Freud
Freud
La corriente del psicoanalisis iniciada por Freud hace más de 100 años en una de las
principales influencias de la cultura occidental contemporánea.
Si sus teorías sobre el funcionamiento del inconsciente han servido como influencia en
muchas áreas de las humanidades y el arte, no es menos cierto que buena parte de sus
planteamientos tienen que ver con la sexualidad humana. La teoría del desarrollo
psicosexual con sus distintas etapas es la plasmación de esta idea, y es por eso que
históricamente ha recibido mucha atención.
La energía vital que se expresa a través de la sexualidad, según Freud, está presente ya
desde las primeras semanas de nuestra vida, lo cual significa que nuestra vertiente sexual
no nace en la adolescencia, tal y como muchos investigadores de su época sostenían.
Pero las repercusiones de esto no tienen que ver simplemente con localizar el inicio de
nuestro desarrollo sexual en uno u otro punto de nuestro calendario vital. Tiene
implicaciones profundas en el modo en el que freud relacionaba nuestra personalidad
con nuestra vertiente íntima, afectiva y basada en impulsos.
Una de las ideas esenciales detrás de la teoría del desarrollo psicosexual de Freud es que el
modo en el que gestiona la satisfacción de la libido durante la infancia deja unas huellas en
nuestro inconsciente que se harán notar durante la vida adulta.
Así, si los factores externos a un niño hacen que no pueda satisfacer estas tendencias tal y
como se desearía (por ejemplo, a causa de las reprimendas de sus padres), esta angustia se
traduce en una fijación que tiene que ver con ideas relacionadas a una zona erógena en
concreto (que no tiene por qué estar en el área genital). Para Freud, por tanto, en el
desarrollo psicosexual interviene tanto la biología como la crianza.
A partir de los diferentes modos en los que la etapa de crecimiento de los menores
condiciona la aparición de uno u otro tipo de fijación, Sigmund Freud formuló la teoría
que uniría la sexualidad con el desarrollo del inconsciente freudiano.
En ella, se propone que en los primeros años de nuestras vidas atravesamos distintos
momentos de desarrollo vinculadas a la sexualidad y a distintas fijaciones, y que lo que
ocurra durante ellas influirá en el modo en el que el inconsciente condicione a la persona
una vez haya llegado a la adultez. Es decir, que cada uno de los momentos del desarrollo
psicosexual marcaría los tempos que delimitan qué tipo de acciones son necesarias
para expresar la líbido de manera satisfactoria y cuáles pueden llegar a crear conflictos
que queden enquistados en nosotros de manera inconsciente.
Como para el padre del psicoanálisis la libido es asumida como el principal tipo de
energía que mueve a las personas, estos retos y conflictos de cada fase de maduración
tendrán una vinculación más o menos velada con su manera de experimentar la sexualidad
(entendida en un sentido muy amplio en el que participan todo tipo de simbolismos).
1. Fase oral
2. Fase anal
Esta fase se produciría desde el fin de la fase oral y hasta los 3 años de edad. Se trata de
la fase en la que se empiezan a controlar el esfínter en la defecación. Para Freud, esta
actividad está vinculada al placer y la sexualidad.
Las fijaciones relacionadas con esta fase del desarrollo psicosexual tienen que ver con la
acumulación y con el gasto, vinculadas con el espíritu ahorrador y la disciplina en el primer
caso, y con la desorganización y el derroche de recursos en el segundo. Sin embargo, según
el padre del psicoanálisis, estas dinámicas de gasto y ahorro no se expresarían solamente o
principalmente a través de la gestión del dinero.
3. Fase fálica
Esta fase pulsional duraría entre los 3 y los 6 años, y su zona erógena asociada es la de
los genitales. De este modo, la principal sensación placentera sería la de orinar, pero
también se originaría en esta fase el inicio de la curiosidad por las diferencias entre
hombres y mujeres, niños y niñas, empezando por las evidentes disimilitudes en la forma de
los genitales y terminando en intereses, modos de ser y de vestir, etc.
Además, Freud relacionó esta fase con la aparición del complejo de Edipo, en el que los
niños varones sienten atracción hacia la persona que ejerce el rol de madre y sienten celos y
miedo hacia la persona que ejerce el rol de padre. A pesar de que el concepto había sido
desarrollado para que cobrase sentido principalmente en los varones, pero aplica de igual
modo para las mujeres.
4. Período de latencia
5. Fase genital
Esta fase aparece con la pubertad y se prolonga en adelante. Está relacionada con los
cambios físicos que acompañan a la adolescencia. Además, en esta fase del desarrollo
psicosexual el deseo relacionado con lo sexual se vuelve tan intenso que no se puede
reprimir con la misma eficacia que en etapas anteriores.
La zona erógena relacionada con este momento vital vuelve a ser la de los genitales, pero a
diferencia de lo que ocurre en la fase fálica, aquí ya se han desarrollado las competencias
necesarias para expresar la sexualidad a través de vínculos de unión de carácter más
abstracto y simbólico que tienen que ver con el consenso y el apego con otras personas. Es
el nacimiento de la sexualidad adulta, en contraposición a otra ligada solo a las simples
gratificaciones instantáneas y obtenidas mediante actividades estereotípicas.
La teoría del desarrollo psicosexual puede llevar a producir cierto alarmismo si se piensa
que una mal gestión de la educación de los menores durante estas fases puede dejarles con
traumas y todo tipo de trastornos si no se entienden bien las ideas de Freud. Sin embargo,
hay que tener en cuenta que esta teoría durante fue formulada y desarrollada en un
punto en el que la psicología acababa de nacer.
Cuando Sigmund Freud desarrolló sus teorías, se basaba en casos concretos de pacientes
que conocía, es decir, que su manera de investigar se fundamentaba en una mezcla de
estudios de casos e interpretación de los contenidos simbólicos del comportamiento de las
personas. Apenas establecía hipótesis que pudieran ser contrastadas con la realidad, y
cuando lo hacía, se limitaba a observar, no a realizar experimentos. La teoría del desarrollo
psicosexual no fue una excepción a esta norma.
Tampoco tiene mucho sentido investigar acerca de la utilidad de la teoría del desarrollo
psicosexual utilizando para ello análisis estadísticos, porque la formulación de estas
ideas se basaba en la interpretación que se hacía acerca de los actos de los pacientes y de
su pasado.