Tributación Ambiental

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FUNDAMENTO LEGAL PARA LA APLICACIÓN DE LA TRIBUTACIÓN AMBIENTAL EN EL PERÚ La

Constitución Política del Perú, en el artículo 2º inciso 22), consagra “el derecho fundamental a
gozar de un ambiente equilibrado y adecuado que se traduce en la obligación de Estado así como
de los ciudadanos de mantener aquellas condiciones indispensables para el desarrollo de la vida y
procesos ecológicos”, por lo que basándonos en ese derecho fundamental se podría implantar la
concepción del tributo para fines extrafiscales; de esa manera, se debe entender que la finalidad
del tributo no siempre es de recaudar, sino también puede funcionar como una herramienta para
aminorar la contaminación desde las propias fuentes de emisión.

LOS TRIBUTOS AMBIENTALES Los tributos ambientales se podrían definir como cargos aplicados
sobre “sustancias o actividades que tienen efectos negativos sobre el medio ambiente”, que busca
incluir los costos ambientales dentro del precio de los bienes o servicios. Sustancialmente, estos
impuestos se basan en el principio de “quien contamina paga” y al contrario del común de los
impuestos, que poseen la capacidad de distorsionar incentivos, estos tienen la capacidad de
corregirlos, de manera tal que las externalidades producidas por aquellas actividades nocivas para
el medio ambiente son internalizadas dentro de las estructuras de costos, interviniendo de esta
forma en las decisiones productivas de los agentes en post de una producción óptima tanto para la
sociedad, como para el medio ambiente

Artículo 70.- Tributación y Ambiente.- El diseño de los tributos debiera considerar los objetivos de
la política ambiental y de los recursos naturales, promoviendo conductas ambientalmente
responsable y alentando hábitos de consumo y de producción sostenibles. En este artículo 4° se
tiene la base legal para reformar el diseño del marco tributario nacional, donde el Estado
considere los objetivos de la política nacional ambiental, promoviendo conductas ambientalmente
responsables, para crear los tributos ambientales.

Artículo 73.- Destino de la recaudación tributaria.- Lo recaudado por concepto de tributos y


derechos administrativos vinculados directamente al manejo de recursos naturales y el control de
la contaminación ambiental, debe destinarse preferentemente al sostenimiento de las acciones de
gestión ambiental en las regiones donde se originen dichos ingresos.

las aplicaciones más comunes de los tributos ambientales son:

– Impuestos sobre emisiones y descargas: son cargos que están relacionados con la contaminación
real o estimada que provoquen. Estas pueden ser emisiones a la atmósfera, al agua, al suelo e
incluso con el ruido. Por ejemplo, las emisiones de CO2 de las fuentes industriales o las descargas
sobre afluentes de agua o las emisiones de ruido en el campo de la aviación.

– Impuestos sobre insumos y productos: son cargos sobre productos específicos que generan
impactos sobre el medio ambiente. Ejemplos de estos son los cargos sobre gasolinas, plaguicidas,
cigarrillos, pilas, envases no retornables o electricidad.

– Impuestos diferenciados: corresponden a cargos que buscan inducir cambios en el consumo


mediante costos diferenciados con impuestos. Ejemplos de ellos son los impuestos sobre gasolinas
con plomo o sin plomo.
– Impuestos a la explotación de recursos: son gravámenes que se aplican sobre actividades
extractivas o de explotación de bienes que tiene impacto sobre el medio ambiente. Ejemplos de
estos son cargos a la extracción de minerales como carbón o petróleo.

– Subsidios tributarios: los subsidios pueden entenderse como impuestos negativos que se aplican
para incentivar actividades o productos con impacto positivo sobre el medio ambiente. Un
ejemplo de esto son los subsidios para inversiones en tecnologías

1 Clases de tributos ambientales Según Varona Alabern (2009), se destacan tres tipos principales
de tributos ambientales dentro de la clasificación tripartita de los tributos en general:

a. Impuesto ambiental. En principio se puede afirmar que el impuesto es el tributo que recae
sobre determinadas manifestaciones de riqueza y no genera una actividad administrativa en favor
del particular, de ahí que encuentre fundamento en el principio de capacidad económica. Los
impuestos ambientales, además de la característica antes señalada, son aquellos creados para
cambiar el comportamiento de los productores y/o consumidores. El efecto incentivo que produce
su aplicación es de suma importancia para que tanto consumidores como productores cambien de
comportamiento en la dirección de un uso de recursos más “eco-eficiente”; para estimular la
innovación y los cambios estructurales; y para reforzar el cumplimiento de las disposiciones
normativas. Asimismo, aumenta la recaudación, que puede utilizarse para mejorar el gasto en
medio ambiente; y/o para reducir los impuestos sobre el trabajo, el capital y el ahorro.

b. La tasa ambiental. La tasa es el tributo que provoca una actuación administrativa en beneficio
del particular. Más concretamente, la tasa se paga, en primer lugar, por la utilización privativa o el
aprovechamiento especial del dominio público, así como, en segundo lugar, por la realización de
una actividad o prestación de un servicio en régimen de derecho público que afecte o beneficie al
particular, siempre que no sea voluntario o se desarrolle en régimen de monopolio de hecho o de
derecho.

c. Concepto de contribución especial. La contribución especial es una categoría tributaria que se


aproxima a la tasa, porque en ambas figuras opera una actuación administrativa en favor del
obligado tributario. Su hecho imponible consiste en el beneficio o aumento de valor de los bienes
del contribuyente derivado de la realización de obras públicas o del establecimiento o ampliación
de un servicio público. Como se puede observar, el fundamento de este tributo radica en la
ventaja que obtiene el contribuyente como consecuencia de una actuación administrativa, solo
que, por la naturaleza de ésta, beneficia especialmente a un grupo de personas, que son las que
deberán asumir el costo de la obra. La contribución especial está pensada fundamentalmente para
financiar gastos de inversión, a diferencia de la tasa, que está concebida para financiar gastos
corrientes o de funcionamiento, de modo que el servicio que la justifica se agota en cada sujeto.
Precisamente por estar ligada a una obra de inversión, que posee mayor grado de permanencia y
estabilidad, la contribución especial siempre beneficiará algo a la colectividad, por lo que está
justificado que parte de su total financiación repose en los impuestos. No resulta difícil reconocer
su naturaleza fiscal; en efecto, este tributo persigue recaudar fondos de aquellas personas que se
han visto particularmente favorecidas por la obra pública que se quiere sufragar.
El derecho “premial” ambiental

La creación de tributos ambientales podría resultar difícil por la alta


complejidad en la configuración del supuesto de hecho, puesto que el hecho
imponible recaería en una actividad contaminante, para lo cual requiere
una medición para saber en qué momento se considera dicha actividad
como nociva y contaminadora; por esa razón, consideramos que el inicio de
la tributación ambiental en el Perú debiera darse a través del derecho
“premial” ambiental. Nos explicamos.

Una excelente forma de efectivizar la


relación Tributo – Ambiente – Desarrollo Sostenible, es haciendo al
instrumento tributario más atractivo para los contribuyentes de tal forma
que se utilice como un mecanismo eficaz para la reducción y control de la
contaminación. Es ahí que proponemos “contrario sensu” al principio
“contaminador – pagador” de quien contamina paga, que aquellos
que contaminen menos, paguen menos. ¿Cómo hacer efectiva esa
relación? Por ejemplo, a través de la aplicación de beneficios tributarios
para aquellos que operen por encima de los estándares y normas
ambientales.

A través de los beneficios tributarios podría iniciarse el cambio de


paradigma sobre el enfoque ambiental en el Perú. Este nuevo enfoque
ambiental debe estar orientado a la prevención que es – o debería ser – la
esencia de la política ambiental. Y, lo que es mejor aún, que el Estado
acompañe a las empresas privadas a lo largo del desarrollo de sus
actividades siempre bajo la premisa de que la conservación del ambiente y
el control y reducción de la contaminación es una tarea conjunta.

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