833547.4136-2016 Defensa

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CORTE DE CONSTITUCIONALIDAD

REPÚBLICA DE GUATEMALA, C.A.

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Expediente 4136-2016

AMPARO EN ÚNICA INSTANCIA

EXPEDIENTE 4136-2016

CORTE DE CONSTITUCIONALIDAD, EN CALIDAD DE TRIBUNAL

EXTRAORDINARIO DE AMPARO: Guatemala, seis de febrero de dos mil

diecisiete.

Se tiene a la vista para dictar sentencia, la acción constitucional de amparo

en única instancia promovida por el Ministerio Público, por medio de la Unidad de

Impugnaciones, contra la Corte Suprema de Justicia, Cámara Penal. El

postulante actuó con el patrocinio del agente fiscal Vicente Raúl Pérez Bámaca.

Es ponente en el presente caso el Magistrado Vocal I, José Francisco De Mata

Vela, quien expresa el parecer de este Tribunal.

ANTECEDENTES

I. EL AMPARO

A) Solicitud y autoridad: presentado el diecisiete de agosto de dos mil dieciséis,

en esta Corte. B) Acto reclamado: sentencia de siete de abril de dos mil

dieciséis, dictada por la Corte Suprema de Justicia, Cámara Penal, que declaró

improcedente el recurso de casación por motivo de fondo interpuesto por el

postulante contra el fallo que no acogió la apelación especial, dentro del proceso

penal tramitado contra Kener de Jesús González Hernández por el delito de

Violación. C) Violaciones que denuncia: a los derechos de defensa y a una

tutela judicial efectiva, así como al principio jurídico del debido proceso. D)

Hechos que motivan el amparo: de lo expuesto por el postulante y del estudio

del antecedente, se resume: D.1) Producción del acto reclamado: a) el Juez

Unipersonal de Sentencia Penal, Narcoactividad y Delitos contra el Ambiente del


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departamento de Jalapa emitió sentencia condenatoria contra Kener de Jesús

González Hernández por el delito de Violación; b) ante esa decisión, el ahora

amparista interpuso recurso de apelación especial, que la Sala Regional Mixta de

la Corte de Apelaciones de Jalapa no acogió; y c) por lo anterior, el postulante

promovió recurso de casación por motivo de fondo ante la Corte Suprema de

Justicia, Cámara Penal –autoridad cuestionada–, que en sentencia de siete de

abril de dos mil dieciséis –acto reclamado–, lo declaró improcedente. D.2)

Agravios que reprocha al acto reclamado: estimó vulnerados los derechos y el

principio jurídico enunciados porque la autoridad cuestionada no tomó en cuenta

que el artículo 174, numeral 2), del Código Penal establece que la discapacidad

volitiva o cognitiva constituye una circunstancia que agrava la pena del delito de

Violación, ya que aunque la víctima sea mayor de edad, se pretende sancionar el

hecho de que el procesado se hubiere aprovechado de su situación especial de

vulnerabilidad, como ocurrió en el presente caso, en el que la agraviada sufría de

discapacidad mental, aunado a que se determinó que el acusado utilizó violencia

suficiente para cometer el hecho delictivo, por lo que la decisión reprochada

carece de fundamento, obviando que el Estado de Guatemala por medio de

diversos instrumentos internacionales asumió la obligación de combatir todo tipo

de violencia contra la mujer. Además, la autoridad objetada omitió considerar que

el elemento referente a la discapacidad de la víctima no es una circunstancia

propia ni inherente al tipo penal de Violación, puesto que no es indispensable

para su consumación; caso contrario, la discapacidad es una circunstancia de

vulnerabilidad de la víctima que la norma penal pretende proteger, siendo

evidente que el fallo emitido carece de la debida fundamentación y es

incongruente con lo que consta en las actuaciones. D.3) Pretensión: solicitó que
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se otorgue amparo y, como consecuencia, se deje en suspenso definitivo la

sentencia que constituye el acto reclamado y se ordene emitir nueva resolución.

E) Uso de procedimientos y recursos: ninguno. F) Casos de procedencia:

invocó los contenidos en las literales a), b) y d) del artículo 10 de la Ley de

Amparo, Exhibición Personal y de Constitucionalidad. G) Leyes que estima

violadas: citó los artículos 12, 28, 29, 203, 204 y 251 de la Constitución Política

de la República de Guatemala; 438, 441 y 442 del Código Procesal Penal.

II. TRÁMITE DEL AMPARO

A) Amparo provisional: no se otorgó. B) Terceros interesados: a) Kener de

Jesús González Hernández, procesado; y b) María Elisa Salazar Ávila, abogada

defensora. C) Remisión de antecedente: expediente de casación 01004-2015-

01571 de la Corte Suprema de Justicia, Cámara Penal, el cual quedó certificado

en autos. D) Medios de comprobación: se prescindió del periodo probatorio y

se incorporaron como medios de comprobación: a) el antecedente remitido; y b)

copia certificada de las sentencias de once de noviembre de dos mil quince y

once de mayo de dos mil quince, dictadas por la Sala Regional Mixta de la Corte

de Apelaciones de Jalapa y por el Juez Unipersonal de Sentencia Penal,

Narcoactividad y Delitos contra el Ambiente del departamento de Jalapa,

respectivamente, dentro de los expedientes con número único 21003-2014-

00250.

III. ALEGACIONES DE LAS PARTES

El Ministerio Público, por medio de la Unidad de Impugnaciones,

postulante, reiteró los argumentos contenidos en el escrito inicial de amparo.

Solicitó que se otorgue la protección constitucional.

CONSIDERANDO
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-I-

Existe violación al debido proceso y a la tutela judicial efectiva cuando la

autoridad cuestionada declara improcedente el recurso de casación por motivo de

fondo interpuesto por el postulante, emitiendo una resolución carente de la

debida motivación y fundamentación que exige la ley.

-II-

Para dar solución al conflicto sometido a conocimiento de esta Corte, es

preciso hacer relación de determinados hechos relevantes acaecidos en el

proceso penal subyacente:

A) El Juez Unipersonal de Sentencia Penal, Narcoactividad y Delitos

contra el Ambiente del departamento de Jalapa emitió sentencia condenatoria

contra Kener de Jesús González Hernández por el delito de Violación,

imponiéndole la pena de ocho años de prisión.

B) Ante la decisión anterior, el Ministerio Público –ahora amparista–

interpuso recurso de apelación especial por motivo de fondo, que la Sala

Regional Mixta de la Corte de Apelaciones de Jalapa no acogió.

C) Por lo anterior, el postulante planteó recurso de casación por motivo de

fondo. Al promover ese medio de impugnación invocó el caso de procedencia

contenido en el numeral 5) del artículo 441 del Código Procesal Penal,

denunciando la falta de aplicación del artículo 174, numeral 2), relacionado con el

173, ambos del Código Penal, con el argumento de que la Sala jurisdiccional no

tomó en cuenta que, de acuerdo con los hechos acreditados ante el tribunal

sentenciador, quedó probado que la víctima padece de retraso mental, por lo que

era aplicable la agravación de la pena regulada en el artículo 174 citado. Agregó

que el tipo penal de Violación no contiene dentro de sus presupuestos


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específicos el hecho que la víctima sea una persona con incapacidad volitiva o

cognitiva, ya que debe demostrarse la existencia de acceso carnal para su

materialización, cuestión distinta es que regule que el consentimiento de la

víctima no podrá tomarse en cuenta, cuando esta padezca dicha limitación.

La Corte Suprema de Justicia, Cámara Penal –autoridad cuestionada–, en

la sentencia que constituye el acto reclamado, declaró improcedente el recurso

de casación, considerando para ello: “…El artículo 173 del Código Penal, en su

parte conducente estipula que comete el delito de violación: ‘Quien con violencia

física o psicológica, tenga acceso carnal vía vaginal, anal o bucal con otra

persona, (…) Siempre se comete este delito cuando la víctima sea una persona

menor de catorce años de edad, o cuando sea una persona con incapacidad

volitiva o cognitiva, aún cuando no medie violencia física o psicológica (…)’. Este

tipo está formado con dos supuestos, que pueden concurrir ambos o

indistintamente uno de otro: 1) cuando se hace uso de violencia física o

psicológica; y 2) cuando la víctima está en una situación de vulnerabilidad por ser

menor de catorce años de edad, y por incapacidad volitiva o cognitiva. El artículo

174 del mismo cuerpo legal establece que la pena se aumentará en dos terceras

partes –incluyendo por el delito de violación–, para el presente caso: ‘(…) 2º

Cuando la víctima sea especialmente vulnerable por (…) estar en discapacidad

física o mental (…)’. De los antecedentes se establece que el sentenciante

acreditó la ‘capacidad relativa de la agraviada (…) quien no está en sus

capacidades legales para saber y entender la actitud frente a la magnitud del

delito en el cual es víctima y el grado de afectación emocional que le produce en

lo personal y daños colaterales (…) y pone en manifiesto la vulnerabilidad a la

que puede ser sometida la misma (…)’. Para calificar los hechos como delito de
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violación, estimó que el procesado produjo los actos propios del delito ‘(…) en

contra de la voluntad de la víctima (…) se establece la capacidad relativa de la

agraviada y que de conformidad a la ley, permite agravar la calificación del delito

de violación, más sin embargo es importante establecer que el artículo 173 del

Código Penal y como norma vulnerada, prevé el presupuesto en el que se

encuadra la acción cometida [por] el acusado versus víctima que por razón de

sus limitantes la hace vulnerable (…)’. Al confrontar el segundo supuesto del

artículo 173, con la circunstancia especial de agravación contenida en el artículo

174 numeral 2º, ambos del Código Penal, cuya aplicación pretende el ente

casacionista, se establece el elemento en común: la discapacidad mental de la

víctima (estado de vulnerabilidad volitiva o cognitiva); de ahí que es incompatible

agravar la pena por esa circunstancia especial de la agraviada, en virtud que la

misma –además de la violencia– ya fue considerada y aplicada por el órgano de

sentencia para subsumir los hechos en el delito de violación, que por sí mismo

contempla la pena de ocho a doce años de prisión. De acceder a lo pretendido

por el Ministerio Público se estaría sancionando doblemente por la misma

circunstancia. Por ello, no le asiste razón jurídica al ahora casacionista, dado que

el artículo 29 del Código Penal regula la prohibición de aplicar circunstancias

agravantes que ya se encuentren expresadas en la figura tipo que se aplique, lo

cual se aprecia en el presente caso. Por lo indicado, se establece que la Sala no

ha causado algún agravio al interponente, ni ha violado las normas denunciadas,

razón por la cual el recurso de casación debe declararse improcedente”.

-III-

La naturaleza de la garantía constitucional del amparo responde a la tutela

de los derechos y libertades fundamentales, procediendo en cualquier ámbito –


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como preceptúa el artículo 265 constitucional– en el que estos puedan verse

amenazados o lesionados por actos de autoridad.

La viabilidad del amparo frente a decisiones judiciales, según lo ha

reiterado la jurisprudencia constitucional, no tiene como fin la mera revisión del

criterio de fondo asumido por los órganos de la justicia ordinaria al resolver los

conflictos sometidos a su conocimiento, en tanto solo a estos corresponde la

potestad de juzgar y promover la ejecución de lo juzgado (artículo 203

constitucional). Por el contrario, el objeto de la garantía constitucional se

circunscribe a controlar que se hayan respetado y observado los derechos que la

Constitución y el resto del ordenamiento jurídico reconocen (a ello se refirió esta

Corte en sentencia de siete de marzo de dos mil siete, dictada en el expediente

2628-2006, entre otros pronunciamientos).

Ahora bien, en no pocas ocasiones podría resultar incierta la delimitación

entre aquello que es objeto de control en amparo y lo que forma parte del criterio

de fondo y que constituye ámbito exclusivo de competencia de los jueces

ordinarios: por ejemplo, la propia decisión que resuelve la controversia puede

centrarse, precisamente, en la discusión sobre el contenido y alcances de los

derechos fundamentales. De igual forma, la actuación misma de los órganos

jurisdiccionales (tanto durante el trámite del proceso, como en la resolución que

pone fin al conflicto) responde a la garantía de un específico derecho

fundamental: el derecho a la tutela judicial efectiva, lo que hace que la

delimitación de aquellas cuestiones se perfile aun más imprecisa y exige, con el

mayor ahínco, mesura y autolimitación en el quehacer del Tribunal de Amparo (es

decir, como señala en sentido ilustrativo doctrina autorizada, exige la

meticulosidad de una "microcirugía", para no afectar aquello que no es materia de


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la justicia constitucional).

En suma, cuando se trata de actuaciones judiciales, el amparo se

circunscribe a intervenir ante la amenaza o lesión a los derechos que la

Constitución, el bloque de constitucionalidad o el resto del orden jurídico

reconocen y garantizan. Así, en el ámbito de competencias de los órganos

jurisdiccionales, distintos derechos podrían verse afectados mediante su acción u

omisión, pudiendo destacar, entre otros, los que conciernen a la defensa en juicio

(artículo 12 constitucional) o a la imposibilidad de ser obligado a autoincriminarse

en proceso penal (artículo 16 del Texto Supremo), respecto de los cuales, la

discusión acerca de su observancia, objeto y efectos, configuran temas de

indudable relevancia constitucional, en los que el amparo ha de operar para

procurar su eficaz salvaguardia.

En ese orden de ideas, vale destacar que la garantía de los derechos

fundamentales exige siempre una interpretación del orden jurídico tendiente a

optimizar su efectividad; de ahí que sea también materia de la justicia

constitucional el debate acerca de la interpretación que se impone para favorecer

su observancia (principio pro persona): por ende, el amparo se viabiliza ante una

interpretación judicial que viole, restrinja o desconozca un derecho fundamental,

o si ante distintas opciones interpretativas, el juez elige aquella que limita el

derecho, en detrimento de la que lo favorece.

En lo que atañe a la tutela judicial efectiva, es menester señalar que

configura en sí misma un derecho fundamental, a la vez que constituye una

garantía para el resto de derechos, por cuanto es mediante la eficaz intervención

de los jueces (cualquiera que sea su competencia o jerarquía) que se afianza su

protección; así, el control en amparo ha de verificar que la intervención de los


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tribunales de justicia, incluida la resolución que dirima la controversia entre

partes, provea tutela en los términos constitucionalmente exigidos. Claro está que

la función del Tribunal de Amparo no lo autoriza a cuestionar o refutar el criterio

de fondo que configura la decisión material que el juez, en ejercicio de la función

constitucionalmente conferida, emita para decidir el asunto litigioso; en cambio, la

garantía del derecho a la tutela judicial efectiva exige corroborar que los distintos

elementos en este contenidos no se vean afectados arbitrariamente.

De esa cuenta, como también lo ha sostenido la jurisprudencia

constitucional, el derecho a la tutela judicial efectiva demanda garantizar el

acceso a los tribunales de justicia para instar las acciones respectivas, la

observancia del debido proceso en el trámite correspondiente y la solución de la

controversia mediante la emisión de una resolución fundada en Derecho, lo que

incluye la exigencia de motivación; de igual forma, este derecho asegura la

posibilidad de recurrir las decisiones judiciales por las vías y en las condiciones

que el sistema jurídico prevé, así como la efectividad del fallo que en definitiva

dirima la controversia.

En cuanto a la exigencia de una resolución fundada en Derecho, sin

autorizar la ulterior discusión del conflicto material, la tutela en amparo demanda

corroborar que el juez ordinario sujete su resolución al sistema de fuentes

formales que la Constitución define, lo que incluye observar la supremacía

constitucional, el contenido y alcances del bloque de constitucionalidad, el control

de convencionalidad, la jurisprudencia existente y, de ser el caso, la jerarquía

normativa, entre otros elementos.

El derecho a una resolución fundada en Derecho (aunque parezca

redundante), exige que el juez autorestrinja su intervención en orden a las


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limitaciones que su función le impone; de igual manera, la resolución que en

definitiva solucione el conflicto debe responder a las específicas pretensiones

formuladas por las partes, en congruencia con el objeto del proceso y lo actuado

en este, todo lo cual exige motivación clara, completa y razonable que ponga de

manifiesto una decisión jurídica exenta de arbitrariedad.

Cabe acotar que un fallo judicial que se apoya en criterios manifiestamente

irrazonables o que es fruto de un error patente en la función de interpretar, aplicar

e integrar el ordenamiento jurídico, denota un acto arbitrario que indudablemente

no provee tutela judicial, en cuanto no configura una resolución fundada en

Derecho; en cualquier caso, el yerro ha de ser evidente, incidiendo en la decisión

de fondo y, por ende, afectando los derechos de las partes, ámbito en el que

necesariamente debe intervenir el Tribunal de Amparo, no para disentir del

criterio jurídico sostenido e imponer el propio, sino para el único efecto de

requerir ulterior pronunciamiento que dé respuesta fundada y razonable al asunto

en discusión.

Solo cumpliendo lo antes señalado se provee tutela de acuerdo a las

exigencias constitucionales, lo que no incorpora, como un derecho per se, el que

concierne al acierto de la decisión judicial (es decir, no garantiza una decisión

coherente con lo que la parte suponga acertado), toda vez que el sistema

republicano de gobierno ha delegado en jueces y magistrados la tarea de dar

solución jurídica a las controversias suscitadas en sociedad (artículos 140, 141 y

203 constitucionales), cuyas decisiones, una vez agotados los recursos

procesales, son definitivas, no pudiendo ser reexaminadas en el fondo, esto es,

en lo que atañe a la decisión material, por órgano o autoridad alguna (artículo 211

del Texto Supremo).


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Como cabe apreciar, la función del amparo en materia judicial conlleva

asegurar que los órganos del Poder Judicial provean tutela ante las pretensiones

de los justiciables, lo que incluye verificar que aquel conjunto de garantías

inmersas en el derecho sean observadas y respetadas.

Sin duda, entre los asuntos que más recelo originan en la función de la

justicia constitucional destaca el examen, en amparo, de agravios imputados a la

Corte Suprema de Justicia en su labor como tribunal de casación. En efecto, si la

casación es el último recurso en sede judicial, cuyo fin es procurar la unificación

de la jurisprudencia para garantizar seguridad jurídica e igualdad en la tarea de

juzgar, conocido y resuelto por el órgano constitucional que actúa como tribunal

superior en jerarquía del Organismo Judicial, la intervención del Tribunal de

Amparo demanda máxima cautela y mesura para no interferir indebidamente en

competencias delegadas específicamente a dicho órgano.

Sin perjuicio de lo anterior, como instrumento de tutela judicial efectiva, el

recurso de casación –como cualquier otro medio de impugnación– responde, por

igual, a la función de garantía que se reconoce a dicho derecho fundamental; de

esa cuenta, sin entrar en la discusión del conflicto material, el Tribunal de Amparo

ha de dirigir su labor a verificar que el pronunciamiento del tribunal de casación

haya proveído tutela en los términos constitucionalmente exigidos. Criterio

sostenido por esta Corte en la sentencia de dieciséis de junio de dos mil quince,

emitida dentro de los expedientes acumulados 5909-2013, 5985-2013, 48-2014 y

439-2014.

-IV-

El artículo 16 de la Convención sobre los Derechos de las Personas con

Discapacidad, en sus partes conducentes, establece: “…1. Los Estados Partes


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adoptarán todas las medidas de carácter legislativo, administrativo, social,

educativo y de otra índole que sean pertinentes para proteger a las personas

con discapacidad, tanto en el seno del hogar como fuera de él, contra todas

las formas de explotación, violencia y abuso, incluidos los aspectos

relacionados con el género. 2. Los Estados Partes también adoptarán todas las

medidas pertinentes para impedir cualquier forma de explotación, violencia y

abuso asegurando, entre otras cosas, que existan formas adecuadas de

asistencia y apoyo que tengan en cuenta el género y la edad para las

personas con discapacidad y sus familiares y cuidadores, incluso

proporcionando información y educación sobre la manera de prevenir, reconocer

y denunciar los casos de explotación, violencia y abuso. Los Estados Partes

asegurarán que los servicios de protección tengan en cuenta la edad, el

género y la discapacidad. (…) 5. Los Estados Partes adoptarán legislación y

políticas efectivas, incluidas legislación y políticas centradas en la mujer y

en la infancia, para asegurar que los casos de explotación, violencia y

abuso contra personas con discapacidad sean detectados, investigados y,

en su caso, juzgados…”.

Por su parte, el artículo 7 de la Convención Interamericana para Prevenir,

Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer, en sus partes conducentes,

regula: “Los Estados Partes condenan a todas las formas de violencia contra la

mujer y convienen en adoptar, por todos los medios apropiados y sin dilaciones,

políticas orientadas a prevenir, sancionar y erradicar dicha violencia y en llevar a

cabo lo siguiente: (…) b. Actuar con la debida diligencia para prevenir, investigar

y sancionar la violencia contra la mujer; c. Incluir en su legislación interna

normas penales, civiles y administrativas, así como las de otra naturaleza


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que sean necesarias para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra

la mujer y adoptar las medidas administrativas apropiadas que sean del caso; d.

Adoptar medidas jurídicas para conminar al agresor a abstenerse de hostigar,

intimidar, amenazar, dañar o poner en peligro la vida de la mujer de cualquier

forma que atente contra su integridad o perjudique su propiedad; (…) f.

Establecer procedimientos legales justos y eficaces para la mujer que haya

sido sometida a violencia, que incluyan, entre otros, medidas de protección,

un juicio oportuno y el acceso efectivo a tales procedimientos; g. Establecer

los mecanismos judiciales y administrativos necesarios para asegurar que

la mujer objeto de violencia tenga acceso efectivo a resarcimiento,

reparación del daño u otros medios de comprensión justos y eficaces…”.

Además, el artículo 9 del mismo cuerpo normativo internacional establece: “Para

la adopción de las medidas a que se refiere este Capítulo, los Estados Partes

tendrán especialmente en cuenta la situación de vulnerabilidad a la

violencia que pueda sufrir la mujer en razón, entre otras, de su raza o de su

condición étnica, de migrante, refugiada o desplazada. En igual sentido se

considerará a la mujer que es objeto de violencia cuando está embarazada,

es discapacitada, menor de edad, anciana, o está en situación socioeconómica

desfavorable o afectada por situaciones de conflictos armados o de privación de

su libertad”.

Para el caso concreto, es pertinente traer a colación las normas objeto de

discusión ante el Tribunal de Casación. El artículo 173 del Código Penal

establece: “Quien, con violencia física o psicológica, tenga acceso carnal vía

vaginal, anal o bucal con otra persona, o le introduzca cualquier parte del cuerpo

u objetos, por cualquiera de las vías señaladas, u obligue a otra persona a


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introducírselos a sí misma, será sancionado con pena de prisión de ocho a doce

años. Siempre se comete este delito cuando la víctima sea una persona

menor de catorce años de edad, o cuando sea una persona con incapacidad

volitiva o cognitiva, aún cuando no medie violencia física o psicológica. La

pena se impondrá sin perjuicio de las penas que puedan corresponder por la

comisión de otros delitos”. Por su parte, el artículo 174, numeral 2), de la ley

ibídem regula: “La pena a imponer por los delitos enunciados en los artículos

anteriores, se aumentará en dos terceras partes en los siguientes casos: (…) 2.

Cuando la víctima sea especialmente vulnerable por ser adulto mayor,

padecer de enfermedad, estar en situación de discapacidad física o mental, o

por encontrarse privada de libertad…” –los resaltados son propios del Tribunal–.

Al analizar las normas internacionales y nacionales a que se hizo alusión

en líneas precedentes, se advierte que el Estado de Guatemala, en consonancia

con los instrumentos internacionales, ha adoptado en su legislación interna

medidas especiales de protección en materia penal para grupos vulnerables,

entre los que se encuentran, precisamente, mujeres y personas con

discapacidad. En ese sentido, a juicio de esta Corte adquieren especial

relevancia y cuidado los casos, como el que ahora se analiza, en el que la víctima

del hecho criminal posee ambas características de vulnerabilidad –mujer con

discapacidad mental–, puesto que los tribunales de justicia deberán atender las

circunstancias particulares del caso, brindando la protección efectiva que exige la

normativa internacional, en aplicación de las disposiciones específicas que

tutelan las características de las víctimas, tomando en cuenta que su

inobservancia conlleva vulneración de los derechos que garantiza la Constitución

y el bloque de constitucionalidad.
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En ese orden de ideas, al efectuar el estudio del acto señalado de

agraviante, esta Corte considera que, en efecto, como denuncia el postulante, al

declarar improcedente el recurso de casación, la autoridad cuestionada no

efectuó un razonamiento fundado de los motivos por los cuales decretó en el

caso en concreto la inaplicación de la agravación de la pena contenida en el

numeral 2) del artículo 174, optando por aplicar únicamente el tipo penal regulado

en el artículo 173, ambos del Código Penal.

Aprecia este Tribunal que lo expresado en el fallo reprochado revela una

falta de motivación sobre la concurrencia de la circunstancia de agravación

referente a la discapacidad mental de la víctima al caso en concreto y las razones

por las que, a su criterio, no era dable aplicarla. En ese sentido, si bien la Cámara

Penal indicó que aplicar la citada agravación implicaría sancionar doblemente la

misma circunstancia, no efectuó un desarrollo pormenorizado del por qué, a su

juicio, la agravación indicada no se encuentra en un concurso aparente de

normas, tampoco explicó cómo la aplicación del artículo 173 del Código Penal

excluye lo previsto en el artículo 174, numeral 2), del mismo Código, cuya

regulación agrava la consecuencia jurídica contenida en el primer precepto.

Así las cosas, esta Corte determina que la autoridad reprochada sostuvo

“…que es incompatible agravar la pena por esa circunstancia especial de la

agraviada, en virtud que la misma –además de la violencia– ya fue considerada y

aplicada por el órgano de sentencia para subsumir los hechos en el delito de

violación…”, lo que constituye un argumento inconsistente, en tanto que si la

calificación del delito de Violación atendió al hecho de que se ejerció violencia

física contra la víctima, ello resulta incompatible con la afirmación de que la

circunstancia referente a su discapacidad mental hubiere sido considerada para


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tipificar la conducta delictiva como Violación, puesto que es suficiente que

concurra uno de los presupuestos descritos para encuadrar los hechos en el

ilícito penal relacionado. En otras palabras, para la concurrencia del delito de

Violación, tomando en cuenta las condiciones particulares de las víctimas y su

protección especial, podrían presentarse dos escenarios a saber; el primero,

cuando se ejerce violencia física o psicológica sobre la víctima para lograr el

propósito criminal –en este caso es indiferente la edad o situación de

incapacidad– y, el segundo, cuando no se ejerce ningún tipo de violencia sobre la

víctima, pero esta es menor de catorce años de edad o, en su caso, es una

persona con incapacidad volitiva o cognitiva.

Cabe destacar que es inviable soslayar el deber de motivación con

argumentos generales que no permiten identificar el examen jurídico que deben

realizar los órganos jurisdiccionales; en el caso particular, el que le corresponde

efectuar a la autoridad cuestionada como máximo tribunal de la justicia ordinaria,

dado el motivo de fondo que se denunció en casación, siendo su deber definir y

establecer los elementos objetivos del delito endilgado, determinando si los

hechos imputados encuadraban o no en la figura delictiva correspondiente con la

agravación específica, lo que implica descartar cualquier posibilidad de existencia

de concurso aparente de normas entre lo regulado en los artículos 173 y 174,

numeral 2), de la normativa sustantiva penal.

Por lo expuesto, se concluye que la autoridad reprochada, al emitir la

sentencia que constituye el acto reclamado, vulneró el derecho a la tutela judicial

efectiva y el debido proceso constitucionalmente garantizado, impidiéndole a los

sujetos procesales conocer los razonamientos fundados que sustentan la

decisión asumida, siendo procedente otorgar la protección constitucional


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requerida, con el único efecto de que la citada autoridad dicte nueva resolución

congruente con lo considerado, sin condenarla en costas por la buena fe que se

presume en las actuaciones judiciales.

LEYES APLICABLES

Artículos citados, 265, 268 y 272, inciso b), de la Constitución Política

de la República de Guatemala; 8º, 10, 42, 49, 50, 52, 53, 54, 149, 163, inciso b),

179 y 185 de la Ley de Amparo, Exhibición Personal y de Constitucionalidad; 29 y

35 del Acuerdo 1-2013 de la Corte de Constitucionalidad.

POR TANTO

La Corte de Constitucionalidad, con base en lo considerado y leyes

citadas, declara: I) Por ausencia temporal del Magistrado Bonerge Amilcar Mejía

Orellana, se integra el Tribunal con la Magistrada María Cristina Fernández

García, para conocer y resolver el presente asunto. II) Otorga el amparo

solicitado por el Ministerio Público, por medio de la Unidad de Impugnaciones,

contra la Corte Suprema de Justicia, Cámara Penal y, como consecuencia: a)

restaura la situación jurídica afectada y deja en suspenso, en cuanto al

postulante, la sentencia que constituye el acto reclamado; b) para los efectos

positivos de este fallo, la autoridad objetada deberá dictar nueva resolución

congruente con lo considerado; c) conmina a la referida autoridad a dar exacto

cumplimiento a lo resuelto dentro del plazo de quince días contados a partir de la

fecha en que reciba la ejecutoria de este fallo, bajo apercibimiento de que, en

caso de incumplimiento, incurrirá en multa de dos mil quetzales (Q2,000.00) cada

uno de sus integrantes, sin perjuicio de las responsabilidades civiles y penales

consiguientes; y d) no hace especial condena en costas. III) Notifíquese y,

oportunamente, remítase la ejecutoria respectiva.


CORTE DE CONSTITUCIONALIDAD
REPÚBLICA DE GUATEMALA, C.A.

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Expediente 4136-2016

NEFTALY ALDANA HERRERA


PRESIDENTE

JOSE FRANCISCO DE MATA VELA DINA JOSEFINA OCHOA ESCRIBÁ


MAGISTRADO MAGISTRADA

MARIA CRISTINA FERNANDEZ GARCÍA GLORIA PATRICIA PORRAS ESCOBAR


MAGISTRADA MAGISTRADA

MARTÍN RAMÓN GUZMÁN HERNÁNDEZ


SECRETARIO GENERAL

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