Markarian, R. & Wschebor, M. (1999) Acerca de La Investigación Científica en América Latina Enfoques Desde La Matemática

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ACERCA DE LA INVESTIGACION CIENTIFICA EN AMERICA LATINA:

ENFOQUES DESDE LA MATEMATICA

Roberto Markarian 1
Mario Wschebor2

Resumen: En la primera sección se presentan algunos rasgos generales de la matemática en el


continente. En la segunda tratamos de las relaciones de la disciplina con otras áreas de la cultura. En
las secciones siguientes analizamos dos tendencias contrapuestas existentes en nuestros países con
respecto del tipo de ciencia a desarrollar y algunos aspectos de la aplicación del concepto de
pertinencia a la matemática, relacionándolo con la necesidad de hacer ciencia básica en nuestros
países. Finalmente hacemos algunas reflexiones breves acerca de la “Matemática Aplicada” y acerca
de temas vinculados con la remuneración de la producción científica y con las prácticas que se ha
desarrollado en los últimos años.

Este texto es una apertura general destinada a un público interesado en temas de ciencia, aunque no necesariamente
familiarizado con los aspectos propiamente matemáticos involucrados. No nos hemos propuesto realizar un análisis de
la investigación matemática en el continente, de su evolución histórica o de sus perspectivas hacia adelante. Estos
temas merecerían estudios especializados, cosa que éste no es. Ello implica que prácticamente no hacemos referencia
específica a las diversas áreas de la matemática, requisito indispensable para un análisis técnico y sobre el cual existe
poca información sistemática. Existen sí algunos estudios, como los impulsados en los últimos años por las respectivas
Academias de Ciencias en Chile y en México, que son de gran interés, aunque sólo reflejan la situación de esos países.

Tampoco nos anima aquí ninguna pretensión de originalidad. Estaríamos muy satisfechos si la lectura de estas
páginas, de alcance muy modesto con relación al verdadero problema, acercara al lector no especializado a algunas de
nuestras inquietudes y animara a los más cercanos a encarar trabajos objetivos y ponderados sobre la situación de la
matemática en América Latina y el Caribe.
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Los investigadores en Matemática de América Latina y el Caribe somos aproximadamente un millar de personas 3,
distribuidas de manera desigual en el continente. Como consecuencia de la expansión de las últimas tres décadas, se
agregó a las comunidades más antiguas de Argentina y de México la influencia de los institutos y los grupos de
investigadores de Brasil, que constituyen la mayor comunidad matemática latinoamericana en la actualidad. En los
últimos años, se ha observado un crecimiento significativo en Venezuela y sobre todo en Chile. Los equipos humanos
son en general pequeños, existiendo algunos de muy buena calidad; en un buen número de países no hay
investigadores activos ni formaciones de postgrado efectivas.

Naturalmente, lo primero que llama la atención es el tamaño del conjunto, cuya pequeñez condiciona severamente la
riqueza y la complejidad de la vida científica, así como los efectos de la Matemática en otras áreas del saber y de la
producción y refleja las condiciones generales de la ciencia y de la educación en el continente. En los últimos tiempos,
en términos relativos al punto de partida, hemos tenido un crecimiento, que ahora requiere de nuevos impulsos. La
creación de la Unión Matemática de América Latina y el Caribe (UMALCA) es una manifestación de ese crecimiento,
del ingreso de nuevas generaciones de matemáticos y un augurio de nuevas oportunidades para el futuro.

Este panorama somero que, como queda dicho, difícilmente admite tratamientos homogéneos, muestra desde el inicio
que en Matemática, como en otras áreas de la cultura, la reflexión sobre el quehacer científico debe considerar a la
vez los problemas inherentes a la disciplina y los derivados de las condiciones sociales e históricas en que ella debe
desenvolverse.

1Secretarioy 2Presidente de la Unión Matemática de América Latina y el Caribe (UMALCA), sobre la cual hemos incluido
una breve noticia en apéndice.

3Estimación basada en la información del Directorio Mundial de Matemáticos (Unión Internacional


de Matemática, 1998) y de las sociedades nacionales miembros de UMALCA.

1
Los casos exitosos de constitución de escuelas matemáticas en la región muestran a las claras cómo los fundadores
aunaron la calidad científica a la capacidad para la construcción institucional, que a la larga le diera continuidad al
trabajo inicial. En muchos casos estas capacidades iban a contrapelo del ambiente intelectual y profesional imperante.
Los autores han tenido la oportunidad de conocer de cerca la historia de algunos de estos desarrollos pioneros, tal
como ocurrieron en Buenos Aires, Bahía Blanca, Montevideo, Río de Janeiro y Ciudad de México.

Otro tema es tratar de comprender las perspectivas de consolidación e influencia de esos grupos cualitativamente
excepcionales, a nivel de los diversos países. Perspectivas que en algún momento llegaron a ser muy promisorias
fueron debilitadas severamente por la falta de estabilidad en el largo plazo, inducida por las oscilaciones económicas,
políticas e institucionales, como ocurrió en la Argentina a partir de mediados de los años 60. Hay que agregar el peso
que tuvieron en la matemática las persecusiones políticas de los regímenes militares que asolaran al continente en los
años 70 y 80. Ejemplos proverbiales han sido los países del Cono Sur, en que no solamente la inestabilidad política y
la anoxia espiritual de las dictaduras impregnaron el ambiente y actuaron como obstáculos, sino que más
concretamente, la prisión, el exilio o la pérdida del trabajo de distinguidos científicos y de sus alumnos, borraron
escuelas laboriosamente construidas.

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Más allá de apreciaciones personales o culturales sobre los matemáticos, teñidas sin duda por prejuicios y modas que
varían en el tiempo y en el espacio, es un hecho que existe un desconocimiento generalizado sobre el contenido de la
investigación matemática, sobre su significado cultural, su importancia en la historia de la humanidad y su utilidad
general. Este desconocimiento está presente también en personas educadas, aún entrenadas en otras disciplinas
científicas y tiene consecuencias muy variadas, particularmente graves cuando se da en sectores vinculados a
organismos de financiación y promoción de la ciencia.

Este distanciamiento es particularmente significativo en países como los nuestros, en los que las demandas efectivas
del sistema productivo tienden a limitar la complejidad de los requisitos de ciencia avanzada y a perpetuar por esa vía
la brecha tecnológica. Bajo las circunstancias que suelen ser corrientes entre nosotros, la organización del trabajo,
incluyendo el trabajo técnico, suele tender a rechazar la necesidad de una matemática que esté en la frontera del saber
o que requiera para su desarrollo o aplicación, el recurso a modelos o a teorías con un alto grado de abstracción. En
estos países, quienes marcan explícita o implícitamente los rumbos de la evolución económica, difícilmente tienen la
prioridad de promover una cultura en que la creación de tecnología sustentada en el conocimiento básico ocupe un
lugar destacado en el desarrollo global. Si bien existen excepciones a esta tendencia general, pensamos que ésta
describe los aspectos más sustantivos y estructurales.

Otros rasgos están relacionados con características propias de la disciplina. Efectivamente, la matemática esta ubicada
en un extremo de abstracción en el concierto de las ciencias; la materialidad de sus ideas, el tipo de objetividad
aceptable para sus cultores y sus criterios de verdad son materia difícil de explicar y de discutir en ámbitos ajenos a la
disciplina, que tiene por otra parte una "constante de tiempo" muy elevada: lleva mucho tiempo llegar a interiorizarse
de un tema, aún para los profesionales de la disciplina, y ello establece una barrera práctica muy potente para el resto
de las personas.

Estos aspectos, que nos resultan muy familiares, se ven agravados por la carencia de promoción del pensar y de lo
formativo a lo largo y ancho del sistema educativo, que sólo raramente evoluciona hacia un clima espiritual que
acerque al joven al estudio desinteresado y, en particular, a la matemática. Las carencias de la educación institucional
en esta materia, se ven agravadas por los medios masivos de comunicación.

Desde un ángulo más vinculado con la realidad cotidiana, la dificultad de los sistemas educativos para encarar y
superar los problemas más inmediatos de tipo material y de formación de maestros y profesores, que suelen golpear
con enorme urgencia, suelen dominar el panorama. Esto es lógico, dada la magnitud de las carencias, aunque existe el
riesgo de un alejamiento de los investigadores en la definición de los problemas de la enseñanza masiva y que éstos
queden en manos de personas que carecen de la información necesaria para identificar las orientaciones adecuadas y
las evoluciones previsibles.

Tampoco es ajeno a este estado de cosas el esfuerzo bastante limitado que realizan los matemáticos profesionales por
divulgar los contenidos, los métodos que utilizan y las relaciones con otras ciencias. El aumento de la interacción entre
los matemáticos profesionales y los especialistas de otras disciplinas parece ser una condición necesaria para una
mejor comprensión de las realidades internas de la matemática desde la sociedad.

2
Para culminar estos comentarios iniciales queremos destacar que a veces existe una tendencia a simplificar estas
cuestiones y reducirlas a las circunstancias socio-económicas o de trayectorias culturales de nuestras sociedades, que
conduce a una pacífica aceptación de esa realidad. Sin exagerar el voluntarismo, hay también algunas acciones y
orientaciones que sólo los matemáticos podemos llevar a cabo y que pueden contribuir a un cambio de este estado de
cosas.

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En cada generación, las primeras malformaciones elementales que genera el subdesarrollo son las creencias
contrapuestas de que en nuestros países, por un lado, estaríamos en condiciones de recorrer un atajo del saber, de
producir una ciencia de nuevo tipo, y por otro, de que todo lo que debemos hacer es imitar, debidamente adaptadas, las
formas, instituciones y temáticas del mundo desarrollado. Estas creencias son una tentación constante, y queremos
dedicar una parte de este texto a considerarlas, aunque no tenemos el espacio suficiente como para hacerlo con todo
detalle.

Analicemos en primer lugar la primera creencia. Si miramos los últimos 30 años, ejemplos relevantes de estas
tendencias han sido la "matemática nacional y popular" de la Argentina de la primera mitad de los años 70 y la
"etnomatemática", que actualmente busca su expansión, sobre todo en Brasil. Si bien estos intentos ejercieron una
influencia limitada en el tiempo y en el espacio, tuvieron la consecuencia de desviar a generaciones enteras de
científicos potenciales, que hubieran jugado un papel muy valioso en el largo plazo, si ellos hubieran recibido otras
influencias en su etapa de formación inicial. ¿Cuál es el ambiente que posibilitó estos desarrollos, que trascendieron
las fronteras de los países de origen y que, en nuestra opinión, constituyen una primera dificultad interna de la
comunidad científica para el desarrollo de la ciencia?

Pensamos que se trata de respuestas más o menos elementales ante acuciantes problemas sociales y culturales a
resolver, éstos sí de gran importancia y dificultad. La falta de una visión general y la carencia de instrumentos teóricos
idóneos de análisis, han estado en la base de la formulación de propuestas que han compartido como característica
común la baja calidad académica. Estas doctrinas son ejemplo de lo que podríamos llamar las patologías de la
pertinencia, entendiendo ésta como la adecuación o el ajuste entre lo que las instituciones de educación superior y de
investigación científica (y las personas que las integran) hacen y las consecuencias sociales de esa actividad.

Naturalmente, la difusión de la creencia de que en realidad vamos a encontrar las respuestas a los problemas de
nuestro desarrollo científico recurriendo a ideas simples, ancladas en nuestras historias culturales específicas, no
aparece sola. El populismo científico en sus formas más variadas suele ser una - pequeña - parte del populismo en
general y la falta de rigor en el análisis y en las propuestas en esta materia, representa sólo un capítulo de contextos
mayores, que apuntan a toda la sociedad. Hay aspectos específicos de la relación entre la ciencia y la sociedad que
contribuyen, a veces de manera decisiva, al sustento de estas creencias. Las potencialidades de progreso social que
prima facie encierra el avance científico no se expresan sino mínimamente en los países pobres, especialmente con
respecto a las grandes mayorías de la población. No es extraño que la frustración derivada de la antinomia entre las
promesas de lo que es posible y las realidades vividas, sea un caldo de cultivo apropiado para un rechazo a la ciencia y
para impulsar la ilusión de que nuestros países van a resolver sus problemas técnicos, ignorando el saber generado en
los países ricos.

Temas que sin duda no habremos de resolver desde la actividad científica, pero que nos recuerdan día a día el contexto
en el que ella se desarrolla y como ese contexto puede llegar a operar bajo ciertas circunstancias.

La segunda opinión parece contar hoy con muchos adeptos, especialmente porque recibe el apoyo de organismos
oficiales. Aunque también es posible asociar el impulso de una asimilación acrítica de la influencia de los países
industrializados con el incremento natural de los contactos internacionales, algunos efectos externos de la
mundialización y la crisis en la formulación de modelos alternativos de sociedad. En un terreno más específico, las
dificultades financieras para el desarrollo de la ciencia, derivadas de las políticas de reducción del gasto público,
generan la búsqueda de recursos económicos que son también un instrumento eficaz para estimular ciertas direcciones
de trabajo por parte de los financiadores.

Lo primero que hay que decir es que el programa de repetir en nuestros países el itinerario intelectual de los grandes
países europeos, de Estados Unidos o de Japón no conducirá a la meta anunciada.

3
Por una parte, la experiencia ha mostrado que, de esa manera, se crean algunas élites más o menos integradas a la
frontera del saber contemporáneo, aunque estamos convencidos de que se requieren cambios sociales mucho más
profundos y más generales, entre los cuales, el mejoramiento de los sistemas educativos, para que la ciencia y la
tecnología se incorporen de manera efectiva a la vida de las grandes mayorías. Inversamente, la asimilación acrítica de
problemas, motivaciones y teorías actúa como instrumento de alienación, como freno para una búsqueda
independiente, fundamento de toda creación intelectual.

Por otra parte, los territorios preferidos de la emulación acrítica aparecen, en primera instancia, como más bien
alejados de la Matemática. Por ejemplo, es clara su presencia en las Ciencias Sociales, en las Humanidades, en la
investigación y en el uso de los recursos naturales. Sin embargo, guardando las proporciones, queremos hacer
referencia a dos aspectos a los que atribuimos significación en Matemática: la educación elemental y la selección de
los temas de investigación.

Durante los años sesenta se extendió en el continente, en la enseñanza elemental de la Matemática un punto de vista
excesivamente formal que correspondió exactamente a eso que hemos llamado asimilación acrítica de las tendencias
existentes en algunos países industrializados 4 . Las consecuencias fueron muy negativas. Entre ellas, se destaca que,
con igual número de años de estudio, hubo una disminución de la capacidad de calcular en niños y jóvenes, así como
del desarrollo de la intuición geométrica, con perjuicios para su formación ulterior y para la conexión con otras
disciplinas. A la vez, los maestros de primaria y los profesores de enseñanza media quedaron perplejos acerca del
verdadero sentido de lo que impartían, sin comprender las razones reales o pretendidas de los programas y de los
métodos que utilizaban, lo que constituye una de las peores situaciones en que se puede colocar a un educador en su
trabajo.

También de una manera general, alguna investigación matemática en el continente suele practicar una suerte de
"seguidismo" de las modas de los países industrializados y de las tendencias y selección de temas considerados como
más importantes en ciertos períodos, luego abandonados o reemplazados por otros.

Como es natural, los aspectos perniciosos de estas modas pasajeras, también se hicieron presentes en los países
avanzados, sólo que sus consecuencias reales estuvieron muy amortiguadas. En esos países, la dimensión y las
tradiciones del sistema científico y la existencia de otras tendencias y puntos de vista que pueden tomar el relevo,
enriquecen los aportes y ayudan a evitar la preponderancia de puntos de vista erróneos. En los temas educativos antes
referidos, por ejemplo, los errores fueron corregidos mucho más rápidamente en los países avanzados, mientras que en
nuestros países las condiciones generales suelen generar una dinámica que dificulta y enlentece ese tipo de cambios.

Es obvio que la universalidad de la Matemática hace ridícula cualquier pretensión de enfocar estos problemas desde el
ángulo de la creación de una suerte de ciencia local, la "ciencia del sur" como se la llamó en alguna época. Lo que se
requiere es equilibrio en la construcción de las escuelas, esfuerzos, siempre difíciles, para no encarar estos temas con
criterio unidimensional y que las ideas dominantes en la comunidad científica hagan prevalecer la profundidad y el
análisis crítico, sobre el corto plazo y el "publish or perish".

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Volviendo a la cuestión de la pertinencia, en nuestra opinión, la evaluación sobre la adecuación entre la enseñanza y la
investigación y las necesidades sociales depende fundamentalmente de quién la hace, con qué propósitos y desde qué
puntos de vista.

Con el principio general de que se deben atender las necesidades sociales e incrementar las bases para culturas
autónomas e independientes, debemos estar preparados para encontrar respuestas múltiples a la variedad de
interrogantes que se plantean a la reflexión y a la práctica científica, a partir de las condiciones intelectuales y
materiales de las distintas disciplinas y de sus entornos, que son muy diversas. Las simplificaciones reduccionistas no
resuelven estos problemas. Más bien, se requiere saber combinar la participación de los científicos y de otros actores
sociales, preservar la libertad de creación e impulsar la vida simultánea de distintas posiciones y doctrinas.

4Nos referimos, por ejemplo, a la enseñanza de temas inadecuadamente denominados "teoría de


conjuntos", considerada paradigmática en esos años. Este modelo erróneo de lo que debiera ser
enseñado fue superado, pero gran parte de sus consecuencias siguen vigentes, con las
consiguientes carencias en el aprendizaje de la matemática y de su relación con otras disciplinas.

4
Actualmente, como consecuencia en parte de fenómenos, corrientes ideológicas y políticas imperantes, existe una
tendencia excesiva a poner el acento en el corto plazo, en las consecuencias materiales visibles de la actividad
científica, y a colocar en un segundo plano la compleja trama intelectual de interacciones que ha hecho de la ciencia
un aspecto significativo de la vida social.

En el caso de la Matemática estos fenómenos se manifiestan de manera especialmente fuerte, entre otras razones, en
virtud de las dificultades objetivas para responder en forma accesible para una buena parte de la población a la
pregunta: "¿qué hacen los matemáticos?". Estas dificultades se traducen en la sustitución de la pregunta por otra,
presuntamente más sencilla: "¿cuáles son las consecuencias que yo puedo observar de lo que hacen los matemáticos?"

Se ha convertido en un verdadero problema actual la pretensión de parte de planificadores y economistas de justificar


la inversión social en ciencia a través de un cálculo de "costo-beneficio". En esta versión, la "pertinencia" social es
juzgada por mediadores que, dado que ignoran aquéllo que deben evaluar, requieren de parámetros simples y
contundentes para hacer decisiones. Las consecuencias que esta dinámica tiene sobre la comunidad académica son
peligrosas y entendemos que debe ser objeto de un análisis cuidadoso.

Estas tendencias suelen ser reflejo de fenómenos similares a los que ocurren en los países ricos, aunque sus
consecuencias sobre nuestra realidad son más graves, en la medida en que se insertan en un cuerpo más débil. Por
ejemplo, la acción del gobierno de Thatcher en la década del 80, orientada de esta manera, generó en las universidades
británicas consecuencias negativas y durables a pesar de la existencia de tradiciones intelectuales muy establecidas. El
lema de que se debe estar en condiciones de vender sus servicios en el mercado que practican los émulos
latinoamericanos de estas doctrinas, actualmente muy activos y en posiciones de poder, es previsible que genere efectos
mucho más negativos y difíciles de reparar en nuestros países.

Las reacciones en el seno de la comunidad de investigadores, suelen ser variadas. Existen quienes se retiran a sus
laboratorios y optan por el aislamiento para continuar trabajando, vencidos por la presión de un sistema incapaz de
considerar la calidad intelectual. También quienes se adaptan y optan por adecuarse a esos patrones de evaluación.
Ninguna de estas posiciones nos resulta compartible; pensamos que las condiciones exigen de los científicos,
simultáneamente, preservar la calidad de su trabajo y defender criterios de evaluación del mismo que no tiendan a
desnaturalizarlo. No es por la vía de perder la independencia y el juicio crítico que se puede esperar mejorar el servicio
que la comunidad científica presta a nuestras sociedades.

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Un aspecto en que el economicismo suele hacerse presente consiste, de manera general, en cuestionar la posibilidad y
sobre todo la conveniencia, de hacer ciencia básica en nuestros países, entendida como la actividad científica que
evoluciona sin plantear en forma prioritaria su aplicabilidad más o menos inmediata. No tenemos el espacio aquí para
abordar este tema en su generalidad, aunque debe ser mencionado porque aparece de manera recurrente.

A pesar de que la investigación fundamental se relaciona cada vez de manera más estrecha con la aplicación
tecnológica y aún con la directamente productiva, es un tipo de actividad que resulta muy difícil de incluir en su
programación para los planificadores: en general los resultados son inciertos y los itinerarios reales de la investigación
pueden diferir mucho de las previsiones, el clima en que se desarrolla se aproxima mucho al de la producción cultural
en general y genera la impaciencia de políticos y empresarios interesados en medir la productividad inmediata y más
en reducir costos y mejorar la gestión, que en generar auténtica innovación.

De todos modos, las justificaciones para reducir la ciencia básica son más o menos convencionales: no deben los países
pobres distraer recursos en ella y mejor dedicarlos a inversiones de retorno inmediato; la tecnología avanzada, de todos
modos será producida por los grandes centros industriales y estará disponible en el mercado para su adquisición; a ello
se agregan las opiniones que alientan su no utilización, y predican la conveniencia de usar tecnologías más atrasadas y
con mayor intensidad de mano de obra.

En realidad, la defensa de estas opiniones, que tienen muchos adeptos en los gobiernos de la región, requiere cerrar los
ojos ante las realidades contemporáneas: sin ciencia básica no hay formación avanzada de tecnólogos e incluso las
actividades más rutinarias como la compra de tecnología producida por otros, se vuelve imposible. La apuesta a la
utilización de tecnologías atrasadas conlleva necesariamente la perpetuación de la fosa productiva y social con relación
a los países ricos. Simultáneamente, en las condiciones actuales del conocimiento, sólo un equipaje muy sólido de
ciencia básica puede actuar como fundamento de la innovación técnica en las sociedades, entendida en su sentido más

5
amplio, que incluye el conocimiento de lo social y de la modernización de la organización de la producción.

Desde otro ángulo, no menos importante, hacer ciencia, estar en la frontera del saber, es una parte orgánica de la
cultura contemporánea y de la creatividad de nuestra época, contribuye a establecer los patrones de referencia de las
sociedades, ayuda a entender las diferencias que existen entre Alemania e Indonesia o entre Francia y Perú. También
esto hace de manera esencial a la pertinencia de nuestra actividad y a la justificación de largo plazo de su utilidad
social, aunque no sea posible incluirlo en una tabla de costos y beneficios.

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Un tema que ha pasado a ser importante en el continente en los últimos 10 años es el de los sistemas de sobresueldo
para los investigadores, en general administrados por los Consejos Nacionales de Investigación de los países.

Existe la posición de quienes eligen evaluar la actividad científica recurriendo a diversos mecanismos de la
"cienciometría" (número de publicaciones, clasificación de las revistas, medidas de "impacto", otras medidas
complementarias, etc.) que de manera bastante sencilla, permiten dar a quien no entiende del tema un ordenamiento y
una evaluación de la actividad de las personas, de los grupos de personas, de las instituciones.

En la posición contraria, encontramos a quienes opinan que toda renuncia a una evaluación fundada y específica, no
sólo conduce a marginar el juicio de calidad, sino que perjudica la actividad científica misma, en la medida en que ella
busque adecuarse a los requisitos de estas medidas de producción, que ese "mercado" particular ha generado como
demanda. Se termina produciendo para el sistema de evaluación, que es por otra parte lo que los planificadores desean.

Esta manera de orientar prioridades es particularmente significativa en las Ciencias Sociales y en las Humanidades, en
la medida en que el poder dispone de un instrumento para limitar el espíritu crítico y la confrontación de valores,
aunque también incide fuertemente en las ciencias de la vida y físico-matemáticas.

Los matemáticos hemos estado en general alineados en la segunda posición. Por una parte, dado el distanciamiento de
la investigación y de la formación avanzada en matemática del saber común, cuanto más simplificada es la evaluación,
más distante es de la sustancia misma. Por otra parte, como en casi todas las áreas, tampoco tenemos mecanismos
sencillos para determinar las consecuencias de una innovación, de una idea, de una teoría. Tenemos sí, conjeturas,
tendencias de la comunidad, que son cambiantes a la luz de evoluciones muchas veces imprevisibles. Es difícil tomar
en consideración a priori el orden de dificultad de los problemas y estamos seguros de que no es adecuado juzgar
"impactos" en base a parámetros sencillos.

Naturalmente, entre los matemáticos está presente en forma permanente un debate acerca del verdadero alcance de
ciertas ideas y de su conexión con otras ramas del saber. Pero la manera de incorporarlas a la organización y a la
evaluación de la vida científica no es simple y solemos oponernos a trivializar estos complejos asuntos reduciéndolos a
algún parámetro que se pretende que sea comprensivo para quien ignora todo el resto.

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Todo esto se refiere a la actividad intelectual misma. Ni que decir si además nos interesamos por sus conexiones con la
tecnología y con la vida social y económica, en que la apreciación debe incluir además los valores y las opiniones
acerca de las necesidades de la sociedad. Una observación interesante sobre nuestra propia realidad, es que la
denominada "Matemática Aplicada" es, en conjunto, bastante más débil en nuestra región que las ramas de la
matemática denominadas "puras", lo cual constituye un nuevo reflejo de la dependencia tecnológica y de la limitada
demanda de parte de la industria avanzada.

Cabe aquí alguna disgresión para evitar bizantinismos semánticos. Como en otras ramas de la actividad intelectual,
entre los matemáticos operan tendencias que podríamos llamar centrípetas y centrífugas, las de quienes enfatizarán la
unidad de la disciplina y las de aquéllos que, alternativamente, pondrán el acento en su extraordinaria diversidad.
Ambos puntos de vista tienen fundamento y pueden coexistir con mucha salud.

Cuando nos referimos a "Matemática Aplicada" estamos pensando en problemas y teorías que están más cercanamente
motivados por preguntas de otras ciencias o por aplicaciones tecnológicas, aunque toda clasificación contiene algo de
arbitrario y, sobre todo, de variable con la evolución temporal de una rama del saber y aún de una persona
determinada. Así, por ejemplo, ramas de la Matemática consideradas tradicionalmente "puras", como la Lógica, la

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Matemática Discreta o la Teoría de Números, se han convertido, en plazos relativamente breves, en instrumentos
poderosos de resolución de problemas de otras disciplinas, especialmente a través de su interacción con la Informática
y la Optimización, en áreas diversas y apasionantes de la tecnología contemporánea. Y recíprocamente, ramas que en
algunos períodos han figurado bajo la rúbrica "aplicada", como los Sistemas Dinámicos o la Probabilidad, forman
parte de sectores donde la investigación "pura" además se ha visto estimulada por una interacción fuerte con otras
ramas de la Matemática y también de la Física Teórica.

Los ejemplos son muchos y muy variados y se refieren a esfuerzos intelectuales de gran calibre, no a situaciones
particulares que estén fuera del "main stream" de la evolución del saber. En nuestra opinión no queda otro camino que
la evaluación de los especialistas, centrada en los aspectos cualitativos, que no estará liberada de errores, de modas
intelectuales, de apreciaciones discutibles y de polémicas, pero que no puede ser sustituida por una simplificación que
banaliza el juicio.

Se podría deducir de estas afirmaciones que nosotros pensamos que todo debate general de orientaciones se vuelve más
o menos imposible y que la cuestión de la pertinencia se reduce a la opinión de un cenáculo de especialistas. No es ésa
nuestra opinión. Por el contrario, bien encarado, el debate puede resultar especialmente iluminante para la vida
científica y generar condiciones para que los investigadores puedan mirar su propia obra desde otros ángulos que el
propio, lo cual no suele ser habitual. Pero es una discusión difícil, con un orden de dificultad que trasciende a la
polémica habitual y no puede ser interesante si no alcanza a la materia íntima de la actividad matemática.

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APÉNDICE.

La Unión Matemática de América Latina y el Caribe (UMALCA) está integrada, en carácter de miembros plenos, por
las sociedades nacionales de matemática de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Cuba, México, Perú, Uruguay y
Venezuela. Fue fundada el 25-26 de julio de 1995 en Río de Janeiro, en la Primera Asamblea de los Presidentes de las
sociedades miembros. La Segunda Asamblea se realizó el 9-10 de octubre de 1998 en Olmué, Chile.

Las principales actividades que UMALCA desarrolla actualmente son: el estímulo al intercambio científico en
América Latina y el Caribe, mediante ayudas económicas que se otorgan en tres instancias por año, la organización de
las Escuelas Latinoamericanas de Matemática, de las cuales la próxima tendrá lugar en el IMCA, Lima, Perú (28-06-
99 a 03-07-99), el impulso a la interacción entre los investigadores y la enseñanza de la matemática y un cierto
número de programas destinados a los países con menor desarrollo relativo. UMALCA realizará el Primer Congreso
Latinoamericano de Matemática en IMPA, Río de Janeiro, del 31-07 al 04-08 del año 2000, como parte de la
celebración del año de la matemática por la Unión Matemática Internacional.
UMALCA edita además un boletín de informaciones. Detalles sobre éstos y también otros aspectos pueden ser
consultados en la dirección de internet: http://umalca.fing.edu.uy.

Las fuentes de financiamiento de las actividades de UMALCA son las siguientes: contribuciones de las sociedades
nacionales, de la red de redes científicas, de los consejo nacionales de investigación de algunos países
latinoamericanos, de UNESCO, de la cooperación regional del gobierno de Francia y de algunas instituciones
académicas de la región.

Las autoridades de UMALCA para el período 1998-2001 son:


COMITÉ EJECUTIVO, integrado por César Camacho (Río de Janeiro), Roberto Markarian (Montevideo, Secretario),
Jacob Palis (Río de Janeiro), Juan Tirao (Córdoba), Mario Wschebor (Montevideo, Presidente);
COMITÉ CIENTÍFICO, integrado por Gustavo Corach (Buenos Aires), Carlos Di Prisco (Caracas), Xavier Gómez
Montt (Guanajuato), Servet Martínez (Santiago de Chile), Jacob Palis (Coordinador).

Datos personales de los autores:


Roberto Markarian es Profesor del Instituto de Matemática y Estadística "Prof. Ing. Rafael
Laguardia" de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de la República. Mario Wschebor es
Profesor del Centro de Matemática de la Facultad de Ciencias de la misma Universidad. El área de
trabajo de Markarian es Sistemas Dinámicos - Teoría Ergódica; el de Wschebor es la Teoría de
Probabilidad y el Análisis Estocástico
Direcciones:
Roberto Markarian: IMERL. Facultad de Ingeniería. Universidad de la República.

7
C.C. Nro. 30. Montevideo. Uruguay.
[email protected]
Mario Wschebor: Centro de Matemática. Facultad de Ciencias.
Universidad de la República.
Calle Iguá 4225. 11400 Montevideo. Uruguay.
[email protected]

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