Modelo Higienista
Modelo Higienista
Análisis Sociohistórico
El primer período se ha denominado “El modelo Higienista” con base en la conceptualización de salud-
enfermedad que maneja el Estado Colombiano en esta época, la cual se refiere fundamentalmente a la
enfermedad como una consecuencia de la exposición a una condiciones ambientales inadecuadas que pueden
ser corregidas por medidas higiénicas. Con el surgimiento de la teoría microbiana a finales del siglo XIX, y el
descubrimiento del papel de un agente eterno en la producción de la enfermedad, esta concepción se fortalece,
al vincular la acción del agente externo con unas condiciones ambientales específicas (concepción unicausal),
permitiendo, por tanto, una mayor racionalidad en la utilización de las medidas higiénicas. El inicio de este
período “higienista” puede demarcarse con la promulgación de la Constitución de 1886, en la cual es manifiesta
la intención e atado de asumir el problema de la salud. El final del período está definido por la creación del
Ministerio de Higiene en el año 1946.
La Constitución de 1886 establece un nuevo marco jurídico de carácter centralista, que va a servir de
fundamento, entre otras cosas, para la organización de la salubridad pública como una función del Estado.
Como consecuencia de lo anterior se promulga la Ley 30 de 1886, por la cual se crea la Junta Central de
Higiene, definiéndose por primera vez una estructura estatal encargada de los problemas de salud de la
población. (1)
Sólo a partir del gobierno del General Rafael Reyes(1904-1910), se crean las condiciones iniciales para el
desarrollo del país en el sentido capitalista. El café se consolida como el principal producto nacional de
exportación y como elemento central del desarrollo económico de Colombia. Durante los gobiernos posteriores,
en particular los de la década de los años veinte, se construyen vías de comunicación (carreteras, caminos,
ferrocarriles) que integran de manera parcial las diferentes regiones del país, en la perspectiva de un mercado
interno que empieza a crearse. En las ciudades se desarrollan las obras públicas para dar respuesta al proceso
de crecimiento de las mismas, concomitante a la instalación de una base industrial modesta, pero moderna.
Esta transformación se hace sobre la base de los empréstitos internacionales que llegan masivamente después
de 1923. La dinámica de la deuda externa se acompaña con la presencia de los acreedores en los distintos
aspectos de la vida nacional, incluida la salud.
Todos estos cambios plantean al Estado la necesidad de generar una estructura sólida y unas políticas de salud
adecuadas. En este sentido, entre los años 1913 y 1930, ocurren distintos intentos de organización sanitaria
nacional.
La Ley 33 de 1913 crea el Consejo Superior de Sanidad, haciéndolo depender del Ministerio de Gobierno y con
la asesoría directa de la Academia Nacional de Medicina. La misma Ley establece tres niveles más en la
organización de la salud: las Juntas Departamentales de Higiene, las Juntas de Salubridad y las Comisiones
Sanitarias. (2)
Un año después, el Consejo Superior de Sanidad es transformado en la Junta Central de Higiene, adscrita al
Ministerio de Gobierno (Ley 84 de 1914). Las disposiciones emanadas de esta junta son de carácter obligatorio,
lo cual expresa la intención del Estado de intervenir más activamente en el asunto de la salud. (3)
La ley 32 de 1918 convierte a la anterior Junta en Dirección Nacional de Higiene, dependiente del Ministerio de
Instrucción Pública. El Decreto No. 266 de 1920 la traslada al Ministerio de Agricultura y Comercio. Este paso
se debe a que la agricultura y el comercio son, para esa época, los sectores más importantes de la economía
nacional. La industria aún no representa un sector cuantitativamente significativo. No es de extrañar, entonces,
que cuando esté en proceso de serlo, el manejo de la salud se adscriba al Ministerio de Trabajo, como
sucederá en la década del 30.
En 1923, por Decreto No. 1704, la Dirección Nacional de Higiene vuelve al Ministerio de Instrucción Pública. En
1925, el Ministerio se llamará de Instrucción y Salubridad Pública. Este hecho se relaciona con la concepción
de la Higiene como un problema básicamente educativo. “La Higiene es ante todo educación, y como tal
necesita penetrar profundamente en el cerebro de las colectividades para que éstas se la asimilen”. (4)
Este vaivén en la ubicación de los organismos de higiene muestra cierta contradicción planteada durante estas
primeras décadas del período higienista, consistente en la dificultad de priorizar las políticas y las acciones
sanitarias hacia el problema social y económico nacional, o hacia el asunto del individuo y su comportamiento.
En el proceso de la organización sanitaria nacional, juega un papel importante un reducido grupo de médicos
que se nutren de las concepciones de la medicina de laboratorio. Un representante de este grupo fue el Dr.
Pablo García Medina, quien en 1914 planteaba que la Higiene, y específicamente “la profilaxis, es un arte
basado en las ciencias experimentales”, el cual debe estudiar en primer lugar el “medio físico que nos rodea”
(5); conociendo la etiología de una enfermedad transmisible, es necesario examinar las “condiciones
climatéricas y las condiciones sociales que imponen sus leyes” y que ofrecen circunstancias adversas para la
salud;” sugiere el Dr. García, que se requieren estudios locales en cada una de la regiones colombianas para
construir por fin la”geografía patológica de Colombia” y es esta la principal función encomendada a las Juntas
Departamentales de Higiene. (6)
* Ya desde 1987 , en una conferencia presentada a la Academia Nacional de Medicina de Colombia, Pablo
García Medina planteaba como asunto de la mayor trascendencia la relación de la microbiología con la cuestión
social, insistiendo en que los individuos debilitados y colocados en malas condiciones higiénicas pierden su
inmunidad natural y se convienen en “peligro para los que los rodean”, por que pueden transmitir un germen
más virulento que el que recibieron. Como corolario, expresa: “Cuantas veces presenciemos la aparición de una
enfermedad contagiosa que se extiende, cuya gravedad va aumentando día por día y que asciende en la escala
social, hiriendo desde el niño hasta el anciano, volvamos la vista hacia los desheredados de la fortuna y
recordemos que siendo solidarios todos los miembros del cuerpo social, el aumento del bienestar y el
mejoramiento de la higiene de las clases inferiores contribuyen a obtener la defensa contra las enfermedades
contagiosas: y para vencer y detener estas enfermedades evitables, tratemos de reformar material y
moralmente el estado de las clases pobres, lo que sólo se consigue pidiendo a las leyes económicas los medios
de mejorar su alimento y su vestido: al capital, la construcción de habitaciones para obreros: a la higiene, las
reglas para cambiar sus costumbres, y a la caridad el modo de levantar su espíritu. Labor tan grande parece
desigual a las fuerzas de la nación entera: pero que no es irrealizable si se considera que son los jóvenes, es
decir, las fuerzas vivas de un pueblo, y los niños, es decir, las generaciones del porvenir, los que sufren el rigor
del castigo que la higiene impone a la sociedad que infringe sus leyes. “García Medina, P. El Método
Experimental aplicado a la clínica médica. Bogotá: Imprenta de “la luz”, 1987: 48-49.
Como puede verse, estos conceptos expuestos por el Dr. García Medina están influidos por las concepciones
etiopatológicas, así como por los desarrollos conceptuales que sobre la higiene se han venido dando, ligados a
las políticas sanitarias internacionales que en ese momento comienzan a ser controladas, al menos en el
continente americano, por los Estados Unidos.
Bajo la orientación del Dr. García Medina la Dirección Nacional de Higiene adelanta campañas sanitarias,
dentro de las cuales se destaca -por sus rasgos en lo que va ser la cooperación en materia de salud entre
Colombia y las agencias públicas y privadas de los los Estados Unidos- la Campaña contra la Uncinariasis,
iniciada en 1919.
Por estos años se producen diversos hechos que van a permitir una mejor acción de los organismos
responsables de la salud. En 1926 se adquiere el Laboratorio Samper y Martínez para el servicio de la higiene
pública, y en ese mismo año se construye el Palacio de Higiene. En 1927 se crea, por la Ley 11, la Escuela de
Farmacia, como dependencia de la Facultad de Medicina de Bogotá. En 1930 se funda la Escuela Nacional de
Enfermeras, con la participación de dos enfermeras norteamericanas y la dirección de Dr. José María Montoya.
En los primeros años de la década de los treinta, se refuerza la estructura institucional de la salud. (7)
Es necesario aclarar, sin embargo, que las condiciones materiales e intelectuales de la investigación científica,
tecnológica y de salud, determinadas por la situación estructural del país, no permitían la puesta en marcha de
las concepciones derivadas de la medicina de laboratorio.
La colaboración en materia de salud entre los Estados Unidos y Colombia marcha paralela con la creciente
influencia de aquel país en la vida internacional y latinoamericana en todos los terrenos, empezando por el
económico. La influencia en el ámbito de la salud se da a través de las organizaciones sanitarias
internacionales, especialmente la Oficina Sanitaria Panamericana, y las fundaciones filantrópicas, dentro de las
cuales se destaca la Fundación Rockefeller.
En 1851 se realiza en París la Primera Conferencia Sanitaria internacional, que tiene como motivación central la
reglamentación de la cuarentena por parte de los países europeos. (8) Este puede considerarse el punto de
partida de las organizaciones sanitarias internacionales. Los desarrollos posteriores van a estar marcados por
las diferencias de criterios entre los países del viejo continente y, posteriormente, las divergencias incluirán a la
nueva potencia, los Estados Unidos de Norteamérica. El primer acuerdo sustancial se logra en la VII
Conferencia Sanitaria Internacional, en 1892, en relación con el cólera. En esta misma reunión se redacta la
Primera Convención Sanitaria Internacional. (9) Una nueva Convención se suscribe en 1912, durante la XII
Conferencia Sanitaria Internacional, para reglamentar la cuarentena en los casos del cólera y de la peste. Allí se
menciona, muy de paso, la fiebre amarilla. (10)
La vinculación formal de los Estados Unidos a la organización sanitaria se produce en 1880, cuando el
Congreso norteamericano autoriza al presidente de ese país para convocar la V Conferencia Sanitaria
Internacional, a celebrarse en Washington D.C., “...con la finalidad de organizar un sistema internacional de
notificación en cuanto a la verdadera situación sanitaria de los puertos y de las plazas.” (11) Para los planes de
expansión económica y política de los Estados Unidos, así como para la preservación del estado de salud de su
propia población, se hace necesario controlar el embarque de pasajeros desde Europa -donde se genera una
poderosa corriente de inmigrantes a finales del siglo XIX- y desde Centro y Suramérica -zonas productoras de
petróleo, materias primas y alimentos y de interés para las inversiones de capital-. En 1893 el gobierno
norteamericano autoriza al Jefe del Servicio de Hospitales de la Marina, Dr. Walter Wyman, para destacar
oficiales médicos del Servicio en los principales puertos de embarque.(12)
Las reacciones negativas de las naciones latinoamericanas frente a la anterior medida obliga a que se
convoque la II Conferencia Sanitaria Internacional de las Repúblicas Americanas, en México, en 1901. En sus
conclusiones, esta reunión recomienda que el Consejo de Administración de la Unión Internacional de las
Repúblicas Americanas (hoy O.E.A.) cite a “una Convención de representantes de las administraciones
sanitarias americanas para formular acuerdos y reglamentos sanitarios con el objeto de poder reducir al mínimo
los requisitos de cuarentena respecto del cólera, la fiebre amarilla, la peste bubónica, la viruela y otros brotes
pestilíferos de gravedad.” (13)
La convención se celebra, efectivamente, en 1902 en México, e inaugura las llamadas Conferencias Sanitarias
Panamericanas. El Comité Organizador se transformará, unos años después, en la Oficina Sanitaria
Panamericana. Se establece que tres de sus siete miembros sean estadinenses: el Director General de Sanidad
de los Estados Unidos y dos de sus colaboradores; los cuatro escaños restantes se rotarán dentro de los demás
países del continente. (14)
Para las primeras décadas del siglo XX, los Estados Unidos cuentan con una gran influencia en las
organizaciones sanitarias internacionales. Están representados en el Office International d’Higiene Publique,
creada por el Acuerdo de Roma en 1907, y en la Sección de Higiene de la Liga de las Naciones. Un
norteamericano, así mismo, Henry Pomeroy Davison, Presidente del Consejo de Guerra de la Cruz Roja
Norteamericana, propugna la creación de una nueva organización sanitaria en el curso de la Conferencia
Médica del Comité de Sociedades de la Cruz Roja, reunida en Cannes en 1919, y que se llamará Liga de
Sociedades Nacionales de la Cruz Roja.(15) Colombia ingresa oficialmente a la Cruz Roja Internacional durante
la X Conferencia, reunida en Ginebra en 1920. (16)
Cumming sería, entre 1945 y 1947, un radical opositor a la iniciativa de creación de la Organización Mundial de
la salud (OMS), con el pretexto de que se convertiría en instrumento del comunismo, ya que en ella entrada
fortalecido el bloque socialista comandado por la Unión Soviética. (17)
Para la década del veinte y a es evidente la presencia económica de los Estados Unidos en Colombia: (18)
indemnización de Panamá, préstamos para obras públicas -en especial para vías de comunicación,(19)
concesiones para la explotación de petróleo (Mares, Barco), “(20) economía de enclave” (21) (caso del banano),
etc. Por su parte, Colombia empieza a dar indicios de su acceso a formas modernas -pero modestas- de
desarrollo: instalaciones industriales, urbanización, movimientos sociales y sindicales en la ciudad y en el
campo, mayor participación en el mercado internacional, consolidación de la economía cafetera, entre otras. En
este marco se fortalece la presencia global de los Estados Unidos en Colombia, dentro de un proceso creciente
definido históricamente para las dos partes implicadas.
“La necesidad de estas obras (sanidad portuaria, etc.) es más urgente desde que Colombia se adhirió a las
Convenciones Sanitarias Internacionales que le imponen deberes pero que le permiten seguir sin tropiezos la
corriente del comercio y la civilización. Aprovechando las modernas enseñanzas de la Higiene, estas
convenciones han logrado avenir los intereses comerciales con los más elevados de la salud general.” (23)
Las economías de enclave, características de las primeras décadas del siglo, en el proceso de expansión de los
Estados Unidos, plantean a este país la necesidad de enfrentarse a patologías propias de las zonas tropicales.
En 1901 se funda el Instituto Rockefeller de Investigaciones, el cual se encarga de adelantar o promover -entre
otras- investigaciones sobre enfermedades tropicales. (25) En 1917 viene al país una comisión norteamericana,
financiada por dicho instituto, para determinar la presencia de fiebre amarilla con miras a reafirmar o modificar la
cuarentena en relación con dicha enfermedad. (26)
En 1909 se crea la Fundación Rockefeller (independiente del Instituto), con una Junta Internacional de Sanidad
(1913), (27)a partir de una solicitud de su benefactor por la cual “pidió que se le indicara una enfermedad
bastante extendida, que tuviera importancia económica, cuya causa fuera conocida, fácilmente explicable y que
pudiera curarse y controlarse con medidas de higiene sencillas... de tal modo que la gente -el hombre ordinario-
pudiera ver los buenos resultados de la salubridad pública. (28)
La Higiene norteamericana de principios de siglo se entronca con las concepciones higienistas etiopatológicas
inglesas, francesas y alemanas, las cuales también llegaron a América Latina por vía europea y
norteamericana. La labor profiláctica y preventiva se relaciona directamente con el descubrimiento de los
agentes y vectores de las diferentes enfermedades, así como con la determinación de los factores que propician
el desarrollo de las mismas.
Las concepciones higienistas norteamericanas se desarrollan al unísono con las grandes zancadas de su
medicina en las primeras décadas del presente siglo. Se generan nuevas estrategias, nuevos modelos de
investigación, etc. En el marco de la formación universitaria cumple un destacado papel el texto de Milton J.
Rosenau, Preventive Medecine and Hygiene, publicado en 1913, con la participación de otros eminentes
profesores, cuyas ediciones se suceden permanentemente. Los profesionales vinculados a las políticas de
Salud en Colombia, por aquella época, comienzan a citarlo con frecuencia creciente. La estadística, a la cual se
le atribuye una gran importancia en dicho texto, se incluye en los organismos de salud como elemento central
para comprender las situaciones de salud de las comunidades y para poder trazar, políticas adecuadas. Se
trata, además de la expresión del positivismo en los métodos de la epidemiología, para la cual la cuantificación
estadística es el único instrumento de cientificidad. (30)
Una de las tareas inaplazables es la de darle al Estado un papel más activo en el manejo de los asuntos
económicos y sociales. El Estado ya no es sólo el guardián de la propiedad privada sino que se convierte en el
mediador entre los intereses privados y sociales, entre las clases sociales que necesariamente entran en
conflicto en las sociedades modernas. Al mismo tiempo se plantea que el Estado debe actuar frente a la
propiedad, la cual debe, así mismo, cumplir una función social. Las profesiones, a su turno, cumplen una
función social. Dentro de estas concepciones el gobierno se torna activo en diversas materias políticas y
sociales. Esto se expresa en el Acto Legislativo Reformatorio de la Constitución Nacional, de agosto de 1936.
Tal como resalta Alberto Vasco, refiriéndose al trabajo de Alvaro Tirado sobre dicha reforma, en el siglo XIX era
difícil hablar de un Estado homogéneo y consolidado, a pesar de tener una constitución (la del 86) bastante
prolija y aparentemente consistente. Sólo hasta el año 36 puede hablarse de un cuerpo constitucional que da
forma y coherencia a un proyecto concreto de Estado para Colombia. (31)
A diferencia de la Constitución de 1886, la reforma de 1936 habla explícitamente de la asistencia pública: “La
asistencia pública es función del Estado. Se deberá prestar a quienes careciendo de medios de subsistencia y
de derecho para exigirla de otras personas, estén físicamente incapacitados para trabajar”. Y además plantea
que “el trabajo es una obligación social y gozará de la especial protección del Estado.” De igual manera, se
afirma que el gobierno asume el control de las instituciones de utilidad común. (32) La salud -como la
educación- será capítulo prioritario de este gobierno liberal. Ya desde el gobierno anterior se había planteado
que ‘la salud es un deber del Estado y la base del progreso nacional”.(33)
Teniendo como punto de referencia el concepto anterior, la Ley la. de 1931 creó el Departamento Nacional de
Higiene y Asistencia Pública, autónomo, y encomendado a la dirección del Dr. García Medina. Este
departamento pasa, en ese mismo año, a ser una dependencia de la Presidencia de la República por
considerarse inconstitucional su carácter autónomo (Decreto 1828 de 1931), para, finalmente, convertirse en
departamento administrativo del Ministerio de Gobierno (Decreto 189 de 1934). En la óptica de introducir
elementos técnicos en el manejo de la salud, se crean los cargos de Director Técnico, Subdirector Técnico y
Administrador General (34)
Antes de comenzar su primer mandato, el Presidente López Pumarejo había acudido a la Academia Nacional
de Medicina para que le indicara “la manera como pudiera mejorarse la organización de la Higiene y la
asistencia pública en Colombia”, con el fin de cumplir con el compromiso, adquirido durante su campaña, de
“someter los grandes problemas nacionales al estudio de todos los colombianos que puedan emitir opinión
sobre ellos”(35) La Academia crea 11 comisiones para estudiar los siguientes problemas:
1. Lepra.
2. Tuberculosis.
3. Protección infantil y de maternidad.
4. Enfermedades venéreas.
5. Enfermedades tropicales e Higiene rural.
6. Epidemiología y profilaxis.
7. Asistencia social y organización hospitalaria.
8. Cáncer.
9. Alcoholismo y toxicomanías.
10. Enseñanza de la higiene y bromatología.
11. Estudio de conjunto (Académicos Honorarios). (36)
A pesar de las recomendaciones de la Academia, aún no se establece el Ministerio de Salud. En 1938 se crea
por la Ley 96 el Ministerio de Trabajo, Higiene y Previsión Social, bajo el planteamiento de que se trata de una
organización transitoria para ser mejorada.(38) Quedaba establecida, pues, la necesidad de un ente autónomo
y específico para el manejo de la salud pero, para esto, habrá que esperar hasta 1946.
En la década del 40, con el gobierno del Dr. Eduardo Santos se marca la llamada “Gran Pausa” en las reformas.
Los enemigos de éstas se coaligan, inscritos en los primeros aires de la “guerra fría”. La Segunda Guerra
Mundial y la “política del buen vecino’ de F.D. Roosevelt, aseguran el contexto para ganar nueva influencia de
los Estados Unidos en Latinoamérica. A este respecto, se establece un programa cooperativo entre el Instituto
de Asuntos Interamericanos y las naciones americanas, inscribiéndolo dentro de las necesidades de defensa.
Esta política encuentra un amplio eco en la Tercera Conferencia de Repúblicas Americanas reunida en Río de
Janeiro en enero de 1942.
Para el caso concreto de la salud, en dicho período se consolida el proceso de intervención norteamericana en
la orientación de la toma de decisiones por medio de la creación del Servicio Cooperativo Interamericano de
Salud Pública (SCISP), el cual, en rasgos generales, define los lineamientos técnicos para enfrentar los
principales problemas del país. Este Servicio se instaura, no solamente como consecuencia de esta política,
sino, además, por la actitud de los gobiernos liberales de esta época, frente a las relaciones con los Estados
Unidos.
En septiembre de 1942, el gobierno colombiano pide participación en el programa de cooperación y, para tal
efecto, el Sr. Nelson Rockefeller visita al país, en representación del Coordinador de la Oficina de Relaciones
Interamericanas. En un memorando, el Ministro de Trabajo, Higiene y Seguridad Social plantea las prioridades:
1. Nutrición.
2. Paludismo.
3. Rickettsiasis.
4. Bartonellosis.
5. Saneamiento de puertos. (39)
Un mes después llega a Colombia el “Sr. Brigadier General Dr. George C. Dunham, Director de la División de
Salubridad y Saneamiento del Instituto de Relaciones Interamericanas, quien celebró repetidas conferencias
con el personal del Ministerio de Trabajo, Higiene y Previsión Social, asesorado por el Dr. John C. Bugher, Jefe
de la Sección de Estudios Especiales (y representante en ese momento de la Fundación Rockefeller), y del Dr.
Howard B. Shookhoff, quien venía destinado para ser el Jefe del Servicio Cooperativo Interamericano de Salud
Pública”. (40) Este servicio, que debería funcionar en el Ministerio, dirigiría durante varios años la política de
salud pública en Colombia.
Desde comienzos del presente siglo se discute en Colombia el asunto de la seguridad social de los
trabajadores. Incluso se propone legislar a este respecto en diversos momentos. Desde 1928 se intenta crear
una estructura organizativa institucional para el manejo de esta problemática. Las luchas sociales de la década
del 30, aunadas a la creación de organizaciones sindicales, plantearon nuevamente el debate. A ello contribuía
el desarrollo del Derecho Laboral en el país, las doctrinas marxistas y socialistas y la doctrina social de la
Iglesia. En notas escritas en el año 1960, el Dr. Otto Morales Benítez hace un recuento de este proceso. (41)
La Ley 90 de 1946 concreta, por fin, lo relacionado con el seguro social al crear el Instituto Colombiano de
Seguros Sociales (ICSS), adscrito al Ministerio de Trabajo, Higiene y Previsión Social. El seguro social
obligatorio cubriría los siguientes riesgos:
Se establece que Los recursos necesarios para cubrir las prestaciones y los gastos del Instituto serían
obtenidos por el “Sistema de triple contribución forzosa”, es decir, asegurados, patronos y Estado.
En el momento de la aprobación de la ley, el Dr. Alberto Lleras Camargo ocupa la presidencia en reemplazo de
López Pumarejo, quien debió abandonar su cargo por presiones de la oposición y problemas familiares. En
oposición al nuevo sistema se reúnen industriales, empresarios, médicos, etc. No obstante, el ICSS logró
establecerse, en medio de las debilidades y dificultades que aún hoy subsisten.
Paralelamente a la creación del ICSS se da el debate en torno a la necesidad de un Ministerio para la salud. En
1945 presenta al Congreso un proyecto en tal sentido el entonces Ministro de Trabajo, Higiene y Previsión
Social, el médico Jorge Bejarano. En efecto, se aprueba dicho proyecto y se crea el Ministerio de Higiene por
Ley 27 del 2 de diciembre de 1946. En este momento se encuentra en el poder el Partido Conservador,
representado en la figura de Mariano Ospina Pérez.
A pesar de la tendencia higienista que inspira las políticas del Estado, las facultades de medicina existentes
para esta época continúan orientadas hacia la formación de médicos para la atención privada, dentro de la
perspectiva francesa y con predominio de la corriente anatomoclínica, aunque enriquecidas por algunos
elementos nuevos de las mentalidades fisiopatológica y etiopatológica y de la nueva medicina norteamericana.
Desde la segunda mitad del siglo pasado empiezan a penetrar, progresiva y casi sucesivamente, las tres
grandes mentalidades médicas modernas: la anatomoclínica (la enfermedad como lesión). la fisiopatológica (la
enfermedad como alteración funcional) y la etiopatológica (la enfermedad como causada por un agente externo
vivo, químico o físico). La anatomoclínica, también llamada “medicina hospitalaria” arraiga más pronto y con
mayor profundidad, mientras que las otras dos mentalidades, englobadas en el concepto de “medicina de
laboratorio”, penetran más tardíamente y con mayores dificultades. A su penetración colabora la medicina
norteamericana. (43)
Dentro de los hechos destacados en la introducción de la medicina de laboratorio puede reseñarse -sin ser el
único- el regreso a Colombia del Dr. Roberto Franco en 1905, quien viene de adelantar estudios en la Facultad
de Medicina de París y en el Instituto Pasteur, además de haber hecho pasantías en Túnez y en Londres.
Impulsa la creación de un laboratorio en el Hospital San Juan de Dios, en Bogotá, y la creación de la Clínica de
Enfermedades Tropicales. (44)
Esta incongruencia entre las políticas sanitarias y la educación médica se había captado desde algunos años
antes. La necesidad de renovar las facultades de medicina y de ponerlas a funcionar acordes con la situación
del país y los avances de la medicina del siglo XX, ya había sido detectada.
Dentro de esta necesidad de renovación, se contrata una misión francesa para que visite la facultad de
medicina de la Universidad Nacional. (46) El 24 de junio de 1931 esta misión, integrada por los Drs. André
Latarjet y Louis Tavernier (de la Facultad de Medicina de Lyon) y Paul Durand (Subdirector del Instituto Pasteur
de Túnez), entregó su informe al Rector de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional. Allí se analiza la
estructura de la facultad y se propone una modificación general del reglamento. Se concibe que la facultad de
medicina debe ser un centro de cultura profesional, un centro de enseñanza superior y un centro de
investigaciones. Se plantea que deben existir tres clases de enseñanza: enseñanza teórica, enseñanza teórica
y técnica combinada (cursos y trabajos de laboratorio vinculados a la teoría) y enseñanza clínica en el hospital.
También se propuso un detallado plan de estudios. (47)
Refiriéndose al modelo norteamericano, el Informe anota que el sistema que consiste en dividir la educación
médica en dos períodos, el primero dedicado a las ciencias biológicas sin ningún contacto con el hospital, el
segundo únicamente dedicado a la clínica, no es acorde con el espíritu latino, ya que toda estandarización es,
por su absolutismo, anticientífica puesto que no es humana. Concluye entonces que, para que la medicina
agrupe las ciencias biológicas más diversas, es preciso establecer rápidamente las relaciones que unan las
ciencias de laboratorio al examen del enfermo.
A partir de este informe y de los ajustes que se hicieron, se seguirá enseñando durante la primera mitad del
presente siglo, en las facultades de medicina, una concepción organicista de la enfermedad apoyada en una
integración más o menos ecléctica de las tres mentalidades médicas europeas, con algunos aportes del modelo
sanitarista norteamericano. La primera concepción entrará en una crisis creciente. En 1939, con la reforma de la
facultad de Medicina de la Universidad Nacional, adelantada por Jorge Cavalier, se avanza en el sentido de
superar la crisis. Sin embargo, será a partir de la visita de la Misión Médica Norteamericana, en 1948, cuando
se iniciará en serio el cambio de orientación hacia las concepciones estadinenses.
Es claro, entonces, que la Facultad se va a encontrar, durante todo este período, en una posición divergente
con los desarrollos de la salud pública estatal; igualmente, la práctica de la mayoría de los médicos está más
dirigida hacía el ejercicio privado de la profesión y la medicina curativa.