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1.La “literatura universal” es inscripta en clave paródica en Adán Buenosayres.

La parodia
opera a partir de los procesos de selección y actualización, refuncionalizando una
tradición ya fijada por la cultura. Es decir, se parodia sobre los contenidos ya fijados por la
tradición y no sobre los procedimientos. Es otras palabras, no se desmonta lo construido
por la tradición ni sus procesos de fijación. La parodia opera así sobre ese canon, pero no
sobre los procesos de canonización. Es así, que se parodian los temas y tópicos haciendo
perder su carácter sacralizado.
La tradición fijó ciertos textos como representativos de un “ser nacional” por lo que
adquirieron un carácter sacralizado. A partir de los procedimientos de la parodia, Adán
Buenosayres de Leopoldo Marechal clausura la lectura canónica tradicional de dichos
textos y reabre su sentido, posibilitando una perspectiva escrituraria nueva, ya que el
texto parodiante obliga a releer el texto parodiado de otro modo, deslegitima las
elecciones y las lecturas fijadas por la tradición y los resignifica quitándoles su carácter
sacralizado, su carácter de formadores de ciudadanos, su consideración de
“fundacionales”.
Finalmente, se citaré algunos ejemplos de parodia a la escritura de la épica griega (La
Ilíada y la Odisea) y de ciertos tópicos (como el Laberinto, la mujer divina) de la Divina
Comedia de Dante:
(...) para reclutar voluntarios y conducirlos a las cóncavas naves: dichos mensajeros
avanzaban delante de los navíos: con un ala cubrían y amparaban la débil quilla, con la
otra rechazaban los vientos y deshacían las nubes (Marechal; 2000: 35)

Como el hombre que sale de una pesadilla y da en otra, lo seguí al sexto ambiente infernal.
El nuevo escenario se parecía mucho a un “laberinto” de Parque de Diversiones, con sus
vueltas y revueltas, con sus espejos desolados, con aquella promesa de fatal extravío que
suelen insinuar tales construcciones, por infantiles que sean. Aunque Schultze me
anunciara que nos encontrábamos en el Laberinto de los Solitarios, ninguna presencia
humana se advertía en los corredores: dos o tres veces me pareció ver ya una sombra
fugitiva que se deslizaba por algún vericueto. (Marechal; 2000: 437) (Marechal; 2007: 472-
473).

2. Para legitimar el discurso dominante (nacional, moderno, civilizado), Una excursión…


despliega una serie de estrategias discursivas (unidireccionalización del discurso,
tematización del otro mediante modalizaciones apreciativas negativas, animalización del
sujeto de enunciado indio). Éstas fijan en la memoria colectiva (constituida en el
imaginario) sólo el resultado del proceso selectivo que lleva a cabo el texto respecto de la
adecuación de la otredad a los parámetros culturales propios. Todo esto sucede sin que
se genere la disputa entre el “yo” y el “otro”: la estrategia de la asimilación sigue la
prerrogativa de que cuanto más tenga el “otro” de mí, más confirmado veo mi poder. El
“otro” es funcional para el sí mismo ya que no es que interese el “otro” ni menos aún como
conoce ese “otro”: dar a conocer al “otro” en tanto diferente e inferior habilita el carácter
misional de la tarea del “yo” que consiste en civilizar a la barbarie (Cf. Cantero y Copes;
2012:74). De hecho, la asimilación del indio al programa civilizador (la neutralización de la
dicotomía civilización/barbarie que encontramos sólo en el nivel del enunciado) equivale a
su desaparición; desaparición en cuanto a que -desde el decir- se lo excluye de dicho
programa.
En Divertidas aventuras de un nieto de Juan Moreira devela en su textualidad una
determinada lectura de los textos de la tradición antes mencionados, al perseguir, en su
momento de producción, la impugnación del pretendido estatuto de veracidad de los
géneros biográfico y autobiográfico y, con esto, la impugnación de las representaciones
que éstos habían legitimado. Esta impugnación se logra mediante dos sub-operaciones
principales que se dan en forma simultánea: por un lado, la filiación a otros textos del
sistema literario y a las representaciones legitimadas por éstos; y, por otro lado, la
impugnación propiamente dicha de esas representaciones por medio de diversos
procedimientos. Es decir, el texto se construye en un movimiento de filiación al verosímil
para, al mismo tiempo, destruirlo.
Así, el programa narrativo de Divertidas aventuras de un nieto de Juan Moreira
queda configurado en un doble movimiento en donde el primero es necesario para llevar a
cabo el segundo: en un primer movimiento el texto es presentado como una autobiografía
por lo cual reclama su estatuto de testimonio (pretensión de verdad) pero, en la medida en
que se lo presenta como autobiográfico, inmediatamente desde la enunciación se lo
impugna, filtrándose así el proyecto convalidante del texto. Desde la primera nota al pie se
desmonta el carácter autobiográfico del mismo, poniendo así en crisis la supuesta
veracidad de los textos autobiográficos y señalando el estatuto ficcional de todo texto
literario.

3. En La Pesquisa de Juan José Saer se da un desplazamiento en los procesos de


focalización, en el enunciado vemos diferentes puntos de vista que construyen el espacio.
Esto hace a una poética de la fragmentación. Todo el discurso se presenta fragmentado y
se requiere de una operación del lector activo. Duración y fragmentación son los ejes
constructivos de los relatos de Saer. La narración ya no se construye desde el panóptico
del narrador omnisciente. Saer trabaja con un sistema de fragmentación: bloques
narrativos; y también con silencios”:
“Ustedes deben estar preguntándose, tal como los conozco, qué posición ocupo yo en este
relato, que parezco saber más de lo que muestran a primera vista…. quiero hacerles notar
que lo que estamos percibiendo en este momento es tan fragmentario como lo que yo sé
de lo que les estoy refiriendo (pag. 22)

“Pichon interrumpe su relato, pero es evidente que no le ha dado la menor importancia al


comentario de Tomatis, más aún, es como si no lo hubiese odio y, por su expresión, los
otros comprenden que su silencio de algunos segundos no tiene otro objeto que el de
permitirle concentrarse todavía más en los detalles..(descripción del lugar) (....) Eso es lo
que él, Pichón, por encima y a los costados de los hombros de Tomatis, sentado en frente
suyo, está viendo en este momento (pág. 84)

Según el posicionamiento las perspectivas van a variar, van a tener mayor o menos
alcance, además cada mirada tendrá sus propios obstáculos en la percepción:
“...Tomatis, en cambio, en la silla de enfrente, de espaldas a la parte central del patio,
puede ver, detrás de la calvicie y de la camisa amarilla de Pichón, los rincones menos
iluminados del terreno. Tomatis percibe…(...) Ocupando la esquina de la mesa, Soldi tiene
a Pichón a su izquierda y Tomatis a su derecha, de modo que más allá de un par de
ruedas de carro pintadas…. y mas allá de la calle oscura, puede ver el edifico chato e
iluminado….” (pág. 85).

Premat (2002) postula que uno de los centros de los textos saerianos es un interrogante
acerca de la comunicación literaria, lo que se manifiesta en varios niveles distintos: con
una agudización de la forma, tanto en la exposición de mecanismos complejos de
construcción, en la elección de estructuras sofisticadas de articulación narrativa, como en
los metadiscursos del escritor que definen el trabajo del autor en tanto que labor de
resolución técnica: búsqueda de “innovaciones” y de una forma verdaderamente
expresiva. Es por ello que desautomatiza el género policial.
Las ficciones saerianas se caracterizan por un exuberante autotematismo, es decir, que
no sólo exponen sus modalidades de construcción, reitera imágenes de su propia obra,
que integran una distancia interrogativa frente a lo dicho, introducen personajes de
escritores, citas una amplia serie de mecanismos intertextuales y autorreferenciales que
son, todos, una ficcionalización del acto de escritura y una estrategia que convierte
cualquier elemento del relato en símbolo reflexivo de su propia existencia: después de
pocas y simples operaciones interpretativas, todo en Saer significa el acto literario.

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