Que No Te La Cuenten 3 - La Falsificación de La Realidad - Javier Olivera Ravasi - 316 Págs
Que No Te La Cuenten 3 - La Falsificación de La Realidad - Javier Olivera Ravasi - 316 Págs
Que No Te La Cuenten 3 - La Falsificación de La Realidad - Javier Olivera Ravasi - 316 Págs
Que no te la cuenten
III
La falsificación de la realidad
Javier Olivera Ravasi
Que no te la cuenten
III
La falsificación de la realidad
Ediciones Katejon
Derechos reservados ©
Javier Olivera Ravasi: [email protected]
www.quenotelacuenten.org
Introducción
I
Los griegos no eran sodomitas
II
Cuando la homosexualidad era pecado: El “Liber Gomorrhianus” de San Pedro
Damián
III
Esclavitud e Iglesia: ¿Cambió la doctrina o no?
IV
Fray Fray Bartolomé de las Casas y sus contemporáneos
V
España al confesionario. La Controversia de Valladolid
VI
Los justos títulos de España en América
VII
La Devotio moderna: características y síntomas de un católico “tradicional”
VIII
Devotio moderna, monacato y misión en América Hispana
IX
La Contra-revolución cristera: un pueblo en defensa de la Fe
X
Pornocracia: los orígenes históricos de la dominación sexual
XI
Canonización e infalibilidad: el caso de Santa Filomena
Capítulo I
Los griegos no eran sodomitas:
montajes homosexuales en clave de género
“Los modernos han perdido mucho tiempo (…) queriendo presentar a la antigua
Hélade como un paraíso para los invertidos, lo cual es excesivo: el mismo
vocabulario de la lengua griega y la legislación de la mayor parte de las ciudades
atestiatestiguan que la homo-sexualidad no dejó de ser considerada como un hecho
«anormal»” (Henry-Irenee Marrou)[1].
b. Zeus y Ganímedes
c. Apolo y Jacinto
e. El “banquete” de Platón
El “Banquete” es un diálogo filosófico donde diversos participantes
rinden tributo a Eros, el dios del amor aportando la visión que cada
uno tiene acerca del amor, de allí que permita conocer, de primera
mano, lo que un griego del siglo IV a.C. entendía por entonces sobre
el tema. Vale la pena señalar que varios “eruditos” y “especialistas”
han intentado ver en esta obra culmen de Platón un ejemplo de “la
civilización griega homosexual”.
Como muchos de los diálogos platónicos el debate se abre a
partir de diversos puntos de vista que los participantes tienen sobre
un tema con el objetivo de contrastar las opiniones y sacar, a partir
de la mayéutica socrática, la verdad que cada uno ya intuye en su
alma. Resulta imperioso, por lo tanto, analizar quién dice cada cosa
para saber si se trata de un pensamiento claramente platónico o si
simplemente estamos frente a un interlocutor imaginario que el
discípulo de Sócrates utilizara en su provecho.
Siguiendo esta premisa, pueden leerse con claridad en el
Banquete, durante el discurso de Pausanias, “las normas sobre la
pederastia en Atenas” que resultan ser “una de las fuentes más
importantes para el conocimiento de la actitud griega frente a la
homosexualidad”. Allí, el mismo Pausanias, defensor indirecto de la
pederastia, debe admitir:
“Sería preciso, incluso, que hubiera una ley que prohibiera
enamorarse de los mancebos, para que no se gaste mucha
energía en algo incierto, ya que el fin de éstos no se sabe cuál
será, tanto en lo que se refiere a maldad como a virtud, ya sea
del alma o del cuerpo. Los hombres buenos, en verdad, se
imponen a sí mismos esta ley voluntariamente, pero sería
necesario también obligar a algo semejante a esos amantes
vulgares, de la misma manera que les obligamos, en la medida
de nuestras posibilidades, a no enamorarse de las mujeres
libres”[25].
También en dicho diálogo entra en escena Aristófanes, un
personaje que no debería caer bien al mundo platónico (en el
diálogo “Las Nubes” se burla abiertamente de Sócrates y aquí, en el
“Banquete”, muestra una conducta excéntrica que acaso fue
introducida por Platón como señal para dar a entender al lector que
el punto de vista expresado por él no merecía reverencia).
Aristófanes desarrolla un extravagante discurso sobre “el
andrógino”, un ser esférico con ocho patas y dos caras, que se
desplazaba rodando por el suelo, que reunía las condiciones
sexuales tanto de varón como hembra. Según el disparatado
razonamiento del cómico griego, estos seres desafiaron a los dioses
y Zeus los hizo partir por la mitad, de modo que, haciendo
inverosímiles cabriolas argumentativas e inventándose toda una
mitología para justificar que dos hombres gocen uniéndose
sexualmente entre sí, dice:
“En consecuencia [de la partición del ‘andrógino’ originario],
cuantos hombres son sección de aquel ser de sexo común que
entonces se llamaba andrógino son aficionados a las mujeres, y
pertenece también a este género la mayoría de los adúlteros; y
proceden también de él cuantas mujeres, a su vez, son
aficionadas a los hombres y adúlteras. Pero cuantas mujeres
son sección de mujer, no prestan mucha atención a los
hombres, sino que están más inclinadas a las mujeres, y de
este género proceden también las lesbianas. Cuantos, por el
contrario, son sección de varón, persiguen a los varones y,
mientras son jóvenes, al ser rodajas de varón, aman a los
hombres y se alegran al acostarse y abrazarse; éstos son los
mejores de entre los jóvenes y adolescentes, ya que son los
más viriles por naturaleza. Algunos dicen que son unos
desvergonzados, pero se equivocan. Pues no hacen esto por
desvergüenza, sino por audacia, hombría y masculinidad,
abrazando lo que es similar a ellos”[26].
Por la excentricidad de su propio relato, no es de extrañar que
Aristófanes ruegue en un momento “que no me interrumpa
Erixímaco para burlarse de mi discurso”[27] y que, poco después,
finalice su intervención pidiendo clemencia:
“Éste, Erixímaco, es mi discurso sobre Eros, distinto, por
cierto, al tuyo. No lo ridiculices, como te pedí, para que oigamos
también qué va a decir cada uno de los restantes o, más bien,
cada uno de los otros dos, pues quedan Agatón y Sócrates”[28].
A pesar de que Aristófanes sólo representa un punto de vista de
tantos que había allí y que, probablemente Platón lo hubiese
incluido para burlarse del burlador de su maestro, varios autores
pro-teoría homosexual citan sus palabras ¡como si representasen el
punto de vista del mismísimo Platón!
Pero hay más: del homenaje de Agatón a Eros podría distinguirse
una cita, en la que se plantea que “respecto a la procreación de
todos los seres vivos, ¿quién negará que es por habilidad de Eros
por la que nacen y crecen todos los seres?”[29], en la que, dejando
caer que Eros es responsable de la procreación, deja también claro
que el dios pertenece al ámbito del sexo heterosexual, único capaz
de engendrar nueva vida.
Sin embargo, la joya del “Banquete” platónico es, sin lugar a
dudas, y como siempre, la intervención de Sócrates. Citando el
discurso que había escuchado años atrás de una mujer que él
mismo considera como “sabia”, dice:
“Os contaré el discurso sobre Eros que oí un día de labios de
una mujer de Mantinea, Diotima, que era sabia en éstas y otras
muchas cosas”[30].
Las palabras de Diotima, además de sublimes, resultan por
completo aplastantes frente el debate hetero vs. homo, por contener
una verdadera apología del amor heterosexual como acto
procreativo.
“– ¿De qué manera (dijo Diotima) y –en qué actividad se
podría llamar amor al ardor y esfuerzo de los que lo persiguen?
¿Cuál es justamente esta acción especial? ¿Puedes decirla?
–Si pudiera –dije yo–, no estaría admirándote, Diotima, por tu
sabiduría, ni hubiera venido una y otra vez a ti para aprender
precisamente estas cosas.
–Pues yo te lo diré –dijo ella–. Esta acción especial es,
efectivamente, una procreación en la belleza, tanto según el
cuerpo como según el alma.
–Lo que realmente quieres decir –dije yo– necesita
adivinación, pues no lo entiendo.
–Pues te lo diré más claramente –dijo ella–. Impulso creador,
Sócrates, tienen, en efecto, todos los hombres, no sólo según el
cuerpo, sino también según el alma, y cuando se encuentran en
cierta edad, nuestra naturaleza desea procrear. Pero no puede
procrear en lo feo, sino sólo en lo bello. La unión de hombre y
mujer es, efectivamente, procreación, y es una obra divina,
pues la fecundidad y la reproducción es lo que de inmortal
existe en el ser vivo, que es mortal”[31].
Sócrates ha elogiado la sabiduría de la señora, mientras que ella
ha hecho un canto al amor heterosexual como “obra divina”. La
procreación es sólo obra del amor heterosexual, analogando a los
hombres con los dioses creadores. Sócrates reconoce que, luego de
oír las palabras de la “sapientísima Diotima” quedó “lleno de
admiración” (208b) y, dirigiéndose de nuevo a sus discípulos les
dijo:
“Esto, Fedro, y demás amigos, dijo Diotima, y yo quedé
convencido”[32].
Por tanto, tenemos por un lado a Pausanias quien explica la
costumbre vigente, por otro a Aristófanes, un personaje burlón que
hace una enrevesada defensa de la homosexualidad… y, por último
a Diotima, una mujer que el mismísimo Sócrates llama
“sapientísima” que hace un genial tributo a Eros ensalzando la unión
de hombre y mujer como acto generador de nueva vida.
Pero hay más; en el mismo Banquete, al salir Diotima ingresa en
escena el famoso Alcibíades, quien, extasiado con la personalidad
de Sócrates, se le ofrece en unión carnal para ser rechazado:
“–Después de oír y decir esto y tras haber disparado, por así
decir, mis dardos, yo pensé, en efecto, que lo había herido. Me
levanté, pues, sin dejarle decir ya nada, lo envolví con mi manto
– pues era invierno–, me eché debajo del antiguo capote de ese
viejo hombre, aquí presente, y ciñendo con mis brazos a este
ser verdaderamente divino y maravilloso estuve así tendido
toda la noche. En esto tampoco, Sócrates, dirás que miento.
Pero, a pesar de hacer yo todo eso, él salió completamente
victorioso, me despreció, se burló de mi belleza y me afrentó; y
eso que en este tema, al menos, creía yo que era algo, ¡oh
jueces! – pues jueces sois de la arrogancia de Sócrates. Así,
pues, sabed bien, por los dioses y por las diosas, que me
levanté después de haber dormido con Sócrates no de otra
manera que si me hubiera acostado con mi padre o mi hermano
mayor”[33].
A estas alturas entonces. ¿A quién le caben dudas sobre el
pensamiento de Platón y de Sócrates sobre la homosexualidad?
Pues no; tampoco ellos eran sodomitas o pro-sodomitas.
g. Sobre el “lesbianismo”
***
Que no te la cuenten…
Capítulo II
Cuando la homosexualidad era pecado:
El “Liber gomorrhianus” de San Pedro Damián
Es habitual pensar que “todo tiempo pasado fue mejor”, pero para
que no se crea que ahora, en tiempos del viagra descubrimos la
pólvora, ya existía por entonces un lobby gay medieval que se las
arreglaba para aplicar penas canónicas en dosis homeopáticas; a
los del gremio, claro:
“Dicen, entre otras cosas: el sacerdote que no tenga votos
monacales, si peca con una joven o con una prostituta, ayune a
base de pan duro durante dos años y tres cuaresmas los lunes,
jueves, viernes, y todos los sábados. Si peca habitualmente con
una monja o con un hombre, prolónguese el ayuno a cinco
años. Del mismo modo los diáconos, si no son monjes, dos
años, al igual que los monjes que no sean sacerdotes. Poco
después se dice, el clérigo que fornica con una joven, si no es
monje, haga medio año de penitencia; lo mismo si se trata de
un canónigo. Si el pecado es frecuente, dos años. Si el pecado
es de sodomía, algunos imponen diez años de penitencia;
aunque quien lo comete con frecuencia debe recibir un castigo
mayor. Si está ordenado, debe ser reducido al estado laical. El
hombre que peca entre las piernas de otro hombre debe hacer
un año de penitencia. Si reincide en el pecado, dos años. Si
fornica abrazando a otro por la espalda, tres años. Si es un
joven, dos años”[60].
De allí que San Pedro Damián concluya con parresía: “antes que
introducir semejantes burlas en las leyes, mejor hubiera sido
escupirlas”[61]. En efecto parecía chiste el modo de acomodar las
penas para que algunos se irguiesen en dos patas.
¿Cuáles eran las disposiciones criticadas por el santo?
“«Quien fornique con una res o con un jumento, haga
penitencia diez años. Igualmente, el obispo que fornique con un
animal haga diez años de penitencia y sea apartado del cargo.
Si es un sacerdote, cinco; un diácono, tres; un clérigo, dos»
(…). ¿Cómo se compadece esto con lo que sigue: que por el
pecado de animalismo se imponga una penitencia de cinco
años al presbítero, tres al diácono, y dos al clérigo? O sea, que
a cualquiera que cometa el pecado se le imponen diez años;
pero, si es sacerdote, se le rebaja la pena a la mitad, y se le
imponen cinco”[62].
Evidentemente, la perversión era grande. Pero… ¿de dónde venía
esta legislación?
“Estos cánones de los que venimos hablando nos consta que
no han sido promulgados en los santos concilios, y hemos
comprobado que no tienen nada que ver con los decretos de los
papas. Por lo tanto, puesto que ni proceden de los decretos de
los papas, ni parece que hayan sido dictados en los santos
concilios, no deben, de ningún modo, figurar entre las leyes
eclesiásticas”[63].
Las verdaderas penas eran durísimas:
“Quienes cometan ese pecado antes de cumplir los veinte
años, tras hacer quince años de penitencia serán absueltos. Y
sólo cuando hayan transcurrido cinco años desde la absolución
podrán acercarse a comulgar (…). Los casados mayores de
veinte años que hayan cometido este pecado serán absueltos
tras veinticinco años de penitencia, y sólo cinco años después
de cumplida serán readmitidos a la comunión. Y si un casado
de más de cincuenta años peca de esta forma, sólo al final de
su vida se le impartirá la absolución (…). Si, por tanto, a un
seglar que haya cometido ese pecado se le absuelve después
de veinticinco años de penitencia, y aún no se le admite a la
comunión, ¿qué no será necesario para que un sacerdote no
sólo la reciba, sino que ofrezca y consagre tan sagrado
misterio? Si a aquél a duras penas se le permite entrar en la
iglesia entre la multitud del pueblo, ¿qué no se le exigirá a éste
para que, en el altar de Dios, pueda interceder por ellos?”[64].
5. El lamento de un santo
***
Que no te la cuenten…
Capítulo III
Esclavitud e Iglesia:
¿cambió la doctrina o no?
El clásico texto respecto al tema que nos ocupa resulta más que
claro para ver la postura evangélica respecto de la esclavitud; allí,
decía el Apóstol que, “en Cristo… ya no hay judío ni griego, ni libre
ni esclavo, ni hombre ni mujer, ya que todos vosotros sois uno en
Cristo Jesús” (Gál 3, 27–28).
Pero no es el único. En la Carta a Filemón, de nuevo San Pablo
explica cómo debe ser tratado el esclavo neo–converso, Onésimo,
por su antiguo amo:
“Aunque tendría plena libertad en Cristo para ordenarte lo
que es justo, prefiero apelar a tu caridad… te suplico por mi hijo
a quien entre cadenas engendré, por Onésimo (…) que te
remito (…). Tal vez se te apartó por un momento, para que
siempre le tuvieras, no ya como siervo sino como hermano
amado, muy amado para mí, pero mucho más para ti, según la
ley humana y según el Señor (…) acógele como a mí mismo. Si
en algo te ofendió o algo te debe, ponlo en mi cuenta, yo Pablo,
te lo pagaré” (Flm 1, 10–19).
Gran parte de la ciudad antigua, como la llamó el gran Fustel de
Coulanges, se apoyaba y giraba alrededor de la institución de la
esclavitud, por lo que, al surgir la Iglesia, la misma se encontró con
un problema de hecho. Poco a poco, sin embargo, la Esposa de
Cristo comenzará a exhortar, por un lado a los amos a que tratasen
humanamente a sus esclavos y, por otra, a los esclavos para que,
por medio del vínculo de la obediencia, obedecieran en todo lo que
fuera justo a sus amos (cfr. Ef 6, 5–9) pues “todos son libres en
Cristo, iguales ante el Padre Celestial y hermanos en Jesucristo” (1
Cor, 7, 21–23).
San Pablo trasladará principalmente a la esclavitud desde el
ámbito jurídico –donde se hallaba– al de la caridad. Erosionará sus
fundamentos, como señala el destacado teólogo protestante Emil
Brunner, “la institución de la esclavitud se disuelve desde dentro
hacia afuera, y se sustituye por el orden de la comunidad de amor,
sin la interferencia del orden mundanal… los cristianos tenían algo
mucho más importante que hacer en lugar de protestar contra algo
que no podían modificar, y que una lucha abierta contra esa
injusticia en aquella situación, no habría conseguido suprimirla,
antes bien, por el contrario, habría provocado un aumento de dicha
injusticia”[78].
Pero no solamente en el Nuevo Testamento puede verse la
doctrina de la Iglesia respecto de esta práctica, sino también en
aquellos primeros doctores y obispos, denominados Padres de la
Iglesia que rigieron, con su ejemplo y sus escritos, los siglos
iniciales de la Esposa de Cristo.
La Iglesia, desde entonces, desplegará contra la esclavitud, un
ataque tan vasto y tan variado como eficaz que, con el tiempo y sin
un golpe violento, terminará derritiendo las duras cadenas cual cera
ante el sol. Primero, se enseñará en alta voz la igualdad en cuanto a
la dignidad de todos los hombres y confutando las teorías
degradantes de algunos filósofos de la antigüedad. Luego se
intentará aplicar la suavidad en el trato de los esclavos, luchando
contra el despotismo ante la vida y la muerte de sus amos, al punto
que los mismos templos se transformarán en asilos de contención
para los más débiles.
Así, a pesar del hondo arraigo que tenía la esclavitud en la
sociedad antigua, del trastorno que había implicado la invasión de
los bárbaros, de las tantas guerras y calamidades de todos los
géneros, con que se inutilizaba en gran parte el efecto de toda
acción reguladora y benéfica, se vio –no obstante– que la
esclavitud, esa “lepra que afeaba a las civilizaciones antiguas” al
decir de León XIII, irá disminuyendo y regulándose poco a poco en
las naciones cristianas, hasta terminar por desaparecer en el siglo
XIX.
Basta recordar que, ya acristianado, Constantino prohibirá marcar
en la cara a los esclavos o crucificarlos, declarando culpable de
homicidio al amo que matare a alguno como a cualquier otro
hombre; Justiniano castigará el rapto de una mujer esclava con la
misma pena que la de una libre y permitirá a los senadores
desposarse con esclavas como si fuesen mujeres libres.
Lactancio, uno de los padres de la Iglesia afirmará: “para nosotros
no hay siervos sino que a éstos los consideramos y llamamos
hermanos en el espíritu”[79]; San Gregorio Nacianceno declarará
incompatible a la esclavitud con el cristianismo y el Papa Calixto
(antiguo esclavo romano, por cierto), incluso en contra de las leyes,
autorizará el matrimonio de libres con esclavos o libertos; San
Ambrosio venderá los vasos sagrados para liberarlos y San
Clemente Romano exaltará el ejemplo de los cristianos heroicos que
se sometieron a la esclavitud para liberar a otros cuya fe y
costumbres estaban en peligro.
Pero sigamos…
San Clemente de Alejandría, un gran conocedor del mundo greco-
romano, no sólo borrará la diferencia entre amos y esclavos, sino
que hasta los hará superiores en algunos aspectos:
“Quitad a las mujeres sus adornos y a los amos, sus
esclavos, ¿en qué se diferenciarán de los esclavos comprados,
pues tienen el aire y lenguaje de ellos? Sin embargo, se
diferencian en que son más débiles que sus esclavos, y en que
la educación ha enervado su constitución”[80].
Y san Juan Crisóstomo, el gran Padre de la Iglesia de oriente
declarará:
“La palabra ‘Iglesia’ no debe causar pena a los amos, si se
ven así confundidos con sus domésticos. La Iglesia no conoce
diferencia entre amos y esclavos: sólo por las buenas o por las
malas acciones es como ella hace alguna distinción... porque
en Jesucristo no hay diferencia entre amo y esclavo[81] (…). No
creáis que lo que se hace contra esclavos será perdonado
como hecho contra esclavos. Las leyes del mundo conocen la
diferencia de las dos razas, pero la ley común de Dios la ignora;
porque Dios hace el bien a todos y abre el cielo a todos sin
distinción”[82].
Como vemos, la doctrina de la igualdad natural de los hombres en
cuanto a su dignidad, hacía mella en los primeros años del
cristianismo.
2. La Edad Media y el Renacimiento
***
Que no te la cuenten…
Capítulo IV
Fray Bartolomé de las Casas y sus contemporáneos
9. Bernal Díaz del Castillo, 1568: “Lo que dice el obispo fray
Bartolomé de las Casas, aquello y otras cosas que nunca
pasaron”[147].
10. Domingo de Soto, O. P, 1552: “El señor obispo Las Casas, si
yo no me engaño, se engaña”[148].
11. Juan Ginés de Sepúlveda, 1551: “Me sería muy enojoso traer
ahora a colación todos los chismes, artificios y maquinaciones de
que se ha servido este astuto y hábil charlatán (Las Casas) para
quitarme la razón y obscurecer la verdad, dejando pequeñito en
astucia al célebre Ulises. Para ello, como digo, se ha valido de toda
clase de artimañas y se ha rodeado de un grupo de amigos
dispuestos a corearle… Más astuto que un zorro y más dañino que
un escorpión… se dedica a contar a los príncipes toda clase de
chismes y embustes”… “Si me apuras un poco te diré que es uno
solo el que tal calumnia ha lanzado; ahora bien, uno solo que por su
doblez, charlatanería y orgullo vale por muchos (fray Bartolomé de
las Casas)”[149].
***
Que no te la cuenten…
Capítulo V
España al confesionario:
La controversia de V alladolid
***
Después de casi quinientos años de este episodio singular hoy
pocos conocen de su existencia, por ello, si algún curioso lector
pasara alguna vez por el convento de San Gregorio, en Valladolid,
recuerde que allí, España fue a confesarse. Y no sólo oyó el “no
encuentro pecado en este hombre”, que dijera Pilato a Nuestro
Señor, sino el “ego te absolvo… ite et docete” del Rey de reyes.
Que no te la cuenten…
Capítulo VI
Los justos títulos de España en América
“Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos
a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu
Santo” (Mt. 28, 18-19).
Así lo declara:
“Los cristianos tienen derecho de predicar y anunciar el Evangelio
en las provincias de los bárbaros y aunque esto es de derecho
común y está permitido a todos, pudo, sin embargo, el Papa
encomendar esta misión a los españoles y prohibírsela a los demás.
Si los indios se oponen es lícito llevarles guerra” –afirmaba nuestro
autor.
Es decir, se planteaba un “derecho humano” avant la lettre; el de
proclamar las propias opiniones –por mandato del Papa, eso sí…
***
Que no te la cuenten…
Capítulo VII
La Devotio Moderna:
Características y síntomas de un católico “tradicional”
***
***
Que no te la cuenten…
Capítulo VIII
Devotio moderna, monacato y
misión en América hispana
“La magnificencia de la catedral gótica busca horar a Dios; la pompa del barroco
jesuita atraer al público” (Gómez Dávila).
***
Porque “no hay nada que guardar, hay que dar. No hay nada que
restaurar, hay que crear. No hay nada que custodiar, hay que
fundar”[274].
América tiene sólo quinientos años; ahora hay que continuar con
la obra comenzada.
Que no te la cuenten…
Capítulo IX
La contrarrevolución cristera.
un pueblo en defensa de la fe
***
Hoy América contempla, azorada esta misión del pueblo
mexicano; y llora con su historia, llora con la gesta, pero con
lágrimas de emoción derrama por ver tanto amor a Cristo y a su
Iglesia.
Que se levante entonces un estandarte y que nos encuentre
formados para decir siempre: presente. ¡Viva Cristo Rey! ¡Viva
María Reina!
Que no te la cuenten…
Capítulo X
Pornocracia.
Los orígenes históricos de la dominación sexual
***
Concluyamos.
Todo pasional es un esclavo si no ordena sus impulsos y todos
somos esclavos de algún modo; pero algunos son más que otros.
Los supuestos dominadores como Sade, Shelley y su grupo,
terminaron gráficamente destruidos. Francia en conjunto
quedó dominada por los flemáticos ingleses, perdió su imperio y hoy
está virtualmente a punto de ser dominada por el islam.
El sexo es un instrumento; un instrumento de dominación; ¿hay
una inteligencia única, superior y personal detrás del complot?
Mons. Jouin, el director de la RISS (Revista Internacional de
Sociedades Secretas) decía que sí[354], pero que sólo lo podemos
deducir, no probar documentalmente, ni tampoco afirmar que todos
los complotados lo sepan de modo consciente. Obviamente, el
Evangelio habla del demonio. No somos “complotistas” pero que hay
un modo de manejar el mundo a través de lo porno, lo hay.
Porque “las brujas no existen, pero de que las hay, las hay”.
¿Cómo siguió la cosa, según Jones? Pues con la aplicación de la
revolución Freudiana con innúmeros servidores y su aplicación en
Rusia, donde Lenin y Stalin les pusieron freno, al menos por un
tiempo.
La revolución en USA fue exportada “ad intra” para corromper a
los elementos necesarios pero indeseables (el racismo sigue
existiendo allí, mal que les pese a algunos); ¿hacia quién se dirige
entonces el control sexual? Principalmente hacia los negros y
latinoamericanos, a quienes se aplica el “sexo para todos”.
En fin, el sexo no es sólo una cuestión de cama adentro, sino
también una cuestión netamente política que viene de lejos con
ganas de someter.
Que no te la cuenten…
Capítulo XI
Canonización e infalibilidad.
El caso de Santa Filomena
***
***
Que no te la cuenten…
Índice
Introdución
Capítulo I
Los griegos no eran sodomitas: montajes Homosexua-les en
clave de género
1.El origen del mito
2.Apodos homosexuales e importancia del pudor
3.Layo, padre de Edipo y patrono de los sodomitas griegos
4.“Misokinia” en las leyes y la moralidad griegas
5.Los mejores autores de Grecia repudiaban la sodomía
6.Las “milicias homosexuales” griegas
7.Supuestas parejas homosexuales en la mitología e historia de
Grecia
a.El caso de Aquiles y Patroclo
b.Zeus y Ganímedes
c.Apolo y Jacinto
d.El caso de Alejandro Magno
e.El “banquete” de Platón
f.Las vasijas homo-eróticas (30 entre 80.000 encontradas)
g.Sobre el “lesbianismo”
Capítulo II
Cuando la homosexualidad era pecado: El “Liber gomorrhianus”
de San Pedro Damián
1. El surgimiento de San Pedro Damián
2. Los “misericordiosos” de siempre
3. La pedofilia
4. Elija su propia aventura (sexual)
5. El lamento de un santo
Capítulo III
Esclavitud e Iglesia: ¿cambió la doctrina o no?
1. El Evangelio y los Santos Padres de la Iglesia
2. La Edad Media y el Renacimiento
3. Las causas de la esclavitud
4. Objeciones, lugares comunes y respuestas
a. Primera objeción: el “famoso” Canon 82
b. Segunda objeción: la Carta VII del Papa San Gregorio
Magno
c. Tercera objeción: el IX Concilio de Toledo y la pena a los
hijos de los sacerdotes.
d. Cuarta objeción: el Concilio de Gangra (340 d.C.)
e. Quinta objeción: la famosa bula Dum diversas
5. La Iglesia y la esclavitud de los negros
a. A favor de la esclavitud pero con reservas
b. En contra de la esclavitud sin condiciones: dos
capuchinos “revoltosos”
6. Apéndice para agendar
Capítulo IV
Fray Bartolomé de las Casas y sus contemporáneos
Capítulo v
España al confesionario: La controversia de Vallado-lid
1. Los indios y su situación jurídica a la muerte de Isabel
2. Un Papa equivocado
a. ¿Autorizan las bulas papales a someter a los indios?
b. La condición “natural” de los indios: ¿justifica que se les
someta?
c. ¿Pueden ser sometidos los indios para evitar que adoren
a los demonios?
d. ¿Se justifica el sometimiento de los indios para “salvar a
los numerosos inocentes que esos bárbaros inmolan”?
e. ¿Se justifica la protección militar de los religiosos para
que puedan evangelizar?”
Capítulo VI
Los justos títulos de España en América
1. La escuela de Salamanca y los “derechos naturales” de la
conquista
1. La sociedad y comunicación natural
2. La propagación de la religión cristiana
3. Defensa de los indios convertidos
4. El cambio o suplantación del príncipe
5. Tiranía de los gobernantes
6. La verdadera y libre elección
7. En razón de aliados y amigos
2. La teología tradicional y la donación papal
Capítulo VII
La Devotio Moderna: Características y síntomas de un católico
“tradicional”
1. El “cristocentrismo”
2. El culto al “método” y al director espiritual…
3. Moralismo
4. Tendencia anti-especulativa
5. El afecto sobre todo
6. El biblicismo
7. Interioridad y el subjetivismo
Capítulo VIII
Devotio moderna, monacato y misión en América hispa-na
1) Teocentrismo medieval y antropocentrismo renacentista
2) La espiritualidad que recibió América
3) Un modo de completar la evangelización
Capítulo IX
La contrarrevolución cristera. un pueblo en defensa de la fe
Capítulo X
Pornocracia. Los orígenes históricos de la dominación sexual
1. Revolución sexual a la francesa: el Marqués de Sade
2. La carne. Sade, Santiago y San Pablo
3. Padre Barruel: denunciante sexual
4. El Club del Incesto: Shelley
5. Nietzsche, el incestólogo
Capítulo XI
Canonización e infalibilidad. El caso de Santa filome-na
1) La cuestión de las canonizaciones y su infalibilidad
2) El precedente histórico de Santa Filomena: ¿una santa
“canonizada” y “des-canonizada”?
Se terminó de imprimir en la imprenta
Docuprint, Buenos Aires, Argentina,
el 12 de Septiembre de 2018, memoria del
Dulce Nombre de María
[274] Carlos A. Disandro, “España y el hombre barroco. Epílogo para hispanistas”, 183.
[275] Zacarías de Vizcarra, La vocación de América, García Santos, Buenos Aires
1933.
[276] José María Pemán, José María Pemán. Pensamiento y trayectoria de un
monárquico, Publicaciones de la Universidad de Cádiz, Cádiz 1996, 336.
[277] Bernal Díaz del Castillo, Historia verdadera de la conquista de la Nueva España,
Chantal López y Omar Cortés, Madrid 2006, cap. LXXXVII.
[278] Cfr. Ramon Menendez Pidal, El Padre Las Casas: su doble personalidad,
Espasa-Calpe, Madrid 1963, 335.
[279] Citado por José de Vasconcelos, Breve historia de México, Continental, México
1956, 462.
[280] Carlos Pereyra, México falsificado, Folia universitaria, Guadalajara 2003, t. 2,
191-194, 206-208, 212-215, 217-219, 228.
[281] Diario de los Debates del Congreso Constituyente, t. II, pág. 1031-2; texto citado
por Jean Meyer, La Cristiada, Siglo veintiuno editores, México 1974, t. 2, 86-87; cursivas
nuestras.
[282] Antonio Rius Facius, México Cristero, APC, Guadalajara 2002, t. 1, 301.
[283] Cecilio Valtierra, Memorias de mi actuación en el movimiento cristero en Jalpa de
Cánovas, Guanajuato, en David, c. n, pp. 312 y 317 y Josefina Arellano, Narración histórica
de la revolución cristera en el pueblo de San Julián, Jalisco, pp. 14, 15 y 16, c. (citados por
Jean Meyer, La Cristiada, op. cit., t. 1, 95-97).
[284] Joseph de Maistre, Consideraciones sobre Francia, Dictio, Buenos Aires, 1980,
147.
[285] Aurelio Acevedo, David VII, 239-240.
[286] San Agustín, Carta 94, http://www.augustinus.it/italiano/lettere/lettera_094_testo.
htm (texto en italiano), citado también por Alberto Ezcurra, Moral cristiana y guerra
antisubversiva, Santiago Apóstol, Buenos Aires 2007, 65-66.
[287] Ramón Menéndez Pidal, Flor Nueva de Romances Viejos, Espasa-Calpe, Madrid
1968, 218-220.
[288] Régine Pernoud, Jeanne d’Arc par elle-même et par ses témoins. Paris, Éd. du
Seuil, Paris 1962, 60.
[289] Jean Meyer, La Cristiada, op. cit., t. 1, 128.
[290] Antonio Rius Facius, México Cristero, t. 2, 71-72.
[291] Cardoso, Joaquín, Los mártires mexicanos, México 1958, 380-381.
[292] Joaquín Blanco Gil, El clamor de la sangre, Rex-Mex, México 1947, 138. Este oír
por “segunda vez” el grito de “Dios no muere”, hacía referencia al martirio y a las postreras
palabras que, cincuenta años antes había proferido el presidente católico Gabriel García
Moreno, antes de ser martirizado por la masonería, en 1875.
[293] Luis Rivero del Val, Entre las patas de los caballos, JUS, México 1953, s/p; citado
por Antonio Rius Facius, México Cristero, t. 2, 262.
[294] Luis Rivero del Val, Entre las patas de los caballos, JUS, México 1953, s/p; citado
por Antonio Rius Facius, México Cristero, t. 2, 262.
[295] Spectator (seudónimo del Padre Enrique de Jesús Ochoa), Los cristeros del
volcán de Colima, JUS, México 1961, t. 1, 320-321; cursivas nuestras.
[296] Spectator, op. cit., 324-326; cursivas nuestras. Fue a pedido suyo que se le
ahorcó en ese árbol. “Él se detuvo frente a un árbol histórico, venerado por los liberales
como una especie de lugar sagrado. Bajo él, en una piedra que aún se conserva, otrora se
había sentado a descansar Benito Juárez, la encarnación misma del liberalismo mexicano
y uno de los más encarnizados enemigos de la Iglesia. Fue pues, en ese preciso sitio
donde Tomasito se detuvo, diciéndole a los soldados: ‘Este es un lugar de ignominia. Aquí
cuélguenme para que se cambie en bendición este lugar de maldición’. Entonces un
soldado se le acercó para ponerle la soga al cuelo. ‘No me toque –le dijo Tomás– porque
me mancha’. ‘¿Por qué?’, le preguntó el soldado. ‘Porque ustedes son soldados del
demonio y nosotros de Cristo Rey’” (Alfredo Sáenz, La nave y las tempestades. La gesta
de los cristeros, 442).
[297] Cfr. Antonio Rius Facius, México Cristero, t. 2, 306-309. Adaptación propia del
texto.
[298] Guillermo María Havers, Testigos de Cristo en México, Celam, Bogotá 1989, 253.
[299] Enrique Gorostieta, Carta a los prelados sobre los arreglos del 16 de Mayo de
1929 (citada por Jean Meyer, La Cristiada, op. cit., t. 1, 316-318).
[300] Jesús Degollado Guízar, Memorias de Jesús Degollado Guízar…, 270-273;
cursivas nuestras.
[301] Gilbert K Chesterton, El Amor o la Fuerza del Sino, Rialp, Madrid 1993, 252.
[302] Cfr. Michael Jones, Libido Dominadi. Sexual Liberation and Political Control,
South Bend, Indiana, St. Augustine’s Press, 2005, 662 pp. (transcribimos las citas en
español). Puede consultarse su página de internet aquí: http://www.culturewars.com/.
[303] Hemos tomado como nuestra, en estructura y conceptos, la recensión del
excelente trabajo de Octavio A. Sequeiros, “Pornocracia. Primer round”, en Gladius nº 70
(2007).
[304] Michael Jones, Libido Dominadi, 5.
[305] Ibídem, 3.
[306] Ibídem, 4. El autor citado no es más que un comunista promocionado haciendo
apologética sexólica en una obra titulada “What Wild Ectasy!” (¡Qué éxtasis salvaje!).
[307] Ibídem, 6.
[308] Ibídem, 8.
[309] Ibídem, 16.
[310] Ibídem, 32.
[311] Ibídem, 22.
[312] Ibídem, 24.
[313] Ibídem, 25.
[314] Michael Jones, Horror a Biography, Spencer Publishing, Dallas 2000-2002, 54.
[315] Michael Jones, Libido Dominadi, 26.
[316] Ibídem, 27.
[317] Michael Jones, Horror a Biography, 54.
[318] Michael Jones, Libido Dominadi, 37.
[319] Ibídem, 57.
[320] Ibídem.
[321] Ibídem, 58.
[322] Ibídem, 59.
[323] Notable autor del “socialismo utópico” como lo apodaron los marxistas
“científicos”, pero estas categorías interesadas no disminuyen sus aciertos.
[324] Ibídem, 94.
[325] Ibídem, 61.
[326] Ibídem, 64.
[327] Ibídem, 66.
[328] Ibídem, 89.
[329] Ibídem, 64.
[330] Ibídem, 82.
[331] Michael Jones, Horror a Biography, 70.
[332] Michael Jones, Libido Dominandi, 88.
[333] Michael Jones, Horror a Biography, 20.
[334] Michael Jones, Libido Dominandi, 78.
[335] Cfr. ibídem, 83.
[336] Michael Jones, Libido Dominandi, 78.
[337] Michael Jones, Horror a Biography, 69.
[338] Michael Jones, Libido Dominandi, 87.
[339] Ibídem, 89.
[340] Ibídem, 91.
[341] Ibídem.
[342] Ibídem, 88.
[343] Ibídem, 121.
[344] Nesta Webster, World Revolution, Constable, London 1921.
[345] Ibídem, 99.
[346] Ibídem, 76.
[347] Michael Jones, Degenerate Moderns. Modernity as rationalized sexual
misbehavior, Ignatius Press, New York 1993, 218.
[348] Ibídem, 219.
[349] Ibídem, 45.
[350] Michael Jones, Dionysos Rising: The Birth of Cultural Revolution Out of the Spirit
of Music. San Francisco, Ignatius Press, 57.
[351] Ibídem, 66.
[352] Ibídem, 55.
[353] Ibídem, 66.
[354] Mgr. Jouin, Écrits originaux concernant la secte des Illuminés et son fondateur
Adam Weishaupt, RISS, extrait de Mgr. Juin., Delacroix, Chateauneuf 2000.
[355] Catecismo de la Iglesia Católica, nº 828.
[356] http://www.infovaticana.com/como-es-un-proceso-de-canonizacion/.
[357] El procedimiento actual está recogido en la Constitución Apostólica Divinus
perfectionis Magister, de 25 de enero de 1983 (AAS 75 (1983) 349-355), en el Motu proprio
Maiorem hac dilectionem de 11 de julio de 2017 y en las Normae servandae in
inquisitionibus ab episcopis faciendis in causis sanctorum promulgadas por la
Congregación para las Causas de los Santos el 7 de febrero de 1983 (AAS 75 (1983) 396-
403).
[358] Concilio Vaticano II, Lumen gentium 25; cf. Concilio Vaticano I, Denz.
3074; Catecismo de la Iglesia Católica, Nro. 891.
[359] Daniel Ols, Fondamenti teologici del culto dei santi, en: AA. VV. “Studium
Congregationis de Causis Sanctorum.”, pars theologica, Roma 2002, 1-54; Brunero
Gherardini, Su canonizzazione e infallibilità
(www.chiesaepostconcilio.blogspot.com.ar/2012/02/mons-brunero-gherardini-su.html).
[360] Respondeo. Dicendum, quod aliquid potest iudicari possibile secundum se
consideratum, quod relatum ad aliquid extrinsecum, impossibile invenitur. Dico ergo, quod
iudicium eorum qui praesunt Ecclesiae, potest errare in quibuslibet, si personae eorum
tantum respiciantur. Si vero consideretur divina providentia, quae Ecclesiam suam spiritu
sancto dirigit ut non erret, sicut ipse promisit, Ioann. X, quod spiritus adveniens doceret
omnem veritatem, de necessariis scilicet ad salutem; certum est quod iudicium Ecclesiae
universalis errare in his quae ad fidem pertinent, impossibile est. Unde magis est standum
sententiae Papae, ad quem pertinet determinare de fide, quam in iudicio profert, quam
quorumlibet sapientum hominum in Scripturis opinioni; cum Caiphas, quamvis nequam,
tamen quia pontifex, legatur etiam inscius prophetasse, Ioann. XI, v. 51. In aliis vero
sententiis quae ad particularia facta pertinent, ut cum agitur de possessionibus, vel de
criminibus, vel de huiusmodi, possibile est iudicium Ecclesiae errare propter falsos
testes. Canonizatio vero sanctorum medium est inter haec duo. Quia tamen honor quem
sanctis exhibemus, quaedam professio fidei est, qua sanctorum gloriam credimus, pie
credendum est, quod nec etiam in his iudicium Ecclesiae errare possit” (Santo Tomás de
Aquino, Quodlibet IX, Cuestión 8, art. 16).
[361] http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/documents/rc_con_faith
_doc_1998_professio-fidei_sp.html.
[362] Juan Pablo II, “Ad tuendam Fidei” (http://www.vatican.va/holy_father/john_paul
_ii/motu_proprio/documents/hf_jp-ii_motu-proprio_30061998_ad-tuendam-fidem_
sp.html).
[363] http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/documents/rc_con_c
faith_doc_1998_professio-fidei_sp.html
[364] Stellungnahme, Stimmen der Zeit 217 (1999) 169-171; también, en inglés, aquí:
http://www.churchauthority.org/resources2/ratzing1.asp
[365] Instrucción Donum veritatis, n 18.
[366] Alvaro Calderón, Las canonizaciones en el Magisterio de ayer y de hoy
(http://Panorama-catolico.info/articulo/las-canonizaciones-en-el-magisterio-de-ayer-y-de-
hoy). Algo aná-logo plantea también en su obra La lámpara bajo el celemín
(https://es.scribd.com/doc/766-75513/Alvaro-Calderon-La-lampara-bajo-el-celemin).
[367] Nos inspiramos aquí en el artículo de Frère Michel de l’Immaculée Triomphante
et du Divin Cœur cuyo original se encuentra en http://site-crc.org/2786-infaillible-le-
precedent-de-sainte-philomene.html