Moda de Egipto Al Renacimiento
Moda de Egipto Al Renacimiento
Moda de Egipto Al Renacimiento
UNIDAD 1
DE EGIPTO
AL
RENACIMIENTO
2008
EGIPTO
CRETA
GRECIA
ETRUSCOS
ROMA
BIZANCIO
EDAD MEDIA
RENACIMIENTO
EL ANTIGUO EGIPTO
Contexto histórico
Indumentaria
Debido a las condiciones ambientales -la sequedad del suelo y el clima cálido- de muchas
construcciones funerarias, la ropa, las joyas, los objetos y los utensilios, que se habrían
deteriorado en condiciones de mayor humedad, se han conservado bien, y gracias a ello los
historiadores han podido adquirir amplios conocimientos sobre la vida y la vestimenta de los
egipcios..
La forma de vestir cambió poco a lo largo de la historia del antiguo Egipto, y, cuando se
introducían nuevos estilos o prendas, se utilizaban junto con los antiguos. Al principio, la
mayoría de las prendas tenían una forma sencilla, básicamente triangular. A causa del
extremo calor, la ropa debía ofrecer tres cualidades: ser holgada, ligera y sencilla. No
se admitía la desnudez completa, ya que se consideraba inmoral para todo aquel que no
fuese niño, esclavo o plebeyo.
Tanto los hombres como las mujeres podían llevar el torso descubierto, aunque las
mujeres se cubrían mucho más que los hombres. Las proporciones de la ropa eran
similares, aunque diferían en los aspectos que realzaban. Los vestidos de las mujeres se
caracterizaban por ser de talle alto, mientras que la ropa de los hombres resaltaba las
caderas.
Además, la ropa de las mujeres era mucho más restrictiva que la que llevaban los hombres:
el ilalasiris era ajustado, mientras que la falda masculina permitía mayor movimiento.
Prendas femeninas
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Nefertiti lleva un vestido largo y ajustado, cubierto con una túnica plisada, con amplias
mangas que llegan hasta el codo. Un cinturón por debajo del pecho forma una línea estilo
imperio, y un collar de cuentas adorna el escote.
Prendas masculinas
La prenda tradicional de los hombres era el schenti. Era una simple falda envuelta
alrededor de las caderas, cuyos extremos caían en pliegues por delante. Inicialmente era de
cuero o piel, pero luego pasaron a confeccionarse con tejidos ligeros, normalmente hilo.
Los faraones aparecen a veces representados con una cola de león colgada de la parte
trasera de la falda, y los soldados llevaban en ocasiones una falda de rayas o con trozos de
tejido teñidos.
Con el tiempo, la falda se fue cortando de un modo más angular, y se almidonaba para que
el tejido estuviera lo bastante tieso para sobresalir y formar un triángulo por delante. Los
hombres solían utilizar ropa que resaltaba la parte delantera del cuerpo. La zona genital se
consideraba algo sagrado por su implicación en la procreación, de ahí la importancia que se
le concedía. También se intentaba atraer la atención hacia esa parte del cuerpo poniéndose
la ropa de modo que bajara desde
la cintura hasta la zona pubiana.
La ropa de los hombres fue
evolucionando gradualmente. Una
de las primeras innovaciones que
siguieron al schenti fue la falda.
Alrededor del 2040-1640 a.C., los
hombres llevaban una falda larga
encima de la anterior. Se
componía de un solo rectángulo de
lino, y la longitud variaba desde la
mitad del muslo hasta encima del
tobillo. A veces se sujetaba con un
cinturón decorativo.
Se cree que la implantación de
otros tipos de vestimenta, como la
túnica y el vestido, fue
consecuencia de la .conquista de Siria por parte de Egipto en el siglo XV a.C., tambien , se
introdujeron refinadas técnicas de tejido que mejoraron la poción. La túnica que se
asemejaba a -un camisón de manga corta- podía llevarse sobre el schenti. El vestido largo
tenía una forma más complicada y se componía de una pieza de tejido aproximadamente el
doble de larga que la altura de la persona. Era muy escotado y, al ser tan amplio, tenía unas
mangas muy anchas. La falda, por su parte, se fruncía en la cintura. El vestido era la
vestimenta menos corriente entre los egipcios. También había una prenda formada por un
trozo de tela plegado sobre el hombro y sujeto con una fíbula, un cierre parecido a un
broche.
Tejidos y colores
El hilo era el género más utilizado para la ropa en el antiguo Egipto. Su fibra podía
trabajarse en un tejido fino y ligero, que nunca resultara pesado ni cálido, y podía colocarse
sobre el cuerpo sin más. Además, era fácil de lavar. Al principio, el hilo se hacía con fibras
vegetales -una técnica inventada en Egipto-, pero
los métodos de riego mejoraron en todo el país y
el lino se convirtió en la materia prima más
utilizada para la fabricación de hilo.
Además se utilizaba : el carrizo se usaba para
las sencillas prendas que llevaban los esclavos y
el papiro para prendas cortas y ajustadas, como
los delantales. Las prendas amplias como las
túnicas y los vestidos se confeccionaban con hilo
y algodón, ya veces se bordaban con oro. La
lana mantos y ropa de abrigo. El cuero era
empleado para la ropa militar como los mandiles
de los soldados. Conocen la seda alrededor del
323 a.C. En los templos no se llevaban prendas
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de lana ni de cuero porque se consideraba un acto profano rendir culto a los dioses vistiendo
ropa confeccionada con fibras animales.
Los colores estaban cargados de simbolismo; el verde representaba la vida y la juventud,
el amarillo era el símbolo del oro el cuerpo de los dioses inmortales. El menos habitual era
el negro, que se usaba exclusivamente para las pelucas. El blanco símbolo de la felicidad
era el color predominante en el vestuario egipcio.. El teñido era difícil teñir con las técnicas
disponibles de modo que la ropa se hacía normalmente de hilo natural blanqueado. En
Egipto se desarrollaron los tintes para tela valiéndose de ingredientes naturales. Aunque era
una técnica difícil los egipcios solían utilizarla: los esclavos por ejemplo a veces iban
vestidos con lino azul. El tinte rojo se extraía de plantas como Alkanna tinctoria y Rubia
tinctorum, y de las flores de Cathamus tinctorius (cártamo). Con hilos teñidos de oro se
tejían las túnicas y los guantes reales. El cuero también se teñía de rojo, amarillo y verde.
Joyería y ornamentos
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Calzado
Las sandalias son el calzado más antiguo que se conoce, resultaba necesario para proteger
los pies de la arena caliente del desierto, al tiempo que los mantenían frescos y ventilados.
Las sandalias básicas de los egipcios tenían forma de chancla y consistían en dos tiras y
una suela. Una tira pasaba entre los dos primeros dedos y se unía a la otra, que recorría el
empeine. Hombres y mujeres llevaban sandalias hechas de madera, papiro, piel de cabra y
fibra de palma.
Peinados y tocados
Los egipcios eran expertos en la confección de pelucas, que usaban tanto hombres
como mujeres. Debido al calor ya la habitual preocupación por la limpieza, los reyes y los
nobles se afeitaban la cabeza y llevaban pelucas de cabello natural, que los esclavos
cepillaban y arreglaban cuidadosamente y las llevaban sobre todo en las festividades y
ceremonias religiosas.
El cabello podía ocultarse o bien mostrarse
con un tocado. El pschent del faraón consistía
en un tocado alto, formado por las dos coronas
que simbolizaban los antiguos reinados del
Alto y el Bajo Egipto; con él se ocultaba por
completo el cabello.
Como otros aspectos de la indumentaria
egipcia, los tocados incorporaban elementos
simbólicos. Una forma ceremonial de tocado
que llevaban los faraones contenía dos plumas
en posición vertical, plumas de avestruz
cuernos de carnero y el disco solar. Con el
paso del tiempo, los estilos llegaron a la
extravagancia. Durante el Imperio nuevo, la
obsesión por la fantasía alcanzó su máxima
expresión, y los motivos simbólicos que se
incorporaban en los altos tocados
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ceremoniales podían llevar a la vez el disco solar, las alas protectoras del halcón o el buitre
sagrado, las plumas reales y la cobra real.
El omnipresente tocado de tela, el voluminoso klaft, tenía una finalidad funcional: proteger al
que lo llevaba del calor del sol. Se realizaba con un material grueso de rayas, se sujetaba a
la altura de las sienes y caía sobre los hombros formando pliegues.
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CRETA
Contexto histórico
La Creta minoica -o de la edad del bronce- está considerada la primera civilización europea.
Se cree que sus primeros habitantes conocidos habitaban en cuevas e iban cubiertos con
pieles de animales, pero desaparecieron cuando, hacia el 6000 a.C., llegaron a Creta
nuevos colonos procedentes de Asia Menor. Durante los tres mil años siguientes,
aproximadamente, un asentamiento neolítico, que acabaría siendo conocido como Cnosos,
prosperó a unos cuantos kilómetros tierra adentro de la costa septentrional de la isfa.
Creta se convirtió en un centro de producción y exportación de bronce debido a dos factores.
En torno al 3000 a.C., ya se habían desarrollado las técnicas de fabricación y fundición del
bronce. Simultáneamente, una entrada de inmigrantes procedentes de las Cícladas llevó a
Creta nuevas técnicas de navegación. La civilización cretense tuvo al principio una fuerte
influencia de sus socios comerciales más importantes, Egipto y Babilonia.
Alrededor del 1450 a.C., Creta fue invadida por los micénicos, procedentes de la península
griega. Las obras de arte y la cerámica de esa época y de los períodos siguientes tienen
carácter micénico. En el siglo XIV o a principios del XIII a.C., el palacio fue destruido,
probablemente por una catástrofe natural, y jamás fue reconstruido, aunque la ciudad
permaneció habitada hasta el siglo IV d.C. La cultura micénica estaba en declive cuando se
produjo la invasión doria hacia el 1100 a.C. y, aunque Cnosos continuó siendo un estado
importante hasta la invasión romana del año 67 a.C., nunca recuperó la preeminencia que
tuvo durante la edad del bronce.
Indumentaria
El clima de Creta, templado y húmedo, ha hecho que no se hayan conservado muestras de
ropa, pues el paso del tiempo las ha destruido. Los conocimientos que poseemos acerca del
modo de vestir minoico proceden de las estatuillas, de las pinturas en las vasijas y de los
frescos, que aportan pistas, aunque no revelan con exactitud la forma de vestir. Las
imágenes de la diosa serpiente proporcionan cierta idea de la indumentaria femenina, y una
muestra del modo de vestir masculino de esa época se puede apreciar en un dibujo del
minoico tardío, en el que se ve a un rey sacerdote de Cnosos con una corona de lirios con
tres plumas (rosa, púrpura y azul), un cinturón rojo y blanco muy ceñido a la cintura, y una
falda corta de piel. Los minoicos parecen haber sido una raza alta y delgada, y su forma de
vestir se ajusta, sin duda, a esas proporciones.
Algunos indicios apuntan a que el concepto de “corte" podría haberse originado en la
antigua Creta. Los minoicos llevaban la ropa muy ajustada. El sombrero es otro elemento
que, según se cree, tuvo su origen en Creta.
Prendas femeninas
Las mujeres utilizaban una prenda corta, que llegaba hasta los muslos, similar a una falda.
Con el tiempo, esta prenda evolucionó hasta convertirse en un delantal redondeado que se
llevaba encima de la falda.
La parte baja de esta prenda primitiva caía a modo de
falda con volantes o a capas. Es posible que llevara
debajo aros hechos con junco, madera o metal, razón por
la cual quizá pueda considerarse el primer tipo de
miriñaque. El corpiño evolucionó con la colocación de un
chal rígido en torno al cuerpo y ceñido a la cintura, de
modo que se obtenía un cuello que enmarcaba la cabeza y
una forma pronunciada que mostraba los senos e incluso
los alzaba. Este vestido se llevaba a menudo con un
tocado acabado en pico. Del siglo XVIII a.C. data una falda
acampanada que puede observarse en imágenes de la
diosa serpiente. La diosa aparece mostrando los pechos y
con una falda larga, a capas y circular. Es posible que
lleve un corsé confeccionado con un armazón de placas
metálicas que permita que la falda quede plana a la altura
de las caderas, lo cual acentuaría su esbelta cintura.
Cuando el frío arreciaba, probablemente se ponían encima
del vestido un capote largo o una capa corta sin mangas.
La falda fue evolucionando y haciéndose más elaborada: a
menudo presentaba bordados o motivos decorativos de colores, así como pliegues y
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volantes. Éstos -unas tiras estrechas de telas estampadas- caían unos sobre otros para
formar un estampado de damero de telas azul claro, marrón y beige.
A finales del minoico medio aparece otra versión del vestido en las figuras de la diosa
serpiente y en frescos de mujeres. El corpiño, muy ceñido, se ataba con cordones por
debajo de los pechos desnudos (algunas imágenes muestran una prenda transparente, tipo
torera, por encima del corpiño). Las mangas llegaban hasta el codo y podían ser ajustadas,
abombadas o abullonadas. Se sujetaban con cintas atadas a la nuca o con tirantes que
cruzaban la espalda. El cinturón se ceñía a la cintura, y quedaba enrollado y retorcido por
encima y por debajo. La falda era cónica y rígida, ya veces constaba de una serie de capas
y. superpuestas. En esa época se llevaba también una falda ajustada, estampada y de
colores vistosos, que se acompañaba de un delantal rígido que rodeaba la parte inferior del
cuerpo.
La cintura ceñida ofrecía una silueta (pecho realzado, cintura entallada y falda con vuelo)
que se ha comparado con la que estuvo de moda en Europa a finales del siglo XIX. El
parecido es tal que existe una imagen, un fragmento de un fresco de Cnosos (c. 1500- 1450
a.C.), que recibe el nombre de La parisienne.
El modo de vestir minoico alcanzó su punto de máximo refinamiento entre el 1700 y el 1500
a.C. Entre las prendas más comunes se encontraban el vestido largo, los delantales, los
corpiños, las faldas tipo culotte y diversas clases de sombreros. Más tarde aparecieron los
tejidos suntuosos. " Lujo" y "elegancia" son las dos palabras que mejor resumen la actitud
minoica hacia el vestir en esa época. Los colores vivos, como el rojo, el amarillo, el azul y el
púrpura, eran un rasgo distintivo de la vestimenta de las mujeres minoicas en los períodos
medio y tardío. Las mujeres que llegaron tras la invasión micénica de 1450 adoptaron Ios
colores y las formas de los vestidos minoicos, y éstos acabaron por incorporarse a los estilos
griegos.
Prendas masculinas
Los minoicos mostraban una actitud permisiva hacia el desnudo masculino. Los hombres de
cualquier rango y posición social paseaban desnudos libremente. También llevaban faldas
cortas, parecidas a las utilizadas en el Egipto predinástico, y cinturones que sujetaban
pequeños delantales.
Otra prenda común era el taparrabos. Podía confeccionarse con fibras suaves, como el lino,
o con materiales más fuertes, como la lana y el cuero, y su
forma dependía del tejido.
Algunos se ataban por detrás con una lazada larga y
oblicua, y creaban una forma hacia arriba que parecía la
cola de un animal.
Los ceñidos cinturones de tela, decorados con espirales y
rosetas, realzaban la cintura de avispa típicamente
masculina. La falda corta evolucionó en el período minoico
tardío hasta cubrir la mitad del muslo. Estaba adornada
con pesados abalorios y borlas. Las faldas de hombres
podían estar confeccionadas con telas brillantes,
decoradas con motivos geométricos.
En las ceremonias, los príncipes, los nobles, los
sacerdotes y las sacerdotisas (y a veces las mujeres de
alto rango) utilizaban un vestido largo, o chiton,
confeccionado con telas de colores brillantes. Tenía forma
de túnica, y caía desde el cuello hasta la pantorrilla o el
tobillo. Los sacerdotes y las sacerdotisas llevaban vestidos
largos y rígidos, en ocasiones de cuerpo entero y de tela
moteada para imitar la piel de los animales. Para
protegerse del frío, se ponían encima una capa corta o un
capote hecho con piel de animal o con lana.
Tras la invasión micénica, los hombres empezaron a utilizar pantalones cortos ajustados,
con borlas decorativas. Éste fue el estilo predominante hasta que los dorios invadieron Creta
hacia el 1100 a.C.
Calzado
Los nobles llevaban zapatos o sandalias en el exterior, pero algunos arqueólogos creen que
en el interior de las casas iban descalzos (en las escaleras de Cnosos, los peldaños están
desgastados hasta la puerta, pero no fuera, lo que sugiere que la gente se quitaba allí los
zapatos). Los estilos minoicos incluyen zapatillas, calcetines tipo mocasín, sandalias atadas
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por encima del tobillo (algunas con tiras de cuentas), y botas altas y cerradas para viajar.
Los hombres llevaban botines de gamuza, o de cuero blanco o rojo. Las mujeres usaban
botas altas y zapatos de tacón.
Tejidos
Los primitivos minoicos llevaban pieles de animales, hacia el 3000 a.C. aparece el tejido
del lino y, un poco más tarde, el de la lana. El trabajo del hilado se realizaba en talleres
centralizados de Cnosos, y también era desempeñado por las mujeres en sus hogares. El
teñido de la tela corría a cargo de profesionales especializados. El bordado constituía una
parte esencial de la indumentaria minoica. Los estampados sencillos, las flores, las hileras
de azafran los pájaros y los peces eran motivos comunes, especialmente durante el período
tardío.
Joyería
Las excavaciones descubrieron pocas joyas. La mayoría de los ejemplares proceden de las
tumbas, donde habían sido enterradas junto a sus dueños.
Las joyas realizadas en el minoico medio lucían filigranas, y se han encontrado otras de oro
con el típico granulado.
Se representaba a las mujeres minoicas con collares finos y largos, que podían dar hasta
tres vueltas al cuello. También llevaban anillos, largos pendientes de oro y colgantes.
Las joyas del minoico tardío presentan motivos de animales -como el colgante en el que
aparecen dos avispas que comparten una gota de miel- o escenas con personas. A los
hombres minoicos les gustaban los adornos elaborados. Algunos taparrabos tenían redes de
perlas que colgaban por delante.
En el minoico medio se utilizaban collares de piedras; las personas de alto rango exhibían
con orgullo piedras semipreciosas con cuentas de amatista, cristal de roca y ágata.
Los alfileres de las mujeres solían ser de oro y en algunos se representaban motivos de
caza.
Las horquillas se confeccionaban con oro y cobre. Otros adornos femeninos eran los
botones de oro, con formas de hojas y figuras de animales.
Sombreros y tocados
Se cree que los sombreros tienen su origen en la Creta minoica. Las figuras de terracota
muestran frecuentemente dos tipos de sombrero: uno, similar a una maceta invertida, parece
hacer juego con una falda compuesta de varias capas; el otro se asemeja a una boina.
Existe una gran variedad de estilos, entre los que se incluyen gorras altas, sombreros en
punta, turbantes y tocados. Algunos sombreros se adornaban con un ribete blanco o negro.
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LA ANTIGUA GRECIA
Contexto histórico
Las regiones se dividían en ciudades-estado -Polis -en continua disputa; cada una de ellas
solía estar gobernada por un rey, y sólo se unían entre sí para luchar contra un enemigo
común Con el tiempo se fueron desarrollando distintas formas de gobierno: algunas
ciudades eran dirigidas por una oligarquía, mientras que otras contaban con un sistema
democrático .
Indumentaria
Los historiadores suelen afirmar que Grecia fue para Roma lo que París para Europa en los
siglos XVIII y XIX: el centro del arte y el estilo. Sin embargo, con relación a la indumentaria,
la antigua Grecia no puede aspirar a igualarse con París.
Los griegos llevaban, ropa muy sencilla; la mayoría de las prendas se obtenían de un
rectángulo de tela. El cosido era mínimo, pues las prendas solían llevarse envueltas o
drapeadas. La tradición determinaba la manera en que los hombres y las mujeres se
colocaban la ropa; había poco margen para el estilo personal o la individualidad.
La antigua Grecia puede considerar como suyos cuatro estilos de vestir: minoico cretense, el
micénico, el arcaico y el clásico. Cada uno de ellos recibe su nombre de Ia época en que
apareció, y eran fiel reflejo de los valores reinantes en la sociedad.
La indumentaria micénica, aunque recibió la influencia de la moda minoica, era poco
refinada, ya que incorporaba piezas hechas de cuero -como correas y orlas- e incluso
algunas de metal. Las prendas de la Grecia arcaica giraban en torno a los elementos
básicos de la túnica y el chal, y servían para enmarcar y dar forma al cuerpo de un modo
específico. En la época clásica la tela era más suave, y los drapeados fueron adquiriendo
mayor refinamiento, de modo que la ropa caía de manera natural sobre el cuerpo. Se
cortaba y se cosía lo mínimo posible -o incluso se prescindía de ello-, y la atención se
centraba en los drapeados. En su forma ideal, la ropa debía ser tan fina que resultara difícil
diferenciar entre cuerpo y tela. Esto correspondía al ideal artístico de la Grecia clásica, en
que las estatuas, anteriormente rígidas y ritualistas, pasaron a ser más naturales y sencillas,
La prenda indispensable del vestuario griego era el chiton, o túnica, que llevaban tanto los
hombres como las mujeres. Se trataba de una pieza de tela de lana, rectangular y de gran
tamaño, envuelta sobre el cuerpo; cubría el brazo izquierdo y dejaba el derecho al
descubierto. Se sujetaba en el hombro izquierdo o en los dos hombros mediante alfileres o
broches (fíbulas). El chiton podía llegar a la altura de la rodilla o del tobillo, pero su longitud
variaba de acuerdo con la posición social de la persona que lo llevara. Por ejemplo, un
labriego llevaría un chiton más corto que un aristócrata para facilitarle el movimiento. Los
modelos más lujosos podían teñirse, bordarse o llevar un ribete adornado con diseños
geométricos u otros elementos decorativos.
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Prendas femeninas
Una prenda habitual de las mujeres era el peplo dórico, que se llevó hasta comienzos del
siglo VI a.C. Inicialmente, era un simple rectángulo de tela de lana tejida. Medía 180
centímetros de ancho y se calcula que
su longitud era aproximadamente la
mitad de Ia altura de la persona. Se
llevaba drapeado, envolviendo el
cuerpo, y se sujetaba en los hombros
con alfileres o fíbulas; la tela sobrante
se doblaba hacia arriba, formando una
solapa en la parte de atrás que parecía
una capa corta. Existían elegantes
variaciones del peplo básico. Por
ejemplo, podía llevarse sin cinturón y
abierto a un lado, o lograrse un efecto
de "blusa y falda": para ello había que
coser el corte lateral desde la cintura
hasta el dobladillo, sujetar la tela
sobrante con una faja o un cinturón por debajo de los pechos, y abrochar otro cinturón sobre
el pliegue que quedaba encima de la cintura. El chiton de las mujeres se confeccionaba con
una tela más fina que el de los hombres. Se colocaba de modo que se ajustara a la forma
del cuerpo, y dentro del dobladillo se ponían a veces pesos ovalados para que quedara
mejor el drapeado y se pegara más a la figura. Si las mujeres deseaban que el pecho les
quedara más plano, se envolvían en vendas de tela bien apretadas. El vestuario de una
mujer griega incluía una serie de prendas claramente femeninas. Igualmente, el modo de
vestirse seguía un ritual. En primer lugar, la mujer se envolvía con una venda de tela por
debajo del pecho, luego se ponía encima una túnica de tela transparente, y finalmente se
vestía con una sobre túnica corta y sin mangas.
La túnica podere dórica era otra elegante prenda femenina. Podía bordarse, e ir
acompañada de joyas y de un ligero chal de hilo, o pharos. Éste, confeccionado con tela
muy fina, podía sujetarse con un alfiler y adoptar la forma de un pañuelo, que se IIevaba
cruzado en diagonal sobre el cuerpo. Su finalidad era tanto decorativa como funcional, pues
podía, colocarse alrededor del cuerpo o en la cabeza para dar abrigo en invierno. La palla
era una prenda externa parecida al chiton. No tenía mangas, se fijaba en los hombros y se
ceñía a la cintura gracias a un cinturón que se abrochaba en las caderas. Las mujeres
también Ilevaban sobre la túnica el himation del hombre.
Prendas masculinas
El chiton de los hombres era mucho más ancho que el de las mujeres; en ocasiones, las
mangas se confeccionaban con un ancho de tela adicional. Otra variedad era el chiton con
efecto "blusa y falda", que se creaba al unir dos cinturones en la cintura y en las caderas
para que la tela cayera encima de ellos. La tela sobrante podía doblarse en los hombros. La
forma básica del chiton fue cambiando a lo
largo del tiempo: en el siglo VII a.C., la tela no
caía por encima de los cinturones y llegaba, a
la altura del tobillo, pero, en el siglo v, este
chiton, denominado jónico, fue sustituido por
una versión más corta, que llegaba sólo hasta
la rodilla. Este modelo era más completo y
suave: a menudo se confeccionaba con hilo,
en vez de con lana, y podía plisarse y ceñirse
en la cintura con la ayuda de un cinturón.
Unas fíbulas pequeñas sujetaban la tela
horizontalmente sobre los hombros para
formar las mangas, que se cosían en lugar de
sujetarse con alfileres.
El himation era otro elemento indispensable
del vestuario masculino. Durante el período
arcaico, se trataba de una prenda corta,
parecida a un capote, confeccionada con un
rectángulo de lana y que se llevaba sobre los
hombros. Se envolvía al rededor del torso, se
pasaba por debajo del brazo izquierdo y se
sujetaba en el hombro derecho, de modo que
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la tela sobrante cayera sobre el brazo derecho y pudiera sujetarse con varios alfileres
pequeños. Otro método aún más sencillo de drapeado consistía en poner la tela alrededor
de la espalda, de manera que los extremos sueltos cayeran por el antebrazo. Cuando el
himation se empezó a fabricar con lana más ligera, se convirtió en una prenda más versátil:
llegó a medir 360 x 150 centímetros y se drapeaba para darle un aspecto más elegante.
La clámide, una prenda corta y oblonga que se sujetaba en el hombro derecho, se llevaba a
veces encima del chiton que llegaba hasta la rodilla.
El período helenístico, que se inició tras la muerte de Alejandro Magno, fue la época en que
se ornamentó más la vestimenta griega, en parte gracias a la introducción del algodón, la
seda y las hebras de oro y plata procedentes de la India. Cambió el corte de los vestidos y,
como motivos decorativos, se utilizaban bordados orientales y adornos metálicos. La
indumentaria de la época helenística destacaba la individualidad de la persona. Fue un
período de prosperidad para los griegos gracias a una economía mercantil floreciente, y los
lujosos géneros empleados para confeccionar la ropa reflejaban la riqueza del momento.
Tejidos
Se conservan algunas muestras de tejidos griegos antiguos ,y se remontan a los siglos V-IV
a.C. Un trozo es de seda, la lana y el hilo eran los
tejidos más utilizados en la antigua Grecia. Al
tejerse estos materiales, se obtenía una gran
variedad de texturas: desde las muy finas y
vaporosas hasta las muy pesadas.
El fieltro de lana se utilizaba para las gorras y los
sombreros, y la lana, tanto para el himation como
para la clámide. El uso de la lana en la fabricación
de ropa se remonta a los dorios, que habitaban en
cuevas y criaban ovejas. Hacia el año 1000 a.C., la
fabricación de ropa se había convertido ya en una
industria, de modo que las distintas fases de la
producción -esquileo, lavado, cardado, hilado, tejido
y teñido- estaban a cargo de trabajadores
especializados.. Podía tejerse de manera tan fina
que la tela obtenida era casi transparente. También
podía plisarse a mano.
La seda -importada de China, probablemente a
través de la lndia- fue incorporada al vestuario
griego en el período helenístico. La textura debía de
ser rugosa e irregular, similar ala de la seda salvaje
o shantung.
El hecho de que las prendas de lana fueran las
predominantes en la indumentaria de la antigua
Grecia significa que la mayor parte de la ropa tenía
una tonalidad blanquecina, al menos hasta que se
introdujeron nuevos tejidos durante el período
arcaico. Las capas se teñían a menudo de colores oscuros, como rojo óxido y marrón
terroso. Hacia e siglo v empezaron a aparecer prendas de otras tonalidades, a las mujeres
les gustaba la ropa con tonos florales, algo que corroboran los restos de pintura presentes
en numerosas estatuas femeninas, entre ellas una que lleva una capa originariamente
verde.
La vestimenta de los guerreros también era de colores: la clámide de los soldados se
decoraba con bandas de color en los ribetes superiores del cuello y los hombros o debajo de
las costuras del costado. Los trozos de tejido encontrados en Kerch revelan que los griegos
empleaban diversos tipos de decoración en la ropa, incluidos los motivos de madreselva y
hojas de palmera. Los ribetes de las prendas también se teñían. Asimismo, se realizaban
tinciones sobre la tela con motivos propios de la arquitectura y de las pinturas de las vasijas,
como, por ejemplo, líneas onduladas, cenefas
redondeadas, dibujos de animales y plantas.
Calzado
Aunque los griegos andaban descalzos dentro de casa,
únicamente las personas de clase baja iban también
descalzas fuera del hogar. Tanto los hombres como las
mujeres llevaban sandalias, que podían atarse de
varias maneras. La sandalia básica tenía una serie de
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tiras en forma de abanico que pasaban entre los dedos de los pies y llegaban hasta el
tobillo. Las tiras eran pequeñas y ligeras, de modo que el pie quedaba casi desnudo. Las
sandalias, confeccionadas con cuero labrado o de color púrpura, llevaban ribetes decorados
que se adherían a ellas mediante un cierre que colgaba de una hebra de cuero trenzado.
Las botas eran el calzado habitual de soldados, cazadores y hombres activos. La mayoría
llegaban a la altura de la pantorriIla; algunas se ataban con cordones, y otras se sujetaban al
pie con una correa entrecruzada en la punta. Para parecer más altas, las mujeres pegaban
unas suelas de corcho en el calzado.
Joyería
Los griegos, llevaban joyas para hacer ostentación de su riqueza. Se han encontrado
pendientes, brazaletes, collares, broches y anillos, fabricados con metal y piedras
semipreciosas; entre ellas, calcedonia, cornalina, amatista, cuarzo (rosa, verde y gris), cristal
de roca, lapislázuli, turquesa, granate y calcita cristalina. También se utilizaban metales
preciosos tanto para joyas como para piezas
decorativas. Sin embargo, el oro escaseaba;. Se
importaban joyas de Oriente, y más tarde, durante
lo que se conoce como período orientalizante
griego, se copió el estilo oriental de hacer joyas.
Hacia el siglo VI a.C., cuando se empezó a
apreciar el valor del oro, ya se había desarrollado
una economía impulsada por las monedas de este
metal, lo que llevó a un aumento de la difusión de
las joyas fabricadas con él.
Durante el período arcaico, los hombres griegos
sólo llevaban algunas joyas sencillas y útiles, tales
como un alfiler o un broche para sujetar el
himation o el chiton, y un anillo con sello que
podía utilizarse para sellar cartas y documentos
importantes. También llevaban bastones con
empuñadura de metal, al principio de hierro y
posteriormente de oro o de plata. Con el tiempo, las joyas de las mujeres también dejaron de
ser piezas funcionales y se convirtieron en objetos lujosos. La fíbula, por ejemplo, pasó a ser
en la época helenística un prendedor decorativo y un objeto de recuerdo.
Sombreros y tocados
Los sombreros de los hombres eran muy variados. Existían distintos tipos de sombreros
cónico: el truncado, el de ala pequeña y el truncado extendido. En la Grecia clásica apareció
el gorro frigio, que acabaría siendo el modelo para los gorros medievales que llevaba el dux
de Venecia y para el gorro de la libertad de la Revolución francesa. Otro estilo muy conocido
es el sombrero en forma de
pagoda,introducido después de
la campaña de Alejandro Magno.
El pilas era un gorro sin alas,
confeccionado con fieltro o con
lana, que a veces se llevaba
debajo del casco.
Las mujeres de la Grecia clásica
utilizaban pañuelos, que se
colocaban de modo que dieran
dos vueltas a la cabeza. El
saccus era un estilo de sombrero
clásico que llevaba una borla en
la parte posterior, así como
mallas o redecilla para sujetar el
cabello hacia atrás Una forma muy común de tocado era la stephanie, similar a una tiara. El
petasos lo llevaban las mujeres -ya veces también los hombres- en los viajes. Se trataba de
un sombrero para protegerse del sol, fabricado con paja entretejida. Tenía un ala que podía
poner SI hacia arriba o hacia abajo, así como una solapa que caía hacia una oreja. El
petasos podía abrocharse en el cuello con una cinta que colgaba al ponérselo en la cabeza.
En las ocasiones festivas, se llevaba con cintas de vivos colores.
12
LOS ESTRUSCOS
Contexto histórico
A medida que se derrumbaban los palacios micénicos, iban surgiendo ciudades en las
colinas de Etruria, la actual Toscana. Aunque la cultura etrusca tendrá una profunda
influencia en la vida política y religiosa de Roma, los arqueólogos no están seguros de los
orígenes de este pueblo. Se sabe que no eran de Italia. Probablemente se produjo una
entrada de colonos procedentes de los Balcanes ( de Asia Menor) antes del 1000 a.C., y
otra de Asia Menor en el siglo VIII a.C., momento a partir del cual la civilización etrusca
empieza a florecer. La sociedad etrusca presenta unos rasgos realmente únicos, muy
distintos de todo lo descubierto en Asia Menor y Grecia, lo cual indica quizá que los
invasores adoptaron elementos de la cultura del lugar.
Al dejar tan pocos testimonios escritos de su cultura, los conocimientos sobre su modo de
vida proceden de la pintura, la escultura y la cerámica, y de referencias halladas en escritos
romanos. Las pinturas de intensos colores encontradas en las tumbas, en las que se retrata
su vida, los banquetes, las actividades de caza y pesca, los bailes y los animales, nos
permiten hacernos una idea sobre su cultura. Estas pinturas, junto con los objetos con los
que enterraban a los muertos, indican que creían en la vida más allá de la muerte.
Indumentaria
Los etruscos seguían las modas de Grecia, muy cambiantes. Del 700 al 575 a.C., se
representaba a ambos sexos con túnicas de longitud variable, ceñidas a la cintura con un
cinturón ancho; las medias mangas se sujetaban en el hombro mediante fíbulas. Encima de
Ias túnicas, las mujeres llevaban una capa semicircular con los dos extremos hacia atrás,
que caían por encima de los hombros hasta la cintura. Los hombres lucían un capote largo.
Prendas femeninas
Las mujeres de la aristocracia adoptaban con rapidez las cambiantes
modas, a las que añadían ideas nuevas. Por ejemplo, algunas llevaban una
capa de color escarlata con un chiton griego. La pintura de una tumba
muestra a una mujer ataviada con una túnica largas casi transparente
debajo de otra más gruesa con ribetes decorativos en el escote, el
dobladillo y las mangas; éstas llegaban hasta el codo. Las mujeres llevaban
chales, drapeado como el himation, O encima de la cabeza con los
extremos caídos sobre los hombros.
Prendas masculinas
Las faldas cortas y las túnicas en forma de T eran prendas que los hombres etruscos
llevaban habitualmente en el siglo VII a.C. En el siglo VI a.C., la túnica de estilo griego se
había alargado hasta el tobillo y presentaba un estampado geométrico La lacerna, de uso
generalizado, era una capa de lana, corta y estrecha.
A mediados del siglo VI a.C., el capote
largo masculino dio paso a la tebenna,
una capa semicircular drapeada por
encima del hombro izquierdo y que
pasaba por debajo del brazo derecho. Es
posible que derivara de la clámide griega
(que también llevaban los hombres) e
inspiró la toga romana. La tebenna, muy
apreciada por reyes y aristócratas, podía
llevarse encima de una túnica blanca
bordada. En su origen era corta, pero
luego sé hasta la rodilla y,
posteriormente, hasta el tobillo. Las
clases medias y bajas utilizaban
versiones más sencillas de las mismas prendas, y los campesinos vestían simplemente
túnica y capote, a veces con calzas de cuero.
13
Calzado
Inicialmente, nadie llevaba zapatos, pero, con el paso del tiempo, éstos se convirtieron en un
símbolo de posición social entre los ricos. En el siglo VI a.C., los zapateros especialistas
creaban una amplia variedad de calzado que les encargaban los aristócratas: sandalias,
botas con cordones, zapatos blandos y cómodos, zapatos con tiras en los tobillos y otros
con la punta levantada, de cuero azul, negro o rojo. Se compone de dos partes unidas con
cuero y se ata con un cordón. Los zapatos con la punta levantada podían ser bajos y atarse
con cordones por arriba. Las mujeres etruscas llevaban zapatos blandos tipo mocasín. Hacia
el siglo v a.C. se notó la influencia griega: los zapatos en punta fueron reemplazados por
sandalias más cómodas
Joyería
Las joyas etruscas eran de muy buena calidad y son muy fáciles de reconocer debido a su
característica técnica decorativa, que recibía el nombre de "granulado". Consistía en soldar
pequeñas partículas de oro en un fondo liso, también de oro, para crear un efecto brillante.
Se empleaba en numerosos objetos
de joyería: broches, guirnaldas,
colgantes, fíbulas y pulseras. La
calidad del trabajo del siglo VII a.C.
pone de relieve la prosperidad de la
civilización etrusca. Las personas de
las clases altas las llevaban en
abundancia, consistió en llevar
varios anillos juntos en la mano
izquierda). Las guardaban con
sumo cuidado en estuches de
madera o de bronce. Las joyas
podían estar adornadas con
grabados de animales o arabescos,
o con motivos florales. Los collares
llevaban colgados guardapelos y joyas. También eran habituales los colgantes.
Tejidos
Para fabricar la ropa, los etruscos empleaban distintos tejidos, principalmente algodón y
lana, de color amarillo pálido y rojo teja brillante, y en tonalidades naranja con tintes
rosáceos. Las prendas etruscas también tenían estampados llamativos y alegres; los más
populares eran un círculo con una cruz y un motivo en zigzag con puntos. En el mismo
conjunto podían combinarse diseños distintos; la mujer podía llevar una túnica con el motivo
en zigzag con puntos, un peplo con pliegues en zigzag y un chal igualmente en zigzag.
Sombreros y tocados
Un sombrero típicamente etrusco es el tutulus: consistía en una especie de tocado duro y
puntiagudo, a modo de tiara, con un ala en la parte frontal. No obstante, el sombrero no era
una parte esencial del vestuario etrusco. Lo llevaban generalmente en el exterior los
campesinos y los guerreros. Los hombres etruscos usaban una especie de boina cuya altura
variaba. En algunas esculturas masculinas etruscas puede observarse el petasos (véase
la página 53), que llevaban los campesinos como protección contra el sol.
14
LA ANTIGUA ROMA
Contexto histórico
Según cuenta la leyenda, Roma fue fundada el 21 de abril del 753 a.C. por Rómulo y Remo,
hijos gemelos de Marte, si bien los arqueólogos han encontrado allí vestigios de la edad del
bronce que datan del 1500 a.C., aproximadamente. Roma estaba situada en un punto muy
favorable: en la colina del Palatino, en la orilla izquierda del río Tíber ya unos 25 kilómetros
del mar. Los dos hermanos gobernaron juntos durante un tiempo, pero Rómulo mató a
Remo y reinó en solitario hasta el 715 a.C. Se cree que su sucesor, Numa Pompilio, fue el
fundador de la ley romana y de sus prácticas religiosas -con la creación del primer colegio
sacerdotal-, y el primero en dividir el año en doce meses.
Indumentaria
Lo que conocemos sobre el estilo de vida de los romanos se centra en gran medida en el
modo de vida de las clases altas. La indumentaria romana era una amalgama de la que
utilizaban sus precursores: había recibido influencias de la ropa de los etruscos y los
griegos, y, en menor grado, de algunos elementos procedentes de los territorios
conquistados. Los romanos dividían sus vestimentas en dos categorías principales: la
indumentaria, conjunto de prendas que se pasaban por la cabeza y que sólo se quitaban
para dormir, y el amictus, vestimenta que se enrollaba o se drapeaba alrededor del cuerpo.
La gran variedad de climas que había en el Imperio romano condujo a que se diera un paso
fundamental para la historia de la moda: el concepto de ropa de temporada; las prendas se
orientaron hacia estaciones y condiciones ambientales específicas. La ropa para el exterior
de la antigua Roma incluía, entre otras prendas, mitones, ponchos y pantalones, que, según
se cree, tomaron de los germanos. Estas prendas, que primero utilizaron los soldados, se
introdujeron más tarde en la vestimenta de los romanos.
Prendas femeninas
Los tejidos y los colores diferenciaban la ropa de los hombres de la de las mujeres; la ropa
de mujer tendía a estar hecha con materiales ligeros, como algodón y seda de la India, y en
gran variedad de colores, como azul, amarillo y rojo intensos, así como verde mar y rosa
claro. La indumentaria de las mujeres de Roma experimentó pocos cambios. La prenda
indispensable era la estola. Al principio se
fabricaba con lana, pero más adelante estuvo
disponible en algodón y en hilo. Las mujeres
ricas llevaban estolas de seda. Más holgada
que la túnica, la estola era una prenda que
llegaba a la altura del tobillo y que tenía
mangas amplias. A menudo se sujetaba con
cierres y se ceñía en dos puntos: debajo del
pecho, con un cierre llamado cingulum, y en
la cadera, con un succincta, un cinturón
ancho. Las estolas se confeccionaban en
distintos colores, y a veces la tela se bordaba
con hilo de oro. Debajo, las mujeres podían
llevar una subucula, un vestido suelto sin
mangas, así como el strophium, un corpiño
hecho de tela sin almidonar. Para protegerse
contra el frío las mujeres utilizaban una palla,
un pedazo de tela cuadrado o rectangular
que podía tener capucha y que se sujetaba
en los hombros con un broche.
Las mujeres de la nobleza se vestían con
una túnica de seda decorada con flecos
dorados. Como prenda externa optaban por la palla, el sapparum -una prenda de hilo para el
exterior, con medias mangas- o la olicula -una capa corta que les cubría la parte superior de
los brazos-. Recién a partir del siglo II a.C., empezaron a usar pañuelos de seda, pañoletas,
abanicos y parasoles.
Prendas masculinas
En los comienzos de la república, los hombres de Roma vestían con sencillez: sólo llevaban
una falda corta. Se conocía con los nombres de subligaculum o licinium, se hacía de hilo y
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se anudaba en la cintura. En tiempos del imperio, sólo se permitía utilizar esta prenda a los
atletas y a los obreros; éstos la llevaban debajo de una túnica.
Al igual que los griegos, los romanos utilizaban fundamentalmente dos prendas: la túnica y
el capote. La túnica básica de manga corta -la túnica- se llevaba en casa. Era una
adaptación del chiton griego, y el modelo más sencillo estaba formado por dos piezas de
lana unidas por los hombros y por los costados, con aberturas para la cabeza y los brazos.
Se fruncía en la cintura con un cinturón. También podía llevarse en lugares públicos con una
faja, que podía estar provista de un portamonedas para guardar dinero y otros objetos de
valor. En el período de la república se llevaba a la altura de la rodilla, pero durante el imperio
se alargó hasta el tobillo.
Algunos estilos de túnica correspondían al rango social de su portador; otros se Ilevaban en
ocasiones específicas: Túnica angusti clavi. Los caballeros y los jueces llevaban este tipo de
túnica. Estaba decorada con dos tiras finas de color púrpura, una en cada hombro.
Túnica laticlavia. La llevaban los senadores. Esta túnica presentaba franjas más anchas de
color púrpura.
Tunicapalmata. Era la que
utilizaban los generales
victoriosos. Se basaba en un
conjunto de dos piezas y se
llevaba con la togapicta. Las
dos piezas estaban hechas de
seda púrpura, bordada con hilo
de oro. También se decoraba
con escenas de una campaña
militar victoriosa.
Túnica recta. Era la túnica sin
faja que llevaban los hombres y
las mujeres jóvenes cuando se
casaban.
Subucula y túnica exteriodum.
Eran dos túnicas que se
llevaban juntas, con Ia subucula debajo.
Caracalla. Se trataba de una túnica que llegaba a la altura del tobillo. La túnica fue de uso
generalizado hasta el siglo III d.C. . A partir de esta fecha, empezó a llevarse la caracalla.
Los orígenes de la toga, la prenda romana de mayor renombre, se remontan hasta el
himation griego y la tebenna etrusca. Los romanos la incorporaron a su vestuario alrededor
del siglo VI a.C. Originariamente la llevaban sobre una falda corta, y más adelante sobre una
túnica. Hecha con una pieza oval de lana, al principio era bastante pequeña, pero con el
tiempo fue aumentando de tamaño hasta que, durante el último siglo de la república y
principios del imperio, llegó a medir, aproximadamente, 5,5 metros de largo y 3,5 metro de
ancho. Su enorme tamaño implicaba que, para colocársela, era necesaria la ayuda de un
esclavo, a fin de que quedara bien drapeada. La toga imperial de los siglos I y II d.C. era aún
mayor: medía alrededor de seis metros de largo. No obstante, éste era un modelo
extraordinario, que sólo llevaban ciudadanos romanos prominentes.
Los esclavos, las mujeres y los extranjeros tenían prohibido llevar toga. Era una prenda
reservada a los ciudadanos romanos, en especial a las clases acomodadas. Al igual que
ocurría con la túnica, la decoración de la toga, su color y su forma denotaban la posición
social de quien la llevaba. El lugar que un ciudadano ocupaba en la sociedad -ya fuera
candidato aun cargo público, general o emperador- era algo sobre lo que no cabía la menor
duda si se observaba el color de su toga y la manera en que ésta le envolvía el cuerpo.
La forma de doblar la toga fue variando a medida que cambiaban las modas. En ocasiones
especiales, podía doblarse de modo distinto para transmitir un significado determinado. Por
ejemplo, la toga pulla, que se llevaba durante un período de luto, tenía un pliegue de teja
que cubría la cabeza.
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Toga cándida. La llevaban los candidatos a un cargo público. Se parecía a la toga virilis, que
utilizaban los hombres jóvenes, con la única diferencia de que se blanqueaba la lana para
eliminar el tono amarillento de las fibras naturales.
Togapicta. Era una toga que llevaban los generales romanos en ocasiones especiales. La
toga picta, que era propiedad del estado, se
prestaba a los generales para que la utilizaran
en ocasiones solemnes, y representaba la
victoria. Más adelante se usó como prenda
oficial del emperador y se reservó
exclusivamente para él.
Toga pulla. La llevaban los dolientes, y era
negra, marrón oscuro o gris.
Toga trabea. La había de tres tipos. Si toda
ella era de color púrpura, significaba que quien
la llevaba era una persona espiritual o que
estaba en contacto con los dioses. Púrpura y
blanco eran los colores de los gobernantes de
la república. En cambio, los tonos púrpura y
carmesí con rayas se reservaban para los
augures.
A medida que el Imperio romano se ampliaba
hacia el norte, las condiciones climáticas, más
rigurosas que las de Italia, convirtieron en una
necesidad la ropa de abrigo. La prenda
exterior más utilizada era la lacerna, un capote
hecho con una pieza rectangular de lana de
extremos redondeados, aunque en las
regiones más septentrionales del imperio se
confeccionaba con fieltro o con cuero. Se
envolvía sobre los hombros, se sujetaba en
éstos o en el cuello con un broche, y en
ocasiones tenía una capucha que se podía quitar y poner.
Entre las prendas exteriores que llevaban los hombres se encontraban las siguientes:
Sagum. Era un chal, similar a una manta, en distintos tonos de lana roja.
Pallium. De un estilo similar al himation, era una capa corta y rectangular.
Paludanentum. Esta prenda, que llevaban los generales romanos. Se sujetaba en el hombro
derecho con un broche.
Paenula. Era una capa de lana para la lluvia, a menudo con cuello y capucha en punta, que
llevaban principalmente los campesinos.
Casula. Se trataba de un chal similar aun poncho.
Calzado
Al igual que ocurría con la ropa, el calzado revelaba la posición social de los romanos. El
gobierno estableció el tipo de calzado y el color de los zapatos que podían llevar
determinadas clases de romanos, incluidos los ciudadanos, los soldados y los miembros del
Senado. AI principio, el calzado era sumamente sencillo. La mayoría de los ciudadanos
llevaban la carbatina, una sandalia fabricada con una pieza lisa de cuero que cubría la forma
natural del pie y que se sujetaba con una correa. La forma fue evolucionando hasta
convertirse en el calceus, más refinado. En las épocas de mal tiempo los romanos llevaban
botas abiertas o cerradas. Era lo que se conocía como gallicae, nombre que hace pensar
que ese tipo de calzado se tomo de los galos.
Las mujeres tenían menos opciones
que los hombres. Llevaban sandalias,
calcei (botas a la altura del tobillo) y
botas que llegaban hasta más arriba
de la pantorrilla.
Joyería
Durante la mayor parte del período de
la república, la tendencia era que las
joyas estuvieran elaboradas por
artesanos de Grecia. Se usaban
cristales y piedras semipreciosas para
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dar color a las joyas de oro. Sin embargo, a medida que aumentaban los botines de guerra,
se fueron empleando piedras más refinadas, como perlas, diamantes, zafiros y esmeraldas
de las minas de Egipto. Durante el imperio, la moda en joyería se fue haciendo aún más
recargada. Se forjaban o se martilleaban el oro, la plata, el plomo, el cobre, el hierro y otros
metales hasta darles la forma deseada.
Las mujeres llevaban anillos, pulseras, collares, pendientes y elaboradas fíbulas.
Peinados y tocados
Para los romanos, el cabello tenía un significado que sobrepasaba el estilo; muchos rituales
relacionados con el cabello se basaban en supersticiones muy arraigadas. Por ejemplo, las
mujeres se lo lavaban el 13 de agosto, día de la diosa Diana. Sin embargo, si un espíritu
interrumpía este ritual, se consideraba peligroso hacerse cortar el cabello después. En
cualquier caso, según sus creencias, lavarse el cabello demasiado a menudo podía
perturbar al espíritu que observaba encima de la cabeza. Los soldados creían que no debían
cortarse el pelo a bordo de un barco, excepto durante las tormentas.
La mayor parte de los ciudadanos romanos llevaban el cabello corto y peinado hacia
adelante. Algunos hombres que
iban a la moda se rizaban el
pelo e incluso se aplicaban en
él polvo de oro o de color.
Ovidio cuenta que la calvicie se
consideraba una deformidad,
por lo cual los hombres calvos
llevaban peluca o trozos de
cabello postizo pegados a la
calva.
Algunos llegaban a pintarse
ésta para dar la impresión de
que tenían cabello, y se dice
que Julio César llevaba siempre
puesta su corona de laurel para disimular la calvicie.
Los esclavos, como símbolo de su penosa situación, llevaban el cabello largo y no se
afeitaban. Los esclavos liberados, por el contrario, se afeitaban la cabeza y llevaban un
gorro de lana -un pileus- como marca de distinción.
Hasta el mandato de Adriano, los ciudadanos sólo se dejaban crecer el cabello y la barba en
épocas de luto; a partir de entonces se pusieron de moda el pelo largo y las barbas
estilizadas. En esa época, los esclavos empezaron a afeitársela. A veces se utilizaban
productos depilatorios para eliminar el vello facial. La barba también se cortaba y se
depilaba. Los hombres ricos se hacían afeitar por esclavos; algunos incluso mantenían a
esclavos cuyo único trabajo consistía en servir de peluqueros. Sin embargo, el ciudadano
medio de Roma iba a la barbería, donde el barbero usaba navajas de afeitar planas y rectas.
En algunas épocas, parece que las mujeres romanas compensaban la sencillez de su
vestuario con el arte del peinado. Al principio llevaban el cabello bastante natural, con raya
en medio y recogido en la nuca con un moño o una cola de caballo. Durante la república, los
peinados seguían siendo sencillos, pero fueron produciéndose variaciones cuando algunas
mujeres casadas empezaron a llevar el cabello enrollado en la coronilla. En la época del
imperio, los peinados ya habían adquirido un mayor refinamiento. El' cabello aún se dividía
con una raya en medio, pero podía ondularse, rizarse o llevarse ligeramente enrollado y
bajo, a la altura de la nuca. Otro estilo muy común consistía en llevar un flequillo de rizos
muy tupidos.
Durante la época de Flavio, las mujeres llevaban gran cantidad de rizos que caían en
cascada. Una tiara mantenía el peinado en su sitio, y por la parte posterior de la cabeza le
caía un puñado de trenzas. Los accesorios y los utensilios necesarios para conseguir esos
peinados tan complicados. Entre ellos se encuentran peines de bronce, marfil y hueso,
tenacillas para rizar que se calentaban en un brasero, horquillas, cintas y redecillas.
Las mujeres romanas también llevaban pelucas -a menudo confeccionadas con piel de
cabra-, sencillamente porque constituían un modo más fácil de conseguir y conservar un
peinado tan complicado. En ocasiones, se colocaban un velo -un flammeum- sobre el
cabello.
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Era común teñirse el cabello, si bien al
principio era una práctica exclusiva de las
prostitutas, que se lo coloreaban de rubio
platino. No obstante, con el paso del tiempo,
las mujeres de todas las clases sociales
empezaron a hacer lo mismo. También se
teñían el cabello rubio, y lo hacían con la
ayuda de un blanqueador preparado con
distintas plantas, bayas de saúco, cáscaras
de nuez y vinagre. Otras mujeres se ponían
pelucas rubias. El negro era un tono de
cabello que también gozaba de gran
popularidad. Plinio transmitió un brebaje
nauseabundo con el que obtener un tinte
negro para el cabello: sanguijuelas
mezcladas con vinagre. Tras dejar fermentar
esta fórmula durante dos meses, las mujeres
debían aplicársela en el cabello, sentarse al sol y enjuagarse la boca con aceite para evitar
que los dientes se les pusieran negros. Ni los hombres ni las mujeres de Roma utilizaban
sombrero. Únicamente el emperador llevaba la corona imperial, una corona de hojas de
laurel de oro macizo.
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BIZANCIO
Contexto histórico
Entre los siglos V y XII, el Imperio bizantino, con capital en Constantinopla, eran el centro
mundial del comercio, la cultura y la moda. Bizancio fue en sus orígenes una colonia de
chozas de junco fundada hacia el año 660 a.C. por una comunidad de emigrantes griegos
procedentes de Megara; más adelante, en el 330 d.C., pasó a denominarse Constantinopla,
cuando el emperador romano Constantino el Grande (que gobernó entre el 324 y el 337)
volvió a fundar la ciudad y le puso su nombre. El nombre oficial de la ciudad era
Constantinópolis nea Roma -"la ciudad de Constantino que es la nueva Roma"-, y vivió un
desarrollo extraordinario que la convirtió en la ciudad más opulenta del mundo. Situada en la
orilla europea del Bósforo, el estrecho que separa Asia de Europa, la nueva capital tenía una
ubicación estratégica para afianzar el Imperio romano. Constantino se dio cuenta de que
esta posición, con su espectacular puerto, la convertiría con el tiempo en un nexo esencial,
tanto por tierra como por mar, entre la civilización oriental y la occidental.
Indumentaria
El estilo bizantino era una mezcla de los estilos griego y romano con la suntuosidad asiática
y oriental. Con el tiempo, esta mezcla influiría notablemente en la indumentaria medieval y
renacentista. Al igual que en Grecia y Roma, las prendas de vestir bizantinas eran corte
sencillo. La prenda más habitual de la época era la túnica en forma de T. Asimismo los
cónsules bizantinos vistieron toga hasta mediados del siglo VI. La incorporación de tejidos
de colores vivos, flecos, borlas y bordados con adornos de joyería, todo ello de procedencia
oriental, representó una espectacular innovación en la indumentaria bizantina. Los motivos
bordados podían ser tanto religiosos como florales o con formas geométricas de estilo
oriental.
La vestimenta era indicativa de la prominencia y el rango social. El atuendo del emperador
para este encuentro crucial -en el que se pretendía acabar con el malestar existente en todo
el imperio por cuestiones religiosas- era espléndido y solemne. Vestía toga púrpura con
bordados de oro y joyas incrustadas, calzaba altos coturnos rojos y lucía una tiara. A partir
de ese momento, en todo Bizancio la vestimenta se convirtió en un símbolo de primacía y
categoría social.
Los emperadores, que tenían la doble función de jefes del Estado y de la Iglesia, la realeza
podía vestir con el color púrpura real. La elección de este color se inspiraba en el púrpura de
la toga pícta de los emperadores romanos. Las técnicas de fabricación del tinte púrpura eran
un secreto celosamente guardado por las manufacturas imperiales.
Aparte de la opulencia y el esplendor, el cristianismo tuvo una gran influencia en Ia forma de
vestir en Bizancio. Tanto en las ropas de hombre como en las de mujer, se imponía la
modestia inspirada por el cristianismo, de modo que había que ocultar el cuerpo. Las
mujeres se cubrían la cara y las manos, y los hombres llevaban pantalón debajo de la toga
Con tantas capas superpuestas y las holgadas túnicas que vestían hombres y mujeres,
hacía imposible distinguir la silueta de un sexo de la del otro.
En las prendas se bordaban escenas religiosas procedentes de la tradición cristiana como
motivos simbólicos. Al principio no había distinción entre la indumentaria de los clérigos y la
del resto de la población, pero más adelante los funcionarios gubernamentales promovieron
disposiciones en las que se prohibía al clero seguir la última moda.
Prendas femeninas
La ropa de las mujeres compartía sus principales
características con la ropa masculina ambas ocultaban
la silueta y tenían varias capas. La primera era una
prenda interior que llegaba hasta los tobillos y ajustada.
Luego venía un. vestido tipo túnica, más corto, que
dejaba ver la primera prenda. Este vestido podía ir
ajustado o ceñido a la altura de la cintura o por encima
de ella. Las mujeres bizantinas solían llevar una estola
romana; en ocasiones, incluso dos a la vez. A menudo,
encima de la estola se ponían una palla (manto).
Algunas mujeres utilizaban velo, que se confeccionaba
con una pieza larga de tejido que unas veces se dejaba
caer por detrás de la cabeza y otras se doblaba por
delante de forma que cubriera el brazo.
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Las largas túnicas de cuello alto conjugaban perfectamente con la obsesión de la época por
ocultar la silueta corporal. Sus lujosos vestidos de seda estaban adornados con pedrería y
espléndidos bordados de oro. Llevaba una cadena de oro alrededor del cuello, y las joyas le
cubrían el cuerpo. Collares de perlas, esmeraldas y rubíes ornaban su esbelto cuello y, para
las ceremonias, lucía una pesada corona de oro cargada de cadenas de perlas Y
esmeraldas que le llegaban hasta el pecho.
Prendas masculinas
En los primeros tiempos de Bizancio, los hombres de clase alta vestían a la manera de
Roma. Las diferentes capas de ropa estaban dispuestas de modo que ocultaban la forma del
cuerpo. Primero iba la ropa interior, normalmente una túnica blanca de manga larga,
ajustada y que llegaba hasta las rodillas o hasta los tobillos. Encima, la dalmática, una túnica
con mangas largas y anchas que a veces podía sustituir a la primera túnica. La dalmática,
que debía su nombre a su lugar de origen, Dalmacia, era de color rojo y dorado.
Hasta el siglo VI d.C., la mayoría de los ciudadanos bizantinos vestían toga, pero más
adelante su uso quedó restringido a los cónsules y fue sustituida por una capa. Existían tres
tipos de capas, todos ellos de origen romano. El primer tipo, un simple rectángulo de tejido
que cubría la espalda y llegaba hasta los pies. El segundo tipo consistía en una pieza de
ropa semicircular sujeta a los
hombros. El tercero era una capa
circular, muy parecida a la
Paenula romana, cosida por
delante con una abertura para la
cabeza y, a veces, con una
capucha que se podía quitar y
poner. Existía otra alternativa a la
toga: la clámide griega, que a
menudo se combinaba con una
pieza cuadrada de tejido bordado
denominada tablion.
Hacia los siglos V y VI, los
hombres de clase media llevaban
la túnica. Tenía el escote
adornado y era más larga que la
túnica de los cortesanos. Los sacerdotes y la nobleza también llevaban un Pallium, que, a
pesar de tener el mismo nombre que la capa romana, era completamente distinto: consistía
en una tira de tejido de unos 20 centímetros de ancho, exquisitamente decorada, que iba
enrollada alrededor del cuello.
Debajo de la túnica, los hombres llevaban una hosa (unas mallas de lana o de otro tejido) o
un braco (pantalón bombacho). A partir del siglo VI, empezaron a utilizar calzones o
pantalones. Los obreros usaban bombachos, que se metían por dentro de las botas de caña
alta; encima llevaban una túnica hasta el muslo y una capa hasta los tobillos, ambas de lana
natural.
Tejidos
Seda, tafetán, damasco, terciopelo, tapicería, brocados, hilo,
lana, algodón. Los bizantinos elaboraban los vestidos imperiales
con una gran variedad de tejidos. El uso de telas suntuosas
distinguía su indumentaria de la de otras civilizaciones.
La introducción de la fabricación de la seda en Europa constituye
una de sus mayores aportaciones a la historia de la moda. El
proceso de elaboración de la seda fue un misterio durante tanto
tiempo porque para muchos era inconcebible que el tejido más
lujoso que existía estuviera producido por gusanos. Finalmente,
en el año 552 se resolvió el enigma, y todos los incrédulos
quedaron convencidos cuando dos monjes persas transportaron
clandestinamente una rama hueca de bambú, en la que se
escondían centenares de huevos de gusanos de seda , las
semillas de morera necesarias para plantar los árboles de cuyas
hojas se alimentan estos animales. Una vez que se consiguió
fabricar regularmente seda en el imperio, se acabó el monopolio
de Oriente. Los bizantinos empezaron a fabricar una variedad de
seda que se conoce con el nombre de samite: presentaba una
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textura densa y fuerte, parecida a lo que hoy conocemos como brocado, y su tacto, más
basto, encajaba a la perfección con el estilo imperial bizantino, imponente y efectista.
A veces se bordaba la seda con hilo de oro o se combinaba con piezas ,de tela de oro.
Calzado
El calzado de hombres y mujeres estaba fuertemente influido por los materiales y los colores
utilizados en Oriente. A menudo era de seda bordada, y estaba decorado con oro y pedrería
en tonos que iban desde negro, gris y marrón hasta verde, azul, rojo, ciruela y violeta
intensos. Eran comunes las botas de media caña, así como las zapatillas con pedrería.
Se llegó incluso a calzar zapatos de oro. Los obreros solían llevar botas de caña alta.
Joyería y ornamentos
Al principio del período bizantino, las joyas estaban influidas por los estilos griego y romano,
pero con el tiempo acabaría imponiéndose la influencia de Oriente Próximo. Tanto los
hombres como las mujeres de alto rango utilizaban collares muy recargados. Los
pendientes, los anillos y los broches se fabricaban con oro, perlas y piedras preciosas, como
rubíes, esmeraldas, zafiros y diamantes.
Los pendientes bizantinos del siglo VI, de
inspiración egipcia, consiste en un aro
con el borde inferior curvado, más ancho
y en forma de barca. EI origen de la
esclava -un brazalete rígido, sin cerrar- se
sitúa en Bizancio en el siglo IX.
El arte del esmalte se extendió desde
Persia hasta Bizancio, y su producción
floreció entre los siglos IX y XI. A partir de
ese momento, las técnicas del esmalte
bizantinas se expandieron por Europa. Se
esmaltaban imágenes con flores y otros
finos dibujos. Los bizantinos idearon
técnicas para la producción de cristal de
colores, que utilizaban para hacer
pequeños espejos que, en realidad, se
consideraban más elementos decorativos
que utensilios funcionales.
Sombreros y tocados
Con la excepción de los petasos de paja
de los campesinos y del zucchetto -un
gorro de origen griego-, no era habitual entre los ciudadanos de
Bizancio usar sombrero y, hasta el siglo XII, los sacerdotes y
los obispos oficiaban las ceremonias religiosas con la cabeza
descubierta. Pero, posteriormente, los tocados se convirtieron
en una parte importante de Ia vestimenta de la corte y de la
Iglesia. Entre los cortesanos, hombres y mujeres utilizaban
coronas y tocados diseñados por orfebres. Los mercados de
perlas de Oriente suministraban un espléndido surtido de
materias primas, y se dice que los tocados bizantinos con
incrustaciones de perlas fueron la inspiración de los vestidos
medievales con perlas cosidas Los prelados llevaban la
infula, una cinta de lana blanca anudada ala cabeza que,
con el tiempo, se hizo más elaborada y se decoró con joyas
y bordados de oro. Aunque la pompa y la solemnidad regían
el uso de los diferentes tocados de los miembros de la
Iglesia, también intervenía en ello la necesidad. A causa del
ambiente húmedo y frío del interior de las iglesias, obispos y
cardenales llevaban un zucchetto, cuyo color indicaba el
rango de su dueño. A su vez, los monjes vestían hábitos con
los que se podían cubrir la cabeza.
22
LA EDAD MEDIA
Contexto histórico
Las tribus germánicas que arrasaron el Imperio romano de Occidente a partir del siglo IV -
entre las cuales se encontraban los visigodos, los vándalos, los ostrogodos, los hunos, los
anglos, los sajones, los jutos y los francos- destruyeron, entre otras cosas, las redes
marítimas y de carreteras que habían hecho posible un gobierno centralizado y que habían
permitido la comunicación entre ambos extremos del imperio. Una de las consecuencias de
este hecho fue la completa desaparición de la vida artística y cultural de Roma, sustituida
por las costumbres de esas tribus guerreras. Este período se conoce actualmente como la
Alta Edad Media o, de forma algo imprecisa, como la edad de las tinieblas. A lo largo de esta
época, el único elemento unificador en la Europa occidental era la Iglesia.
Hubo un breve período de respiro durante el reinado de Carlomagno (742-814), rey de los
pueblos germánicos conocidos como francos. Su mandato, como primer rey de la dinastía
carolingia (771-987) y como primer emperador del restablecido Imperio romano de
Occidente (800-814), se caracterizó por el florecimiento de las artes, las letras y la moda.
Los historiadores consideran este despertar del conocimiento la primera semilla del
Renacimiento. Al extenderse el reinado de Carlomagno y de su hijo Luis por la mayor parte
de la Europa occidental, la gente pudo viajar más fácilmente. Los alemanes, por ejemplo,
iban a estudiar a Italia o a Francia. Al principio, el imperio cooperaba con la Iglesia, pero los
intentos de ésta de interferir en los asuntos no religiosos del emperador aumentaron
progresivamente los conflictos.
En aquel momento comenzó a surgir en algunas regiones de Europa una nueva estructura
social: el sistema feudal.
Indumentaria
La mayor parte de la ropa que estuvo de moda durante la Alta Edad Media traslucía una
cIara influencia bizantina derivada de los trajes importados de Oriente. A finales de la Edad
Media, Europa occidental había desarrollado unos estilos de vestir propios y exclusivos.
Una innovación destacada, llegada de Oriente durante las cruzadas, fue el uso de botones
para sujetar la ropa.
Otra novedad importante para la vestimenta fue la aparición del sastre profesional, que se
remonta a la Edad Media. La confección de la ropa, que había sido anteriormente un trabajo
de mujeres, empezó a estar cada vez más en manos de los hombres.
Las personas de relevancia social empezaron a llevar prendas que lucían divisas con
motivos o emblemas personales que servían para identificar a una familia.
No obstante, la moda no tenía la menor trascendencia para la mayoría de la gente. La ropa
se usaba con la finalidad funcional de protegerse contra el clima, a menudo inclemente.
Aunque el atavío para ceremonias de Carlomagno era suntuoso e iba acompañado de
calzado con incrustaciones de pedrería, una capa sujeta con un broche de oro y una
diadema, su vestimenta habitual consistía en ropas sencillas, e incluso llevaba pieles de
cordero y ,conejo en lugar de otras más lujosas, como armiño o visón.
Hasta el siglo XIV, hombres y mujeres de todas las clases sociales usaban un atuendo
similar. En verano y en invierno vestían prendas largas y holgadas. La gente se cubría
completamente el cuerpo en todo momento, y es probable que en invierno, para abrigarse,
Ilevara más capas de ropa. Tal como ocurría en Bizancio, la elección de un género o de otro
era lo que distinguía la ropa que utilizaban las personas de diferente estamento social.
Tanto los hombres como las mujeres llevaban un capote largo como prenda exterior.
En la Alta Edad Media, hombres y mujeres llevaban una túnica interior, otra exterior más
corta que la primera, y un cinturón a la altura de la cintura; se cree que aquí se encuentra el
origen de la camisa o blusa actuar. Otra prenda que llevaban ambos sexos era una
sobretúnica de piel. En el siglo XV era un poco más larga, se sujetaba con un cinturón alto
debajo del pecho y caía suelta hasta el suelo.
Las personas que pertenecían a las clases más acomodadas llevaban capotes forrados de
piel, seda o tela dorada. Los campesinos, siervos y obreros usaban vestidos más cortos
para tener mayor libertad de movimientos cuando trabajaban, y los hombres en genera
vestían en ocasiones unos prácticos bombachos. Los miembros de la Iglesia llevaban toga
eclesiásticas, no muy distintas de las actuales. Los integrantes de los gremios solían utilizar
un tipo de ropa que denotara su oficio.
Prendas femeninas
En la Edad Media, las mujeres copiaban los estilos de ropa de los hombres, y adaptaban las
prendas para que encajaran en las formas femeninas.
23
Las mujeres acomodadas llevaban una vestimenta más refinada, como faldas
acampanadas, tan largas que barrían el suelo, y hechas de géneros pesados como el
brocado. Se subía la cintura hasta debajo del pecho,
punto en el que se añadía un cinturón ornamental para
destacar esa zona del cuerpo. Las partes superiores
estaban muy elaboradas, y la mayoría de las mujeres
lucían un escote alto. Las mangas podían ser sencillas
y ajustadas o estar muy trabajadas; otras veces se
forraban con piel, y las había muy anchas y tan largas
que llegaban hasta el suelo. Al rededor del siglo XIV,
las mangas se decoraban con puños dentados, efecto
que, según algunos historiadores de la moda, inspiró la
invención posterior del encaje.
La aparición de la peste bubónica en 1348 tuvo un
profundo efecto sobre la moda en Occidente, como
consecuencia, de la crisis política y social que originó.
La gente empezó a vestir con extravagancia, como
ocurre siempre en tiempos de crisis. Se empezaron a
llevar faldas más cortas, y la ropa se fue ajustando
cada vez más al cuerpo; al marcar las prendas la
silueta, resultaban más favorecedoras.
Progresivamente, la indumentaria ganó en,
refinamiento; por ejemplo, las mangas y los bajos de
las faldas presentaban los bordes recortados, a modo
de adorno.
A finales de la Edad Media volvieron los estilos de ropa
más modestos para las mujeres: las vestimentas que
usaban eran cada vez más funcionales, por no
calificarlas de austeras. Las faldas dejaron de llegar hasta el suelo y las mujeres ya no las
arrastraban, subió la línea del escote y las mangas empezaron a acortarse por el codo.
Prendas masculinas
La clase social y el oficio determinaban el tipo de ropa que debía utilizar un hombre en la
Edad Media. En los siglos XIII y XIV, solía llevar una túnica -cota- de manga larga que
llegaba a la altura de la rodilla; encima, un vestido holgado de mangas amplias, a veces con
un cinturón, y encima, una sobrecota sin
mangas, que caía holgadamente hasta los
tobillos cubriendo el cuerpo. Esta prenda estaba
abierta por los lados y tenía un corte en la parte
frontal. Entre los diferentes tipos de sobrecota se
encontraba el cyclas.
Se conocen otras prendas exteriores de este
período. El garnache era un vestido ligeramente
entallado, con costuras laterales abiertas desde
el hombro hasta la cadera. Hérigaut era el
nombre que recibía un tipo de sobretodo. Los
sobretodos largos, confeccionados con un
pedazo de tela semicircular, también eran muy
comunes.
Después de la caída de Constantinopla, el
centro de la moda dejó de estar en esta ciudad.
En Flandes se producía el mejor tejido de lana -
codiciado por la nobleza de la Europa occidental
en los siglos XIV y XV-, y los flamencos eran
expertos tejedores, por lo cual es probable que
influyeran en el tipo de ropa que se llevaba.
En Francia, París empezaba a afianzarse como capital de la moda masculina. El gusto de
los franceses por el lujo fue tan influyente que se expandió por toda Europa.
En general, los vestidos de los hombres eran más cortos que los de las mujeres; llevaban un
jubón con medias, así como la cotardía: una prenda exterior con encajes y de escote bajo,
que se ensanchaba a partir de la cadera o de la cintura. Hacia el siglo xv, la cotardía se
acortó y adquirió la longitud de un redingote. La hopalanda era otra prenda de moda que
vestían tanto hombres como mujeres, y que data de alrededor del año 1400. Se trataba de
una túnica larga y ancha, que se llevaba con un cinturón e iba ajustada en los hombros;
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tenía cuello alto, y mangas amplias y holgadas. Las mujeres también llevaban una cotardía
larga, así como vestidos largos y sueltos. En esta época surgió la forma como elemento
diferenciador en el vestir. La indumentaria se había convertido en algo más que una señal
de posición social.
Tejidos
La lana fue el tejido más importante durante la Edad Media. Hacia el siglo XV se
desarrollaron en Inglaterra telares específicos para tejerla. Existían distintas variedades de
tejido de lana, incluido el camelot, de gran calidad, que se fabricaba en Francia. En Italia se
hacía el punto de lana; también se fabricaba hilo de distintos pesos, desde muy grueso
hasta casi transparente. Al popularizarse en Europa el tejido de la seda, el precio de este
material se redujo sustancialmente. La seda mate y gruesa se usaba para los mantos caros,
cuyos forros estaban hechos de terciopelo y satén.
Los nobles Ilevaban ropa de lana ligera, de buena calidad; de hilo procedente de Reims y de
seda importada. A Leonor de Aquitania le gustaban los vestidos confeccionados con samite,
seda rígida fabricada originariamente en el lmperio bizantino. Sus vestidos lucían a menudo
bordados dorados y perlas cosidas a mano, que servían para ocultar los dobladillos. Los
campesinos llevaban ropas de fibras bastas, como lino rugoso, lona y lana. Todas las clases
sociales utilizaban pieles, aunque la posición social determinaba realmente el tipo de piel
que llevaba cada individuo: los ricos, de armiño o marta, y los campesinos, de oveja, tejón o
zorro. La gente vestía con pieles en cualquier estación del año. El pelo animal estaba en
contacto directo con la piel, como aislante, y se mostraba el pellejo.
La piel se utilizaba con frecuencia porque era práctica. Las prendas exteriores llevaban forro
de piel, que era ligero, impermeable y transpirable. La piel también respondía a las
exigencias de modestia que prevalecieron durante toda la Edad Media, pues envolvía el
cuerpo de modo que no permitía distinguir la forma masculina de la femenina. Por ello,
servía para hacer trajes largos, como el pelisson, forrado de piel, que usaban tanto hombres
como mujeres.
Las ferias de tejidos se convirtieron en importantes puntos de encuentro. En ellas se vendían
tanto telas como ropa confeccionada por encargo, y la clientela Internacional que atraían
garantizaba la propagación de tendencias similares dentro y fuera de Europa.
En la Edad Media se usaban telas espléndidas tanto para la ropa como para fines
domésticos. En la época de Enrique III de Inglaterra se aprobaron leyes suntuarias para
regular el uso de telas extravagantes, pero la obediencia fue escasa. Los hogares ingleses y
franceses usaban hilos y lanas de gran calidad para manteles, sábanas, ropa y colgaduras.
Thomas, duque de Gloucester (1354-1397), uno de los hijos de Eduardo III, disponía en su
casa de dieciséis juegos de ropa de cama de seda con bordados de oro. Los tronos se
forraban con las telas más valiosas, como el terciopelo de seda.
La confección de tapices se remonta a la Edad Media. Además de utilizarse para las
colgaduras, se incorporaron a la indumentaria en forma de elementos decorativos, como los
ribetes.
En la Edad Media, la tela marcaba las diferencias entre las clases sociales. La ropa que
utilizaba el clero y la elite se confeccionaba con magníficos bordes y ribetes. Las familias
nobles, como la de los Visconti en Italia, llevaban bandas y bordes con su propia firma; las
tiras de seda gozaban de una gran popularidad. A menudo iban acompañadas de
estampados de diamantes y cadenas: En la tumba de Enrique IV se halló un gorro a modo
de corona, adornado con una tira que presentaba motivos geométricos.
Los colores eran algo personal. Algunas familias llevaban ropa de unos tonos específicos al-
campo de batalla, de modo que vestir con colores pasó a asociarse con los soldados y se
consideraba poco adecuado para la vida civil. Cuando el emperador Federico III visitó Roma
en 1468, apareció vestido con un ostentoso terciopelo negro. A partir de entonces, tanto los
soldados como las mujeres pudieron llevar trajes de colores.
Los tejidos y la ropa se guardaban cuidadosamente en arcones. Éstos, fabricados con
madera de roble, eran el mueble doméstico más práctico y conocido, junto con otros que se
utilizaban para guardar todo tipo de enseres domésticos. Asimismo, las familias ricas,
siempre de viaje entre sus haciendas, los empleaban para llevar el equipaje.
Joyería
Las joyas de principios de la Edad Media han sido etiquetadas como poco refinadas en
comparación con los estilos bizantinos, aunque algunos ejemplares de joyas irlandesas son
exquisitos. Posteriormente, su elaboración fue una tarea más artesana. El oro era el material
más frecuente, y se empleaba para pulseras, collares y anillos
25
Calzado
En la época medieval se introdujo un tipo de zapato en punta, la polaina, estilo que ha
perdurado hasta la actualidad. Inicialmente se consideraba que calzar zapatos puntiagudos
era un símbolo de posición elevada. Por ello, las puntas tenían cada vez una longitud menos
natural: a veces llegaban a los 45
centímetros. Finalmente, una ley
inglesa promulgada en 1363 asignó a
cada clase social una longitud de
punta para el calzado: la plebe la
podía llevar de 15 centímetros; los
caballeros, de unos 37 ,5 centímetros,
y la nobleza, de hasta 60 centímetros.
No obstante, la Iglesia consideraba
que las puntas extremadamente
largas y estrechas eran algo perverso,
por lo cual fueron ensanchándose
cada vez más, hasta el punto de producir lo que se acabó llamando "calzado en pico de
pato".
Sombreros y tocados
A lo largo de la Edad Media, fue fluctuando el gusto por ornamentar la cabeza. Inicialmente,
apenas se usaban sombreros en Europa. Sin embargo, con el paso del tiempo, se fue
experimentando con ideas nuevas. En la segunda mitad del siglo XII, la capucha se separó
del manto para convertirse en una prenda
independiente, la caperuza, que se llevaba con una
capelina, pequeña capa que llegaba hasta el hombro.
Se trataba de una innovación.
práctica, pues calentaba la cabeza Y la protegía de la
lluvia sin dificultar el movimiento.
Surgieron diversos estilos de sombreros entre ellos el
gorro frigio en punta, así como un primer tipo de boina.
Había sombreros con alas anchas, que los hombres,
cuando viajaban, solían llevar encima de la caperuza.
A finales del siglo XIII, las mujeres empezaron a llevar
en el cabello una redecilla o crespina. Al principio se
combinaba con una barbette (una banda de tela
colocada horizontalmente en torno a las sienes} Y una
cinta. En tiempos más antiguos,)levar solamente una
redecilla en el pelo se había considerado inmoral. Sin
embargo, entorno al siglo XIV, cambió esa actitud Y se
permitió llevar únicamente la crespina. Las mujeres
también utilizaban velos, que estaban. hechos de una
pieza semicircular de hilo Y se llevaban drapeados
para enmarcar la cara.
A finales del siglo XIV Y principios del xv se popularizó
un tocado acolchado. Se trataba de un rollo que se
llevaba encima de la redecilla Y que sujetaba el cabello enrollado por encima de las orejas
formando pequeños rizos en la sien. Alrededor de
1410 surgieron el tocado en forma de cuerno -
hecho con alambre Y sobre el que se ponía un velo
ligero- Y el tocado en forma de corazón. Por
entonces los tocados alcanzaron nuevas alturas. El
hennin cónico, o tocado en aguja con un velo que
colgaba de la punta, se hizo muy popular en
Francia, y su altura dependía del rango de la mujer
que lo llevaba. Los restos encontrados indican que
hacia 1428 había alcanzado una longitud de 120
centímetros. Se considera que la creación más
suntuosa de la época era el tocado de mariposa: se hacía con alambre y se cubría con un
gorro o una crespina para sujetar el cabello.
26
RENACIMIENTO
Contexto histórico
El Renacimiento hunde sus raíces a comienzos del siglo XIV, alcanza su plenitud a finales
del siglo XV y continúa su desarrollo a lo largo del siglo XVI.
En sus inicios, el Renacimiento se interesó por las formas de la arquitectura y la escultura
clásicas, fundamentalmente en Italia. Luego se expandió y se transformó en una importante
corriente cultural e intelectual, que cobró impulso a finales del siglo XIV. Su influencia se
dejó sentir en todos los estamentos de la sociedad, cada vez más próspera y moderna. La
economía monetaria reemplazó al sistema feudal, y las mercancías de consumo -con niveles
y valores de precio fijo- comenzaron a estar disponibles en un mercado abierto.
Los humanistas -nuevos pensadores seglares italianos- redescubrieron a los escritores de
las antiguas Grecia y Roma, y relacionaron sus escritos sobre ciencia, sistemas de gobierno,
filosofía, matemáticas y arte con las ideas cristianas contemporáneas. Desarrollaron la
premisa de Cicerón de que la razón dignifica al hombre y, como resultado de ello, durante el
Renacimiento los individuos fueron más conscientes de sí mismos y más extrovertidos.
Indumentaria
Con el individuo comenzó a tener mayor conciencia de sí mismo, la ropa, y en particular las
prendas de moda, adquirieron mayor importancia durante el Renacimiento. La moda, en
ocasiones un pasatiempo de las personas acomodadas, también llegó a ser una
preocupación de la próspera clase media. Durante la Edad Media, los atuendos diferían en
cada País, pero el Renacimiento tuvo un gran efecto unificador. Las comunicaciones y el
transporte eran más rápidos y efectivos, proliferaron las espléndidas mercancías de lujo, y
la gente empezó a desearlas. Como ha observado Jack Cassin Scott, en la sastreria inglesa
se establecieron algunos recursos de confección excelentes, que fueron tomados de
diferentes estilos nacionales y mezclados a menudo en un solo atuendo.
Las prendas que confeccionaban los sastres -cuyos modelos estaban regulados por su
poderoso gremio- se adaptaban a los gustos de la clientela, y era habitual que un cliente
realizase varias visitas al taller sólo por una sencilla prenda. Los sastres comenzaron a
crear redes de negocios estrechamente relacionadas con oficios específicos en
regiones,pueblos o ciudades. La tienda, el hogar y el taller se localizaban en el mismo
lugar. Los sastres ambulantes atenla gente del campo, que no podía acceder fácilmente a
los centros urbanos. Las prendas eran consideradas una inversión, y se dedicaba tiempo a
su mantenimiento y reparación. Los cortesanos requerían un extenso guardarropa, y a
menudo vendían sus ropajes en establecimientos de segunda mano para recuperar una
parte de su costo. En cuanto a la influencia de formas e innovación, había dos centros
importantes: Florencia y la corte de Carlos el Temerario, duque de Borgoña, en Flandes.
Entre los estilos más influyentes y permanentes que surgen en Flandes, hay uno que fue el
resultado de la a de Carlos el Temerario en 1477. Cuando los suizos cayeron sobre sus
tropas en Nancy, para celebrar la victoria cortaron las tiendas, los espléndidos estandartes y
los lujosos vestidos del ejército borgoñón, y ataron las tiras a los desgarrones de sus
propios vestidos. A partir de ese momento se popularizó un estilo conocido como
"acuchillado” en que las costuras están abiertas ose cortan deliberadamente en una prenda,
y se visible el forro. Fue un tipo de adorno adoptado por hombres y mujeres, pero algo mas
en los trajes masculinos y ciertamente uno de los motivos más característicos de la moda
del final del Renacimiento.
La gorguera es otro elemento del Renacimiento. Es un rasgo destacado en la indumentaria
masculina y femenina, que comenzó como el efecto que se creaba al fruncir con un cordón
el escote de una camisa, dando la apariencia de un volante, pero que finalmente se convirtió
en un elemento independiente de la prenda. La gorguera se perfecciono gracias a la
introducción del almidón, fabricado originariamente en Flandes, y que llegó a Inglaterra en
1560. El almidón tiñe el blanco del volante y le añade un matiz azulado y amarillento. Para
mantener la gorguera se ponían debajo soportes que consistían en alambres forrados con
tiras de seda. Los frunces de la gorguera se plegaron cada vez más, por lo que sobresalían
mucho y agobiaban por su altura. Más tarde, las gorgueras se hicieron de gasa a veces con
los característicos bordes de encaje dorado o plateado; podían hilvanarse al alto cuello del
cuerpo del vestido o utilizarse para decorar una camisa masculina. La gorgueras puede
parecer incómoda, pero los historiadores de la moda aseguran que, si se llevaba bien sujeta
o con la cabeza alta, no molestaba.
Los hombres y las mujeres de clase media llevaban prendas con mangas desmontable o
con doble manga: una manga estrecha, que podía ir sujeta a una prenda interior y una
manga más amplia, que también solía estar fijada al cuerpo de un vestido (o aún jubón
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masculino). Estas mangas constituían un método asequible para cambiar el aspecto de una
prenda. Las mujeres italianas recurrían con frecuencia a ellas, pues con dos vestidos y diez
pares de mangas obtenían una gran variedad de modelos. Los historiadores señalan que la
práctica de usar mangas desmontables precede a la costumbre moderna de comprar
camisas y blusas para mezclar con otras prendas y cambiar de imagen.
Las agujetas eran otra importante característica del traje renacentista. Recuerdan el sistema
de cordones de los zapatos y se usaban para sujetar las calzas de la cintura del jubón, o las
mangas desmontables a la sisa de un jubón o un cuerpo. Aunque su función era meramente
funcional, la clase alta las llevaba con motivos decorativos. Las agujetas permitían que el
vestido resultara más suntuoso y ornamental, o potenciaban en las prendas un son un
aspecto más desenvuelto y cotidiano.
Abanicos y pañuelos eran la quintaesencia de los accesorios renacentistas. Fuera de los
círculos cortesanos, el abanico llegó a ser muy popular, formaba parte de un buen ajuar de
novia. En el clima caluroso de Venecia, Milán, Génova y Siena, la gente movía
enérgicamente el abanico en verano, aunque en realidad era más un elemento decorativo
que funcional. Algunos modelos incorporaban un espejo en el centro; otros estaban
adornados con perlas. Las mujeres de los ricos mercaderes venecianos portaban abanicos
en forma de bandera.
Tanto los hombres como las mujeres utilizaban pañuelos. Además de servir para sonarse la
nariz, tenían un carácter decorativo. También se llevaban en la cabeza o alrededor del
cuello. Los pequeños se llevaban simplemente en la palma de la mano o sujetos con firmeza
por el centro para mostrar sus finos encajes. El pañuelo de bolsillo se popularizó en Venecia
a mediados del siglo XVI y llegó a ser el adorno favorito de la realeza europea,
particularmente de Catalina de Médicis. El pañuelo fue considerado el objeto definitorio del
lujo, por lo que los pobres tenían prohibido su uso por ley. Enrique VIII promulgó leyes que
guiaban cómo podía estar decorado. La mayoría eran de lino o de seda y, con el tiempo,
llegaron a estar profusamente adornados. El pañuelo del siglo XVI estaba más
ornamentado que el del siglo XV. Llevaba remates de encaje o de ganchillo, bordes
adornados con borlas y bordados.
Los cambios en el estilo de vestir comenzaron a principios del siglo XVI. Siguiendo la teoría
de Leonardo de que el círculo era la forma perfecta, la apariencia de los hombres y, sobre
todo, en las mujeres comenzó a ser más redondeada, y las prendas tomaron un aspecto
más sensual. Mangas y faldas se ensancharon. Las ropas se hacían con tejidos tupidos,
lujosos y suaves, como terciopelo, brocado y damasco. Los bordados y la ornamentación se
empleaban con frecuencia para añadir riqueza ala prenda y belleza al cuerpo humano, que
comenzaba a ser aceptado.
Prendas femeninas
A principios del siglo XV, las mujeres llevaban una
versión abultada y suave de la hopalanda, una túnica
larga y ancha, con mangas voluminosas y cuello alto.
A mediados de siglo, las prendas eran más amplias.
El vestuario femenino básico se componía de una
camisa interior de lino blanco, de manga larga, sobre
la que se llevaba un vestido de cintura alta, y de un
color contrastado.A finales de siglo, el escote del
vestido se hizo en forma de V hasta la cintura, y se
añadió una rígida pieza de tejido, el tassel, para
tapar el pecho. Las mangas se abrían en los
hombros, en los codos y en la parte posterior para
dejar asomar por las aberturas las mangas de la
prenda interior. En el siglo XVI, la pieza principal del
guardarropa femenino será la cota, o vestido interior.
La invención más destacada del Renacimiento para
la mujer fue el verdugado - estructura redondeada
que armaba la falda-, que se utilizó por primera vez
en 1468 en la corte española. La prenda se transformó en otros países e incrementó su
anchura. En 1530 aparece en Francia un verdugado más ancho, el verdugado de tambor.
El verdugado producía un balanceo en la falda femenina. Este movimiento se acentuaba con
el uso de tacones. Los aros del verdugado se hacían con ramitas de sauce, con cañas con
ballenas, y se cosían sobre un tejido. Había tres tipos principales de verdugado: el reducido
español; el de tambor, que era muy popular entre las francesas, y el de campana.
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El incremento de la anchura en las faldas requería una gran cantidad de material. Se
promulgaron leyes y edictos para reducir su uso, pero no dieron resultado. Ningún edicto
real pudo controlar nunca la moda.
Aunque las ropas femeninas eran muy pesadas en la última etapa del Renacimiento la
silueta deseada estaba bien definida. Las prendas enfatizaban unos hombros amplios largo
y estrecho talle, y unas caderas anchas. La parte superior del cuerpo femenino se
estrechaba con la basquiña.
Confeccionada con un tejido
rígido, esta prenda interior
tipo corsé se pegaba al
cuerpo y le daba una forma
de embudo, suprimiendo la
redondez natural del seno y
proyectándolo hacia arriba.
Esta silueta se
complementaba con el
efecto abultado del
verdugado en la parte
inferior. Los cuerpos
emballenados constituían
una alternativa que producía
un aspecto aplanado, efecto
que se potenciaba al utilizar
un peto rígido y triangular,
que terminaba en punta bajo
la cintura y se curvaba
sobre la falda.
En el Renacimiento florentino, las faldas se arrastraban inicialmente por el suelo, pero pronto
comenzó a dejarse ver la pierna bajo la falda, sobre todo cuando las mujeres paseaban,
cazaban, tomaban parte en deportes o bailaban. Este deseo de mostrar el pie llevó a buscar
medias y calzas que se ajustasen a la perfección.
Catalina de Médicis fue una de las primeras en llevar calzones. Éstos proporcionaban a la
mujer una gran libertad: permitían montar a caballo de lado en la silla, una costumbre que se
originó durante el Renacimiento; si la falda se desplazaba, se podían ocultar las rodillas.
Inicialmente, los calzones estaban hechos de algodón o fustán, pero, conforme iban ganado
aceptación, comenzaron a confeccionarse con tejidos más suntuosos, como el brocado, o
con paños dorados y plateados. No obstante, los calzones no fueron adoptados por todas
las mujeres europeas; por ejemplo, no llegaron a ser muy populares en Inglaterra y
Alemania.
Las mujeres llevaban largas capas plisadas como prendas exteriores. Algunas tenían un
estrecho escote redondo y el toque frívolo de una abertura debajo de los brazos que
mostraba el vestido.
Isabel I era famosa por su gusto por las prendas suntuosas. Aunque no es recordada como
una gran belleza, se la consideraba una mujer con mucho estilo. El típico aspecto Isabelino
era la rigidez. Llevaba gorguera Tudor, hombreras, una peluca enjoyada, un cuerpo rígido y
un verdugado. Se afeitaba el nacimiento del pelo y las cejas.
Prendas masculinas
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pareciesen más anchos, se acolchaban los abrigos con heno y se colocaba un cinturón en la
cintura. Las medias reemplazaron a las estrechas calzas, y entrepierna se convirtió en la
zona más importante del cuerpo con la introducción de la bragueta y otras ornamentaciones,
como las cintas. Los zapatos en punta fueron reemplazados por el calzado en pico de pato o
pie de oso, muy ancho y redondeado en la puntera.
El hombre europeo extraía de los libros las ideas para
conseguir una apariencia elegante. El libro del cortesano, de
Castiglione, era el manual del caballero. Además de ofrecer
detalles acerca de la conducta ideal del cortesano, también
aconsejaba sobre la ropa que había que llevar en distintas
ocasiones; por ejemplo, para ir ala guerra, para cazar o para
practicar deportes.
La ropa diaria masculina mostraba signos de creciente
modernidad. El guardarropa constaba de unos cuantos
elementos indispensables:
La camisa. masculina de lino blanca se convirtió en el
símbolo de Ia opulencia durante el Renacimiento, y en toda
Europa reemplazó a la cota. Una camisa limpia y planchada -
de lino, seda o tafetán- distinguía al caballero del campesino.
El corte de la prenda era amplio, con el escote normalmente
bajo; con el tiempo se le agregó un cuello pequeño o un
fruncido, adornado con bordados color negro, rojo, azul o
dorado. Este adorno se convertiría en la gorguera.
.El jubón. Hasta el siglo XVL fue la prenda principal de la
parte superior del cuerpo, llevado bajo el sobretodo; después
evolucionará para dar paso a la chaqueta al chaleco.
Rellenos y refuerzos daban forma a la prenda, y las
hombreras la dotaban de un volumen adicional. El torso
abombado era considerado un signo de virilidad, pero esta
moda se abandonará en el siglo XVII. La mayoría de los
jubones acababan en punta. Las mangas se ataban con agujetas en la sisa, dejando ver los
acuchillados del codo y la parte posterior del brazo.
.El justillo. Era el equivalente de la moderna chaqueta de traje, y podía tener eI cuello alto o
bajo. A menudo se llevaba abierto para mostrar el jubón, la camisa y la bragueta.
Inicialmente, las mangas eran desmontables, pero a mediados del siglo XVI fueron
suprimidas y la prenda se hacía sin mangas y rematada por una hombreras en forma de
rollo de tejido o con un efecto de alas sobre los hombros
.La bragueta. Para remarcar la ingle masculina, se llevaba en la entrepierna un triángulo
protector de tejido relleno. La bragueta iba sujeta al jubón con agujetas
.Las calzas. Unas piernas bien formadas eran consideradas un signo de masculinidad. Sin
embargo, las calzas ajustadas no fueron universalmente adoptada. Como eran caras de
producir, sólo las llevaban los caballeros adinerados. Los elegantes componían su traje
basándose en la elección de sus calzas, elemento indispensable de todo guardarropa lujoso.
Los gregüescos y las trusas eran unos calzones rellenos que iban desde la cintura hasta
encima de la rodilla. Los habla de varios tipos, pero a mediados del siglo XVI el relleno se
ponían preferentemente en la cintura. Los encañonados eran unas piezas ajustadas de
forma tubular que se llevaban con las calzas cortas para
cubrir los muslos.
Las medias. Con la invención de la profesión de tejedor, las
medias, antes cortadas en tejido, evolucionaron hasta
convertirse en una prenda ajustada y confortable. Las
medias de punto se ornaban en el tobillo, adorno que
perduró en las medias femeninas hasta la II Guerra Mundial.
Las jarreteras -finas cintas anudadas por encima de la
rodilla- sujetaban las medias, que podían enrollarse sobre
ellas. En el siglo XVII la jarretera dejó de ser un elemento
funcional y se convirtió en un adorno.
Tejidos
La industria textil contribuyó enormemente al desarrollo del
Renacimiento en Europa. En Italia, las ganancias del
comercio de tejidos sufragaron importantes proyectos de
arte y arquitectura. Con relación a Inglaterra, Harold
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Nicolson apunta: "Fue la lana, más que el individualismo, la que primero nos dio la libertad".
Los mercaderes de tejidos eran ciudadanos importantes.
En el Renacimiento, los tejidos eran incluso más elaborados y extravagantes porque los
trabajadores textiles -tejedores y fabricantes- consiguieron mayor destreza. Las preciosas
sedas que antes se importaban de Oriente eran fabricadas en Flandes -en Ieper, Brujas y
Gante-, donde se producían algunos de los brocados más lujosamente decorados, así como
samite (gruesa seda bizantina), tafetán y terciopelo. En el norte de Europa se apreciaban de
manera especial las prendas confeccionadas con terciopelo. Las pieles -armiño, ardilla,
cordero, zorro, rata almizcleña y conejo- continuaban usándose para ribetear. En este
periodo, sólo en Parls habla cuatrocientos peleteros.
Bufandas, pañuelos y velos se hacían de fina seda, chifón y crepe. Otras prendas se
fabricaban con piel. Los viajeros estaban obligados a llevar jubones forrados con tafetán
porque este tejido era más resistente a las pulgas.
Con relación al origen del encaje, muchos historiadores de la moda otorgan su invención al
antiguo Egipto, otros a Italia . Fueron los venecianos y flamencos quienes perfeccionaron
los métodos de trabajo del encaje a finales del primer cuarto del siglo XVI. El uso de encaje
en la fabricación de prendas elegantes fue ampliándose a lo largo del Renacimiento. En
Italia se denominaba merletto; en Alemania, spitze (puntas), yen Francia, dentelle.
Eran habituales dos tipos de encaje: el de bolillos y el de aguja. A veces se combinaban los
dos métodos. El encaje de punto de aguja, por ejemplo, se confeccionaba con bandas de
encaje de bolillos junto con finas puntadas de aguja. El encaje se producía en talleres
familiares, conventos y orfanatos; se vendía por metros en las mercerías, y lo utilizaban
habitualmente tanto los hombres como las mujeres. Su
popularidad se debía sobre todo a su profusa utilización en
las gorgueras. El encaje más fino se hacía en Italia.
En el Renacimiento se apreciaba la belleza de los tejidos.
Conforme progresaba el siglo, los tejidos suntuosos fueron
desprendiéndose de adornos, e incorporaron las perlas,
las cuentas y los bordados de los bizantinos. En los
motivos se advertía una influencia oriental: frutos asiáticos,
lotos y palmas eran los diseños habituales.
La lana, el lino y el algodón eran los tejidos más utilizados
para la ropa cotidiana.
Inglaterra se convirtió en la suministradora de lana para
Europa. Fabricaron los mejores hilados: lanas ligeras y
blandas que fueron conocidas como "el nuevo tejido".
Alemania, Irlanda y Escocia producían el mejor lino.
En España e Italia se fabricaban terciopelos de alta
calidad, damascos, brocados y rasos.
En las prendas predominaban los colores fuertes: rojo,
azul marino, vino, oro y negro eran los más frecuentes. A
partir de 1550 adquirieron importancia los tonos joya, entre
los que se incluían el escarlata, el amarillo, el naranja y el
esmeralda.
Calzado
Durante el Renacimiento, los zapatos se confeccionaban con una
gran variedad de materiales, como piel, paño y seda. Las mujeres
pudientes, las cortesanas y las prostitutas llevaban chapines. Al igual
que los zancos, elevaban sobre el suelo a quien los llevaba y
afectaban su paso al caminar, pero este problema se alivió
rebajando la suela; así surgieron los zapatos de tacón alto. El
calzado era caro, y los patines -plataformas de madera atadas a la
suela con cintas de tejido- protegían los zapatos del mal tiempo al
separarlos del suelo.
La altura del tacón, la forma de la pala.Y la puntera cambiaban de
vez en cuando, de acuerdo con la moda del momento. En 1580 se
desarrollaron los cordones de los zapatos.
Joyería
En el Renacimiento la joyería fue elevada a categoría artística, En el siglo XV surge la
competencia entre los orfebres, Florentinos y Franceses , ambos se ocupaban de atender la
insaciable demanda de las familias nobles y de la realeza europea.
Artistas famosos recibían encargos para diseñar joyas, diseños que eran luego completados
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por los orfebres.
La joyería florentina era extremadamente detallista. Por ejemplo, la enseigne -un disco que
decoraba los sombreros masculinos- podía contener una escena de batalla completa
aunque sólo tuviera tres centímetros de diámetro.
Los diamantes -cortados en forma piramidal o en punta- fueron muy populares en el siglo
XV. El anillo de diamantes era un
símbolo de poder y se llevaba en las
ceremonias de coronación. Se
descubrió una nueva forma de cortar
los diamantes, que permitían que los
reflejos de la luz en el corte y las
pulidas superficies de los cristales
realzasen enormemente la brillantez
de la gema. Esto posibilitó un gran
perfeccionamiento del trabajo del
joyero.
Las pinturas ofrecen pistas sobre las
piezas que se llevaban en la época.
Hombres y mujeres llevaban en el
cuello cadenas de oro; éstas se
hicieron muy populares, sobre todo en
Alemania. Los nobles, inspirados en
los filósofos de Grecia y Roma,
difundieron otra manifestación artística
clásica: el camafeo. Los mejores
camafeos, con escenas y figuras
extraídas de la mitología griega, se
hacían en Milán. Lorenzo de Médicis
fue un notable coleccionista de estos
objetos, fabricados por maestros
grabadores de gemas.
Los anillos eran quizá la pieza más
importante de la joyería renacentista.
El desarrollo de la impresión,
(Gutenberg),unido a las nuevas
técnicas de grabado utilizando madera
y cobre, significó que las láminas y los
modelos pudiesen circular de un lado
a otro entre orfebres y joyeros.
En el siglo XVI, , no era frecuente el uso de pendientes y brazaletes. En España, sin
embargo, eran muy refinados. Gracias al descubrimiento de América ya sus florecientes
negocios con Oriente, España había llegado a ser el país más rico del mundo, y el gusto por
la joyería reflejaba su poderío económico que no tenía rival. Los joyeros españoles
trabajaban las técnicas de la filigrana y el esmalte. También hacían buen uso de la gran
cantidad de esmeraldas recogidas en sus nuevos territorios de Sudamérica, particularmente
en Perú. De esta época son los pendientes largos -con esmaltes, perlas y piedras preciosas-
y los ornamentos de latón o las insignias de oro que llevaban los clérigos. La joyería
preferida en la corte era la de estilo eclesiástico: cruces y colgantes adornaban el cuello del
rey, la reina y los cortesanos del escalafón más elevado.
El concepto de la joyería como arte se desarrolló en los siglos XV y XVI en Francia,
Alemania e Inglaterra. Enrique VIII era famoso por los aderezos que llevaba: un conjunto de
joyas coordinadas, que incluían botones para los jubones y broches para sujetar las mangas
acuchilladas. En esta época, los nobles europeos decoraban con joyas sus elegantes
prendas de terciopelo, provistas de botones dorados y colgantes de oro. También adornaban
con medallas las capas y las gorras. Isabel I continuó con la tradición recargada de Enrique
VIII, que llevó a su máxima expresión, en opinión de algunos historiadores.
Según podemos observar, tenía predilección por las perlas. Las cosía a centenares en sus
vestidos, capas, velos y gorgueras, y las llevaba en el pelo y en el cuello. Su corte
popularizó el broche con monograma. Llevar reloj -objeto introducido desde la Europa
oriental en el siglo XVI- era un signo de elegancia durante el reinado de Isabel.
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Sombreros y tocados
El chaperon -un sombrero estilo turbante-
evolucionó de la caperuza. Los retratos de
Enrique VIII y Eduardo VI muestran otros estilos
que llevaban los poderosos; por ejemplo, gorras
con ala estrecha que se inclinaban sobre el
rostro.
Los sombreros se adornaban con joyas y
plumas. En los siglos xv y XVI, las mujeres
italianas llevaban a menudo turbantes. Las
caperuzas eran comunes en los Países Bajos,
mientras que las mujeres francesas llevaban
gorros de terciopelo. Se colocaban bandas en la
frente, y los tocados se adornaban con lujosos
bordados y preciosas gemas.
Máscaras
Durante el Renacimiento, las máscaras formaban parte del traje de calle, y las utilizaban
tanto hombres como mujeres. Isabel I llevaba máscara mientras cazaba y cuando iba en su
carruaje. Las damas opulentas la llevaban mientras paseaban y en ocasiones especiales,
como cuando salían al teatro. Las mujeres francesas se enmascaraban para resultar
elegantes y resguardarse la piel. Los hombres a menudo lo hacían para ocultar su identidad.
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