Las Vocales en Ingles y en Espanol Nuevas Perspect
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Rafael Monroy
University of Murcia
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1.1. INTRODUCCIÓN
1.2. TENSIÓN/RELAJAMIENTO
(1) Cf. Aspectos fonéticos de las vocales españolas, del autor (SGEL, 1981). In-
troducción.
(2) Cf. «Los alófonos de las vocales españolas», en Aspectos fonéticos de las
vocales españolas.
32 Rafael Monroy Casas
Como en las vocales de los pares españoles está claro que se pueden
separar los valores de cada elemento, cabe concluir que la cantidad no
es fonémica en nuestra lengua. ,
Lo mismo es válido en encuentros como los que ejemplifican pasee/
paseé, lee/leerá, etc., que, pese a requerir una mayor duración, no son
interpretables como vocales largas por pertenecer a sílabas distintas, es-
tableciendo contrastes paradigmáticos en un mismo modelo verbal; no
entre palabras de otra categoría o categorías gramaticales. El Eshozo,
de la RAE, se inclina por una alternativa con fusión vocálica en casos
así, lo cual entendemos que es cuestionable. En la voz zoo tal vez no
choque a muchos hablantes ima pronunciación con vocal simple, /zó/, por
tratarse de vocal final de grupo fónico; sin embargo, habría más discre-
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todo es producto del influjo de las consonantes que siguen a los núcleos
silábicos (efecto que es indiscutible, según veíamos al hablar de los mo-
noptongos) sería negar la condición de vocales largas en el caso de di-
chos monoptongos, puesto que serían tales por razón únicamente del
efecto de las codas consonanticas —como vemos que opinan algunos
fonetistas de la Escuela de Edimburgo y Leeds. Esta postura segunda
—más congruente que la de aquellos que postulan un cronema largo
en los monoptongos y nada en el caso de los diptongos— tropieza, en
cambio, con dificultades tan pronto nos salimos del marco estrecho de
la palabra y consideramos las cosas a nivel real; es decir, a nivel de
discurso: en dicha eventualidad todos los monoptongos largos dejarían
de serlo al ir seguidos por consonantes sordas (ej. tea time), con lo cual
tendríamos que hay vocales que tienen una longitud variable definible
únicamente en virtud del contexto, mientras que otras (las denominadas
breves) no están sujetas a tales avatares. Las discrepancias a nivel de
interpretación fonémica de las cimas silábicas del inglés vienen deter-
minadas básicamente por razón de una dicotomía insoslayable, ¿es la
cantidad rasgo distintivo de los núcleos silábicos o pertenece más bien
a las consonantes? Los sistemas ideados de transcripción han tratado de
resolver el problema bien favoreciendo el parámetro de la cantidad vo-
cálica (Jones), o dando prioridad al timbre quedando la cantidad a
merced del contexto (Edimburgo), o adoptando una postura ecléctica
(Gimson), que es la que más aceptación está teniendo entre el profeso-
rado de inglés británico.
El que en inglés los núcleos vocálicos se vean fuertemente influidos
duracionalmente por el tipo consonantico que los traba —desplegando
mayor duración intrínseca delante de sonora que de sorda, precediendo
a fricativas que a plosivas, trabadas pOr stops nasales que por stops
orales, siendo en igualdad de circunstancias las vocales bajas más largas
que las altas—, se ha tratado de explicar recurriendo a razones de ín-
dole fisiológica de validez universal como si fuera un fenómeno registra-
ble en todas las lenguas. Delattre (por citar un caso de entre los
muchísimos que han dedicado ti3mpo al tema) cree que el fenómeno
se debe a un comportamiento involuntario del hablante que al ver una
coda sorda, por ejemplo, anticipa un mayor esfuerzo articulatorio que
comporta a su vez un acortamiento del núcleo. Catford (1977) se basa en
razones aerodinámicas: en su opinión, posee el inglés un «cuantum du-
racional silábico» que hace que si la consonante final es breve la vocal
sufra un alargamiento compensatorio, y viceversa.
La mayor duración intrínseca de las vocales parece ser cierta tanto
en inglés como en español. En igualdad de circunstancias, efectos en-
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tonativos aparte, las vocales altas son intrínsecáments más breves que
las bajas, pero no cabe decir lo mismo de las vocales españolas en fun-
ción de la coda: los experimentos que el autor ha efectuado en este
sentido (1) no corroboraron los hechos que existen en inglés, confirman-
do los experimentos que anteriormente hiceran Zimmerman y Sapon
(1956). Realmente, hay motivos suficientes para que esto sea sí. Por
una parte, no es corriente que en español las vocales vayan trabadas
por consonante sorda; y por otra, las consonantes sienten una fuerte
atracción hacia la fricativación —sobre todo en posición intervocálica.
Precisamente por esta tendencia tan marcada, el cuadro de las oclusivas
sonoras cuenta en todas ellas con un alófono fricativo; y en el caso de
las laterales, la oclusiva lateral /X'/ se realiza como fricativa cuando no
como una simple continuante palatal. No es de extrañar, por tanto, qus
el fenómeno que venimos comentando sea poco menos que desconocido
en español.
Al cotejar el sistema vocálico del inglés con el del español cabe hacer
varias observaciones:
En primer lugar, la simplicidad de los monoptongos españoles con-
trasta llamativamente con el barroquismo de los ingleses. De ahí que no
abunden los fonemas con límites equiparables, creando serios problemas
de aprendizaje. Para el hablante de español la mayor dificultad estriba
en aquellos fonemas que le son enteramente desconocidos: caso de la
schwa y del largo centralizado transcrito / 3 : / . Le siguen en dificultad
aquellos que, como ya señalara Lado, están a caballo entre dos fo-
nemas, parte correspondiendo a un fonema en la lengua objeto y parte
a otro fonema distinto (como ejemplifican los dos fonemas bajos ingle-
ses, para los que sólo cuenta nuestro sistema con / a / ) . Los fonemas
altos del español vienen a coincidir con los breves altos del inglés,
debido a que, al no tener que establecer en castellano contrastes a este
nivel, quedan casi siempre en una posición algo baja, asociab'le por
los nativos ingleses con su / I / más bien que con / i : / .
En segundo lugar, los monoptongos ingleses presentan variantes alo-
fónicas motivadas por el influjo de la lateral / I / . Dichas variantes afec-
tan mayormente a los monoptongos anteriores, no tanto a los poste-
riores. En nuestra lengua, y pese a lo que se ha venido afirmando desde
que Navarro así lo estableciera, no hay base acústica que corrobore que
existen variantes vocálicas alofónicas. Ni las han hallado otros expertos
(Skelton, Malmberg, Alvarez Gouzález) ni el autor (1).
La tercera observación se refiere a los diptongos. Atrás apuntábamos
que aquí el español aventajaba con creces al inglés, el cual reducía drás-
ticamente sus oposiciones distintivas. Los primeros elementos vienen a
coincidir en gran medida con los monoptongos de nuestro idioma (ex-
cepto la schwa, claro está). Los diptongos bajos / a i / , / a u / reflejan en
su primer segmento una neutralización de monoptongos mayor que en
otros niveles, ya que la serie de fonemas simples /se/, / A / y / « : / queda
reducida a un único segmentó transcrito /a--/ (1). Si miramos, en cam-
bio, a los elementos finales de los diptongos ingleses, es aparente la
escasa latitud de los mismos. Esta latitud es todavía más exigua en fi-
nales trabados por / I / —sobre todo ni son vocales anteriores, como
era también el caso de los monoptongos. La excepción a esta estrechez
BIBLIOGRAFÍA