Dimensión Social y Cultural Del Ser Humano

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Dimensión social y cultural del ser humano

La cultura

A lo largo de la historia, ni siquiera se ha tenido la conciencia de que existía la cultura


tal como hoy en día la concebimos. Hubo que esperar hasta el siglo XIX para que la
antropología* incluyera en la cultura cualquier ámbito de una sociedad y después la antropología
cultural* demostrara el papel determinante de la cultura sobre la sociedad y sobre el propio
individuo.

Hacia una definición de cultura

En 1871, el antropólogo E. B. Taylor define la cultura como «un conjunto complejo que incluye
conocimientos, creencias, arte, moral, derecho, costumbres y otras capacidades o hábitos
ad- quiridos por el ser humano como miembro de una sociedad».
Sin embargo, no todos los antropólogos aceptaron esta definición relativamente moderna.
Tanto es así, que hasta no hace mucho se consideraba cultura al conjunto de actividades que los
ciudadanos de la alta sociedad realizaban en su tiempo de ocio

(Ópera, ballet o visita a museos, por ejemplo). De todas formas, los antropólogos culturales han
dejado claro que el término debe incluir el «conjunto complejo» de elementos que menciona
Taylor, además del folclore popular propio de una región, la moda casual o actividades como ir
a un concierto.

Necesidad de cultura del ser humano

Al mundo cerrado propio del animal se contrapone el mundo abierto del ser humano. El hombre
no tiene instintos que resuelvan espontáneamente situaciones propias de su hábitat, pero
tampoco le condicionan. Prueba de ello es que el ser humano se ha esparcido por los cinco
continentes y ha colonizado todo tipo de ecosistemas naturales, además de inventar
nuevos modos de vida.
La pequeña parte instintiva que conservamos y podría ayudarnos se pierde para siempre en los
nuevos modos de vida que el ser humano inventa. La aversión que siente hacia los reptiles
alguien que vive en una gran ciudad y no ha visto una serpiente en su vida es,
posiblemente, una respuesta instintiva a un peligro. No obstante, el peligro más probable
para esa misma persona quizás sea ser víctima de un atraco, aunque no podemos detectar
por instinto a un atracador antes de ser agredidos.
Si ya no tenemos respuestas instintivas adecuadas para nuestro mundo actual, eso significa
que debemos inventar estrategias para superar nuestros problemas. Si no lo hiciéramos
así, mori ríamos desvalidos. De hecho, esto es lo que le ocurre a un recién nacido si nadie
lo cuida. Sin apenas instintos, tampoco tenemos cultura ni capacidad para adquirirla. Es
como si naciésemos prematuramente, y así es.
.
Proceso de socialización
El ser humano, como ya sabemos, nace como una criatura desprotegida e inacabada. Sólo
por medio de la cultura puede llegar a poner en acto todas sus capacidades. A través de
nuestras capacidades, cualquiera de nosotros puede realizar actividades exclusivamente
humanas como, por ejemplo, contraer matrimonio o disfrutar de una película. Sin embargo,
para poder hacer todo esto, el requisito previo es disponer de pensamiento y lenguaje.
En este sentido, la naturaleza nos ha dotado de un cerebro predispuesto para pensar y
hablar. Eso sí, sólo pensaremos y hablaremos realmente si la cultura de la que formamos parte
estimula en nosotros esas capacidades durante la infancia. No obstante, superar esta etapa
no significa que el ser humano esté completo. El proceso de socialización continúa durante toda
la vida: la neotenia lo hace posible. El hombre no deja de absorber cultura y realizar aprendizajes
que modificarán su forma de entender el mundo (conocimiento) e, incluso, de actuar en él
(conducta).
Otro punto a tener en cuenta es el papel que desempeña la sociedad, pues sólo somos
humanos si vivimos dentro de una comunidad que nos entrena para serlo.

El proceso de socialización consiste, precisamente, en desarrollar capacidades neuronales


que, de otra manera, se perderían. Estas capacidades nos permiten, además, adaptarnos a la
comunidad y así poder vivir en sociedad.

Características

La importancia del proceso de socialización, es oportuno profundizar en sus caracterís ticas


con objeto de comprenderlo en su totalidad. A continuación se desglosan los rasgos más
importantes.
 Aprendizaje de patrones culturales. Los valores y las conductas aceptables en un
determinado grupo social son algunos de los modelos culturales que el individuo
debe aprender para formar parte de la sociedad.

 Interiorización. todo lo que se ha aprendido cuando el niño es pequeño, queda


interiorizado. no se trata de que repita lo que ve, o de que se le fuerce a comportarse de
determinada forma, sino que espontáneamente, él asume por sí mismo que las
cosas deberían ser así, porque ésa es la forma normal de hacerlo, ya que todo el
mundo lo hace así.

 Estabilidad psicológica. Al adoptar los patrones externos que se le imponen, el


individuo puede relacionarse con los demás y entender su mundo. Esto le proporciona
una estabilidad psicológica que es fruto de la integración en la cultura que le rodea.

 Socialización primaria. Cubre alrededor de los cinco primeros años de vida.


Durante esta etapa el ser humano realiza los aprendizajes más importantes en un
contexto eminente- mente familiar. Son determinantes las demostraciones de cariño
y las personas significativas para el niño. Una característica propia de esta fase es que
el niño juega copiando los roles de los adultos y así se prepara para interpretarlos en el
futuro.
 Socialización secundaria. Dura el resto de la vida de un ser humano. Es un
aprendizaje menos firme que el de la socialización primaria, pero durante esta etapa se
pueden cambiar pautas de conducta aprendidas con anterioridad. Incluye todo tipo
de aprendizajes pues, a medida que va creciendo, el hombre va formando parte de
nuevos sectores de la sociedad, como la escuela o el trabajo.
 Resocialización. Consiste en volver a interiorizar otra cultura, es decir, un modo
distinto de entender el mundo. Se trata de un aprendizaje donde se reestructura
todo lo que se ha aprendido antes. Así pues, la persona que pasa por este proceso
se olvida o entiende de forma diferente su vida pasada y presente. No se trata de
una etapa obligatoria para todas las personas, sino que sólo la pasan aquellos que
sufren una crisis personal o quienes deben adaptarse a una nueva forma de vida
(emigrantes, jubilados, etcétera).

DIMENSIÓN SOCIAL

Individuo y sociedad
La cultura moldea a los individuos mediante unas pautas obligatorias que deben seguir.
Estas pautas, como ya sabemos, no son inamovibles, aunque la contraposición entre el
patrón impuesto y el cambio que un determinado individuo o grupo de individuos pretende
generar dará lugar a una lucha. Entonces, ¿somos realmente libres si existen unas normas
culturales predeterminadas?
Según Sigmund Freud, fundador del psicoanálisis, todos deseamos ser libres y hacer lo que nos
viene en gana. Sin embargo, sería imposible vivir absolutamente libres y contemporáneamente
en sociedad si no existiera ninguna imposición cultural que frenara nuestras apetencias.
Entre nuestros deseos o Eros (lo primitivo y espontáneo) y la sociedad (cultura o represión) se
establece un antagonismo que obliga a que la sociedad sólo pueda avanzar mediante la
represión de Eros. Por su parte, nuestros deseos se desvían a otro tipo de actividades que
no amenazan la convivencia en sociedad y así creamos la cultura. De esta manera, la
civilización consiste en renunciar a satisfacer todas nuestras necesidades instintivas. A
cambio, podemos reconducir nuestros deseos insatisfechos hacia los medios que la cultura
pone a nuestro alcance, como el cine, la música, los deportes, etcétera.

Dimensión Histórica

La historia se ha entendido como vicisitud, como aquello que le pasa a los


hombres, y frente a lo cual, lo que hay que hacer es contarla. Dice Zubiri que el
hecho que a los hombres le pasen vicisitudes es evidente, lo radical es
preguntarse por qué tienen que pasarle, con lo que el problema de la historia se
retrotrae a la estructura de los hombres. La segunda manera de entender la
historia es como testimonio; se trata de una realidad que se atestigua en
monumentos, obras, libros, etc.
Sin embargo, Zubiri piensa que la mayoría de cosas de la historia humana no están
atestiguadas y no dejan por ello de ser históricas, esto exige repensar la noción de
historia. La tercera manera de entender la historia es como transmisión de sentido, los
hombres, hemos dicho, son una unidad psicoorgánica, a los que se les ha entregado
una manera de estar en la realidad; por lo tanto, todo acto humano tiene dos aspectos, el
ser actos de unas facultades naturales y el sentido que les confiere la opción mediante la
cual nos los hemos apropiado. La historia es transmisión de sentido.
Lo radical piensa Zubiri, no es si los actos tienen sentido, sino la realidad de ese sentido.
Es distinto decir el sentido de la realidad, que la realidad del sentido, y nosotros nos
preguntamos por la realidad del sentido. Finalmente se ha entendido la historia como
entrega de realidad. Hegel creyó que como se trataba de entrega de formas de estar en la
realidad, la historia era producción y destrucción de formas de estar en la realidad.
Ciertamente la historia es entrega de formas de estar en la realidad, pero formas de estar
posiblemente en la realidad. Los hombres interponen entre sus potencias y sus actos
unas posibilidades.
Acerca de tres dimensiones del ser humano. Es necesario distinguir entre potencias y
posibilidades. En todo acto podemos distinguir dos aspectos, aquél por lo que es la
producción de unas potencias, por ejemplo andar, comer, hablar, es a lo que Zubiri llama
hecho; pero podemos distinguir aquello por lo cual es la ejecución de unas posibilidades;
a ello llama suceso, la historia está tejida de sucesos. La cuarta parte de este capítulo
está dedicada al individuo histórico, y la pregunta que vertebra toda esta parte es la de
¿qué aporta la historia al individuo? Esta parte está dividida a su vez en dos partes; la
primera es lo que aporta a la realidad humana, y la segunda lo que aporta al ser humano.
Con respecto a la realidad humana, se han dado una serie de respuestas, desde el punto
de vista de Zubiri, insuficientes. Algunos han pensado que lo que aporta la historia a la
realidad de los individuos es maduración.

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