el proceso de devaluación de la nobleza india como eje articulador de las otrora
entidades políticas. En la última década del siglo pasado, Menegus Bornemann destacó los
dos momentos cumbre de la política española en relación con la nobleza nativa, los cuales
corresponden a los reinados de Carlos v y Felipe ii. Con el último monarca, se concreta la
creación de la monarquía universal española, al tiempo de someter los intereses señoriales
de conquistadores, encomenderos y caciques. Margarita Menegus Bornemann, Del señorío
indígena a la república de indios. El caso de Toluca, 1500-1600, México, Consejo Nacional
para la Cultura y las Artes, 1994, pp. 271.
Dos balances historiográficos sobre esta línea de pensamiento han sido elaborados
en distintos momentos por Menegus Bornemann: “Comunidad, pueblo o corporación:
los indios de la Nueva España en el siglo xviii. Una revisión historiográfica”, en Enrique
González González (coord.), Historia y Universidad. Homenaje a Lorenzo Mario Luna,
México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1996, pp. 51-62; también, de él
mismo, Los indios en la historia de México: siglos xvi al xix. Balance y perspectivas. México,
Fondo de Cultura Económica, 2006.
2
Charles Gibson, Los aztecas bajo el dominio español 1519-1810, en Julieta Campos
(tr.), México, Siglo XXI Editores, 2007, pp. 168-195.
3
M. Menegus Bornemann y S. Cortez, La Congregación de Malinalco de 1600, México,
Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación, Instituto de Investigaciones
Bibliográficas de la Universidad Nacional Autónoma de México, 2014.
4
Fernando Tezozómoc, Crónica mexicáyotl, México, Universidad Nacional Autónoma
de México, 1992, p. 187.
5
Ibidem, pp. 30-31.
6
Dice literalmente la Crónica: “y ya también una vez se vuelve a su casa, de nombre
Texcaltepetlicpac, y ahora Malinalco, pues ella le está poniendo nombre porque pues había
estado ella, la de nombre Malinalxoch, entonces se llama Malinalco el poblado desde que
ella allá vino a llegar poniéndole nombre, la de nombre Malinalco, cuando vino a llegar”.
Ibidem, p. 41.
7
Rafael Tena, “Historia de los mexicanos por sus pinturas”, en R. Tena (ed.) Mitos e
historias de los antiguos nahuas, México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 2002,
pp. 16-17 y 53.
8
Ibidem, p. 53.
9
Esta diferencia se puede constatar en los registros del Códice Mendoza o Mendocino.
Las láminas 32 a 35 de la segunda sección del Códice corresponden al antiguo señorío
matlatzinca con 33 altepeme, entre los que se encontraban Quauhacan, Tollocan, Ocuilan,
Malinalco y Xocotitlan como cabeceras de las provincias tributarias. Vid. Códice Mendoza,
Códice Mendoza o Códice Mendocino, edición facsimilar de Francisco del Paso y Troncoso,
introducción de Jesús Galindo y Villa, México, Innovación, 1980.
10
Bernal Díaz del Castillo, Historia verdadera de la conquista de Nueva España, México,
Porrúa, 1983, p. 193.
11
Ibidem, pp. 361-362.
12
Hernán Cortés, Cartas de relación, México, Porrúa, 1983, pp. 148-149.
13
Ibidem, pp. 150-152.
14
Alonso de Zorita, Breve y sumaria relación de los señores de la Nueva España, México,
Universidad Nacional Autónoma de México, 1963, p. 130.
15
Ibidem, p. 38.
16
Vid. Ch. Gibson, op. cit.
17
Ibidem, p. 171.
Este hecho tuvo lugar en 1552, cuando el linaje tlahtoani fue apartado
del gobierno local, y su lugar fue ocupado por don Pedro Motolinea, prin-
cipal de Toluca.18 Lo mismo ocurrió con los señores de Ocuilan, Xalatlaco
y Tlalchichilpa, en la antigua provincia Matlatzinca. Nuevamente, De Zo-
rita refiere con elocuencia el significado y dimensión de estos cambios. Se
trataba, dice, de introducir en los antiguos altepeme la vara de gobernador,
alcalde y alguacil; es decir, el cabildo castellano que “ha sido la causa de
abatir y deshacer (a) los señores”.19
En el caso de Malinalco, cuando la nobleza fue separada del gobierno
supremo, el linaje local se tuvo que replegar a la administración de las par-
cialidades y estancias dependientes de la cabecera. Esto se evidencia medio
siglo después, cuando en el contexto de la congregación el linaje desplazado
hizo efectiva su participación como una manera de volver por sus fueros.20
La congregación de 1600
18
Silvio Zavala, Libros de asentamientos de la gobernación de la Nueva España (periodo
virrey don Luis de Velasco, 1550-1552), México, Archivo General de la Nación, 1982, p. 444.
19
De Zorita, op. cit., p. 39.
20
Desde 1967, Gibson demostró para la cuenca de México que los primeros cabildos se
establecieron al mediar el siglo xvi. El hecho coincide con el despliegue del primer programa
de congregaciones en el centro de la Nueva España. Sabemos que, para el caso de Malinalco,
las primeras autoridades fueron nombradas en 1552. Vid. Gerardo González Reyes, Tierra y
sociedad en la sierra oriental del valle de Toluca, siglos xv-xviii. Del señorío otomiano a los pueblos
coloniales, Toluca, Gobierno del Estado de México, 2009, pp. 161-163. Mientras que la
primera noticia concreta de su cabildo constituido procede de 1580. A la fecha, no se han
encontrado evidencias concretas sobre la suerte de Malinalco durante el primer programa de
congregaciones. En contrapartida, el testimonio más completo sobre este proceso es el que
se comentará en las siguientes líneas; según lo anterior, debemos advertir que en Malinalco
primero se constituyó el cabildo y posteriormente se procedió a la reorganización de sus
habitantes, a la sombra del segundo programa congregacional.
21
El documento es una copia simple de un expediente de 1750, promovido por el
pueblo de san Nicolás, sujeto de Malinalco, sobre la posesión de unas tierras que reclamaban
como suyas. Este documento fue donado por el licenciado Manuel Díaz Murguía a la
Universidad Nacional Autónoma de México, en 1997. La copia simple de la congregación
comienza en la foja 6 y termina en la foja 39v. La hoja inicial del documento del siglo xviii,
correspondiente al conflicto del pueblo de San Nicolás, contiene a su anverso un mapa
pintado; sin embargo, al parecer no se trata del mapa de la congregación de Malinalco, sino
de un mapa elaborado con motivo del conflicto por tierras de San Nicolás que da lugar al
expediente de 1750. Queremos agradecer a la doctora Margarita Menegus por rescatar el
documento de congregación de Malinalco que estaba guardado en la caja fuerte del fondo
reservado de Biblioteca Nacional. El documento ya se publicó. M. Menegus Bornemann y
S. Cortez, op. cit.
El que suscribe, Felipe Santiago: agradezco a la doctora Margarita las atenciones que ha
tenido conmigo, el documento de congregación fue la base de mi investigación de maestría
bajo su dirección.
22
Se entiende como congregación el proceso político que tuvo como finalidad remover a
los indios a espacios designados por la autoridad hispana, cuyos resultados fueron múltiples
y muy variados; esto depende del área de estudio. Para el caso de Malinalco, su congregación
significó la remoción espacial, tendiente a facilitar la administración tanto política como
religiosa. Ahora bien, cada vez que hablemos de “reducción de los pueblos”, nos referimos
al proceso de desplazamiento espacial, que bien se puede tomar como sinónimo de
congregación.
23
Howard F. Cline, “Civil congregations of the indians in New Spain”, 1598-1606, The
Hispanic American Historical Review, xxix, núm. 3, 1949, pp. 349-350.
24
Ibidem, pp. 352-353.
25
Ibidem, p. 369.
26
Vid. Byrd Simpson, Studies in the Administration of the Indians in New Spain, 7,
núm. 16, Berkeley, University of California, 1934.
27
Ernesto de la Torre Villar, “Las congregaciones de indios en el siglo xvi. Relación de
la congregación del pueblo de Tianguistengo, provincia de Meztitlán”, Boletín del Archivo
General de la Nación, xxiii, núm. 2, 1952, p. 186.
28
Ibidem, pp. 193-194.
29
Ibidem, pp. 207-211.
30
Ch. Gibson, op. cit., p. 290.
31
Idem.
32
Peter Gerhard, “Congregaciones de indios en la Nueva España en 1570”, Historia
Mexicana, xxvi, núm. 3, 1977, p. 385.
ros pueblos ordenados con tierras para sembrar.33 Como podemos ver, Peter
Gerhard vislumbró aspectos negativos y positivos de las congregaciones.
Noemí Quezada se enfocó en el estudio del segundo periodo de con-
gregaciones (1591-1605) en el valle de Toluca. En su análisis, encontró
las órdenes de reducción para los pueblos de Zumpahuacan, Ocoyoacac,
Atlacomulco, Ocuilan, e incluso Malinalco.34 Su trabajo se sustentó en do-
cumentos procedentes de los ramos de Indios, Congregaciones y Tierras. Al
analizar la orden de reducción de Malinalco de 1593, hay algunos datos:
“sean congregados todos entre ellos el pueblo y sujetos de Malinalco con
la brevedad […] comando a Cristóbal Rodríguez de Avalos encomendero
[…] que juntamente con el padre prior […] vean con atención […] que
todos los indios se junten”.35 Ella no tuvo a su alcance el documento de
congregación que sustenta este trabajo.
Para finalizar esta breve referencia historiográfica, Margarita Menegus
refiere que la historia de las congregaciones aún está por escribirse. Para ella,
no deben perderse de vista los elementos que se encuentran implícitos en
la política congregacional; por ejemplo, el problema de la libertad de los
indios, el dominio de las tierras de los naturales, la funcionalidad de separar
las dos repúblicas y el carácter del gobierno indio.36 Margarita Menegus
considera que el impulso que el virrey Luis de Velasco dio a las congrega-
ciones tuvo como resultados la redistribución de la tierra, la introducción
de nuevos elementos que conformaron el régimen de tenencia de la tierra
indígena, además de constituirse en verdaderas repúblicas de indios.37
Como hemos señalado, en la segunda mitad del siglo xvi, hubo un
problema respecto del gobierno de Malinalco, ya que Luis de Velasco en-
cargó el pueblo a un indio principal de Toluca de nombre Pedro Motolinia
para su administración. Sin embargo, los linajes nobles locales se mantu-
vieron como gobernadores internos de sus estancias y,38 bajo la figura de
33
Ibidem, p. 387.
34
oemí Quezada, “Congregaciones de indios en el Valle de Toluca y zonas aledañas”,
N
en Manuel Miño Grijalva (coord.) Mundo rural, ciudades y población del Estado de México,
México, El Colegio Mexiquense, 1990, p. 77.
35
Archivo General de la Nación de México, Indios, vol. 6 (1ª pte.), exp. 575 (f. 152v-
153). En lo sucesivo, se consignará como agn.
36
M. Menegus, Del señorío indígena…, p. 163.
37
Ibidem, p. 173.
38
Cabe señalar que fuimos muy cuidadosos con los conceptos mencionados en la
fuente, de tal manera que pueblo, estancia y barrio cobran vital relevancia. Se entiende como
pueblo el asentamiento más importante en donde se ubicaba la residencia de los distintos
sectores que coadyuvaban la política y administración, además de los alcances tributarios y
territoriales. De manera implícita, en el documento se entiende como barrio la entidad
territorial que estaba a poca distancia de la cabecera. La significación etimológica de barrio
proviene del árabe, que significa “exterior o fuera de la ciudad” (que se usaba para diferenciar
las ciudades cristianas amuralladas de las que estaban fuera de ellas), y poca funcionalidad
tendría para el caso y contexto del siglo xvi. Vid. Federico Corriente Córdoba, Diccionario
de arabismos: Y voces afines en iberorromance, Madrid, Gredos, 2003. Sin embargo, no todo
tendría que desecharse de la definición, sobre todo lo “exterior”, porque a las subdivisiones
de los pueblos de indios así se les llamó debido a que estaban afuera de la ciudad española;
no obstante, los barrios seguían dependiendo de su cabecera o centro rector. Si damos una
mirada al barrio colonial, se puede dilucidar una unidad social bien integrada con espacios
religiosos (capillas) y ciertos elementos políticos, al parecer autónomos, que conllevarán en
una etapa de la historia a las disgregaciones con sus cabeceras, situación recurrente en los
siglos xvii y xviii. Según Felipe Castro, en la documentación colonial, sólo se acude al barrio
cuando hay conflictos serios que de una manera captaron la atención gubernamental; sin
embargo, la importancia de esta unidad territorial se circunscribe en el acceso a la tierra, en
los solares para la edificación de las casas, además del acceso al agua y el derecho al mercado.
Para Castro, aunque el barrio tiene un antecedente prehispánico, es de eminente creación
colonial. El concepto estancia esta aparejado a un lugar subordinado de la cabecera, igual
que el barrio. La diferencia radica en la distancia; es decir, eran asentamientos lejanos cuyas
condiciones para acceder a ellos eran agrestes por las amplias barrancas y serranías (al menos
para Malinalco). Felipe Castro Gutiérrez, “El origen y formación de los barrios indios”, en
F. Castro Gutiérrez (coord.), Los indios y las ciudades de Nueva España, México, Universidad
Nacional Autónoma de México, 2010, pp. 105-122.
Para Gibson, se relaciona con subdivisiones de los pueblos, las cuales estaban situadas
a cierta distancia; es decir, parcialidades separadas. Ch. Gibson, op. cit.
Carrasco añade que la estancia es una unidad agrícola dependiente cuya ubicación
se encuentra afuera del centro urbano. Pedro Carrasco, Estructura político-territorial del
imperio tenochca. La Triple Alianza de Tenochtitlan, México, Fondo de Cultura Económica,
El Colegio de México, 2004.
Miguel Mendoza
Miguel Mancio
Francisco Vázquez
39
Para contrastar la información que nos presenta la fuente de congregación, respecto
de los linajes principales, nos dimos a la tarea de rastrearlos en una búsqueda exhaustiva
antes y después de dicha política. Desafortunadamente, la escasez de fuentes en el siglo xvi es
notoria, por lo que localizamos a un linaje, Juan de la Cruz. Este linaje es el más importante de
Malinalco; veamos cómo lo anuncian: “don Juan de la Cruz indio principal del dicho pueblo”,
Vid. agn, Indios, vol. 2, exp. 582 (f. 135). El documento está fechado en 1583, y trata sobre
la venta de unas casas que hizo el encomendero Cristóbal Rodríguez a Juan de la Cruz. El
linaje de este indio se hizo presente, no sólo porque tenía a su cargo el gobierno de San Gaspar
y San Andrés, sino que su hijo (homónimo) retomará el gobierno del pueblo de Malinalco,
durante el siglo xvii. El primer dato que hay es de 1653: agn, Indios, vol. 20, exp.186 (f. 135).
1659: agn, Indios, vol. 23, exp. 419 (f. 409v). 1663: agn, Indios, vol. 19, exp. 658 (f. 362v).
1664: agn, Indios, vol. 19, exp. 697 (f. 383). 1680: agn, Indios, vol. 26, exp. 11 (f. 11).
Una vez finalizada la congregación de Malinalco, el indio principal que gobernó San Miguel
Tecomatlan, Baltasar de Escobar, retomó el puesto que por más de 50 años había sido ocupado
por personas ajenas a la corporación: agn, Civil, exp. 1271 (f. 126r). No encontramos un dato
para delimitar el tiempo que duró Baltasar de Escobar como gobernador; no obstante, para
1609 Juan de Bautista de Santa María (gobernador del barrio de San Martín y regidor del
pueblo) ocupó el puesto de gobernador: agn, Mercedes, vol. 26. exp. 611 (f. 182). El hijo de
Juan de Bautista (Nicolás de Santa María Miguel) también siguió sus pasos como gobernador
en 1620: agn, Indios, vol. 7, exp. 456 (f. 217). Durante la segunda mitad del siglo xvii, hubo
un gobernador cuyo linaje perteneció a Santa María; se llamó Nicolás de santa María, quien
ocupó el máximo cargo en 10 ocasiones, en 1656: agn, Indios, vol. 20, exp.186 (f. 135). 1658:
agn, Indios, vol. 23, exp. 53 (fs. 43v-44); en 1659 (dos ocasiones): agn, Indios, vol. 23, exp.
53 (fs. 43v-44) y agn, Indios, vol. 23, exp. 257 (f. 226v); en 1662 (dos ocasiones): agn, Indios,
vol. 19, exp. 498 (f. 277v) y agn, Indios, vol.19, exp. 536 (f. 304); en 1664 (dos ocasiones):
agn, Indios, vol. 19, exp. 697 (f. 382 y 383). 1680: agn, Indios, vol. 26, exp. 24 (f. 22), y en
1687: agn, Indios, vol.33, exp.108 (fs. 64r-64v). Para finalizar, el linaje que gobernó el barrio
de San Nicolás, Francisco Vázquez, su hijo Diego Vázquez ocupó el puesto de gobernador en
1643: agn, Indios, vol. 14, exp. 82 (f. 373).
San Miguel Baltasar de Escobar Indio principal “A cuyo cargo están los
Tecomatlan naturales del pueblo”
Santa Mónica Felipe de Castañeda Fiscal de doctrina/ “Indio principal de este
Indio principal pueblo de Malinalco
a cuyo cargo está el
gobierno de santa
Mónica”
San Nicolás Miguel Mancio Indio principal “Indios principales
a cuyo cargo está el
gobierno de los indios
macehuales del pueblo
de san Nicolás”
Francisco Vázquez Indio principal
Santa María Agustín de los Alcalde “Persona que tiene a
Xochiac Ángeles cargo los indios del
pueblo de Santa María
Asunción Xochiac”
40
M. Menegus Bornemann y S. Cortez, op. cit., p. 31.
Una vez que identificamos la administración interna que tuvieron los prin-
cipales de linaje en cada una de sus parcialidades, comenzaremos por deta-
llar la congregación de Malinalco.
La congregación comenzó el 11 de mayo de 1600, estando presentes
Juan Pérez de Atenguren, justicia mayor y juez congregador; el padre prior
del convento, fray Francisco Ferrufino; el encomendero, Cristóbal Rodrí-
guez de Ávalos, y los miembros del cabildo indio.
Los representantes del orden espiritual y civil se reunieron con los
naturales de las estancias sujetas a Malinalco para escuchar el pregón del
escribano, Gaspar Juárez, quien leyó la orden de congregación en lengua
41
Los barrios que se mudaron a otros sitios fueron: San Martín (en un principio le
correspondió el barrio de Chilpetlancontitlán) y se cambió a Tlaytic. Santa Mónica dejó
Chiucaco y se instaló en Acatzinco (al parecer, hasta el día de hoy permanece en ese lugar).
San Pedro prefirió Amoantetipan, Santiago se mudó a Maololco. Santa María Asunción
prefirió Castlacoaya, San Miguel Tecomatlan se movió a Atleyquayan. Sin embargo, hay un
barrio que se pobló por tres estancias; San Sebastián fue ocupado por pobladores de Santa
María Asunción, San Nicolás y Santa Mónica, por ser “en su mismo temple y sin división
de lengua”.
42
La función de los tequitlatos, para la congregación de Malinalco, fue supervisar la recaudación
tributaria de cada uno de sus lugares, además de apoyar a los linajes en la distribución de
solares para habitación y el deslinde de tierras del común repartimiento. Los tlayacanques eran
guías cuya función estaba ligada a conflictos territoriales, como jueces o alcaldes. Tuvimos
la oportunidad de platicar con el doctor en antropología social Eustaquio Celestino Solís
(investigador del Centro de Investigación y Estudios Superiores en Antropología Social)
y nos refirió que “son guías que ocupaban un cargo político específico en la estructura
mexica (con funciones concretas); actualmente, es aplicado como calificativo a cualquier
cargo sea político o religioso. Entre los mexicas, el singular era tlayacanqui; hoy varía
según el lugar, región y variante dialectal del náhuatl. Por ejemplo, “en mi región del Alto
Balsas, Guerrero, se dice: tlayacanquetl, tlayacani, tetlayacani, tetlayacanquetl, y otras”. Esta
oportuna aclaración del término se hizo por medio del correo electrónico el 14 de febrero
de 2012.
castellana y mexicana. 43 De esta forma inició la “vista de ojos” por todos los
pueblos vecinos y los barrios con la intención de repartir tierras y delimitar
el territorio, evitando en lo posible el daño y perjuicio a terceros.
El documento leído por el escribano también fue firmado por todos
los presentes, con lo cual aceptaron la remoción de sus lugares. No obs-
tante, los indios principales de linaje dejaron constancia que tuvieran las
“justicias de esta Nueva España” cuidado y vigilancia de las tierras “que por
la congregación hubieren dejado según y cómo si actualmente estuvieren
en el uso y posesión y no consienta que ningún español […] las tomen ni
ocupen”.44 Tal como dice la ley novena, “no se les quiten las tierras y gran-
jerías que tuvieren en los sitios que dejaren”.45
Como era costumbre en estos acontecimientos, después de la misa do-
minical, se reunieron las autoridades españolas e indias, puesto que era un
momento muy oportuno para dar a conocer la noticia de reducción.
De esa manera, dio inicio la visita al territorio con presencia de los
pueblos vecinos. En el recorrido, estuvieron el padre prior, el juez congrega-
dor y todo el cabildo de Malinalco. Los pueblos visitados fueron Tenancin-
go, Zumpahuacan, Ocuilan, Cohuatepec y Joquizingo. He aquí los hechos
que revelan cómo se daba comunicación a los pueblos vecinos de la congre-
gación en análisis. Para Tenancingo se reunió, una vez acabada la misa, en el
cementerio de la iglesia mucha cantidad de naturales, el gobernador y el ca-
bildo del pueblo, juntamente con el juez congregador y el cabildo indio de
Malinalco para dar visto bueno a las mojoneras entre ambas poblaciones;46
dicho sea de paso, no tuvieron ninguna controversia. En Zumpahuacan, se
recurrió al mismo procedimiento. Para el caso de Ocuilan, aprovecharon la
fiesta patronal para reunir a gran cantidad de indios, al igual que a sus au-
toridades. Pero hay un hecho interesante: ¿cómo pregonar la congregación
en un idioma diferente del náhuatl? Quienes salvaron esta circunstancia
fueron los frailes del convento e hicieron una especie de triangulación lin-
güística: el documento escrito en castellano al náhuatl y de éste traducirlo
para “darles a entender en su lengua ocuilteca como en él se contiene”.47
43
M. Menegus Bornemann y S. Cortez, op. cit., p. 25.
44
Ibidem, p. 26.
45
Recopilación, libro vi, título iii, ley ix, 1973.
46
M. Menegus Bornemann y S. Cortez, op. cit., pp. 26-27.
47
Aquí surge un problema con la lengua ocuilteco. Por la crónica de Grijalva, se sabe
que en “Ocuilan y sus sujetos se hablaba el ocuilteca”; vid. Joan de Grijalva, Crónica de la
orden de n. p. s. Agustín en las provincias de la Nueva España. En cuatro edades desde el año
de 1533 hasta el de 1592, México, Porrúa, 1985, p. 235. Quezada, en su estudio sobre
los matlatzincas, discutió con varios autores la clasificación del tronco Otopame, divisible
en: familia Pame-Jonaz, familia Otomí-Mazahua (otomí-mazahua) y familia Matlatzinca
(matlatzinca-ocuilteco). Ésta es la propuesta de Swadesh. Para Leonardo Manrique, hay
cinco divisiones: i Otomí-Mazahua, ii Pame del Sur, iii Pame del Norte, iv Matlatzinca-
Ocuilteco y v Chichimeco. Sin embargo, para Quezada hay muchas contradicciones en el
subgrupo del matlatzinca-ocuilteco, porque precisamente no se sabe qué es el ocuilteco; vid.
Noemí Quezada, Los Matlatzincas. Época prehispánica y época colonial hasta 1650, México,
Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1972, pp. 25-28.
En el documento de congregación se refiere, de manera particular, al lenguaje
ocuilteco; sin embargo, en la cabecera del actual municipio de Ocuilan no hay ninguna
persona que refiera o hable ese idioma. Hay un pueblo vecino, San Juan Atzingo, donde hay personas
que todavía hablan la lengua atzinca, los lugareños se refieren a él como tlahuica, pieka´kjo;
es decir, se trata de alguna derivación del idioma de uso corriente, por lo menos en la época
colonial, entre los tlahuicas del poniente de Cuauhnahuac y los otomíes del oriente del
antiguo señorío matlatzinca. En resumen, probablemente la traducción fue del náhuatl al
atzinca; aunque la confusión hasta el día de hoy es vigente.
48
M. Menegus Bornemann y S. Cortez, op. cit., p. 27.
Lugar Estancias
La configuración espacial
49
Ibidem, p. 89.
50
Recopilación de leyes, de los reynos de las Indias, Madrid, Cultura Hispánica, libro vi,
título iii, ley viii, 1973.
Durante la administración de Felipe ii, fueron promulgadas las ordenanzas de población
(1573), donde se especificó que los indios debían ser acomodados en buenas tierras para
predicarles el evangelio: “Y que tengan buenas entradas y salidas […] para fundarse pueblos
caueceras y subjetos sin perjuicio de los indios […] a donde tengan el agua cerca y que se
pueda deribar para mejor se aprouechar della en el pueblo y heredades del y que tenga cerca
los materiales”. Además, se determinó que el ancho de las calles dependiera del tipo de clima:
“Las calles en lugares fríos sean anchas y en los calientes sean angostas, pero para defensa
adonde hay caballos son mejores anchas”. Vid. Archivo General de Indias, El orden que se ha
de tener en descubrir y poblar. Transcripción de las ordenanzas de descubrimiento, nueva población
y pacificación de las indias dadas por Felipe II, el 13 de julio de 1573, en el bosque de Segovia,
Madrid, Ministerio de la Vivienda. Servicio Central de Publicaciones, 1973.
51
M. Menegus Bornemann y S. Cortez, op. cit., p. 89.
52
Idem.
53
Ibidem, p. 40.
54
Ibidem, p. 42.
55
Ibidem, p. 48.
56
Idem.
57
Idem.
Reflexión final
58
Ibidem, p. 53.
59
Ibidem, pp. 53-54.
Tras las huellas de Dios. Camino al Encuentro es el título del libro1 conmemo-
rativo del 70º aniversario de la fundación, en 1949, del Instituto de Santa
María de Guadalupe para las Misiones Extranjeras.
En este libro, hallamos la historia de un joven que desea ser Misione-
ro de Guadalupe (mg) y la experiencia que su familia vive en torno a ese
proceso. Narrada por la madre del futuro seminarista, la historia presenta
un recorrido de las diversas experiencias de los misioneros en tres de los
cinco continentes donde el Instituto tiene misiones. Pero también refiere
las propias experiencias de los Misioneros Laicos Asociados, los Sacerdotes
Asociados y el Club de Niños mg. El relato es, además, ocasión para cono-
cer la vida y obra de Misioneros de Guadalupe.
La riqueza de fotografías de la obra son un testimonial. Son rostros de
sacerdotes y laicos misioneros saliendo al encuentro de sus hermanos no
cristianos, para juntos identificar y celebrar el paso salvífico del Dios de la
historia, uniéndose al peregrinar por la vida y tomando a Santa María de
Guadalupe como modelo evangelizador.
La obra se divide en tres partes, con títulos muy sugerentes: “Espera
lo inesperado”, “La fe no hace las cosas sencillas, las hace posibles” y “Una
sola cosa es necesaria”. El orden de estos capítulos muestra quiénes son los
Misioneros de Guadalupe desde sus orígenes hasta la actualidad, identifica
algunos de los hechos más significativos y señala escenarios que la missio ad
gentes deberá atender en un futuro próximo.
El Instituto de Santa María de Guadalupe para las Misiones Extran-
jeras nace en un contexto de postguerra cuyo énfasis misionero estaba en
llevar a Dios y darlo a conocer a las personas no cristianas en tierras lejanas.
Hoy, busca salir al encuentro del otro como iglesia y juntos —como lo ha-
cen María e Isabel—, redescubrir y celebrar el paso salvífico del Dios de la
historia. El misionero es enviado por su iglesia para insertarse en el caminar
de la iglesia que lo recibe y no va solo: la comunidad cristiana que lo envía
lo acompaña en la oración, lo sostiene y, junto con la que lo acoge, participa
de la Misión de Dios.
Misioneros de Guadalupe ve en esta obra de Dios un llamado al que
los obispos de México, buscando no replegarse, responden comprometién-
dose en la evangelización de los pueblos, parte fundamental del ser y que-
hacer de la Iglesia.
Dios bendiga esta obra con muchas vocaciones misioneras.
Desiré Afana
L
a presentación del libro Del negro mexicano
y su identidad se dio bajo un contexto muy
particular; tal es el caso del coloquio que or-
ganizó la Universidad Intercontinental, en conmemoración de los 500 años
del encuentro entre Hernán Cortés, —conquistador español—, y Mocte-
zuma, el último emperador de Tenochtitlan, hoy Ciudad de México.
Bajo esta misma vena, la conferencia episcopal mexicana, con la elabo-
ración del documento Plan global pastoral 2031-2033, lanzó los preparati-
vos para la celebración de los 500 años de las apariciones del Tepeyac y de
los 2 mil años de la muerte de Jesucristo, nuestro Redentor.
Además del octavo aniversario de la celebración del último año inter-
nacional del afrodescendiente, decreto de la Organización de las Naciones
Unidas en 2011. Cabe mencionar, que los negros que están en México son
una huella de la penetración y conquista de los españoles en México.
Y cómo no mencionar el estallamiento y consumación de la Arquidió-
cesis de México en cuatro nuevas entidades eclesiásticas.
Ser panelista en una presentación de libro es, sin duda, una de las acti-
vidades literarias más delicadas, pues te obliga a evitar tres escollos: revelar
el contenido del libro y, así, cortar el apetito del lector de manera prema-
tura, aunque, tampoco se espera un simple resumen o una simple reseña.
También, está evitar contarnos a nosotros mismos y exponer nuestras
ideas, pero sin decir nada del libro; es decir aprovechar, deshonestamente, la
confianza y el espacio que se nos brinda para dejar que nuestra pluma hable
de lo que desborda nuestro propio corazón.
*
Universidad Pontificia de México, México.
346 ACERCA DE DEL NEGRO MEXICANO Y SU IDENTIDAD
1
Es decir, güero.
2
Mt. 14, 13-21.
3
Cfr. Gen. 18, 16-33.
4
Mc. 5, 9-10.
L
a serie de imágenes que aquí presentamos son
rostros moches finamente trabajados en cerá-
mica multicolor, en una obra de arte que per-
dura hasta nuestros días. Muestra rostros indígenas prehispánicos atrapa-
dos, aunque tal vez menos desfigurados que los hombres que representan:
reales, actuales y pertenecientes a esas culturas en continuos y complejos
procesos de reacomodo social y reconfiguración cultural.
Las vasijas-botellas rituales nos revelan pormenores de una cotidiani-
dad escrupulosamente detallada. Sobresalen por su realismo y por la penetrante
mirada de sus rostros, que parecen interpelarnos desde la distancia. El énfa-
sis minucioso de las sonrisas, las arrugas, los párpados, las mejillas, la barba;
es decir, la expresión del conjunto, evoca aquella ordinariedad que es ahora
extraordinaria.
Los objetos pertenecen a la cultura mochica, de Perú, que data de
épocas preincaicas, siglos ii y v de la era cristiana, aproximadamente. Las
fotografías se tomaron en el Museo Arqueológico Larco, en Lima.
*
Universidad Intercontinental, México.
Foto 1. Vasija ritual con ornamento
de aves en alto relieve.
Cultura mochica, siglos ii-v a. C.
Museo Arqueológico Larco, Lima.
Autor: Ramiro A. Gómez Arzapalo Dorantes, 2019.
Foto 2. Vasija ritual sin ornamentos. Cultura mochica,
siglos ii-v a. C. Museo Arqueológico Larco, Lima.
Autor: Ramiro A. Gómez Arzapalo Dorantes, 2019.
Foto 3. Vasija ritual con ornamento de aves en alto
relieve y pendientes. Cultura mochica, siglos ii-v a. C.
Museo Arqueológico Larco, Lima.
Autor: Ramiro A. Gómez Arzapalo Dorantes, 2019.
Foto 4. Vasija ritual con ornamento de jaguar en alto
relieve al centro del tocado. Cultura mochica, siglos
ii-v a. C. Museo Arqueológico Larco, Lima.
Autor: Ramiro A. Gómez Arzapalo Dorantes, 2019.
Foto 5. Vasija ritual con dibujos decorativos
en el tocado. Cultura mochica, siglos ii-v a. C.
Museo Arqueológico Larco, Lima.
Autor: Ramiro A. Gómez Arzapalo Dorantes, 2019.
Foto 6. Vasija ritual (detalle). Cultura mochica, siglos
ii-v a. C. Museo Arqueológico Larco, Lima.
Autor: Ramiro A. Gómez Arzapalo Dorantes, 2019.
Foto 7. Vasija ritual con manto. Cultura mochica,
siglos ii-v a. C. Museo Arqueológico Larco, Lima.
Autor: Ramiro A. Gómez Arzapalo Dorantes, 2019.
Foto 8. Vasija ritual (detalle) con dibujo de cejas,
pestañas y bigote. Cultura mochica, siglos ii-v a. C.
Museo Arqueológico Larco, Lima.
Autor: Ramiro A. Gómez Arzapalo Dorantes, 2019.
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