Obligaciones La Accion Resolutoria

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República Bolivariana De Venezuela

Ministerio del Poder Popular para la Educación Universitaria


Universidad Nacional Experimental De Los Llanos Centrales ´´Rómulo Gallegos´´
Área: Ciencias Políticas Y Jurídicas.
San Juan De Los Morros
Estado Guárico.

LA ACCIÓN RESOLUTORIA

Profesor: Abg. Norberto Castro


Unidad Curricular: Obligaciones II

Bachiller:
Rhona Morgado V-19221590
4° año Sección 5 Fin de semana

Mayo de 2021
La acción resolutoria es la facultad que tiene una de las partes en un
contrato bilateral, de pedir la terminación del mismo y en consecuencia ser
liberada de su obligación, si la otra parte no cumple a su vez con la suya, y pedir la
restitución de las prestaciones que hubiere cumplido. La resolución es la
terminación de un contrato bilateral motivada por el incumplimiento culposo de una
de las partes, quien queda sujeta al pago de los daños y perjuicios que causa a la
parte inocente, extinguiéndose todas las obligaciones nacidas del mismo. La
disposición legal de la acción resolutoria se encuentra contenida en el artículo
1167 del Código Civil que consagra lo siguiente:

“En el contrato bilateral, si una de las partes no ejecuta su


obligación, la otra puede a su elección reclamar judicialmente la
ejecución del contrato o la resolución del mismo, con los daños y
perjuicios en ambos casos, si hubiere lugar a ello”.

Cuando nos remontamos a realizar un análisis sobre la evolución de esta


figura lo primero que debemos mencionar es que en Roma, en los contratos
bilaterales las obligaciones de las partes eran consideradas como entes
independientes, desvinculadas entre sí como consecuencia, si una de las partes
no cumplía su obligación, la otra parte de todos modos quedaba obligada a
cumplir la suya, la resolución causaba indudables perjuicios a la parte que estando
obligada a cumplir perdía su prestación sin recibir nada en cambio. Para atenuar
estos inconvenientes en Roma se acudió a diversas soluciones, a saber:

1. En la venta de contado, el vendedor que había entregado la cosa al


comprador, podía, en caso de no recibir el precio, reivindicar la cosa.
2. En la venta a crédito, se consideraba la venta sometida a una condición
resolutoria implícita o lex commisoria, por la cual si el comprador no pagaba
el precio, el vendedor podía considerar cumplida la condición resolutoria y
por lo tanto podía pedir la devolución de la cosa, entregando a su vez las
sumas recibidas por concepto de precio.
3. En los contratos innominados Do ut des, do ut facias, la parte que había
cumplido su obligación y a quien no se le había cumplido tenía la “condictio
causa data causa non secuta” para recuperar la prestación por ella
ejecutada.
4. La exceptio doli, mediante la cual la parte a quien se le exigía el
cumplimiento de su prestación por la otra parte, sin que ésta a su vez
cumpliese con la suya, podía pedir su liberación hasta que la otra parte
cumpliese, pues se consideraba doloso pedir la ejecución de una obligación
sin cumplir a su vez con la suya.
De estas soluciones romanas el antecedente más parecido a la acción
resolutoria en sus efectos fue la lex commisoria, pues supeditaba en la venta el
cumplimiento de la obligación de una de las partes al cumplimiento de la otra
parte. Sin embargo, tuvo el inconveniente de que sólo era aplicable a los contratos
de venta y no a los demás contratos bilaterales. Cuando se habla de la evolución
de la acción resolutoria en el derecho intermedio hasta nuestro Código Civil de
1942 podemos mencionar que el derecho canónico contribuyó al desarrollo de la
teoría del contrato, al establecer una serie de principios basados en reglas de
carácter moral. Así se le da efecto a la intención de las partes, y como
consecuencia de la prohibición de mentir, se establece que la palabra empeñada
obliga: pacta sunt servanda. Al aceptar que la voluntad es suficiente para crear un
vínculo obligatorio, debe presumirse que hay unas condiciones tácitas que ha
presupuesto cada contratante. Entre ellas, se considera que si una persona se ha
obligado a cumplir con una prestación para obtener una determinada ventaja
(causa final), la inejecución de la obligación por su deudor hace perder la fuerza
obligatoria a la promesa. Se sanciona el incumplimiento con la extinción de la
obligación. Pero este principio en el derecho canónico es de carácter general, se
aplica a todos los contratos aun unilaterales, inclusive a las relaciones
extracontractuales.

A pesar de haber profundizado el estudio de la teoría de los contratos, los


romanistas no pudieron desprenderse de los preceptos y conclusiones del derecho
romano; así consideraron el concepto de causa final aplicable solamente a los
contratos innominados, pues los contratos nominados, siendo perfectos en su
formación, no podían ser influidos por hechos ocurridos con posterioridad a su
perfeccionamiento. Después de una lenta evolución, se comienza a aceptar que
la resolución de los contratos es una institución aplicable a todos los contratos
hasta llegar a Pother, quien establece como regla común a todos los contratos
sinalagmáticos, que cuando una de las partes no cumpla con su obligación, no
puede pedir a la otra que cumpla con la suya, y la otra parte puede pedir al Juez la
rescisión del contrato.

Así, se formula el artículo 1184 del Código Napoleón: "La condición


resolutoria se sobreentiende en todos los contratos Sinalagmáticos para el caso
de que una de las partes no cumpla su obligación. En este caso, el contrato no se
resuelve de pleno derecho. La parte que no recibió la prestación... puede optar
entre obligar a esta que la cumpla... o reclamar la resolución. La resolución debe
demandarse a los tribunales...". La necesidad de la intervención judicial es
justificada en la exposición de motivos, porque será siempre necesario constatar la
inejecución, las causas de ella y distinguirla del simple retardo. Del Código
Napoleón pasa al Código italiano de 1865, de allí a nuestro Código Civil hasta
1942, cuando se adopta la redacción del proyecto franco italiano de las
obligaciones.

La doctrina contemporánea ha tratado de fundamentar la resolución de los


contratos bilaterales en diversas figuras jurídicas, a saber:

1. En la antigua lex commisoria romana, la cual se extendió en el Derecho


Moderno a todo tipo de contrato bilateral, mediante la forma de una
condición resolutoria implícita. Es la posición adoptada por el Código
Napoleón y que inspiró a todos los Códigos venezolanos, con excepción del
Código de 1942.

Sin embargo, se critica a esta tesis:

a) Si la resolución se fundamentara en una condición resolutoria implícita, no sería


necesaria la intervención del juez para declararla, pues provendría de la misma
voluntad de las partes y operaría automáticamente.

b) No procedería tampoco la indemnización de los daños y perjuicios, porque la


condición resolutoria implícita, significaría que las partes se han otorgado
mutuamente la opción de cumplir o no sus respectivas obligaciones.

c) No se explicaría por qué la parte a quien no se le cumple puede escoger entre


pedir el cumplimiento del contrato o la resolución del mismo, ya que sólo operaría
la resolución, la cual tendría como consecuencia única o fundamental la extinción
del contrato.

2. CAPITANT y los neocausalistas la fundamentan en la idea de causa.


Recordamos que para CAPITANT, en los contratos bilaterales la causa de
la obligación de una de las partes es el cumplimiento de la obligación de la
otra parte, si una de ellas no cumple con su obligación, la de la otra parte
deja de tener causa, y en consecuencia, esta puede ser liberada de la suya.
Se le critica que ello no explica porque solo la parte inocente tiene la acción,
y no la que incumple, ni la opción que tiene la parte inocente de exigir el
cumplimiento o la resolución, además, si la resolución se explica porque el
contrato deja de tener causa cuando una de las partes no cumple su
obligación, ello equivaldría a dejar en manos de las partes la posibilidad de
extinguir un contrato por su propia voluntad, pues le bastaría con incumplirlo
intencionalmente para provocar la extinción del contrato.

3. Para los MAZEAUD, el fundamento de la acción resolutoria es la


indemnización de los daños y perjuicios que causa la parte que incumple su
obligación a la otra parte. La mejor manera de reparar parte del daño
sufrido por la parte inocente es liberarla de la obligación correspectiva; pero
además puede exigir los daños y perjuicios adicionales.

4. GIORGI y otros autores fundamentan la acción resolutoria en una


presunta voluntad de las partes: Al celebrar el contrato las partes persiguen
no solamente el nacimiento de las obligaciones sino su cumplimiento. En
caso de incumplimiento, la otra parte puede exigir el cumplimiento coactivo,
pero también puede preferir la liberación de la propia obligación y exigir la
restitución de la prestación hecha a la contraparte. Mediante la resolución
se impide que por efecto del incumplimiento se produzca un estado de
cosas contrario al querido por las partes que, de haberlo previsto no
hubieren celebrado el contrato.

A este fundamento de la acción resolutoria se le objeta entre otras razones, que al


producirse un efecto distinto al querido por las partes, la resolución debería
verificarse por la simple voluntad de la parte agraviada, lo que es contrario a la
exigencia de la intervención judicial.

5. Otra tesis sostiene que la acción resolutoria constituye una sanción civil a la
parte que ha incumplido por su culpa imponiendo al deudor la pérdida de la
contraprestación que le debía su contratante. Se sanciona a quien incumple
el contrato con la pérdida de la prestación a que tenía derecho en virtud del
mismo. Se le critica que el legislador enfoca el incumplimiento, no desde la
perspectiva de la ilicitud, sino de su aptitud para perturbar o no el equilibrio
del contrato, al exigir cierta gravedad objetiva en el incumplimiento.
6. Para otra tendencia doctrinal, la acción resolutoria se funda en el equilibrio
patrimonial de las partes, que debe restablecerse entre las mismas y que
quedaría roto si una de las partes tuviese que cumplir su obligación sin
habérsele a ella cumplido a su vez. Se le critica que el incumplimiento por sí
solo no produce un enriquecimiento, pues la otra parte tiene la opción de
pedir el cumplimiento, si todavía fuera posible, o de cumplimiento por
equivalente o la resolución. La tesis de la sanción parece la más razonable.

La doctrina exige ciertos requisitos para que proceda la acción resolutoria y


son los siguientes:

a) Es necesario que se trate de un contrato bilateral. Este requisito es


exigido literalmente por el artículo 1167 del Código Civil Venezolano.

b) Es necesario el incumplimiento culposo de la obligación por la parte


demandada. Por lo que respecta al carácter culposo del incumplimiento de la
obligación, ello es evidente, porque de lo contrario, si el incumplimiento es debido
a una causa extraña no imputable a las partes, se aplicarán las normas de la
teoría de los riesgos y no las relativas a la resolución.

c) El actor debe proceder de buena fe. En este sentido se dice que el actor
debe haber cumplido u ofrecido el cumplimiento de su propia obligación. El actor
no tiene que probar que ha cumplido con sus obligaciones, ni que ha iniciado un
procedimiento de oferta real de pago de su obligación, ni siquiera tiene que haber
ofrecido la ejecución de su obligación; ya que tales circunstancias no son hechos
constitutivos de la acción. Es más bien un hecho impeditivo.

d) Es necesario que el juez decrete la resolución. El artículo 1167 del


Código Civil exige expresamente la intervención judicial. Ella es necesaria, porque
el juez debe determinar si hay o no incumplimiento culposo, y si el incumplimiento
tardío, parcial o defectuoso es suficiente para que proceda la acción resolutoria.

e) No es subsidiaria. En Venezuela, la acción resolutoria no es subsidiaria


de cumplimiento, como se pretende en otros países. La parte accionante puede
pedir o bien el cumplimiento, o la resolución, como lo ha previsto el artículo 1167
del Código Civil y exigir en ambos casos, el pago de daños y perjuicios. Se ha
discutido si puede exigirse la resolución del contrato como subsidiaria de la acción
de cumplimiento o viceversa. En nuestra jurisprudencia se ha negado tal
posibilidad, salvo en el caso de contratos de tracto sucesivo, en los cuales se
puede pedir el cumplimiento de las prestaciones ya causadas (pensión de
arrendamiento causada hasta momento de pedir la resolución) conjuntamente con
la resolución del contrato.

f) No es necesaria la mora del deudor. En la doctrina se discute si es


necesario poner en mora al deudor. Buena parte de la doctrina así lo sostiene,
pero sin darle mayor importancia a la cuestión, considerando que la demanda
serviría para poner en mora al deudor, pero ello no es cierto, porque sólo la
demanda exigiendo el cumplimiento es la que tiene esa consecuencia. Los
partidarios de la tesis contraria (MELICH), que acogemos, dicen que no es un
requisito legal ni siquiera para exigir el cumplimiento de la acción resolutoria.

Al referirnos a los efectos de la resolución, la doctrina señala como efectos de la


declaratoria judicial de la resolución del contrato los siguientes:

1. Entre las Partes:


a. Efectos liberatorios. Al ser declarado resuelto el contrato se extinguen todas
las obligaciones nacidas del mismo: se considera terminado no desde el
momento en que se declara la resolución, sino como si jamás hubiese
existido, volviendo las partes a la misma situación en que estaban antes de
contratar; se extinguen todas las obligaciones nacidas del contrato. Por
excepción, la cláusula de arbitraje subsiste (Ley de Arbitraje Comercial, por
interpretación del art. 25), también la cláusula penal que se haya estipulado
para resarcir el daño causado por el incumplimiento, cláusulas que según la
doctrina tienen carácter autónomo, lo mismo que la fianza que garantiza el
cumplimiento o los daños y perjuicios, o la cláusula penal.
El efecto retroactivo no tiene lugar en los contratos de tracto sucesivo, en
los cuales determinadas prestaciones ya disfrutadas por las partes no son
susceptibles de ser borradas en el terreno de la realidad; tal ocurre por ejemplo en
el contrato de arrendamiento, en el cual el disfrute de la cosa arrendada por parte
del arrendatario no es un hecho susceptible de devolución al arrendador. En tales
situaciones, el legislador regula la resolución de un modo especial, haciendo que
sólo opere hacia el futuro y ordenando se cumpla el contrato por lo que respecta a
las prestaciones pretéritas. Este es el sentido del artículo 1616 del código civil “Si
se resolviera el contrato celebrado por tiempo determinado, por falta del
arrendatario, tiene éste obligación de pagar el precio del arrendamiento por todo el
tiempo que medie hasta que se pueda celebrar otro, o por el que falte para la
expiración natural del contrato, si este tiempo no excede de aquél, además de los
daños y perjuicios que se hayan irrogado al propietario”. Como puede observarse,
la resolución regulada por el artículo antes mencionado no extingue propiamente
el contrato, sino lo deja subsistente, por lo menos en lo que respecta al
arrendatario, durante un determinado lapso. En el contrato de suministro de
energía eléctrica, la resolución por falta de pago del usuario opera hacia el futuro,
el usuario que ha consumido ya la energía debe pagar el consumo efectuado, es
decir, se cumple el contrato respecto a las prestaciones consumidas o disfrutadas

b. Efectos restitutorios. Al extinguirse las obligaciones, las partes deberán


restituirse mutuamente todas las prestaciones que hubieren cumplido.

c. Daños y perjuicios. La parte cuyo incumplimiento culposo da motivo a la


resolución queda obligada a la indemnización de los daños y perjuicios que
la resolución cause a la parte accionante. La mayoría de tales daños
pueden quedar satisfechos por los efectos restitutorios de la acción
resolutoria; pero el actor tiene derecho a reclamar todos los daños que le
produzca la resolución, tanto los daños emergentes como el lucro cesante.

2. Efectos respecto a Terceros

La resolución con los efectos indicados, se produce tanto entre las partes
como con respecto a terceros, en virtud del principio de que resuelto el derecho
del enajenante desaparece el derecho del causahabiente, pues nadie puede
transmitir un derecho que no tiene.
3 Los Efectos de la Cosa Juzgada

El subadquirente tendría que haber sido demandado para que la sentencia


que declara la resolución le sea aplicable. En materia de venta con reserva de
dominio, basta que el contrato tenga fecha cierta, para que sea oponible al tercero
subadquirente (art. 7 Ley de Reserva de Dominio), por consiguiente, le es oponible
la sentencia que declara la resolución.

En algunos contratos se establece lo que se conoce como la resolución de


pleno derecho; una cláusula que las partes colocan, la cual se aplica
inmediatamente verificado el incumplimiento generando la resolución del contrato.
Generalmente la leyenda de esta cláusula dice así: “En caso de incumplimiento de
cualquiera de las obligaciones del contrato se tendrá resuelto de pleno derecho el
contrato, sin intervención judicial, con derecho a cobrar daños y perjuicios, etc.”.
Pero resulta, que si bien es cierto que la cláusula de Resolución de Pleno derecho
se puede aplicar y establecer, ella no va a tener efecto sino cuando lo declare el
tribunal; debe probarse el incumplimiento en un proceso judicial, la diferencia será
que los efectos de la Resolución serán desde el momento del incumplimiento, no
desde que se dicte la sentencia. El contrato se resuelve y las partes quedan en la
condición inicial pre-contractual, queda sin efecto, más si se pueden reclamar
daños y perjuicios si los hay.

En los contratos de ejecución sucesiva, existe una excepción, se exigirá


una Acción de cumplimiento por las obligaciones insolutas que ya se acusaron, y
de allí en adelante la acción resolutoria del contrato, para dejarlo sin efecto futuro.

La Resolución Convencional; No siendo una materia en la cual está


interesado el orden público, las partes pueden estipular libremente las causas de
resolución y sus consecuencias, salvo en ciertos contratos en que la ley limita,
restringe o regula la acción resolutoria. Las partes pueden limitarse a determinar
causas específicas de incumplimiento (falta de cumplimiento dentro de cierto
término, incumplimiento defectuoso determinado por un tercero designado por las
partes, retraso en la ejecución de una obra). El papel del juez, cuya intervención
es entonces necesaria, se limita a determinar si efectivamente se produjo o no la
causa de resolución; pero no podrá calificar si el incumplimiento es o no es
suficiente para declarar la resolución del contrato. Ejemplo: El Decreto Ley de
Arrendamientos Inmobiliarios, el cual limita las causas para exigir la resolución de
los contrato por tiempo indeterminado a las previstas en ella (art. 33) y concede un
plazo de gracia para el pago del canon de arrendamiento.

Siendo una forma de terminación de contratos específica de las


convenciones bilaterales sinalagmáticas, la resolución presenta diferencias
fundamentales con los otros modos conocidos de terminación de los contratos que
señalaremos enseguida, no sin antes poner de manifiesto que existe una
diferencia fundamental y de tipo general: la resolución es un medio de terminación
exclusiva de las convenciones bilaterales, no siendo aplicable a las convenciones
unilaterales ni tampoco a las sinalagmáticas imperfectas.

a) Diferencias con la Nulidad de los Contratos.

• La Nulidad es un modo de terminación de los contratos que han nacido con un


vicio que afecta su eficacia. La Resolución es un modo de terminación de los
contratos que han nacido legalmente perfectos y que producen los efectos
normales propios de todo contrato válido.

• Las causas de nulidad surgen con el contrato mismo. Las causas de resolución
(incumplimiento culposo) surgen después de que el contrato se ha perfeccionado.

• La nulidad no es más que la constatación de ser un contrato inválido e ineficaz.


La resolución es la terminación de un contrato perfecto.

• La nulidad es la consecuencia de la violación de normas de orden público que


tutelan intereses generales (nulidades absolutas) o intereses particulares
(nulidades relativas) en el momento de su celebración. La resolución ocurre en los
casos bilaterales, motivada a incumplimiento culposo de sus obligaciones por una
de las partes.

b) Diferencias con la Rescisión.

• La rescisión es un medio especial para atacar ciertos contratos bilaterales


conmutativos, que si bien no violan ninguna norma de orden público, establecen
una desproporción excesiva entre las prestaciones de las partes, en perjuicio o
detrimento de una de ellas.

• La doctrina expone que en general la rescisión tiene carácter subsidiario y sólo


opera a falta de otro recurso capaz de colocar a las partes en situación de
equilibrio. La resolución no tiene carácter subsidiario, ni tampoco opera a falta de
otro recurso. • El efecto retroactivo de la resolución no es aplicable en los casos de
rescisión.

c) Diferencias con la Disolución.

• Es un medio voluntario de terminación de los contratos mediante el cual las


partes de mutuo acuerdo deciden la extinción de un contrato. Es llamada la
disolución por nuestro Código Civil (art. 1159) revocación, en el sentido de que las
partes revocan de mutuo acuerdo su voluntad de contratar. Sin embargo, la
expresión revocación es tomada en forma impropia, pues en la doctrina moderna
se reserva para aquellos casos en que el contrato puede terminar por la sola
voluntad de una de las partes (mandato, sociedades por tiempo indefinido). La
resolución no es propiamente voluntaria, sino que es motivada por el
incumplimiento culposo de una de las partes en un contrato bilateral., viéndose
obligada la otra parte, en resguardo de sus intereses, a pedir la terminación del
mismo.

• La disolución del contrato lo extingue hacia el futuro pero no hacia el pasado,


quedando plenamente cumplidas y con total validez las prestaciones efectuadas.
La disolución no tiene efectos retroactivos. La resolución tiene efectos retroactivos,
el contrato se considera como si nunca se hubiese existido, volviendo las partes a
una situación precontractual, a la misma situación en la que se encontraban antes
de celebrar el contrato; salvo en los casos de excepción que mencionaremos más
adelante (contratos bilaterales de tracto sucesivo y ciertas cláusulas
contractuales). • La disolución del contrato es un medio de terminación de todo
contrato, sea de la clase que fuere (art. 1159). La resolución del contrato es típica
de los contratos bilaterales y sólo para los casos de incumplimiento culposo.

d) Diferencias con la Revocación.

• La revocación del contrato, tomada en un sentido estricto, es la terminación de


determinados tipos de contrato por voluntad unilateral de una de las partes. Ello
ocurre en algunos contratos: mandato (art. 1704, numeral 1º y 2º C.C.V),
sociedades por tiempo ilimitado (art. 1677 C.C.V), sociedades de hecho (art. 220
Código de Comercio), donación entre cónyuges (art. 1451 C.C.V). La resolución
no depende de la sola voluntad de una de las partes, sino que es motivada por el
incumplimiento culposo de la otra parte.

• La revocación opera hacia el futuro, no afecta las prestaciones cumplidas con


anterioridad a esa revocación, prestaciones que son válidas y producen sus
efectos. La resolución, por el contrario, tiene efectos retroactivos colocando a las
partes en la misma situación en que se encontraban antes de celebrar el contrato
y por consiguiente, libera a ambas partes de las obligaciones nacidas con
anterioridad y al eliminar el fundamento o la causa de las prestaciones cumplidas,
debe procederse a la restitución de las mismas (salvo los casos de excepción).
Referencias Bibliográficas

Código Civil de Venezuela. (1982). Gaceta oficial de la República de Venezuela N°


2.990. Fecha: Julio 26, de 1982.

Maduro L., E. (1987). Curso de obligaciones, Derecho Civil III. Caracas,


Venezuela: Fondo Editorial Luis Sanojo.

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