Ocampo Modelos Femeninos Ver Solteria
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https://doi.org/10.7440/histcrit77.2020.05
Recepción: 30 de noviembre de 2019 / Aceptación: 15 de mayo de 2020 / Modificación: 30 de mayo de 2020
Cómo citar: Streppone, Maria Victoria. “La construcción de modelos femeninos de Victoria Ocampo entre 1920 y 1940:
reconsideraciones sobre Margherita Sarfatti y Virginia Woolf ”. Historia Crítica, n.° 77 (2020): 111-132, doi: https://doi.
org/10.7440/histcrit77.2020.05
Resumen. Objetivo/Contexto: Este artículo analiza el género como categoría conceptual que sirvió de
base para el trabajo de la revista argentina Sur, dirigida por Victoria Ocampo. El objetivo es reconstruir
los idearios de su protagonista a partir de algunas figuras que fueron centrales en la construcción de
modelos femeninos modernos. Metodología: La investigación analiza documentos de archivo y una amplia
bibliografía que permiten entender las ideas que guiaron los procesos concretos que servirían de base a las
estrategias literarias de Victoria Ocampo. Originalidad: Este trabajo pone en evidencia que el género puede
expresarse en múltiples registros, en función de presencias femeninas que adquieren la condición de modelo.
Conclusiones: El artículo propone una interpretación extraliteraria de algunas presencias femeninas en
torno a las cuales se problematiza la cuestión del género, que es concebida aquí como una sensibilidad crítica
que induce a elaborar ciertas estrategias mediante las cuales se seleccionan y proponen modelos funcionales
a la construcción de una identidad femenina local.
Palabras clave: Argentina, estudios de género, Margherita Sarfatti, Novecento Italiano, Sur, Victoria Ocampo,
Virginia Woolf.
❧ El artículo hace parte de la investigación que la autora viene adelantando sobre la figura de Victoria Ocampo y
los modos de construcción estética, identitaria y cultural en Argentina, a partir de 1930.
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Maria Victoria Streppone
Introducción
En un momento en que los estudios de género como categoría analítica se han convertido en un
marco teórico y social para la investigación, este trabajo se propone resaltar algunos modos y
formas utilizados para plantear modelos femeninos a través de la revista Sur (1931-1979)1, desde
la particular sensibilidad de su fundadora, Victoria Ocampo (Buenos Aires 1890-1979)2. Desde
esta perspectiva, la cuestión de género3 se interpreta como una sensibilidad crítica que induce a
elaborar ciertas estrategias mediante las cuales se seleccionan y proponen modelos funcionales
a la construcción de la identidad femenina local, en correspondencia con los presupuestos de la
modernidad y los propios.
En 19304, Victoria Ocampo viajó a Nueva York con la idea de coordinar con Waldo Frank,
director de la revista Seven Arts, las características de una publicación que podría acercar Buenos
Aires a las grandes metrópolis culturales. La propuesta editorial de Ocampo buscaba actualizar
los paradigmas estéticos locales y se orientaba hacia una modernidad interdisciplinaria e
internacional, que incluía, además de la literatura, el arte figurativo y visual, así como temáticas
1 Aunque la revista se publicó hasta 1992, se toma el intervalo de tiempo en el cual Ocampo pudo participar di-
rectamente en la selección temática.
2 Victoria Ocampo (Buenos Aires, 1890-1979) fue una intelectual cosmopolita interesada en las artes visuales y la
arquitectura contemporánea, fundadora y directora de la revista Sur (1931-1979) y su exitosa editorial. Desde sus
inicios como escritora y traductora, su trabajo fue de corte transcontinental y se dedicó a la crítica comparativa e
interdisciplinaria. Si bien alcanzó cierta visibilidad en el ambiente literario a partir de 1924, con la publicación del
libro De Francesca a Beatrice. A través de la divina comedia, gracias también al prólogo de Ortega y Gasset, será la
revista Sur el evento que marcó su prestigio en el ambiente intelectual.
3 Cuando se abordan cuestiones de género, se hace referencia a la actividad de reflexionar y analizar rasgos y funciones
que se le atribuyen a cada uno de los sexos, de acuerdo con su contexto histórico y en una sociedad específica,
así como con ciertos espacios y conductas definidos como predominantemente femeninos o masculinos, que se
derivan al establecerse distinciones entre ambos sexos.
4 Argentina experimentaba significativos cambios sociales y económicos. Contemporáneamente, se dio una especie de
involución política, que se inaugura con lo que se conocerá como la Década Infame, cuyo inicio se corresponde con la
caída del radicalismo de Hipólito Yrigoyen, debido al golpe de Estado de José Félix Uriburu, en septiembre de 1930.
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filosóficas y sociales. Dentro de esta propuesta, se hace a su vez necesario resignificar las cuestiones
directamente relacionadas con la mujer, desde su construcción cultural y desde sus lugares de
participación. Al respecto, Ocampo dedica un amplio espacio en sus ensayos, conferencias, y
en los volúmenes de su Autobiografía5, publicada deliberadamente pocos meses después de su
muerte. Su lectura puede interpretarse como un fil rouge6, una inferencia del universo definido
por la publicación de su obra Testimonios7 y de Sur a lo largo de más de cinco décadas (1920-1977).
La perspectiva de análisis de este trabajo busca poner en evidencia ciertos modelos femeninos,
en los cuales Victoria Ocampo se veía representada y que, por esa razón, eligió escrupulosamente.
La selección del material tratado permite situar a Victoria Ocampo en relación con varias figuras, a
partir de los años treinta, particularmente significativas, ya que enfatizan los modelos que Ocampo
tiene en mente a partir de la publicación de Sur, los cuales serán revisitados en distintas ocasiones
y permitirán resaltar ciertos matices, en desmedro de otros. Además de Sarfatti, importante para
Ocampo en su relación con el arte italiano contemporáneo, y Woolf, como parte de su motivación
literaria, se presentarán algunas figuras complementarias y en líneas temporales distintas que
evidencian el conflicto implícito de las relaciones en la construcción de imaginarios femeninos.
Por tal motivo, se propone la lectura de la obra de Ocampo, no exclusivamente desde el punto
de vista literario, sino como un instrumento de definición y de selección que actúa a través de
la forma escrita8. Ampliar el enfoque respecto a la literatura permite extender sus relaciones con la
cultura en su totalidad y propone otras matrices explicativas que posibilitan interpretar muchos
elementos a partir de la historia del arte y otras disciplinas afines que Ocampo trata desde la crítica9.
1. La imagología de Sur
Tras la publicación del primer número de Sur en 1931, la revista rápidamente se transformó en un
proyecto de mediación entre las artes, el contexto político y el desarrollo cultural. A través de la
literatura se activaron una serie de estrategias de persuasión maduradas a partir de la experiencia
de Ocampo como mujer.
Ocampo se define a sí misma en el contexto de la modernidad mediante experiencias
socioculturales que le permiten crear su propia “aura”. Como se propone en el estudio de
John King, “cualquier análisis de Sur debe comenzar con un análisis de Victoria Ocampo”10, y
viceversa. Sur no es una revista como las otras: estéticamente más vanguardista, no adhiere a una
5 Ocampo, a principios de los cincuenta, empezó la revisión de los seis tomos de su Autobiografía, que se publicaron
entre 1979 y 1984.
6 La expresión “hilo rojo” se puede interpretar como una conexión invisible de eventos, circunstancias o relaciones.
7 Se trata de diez volúmenes de ensayos y escritos publicados entre 1935 y 1977, que recogen muchos de sus
textos aparecidos en Sur, diarios y conferencias.
8 Según la reseña de Lucía De Leone, el libro de María Celia Vázquez, publicado contemporáneamente a la presen-
tación de este trabajo, podría ampliar algunos puntos de este texto. Véase María Celia Vázquez, Victoria Ocampo,
cronista outsider (Buenos Aires: Beatriz Viterbo Editora/Fundación Sur, 2019).
9 Este artículo surge de la investigación realizada para el Doctorado en Historia de la Universidad Ca’ Fos-cari de
Venecia, titulada “Victoria Ocampo. Mediatrice delle Arti tra Argentina e Italia. Il caso ‘Sur’”, recientemente
publicada, y que, desde otra perspectiva, afronta la construcción de modelos pedagógicos por parte de Ocampo.
10 John King, “Sur y la cultura argentina en la década del treinta”. América: Cahiers du Criccal (“Le discours
culturel dans les revues latino-américaines de l’entre-deux guerres”), 1919-1939, n.º 4-5 (1990), 382.
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línea definida y es más audaz en su propuesta editorial que Proa y Martín Fierro. Tampoco lo es
la escritura de Ocampo, que no se adscribe a una realidad imaginaria como la poesía de Alfonsina
Storni o las viñetas de Norah Lange11. El estudio de Cristina Viñuela señala oportunamente la
complejidad de limitar la escritura de Ocampo a un contexto literario, y precisa: “Se propuso
hacer de un género relegado a la vida privada, un género literario con oficio público, femenino,
argentino, americano”12.
Desde su posición como editora, Ocampo no sólo se ocupa de literatura, sino también
de continuar con las actividades e iniciativas de renovación estética que habían comenzado
durante las primeras décadas del siglo XX13. El punto de referencia fue Buenos Aires, que se
consolidó como sede del gobierno gracias a su actividad portuaria, y rápidamente se convirtió
en el escenario moderno y cosmopolita de un país emergente. Sin embargo, la cuestión de la
identidad, en general, y de la mujer, en particular, condiciona las potencialidades de una sociedad
que se está formando, en un universo en el cual el dictamen cultural es preponderantemente
masculino. Ocampo recuerda: “Puesto que en mi juventud el deseo de instruirse en la mujer,
estaba contra la voluntad de Dios, así como otras inocentes libertades, e inocentes placeres, para
emplear el testimonio de Mary Butts”14.
Victoria Ocampo se afirma como intelectual desde un modo alternativo; interviene en los
espacios tendencialmente reservados a los hombres y pone en cuestionamiento las distancias
interpuestas al desarrollo de la mujer que la perpetúan en un “proletariado espiritual”15.
En abril de 1920, en un ejemplar del diario La Nación, firmado también con el apellido de su
marido, se publica el famoso artículo Babel, en conmemoración de la muerte de Dante. El texto
es de inspiración crítica respecto al Canto XV del Purgatorio de la Divina Comedia del gran poeta
florentino. Como se sabe, escribir en La Nación, que acogía a los escritores y a los periodistas
argentinos de amplia cultura nacional e internacional, legitimaba el rol intelectual del autor. “To
write for La Nación, ‘to become a man of La Nación’, was an ideal in life that was beginning to catch
on and a special kind of a social validation for intellectuals. A ‘literary career’ was confirmed only
by a newspaper job or at least by a position as correspondent”16. Sin embargo, para Ocampo, esta
11 Respecto a las distancias con otras escritoras argentinas, es importante considerar algunas de las
observaciones de Patricia Owen Steiner, en las cuales se pone en evidencia la distancia respecto a ciertas
propuestas literarias femeninas, probablemente porque se alejan de la figura femenina que Ocampo tiene
en mente: “But Storni’s concerns were for shop girls and working-class immigrant women, her public was
considering to middlebrow, and Victoria paid her little or no attention and apparently kept her own social
distance”, Patricia Owen Steiner, Victoria Ocampo. Writer, Feminist, Woman of the World (Albuquerque:
University of New Mexico Press, 1999), 113.
12 Cristina Viñuela, Victoria Ocampo. De la búsqueda al conflicto (Mendoza: Ediunc, 2004), 86.
13 Durante este período, Argentina experimentó un ciclo de relativa estabilidad política y prosperidad económica
que generó un enriquecimiento sin precedentes y que se caracterizó por una fuerte inmigración europea, y que
alcanzó su plena madurez durante los diez años siguientes.
14 Victoria Ocampo, Testimonios. Novena serie, 1971/1974 (Buenos Aires: Sur, 1975), 232.
15 Victoria Ocampo, Soledad sonora (Buenos Aires: Sudamericana, 1980), 271.
16 Doris Meyer, Victoria Ocampo: Against the Wind and the Tide (Austin: University of Texas Press, 1990), 46.
[“Escribir para La Nación, ‘convertirse en un hombre de La Nación’, era la tendencia del momento porque
significaba un reconocimiento social para los intelectuales. Una ‘carrera literaria’ se podía comprobar sólo
mediante un trabajo como periodista, o como mínimo, como corresponsal”. Traducción de la autora].
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conquista continúa subordinada a una “tutela” que le ofrece su estatus de mujer casada, un badge17
que le permite acceder a este mundo masculino a través de la alianza matrimonial18.
Es de recordar que era un momento en el cual una mujer soltera, aunque mayor de edad, actuaba
bajo el consenso del padre, y difícilmente podía ocupar espacios fuera del ambiente doméstico.
En efecto, las afirmaciones de Victoria Ocampo confirman cuán limitada era la autonomía de las
mujeres, más allá de cuál fuera su posición social19.
Siendo estas las reglas de un juego particularmente asimétrico para Ocampo, decidió aprovechar
el badge matrimonial para explorar su libertad y ejercer una actividad más cercana al ambiente
sociocultural. Empezó, así, a dedicarse a la literatura e inauguró un modo particular de afrontar la
escritura20, que no se basa en el uso del lenguaje para expresar emotividad, sino para comunicar una
sensibilidad fruto del conocimiento, que pone en evidencia distintas capacidades interpretativas.
En el volumen III de su Autobiografía, respecto a Babel, Ocampo precisa: “La publicación de
Babel consternó a mi madre […] la manifestación pública de mis pensamientos y sentimientos les
chocaba”. Sin embargo, en 1924 escribe el libro De Francesca a Beatrice. El gesto de Ocampo, que
nuevamente invade el espacio masculino, induce comentarios mordaces que no se hacen esperar:
“Siamo in condizioni di assicurare che, prima dell’apparizione del libro di V. [ictoria] O. [campo],
De Francesca a Beatrice, Dante era già conosciuto e commentato nel mondo”21.
Ocampo se desprende de lo esperado e inaugura una escritura crítica, fundada en el contacto
directo con las fuentes y realidades internacionales, que reflexiona desde la sensibilidad cultural
de la mujer autodidacta y emancipada, pero que difícilmente encuentra consenso o simpatía. De
hecho, ella misma lo recuerda: “En aquellos años, la actitud de ‘la sociedad’ argentina frente a
una mujer escritora no era precisamente indulgente”22. Sin embargo, al moverse “dentro” de las
convicciones preestablecidas, se vincula también con la problemática del autor en femenino. Así,
dice: “Es fácil comprobar que hasta ahora la mujer ha hablado muy poco de sí misma”23. De este
modo, la escritura de Ocampo es una obra que cuestiona, desde el género literario, la problemática
del género femenino. Pero esta perspectiva no será la única ni la más dominante.
17 Se entiende como badge una autorización que el matrimonio concede a la mujer y que le permite acceder con
cierta autonomía a la vida pública.
18 Como era costumbre en esa época, las familias influyentes acordaban los matrimonios. En 1912, Victoria Ocam-
po contrajo matrimonio con Bernardo de Estrada.
19 “Las personas naturales pueden ejercer por sí mismas sus derechos, con excepción de aquellas a quienes la ley
declara incapaces. Se considera tales a: Las personas por nacer; Los menores; Los sujetos a interdicción; Los
ausentes declarados en juicio; Las mujeres casadas”. Especificado en el artículo 23 del Código Civil de 1926, ley
11.357, citado en Ocampo, Testimonios. Novena serie, 170.
20 La incomodidad que produjo Ocampo se generó por su elección literaria. No buscaba compartir la clásica sen-
sibilidad natural atribuida al mundo femenino que se expresaba a través de la poesía o la narrativa, sino plantear
una posición teórica a través del conocimiento, para lo cual utilizó un espacio (el diario La Nación) y una forma
(el ensayo) que no estaban habitualmente abiertos a las mujeres.
21 Más información sobre la polémica cultural presente en la revista Contra, n.º 3, 1933, en: Beatriz Sarlo, Una mo-
dernità periferica. Buenos Aires 1920-1930 (Macerata: Quodlibet Studio, 1990), 167. [“Estamos en condiciones
de afirmar que, antes de que aparezca el libro de V.(ictoria) O.(campo), De Francesca a Beatrice, Dante ya era
famoso y comentado en el mundo”. Traducción de la autora].
22 Victoria Ocampo, Autobiografía III. La rama de Salzburgo (Buenos Aires: Revista Sur, 1982), 105.
23 Ocampo, Soledad sonora, 179.
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En 1927 la APO logró triplicar su subvención, gracias también a las numerosas iniciativas personales
de Victoria Ocampo. Al demostrar la eficacia de sus capacidades, Ocampo buscó participar desde un
lugar de igualdad que le venía siendo negado. De hecho, serán las discrepancias con el comité organizador
las que la llevarán a abandonar su función de Socia Protectora de la asociación ese mismo año. “La
mayoría de los miembros de la institución no querían que ‘las polleras’ pretendieran influir o imponer su
voluntad. Alguien hizo notar que la señora V.O. tenía tan mal carácter que estaba haciendo construir una
casa en Mar del Plata porque ni siquiera podía veranear en paz con su familia”25.
Los episodios que Ocampo relata a lo largo de su obra denotan la tendencia de un contexto que
no está dispuesto a conceder los espacios simbólicos del poder: el ambiente la toleraba, pero no la
incluía, y ponía en evidencia su alteridad. Esta reflexión trata de reconstruir el ambiente hostil que
la obligó a elaborar una estrategia que le permitiera autoconstruirse un rol intelectual, y desde ese
lugar, apropiarse de esos espacios en los cuales la presencia femenina esta celosamente excluida.
Ocampo también participa en la Asociación Amigos del Arte26 (AAA) durante 1924. Las
preocupaciones estéticas de la asociación coinciden con las inquietudes de Victoria Ocampo
respecto al arte en general. Tanto la AAA como la APO la orientaron a promover los nuevos
lenguajes estéticos que empezaban a manifestarse en Argentina, en el intento de que pudiese
emerger una vanguardia local. Amigos del Arte acogía muchas de las grandes conferencias del
pensamiento contemporáneo y celebraba debates filosóficos, exposiciones, así como muestras tanto
teatrales como cinematográficas. En este ámbito, Ocampo se encontró con personajes de prestigio
internacional como Ortega y Gasset, Waldo Frank y Le Corbusier, presencias que son testimonio de
un momento en el cual Argentina representaba para Europa una futura posibilidad cultural27.
Durante estas experiencias culturales, Ocampo se estableció como intelectual y mecenas, al
promocionar muchas iniciativas y financiar otras tantas. Aumentó su perspectiva crítica y entrevió
las potencialidades que la cercanía a Europa, ahora en su versión contemporánea, podía aportar
24 Victoria Ocampo, Autobiografía IV. Viraje (Buenos Aires: Revista Sur, 1982), 90.
25 Ocampo, Autobiografía IV, 109.
26 Sobre la Asociación Amigos del Arte, véase Verónica Meo Laos, Vanguardia y renovación estética: Asociación
Amigos del Arte (1924-1942) (Buenos Aires: CICCUS, 2007).
27 Véase: Paula Bruno, coordinadora, Visitas culturales en Argentina. 1898-1936 (Buenos Aires: Biblos, 2014).
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a un país sin tradición secular en cuestiones de arte, literatura y música, así como respecto a la
posición de la mujer. La ausencia de un consenso sobre experiencias y tradiciones históricamente
compartidas marcaba un límite a la construcción de una identidad que derivase del origen común28.
Por este motivo, era fundamental individualizar cuáles eran los elementos que tenían la capacidad
de ofrecer una dimensión contemporánea unívoca basada en la heterogeneidad:
“Los franceses, los europeos en general, gozan de inmensos tesoros artísticos. Esa riqueza los con-
duce a un natural, pero a veces empobrecedor ensimismamiento. Hablo de la generalidad, no de las
excepciones. En cambio en nosotros, con la pobreza de un pasado artístico y literario muy breve (si
nos consideramos advenedizos y no herederos, como lo somos, de la cultura europea), es espontánea
la apertura a los cuatro puntos cardinales y un apetito omnívoro que en ustedes se queda en bostezo”29.
Victoria Ocampo creó Sur como una posibilidad de reapertura de las fronteras artísticas y
literarias. La composición atípica, en cuanto a nacionalidad y disciplina del consejo editorial, se
transformó en un modo de superar los anacrónicos localismos. Ahora, como directora y fundadora
de una revista internacional, Sur era el propio badge de Ocampo. No era la conquista del espacio
deseado, sino la construcción “a medida” de un lugar que ponía en evidencia que los límites del
país tenían más que ver con la capacidad de superar los convencionalismos ideológicos, que con
las posibilidades creativas.
Si conducir un coche podía representar un acto cuestionable, mucho más lo era conducir
aspectos de discusión pública mediante una empresa cultural como Sur. La revista, por varias
décadas, fue un espacio central para repensar el canon de la literatura y del arte argentinos. En ella
escribieron, desde Europa, Le Corbusier y Gropius, Maruja Mallo y Ortega y Gasset, T. E. Lawrence
y Virginia Woolf, Mario Praz y Margherita Sarfatti, Simone de Beauvoir y Albert Camus, entre otros.
Resulta evidente que se trataba de dar espacio a una síntesis panorámica del pensamiento crítico
28 Escribe Ocampo: “Mis lecturas y mi educación me inclinaron decididamente hacia Francia e Inglaterra. Pero la
tierra americana nos ancla de manera tenaz”. Ocampo, Testimonios. Novena serie, 200.
29 Ocampo, Testimonios. Novena serie, 197.
30 Victoria Ocampo, Testimonios. Octava serie, 1968/1970 (Buenos Aires: Sur, 1971), 276.
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31 Victoria Ocampo, Autobiografía VI. Sur y Cía. (Buenos Aires: Revista Sur, 1984), 102.
32 Victoria Ocampo, Testimonios. Segunda serie, 1937/1940 (Buenos Aires: Sur, 1984), 46.
33 Tanto las limitaciones de su infancia como las desventuras con el Conde Keyserling (Ocampo, “Keyserling entra en
escena”, Autobiografía III, 135) permiten acercarse a Ocampo cuando afronta el género como una problemática.
34 En los textos de Ocampo puede verse cómo este aspecto se integra al relato: “La violencia era el único defecto
que teníamos en común”, sobre María de Maeztu, la pedagoga española, Autobiografía III, 117; “He estado al
servicio de la cultura desde que pude dedicarme con cierta libertad a esa tarea y también al servicio de la mujer
de todas las clases sociales”. Ocampo, “Conferencias”, Testimonios. Novena serie, 173; “Susan Sontag no tolera a
las mujeres que, por ser excepcionales, no sienten solidaridad con sus hermanas”, “Susan Sontag y una encues-
ta”, Testimonios. Décima serie, 1975/1977 (Buenos Aires: Sur, 1977), 34.
35 En la obra de Ocampo abundan las citaciones al respecto: “Era exagerada en todas sus manifestaciones […] re-
cuerdo un día que se presentó a comer, en casa de unos amigos comunes, con los más extraños atavíos: sobre un
amplio vestido de taffetas azul oscuro florecido de rosas, llevaba una especie de casaca de lamé de oro, todo esto
recubierto por un abrigo de terciopelo granate, abundantemente guarnecido de pieles […]”. Ocampo, “Anna
de Noailles y su poesía”, Testimonios. Primera serie 1920/1934 (Buenos Aires: Sur, 1981), 237; “Miss Ellis, sus
blusas inmaculadas, su olor a lavanda y a talco, sus tweeds, hasta su paraguas”. Ocampo, “Allá lejos”, Testimonios.
Sexta serie, 1957/1962 (Buenos Aires: Sur, 1963), 49; “Menuda, perdida en un abrigo de petit gris, una mujer
desconocida se acercó a mí y estrechó la mano con efusión”. Ocampo, “María de Maeztu”, Soledad sonora, 270.
36 Como mujer e intelectual, el feminismo es “Un tema de nuestro tiempo”, Testimonios. Novena Serie, 169.
37 Victoria Ocampo, Autobiografía I. El archipiélago (Buenos Aires: Revista Sur, 1982), 16.
38 Ocampo, Testimonios. Décima serie, 7.
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Beatriz Sarlo, en La máquina cultural, precisa que hay “una cultura que ella desea”39, con lo cual
Sur, como instrumento de mediación, se presenta con una serie de características muy específicas
de selección editorial en lo que respecta a la presencia femenina, porque del mismo modo hay “una
mujer” que ella desea. Los textos de Ocampo plantean una línea argumentativa que se desliza entre
líneas de teoría y retórica40. Se trata de hablar de otra cosa cuando se refiere a sí misma; evitando
la consternación. Estableció, así, un discurso que construye una lectura transversal, en la cual
Ocampo, como mujer, se define por adyacencia al “hablar por escrito”41 mediante textos de otros.
Sur no es una revista que examina temas femeninos referidos a las costumbres y a los
mandatos domésticos. Las cuestiones de la mujer que presenta Ocampo son un argumento que es
desarrollado en distintos planos. Por una parte, una primera lectura consiste en definir la propia
presencia mediante sus protagonistas, con propósitos autorreferenciales que, al aproximarse a
los grandes pensadores, acercan su país a Europa. Por otra parte, reconocer los hechos que se
hicieron centrales en su obra implica también reconocerla como autora en textos ajenos, así como
ella se reconoce en Dante42. Su propuesta es releer a una “mujer” puesta en escena a través de las
elecciones de la revista y descifrar a la autora que está detrás del escenario.
Ahora bien, si esta es una posible clave femenina que se deriva de la revista, el modo en que está
construida y los medios literarios de que Ocampo se vale manifiestan una estructura ideológica
y cultural que no puede ser independiente de la misma directora y que es compartida también
por el grupo de colaboradores43. Los textos publicados en Sur, en su heterogeneidad, se encargan
de configurar una historia críptica y crítica: una narración llena de certezas y anticipaciones
articuladas a partir de la misma Ocampo. Todo significado está entrelazado en el movimiento del
texto a través de su argumento, que va atando una serie de eventos a la memoria personal. Los
recuerdos-citaciones personales, se expanden para acentuar una estrategia de reconstrucción
de la propia historia, que se define en dos ejes fundamentales. En primer lugar, surge desde una
mujer que “contra viento y marea”44 demuestra sus certidumbres culturales al ganar el consenso
de los escritores que aparecen en Sur y se incorporan a su mundo. En segundo lugar, el texto
debe persuadir a sus lectoras de la verosimilitud de estas certidumbres, ya que son narraciones
de una mujer que reconstruye a otras mujeres capaces de motivar infinitas combinaciones. Sin
embargo, no siempre estos dos ejes logran controlar la proliferación de contrastes, paralelismos
y anticipaciones: “Mme. Curie, mientras trabajaba en el laboratorio, con su marido, les calentaba
la leche y les preparaba la comida a sus dos chiquitas. Estamos de acuerdo en que era una mujer
excepcional. Pero mujeres menos excelsas la pueden tomar como ejemplo”45.
39 Beatriz Sarlo, La máquina cultural. Maestras, traductoras y vanguardistas (Buenos Aires: Siglo XXI, 2017), 59.
40 “La emancipación de la mujer, como yo la concibo, ataca las raíces mismas de los males que afligen a la huma-
nidad feminista y, de rebote, a la humanidad masculina”. Victoria Ocampo, Autobiografía II. El imperio insular
(Buenos Aires: Revista Sur, 1982), 267.
41 Victoria Ocampo, Diálogo con Mallea (Buenos Aires: Sur, 1969), 28.
42 “Yo vivía Dante, no lo leía”, escribe Victoria Ocampo, Autobiografía III, 97.
43 Respecto a las características ideológicas de la revista, véase: John King, Sur: A Study of the Argentine Literary
Journal and Its Role in the Development of a Culture, 1931-1970 (Cambridge: Cambridge University Press, 1986)
[1989, en castellano].
44 Se trata de la versión en castellano del libro de Doris Meyer Victoria Ocampo: Against the Wind and the Tide.
45 Ocampo, Testimonios. Segunda serie, 1937/1940, 157.
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Maria Victoria Streppone
Victoria Ocampo trató de dar respuestas, de generar certezas y de evitar contrapuntos. Pasó de
una vida ejemplar a otra, para recorrer las más significativas, al menos para ella imaginables, formas
femeninas. Puesta en escena la sugestión, Victoria Ocampo propuso una serie de combinaciones
alternativas que le permitieron asociar su nombre a un específico tipo de mujer que no era funcional
con respecto al hombre46.
46 “La mayor parte del tiempo parece que no se pudiera hablar de la mujer más que en función del hombre, en
tanto ella puede serle útil materialmente, efectivamente, intelectualmente, no importa de qué manera”. Victoria
Ocampo, Autobiografía V. Figuras simbólicas – Medida de Francia (Buenos Aires: Revista Sur, 1983), 11.
47 “Las niñas, en aquella época (cuando menos en mi familia, en mi medio, el único que me fue dado frecuentar),
no salían nunca solas a la calle, así fuera el automóvil de sus padres; no era bien visto que se carteasen o hablasen
por teléfono con un joven. Jugar al golf con un amigo era considerado una gran concesión. Montar a caballo en su
compañía en Palermo, aunque fueran acompañadas por sus propios hermanos, casi escandaloso. El tango entraba
en la categoría de baile indecente; no era aceptado en los salones”, Victoria Ocampo, Testimonios. Quinta serie,
1950/1957 (Buenos Aires: UNESCO-Villa Ocampo, 2013), 23.
48 Ocampo, Autobiografía II, 50.
49 Es sabido que durante las primeras décadas del siglo XX, el acceso a la universidad no era fácil para las mujeres.
Sin embargo, en París, la Sorbona era menos rígida respecto a las posibilidades para sus estudiantes, a los cuales se
les permitía asistir libremente a los cursos. Las estudiantes debían demostrar los conocimientos adquiridos en los
exámenes, como fue el caso de Maria Skłodowska Curie. Respecto a Victoria Ocampo, si bien no existe informa-
ción sobre las razones que la llevaron a abstenerse de presentar los exámenes, se podría deducir que fue más
una falta de predisposición familiar, a la cual Victoria Ocampo hizo referencia en distintas ocasiones (véase,
Ocampo, Testimonios. Novena serie, 182). Se sabe también, a partir del volumen II de su Autobiografía, que
Ocampo se había hecho retratar por Dagnan-Bouveret con una estatua de la cabeza de Dante que este tenía en
su taller. Después, cuando sus padres supieron de la composición del retrato, sugirieron al artista desecharlo,
pues lo consideraban poco apropiado: “le hicieron notar, con diplomacia, al pintor, que ese nuevo adorno no
le iba a una chica de diecinueve años y que resultaría pretencioso, o sería interpretado como manifestación de
un ridículo basbleuisme [término peyorativo que era empleado para designar a una mujer de letras]”. Ocampo,
Autobiografía II, 151.
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del ambiente familiar. Al mismo tiempo, se hacía cada vez más consciente de cuán limitada era
la educación reservada para las mujeres, y quizá también comprendía los convencionalismos que
la separaban de Delfina, algunos años mayor. La relectura de las cartas entre ambas plantea dos
núcleos temáticos: por un lado, la certeza de que empieza a madurarse en Ocampo “lo femenino”
concebido como un área en la que las personas están excluidas de los privilegios intelectuales50. Por
el otro, que su amistad con Delfina es definida por una combinación de circunstancias: “Delfina era
un ser privilegiado, de acuerdo a mis cánones”51.
Ocampo no tardará en cuestionar los cánones que tiene en común con Delfina Bunge. Cabe
anotar que es una amistad que se escribe en francés porque es el idioma de la “buena sociedad”
para expresar sentimientos52. Ocampo lo aprendió en Buenos Aires, así como inglés e italiano, con
institutrices específicamente seleccionadas. Además, tomó clases de solfeo, piano y danza, y, por
su deseo explícito, logró aprender dicción y actuación con Marguerite Moreno:
“Pero en mi adolescencia, lo que me pareció ser mi verdadera vocación se presentó a mi bajo las
especies de Marguerite Moreno: el teatro. En cuanto la oí recitar, en cuanto la ví representar ya
no pensé en otra cosa […]
Después de una larga lucha consintieron en dejarme tomar lecciones de dicción con Moreno;
aprendizaje que fue para mí una felicidad y una tortura. Yo sabría que nunca tendría el valor de ir
hasta y de subir a escena contrariando la voluntad de mis padres. A veces ciertos prejuicios que
no respetamos se hacen carne en los que respetamos o amamos, y por eso resulta tan duro pasar
por encima de ellos […]
Los actores han gozado de una reputación bastante turbia entre la gente bienpensante. En cierta
época no podían siquiera ser enterrados en sagrado. Ahora se les recompensa con títulos nobi-
liarios. Pese a que mi entusiasmo por ellos y su oficio fuera tan grande como la desconfianza a las
personas mayores de mi familia, tuve que renunciar a esta vocación”53.
Moreno ocupó un lugar que iba más allá de la dicción e inculcó en Ocampo la necesidad de
revisar su canon sobre la mujer. Actriz francesa y de “belleza diáfana”54, Moreno era parte del
grupo de intelectuales parisinos que gravitaba en torno a personalidades como Stéphane Mallarmé
y Paul Léautaud. Era una mujer ajena al refinamiento “bienpensante”, pero de indudable cultura y
talento que se traslucían en la actuación, su pasión por el arte y la literatura en general. La
interpretación que Ocampo hizo acerca de su experiencia con Moreno le permitió recomponer
de forma variada sus fragmentos autobiográficos. La presencia de Moreno abría paso a una lectura
del género que trascendía la frustración adolescente respecto a la actuación. Para Ocampo, no se
trataba de no poder actuar, sino que su relación con Moreno le recordaba que no podía alejarse de
los condicionamientos sociales.
“Delfina era realmente una mujer con un charme muy suyo. Inteligente y sensible, no tenía lo que
se llama belleza, pero algo que puede seducir tanto o más. Ya Marguerite Moreno a quien yo admiraba,
y que era una mujer fea (o lo que así se puede llamar), me había hecho dudar de la omnipotencia
de la belleza”55. Puede verse aquí la forma en que Ocampo cuestiona las convenciones culturales.
Es el inicio de una búsqueda personal que la llevó a analizar su cualidad de mujer y su contexto
social. Intentó justificar, desde la reflexión, la imposibilidad de poner en práctica determinadas
decisiones y se interrogó también sobre la naturalidad con la cual los condicionamientos se volvían
convencionales. Trató de dar forma, más o menos ordenada, a la propia condición familiar, social y
afectiva. Sus límites eran el resultado de un mandato cultural que no la representaba o no le concedía
experimentar una nueva visión de sí misma.
Ocampo buscó en sus experiencias la inspiración, que narra, repite y reordena a lo largo de sus
textos, para no cancelar la memoria y mantener la persuasión a través de las certezas demostradas.
Certezas que se construían no desde una teorización abstracta de La mujer, sus derechos y sus
responsabilidades56, sino mediante un sistema autorreferencial que se concentraba en los resultados,
sin dar una visión simple de las experiencias.
La correspondencia con Delfina Bunge y los fragmentos sobre Marguerite Moreno presentan
dos figuras ambivalentes de una citación cíclica, en el sentido de que involucra una mirada de
presente y futuro de la realidad específica. Mediante el texto, Ocampo estructuró relaciones que
se resignificaban desde la adolescencia hasta su edad adulta y que le permitían rescatar la figura de
una mujer que fue capaz de superar las limitaciones de lo “femenino”, circunscrito a un momento
y una situación específicos.
55 Victoria Ocampo se refiere al encanto particular (charme) de Delfina, Autobiografía II, 49.
56 El artículo, escrito en 1936, es parte de la serie “La Mujer”, que incluye El despuntar de una vida (1935) y La
mujer y su expresión, conferencia radiotelefónica de 1936, dirigida al público argentino y español. Sobre las rela-
ciones entre Victoria Ocampo y el feminismo, véase: Owen Steiner, Victoria Ocampo. Writer, Feminist, Woman
or the World.
57 “La Margherita a la que se refería Rachele era la Sarfatti (1880-1961), alguien que fue esencial en la vida del
Duce […] fue otra de las grandes educadoras de Mussolini durante la década de 1920 […] Era una eminencia gris
del fascismo”, Rosa Montero, Dictadoras. Las mujeres de los hombres más despiadados de la historia (México:
Debolsillo, 2017), 117.
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58 “Rivera, Pettoruti y Torres García son tres pintores paradigmáticos por su nivel artístico y por sus biografías.
Son los que regresan después de haber podido insertarse en los movimientos engendradores del arte moderno,
los que renuncian a las posibilidades profesionales que da un medio más receptivo, más estimulante, más rigu-
roso y con mayor disposición y capacidad adquisitiva. Vueltos a su tierra, los tres contribuyeron decisivamente
al progreso artístico de sus países. Al abandonar Europa, los tres salen del circuito internacional, pierden el
acceso al mercado mundial del arte, se restringen […] En 1923 Pettoruti había expuesto en la Galería Der Sturm,
el foco berlinés de irradiación vanguardista; el eficaz Marchand Léonce Rosenberg de París, le ofreció integrar
el plantel de sus pintores estables. Cuando vuelve a Europa en el 1952, nunca podrá reincorporarse al mercado
internacional”. Saul Yurkievich, “El arte de una sociedad en transformación”, en América Latina en sus artes,
editado por Damián Bayón (Bogotá: Siglo XXI, 1987), 183.
59 En Milán, un grupo artistas reunidos por la crítica de arte Margherita Sarfatti y el galerista Lino Pesaro deba-
tieron en torno a una concepción del arte, de acuerdo con la cual, este volvía a tener como referencia suprema
la Antigüedad clásica, la pureza de las formas y la armonía en la composición, parámetros que cuestionaban los
presupuestos de vanguardia. Se destaca la importancia de la historia, por un lado, y, por el otro, lleva a reflexio-
nar sobre los aspectos revolucionarios del mundo contemporáneo.
60 Ocampo, Autobiografía II, 42.
61 Ubicada en la calle Rufino de Elizalde 2831, la casa fue muy criticada en su época debido a su arquitectura
moderna. Construida en 1928 por el arquitecto argentino Alejandro Bustillo, inicialmente se había pensado en
Le Corbusier para el proyecto. Hoy es sede del Fondo Nacional de las Artes.
62 Diario italiano, nota del 19 de septiembre del 1930, archivo del Museo d’Arte Moderna e Contemporanea di
Trento e Rovereto (MART), Italia, Archivio Storico del 900. [“Ayer en la tarde, la señora Victoria Ocampo,
refinada intelectual argentina, organizó en su espléndida casa de Palermo, un té reservado a la señora Sarfatti,
en el cual participó un pequeño grupo de amigos”. Traducción de la autora].
63 Si bien al recibir la invitación, Ocampo declara no coincidir con la ideología fascista, confirma su asistencia.
64 Victoria Ocampo, Domingos en Hyde Park (Buenos Aires: Imprenta López, 1936), 13.
65 María Esther Vázquez, Victoria Ocampo: El mundo como destino (Buenos Aires: Victoria Ocampo, 2010), 142.
66 Se entiende por trait d’union el punto de enlace entre elementos o situaciones.
124 La construcción de modelos femeninos de Victoria Ocampo entre 1920 y 1940
Maria Victoria Streppone
67 Se sabe que Ocampo y Sarfatti se encontraron porque en el libro Diálogo con Mallea, el escritor argentino, entre
las memorias de viaje, recuerda de Italia la particular importancia de una comida con Sarfatti.
68 Sarmiento fue amigo del bisabuelo y del padre de Victoria Ocampo, así como el autor de Facundo. Políticamen-
te, no tenía confianza en los caudillos locales ni en los gobiernos de masas. Véase, de Carlos Altamirano y Beatriz
Sarlo, Ensayos argentinos. De Sarmiento a la Vanguardia (Buenos Aires: Espasa Calpe, 1997).
69 Discurso de presentación manuscrito de Margherita Sarfatti. Septiembre de 1940, 6.
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Las palabras son de Pettoruti70. En efecto, las referencias sobre la presencia de Sarfatti en
Buenos Aires son prácticamente inexistentes de parte de Ocampo71. Comparada con cualquier otro
evento, la relación con la crítica de arte italiana queda en un marco velado y no hay evocaciones en
cuanto a las vivencias compartidas.
Después de la presentación de De la novela histórica a la historia novelada, Sarfatti participó
por segunda vez en los Debates sobre temas sociológicos72 que se organizaban en la casa de San
Isidro de Ocampo. Las omisiones respecto a la presencia de Sarfatti son tan contundentes que se
transforman en representaciones que explican la contraposición entre dos mujeres que entienden
de modo diferente el hacer cultura. Un conflicto admisible, como lo fueron otras discusiones73,
pero que, en lo que respecta a Sarfatti, es una “divergencia” que no está dispuesta a incluir.
Sarfatti aparece en una carta a Roger Caillois, que también había participado en los debates
sociológicos: “Ricevuto lettera della signora Sarfatti: verra a Buenos Aires. La faremo parlare di
Ben Hito. PPS: vedi, io perdono molte cose […]”74. Naturalmente, el vínculo entre Sarfatti y el
fascismo era un tema incómodo de la vida política e intelectual de esos años, a pesar de que esta
había escapado del propio amante luego de que Mussolini se aliara con Hittler75.
En 1942 apareció el artículo “La muy criolla Victoria Ocampo”, publicado en Uruguay y
firmado por Sarfatti. El texto conjuga afirmaciones polémicas y expresa los horizontes ideológicos
asociados a su autora: “‘Gobernar es poblar’: para Victoria, ser criolla es traer a su país lo que hay
de mejor en el mundo, radicarlo en su terruño, para poblarlo de grandes ideas e ideales. Pero tiene
que ser verdaderamente lo mejor: una inmigración de segunda mano o de tercer plano no puede
contentarla y la rechaza como no bastante buena para su patria”76.
En el fragmento de Sarfatti, la naturaleza “nacional” de Victoria Ocampo encuentra sus raíces,
precisamente, en la selección de lo extranjero. El texto parece confirmar la deliberada exclusión de
Sarfatti de parte de Ocampo, que, al no incluirla en sus narraciones, no la “trae a su país”. Rechazar
70 Carta de E. Pettoruti a L. Pombo, s. f., Archivo Fundación Pettoruti, citado por Cristina Rossi, “Sarfatti y Ven-
turi, dos críticos italianos en la trama del arte moderno argentino”. Conferencia dictada en el seminario inter-
nacional “Modernidade Latina os Italianos e os Centros do Modernismo Latino-americano”, Museu de Arte
Contemporânea da Universidade de São Paulo, abril de 2014.
71 En contraposición, téngase en cuenta la abundancia de detalles respecto a una situación similar, como lo fue
el exilio de Gisèle Freund mediado por Ocampo. Véase el trabajo de Laura Ayerza de Castillo y Odile Felgine
Victoria Ocampo. Intimidades de una visionaria, 183.
72 Se trata de un ciclo de encuentros organizados por Sur que trata temas preestablecidos y de interés general que
plantean un punto de coexistencia de pensamientos tradicionales y modernos.
73 Véase “Divergencias (Sobre una crónica cinematográfica de Borges)”. Sur, n.º 29 (1937): 95-96.
74 [“Recibí una carta de la señora Sarfatti: vendrá a Buenos Aires. La vamos hacer hablar de Ben Hito. PD: como
puedes ver, yo perdono muchas cosas”. Traducción de la autora]. Roger Caillois y Victoria Ocampo, Corrispon-
denza (Palermo: Sellerio, 2003), 105.
75 “En noviembre de 1938, mientras Italia celebraba el vigésimo aniversario de su triunfo en la Primera Guerra
Mundial, la desgracia cayó sobre los judíos del país. Las llamadas leyes raciales, para las cuales el fascismo venía
preparando el clima desde hacía meses, fueron finalmente promulgadas por el rey Victorio Emanuel III. Los
judíos de Italia quedaban marginados de la sociedad, a la manera de la Alemania nazi. Margherita Sarfatti, ma-
dre de un soldado condecorado por su muerte heroica en la lucha contra las tropas austro-húngaras en 1918, y
a quien muchos habían considerado la mujer más poderosa de la Italia fascista, tomó entonces la decisión que
también ella venía madurando desde hacía tiempo: escapar”, Daniel Gutman, El amor judío de Mussolini. Mar-
gherita Sarfatti, del fascismo al exilio (Buenos Aires: Ediciones Lumiere, 2006), 13.
76 Margherita Sarfatti, “La muy criolla Victoria Ocampo”, El Diario, 5 de junio, 1942, s. p.
126 La construcción de modelos femeninos de Victoria Ocampo entre 1920 y 1940
Maria Victoria Streppone
a Sarfatti por no ser lo suficientemente buena para su patria podría justificarse por sus extremas
precauciones respecto a mantenerse políticamente desvinculada77 del tono ideológico de las
palabras de Sarfatti con las cuales Ocampo no quiere ser asociada78. Sin embargo, las afirmaciones
de la italiana podrían entenderse como una invitación a nuevos horizontes del diálogo femenino,
que se desplaza de cuestiones domésticas a ámbitos más universales:
“En una consideración no estoy de conforme con Victoria: donde habla de pesado ‘aislamiento’
y de la incomunicabilidad de espíritu americano. Cita ‘Un poema solitario’ de Ricardo Güiraldes:
‘El hombre me ha dado la mano; la mujer su boca… aún no sabemos cambiar almas’.
¡Ay Victoria! Esta ‘agonía de soledad, en un desierto de expresión’, no es americana como Ud.
opina. Es simplemente y trágicamente humana. En su núcleo esencial, sea eso un ‘jardín interior’
o un ‘nudo de víboras’, el ser humano esta solo e incomunicado, siempre, fatalmente y donde
quiera. El trata de evadirse de su prisión de soledad en las borracheras de las muchedumbres
políticas o deportivas, con la falsa hermandad del alcohol, o en el oasis del amor y del arte…”79.
Así termina Sarfatti la nota sobre Ocampo, aludiendo a la temática tratada en el número 86 de
Sur, ¿Tienen las Américas una historia común? Allí, se reconstruyen interpretaciones que tratan
la relación cultural de Europa respecto al continente americano y la cuestión de la identidad
americana como tema y como problemática. Además, la posible intencionalidad polémica de
Sarfatti alude no sólo a cierta intimidad de Ocampo, sino, también, a las discrepancias ideológicas.
El episodio puede leerse como la confirmación velada del distanciamiento de Sarfatti ante la
pública indiferencia de Ocampo. El silencio de Ocampo, usual cronista de personalidades y eventos
del mundo de la cultura, es elocuente con respecto a su indiferencia frente a Sarfatti. Afirma un
yo que habla desde lo que decide callar: “como el éter, el silencio es un agente de transmisión que
conocemos mal pero cuyos continuos mensajes logramos a veces descifrar”80.
La cuestión de género planteada desde la negación pública de la relación con Sarfatti propone
nuevos puntos de vista desde la selección de los modelos femeninos citados. En el plano simbólico,
Sarfatti es la encarnación de una nueva condición femenina que parece no tener espacio en la
escena de Ocampo81: es la mujer empoderada que pierde contra sí misma, fagocitada por el hombre
que ha creado (se atribuía a Sarfatti haber educado a Mussolini) y que la condena al exilio.
77 “Mi actuación ocasional en el feminismo se debe a las siguientes circunstancias. (Digo ocasional, porque mi terre-
no es el de las letras y no el de la política). Se puso en marcha un proyecto de reforma del código civil, en lo que
atañe a los derechos civiles de las mujeres (la Ley 11.357)”, Ocampo, Testimonios. Novena serie, 170.
78 Sin embargo, a partir de la muestra del Novecento, la influencia de Sarfatti se puede reconocer en las sucesivas
elecciones de Ocampo. Respecto a la arquitectura, se interesa por el racionalismo, sobre todo, luego de su en-
cuentro con Mussolini. Entre Ocampo y Sarfatti hubo una sutil conexión dada por una especie de concepción
contradictoria del arte, elitista y refinada, que es concebido al mismo tiempo para educar un amplio público de
parte de Ocampo. Si bien manteniendo ciertos cánones propios, la nueva lectura que le propone Sarfatti del
arte italiano le permitirá sucesivamente a Ocampo incluir a Attilio Rossi, artista milanés, en Sur como el princi-
pal crítico de arte durante varios años.
79 Sarfatti, “La muy criolla Victoria Ocampo”, s. p.
80 Ocampo, “Virginia Woolf, Orlando y Cía.”, Testimonios. Segunda serie, 50.
81 Véase: “La Mujer, sus derechos y responsabilidades”, publicado en la II serie de los Testimonios de Victoria Ocampo.
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La amistad entre Woolf y Ocampo fue breve, pero se narra intensamente como una evocación
de lo exótico: para una, la presencia de la argentina parece despertar todo tipo de curiosidades
respecto a las formas y los aromas de un continente inexplorado84. Para la otra, la fascinación de una
anatomía refinada, longilínea y frágil85 que contrasta con una inteligencia y seducción imponentes.
Al igual que Victoria y Margherita, Virginia también fue educada en casa. Era la tercera de
cuatro hermanos, hija de un crítico literario inglés muy distinguido. El ambiente familiar de Sir
Leslie Stephen, padre de Virginia, estaba vinculado con los librepensadores de la era victoriana,
con amistades como los Darwin, los Symonds y James Russell Lowell, embajador de Estados
Unidos en Inglaterra: “Estamos en presencia de auténticos herederos del talento, de la inteligencia
y de la cultura inglesa”, concluye Ocampo, y pone en evidencia la importancia del contexto social
en el desarrollo intelectual: “La familia en que una mujer ha nacido, en que ha crecido, ejerce
sobre ella un gran influjo, hasta cuando difiere de esa familia, cuando se aleja de ella, cuando
reacciona en su contra”86.
La mujer parece ser el resultado de una realidad condicionada, que Victoria Ocampo intenta
explicarse a sí misma e incorporar como una situación cultural propia. Ocampo abordaba esa
búsqueda analizando sus limitaciones personales y graduando su lente histórica: además de
los condicionamientos que tenía como mujer, se sentía americana y latina. “Si no hubiese sido
Esta angustia cultural frente a Europa sienta sus bases en la construcción de la condición
de sudamericana y de género que Victoria usaba para expresar su alteridad: un handicap91
manifiesto que va superado en la gran comunión de la historia entre mujeres. De ahí que
Ocampo aspire al reconocimiento de esta doble condición que le permitía escapar del clásico
discurso de reivindicación feminista local. Adquirir instrumentos culturales y de emancipación
social es distinto en América que en Europa. Así, crear el influjo familiar (generar un ambiente
cultural al que estaba acostumbrada) permitía definir una dimensión intelectual propia92. En
este caso, estamos ante un tipo de mujer fanstasticada93, apreciación que Ocampo asocia con la
presencia de Woolf, que “puede cambiar los hechos con la fuerza de la imaginación”94. De esta
forma, Ocampo delimitó su preocupación del “escribir como mujer” en la carta que inicia la
primera serie de sus Testimonios, en la que también es claro que tiende a y pretende separarse
del mundo masculino.
Ocampo abrió espacio a las convicciones de Woolf: “Usted da gran importancia a que las
mujeres se expresen, y a que se expresen por escrito. Las anima a que escriban all kinds of books,
hesitating at no subject however trivial or however vast”95 porque expresaba desde Europa lo que
Ocampo pretendía para Argentina. Sin embargo, en su reconstrucción, Ocampo se encargó de
transfigurar el feminismo de Woolf. Se trataba de seleccionar características y personajes para
demostrar la validez cultural de un proyecto que permitiera a las mujeres emanciparse de los
dictámenes del patriarcado. Mediante esa estrategia de selección, pudo manipular los elementos
hasta transformarlos en certidumbres de su ideología: en el caso de Woolf, no era la historia de
cualquier escritora inglesa, sino la de mujer capaz de percibir la vida en fins éclairs y de pensar en
versos con el sentido crítico y estético que convive en Orlando96:
“Voy a hablarles a ustedes como common reader de la obra de Virginia Woolf. Voy a hablarles de la
imagen que conservo de ella. No esperen ustedes oír crítica literaria pura; se decepcionarían. Pues
el encuentro con la autora de Orlando me ha traído una vez más, entre otras cosas, la certidumbre
de que nada de lo que yo había imaginado de la mujer, soñado para ella, defendido en su nombre,
es falso, exagerado ni vano. Y al pensar en Virginia Woolf no puedo olvidarlo ni un momento”97.
Y es aquí cuando el feminismo histórico, el que Ocampo descartó después de haber sido parte
de la UMA98, se convirtió en algo “novelado”, como la novela histórica de Sarfatti. Hablar de Woolf,
le permitía hablar de Orlando, verdadera metáfora de la “causa” de estas mujeres. Orlando era la
expresión de la doble sensibilidad que convive en el individuo, de la mutación de las perspectivas,
de la inexorable condición femenina, vista con limitaciones, inteligencia y sensibilidad.
Woolf era la mujer deseada, que con su fantasía y tenacidad sedujo a Ocampo para que explorara
otro tipo de literatura, para que creara su A Room of One’s Own, que tomará la forma de un fragmento
significativo de la historia literaria argentina mediante sus Testimonios, traducciones, autobiografía,
y la editorial y revista Sur. Ocampo explotó el espacio literario para proponer el feminismo desde
Orlando: deseado, inmaculado y atemporal, como una verdad universal de la modernidad:
“‘Con todo esto que está pasando’ dejé a Virginia, un día de verano, en Londres. Virginia, muy
delgada, de negro, sin polvos, sin rouge, sin alhajas, infinitamente bella, impresa en su rostro la
marca de todos sus sueños. (‘La próxima vez que nos encontremos… Pero usted viene por dema-
siado poco tiempo a Londres…’) La dejé en el momento en el que trabajaba en su Roger Fry (‘Es
tan difícil escribir sobre un amigo muerto…’)”99.
Ocampo reconstruyó una amistad que durará menos de una década. En los fragmentos de
Ocampo, la presencia de Woolf se aparta de los malentendidos que incluso llegó a tener con ella
y se centra en recomponer los recortes de su memoria para dar cabida al modelo y las enseñanzas
de la escritora inglesa.
Conclusión
Sobre el feminismo de Victoria Ocampo, Patricia Owen Steiner, con su trabajo Victoria Ocampo.
Writer, Feminist, Woman of the World, de 1999, proporcionó la primera recopilación al respecto
y dio algunas de las primeras interpretaciones al interés directo de Ocampo en esta dirección.
Sin embargo, se han hecho pocos intentos para analizar sistemáticamente la naturaleza y las
96 El cambio de sexo en Orlando, la novela de la escritora Virginia Woolf de 1928, se puede interpretar en este
contexto como una metáfora de la posición feminista de la escritora inglesa.
97 Ocampo, “Virginia Woolf, Orlando y Cía.”, Testimonios. Segunda serie, 13.
98 La intervención de Victoria Ocampo en la Unión de Mujeres Argentinas (UMA), creada en 1936, fue motivada
por la campaña en defensa de los derechos civiles de las mujeres, a partir del anteproyecto de reforma del Código
Civil en Argentina durante ese mismo año, según relatan María Rosa Oliver y los fragmentos bibliográficos de
Victoria Ocampo.
99 Ocampo, “Virginia Woolf en mi recuerdo”, Testimonios. Segunda serie, 285.
130 La construcción de modelos femeninos de Victoria Ocampo entre 1920 y 1940
Maria Victoria Streppone
características de los modelos que la fundadora de Sur siguió, y del criterio que utilizó para jus-
tificar esas apropiaciones. Desde este punto de vista, este trabajo propone una revisión de las
narraciones de Ocampo en un sentido más amplio, donde la propuesta de una nueva dimensión
femenina depende de un conjunto de impulsos manipulados por la necesidad de modernizar una
cultura a través de sus principales protagonistas.
Estudiar los modos en que Ocampo enunciaba y afirmaba ciertos modelos de mujer da
cuenta de cómo la cuestión del género es una presencia que muta y que no puede ser ignorada:
“Recuerdo la indiferencia con que me escucharon los directores de las mejores revistas literarias
norteamericanas cuando les recomendé a Borges y les aconsejé que lo tradujeran. De eso hace ya
la friolera de treinta y pico de años”100.
El objetivo de las palabras de Ocampo no era únicamente poner en relación dos esferas de
declaraciones: el contexto extraliterario respecto a su condición de mujer. Se trataba de una revisión
que pone en evidencia las contradicciones y la variabilidad de las personas, y que parece buscar una
explicación liberadora respecto a la problematización de las relaciones del género, si tenemos en
cuenta que Borges fue publicado cuando Roger Caillois, amigo de Ocampo, lo propuso101.
Bibliografía
Archivos
1. Museo d’Arte Moderna e Contemporanea di Trento e Rovereto (MART), Rovereto-Italia. Archivio
Storico del 900.
Fuentes primarias
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3. Ocampo, Victoria. Autobiografía II. El imperio insular. Buenos Aires: Revista Sur, 1982.
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6. Ocampo, Victoria. Autobiografía V. Figuras simbólicas – Medida de Francia. Buenos Aires: Revista
Sur, 1983.
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8. Ocampo, Victoria. De Francesca a Beatrice. A través de la Divina Comedia. Madrid: Biblioteca de
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9. Ocampo, Victoria. Diálogo con Mallea. Buenos Aires: Sur, 1969.
10. Ocampo, Victoria. Domingos en Hyde Park. Buenos Aires: Imprenta López, 1936.
11. Ocampo, Victoria. Soledad sonora. Buenos Aires: Sudamericana, 1980.
12. Ocampo, Victoria. Supremacía del alma y de la sangre. Buenos Aires: Sur, 1935.
13. Ocampo, Victoria. “Vida de la revista ‘Sur’. 35 años de una labor”. Sur, n.º 303-305 (1967): 9-36.
14. Ocampo, Victoria. Testimonios. Primera serie, 1920/1934. Buenos Aires: Sur, 1981.
15. Ocampo, Victoria. Testimonios. Segunda serie, 1937/1940. Buenos Aires: Sur, 1984.
100 Victoria Ocampo, “Vida de la revista ‘Sur’. 35 años de una labor”. Sur, n.º 303-305 (1967): 20.
101 “Gracias a Caillois, a su osadía, Borges comienza a ser celebrado en Europa”. Ayerza de Castillo y Felgine,
Victoria Ocampo. Intimidades de una visionaria, 240.
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17. Ocampo, Victoria. Testimonios. Quinta serie, 1950/1957. Buenos Aires: UNESCO-Villa Ocampo, 2013.
18. Ocampo, Victoria. Testimonios. Sexta serie, 1957/1962. Buenos Aires: Imprenta López, 1963.
19. Ocampo, Victoria. Testimonios. Séptima serie, 1962/1967. Buenos Aires: Talleres Gráficos de la
Compañía Impresora Argentina, 1967.
20. Ocampo, Victoria. Testimonios. Octava serie, 1968/1970. Buenos Aires: Sur, 1971.
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Conferencias
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132 La construcción de modelos femeninos de Victoria Ocampo entre 1920 y 1940
Maria Victoria Streppone
40. Vázquez, María Celia. Victoria Ocampo, cronista outsider. Buenos Aires: Beatriz Viterbo Editora/
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Maria Victoria Streppone
Doctora en Historia del Arte, Università Ca’ Foscari (Venecia, Italia). Realizó sus estudios universitarios
en Arquitectura en la Università Iuav di Venezia (Italia) y en la Universidad de Buenos Aires (Argen-
tina), donde participó en distintos proyectos de investigación y ocupó el cargo de profesora ayudante
en distintas materias. Las principales líneas de investigación, docencia y divulgación que marcan su
currículo son las relaciones de la teoría y la práctica de la arquitectura con las disciplinas artísticas;
el patrimonio histórico-cultural, principalmente artístico y arquitectónico; la crítica de arte, el cine
y la creación literaria en la historiografía contemporánea, así como las relecturas en la representación
de la ciudad y de la arquitectura desde nuevas perspectivas estéticas. Entre sus más recientes publica-
ciones se encuentra el libro Victoria Ocampo. Mediatrice delle Arti tra Argentina e Italia. Il caso “Sur”
(Roma: Aracne, 2020). Recientemente formó parte del Comité Científico del IV Congreso Internacio-
nal “Coleccionismo, Mecenazgo y Mercado Artístico: Orbis Terrarum”, celebrado en Sevilla (España)
en 2019. [email protected]
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