Recursos Metodológicos para El Manejo de Sesiones FPN
Recursos Metodológicos para El Manejo de Sesiones FPN
Recursos Metodológicos para El Manejo de Sesiones FPN
Advertencia
Recogemos aquí algunas ideas y sugerencias para dinamizar las sesiones de FpN.
Los elementos aquí recogidos han nacido de las experiencias de trabajo en las aulas de
Colombia y otras partes del mundo, especialmente las desarrolladas por el grupo IREF en
Cataluña.
No pretenden ser más que una “caja de herramientas” a partir de la cual cada uno
pueda crear nuevos recursos. Por ello, necesariamente serán presentadas de una forma
muy esquemática. Además, no deben ser tomadas como una “guía” que hay que seguir en
todos sus pasos ni como algo que debe convertirse en una “camisa de fuerza”. Son sólo
recursos que hay que utilizar de forma inteligente y de acuerdo con las circunstancias y
(*)
Esta “caja de herramientas” metodológicas para el manejo de las sesiones de FpN, aunque fueron escritas
por Diego Pineda, fueron complementadas por las profesoras Nancy González (del Colegio San Bartolomé La
Merced) y Carolina Ferro, y se basan en la traducción y adaptación de un texto publicado por el grupo IREF.
No se trata, pues, de una traducción literal, sino de una adaptación de la propuesta catalana.
El grupo IREF (de innovación e investigación en la enseñanza de la filosofía) tiene su sede en Barcelona
(España) y trabaja, desde hace muchos años, con el programa “Filosofía para niños”, bajo el nombre de
“Proyecto Filosofía 3/18”. Publican periódicamente el Butlletí Filosofía 3/18, en catalán. Del número 41, de
marzo-abril de 2000, hemos tomado el presente texto, haciéndole las adaptaciones del caso, para que sea
más comprensible para los maestros que trabajan con FpN en Colombia. Donde ellos hablan de su proyecto,
nosotros nos referiremos siempre a “Filosofía para Niños” (de ahora en adelante FpN).
La traducción del catalán y la adaptación del texto es obra de Diego Antonio Pineda R., Profesor Asociado de
la Facultad de Filosofía de la Pontificia Universidad Javeriana, de Bogotá. No se debe reproducir sin su
autorización. Si quiere autorización para usar este texto, debe ponerse en contacto con el autor en alguno
de los siguientes correos electrónicos: [email protected] y [email protected].
El presente texto, bajo su forma actual, se encuentra inédito, pero está en proceso de publicación. Es para
el uso exclusivo de los participantes en el Diplomado en Educación Filosófica (Filosofía para niños). No se
puede reproducir sin autorización.
Este material está protegido por las leyes de derechos de autor. Dicha ley permite hacer uso de él
para fines exclusivamente académicos y de carácter personal. No se debe reproducir por ningún medio
electrónico o mecánico, para ser distribuido con fines comerciales. Es un material de estudio personal.
Si quiere, puede imprimirlo para su uso exclusivo, pero en ningún caso hacerle modificaciones. Si usted
desea citarlo, debe confrontar el texto original de donde fue tomado. Toda reproducción de él con
fines de más amplia difusión (libros, revistas, manuales universitarios, etc.) debe hacerse con
autorización, por escrito, de los titulares de los derechos correspondientes.
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necesidades, y no “recetas” que hay que seguir paso a paso, como se sigue una receta de
cocina.
Aunque es bueno tener muchos recursos metodológicos disponibles, no es
conveniente utilizarlos todos al tiempo, con el fin de no sobrecargar una sesión de
reflexión con una exagerada carga de recursos metodológicos. Es preciso evitar que la
abundancia de medios pueda servir para intentar ocultar una posible carencia de fines.
Lo esencial en FpN es que se cree un ambiente de reflexión en el aula. En la medida en
que estos recursos ayuden a esto, podrán servir. Si lo impiden, habrá que desecharlos. El
maestro debe, pues, manejar con prudencia las múltiples alternativas metodológicas que
aquí se ofrecen.
Con ellos puede ser de gran ayuda buscar un objeto que los ayude a ponerse en
contacto con la reflexión: un personaje, una canción, un muñeco, etc., puesto que ello les
ayuda a relacionar lo que piensan y a encontrar una mayor conexión con la actividad.
Miremos algunos ejemplos:
- En algunas escuelas, los maestros les cuentan a los niños que tienen una amiga muy
curiosa, que se llama “la filosofía” (o simplemente “la filo”) y que ella cada semana les
llevará preguntas nuevas. A partir de ello, los maestros invitan a los niños a que
también ellos le planteen preguntas a “la filo” o a que intenten pensar cuáles son “las
preguntas de la filo”. Ésta puede ser una buena manera de comenzar una clase, pues
permite una entrada de este estilo: “¿Quién de ustedes me podría responder esta
pregunta de “la filo”?”. Ello se acostumbra a hacer en algunas escuelas de Barcelona.
- Otra forma, muy común, de ayudar a suscitar la reflexión de los niños y de introducir
una cierta unidad en sus indagaciones es la de partir de un muñeco (que puede ser
simplemente un dibujo, o incluso un títere o un muñeco inventado por el maestro, al
que además le pone un nombre significativo) que puede servir para introducir ciertos
ejercicios o como alguien a quien se le hacen recomendaciones o se le ofrecen
razones.
- También se pueden lograr ciertas formas de captar y concentrar la atención de los
niños mediante el uso de carteles con títulos sugestivos e intrigantes que inviten a la
reflexión. Ellos pueden ayudar al niño a establecer relaciones interesantes entre su
experiencia y ciertos conceptos filosóficos básicos. Esos carteles pueden servir para
introducir el diálogo, para motivar la conversación o para cambiar de actividad. Lo
importante en todo caso es que sean suficientemente sugestivos como para que
estimulen la imaginación del niño.
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Es muy difícil dar indicaciones muy precisas a este respecto, pues ello depende en
buena parte de las decisiones de cada institución, del tipo de niños, de su número, etc.
Sin embargo, se aconseja trabajar en FpN una vez a la semana durante dos horas de
clase, o dos veces a la semana en clases de cuarenta y cinco minutos (que es la medida
más común de las clases en nuestro sistema educativo). Aquí es muy importante tomar en
cuenta el nivel de atención que manejan los niños en cada nivel (con los más pequeños, por
supuesto, es difícil una actividad de lectura y reflexión de más de, digamos, veinte
minutos; el resto debe aprovecharse para hacer muchas actividades de las sugeridas en
los manuales o de las que pueda inventar el propio maestro). A medida que los niños van
creciendo, por supuesto, los momentos de lectura y discusión podrán irse incrementando
(*)
En el punto III de este documento profundizaremos un poco más en este asunto del “uso del tablero” en
una sesión de FpN.
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paulatinamente. Aquí no conviene dar indicaciones más precisas, pues esto es algo que los
propios maestros deben ir calculando de acuerdo con su experiencia de trabajo.
De todas formas, lo importante es que este trabajo no se convierta en un asunto
episódico, momentáneo o puramente “experimental”. Debe haber continuidad y un cierto
grado de sistematicidad en la actividad, y ésta debe obedecer a una planeación previa
por parte de los grupos de maestros comprometidos con ella. El desarrollo de un mejor
pensamiento no es un acontecimiento que sobreviene milagrosamente, sino un proceso
que requiere mucha constancia y disciplina.
Con el fin de iniciar a los niños y jóvenes en una tarea de reflexión que, si bien ha
de planteárseles como algo lúdico, requiere de esfuerzo, atención y una buena dosis de
participación, es conveniente comenzar por poner de presente “las reglas del juego”, es
decir, las normas que habrán de regir este juego curioso y divertido que consiste
fundamentalmente en el ejercicio del razonamiento. Esto es muy importante, puesto que
esta actividad, cuando se comienza desde el preescolar, tiene como uno de sus fines
fortalecer la sociabilidad de los niños y ayudarles para que adquieran un cierto nivel de
autodisciplina.
Hay ciertas normas básicas (levantar la mano, esperar el turno para intervenir,
respetar a los otros y escucharlos) que permiten evitar el desorden y crear mejores
vínculos entre el grupo de niños. “Evitar el desorden” no debe confundirse aquí con la
imposición externa del maestro que pretende lograr “el orden por el orden”.
Cuando se comienza el trabajo de FpN es necesario ir estableciendo cuáles serán
las reglas que regirán esta nueva actividad. El profesor o profesora puede sugerir
algunas: hablar de uno en uno, alzar la mano quien quiera decir algo, etc., pero habrá de
ser el grupo mismo quien las decida y empiece a interiorizarlas.
Las reglas pueden ser flexibles y habrán de ser revisables, de manera que, al
inicio de cada curso o de cada bimestre o trimestre, se pueda hacer un repaso de ellas,
se puedan dejar las que ya no se consideren necesarias y se puedan introducir nuevas
reglas que ayuden a afinar las posibilidades de la discusión.
Ayudar a que los niños y niñas sean más conscientes de la importancia de estas
reglas es muy importante para su desarrollo moral. No se trata, por supuesto, de
imponérselas, sino de ayudarles a comprender su utilidad. Para que un niño encuentre
esto es preciso que las reglas no sean muchas, que se cumplan con rigor y, sobre todo,
que ellos se den cuenta de su eficiencia, pues, en vez de obstruir, favorecen la actividad
que desarrollan. Los niños deben poder experimentar los beneficios que obtienen de las
normas que los rigen. Las normas son como las medicinas: deben ser pocas, apropiadas a
la situación y aplicadas a tiempo.
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Es conveniente que, desde el comienzo, la actividad del filosofar les sea planteada
a los niños como un juego, un juego especial: el juego del pensar. Se trata de un juego en
que participa todo nuestro ser, pero en donde tiene gran importancia nuestra mente.
Además, conviene agregar que se trata de “pensar en voz alta”.
Algunas de las reglas básicas con las que se podría trabajar en el preescolar y los
primeros cursos de la educación básica podrían ser las siguientes:
1. Quien quiera hablar debe levantar la mano.
2. Nadie debe hablar cuando esté hablando otro compañero.
3. Hablar alto y claro para que nos puedan entender.
4. Pensar bien lo que se quiere decir antes de levantar la mano.
5. Escuchar a los compañeros con atención.
6. Tratar bien a los demás compañeros.
7. Hacer buenas preguntas.
Estas reglas se pueden enunciar de muchas maneras: en una lista que siempre
está a la vista de todos (por ejemplo en una cartelera), por medio de dibujos o con
símbolos convencionales (al estilo de las señales de tránsito), a través de fotografías,
etc.
disponible para la ilustración. En ocasiones también los niños podrán subrayar algunos
pensamientos que hay en la novela que les llaman la atención o con los que se identifican
particularmente.
En el tablero debe estar presente, sobre todo, el listado de los intereses de los
estudiantes. El registro y organización de dichos intereses es un momento fundamental
en el proceso de investigación que se realiza en una sesión de FpN. El profesor o
profesora debe tener presente que lo que se anote en el tablero debe estar siempre a la
vista de todos, pues ella es la guía para organizar las preguntas y encaminar la discusión.
Lo que se anote en el tablero debe responder a preguntas como las siguientes:
- ¿Qué aspecto o aparte del texto leído te ha interesado particularmente?
- ¿Qué te ha llamado la atención o te ha causado sorpresa?
- ¿Qué te ha sugerido esta lectura?
- ¿Qué te ha parecido que puede ser interesante para discutir?
Es muy útil guardar las preguntas y comentarios anotados en el tablero. Si se usa
papelógrafo esto se hace más fácil. Si no, el maestro debería anotarlas en un cuaderno al
terminar la sesión.
- Que cada niño escriba una pregunta en un papel y se la pase al compañero del lado,
para ver si él se la puede responder. Posteriormente se eligen algunas de esas
preguntas para anotarlas en el tablero.
- Se pueden establecer algunas variantes en pequeños grupos:
- entre dos personas plantean una pregunta: uno la escribe, el otro la explica.
- cada pequeño grupo hace tres preguntas: una metodológica, una temática y una
valorativa.
- que, planteadas ya ciertas preguntas por los primeros grupos (tres o cuatro), los
otros, fijándose en ellas, intenten ampliarlas o complementarlas.
- que cada grupo, después de escribir su pregunta en un papel, la pegue en el
tablero.
El profesor debe siempre estar atento a que la reflexión sea lo más pausada
posible, moderando los excesos de improvisación y evitando que se caiga en repeticiones
innecesarias.
Una vez que se ha realizado la lectura de la novela, y que se ha garantizado que los niños han
logrado al menos una comprensión básica de la historia, el maestro deberá animar a los niños
a decir lo que les gustó (o, también, si es del caso, lo que no les gustó) de aquella porción de
la historia, de aquel pasaje, que acaban de leer, y, en lo posible, debe sugerirles que planteen
alguna pregunta a partir de eso que suscitó su atención. Estos comentarios o preguntas de
los niños es importante que el profesor los escriba en el tablero, cada uno de ellos seguido
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del nombre del estudiante que lo hizo. La lista de comentarios y/o preguntas consignados en
el tablero se convierte entonces en la “agenda” para la discusión que deberá venir a
continuación. El maestro deberá conseguir que el curso discuta al menos los principales temas
sugeridos en la agenda. Esto puede tomar una clase o muchas, dependiendo del número de
asuntos a discutir y del interés que los niños manifiesten por ellos. Se puede proceder de
muchas maneras distintas: se puede, por ejemplo, comenzar la discusión empezando por el
último asunto y terminando por el primero; otras veces es posible trabajar en forma
progresiva, empezando con el primer asunto; en otras ocasiones, se le puede preguntar al
grupo, o a alguien específico del grupo, como una forma de invitarlo a comprometerse con la
discusión, con cuál de los temas o preguntas preferiría empezar. En cualquier caso, no es tan
importante el orden como el hecho de apoyar a los niños en el esfuerzo por explorar los
temas en que están involucrados o, si es el caso, ayudarlos a regresar a un tema previo de la
“agenda” que despertó especialmente su interés. Algunos maestros tienden a agrupar los
temas sugeridos antes de comenzar con la discusión, pero esto frecuentemente se convierte
en un ejercicio prolongado y de alta complejidad que provoca una pérdida de interés entre
los alumnos. Tal agrupamiento no es necesario. Puede ser un ejercicio interesante, pero, si se
hace, es mejor hacerlo de una forma casual, como un procedimiento de la discusión, de tal
forma que a los niños no les parezca meramente una demostración de las habilidades
clasificatorias del profesor y una actividad centrada en el maestro.
El tablero temático
- Para elaborar un tablero temático se puede recurrir a la “lluvia de ideas”. Una vez
alguien ha planteado una primera pregunta, los otros pueden hacer aportes nuevos a
esa pregunta. Deben ser preguntas o comentarios que ayuden a explorar mejor esa
primera pregunta planteada. El tablero se debe organizar representando dicha
“tormenta de ideas”. Esto permite centrar la discusión desde el comienzo y definir
bloques temáticos que evitan que la discusión se disperse.
- Se puede dividir el tablero en partes que representen áreas o problemas específicos:
cognitivos, afectivos, lógicos, éticos estéticos, psicológicos, sociológicos,
antropológicos, etc. Esto es bastante más complejo, pues supone un ejercicio de
análisis personal de la pregunta por parte de quien la hace. Por ello sólo es
recomendable en secundaria y con niños y/o jóvenes que ya tengan una formación y
un entrenamiento en la práctica de la filosofía mucho más avanzados.
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El tablero icónico
- Éste es un tipo de tablero que se construye por medio de dibujos, símbolos o signos
relacionados con el texto (como, por ejemplo, la jirafa de Elfie o la ballena de Pío y
Mechas). El maestro debe, para ello, explorar muy bien las múltiples referencias
simbólicas que hay en cada novela de FpN. Aquí el maestro debe recurrir a su
creatividad. Lo importante es que los símbolos o signos usados sean tan significativos
que no sea necesario entrar a explicarlos. Un buen signo debe significar por sí mismo,
sin que requiera mayores explicaciones. Los símbolos también pueden referirse, por
ejemplo, a ciertas áreas temáticas de la filosofía, como las señaladas en el punto
anterior.
- Los participantes pueden, entonces, después de anotar su pregunta o comentario en
un papel, situarla en el tablero icónico. Ello puede ayudar a que los propios niños y
jóvenes hagan el esfuerzo por clasificar y categorizar sus propias intervenciones; y
ello sirve, a su vez, para reagrupar los temas y para centrar la atención. Aunque esto
pueda sonar a “perder tiempo” y pueda, en un comienzo, parecer confuso, ejercita en
la comparación, la síntesis, etc.
El tablero circular
Manejar una discusión filosófica requiere, además de paciencia, una gran pericia
por parte del maestro o maestra. Sobre todo, se debe tener en cuenta que se trata de
una discusión filosófica y no política (en donde se intenta convencer a otros para que
actúen de una determinada forma), religiosa (donde se trata de convencer a otro de
determinadas creencias) o científica (en donde se examina la verdad o falsedad de una
proposición o el valor explicativo de una teoría). En una discusión filosófica lo esencial es
que, por medio de la reflexión y el diálogo, ampliemos nuestros puntos de vista y
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El inicio de la discusión
(*)
Puesto que aquí nos detendremos exclusivamente en los recursos metodológicos, es conveniente que el
maestro conozca un poco más algunos supuestos teóricos de fondo que hay sobre lo que es una discusión
filosófica desde la perspectiva de FpN. Para ello le recomendamos la lectura atenta de los capítulos 9 y 10
del libro La filosofía en el aula, de M. Lipman, A. M. Sharp y F. Oscanyan (Madrid, Ediciones de la Torre,
1992).
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Algunas estrategias que los maestros podrían utilizar para esto podrían ser las
siguientes:
- Hacerle a esas personas algunas preguntas de forma directa.
- Escoger a alguna de esas personas para que colabore en alguna actividad como anotar
en el tablero, hacer la evaluación de la sesión, escribir un pequeño texto donde
sintetice lo que ha aprendido a partir de la discusión, etc.
- Preguntarles sobre lo que piensan de lo que han dicho otras personas. Esas preguntas
no deben ser de gran complejidad, sino más sencillas. Algunas de éstas podrían
servir:
- De lo que han dicho tus compañeros, ¿qué argumento fue el que más te llamó la
atención o el que te pareció más convincente? ¿Por qué?
- ¿Cuál de los ejemplos que escuchaste te pareció el más adecuado? ¿Por qué?
- ¿Estás de acuerdo con lo que acaba de decir él o ella?
- ¿Alguna vez te ha pasado a ti algo semejante a lo que acaba de decir X?
- ¿Estás de acuerdo con lo que acaba de decir Fulanito?
- También se podría avisar a alguien que ordinariamente no interviene que muy pronto
se consultará su opinión, pidiéndole que se prepare. Aquí se pueden utilizar preguntas
generales, como las que acabamos de citar en el ítem anterior.
Es muy importante que esto se haga con naturalidad (porque al grupo le interesa
escuchar los puntos de vista de las personas que ordinariamente no intervienen) y no
como una especie de “prueba” o “examen”. De todas maneras, no es conveniente
presionar a las personas que sienten dificultades para hablar en público. En una
sesión de FpN nadie debe sentirse obligado a hablar, pero debe existir la
oportunidad para que todos se sientan escuchados. Hay personas que participan muy
bien manteniendo una actitud de escucha, sin que necesariamente tengan que
intervenir en la discusión oral.
- Hacer pequeños carteles que contengan las formas de pregunta básicas (qué,
quién, cuándo, cómo, dónde, por qué, para qué, de qué forma, etc.) que puedan ser
utilizadas para pedir mayor precisión a las afirmaciones que se ofrecen.
- Introducir una ficha, que todos los alumnos tienen, con la palabra “¿Por qué?”. Se
trata de que los niños descubran la importancia de esta palabra en filosofía. Lo
esencial es que ellos jueguen a hacerse interrogantes. En algunos casos, también,
se hace sonar un sonido (como el de una campana), cada que se utiliza esta forma
de interrogación.
- También se puede usar el signo de admiración cuando alguien quiere decir que está de
acuerdo con lo que se acaba de afirmar o que hay una idea que le agrada.
- Para esto, pueden distribuirse entre los niños un pequeño “paquete” con signos
interrogativos y admirativos.
En algunas ocasiones puede ser útil trabajar en pequeños subgrupos. Esto debe
hacerse como una tarea rápida y ágil que no implique muchas dificultades (como el
movimiento de muchos pupitres). A continuación presentamos algunas estrategias que
pueden funcionar con eficacia a la hora de promover el trabajo en pequeños grupos:
(a) Se pueden distribuir entre los alumnos tarjetas con algunas características como las
siguientes:
- tarjetas de formas diferentes.
- tarjetas de colores diferentes.
- tarjetas de colores y formas diferentes.
Estas tarjetas se pueden elaborar a la manera de fichas que son fáciles de archivar
por el profesor para usos posteriores. Deben servir básicamente como orientación
para la formación de los subgrupos a constituir.
(b) También se pueden confeccionar tarjetas con formas y colores más específicos
como: un animal, un número, una letra, una señal meteorológica (lluvia, sol, nubes, día
noche, etc.), o algún signo convencional inventado por el maestro o los propios
alumnos. De esta forma se pueden establecer muy rápidamente los grupos y se
pueden intercambiar en medio de la actividad. Este es también un ejercicio sobre
criterios de clasificación.
(c) Hay también otras maneras de formar grupos: por el mes de cumpleaños, por la letra
con la que empiezan sus apellidos, o por otros criterios que los propios niños y
jóvenes puedan inventar. Lo importante es que se utilicen criterios variados que
permitan que esos grupos resulten equilibrados. El maestro deberá ensayar distintas
formas y, de acuerdo con su experiencia, decidir cuáles de esos criterios resultan
más apropiados.
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(d) Se puede usar también la técnica del Phillips 6.6. En grupos de 6 personas, y después
de la lectura o de la discusión, se hace una “lluvia de ideas” que dura seis minutos. La
segunda fase, la de examinar, relacionar o evaluar las ideas propuestas dura también
seis minutos. Un secretario debe ofrecer al resto del curso las conclusiones básicas
a las que ha llegado cada grupo. Por tratarse de grupos reducidos, todos participan
más y se sienten reconocidos a la hora de presentar las ideas en el grupo más grande.
Esto es más dinámico y vivo y puede servir para que todos se mantengan alerta. Esta
técnica sólo se debe usar en situaciones especiales, y no como la única forma de
promover la participación de los alumnos. Si la sesión de FpN se reduce a esta “lluvia
de ideas”, sin que haya un examen reflexivo de ellas, se puede “matar el tema” y,
sobre todo, se puede terminar haciendo un ejercicio puramente asociativo, que no es
el propio del ejercicio filosófico. Se debe, pues, utilizar como una forma de no dejar
pasar por alto ciertos temas o problemas, o como una “fase exploratoria” de un
problema sobre el cual luego debemos hacer un examen más detenido.
Aquí pueden servir, según sea el caso, videos, películas, reportajes, pasajes de libros,
entrevistas a un personaje conocido, noticias del periódico, etc.
Las Vegas
Se reparte a cada uno de los participantes 4 ó 5 trozos de cartulina, papel o cualquier
otro material. Cada que un estudiante interviene oralmente deja una de sus fichas en el
centro (como si hiciera una apuesta en un juego). Después de esto, no puede volver a
hablar hasta que no haya habido otras cuatro o cinco intervenciones. Esto sirve para que
puedan participar muchas más personas, evitando que dos o tres monopolicen la
conversación. El que ha puesto mayor número de fichas en el centro puede repartir esas
fichas en una nueva discusión.
La manera de finalizar una sesión es algo muy importante dentro del estilo de
trabajo de FpN. El simple hecho de plantear, por parte de quien coordina, que la sesión
va a finalizar imprime un cierto tono a la discusión que se viene planteando, pues cada
participante debe empezar a elaborar una síntesis breve de lo que ha ido logrando por
medio de la conversación. Esto no quiere decir, por supuesto, que algún día pueda
sorprendernos el final del tiempo de que disponemos intempestivamente; pero sí que
quien dirige la comunidad de indagación debe tener presente el tiempo que resta y debe
aprovechar los últimos 5-10 minutos para hacer algún ejercicio o actividad de “cierre”(*).
En muchas ocasiones, y sobre todo cuando ya se dispone de poco tiempo, el
moderador de la sesión puede proponer una pregunta sencilla para que la respondan
algunas personas, o la elaboración de un dibujo, o “contar” (o pedir que otros cuenten, de
forma voluntaria) una experiencia que resulte iluminadora para lo que se estaba
discutiendo. También puede sugerir una pregunta para que se siga pensando en ella a lo
largo de la semana.
En el trabajo con ciertos programas que ponen el énfasis en habilidades
lingüísticas y literarias (como Pixie y Susy) es muy conveniente que se ofrezca al final de
las sesiones un espacio para que los niños y jóvenes escriban algo. Para ello, es
conveniente hacerles una propuesta concreta de escritura (no basta con decirles que
(*)
Este “cierre” no debe entenderse en el sentido de que la discusión deba llevar a una conclusión única o
definitiva que deba ser acogida por todos los participantes. No se trata de que, después de la discusión,
alguien (por ejemplo, el maestro) deba decir “la verdad” sobre el punto en discusión. Debe entenderse, más
bien, como una oportunidad para recapitular los puntos de vista desarrollados, para hacer una síntesis breve
del curso de la discusión, para hacer un ejercicio que nos ayude a precisar puntos que quedaron “sueltos”
durante la discusión, para realizar una actividad lúdica a través de la cual re-creamos los conceptos
explorados, etc. Aquí los ejercicios y actividades que hay en los manuales de las novelas de FpN suelen ser
muy útiles. En algunas ocasiones, este tipo de ejercicios se pueden llevar previamente preparados (y
multicopiados) -sobre todo cuando se trata de ciertos ejercicios de razonamiento en los que es preciso
insistir y practicar permanentemente-, pero la mayoría de las veces el ejercicio más adecuado para estos
“cierres” debe ser seleccionado según las perspectivas generadas por la discusión, o incluso inventado para
la ocasión por el maestro que dirige el proceso de indagación. En una sesión de FpN no se espera que se
llegue a conclusiones definitivas, a “verdades últimas”, pero sí que haya resultados en términos de reflexión:
una buena distinción, una precisión conceptual, una nueva relación, una pregunta interesante que nos permita
seguir reflexionando, etc.
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“escriban” sin más). Hay muchas técnicas y estrategias valiosas para esto tanto en los
manuales de las novelas como en otros textos (como las técnicas de escritura elaboradas
por el profesor Diego Pineda, o un texto como la Gramática de la fantasía, de Gianni
Rodari). Cuando se trata de programas que ponen el énfasis en habilidades de
razonamiento (como El descubrimiento de Harry y Elisa) es conveniente insistir en la
práctica de ciertos ejercicios de lógica que ayuden a perfeccionar tales habilidades.
La metacognición
Una de las cosas que distinguen a FpN de otros proyectos educativos orientados a
desarrollar en los alumnos la capacidad de pensar por sí mismos es que éste se ocupa no
sólo del pensar, sino también del pensar sobre el pensar. Es decir, aquí no sólo se trata
de reflexionar sobre el mundo, sino también de pensar sobre el pensar mismo y sobre
nuestro pensar. Esto es lo que ordinariamente llamamos metacognición, el esfuerzo por
preguntarnos por el propio pensamiento. Aunque el concepto de metacognición es en sí
mismo muy complejo, podemos hacer algunas cosas relativamente sencillas para poder
desarrollar dicha metacognición en un aula de clase. En lo esencial se trata de ayudar a
que, tanto los niños más pequeños como los más grandes, adquieran un cierto grado de
conciencia sobre los procesos de pensamiento tanto personales como colectivos. Si bien
esto es una tarea que se realiza a lo largo de muchas sesiones de trabajo, hay un
momento estelar para provocar este esfuerzo metacognitivo: el final de cada sesión de
trabajo. Para ello pueden bastar, por lo menos para empezar, preguntas tan sencillas
como las siguientes:
- ¿Qué has aprendido hoy?
- ¿Qué relación puedes establecer entre lo que hemos discutido hoy y lo que
aprendes en el colegio?
- ¿Qué es aquello que más te ha sorprendido a lo largo de esta sesión de
trabajo?
Hay también muchas otras maneras de recoger, de sintetizar y de concluir. El
maestro que trabaja en FpN podrá irlas descubriendo poco a poco. Por el momento nos
vamos a referir a dos de ellas: la que se realiza a través de los cuadernos de los
estudiantes y la autoevaluación que se puede hacer periódicamente al final de algunas
sesiones.
Aunque FpN es en lo esencial un proyecto oral (pues pone un especial énfasis en que los
niños y jóvenes se comprometan en la discusión oral de ideas filosóficas), no por eso deja
de lado la escritura como una forma de “retener” la oralidad y como una forma de ir
construyendo una memoria y una forma de expresión personales. Hablaremos aquí de dos
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La “libreta colectiva”
Es una “libreta” que se construye entre todos, a partir de los aportes de cada uno
y de la tarea de síntesis que hace un “secretario”, quien anota en cada sesión las
preguntas y comentarios más relevantes. Este “secretario” puede ser uno distinto por
cada sesión o el mismo por un cierto número de sesiones de trabajo (tres, cuatro, cinco,
etc. según se vea más conveniente). Evidentemente, para cada nivel educativo, deberán
existir propuestas diferentes de “libreta colectiva”.
En el preescolar y los primeros niveles de la educación básica (1° y 2° grados),
esta “libreta” se puede llevar a partir de dibujos de los niños que recuerden y sinteticen
los temas tratados. Se puede, además, poner un título a cada sesión; por ejemplo, la
sesión en que hablamos de “las mentiras” o la de “los colores”, etc.
A partir del grado 3° se debe procurar dar forma escrita a cada una de las
distintas sesiones de trabajo, y esto se puede organizar a partir de tres grandes ejes:
Presentación. En la cual se indica cuál fue la manera de iniciar la clase, cómo se
relaciona con la sesión anterior, o si se va a trabajar a partir de una pregunta que
quedó “en el aire” en la sesión anterior, o si se retomó una de las “preguntas en
remojo” de sesiones anteriores. Si se empieza por trabajar a partir de una
pregunta previa, se deben indicar algunos de los aportes que se dan en la ronda de
intervenciones para ver si los alumnos habían pensado en un ejemplo, o en una
nueva idea, etc.
Discusión. Aquí se recogerá, tan bien como sea posible, el funcionamiento de la
discusión: el tema que se discutió, las intervenciones más relevantes, los acuerdos
y desacuerdos existentes, etc.
“Cierre” de la sesión. Aquí se podrá llevar un recuento de los ejercicios y
actividades que se han realizado para finalizar las sesiones y, si los hay de las
“obras” (escritos, dibujos, etc.) realizados por los niños.
Es evidente que, por lo menos en los cuatro o cinco primeros grados de la
educación básica, corresponde sobre todo al maestro (aunque para ello cuente con la
ayuda de algunos de sus alumnos) llevar esta “libreta colectiva”. Debe, para ello, pedirle
a algunos alumnos que le anoten las preguntas y comentarios del tablero, los aportes de
los niños, así como recoger y transcribir o copiar los dibujos y escritos de los niños. Con
todos estos “insumos” debe organizar la “libreta colectiva” de cada curso que trabaja en
FpN.
En los grados de 6° en adelante, esta “libreta colectiva”, además de una
“memoria”, tiene la función de permitir un seguimiento sobre el trabajo del grupo. A
través de las preguntas, observaciones y comentarios que se hacen en las distintas
sesiones es posible “dibujar” la trayectoria del grupo y hacer el balance de dónde se
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encuentra. Ello permite ver cuáles han sido los errores más frecuentes y darse cuenta
de cuáles han sido los escollos ya superados, y, sobre todo, permite hacer las
correcciones “sobre la marcha”.
El cuaderno personal
El cuaderno personal que lleva cada alumno es una herramienta fundamental en el
trabajo de FpN, por ser ésta la herramienta que permite condensar las memorias de las
discusiones en grupo y donde es posible, además, plasmar las ideas personales, así como
los propios sentimientos que generó en el estudiante la discusión que se ha tenido en
clase y el tipo de participación que éste ha tenido en ella.
Las reglas de manejo del cuaderno no tienen por qué ser aquí las mismas de la
clase tradicional referentes al uso de márgenes, el manejo de colores azul y rojo, el
manejo de los títulos, etc. Si ello ya lo manejan los niños con cierta eficiencia, sin duda,
ayudará a llevar con mayor orden los cuadernos. Puesto que en FpN lo que se busca sobre
todo es que los niños exploren conceptos y discutan ideas, el cuaderno deberá estar
especialmente al servicio de dichos fines y en él podrán consignarse cosas que no
necesariamente siguen un orden fijo, como las preguntas que se proponen para la
discusión o ciertos esquemas que los niños pueden desarrollar para relacionar las ideas
que discuten.
De todas formas, se puede proponer a los estudiantes una cierta forma de
“dividir” el trabajo del cuaderno. Podría ser, por ejemplo, algo de este estilo:
- un espacio para registrar las preguntas que se plantean en las discusiones.
- un espacio para las preguntas “en remojo”, es decir, aquellas que aún no han
sido sometidas a discusión, pero en las que vale la pena seguir pensando.
- un espacio para la reflexión personal, a manera de diario, en donde el alumno
puede anotar reflexiones propias sobre asuntos que son de su interés.
- un espacio de autoevaluación personal, en donde cada uno valora la calidad de
sus intervenciones en clase y se propone metas para el trabajo posterior.
- un espacio para realizar los ejercicios propuestos por el maestro o maestra
como complemento de la reflexión realizada.
Algunos trabajos de reflexión personal, y también algunos ejercicios de escritura
creativa (poemas, cuentos, etc.), es mejor hacerlos en hojas sueltas, que luego el
maestro o maestra se pueda llevar para revisar con cuidado y, a través de ello,
desarrollar un diálogo personal con los alumnos.
Si se utilizan algunos elementos de apoyo para la discusión (tarjetas, íconos, etc.)
es conveniente que los alumnos los tengan siempre “a mano”. Por ello, es recomendable
que el cuaderno tenga un “bolsillo” en donde se puedan guardar estos elementos. Todos
estos elementos de “manejo del cuaderno” son un elemento esencial del aprestamiento
que deberá realizarse con cada grupo al comienzo del año.
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La autoevaluación
No entraremos aquí en la evaluación de conjunto que debe hacerse sobre el
proceso que se desarrolla en una clase de FpN. Esto es un asunto más complejo, que
tiene muchos elementos que no tomaremos aquí en consideración. Nos referiremos
exclusivamente a ciertos procedimientos sencillos de autoevaluación que pueden
aplicarse en cualquier sesión de trabajo y en cualquier nivel, en la medida en que se
considere posible y necesario, al final del trabajo de una comunidad de indagación. Lo
que buscan estos procedimientos es ayudarle, tanto a los niños como al maestro, a que
vayan desarrollando una actitud crítica y valorativa hacia el tipo de trabajo que
desarrollan en FpN.
Estos procedimientos pueden reducirse a ciertas “baterías de preguntas” que el
maestro puede utilizar a discreción (puede en una ocasión utilizar uno de estos
cuestionarios completos, o en otra sólo una o dos preguntas que le parezcan más
relevantes) y que le deben ayudar a hacer una autoevaluación, tanto de las personas
como del grupo.
También se pueden crear algunos instrumentos gráficos (por ejemplo, un dibujo
donde haya distintos rostros que expresan distintos sentimientos) que les ayuden, sobre
todo a los más pequeños, a expresar de forma consciente cómo se han sentido al
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¿Sabemos dialogar?
- ¿Logro que mis compañeros puedan tener más claro cuál es mi punto de vista?
- ¿Me encanta hablar sin más de cualquier cosa?
- ¿Me pongo triste si, sin querer, molesto a alguien con mis palabras?
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- ¿Prefiero “tener razón” antes que intentar pensar en lo que me dicen mis
compañeros?
- ¿Soy capaz de decidirme a empezar una conversación?
- Si creo que algo es verdadero, pero eso me reporta complicaciones, ¿prefiero
ignorarlo?
- ¿Tengo facilidad para entrar en contacto con cualquiera de mis compañeros?
- ¿Reconozco fácilmente mis errores?
- ¿Cualquier tema me parece apropiado para una conversación?
- ¿Tengo facilidad para invitar a participar en la discusión a quien hace un comentario
inoportuno?
- Si uno de mis compañeros se pone agresivo o habla irónicamente, ¿pierdo la calma?
- ¿Tiendo a monopolizar la conversación?
- ¿Me enfado cuando alguien dice algo que, aunque sea verdad, me parece
desagradable?
- ¿Creo que siempre tengo la razón?
- ¿No me siento en capacidad de juzgar a nadie?
- ¿Siento que siempre puedo aprender de los otros?
- ¿Sólo me preocupa qué es lo que ha sucedido y por qué?
- ¿Creo que, si hablar es bueno, saber escuchar es mucho mejor?
- ¿Me molesta cuando veo que hay mucha gente que tiene opiniones diferentes a las
mías?
- ¿Me preocupan más las personas o las cosas?
- ¿Me pongo nervioso cuando alguien se propone llevarme la contraria?
VI. Algunas cosas que pueden pasar al finalizar un ciclo completo de FpN
(2) Seguir con el mismo ritmo de lectura en el aula, pero avanzar con la lectura de
algunos capítulos o episodios en la casa con una pequeña guía del maestro.
(3) Si está clara la posibilidad de continuar el mismo grupo, y con el mismo
maestro, al año siguiente, se puede aplazar la lectura de los últimos capítulos
del texto para el primero (o los dos primeros) meses del año siguiente. Esto
puede permitir que el paso de un “programa” a otro se haga sin mayor
sobresalto.
Nota final
Las anteriores “orientaciones” están en construcción. No deben, pues tomarse nunca como algo
definitivo. Si usted, a partir de su experiencia de trabajo en FpN, hay asuntos de los aquí
planteados que ve como problemáticos o discutibles, no dude en comunicarlos. De igual manera, si
cree que tiene nuevos aportes que hacer a estas orientaciones, no dude en comunicárnoslas.
Sus aportes serán bienvenidos en cualquiera de los siguientes correos electrónicos: