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Cultura y Valores.

Vicerrectoría Académica IP-CFT


Dirección de Desarrollo Curricular

2019

Docente: Sergio Jauregui, 2019.

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2 Cultura y valores | Cultura y valores.

Introducción.

La asignatura de Cultura y Valores se plantea como un espacio de reflexión sobre el desarrollo histórico de la cultura occidental hasta
la actualidad. Nuestra cultura, nacional y local, es parte de una cultura mayor, más grande y de gran influencia para el mundo:
Occidente.

La cultura occidental actual es la tradición de varias culturas a lo largo de la historia, vinculadas por rasgos comunes que podemos
datar desde la antigüedad clásica, encarnados en los romanos. Esta cultura y su desarrollo ha planteado a la humanidad, por largo
tiempo, dudas y una necesidad imperiosa de resolverlas, dando lugar a una serie de disciplinas propias de las humanidades que nos
permiten aproximarnos a su comprensión.

El desarrollo de Occidente no es fortuito: durante cada periodo de nuestra historia occidental encontramos cómo esta se transforma
aceleradamente, adquiriendo nuevos valores y, así, perpetuando en sus raíces y pensamiento una serie de valores morales que
orientan nuestro actuar, hasta hoy en día.

En el siguiente apunte revisaremos los conceptos de cultura y valores, sus definiciones, propuestas y características, así también
como los valores institucionales declarados por Santo Tomás.

Definición del concepto de Cultura.

“«Cultura» es solo una palabra. Sin embargo, a diferencia de otras palabras, la palabra «cultura» puede producir importantes
efectos sociales. En nombre de la cultura es posible planificar un exterminio, negar la condición de humanidad completa a un
trabajador manual, organizar una política educativa o diseñar urbanísticamente un barrio.”

(Díaz de Rada, 2010)

La palabra cultura deriva del verbo latino colere, que significa ‘cultivar’. De este verbo deriva cultum, que significa ‘agricultura’, y
también cultus, que señala la propiedad que tiene el campo de estar cultivado.

Edward B. Taylor da inicio y estructura por primera vez el concepto de cultura, afirmando en 1871 que “la cultura o civilización, en
sentido etnográfico amplio, es aquel todo complejo que incluye el conocimiento, las creencias, el arte, la moral, el derecho, las
costumbres y cualesquiera otros hábitos y capacidades adquiridos por el hombre en cuanto miembro de la sociedad.” (Khan, 1975)
La definición, como tal, establece que la cultura es adquirida, y no innata del ser humano: el ser humano posee la cultura, pero él
mismo no es cultura; distinguiendo por primera vez una dimensión natural y otra cultural, además de enmarcarla dentro del
funcionamiento de la sociedad: dicho ser humano debe pertenecer a una sociedad para poder adquirir y funcionar con la cultura de
esta.

Para deducir el estado de las culturas en la historia, Tylor utilizaba como criterio las culturas del presente, de las que reconocía
elementos comunes provenientes desde el pasado hasta su actualidad, representado por las supervivencias: todas las sociedades
del presente han atravesado los mismos estadios de evolución. (Enguix, 2012) Naturalmente, dicho punto fue sujeto a fuertes críticas
en cuanto era considerado que no todas las culturas del presente, y, por extensión y en su particularidad, las distintas sociedades,
se habían visto sometidas a los mismos procesos ni en la misma secuencia, los que, naturalmente, eran compuestos por elementos
distintos entre unas y otras.

Luego de varias décadas de disputas sobre la materia, Franz Boas, considerado el padre de la antropología americana y de la
antropología moderna, definirá para 1930 que la cultura “incluye todas las manifestaciones de los hábitos sociales de una comunidad,
las reacciones del individuo en la medida en que se ven afectadas por las costumbres del grupo en el que vive, y los productos de
las actividades humanas en la medida en que se ven determinadas por dichas costumbres.” (Khan, 1975) Desde un enfoque
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particularista, inductivo y empirista, concibe dicha definición con la intensión de cambiar el sentido de unidad de la cultura por el de
la pluralidad de las culturas, haciendo alusión a que esta es propia de los individuos que viven en grupos distintos unos a otros,
comentando que el lenguaje, la biología y la cultura material y simbólica son autónomas, existiendo todas con el mismo grado de
importancia, dependientes unas a otras (Boas, 1964). Posteriormente, Ruth Benedict, discípula de Boas aportará al concepto de
cultura la existencia de los estados psíquicos de los individuos, incorporando el factor individual, aclarando que la configuración de
la cultura trasciende los elementos individuales que han contribuido a su formación (Benedict, 1932).

Alfred Kroeber, siguiendo la línea de Boas, contribuirá a la comprensión del concepto concibiendo que la cultura, además de que es
estructurada y aprendida, solo puede explicarse por sí misma, y que esta se relaciona con lo superorgánico, desvinculándola de lo
inorgánico, orgánico y psíquico (Khan, 1975). La define como “… la mayor parte de las relaciones motoras, los hábitos, las técnicas,
ideas y valores aprendidos y transmitidos –y la conducta que provocan– esto es lo que constituye la cultura. La cultura es el producto
especial y exclusivo del hombre, y es la cualidad que lo distingue en el cosmos. La cultura […] es a la vez la totalidad de los productos
del hombre social y una fuerza enorme que afecta a todos los seres humanos, social e individualmente.” Además, explicita en esta
definición que la cultura es una construcción exclusivamente humana, y, como tal, es la que le permite desarrollarse en su
individualidad y en sociedad.

Ward Goodenough tomará un rumbo distinto, ya que considera a la cultura como un conjunto de reglas que son aprendidas mediante
el análisis etnográfico, dándole gran importancia a la lengua y a las distinciones lingüísticas, las cuales establecen las limitaciones a
las interacciones posibles entre niveles diferentes. La definición que entrega es que “la cultura de una sociedad consiste en todo
aquello que conoce o cree con el fin de operar de una manera aceptable sobre sus miembros. La cultura no es un fenómeno material:
no consiste en cosas, gente, conducta o emociones. Es más bien una organización de todo eso.” (Keesing, 1974) El lenguaje es el
principal factor responsable de la complejidad de las culturas humanas, ya que este es el que faculta al humano a crear cultura, la
cual posee un carácter normativo, situando las formas, las creencias y los valores como puntos de referencia del comportamiento.

Bronislaw Malinowski, por su parte, aborda la cultura desde una perspectiva funcionalista, enfocándose no en su evolución sino en
su funcionamiento. La cultura, a pesar de que se somete a la unidad psíquica y biológica de los seres humanos, responde a las
distintas necesidades que aparezcan con el tiempo, dando a lugar diferentes culturas y estilos de vida. La define como “… una unidad
bien organizada que se divide en dos aspectos fundamentales: una masa de artefactos y un sistema de costumbres, pero obviamente
también tiene otras subdivisiones o unidades.” (Khan, 1975)

Leslie White y Marvin Harris, desde una perspectiva marxista, teorizarán sobre la cultura en cuanto esta posea tecnología y recursos,
los que mejor utilizados, según el primero, indican un mayor grado de evolución cultural, así también como los humanos se adaptan
desde la ideología y la organización social a las distintas condiciones tecnoeconómicas de la cultura y la sociedad en sí.

Por último, Claude Lévi-Strauss abordará la cultura desde una perspectiva distinta a las anteriores, hablando de estructuras. Parte
desde la premisa que “… todo lo que es universal en el hombre corresponde al orden de la naturaleza y se caracteriza por la
espontaneidad, mientras que todo lo que esté sujeto a una norma pertenece a la cultura y presenta los atributos de lo relativo y lo
particular.” (Lévi-Strauss, 1985). Asimismo, establece que las reglas de parentesco y matrimonio, las económicas y las lingüísticas
son interdependientes, ya que regulan los elementos y los procesos que se desarrollen en estos dentro de una sociedad. Y,
finalmente, los ejes de interés y que determinan como la cultura se desarrolla, son las palabras como lenguaje, las mujeres y el
sistema de parentesco, y los bienes materiales en representación de los distintos sistemas económicos.

Definición y caracterización de los valores.

Los valores son componentes tan inevitables del mundo humano que resulta imposible imaginar una vida sin ellos (Cortina, 1999).
Este es el caso de los valores morales o virtudes, en donde el ser humano no puede hacer escape de su existencia moral: puede
actuar de acuerdo a esta o en su contra, pero nunca fuera. Toda persona humana es inevitablemente moral.
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El ser humano, entre sus facultades racionales, posee la capacidad de estimar. De acuerdo con los planteamientos de José
Ortega y Gasset, no solo buscamos la comprensión, comparación o clasificación de las cosas, dígase operaciones intelectuales, sino
que también estimamos y desestimamos, o, más bien, las valoramos, tanto de forma positiva como negativa (Ortega y Gasset, 2004).
Así como podemos valorar más el comer barras de chocolate que frutas, o viceversa, o también como podemos valorar
negativamente cierto estilo de música y preferir otro, también podemos valorar más la honestidad que la codicia, la soledad a la
compañía, o incluso la justicia perfecta (Cortina, 1999), que no existe en ningún lugar, pero, aun así, la estimamos en su idealización.

Ahora bien, pueden encontrarse dos concepciones distintas para los valores, en cuanto cómo logramos valorarlos, aunque estas, en
su expresión más pura e independiente de la otra, se someten a conflictos e incoherencias con la realidad:

• Si deseamos algo porque eso es un valor ya inventado: la solidaridad es en sí valiosa y por eso deseamos construir un
mundo solidario, por ende, deseamos que todos sean solidarios. Se apoya en una perspectiva subjetiva en cuanto a que
cada grupo, sociedad o individuo pueda crear sus propios valores y pretenda que los demás lo estimen.
• Si inventamos los valores porque nos agrada su cualidad: nos agradan las personas solidarias y por eso consideramos a la
solidaridad un valor. En oposición a la primera, esta definición establece los valores como algo real, observable y objetivo,
y que debe ser aceptado y validado por todos los individuos, grupos y sociedades, aunque difícil en la práctica de concretar,
en cuanto no todas las personas valoran las mismas cosas.
De acuerdo con lo anterior, Cortina (1999) concluye algunas características propias de los valores siguiendo la segunda forma de
concebir los valores, en cuanto los considera reales y cualidades propias de los objetos, personas, sociedades, sistemas y acciones:

1. Los valores valen realmente, por eso nos atraen y nos complacen, no son una pura creación subjetiva: consideramos
buenas aquellas cosas que portan algún valor, algo que valoremos, y porque descubrimos en ellas un valor, el cual no
puede ser fijado subjetivamente por cada individuo. Así, por ejemplo, puedo ponerle precio a mi trabajo, pero no puedo
asignarle su valor, en cuanto el primero habla sobre un acto monetario, representado por el salario, y que se diferencia del
segundo, que habla de su valor inherente.
2. La realidad es dinámica y contiene un potencial de valores latentes que solo la creatividad humana puede ir descubriendo:
la creatividad humana forma parte del dinamismo de la realidad, porque saca a la luz aquello que estaba latente,
alumbrando nuevos valores o nuevas formas de percibirlos.
3. Los valores son cualidades que nos permiten acondicionar el mundo, hacerlo habitable: los valores nos permiten
«acondicionar» el mundo para que podamos vivir plenamente como personas. La realidad es una base a partir de la cual
las personas, con su creatividad, diseñan las distintas posibilidades. Los valores se aprecian y se estiman, pero no se
imponen a las cosas: no todos los sillones, necesariamente, son cómodos, pero valoramos el sillón cómodo. Tanto la
creatividad como la realidad son factores importantes en la ejecución y desarrollo de los valores.
4. Los valores son siempre positivos o negativos: al percibir un valor estos nos representan una doble cara, una que es
atractiva y otra que es repulsiva. Mientras que la solidaridad nos atrae, la insolidaridad nos es repulsiva, así también como
buscamos lo bello y lo armonioso, intentamos distanciarnos de lo feo y lo caótico, buscando siempre alcanzar el valor
positivo en su máxima expresión, y así evitando la neutralidad.
Principales elementos de la cultura y su importancia en la transmisión de valores.

Todos los seres humanos son seres culturales, agentes de cultura y culturalmente diversos (Enguix, 2012). La cultura pertenece al
dominio de la acción humana, en cuanto esta es racional, y, por ende, los actos humanos siempre responden a la cultura.

A continuación, revisaremos las culturas como sistemas adaptativos y como sistemas idealizados, para aproximarse a una definición.

Para iniciar, las culturas como sistemas adaptativos representan la teoría que parte desde la premisa de que el diseño biológico del
ser humano no está terminado, y que la forma de completarlo recae en el aprendizaje cultural, posibilitando adaptarse a los distintos
entornos ecológicos. Aunque entre sus exponentes existan diferencias sobre muchos de los elementos que comprenden la cultura,
los principios en los que se basan para esto son (Keesing, 1974):
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a) “Las culturas son sistemas (de pautas de conducta socialmente transmitidas) que sirven para relacionar a las comunidades
humanas con sus entornos ecológicos. Estas formas de vida de las comunidades incluyen tecnologías y modos de
organización económica, pautas de asentamiento, modos de agrupación social y de organización política, creencias y
prácticas religiosas, etc.”
b) “El cambio cultural es ante todo un proceso de adaptación y se superpone a la selección natural.” En cuanto este proceso
propio de las culturas sigue las mismas reglas de la selección natural, salvaguardando el equilibrio a través del sistema
cultural frente a cambios sistémicos externos o internos.
c) “La tecnología, la economía de subsistencia y los elementos de organización social directamente ligados a la producción
son los aspectos de la cultura más centrales en cuanto a la adaptación. Generalmente los cambios adaptativos comienzan
en estos aspectos y desde ellos se ramifican. […] todos (…) estarían de acuerdo en ver las economías y sus correlatos
sociales como algo primario y los sistemas ideacionales –la religión, el ritual, la cosmovisión– como algo secundario,
derivado, epifenoménico.”
d) “Los componentes ideacionales de los sistemas culturales pueden tener consecuencias adaptativas –controlando la
población, contribuyendo a la subsistencia, manteniendo el ecosistema, etc–; consecuencias que, aunque frecuentemente
son sutiles, deben ser trazadas cuidadosamente lleven donde lleven.”
Las culturas como sistemas ideacionales, por otra parte, representan teorías basada en las normas, creencias y actitudes de acuerdo
con las cuales la gente actúa. Dentro de estas podemos encontrar tanto las que hacen enfoque en el conocimiento, en las estructuras
o en los símbolos:

a) Las culturas como sistemas cognitivos se representan en la definición de cultura de Goodenough entregada en la sección
anterior: un sistema basado en el conocimiento. Al representar a la cultura ‘como todo aquello que se conoce o cree’, la
concibe como códigos ideacionales inferidos que subyacen a la realidad de los acontecimientos observables (Keesing,
1974): como principios estructurados que crean un orden que regula los actos de todos quienes pertenezcan a una cultura
determinada.
b) Las culturas como sistemas estructurales, la teoría de Lévi-Strauss, contempla a las culturas como “sistemas simbólicos
compartidos que son acumulativas creaciones de la mente” (Keesing, 1974). Las reglas planteadas que busca identificar
son aquellas que trascienden incluso los límites del lenguaje y la costumbre que diferencian a los pueblos, considerando
que la mente del ser humano funciona también con pautas determinadas por su naturaleza: “una lógica de contraste binario
(por ejemplo, bueno y malo), de relaciones y transformaciones con el mundo continuamente cambiante y frecuentemente
caótico”.
c) Las culturas como sistemas simbólicos representan otra de las corrientes de aproximación, pero que, a diferencia de las
anteriores, trata a la cultura como un sistema de símbolos y significados compartidos. Con dos exponentes con percepciones
diferentes, Clifford Geerz propone que los patrones culturales gobiernan la conducta humana en mayor medida que las
respuestas innatas, y los sistemas simbólicos están constituidos históricamente, son socialmente mantenidos e
individualmente aplicados (Enguix, 2012), mientras que David Schneider crea una diferencia entre lo relativo a las normas
de la cultura y la cultura misma (Keesing, 1974).
Fuera de la disputa entre corrientes, podríamos identificar ciertos elementos recurrentes y conciliadores:

• Las culturas son propias del ser humano, en cuanto a que estas responden a la necesidad humana de un sistema ordenado
valido para ellos, tanto en su existencia material como respecto a sus facultades cognitivas.
• Las culturas son sistemas ordenados que mantienen procesos de desarrollo independientes entre unas y otras.
• Las culturas responden a las necesidades de supervivencia del ser humano, facilitando la vida de estos.
• Tanto las culturas como los artefactos culturales provienen de la racionalidad humana, y su existencia es dinámica,
transformándose continuamente para responder mejor a las necesidades del ser humano.
Ahora bien, ¿qué relación tienen los valores con la cultura?

En primer lugar, los valores de una sociedad y de sus individuos son determinados por la cultura propia de estos. En una sociedad
donde no exista una institucionalización de la educación, por ejemplo, no sería un valor la formación académica y profesional. sin
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embargo, se apreciarían otras instancias formativas: el aprender las técnicas necesarias para la subsistencia de la sociedad
a manos de otros con la experiencia y conocimiento.

En segundo lugar, los valores de la sociedad determinarán buena parte de los procesos de creación y desarrollo de su cultura. Una
sociedad que, como los romanos, valoraba el rol de la familia como algo fundamental y funcional, al desarrollarse en el tiempo dejará
en evidencia la influencia de este: las responsabilidades en las instituciones de la república e Imperio eran asumidas por los paters.

La cultura existe debido a que propende a la formación de valores, siendo una relación de absoluta dependencia. Los valores,
finalmente, actuarían como una guía del desarrollo y las transformaciones propias de la cultura. Las culturas así, al ir avanzando el
tiempo, determinarán nuevos valores de interés para su desarrollo.

Valores institucionales.

Los valores que declara Santo Tomás son una muestra y ejemplo de nuestra cultura occidental actual. Los cinco valores a presentar
hacen respuesta a las necesidades, contingencia y contexto de nuestra cultura: son valores encontrados en la mayoría de los
procesos históricos asociados a occidente.

• Respeto e Inclusión: Consiste en tratar a cada persona de manera adecuada y acogedora, acogiéndola positivamente en
su riqueza personal.
• Amor a la verdad: Consiste en actuar siempre con veracidad, honradez y prudencia, como criterios morales acordes al valor
de la persona.
• Pensamiento crítico: Consiste en ser capaces de confrontar razonamientos lógicos con la realidad, como autonomía
intelectual en búsqueda de la verdad.
• Excelencia y esfuerzo: Consiste en procurar siempre hacer las cosas bien. El trabajo bien hecho, la excelencia, siempre
resultan del esfuerzo personal.
• Fraternidad y Solidaridad: Consiste en aprender a valorar, acoger y apoyar a todas las personas y actuar siempre por su
bien.1

Bibliografía:

Benedict, R. (enero-marzo de 1932). Configurations of culture in North America. American Anthropologist, 34, 1 - 27.
Boas, F. (1964). Cuestiones Fundamentales de Antropología Cultural. Buenos Aires: Ediciones Solar.
Cortina, A. (1999). El mundo de los valores. "Ética mínima" y educación. Santafé de Bogotá, D.C.: Editorial Códice Ltda.
Díaz de Rada, Á. (2010). Cultura, Antropología y Otras Tonterías. Madrid: Trotta.
Enguix, B. (2012). Cultura, culturas, antropología. Cataluña: Universitat Oberta de Catalunya.
Frondizi, R. (1968). ¿Qué son los valores? Introducción a la axiología. México, D. F.: Fondo de Cultura Económica.
Keesing, R. M. (1974). Teorías de la cultura. En H. Velasco, Lecturas de Antropología Social y Cultural. La Cultura y las Culturas
(págs. 51-82). Madrid: Cuadernos de la Uned.
Khan, J. S. (1975). El concepto de cultura: Textos fundamentales (escritos de Tylor (1871), Kroeber (1917), Malinowski (1931),
White (1959), y Goodenough (1971). Barcelona: Anagrama.
Lévi-Strauss, C. (1985). Las estructuras elementales del parentesco. Barcelona: Planeta-Agostini.
Ortega y Gasset, J. (2004). Introducción a una estimativa. ¿Qué son los valores? Madrid: Ediciones Encuentro.

1 Información extraída desde la página web de Santo Tomás: https://www.santotomas.cl/instituciones-santo-tomas/nuestro-sello/


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