Menéndez. Problema - de - Definir - Pragmática
Menéndez. Problema - de - Definir - Pragmática
Menéndez. Problema - de - Definir - Pragmática
El problema de definir
Pragmática
ÍNDICE
1. Introducción.
La pragmática es una disciplina de tradición no lingüística, en sentido estricto. No puede negarse, sin
embargo, que en la actualidad ha logrado ampliar gran parte de los horizontes formales oracionales
tradicionales del pensamiento lingüístico contemporáneo.
La pragmática ocupa, por lo tanto, uno de los lugares centrales dentro de la reflexión lingüística de los
últimos veinticinco años y ha provocado, por un lado, una obligada y necesaria reconsideración y refor-
mulación de sus objetos tradicionales de estudio (los del estructuralismo y el generativismo,
respectivamente) y, por el otro, una reconsideración de la metodología con la que se ha venido
trabajando en lingüística desde su inicio contemporáneo en 1916 a partir de la publicación póstuma del
Cours de Linguistique Général de Ferdinand de Saussure.
Una aclaración se impone: es necesario establecer límites precisos, explicar supuestos; recortar, en
definitiva, un objeto de estudio que pueda diferenciarse y definirse claramente y que sea, además,
operativo para llevar a cabo análisis particulares. Con ese fin, debe también postularse una metodología
y una unidad de análisis que permitan abordarlo de manera satisfactoria, proveyendo instrumentos que
lleven a cabo análisis de producciones de lenguaje en forma efectiva y no construir ejemplos idealizados
que permiten verificar lo que una determinada teoría se propone, justamente, por el hecho estar
construidos para dar cuenta de ella.
Enfrentar las producciones efectivas de lenguaje en uso es, sin duda, una de las deudas que la lingüística
tiene con respecto al análisis de su materialidad: el lenguaje.
Es, entonces, prioritario demarcar nuevamente el campo. Esto implica en qué términos vamos a recortar
el objeto de estudio, i.e., el lenguaje; o en términos más precisos, aquellos aspectos que permitan dar
cuenta del uso del lenguaje en contexto; además, cómo vamos a llevar a cabo su análisis para su mejor
comprensión e interpretación.
Definir un objeto de estudio es, por lo tanto, el primer objetivo del presente trabajo. Una misma
materialidad, el lenguaje, no debe desviarnos ni engañarnos. Recortar un objeto de estudio se impone
como un movimiento inicial para llevar a cabo un programa de investigación científica (Lakatos 1970).
Por lo tanto, se procederá de la siguiente manera: en primer lugar, se caracterizará a la lingüística en
tanto disciplina que puede dar cuenta del lenguaje entendido como un fenómeno social y cultural (Sapir
1921, para citar un ejemplo inicial y paradigmático). Esta postura no pretende excluir sino limitar. No
nos ocuparemos de los procesos de comprensión específicamente. Pero, por eso, no entendemos que el
lenguaje sea un todo inabordable sino, por el contrario, un proceso en el que se deslindan momentos
que pueden caracterizarse a partir de tres operaciones que se suponen mutuamente: comprensión,
producción e interpretación.
que involucra factores cognitivo sociales (van Dijk & Kinstch 1983).
No trabajaremos, por lo tanto, ni con la langue ni con la competence; no haremos, en definitiva, una
teoría de la gramática.
Nuestro objeto de estudio es, a grandes rasgos, por el momento, el análisis de producciones de
lenguaje-en-uso-en-un-contexto-determinado, los discursos, a partir del relevamiento de las estrategias
discursivas que los hablantes, en tanto sujetos discursivos, planifican y ejecutan en el marco de una
interacción que, a su vez, conforma una serie discursiva que permite la asignación de una interpretación
determinada.
Por qué postulamos este objeto en estos términos? Por qué se aclara "en un contexto" cuando se
hizo antes referencia a la categoría de "uso"? Justamente porque es necesario ser lo más claro posible en los
supuestos que manejamos para evaluar, de este modo, los logros que obtendremos.
Por eso, interesa precisar los alcances y las particularidades de afirmaciones de este tipo:
- usar el lenguaje es proveer un contexto que le dé sentido;.
- no puede usarse el lenguaje fuera de un contexto determinado;
ya que plantean hipótesis que no logran precisiones efectivas en función de su generalidad y de su vaguedad
en términos no solo de objeto de estudio que supuestamente recortan, sino también de la unidad de análisis
que lo representa y, por consiguiente, de la metodología que esta conlleva para poder ser analizada.
Es evidente que la categoría de uso, en el sentido común del término, supone la categoría de contexto
(más allá de la caracterización que de él se haga). Pero, sin duda, resulta poco operativa en función de un
análisis del discurso. Y aquí acabo de introducir el primer problema que se enfrenta, generalmente, en este
tipo de estudios; problema central de toda teoría y de cualquier teoría lingüística particular: el de la unidad de
análisis.
Construir una teoría x sin tener claramente delimitada su unidad de análisis resulta una empresa
improductiva. De la misma manera, construir una teoría sobre una unidad que no deja de ser la que otras
teorías utilizan.
Pretendemos analizar el lenguaje a partir de un recorte de un nuevo objeto sin pensar que la unidad
utilizada es consecuencia directa de otros recortes de los que justamente es necesario diferenciarse. No nos
adaptamos a ninguna unidad predefinida sino, por el contrario, este nuevo objeto tiene como consecuencia
directa definir la unidad que permite analizarlo y la metodología para llevar a cabo, justamente, ese análisis.
Que la materialidad (el lenguaje) sea común a toda teoría lingüística nada nos dice sobre objetos,
unidades de análisis y metodologías. Debe tenerse presente que no es lo mismo (o no debería serlo, al menos)
trabajar con oraciones, emisiones, enunciados, textos o discursos más allá de los elementos comunes que
puedan encontrarse entre ellos en función de esa materialidad.
Esta aparente paradoja resulta de la oposición entre el carácter social, institucional y abstracto del
sistema y el carácter individual, no sistematizable y concreto del habla. Esto ha llevado a construir un sistema
organizado en niveles estudiables en forma independiente (Bloomfield 1926) o interrelacionados
(Troubetzkoy 1939, Benveniste 1966). Pero el objeto es claro y preciso: la langue, es decir, el sistema de
valores puros que la conforman.
Una proyección de esta dicotomía es retomada por Chomsky (1965) cuando propone la distinción
competence/performance dentro del marco de una propuesta que se inscribe ya no en la descripción estática
del sistema sino en su proceso de adquisición por parte de un hablante-oyente ideal.
Luego, marcaremos la orientación alternativa que considera el lenguaje desde la perspectiva del uso
en un contexto determinado. Partiendo de este punto las caracterizaciones de pragmática pueden comenzar a
postularse.
Debe, empero, aclararse que esta orientación no está conformada solamente de teorías originalmente
pensadas por y para la lingüística ( de ahí la necesidad de la redefinición a la que aludíamos anteriormente)
sino de otras que vienen principalmente (sin carácter de exclusividad) de la filosofía del lenguaje común en la
que el análisis del lenguaje ocupa un lugar central.
La pregunta general que se hacen los filósofos del lenguaje común puede sucintamente plantearse en
los siguientes términos: la lengua, o sea el instrumento que utilizamos para decir "X es un enunciado
verdadero" o "X es un enunciado falso" es capaz de determinar su verdad o falsedad, si antes no sometemos
ese instrumento a las pruebas que permiten verificarlo como capacitado para tal función.
A partir del cuestionamiento de ese instrumento -el lenguaje común- se inicia la discusión que es
central -como veremos luego- para los estudios pragmáticos: la del uso del lenguaje y su relación con el
significado de la unidad adoptada para llevar a cabo análisis concretos de producciones de lenguaje en uso.
Esta orientación, por provenir de la filosofía, lleva a precisar límites y alcances ya que no ha sido
pensada para las disciplinas que nos ocupan: la lingüística, en general, y la pragmática, en particular. La
necesidad de revisar sus presupuestos se impone. También la reformulación y adecuación para dar cuenta de
un objeto de estudio diferente no es su materialidad pero sí en sus objetivos en relación con las teorías
lingüísticas tradicionales.
No se trata de adaptar o extrapolar de uno a otro dominio sino de reformular y analizar los elementos
que sean convenientes para nuestros propósitos. De ahí, la necesidad de revisar, en primer lugar, cómo ha
sido caracterizado el lenguaje en términos lingüísticos tradicionales para luego establecer las relaciones con
las propuestas que, con diferentes características, irán marcando el pasaje del estudio de la forma por la
forma misma, a la forma en función del significado; de la gramática idealizada, al uso concreto en el que ella
efectivamente se verifica.
La vastedad y complejidad del objeto lenguaje lo lleva necesariamente a tratar de marcar límites que
permitan, dentro de lo que se propone, recortar un objeto de la manera más efectiva posible.
En función de esta caracterización de Saussure postula dos zonas de estudio posibles; la de la langue
y la de la parole.
La langue debe tomarse "como norma de todas las otras manifestaciones del lenguaje" (51) ya que
"parece ser lo único susceptible de definición autónoma"(51) porque es "una totalidad en sí y un principio de
clasificación"(51).
El primer paso ha sido dado: el objeto de estudio ha sido precisa y justificadamente fijado:
(...) Se la puede localizar en una porción determinada del circuito donde la imagen acústica
viene a asociarse a un concepto. La lengua es la parte social del lenguaje, exterior al
individuo que por sí solo no puede ni crearla ni modificarla; no existe más que en virtud de
una especie de contrato establecido entre los miembros de la comunidad. (de Saussure 1916
(1981:58)).
El estudio del lenguaje comporta, pues, dos partes, la una esencial, tiene por objeto la lengua,
que es social en su esencia e independiente del individuo; la otra secundaria, tiene por objeto
la parte individual del lenguaje, es decir, el habla, incluida la fonación, y es psicofísica. (de
Saussure 1916 (1981:64)).
Hay que elegir dos caminos que es imposible recorrer a la vez; tienen que ser recorridos por
separado (de Saussure 1916 (1981:65)).
Lo importante es dejar sentado que más allá de las consideraciones que se puedan hacer al respecto
tanto para de Saussure como para "casi" toda la lingüística posterior ( el "casi" pretende encontrar en el punto
siguiente su explicación) su objeto es tan claro (la langue), la unidad que lo conforma es precisa (el signo
lingüístico), su metodología está claramente establecida: el relevamiento de relaciones opositivas que
permiten fijar los valores que se obtienen dentro de los límites del sistema; es decir, el valor de los signos que,
justamente, lo conforman.
Ahora bien, aunque de Saussure no deja de considerar la comunicación como un tópico importante
dentro de su caracterización de langue , este no deja en ningún momento de ser periférico. La propuesta
saussuriana apunta fundamentalmente al establecimiento del sistema en tanto organización formal. No deja
de ser un reconocimiento necesario pero nunca se convierte en una posición que lleve a un análisis posterior.
La comunicación es una condición necesaria para poder fundamentar debidamente su teoría. Nunca es, en
cambio, un punto central dentro de ella. El uso queda, por lo tanto, relegado al habla, a lo que no puede ser
estudiado simultáneamente con la lengua ni sistemáticamente como la lengua.
Pero suele argumentarse a favor de esta posición en relación con el carácter social del sistema. Y se
EL PROBLEMA DE DEFINIR "PRAGMÁTICA/ 6
trata de mostrar la aparente paradoja que se encuentra al oponerla al carácter individual del habla.
Cómo oponer lo individual a lo social? Cómo excluir de lo social, lo individual? Cómo resolver esta
(aparente) contradicción?
En primer lugar, es necesario entender lo que de Saussure considera como "social" y así mostrar que la
paradoja no es tal ya que los términos no se oponen sino que - desde cierto punto de vista, al menos - se
complementan.
(...) La langue est un produit social. O peut se représenter ce produit d'un façon très juste. Si nous
pouvions examiner le dépôt des images verbales dans un individu, conserveés, placeés dans un
certain ordre et classement, nous verrions là le lien social que constitue la langue. Cette partie
sociale est purament mentale, psyquiche (...) Chaque individu a en lui ce produit social qu'est la
langue. Langue es le trésor déposé en prenant ce qui est virtuellement dans notre cerveau d'un
ensemble de individus dans un même communauté, complet dans la masse, plus ou moins complet
en chaque individu (De Mauro 1983 (1972): nro. 64: 426) (Cursivas mías).
Queda claro que la langue como institución social no deja de ser un atributo psíquico y de alto nivel de
abstracción lo que perfectamente entronca con todo su pensamiento.
La lengua, por consiguiente, es un sistema abstracto y mental pero también social. Este aspecto no puede
dejar de considerarse (aunque no sea objeto puntual de estudio) ya que la dependencia (práctica) del habla que la
precede empíricamente, le permite ser su sostén material. Ser mentalista no es ser empirista pero, de ningún modo,
significa negar la evidencia empírica. No hay objeción alguna a esta dependencia que es la que permite afirmar su
posición inicial ya que no hay teoría que pueda construirse sin apelar a la evidencia empírica, más allá del grado de
abstracción en el que se ubique.
No hay, entonces, oposición. Lo que hay es, en muchos casos, interpretaciones que desvían el objeto de
estudio original y logran así explicaciones que no hacen sino confirmar que el objeto en cuestión ya no es el mismo.
Por ejemplo, Di Mauro (1983:426) ve que:
La distinción entre langue y parole tiene un evidente carácter dialéctico: la lengua es el sistema de
los límites (...) dentro de los cuales se colocan y adquieren su identidad funcional (...) las
significaciones y las fonías de los actos de palabra individuales. Este sistema regula el habla, rige
sobre ella, y en esto reside su única razón de ser (...) de tal suerte que pueda decirse que la lengua
vive exclusivamente para regular el habla.
Este es uno de los ejemplos que muestra las desviaciones del objeto de estudio fijado. El propio de
Saussure niega pertinencia al habla y marca exclusivamente su prioridad práctica, en el sentido de evidencia
empírica utilizado anteriormente. Ahora atribuir al sistema una función exclusivamente reguladora del habla
es reducirlo casi a una "gramática normativa"; es, en definitiva, no entender esa regulación en términos de
descripción del sistema de regularidades que se alejan de la norma y se acercan a un concepto gramatical en
términos de adecuación descriptiva y explicativa como lo postula Chomsky (1965). Y suponer que lengua y
habla tienen una "identidad funcional" dentro de una teoría de la acción en la que se inscribirían los "actos de
palabra" individuales que la conforman es ir demasiado lejos ya que no hay evidencia dentro del propio Cours
para poder probarlo.
Esto no quiere negar el carácter social sino limitarlo a un atributo psíquico, atributo del hombre en
tanto especie, si se quiere una explicación coherente con la preocupación implícita por los universales
lingüísticos ya esbozada en el pensamiento de de Saussure y llevada al extremo por Chomsky.
para él [de Saussure] social no significa más que multi-individual sin sugerir
implicaciones más amplias que incluyan a las interacciones sociales.
Por otra parte, lo importante para la lingüística saussureana es dar cuenta de ese carácter sistemático
y no del carácter normativo-legislativo que lleva a pensar en otro objeto ( doble: lengua y habla) y no simple
(lengua) como postula de Saussure.
Los parámetros, además, sobre los que se puede basar esta regulación serían los de un movimiento
dialéctico. Pero para ello, lengua y habla deberían oponerse en un mismo nivel y no simplemente como
exclusiones complementarias, pero con características bien diferenciadas. Una, conforma el sistema; la otra,
no.
Si el objeto de estudio no fuera la lengua, objeto que el propio de Saussure se encarga pacientemente
de recortar y de precisar en sus límites, la interpretación entraría como posibilidad;.
Quien continúa el postulado saussureano de manera coherente es Noam Chomsky (1964:52) quien,
como de Saussure, fija de manera precisa el objeto a estudiar puesto que:
La gramática generativa internalizada por alguien que ha adquirido una lengua define lo que en
términos saussurianos
puede llamarse la
langue (....) De manera
precisa, la descripción
de la competencia
intrínseca dada por la
gramática no debe
confundirse con la
actuación real, como de
Saussure enfatizo con
suma lucidez.
Chomsky precisa alcances y los emparenta,en función de sus similitudes, con los de Saussure.
Claramente distingue la intrinsec competence de la actual performance y enfatiza, como de Saussure, el
hecho de no confundirlas. Tanto para uno como para otro el objeto de la lingüística es dar cuenta de la
langue/competence. La performance, como la parole, queda fuera del objeto de estudio, fuera, en definitiva,
de la lingüística.
Creo que la cita de Chomsky vale por sí misma como una buena respuesta a la postura de Di Mauro y
a los alcances que le atribuye a la dicotomía lengua-habla.
Queda claramente expuesto, entonces, que el lenguaje en tanto objeto de la lingüística debe
equipararse a una teoría de la langue o a una teoría de la competence. Ambas parten y construyen un
sistema; ambas muestran alcances y límites, puntos de inicio y puntos de culminación del pensamiento
estructuralista.
Si algo queremos agregar es que se debe tener presente el hecho de que ambas son teorías de la
gramática (entendida como un principio de clasificación de formas en de Saussure y como un principio de
descripción y explicación de un proceso de adquisición de estructuras formales en Chomsky que no excluye,
de hecho, la anterior), es decir, constructos teóricos pensados para objetos de altos niveles de abstracción.
vista es el que crea el objeto y además nada nos dice de antemano que
una de esas maneras de considerar el hecho en cuestión sea anterior o
superior a las otras (Cours, III,1:49).
Nuevos problemas se presentan a partir de los límites establecidos. Ellos serán el punto de
partida de la pragmática ya que suponen, a pesar de una materialidad común, un objeto de estudio diferente
y, por consiguiente, otra unidad y otra metodología.
No se trata de formular una teoría del habla a partir de una teoría de la langue, ni explicar la
performance en términos de la competence. No se trata de "adaptar" conceptos, unidades, parámetros y
reglas sino, básicamente, establecido un objeto de estudio con la mayor precisión posible, analizarlo de la
manera más exhaustiva con una metodología operativa, en función, justamente, del objeto de estudio
recortado.
Se trata de definir un dominio y con él una nueva caracterización del lenguaje. Se trata de no
olvidar, ni de desechar los logros obtenidos sino de (en la medida de lo posible) utilizarlos una vez que se han
fijado límites y diferencias entre teorías, unidades de análisis y metodologías.
El uso moderno del término pragmática se debe al filósofo Charles Morris, quien
continuando la línea de Locke y principalmente de Peirce bosqueja las características generales de la ciencia
de los signos, i.e. de la semiótica. Por consiguiente, nuestra clasificación partirá de las definiciones
semióticas de pragmática. En segundo lugar, veremos la importancia que tiene el significado y el uso del
significado en dos teorías lingüísticas formales y opuestas: el estructuralismo descriptivista y la gramática
generativo-transformacional. En tercer lugar, daremos cuenta de las definiciones de pragmática por
oposición, es decir, de aquellas propuesta que, más allá del criterio que utilizan, le reconocen un lugar. En
cuarto lugar, veremos las posiciones de Levinson (1983) y Leech (1983) que enfrentan el problema de la
posibilidad de definirla en forma autónoma. En quinto lugar, daremos las definiciones autónomas. Por
último, plantearemos nuestras observaciones y haremos, a partir de ellas, una propuesta al respecto.
Es importante destacar la concepción tríadica del signo, i.e. la semiótica. Los problemas con los que la
pragmática trabaja pueden plantearse a partir de ella. Esto no sucede con la concepción semiológica del
signo. En ella se postulan dualidades que no permiten establecer ningún tipo de relación más allá del sistema.
Un signo o representamen es algo que para alguien representa o se refiere a algo en algún
aspecto o carácter. Se dirige a alguien, esto es, crea en la mente de la persona un signo
equivalente, o tal vez, un signo aún más desarrollado. Esto signo creado es el que yo llamo
interpretante del primer signo. El signo está en lugar de algo, su objeto. Está en lugar de ese
objeto, no en todos los aspectos sino sólo en referencia a una suerte de idea que a veces he
llamado el fundamento del representamen [...] Como consecuencia del hecho de estar cada
representamen relacionado con tres cosas, el fundamento, el objeto y el interpretante, la
ciencia de la semiótica tiene tres ramas. La primera es llamada por Duns Scoto Gramática
especulativa. Nosotros podemos llamarla gramática pura. Tiene por cometido determinar
qué es lo que debe ser cierto del representamen usado por toda inteligencia científica para
que se pueda encarnar algún significado. La segunda rama es la lógica propiamente dicha
[....] es la ciencia formal de las condiciones de verdad de las representaciones. La tercera es la
retórica pura [...]. Su cometido consiste en determinar las leyes mediante las cuales, en
cualquier inteligencia científica, un signo da nacimiento a otro signo y, especialmente, un
pensamiento a otro pensamiento."
Peirce propone, entonces, un signo de tres vértices y focaliza un objeto de estudio de acuerdo con el vértice que se
decida privilegiar.
OBJETO
FUNDAMENTO
! INTERPRETANTE
en el que se marcan tres campos de estudio bien definidos relacionados con cada uno de ellos de esta
manera:
LÓGICA
GRAMÁTICA PURA
! RETÓRICA
- OBJETO ! LÓGICA
- FUNDAMENTO ! GRAMÁTICA PURA
- INTERPRETANTE ! RETÓRICA
La lógica se centra, por lo tanto, en las relaciones referenciales, es decir, en las relaciones semánticas
El problema de definir "Pragmática/ 11
La gramática pura, en las relaciones que permiten establecer esas relaciones semánticas, es decir, las
relaciones sintácticas que permiten dar cuenta, justamente de una semántica.
La retórica se liga con las relaciones que permiten a partir de un signo dar nacimiento a otro. Las
relaciones pragmáticas, en definitiva, dependerán de esta posibilidad.
Vemos claramente que los tres vértices permiten establecer relaciones entre lo que luego se
denominará sintaxis, semántica y pragmática (cf. 1.2.1.2. Morris).
Esta tripartición encuentra en las disciplinas con las que se las asocia su principio de explicación.
Al fundamento se lo asocia con la gramática pura, es decir, aquel aspecto que fija las condiciones
de relación del signo. La sintaxis es esa gramática, es la que permite establecer relaciones entre las formas.
Al objeto se lo asocia con la lógica, es decir, aquel aspecto que fija las relaciones del signo con su
referente en términos de condiciones de verdad. Constituye una semántica.
Al interpretante se lo asocia con la retórica, es decir, aquel aspecto que fija las relaciones del signo
con su posibilidad de ser interpretado, es decir, usado con un sentido determinado. Es particularmente
importante esta última asociación ya que, desde los inicios, la pragmática (en términos rudimentarios, al
menos) está claramente asociada con la retórica en términos de interpretación. La retórica supone la
persuasión y esta, a su vez, la interpretación. Ambas suponen un uso particular de la lengua en una situación
determinada. Aparece, en definitiva, la pragmática como una nueva retórica que se centra en la asignación de
sentidos particulares, es decir, contextualmente dependientes.
Se ve claramente cómo en la concepción de signo de Peirce no sólo están presentes con claridad las
tres dimensiones de la semiosis sino cómo están claramente caracterizadas.
Si bien, puede afirmarse, que esta concepción no es nueva (cf. los estoicos) es Peirce quien la
reformula y permite modernamente dar comienzo a un nuevo campo de estudio.
Pero Peirce trabaja con un alto grado de abstracción y su preocupación es llevar a cabo, sobre todo,
una sólida fundamentación de esta nueva disciplina, la semiótica.
Serán sus discípulos los que se encargarán de la puesta en práctica (y reformulación cuando lo crean
conveniente) de sus postulados.
Ogden y Richards serán los primeros (1984 (1922):36) que proponen la siguiente reformulación:
PENSAMIENTO
!
SíMBOLO R EFERENTE
El problema de definir "Pragmática/ 12
La relación entre el símbolo y el pensamiento es una relación de tipo causal, esa simbolización marca
lo que denominan "correcto"; la del pensamiento y el referente es una relación "adecuada" y refiere a otras
relaciones causales; la del símbolo y el referente representa una relación atribuida y la denominan
"verdadera".
Las dos primeras (representadas por líneas enteras) no están mediadas, establecen una relación
directa. La última lo está, la relación es por lo tanto indirecta (representada por la línea punteada en el
gráfico).
Nótese que si bien los vértices no pueden darse en una relación uno a uno con los propuestos por
Pierce, sí hay una reformulación válida y fundante para los estudios pragmáticos en particular.
Es importante destacar en esta descripción, la parte que le corresponde al "referente" y sus relaciones
(mediadas o no) con el "símbolo" y con el "pensamiento" ya que ahí está el origen de toda la pragmática en su
concepción moderna. Podría ser caracterizada como una teoría del referente en la se incluirían sus tópicos
centrales: uso comunicativo y contexto.
Por otra parte, más allá de los límites que se imponen a esta supuesta teoría de la referencialidad,
pueden establecerse relaciones importantes entre la caracterización de Pierce y la de Ogden y Richards. Su
interés reside en la influencia que tiene para la constitución de las teorías pragmáticas, de alcance lingüístico,
posteriores.
Morris parte de la concepción triádica del signo y, a partir de las relaciones entre sus partes establece
tres campos de estudio: sintaxis, semántica y pragmática.
Morris será el primero en mostrar esa importancia. Se encargará de deslindar y precisar los
conceptos. Enmarcado en la tradición pierciana (pero, como veremos luego, también en la conductista)
delimita tres campos de estudio dentro de la semiótica para poder dar cuenta del proceso de la semiosis. Ellos
son: la sintaxis que estudia la relación formal de los signos unos con otros, la semántica, que estudia los
signos con respecto a lo que ellos son aplicables y la pragmática que estudia la relación de los signos con los
intérpretes.
Delimitados los tres campos de estudio nos centraremos en sus consideraciones sobre la pragmática.
Comienza haciendo una precisión terminológica:
[...] pragmática como término semiótico estricto requiere su propia formulación [....] ha de
diferenciarse entonces del "pragmatismo" así como el adjetivo "pragmático" debe
diferenciarse del "pragmatista" (Morris 1975 (1938):67)
la pragmática pura se ocupa de intentar desarrollar un lenguaje en el que pueda hablarse de la dimensión
pragmática de la semiosis; la pragmática descriptiva se interesa por la aplicación de este lenguaje a casos
específicos. (67)
Dentro de la "pragmática descriptiva" va a encargarse de precisar su alcance al introducir las "reglas pragmáticas"
[pragmatics rules] que expresan:
las condiciones (en los intérpretes) bajo las que un vehículo sígnico es un signo (75).
Aclara que expresiones del tipo "Oh" o "Ah" o "Buenos días" o las órdenes como "Ven aquí" y expresiones
como "afortunadamente" se dan bajo condiciones determinadas por los usuarios.
El problema de definir "Pragmática/ 13
Es importante ver cómo Morris delimita claramente la pragmática; delimitación que opera por exclusión con respecto de lo
as otras dos dimensiones de la semiosis no pueden dar cuenta:
La expresión de las condiciones en la que se usan los términos, en la medida en que no pueden
formularse en términos de reglas sintácticas o semánticas constituye lo que denominaremos reglas
pragmáticas para los términos en cuestión (75)
La pragmática así caracterizada pone de manifiesto los límites de la semántica y de la sintaxis y, por
consiguiente, de lo que ellas no pueden dar cuenta. Su caracterización se lleva a cabo por oposición, es decir, utlizando un claro
procedimiento estructuralista pero postulando otros límites para el sistema. Es importante señalar la inscripción de Morris en la
tradición semiótica ( el signo triádico con la inclusión del referente de doble alcance: semántico ( ligado a las condiciones de
verdad ) y pragmático (ligado a las condiciones de uso) y no semiológica (el signo dual en el que la masa significativa es
segmentada por la por la masa sonora: significado y significante).
Es, sin embargo, importante tomar como punto de partida la tradición peirceana puesto que la pragmática ocupa en
ella un lugar bien definido.
Incorporada como parte constitutiva dentro del proyecto semiótico general ocupa el lugar que da cuenta del uso y de
la interpretación. Dos términos claves, veremos luego, que atravesarán todo estudio que tenga una filiación pragmática ( más allá
de reconocer o no este punto de partida) y que suponen el de contexto.
No hay en el proyecto de Morris una preocupación específica por el análisis concreto del "uso" del lenguaje. Hay una
clara delimitación de campos de estudio y una propuesta teórica de cómo operar a partir del recorte que cada uno de ellos
representa.
Es, sin embargo, importante hacer notar que su postura tiene impresa una marca conductista
evidente. Ella impera en el pensamiento norteamericano de, al menos, la primera mitad del siglo XX. La
llegada del generativismo atenuará notablemente su alcance. Dice concretamente:
Hay, por cierto, un conductismo "moderado" pero que no puede deslindarse de la concepción de
lenguaje que necesariamente conlleva. Es importante aclarar que el lenguaje, dentro de esta perspectiva, es un
concepto general que no solo se aplica al lenguaje verbal sino a todo sistema sígnico, considerado como
código.
El alcance del término comienza a encasillarse cada vez más. Dentro del positivismo lógico,
Carnap muestra sus límites precisos. Continuador de la tricotomía morriseana ubica y caracteriza la
pragmática de la siguiente manera:
Nótese la precisión con respecto a los anteriores. Carnap pone en primer plano al hablante
entendido en términos de usuario de la lengua. Lengua, uso y hablante van caracterizando los límites de la
El problema de definir "Pragmática/ 14
Esta restricción del alcance se hace notoria en el desarrollo histórico posterior de la disciplina. La
lingüística norteamericana pre-generativa es, tal vez, el ejemplo más ilustrativo.
No es casual que la fonología y la morfología y luego la sintaxis ( los tradicionales niveles del
análisis estructural, retomados y jerarquizados de manera diferente por el generativismo) encuentren en los
primeros sesenta años de este siglo su apogeo.
Es importante también considerar que tanto estructuralistas como generativistas plantean sus
teorías del lenguaje en términos de sistemas de reglas y principios básicamente, es decir, en términos de
teorías gramaticales formales oracionales en las que expresamente el significado ( más allá de su naturaleza)
queda desplazado, es decir, relegado a un lugar secundario.
Es ilustrativo al respecto el siguiente cotejo de citas que dan un panorama claro al respecto.
[....] en todos los estudios sobre el lenguaje, debemos comenzar por las formas y
no por los significados.
Para definir el significado de cualquier palabra para un hablante particular, sería necesario
analizar la situación en la que la escuchado y usado con el fin de aislar el rasgo común que
lo caracteriza; obviamente, esta tarea es imposible. En la práctica, nos contentamos con
definiciones aproximadas contrastando algunas situaciones típicas en las que la palabra
ocurre con otras en las que está ausente. Aún una definición de esta clase va más allá del
alcance del método lingüístico [....] que solamente trabaja con los símbolos lingüísticos en
sí mismos.( 1942:2).
Y agregan:
[...] todas las clasificaciones deben estar basadas solamente en la FORMA (68).
Posición que puede sostener, mediatizada, hasta hoy. Afirma en Forma y sentido de las lenguas
naturales:
Hasta ahora el estudio del lenguaje ha progresado sobre las bases de una cierta abstracción.
Básicamente, abstracciones que se alejan de las condiciones del uso del lenguaje y que
trabajan con estructuras formales y operaciones formales que las relacionan. Entre estas
estructuras formales están las de la sintaxis, que comprenden principalmente estructuras
profundas y superficiales, y también están las representaciones fonéticas y semánticas, a las
que consideramos como ciertos objetos formales relacionados con las estructuras sintácticas
mediante ciertas operaciones muy bien definidas. [...] pero hay que comprender que [este
proceso de abstracciones] expresa una hipótesis sobre la naturaleza del entendimiento [...]
que nos permite emprender el estudio del conocimiento de una lengua, - lo que se ha
llamado competencia lingüística - haciendo abstracción de los problemas planteados por
cómo se usa lenguaje. Esta hipótesis está justificada sobre el éxito que se obtiene al
adoptarla [...] Pero tenemos que tener en cuenta que, en parte por lo menos, está
aproximación al lenguaje nos ha sido impuesta por el hecho de que nos faltan los conceptos
para estudiar el uso del lenguaje. Nos vemos reducidos a perogrulladas o a observaciones
que, a pesar de que sean interesantes, no nos permiten un estudio sistemático mediante los
instrumentos intelectuales de los que hoy en día podríamos disponer. [...] (Chomsky 1972
(1986:188-189).
La competencia gramatical determina la manera en que usamos el lenguaje. Desde su punto de vista la
oposición forma/significado versus uso no es problemática. Sostiene que:
Será la reacción de los semánticos generativos, a fines de la década del sesenta los que pondrán en el centro de
atención el problema del significado al postular la estructura semántica como generativa y no la sintáctica. Esto obliga a una
separación tajante de la posición en la que se orginan. A partir de ellos, la reflexión sobre el significado tiene carácter de tópico
central. En consecuencia, dentro de estos límites, pragmática hará su aparición en la lingüística, de maneras diversas y con
consideraciones disímiles.
La reacción contra la sintaxis autónoma de Chomsky es uno de los caminos para comenzar a plantearse el problema
del significado . Y con este planteo, necesariamente aparecen los problemas del uso y del contexto. Artículos como el de Ross
El problema de definir "Pragmática/ 16
(1967), que incorpora la categoría de verbo realizativo tomada de la teoría de actos de habla (Austin 1962), y el de Gordon y
Lakoff (1971), que hacen lo propio con el Principio Cooperativo y las máximas conversacionales de Grice (1968), son dos ejemplos
claros de esta paulatina inclusión de problemas pragmáticos dentro del marco general de la semántica generativa.
Además, la sistematización de la teoría de actos de habla (Austin 1962) propuesta por Searle (1969), colabora en esta
preocupación, cada vez más evidente por un tipo particular de significado, que no es sobre el que se habían centrado las teorías
semántico-filosóficas (Simpson 1973). Me refiero al significado que tiene como particularidad el hecho de centrarse en el hablante
y en la dependencia contextual para poder ser comprendido e interpretado en el marco de una interacción.
Y, entonces, la pragmática hace su aparición. Se la restringe a los principios del uso del lenguaje en los que queda
fuera de su alcance la descripción de la estructura lingüística y, en consecuencia, del significado proposicional que esta conlleva.
Fundamentalmente esta posición puede resumirse diciendo que la pragmática debe ocuparse de la performance,es decir, debe
postularse como una teoría de la actuación.
[Las gramáticas] son teorías acerca de la estructura de los tipos de oraciones [...] En contraste, las teorías
pragmáticas no hacen nada por explicar la estructura de las construcciones lingüísticas o las propiedas
gramaticales y sus relaciones [...] Explican el razonamiento que los hablantes y oyentes llevan a cabo para poner
en correlación en un contexto determinado la emisión de una oración con su contenido proposicional. En este
sentido, una teoría pragmática es parte de la actuación. (1977:19).
Postula el criterio de la carta anónima para delimitar sus alcances en estos términos:
Aceptar esta posición presenta diversos problemas. El primero es que los aspectos de la
estructura lingüística a veces abarcan o, directamente, interactúan con elementos contextuales. Esta
interacción hace imposible señalar límites precisos entre las gramáticas-contextualmente-dependientes y las
gramáticas-contextualmente-independientes. El segundo, y tal vez más importante, es que supone una
aceptación de la dicotomía competence/performance, utilizada en función del recorte de un objeto de
estudio determinado con características particulares. Aceptar esta distinción es aceptar la organización del
lenguaje que Chomsky y sus seguidores (Katz, entre ellos) sostienen que lleva implícita el reconocimiento de
que no hay una competencia lingüística que incluya los aspectos del uso en relación con la estructura
gramatical oracional.
Es de fundamental importancia señalar que esta aceptación sería convalidar una posición que
sitúa a la sintaxis como el objeto central del análisis lingüístico y que deja a un lado a la performance como
objeto de estudio extra-lingüístico.
La valoración de Katz es dejar dentro del espectro de la pragmática aquello de lo que no se ocupa
la semántica. Criterio de base estructural que supone un lengua organizada por niveles o componentes que se
superponen a partir de su propio sistema de exclusiones.
El problema de definir "Pragmática/ 17
Dentro de esta posición encontramos también a Gazdar (1979:2) que afirma que:
La pragmática tiene como su tema aquellos aspectos del significado de las emisiones de los que
no puede darse cuenta refiriendose directamente a las condiciones de verdad de las emisiones
producidas. Puesto de manera cruda: PRAGMÁTICA = SIGNIFICADO - CONDICIONES DE
VERDAD.
Las teorías pragmáticas sostendrán el significado no natural o intencional (Grice 1957, 1980)
como uno de sus pilares. Este significado da cuenta justamente de lo que una teoría semántica no puede dar,
i.e. de las condiciones de adecuación de una determinada emisión en función de un reconocimiento mutuo (
por parte de hablante y oyente) de la intención comunicativa que es, finalmente, la que permite que el
intercambio conversacional se lleve a cabo. Si la intención no se comparte y , por consiguiente, no se lleva a
cabo un proceso de reconocimiento de ese compartir, la comunicación simplemente no se produce.
Levinson (1983) y Leech (1983) enfrentan también el problema de la definición y si bien sus
observaciones parecen diferir en la manera de encararla, finalmente ambos optan por soluciones similares.
1.2.3.2.1. Levinson
Levinson da una serie de definiciones que permiten ir describiendo los distintos tópicos de los
que una teoría pragmática debe dar cuenta. Comienza diciendo:
El problema de definir "Pragmática/ 18
Por otra parte, es discutible que todos los aspectos que cubren el estudio de la presuposición y
los actos de habla estén efectivamente codificados o gramaticalizados en la estructura de la lengua. Valen
como ejemplos los casos de presupuestos pragmáticos ( ligados directamente a las inferencias pragmáticas
dependientes del contexto) o las fuerzas ilocucionarias que dependen de las actitudes de los hablantes en
situaciones específicas y no están restringidas por reglas gramaticales en un sentido estricto.
Levinson no parece advertir estos últimos aspectos aunque sí los primeros ya que propone a
continuación una segunda definición que los abarcaría. Dice, entonces:
La pragmática es el estudio de aquellos aspectos del significado que no entran dentro de una
teoría semántica.. [12]
Pero también advierte los problemas que trae no considerar los procesos de adquisición dentro
de los que el uso, sin duda, debe ocupar un lugar importante. Es aquí donde las dependencias contexto-
cognitivas son más fuertes. Por eso afirma:
La pragmática es el estudio de las relaciones entre el lenguaje y el contexto que son básicas
para dar cuenta de la comprensión del lenguaje.. [21]
definición en la que todas las consideraciones acerca de la competencia comunicativa (Hymes 1972) son
pertinentes. Fundamentalmente, y desde este ángulo, la pragmática deberá proveer las condiciones de
adecuación de los enunciados en relación con sus contextos de aparición lo que supone, necesariamente, un
conocimiento socio-cultural que los participantes deben compartir para poder asignar determinado tipo de
interpretaciones. Dos conceptos claves para la pragmática como competencia comunicativa y adecuación
encuentran aquí su lugar.
Finalmente, opta por una definición descriptiva que engloba a las anteriores:
La pragmática es el estudio de la deixis (al menos en parte), la implicatura, la presuposición,
los actos de habla y diversos aspectos de la estructura discursiva.. [27]
Es, sin embargo, importante hacer notar que no toma una posición explícita a favor de
considerarla diferente de los niveles tradicionales del análisis estructural o de los componentes fijados dentro
del marco generativo. Hay, sin duda, una clara conciencia de los limites y de las limitaciones que impone
El problema de definir "Pragmática/ 19
adoptar una postura radical con respecto a la pragmática, pero finalmente su posición no deja de
considerarla en relación al principio de exclusión tradicional de la metodología estructural.
La pragmática, finalmente, es lo que los otros niveles no son. Trabaja los aspectos de los que ellos
no pueden dar cuenta. Desde este punto de vista, Levinson se inscribe en la tradición y la caracteriza por
oposición y dentro de esa oposición debe ubicarse su campo de estudio.
Si bien el rastreo que hace es exhaustivo, su posición es tradicional. Los problemas pragmáticos
deben explicarse a partir de la imposibilidad de explicación que proveen los otros "niveles" o "componentes"
del sistema. Lo que es importante es que, dentro de esta posición, se inscribe la pragmática en el sistema y lo
que se hace no es sino extender un criterio pensado para un determinado objeto a otro, sin mayor
justificación, salvo la imposibilidad de explicación de los fenómenos que este nivel trata.
La posición de Levinson es, en este aspecto, al menos, dubitativa. Si bien por momentos parece
reconocer la pertinencia de la pragmática como campo de estudio independiente, finalmente su posición lo
lleva a ubicarla dentro de aquellos aspectos sistemáticos del lenguaje, entendiendo este concepto como
niveles o componentes.
Esto implica que se sigue pensando al lenguaje en términos de oposiciones y que la pragmática
"sistematizaría algunos aspectos del habla saussuriana" por extensión de criterio. Resulta, sin duda, una
respuesta débil para una caracterización rigurosa.
Sin duda, Levinson luego de sopesar los pros y los contras de una serie de definiciones posibles
opta por la que es la más descriptiva y generalizadora. La pragmática es el estudio del lenguaje en contexto
en el que pueden relevarse fenómenos tales como la deixis, los actos de habla, las implicaturas, la
presuposición y la estructura de la conversación. Encuentra que los límites entre semántica y pragmática
quedan claramente delimitados pero reconoce que no es así entre la pragmática y la sociolingüística. Admite
que "trazar un límite entre la sociolingüística y la pragmática is una empresa execesivamente dificultosa"
(1983: 29). No aclara a qué tipo de sociolingüística se refiere: si a una variacionista cuantitativa (Labov 1972)
o a una funcionalista textual (Halliday & Hasan 1976).
1.2.3.2.2. Leech
Leech, de manera similar, postula para su definición una distinción entre pragmática general y
socio-pragmática.
La primera, en un alto nivel de abstracción, es vista como el estudio de las condiciones generales
del uso comunicativo del lenguaje. La segunda trabaja con condiciones locales, más específicas del uso del
lenguaje en diferentes culturas o comunidades lingüísticas, en distintas situaciones sociales, entre diferentes
clases sociales.
Leech ve a la pragmática como una forma actual de la retórica en los siguientes términos:
Hay que aclarar que este enfoque retórico ya había sido señalado por Morris al afirmar que la
retórica es una forma restringida de pragmática. Decía Morris:
Históricamente, la retórica puede ser considerada como una temprana y restringida forma
de pragmática (1975 (1935): 30)
El problema de definir "Pragmática/ 20
Es, sin embargo, importante destacar que tanto Leech como Levinson tienen una visión
componencial de la pragmática. Visión que no los aleja del estructuralismo ni del generativismo en su
concepción del lenguaje. Las restricciones siguen operando de la misma forma que en las dos teorías
anteriormente mencionadas y actúan en consecuencia. De hecho, ambos trabajan con una base netamente
estructural y sobre ella establecen las distinciones que consideran pertinentes. Esto los lleva a considerar la
pragmática un nivel o componente (a los efectos de la discusión actual la homologación terminológica es
válida) más como lo es la fonología, la morfología, la sintaxis y la semántica.
Leech presenta tres esquemas que claramente definen su posición y, por extensión, la de
Levinson. Los reproducimos a continuación:
a) Semanticismo
Semántica
Pragmática
b) Complementarismo
Semántica
-----------------------------------------------
Pragmática
c) Pragmaticismo
Semantica
Pragmática
Estas tres posiciones marcan tres diferentes enfoques de cómo considerar a la pragmática.
La primera de ellas, la posición semanticista (Semanticism) marca un claro predominio de la semántica sobre la
pragmática. La pragmática, desde este punto de vista, sería una parte de la semántica; se ocuparía de aquellas cuestiones de las
que una teoría semántica no puede dar cuenta. Vale aquí la metáfora de Lakoff (1972:655):
posición de complemento sin marcar jerarquizaciones sobre ellas, desestimando el predominio de una sobre otra pero dejando
claro que ambas trabajan sobre dimensiones del significado que, si bien reconocen su propia especificidad, no dejan por eso de
estar relacionadas. Es importante señalar el hecho de que esta posición evita la jerarquización y logra así ir más allá de las
posturas tradicionales.
Tanto Leech como Levinson adhieren a esta tercera posición que no dista, en definitiva, de ser una visión
estructuralista de los problemas que plantea la pragmática dentro del análisis lingüístico. La lengua, en esta extensión que ellos
proponen, sería el último nivel que necesariamente incluiría a los anteriores a partir del sistema de exclusiones característico del
pensamiento estructural.
Esta posición tiene dos riesgos evidentes: el primero, pensar con categorías ( más allá de las
extensiones que puedan postularse) de la langue, problemas del lenguaje en uso, lo que, de ningún modo
implica decir, problemas de la parole (ya que reconocer esto supone aceptar esta dicotomía con sus
implicancias); el segundo, llevar a acabo un reduccionismo descriptivista que no explica ni interpreta el
fenómeno del uso del lenguaje en contexto sino que busca, aparentemente, un rigor de inventario que reduce
la complejidad de los problemas y, por ende, sus posibilidades de resolución.
Una posición que contempla este problema y da una respuesta parcial a las objeciones
postuladas es la de Verschueren (1987, 1995). Señala el problema con precisión y propone la siguiente
definición:
lingüística antropológica
.
.
sociolinguística
.
El problema de definir "Pragmática/ 22
.
---------------------------------------------------
fonología morfología sintaxis semantica
---------------------------------------------------
.
.
psicolingüística
.
neurolinguística
.
.
Esta posición reviste antecedentes. Haberland y May sostenían en la introducción editorial del
Journal of Pragmatics (1977:5):
La pragmática lingüística[....] puede decirse que caracteriza una nueva manera de mirar a
los objetos lingüísticos más que a fijar una clara frontera con otras disciplinas (Cursivas
mías)
naturalmente no pertenecen.
.... una perspectiva funcional sobre cualquier aspecto del lenguaje, i.e. como un enfoque
sobre el lenguaje que tome en consideración la total complejidad de su funcionamiento
cognitivo, social y cultural (i.e. significativo) para las vidas de los seres humanos.
(Verschueren 1995: 14)
La visión de la pragmática como una perspectiva funcional sobre el lenguaje y sobre el uso del
lenguaje lleva a preguntar: qué es lo que hace el lenguaje para los seres humanos o , qué es lo que los seres
humanos hacen por ellos mismos por medio del uso del lenguaje? A partir de esta pregunta se desprende
una concepción de comunicación por medio del lenguaje que supone el hecho de llevar a cabo constatemente
opciones que ofrece, justamente, la lengua. Para comprender esta elección de opciones se establecen tres
nociones jerárquicamente relacionadas.
Segundo, la negociabilidad (negotiability). Esta noción implica que las elecciones no se llevan a
cabo mecánicamente o de acuerdo con ciertas reglas o relaciones formales-funcionales fijas, sino sobre la
base de principios y estrategias generales y flexibles. La negociabilidad implica también la indeterminación
en cuanto a las opciones elegidas; elegir una opción no implica necesariamente excluir las alternativas de
interpretación posibles. Los hablantes simplemente operan bajo las restricciones de llevar a cabo una opción
más allá de que esta corresponda exactamente a sus necesidades.
Tercero, la adaptabilidad (adaptability). Es la propiedad del lenguaje que permite a los seres
humanos negociar opciones a partir de un amplio espectro de posibilidades de tal modo que pueden
satisfacer sus necesidades comunicativas básicas. En este contexto, básica no significa general; esto
implica que las necesidades comunicativas siempre se producen en un contexto determinado y son altamente
específicas.
Estas tres nociones son básicamente inseparables y representan propiedades del funcionamiento
del lenguaje y condiciones de posibilidad para la investigación pragmática. (Verschueren 1995:14-15).
1.2.3.3.2. May
Quien llevará al extremo esta postura será Jacob May (1993). No solo planteará que la
pragmática no es ni un nivel ni un componente sino que inscribirá la perspectiva postulada por Verschueren
en términos de nuevo paradigma o programa de investigación.
Sin entrar en polémicas espistemológicas, se puede afirmar que la pragmática se postula como
un programa en los términos de Lakatos (1970) ya que ha variado el núcleo central de la lingüística formal.
Plantear el uso del lenguaje en contexto a partir de cómo lo llevan a cabo los usuarios en situaciones
concretas supone un cambio radical de perspectiva que obliga a enfrentar el fenómeno lingüístico de otra
manera (discurtiremos más adelante, hasta qué punto este fenómeno es lingüístico en sentido estricto).
Afirma:
sostenemos al principio de este capítulo - aceptar el pensamiento dicotómico implica ya una toma de
posición con respecto al análisis del lenguaje que se efectuará. Es decir, aceptar las dicotomías es emprender
una tarea que desde el inicio está negada. Es ir en contra de un objeto de estudio y tratar de demostrar que el
"resto" es también sistematizable, la mayoría de las veces, en los propios términos del objeto de estudio
originalmente postulado. De ahí que sean pertinentes las consideraciones de Mey acerca de postular una
definición de pragmática. Dice:
Es importante este "punto de vista del usuario" ya que será a partir de él que la pragmática podrá
constituirse como disciplina independiente de la gramática ,pero relacionada con ella en los inmurables
puntos en que pueden confluir. Sin embargo, el objeto es otro y , por ende, se debe hacer un uso instrumental
del elemento gramatical en función de esta perspectiva pragmática que es la del usuario. Y no hay usuario sin
interacción, ni interacción sin contexto. Por eso, centrar el punto de vista en el usuario nos parece acertado
ya que en él están implicadas las otras categorías básicas para poder plantear una definición autónoma de
pragmática: interacción y contexto
La pragmática es el estudio de las condiciones de los usos del lenguaje humano tal como
están determinados por el contexto de la sociedad. (Mey 1993:42)
Y distinguirá dos tipos de contexto: uno institucional (societal) determinado por las instituciones
sociales y otro social (social) determinado por la interacción en la que el usuario participa.
La posición de May es, tal vez, la más clara y precisa con respecto a la necesidad de
"independizar" a la pragmática del dominio de la gramática y postular sus propios principios de análisis.
ii) la pragmática en función de su ubicación dentro de una teoría general del lenguaje como
nivel, componente o perspectiva.
i) Hay acuerdo en considerar al lenguaje en contexto como objeto de estudio de la pragmática. El problema
surge en la posición que se adopta con respecto al lenguaje.
Afirmar que la pragmática es hacer una teoría de la parole o la performance es ignorar el alcance
del recorte original del que parten las duplas anteriormente mencionadas. Más aún, pretender sistematizar lo
que en términos de de Saussure es una especificidad que él no piensa como tal es similar a pretender que los
El problema de definir "Pragmática/ 25
Es fundamental, creo, mantenerse dentro de los límites que fija el propio objeto de estudio
delimitado a priori. Tanto de Saussure como Chomsky nunca dejan de remarcar esa posición. Su conciencia
de los límites es constante en función de la coherencia de las teorías que elaboran.
Por esta razón, creer que la pragmática puede ser una teoría de la parole o de la performance es,
ante todo, aceptar que el lenguaje debe necesariamente organizarse a partir de esa dicotomía que postula un
recorte preciso ( más allá de lo efectivo que pueda ser para dar cuenta del problema que plantea). Aceptar esa
dicotomía es aceptar que seguimos dentro del paradigma formal en el que los problemas y las categorías que
la pragmática postula no podrán nunca resolverse . Por qué? La razón es simples : porque no están
pensados como partes constitutivas de ese objeto.
Si la lengua es fundamentalmente formas que hay que clasificar o que deben explicar los
procesos de adquisición, el uso comunicativo del lenguaje, la intencionalidad de los participantes de la
situación comunicativa, las estrategias que ellos utilizan para lograr sus objetivos y el contexto que en esa
situación se crea para poder así asignarle una interpretación determinada, no forman parte, simplemente, de
lo que se pretende estudiar.
No se puede pensar el problema del uso del lenguaje en contexto sin tener claro que los estudios
lingüísticos tradicionales no han tomado, en general, la comunicación en contexto como central. Y aclaramos
que entendemos comunicación en contexto a partir del hecho de que los hablantes comparten
intencionalidades parcialmente, constituyendo el contexto que les permite interactuar con el fin (posible) de
llevar a cabo una comunicación efectiva.
Para citar una postura clásica, Jakobson (1960) centraliza en la función referencial todos los
problemas relativos al contexto. Si bien el objetivo de Jakobson dista de dar cuenta del contexto, queda claro
para él que no deja de ser una instancia necesaria, pero limitada a la relación referencial que se establece
entre los signos y sus referentes extrasígnicos.
Esta relación, central para los estudios semánticos, es secundaria para los pragmáticos ya que se
basa en el supuesto de que la referencialidad se agota en la denotación. Esto no puede sostenerse a partir de
los aportes de teorías pragmáticas que han colocado en primer lugar, entre otros, problemas como el de la
intencionalidad y la acción comunicativa. La teoría de actos de habla y la de la relevancia son dos ejemplos
concretos de los alcances logrados al respecto.
Hay, creo, en muchos casos, una confusión entre materialidad y objeto. Más allá de que la
materialidad sea la misma, lejos está de serlo el tratamiento al que la sometamos de acuerdo con lo que
pretendemos dar cuenta a partir del recorte que llevamos a cabo sobre ella.
Al comienzo, fue el habla afirma Sechehaye (1940: 9) comentando a de Saussure; nadie lo
niega. Pero ese comienzo es una evidencia empírica que es el punto de partida para la construcción del
sistema cuyas características se fijan apriorísticamente con los grados de abstracción que una operación de
estas características supone. Si hay un principio que los estructuralistas descriptivistas sostenían era no
mezclar los niveles de análisis. Con las dicotomías - desde otra perspectiva - pasa algo similar. Ir mas allá de
sus límites es disminuir notablemente la efectividad que postulan ya que esa extensión lleva necesariamente
a desvirtuar el recorte originalmente propuesto y provoca una pérdida de efectividad en la manera de operar
con ellas.
Sin estos tres elementos, un análisis pragmático se torna dificultoso a menos que aceptemos la
reformulación de un objeto de estudio previamente establecido (como lo hacen, por ejemplo, Leech y
El problema de definir "Pragmática/ 26
Levinson).
Estos tres elementos tienen una relación intrínseca con otro de los supuestos que las teorías
pragmáticas manejan y que será de tratamiento central en el presente trabajo: me refiero al contexto. Por
ser algo que se da por sentado o que carace de definición autónoma es particularmente problemático ya que
no es necesario - parecería - precisarlo, tal vez por la supuesta obviedad que representa. Sobre la precisión
de esta aparente obviedad estará centrado el presente trabajo.
ii) No hay acuerdo, como hemos visto, en considerar a la pragmática de manera unívoca. Nivel, componente
o perspectiva aún no logra ser caracterizada de manera unilateral. Cada teoría necesita incorporarla, pero lo
hace dentro de sus límites que, como se ha dicho, no están pensados en función de las particularidades que la
constitución de una teoría pragmática debería presentar.
Aceptar la segunda de las posturas, i.e. la versión perspectivística, supone fijar alcances, definir
categorías básicas y determinar límites en términos de operatividad que permitan, justamente, fundar un
objeto específico de estudio y no caer en vaguedades, imprecisiones o repeticiones de modelos anteriores con
nuevas nomenclaturas.
No se trata simplemente de que una oración determinada podría ser emitida en un contexto
supuestamente posible y,en función de esas variables, podría analizarse de una determinada manera y
obtener así una intrepretación posible.
Se trata, centralmente, de dar cuenta del uso del lenguaje en contexto a partir de cómo los
hablantes producen discursos. El análisis de esos discursos se debe llevar a cabo en términos de las
estrategias que el analista releva para dar cuenta de ellos. Este será el modo en que, de manera efectiva, el
análisis propuesto podrá permitir describir la producción discursiva, explicar cómo funcionan las partes que
la componen y finalmente llevar a cabo su interpretación.
Porque esta es la posición que sostenemos, hemos llevado a cabo, en principio, un recorte de
objeto (el uso del lenguaje entendido en términos de producción discursiva en contextos que constituyen la
interacción de la que esta producción forma parte), una unidad de análisis ( el discurso como unidad básica
de la interacción que se incluye, a su vez, dentro de la serie discursiva) y una metodología para poder dar
cuenta de este objeto (el relevo de las estrategias discursivas utilizadas por los hablantes en una interacción
determinada). Este es el punto de vista que adoptamos en términos de una perspectiva pragmática
modificada.
En función de lo dicho, debemos hacer, sin embargo una precisión con respecto al concepto de
pragmática que manejamos. Nos inscribimos dentro de un postura que sostiene la perspectiva pragmática
modificada en términos de precisar una unidad de análisis y una metodología particular. La modificación
reside en que adoptamos esta perspectiva en función del recorte del objeto de estudio que supone el uso del
lenguaje en contexto que se produce discursivamente (unidad de análisis) y se releva estratégicamente
(metodología). Nuestro recorte adopta esta perspectiva ya que difiere de los enfoques tradicionales y los
modifica en los términos que acaban de señalarse.
Para esto es necesario establecer una distinción entre dos tipos de pragmática: una lingüística y
otra discursiva.
El problema de definir "Pragmática/ 27
La pragmática lingüística es el estudio del uso del lenguaje en contexto que parte,
fundamentalmente, de la emisión como unidad de análisis. Muestra cómo se presentan todos los problemas
pragmáticos a partir del relevo de recursos que, directa o indirectamente, se relacionan con la gramática.
Está basada en la inscripción de marcas lingüísticas que permiten dar cuenta de las relaciones contextuales
que, en general, se dan por supuestas o se describen ad hoc para situar la emisión. Si bien esta no se da
aislada, sus contextos de aparición están fuertemente limitados por: 1) la naturaleza de la propia unidad de
análisis y, 2) la necesidad de incluir en la gramática toda posible relación pragmática. Esto no implica que no
trabaje aspectos no gramaticalizados del lenguaje, pero no siempre los puede explicar ni interpretar
adecuadamente en función de las restricciones descriptas.
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