La Archidiócesis de México en Tiempos de Lorenzana
La Archidiócesis de México en Tiempos de Lorenzana
La Archidiócesis de México en Tiempos de Lorenzana
http://www.historicas.unam.mx/publicaciones/revistas/novohispana/novohispana.html
59
artículo
josé maría
garcía redondo Investigador posdoctoral en el Instituto de Investigacio-
nes Históricas de la unam. Doctor por la Universidad
Pablo de Olavide (Sevilla, España), especializado en his-
toria de la cartografía y las representaciones territoriales
en la Edad Moderna.
resumen En este artículo se estudian tres modelos cartográficos
realizados durante el gobierno del arzobispo de México
Francisco de Lorenzana: unas pinturas diagramáticas
con los pueblos y caminos de la diócesis, de autor des-
conocido, y los mapas generales del territorio y el Atlas
eclesiástico de el Arzobispado de México realizados por
José Antonio de Alzate. Esta diversidad de mapas coetá-
neos, promovidos por el arzobispado de México para la
administración de su territorio, nos permite profundizar
en los mecanismos de uso y valoración de las represen-
taciones territoriales, atendiendo a la funcionalidad y
las prácticas espaciales asociadas al diseño cartográfico.
palabras clave Francisco Antonio de Lorenzana, José Antonio de Alzate,
cartografía, atlas, territorio, Alexander von Humboldt,
Nueva España.
abstract In this article, three cartographic models realized during
the government of the archbishop of Mexico Francisco
de Lorenzana are studied —some anonymous diagram-
matical paintings with the villages and the routes of the
diocese as well as the general maps of the territory and
the Atlas eclesiástico de el Arzobispado de México by
2 Entre otros, García Rojas (2017), Antochiw (2003), Reguera Rodríguez (2003), Azuela
Bernal y Moncada Maya (2001), Lombardo de Ruiz (1996), Alzate y Ramírez (1985).
3 Escamilla González (2005, p. 129), Malagón Barceló (1970, p. 225). Sobre la vida y la
labor de Lorenzana en México, véanse los trabajos de Sierra Nava-Lasa (1975) y
Zahino (1996).
4 Cortés (1981, vol. i), además de otras láminas, incluye el “Plano de la Nueva Espa-
ña en que se señalan los viages que hizo el Capitan Hernan Cortes assi antes como
despues de conquistado el Imperio Mexicano… 1769”, firmado por José Antonio de
Alzate, así como una copia del mapa de la costa del Mar del Sur levantado por el pilo-
to Domingo del Castillo en 1541, grabado por Navarro también en 1769. Sobre este
último mapa, véase Manso Porto (2014, pp. 37-38).
5 Entre otros autores, para una breve síntesis de la vida y obra de José Antonio de Alzate
(1737-1799), véanse los trabajos de Moreno de los Arcos (1980) y Saladino García
(2001).
6 En este artículo no se abordan los planos de la Ciudad de México ni los proyectos de
reforma de los territorios parroquiales que realizó Alzate entre 1767 y 1772.
7 José Antonio de Alzate, Atlas eclesiástico de el Arzobispado de México, con sus vica-
rías, y lugares dependientes: dispuesto de orden del Yllmo. Sr. Dr. Dn. Francisco Anto-
nio Lorenzana Buytrón Dignissimo Arzobispo de esta Sta. Uglesia Metropolitana: por
el Br. Dn. Joseph Antonio de Alzate, y Ramirez año de 1767, Biblioteca de Castilla-La
Mancha, Toledo (en adelante, bcm), Colección Borbón-Lorenzana, Papeles Varios, ms.
366 (en adelante, la referencia se abreviará como Atlas...). El volumen tiene unas me-
didas de 21x26cm. Se puede acceder a una reproducción digital del mismo en http://
bvpb.mcu.es/es/consulta/registro.cmd?id=397651.
8 José Antonio de Alzate, “Nuevo Mapa Geographico de la America Septentrional Espa-
ñola”, México, 1767, Museo Naval de Madrid (en adelante, mn), 7-A-8.
diez, doce, catorce y más leguas” fuesen atendidos por un mismo cura,
con todas las consecuencias negativas que, a ojos de los poderes político y
religioso, ocasionaba el “dilatado intermedio que ofrecen semejantes dis-
tancias”. Para solventarlo, en 1764, Carlos III ordenó al arzobispo Rubio
y Salinas, predecesor de Lorenzana, proveer de ministros a las poblaciones
que, estando “a mayor distancia de quatro leguas de su cabecera, carezcan
de este tan preciso auxilio”.12 Sin embargo, aunque la cédula prevenía
los arbitrios necesarios para sufragarlo, el mandato apenas llegó a consu-
marse.13 Por un lado, debido a la inmediata muerte del prelado en 1765,
apenas unos meses después de dictarse la orden. No obstante, por otro
lado, el metropolitano ya había manifestado con anterioridad un parecer
contrario acerca de las causas del desgobierno parroquial, achacable a
la “monstruosa extensión de las parroquias”. En su opinión, tal circuns-
tancia “no procede de la distancia de los pueblos entre sí”, cuestión que
–según argumentaba– ya habían contemplado e intentado subsanar sus
antecesores en el cargo, sino que se debía a la “grande extensión” de las
“haciendas e ingenios de azúcar y otras granjerías […] de quatro, de diez,
de veinte, y más leguas, hasta ciento”. Puesto que dichos establecimientos
no sólo mantenían a los indios privados de libertad, sino que estaban
“agrupados a las parroquias sin regla que la mayor o menor inmedia-
ción”, por lo que se agravaba el distanciamiento de los fieles que moraban
en su interior respecto de su cura párroco.14
Aquel era el escenario al que se enfrentaba Lorenzana al iniciar su
mandato, si bien, para el prelado recién llegado, las distancias y las dificulta-
des del terreno no se presentaban como un obstáculo. Así, había anunciado
que comenzaría su visita pastoral “con el ánimo de penetrar hasta lo más re-
moto de este nuestro arzobispado y misiones más distantes en la Huasteca”.15
Con este fin, en los primeros días de su gobierno, requirió un informe sobre
el estado de todas sus parroquias. Con fecha de 14 de agosto de 1766, la
12 Taylor (1999, vol. i, pp. 107-108). Real cédula de 18 de octubre de 1764, Archivo Gene-
ral de la Nación de México (en adelante, agn), Reales Cédulas Originales, 85, exp. 99.
13 Aguirre (2012, p. 130).
14 Carta del arzobispo Rubio Salinas al rey, sobre extensión de los curatos y medidas
para su mejor administración, c. 1765. bcm, Papeles Varios, ms. 65, n. 3, f. 8r-8v.
15 Circular de Lorenzana a los párrocos, 29 de diciembre de 1766. aham, Secretaría
Arzobispal, Libros de Visita, lib. 23-3, ff. 1v.
pinturas de itinerarios
16 “Mapa de los curatos del arzobispado de México”, 14 de agosto de 1766. bcm, Pape-
les Varios, ms. 26, n. 9.
17 En 1766, las parroquias de la Ciudad de México se dividían entre las que correspon-
dían a españoles y aquellas reservadas a los indios. El clero secular regentaba, para los
primeros, las feligresías del Sagrario, San Miguel, Santa Catarina y Santa Vera Cruz y,
para los segundos, San Sebastián, Santa Cruz y Santa María la Redonda. Por su parte,
los curatos de naturales de San José y Santiago Tlatelolco estaban a cargo de los fran-
ciscanos y San Pablo, de los agustinos. Moreno de los Arcos (1992).
18 Zahino (1996, pp. 61-63).
Imagen 1. [Plano del Arzobispado de México], c. 1766. mnv, inah, inv. 10-9386
22 Aguirre (2012, p. 133). Autos sobre la separación del curato de Ayacapixtla (Yeca-
pixtla) y erección del de Achichipico, 1766. agn, Bienes Nacionales, vol. 431, exp. 3.
Imagen 2. [Plano de los curatos de los arzobispados de México], c. 1766. mnv, en depósito
en el Museo Regional de Querétaro, inah, inv. 10-133667
Imagen 3. [Plano del Arzobispado de México], c. 1766. mnv, inah, inv. 10-54050
28 Desde la segunda mitad del siglo xvi, gracias a las relaciones de Vázquez de Coronado y
fray Marcos de Niza, el mito de la ciudad de la Gran Quivira, “que tiene rey, que es muy
grande y populosa” –como escribió Nicolás de Cardona en 1632– , quedó establecido
en el imaginario cartográfico en el difuso septentrión de la Nueva España. Gil (1989,
pp. 80-82, 153).
29 Garland (1994).
30 De Certeau (2000, pp. 109-110).
34 No obstante, reforzando esta idea, en los márgenes laterales de “Angliae totius tabula”
se expresa un largo listado emplazando correctamente en longitud y latitud cada una
de las localizaciones.
visual, Adams apenas precisó detalles orográficos, unos pocos ríos y esca-
sas fronteras internas que, en reelaboraciones posteriores, serían aumen-
tados.35 Probablemente, aquella “deficiencia” pudo también ser observada
en las imágenes del arzobispado, en donde la geografía se expresa como
una recreación alegórica: no se trazan los límites territoriales de las cir-
cunscripciones parroquiales ni municipales ni, mucho menos, se señalan
las haciendas o las pequeñas poblaciones dependientes de cada vicaría. No
obstante, la gran ventaja del mapa británico es que, por su propia matriz
ptolemaica, despliega una amplia posibilidad de movimientos, y más pre-
cisos, que los ofrecidos en las pinturas. En la carta de Adams, desde cada
localización es posible escoger diversos caminos en múltiples direcciones.
En las pinturas, sin embargo, predomina la imposición de un desplaza-
miento lineal, de punto a punto, salvo en las contadas ocasiones en las que
una localidad sirve de nexo entre varios sistemas viarios, meramente como
un cruce de caminos. En este sentido, la representación geográfica dada en
las pinturas no sólo restringía el acceso a una información topográfica y
de ubicación más o menos precisas, sino que además limitaba las opciones
reales de circulación sobre el territorio, condicionando a una sola vía la
planificación de tiempos e itinerarios.
utilidad de los mapas de su tiempo, entre otros, de los publicados por los
jesuitas en las Cartas edificantes.37
Alzate debió empezar a trabajar con el arzobispo hacia 1767, año en el
que le dedicó el referido “Nuevo mapa geographico de la America Septentrio-
nal Española” y fecha en la que ya se encontraba reconociendo las parroquias
de la capital, con el objetivo de plantear una nueva distribución territorial.38
Sin ofrecer una data precisa de inicio o conclusión de su labor, cuenta el
bachiller en su relación de méritos y servicios cómo, en cumplimiento del
encargo episcopal, dispuso una carta de la archidiócesis: un “mapa puntual,
auxiliado únicamente de las pesadísimas fatigas o de combinar las situa-
ciones locales, con noticias privadas, venciendo la dificultad de concordar
multitud de informes, de sujetos del todo ignorantes en la geografía”.39 La
versión más antigua que conocemos de aquel “Mapa geográfico del arzobis-
pado de México” es la pequeña copia manuscrita con la que daba comienzo
el referido Atlas eclesiástico, firmado por Alzate en 1767 (imagen 5).40
Si damos por válida la referencia que aporta Alexander von Humboldt en
su Essai politique, el geógrafo alemán debió de consultar un ejemplar fe-
chado en 1772 donde, no obstante, se aludía a un modelo previo de 1768:
“Mapa del arzobispado de México, por don José Antonio de Alzate, carte
manuscrite dressée en 1768, revue par l’auteur en 1772”.41 También de 1772,
aunque posiblemente sea una copia ligeramente posterior, es el mapa –con
idéntico título– conservado en la John Carter Brown Library (imagen 6).42
Imagen 6. “Mapa geográfico del arzobispado de México por don José Antonio Alzate, año de
1772”, jcb, Map Collection, roll Ee772 /2 Ms.
ciudad resulta, que su terreno está elevado 1543 toesas o 2650 varas
mexicanas, que corresponden a 21 pulgadas 5 líneas de la elevación
media del mercurio en el barómetro.59
59 José Antonio de Alzate, “Mapa geográfico del arzobispado de México”, jcb, Map
Collection, roll Ee772 /2 Ms.
60 Real cédula de Carlos III a los arzobispos de Nueva España y de Filipinas, conocida
como Tomo Regio, San Ildefonso, 21 de agosto de 1769. Reproducida en Zahino
(1999, pp. 49-53).
61 “Extracto compendioso de las actas del Concilio IV Provincial Mexicano, hecho y
apuntado diariamente por uno de los que asistieron a él”, sesión del 23 de julio de
1771, transcrito en Zahino (1999, p. 470).
el atlas de alzate
Imagen 7. Atlas…, “Curato del Señor San Joseph”, lám. 1. Biblioteca de Castilla-La Mancha,
Colección Borbón Lorenzana, ms. 366
Imagen 8. Atlas…, “Curatos de Otumba y Axapusco”, lám. 18. Biblioteca de Castilla-La Mancha,
Colección Borbón Lorenzana, ms. 366
Tlalnepantla (imagen 9). En el mejor de los casos, una línea bastante difusa
servía parcialmente como demarcación de las fronteras en los márgenes
de la colación. Así, a pesar de solucionar algunas de las insuficiencias ob-
servadas en las cartografías anteriores, este conjunto de imágenes seguía
siendo ineficaz para proyectar una redistribución parroquial coherente.
La expresión gráfica de los curatos como entes aislados, encerrados en su
respectivo marco, dificultaba una visión de conjunto y condicionaba una
reforma parcial que sólo miraría hacia dentro de cada adscripción. Un
problema que, de manera muy similar, fue advertido en las sesiones del IV
Concilio a consecuencia de la práctica cum onere divisionis,65 pues habría
que plantear el fraccionamiento o agrupamiento de las poblaciones no
sólo en relación con otras parroquias próximas, sino hacerlo a un mismo
tiempo y no cuando quedase vacante alguna de éstas:
Dos curatos vecinos, que ambos son pingües cada uno por el mismo
viento dos a cuatro pueblos pobres muy distantes de la cabecera y es
necesario o conveniente dividirlos para la buena administración de
los feligreses. Para que se haga una división justa, es necesario que se
haga un curato de aquellos pueblos de los dos, lo cual no se hace ni
se podría hacer, si sólo está vacante o cum onere divisionis el uno de
los dos. De los dos curatos, se debían hacer tres para que quedasen
útiles o por lo menos llevaderos.66
Son pocas las noticias que tenemos acerca del proceso de ejecución de
esta obra. Según el título, el Atlas fue “dispuesto de orden” del arzobispo
Lorenzana. Años después, el propio Alzate explicaría, en su relación de
Imagen 10. Atlas…, “Curato de Yecapixtla”, lám. 23, n. 1. Biblioteca de Castilla-La Mancha, Colección
Borbón Lorenzana, ms. 366
Imagen 11. Atlas…, “Curatos de Tampamolón y Tancanhuitz”, lám. 50. Biblioteca de Castilla-
La Mancha, Colección Borbón Lorenzana, ms. 366
Imagen 12. Atlas…, “Curato de Coscatlán” y “Misiones de Tampico”, lám. 51. Biblioteca de
Castilla-La Mancha, Colección Borbón Lorenzana, ms. 366
80 “Si qua uidebuntur chartis tibi, lector, in istis / siue obscura nimis siue Latina parum, /
non meus est error: nocuit librarius illis / dum properat uersus annumerare tibi. / Quod
si non illum sed me peccasse putabis, / tunc ego te credam cordis habere nihil. / ‘Ista
tamen mala sunt’. Quasi nos manifesta negemus! / Haec mala sunt, sed tu non meliora
facis.” Marcial (2004, lib. ii, ep. 8, pp. 65-66). Sobre la importancia e interés por los
autores clásicos en la obra de Alzate, véase Sarabia Viejo (2006).
81 Alzate y Ramírez (1831a, p. 127).
82 Alzate y Ramírez (1831a, p. 127).
para lograr una “visión total” del territorio novohispano.83 A pesar de las
críticas que vertería años después contra los autores de aquellos esbozos,
el bachiller no dudó en valorar positivamente su método de pesquisa geo-
gráfica basado en los aportes de los párrocos:
¿Qué otros sujetos se hallan con más proporción para formar este
edificio? No hay cura que pueda ignorar a qué rumbo, a qué distan-
cia están los lugares de su curato, como también las corrientes de los
ríos, dirección de las montañas, y demás cosas dignas de atención de
su curato. Tampoco puede ignorar cuáles son los curatos colindantes
con el suyo. ¿Y todo esto, no puede dibujarlo, y escribirlo, en una
cuartilla de papel, y con demasiada facilidad? Pues asentemos que en
la Nueva España haya mil curatos; entonces con una resma de papel
bien empleada a costa de un cortísimo y sencillo trabajo, veríamos la
geografía en un excelente estado; y los que se dedicasen a unir en un
cuerpo aquellas pequeñas partes lo ejecutarían muy de pronto; pues
como supongo, cada cura especificaba los límites de su curato con
los de los vecinos; y cada dibujo, o diseño particular, reclamaba los
que le pertenecían.84
Imagen 13. Atlas…, “Curato de Tochimilco”, lám. 10. Biblioteca de Castilla-La Mancha,
Colección Borbón Lorenzana, ms. 366
Imagen 14. Atlas…, “Curato de Xichú de Indios”, lám. 29, n. 1. Biblioteca de Castilla-La
Mancha, Colección Borbón Lorenzana, ms. 366
consideraciones finales
Imagen 15. Atlas…, “Curato de Amealco”, lám. 64. Biblioteca de Castilla-La Mancha, Colección
Borbón Lorenzana, ms. 366
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