Cambio y Permanencia 1

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ESCUELA NORMAL

SUPERIOR N° 3 JOSÉ
MANUEL ESTRADA

CARRERA: PROFESORADO EN EDUCACIÓN PRIMARIA


AULA: 1 AÑO P.E.P
APELLIDO Y NOMBRE: MARTINEZ, HECTOR JONATAN
D.N.I: 35.871.620
PROFESORA: OLIVERA, MARÍA
FECHA DE ENTREGA: 14-07-20
1. SíNTESIS

CAMBIO Y PERMANENCIA
Devenir e inmortalidad

Lo que movió a los griegos a filosofar fue el asombro, y ese asombro fue ante todo asombro por el
cambio. Un árbol, por ejemplo, gracias a ese cambio que se llama crecimiento, pasa de ser pequeño,
a ser grande., y el cambio o devenir se manifiesta en múltiples fenómenos del universo.
En general en aparición y desaparición de las cosas. Ante tal espectáculo los griegos se preguntaron:
¿Qué es esto del cambio?
Heráclito, afirma que el fundamento de todo esta en el cambio incesante; que el ente deviene, que
todo se transforma, en un proceso de continuo nacimiento y destrucción al que todo escapa.

Heráclito y el fuego

Heráclito vivió hacia comienzos del siglo V a.C; entre el siglo 544/1 y 484/1. Heráclito expresó del
modo mas vigoroso la idea de que la realidad no es sino devenir, incesante transformación, “Todo
fluye”, “todo pasa y nada permanece”, son frases que Platón atribuye a los heraclitianos. Heráclito
se vale de numerosas imágenes, la más famosa de las cuales compara la realidad con el curso del rio:
“no podemos bañarnos dos veces en el mismo”, porque cuando regresamos a él sus aguas,
continuamente renovadas, ya son otras, y hasta su lecho y sus riberas se han transformado, de
manera que no hay identidad estricta entre el rio del primer momento y el de nuestro regreso a él.
El rio de Heráclito simboliza entonces el cambio perpetuo de todas las cosas. Todo se ofrece como
permanente es nada más que una ilusión que encubre un cambio tan lento que resulta difícil de
percibir, como el que secretamente corre por las montañas, por ejemplo, un bloque de mármol.

La palabra griega que se traduce por “mundo “es cosmos, término que no solo significaba el
universo, sino tenia también el sentido del “adorno” “ornamento” “arreglo” “orden” y no cualquier
orden, sino el orden armonioso, equilibrado, bello.

Heráclito sostiene que el cosmos no es obra de los dioses, ni mucho menos, naturalmente, de los
hombres: por el contrario, el mundo “siempre fue, es y será”, es decir, es eterno, de duración
infinita, desde siempre y para siempre, con lo cual Heráclito fue “el primero en presentar en Grecia
un concepto de eternidad que es infinidad temporal del ser”. El cosmos además es único: “el mismo
para todos”, y con esta idea de su unicidad niega Heráclito la pluralidad de los mundos. ¿Cuál es el
fundamento del mundo? Heráclito afirma que es fuego siempre vivo. En primer lugar, se puede
pensar que “fuego” designa el principio o fundamento de todas las cosas, como especie de “material
“primordial del que todo está hecho.

En segundo lugar, puede pensarse que “fuego” sea una metáfora, una imagen del cambio incesante
que domina toda realidad, elegido símbolo porque, entre todas las cosas y procesos que se nos
ofrecen a la percepción, no hay ninguno donde el cambio se manifieste de manera tan patente como
en el fuego: la llama que arde es cambio continuo, y cuanto más quieta parece esta, tanto más
rápido es el proceso de combustión.

Heráclito: el logos
El cambio no es cambio puro, por así decirlo, sin orden ni concierto, lo cual sería por lo demás
impensable, sino un cambio que sigue ciertas pautas. Con lo cual aparece por primera vez el
concepto de lo que luego se llamara ley científica, y que Heráclito denomina Dike y logos.

Esa “ley” la piensa Heráclito como ritmo u oscilación entre opuestos; y en otro de sus celebres
fragmentos se lee que “la guerra de todas las cosas es padre, de todas las cosas es rey. “Guerra”, no
es sino un nuevo nombre para el cambio. Heráclito la llama “padre” Y “rey”, la considera aquello que
genera, aquello de donde las cosas se originan y a la vez lo que manda, gobierna o domina sobre
ellas. Estos son, precisamente los dos sentidos principales de la palabra que suele traducirse por
fundamento o principio.

Heráclito concibió lo absoluto como proceso dialectico, según como observaba Hegel “dialectico,
porque en ese proceso se realiza la unidad de los opuestos, la coincidencia oppositorum, porque
toda cosa, en su incesante cambio, reúne en si determinaciones opuestas, es y no es, es hecha y
deshecha.

La “guerra” significa una armonía: la que de una pluralidad de cosas y acontecimientos discordantes
hace el cosmos único, bello y ordenado.

El logos pues, entendido como el ser en tanto dador de unidad, es el fundamento de todo, que todo
traspasa y domina.

Parménides: el ente y sus caracteres

Parménides nació, según se supone hacia los años 515 a 510 a.C en la ciudad de Elea. Parménides es
el primer filosofo que procede con total rigor racional convencido de que únicamente con el
pensamiento- puede alcanzarse la verdad y de que todo lo que se aparte de aquel no puede ser sino
error.

El pensar no puede ser sino pensar del ente: no hay posibilidad de alcanzar el ser sino mediante la
razón. Parménides llega a expresar, no solo que pensar una cosa equivale a pensarla existente, sino
también que la pensabilidad de una cosa prueba su existencia; porque si solo lo real es pensable, lo
pensado resulta necesariamente real”

Parménides comienza por colocarse ante la alternativa mas amplia que pueda uno enfrentar, ante
las dos máximas posibilidades pensables: o hay algo, algo es, es decir, hay ente o bien no hay nada.

“La decisión consiste en esto: es o no es” o uno o lo otro: pero sin que quepa una tercera
posibilidad (el principio del tercero excluido). Es evidente que la segunda posibilidad enunciada, que
no sea nada, es absurdo: porque decir “no hay nada” es como afirmar que “lo que hay es la nada”,
que “que la nada es” y por tanto debe rechazarse (Principio de contradicción).

Por ende, es preciso concluir afirmando decisivamente el primer miembro de la alternativa, es decir,
que “es”, a ese algo se lo llamará ente. Entonces el ente es necesario.

El ente es único, inmutable, inmóvil, inengendrado, imperecedero, intemporal e indivisible. El ente


es único, y si hubiese dos entes, tendría que haber una diferencia entre ambos, puesto que si no se
diferencian en nada no serian dos, sino uno solo. (principio de lo indiscernible=. Pero lo que se
diferencia del ente, es lo que no es ente, esto no es, el no ente, la nada.

El ente es inmutable, no esta sometido al cambio en ninguna de sus formas, permaneciendo el


mismo en el mismo estado, reposa en si mismo, porque cualquier tipo de cambio supondría que el
ente se transformase en algo diferente; pero como lo diferente es el ente es el no ente, y el no ente
es la nada, y la nada no es nada, el ente no puede cambiar.

El ente, es inmóvil. De la inmutabilidad resulta también que el ente carece de origen, que es
ingendrado.

El razonamiento es en esencia siempre el mismo. Si el ente hubiera tenido origen, hubiese tenido
que ser engendrado o producido. Pero como lo diferente del ente es el no ente, la nada, no hay nada
que pueda haberlo originado. Por consiguiente, es ingenerado.

Es preciso sostener que el ente nunca puede dejar de ser, que el ente es imperecedero. Porque si el
ente se destruyese, entonces sería el no ente, la nada y como esto, según ya se sabe, es absurdo, es
necesario eliminar la posibilidad de la desesperación del ente, tanto como la de su generación. El
ente es además intemporal. Parménides piensa la eternidad del ente como eternidad supra
temporal como constante presencia, como eterno presente o quizás más exactamente, como
intemporalidad.

El ente, por último, es indivisible. en el ente no hay diferencias, y si no hay diferencias, no es posible
dividirlo, puesto que toda división se la hace según partes diferentes.

Parménides: impugnación del mundo sensible

Pero si el ente es uno, inmutable, inmóvil. Etc ¿Qué pasa entonces con el mundo sensible, con las
cosas que vemos, oímos y palpamos?

Parménides no transigue con nada de ello, puesto que se ha demostrado que solo el ente es; por
tanto. Todas las cosas sensibles y sus propiedades todas – movimiento, nacimiento, color, etc no son
mas que ilusión, vana apariencia, nada verdaderamente real, sino fantasmas verbales en los que solo
pueden creer quienes, en lugar de marchar por el camino de la verdad, andan perdidos por el
camino de la mera “opinión”.

Los hombres en general coinciden en creer en la realidad del mundo sensible, mundo de diversidad
en que todo es y no es. Pero entonces carecen de saber firme, en el fondo son victimas de la mas
total ignorancia y van arrastrados de un lado hacia otro, sin rumbo fijo, porque están perdidos,
desde el momento en que para ellos “el ser y el no ser” son lo mismo y no son lo mismo. En efecto,
“creen que lo que es puede cambiar y devenir lo que no era antes. Ser y no ser son lo mismo en
cuanto que ambos se encuentran en todo hecho; y sin embargo es obvio que son opuestos y por
tanto, no son lo mismo. A esos hombres Parménides los llama “bicéfalos” justamente porque unen
ser y no ser.

El descubrimiento de la razón

¿Qué es este ente de que Parménides habla?

El ente de Parménides es justamente tal abstracción, este colmo de abstracción, si se quiere decirlo
así, y esto es lo que hay que esforzarse por comprender porque en ello reside la imperecedera gloria
de este pensador. Con Parménides comenzó el filosofar propiamente dicho. Un hombre se libera de
todas las representaciones y opiniones, les niega toda la verdad, y dice que solo la necesidad, el ser,
es lo verdadero.

Hegel enseña que con Parménides se inicia la filosofía en el sentido mas propio de la palabra porque
solo con Parménides el pensamiento se ciñe a lo ideal o racional. Con Parménides, el pensamiento se
libera de todo ello y se atiene solo a si mismo, al dominio del concepto y rechaza todo lo que tenga
origen en lo sensible y en las “opiniones” de lo hombres, que se nutren de lo sensible.

En la medida en que se descalifica el conocimiento sensible y se atiene única y exclusivamente a lo


que enseña el pensar, la razón, puede decirse que Parménides es el primer racionalista de la historia,
tanto que el rigor y consecuencia con que procede, su racionalidad incondicionada.

Es preciso corregir de inmediato tal impresión tomando conciencia del hecho de que la reflexión de
Parménides. Por mas extraña que pueda parecer, representa históricamente nada menos que el
momento en que el hombre descubre la razón.

Afirmar que Parménides descubrió la razón, significa en ese contexto dos cosas. De un lado, que fue
el primero en darse cuenta de que hay un conocimiento, el conocimiento racional, necesario y
universal, a diferencia del conocimiento empírico o sensible, que es contingente y particular. De otro
lado, significa que enuncio por primera vez los tres primeros principios ontológicos: el principio de
identidad (lo que es; es: o: el ente es) de contradicción (el ente no puede no ser). Con Parménides,
entonces, nos encontramos con algo que no solo tiene interés para la filosofía: sino con un
acontecimiento histórico cuya importancia difícilmente puede exagerarse.

La ejemplaridad de Heráclito y Parménides

Se eligió a Heráclito y Parménides porque ilustran dos modos de antitéticos de considerar el


fundamento de los entes, porque representan dos posibilidades extremas de enfocar la realidad,
donde lo real es devenir, transformación incesante, formación y desintegración irrestañable de todas
las cosas, sin que nada permanezca inmutable o bien como algo absolutamente estático, fijo,
inmóvil, donde lo verdaderamente real es lo permanente, el ente que es presencia constante.

No se puede pensar la realidad satisfactoriamente sin tener en cuenta, por un lado, que hay cosas
que cambian, y por el otro, sin pensar que en la realidad ha de haber también algo permanente. De
esta manera que todas las demás teorías posibles se reducirían, en el fondo a una combinación mas
o menos armoniosa o afortunada de estas dos posiciones extremas.

Segunda caracterización de la filosofía: como la filosofía como el saber más profundo.

Una de las tareas de la filosofía, es la que corresponde a la metafísica: buscar el fundamento ultimo
de todos los entes, lo que a veces también se llama ente supremo. Este fundamento no es nada que
se revele de modo inmediato; de otra manera no surgiría la pregunta “¿Cuál es el fundamento? Sino
que, sencillamente, ya de antemano se tendrá la respuesta.

La actitud metafísica puede describirse, como una inversión de la actitud propia de la vida diaria. En
efecto, no nos ocupamos de la totalidad del ente ni de su fundamento, sino de tales o cuales entes
determinados, los que determina la preocupación dominante en cada caso. Hegel afirmó que, en
relación, con el sentido común, con la actitud de la vida diaria, en el mundo de la filosofía es un
mundo al revés.

La filosofía en cambio se ocupa del mundo, de la totalidad del ente, para verlo por su revés, si se nos
permite la expresión, para buscar su fondo ultimo su fundamento.
Puede por tanto intentarse una segunda caracterización de la filosofía, diciendo que la filosofía es el
saber mas profundo, porque se dirige al fondo o fundamento del ente en totalidad, aquello sobre lo
cual este se apoya y de lo que depende.

El alcance o radio de la filosofía es total, puesto que su tema es el fundamento de todo ente,
aquello, pues, en que reside la unidad ultima de los entes en cuanto tales y sin el cual no habría ni
entes físicos, ni económicos, ni psíquicos, y por tanto no habría ni física, ni economía, ni psicología….
Ni tampoco filosofía.

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