Tarea Gén 28 12
Tarea Gén 28 12
Tarea Gén 28 12
tocaba con la cabeza en los cielos, y que por ella subían y bajaban los ángeles de Dios.»
Como la escalera de Jacob, que "estaba apoyada en tierra", nuestras vidas espirituales requieren
una base sólida. La palabra hebrea, en este versículo, por "apoyada en tierra" es mutzav ()בָּ צֻ מ.
Esta palabra proviene de una raíz que significa "estar firme, inquebrantable". En el original
hebreo, la Biblia quiere subrayar que la escalera de Jacob no estaba allí simplemente de pie, más
bien estuvo anclada en el suelo.
7 o 10 peldaños.
Hêykhâlôt Rabbatî es la macroforma por excelencia que se ocupa del viaje al cielo. Estos
palacios simbolizan las etapas de la ascensión espiritual del místico, sus estaciones
graduales en dirección al Trono. El trono fue creado antes de que Dios creara el mundo,
y es el lugar donde reside: «Tu trono es un trono suspendido /desde la hora, / en que
sujetaste el enjulio / y tejiste la tela / sobre la que la perfección (del) mundo / y su
escalera reside / por muchos años y generaciones sin fin.»
«escala celestial que descansa sobre la tierra y alcanza la pata derecha del Trono de
Gloria». Es evidente que la idea que hay detrás de esta descripción es la escala de Jacob
(Gén 28:12), sin bien aquí los que suben y bajan son los ángeles. A su vez, en
Babli Sotâh se formula la siguiente cuestión: «[…] si Moisés nos dice que hagamos
escalas y ascendamos al cielo, ¿nosotros no le obedeceremos?
En la visión en sueños, «la puerta de los cielos» se abre mostrando una serie de cielos
concéntricos que hacen referencia a los términos hebreos con los que la mística judía
designa los diez nombres o emanaciones divinas (sefîrôt) en el mundo de la creación. En
la parte superior del cuadro, Kiefer representa el «anillo cósmico» y la escala celeste
propios de la tradición de la mística de los Hêykhâlôt, es decir, la representación
cosmológica de las esferas celestes, los astros, las emanaciones divinas (sefîrôt), etc.
Según la tradición de la mística judía, la piedra sobre la que el patriarca Jacob apoya la
cabeza es la «piedra de base» (’eben shtiyâh), el ombligo de la tierra sobre el que se
levanta el centro espiritual, el Santuario de YHWH (Gén 28:22); a su vez, la escala
(sullâm) representa el eje cósmico (axis mundi). Por debajo del eje se halla la
cabeza de Jacob que descansa sobre la piedra del altar en el cual Abraham habría
sacrificado a Isaac; arriba, se encuentra el prototipo de su rostro grabado sobre el Trono
de la Gloria (kisseh hakâbôd)
Sobrepasando toda consideración histórica, el midrâsh afirma que la piedra que sirvió
de cabezal a Jacob es la piedra extraordinaria de base del universo sobre la cual reposa
el pie del Santo.
En el Sêfer ha-Zôhar (El Libro del Esplendor), la suma cabalística judía castellana del
siglo XIII, se afirma que la escala de Jacob es el fundamento (Yesôd) del mundo que se
halla entre el cielo (Tif ’eret, «belleza», la sexta sefîrâh) y el lecho (Malkhût, el «reino»,
la décima y última sefîrâh):
«¿Qué es la escala de Jacob? Esta escala (sullâm) significa el grado sobre el cual los otros grados
descansan, es decir, el “cimiento del mundo”. Y su cima llegaba al cielo, como para unírsele.
Pues este grado es la conclusión del Cuerpo que está entre el mundo superior y el inferior, de la misma
manera que el signo del pacto se halla situado al final del tronco del cuerpo, entre los muslos.»
En la tradición judía, Jacob simboliza el homo religiosus, el que escoge o posee ya la vía
de Dios. Como último ejemplo del símbolo de la escala de Jacob, se puede mencionar al
místico hasídico Ya‘aqôb Frank (ob. 1791). Este autor afirma en una recopilación de
aforismos -originalmente escritos en hebreo pero que nos han llegado en su traducción
al polaco- que llevan por título Ksiega Slow Panskich (Libro de las palabras del Señor),
que en el combate del alma consigo misma, para poder ascender por la scala
perfectionis, hace falta antes descender, «precipitarse al fondo del abismo»: «Debemos
descender hasta el nivel más bajo si queremos realizar la ascensión al infinito. Tal es el
principio místico de la escala de Jacob, que he visto y que tiene la forma de un V.» La
escala de Jacob -en quien, por otra parte, Frank veía su propio arquetipo- tenía una
forma en la que el ascenso y el descenso se reunían: V. Curiosamente, esta forma
aparece dibujada en el cuadro de Kiefer. Ya‘aqôb.
Frank considera que el hombre debe humillarse y degradarse con el fin de penetrar en
la libertad de la existencia a partir del escalón más bajo.