El Santo Negro en La Tierra Del Petroleo PDF
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fiesta popular
OLESKI MIRANDA
EL SANTO NEGRO
EN LA TIERRA DEL PETRÓLEO
La Fiesta de San Benito en Cabimas
Resumen
El petróleo no sólo trajo consigo los miasmas y las contradicciones del pro-
greso a la región conocida como la costa oriental del lago de Maracaibo y
específicamente a la ciudad de Cabimas, situada en el oeste venezolano, sino
también, la fiesta que le rinde tributo a uno de los santos más mimados del
catolicismo: San Benito. Con este breve estudio hemos querido acercarnos
y describir esta importante fiesta de la ciudad petróleo de Cabimas, al ser
el acontecimiento colectivo más importante que se lleva a cabo cada año a
finales del mes de Diciembre y a principios de Enero. Vista desde el particular
contexto de marginalidad que vive la ciudad, esta fiesta viene a configurar
la reafirmación de cuestiones como la esperanza y la fe que vierten sus ha-
bitantes. El 6 de enero de 2006, fuimos testigos de otra de las “sacadas” de
San Benito de la catedral para pasearlo por el sector Ambrosio, Amparo y la
Misión. Acompañados con ritmo del chimbángelere, hicimos un recorrido
de varios kilómetros junto a miles de devotos que se aglomeraron en las
calles esperando el paso de la imagen, para poder tocarlo, rociarle con ron,
pedirles favores y pagarles las promesas ofrecidas. La metodología empleada
consistió en la observación participante, entrevistas semi-estructuradas, el
intercambio con las personas a través del dialogo espontáneo y la revisión
bibliográfica y hemerográfica de documentos y notas que tomaran en cuenta
el testimonio y la historia de esta fiesta en este municipio petrolero del oeste
venezolano.
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El Santo Negro y el Fervor Popular
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fe a la entidad de San Benito, aunque siempre hay quien señale que
asisten solo por diversión o para embriagarse. La procesión tiene
una gran fuerza audiovisual que se objetiva en la gran cantidad de
colores, indumentarias y artefactos que las personas usan durante su
participación. Cuando hablamos de “sentido” nos referimos a dos de
los dispositivos fundamentales que más activan la emoción humana:
la música y el baile.
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de tabor específico del chimbángueles (requinto, medio golpe). Y la otra,
ya sea como ferviente o asistente que baila, pide favores y le rocía ron.
Nuestro rol fue de observador activo como seguidor de la acción de
los vasallos. También nos encontramos constantemente entre los que
querían tocar al santo. La posición de observador pasivo, en este caso,
no se adecuo strictu sensu al rol previsto dadas las características de
la fiesta la cual implica formas directas de participación.
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Cabimas que se congregaron para celebrar el acontecimiento socio-
cultural y religioso más importante de la ciudad. Con la fiesta de San
Benito, el desborde y pleitesía al Santo Negro, impregna a la población
cabimense tal como el petróleo que ha distinguido a esa tierra por todo
un siglo. La importancia del evento puede apreciarse en que cada año
reúne a una cantidad considerable de personas. Ese 6 de enero de 2006
se estimó la cantidad de asistentes en más de 180.000, entre los partici-
pantes locales y los que llegaron de los estados vecinos.1 La ciudad se
ubica en la zona llamada Costa Oriental del Lago (COL), circundando
meridionalmente el Lago de Maracaibo, al oeste de Venezuela.
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esferas como la demográfica y socio-cultural. El reventón del barroso
como fue conocido tiempo después, vino a significar el anuncio de
la riqueza mineral que guardaba el subsuelo cabimense.
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al goce mundano.
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Bobures, Cabimas y Maracaibo.
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de los planos de la existencia material e inmortal. Cuando algunos de
los asistentes entrevistados nos manifestaron sus principales razones
por la cual asisten a la procesión, cuestiones como la devoción, el
goce y la tradición se convirtieron en señales unívocas que se alterna-
ban en el discurso:
“Hay unos que vienen y son bien devotos y otros que vienen a
divertirse”
“Vengo todos los años por mis abuelos, nuestros abuelos nos dieron
esta entidad de San Benito…”
Danilo (adulto)
Mario (adulto)
“Yo sufrí una trombosis, vea como estoy, pero aquí yo lo estoy
acompañando no solamente bochincheando, sino acompañándolo
de corazón”
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En Venezuela, específicamente en la región occidental, es donde se
puede observar con mayor intensidad el fervor al santo y la tradición
del chimbángueles. Las regiones de Gibraltar y Bobures, al sur del
Lago de Maracaibo, de alta concentración de población afro-zuliana, se
considera como los asentamientos de los fieles más devotos al Santo
y donde la fiesta rebosa de un estricto carácter mítico-religioso. Sin
embargo, es en Cabimas donde la fiesta toma un carácter masivo, con
altos porcentajes de asistentes. Se trata pues de una actividad colectiva
sin precedentes, no solo por la gran cantidad de personas que asisten,
sino también por las tipologías y mezclas de raza, clase social, sexo,
edad y procedencia. Su culto es tan importante en la ciudad que incluso
una de las parroquias más jóvenes fue nombrada como el santo en el
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año de 1995. También recientemente se construyó una plaza en la
ciudad llamada la plaza de los chimbanqueles, conocida como la Plaza
de San Benito, algunos edificios públicos como dispensarios llevan su
nombre al igual que negocios como farmacias y licorerías.
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éstas son de metales y netamente bucales. Los golpes más comunes
tocados son el de: Ajé, Chimbángueles, Vaya, Chocho y Misericordia.
Aunque no tan tradicional uno de los cantos más escuchado es:
“San Benito lo que quiere
Que lo bailen las mujeres
San Benito lo que quiere
Que lo bailen las mujeres”
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setenta los grupos de vasallos de Cabimas, lograron controlar el orden
de los Chimbángueles, sin embargo con la masiva participación de las
personas se agudizó el caos hasta en muchos casos llegar a niveles
incontrolables. Para el cultor e investigador cuando en una manifesta-
ción popular participan más de 50.000 personas, es difícil controlarla
con las estructuras de música, canto y danza que dan sentido a las
festividades tradicionales. La militarización del evento fue el resultado
de un alto grado de desorden, problemas y saldo rojo que arrojaban
cada año en estas festividades en el municipio petrolero. Aunque la
violencia ha amainado aún se asimila el evento como un fiesta a la que
hay que asistir con cuidado.
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que se dio. Porque desde aquel momento dejó para siempre el
vicio”. (Prieto Soto, 2000:389)
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Lila (adulta mayor)
“Yo le hice una promesa sobre mi nieta, una vez que a ella le
daban unas cosas, y yo se la entregué a San Benito y desde ese
momento la fe en San Benito
es algo grande. Precioso”
Antonia (adulta)
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establecen distintas formas de simbología como por ejemplo la que
representa el “robo” del santo. Aunque hoy más difícil, años atrás era
común la práctica de robarse el santo. Al apropiarse de la imagen, las
personas infieren que una vez fuera de la iglesia San Benito pertenece
a la comunidad. Quienes se roban el santo lo pasean fuera de la ruta
que debía seguir durante la procesión, ruta que es establecida por las
autoridades y la iglesia. Durante el “robo” lo llevan a casas de los
vecinos, o en algunos casos a donde hay enfermos o personas imposi-
bilitadas para asistir a la ceremonia. Si bien, al santo se le trata como
a una persona a la que se le puede invitar a bailar y a compartir un
trago de ron, en los últimos años, la imagen utilizada en la procesión
es una réplica de la original que data del siglo XIX. La madera del
santo original fue deteriorándose a causa del ron y la exposición al
sol, por lo que las autoridades eclesiásticas decidieron reempla-
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zarlo por otra, sin que afectara el fervor de la población. Ante los
muchos robos y altercados, el organismo encargado de resguardar
la imagen y la seguridad ha pasado a ser la guardia nacional, con un
gran despliegue de efectivos militares. Por lo que el robo del santo
sigue constituyendo la manera como se enfrenta a las autoridades y
como se desafían a las leyes impuestas.
Pedro:
-¿Cómo estás Madelé, viniste a San Benito?
Madelé:
-Claro no me lo podía perder
Pedro:
-¿Y eso?
Madelé:
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-Vengo para compartir, me gusta compartir con ustedes con tu
familia
Pedro:
-¡Lo tuyo no es religioso!.. ¿Verdad?
Madelé:
- Bueno si un poquito, pero tampoco es que soy, este… ¿Cómo es
la palabra?
Pedro:
-¡ferviente!…
¡ ¡creyente!
Madelé:
-Sí, no soy de las que anda…
Pedro:
-Eres auténtica y vienes porque te gusta echar vaina.
Madelé:
-Bueno sí, en realidad sí.
Pedro:
-¿Crees en Cabimas?
Madelé:
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-¡Claro!.. Y tengo que creer en el Santo también- Madelé dejó
mostrar una sonrisa irónica.
Pedro:
-O sea que las dos son cosas etéreas, que no son totalmente reales
pero hay están
Madelé:
-Hay están y que más- acompañando la frase con una mueca en
los labios.
Pedro:
- ¿Te sientes orgullosa entonces?
Madelé:
-Demasiado…por supuesto
Pedro:
-Si me dices tres cosas tangibles, reales que pudieras mencionar
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acerca del por qué te sientes orgullosa ¿Cuáles serían?
Madelé:
-Tres cosas...uhh imagínate- exclamó después de vacilar un rato
al tiempo que se llevaba las manos a la nariz.
Pedro:
-Dos cosas- sugirió Pedro riendo por el desafío y quizás por el
silencio de Madelé.
Pedro:
-No hay ¿verdad?
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la perplejidad de Madelé hace del orgullo cabimero, un sentimiento
profundo y arraigado que no considera las condiciones objetivas del
entorno (marginación, pobreza, desidia, polución). Termina siendo un
sentimiento afectivo enfocado en la familia, el terruño y la fe, y que
ese día se ve simbolizado en la fiesta de San Benito. Siendo un ritual
de desdoble que aparece afianzarse cada año más, donde el jubillo y la
alegría se abre paso por sobre los miles de problemas que agobian a
gran parte de la población de Cabimas.
Dentro de esta visión, con la sacada de San Benito, fuera del re-
cinto que ocupa dentro de la iglesia, los pobladores Cabimas y demás
devotos se convierten en los protagonistas principales, dejan de ser
meros espectadores como en otras fiestas litúrgicas, asumiendo una
conciencia que les permite ser lo que la ciudad no ha sido a pesar de
todo el beneficio económico producto del petróleo que ha brindado al
resto del país. Al referirse a Cabimas el escritor, el uruguayo Eduardo
Galeano, escribió en su trilogía “Memoria del Fuego”, específicamen-
te en el último libro “El Siglo del Viento” una viva y desgarradora
descripción de apenas un párrafo fechado en 1975, en el da cuenta
de la metáfora que es Cabimas. A través de Rafael Vargas, uno de
los artistas populares más importantes que ha dado esa tierra engloba
la realidad del municipio de la siguiente manera:
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alegre que los cuadros de Vargas reseñan. Cada año con la celebración,
los problemas se dejan de lado y se abre paso al goce y entrega a
una de las divinidades a la que sus devotos no solo muestran un gran
fervor, sino también un encarnado y sentido afecto. Sentir que tiende
a revertir ese autártico entorno de petróleo y marginalidad presente
en la realidad diaria del cabimense. n
Bibliografía
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Martínez, Juan de Dios (1985) Como bailar Chimbángueles. Colección danzas
étnicas y tradicionales N 1. Maracaibo, Venezuela.
Pérez Schael, María Sol (1993) Petróleo, cultura y poder en Venezuela. Monte
Ávila Editores, Latinoamericana. Caracas-Venezuela.
Batiz, César (1998) “50 mil bailaron con San Benito”. Diario Panorama,
Miércoles 7 de Enero de 1998. Maracaibo, Venezuela.
Batiz César (1998) “San Benito el santo más bailado”. Diario Panorama,
Martes 6 de Enero de 1998. Maracaibo, Venezuela
Citas
1 Ver María Lisette Vásquez, Nota de Prensa: “La feligresía pagó promesas
al santo negro” Diario Panorama, Sábado 7 de Enero de 2006, Año 92
N° 30.727 Maracaibo-Venezuela
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