El Siglo XVII Es El de La Llamada Revolución Científica

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El siglo XVII es el de la llamada revolución científica.

Sus caracteres son hoy fue desconocerlas, bien por falta de información, bien porque no interesaba
bien conocidos. La cosmografía todavía descriptiva deCopérnico inició su enfrentarse con ellas. Naturalmente hubo excepciones, entre las que
transformación en mecánica celeste. La filosofía natural de origen clásico se solamente anotaremos como ejemplos significativos la postura opuesta al
vio desplazada por la nueva física, cuyos conceptos y métodos básicos paracelsismo del catedrático vallisoletano Antonio Ponce de Santa
empezaron a formularse con claridad a partir de la generación de Galileo. La Cruz (1622) y la abierta deBenito Daza Valdés (1623) ante las
alquimia, la destilación y el paracelsismo condujeron a la iatroquímica y las observaciones astronómicas de Galileo. 
otras corrientes que prepararon la constitución de la química moderna. En En medicina y las ciencias afines, la figura más representativa del
matemáticas, se desarrollaron los campos abiertos a finales del siglo XVI tradicionalismo moderado fue Gaspar Bravo de Sobremonte (1683)
-principalmente el álgebra lateral y los logaritmos- y aparecieron otros catedrático de la Universidad de Valladolid y médico de cámara de Felipe
nuevos, como la geometría analítica y el análisis infinitesimal. En ciencias IV y de Carlos II. Dedicó a la circulación de la sangre un escrito monográfico
biológicas, se realizaron los primeros conatos de taxonomía natural y se (1662), en el que defiende la doctrina de Harvey y también la circulación de
sentaron las bases de la fisiología experimental, mientras los estudios la linfa. 
anatómicos continuaban las líneas posvesalianas e iniciaban la era de la La polémica en torno a la doctrina de la circulación de la sangre, uno de los
indagación microscópica. La medicina galénica tradicional fue gradualmente principales problemas en los que se produjo el choque entre la ciencia
sustituida por los sistemas iatroquímicos e iatromecánicos o por corrientes antigua y la moderna, nos ofrece la muestra más típica e importante del
antisistemáticas, que encontraron en la nueva concepción de la especie tradicionalismo intransigente. Dicha doctrina había merecido ya los ataques
morbosa un fundamento perdurable. La técnica, por último, superó abiertos de galenistas de mentalidad tan cerrada como Juan de la Torre y
definitivamente su tradicional divorcio de los saberes científicos e inició el Valcárcel (1666), que pretendió oponerse al escándalo causado por Harvey
espectacular desarrollo que le ha dado un lugar de excepción en el mundo con argumentos pertenecientes al peor escolasticismo. Muy distinta a la de
moderno.  este oscuro autor es la personalidad de Matías García, el representante más
España, a lo largo del siglo XVII, no participó en ninguna de las primeras destacado de la postura reaccionaria, y al mismo tiempo el caso que mejor
manifestaciones maduras de la ciencia moderna. Durante casi un milenio, permite descubrir su significado histórico. 
nuestra Península había figurado entre los escenarios centrales del La ruptura con los esquemas tradicionales y la asimilación sistemática de la
desarrollo de los saberes científicos en Europa. En esta época crucial, sin ciencia moderna aparece ya en la obra de algunas figuras del período
embargo, los obstáculos que habían ido creciendo durante el siglo XVI se central del siglo, como los físicos, astrónomos y matemáticos Juan
convirtieron en auténticas barreras que aislaron la actividad científica Caramuel, Vicente Mut y José Zaragoza. 
española de las corrientes europeas y desarticularon su inserción en la Aunque la estrecha conexión del galenismo con los esquemas del
sociedad.  aristotelismo escolástico cristalizados en torno a los dogmas religiosos
Desde el punto de vista de sus relaciones con la renovación, la ciencia favoreció innegablemente su defensa, ésta nunca se expresó en forma de
española del siglo XVII puede dividirse, segúnLópez Piñero, en tres períodos persecución abierta de los partidarios de las nuevas ideas. Esta realidad
distintos. Durante el primero, que corresponde aproximadamente al tercio puede quedar enmascarada por hechos como los encarcelamientos que por
inicial de la centuria, la actividad científica española fue una mera parte de la Inquisición sufrieron, ya en las primeras décadas del siglo XVII,
continuación de la desarrollada en el siglo anterior, precisamente a espaldas algunas cabezas de la renovación médica del relieve de Diego Mateo Zapata
de las novedades. El segundo período, que comprende a grandes rasgos los y Juan Muñoz y Peralta, primer presidente de la Regia Sociedad de Medicina
cuarenta años centrales del siglo, se caracterizó por la introducción de y otras Ciencias de Sevilla. No obstante, estas figuras no fueron
algunos elementos modernos de forma fragmentaria y aislada, que fueron perseguidas por el temido Tribunal a causa de sus ideas, sino debido a su
aceptados como meras rectificaciones de detalle de las doctrinas origen judío. 
tradicionales, o simplemente rechazados. Solamente en las dos últimas Muy distinta es la situación de los novatores pertenecientes al grupo de
décadas del siglo se produjo un movimiento de ruptura con el saber ciencias matemáticas, astronómicas y físicas. La renovación se encontró
tradicional y sus supuestos.  aquí con una barrera de otro tipo, puesto que sobre un elemento
En las primeras décadas de la centuria, el nivel de la actividad científica fundamental de la misma -la teoría heliocéntrica- pesaba una prohibición
española fue todavía considerable. La actitud general ante las novedades expresa sostenida por todas las fuerzas coactivas oficiales. En contraste con
la libertad que a este respecto había existido en nuestro país durante el en Cádiz y tuvo como principal figura a Antonio Hugo de Omerique, autor de
siglo XVI, a partir de la condena de 1633 se mantuvo con especial energía la obra matemática de mayor altura realizada en la España del siglo XVII.
la prohibición del heliocentrismo incluso hasta fechas claramente ilustradas.
Todavía en 1748, al publicar sus Observaciones astronómicas, Jorge
Juan tuvo por este motivo dificultades con la censura inquisitorial que, como
ha puesto de relieve Peset Llorca, motivaron la intervención amistosa de
Mayans. 
Las más importantes e innegables novedades dentro de la química, la
biología y la medicina habían empezado a difundirse en España durante los
años centrales del siglo como rectificaciones aisladas de los esquemas
tradicionales. Dentro de dichas disciplinas, el primer texto de que tenemos
noticia en el que se rompe abiertamente con estos esquemas, se publica en
nuestro país en 1678. Se trata de un libro llamado a tener cierta notoriedad
europea: se titula Discurso político y physico, que muestra los movimientos
y efectos que produce la fermentación y materias nitrosas... Su autor
es Juan Bautista Juanini, italiano afincado en España hasta su muerte,
acaecida en 1691. Fue médico y persona muy allegada a Don Juan José de
Austria, al que dedicó el Discurso, y del que haría incluso la autopsia para
averiguar la causa clínica de su fallecimiento. 
En 1687 se producen tres acontecimientos de gran significación: da sus
primeras señales de vida el grupo renovador de Zaragoza; se traslada a
París, enviado por la Universidad de Valencia, el grabador y
microscopista Crisóstomo Martínez y, sobre todo, se publica el auténtico
documento fundacional de la renovación científica española: la Carta
filosóficomédico-chymica de Juan de Cabriada. 
El ambiente científico de Zaragoza estaba encabezado por los profesores de
medicina de su universidad. En 1687, el catedrático de anatomía Francisco
San Juan y Campos introdujo la doctrina de la circulación de la sangre en la
enseñanza universitaria española. 
Desde el 19 de julio del mismo año 1687 sabemos que estaba trabajando
en París el grabador y anatomista valenciano Crisóstomo Martínez. La
estructura íntima de los huesos y su más fina vascularización son el tema
preferido de sus láminas microscópicas y de sus escritos científicos. 
También durante 1687 publicó Juan de Cabriada su libro titulado Carta
filosófico-médico-chymica, a la que antes hemos llamado documento
fundacional de la renovación en nuestro país de las ciencias químicas,
biológicas y médicas. En los últimos años de la centuria, el movimiento
novator tuvo varios núcleos de notable actividad. Uno de los más
destacados fue el que en Valencia encabezaron Juan Bautista
Corachán y Tomás Vicente Tosca, científicos formados en el ambiente
creado por los discípulos de José Zaragoza. Otro núcleo estuvo localizado

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