La Dolce Vita - CORREGIDA

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– La Dolce Vita -

Año: 1960 Producción: Giuseppe Amato, Angelo Rizzoli


País: Italia Montaje: Leo Catozzo
Duración: 174 min. Fotografía: Otello Martelli
Dirección: Federico Fellini Música: Nino Rota
Guion: Federico Fellini, Ennio Flaiano, Tullio Elenco: Marcello Mastroianni, Anita Ekberg, Anouk
Pinelli, Burnello Rondi. Aimée, Yvonne Furneaux, Magali Noël , Alain Cun
y
Federico Fellini es uno de los directores italianos más reconocidos e incluso el estilo
carnavalesco, casi caricaturesco de sus películas, ha sido designado como “fellinesco”. Nacido en
enero de 1920, de joven fue caricaturista, rubro que influenció su carrera como cineasta. Al mudarse
a Roma empieza a escribir para una famosa revista satírica y a la vez guiones para series de radio.
En 1944 ingresa al mundo del cine de la mano de Roberto Rossellini como su asistente de dirección
y co-guionista en la película Roma, ciudad abierta (1945) pieza clave del movimiento neorrealista
italiano. A partir de allí comienza a colaborar con grandes directores hasta su debut en 1950 con
Luces de Variedades, un rotundo fracaso económico que lo lleva a la deuda. El éxito vendrá con Los
Inútiles (1953) y La Strada (1954). A partir de ahí su fama no dejaría de crecer y su estilo de
desarrollarse hasta asentarse con La Dolce Vita (1960). Junto con ésta última, Noches de Cabiria
(1957), 8 ½ (1963), Amarcord (1973) y La Nave Va (1983) constituyen algunas sus obras más
reconocidas.
En La Dolce Vita asistimos a la caída en desgracia de Marcello Rubini (Marcello
Mastroiani), un escritor de novelas transformado en un periodista amarillista que se pasa el día
persiguiendo famosos. Atrapado en una vida de noches vacías y amaneceres solitarios, Marcelo se
rodea de una burguesía que lo arrastra con ellos hacia su decadencia entre excesos y lujos en el
verano de Roma en 1959.
Fellini se aleja completamente de sus inicios neorrealistas de La Strada con este retrato
decadente de la burguesía romana filmada su mayoría en estudio. Rompe con la estructura clásica
de las películas de la época, organizando La Dolce Vita en siete episodios, cada uno de los cuales
representa una parte de la fascinante, irresistible pero deprimente sociedad en la que vive y que
rodea a Marcello. La sátira, lo caricaturesco, se vuelven elementos que ponen en tensión la crítica a
un mundo de excesos, que nos muestra la decadencia de la cultura europea, de las figuras
simbólicas de la sociedad. Fellini compone una gran propuesta metafórica, por ello esta película
abre su período simbolista. La primera y última escena representan fielmente la nueva búsqueda
figurativa del director italiano como crítica a la sociedad. Tanto así que solo por aquellas escenas la
película fue condenada por el Vaticano como una burla hacia la venida de Jesús y le valió recibir
400 telegramas acusándolo de ateo, comunista y traidor. Incluso la película fue censurada en varios
países por controvertida y crítica luego de que el Vaticano la catalogara como obscena. Sin
embargo, La Dolce Vita irrumpe e instala una nueva forma de hacer cine. Ha sido y es considerada
una de las grandes películas de la historia del cine y uno de los mejores trabajos del director. Tanto
así que estableció el adjetivo “fellinesco” para remitir al estilo bizarro y extravagante del italiano y
por su popularidad instaló la palabra “paparazzi” como término para los fotógrafos que acosan a las
celebridades.
Este decadente retrato establece definitivamente el estilo de Fellini. Pero a la vez en su
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estudio de una sociedad que se entrega a una búsqueda del placer sin límites intentando escapar al
vacío existencial que los acecha, podemos ver vestigios de la sociedad actual. Casi 60 años después,
parece mostrarnos una decadencia que todavía no se ha completado o que se repite en bucle a
medida que pasan los años.

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