Fallos 49594
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Carrio, ob. cit. p. 488); así como el punto medular de la protección constitucional:
prohibir que la persona sea compelida o coaccionada a incriminarse.
En resumidas cuentas, nada impide que alguien confiese la comisión de
un delito, en tanto eso suceda en un ámbito de libre determinación (Fallos 281:177).
Por lo que es ineludible encontrar, en cada caso, el equilibrio de derechos que
permita dirimir la controversia y, en concreto, concluir si una persona declaró
libremente.
Adquiere relevancia entonces el precedente “Sosa, Mariano Andrés y
otro s/incidente de nulidad’’ de la Cámara Federal de Apelaciones de San Martín
(CFASM, Sala I, FSM 48101/2015/1/CA1, Rta. 13/12/18). Es que, en dicho caso,
los jueces de cámara señalaron que el inicio de una causa a instancias de una mujer
que concurrió a una comisaría a denunciar a su pareja por amenazas y que manifestó
que había anotado irregularmente a su hija no vulneraba la garantía en trato.
En este sentido, destacaron que los dichos incriminatorios fueron
formulados espontánea y voluntariamente, que no se le había recibido juramento
de decir verdad –lo que podría entrañar una coacción moral de acuerdo al fallo de
la CSJN antes citado– y que la policía nunca ejerció una actividad interrogativa.
Además, hicieron hincapié en que no se advirtió un contexto de violencia o
vulnerabilidad que pudiere haber condicionado sus expresiones y que, en definitiva,
ocurrieron en un marco de libertad de decisión que no debilitó su voluntad.
En los mismos términos, no puedo soslayar que en ocasión de subrogar
el Juzgado Federal de Tres de Febrero rechacé un planteo de similares
características de acuerdo al criterio sentado en ese precedente (Jdo. Fed. Tres de
Febrero, Sec. 1, FSM 77000629/2011/12, “Flamini, Juan Alberto y otros s/ inf. Art.
293 CP, Rta. 12/11/19).
Se trataba del caso de una pareja que en una audiencia de divorcio
manifestó que a su hijo lo habían anotado irregularmente como propio, cuando lo
habían “buscado’’ en la provincia de corrientes y nunca hicieron un juicio de
adopción. En suma, aun cuando la madre señaló que la inscripción falaz fue la
consecuencia de una relación violenta con su exmarido, tuve en cuenta que la
declaración sucedió en un pleito judicial promovido por los propios imputados con
patrocinio letrado, que en el acto estaban sus abogados, que no les tomaron
juramento y que no se verificó un cuadro de vulnerabilidad con entidad suficiente
para condicionar las expresiones incriminatorias.
Dicho esto, debo destacar que N. O. declaró en el debate a instancias
del fiscal del caso y por disposición del tribunal de juicio. Por lo que puede
apreciarse que su presencia en la audiencia y, por tanto, en el ámbito donde se
terminó incriminando, no obedeció a una decisión espontánea y voluntaria de su
parte, sino a una orden de un órgano del poder judicial que le recibió juramento de
decir verdad.
En segundo término, se tiene que no se trató de la primera intervención
de O. en el proceso, pues fue ella quien denunció los hechos ante las autoridades.
De modo que la fiscalía tuvo ocasión para entrevistarla y, en función de ello,
ofrecerle un asesoramiento adecuado y ponerla en conocimiento de los derechos
que le asistían en su calidad de testigo y víctima. Volveré sobre esto. Lo queda claro
es que la representación del Ministerio Público Fiscal no la asistió técnicamente ni
condujo el interrogatorio, y la dejó declarar sin más (Ver hojas 2/14).
Por otra parte, y en estrecho vínculo con lo anterior, se advierte sin
dificultad el profundo cuadro y contexto de vulnerabilidad que atravesó O.. Desde
el vamos, se tiene que fue abandonada al nacer por sus padres –referentes afectivos
de suma importancia para la construcción de su subjetividad–, que creció en un
hogar con escaso acceso a recursos y que solo terminó la escuela primaria. Por lo
demás, es madre de seis hijos/as –a dos de ellos/as los tuvo durante su
adolescencia–, al tiempo que se ocupó de las tareas de cuidado prácticamente en
soledad (Ver acta de debate antes citada e informe socio-ambiental de hojas 146/8).
Pero lo más relevante –o lo que tiene singular significación en este
punto– es que las piezas incorporadas al legajo brindan acabada cuenta de la
violencia física, sexual, psicológica y económica que sufrió de parte de G., cosa
que, dicho sea de paso, rememoró en el juicio.
Y no digo esto solo por el hecho –para nada menor y sobre el que
también volveré luego– de que haya repasado durante su testimonio la cadena de
vulneraciones y violencias que signó su historia de vida; sino porque previo a
declarar el representante del Ministerio Público Fiscal tuvo que pedir que G. se
sentara de espaldas, dado que ella se sentía intimidada por su mirada (Ver hoja 9
vta.).
En este estado de cosas, entiendo que el testimonio de O. no supera los
presupuestos constitucionales de admisibilidad y debe ser excluido del proceso. En
resumidas cuentas, de acuerdo a los estándares legales y jurisprudenciales
aplicables, se tiene que no formuló las manifestaciones incriminatorias libremente.
Recuérdese que no concurrió a la audiencia por su propia voluntad, el
tribunal de juicio le tomó juramento y la fiscalía no la asesoró ni condujo el
interrogatorio en el examen directo. De modo que, sumado a las intensas
vulneraciones y violencias a las que estuvo sometida, así como al contexto de
intimidación que se verificó en el debate, deviene ineludible concluir que no
declaró con discernimiento, intención y, por supuesto, libertad.
En suma, atestiguó bajo la coacción moral que deriva del juramento
judicial y, librada a su propia suerte y obligada a decir toda su verdad, se explayó
Poder Judicial de la Nación
JUZGADO FEDERAL EN LO CRIM. Y CORR. DE SAN MARTIN 2
FSM 14600/2016
Sobre esta base, dejó sin efecto una extracción de testimonios ordenada
respecto de una mujer que denunció a su pareja en la oficina de violencia doméstica
de la Corte Suprema de Justicia de la Nación por no repetir el mismo discurso en
todas las instancias. En suma, lo que puso de relieve el juez, amén de subrayar que
era incongruente que un poder del Estado –la administración de justicia– tenga una
oficina para atender víctimas de violencia de género y que luego ese mismo poder
decida criminalizarla por no expresarse con exactitud respecto de lo dicho en la
denuncia inicial; que el examen de este tipo de casos –violencia de género– tienen
una complejidad singular por la especial condición de vulnerabilidad de la víctima.
Y esto demanda una valoración de las circunstancias que no soslaye su derecho a
ser oída y que tenga por propósito evitar su revictimización.
A lo que apunto, es que la vigencia de la acción penal desalentaría que
las mujeres se acerquen a la administración de justicia a denunciar a sus agresores
y mellaría el propósito –y la obligación legal y convencional– de sacarlas de los
círculos de violencia en los que se encuentran. Pero esto no es todo. Cuando menos
en este supuesto, también le estaríamos cargando a su cuenta un error u omisión del
Estado, pues si la fiscalía hubiese actuado con diligencia debida, O. no se habría
incriminado.
Por lo que –en todo caso– también debería declararse la insubsistencia
de la acción penal por haberse vulnerado los estándares constitucionales y
convencionales en materia de acceso a la justicia en casos de violencia de género
(Artículos citados de CEDAW, Convención de Belém do Pará y Ley 24.632). Lo
que no precisará una declaración expresa, pues las razones ofrecidas en el punto
anterior sellan la suerte del expediente.
3. Del temperamento que cabe adoptar
La extracción de testimonios ordenada en el ámbito de la justicia local
vulneró la garantía contra la auto-incriminación. En función de ello, deviene
ineludible declarar la nulidad del inicio este expediente, así como de todo lo obrado
en consecuencia y, por derivación lógica y legal, dictar el sobreseimiento de N. V.
O. y H. E. G. (Artículos 168, párrafo 2do., 334 y 336 inciso 4 CPPN).
En efecto, así lo impone la doctrina sentada por la Corte Suprema de
Justicia de la Nación en materia de exclusión probatoria en “Charles Hermanos’’,
“Montenegro’’ y “Fiorentino’’, entre otros (Fallos 46:36; 303:1938 y 306:1752).
Lo que alcanza al supuesto de G., pues su imputación deriva directamente del
testimonio de O. –prueba obtenida ilegalmente– y no hay un cauce investigativo
autónomo e independiente que permita afirmar que existía la posibilidad de adquirir
un elemento probatorio en su contra por otra vía (CSJN, “Roque Ruiz’’, Fallos
310:1847, entre otros).
Por lo expuesto
RESUELVO:
I. DECLARAR LA NULIDAD del modo en que se inició el
expediente, así como de todo lo obrado en consecuencia (Artículo 18 CN, artículos
168 y 172 CPPN) y, en función de ello, DICTAR el SOBRESEIMIENTO de N.
V. O. y H. E. G., cuyos datos personales obran en la causa, en orden al hecho
atribuido en el legajo que lleva el número FSM 14.600/2016 del registro de la
Secretaría 5 del Juzgado Federal en lo Criminal y Correccional 2 de San Martín, a
mi cargo (Artículos 334 y 336 inciso 4 CPPN).
II. NOTIFIQUESE y, una vez firme, archívese.
ALICIA VENCE
JUEZA FEDERAL
Ante mí: