Tema Exposición
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Pastas alimenticias:
El origen de la pasta
El origen de la pasta es muy controvertido. Una de las hipótesis más populares,
ahora descartada por los historiadores del buen comer, situaba sus orígenes en
China, desde donde llegó hasta Italia en el siglo XIII gracias a los viajes de Marco
Polo por las rutas asiáticas.
Seguramente fueron los chinos los primeros en darse cuenta de las ventajas que
suponía la buena conservación de la pasta durante algún tiempo antes de cocerla
pero, también otros países asiáticos, como la India, e incluso algunos países
árabes, elaboraban desde tiempos remotos una especie de pasta que llevaba el
nombre de sebica que significa hebra.
Precisamente la palabra hebra puede hacer alusión a la forma de algunas pastas
actuales, como son los espaguettis. La palabra spaguetti es el diminutivo plural de
la palabra italiana spago que significa cordel.
Es muy probable que la pasta fuese introducida en Italia durante la Edad Media
por los árabes, posiblemente en el siglo XI, por tanto, antes del nacimiento de
Marco Polo, y que rápidamente se extendiera y popularizara su consumo por toda
Italia.
En el caso de España, parece indudable que su aparición está ligada a los árabes,
al menos no existe ningún dato que indique su consumo antes de la dominación
musulmana.
La denominación más antigua empleada en España para designar la pasta, la de
"fideos" ha llegado hasta nuestros días y ya aparece por primera vez en un
manuscrito árabe del siglo XIII. Numerosos documentos atestiguan que, durante la
Edad Media, su consumo tuvo un gran apogeo en la zona del Levante español.
Sin embargo, en nuestro país nunca gozó de la popularidad y el desarrollo que
alcanzó en Italia.
Hoy día, la pasta es uno de los alimentos más típicos y apreciados de la dieta
mediterránea. Ya sea como entrante, guarnición, plato único, ensalada, sopa o
postre, se recomienda su consumo al menos una vez por semana alternando con
otros platos de legumbres y arroz.
Variedades de pasta
La pasta que se come habitualmente es pasta simple normal, pero existen
múltiples tipos de pasta en función de los ingredientes utilizados en su elaboración
y las distintas formas que se les suele dar (fideos, espaguetis, tallarines, raviolis,
caracolas, tortellini, ñoquis, pizza...)
La pasta seca habitualmente empleada es el producto resultante de la desecación
de una masa no fermentada hecha con sémolas o harinas de trigo duro, o
candeal, o cualquiera de sus mezclas, con agua.
La pasta fresca se elabora fundamentalmente con huevo y debe consumirse
rápidamente ya que su periodo de caducidad es corto.
Además de las pastas simples, generalmente secas, también las hay integrales y
semiintegrales, y compuestas, a las que se añaden gluten, soja, huevos, leche,
verduras.
Las pastas rellenas son aquellas, tanto simples como compuestas, que llevan en
su interior carne, queso, verduras... como es el caso de los raviolis y los tortellini.
La pasta como fuente de hidratos de carbono
La pasta más sencilla, hecha a base de harina de trigos duros y agua, contiene
aproximadamente entre un 75 a 77% de hidratos de carbono, un 12% de
proteínas, un 1% de grasa y alrededor de un 10% de agua y minerales.
Esto significa que 100 gramos de pasta, que es normalmente la cantidad que se
calcula por persona, aportan unas 365 kilocalorías.
Si se compara la pasta con el pan, la diferencia fundamental entre ambos, además
del proceso de fermentación que sufre el pan, no así la pasta, reside en que el pan
posee una menor cantidad de hidratos de carbono (50 al 55%), de proteínas (8%)
e igual cantidad de grasa (menos del 1%), pero quizá lo más destacable sea el
mayor contenido en agua (30%) del pan que es lo que compromete su
conservación.
El bajo contenido en agua de la pasta permite una mejor conservación durante
largo tiempo, especialmente si se mantiene en condiciones óptimas de
empaquetado y almacenamiento (en lugares secos), impidiendo así que se alteren
sus propiedades nutritivas y organolépticas.
Cebada
En la actualidad, a pesar de ser el cereal más cultivado en España por extensión y
de constituir una pequeña joya nutricional, apenas se utiliza para consumo
humano. Ha llegado el momento de reivindicar todas sus virtudes.
No hay un acuerdo sobre cuándo y dónde se empezó a domesticar y consumir la
cebada. Se conocen restos de granos de hace unos 23.000 años cerca del Mar de
Galilea (Israel), así como yacimientos arqueológicos del Paleolítico tardío (de hace
unos 18.000 años) en el sur de Egipto que constatan su existencia en aquel
periodo.
De hecho, se sabe que la cebada estaba íntimamente ligada a los ritos religiosos y
celebraciones del antiguo Egipto, donde se usaba como ofrenda a los dioses y en
funerales.
Su grano germinado simbolizaba la resurrección del dios Osiris. Herodoto ya
describió la importancia de la cerveza de cebada en el antiguo Egipto.
En una de sus visitas allí, Plinio el Viejo fue testigo del uso de la cebada en
tratamientos médicos y se llevó aquellos conocimientos a Grecia. Hipócrates se
fijó en el consumo de agua de cebada de los egipcios, y anotó que eso les daba
fuerza y bienestar.
Etiopía es otra de las cunas de la cebada, con una larga historia de cultivo y uso,
donde se han descubierto prácticas agrícolas relacionadas ya en el año 3.000 a.
C. Etiopía es conocida por ser el origen de un buen número de variedades
autóctonas.
Se cree que la cebada llegó a la península Ibérica sobre el cuarto o quinto milenio
a. C., y unos mil años más tarde se expandió por el centro y norte de Europa,
tierras frías donde la cebada creció en campos pobres donde otros cereales no
conseguían una buena producción.
la cebada, es una planta y es a su vez, es un cereal de gran importancia tanto para animales
como para humanos y es el quinto cereal más cultivado en el mundo
Cibergrafía:
https://www.hogarmania.com/salud/bienestar/dieta-sana/201305/cereal-
propiedades-20071.html
https://www.lechepuleva.es/aprende-a-cuidarte/tu-alimentacion-de-la-a-z/p/pastas-
alimenticias
https://www.cuerpomente.com/guia-alimentos/cebada