Contrato de Hipoteca Chile
Contrato de Hipoteca Chile
Contrato de Hipoteca Chile
Sumario:
1.- Concepto y regulación.
2.- Importancia.
3.- Características de la hipoteca, como derecho.
4.- Clases de hipoteca.
5.- Casos de hipoteca legal.
6.- El contrato hipotecario.
6.1. Concepto.
6.2. Características del contrato hipotecario.
7. Elementos de la hipoteca.
7.1. Capacidad.
7.2. Formalidades del contrato de hipoteca.
7.3. Cosas susceptibles de hipotecarse.
7.4. Obligaciones susceptibles de caucionarse con hipoteca.
8. Efectos de la hipoteca.
8.1. Extensión de la garantía.
8.2. Efectos de la hipoteca con respecto al dueño del inmueble hipotecado.
8.3. Efectos de la hipoteca respecto del acreedor hipotecario.
9. Mutuo hipotecario con letras de crédito.
10.- Extinción de la hipoteca.
10.1. Extinción por vía accesoria.
10.2. Extinción por vía principal.
11.- Modelos de contrato de hipoteca.
El art. 2407 del Código Civil contiene la definición legal de hipoteca. Señala el art.
que “La hipoteca es un derecho de prenda, constituido sobre inmuebles que no dejan por eso
de permanecer en poder del deudor”.
La definición legal sugiere las siguientes observaciones:
i.- La hipoteca es un derecho, y específicamente, un derecho real (art. 577 del Código Civil).
ii.- Es una especie de derecho “de prenda”. En realidad, hoy esta asimilación al derecho de
prenda es equívoca, pues el derecho de hipoteca tiene su propia fisonomía. Pero la asimilación
tiene una explicación histórica, pues en el Derecho romano sólo se aludía a la prenda, garantía
que podía recaer tanto en muebles como inmuebles.
iii.- La hipoteca se constituye sobre inmuebles. Tal es la regla general, más no absoluta según
veremos.
iv.- Los inmuebles hipotecados permanecen en poder del deudor, a diferencia de lo que
ocurre con la prenda civil.
Esta definición ha sido criticada por nuestra doctrina, porque no proporciona una
idea cabal de la garantía.
Somarriva la define como “el derecho real que recae sobre un inmueble que
permaneciendo en poder del constituyente, da derecho al acreedor para perseguirlo de
2 Somarriva Undurraga, Manuel, Tratado de las Cauciones, Santiago de Chile, Editorial Jurídica Ediar-ConoSur Ltda,
sin año, p. 309.
2.- Importancia.
De todas las cauciones, tanto reales como personales, ninguna ofrece mayor
seguridad al acreedor que la hipoteca, siendo la principal fuente de crédito. Ello, porque los
bienes raíces tienen un valor estable, más o menos elevado, resultando posible obtener
créditos más cuantiosos.
También la hipoteca presenta ventajas para el deudor, porque no obstante la
constitución del gravamen, no se ve desposeído del inmueble, pudiendo valerse de él para
obtener utilidades.
En verdad, no se concibe todo el sistema bancario sin la existencia de la hipoteca,
garantía fundamental exigida tanto a las personas naturales o jurídicas, en sus operaciones
comerciales o cuando pretenden adquirir inmuebles.
Para que conserve su eficacia, la hipoteca debe gozar de la publicidad general, lo que
se consigue mediante la inscripción en el Registro de Hipotecas y Gravámenes del
Conservador de Bienes Raíces.
En los demás derechos reales, es posible visualizar una relación directa entre el
titular del derecho y la cosa sobre la que recae tal derecho; dichos derechos reales se
ejercitan mediante el goce o tenencia de la cosa. En la hipoteca, en cambio, la forma de
ejercitar el derecho se materializa en la facultad que tiene el acreedor de pedir la venta de la cosa
hipotecada en caso que el deudor no cumpla la obligación.
Por ser la hipoteca un derecho real, se ejerce sobre el bien gravado sin respecto a
determinada persona. De este carácter se deduce que el acreedor goza del derecho de
persecución, expresamente reconocido en el art. 2428 del Código Civil, que le permite
c) Es un derecho accesorio.
c. 1) Noción general.
Característica general a todas las cauciones (art. 46 del Código Civil). Supone la
hipoteca la existencia de una obligación principal, sea de dar, hacer o no hacer; pura y simple
o sujeta a modalidades (como se desprende del art. 2427 del Código Civil); determinada o
indeterminada (art. 2427); actual o futura (art. 2413 del Código Civil); emanada de
cualquiera de las fuentes de las obligaciones.
c.2) Hipoteca de obligaciones naturales.
Son susceptibles de garantizarse con hipoteca no sólo las obligaciones civiles, sino
también las naturales. Con respecto a la garantía hipotecaria de estas obligaciones, debemos
distinguir:
1. Si la hipoteca se constituye por el deudor o un tercero para garantizar una obligación civil
que después pasa a ser natural, subsiste la hipoteca con este mismo carácter (lo accesorio
sigue la suerte de lo principal);
2. Pero si la garantía la otorga un tercero cuando la obligación ya es natural, dicha
obligación accesoria es civil (art. 1472 del Código Civil).
c.3) Casos en los cuales la hipoteca es autónoma de la obligación principal.
No obstante su carácter accesorio, la hipoteca puede adquirir una relativa
independencia frente a la obligación principal:
1. Cuando la hipoteca garantiza obligaciones futuras (art. 2413, inc. 3° del Código Civil).
En este caso, no existe obligación principal al momento de constituirse la hipoteca.
2. Cuando la hipoteca se constituye por un tercero, en garantía de una deuda ajena. En este
caso, el garante no se obliga personalmente (en otros términos, sólo contrae una
obligación real), a menos que así se pacte (en cuyo caso, estaremos ante un fiador
hipotecario). En esta hipótesis, la obligación principal se separa de la hipoteca: las acciones -la
personal y la real- deben dirigirse contra personas diferentes. Lo mismo ocurre cuando la
finca hipotecada es adquirida por un tercero.
3. Incluso, la hipoteca puede subsistir no obstante haberse extinguido la obligación principal:
cuando ésta se extingue por novación, las partes pueden pactar reserva de la hipoteca, es
decir, que la misma hipoteca pase a caucionar una nueva obligación.
c.4) Hipoteca de obligaciones indeterminadas.
Se ha discutido en nuestra doctrina acerca de la validez de la hipoteca que cauciona
obligaciones indeterminadas. Para algunos, la obligación debe estar perfectamente determinada,
A pesar de que el art. 732 del Código Civil no incluye la hipoteca entre las
limitaciones del dominio, es evidente que tiene este carácter. En efecto, por su constitución
el propietario del inmueble no puede ejercer su derecho de dominio en forma absoluta,
no puede destruir las construcciones, plantaciones, etc., existentes en el inmueble, ni gozar
de él en términos que lesionen los derechos del acreedor hipotecario, porque entonces se aplica
el art. 2427 del Código Civil.
e) Constituye un principio de enajenación y para los efectos del art. 1464 del Código Civil es
un acto de enajenación.
g) Es indivisible.
En virtud del principio de la indivisibilidad de la hipoteca que consagran los arts. 1526
N° 1 y 2408, puede decirse que cada parte del inmueble hipotecado garantiza la totalidad
del crédito, y que a su vez cada parte del crédito está caucionado con la totalidad del
bien hipotecado. La indivisibilidad entonces, puede mirarse a través del inmueble dado en
garantía o desde el punto de vista del crédito garantizado.
g.2) Desde el punto de vista del crédito: se desprende del art. 1526, Nº 1, inc. 2º, que:
i.- Si queda una parte insoluta del crédito, por pequeña que sea, subsiste la totalidad de la
garantía hipotecaria;
ii.- Además, si hay varios acreedores hipotecarios y el deudor le paga su cuota a uno de ellos,
no puede solicitarle la cancelación proporcional del gravamen; y
iii.- Si fallece el acreedor dejando varios herederos, cada uno de ellos puede perseguir el total
de la finca hipotecada, por su parte o cuota en el crédito.
El carácter indivisible que tiene la hipoteca es de su naturaleza y no de la esencia.
Por ello, y por estar establecido en beneficio del acreedor, éste puede renunciarlo. La
renuncia se ejercitará mediante la respectiva escritura de alzamiento parcial de la hipoteca,
aunque el acreedor no haya estado obligado a ello.
a) Generalidades.
Para el Código Civil Chileno todas las hipotecas son convencionales. Posteriormente,
el Código de Procedimiento Civil creó una hipoteca legal, en el caso previsto en los arts. 660
y 662: en las particiones, para garantizar los alcances que puedan resultar contra un
adjudicatario. Pero al decir que esta hipoteca es legal no significa que exista de pleno
derecho, sino que con ello se alude al título que da nacimiento al derecho de hipoteca, que no
es la convención de las partes sino la ley; pero siempre es necesario para su existencia inscribirla en el
Conservador de Bienes Raíces.
En cuanto a la hipoteca judicial, es decir aquella que se entienda constituida por la sola
sentencia, nuestra legislación no contempla ningún caso.
Si bien en nuestra legislación no podemos hablar de hipotecas convencionales, legales
y judiciales porque sólo existen las primeras con la salvedad de los excepcionales casos de
hipoteca legal, en cambio la obligación de constituir hipoteca puede emanar del acuerdo de las partes, de
la ley o de una resolución judicial. Bajo este aspecto, aunque no con toda propiedad, podría
decirse que la hipoteca es convencional, legal o judicial. Acontece aquí lo mismo que en la fianza,
donde el art. 2336 dice que puede ser convencional, legal o judicial, queriendo con ello
referirse a que la obligación de rendirla puede emanar de las fuentes indicadas; pero la fianza en
sí misma es siempre un contrato. Lo mismo ocurre con la hipoteca: en algunos casos, el contrato
hipotecario debe celebrarse cumpliendo una obligación contraída en un contrato previo; en otros,
cumpliendo con lo que ordena un precepto legal y en otros con lo que ordena una sentencia. Pero en las
tres hipótesis, siempre deberá celebrarse el contrato hipotecario. Son estos casos:
i.- Emana la hipoteca del acuerdo de voluntades, en el caso del contrato de promesa de constituir hipoteca.
ii.- Ejemplos en que la obligación de constituir hipoteca emana de la ley:
6.1. Concepto.
El derecho real de hipoteca necesita para nacer, como todo derecho real, que opere un
modo de adquirir el dominio. Originariamente, en la constitución de la hipoteca existe tradición
de la misma. Con posterioridad, también pueden actuar otros modos: la prescripción en caso que
el gravamen se haya constituido sobre cosa ajena, pues entonces la tradición no sirve al
acreedor para adquirir el derecho, sino como título para llegar a adquirirlo por prescripción, 5 o
la sucesión por causa de muerte, mediante la cual el heredero o legatario adquiere el derecho de
hipoteca conjuntamente con el crédito.
Ahora bien, si en la generación del derecho de hipoteca siempre existe tradición, tendrá
también que existir un título que la anteceda (art. 675 del Código Civil), es decir, un contrato
que coloque a una persona en la obligación de transferir el derecho de hipoteca. Este título, no
es otro que el contrato hipotecario.
De esta manera, podemos definir el contrato hipotecario como aquél en que el deudor o un
tercero se obliga con respecto al acreedor a darle o transferirle el derecho de hipoteca sobre un inmueble de su
propiedad y a conservar éste en condiciones idóneas para asegurar el pago de los créditos garantizados.
a) Puede celebrarlo el acreedor no sólo con el deudor personal sino también con un tercero
(llamado garante hipotecario).
5 Veremos sin embargo que para el profesor Pablo Rodríguez Grez, la hipoteca no puede adquirirse por
prescripción.
6 Somarriva Undurraga, Manuel, ob. cit., p. 340; Barcia Lehmann, Rodrigo, “Lecciones de Derecho Civil Chileno. De las
Fuentes de las Obligaciones”, Tomo II, Santiago de Chile, Editorial Jurídica de Chile, año 2007, p. 195; Lecaros
Sánchez, José Miguel, “Las cauciones reales”, Santiago de Chile, Metropolitana Ediciones, año 2000, p. 242; Navarro
Albiña, René David, “Teoría General del Contrato & Contratos en particular”, Santiago de Chile, Ediciones Jurídicas de
Santiago, año 2005, p. 294. Navarro Albiña postula que por regla general, en el contrato de hipoteca sólo resulta
obligado el constituyente, agregando: “Ahora bien, una vez constituido el derecho real de hipoteca, el único
obligado será el acreedor hipotecario (obligado a efectuar el alzamiento de la hipoteca) en el evento que se pague
totalmente la deuda”. Esta frase amerita en nuestra opinión dos comentarios: i) Es efectivo que el acreedor
hipotecario tiene tal obligación de alzamiento una vez extinguida la hipoteca, pero insistimos que su fuente será la
ley y no el contrato de hipoteca, por estar éste extinguido; y ii) No es efectivo que el único obligado será el
acreedor hipotecario una vez constituido el derecho real de hipoteca, pues el constituyente tiene la obligación de
conservación de la finca hipotecada.
7 Lecaros Sánchez, José Miguel, ob. cit., p. 242.
8 Por esta misma razón, descartamos que el contrato de hipoteca sea un contrato bilateral per se.
c) Es un contrato accesorio.
9 López Santa María, Jorge, Los contratos. Parte general, tomo I, Santiago de Chile, Editorial Jurídica de chile, segunda
e) Es un contrato solemne.
Se desprende lo anterior de los arts. 2409 y 2410 del Código Civil. Debe otorgarse por
escritura pública y debe además ser inscrita en el Registro Conservatorio. Más adelante
aludiremos al segundo de estos actos, pues se discute si es solemnidad del contrato.
En primer lugar, la hipoteca debe reunir todos los requisitos de un contrato. En el análisis
particular de la hipoteca nos detendremos en los siguientes elementos:
7.1. Capacidad;
7.2. Formalidades;
7.3. Cosas susceptibles de hipotecarse; y
7.4. Obligaciones que se pueden caucionar con hipoteca.
7.1. Capacidad.
Sólo cabe exigirle la capacidad general para celebrar toda clase de contratos, es decir,
capacidad de ejercicio.
a) Doctrinas que se han formulado acerca de las solemnidades del contrato de hipoteca.
La hipoteca debe perfeccionarse por escritura pública (art 2409 del Código Civil).
Los autores se han planteado qué rol jurídico juega en la hipoteca la inscripción en el
Registro Conservatorio: ¿es una solemnidad del acto hipotecario o la forma de efectuar la
tradición del derecho real de hipoteca?
Para algunos (Fernando Alessandri entre ellos11), la inscripción es una solemnidad del
acto al igual que la escritura pública. En el mismo sentido, un fallo de la Corte Suprema
señala, aludiendo a los arts. 2409 y 2410: “De donde se deduce que la escritura por sí sola
no crea en este caso ningún derecho para el acreedor ni restringe en lo más mínimo las
facultades del deudor sobre el inmueble”. Fernando Alessandri Rodríguez proporciona
los siguientes argumentos:
i.- La redacción misma del art. 2410 da a entender que la inscripción es un requisito de
la hipoteca, ya que dispone que además de la escritura pública necesita que se inscriba y
agrega que sin este requisito no tendrá valor alguno.
ii.- La exigencia de la inscripción como requisito del contrato hipotecario se encuentra
perfectamente justificada en nuestra legislación, teniendo en consideración los
principios que informan la adquisición del dominio y de todo derecho real. El Código
Civil chileno distingue entre el título y el modo de adquirir y establece que los
11 Alessandri Rodriguez, Fernando, “La hipoteca en la legislación chilena”, Santiago de Chile, Soc. Imprenta y
Litografía Universo, 1919, N° 107, pp. 111 y 112.
Requieren estos contratos, conforme a los arts. 2411 del Código Civil y 345 y siguientes
del Código de Procedimiento Civil, el cumplimiento de los siguientes requisitos:
i.- Escritura pública, aunque ella no se requiera en el país en que se celebra el contrato (arts. 18
y 1701). Estamos ante una excepción al principio lex locus regit actum, prevaleciendo en cambio
el principio lex rei sitae.
ii.- Legalización del instrumento (arts. 63 y 64 del Reglamento del Registro
Conservatorio de Bienes Raíces).
iii.- El contrato debe inscribirse en el Registro respectivo del Conservador de Bienes
Raíces.
En relación a esta materia, con fecha 30 de agosto de 2016, entró en vigencia en Chile
la “Convención de La Haya que Suprime la Exigencia de Legalización de Documentos
Públicos Extranjeros” (adoptada el 5 de octubre de 1961), llamada también “Convención de la
Apostilla”.
Esta Convención se implementó en Chile por la Ley N° 20.711, publicada en el Diario
Oficial de fecha 2 de enero de 2014. El reglamento de esta ley consta del Decreto Supremo N°
81 del Ministerio de Relaciones Exteriores, publicado en el Diario Oficial de fecha 28 de
noviembre de 2015.16
Conforme se expresa en los considerandos del Decreto Supremo N° 81, la citada
convención “tiene por objeto simplificar la autenticación de dichos documentos que deben ser
presentados en el extranjero, facilitando su circulación entre los Estados Parte”. Agrega el
Decreto “Que los documentos públicos otorgados por un Estado Parte de la Convención no
deberán ser sometidos al procedimiento de legalización si respecto de estos se ha otorgado un
certificado denominado ‘Apostilla’ por la autoridad designada por el Estado del que dimana
dicho documento”.
La Convención, de esta manera, crea un nuevo sistema de legalización de instrumentos
otorgados en país extranjero, que viene a sumarse al tradicional denominado “cadena de
16Cfr. el artículo “Sistema de Apostilla” de Sebastián Soto Muñoz, publicado en la revista Fojas, y el comentario
de Hernán Corral Talciani “Legalización de documentos y sistema de apostilla”, en su blog jurídico “Derecho y
Academia”, ambos disponibles en la web.
Se refiere a la materia el art. 2432 del Código Civil. Asimismo, el art. 81 del Reglamento
del Registro Conservatorio de Bienes Raíces reproduce los requisitos previstos en la primera
norma, y el art. 82 señala que de faltar alguna de las designaciones en términos absolutos,
deberá otorgarse nueva escritura pública complementaria:
i.- Individualización del acreedor, del deudor y/o del tercero garante hipotecario.
ii.- Fecha y naturaleza de la obligación principal a la que alude la hipoteca (principio de la
especialidad de la hipoteca en cuanto a la obligación). Lo anterior, salvo que estemos ante una hipoteca
con cláusula de garantía general.
iii.- La situación (o sea, la ubicación) de la finca y sus linderos (principio de la especialidad en
cuanto finca).
iv.- La suma determinada a la que se extienda la hipoteca, si las partes la limitan a una
determinada cantidad, con tal que así se exprese inequívocamente de acuerdo al art. 2431,
parte inicial (principio de la especialidad de la hipoteca en cuanto a la obligación). Sobre el particular,
las hipotecas se pueden constituir conforme a los siguientes formatos:
i) Hipoteca específica: que garantiza una o algunas obligaciones determinadas (tal pagaré, por tal suma,
con tal fecha de vencimiento, etc.);
ii) Hipoteca con cláusula de garantía general, pero limitada a un monto máximo;
iii) Hipoteca con cláusula de garantía general, sin limitación.
v.- La fecha de la inscripción y la firma del Conservador. Cabe señalar que este es el
único requisito que no puede omitirse bajo respecto alguno. Si se omiten los restantes
requisitos, la inscripción no será nula, pero siempre y cuando de su contexto o del
contrato o contratos citados por ella, se desprendan aquellos antecedentes omitidos en la inscripción:
art. 2433.
Curiosamente, el art. 81 no incluye entre las menciones de la inscripción de la hipoteca
19 Se hipotecan las “naves mayores”, mientras que las “naves menores” deben prendarse (art. 20 de la Ley de
navegación). Conforme al art. 4 de la Ley de Navegación, son naves mayores aquellas de más de cincuenta
toneladas de registro grueso, y naves menores, las de cincuenta o menos toneladas de registro grueso.
20 Somarriva Undurraga, Manuel, ob. cit., p. 393, N° 405.
21 Sin embargo, estos bienes, muebles por naturaleza, pueden enajenarse por separado del inmueble, en cuyo caso,
dejan de quedar afectados por la hipoteca. Por ello, resulta conveniente que, simultáneamente con la hipoteca, se
constituyan prendas sobre tales bienes, especialmente cuando pueden ser valiosos, como por ejemplo tratándose
de ganados o maquinaria agrícola. Lo mismo conviene hacer en el caso de los inmuebles por adherencia, como
las plantaciones; en este caso, a pesar de tratarse de inmuebles, son prendables, anticipándose su futura condición
de muebles.
22 Somarriva Undurraga, Manuel, ob. cit., p. 377.
d) Hipoteca de mina.
Se rige por las mismas disposiciones del Código Civil y por los arts. 217 a 222 del
Código de Minería. La hipoteca se constituye sobre la concesión minera, siempre que se
Es posible hipotecar no sólo los bienes presentes sino también los futuros:
art. 2419 del Código Civil: “La hipoteca de bienes futuros sólo da al acreedor el derecho de
hacerla inscribir sobre los inmuebles que el deudor adquiera en lo sucesivo y a medida que
los adquiera”.
La futureidad, aquí, está referida a que el inmueble aún no ingresa al patrimonio del
constituyente. En rigor, se está hipotecando algo que por el momento es ajeno al
constituyente.
Se puede afirmar que esta hipoteca queda sujeta a la condición suspensiva de que el
constituyente, efectivamente, adquiera el dominio de los inmuebles que hipoteca de manera
anticipada. En caso contrario, el contrato carecerá de eficacia jurídica.
Por cierto, en el contrato deben singularizarse con todo detalle los inmuebles,
incluyendo sus ubicaciones, deslindes, actuales inscripciones de dominio, etc., de manera
que sólo reste adquirir el dominio de los mismos, para que el conservador de bienes raíces
inscriba las hipotecas, inmediatamente después de inscribir el dominio.
Ahora bien, ¿qué efectos se generan si el constituyente de la hipoteca adquiere el
dominio y en lugar de inscribir la hipoteca enajena el inmueble a un tercero, caso en el cual
la hipoteca no podrá inscribirse? Señala Fernando Alessandri al respecto: “En virtud de esta
disposición [art. 2419], el acreedor, una vez adquirida por el constituyente la propiedad
dada en hipoteca, tendría derecho para hacer inscribir su hipoteca, de modo que si el
deudor se negara a ello el acreedor tendría acción en su contra para obligarlo a proceder a la
inscripción. Y si antes de proceder a la inscripción el constituyente de la hipoteca enajenara
el bien raíz hipotecado, es evidente que el acreedor tendría acción de daños y perjuicios”. 25
En realidad, en la primera hipótesis planteada por Fernando Alessandri –negativa
del constituyente a inscribir la hipoteca-, no es necesario que el acreedor demande al
constituyente para obtener dicha inscripción conservatoria. Simplemente, debe requerir
directamente la inscripción al Conservador de Bienes Raíces.
Recordemos que este precepto sirve de fundamento para estimar que el contrato
hipotecario se perfecciona por el sólo otorgamiento de la escritura pública, ya que la
inscripción no es solemnidad del contrato, sino únicamente la tradición del derecho de
hipoteca. En efecto, al hipotecarse los bienes futuros, aún no existe la hipoteca como
derecho real, ya que para ello es necesario la inscripción, pero sí existe como contrato, y
de él nace al acreedor el derecho de hacer inscribir los bienes a medida que el deudor los
adquiera.
A propósito de esta hipótesis, es útil traer nuevamente a colación el caso
contemplado en el art. 16 de la Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria, que regula la
hipoteca de departamentos de un edificio en actual construcción. Este precepto permite
No sólo puede hipotecar el que sea dueño absoluto del inmueble, sino también el
que tenga una cuota de él, el que sea comunero en su dominio. Si el legislador permite que
el comunero hipoteque su cuota, es porque considera que sobre ella tiene el derecho de
dominio, como se desprende del art. 1812 del Código Civil, que lo autoriza para vender
Somarriva Undurraga, Manuel, Indivisión y partición, 5ª edición actualizada, Santiago de Chile, Editorial Jurídica de
28
g) Hipoteca sobre bienes respecto de los cuales se tiene un derecho eventual, limitado o
rescindible o sujeto a condición resolutoria.
Dispone el art. 2416 del Código Civil: “El que sólo tiene sobre la cosa que se hipoteca
un derecho eventual, limitado o rescindible, no se entiende hipotecarla sino con las
condiciones y limitaciones a que está sujeto el derecho; aunque así no lo exprese. / Si el
derecho está sujeto a una condición resolutoria, tendrá lugar lo dispuesto en el artículo 1491”.
Lo normal es que la persona que hipoteca tenga sobre los bienes un derecho
puro y simple; pero en conformidad con el art. 2416 del Código Civil puede también
hipotecarlos aún cuando sobre ellos tenga un derecho eventual, limitado o rescindible o
sujeto a una condición resolutoria, eso sí que entendiéndose hipotecados con esa
limitación, aunque no se exprese. Ello, porque nadie puede transferir más derechos de
los que se tiene o en otras condiciones que en las que lo tiene.
Revisemos por separado las hipótesis del art. 2416:
i.- Quien hipoteca tiene un derecho eventual.
Es una cuestión compleja en la doctrina determinar quién tiene un “derecho
eventual”.29 ¿En qué hipótesis podría constituirse una hipoteca por aquél que no es aún
dueño del inmueble, pero reconociéndole la titularidad de un derecho eventual?
Una primera posibilidad, podría ser la de aquél que hipoteca “bienes futuros”, pero
tal caso está previsto en el art. 2419. Sería absurdo creer que los arts. 2416 y 2419 se refieren
a la misma situación.
Lo eventual, según el Diccionario de la Lengua Española, es aquello que “Está sujeto
a cualquier evento o contingencia”. La palabra “evento”, a su vez, significa “hecho
imprevisto, o que puede acaecer”. En todo caso, el derecho eventual no debe confundirse con
el derecho condicional. En el primer caso, el supuesto de hecho que originará el acto jurídico
que permitirá adquirir el derecho, aún no se cumple. No hay acto jurídico todavía y por
ende tampoco ha nacido el derecho. Por eso se le denomina eventual. En cambio, en el caso
de un derecho sujeto a condición suspensiva, el acto jurídico ya se perfeccionó, pero el
derecho aún no nace. Aquí, el supuesto de hecho ya ocurrió: por ejemplo, otorgar un
testamento en el que se deja un legado sujeto a condición. Esta diferencia explica que
respecto de un acreedor condicional, la ley suele otorgar la facultad de impetrar medidas o
providencias conservativas, y no así tratándose de un derecho puramente eventual. En el
29En lo que sigue, cfr. Alessandri Rodríguez, Arturo; Somarriva Undurraga, Manuel; y Vodanovic H., Antonio,
Derecho Civil. Parte preliminar y parte general. Explicaciones basadas en las versiones de los profesores de la
Universidad de Chile Arturo Alessandri R. y Manuel Somarriva U., redactadas, ampliadas y actualizadas por
Antonio Vodanovic H., Santiago de Chile, Ediar Conosur Ltda., 1990, pp. 308-313, números 457-459.
30 Alessandri Rodríguez, Arturo; Somarriva Undurraga, Manuel; y Vodanovic H., Antonio, ob. cit., p. 309, N° 458.
31 Alessandri Rodríguez, Arturo; Somarriva Undurraga, Manuel; y Vodanovic H., Antonio, ob. cit., p. 311, N° 459.
35 Al extinguirse la garantía y no sustituirla por otra equivalente el deudor, el acreedor podría alegar que el plazo
para el pago de la obligación caducó, conforme a lo previsto en el art. 1496 del Código Civil.
36 Alessandri Rodríguez, Fernando, ob. cit., pp. 64 y 65.
37 Lo mismo ocurre respecto del arrendamiento (art. 1916), del comodato (art. 2188) y de la prenda (art. 2390),
sobre cosas ajenas, figuras expresamente admitidas en nuestra legislación.
38 Cfr. Rodríguez Grez, Pablo, “De las posesiones inútiles en la legislación chilena”, Santiago de Chile, Editiorial Jurídica
IV, “De las Fuentes de las Obligaciones” (redacción de Antonio Vodanovic H.), p. 655.
40 Cfr. Somarriva Undurraga, Manuel, ob. cit., pp. 385 a 388.
a) Principio general.
Puede caucionarse con esta garantía cualesquiera clase de obligaciones, tanto civiles
como naturales, presentes o futuras, directas o indirectas (art. 2413, inc. 3° del Código
Civil), propias o ajenas, en moneda nacional o extranjera, etc.
41 Somarriva Undurraga, Manuel, ob. cit., Nº 347, pp. 313 y 314; Alessandri Rodríguez, Fernando, ob. cit., Nº 132,
p. 139.
¿Es válida la hipoteca que cauciona cualquiera clase de obligaciones que cierto deudor
pueda tener para con cierto acreedor, sin indicar la naturaleza de las mismas? O, por el
contrario, ¿es indispensable que el contrato de hipoteca señale la naturaleza de tales
obligaciones? Así, por ejemplo, que en él se exprese que se caucionan las obligaciones que
puedan originarse de tal relación contractual.
La diferencia entre la hipoteca que caucione obligaciones de monto indeterminado y
aquella que garantice obligaciones de naturaleza indeterminada, estriba en que, en el primer
caso, se indica cuáles son las obligaciones (aunque su monto pueda estar aún sin determinar),
mientras que en el segundo caso no se señalan cuáles pueden ser dichas obligaciones.
La doctrina nacional está dividida en cuanto a la validez de esta clase de hipotecas.
Revisemos las opiniones:
i.- Doctrina que sostiene que es nula la hipoteca.
Fernando Alessandri Rodríguez postula esta doctrina, conforme a los siguientes
argumentos: “128. b) La especialidad de la hipoteca con relación a la obligación asegurada. El principio
de la especialidad de la hipoteca con relación al crédito que se garantiza tiene por objeto que
se especifique en el contrato hipotecario, la naturaleza y el monto de la obligación principal.
Las mismas consideraciones que justifican la especialidad de la hipoteca en cuanto a los
bienes, justifican también la especialidad de la hipoteca en cuanto al crédito. Con esta medida
se trata particularmente de proteger al deudor evitando que quede sin crédito como sucedería
en el caso de que hipotecara sus bienes en garantía de todos los créditos que el acreedor
pudiera tener en su contra. Los terceros no aceptarían esos bienes, porque no pueden saber
si alcanzarán o no a cubrirse de sus créditos, ya que la totalidad del valor del inmueble puede
ser absorbida por la hipoteca anterior. La institución de la hipoteca persigue el fomento y el
desarrollo del crédito, de modo que deben tomarse todas las medidas necesarias para que se
cumpla debidamente el fin que persigue el legislador. Todo buen sistema hipotecario debe
contener disposiciones que den garantías efectivas y seguras al acreedor a la vez que permitan
al deudor aprovechar sus bienes como instrumento de crédito en la mejor forma que sea
posible. La especialidad de la hipoteca en cuanto al crédito satisface mejor que ninguna otra
medida esta necesidad. Exigiendo que se determine el monto exacto a que se extiende la
obligación principal se da a los terceros el medio de conocer la parte libre que queda en los
bienes anteriormente gravados, y de ese modo, sabrán a qué atenerse para aceptar una
segunda o tercera hipoteca sobre esos mismos bienes. Por el contrario, si no se especifica la
obligación principal es claro que los terceros no aceptarán hipotecas sobre bienes gravados
con anterioridad, por temor de no alcanzar a ser cubiertos de sus créditos con el valor de la
finca hipotecada. 129. Desgraciadamente, nuestro Código Civil no ha sido en esta materia
bastante explícito y categórico. El Nº 2 del art. 2432 del C.C., prescribe que en la inscripción
hipotecaria debe consignarse la fecha y la naturaleza del contrato a que accede la hipoteca, y
el Nº 4 del mismo artículo agrega que también deberá expresarse la suma determinada a que
42
Alessandri Rodríguez, Fernando, ob. cit., Nºs. 128 y 129, pp. 136-138.
43
Alessandri Rodríguez, Fernando, ob. cit., Nº 130, p. 138.
44
Somarriva Undurraga, Manuel, ob. cit., Nº 348, p. 314.
45
Somarriva Undurraga, Manuel, ob. cit., Nº 349, pp. 314-318.
46
Somarriva Undurraga, Manuel, ob. cit., Nº 349, p. 319.
a) El bien raíz hipotecado: o sea, el inmueble por naturaleza, sobre el cual se constituye la
garantía.
b) Los inmuebles por destinación o por adherencia: arts. 570 y 2420 del Código Civil.
Es indiferente que los bienes muebles que se reputan inmuebles por destinación
hayan existido al momento de constituirse la hipoteca o que pasen a tener dicho carácter con
posterioridad. En ambos casos, los afecta el gravamen. Naturalmente que es necesario
que los inmuebles por destinación pertenezcan al dueño del inmueble gravado (por
ejemplo, no se ven afectados con el gravamen los animales de propiedad del
arrendatario del fundo hipotecado).
Los bienes muebles que están destinados permanentemente al uso, cultivo o
beneficio del inmueble pasan a tener el carácter de inmuebles por destinación por la
voluntad del dueño que los destina al fin indicado. Por ello, esa misma voluntad puede
quitarles tal carácter, enajenándolos a terceros, y desde ese momento deja de afectarlos la
hipoteca.
Cabe dejar en claro que la hipoteca se extiende a los inmuebles por destinación
aunque ninguna referencia a ellos se haga en el contrato de hipoteca y aunque la
inscripción, por la misma razón, no aluda a ellos.
En cuanto a los inmuebles por adherencia (art. 568 del Código Civil),
también quedan comprendidos en la hipoteca, como una consecuencia de que lo
accesorio sigue la suerte de lo principal, e indiferentemente de que existan o no al
momento de constituirse la hipoteca. Con todo, si el dueño del suelo enajena
separadamente los inmuebles por adherencia, éstos, en conformidad al art. 571 del CC,
pasan a ser muebles por anticipación y dejan de estar afectos a la hipoteca. Pero, para
ello, no basta con que se vendan, sino que es necesario que pasen a pertenecer a terceros,
es decir, que se haga tradición de los mismos.
Quedan comprendidos los aumentos y mejoras que se produzcan por la mano del
hombre -por ejemplo el edificio que se construye en el terreno hipotecado-, o por la naturaleza
-como los terrenos que se adquieren por accesión, aluvión, avulsión, etc. También se
beneficia el acreedor hipotecario con la extinción de los derechos reales que gravaren el
fundo hipotecado. Por eso, si se hipoteca la nuda propiedad y después se consolida el
dominio, la hipoteca afecta a la propiedad plena y no únicamente la nuda propiedad. En
síntesis, se puede tratar de un aumento material o de un aumento jurídico. 47
Afirma Somarriva que, sin embargo, “en virtud del prinicipio de la especialidad de la
hipoteca, los autores deciden unánimemente que la hipoteca no se extendería al terreno
anexo que pueda adquirir el deudor, aun cuando lo haga con la intención de formar un solo
todo con el inmueble gravado”.48 Cita al efecto a Aubry y Rau, Laurente y Baudry
Lacantinerie. Entendemos que esta opinión puede sostenerse, en la medida en que los
inmuebles no se hayan efectivamente fusionado. En efecto, de fusionarse, resulta evidente
que la hipoteca se exenderá a todo el predio resultante de la fusión, pues para todos los
efectos legales, el inmueble resultante de la misma es inescindible.
A su vez, debe quedar en claro que las mejoras, para que la hipoteca se extienda a
ellas, deben haber sido hechas por el propietario del inmueble hipotecado y no por un
tercero. Agrega Somarriva al respecto: “Si las mejoras son introducidas por un tercero, no
quedarían afectas a la hipoteca antes que las adquiera el dueño del inmueble. Así lo ha
resuelto la Corte de Apelaciones de Santiago, al autorizar al arrendatario del inmueble
hipotecado para llevarse las mejoras efectuadas, diciendo al respecto: ‘Que la disposición del
artículo 2421 del Código Civil sólo se refiere a los aumentos o mejoras introducidas por el
mismo deudor en el predio hipotecado y que le pertenezcan por un título legal, pero de
ningún modo a las introducidas por un tercero extraño al contrato de hipoteca, las cuales se
rigen por otras disposiciones ni pueden reputarse incorporadas en el bien hipotecado ni
afectas por lo tanto a la hipoteca antes que el propietario del suelo las haya hecho suyas en
conformidad a la ley”.49
d) Las rentas de arrendamiento que devengue el inmueble: art. 2422 del Código Civil.
f) Las indemnizaciones debidas por los aseguradores: art. 2422 del Código Civil.
47
Somarriva Undurraga, Manuel, ob. cit., Nº 420, pp. 408 y 409.
48
Somarriva Undurraga, Manuel, ob. cit., Nº 420, p. 409.
49
Somarriva Undurraga, Manuel, ob. cit., Nº 420, p. 409.
g) La indemnización o precio que se pagare al dueño del inmueble hipotecado en caso de expropiación.
En este caso, el acreedor hipotecario hace valer sus derechos sobre el precio de
la expropiación, a la que no obsta la existencia del gravamen en estudio. También aquí
estamos ante una verdadera subrogación real, en la cual el precio de la expropiación
reemplaza al inmueble hipotecado.
Las normas relativas a la expropiación se encuentran en el Decreto Ley Nº 2.186, que
“Aprueba Ley Orgánica de Procedimiento de Expropiaciones”, publicado en el Diario Oficial
el 9 de junio de 1978.
En su Título VI, “De la liquidación de la indemnización”, se contemplan algunas
normas de importancia para los acreedores hipotecarios:
i.- El art. 23 establece que una vez consignada a la orden del tribunal la indemnización o la
cuota de ´resta que debe pagarse de contado, se publicarán dos avisos (en el Diario Oficial y
en un diario del lugar donde esté situado el inmueble expropiado), conminando para que,
dentro del plazo de veinte días, contados desde la publicación del último aviso, los titulares de
derechos reales (y entre ellos un acreedor hipotecario) constituidos con anterioridad al acto
expropiatorio, hagan valer sus derechos en el procedimiento de liquidación sobre el monto de
la indemnización, bajo apercibimiento de que, transcurrido dicho plazo, no podrán hacerlos
valer después sobre el monto de la indemnización.
ii.- El mismo art. dispone que el acreedor hipotecario presentará en el procedimiento de
liquidación de la indemnización una solicitud en la que expresará:
i) La cantidad determinada o determinable cuyo pago pide.
ii) Los fundamentos de hecho y de derecho en que se apoya.
iii) Las preferencias o privilegios alegados.
iv) Los instrumentos justificativos de los derechos y créditos hechos valer.
iii.- El art. 24 consigna que los acreedores podrán solicitar dentro del mismo plazo del art. 23,
que sus créditos se consideren de término vencido y, por tanto, exigibles, cuando haya sido
íntegramente expropiado el bien hipotecado, siempre que la obligación no tenga constituida
otra caución suficiente y cuando el mismo bien haya sido objeto de expropiación parcial y,
como consecuencia de ella, disminuya la garantía en términos de que haga peligrar la
La hipoteca constituye una limitación del dominio. De ahí entonces que el dueño del
inmueble, si bien conserva su dominio, no puede ejercitarlo en forma arbitraria, sino que
debe hacerlo de manera que no lesione los derechos del acreedor hipotecario.
Debemos distinguir dos períodos: el que media entre la constitución de la hipoteca
y el ejercicio por el acreedor de la acción hipotecaria mediante el embargo, y el que sigue
a partir de ese momento. A su vez, debemos distinguir en cada período las limitaciones a
las facultades de disposición, uso y goce.
a) Situación del propietario del inmueble antes que el acreedor ejercite la acción hipotecaria, es decir,
en el período que media entre la constitución de la hipoteca y la notificación de la demanda .
a.1) Respecto de la facultad de disposición jurídica.
El constituyente conserva la facultad de disponer del inmueble : art. 2415 del Código
Civil. Cualquier estipulación en contrario adolece de nulidad absoluta, por tener objeto ilícito
(arts. 1466-1682 del Código Civil). La enajenación que haga el dueño del inmueble dado en
garantía en nada perjudica al acreedor, porque éste en virtud del derecho de persecución
de que está investido, puede hacer efectivo su derecho aún encontrándose el inmueble en
manos de terceros.
El art. 2415 del Código Civil también faculta al dueño para que constituya una
nueva hipoteca sobre el inmueble, sin que valga estipulación en contrario. Tampoco perjudica
al acreedor que se constituya un nuevo gravamen, porque en conformidad al art. 2477 del
Código Civil las hipotecas prefieren por orden de fecha de inscripción, de manera que el
primer acreedor hipotecario va a tener preferencia sobre los demás para pagarse de su
crédito.
La ley guarda silencio sobre la posibilidad de constituir otros derechos reales sobre el
inmueble hipotecado, tales como las servidumbres y el usufructo. ¿Es ello posible? En
principio podría contestarse afirmativamente, atendiendo al principio de quien puede lo
más, puede lo menos. Pero semejante conclusión sería errada, porque si el legislador
autoriza al propietario para enajenar o hipotecar el bien dado en garantía, es porque de
ello no se sigue perjuicio alguno al acreedor hipotecario; no acontece lo mismo con
la constitución de un usufructo, de una servidumbre o de un derecho de uso o de
habitación, ya que con ello se cercena el valor de la garantía, causándole al acreedor
un perjuicio evidente. Por eso, los autores unánimemente estiman que la constitución
de estos derechos no empece al acreedor hipotecario, quien siempre podrá ejercer las
facultades que le da el carácter de tal con prescindencia de ellos.
Corrobora la conclusión anterior lo dispuesto en los arts. 1368 y 1366 del
Código Civil. El usufructo constituido sobre la finca no es oponible al acreedor
hipotecario. A contrario sensu, la hipoteca sí afecta al usufructuario; éste debe pagar
subrogándose así en los derechos del acreedor contra los herederos, si la deuda era del
testador, salvo que el último haya expresamente querido gravar al usufructuario con la deuda
en cuestión.
Por lo demás, el art. 9 de la Ley N° 14.908, sobre “Abandono de Familia y Pago de
Pensiones Alimenticias”, establece que el juez que esté conociendo del correspondiente juicio
de alimentos “podrá fijar o aprobar que la pensión alimenticia se impute total o parcialmente a
un derecho de usufructo, uso o habitación sobre los bienes del alimentante, quien no podrá
Se ejerce la acción embargando el inmueble. Desde ese momento cesa la facultad del
propietario de disponer del inmueble.
Si el bien hipotecado se encuentra en manos de un tercer poseedor, para proceder en su contra
debe el acreedor notificarlo a objeto de que abandone la finca o pague la deuda, y si pasados 10
días no asume ninguna de estas actitudes, se le desposee del inmueble.
a) Derecho a exigir que la finca se conserve en condiciones idóneas (art. 2427 del Código Civil).
b.5) Carece el tercer poseedor del beneficio de excusión , de acuerdo a lo dispuesto por
el art. 2429, inc. 1º del Código Civil. Lo anterior rige, tanto en el caso del deudor que
hipoteca o del tercero garante: art. 2430, inc. 2º del Código Civil.
c) Derecho de venta.
50 Que no debe confundirse con el pacto comisorio estudiado en las clasificaciones de las obligaciones.
d.4) Posposición de la hipoteca: es el acto por el cual el acreedor hipotecario consiente en que
prefiera a su hipoteca otra, constituida con posterioridad. La preferencia de que goza el acreedor
hipotecario es perfectamente renunciable, porque es un derecho establecido en su solo interés y
en parte alguna el legislador prohibe su renuncia. Naturalmente que esta facultad debe
entenderse sin perjuicio del derecho que le asistiría a los acreedores del acreedor
hipotecario para dejar sin efecto la renuncia, mediante el ejercicio de la acción pauliana,
en caso que ella se hubiere hecho en fraude de sus derechos.
d.5) Ampliación de la hipoteca: en virtud de esta figura, sin constituir una nueva hipoteca, se
modifica la que esté vigente, de manera que pase a caucionar otras obligaciones, no previstas al
momento de celebrarse el contrato. Ampliada que sea la hipoteca, se pedirá al Conservador de
Bienes Raíces competente que practique una nota al margen de la inscripción hipotecaria.
a) Cuando el derecho del constituyente de la hipoteca se extingue por resolución: arts. 2434, inc. 2° y 2416 del
Código Civil.
Opera aquí el principio general del art. 1491 del Código Civil. La hipoteca se extinguirá,
salvo que el acreedor pueda alegar que desconocía la condición resolutoria, es decir que se
encontraba de buena fe, lo que no podrá invocarse si la condición resolutoria constaba en el título
respectivo, inscrito u otorgado por escritura pública (usualmente, ello constara en la escritura de
compraventa respectiva; de ahí la importancia de los informes de títulos hasta 10 años y de
cerciorarse que los saldos de precios estén pagados).
b) Vencimiento del plazo por el cual se constituyó la hipoteca: art. 2434 inc. 3° del Código Civil. Un ejemplo
es la hipoteca constituida por una sociedad anónima, para garantizar deudas ajenas, caso en el
cual, además de obtener la respectiva autorización de la junta extraordinaria de accionistas (art. 57
de la Ley de Sociedades Anónimas), debe limitarse la vigencia de la hipoteca, de manera que
caucione obligaciones con un vencimiento máximo, indicado en el contrato hipotecario.
c) La prórroga del plazo que el acreedor concede al deudor, para el pago de la obligación, extingue la
hipoteca constituida por un tercero, salvo que dicho garante concurra en la prórroga, aceptándola
(art. 1649 del Código Civil).
52
Se trata de una sentencia de 27 de diciembre de 1919 y de 20 de junio de 1922, publicadas en la “Revista de
Derecho y Jurisprudencia, tomos XVII y XXI, segunda parte, sección primera, pp. 319 y 737, respectivamente.
Refiere Somarriva que “Los considerandos más interesantes de estos fallos dicen: ‘Que no sólo el sentido natural
y obvio de las palabras pública subasta, adjudicación al acreedor, conforme al uso general de las mismas palabras,
menifiesta que ellas son distintas y no sinónimas, sino que ante el lenguaje jurídico son igualmente diversas, ya que
el derecho del acreedor para que se le adjudiquen los bienes embargados nace precisamente del hecho de que la
subasta pública no se haya realizado por falta de postores’. ‘Que la adjudicación de la propiedad por los dos
tercios de su tasación, particularmente pedida y obtenida por el ejecutante, no sólo es diversa sino inconciliable
con la adquisición en pública subasta, único caso este último en que según se ha visto, la ley ampara el derecho del
tercero, o sea, del ejecutante en el caso de que se trata; y por lo tanto, no habiendo el ejecutante adquirido en
pública subasta la finca hipotecada, debe respetarse el derecho del acreedor hipotecario’”: Somarriva Undurraga,
Manuel, ob. cit., Nº 480 bis, nota 456, pp. 487 y 488.
53
Somarriva Undurraga, Manuel, ob. cit., Nº 480 bis, pp. 487 y 488.
54
Somarriva Undurraga, Manuel, ob. cit., Nº 487, pp. 496 y 497.
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Advertencia: éste es un modelo genérico para uso exclusivamente académico y para su estudio por los alumnos
de Derecho, y, por tanto, sólo se alude en él a las principales cláusulas que debe contener un contrato de hipoteca,
sin extenderse a otras declaraciones que deban hacerse en cada contrato en particular, conforme lo exijan las
circunstancias del caso concreto de que se trate. Por lo tanto, deberá solicitarse la asesoría de un abogado para la
redacción de un contrato de hipoteca que posteriormente será presentado al Conservador de Bienes Raíces
competente para su inscripción. Por otra parte, debe considerarse que el contrato de hipoteca puede celebrarse a
continuación de un contrato de compraventa, ambos por una misma escritura pública. Otro tanto cabe señalar
para el segundo modelo que más adelante proponemos.
b) Contrato de hipoteca que cauciona una obligación específica o con cláusula de garantía
general pero limitada a un cierto monto.
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