En El Umbral de La Ciencia Espiritual 2

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Fragmento de la Conferencia X del libro “EL MOVIMIENTO OCULTO DEL SIGLO XIX Y SU

RELACIÓN CON LA CULTURA MUNDIAL” de Rudolf Steiner


Pero hay algo más. Ahí, más allá del velo que tejió la naturaleza, existe un mundo
ahrimánico con todas las entidades ya descriptas; allá, más allá del velo de la vida anímica,
existe el mundo luciférico con todas las peculiaridades también descriptas, de modo que el
hombre se halla, pudiéramos decir, encerrado entre el mundo ahrimánico y el luciférico:
por poco que su propia conciencia trascienda en dirección hacia la naturaleza, no podrá sino
entrar en el conocimiento del mundo ahrimánico; por poco que su conciencia trascienda
hacia el mundo anímico, no podrá sino entrar en conocimiento del mundo luciférico.
Hasta tiempos relativamente recientes, los hombres estaban protegidos contra el peligro
de avanzar excesivamente en una u otra dirección. Ahora vivimos en una época de
transición en la que ya no es posible detener semejante avance; por la siguiente razón, así
lo exige la evolución de la época: nos hallamos en la etapa del alma consciente, en camino
hacia la del Yo espiritual. Semejante evolución requiere largos preparativos. Cuando el Yo
espiritual se halle plenamente desarrollado, esto es, cuando llegue el sexto período cultural
post-atlante, la vida anímica humana será distinta de la actual en muchos aspectos; el
intelecto humano tendrá una potestad mucho más objetiva de la que tiene en la actualidad;
su vida será mucho más objetiva que la presente. En la actualidad, los hombres ya se
encaminan hacia semejante objetividad intelectual; lo que puede observarse por doquier,
y así lo he destacado en mis conferencias, una y otra vez. Los hombres avanzan hacia una
vida anímica en la cual su intelecto se extenderá entre los hombres a semejanza de un poder
público. Insisto: "de un poder público" al que habrán de supeditarse los hombres; poder
objetivo que actuará al margen de las almas humanas.
Todavía vivimos en una época en que considerable número de personas se protege contra
esa potencia objetiva, mediante cierta fuerte perfilación de la propia individualidad; sin
embargo, esa posibilidad irá menguando, a medida que avancemos hacia la sexta época
post-atlante. Llegará el tiempo en que los fenómenos ahora apenas incipientes se
manifiesten en forma sumamente acrecentada.
El que sabe evaluar debidamente las experiencias mundiales, puede, ya desde ahora,
formular algunos acertados juicios sobre el particular. Así, por ejemplo, se sabe con toda
exactitud que los editores de ciertas publicaciones periódicas, hállanse muy distantes de
escribir tan sólo lo que brota de su propia alma; representan la inteligencia de ciertos
círculos, esa inteligencia que objetivamente prolifera, y de la que ellos no son sino portavoz.
Es de suma importancia enfocar este hecho, pues se trata de un fenómeno que se
acrecentará paulatinamente.
Ahora bien, existe una perspectiva perfectamente definida: conforme se objetiva la
inteligencia de algunas personas -y de hecho, ya está objetivándose desde que existe una
literatura pública- irá en aumento la posibilidad de que Ahriman se apodere de la
inteligencia humana. La Ciencia Espiritual tiene que poner de relieve esa perspectiva,
porque Ahriman, en todo momento, abriga el más intenso afán de privar a los hombres de
su entendimiento individual para apropiárselo él mismo, a fin de que, en opinión de
Ahrimán, el entendimiento humano caiga bajo la dependencia del poder ahrimánico. Dado
que la inteligencia más desarrollada de los servidores de Ahriman está misteriosamente
ligada a las más bajas fuerzas humanas, Ahriman tiene siempre el afán de apoderarse del
entendimiento humano, impidiendo que el hombre se percate de las potencialidades de
este entendimiento.
Será cada vez más necesario que los hombres presten atención a tales momentos críticos,
pues Ahriman los utiliza precisamente para que el hombre, en plena vigilia, entre en un
estado de mareo, en un estado de conciencia rebajada, en que, no sintiéndose ya el hombre
a sus anchas en el mundo físico, se entregue a la vertiginosa danza del Universo, sin ya
permanecer debidamente de pie como individualidad. He ahí los momentos de verdadera
alerta, pues en ellos Ahriman fácilmente se llevará la mejor parte.
La mejor protección es el esfuerzo en desarrollar un pensar claro y exacto, evitando el
deslizarse mentalmente sobre las cosas, como hoy se acostumbra en sociedad. ¡No divagar
sobre el vaivén de la vida, sino pensar con claridad! Más todavía: uno debería precaverse
en recurrir a giros y palabras de cuño corriente, pues desde el momento en que se utilicen
palabras que no arraiguen en el pensar propio, sino en la rutina de la conversación, se
introduce la irreflexión, la carencia de pensamientos, aunque sea tan sólo por un breve
instante. Y estos son los momentos más peligrosos porque pasan desapercibidos. Habría
que tratar de evitar decir algo sin haber reflexionado antes sobre lo que se quiere decir.
Quien tome en serio las exigencias de la época, deberá emprender, de manera
sobresaliente, semejante auto educación precisamente en intimidades como éstas, y fácil
les será sintetizar los requisitos necesarios, si tienen en cuenta lo que he venido expresando
estos últimos días.
También Lucifer, por su parte, pretende influir a través de la voluntad del hombre para que
éste no obre con fundamento en impulsos bien meditados y espiritualizados, sino en los
que surjan del simple temperamento, de la mera inclinación. He ahí el campo de la
intervención de Lucifer para convertimos en presa suya. Y lo más propicio para lograrlo es
que los hombres desarrollen impulsos de temperamentos e inclinaciones que pululen y
arraiguen en las profundidades subconscientes de la vida anímica, al margen del dominio
individual. Si dejamos que nos embarguen ese tipo de impulsos y otras oscuras inclinaciones
que nos asocian con grupos humanos, es decir, impulsos cuyas características es sentirse
miembros de un grupo de personas, nos vemos arrastrados, de inmediato, por un remolino
en el que se nos arrebata el juicio volitivo individual. Hemos de evitar que esto suceda, so
pena de que Lucifer alcance excesivo poder sobre nosotros: hemos de tratar de mantener
a toda costa el juicio objetivo.
En pos de su finalidad, Lucifer puede lograr momentos propicios, cuando el alma humana
se desvía un poco del ámbito de la conciencia normal; he ahí los fenómenos radicales. Las
desviaciones más conspicuas son aquellas en que la voluntad sufre una falla, y al debilitarse
el hombre ya. no puede sino dejarse arrastrar por su propia vida anímica, en exclusión
parcial de su voluntad. Lo mismo ocurre, aunque en forma atenuada y con mayor intimidad,
en los momentos en que dejamos que nos determinen oscuros sentimientos de solidaridad
gregaria, y otros por el estilo.

Los médicos modernos ya han creado hasta una terminología para esos fenómenos
particularmente radicales: las ideas obsesivas. Esas ideas obsesivas se presentan en
individuos que no tienen la conciencia estructurada de manera regular, como
correspondería a la vida en el plano físico. Si no existe en la conciencia una suficiente dosis
de voluntad, el individuo se halla embargado por unas ideas que él no puede eliminar de la
conciencia: las llamadas obsesivas.
Recurro a un ejemplo recientemente observado en una clínica: un individuo observó a otro
que entró en una casa, llagado por un carcinoma facial. Desde el día en que vio ese tumor,
y por ser él de débil voluntad, le obsesiona la idea de que por doquier existen gérmenes
cancerígenos. Lo sospecha por todas partes y carece de la necesaria fuerza de voluntad para
relegar esa idea a la subconciencia, una vez generada. He ahí un caso especial de idea
obsesiva, y se presentan en gran variedad entre las personas de deficiente desarrollo en lo
volitivo. En estos casos, es cuando Lucifer fácilmente adquiere poder sobre ellas.
Así podríamos seguir enumerando muchas otras aberraciones de la conciencia. A través
suyo, se pone en evidencia cuál ha de ser la característica de la conciencia normal en el
plano físico. Pero, nos guste o no, vivimos en una época en que no es posible evitar que se
nos manifiesten ciertas entidades influyentes, lo mismo del lado que corresponde tras el
velo de la naturaleza, como del que corresponde tras el velo del mundo anímico. Y es que,
si permanecieran ocultas, peligraría la progresiva evolución del hombre. Precisamente si no
nos percatamos de Ahrimán y Lucifer en su conexión con la evolución humana, se cierne
una amenaza para el hombre, pues al pasar inadvertidos, pueden manipularle mejor.
Para ilustrar esas maquinaciones ahrimánicas, voy a contarles una anécdota rigurosamente
verídica. A cierta aldea, llegó un forastero conocido del alcalde; llegó a caballo y cabalgaba
por la calle principal de la aldea. Para los aldeanos, fue un espectáculo fascinante; salieron
corriendo a verle y se quedaron admirando al forastero. Este hospedó su caballo en el
mesón del alcalde y permaneció en su casa desde el sábado hasta el lunes. El lunes, deseoso
de partir, pidió su caballo al alcalde. Dijo entonces el alcalde: "Recuerdo que viniste a pie, y
que no tenías caballo”. A todos los reparos y protestas, el burgomaestre respondió: "No
tenías caballo". Finalmente, agregó: "¿Por qué no preguntamos a la gente de la aldea? Sin
duda, ellos debieron de haberte visto, cuando cabalgabas entrando a la aldea". Convocó,
pues, a todos los aldeanos y les preguntó si no habían visto al forastero entrando a pie; y
todos coincidieron en decir que sí. Tras esa afirmación colectiva, insistió el alcalde: "Ahora,
jurad todos que ese hombre entró andando"; todos así lo juraron. Así, pues, caminando y
sin caballo, tuvo que salir de la aldea. Al rato, el alcalde le alcanzó para entregarle su caballo.
Preguntole el forastero: ¿Cuál fue el objetivo de tanta comedia? "¡Nada más que para que
conocieras el tipo de gente que integra mi comunidad!"
Obviamente, Ahriman había metido su cuchara, y no cabe duda que hizo excelente papel
como potencia objetiva. La anécdota es más verdadera que la verdad misma, porque se
realiza constantemente entre nosotros; toda la vida humana tiende a que aumente el
número de las personas que juran la no-existencia del caballo.

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