Greco (2005) - Organización y Estructura Universitaria. Gestión Del Cambio

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Ponencia

Área: Poder, Gobierno y Gestión en la Universidad.

Título:

“ORGANIZACIÓN Y ESTRUCTURA UNIVERSITARIA. GESTION DEL CAMBIO”

Autor:

CARLOS GRECO
Profesor Titular Investigador
Director Ejecutivo Cátedra UNESCO en Gestión de la Educ. Superior. UNQ.

Resumen

La estructura deseable de una organización, es el resultado de la congruencia entre los factores


de contingencia y los parámetros del diseño.
Las universidades son estructuras híbridas, que no pueden definirse en la mayoría de los casos
ni por ser mecanicistas, puras ni orgánicas puras. Sus estructuras administrativas, en la
mayoría han surgido respetando el modelo de la organización pública y en ese sentido, se
encuentran muy próximas a las burocracias “mecanicistas”.
Pero la dinámica interna de las universidades, suele diferenciarse bastante de la rutina formal-
burocrática. Existe en general una gran dispersión del poder; los académicos constituyen una
fuente de poder que les confiere capacidad decisional acerca de los problemas curriculares y
de selección y promoción de sus pares; a su vez las autoridades de la universidad (que
pertenecen al claustro de los docentes) delegan en el personal administrativo la funciones de
gerenciamiento de la rutina funcional general, como lo económico, las finanzas, asuntos
estudiantiles, etc. Las estructuras colegiadas que existen en las universidades, a sí mismo,
permiten diferenciar, la toma de decisión política, de las clásicas burocracias puras.
La docencia y la investigación y sus funciones derivadas son tan complejas, interrelacionadas
e intangibles que requieren un modelo de organización a nivel institucional pluralista y
articulado.
Es conveniente considerar que la posibilidad de producir cambios en las instituciones
universitarias requiere detenerse en la práctica política y en la práctica administrativa. La

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primera, representada en la conducción política que define el propósito de transformación o de
conservación y la segunda, representada por la dirección organizacional como el
procedimiento que facilita la acción política mediante la gestión o estrategia.

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Introducción: La universidad como organización.

La evolución de los mecanismos de gestión universitaria ha conducido a sostener que las


pautas de gerenciamiento de las empresas industriales, comerciales o de servicios son
aplicables a las universidades. Esta aplicación de categorías empresarias ha sido propuesta
por algunos autores como una posibilidad de estudio para mejorar la eficiencia institucional.
Se parte en este trabajo del concepto de que la estructura universitaria –de características muy
complejas y específicas por la naturaleza misma de sus misiones- posee una cultura
organizacional propia.
Administración y política, decisión e influencia, son los ingredientes inseparables e
interactivos del gobierno de las instituciones sociales. Sin administración, la política es
demagógica y errática; sin política, la administración es tiránica y estéril. La política es la
solución motivacional del conflicto, mediante la maniobra, la negociación y la persuasión. La
administración lo resuelve racionalmente con normas, planes, estructuras, procedimientos y
programas del ámbito informático.
A pesar de que la teoría de las organizaciones se desarrolló originalmente para ser aplicada
las ciencias de la administración de empresas y negocios, no es menos cierto que sus
desarrollo ulterior tuvo en cuenta su aplicación a organismos públicos, sociales y sin fines de
lucro. Es por eso que, en la actualidad el grado de desarrollo de la ciencia de la administración
puede resultar de mucha utilidad para el análisis de la universidad como “organización”.
Las configuraciones organizacionales que Henry Mintzberg desarrolló permiten analizar las
estructuras formales de gestión universitaria. Entre las más aplicables se encuentran la que el
denomina “organización profesional” y complementariamente la “organización innovadora”,
dependiendo en cada caso de las características históricas y particulares de cada institución.
Esta configuración organizacional que, en los conceptos de Weber equivaldría a un
conjunción de los modelos burocrático y colegial, serviría como esquema referencial para
proponer el análisis de un modelo organizacional mas adecuado a la estructura universitaria
tradicional con el objeto de que esta responda más ajustadamente a los requerimientos de la
sociedad actual.

Análisis de la estructura organizacional universitaria

Siguiendo a Henry Mintzberg, se puede señalar en primer término los requerimientos


esenciales de toda actividad humana organizada. El autor expone dos conceptos

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fundamentales y opuestos: La división del trabajo entre varias tareas a desempeñar y la
coordinación de esas tareas para consumar la actividad.
La estructura de una organización puede ser definida, entonces, simplemente, como la suma
total de las formas en que su trabajo es dividido entre diferentes tareas y como es lograda la
coordinación entre esas tareas.
En consecuencia, los elementos de la estructura deben ser seleccionados para lograr una
consistencia armoniosa, tanto como una consistencia básica con la situación de la
organización: su dimensión, su antigüedad, el tipo de ambiente en que funciona, los sistemas
técnicos que usa, etc. Puede afirmarse que tanto los parámetros de diseño como los factores de
situación deben agruparse al respecto diciendo que “el diseño de una estructura orgánica
efectiva - en realidad incluso el diagnóstico de problemas en muchas no efectivas- parece
involucrar la consideración de solo pocas configuraciones básicas”.

Las cinco partes básicas de la organización


Las cinco partes que Mintzberg propone para la organización están representadas en el
siguiente diagrama básico.

En la base se observa el núcleo operativo en donde se encuentran las personas que producen
los bienes o servicios, es decir los trabajadores. A medida que la organización crece es
necesario establecer una supervisión directa, la que es cumplida por un gerente absoluto,
dando lugar a lo que se denomina la cumbre estratégica, formándose así la segunda parte del
esquema organizativo.

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En tanto que la organización se vuelve mas elaborada, son necesarios más gerentes -gerentes
de operadores y gerentes de gerentes- originándose así una línea media entre el núcleo
operativo y la cumbre estratégica, que se constituye e el tercer elemento del diagrama.
La tecnoestructura -cuarto elemento- esta constituida por persona que cumplen tareas de
“analistas”. Son administrativos cuya función es la de estandarizar el trabajo. Este grupo se
diferencia de otro sector administrativo que realiza las tareas de supervisión que forma parte
de la línea media, a diferencia de los supervisores que integran un sector separado conocido
como “staff”.
El agregado de nuevas unidades de staff se produce con el crecimiento de la organización
dando lugar al quinto elemento denominado staff de apoyo.
Este provee servicios indirectos, por ejemplo: estafeta de correo, servicio de cafetería,
departamento de consejo legal, etc.
Así se completa el diagrama prototipito que Mintzberg propone para esquematizar su
estructura organizacional. Esta figura tendrá configuraciones diferentes en cuanto representa
estructuras organizacionales distintas.
El hecho de que tanto el núcleo operativo, la línea media y la cumbre estratégica estén unidas
en el diagrama con un trazo continuo, indica que están conectadas a través de una sola línea de
autoridad formal.
La tecnoestructura y el staff de apoyo están separados de la línea principal, lo que indica que
solo influyen indirectamente en el núcleo operativo.
Mintzberg denomina “gerencia intermedia” a todo aquel sector que se encuentra entre el
núcleo operativo y la cima estratégica. Por lo tanto, la gerencia intermedia estaría constituida
por: los gerentes de línea media, los analistas y el staff de apoyo. A estos tres grupos se los
denomina nivel medio, dejando la administración para los gerentes de la cumbre estratégica y
la línea media.

Estructura institucional

La pregunta de que tipo de estructura se adapta más a las condiciones de la gestión


universitaria, sin embargo, ha tenido diferentes interpretaciones. En principio casi todas las
teorías organizacionales han diferenciado dos tipos de estructuras: una, la correspondiente a
las teorías llamadas clásicas (Taylor, Farol, Weber, entre otros), centrada en las funciones,
cargos o responsabilidades, lo que equivale a focalizar los insumos; otra, la que surge a partir
de la escuela de las relaciones humanas centrada en los procesos y dinámicas internas. A las

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primeras se las conoce como enfoques mecanicistas y a las segundas, centradas en las
personas, se las define como corrientes orgánicas. En el primer caso, el principio ordenador de
la estructura es el de la subordinación o jerarquía; en el segundo caso es la coordinación e
interrelación de los actores y procesos al interior de la organización.
Las nuevas posturas surgidas en los años 80, si bien no se apartan de esta diferenciación
general, focalizan la pertinencia de las estructuras con los escenarios en donde actúan, de tal
manera que permiten agregar el componente de la contingencia como elemento diferenciador
de cada estructura en particular.
Una parte interesante de Mintzberg (1989) al respecto, es lo que el llama congruencia entre los
“factores de contingencia” y los “parámetros de diseño”. Los parámetros de diseño se refieren
a la descripción de los puestos de trabajo y a la agrupación de unidades y criterios de
agrupación ya sea por funciones o por mercado. En los factores de contingencia se incluyen
aquellos factores que si bien afectan a la institución no pueden ser controlados por ella:
tamaño, antigüedad, características del entorno, entorno político dentro de la institución, y
fuera de ella, sistema técnico. Este planteo considera que la estructura deseable de una
organización, es el resultado de la congruencia entre los factores de contingencia y los
parámetros del diseño.
Las universidades son estructuras híbridas, que no pueden definirse en la mayoría de los casos
ni por ser mecanicistas, puras ni orgánicas puras. Sus estructuras administrativas, en la
mayoría han surgido respetando el modelo de la organización pública y en ese sentido, se
encuentran muy próximas a las burocracias “mecanicistas”.
Pero la dinámica interna de las universidades, suele diferenciarse bastante de la rutina formal-
burocrática. Existe en general una gran dispersión del poder; los académicos constituyen una
fuente de poder que les confiere capacidad decisional acerca de los problemas curriculares y
de selección y promoción de sus pares; a su vez las autoridades de la universidad (que
pertenecen al claustro de los docentes) delegan en el personal administrativo la funciones de
gerenciamiento de la rutina funcional general, como lo económico, las finanzas, asuntos
estudiantiles, etc. Las estructuras colegiadas que existen en las universidades, a sí mismo,
permiten diferenciar, la toma de decisión política, de las clásicas burocracias puras.
Ya se mencionó anteriormente, que la estructura constituye el modo en que una organización
establece las relaciones entre sus componentes y que este patrón de relaciones no puede ser
concebido en forma independiente de la estrategia a la que la Universidad desea arribar.
Son varios los autores que se han dedicado a estudiar las estructuras organizacionales de las
universidades. En general se pueden reconocer de la lectura de diferentes estudios los
siguientes modelos de estructuración universitaria según como se distribuya el poder, el estilo

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de definición de sus objetivos, la forma de coordinación, la apertura hacia el cambio, la
estrategia académica y los rasgos de la autoridad.
1. Estructura burocrática: dentro de este estilo se pueden diferenciar: la estructura
burocrática colegiada; la estructura burocrática política; la estructura burocrática
anárquica; la estructura burocrática racional-analítica; la estructura burocrática
carismática.
2. La estructura adhocrática.
3. La estructura orgánica.
4. La estructura organizacional matricial.

Cada una responde a diferentes formas que puede adoptar la estructura organizacional es una
institución de educaron superior. La decisión de la cual es la más apropiada, dependerá como
lo hemos dicho, de la visión de la universidad, la estrategia que sus miembros deseen lograr,
los recursos de que se dispongan y el contexto en el que se encuentre.

1. Dentro de los estilos de estructura burocráticos las diferencias más marcadas entre ellos
son: el modelo profesional, se caracterizan por la distribución del poder entre los
académicos. Los objetivos institucionales preferencian el desarrollo profesional. Puede
tener diversos estilos según sean las prioridades institucionales: puede adoptar una forma
colegiada cuyo principio orientador es la excelencia profesional más que la posición
jerárquica formal. La estructura suele ser plana y las decisiones se adoptan por consenso.
En este modelo los académicos son los impulsores del cambio organizacional, y sus metas
y acciones se acomodan tanto a los intereses de la universidad como a los particulares de
su profesión.
La burocracia política es un modelo que se corresponde con un poder descentralizado,
pero a cambio de encontrarse distribuido homogéneamente entre los académicos, lo está
entre los grupos de poder que utilizan esta posición, privilegiada para el logro de
beneficios particulares (beneficios presupuestarios diferenciales, confección de normas
que favorecen sus intereses, etc.). En general en estas instituciones los procesos de
innovación suelen ser impulsados por estos grupos, quienes negocian con otros grupos de
poder interno las estrategias de cambio, que en general se adecuan a sus intereses
sectoriales. La misión global de la institución se encuentra desdibujada y el crecimiento de
la organización es en general desigual.
La estructura burocrática anárquica: en esta modalidad existe la dispersión del poder y
desdibujamiento de la misión institucional. La participación tiende a ser amplia, pero

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carece de conducción y direccionalidad lo que convierte en ineficaz la organización. Los
cambios en estas organizaciones suelen responder al azar o a fuerzas externas, sin que
medie intervención y compromiso con las metas.
La estructura burocrática racional-analítica: el énfasis en la dinámica institucional esta
dado por un estilo burocrático basado en la legitimación racional-legal, lo que convierte al
nivel administrativo en uno de los pilares de la organización. Este énfasis hace que las
innovaciones se vinculen mas con medios que con fines y la búsqueda de estrategias
alternativas es limitada y rutinaria, siguiendo generalmente criterios de continuidad. Es
estas organizaciones la adaptación a las innovaciones de los miembros mas creativos o
externas, suele verse dificultada por procedimientos estandarizados que no permiten a la
institución focalizar la innovación en nuevos programas y objetivos de logro.

2. La estructura organizacional adhocrática, es aquella caracterizada por la innovación. Sus


miembros desarrollan una cultura dinámica en la cual permanentemente se experimentan
formas originales que permitan trabajos interdisciplinarios en los cuales intervienen varios
niveles de la organización. Su estructura se basa en equipos de trabajo interdisciplinarios
en los cuales intervienen varios niveles de la organización. Las autoridades de la
institución suelen ser las encargadas de formar los equipos, disolverlos y apoyarlos en la
consecución de los recursos para lograr los objetivos.
Los objetivos de trabajo se orientan a la innovación, a diferencia de las estructuras
burocráticas en general o se dedica a la innovación sino a perfeccionar procedimientos y
programas existentes en el marco de los espacios institucionales ya creados. En las
estructuras adhocráticas los cambios se involucran tanto al personal administrativo como
al académico y en general afectan a todos los niveles de la organización.

3. La estructura orgánica es muy similar a la adhocrática; presenta una descentralización del


poder, la división del trabajo es poco precisa, los directores controlan áreas de la
organización amplias. En general sus estructuras son flexibles, lo que posibilita procesos
de reestructuración rápidos. Poseen un conjunto no muy importante de normas de
desempeño lo que permite la innovación permanente.

4. En la organización matricial, los diseños estructurales responden a dos criterios al mismo


tiempo; por un lado la necesidad de especializar las actividades de las unidades
funcionales que se encuentran experimentadas para llevarlas a cabo; por otro lado, la
necesidad de disponer de unidades que integren las actividades de estos centros en

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programas y proyectos de trabajo. En la práctica representa la unión de la estructura
funcional con la orgánica. En las universidades suele existir grupos académicos
unificados en centros, departamentos, áreas de trabajo, etc., que se dedican a trabajar
proyectos y programas que vinculan la docencia, de grado o postgrado, la investigación
con los servicios. Esta manera de organización es muy útil, pues posibilita la innovación y
el desarrollo de nuevos objetivos potenciando las personas con experiencia en el tema en
un espacio común con lo cual se logra mejorar el rendimiento.
Genera una estructura flexible pues los centros y grupos tienen movilidad, con los cual
terminado un programa se disuelven y crean grupos nuevos. En la división del trabajo
genera un estilo polifuncional, con lo cual las personas atienden varias tareas de diferente
nivel y envergadura al mismo tiempo, logrando mayor integralidad en los procesos y
evitando dilución de la responsabilidad con el logro del resultado final.

Las funciones básicas universitarias, la docencia, la investigación y la transferencia, son tan


complejas, interrelacionadas e intangibles que requieren un modelo de organización a nivel
institucional pluralista y articulado. La “Burocracia profesional” se puede ajustar
adecuadamente a esas características. En este tipo de organización “burocrática” confluyen los
mecanismos de coordinación que permiten la estandarización y la especialización al mismo
tiempo. La burocracia profesional confía para alcanzar la coordinación, en la estandarización
de destrezas, y la capacitación en la enseñanza. Esta estructura no solo es propia de las
universidades, sino que aparece también en sistemas hospitalarios, escolares, empresariales,
etc.
Los profesionales trabajan con cierta independencia de sus colegas, pero con una relación muy
estrecha con los estudiantes, pacientes, etc. Al respecto Bidwel señala:”el profesor trabaja
dentro del aula, relativamente escondido de sus colegas y directores, así posee una amplia
libertad dentro de los límites jurisdiccionales del aula”.
En el esquema que se expuso sobre el “paradigma organizacional”, le corresponde una
importancia fundamental al denominado “núcleo operativo”. En el caso de la Universidad, los
operarios son los profesores que constituyen ese segmento. Como resultado de ello, la parte
correspondiente al núcleo operativo adquiere una dimensión muy grande en comparación con
otras organizaciones en las cuales, por ejemplo, esta integrado por trabajadores que realizan
tareas mas rutinarias, esta caracteriza a la universidades como organizaciones de “base
pesada”.
La estandarización del trabajo profesional de los profesores que realizan las tareas de
enseñanza, consiste en la práctica reiterada del dictado de clases, en donde transmiten los

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conocimientos. Pero por más estandarizada que se considera la tarea -el conocimiento y las
destrezas- por su complejidad, dejan mucho margen y libertad de acción a sus responsables en
el ejercicio de sus funciones.
Otro aspecto remarcable en la burocracia profesional es la capacitación. Si bien los docentes
universitarios siguen un largo período de capacitación durante su carrera de grado y post-
grado, por lo general carecen de conocimientos pedagógicos y didácticos suficientes y
adecuados a sus tareas como responsables de la enseñanza y el aprendizaje. Es necesario
generar nuevos conocimientos que requerirán nuevas destrezas. Todo esto se logra cuando
existe conjuntamente una tarea de investigación que lo obliga a leer bibliografía actualizada,
asistir a conferencias, publicar trabajos y volver periódicamente a la recapacitación.
Para Mintzberg el único mecanismo coordinador que puede ser utilizado en el núcleo
operativo de la burocracia profesional, es la estandarización de destrezas, la que permite un
alto grado de autonomía profesional y posibilita la libertad de no tener que responder a
ordenes administrativas sino de consultar extensivamente son sus pares.

El núcleo operativo como elemento central de la organización

Todo lo analizado hasta aquí permite concluir que el núcleo operativo es la parte clave de la
burocracia profesional. El otro elemento que está totalmente elaborado es el “staff de apoyo”
que está muy concentrado en servir al núcleo operativo.
El objetivo es lograr un funcionamiento adecuado de apoyo para permitir a los profesores
disponer del tiempo necesario para sus tareas sustantivas, cuyo cumplimiento requiere un
clima de tranquilidad y libertad de acción. Esta condición es necesaria tanto para la enseñanza
y aprendizaje, como para la de investigación que requiere una alta dosis de concentración y
creatividad.
Hasta aquí se ha observado que el núcleo operativo de la Burocracia Profesional funciona con
gran autonomía de sus “operadores”. Los profesores trabajan con sus propios alumnos sujetos
solo al control colectivo de sus colegas. Es, en definitiva, una estructura altamente
descentralizada vertical y horizontalmente.
Tal descentralización de los profesionales se genera en la naturaleza compleja de su trabajo
que dificulta ser supervisado por gerentes o estandarizado por analistas.
De cualquier manera esta autonomía lleva, en muchos casos, a un aislamiento que produce
hechos no deseados.

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En consecuencia, por más alta que sea la capacitación del núcleo operativo es necesario
recurrir a un ajuste mutuo, mecanismo que seria adecuado para la sensibilidad propia de los
académicos
El hecho de proponer como mecanismo de coordinación el ajuste mutuo no hiere
susceptibilidades y permite que el paradigma organizacional propuesto se mantenga dentro de
los perfiles altamente democráticos que posee este modelo.

La estructura administrativa

En realidad, coexisten dos jerarquías paralelas en la Burocracia Profesional. Una, de abajo


hacia arriba, de carácter democrático, para los profesionales que forman el núcleo operativo y
otra, de arriba hacia abajo con las características de la burocracia mecánica para el staff de
apoyo.
Desde el punto de vista organizacional, las unidades académicas tienden a un alto grado de
autonomía, monopolizando las disciplinas. Las disciplinas son subculturas con raíces que se
extienden en profundidad y extensión y no meras categorías administrativas que pueden ser
rápidamente fusionadas para componer un esquema claro. Cada unidad puede reclamar la
primacía en una tarea de frontera.
Clark Kerr señala “nadie tiene autoridad absoluta dentro de la organización que tiene que
operar a través de esferas solapadas de poder e influencia”. Quienes, carentes de experiencia,
observan a las a universidades desde ciertos organigramas, es muy posible que se llamen a
engaño o tal vez analizando sus estatutos pretendan comprender el funcionamiento
concluyendo que se trata de un tipo simple de organización jerárquica.
En una palabra, gran cantidad del poder queda en la base de la jerarquía con los operadores
profesionales, de aquí surge un ordenamiento natural que reposa en la experiencia y pericia de
los docentes. Existe una jerarquía académica que se logra a través de experiencia y reputación
concretándose en los distintos rangos o jerarquías académicas establecidas. En la jerarquía no
profesional se da mayor reconocimiento al cargo que se detenta, lo contrario sucede entre los
profesionales en donde hay un mayor reconocimiento hacia la persona.
Estos dos sectores, profesional y no profesional, forman dos subculturas con valoraciones
disímiles, lo cual suele ser motivo de conflictos.
La conclusión que encuentra Mintzberg para esta cuestión es que “el poder de estas
estructuras fluye hacia aquellos profesionales que quieren dedicar esfuerzos a hacer trabajo
administrativo en vez de profesional, especialmente aquellos que lo hacen bien. Pero eso,

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debe resaltarse, no es el poder de dejar hacer: el administrativo profesional mantiene su
poder mientras los profesionales consideren que sirve efectivamente a sus intereses”.”Los
gerentes de la Burocracia Profesional pueden ser los más débiles dentro de las
configuraciones organizacionales, pero están lejos de ser impotentes. Individualmente, son
por lo general más poderosos que los profesionales individuales, aunque este poder puede ser
sobrepasado fácilmente por el poder colectivo de los profesionales”.

Estrategias Organizacionales

La formulación de la noción de estrategia –una sola pauta integrada de decisiones, común a


toda la organización- no es de aplicación rigurosa en cuanto al poder del administrador
profesional, en el caso de la universidad. Dada la autonomía del Núcleo Operativo, cada
profesional, elige y ejecuta su propia estrategia, dentro de los alcances de sus funciones.
Aunque la función de un buen administrador va más allá de concretar las iniciativas que le
lleguen del núcleo descrito, él mismo debe tener su propio plan estratégico para cambiar la
institución logrando para ello un mejor y mayor desarrollo. Pero cualquiera que sean sus
proyectos debe contar con el apoyo de los profesionales del núcleo operativo para lograrlos,
para ello deberá usar su poder formal o informal y aplicarlo con las características que crea
más convenientes, firmeza y autoridad o discreción y sutileza. La estrategia del administrador
profesional debe consistir en lograr pequeños cambios que irán cimentando un cambio mayor,
el que tal vez sería rechazado inicialmente por los profesionales, si se presentara globalmente
y en toda su dimensión.
Todos aquellos que están fuera del núcleo operativo –personal administrativo no profesional,
miembros del gobierno y la población en general- ven el funcionamiento institucional de las
universidades y en particular en lo referente a la innovación, coordinación, discrecionalidad y
las carencias y problemas derivados, como una falta de control externo de los docentes y de
sus tareas académicas. Es así como surgen iniciativas gubernamentales de control por los
distintos mecanismos, entre otros la supervisión directa.
No puede negarse la necesidad de un control financiero y la existencia de un régimen que
regule el ejercicio profesional castigando la irresponsabilidad. Todas las soluciones efectivas y
verdaderas deben partir del reconocimiento del trabajo profesional por lo que es. La solución
no provendrá de administradores profesionales esclarecidos y capaces que puedan proponer y
lograr grandes cambios; ni de las tecnoestructuras gubernamentales que pretenden poner la
labor de los docentes bajo su absoluto control.

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La solución por un lado debería estar en la formación de los profesionales mejorando su
capacitación, sus destrezas y conocimientos actualizados y en profundidad, así como las
correspondientes normas profesionales.

Tipo de estructura y gestión del cambio

En general, en nuestras universidades, los estilos suelen ser mixtos, tendiendo a los modelos
burocráticos. Es frecuente encontrar una permanente tensión entre los diferentes grupos de
poder, debido a la dispersión de la autoridad que media entre la lógica burocrática-formal des
estamento administrativo y la burocracia profesional de los estamentos académicos. Por otra
parte posible identificar liderazgos, que de alguna forma influyen en la gestión institucional,
ya que ejercitan cierta autoridad informal, derivada unas veces del prestigio académico y otras
de posiciones políticas de carácter gremial. En la línea de autoridad formal, la autoridad se
reparte entre cargos unipersonales superiores (Rectores, Vicerrectores), autoridades colegiadas
(Consejo Superior, Asamblea Universitaria) las autoridades a cargo de las unidades que
ejecutan las tareas universitarias, donde también existen autoridades que si bien las funciones
de la universidad son la docencia, la investigación y la extensión, no todas las universidades
otorgan igual énfasis en todas estas funciones, sino que cada una busca una cierta
especialización determinada por su antigüedad, historia, cultura organizacional, tamaño, etc.
De esta manera se pueden reconocer diferentes categorías de universidades. Es una
clasificación general suelen distinguirse, al menos dos tipo; las que centran en la investigación
y la docencia de postgrado, denominadas “universidades de investigación” (research
univertisities), esto es, universidades orientadas hacia la “producción del conocimiento” y
aquellas, cuya misión privilegiada la formación de estudiantes de pregrado y grado que suelen
denominarse “universidades docentes”. En ambos modelos, en los últimos años de ha dado
énfasis a la prestación de servicios, ya sea en forma de investigación o de asesoría profesional,
por la necesidad experimentada por las universidades de tener acceso a mayores recursos y de
mejorara la relación con el contexto mediante la atención de demandas especificas.
Indudablemente que esta diversidad en el énfasis de las funciones a cumplir, produce
variaciones en la naturaleza de la misión institucional que se traduce en una estructura
organizacional de mayor a menor complejidad según cual sean las funciones a cumplir, y en
diferentes estrategias de gerenciamiento, al momento de implementar un cambio institucional.
Por otra parte, el fenómeno educativo en sus diversas dimensiones, filosóficas políticas,
culturales, científicas, pedagógicas curriculares, económicas organizacionales, etc. constituyen

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la esencia de toda institución universitaria. El adecuado conocimiento de estas dimensiones es
la condición básica para el logro eficaz de las funciones que se pretendan impulsar. Este
conocimiento provee diversas opciones de políticas, o de posibilidades de acción, respecto a
las complejas dimensiones del hecho educativo y de la operatoria organizacional de la
universidad. En ausencia de este conocimiento, en la práctica las instituciones educativas
tienen a dejarse llevar por el subjetivismo, la improvisación, el empirismo y la inercia de
tradiciones culturales e institucionales: todo lo cual impide la renovación y el mejoramiento
de sus misiones y logros.
Esta complejidad y dinámica que opera en las universidades, requiere un esfuerzo permanente,
sistemático y claramente institucionalizado de investigación educativa que se oriente al
diagnostico institucional abarcando todas las dimensiones y funciones del hecho educativo.
Se requiere mejorar muchos diagnósticos académicos o institucionales de carácter general que
adolecen de grandes limitaciones en la cantidad y calidad de la información disponible
realizando largas formalizaciones sobre lo que ya era obvio para los miembros institucionales
y dejando sin mencionar grandes problemas o necesidades que al no estar fundamentadas en
investigaciones sobre la especialidad quedan sin tratarse.

Componentes del proceso de cambio

Son bien conocidas por nosotros las largas listas de problemas que aquejan a las
universidades: Carácter librezco, enciclopedista e instruccional del aprendizaje; ausencia de
interdisciplinariedad en los programas de formación; altas tasas de repitencia y deserción
estudiantil en muchas carreras y materias; desarticulación entre docena e investigación;
separación entre teoría y practica…etc.
Por las razones anteriormente expuestas, es evidente que el mejoramiento de la calidad,
eficiencia y relevancia de la educación superior en cualquiera de sus dimensiones, requiere
para su eficacia y sustento, tiempo, una sólida y permanente capacidad institucional de
investigación y reflexión, conjuntamente de una cuota importante de capacidad para gestionar
el cambio en la dirección óptima.
Pensar en los problemas es importante, pero no ayuda a salir de la situación; para prosperar
hacia un proceso de cambio se requiere realizar gestión del cambio mediante investigación
institucional sólida, acuerdos que den legitimidad al proceso y clara voluntad y capacidad para
gerenciar un proceso transformador.

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A esta situación que pretende describir brevemente los componentes internos del proceso de
cambio institucional, habría que completarla con los componentes externos que afectan al
sistema universitario.
La política gubernamental se ha caracterizado principalmente por ejercer una tensión y
conflicto en su relación con las instituciones de nivel superior, al pretender implantar políticas
públicas educativas a través de distintos mecanismos de regulación y control, que impactan
tanto en los recursos disponibles para las instituciones como en su capacidad de decisión .
Esta situación se evidencia en las estrategias gubernamentales en las que no ha habido un
reconocimiento de la historia, los procesos, las prácticas y las concepciones de los diversos
subsistemas educativos de nuestro país. En este contexto se observa la pérdida de la
orientación histórica que han tenido las universidades públicas. La política pública se
caracteriza por su sentido pragmático, a través de la definición de la excelencia académica,
medida en aspectos cuantitativos que focalizan la productividad del sistema, sin importar
tanto, los aspectos de pertinencia y relevancia con su medio social.
La manera en que se dirima esta relación entre Estado y Universidades es importante, ya que
enmarcará el estilo que se imprimirá a la gestión del cambio.
Para el caso que nos preocupa, la legitimidad del cambio es fundamental. La legitimidad de un
orden político es la capacidad de este mismo orden de generar el reconocimiento generalizado
de que sus acciones y postulaciones como correctos y justos. La legitimidad sería entonces,
una pretensión de validez, justificada tanto por los argumentos que sustenta como por el
resultado de sus acciones (eficiencia). Esta argumentación legitimante es comúnmente usada
por las autoridades cuando quieren demostrar como y por que las instituciones existentes (o
las que se pretenden reformar) son las más adecuadas para asegurar la realización de los
valores constitutivos de la sociedad.
No debemos olvidar sin embargo, que las universidades en la Argentina están fuertemente
impregnadas por el concepto de autonomía. En este sentido cualquier mecanismo de
legitimación reformista por parte del Estado que pretenda basarse en el acuerdo entre las
partes requerirá de un proceso de consulta amplio en el marco de este reconocimiento.
La autonomía es un proceso que la universidad inicia a partir del co-gobierno y de la elección
de sus propias autoridades y órganos de decisión, por medio del voto de todos sus claustros.
Esta mecánica le permite reconocer a los actores universitarios como agentes de decisión
política en la vida institucional. Si no se reconociera esta característica de las universidades,
difícilmente se le permita a la universidad pública ser protagonista y sujeto de su propia
transformación. Tampoco podría interpretar los mecanismos regulativos susceptibles de
aumentar la calidad de los procesos internos sin vivirlos como imposiciones extrínsecas a sus

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fines, las cuales en general no llevan a cambios favorables en las dinámicas internas, sino
fracturan y desintegran los procesos y culturas institucionales.

Toma de decisiones y gestión del cambio

El problema, no es por lo tanto la necesidad de gerenciar un cambio, que es comúnmente


aceptada como indispensable por los actores universitarios, sino el saber quién en el interior
de este requerimiento de transformación va a determinar los ítems prioritarios de la agenda
reformista, es decir quién y desde qué concepciones, y con qué criterios de pertinencia
científica, social y académica va a elaborar el cambio.
La aceptación de una innovación depende de la participación de los miembros de la
organización en la toma de decisiones que conducen a las propuestas.
Ansoff (1984) señala que la resistencia al cambio puede ser interpretada a partir de tres
enfoques de la gestión:
1. Gestión reactiva: en este tipo de gestión los cambios que operan en el contexto nos son
reconocidos, por lo que se sigue utilizando las técnicas que han sido tradicionalmente
eficientes, por lo que se sigue utilizando las técnicas que han sido tradicionalmente
eficientes. En los casos en que el cambio externo se vuelve amenazante para la
institución se comienzan a usar estrategias de emergencia para enfrentarlo. El
comportamiento de los ejecutivos se puede considerar reactivo, pues se traduce en un
retardo en la acción frente a los cambios del ambiente, o bien en la resistencia al
cambio.
Ansoff, reconoce los siguientes factores que pueden contribuir a este modo de
enfrentar los cambios;
- Una demora en la reacción de la institución debida a una dinámica de inercia
interna en la recolección, análisis y diseminación de la información acerca del
entorno.
- Falta de claridad para gestionar la transformación. Aunque los cambios pueden
haber sido detectados, los ejecutivos pueden no apreciar su significado real o los
interpretan como pasajeros. En este caso el problema se debería a un error en la
interpretación del cambio debido a la ineficiente verificación de la magnitud,
permanencia y profundidad.

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- Problemas derivados de clientelismos internos. Puede ocurrir que los ejecutivos
interpreten bien el cambio, pero demoren su enfrentamiento por los problemas
debidos a intereses personales o de grupos institucionales.
- Falta de expertiz técnica. Puede ocurrir que al cambio sea bien interpretado, pero
se produzca un retraso derivado de falta de experiencia en los niveles
institucionales para enfrentar las modificaciones que el cambio requiere.
Este tipo de gestión, basada en la resistencia al cambio o en la incapacidad para
diagnosticarlo o gerenciarlo es bastante común en las universidades. Los estilos
profesionales, con fuerte énfasis en lo académico han aportado buenos ejemplos de
inmovilismo, reflejado a menudo en las reformas de planes de estudio inspiradas en
modificaciones del mercado de trabajo, que no han podido prosperar, por cuanto han
implicado la reducción del peso en algunas disciplinas, o la eliminación de otras, con
la consiguiente perdida de poder de algún Departamento, Área o personal afectado.

2. Gestión decisiva: corresponde a estilos de gestión que no poseen un sistema de


monitoreo de los cambios que ocurren en el ambiente, y por lo tanto suelen no prever
las acciones que desde el contexto externo se demandan. No obstante, suelen tener
sistemas de rápido reconocimiento de los deterioros que al interior de la institución se
producen. De esta manera la resistencia al cambio o la tardanza en la respuesta suelen
reducirse.
Sin embargo, en estos sistemas de gestión, son las autoridades que gerencian la
organización quiénes deben sobrellevar los conflictos que se pueden producir por las
modificaciones. Al no existir un programa de investigación y desarrollo que permita
clarificar las demandas del contexto y el grado de desajuste institucional ante estos
requerimientos, se hace mas difícil evitar las resistencias al cambio y las
incertidumbres que al interior de la cultura corporativa de la institución se suelen
producir, pudiendo llegar a crearse conflictos entre los intereses personales y la
percepción de los objetivos institucionales.

3. Gestión planificada: este estilo es aquel que se define a partir de aplicar el concepto de
estrategia. Para ello es necesario identificar como uno de los puntos centrales, los
cambios tanto externos como internos, antes de que estos ocurran, con los cual la
capacidad de anticipación se vuelve relevante.
En este sentido Ansoff (1984) dice: “el impulso de los ejecutivos para promover el
cambio depende de su percepción de la necesidad de cambiar, de la estimación de la

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plausibilidad de que estos cambios ocurran y también de su actitud frente al riesgo que
involucra todo cambio.”

Conclusiones

Llegados a este punto, conviene reafirmar que la posibilidad de producir cambios en las
instituciones universitarias requiere detenerse en la práctica política y en la práctica
administrativa. La primera, representada en la conducción política que define el propósito de
transformación o de conservación y la segunda, representada por la dirección organizacional
como el procedimiento que facilita la acción política mediante la gestión o estrategia. Ambos
polos dialécticos generan un movimiento recursivo que no tiene principio ni fin claramente
definido.
Dicho esto, estamos afirmando, que pensar la política y la estrategia de manera separada,
como una discusión entre medio y fin (como lo hacen los funcionalistas), en donde la política
queda reducida al fin y la estrategia al medio, es un equívoco que secciona dos aspectos que si
bien pueden tener espacios de construcción diferentes se dan unidos, tales como pensamiento
y acción.
Los planos en que estas acciones se desarrollan pueden ser diferentes, por ejemplo, el caso de
que la política se enuncie a nivel central del sistema y se imponga a partir de ella estrategias
de acompañamiento en las gestiones administrativas de las diferentes unidades académicas.
En este caso, las relaciones que se pueden establecer entre la política y la estrategia son de
enfrentamiento o de alianza, dependiendo del grado de legitimidad que la propuesta alcance,
en virtud de la pertinencia que en el imaginario de los diferentes actores institucionales
obtenga en virtud de la visión institucional. Sin duda, que fundamentalmente, esta legitimidad
esta asociada con la credibilidad que se detente.
Al decir Testa (1995): “La credibilidad es uno de los fundamentos de la legitimidad, porque
ninguna medida puede ser legítima si no es creíble, aunque esto no es una determinación sino
un condicionamiento, puesto que la credibilidad no actúa positivamente para establecer la
legitimidad, sino que despeja el camino para que otras circunstancias lo hagan.”
De allí que la viabilidad de cualquier cambio y por ende de las estrategias adoptadas va a
depender severamente del tipo de cambio previsto (políticas) y de la adecuación que ellas
tengan con las capacidades operativas e instrumentales que la institución ponga en juego para
alcanzarlas. Por ello es que trabajar en el gerenciamiento estratégico es pensar sobre el poder
no solo definiendo el ámbito en que actúa, sino los recursos con que cuenta para su ejercicio.

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Desde el primer nivel de análisis podríamos preguntarnos, dónde se define la política de
cambio y desde el segundo nivel, nos podríamos preguntar que recursos se usan, es decir, que
recursos instrumentales se utilizan. En esta misma perspectiva habrá que indagar cómo se
definen las relaciones institucionales respecto al ejercicio de la autoridad y el poder, cuál es la
capacidad de negociación y qué legitimación obtiene en la dinámica institucional universitaria
quien tiene la capacidad de definir la política, respecto del cumplimiento de lo normado?
En este sentido, el análisis de la correspondencia entre la autoridad para dar un orden y el
poder para hacerla cumplir en marcos de legitimación democráticos, es necesario toda vez que
define el tipo de reforma a impulsar desde la base del consenso o desde la base de la sumisión
a un orden impuesto.
Desde la perspectiva precedente, el uso de poder se considera como un proceso teleológico, la
razón que legitima una acción a través de formas que combina el espacio, la relación y el
procedimiento a partir de los cuales se opera el poder.
Analizándolo desde la óptica de la universidad publica, habría que despejar la relación de
fuerzas coincidentes o divergentes que existen en el plano de la definición política del cambio
a instrumentar e interrelacionarlas con los operativos, que adquieren diferentes
especificaciones en cada espacio institucional a partir de las relaciones y procedimientos que
se delinean en las estrategias que se pretenden implementar.
Para terminar, no podemos dejar de mencionar otro eje que sin dudas contiene a todos los
otros y es la oposición entre autonomías y soberanía.
Antes de la emergencia del Estado Nación, la universidad vinculada al clero se definía como
autónoma, autárquica y soberana. Con la creación del Estado-Nación la universidad se
transforma en una institución pública regulada por las leyes de educación superior, con lo cual
pierde su soberanía. Con la obtención de su nacionalización, ¿cómo debemos entender su
autonomía?. En sentido genérico, en la relación entre Universidad-Estado la autonomía sería
aquel espacio definido por las regulaciones de las leyes y sistemas coercitivos del Estado y
aquel de autodeterminación científica y académica en donde la Universidad desarrolla sus
fines.
Esta reflexión rescatando el concepto de autonomía de la universidad, permite convertir a la
Universidad en protagonista y sujeto de su propia transformación. Recuperar la relación entre
la política universitaria y cambio deseado, es imprescindible para que la transformación sea el
resultado de la tecnoburocracia reformista que la sujeta a un estricto sistema de regulación con
respecto al mercado y a esquemas reguladores de imposición desde el Estado.

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Bibliografía

ANSOFF, H. I. (1984), Implanting Strategies Managment. Englewood Cliffs. Prentice Hall.

GRECO, C (2000), Dirección Estratégica. Ediciones Universidad Nacional de Quilmes,


Argentina.

KERR, Clark.(1973) Prólogo en Perkins, J. A. The University as an Organization. Carneggie


Commission on Hihger Education. Mc. Graw Hill. EEUU.

MINTZBERG, H. (1983), Diseño de Organizaciones Eficientes. El Ateneo. Argentina.

TESTA, M. (1996), Pensamiento Estratégico y Lógica de Programación. Edit. Lugar.


Argentina.

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