Investigación Social e Intervención

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Investigación social e intervención

profesional: categorías centrales en la


praxis del trabajo social1
https://doi.org/10.25058/20112742.n31.11

Uva Falla Ramírez2


Orcid ID: orcid.org/0000-0001-5620-1360
Universidad Colegio Mayor de Cundinamarca3, Colombia
[email protected]

Cómo citar este artículo: Falla Ramírez, Uva (2019). Investigación social e intervención
profesional: categorías centrales en la praxis del trabajo social. Tabula Rasa, 31, 271-288.
DOI: https://doi.org/10.25058/20112742.n31.11

Recibido: 12 de noviembre de 2018 Aceptado: 14 de marzo de 2019

Resumen:
Pensar el lugar de lo epistemológico en el trabajo social abre distintas discusiones en torno
a lo disciplinar, o de los procesos de investigación e intervención, así como lo relacionado
a las condiciones de la praxis profesional. En principio, tal fundamentación propende por
un ejercicio reflexivo acerca de cuestionamientos centrales tales como: ¿Qué modelo de
desarrollo, qué tipo de sociedad y de ciudadanía se forjan en su contexto? ¿Cómo contribuir
desde la acción profesional cotidiana, a una sociedad libre, justa y equitativa? Desde luego,
la formulación de cuestionamientos políticos y epistemológicos en el ejercicio reflexivo,
es tributario de un proyecto ético-político que configura nuevas apuestas, encaminado
a un compromiso social del conocimiento. Asimismo, indagaremos por los elementos
constitutivos del sujeto epistémico, partícipe de su proceso intelectual, transformador y
vivenciado en el contexto total de la experiencia; en tanto la fenomenología social abre
nuevos caminos para pensar el trabajo social contemporáneo.
Palabras clave: investigación social, intervención profesional, fenomenología social,
reflexión epistemológica, trabajo social.

Social research and professional intervention: central categories in


social work praxis
Abstract:
Thinking of the place of the epistemological in social work results in varied discussions
1
Artículo producto de la investigación titulada «Lectura a los discursos del trabajo social contemporáneo:
revisitación a las categorías reflexivas y de investigación disciplinaria en Colombia y Chile».
2
Doctora en Trabajo Social de la Universidad Nacional de la Plata-Argentina.
3
Docente investigadora en el programa de Trabajo Social, y líder del Grupo de investigación disciplinar
en trabajo social y tendencias contemporáneas.

Tabula Rasa. Bogotá - Colombia, No.31: 271-288, julio-septiembre 2019 ISSN 1794-2489
San Gil
Leonardo Montenegro
Tabula Rasa
No.31, julio-septiembre 2019

revolving around discipline, or research and intervention processes, and in remaining


issues regarding the conditions of professional praxis. To begin with, this argument
aims for a reflective exercise on central questions, namely: Which development model,
which type of society and citizenship are forged this context? How to contribute
from daily professional practice to a fairer, freer, and more equitable society? Indeed,
formulating political and epistemological questionings in a reflection exercise is a natural
result of an ethical-political project informing new bets, with a social commitment
with knowledge. Also, we will inquire into the constituting elements of the epistemic
subject, who participates in his/her own intellectual, transforming, and lived process in
a comprehensive context of experience, while social phenomenology opens new paths to
reflect upon contemporary social work.
Keywords: social research; professional intervention; social phenomenology; epistemological
reflection; social work.

Pesquisa social e intervenção profissional: categorias centrais na práxis


do serviço social
Resumo:
Pensar o lugar do epistemológico no serviço social abre diferentes discussões sobre o
disciplinar ou sobre os processos de pesquisa e intervenção, bem como no tocante às
condições da práxis profissional. Em princípio, tal fundamentação propende por um
exercício reflexivo sobre questões centrais como: Que modelo de desenvolvimento, que
tipo de sociedade e cidadania são forjadas em seu contexto? Como contribuir desde a
ação profissional cotidiana para uma sociedade livre, justa e equitativa? É claro que a
formulação de questões políticas e epistemológicas no exercício reflexivo é um afluente de
um projeto ético-político que estabelece novas apostas, visando a um compromisso social
do conhecimento. Da mesma forma, indagaremos sobre os elementos constitutivos do
sujeito epistêmico, partícipe de seu processo intelectual, transformador e vivenciado no
contexto total da experiência; na medida em que a fenomenologia social permite novas
formas de pensar o trabalho social contemporâneo.
Palavras-chave: pesquisa social, intervenção profissional, fenomenologia social, reflexão
epistemológica, trabalho social.

«Investigar para comprender, comprender para intervenir,


intervenir para transformar»
(Matus, 2018)

De los fundamentos
Son los diversos planteamientos paradigmáticos los que proporcionan todo un
conjunto de argumentos acerca de cómo entender el mundo en su configuración,
en relación con el proyecto de sociedad que desean contribuir o alcanzar. Aquellos
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Uva Falla
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planteamientos permitirían comprender, o al menos explicar a buen grado, los


fenómenos sociales con el fin de transformarlos. Proporcionan argumentos
teóricos, políticos, éticos, metodológicos y operativos desde donde se opta,
percibiendo asimismo efectos concretos sobre la praxis profesional.

Figura 1: Fundamentos para un proyecto ético-político del trabajo social.


Fuente: elaboración propia.

Por eso se expresa (ver Figura 1) que el proyecto ético-político es de antemano


una postura, una decisión, un convencimiento fundamental donde las y los
trabajadores sociales llevan a la esfera de la vida diaria en el mundo cultural
y social. Los fundamentos, como en cualquier tentativa de construcción de
realidades, los proporcionan las tendencias provenientes de las teóricas sociales
clásicas y contemporáneas. En tanto,
Una de las funciones de un paradigma es permitir ver y ocultar determinadas
cuestiones. Desde este punto de vista podría decirse que la Teoría Social
Contemporánea encarna un paradigma cuyas convergencias se dan ante
todo en torno a una manera de concebir la ciencia social y una narrativa
sobre las tradiciones disciplinarias. (Belvedere, 2012, p. 23)
Con menor o mayor fuerza, cada paradigma configura una forma particular
de ver y analizar el mundo, a la sociedad y a la realidad social; e incluso son
capaces de reflejar un «estilo de época»; en consecuencia, proporcionan una
visión sustentada en el lenguaje y en las categorías propias que cada uno y

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de forma particular maneja. Cada una de las líneas epistemológicas trazadas


persiguen unos propósitos particulares o intencionalidades, según la manera
sobre cómo explican o comprenden los problemas sociales presentes en el
mundo de la vida cotidiana. Por ello es importante conocer todas aquellas
posturas, entenderlas, conflictuarles, asumirles o tomar distancia según
compartamos o no sus planteamientos.
Las teorías clásicas o teorías sociológicas de las grandes escuelas, como las
denomina Ritzer (1993), se refieren en su mayoría al funcionalismo estructural
que tributa al desarrollo del neo-funcionalismo, las teorías sociológicas
estructurales, la teoría neo-marxista, al interaccionismo simbólico, la sociología
fenomenológica y etnometodología, así como la sociología conductista y las
teorías feministas contemporáneas.
En su conjunto, aquellos desarrollos disciplinares, eventualmente han efectuado
estudios parcializados del mundo de la vida, en tanto «ha encallado en antinomias
ficticias que pueden agruparse globalmente bajo el signo de una perspectiva
subjetivista y otras objetivistas» (Belvedere, 2012, p 10); En ese sentido, las teorías
sociales contemporáneas han podido abrirse paso gradualmente a un proceso de
transcendencia o superación de los análisis dualistas; teorías tales que ocasionan
interpretaciones que proponen superar la visión dual tradicional y que, siguiendo
al mismo autor, refiriéndose en paralelo a la obra de Anthony Giddens, Pierre
Bourdieu y Jürgen Habermas depositan en la fenomenología social el puente que
permite superar ese vicio de la dualidad en los análisis de lo social.
De este modo, la investigación social y la intervención profesional se abren
paso como categorías centrales en la praxis cotidiana del trabajo social; se
sustentan y se redefinen, pues, en las matrices teóricas y la postura misma del
sujeto epistémico que interactúa y participa en su proceso de investigación-
intervención. Llegándose a consolidar de esta manera, un proyecto ético-político
que se sostiene en los fundamentos epistemológicos de las teorías sociales, sean
estas clásicas o contemporáneas.
Básicamente, para poder optar es necesario conocer. De ello se desprende la
propuesta que acá se planeta; en efecto, en la fenomenología social la matriz
teórica permite comprender a buen grado la acción social producto de la vida
diaria, asimismo sobre cómo esta es posible, al ser interpretada y comprendida
para ser transformada. En consecuencia, como lo planteara en su momento A.
Schütz (1993) «Todas las ciencias sociales son contextos objetivos de significados
de contextos subjetivos de significado» (p. 268). Veamos a continuación cómo
puede darse dicho horizonte.

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Uva Falla
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De la investigación
Lo fenomenológico en la intervención del trabajo social se configura por medio de
axiomas que relacionan al individuo y su medio (Lo que se concibe como soporte
ontológico-filosófico) en tanto en la investigación social, lo fenomenológico se
encuentra anclado al enfoque cualitativo (Ponce & Paiva, 2001; Vélez, 2003;
Bautista, 2005; Falla et. al., 2014, 2016, Agüero, 2008, 2012, 2015) que ha
fundamentado una línea de trabajo disciplinar en ese sentido.
Así pues, la fenomenología social permite acercarse a la comprensión del mundo
de la vida desde una exploración socio/cultural. Esta aproximación se fundamenta
en la necesidad de comprender e interpretar el significado subjetivo de la acción
social; lo que va a permitir indagar y entender el sentido que los y las actoras
sociales dan a su vida o existencia. Lo dicho, toda vez que ella –la necesidad
de significado– no corresponda o se circunscriba únicamente a la expresión del
mundo subjetivo; sino que en él coexistan las estructuras del mundo social y
cultural.
Por ello, N. Kismerman (1978), llegó a plantear: «La necesidad de comprender
el sentido de la acción social en el contexto del mundo de la vida, desde la
perspectiva de los actores, que se articula los llamados paradigmas cualitativos» (p.
78). Ahí donde se encuentra la bisagra entre el significado subjetivo y el mundo
objetivo de la realidad social, resulta en una base o fenómeno intersubjetivo que
se constituye en lo cotidiano; por lo que «la fenomenología y la etnometodología,
acentúan el análisis de la vida cotidiana y cómo en ella, las personas actúan desde
su situación biográfica, es decir histórica» (Kisnerman, 1998, p. 78).
La comprensión e interpretación de lo social y de lo cultural desde la fenomenología
social, matriz orientadora en la producción de saberes contextualizados con miras
a la acción transformadora, se entiende como un esfuerzo constante y dinámico
en el trabajo social. Esto ha implicado conocer y proponer discusiones en torno a
un trabajo conjunto desde los territorios con la sociedad civil, las personas, grupos
y comunidades que, en lo cotidiano, construyen la sociedad. Visto así, el trabajo
social aportaría a la comprensión del mundo de la vida, y bajo la producción de
saberes contextualizados, ya que como lo expresa «privilegiar el conocimiento de
la realidad, dando importancia a la intersubjetivo y al mundo de los significados,
ya que todo ello tiene una relación directa con la acción» (Schütz, 1993).
Ahora bien, aquel significado subjetivo referido con anterioridad es la indicación
que se observa en la conducta externa; toda vez que esta conducta denota la
expresión de un significado subjetivo. Es decir, todo acto nos relaciona con el
mundo a partir de la experiencia significativa que previamente se ha tenido y,
sobre la cual se ejerce un acto de reflexión; sosteniendo así una relación experiencia
previa- vivencias- acervo de conocimiento- acto proyectado- significado- sentido-
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acto completado. De esta manera, la investigación social desde el mencionado


enfoque epistemológico, busca acercarse a los significados, intereses, perspectivas,
fines, motivos, relevancias motivacionales e intencionalidades que construyen las
y los sujetos sociales.
En términos de investigación contemporánea, se hallan escasas referencias en
relación al conocer desde la perspectiva cognoscitiva, filosófica o teórica, –la
preocupación reflexiva y permanente sobre la captación de una representación
del objeto de conocimiento–, que nos permitía entender con mayores recursos
y criterios cualitativos, las reflexiones de la investigación social en el contexto
del mundo de la vida. Es otras palabras, la propuesta se valida en la medida en
que procura entender la investigación social y la intervención profesional como
un acto reflexivo de atención, un acto intersubjetivo que pasa por la conciencia
donde se piensa, se reflexiona y es allí donde adquiere sentido y significado.
Lo anterior nos lleva a concebir la investigación social en dimensiones que antes
estaban soslayadas; esto, a partir de las relaciones cara a cara que requieren de
la inmersión en la experiencia cultural y social de los sujetos interactuantes. En
síntesis, lo que se pretende destacar es, por un lado, que los desafíos delineados por
los acercamientos fenomenológicos, no sólo se remiten a una cuestión de método
o de supuestos epistemológicos, filosóficos y teórico-sociales, sino que también
implican una revisión de cómo se vivencia el espacio de acción profesional.
Espacio de acción profesional que lleva a trascender hacia la vida cotidiana de las
personas: hacia sus percepciones, representaciones, temores, soledades, angustias,
deseos, configurados o cifrados por las experiencias vividas que le son significativas
y que, por su historicidad, son una construcción producto de la presencia de los
antecesores y contemporáneos. Ellos y ellas, son aspectos de lo cotidiano en tanto
configuran las tipificaciones, recurrencias, situación biográfica, relaciones de
alteridad, motivos, acervo de conocimiento, contextos de significado, esquemas
de experiencias, esquemas de interpretación; que a final de cuentas se constituyen
en eje o foco de estudio particular.
Son los contextos de significado o síntesis de experiencias que Schütz puso de
manifiesto en la categoría mundo de la vida. Categoría que cobra centralidad
para el trabajo social; Agüero plantea en esa dirección, «el mundo de la vida
prácticamente no ha tenido abordaje alguno en el campo del trabajo social. […]
-no la incluyen- como categoría de análisis ni como dimensión de la vida social»
(Agüero, 2015, p. 19).
Esta mirada que opta por un acercamiento comprensivo a los procesos de
constitución del significado, desde la perspectiva de las y los actores sociales
involucrados, interpela igualmente la actuación profesional; recuperando o
encontrando en la fenomenología de Schütz el acto reflexivo, la distinción entre
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Investigación social e intervención profesional: categorías centrales en la praxis del trabajo social

acto y acción, significado objetivo, significado subjetivo, contexto motivacional,


entre otras muchas categorías fenoménicas que permiten entender como un todo
a la investigación social y a la intervención profesional.

De la intervención
Ahora bien, los fundamentos paradigmáticos vistos en la intervención profesional4
aportan elementos de análisis e interpretación de la realidad social; elementos que
en la praxis cotidiana permiten revivificar los modelos de intervención profesional.
A partir de estas consideraciones, el autor Bueno (2017) plantea cómo desde las
primeras escuelas de trabajo social en Colombia la relación fundamentos teóricos-
investigación-intervención se hizo presente:
Se da un proceso de revisión de planes de estudio en 1959 por parte
de la puertorriqueña Cecilia Bunker, quien analiza los currículos y
crea una nueva propuesta que se llevará a cabo en el Colegio Mayor de
Cundinamarca a partir de 1960 (Leal y Malagón, 2006). Se le da así un
sentido significativo al conocimiento científico como requisito para la
intervención, en términos de darle estatus profesional al Trabajo Social.
[…] Se le otorga mayor importancia a la razón científica, se suprime el
área médico jurídica y se consolida la estructura curricular alrededor de los
métodos tradicionales. Se considera necesario formar profesionales para
que comprendan e interpreten la realidad social, lo que lleva consigo el
interés por la investigación para la intervención. (p. 79-80)
Luego en la década de los años 70, con la presencia de las teorías marxistas,
se inicia una época de crítica a la
4
«Intervención para referirse a la práctica de
trabajo social, no en su connotación negativa formación tradicional que se venía
de interferencia o acción pasiva unidireccional, dando en las escuelas de trabajo social
sino aludiendo a su etimología: inter=entre
y viniere=venir; es decir, estar entre o actuar-
en Colombia. Lo que cuestionaría la
participar en reciprocidad con otros; la praxis esencia de la intervención entendida a
como critica a la razón instrumental». (Duque, partir de los métodos de caso, grupo y
2013, p. 17)
comunidad, promoviendo un cambio e
incorporación de estas teorias en los planes de estudio, con el fin de proponer otro
tipo de trabajo social.
De esta manera, en la historia del trabajo social estudios realizados (Vélez, 2003;
Leal & Malangón 2006; Torres, 2007), muestran la relación entre teorías y
formas de intervención caracterizándola desde diversas perspectivas. Es así como
Torres (1998) identifica enfoques como el funcionalismo y el empirismo; o Vélez
(2003) que los clasifica en tradicionales, críticos y contemporáneos. Los cuales
también denomina como convergentes /integradores inspirados en Las escuelas o
corrientes de pensamiento de perspectivas comprensivas.
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Por su parte, la autora Aura Duque, presenta una «cartografia epistémica» que
desde los paradigmas humanista, psicodinamico, sistémico y de la complejidad,
deriva en una variedad de modelos para el trabajo social, dado que
Es un ejercicio interpretativo (no un estado del arte o del conocimiento
meramente descriptivo) en torno a los métodos de intervención en Trabajo
Social a partir de su matriz fundante. […] mediante el delineamiento del
tetraedro para la plataforma teórica de la acción: paradigma, modelo-
escuela, alternativa-estrategia, metodología-método que define matrices
pre-clásicas (método filantrópico), clásicas (método diagnóstico, método
psicosocial, método de provisión social, etcétera), de transición (método
dialéctico, método único o psicosocial, método integrado o polivalente,
método genérico o básico) y contemporáneas (métodos hermenéuticos,
fenomenológicos, críticos, otros). Métodos que se ubican en paradigmas:
humanista con orientación fenomenológica, pragmatista y cognitiva
(Richmond); psicodinámico, tanto con tendencia psicoanalítica,
conductista y/o funcionalista, entre el siglo XIX y la década del 40 del
siglo XX (Hamilton, Hollis, Perlman, Germain, etcétera); sistémico
para las décadas del 50 y 60 del siglo XX, y hoy, siglo XXI (Goldstein,
Pincus y Minahan, etcétera); crítico o construccionista, como acción
transformadora, educación liberadora (modelo de intervención en la
realidad, etcétera.); y complejo o constructivista (para algunos eco-
sistémico) desde la década del 70 del siglo pasado (eclosión e hibridación
metodológica). (Duque, 2013, pp. 18-20, negrillas y cursivas en el original)
El anterior recorrido suscitado por las diferentes plataformas epistemológicas
históricamente manifestadas; pero que en síntesis, hoy se puede contar con una
diversidad de enfoques en trabajo social:5
• Postestructural / Karen Healey (2001).
• Anti opresivo / Teresa Matus (2018). «Un quehacer vinculado a la lucha
contra la opresión y la injusticia, que deje de lado las posturas asistencialistas
tradicionalmente utilizadas por trabajadores sociales».
• Basado en la evidencia / Ann Buchanan (2009). «La mejor investigación
posible para asegurar que producen resultados eficaces y efectivos».
• Hermenéutico (Yañez 2013; Autés, 2005; Karsz, 2007). «Mirar la profesión
desde sus propios nichos, discursos y prácticas».
5
Se reconocen distintos aprendizajes en el doctorado en trabajo social de la Universidad Nacional de la
Plata-Argentina. En el seminario de matrices teóricas se analiza el trabajo social desde diversas perspectivas:
desde el materialismo histórico dialectico con los planteamientos de la Dra. Rosangela Batistoni, la
perspectiva de Pierre Bordieu; herramientas para el análisis del mundo social con las disertaciones de
la Dra. Alicia Gutiérrez y la disputa del concepto de crítica en el trabajo social contemporáneo con los
sugestivos y retadores planteamientos de la Dra. Teresa Matus.

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• Trabajo social marxismo contemporáneo o post estructural. «Considerar


los aportes de Laclau y Mouffe al superar la visión estructural del problema
e incorporar lo subjetivo en los análisis».
• Trabajo social funcionalista y el funcionalismo luhmaniano. El conflicto
como instrumento de cambio en la intervención social
• Trabajo social ético y político desde una perspectiva feminista. Según lo
manifiesta Olaya «un trabajo social libertario, emancipador y humanista,
muy desde Paulo Freire»6.
• Desde las epistemologías del sur (De Sousa, 2014). Resignificar los propios
saberes y provocar procesos de descolonización.
• Fenomenológico (Agüero, 2015, Falla, 2018). Del significado subjetivo y
los motivos presentes en la acción social.
Son distintos enfoques que tienen una fundamentación y un asidero teórico
diferente que incide en cómo se asume la perspectiva metodológica-operativa;
pero también, y de manera fundamental, tienen que ver con los propósitos que
el trabajo social. En tanto busca posicionarse como disciplina de las ciencias
sociales contemporáneas, abordando y
6
Entrevista con E. Olaya, Universidad Nacional de
Colombia, 25/09/2018.
resignificando diversos contenidos que
le son propios y dinámicos con otras
ciencias. Sin dejar de lado la permanente y necesaria discusión sobre la cientificidad en
las humanidades. Al punto de provocar todo un prisma de opciones y visos que reclaman
ser asumidos, al ser ellos mismos constitutivos en el objeto de reflexión epistemológica.
Cada uno de estos elementos a tener en consideración son una opción que, aun
cuando sean tomadas por separado, exigen e implican ser conocidos, analizados,
interpretados. Configuran opciones de vida para la y el trabajador social, se
constituye en una perspectiva política. Puesto que,
El Trabajo Social ha buscado el punto arquimédico con que incrustarse
en la realidad, y parece encontrarlo en la categoría «sujeto de necesidades
sociales», que el capitalismo, como las ciencias sociales lo habían extraído
de la sociedad. Ese sujeto puesto en el centro del hacer del trabajador
social, no ha dejado de ser visto de otra manera que sujeto de necesidades
sociales; pero también como sujeto detentador de un discurso, o como
actor esencialmente político […]en cualquier caso el punto constituyente,
su conversión, la forma de organizar su hacer, su mirada de saber. Donde se
suprima ese hacedor, se suprimirá el Trabajo Social. De ahí, la necesidad de
sujeto, su punto omnipotente, la exigencia crítica de situarse ante lo social.
(Rodríguez, 2013, sp.)

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Por ello, para el sujeto, y lo histórico que lo origina en determinada coordenada


del mundo total de la experiencia, es viable hablar de la perspectiva en la que se ha
incursionado: la fenomenología social, Schütz (1993), dirección en la que expresa
una serie de supuestos básicos:
• La conducta humana es significativa cuando ocurre.
• Es inteligible en el nivel de la vida diaria.
• La acción social tiene un significado subjetivo y es intencional.
• Las estructuras del mundo de la vida están presentes en la estructura
de significación que mujeres y hombres construyen a lo largo de sus
experiencias de vida.
• Lo político se entiende desde el mundo simbólico compartido-cultural.
Para el trabajo social ello va a implicar, por un lado, que puede ser resignificado
en cuanto se avoque a reconocer el carácter intersubjetivo de la relaciones
profesionales. Luego, el punto en el que los sujetos sociales son actores
protagonistas de sus experiencias de vida, han sido significativamente influyentes
y decisivos en la manera de ser y ver el mundo.
La investigación y la intervención profesional así entendidas, confluyen en un acto
reflexivo de atención. Desde luego, parte de un proyecto preconcebido que, una vez
puesto en marcha y ha sido ejecutado, se basa en un acto reflexivo de atención sobre el
que efectivamente y de manera consciente él y la trabajadora social asume un enfoque
epistemológico que fundamenta los sistemas teóricos, conceptuales y referentes
metodológicos a partir de los cuales establece o define la praxis que quiere construir.
Dichas consideraciones ubican los fenómenos sociales en la configuración
histórica que hacen las personas a partir las experiencias significativas a lo largo de
la vida, y desde las cuales significan las relaciones construidas con sus congéneres,
contemporáneos y asociados.
La investigación social y la intervención profesional desde este enfoque,
implican el reconocimiento de relaciones sociales dentro de una acción social
intersubjetiva. Ello supone un ejercicio de interpretación y comprensión a partir
de los significados que las personas dan a esas experiencias previas. Lo anterior
lleva a colocar en el centro de la praxis profesional a las personas presentes en ese
proyecto preconcebido; vale decir que tanto él o la trabajadora social como la o el
sujeto social son partícipes y agenciadores de la mencionada praxis.
Esto supone un cambio en las relaciones de comunicación, autoridad y poder. Allí
puede primar el sentido por el significado subjetivo, el sentido vivido y expresado
que va situando y describiendo tanto al sujeto, como a las mismos hechos o
fenómenos sociales que son investigados o intervenidos.
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Entender el carácter predado o prefenoménico de los hechos sociales aporta


al trabajo social una visión de contexto particular. El método fenomenológico
de la comprensión motivacional «debe buscar el contexto de significado que
es apropiado desde nuestro punto de vista (o que tiene sentido para nosotros),
dentro del cual encaja la acción, interpretada de acuerdo con el significado a que
apunta el actor –añado actora–» (Schütz, 1993, p. 115).
Esta perspectiva nos arroja a la consideración sobre el momento de comprender el
contexto motivacional, para luego interpretar el significado subjetivo que las y los
sujetos sociales dan a sus vidas y a los fenómenos entorno a los cuales se establece
la relación profesional. Discusión que iría a cambiar totalmente el sentido y el
significado de la intervención y de la investigación social, porque la ubica en un
horizonte de sentido donde las personas son seres humanos entendidos a partir
de sus propias vivencias. De su mundo, aquel en el que han configurado todo el
sistema de tipificaciones que se convierten en insumos del proyecto de vida que
cada uno construye. Esto lleva a problematizar el trabajo social y su lugar en la
academia y en la sociedad, a entenderlo más allá de los propios límites que los
paradigmas hegemónicos le han signado.
Pensar así la praxis profesional lleva a situarse en un plano vivencial en el que se pueda
desplegarse y entenderse lo político y lo ético como un ejercicio de-codificador para
volver a las raíces de lo comunitario, del sentido de común-unión.
Lo político y lo ético se localiza en el sentido auténticamente de lo comunitario,
donde se es igual, donde se procura por la igualdad o la simetría relacional,
donde todos y todas son dignos de las mismas condiciones de respetabilidad,
responsabilidad y del sentido de su desarrollo para la humanidad o
parafraseando a Schütz (1993) comprender lo ético-político a partir de la
propia actividad humana que creó o concibió su origen y sus cursos posibles
de existencia en sociedad.
Es, en otros términos, pensar desde la fenomenología social la acción social,
se constituye en un proyecto preconcebido en la mente del actor(a) implicado
o llamado a ello; es entender la acción del trabajador(a) social como un pre-
proyecto que ha sido construido en su mente; en el que a su vez está presente
todo un contexto de significado construido a partir de los motivos-para y los
motivos-porque, el acervo de conocimiento, las coordenadas de la matriz social,
la situación biográfica e incluso las modificaciones atencionales del ser humano.
Todo ello confluye en la mente del trabajador(a) social y es lo que hace que
construya ese mundo posible, ese mejor de los mundos posibles.
En conclusión, se pueden mencionar algunos de los aportes de la fenomenología
social al trabajo social:

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• Reconocer el carácter intersubjetivo de las relaciones profesionales.


• Reconocer a la y al trabajador social como un sujeta/o que también está
presente en la intervención .
• Resignificar los contextos teóricos desde la incorporación de categorías
tales como el mundo de la vida y vida cotidiana, intersubjetividad, sentido
común, motivos-para, motivos-porque.
• Resignificar los contextos prácticos a partir de incorporar categorías
como: significados subjetivos y contexto de significatividad, experiencias
biográficas.
• Resignificar los contextos metodológicos a partir de incorporar el método
fenomenológico de la comprensión motivacional.
• Reconocer a los sujetos sociales como actores protagonistas que por sus
experiencias de vida le han sido significativas, las cuales influyen en la
manera de ser, ver y vivir en el mundo.
• Entender lo político y lo ético como la construcción a partir de las vivencias
significativas (privado) del contexto de organización social y cultural que se
tipifica en el mundo de la vida (público).
De esta manera la intervención y la investigación en el trabajo social cotidiano se
manifiesta como un proyecto de vida con perspectiva ético político; en constante
búsqueda de mejores condiciones de vida para la sociedad. Entender lo político y
lo ético como la construcción a partir de las vivencias significativas del contexto
de organización social y cultural que se tipifica en el mundo de la vida.
En ese sentido el código ético y deontológico de un trabajador o trabajadora
social, tiene la capacidad de ser resignificado, de ser vivenciado permanentemente.
Para finalizar este punto, y ante la diversidad de matices que hoy por hoy
adquiere el trabajo social en los debates señalados, conviene que profesionales
sociales en el ejercicio cotidiano de intervención se haga preguntas como:
¿Qué enfoques epistemológicos, sistemas teóricos, conceptuales o referentes
éticos metodológicos sustentan la investigación y la intervención profesional
desde su propia praxis?, ¿Cómo se ve permeada la praxis profesional por
la teoría?, ¿Qué o cuál es la intencionalidad en la práctica cotidiana de la
intervención y de la investigación social?, ¿Cómo ve el código ético presente
en la práctica profesional?.

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Investigación social e intervención profesional: categorías centrales en la praxis del trabajo social

De las dos caras de la misma moneda: la investigación social y la intervención


profesional
«La relación entre investigación e intervención es una relación
que necesita hacerse consciente cada día. Como interviniendo
investigamos, pero como investigamos interviniendo»
(Juanita Barreto)

En concordancia con las ideas planteadas, el objetivo no es deliberar sobre


las cuestiones metodológicas de la investigación y de la intervención en la
contemporaneidad. No se trata de hablar o explicar los procesos metodológicos
y operativos porque ellos son elementos sustanciales que los trabajadores y
trabajadoras sociales conocen y que, en la praxis profesional, día a día se ponen
en duda y en la cual se configuran certezas y nuevos interrogantes.
Se trata de pensar otros elementos más totalizantes, menos fragmentados, superar
las dicotomías o las bipolaridades que nos han llevado a los extremos y que nos
impiden avanzar: teoría o práctica, reflexión o intervención, investigación o
intervención, disciplinar o inter/transdicisplinar, método o métodos, etc.
A partir de lo anterior, podemos empezar a asumir la intervención profesional y la
investigación social desde algunas de las tendencias presentadas, lo cual va a implicar
al mismo tiempo una intencionalidad ética-política que, en la formación o desde
la academia, otorga un criterio decisivo entre las diversas perspectivas teóricas
porque, como ya se mencionó, cada una de ellas configura una intencionalidad
que le es propia. La postura requiere de una mirada crítica reflexiva, propositiva y
consciente con el sujeto(a) social que es el trabajador(a) social, reconociéndose a
sí mismo también como actor social protagónico, inmerso en un ethos epocal del
cual se descubre en tanto es un ser social con intereses, necesidades y expectativas
profundas frente a su vida, su familia y su contexto social.
En ese sentido, la investigación social y la intervención profesional, deben
acompañarse de las teorías contemporáneas que permiten una lectura contextualizada
sobre las realidades en la que nos desenvolvemos. El llamado a la academia y a los
profesionales es a instaurar la necesidad de una praxis que, a partir de la experiencia
misma, permita contrastarse con la realidad. Se espera desde ese punto establecer
paulatinamente los fundamentos que lleven a localizar lo que Víctor Yáñez (2013)
llama: «el campo de observación, definir y escoger en él las áreas de competencia
disciplinaria, focalizar la matriz de convergencia de las mismas, para desde allí
objetualizar la realidad de investigación/intervención» (p. 246).
De modo, finalmente, la investigación y la intervención social no son un mero
proceso metodológico. Son un proceso lógico y concomitante que permite
legitimar las prácticas sociales al articularse con los movimientos sociales. Es
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un ejercicio profesional que se refiere a un conjunto de prácticas que cobran


otro sentido y significación al tejer las relaciones sociales que se construyen en el
ámbito del trabajo social. Es la construcción singular de mediación para pensar
los procesos como construcciones colectivas.
De ahí que se entienda la necesidad de pensar en un cambio para asumir la
investigación y la intervención en el trabajo social. Esto permite hallazgos tales
como la participación autentica y existencial de los sujetos en la construcción
social de sus realidades. Es decir, entender la investigación social y la intervención
profesional no como un proceso metodológico, o como una función en el contexto
de una ruta de atención al usuario, como un ámbito o área de intervención con
unos niveles de intervención profesional, sino como una construcción donde se
acude a la capacidad de agencia, participación y experiencias significativas de la
población con la cual trabajamos.
Esto es lo que ha cobrado el nombre de una praxis, a partir de la cual es posible
concebir las diferentes dimensiones de la investigación como eje de la práctica
profesional y a la práctica profesional como eje de la investigación. Es entenderla
como un proceso articulado entre el trabajador(a) social y las y los sujetos sociales.
Esto trasforma la intervención y la investigación en una práctica política. Como lo
expresara Martinelli: «Esse é um dado que nos indica a importância da dimensión
política dessa pratica, da sua dimensión cultural» (Martinelli, 1999, p. 12)7.
En consecuencia, hablar entonces de la praxis profesional como un momento
7
«Este es un hecho que nos muestra la importancia angular, donde la investigación y la
de la dimensión política de esta práctica, desde su intervención son una práctica política.
dimensión cultural» (traducción propia).
Afianza lo que, Parafraseando a
Martinelli, se consolida en la medida en que tal vez por la ausencia de entender
estas cuestiones, se ha venido concibiendo a la investigación social alejada de la
intervención; como un ejercicio de intervención que se carece de reflexión. Quizá
por ello el énfasis ha sido puesto en el eje de la práctica social, pero con poca
reflexión sobre la misma.
El trabajo social ha incidido en procesos de cambio social que deben ser
problematizados cuanto antes, sistematizados para dar cuenta de ese conocimiento
producido. Esto es analizar la práctica social, hablar sobre lo que pasa en esas
construcciones sociales, en esas acciones colectivas acaecidas por la cuestión de la
intervención y de la investigación; en síntesis, reclama por la recuperación de un
saber desde la acción profesional.
Me apoyo en Martinelli (1999), en Olaya (2017), en Matus (2018), para
plantear la necesidad de que los trabajadores sociales se capaciten y desarrollen
habilidades, y así consolidar un componente ético y político de dicha práctica
social. En otras palabras, sumado a la capacidad operativa, hay que adicionar
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la consistencia argumentativa, la fundamentación teórica y epistemológica


para la construcción de saberes. Comparto que el ejercicio del trabajo social
fundamentado es una construcción socio política que también es histórica; pero
para ello debe ser un ejercicio colectivo.
Lo anterior es factible, si pensamos nuestra praxis a la luz de la otredad o la
alteridad; donde el eje sea el otro, los otros como un sujeto y sujeta social.
Ese sujeto es visto superficial y banalmente. Como si el centro de referencia
fuera el profesional o las instituciones y no los actores que se construyen con
nosotros. Ellos y ellas, nosotros en conjunción, otorgamos un sentido al trabajo
social. Esto quiere decir, finalmente, alejarnos de toda percepción que piense
a los sujetos como carentes, menesterosos o necesitados, sino que pensemos
en las situaciones sociales de inequidad e injustica que circunscriben prácticas
sociales particulares, en permanente búsqueda de una vida digna y humana sin
excepciones de ninguna naturaleza.
Ahora bien, a veces vemos la institución al servicio del trabajador o trabajadora
social y no al servicio de las personas. Esto es una inversión de los valores, como
sostiene Marinelli. Las instituciones existen para responder a las demandas de los
usuarios y no al contrario. Es imprescindible para construir colectivo ponernos en
la sensibilidad y la capacidad del otro. Él o ella, es quien nos puede manifestar sus
creencias, carencias, necesidades, experiencias, expectativas, etc. «que se não nos
colocarmos a escuta do outro, não teremos como construir o coletivo» (Martinelli,
1999, p. 13)8. Parafraseando las invaluables ideas de la autora citada, lo manifiesto
8
«Que, si no nos ponemos a la escucha del Otro,
es captar la forma concreta en que se
no tendremos como construir en colectivo» dan los fenómenos sociales. Es hacer
(traducción propia). abstracciones de ellas. La forma de ser
y la forma de aparecer. En este tránsito entre lo que se es y lo que se aparece, están
forjándose en medio de una continua construcción social, económica, política e
histórica. Son los fenómenos sociales expresados por los sujetos, que es diferente a
los sujetos entendidos como problemas sociales.
Trabajar interdisciplinariamente y transdisciplinariamente es la consigna. Las
situaciones de injustica social, exclusión e inequidad requiere de intervenciones
coadyuvantes. La modernización ha generado efectos de pobreza en muchos
y riqueza en pocos, inclusión en pocos, exclusión en muchos; tautologías de
fenómenos sociales que requieren ser abordados desde las diversas disciplinas.
Pero no desde el foco univisual de lo disciplinar, se requiere un abordaje en su
totalidad o integralidad.
Ahora bien, para concluir, desde los planes de estudio se hace cada vez más
necesario hacer presentes o manifiestas a las pioneras, debatirlas y ponerlas
hoy en el centro de nuestros análisis. Invitación de Miranda y Travi en sus

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investigaciones, para incorporarlas de manera explícita en los planes de estudio,


así como los diversos enfoques de trabajo social desde las diversos paradigmas
o matrices teóricas que no son propiedad de una disciplina y que, por el
contrario, hoy claman por un dialogo inter y transdisciplinar, para recobrar
el «debate sobre la relación individuo-sociedad (…) la perspectiva del actor
y su participación activa de sujeto en el proceso de intervención -añado de
investigación» (Miranda, 2010, p. 13).

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