La Acumulación Inicial Condicional de Acciones de Seguel
La Acumulación Inicial Condicional de Acciones de Seguel
La Acumulación Inicial Condicional de Acciones de Seguel
NOTAS:
1. Sobre este punto vid. supra Cap. IV nº 1 y 2.
2. El carácter condicional no es un atributo exclusivo de la acumulación inicial, puesto que también es
factible que otras manifestaciones acumulativas sobrevenidas puedan sujetarse a este peculiar régimen,
como es el caso de la ampliación de la demanda y de la reconvención. (En relación a esta última: la
reconvención eventual , por todos, cfr., TAPIA FERNÁNDEZ, Isabel, La reconvención. Límites. Jurisprudencia,
ob. cit., pp. 88-89; GUTIÉRREZ SANZ, María Rosa, La reconvención en el proceso civil español, ob. cit., pp.
71-72.
3. Sobre este punto, entre otros siguen el criterio bipartito, ROSENBERG, Leo, (con SCHWAB, Karl,
GOTTWALD, Peter), Zivilprozessrecht, München: Beck, 1993, pp. 562-563; ZEIS, Walter, ZivilprozeBrecht,
Tübingen, J.C.B. Mohr, 8a. ed. 1993, pp. 144-145; con un desarrollo mayor de la categoría de acumulación
propia e impropia, cfr. MERLE, Werner, «Zur eventuellen klagenhäufung», en Zeitschrift fur ZivilprozeB,
1970, pp. 436-469.
4. Entre otros, siguen este criterio tripartito en la doctrina italiana CHIOVENDA, José, Principios de Derecho
Procesal Civil, ob. cit. II, pp. 732-734; BETTI, Emilio, Diritto processuale civile italiano, Roma: Foro Italiano, 2a.
ed. 1936, pp. 672-673; PAVANINI, Giovanni, Contributo allo estudio del giudizio civile di rinvio, Milán: Cedam,
1937, pp. 156-157.
5. Siguen este criterio bipartito, refiriéndose a pluralidad de pretensiones alternativa, y eventual, entre
La acumulación inicial condicional de acciones
Alejandro Romero Seguel
otros: GUASP, Jaime, Derecho Procesal Civil, ob. cit., I, p. 243; GÓMEZ ORBANEJA, Emilio (Con HERCE,
Vicente), Derecho Procesal Civil, ob. cit. I, p. 259; GIMENO SENDRA, Vicente (con CORTÉS DOMíNGUEZ,
Valentín, MORENO CATENA, Víctor), Derecho Procesal: proceso civil, ob. cit., pp. 107-108; RAMOS
MÉNDEZ, Francisco, Derecho Procesal Civil, ob. cit. I, p. 448; PRIETO-CASTRO, Leonardo, Derecho Procesal
Civil, ob. cit., I, pp. 471-474, aunque este autor distingue entre acumulación eventual propia e impropia.
Adoptan el criterio tripartito, sin ánimo exhaustivo, ORTELLS RAMOS, Manuel (con MONTERO
AROCA, Juan, GÓMEZ COLOMER, Juan-Luis), Derecho Jurisdiccional, ob. cit., T. II, 1º, pp. 109-110; TAPIA
FERNÁNDEZ, Isabel (con CAVANILLAS), La concurrencia de responsabilidad..., ob. cit., pp. 180-185.
6. Cfr. CALAMANDREI, Piero, Proceso y Democracia, ob. cit., pp. 29-32.
7. Así lo justifica expresamente VASALLI, Filippo, «La sentenza condizionale», en Studi Guiridici , Milán:
Guiffrè, 1960, vol. I, p. 455.
8. Vid. supra Cap. II. nº 4.2.
9. STC 218/1993, de 30 de junio (Sala Segunda), Ponente: José Gabaldón López. En la misma línea, entre
otras, las SSTC: 78/91, de 15 de abril (Sala Primera), Ponente: Francisco Tomás y Valiente, F.J. 4; 57/84, de
8 de mayo (Sala Segunda), Ponente: Jerónimo Arozamena; 115/84, de 3 de diciembre (Sala Primera)
Ponente: Gloria Begué Cantón; 63/85, de 10 de mayo (Sala Primera), Ponente: Manuel Díez de Velasco;
89/85, de 11 de julio (Sala Segunda), Ponente: Francisco Rubio Llorente; 164/86, de 17 de diciembre, (Sala
Primera) Ponente: Francisco Rubio Llorente, FF.JJ. 1 y 2; 100/87, de 12 de junio, (Sala Segunda), Ponente:
Jesús Legina, F.J. 2; 109/87, de 29 de junio (Sala Segunda), Ponente: Fernando García-Mon; 118/87, de 8 de
julio (Sala Primera), Ponente: Miguel Rodríguez Piñeiro, F.J. 2; 5/88, de 21 de enero (Sala Segunda), Ponente:
Francisco Tomás y Valiente, FJ 4; 21/89, de 31 de enero, (Sala Segunda), Ponente: Gloria Buegué, F.J. 3;
216/89, de 21 de diciembre, (Sala Segunda), Ponente: Vicente Gimeno Sendra, F.J. 3, y 15/90, de 1 de
febrero (Sala Primera), Ponente: Carlos de la Vega B., FJ 3.
10. Cfr. STC 122/1993, de 19 de abril (Sala Primera), Ponente: Pedro Cruz Villalón, con referencias a las
SSTC 115/1990, 172/1991, 154/1992 y 65/1993). En igual orientación: STC 200/88, de 26 de octubre (Sala
Segunda), Ponente: Jesús Legina, F.J. 2).
Tal creación jurisprudencial se engarza dentro de un fenómeno de mayor relieve, que es el del
antiformalismo procesal, promovido en primer lugar por el Tribunal Constitucional, y seguido luego por el
Tribunal Supremo. De este modo, este último Tribunal ha manifestado que, «...la plena efectividad de la
tutela judicial efectiva exige una interpretación procesal inspiradas en el principio «pro actione» y
presupone que el mismo principio debe inspirar su aplicación (S. 21-6-1991 [RJ 1991, 4570]...». (STS 18 de
febrero de 1992, RJA nº 1318/92); en igual orientación, cfr. STC 194/1993, de 14 de julio (Sala Primera),
Ponente: D. Miguel Rodríguez-Piñeiro.
11. Este atributo de no someter a condición los actos procesales principalmente se ha predicado de la
sentencia definitiva, como una derivación del principio del favor veritatis, de gran desarrollo en el derecho
canónico, y que apunta a que el proceso tenga como objeto último la defensa de la verdad. Dentro de las
varias manifestaciones prácticas del aludido principio los canónistas sostenían que la sentencia debe ser
cierta, no dudosa ni condicionada, fundamentando esas exigencias en la misma finalidad de la sentencia: la
consecución de la justicia mediante el restablecimiento de la verdad que debe ser patente a las partes para
que entre ellas renazca la paz y se mantenga la concordia entre los fieles. Pues bien, atentaría contra la
certeza de la sentencia que ella sea dada sub conditione, razón por la cual si era dada de esa forma se le
estimaba nula. (Sobre este tema, mayores antecedentes, con la bibliografía y cuerpos del derecho canónico
que profusamente cita, cfr., LLOBELL TUSET, Joaquín, Historia de la motivación de la sentencia canónica,
Zaragoza, 1985, pp. 58 ss. especialmente pp. 77-78).
Por otra parte, la prohibición de la sentencia condicional con sanción de nulidad está recogida en Las
Partidas (III, Título XXII, ley XIV), en los siguientes términos: (como non vale el juzio que es dada so condición,
o por fazañas), «O condición non deuen los judgadores dar fus juyzios, e si por auentura los dieffen, e la parte contra
quien fueffen dados fe alcaffe, por tal razon como efta lo,...». Doctrinalmente se ha buscado una posible
interpretación histórica a la sanción aplicable a esta situación. En tal sentido AIKIN ARALUCE, en una
síntesis que ilustra lo complejo que resulta este tema en las fuentes históricas, establece lo siguiente: «Los
glosadores habían encontrado normativa dispar respecto de este tema en el corpus justinianeo. Varias
normas del Codex admitían la posibilidad de una sentencia condicionada a un juramento (“si iuraveris te
absolvam”), mientras que en un pasaje de Ulpiano en el Digesto la prohibía, aunque admitía su apelabilidad
en el caso de que se hubiese dado. La escuela se dividió en dos posturas contrarias, una favorable a la
“sentencia sub conditione”, apoyada en los textos del Codex y probablemente en el peso que esta clase de
La acumulación inicial condicional de acciones
Alejandro Romero Seguel
sentencias tenían en la práctica procesal de una época en que el juramento jugaba todavía un papel
importante. Otra rama de la escuela se aferraba literalmente a la prohibición ulpianea del Digesto. Desde
Placentino se tomó una postura intermedia: la sentencia condicional, a pesar de estar prohibida, es válida
una vez pronunciada en base a su apelabilidad, con lo cual se volvía de lleno al texto ulpianeo, que es el que
presenta nuestra normativa de las Partidas». (AIKIN ARALUCE, Susana, El recurso de Apelación en el Derecho
Castellano, Madrid: Reus, 1982, pp. 73-74).
12. Cfr., PRIETO-CASTRO, Leonardo, Tratado de Derecho Procesal Civil, ob. cit, I, p. 556. En análogo sentido,
se estima que: «por regla general, la demanda judicial no puede estar condicionada», (CHIOVENDA, José,
Instituciones de Derecho Procesal Civil, ob. cit., I, p. 184); «es inadmisible sujetar a condición aquellos actos
procesales que inmediatamente produzcan efectos jurídicos. Por ello, no puede supeditarse la demanda
como tal», (SCHÖNKE, Adolfo, Derecho Procesal Civil, ob. cit.,p. 111. El mismo autor agrega que: «Debe
constar con claridad si por la demanda se establece o no una relación jurídica procesal; y por ello no puede
ser presentada condicionalmente...», [Ob. cit.p. 150]); «las condiciones son en general inadmisibles, y las
determinaciones de tiempo lo son siempre. Someter los efectos de un acto de parte al vencimiento de un
término, inicial o extintivo, está en contradicción con el objeto para el que son ejecutados los actos del
proceso», (ROSENBERG, Leo, Tratado de Derecho Procesal Civil, ob. cit., T., I, p. 373).
13. ROSENBERG, Leo, Tratado de Derecho Procesal Civil, ob. cit., T., I, p. 373. (el destacado es del autor).
14. GÓMEZ ORBANEJA, Emilio, (con HERCE, Vicente) Derecho Procesal Civil,ob. cit., I, pp. 190-191. (Las
cursivas son del autor).
15. Por todos, cfr., TAPIA FERNÁNDEZ, Isabel, La reconvención. Límites. Jurisprudencia, ob. cit. pp. 88-89.
16. PRIETO-CASTRO, Leonardo, Tratado de Derecho Procesal Civil, ob. cit., I, pp. 556557.
17. Cfr., ROSENBERG, Leo, Tratado de Derecho Procesal Civil, ob. cit., T., I, p. 373.
18. Entre otros, cfr., SCHÖNKE, Adolfo, Derecho Procesal Civil, ob. cit., pp. 110-111; BETTI, Emilio,
Interpretación de la ley y de los actos jurídicos, tr. José Luis de Los Mozos, Madrid: Revista de Derecho Privado,
1975, p. 341, al decir expresamente que : «a cualquier clase que pertenezcan los actos procesales no vienen
regulados por otra ley que no sea la procesal».
En nuestra doctrina GÓMEZ ORBANEJA, entiende que «los actos procesales de parte no se rigen, ni en lo
que concierne a su forma, ni a sus otras condiciones de validez, ni consecuentemente a su impugnación, por
los preceptos de la ley civil. No es ésta aplicable ni directamente ni tampoco por analogía. Del derecho
procesal que los rige resultan unos principios y un tratamiento que excluyen la aplicación analógica de las
normas que rigen el negocio jurídico, hasta tal punto, que siempre que hayan de aplicarse una regla común
a uno u otro campo, ello dependerá de que la regla tiene una carácter más general -como (...) ocurre en la
interpretación». (GÓMEZ ORBANEJA, Emilio (con HERCE, Vicente), Derecho Procesal Civil, ob. cit., I, p.
189).
19. CARNELUTTI, Francisco, Sistema de Derecho Procesal Civil, Buenos Aires, ob. cit., T., III, p. 523.
20. Íb. cit. ant.
21. CARNELUTTI, Francisco, Sistema..., ob. cit., p. 539. En igual línea, el mismo autor acepta la utilización de
las condiciones a propósito de la acumulación de acciones en sus Instituciones del nuevo proceso civil italiano,
ob. cit., pp. 305-306; Instituciones del proceso civil, T., I, pp. 525-528. En igual sentido, cfr. VASALLI, Filippo,
«La sentenza condizionale», ob. cit., I, p. 470.
22. «La acción eventual (acción accesoria o subsidiaria) entra en pendencia en cualquiera de estos casos
inmediatamente de ejercitada; lo que ocurre es que queda condicionada resolutoriamente la litispendencia,
es decir, queda sin efecto (prescindiendo de la cuestión de las costas) “ex tunc” si se admite la acción
principal, cosa que ocurre en todos los casos de desestimiento». (GOLDSCHMIDT, James, Derecho
Procesal Civil, tr. Leonardo Prieto-Castro, Buenos Aires: Labor, 1936. p. 296). «Los efectos de la
litispendencia se producen respecto de todas las demandas acumuladas, tanto en caso de la acumulación
simple como condicional», (CHIOVENDA, José, Principios..., ob. cit., II, p. 738).
En palabras de ROSENBERG, « no es esto un planteamiento de demanda suspensivamente condicionado;
la pretensión eventual llegará a litispendencia inmediatamente y sin condiciones, de modo que puede
debatirse en seguida sobre ella, y ocurrirá esto por lo regular; pero su litispendencia, en virtud de que la
resolución sobre ella sólo debe producirse luego de rechazar o reconocer la pretensión principal, está
condicionada en forma resolutiva por el reconocimiento o rechazamiento con autoridad de cosa juzgada de
la pretensión principal, y caduca con efectos retroactivos con la realización de esa condición».
La acumulación inicial condicional de acciones
Alejandro Romero Seguel
(ROSENBERG, Leo, Tratado de Derecho Procesal Civil, ob. cit., II, p. 94).
23. Sobre este tema, cfr. CONSOLO, Claudio, Il cumulo condicionale di domande, struttura e funcione, Padova:
Cedam, 1985, I, especialmente pp. 27-104.
24. Cfr. PRIETO-CASTRO, Leonardo,Tratado de Derecho Procesal Civil, ob. cit., I, p. 473, not. 76.
25. Íb. cit. ant., p. 472.
26. ORTELLS RAMOS, Manuel (con MONTERO AROCA, Juan, GÓMEZ COLOMER, Juan-Luis), Derecho
Jurisdiccional , ob. cit., T. II, 1º, p. 109.
27. Cfr. SCHÖNKE, Adolfo, Derecho Procesal Civil, ob. cit., p. 176. En igual línea, CHIOVENDA, José,
Principios..., ob. cit., II, p. 733.
28. En nuestra doctrina, resaltan como característica de la acumulación eventual la incompatibilidad que
debe existir entre las acciones, entre otros: FERNÁNDEZ LÓPEZ, Miguel Ángel, (con DE LA OLIVA,
Andrés), Derecho Procesal Civil, II. ob. cit., p. 99; CACHÓN CADENAS, Manuel, «Embargo, tercerías y
opción de compra», art. cit., p. 351; TAPIA FERNÁNDEZ, Isabel (con CAVANILLAS MÚGICA), La
Concurrencia de responsabilidad..., ob. cit. p. 181.
29. «en los casos de concurrencia objetiva, el experimento victorioso de una de las acciones de condena
extingue también las otras, porque desaparece el interés para accionar a fin de obtener una segunda
condena, dado que la ejecución podría hacerse sólo una vez. En cambio el rechazo de la acción no perjudica
la acción concurrente». (LIEBMAN, Enrico T., Manual de Derecho Procesal Civil , ob. cit. p. 148. Sobre el
interés para accionar, cfr. el mismo autor, ob. cit. p. 115-116).
30. En este sentido, entre otros, cfr., GOLDSCHMIDT, James, Derecho Procesal Civil, ob. cit., p. 296.
31. Cfr. GUASP, Jaime, Derecho Procesal Civil, ob. cit., I, p. 243.
32. Cfr., GOLDSCHMIDT, James, Principios Generales del Proceso, ob. cit. I, p. 186.
33. En general sobre el contenido de este principio cfr. WYNESS MILLAR, Robert, Los Principios Formativos
del Proceso Civil, ob., cit., pp. 96-106.
Desde otro ángulo, pero llegando a igual resultado, otros autores prefieren justificar la acumulación
eventual poniendo énfasis en el principio de preclusión más que en el de la eventualidad. (Siguen esta línea,
entre otros autores, FERNÁNDEZ LÓPEZ, Miguel Ángel, (con DE LA OLIVA), Derecho Procesal Civil, II. ob.
cit., p. 99; TAPIA FERNÁNDEZ, Isabel, (con CAVANILLAS), La concurrencia de responsabilidad..., ob. cit. p.
180. También GUASP sigue este camino, al señalar que la acumulación eventual debe ser admitida sin
vacilación «como un correctivo al principio de preclusión procesal, que obliga a formular dentro de un
momento determinado las pretensiones sobre los que haya de decidir el órgano jurisdiccional, sin
posibilidades utilizables de rectificación posterior». (GUASP, Jaime, Derecho Procesal Civil, ob. cit., I, p. 244).
La distinta modalidad de tratamiento se explica si se considera la advertencia de GÓMEZ ORBANEJA, en
el sentido que el denominado principio de acumulación eventual, o de eventualidad, ha sido calificado por
algunos autores de exageración artificial del de preclusión. (Derecho Procesal Civil, ob. cit., I. p. 218).
34. En esta línea, cfr. VÁZQUEZ SOTELO, José, «Los principios del proceso civil», art. cit., p. 638;
COMOGLIO, Luigi Paolo, Il principio di economía processuale, ob. cit., I, p. 10.
35. Vid. supra nº 2-2.2.
36. Cfr. GOLDSCHMIDT, James, Principios Generales del Proceso, ob. cit., I, p. 179; MOLITOR, Eric (con
SCHLOSER, Hans), Perfiles de la nueva historia del derecho privado, ob. cit., p. 42.
37. En este sentido, cfr., DE LA PLAZA, Luis, Derecho Procesal Civil Español, I, ob. cit., p. 324.
38. En materia probatoria se ha pretendido explicar esta situación a través del “principio de la preclusión
de la prueba”, que básicamente consistiría en lo siguiente: «...se trata de una formalidad de tiempo u
oportunidad para su práctica y se relaciona con los de contradicción y lealtad; con él se persigue impedir
que se sorprenda al adversario con pruebas de último momento, que no alcance a controvertir, o que se
propongan cuestiones sobre las cuales no alcancen a controvertir, o que se propongan cuestiones sobre las
cuales no puede ejercitar su defensa. Es una de las aplicaciones del principio general de preclusión en el
proceso, también denominado de la eventualidad, indispensable para darle orden y disminuir los
inconvenientes del sistema escrito». (DEVÍS ECHANDÍA, Hernando, Teoría General de la Prueba Judicial ,
Buenos Aires: Zavalía, 3a. ed. 1974, p. 127).
39. En este sentido, conviene transcribir la doctrina de la STS de 20 de diciembre 1994, RJA nº 9772, que
reitera la siguiente pauta general: «delimitado el conflicto suscitado por los hechos alegados por la
La acumulación inicial condicional de acciones
Alejandro Romero Seguel
demandante, no podía la demandada aportar pruebas sobre hechos constitutivos de una excepción sobre
el fondo (...) que no fueron oportunamente alegados, por lo que tal prueba debió inadmitirse en su
momento ya que otra cosa vulnera los principios de contradicción y de igualdad en el proceso, al privarse
a la otra parte de formular alegaciones y aportar las pruebas necesarias para desvirtuar esos hechos no
invocados oportunamente...».
40. En ocasiones las pretensiones se pueden presentar dudosas en cuanto a su fundamento jurídico, no
porqué éste no se encuentre, sino porque se duda entre varios posibles, configurándose por lo mismo
causas de pedir distintas, situación que justifica acudir a la acumulación eventual de causa petendi, que
equivale a una acumulación eventual de acciones o de pretensiones. (Por este camino cfr. DE LA OLIVA,
Andrés, Sobre la Cosa Juzgada..., ob. cit. p. 88).
41. Sobre este punto supra Cap. I nº 2.2., 6º).
42. Vid. supra cap. I, nº 3-3.2.
43. En todo caso, esa pauta, que recurre al mayor valor es una solución que con anterioridad a la reforma
procesal de 1984 la doctrina sustentaba, y lo que hizo la ley fue tan sólo positivar un criterio de solución ya
explicítado en nuestra doctrina. (Sobre el criterio vigente con anterioridad a la modificación la Ley
34/1984, cfr. PRIETO-CASTRO, Leonardo,Tratado de Derecho Procesal Civil, ob. cit., I, pp. 467-468).
44. STS de 26 de noviembre de 1990, RJA nº 9049. En igual orientación, cfr., S.A.P. santa Cruz de Tenerife,
de 15 de septiembre 1993, RGDº, FF.JJ. 2º y 3º.
45. Defienden expresamente la aplicación a la acumulación eventual de los mismos requisitos procesales de
la acumulación simple, con la salvedad de la fijación de la cuantía y de la incompatibilidad material de las
acciones, entre otros autores, TAPIA FERNÁNDEZ, Isabel, (con CAVANILLAS), La concurrencia de
responsabilidad..., ob. cit. 181; FERNÁNDEZ LÓPEZ, Miguel Ángel (con RIFA SOLER y VALLS GOMBAU),
Derecho Procesal Práctico, ob. cit., III, p. 234.
46. La expresión es de GOLDSCHMIDT, James, Principios Generales del Proceso, ob. cit., I, p. 182.
47. Las necesidades procesales superan las hipótesis previstas en el número 15, antes transcrito, siendo
posible que surjan problemas en la determinación de la competencia objetiva por razón de la cuantía en dos
situaciones no expresamente previstas por el legislador: cuando no es posible saber el mayor valor de la
acción deducida, y cuando se trata de acumulación de acciones de cuantía indeterminada.
En la doctrina se entiende que no se puede acumular eventualmente a la principal una acción cuya materia
o cuantía sobrepase los límites de la competencia objetiva del juez. (Cfr. TAPIA, Isabel (con CAVANILLAS),
La concurrencia de responsabilidad..., ob. cit., 181).
48. Vid. infra nº 5.2., parte primera.
49. Otros ejemplos, cfr. GOLDSCHMIDT, James, Principios Generales del Proceso, ob. cit. I, pp. 180-181.
50. Por lo mismo, se sostiene que no existe acumulación eventual cuando el actor ejercita una acción de
daños para el caso de que, aun estimada la acción principal, no se pueda ejecutar la sentencia; pues en tal
caso se ha de resolver sobre ambas, no existiendo relación de eventualidad en cuanto al proceso ni a la
sentencia, sino sólo para la ejecución. (PRIETO-CASTRO, Leonardo,Tratado de Derecho Procesal Civil, ob.
cit., I, pp. 473, not. 76).
51. GOLDSCHMIDT, James, Derecho Procesal Civil, ob. cit., p. 296.
52. Cfr. GOLDSCHMIDT, James, Principios Generales del Proceso, ob. cit. I, p. 182. Por lo mismo, este autor
entiende que no seria admisible, por ejemplo, fundamentar la petición de pago de una suma de dinero,
principalmente por préstamo que tuvo lugar en el año 1932, y eventualmente por venta celebrada en el año
1933; o acumular eventualmente a la exigencia de una servidumbre de paso, una petición de devolver una
cosa prestada. (Ob. cit. pp. 181-182).
53. Cfr. SCHÖNKE, Adolfo, Derecho Procesal Civil, ob. cit., p. 176
54. Cfr., ROSENBERG, Leo, Tratado de Derecho Procesal Civil, ob. cit., T., II, pp. 93-94.
55. En este sentido, cfr. CHIOVENDA, José, Principios..., ob. cit., II, p. 733.
56. FERNÁNDEZ LÓPEZ, Miguel Ángel, (con RIFA SOLER y VALLS GOMBAU), Derecho Procesal Práctico,
ob. cit., III, p. 234.
57. Esto es sin perjuicio de lo que más adelante se señalará para la acumulación alternativa de acciones (en
relación con el concurso propio de acciones). Vid. infra, Cap. V nº 5.2.
La acumulación inicial condicional de acciones
Alejandro Romero Seguel
58. «Se dice que los derechos están concurrentes cuando están vinculados entre sí desde el punto de vista
funcional de modo que la satisfacción de uno de ellos extingue también el otro: a la identidad de un cierto
resultado práctico, que se tiene derecho a conseguir, corresponde una pluralidad de razones de
pretenderlo, las cuales sin embargo, aun siendo autónomas y separadamente tutelables, no permiten
obtener aquel resultado más que una vez». (LIEBMAN, Enrico T., Manual de Derecho Procesal Civil , ob. cit.,
p. 148).
59. Salvo que se trate de una acumulación alternativa de acciones que se encuentran en relación de
concurso simple. Vid. infra, Cap. V nº 5.2.
60. PRIETO-CASTRO, Leonardo, Tratado de Derecho Procesal Civil, ob. cit., I, p. 477.
61. Íb. cit. ant., p. 472.
En el fondo, esta cuestión trata de un problema que, en palabras de GUASP, puede reconducirse a lo
siguiente: «...en el terreno procesal, es preciso saber cuándo la protección de un interés ha sido pedida al
órgano jurisdiccional -y en consecuencia, éste deba esa protección también superando una posible
formulación errónea de la parte- y cuando falta tal petición y el Juez no debe actuar». (GUASP, Jaime, Juez
y Hechos en el Proceso, Barcelona: Bosch, 1943, p. 107). En esa misma obra el referido autor propone aplicar
como solución “el criterio de la intención”, que aplicado al arbitrio judicial en materia de hechos permite
«corregir la defectuosa actividad de las partes que no debe ser sancionada con la pérdida de sus derechos
procesales, lo que sin embargo, ocurre hoy con un criterio que recuerda el antiguo rigor de las acciones en
la ley». (Ob. cit., pp. 117-118).
62. Una solución menos técnica, pero que nos parece más correcta en la actual estructura del proceso civil
español -con excepción de la comparecencia previa del juicio de menor cuantía-, es admitir la renuncia de
una de las acciones. Este arreglo frente a un equívoco del actor se recoge expresamente en la STS de 3 de
febrero de 1993, RJA nº 801, en la cual, la actora, frente al error de haber acumulado en forma simple
acciones que por su relación interna -acción de simulación con la rescisión por fraude- debieron
acumularse eventualmente, renunció a una de ellas para que el juez pudiera pronunciarse sobre el fondo de
la que siguió siendo objeto del proceso.
63. Cfr. GOLDSCHMIDT, James, Principios Generales del Proceso, ob. cit., I, p. 183. (Con otras palabras,
GOLDSCHMIDT entiende que : «no se admite acumulación eventual subjetiva de las demandas, es decir el
actor 2 no puede entablar un pleito contra el demandado para el caso en que se desestime la demanda de
un actor 1 contra el mismo demandado, y tampoco puede un actor interponer una demanda contra el
demandado 2 para el caso en que se desestime su demanda contra un demandado 1»).
64. GOLDSCHMIDT, James, Principios Generales del Proceso, ob. cit., I, p. 183; Derecho Procesal Civil, ob. cit.
p. 297.
65. SCHÖNKE, Adolfo, Derecho Procesal Civil, ob. cit., p. 150.
66. ROSENBERG, Leo, Tratado de Derecho Procesal Civil,ob. cit., T., I, pp. 375-376.
67. Mayores antecedentes sobre este tipo acumulativo, cfr., ALLORIO, Enrico, «Litisconsorcio alternativo
passivo e impugnazione incidentale», en L´ordenamiento giuridico nelprisma dell´ acertamento giudiziale, Milán:
Giuffrè, 1957, I, p. 515-525.
68. Cfr. SERRA DOMÍNGUEZ, Manuel, «Concepto y regulación del litisconsorcio», art. cit.,pp. 580-581.
En igual orientación, MONTERO AROCA, definiendo al litisconsorcio eventual como aquél en el cual «el
demandante ejercita una pretensión como principal contra un demandado y sólo para el caso de que sea
desestimada ejercitada otra, como subsidiaria, contra un segundo demandado». («Acumulación de
procesos y proceso único con pluralidad de partes», en Estudio de Derecho Procesal, ob. cit., p. 230).
También acepta esta categoría FERNÁNDEZ LÓPEZ, cuando delimitando el alcance de la acumulación
eventual afirma que esta figura «...puede y debe servir para cubrir todas las eventualidades posibles, cuando
la relación jurídica material no esté del todo clara y sea indiferente al actor resarcirse de uno u otro
demandado o de ambos conjuntamente». (FERNÁNDEZ LÓPEZ, Miguel Ángel (con RIFA SOLER y VALLS
GOMBAU), Derecho Procesal Práctico, ob. cit., III, p. 234.
69. Cfr., CORDÓN MORENO, Faustino, «La congruencia en Segunda Instancia (Comentario a la STS de
31 de marzo 1984)», en Boletín de los Colegios de Abogados de Aragón, nº 96, 1 de enero 1985, pp. 70-76. La
relación de hecho de la sentencia aludida también se extrae de la exposición de este autor, puesto que la
STS de 31 de marzo de 1984, RJA nº 1476, sólo contiene una exposición fáctica en lo que resulta pertinente
a la casación.
La acumulación inicial condicional de acciones
Alejandro Romero Seguel
70. Con las referencias que indica, cfr. ORTELLS RAMOS, Manuel, «Problemas del proceso de alimentos
provisionales», art. cit., pp. 33-34. (Esto es sin perjuicio que en relación a la obligación alimenticia exista un
litisconsorcio necesario, evento en el cual no existe posibilidad alguna de un proceso con acumulación de
acciones; en este sentido, entre varias, cfr., STS de 12 de abril 1994, RJA nº 2789). Mayores antecedentes
supra Cap. III nº 7.2.3.
71. Recordemos, el artículo 156 de la L.E.C. establece que «podrán acumularse y ejercitarse
simultáneamente las acciones que uno tenga contra varios individuos, o varios contra uno, siempre que
nazcan de un mismo título o se funden en una misma causa de pedir».
72. Sobre la conexión justificante del litisconsorcio voluntario, vid. supra Cap. III nº 6 ss.
73. Una perspectiva general de la evolución de la jurisprudencia en materia de régimen de responsabilidad
civil extracontractual en ilícito causado por varios sujetos, cfr. DE ÁNGEL YAGÜEZ, Ricardo, Tratado de
responsabilidad civil, Madrid: Civitas. 3a. ed., 1993, pp. 846865. Otros datos sobre la doctrina judicial, cfr.
EGUSQUIZA BALMASEDA, Mª Ángeles, «La responsabilidad solidaria en el ámbito civil», en Aranzadi Civil,
oct. 1994, nº 12. pp. 13-26.
74. STS de 26 de noviembre 1928, Jurisprudencia Civil nº 63.
75. En este sentido, entre otros, cfr. PRIETO-CASTRO, Leonardo, Tratado de Derecho Procesal Civil, ob. cit.,
I, pp. 473, not. 76; CHIOVENDA, José, Principios..., ob. cit., II, p. 738.
76. En efecto, la importancia de distinguir entre acumulación simple y acumulación condicional radica
fundamentalmente, siguiendo a CHIOVENDA, en lo siguiente: «la sentencia decide sobre las varias
demandas [acciones] siguiendo el orden determinado por la naturaleza de la acumulación».
(CHIOVENDA, José, Principios..., T. II, p. 739).
77. En un intento por delimitar la naturaleza de esta cuestión, entendemos que se trata de un asunto
vinculado a los mal llamados “presupuestos procesales”, básicamente porque la falta de estos -en general-
no genera la obligación del juez de resolver sobre el fondo. Por lo mismo, en su dimensión negativa, no se
trata de un problema de “condiciones de la acción”, esto es, las condiciones necesarias para obtener una
resolución favorable (Sobre este concepto de condiciones cfr. CHIOVENDA, José, Instituciones de Derecho
Procesal Civil, ob., cit., p. 68). En efecto, el cumplimiento de la condición -que en la acumulación eventual está
dado por el rechazo de la acción principal- es un presupuesto procesal de la acción acumulada
eventualmente y no una condición de la acción, básicamente de estimar que si se cumplen los presupuestos
procesales siempre habrá lugar a un pronunciamiento de fondo, ya sea favorable o desfavorable. En cambio,
si no concurren los presupuestos procesales impide que el órgano jurisdiccional pueda juzgar sobre el
fondo de la cuestión, esto es quedará la acción imprejuzgada.
Como precisa LIEBMAN, la ausencia de los presupuestos procesales «no impide la existencia del proceso,
pero constituye obstáculo a la sustanciación y al examen del fondo». (Cfr. LIEBMAN, Enrico T., Manual de
Derecho Procesal Civil, ob. cit., p. 129).
A mayor abundamiento, siguiendo las explicaciones de CALAMANDREI: mientras los requisitos atinentes
a la constitución del proceso (presupuestos procesales) son indispensables a fin que el juez pueda entrar a
examinar el fondo de la demanda [la acción eventual], los requisitos o condiciones de la acción son
indispensables a fin de que el juez pueda acoger la demanda y pronunciar una providencia de mérito
favorable al solicitante. (Cfr. CALAMANDREI, Instituciones de Derecho Procesal Civil..., ob. cit., I, p. 258).
78. En esta vía, cfr. ROSENBERG, Leo, Tratado de Derecho Procesal Civil, ob. cit., II, p. 96.
79. Así, RAMOS MÉNDEZ, Francisco, Derecho Procesal Civil, ob. cit., I, p. 448.
80. PRIETO-CASTRO, Leonardo, Tratado de Derecho Procesal Civil, ob. cit., p. 472.
81. Cfr. TAPIA FERNÁNDEZ, Isabel (con CAVANILLAS), La Concurrencia de responsabilidad..., ob. cit. 180;
82. FERNÁNDEZ LÓPEZ, Miguel Ángel (con RIFA SOLER y VALLS GOMBAU), Derecho Procesal Práctico,
ob. cit., III, p. 234.
Por su parte, SERRA DOMÍNGUEZ también aborda esta cuestión, pero su planteamiento resulta
enigmático, y no sabemos donde encasillarlo. Concretamente, nos dice este autor: «hemos distinguido la
pretensión subsidiaria genérica -formulada para todos los casos de desestimación de la pretensión
principal- de la pretensión subsidiaria específica tan solo para el caso de que la pretensión principal sea
desestimada por determinados motivos (falta de competencia; procedimiento inadecuado; falta de
legitimación pasiva, etc.)-. Como es lógico, la pretensión subsidiaria específicamente puede ser analizada
La acumulación inicial condicional de acciones
Alejandro Romero Seguel
cuando la pretensión principal haya sido desestimada por el motivo concreto que determinó su
formulación». (SERRA DOMÍNGUEZ, Manuel, «Incongruencia civil y penal», en Estudios..., ob. cit. p. 415).
[La ambigüedad en el pronunciamiento -en nuestra opinión- proviene de no resultar claro si basta que la
pretensión principal sea desestimada por una cuestión de forma -como lo sugiere la primera parte de su
construccióno bien por una cuestión de fondo, puesto que, en la última parte, al referirse a la
desestimación “por el motivo concreto que determinó su formulación”, entendemos exige un
pronunciamiento sobre el fondo de la pretensión principal, pues el motivo concreto que determina el
ejercicio de las pretensiones debe ser siempre un juicio sobre el fondo de las mismas, ya que nadie afirma
pretensiones para que sean rechazadas por cuestiones meramente formales].
83. CHIOVENDA, José, Principios..., ob. cit., II, p. 734. Sin embargo, debe advertirse que este argumento
pierde coherencia en el pensamiento del autor cuando, siguiendo a STEIN, entiende que «...puede suceder
que el actor haya dado a sus demandas un orden que no corresponda a un interés suyo, ni siquiera moral,
y hasta contrario a su interés; en este caso, el juez puede racionalmente estimar que el orden no
corresponde a una precisa voluntad del actor e invertirlo por comodidad de decisión. La acumulación
subordinada se transforma entonces en alternativa». (Ob. cit., II, p. 734).
84. CALAMANDREI, Piero, Instituciones de Derecho Procesal Civil..., ob. cit., I, p. 397.
85. En este sentido, cfr., ORTELLS RAMOS, Manuel (con MONTERO AROCA, Juan, GÓMEZ COLOMER,
Juan-Luis, MONTÓN REDONDO, Alberto), Derecho Jurisdiccional , ob. cit., T. I, p. 436.
86. La «socialización del proceso» es todavía un fenómeno difícil de precisar. Bajo ese rotulo se esgrimen
distintas opciones sobre las funciones que debe cumplir el proceso civil especialmente en lo que dice
relación con los poderes del juez y el alcance del principio dispositivo bajo el cual se cimienta el proceso
civil de corte liberal desde el siglo pasado. Pues bien, los precursores de esta idea cierran filas en torno a
las criticas que dirigen al proceso civil clásico, para desarrollar uno que obedezca a orientaciones más
publicistas, en desmedro del principio dispositivo de las partes. (Mayores antecedentes, cfr., BAUR, Fritz,
«Liberalización y socialización del proceso Civil», en Revista de Derecho Procesal Civil Iberoamericana, 1972,
nº 2-3, pp. 303-333; SERRA DOMÍNGUEZ, Manuel, «Liberalización y socialización del proceso civil», en
Revista de Derecho Procesal Civil Iberoamericana, 1972, nº 2-3, pp. 511 ss; MILLÁN, CARLOS, «Alcance del
llamado principio dispositivo y su repercusión en la resolución judicial», en Anuario Jurídico, XIII, 1981, pp.
437-449; CAPPELLETTI, Mauro, «Publicización, oralidad, socialización», en El proceso civil en el derecho
comparado, grandes tendencias evolutivas, tr. Santiago Sentís Melendo, Buenos Aires: E.J.E.A., 1968, pp. 43-82.
87. Aunque en los últimos tiempos seamos testigos de importantes cambios ideológicos, la historia no muy
lejana nos demuestra que siempre existe la posibilidad de transformar al proceso civil de un instrumento de
protección de los derechos de las personas, en un mecanismo al servicio de intereses que lo desnaturalizan
de esa función, pudiendo, por lo mismo, darse el fenómeno que CALAMANDREI denunció como la
abolición del proceso civil. (CALAMANDREI, Piero, «¿La abolición del proceso civil?», en Estudios sobre el
proceso civil, ob. cit., pp. 343-348).
Modernamente el problema subsiste, pero con distinto matiz, aunque no por ello menos preocupante para
el futuro del proceso civil contemporáneo. Veamos algún ejemplo de este radicalismo abolicionista del
proceso civil. Dice un autor, que «es innegable que los viejos moldes privatistas e individualistas del
proceso dispositivo del siglo XIX están en crisis. El proceso privado y sus diversas ramas, como lo son el
proceso civil, el proceso mercantil, el proceso familiar y hoy el proceso arrendaticio, van surgiendo,
creciendo y desarrollándose al impulso de factores publicistas y socializantes. No puede ya ser, no puede
continuar siendo el factotum, el interés privado o particular de los individuos aislados. Los intereses sociales
o colectivos han ido ganando terreno en su protección, y ello en el desideratum de que el juez busque la
verdadera verdad. Las influencias publicistas en materia procesal hacen que el juez reivindique los poderes
estatales, pero no ya basándose para ello en la voluntad omnipotente y caprichosa del soberano absolutista,
sino en un sentido proteccionista y tutelar de ciertos intereses de grupo, de clase. Es decir, el juez ya no
puede ser el simple espectador pasivo de la contienda, sino que debe tomar en consideración la posición de
cada parte y desde luego, tiene una actitud de auxilio hacia el débil o el torpe frente al hábil y poderoso. Se
trata de lograr la obtención de la verdad material sobre la verdad formal o ficticia a que pueden dar lugar
ciertas construcciones procesales». (GÓMEZ LARA, Cipriano, «El futuro del proceso civil», en Ars
Iuris,México: Universidad Panamericana, nº 11, 1994, p. 256).
Una visión antagónica con la tesis antes transcrita, cfr. GUTIÉRREZ DE CABIEDES, Eduardo, «La
socialización del proceso» en Constitución, Derecho y Proceso..., ob. cit., pp. 423-441; CORDÓN MORENO,
Faustino, «En torno a los poderes de dirección del juez civil», art. cit., pp. 807-826.
88. Aunque para CHIOVENDA el concepto de acción en este sentido fue revelado primeramente por
La acumulación inicial condicional de acciones
Alejandro Romero Seguel
MUTHER en su polémica con WINDSCHEID, y desarrollando después ampliamente por WACH. (Cfr.
CHIOVENDA, José, Instituciones de Derecho Procesal Civil, ob. cit., I, p. 82).
89. WACH, Adolf, La pretensión de declaración, tr. del alemán Juan. M. Semón, Buenos Aires: E.J.E.A, 1962,
pp. 40-41.
90. En una visión antagónica de la que se propone en el texto, entendemos que si se opta por una tesis
abstracta de la acción podría defenderse sin problemas que no es necesario un pronunciamiento sobre el
fondo, básicamente porque en las tesis abstractas existe una radical separación entre derecho material y
acción procesal. En efecto, las doctrinas abstractas de la acción, si bien explican sin inconvenientes la
autonomía de la acción, a nuestro juicio, presentan la dificultad de convertir la acción y al derecho material
en verdaderos compartimientos sin ninguna conexión. En este sentido, postular que todos tienen derecho
de acción, por ser este un poder abstracto, inclusive hasta el litigante de mala fe y sin derecho subjetivo
alguno, significa reconocer implícitamente que es irrelevante el contenido del pronunciamiento que pueda
recaer sobre la acción principal en una acumulación eventual, pues el contenido de la acción se habría
agotado con esa facultad que todos tienen -de buena o mala fe- de solicitar la protección jurisdiccional.
91. Conviene, en todo caso, tener presente que para el Tribunal Constitucional la negativa arbitraria o
irrazonable a un juicio sobre el fondo, constituye un quebrantamiento del derecho a la tutela judicial
efectiva. (Cfr. STC 71/1991, de 8 de abril (Sala Segunda), Ponente: Miguel Rodríguez-Piñero y Bravo Ferrer,
FF. JJ. 1 y 2. “Es preciso recordar que este Tribunal ha declarado reiteradamente que, si bien el contenido
primordial del derecho a la tutela judicial efectiva reconocido en el artículo 24.1 CE comprende el derecho
al acceso a la actividad jurisdiccional y a obtener de los Jueces y Tribunales una resolución razonada y
fundada en Derecho sobre el fondo de las pretensiones deducidas por las partes del proceso (SSTC
55/1987 y 57/1988, por todas), al tratarse de un derecho prestacional de configuración legal, su ejercicio y
prestación están supeditados a la concurrencia de los presupuestos y requisitos procesales que, en cada
caso, haya establecido el legislador, que no puede, sin embargo, fijar obstáculos o trabas caprichosos que
obstaculicen la tutela judicial efectiva garantizada constitucionalmente (STC 185/1987)». STC 331/1994, de
19 de diciembre (Sala Primera), Ponente: Alvaro Rodríguez B.
En cuanto a la inexistencia de un derecho al acierto, cfr. STC 146/91, de 1 de julio (Sala Segunda), Ponente:
José Luis de los Mozos, F.J. 2, reiterando el criterio sentado anteriormente, en el sentido de que «...no
incluye el alegado derecho a la tutela judicial efectiva y a la no indefensión el derecho a que los criterios
judiciales respondan a lo pretendido por las partes, sino tan sólo a que se manifiesten en resoluciones
motivadas y no arbitrarias». En igual sentido, SSTC de 9/81, de 31 de marzo (Sala Primera), Ponente: Rafael
GómezFerrer; 22/82, de 18 de mayo (Sala Segunda), Ponente: Luis Díez-Picazo; 35/82, de 14 de junio,
(Pleno), Ponente: Francisco Rubio Llorente; 92/83, de 8 de noviembre (Sala Primera), Ponente: Manuel
Diaz de Velasco; y 160/85, de 28 de noviembre (Sala Segunda), Ponente: Jerónimo Arozamena Sierra.
Últimamente se ha resuelto que, « ...el art. 24.1 de la CE. no incluye el hipotético derecho al acierto judicial,
ni comprende la rectificación de incorrecciones jurídicas producidas en la interpretación o aplicación de las
normas (por todas, SSTC 163/1993 y 245/1993»).
92. De igual forma, también se nos podría criticar que el valor de la seguridad jurídica justificaría que el
órgano jurisdiccional entre a conocer de la acción eventualmente acumulada no obstante el rechazo
meramente formal de la acción principal, puesto que, en caso contrario aumentaría la falta de certeza de los
derechos.
93. Por todos, cfr. CHIOVENDA, José, Instituciones..., ob. cit., I, p. 69.
94. STS de 26 de noviembre 1990, RJA nº 9049. (Se mantuvo la sentencia de primera instancia, que por
haber estimado la excepción de litispendencia, se abstuvo de entrar a conocer de la acción principal).
Debe tenerse en cuenta que esta tesis cobra mayor fuerza por la doctrina del Tribunal Constitucional, que
específicamente ha establecido sobre el particular la siguiente pauta, que resume la STC 4/1994, de 17 de
enero (Sala Segunda), Ponente: Eugenio Díaz Eimil, en los siguientes términos: «de la constante y reiterada
doctrina que este Tribunal ha establecido, a partir de su STC 20/1982 en relación con el vicio de
incongruencia de las resoluciones judiciales, constituidas, entre otras, por la SSTC 14/1984, 177/1985,
142/1987, 69/1992 y 88/1992, debemos destacar (...), los siguientes elementos conceptuales: (...) c) no se
produce incongruencia omisiva prohibida por el artículo 24.1 de la Constitución, cuando la falta de
respuesta judicial se refiera a pretensiones, cuyo examen venga subordinado a la decisión que se adopta
respecto de otras pretensiones planteadas en el proceso que, siendo de enjuiciamiento preferente,
determinen -por su naturaleza o por la clase de conexión procesal que tengan con aquéllas- que su
estimación haga innecesario o improcedente pronunciarse sobre éstas, como ocurre en el ejemplo típico
de estimación de un defecto formal que impida o prive de sentido entrar en la resolución de la cuestión de
fondo». (F.J. 2º).
La acumulación inicial condicional de acciones
Alejandro Romero Seguel
95. STS de 10 de enero 1991, RJA nº 294 (Civil), F.J. 4º.
En nuestro concepto resulta criticable está última solución jurisprudencial, por las razones que antes
expusimos sobre la necesidad de un pronunciamiento desestimatorio en cuanto al fondo de la acción
principal, a los que nos remitimos para evitar repeticiones.
96. Cfr. PRIETO-CASTRO, Leonardo, Tratado de Derecho Procesal Civil, ob. cit., I, pp. 473-474. (debe
advertirse que este autor la designa como acumulación eventual impropia).
97. CHIOVENDA, José, Principios de Derecho Procesal Civil, ob. cit., T., II, p. 732.
98. ORTELLS RAMOS, Manuel (con MONTERO AROCA, Juan, GÓMEZ COLOMER, Juan-Luis), Derecho
Jurisdiccional , ob. cit., T. II, 1º, p. 109.
99. En este sentido, cfr. CHIOVENDA, José, Principios de Derecho Procesal Civil, ob. cit., II, p. 733.
100. Cfr.,TAPIA FERNÁNDEZ, Isabel (con CAVANILLAS), La concurrencia de responsabilidad..., ob. cit., pp.
181-182.
101. Ese mismo rasgo de la acumulación sucesiva -en orden a la no incompatibilidad de las acciones- la
acerca más a la acumulación simple de acciones, por cuanto, ambas categorías acumulativas deben versar
sobre acciones no contradictorias ni incompatibles entre sí, radicando, sin embargo, la diferencia entre
ambas en la circunstancia de que en la acumulación sucesiva existen acciones afirmadas bajo la condición
que sea acogida una que tiene el carácter de principal. En nuestra doctrina TAPIA FERNÁNDEZ
expresamente ha sostenido que la acumulación sucesiva es una figura distinta de la acumulación eventual,
conclusión que funda en la circunstancia de que en la acumulación sucesiva las acciones acumuladas exigen
los mismos requisitos sustantivos y procesales de la acumulación simple, existiendo, por ende, una “suma
de acciones”, criterio que compartimos en todas sus partes. (ob. cit., p. 182).
102. Sobre la prejudicialidad, entre la abundante bibliografía cfr. MENESTRINA, Francesco, La pregiudiciale
nel processo civile, Milán: Giuffrè, 1963; CALAMANDREI, Piero, Instituciones de Derecho Procesal Civil..., ob.,
cit., I, p. 302; LIEBMAN, Enrico T., Manual de Derecho Procesal Civil, p. 146; MARÍN PAGEO, Encarnación,
«La prejudicialidad civil en el proceso declarativo», en Revista de Derecho Procesal, 1989, nº 1, pp. 47-67;
ALSINA, Hugo, Las cuestiones prejudiciales en el proceso civil, Buenos Aires: E.J.E.A. , 1959.
103. Para esta definición de prejudicialidad lógica, cfr. ARAGONESES MARTÍNEZ, Sara, la voz
prejudicialidad (Dº Procesal), en Enciclopedia Jurídica Básica, Madrid: Civitas, 1995, T., III, p. 4998.
Se debe recordar que esta vinculación de la acumulación sucesiva a una relación de prejudicialidad fue
advertida en nuestra doctrina por DE VICENTE Y CARAVANTES, cuando como excepción a la regla
general de su época, que prohibía la acumulación conjunta de acciones que estuvieran en relación de
prejudicialidad, excepcionaba tal criterio de la siguiente forma:«Sin embargo, como las acciones principales de
esta clase, ofrecen dos alternativas, una de las cuales admite el ejercicio de la otra, podrán formularse como
consecuencia de esta declaración y condicionalmente...». (DE VICENTE Y CARAVANTES, José, Tratado
Histórico..., ob., cit. T., I, p. 510).
104. En este sentido útil es recordar la siguiente pauta jurisprudencial: «que si bien, según opinión
corriente, la inexistencia o nulidad absoluta del contrato obra de pleno derecho y sin necesidad de
declaración judicial por no producir el mismo efecto alguno, tal doctrina no siempre puede admitirse como
exacta, pues al crear todo negocio jurídico una apariencia de validez, se hace indispensable destruir tal
apariencia si constituye obstáculo para el ejercicio de un derecho, principio este que viene inspirando la
jurisprudencia de esta Sala, de la que constituyen ejemplo las antiguas sentencias de 28 de octubre de 1867
y 17 de diciembre de 1873, y las más recientes de 19 de febrero de 1894 y 18 de enero de 1904...». (STS
de 3 de enero 1947, RJA nº 5).
En fecha más reciente la STS de 30 de mayo de 1990 RJA nº 4099, establece que:«... los negocios jurídicos,
aunque sean nulos plenamente, su apariencia de validez en principio les hace producir unos efectos que
exigen como indispensable destruir tal apariencia y liquidar las cuestiones de carácter patrimonial que
pueden haber originado, como se deduce de las Sentencias de 16 de marzo de 1959, 6 de mayo de 1961 y
otras».
105. Al igual que en la nulidad, la resolución también produce algunos efectos que pueden justificar una
acumulación sucesiva de acciones. Una buena síntesis de estos efectos se contienen en la S.A.P. de Madrid,
de 29 de septiembre 1994, ACA nº 1832, F.J. 6º, que en lo pertinente dice: «la resolución, dice la Sentencia
del Tribunal Supremo de 24 febrero 1988 (RJ 1988, 1301), tiene unos específicos efectos respecto de la
devolución al estado jurídico preexistente, con alcance retroactivo, de tal suerte que el comprador ha de
recuperar la parte del precio no sujeta a indemnización de daños y perjuicios, y el vendedor el objeto, tal
La acumulación inicial condicional de acciones
Alejandro Romero Seguel
como lo vendió, o con lo que se le hubiera incorporado durante el tiempo de su posesión por el
comprador, por su carácter de deudor que ha incumplido. Como lo dice la Sentencia de 28 noviembre
1985 [RJ 1985, 5910], reiterando lo ya manifestado por las de 21 de noviembre 1963 [RJ 1964, 347], 14
marzo 1964 (RJ 1964 1594) y 16 de octubre 1967 (RJ 1967, 3823), la resolución del contrato sinalagmático
por incumplimiento tiende a cancelar desde un principio los efectos de lo convenido, colocando a los
intervinientes en la misma situación en que se hallarían si el pacto no se hubiera celebrado, efecto que
opera ex tunc y que lleva consigo la obligación de restituir cada parte lo que haya recibido de la otra por
razón del vínculo obligacional, sin perjuicio de los terceros adquirentes de buena fe cuyo derecho ha de ser
respetado. Pero además de la restitución de las prestaciones objeto del contrato, el artículo 1124 del
Código Civil reconoce a la parte que insta la resolución (...) la posibilidad de solicitar la indemnización de
los daños y perjuicios que se le han ocasionado como consecuencia del incumplimiento de la contraparte».
En igual orientación, entre otras, STS 11 de junio 1991, RJA nº 4444.
106. Un intento de sistematización de las distintas formas de ineficacia jurídica, por todos, cfr.
DIEZ-PICAZO, Luis, Fundamentos del Derecho Civil Patrimonial, ob. cit., I, pp. 423 -489.
107. STS de 18 de enero 1904, Jurisprudencia Civil nº 17.
108. S.A.P. de la Rioja, de 3 de enero 1995, ACA nº 77. En efecto, la mencionada resolución legitima la
acumulación de acciones ya descrita argumentando que es «perfectamente válida y posible, conforme a los
artículo 153, 154 y 156 LECiv, pues indudablemente las acciones deben entenderse que se fundan en un
mismo título e incluso una misma causa, como es la limitación del terreno y, como consecuencia de ella, el
reintegro de la porción de terreno indebidamente segregada aunque por el uso del demandado, según la
demanda, sin que esta petición parcial respecto de uno de los demandados haga indebida la acumulación de
acciones...».
109. S.A.P. de Sevilla, de 3 diciembre 1991, RGD.
Con todo, existen situaciones vinculadas al derecho de familia en las que no existe una acumulación de
acciones, aunque el Juez está obligado a emitir ciertos pronunciamientos, que desde el punto de vista de la
identificación de las acciones configurarían diversas acciones por la existencia de diversas causas de pedir
distintas pero conexas. Estas excepcionales situaciones se dan amparadas por la especial configuración que
a los procesos de derecho de familia se ha ido asignando, por la vía de aumentar los poderes del Juez, en
desmedro del tradicional principio dispositivo del proceso civil. Un claro ejemplo de lo anterior se
encuentra en aquellas declaraciones que sobre la patria potestad debe realizar el Juez cuando ha resuelto
sobre una acción de filiación. Así, a modo de ilustración, la S.A.P. de Valencia de 1991 justifica tal actuación
-negando expresamente la posibilidad de una acumulación de acciones- con la siguiente argumentación:
«existe un deber de hacerlo, es decir, de que la misma sentencia en la que se resuelve estimatoriamente
sobre la filiación se haga también un pronunciamiento expreso sobre privación de la patria potestad, a
menos, naturalmente, que el representante legal del hijo, o éste mismo una vez alcanzada por él la plena
capacidad (o sea la mayoría de edad, artículo 322 de Código Civil), soliciten, acogidos al penúltimo párrafo
del citado artículo 111, que dichas restricciones dejen de producir efecto; se trata por tanto, de
pronunciamientos inseparables que, en rigor, hacen improcedente hablar de acumulación de acciones,
pero que, aunque así no fuese y aunque cupiera estimar la privación de la patria potestad como una acción
autónoma, no tropezaría con traba jurídica alguna para actuar, una y otra, con simultaneidad...» (S.A.P. de
Valencia, de 28 de noviembre 1991, RGD.).
110. En esta línea, con amplia referencia jurisprudencial, la STS de 18 de abril 1990, RJA nº 2724.
111. En lo relativo al criterio de conexión aplicable, vid. supra Cap. III, nº 7.2.3., 2).
112. CALAMANDREI, Piero, Instituciones de Derecho Procesal Civil..., ob. cit., I, p. 298.
113. LIEBMAN, Enrico T., Manual de Derecho Procesal Civil, ob. cit., p. 145.
114. SATTA, Salvatore, Manual de Derecho Procesal Civil, ob. cit., T. I, p. 40. En nuestro derecho sustantivo
un intento de sistematización de la accesoriedad, cfr. VATTIER FUENZALIDA, Carlos, «Contribución al
estudio de las obligaciones accesorias», en Revista de Derecho Privado, 1980, enero-diciembre, pp. 28-49.
115. Mayores antecedentes, cfr. CORDÓN MORENO, Faustino, «Aspectos procesales de la fianza», art.
cit. p. 367.
116. Cfr. CHIOVENDA, José, Instituciones de Derecho Procesal Civil, ob. cit., I, p. 167; MICHELI, Gian
Antonio, Curso de Derecho Procesal Civil, ob., cit., I, p. p. 133; LIEBMAN, Enrico T., Manual de Derecho Procesal
Civil, ob. cit., p. 127; entre otras, cfr. SSTS: de 18 de mayo 1994, RJA nº 4091; 13 de mayo 1995, RJA nº
4234.
La acumulación inicial condicional de acciones
Alejandro Romero Seguel
117. Cfr. CHIOVENDA, José, Instituciones de Derecho Procesal Civil, ob. cit., I, p. 184.
118. Cfr. CHIOVENDA, José, Principios de Derecho Procesal Civil, ob. cit. T., II, p. 732.
119. En este sentido, la STS de 19 de noviembre 1954 (Civil), RJA nº 2594, ha declarado que: «el ejercicio
de las acciones de condena debe referirse a prestaciones que, por hallarse vencidas, sean exigibles...». Cfr.
STC 194/1993, de 14 de junio (Sala Primera), Ponente: D. Miguel Rodríguez-Piñeiro.
120. En esta línea, entre otros, cfr. PRIETO-CASTRO, Leonardo, Tratado de Derecho Procesal Civil, ob. cit.,
I, pp. 473, not. 76; ORTÍZ NAVACERRADA, Santiago, «Notas en torno al concepto de derecho procesal»,
en Actualidad Civil, nº 35, 1993, septiembre-octubre, p. 640.
121. STC 71/1991, de 8 de abril (Sala Segunda), Ponente: Miguel Rodríguez-Piñeiro, F.J. 4º.
122. Para esta objeción, cfr. CHIOVENDA, José, Principios de Derecho Procesal Civil, ob. cit., II, p. 732.
123. Cfr. CHIOVENDA, José, Instituciones de Derecho Procesal Civil, ob. cit., I, p. 184.
124. Como botón de muestra basta recordar que CHIOVENDA objetaba a la doctrina de WACH lo
siguiente: «Dado que pueda concebirse derecho a la tutela jurídica frente al Estado,¿ existe este derecho
antes del proceso? (Cfr. CHIOVENDA, «La acción en el sistema de los derechos», ob. cit. pp. 14-18).
En nuestra doctrina, DE LA OLIVA entiende que tal interrogante lo único que resuelve es la calificación
como derecho procesal o no procesal de la acción, y tomando partido entiende que, «para ser congruentes
con la tesis aquí mantenida he de responder afirmando que el derecho a obtener una sentencia de
contenido concreto es anterior al proceso, que la acción es anterior al proceso». (DE LA OLIVA, Sobre el
Derecho a la Tutela Jurisdiccional,ob. cit. p. 67).
125. La distinción entre existencia de las condiciones de la acción y verificación de las mismas, sin ánimo
exhaustivo, cfr., MANDRIOLI, Crisanto, «Riflessioni in tema di “petitum” e di “causa petendi”», art. cit., pp.
464-480.
126. Cfr., GOLDSCHMIDT, James, Derecho Procesal Civil, ob. cit., p. 101.
127. Sobre las condenas de futuro, últimamente, cfr. LÓPEZ SIMÓ, Francisco, «las condenas de futuro», en
Revista General de Derecho, julio-agosto 1994, nº 598-599,pp. 81238154).
128. Cfr. CHIOVENDA, José, Principios de Derecho Procesal Civil, ob. cit., II, p. 732, not. 1.
129. A modo de ejemplo, se suscitó una cuestión de competencia por inhibitoria entre los Juzgados de
Primera Instancia de Marbella y San Sebastián frente al ejercicio acumulado que de varias acciones hizo un
actor contra dos sociedades, en la que, una de ellas era una compañía aseguradora. Existía una cláusula de
sumisión, por la que las partes, con renuncia a su fuero propio, se sometían a los Juzgados y Tribunales de
Marbella. Sin embargo, al momento de trabarse la litis la Compañía de Seguros opuso la declinatoria, y la
otra sociedad promovió la inhibitoria, alegando que conforme al artículo 24 de la Ley 50/1980, de o de
octubre, sobre Contrato de Seguro, será juez competente para el conocimiento de las acciones derivadas
de dicho contrato el del domicilio del asegurado (en este caso: San Sebastián), siendo nulo cualquier pacto
en contrario.
La solución de ese problema concreto fue resuelta a favor del juzgado de Marbella, por las siguientes
razones: 1º) Siempre se ha venido manteniendo que, en las hipótesis de posible concurrencia de fueros, es
preferente el determinado por la sumisión al legal resultante de la aplicación de los demás criterios de
fijación (STS de 13 de marzo 1986 [RJ 1986, 1465], doctrina que habría de ceder en el caso que nos ocupa
si se hubiera ejercitado aisladamente la acción dimanante del contrato de seguro, mas como ésta se
acumula y deriva del incumplimiento de los contratos que contienen la sumisión, la conexión causal
mencionada en el artículo 156 de la L.E.C., lleva a que por razones de economía procesal y de conveniente
examen de un solo litigio, se justifique el tratamiento unitario y la resolución conjunta, evitando decisiones
discrepantes (SSTS de 16 de junio 1985 [RJ 1985, 3109] y 7 de julio 1987. A lo anterior, la doctrina
jurisprudencial agrega el argumento que el artículo 63/3 de la L.E.C. establece que “en las demandas sobre
garantía o complemento de otras anteriores será juez competente el que lo sea para conocer, o este
conociendo, de la obligación principal sobre la que recayeren. (Cfr. STS de 6 de marzo de 1993, RJA nº
2012). En igual orientación, STS de 19 de febrero 1993, RJA nº 1000 FJ 2º.
130. CHIOVENDA, José, Principios..., ob. cit., II, 732-733, not 1.
131. El caso más típico de este tipo de situación será la acumulación de la acción de declaración de nulidad
dirigida contra una persona determinada a la que se acumula la acción reivindicatoria deducida contra otro
sujeto en su calidad de actual poseedor del bien raíz que por los efectos de la nulidad debe volver a su
La acumulación inicial condicional de acciones
Alejandro Romero Seguel
antiguo dueño.
132. Se defiende la omisión del legislador en esta materia, argumentando que ello resulta plausible no sólo
porque dificultar la entrada de terceros en el proceso favorece la sustanciación entre quienes son parte,
sino también porque el instituto de la intervención se presta a ser utilizado de un modo torticero, con
exclusiva finalidad de retrasar o dificultar la actuación de los órganos jurisdiccionales. (Cfr. FERNÁNDEZ
LÓPEZ, Miguel Ángel, (con DE LA OLIVA), Derecho Procesal Civil, I, pp. 576-577).
133. Frente a ese vacío legislativo en materia de intervención de terceros, nuevamente han sido la doctrina
y la jurisprudencia las encargadas de armonizar, mediante interpretaciones y construcciones, por cierto no
exentas de problemas, los posibles casos en que es factible admitir algunas instituciones enmarcadas dentro
de la intervención de tercero. ( Sobre este tema, en general, cfr. MORÓN PALOMINO, Manuel, «El
proceso civil y la tutela de los terceros», art. cit., pp. 149; MIGUEL Y ROMERO, Ramón, «La intervención
del tercero en juicio», en Revista General de Legislación y Jurisprudencia, marzo, 1931, T. 158, nº 111, pp.
250-259; COVIÁN, Víctor, «Intervención de un tercero en el procedimiento Civil», en Revista General de
Legislación y Jurisprudencia, 1922, T., 141, pp. 5-34; ALSINA, Hugo, «Unificación de la legislación acerca de la
intervención de terceros en la relación procesal», en Revista de Derecho Procesal (publicación iberoamericana
y filipina), 1957, nº 1957, pp. 295319).
134. La protección procesal de los terceros presenta históricamente dos orientaciones. Por un lado la
concepción germánica, en virtud de la cual, por atribuirse a la sentencia el carácter de un verdadero
veredicto popular, extendía su fuerza a toda la comunidad -erga omnes, razón por la cual el ordenamiento
germánico contemplaba un amplísimo derecho de intervención de terceros en el proceso. (Cfr. FERRÉ
MARTÍ, José María, Protección procesal del tercero en el derecho canónico, Barcelona; I.G.F.O.S.A., 1982,
principalmente pp. 3135; ALVAREZ ABUNDANCIA, Ricardo, «La tercería y la oposición de tercero», art.
cit., pp. 436-477). En el polo opuesto a la concepción germánica está la solución del derecho romano, en el
que en su época clásica, según lo sostiene la doctrina, por regla general la sentencia pronunciada sólo
obligaba a las partes, no pudiendo perjudicar a terceros; luego no tenía porqué intervenir en el proceso un
tercero. Se defiende que el Derecho Romano desconoció la intervención voluntaria del tercero, admitiendo,
sin embargo, en algunos casos, la intervención necesaria a instancia de parte. (Cfr. FERRÉ MARTÍ, José
María, Protección procesal..., ob. cit. p. 32).
135. La doctrina que se ha ocupado de este tema se mueve en dos orientaciones a la hora de proponer una
reglamentación de la intervención de terceros en juicio. Por un lado, están aquellos que propugnan una
extensa regulación legal de la intervención, por estimarlo como el medio más idóneo para la tutela jurídica
de los posibles terceros afectados por el proceso. (En este sentido, MORÓN PALOMINO, Manuel,«El
proceso civil...», art cit. p. 159; RAMOS MÉNDEZ, Francisco, Derecho Procesal Civil, ob. cit., I, p. 314).
En el otro extremo, se aboga por una regulación legal de la intervención en juicio restrictiva, que se
establezca por consideraciones de estricta justicia, encaminadas directa e inmediatamente a evitar un
perjuicio a los terceros. Cualquier otro tipo de consideraciones (evitar sentencias contradictorias,
economía procesal, etc.) que han sido profusamente barajadas y que se han intentado colocar como
basamento de la intervención, no justificarían para esta corriente, por si solas, la perturbación que, en
general, produciría la intervención, además que el objetivo que se pretende lograr con la intervención se
puede conseguir a través de la acumulación de procesos. (Mayores antecedentes, cfr. FERNÁNDEZ
LÓPEZ, Miguel Ángel, La tercería de dominio, ob. cit. pp. 51-56; Derecho Procesal Civil (con DE LA OLIVA,
Andrés), ob. cit., I, pp. 576-577, especialmente not. 4.
136. Conviene no perder de vista que se trata de una razón de orden práctico, pues no es necesario
demandar a los terceros; si ello no se realiza no se vulnera el principio de contradicción constitucional. En
efecto, conforme establece la STC de 6/1988, de 6 de abril de 1988 (Sala Primera), Ponente: Miguel
Rodríguez Piñeiro y Bravo Ferrer: « ... el problema de la indefensión en relación con la eficacia de la
sentencia se encuentra expresamente unido al problema de la constitución de la relación jurídica procesal.
No es contrario al principio de contradicción del art. 24 de la Constitución el que una decisión judicial
pueda tener efectos que repercutan en sujetos que no han participado en el proceso y que no han sido
llamados a él y que, por tanto, no figuren en la sentencia. Tal ocurre respecto de quienes sean titulares de
una situación jurídica dependiente o condicionada por un derecho ajeno sobre la que incide el contenido
de esa sentencia, la cual afecta a ese derecho ajeno que en el proceso de origen se cuestiona directamente
y sobre el que decide la sentencia. Formalmente el tercero, titular de esa situación, no estará afectado por
el mandato contenido en la sentencia, que no se dirige a él, pero su derecho, al depender del derecho de
otro, resultará afectado de forma directa o reflejada por la modificación que de ese último derecho derive
de la sentencia, al igual que también podía quedar alterado por actos de disposición ajenos a ese derecho.
Tal ocurre en los casos de contratos dependientes o derivados de una situación jurídica contractual de una
La acumulación inicial condicional de acciones
Alejandro Romero Seguel
parte, como son los distintos tipos de subcontratos y, muy en particular, los subarriendos. Por el nexo del
subarriendo con el contrato de arrendamiento principal, el subarrendatario ha de “sufrir” los avatares del
contrato de arrendamiento principal, cuyas vicisitudes tienen su reflejo necesario en los derechos del
subcontratista, por la dependencia permanente de las situaciones sustanciales». (F.J. 1º). En igual línea,
entre otras SSTS: de 7 de abril 1995, RJA nº 2989; de 25 de mayo 1995, RJA nº 4263; de 24 de julio 1995,
RJA nº 6198.
137. Una exposición sobre el origen y evolución de esta materia, cfr. MONTERO AROCA, Juan, la
Intervención adhesiva simple..., ob. cit. pp. 190-201; del mismo autor,La Legitimación en el proceso civil...; ob. cit.,
pp. 75-76.
En este sentido, se indica con acierto que, «si el precepto res judicata tertio non nocet fuera absoluto, el
tercero nada tendría que temer, por cuanto el día en que si fuera a ejecutar la sentencia, podría defender
su interés al amparo del principio invocado y aduciendo la existencia de una res inter alios judicata. Pero la
experiencia jurídica, más que los textos expresos de la ley, enseñan que la máxima no es absoluta y que, en
numerosas circunstancias de hecho, los terceros resultan alcanzados por la sentencia». (COUTURE,
Eduardo J., «Legitimación procesal del tercero coadyuvante», en Estudios de Derecho Procesal, Buenos Aires:
Depalma, 1989, T., III, pp. 225).
138. En otros ordenamientos, como el italiano o el alemán, se regula esta forma de intervención provocada
de terceros. En el caso del derecho italiano, en general, la intervención coactiva se da cuando existe
“comunidad de causa”, en la que la parte del proceso se dirige al tercero, titular de la relación jurídica
conexa, produciendo la llamada en causa unos efectos concretos: el tercero adquiere la condición de parte
procesal, con todos los poderes de tal condición, y así quedará vinculado a los efectos de cosa juzgada de
la sentencia que resuelva la pretensión que la parte ejercita frente al tercero con la propia llamada.
En el derecho alemán, en cambio, la intervención provocada de terceros el llamamiento que la parte del
proceso pendiente dirige al tercero, titular de una relación jurídica conexa por prejudicialidad/dependencia
(o también, por conexión alternativa) con el objeto del proceso, no se presenta como el ejercicio de
pretensión alguna, sino como simple provocación a intervenir, por cuanto la denuncia de la existencia del
proceso al tercero, suponiendo la mera notificación de existencia, no produce la extensión de los efectos
de cosa juzgada frente a él, sino que lo vincula con unos efectos propios y característicos a este tipo de
intervención, gravando así al tercero con la carga de su comparecencia en el proceso notificado. (Sobre
este tema, con amplia referencia a la doctrina italiana y alemana, cfr. LÓPEZ-FRAGOSO, Tomás, La
intervención de terceros a instancia de parte en el proceso civil español , ob. cit., 1990).
139. Vid. Supra Cap. II nº 5.2.2., 2º y 5.4.
140. Con mayor profundidad, cfr. ARMENTA DEU, Teresa, La acumulación de autos..., ob. cit. pp. 147-175.
141. STS de 21 noviembre 1991 (Civil), RJA nº 8475, F.J. 2º; en igual orientación, «...no se produce tal
fenómeno procesal pluripersonal respecto de aquellos a los que por vía indirecta o simplemente refleja
pudiera atañerles, ya que la resolución judicial recayente en el proceso no produciría respecto de ellos los
efectos de cosa juzgada material ] sentencias de 23 marzo, 29 abril y 23 noviembre 1992 (RJ 1992, 2222,
4468 y 9364]». (STS de 17 de febrero 1994, RJA nº 1623).
142. STS de 21 de noviembre 1899, publicada el 10 de enero 1900, Jurisprudencia Civil nº 78. (A mayor
abundamiento, agrega luego la misma sentencia otro dato que sirve para justificar el litisconsorcio sucesivo,
cuando dice: «...la obligación mancomunada ó solidaria no puede entenderse tan estrictamente que excluya
un caso como el actual, en que la razón fundamental de la acción ejercitada alcanza á todos aquéllos
constituyendo, según lo antes expuesto, una verdadera solidaridad de intereses en la defensa de los
derechos que sobre la finca á que se refiere la demanda ostentan, lo mismo los actuales poseedores que
aquella de quien la hubieron»).
143. Sobre la protección del tercero de buen fe, en relación a las acciones de restitución, en general, cfr.
DÍEZ-PICAZO, Luis, Fundamentos del derecho civil patrimonial, ob. cit., T. III, pp. 449-480.
144. Cfr. STS de 11 de junio 1991, RJA nº 4444.
Por otro lado, en la sentencia de fecha 12 de junio de 1985, se registra otro caso de litisconsorcio sucesivo.
En concreto, el Banco E. de C. demanda en juicio declarativo a varias personas, solicitando la nulidad y
revocación de determinadas transmisiones patrimoniales y otros extremos. Aunque el Juzgado estimó
arbitraria la acumulación de acciones, la S.A.P. de Valencia revocó dicha sentencia de primera instancia
acogiendo parcialmente la demanda. Impugnadas dicha resolución, en casación, denunciando
concretamente como vicio la indebida acumulación de acciones, por no reunirse -se decía- los requisitos
del artículo 156 de la L.E.C, el Tribunal Supremo desechó el recurso, aduciendo, entre otras razones, la
siguiente que es de nuestro interés: «...no puede desconocerse que la conexión causal mencionada en el
La acumulación inicial condicional de acciones
Alejandro Romero Seguel
artículo 156 de la Ley de Enjuiciamiento Civil ha de ser reconducida a los fundamentos de hecho aducidos
por la parte en cuanto definen el acaecimiento básico de la pretensión -sentencia de veintisiete de
diciembre de mil novecientos cuarenta y siete (R. 1948, 9)-, que por razones de economía procesal y de
conveniente examen en un solo litigio justifican el tratamiento unitario y la resolución conjunta, evitando
decisiones discrepantes, razón por la cual ya la sentencia de cinco de marzo de mil novecientos cincuenta
y seis (R. 1142) propugnó una aplicación flexible de los elementos de tal figura, entendiendo que es
admisible la acumulación de acciones a pesar de que el supuesto no se halle literalmente comprendido en
la dicción de la norma si tampoco le alcanzan las prohibiciones de los artículos ciento cincuenta y cuatro y
ciento cincuenta y siete, y no puede ponerse en duda la conveniencia de someter a examen en el mismo
proceso la serie de contratos celebrados por los deudores citados y por los subadquirentes, cuando el
fundamento primordial (simulación o rescindibilidad por fraude) abarca a todos ellos y el fin perseguido por
el tortuoso proceder, burlar la satisfacción del derecho del acreedor, los colorea igualmente». ( STS de 12
de junio 1985 (Civil), RJA nº 3109).
145. STS de 7 de diciembre 1987 (Civil), RJA nº 9280.
146. Cfr. PRIETO-CASTRO, Leonardo,Tratado de Derecho Procesal Civil, ob. cit., I, p. 471.
147. En esta orientación, entre otros, ORTELLS RAMOS, Manuel (con MONTERO AROCA, Juan,
GÓMEZ COLOMER, Juan-Luis), Derecho Jurisdiccional, ob. cit., T. II, 1º, p. 109; TAPIA FERNÁNDEZ, Isabel
(con CAVANILLAS), La concurrencia de responsabilidad..., ob. cit., 182.
148. ROSENBERG, Leo, Tratado de Derecho Procesal Civil,ob. cit., T., II, p. 92. En igual sentido, TARZIA,
Giuseppe, «Appunti sulle domande alternative», art. cit., p. 262.
149. Como lo explica ALBALADEJO, una de las características de nuestro régimen legal en materia de
incumplimiento de obligaciones es el siguiente: «que si no es posible ni obtener del deudor (porque no
puede ya, o no quiere realizarla) la prestación ni que sea verificada sustituyendo su actuación o
ejecutándola a su cargo, se indemnicen al acreedor los daños y perjuicios que ello le ocasione; y que se le
indemnicen también los que, a pesar de haber obtenido la prestación, se le hayan producido por haber sido
el incumplimiento inexacto o moroso (L.E.C., art 924, 1.º, in fine, 925, 926, último; C.c., art. 1.101;...). Esta
solución -continúa este autor- de establecer en primer término la necesidad de que, en cuanto sea posible,
venga satisfecho el acreedor precisamente con la prestación debida (lo que se denomina ejecución “in
natura” ) es la más justa y acorde con el concepto de obligación, ya que con la misma se persigue obtener
la prestación precisamente, y no una indemnización. Quedando ésta sólo como último recurso para
cuando aquélla no pueda obtenerse, o en tanto en cuanto no pueda serlo exactamente». (ALBALADEJO,
Manuel, Derecho Civil (derecho de obligaciones), Barcelona: J.M. Bosch, I,1994, pp. 187, con una síntesis de la
tendencia jurisprudencial que defiende este criterio). Otros antecedentes de este mismo tema, cfr,
CASTÁN TOBEÑAS, José, Derecho Civil Español, Común y Foral , Madrid: Reus, 1992, T., III, pp. 266 ss.;
DIEZ-PICAZO, Luis, (con GULLÓN, Antonio), Sistema de Derecho Civil, Madrid: Tecnos, 1995, vol., II, pp.
225-230. Entre otras, admite expresamente esta modalidad últimamente la STS de 18 de mayo 1994, RJA
nº 4091.
150. Mayores antecedentes sobre esta modalidad de ejecución, cfr. TAPIA FERNÁNDEZ, Isabel, Las
condenas no pecuniarias (Ejecución de sentencias de dar, hacer o no hacer), Palma de Mallorca: Universidad de
Palma de Mallorca, 1984, principalmente pp. 115 ss.
151. El ejemplo más patente de lo que es una equivoca referencia a la acumulación que nos ocupa se
contiene en el artículo 489 nº 15 de la L.E.C., norma cuya génesis se encuentra en la Ley 34/1984, Sobre
Reformas Urgentes a la Ley de Enjuiciamiento Civil, que prescribe lo siguiente: «Si se ejercitan dos o más
acciones de manera alternativa o con carácter subsidiario, de suerte que la estimación de una excluya la de
otra, se atenderá sólo al importe de la que alcance mayor valor».
152. Alguna jurisprudencia confunde la acumulación eventual con la alternativa, bien cuando se refiere a ella
calificándola derechamente de eventual, o bien, utilizando como sinónimo de acumulación alternativa el
término subsidiariedad, calificativo este último que en propiedad apunta a una acumulación de tipo
eventual.
153. En un ámbito más delimitado, el tema de la admisibilidad de la acumulación alternativa de acciones no
sólo se presenta en el régimen general de la acumulación de acciones, sino que también a propósito de la
posibilidad de acumular alternativamente en un mismo proceso los interdictos de retener y recobrar,
cuestión esta última, que por su complejidad y autonomía nos limitamos sólo a enunciar. Mayores
antecedentes, con una síntesis de la evolución jurisprudencial, entre otros, cfr. GUASP, Jaime «Dictamen
sobre la admisibilidad procesal de la demanda alternativa de interdicto de retener o recobrar», art. cit., pp.
La acumulación inicial condicional de acciones
Alejandro Romero Seguel
14011420; y últimamente, CORDÓN MORENO, Faustino, «Algunas cuestiones sobre el interdicto de
retener y recobrar la posesión», en Revista General de Derecho, 1993, nº 591, pp. 11649 ss., especialmente
11660-11661.
154 Vid. supra nº 2.2.
155 En este sentido, por todos, cfr. PRIETO-CASTRO, Leonardo, Tratado de Derecho Procesal Civil, ob. cit.,
I, p. 471; ORTELLS RAMOS, Manuel (con MONTERO AROCA, Juan, GÓMEZ COLOMER, Juan-Luis),
Derecho Jurisdiccional, ob. cit., T. II, 1º, p. 109; FERNÁNDEZ LÓPEZ, Miguel Ángel, (con DE LA OLIVA,
Andrés), Derecho Procesal Civil, II, ob. cit., p. 99.
156. A mayor abundamiento, avala la afirmación del texto la siguiente doctrina jurisprudencial: «como lo ha
precisado el Tribunal Supremo en sentencia de 24 de mayo 1882, se cumplen los requisitos del artículo 524
de la Ley de Enjuiciamiento Civil si en la demanda se indica lo que se pide en la forma y con las
características necesarias a fin de que el demandado pueda hacerse cargo de lo que se pide». (TSJ Cataluña
de 1 de marzo 1994, RJA nº 6990 (Civil-Foral).
157. Cfr. TAPIA FERNÁNDEZ, Isabel (con CAVANILLAS), La Concurrencia de responsabilidad..., ob. cit., p.
183, not 36.
158. Se debe recordar que existen ciertas hipótesis en las cuales nuestra jurisprudencia autoriza la
ejecución de sentencias en las cuales se han concedido la tutela de derechos que son contradictorios,
situación que -como se explicaba- viene determinada por ciertas realidades de derecho sustantivo, como
es el carácter subsidiario de la indemnización pecuniaria respecto del cumplimiento “in especie”; pero
como no se ejecutan ambas tutelas jurisdiccionales al mismo tiempo, sino escalonadamente -si se cumple la
condición negativa que es la imposibilidad de cumplir la tutela principal-, no existe tal incompatibilidad
material. (Supra nº 5.1).
159. En efecto, una muestra de esta tendencia se contiene en la lejana STS de 3 de noviembre 1898: «Que
en caso de ejercitarse dos acciones en sentido alternativo, basta que se estime una de ellas para que exista
la más perfecta congruencia entre la demanda y el fallo, aunque no se haga pronunciamiento expreso
respecto á la acción desestimada, y es evidente que en tales condiciones queda resuelta por entero la
cuestión litigiosa». En igual línea, la STS de 25 de septiembre 1971, RJA nº 3669, cuando proclama: «que se
denuncia en el motivo quinto del recurso la vulneración del artículo 359 de la Ley Rituaria Civil en cuanto
se aduce que la sentencia recurrida no respeta los términos de la súplica de la demanda, que, según el
propio recurrente, implica una alternativa que se suprime en el fallo, sin tener en cuenta que cuando, como
en este caso, la demanda es alternativa en sus peticiones suplicadas, la sentencia dictada y ahora recurrida
que accede a uno de los extremos de ella, es total y absolutamente congruente, puesto que la razón de dar
en este caso no es distinta de la de pedir, confirmándose totalmente la resolución pronunciada con la
sentencia de lo solicitado por la parte y la probanza de los hechos que sirven de base a aquella petición, por
lo que en contra del criterio del recurrente, ya ha establecido la doctrina de esta Sala que en estos casos,
nos es preciso pronunciamiento expreso, si se accede a uno de los extremos respecto del otro, por lo cual
desestimamos el recurso ».
Con anterioridad, la STS de 4 de junio de 1919 (Jurisprudencia Civil nº 79), establecía : «que conforme a
reiterada jurisprudencia del Tribunal Supremo, la incongruencia ha de estimarse en relación con los
términos de la demanda y de la contestación; y la sentencia que absuelve de la demanda o condena, según
lo demandado, resuelve todas las cuestiones litigiosas que fueron objeto de debate, y aun en el caso de
petición alternativa, el fallo que accede a uno de los extremos es congruente».
En igual orientación, entre otras, cfr. SSTS: de 21 de febrero 1887, Jurisprudencia Civil nº 62; de 19 de mayo
1914, Jurisprudencia Civil nº 73; TSJ-Cataluña (civil-foral), de 3 de enero 1994, RJA nº 9035.
160. En esta línea, sin ánimo exhaustivo, cfr. ROSENBERG, Leo, Tratado de Derecho Procesal Civil, ob. cit., T.,
II, pp. 92-93; SCHÖNKE, Adolfo, Derecho Procesal Civil, ob. cit. p. 176; TAPIA FERNÁNDEZ, Isabel, (con
CAVANILLAS),La concurrencia de responsabilidad..., ob. cit., 183; SERRA DOMÍNGUEZ, Manuel,
«Incongruencia civil y penal», en Estudios..., ob. cit., p. 416, ORTELLS RAMOS, Manuel (con MONTERO
AROCA, Juan, GÓMEZ COLOMER, Juan-Luis), Derecho Jurisdiccional, ob. cit., T. II, 1º, p. 109; GIMENO
SENDRA, Vicente (Con CORTÉS DOMÍNGUEZ, Valentín, MORENO CATENA, Víctor), Derecho Procesal:
proceso civil, ob. cit., p. 108.
161. Sin embargo, en contra de esta interpretación de la exigencia de la determinación del petitum se alza
GUASP, sosteniendo lo siguiente: «... frente a la aplicación del art. 524 de la Ley de Enjuiciamiento civil y,
por consiguiente, frente a la invocación de la excepción de defecto legal en el modo de proponer la
demanda, cabe oponer que en realidad en una demanda alternativa no hay impresición alguna (o no tiene
La acumulación inicial condicional de acciones
Alejandro Romero Seguel
porque haberla) en la determinación del petitum. Las diversas reclamaciones que integran una demanda
alternativa pueden aparecer en la práctica con una precisión absoluta y su relación disyuntiva no añade
equívoco a dicha claridad inicial, pues lo que exige la precisión del petitum es que la actuación reclamada no
pueda ser confundida con ninguna otra y en el caso de demanda alternativa, construida correctamente, tal
confusión no es posible: el actor pide precisamente a o precisamente b y la unión alternativa de a y b no arroja
equívoco sobre una u otra o sobre la relación en que recíprocamente se hallan. De entender que toda
relación alternativa supone una indeterminación o impresición de los objetos alternados, habría que llegar a
la misma consecuencia en todas las situaciones jurídicas en que se produjera tal fenómeno; en particular
había que considerar a las obligaciones alternativas como obligaciones indeterminadas o imprecisas, con
todas las graves consecuencias teóricas y prácticas que ello llevaría consigo». (GUASP, Jaime «Dictamen
sobre la admisibilidad procesal de la demanda alternativa de interdicto de retener o recobrar», art. cit., p.
1409).
162. S.A.P. de Toledo, de 3 de noviembre 1993, ACA nº 2323 FJ. 2º.
163. CALAMANDREI, Piero, Instituciones de Derecho Procesal Civil..., ob. cit., I, p. 397.
164. Vid. supra nº 3.6.2., tercero.
165. No obstante lo anterior, nuevamente no desconocemos que si al principio dispositivo se le da otra
connotación, como pretenden los partidarios de la “socialización del derecho”, la conclusión podría ser
distinta de la que aquí se defiende. En efecto, si se pone un mayor énfasis en la función pública del proceso,
tal vez se podría aceptar la posibilidad que el Juez ejerza un poder verdaderamente dispositivo, que le
permita incluso elegir libremente la concesión de la tutela jurisdiccional dentro de las varias solicitadas
alternativamente por un actor.
166. En este último evento, por ejemplo, se le pediría la restitución de la propiedad bien por la titularidad
dominical que detenta el actor o bien y alternativamente, por razón del contrato que le faculta para
recuperarla. Bajo este prisma también podría admitirse que se acumulen alternativamente acciones con
causas de pedir diversas, pero tendentes a obtener un mismo resultado: el caso típico sería admitir la
posibilidad de solicitar la indemnización de un daño fundamentando el actor sus acciones contra un mismo
demandado responsabilidad contractual, o en la responsabilidad aquiliana.
167. TAPIA FERNÁNDEZ, Isabel, (con CAVANILLAS), La Concurrencia de responsabilidad contractual y
extracontractual, ob. cit., p. 194.
168. En nuestra doctrina SERRA DOMÍNGUEZ afirma como razón para rechazar la admisibilidad del
litisconsorcio alternativo el argumento de texto extraído del artículo 524 de la L.E.C., relativo a la
indeterminación del petitum de la demanda. (Cfr. «Concepto y regulación...», art. cit., p. 581). Un
tratamiento más exhaustivo del litisconsorcio alternativo, entre otros, cfr. TARZIA, Giuseppe, «Appunti
sulle domande alternative», art. cit., pp. 292-299.
Asimismo, aunque se estime que esta figura litisconsorcial alternativa procede en la hipótesis en que la
responsabilidad civil corresponde a un sujeto indeterminado, en la cual, para su concresión, es necesario
demandar a varios con el propósito de que la sentencia definitiva precise cuál de todos ellos es el
responsable, se presenta la dificultad de que puedan aparecer varios de ellos como responsables, pero el
juez sólo puede condenar a uno de ellos, motivo por el cual entendemos pierde utilidad real demandar en
esta forma alternativa; no sabemos cuál podría ser la razón que tendría el Juez para elegir a un deudor de
entre los varios que se podrían encontrar en una misma situación de responder.
169. En efecto, para ROSENBERG, procede la acumulación que nos ocupa en las demandas por
obligaciones alternativas, tanto cuando corresponda al deudor la facultad de sustitución como cuando el
actor autorice al demandado para liberarse realizando la prestación debida. (Cfr. ROSENBERG, Leo,
Tratado de Derecho Procesal Civil, ob. cit., T., II, p. 92). Sin ánimo exhaustivo, en nuestra doctrina cfr.
GIMENO SENDRA, Vicente, (con...), Derecho Procesal Civil, ob. cit., p. 108.
170. Así lo defienden, entre otros: ORTELLS RAMOS, Manuel (con MONTERO AROCA, Juan, GÓMEZ
COLOMER, Juan-Luis), Derecho Jurisdiccional, ob. cit., T. II, 1º, p. 109; FERNÁNDEZ LÓPEZ, Miguel Ángel
(con DE LA OLIVA), Derecho Procesal Civil, II, ob. cit., p. 99.
171. DÍEZ-PICAZO, Luis, Fundamentos del Derecho Civil Patrimonial, ob. cit., T., II, p. 307.
172. RAMS ALBESA, Joaquín, Las Obligaciones Alternativas , Madrid: Montecorvo, 1982, p. 260. Esta elección
es «la declaración unilateral expresa o tácita, emitida por quien está facultado para ello desde el inicio
mismo de la obligación, por la que se determina efectivamente el objeto de pago satisfactorio,
precisamente de entre los diferentes contenidos previstos en la prestación objeto de la obligación».
La acumulación inicial condicional de acciones
Alejandro Romero Seguel
173. Incluso en el plano histórico, en el ámbito procesal se estimaba como un típico caso de plus petición
cuando el actor en las obligaciones alternativas elegía una de ellas no teniendo el derecho de elección. (En
este sentido, cfr. DE VICENTE y CARAVANTES, José, Tratado Histórico..., ob. cit., II, p. 12).
174. Una exposición con las distintas soluciones que los autores proponen para este problema, con
referencias al derecho comparado, cfr. RAMS ALBESA, Joaquín, Las Obligaciones Alternativas, ob. cit., pp. 260
ss.
175. En nuestra doctrina, ORTELLS RAMOS expresamente niega la existencia de una acumulación
alternativa en aquellos casos en las que el derecho de elección corresponde al demandado (por ejemplo.
art. 1.132, I, y 1077 CC), por cuanto, en estos casos, «la sentencia estimatoria seguirá siendo alternativa y
será sólo en la etapa de su cumplimiento o ejecución deberá quedar satisfecha una de las pretensiones».
ORTELLS RAMOS, Manuel (con MONTERO AROCA, Juan, GÓMEZ COLOMER, Juan-Luis), Derecho
Jurisdiccional, ob. cit., T. II, 1º, p. 109; en igual sentido, TARZIA, Giuseppe, «Appunti sulle domande
alternative», en Rivista di Diritto Processuale, 1964, vol., XIX, pp. 261-262.