Crítica Hermenéutica, Estructuralismo y Psicoanálisis
Crítica Hermenéutica, Estructuralismo y Psicoanálisis
Crítica Hermenéutica, Estructuralismo y Psicoanálisis
Umberto Eco, al escribir La estructura ausente (1999), ha expresado una crítica del
movimiento estructuralista tan en boga hace unos 30 o 40 años en el mundo
intelectual y que ha declinado su influencia, especialmente en el campo filosófico, al
punto en que se rechaza por muchos el enfoque estructuralista y los progresos que
en distintas disciplinas produjo, incluyendo al psicoanálisis. Realiza en ese texto, un
análisis interesante y detenido del discurso semiótico y se propone realizar una
revisión exhaustiva de las diferentes posiciones de los especialistas ocupados en
descifrar los sistemas de signos y la comunicación. Sin embargo, el blanco del libro
es un ataque frontal al estructuralismo, desde una posición que se podría denominar
ontológico hermenéutica. Desde esta postura, se define una crítica que sostiene que
la reducción estructuralista no es sino parte de los restos fétidos de la cultura
racionalista de la Ilustración. A fin de cuentas, el estructuralismo seguiría una
tendencia que podría describirse como un dominio del objeto sobre el sujeto anterior
a Heidegger, y sus aspiraciones estarían fijadas en dar cuenta de todo discurso,
gracias a un reducido número de elementos que tendrían la pretenciosa ambición de
descubrir claves, básicas y universales.
Umberto Eco, al igual que Vattimo, dirige con energía su arsenal teórico a sostener
la justificación de la hermenéutica como una nueva koiné (el término es usado por
Vattimo para significar un nuevo lenguaje universal), que se sitúa como una nueva
perspectiva práctica de la interpretación del discurso, destinada a sustituir las
cosmovisiones y análisis totalizantes. Esa nueva koiné, nombrable como ontología
hermenéutica, se dirige a la exploración de ciertos discursos. Destacadamente: el
discurso religioso, el mítico, el psicoanálisis y el discurso estético. Su lógica
interpretativa trataría de jugarse siempre por privilegiar en la mirada del análisis, la
especificación de un horizonte determinado y no del descubrimiento de una
estructura fundamental.
Gianni Vattimo representa una posición similar, con el agregado de que su crítica
está dirigida a tratar de liquidar completamente cualquier referente a las filosofías del
marxismo y el pensamiento hegeliano que han jugado un papel hegemónico en la
comprensión del mundo en los últimos cincuenta años. Su propuesta, se puede
formular en el reto de vivir en el desamparo sostenida por el único referente posible
a sostener hoy día, que sería, la falta de referentes:
Gadamer, discípulo de Heidegger, desarrolla las líneas abiertas por éste, hacia la
relación entre hermenéutica y lenguaje. La deuda hacia el autor de El ser y el tiempo
es más que patente. El ser ahí heideggeriano y el énfasis en el lenguaje, consiste el
punto de partida para su particular hermenéutica filosófica. Pueden rastrearse, a lo
largo de toda su propuesta, rasgos nietzscheanos. Sin embargo, no desecha el valor
del consenso y a pesar de que al mismo tiempo cuestiona todo discurso que se sitúe
sosteniendo un saber. La crítica, desafortunadamente, deriva en una serie de
objeciones a enfoques como el psicoanalítico en un tono que demuestra una lectura
superficial de las tesis freudianas. Examinemos el párrafo siguiente:
El rechazo a los sistemas filosóficos se puede rastrear en Freud, quien repudiaba a
las cosmovisiones. Su posición, podría entenderse sin forzar las cosas demasiado
como un anticipo de las visiones contextuadas frágiles de la filosofía de los últimos
30 años. Freud comprendió visionariamente la necesidad de los límites al saber y su
rechazo a lo que se denominaba en su tiempo como filosofía que se expresa en un
desprecio a cualquier tesis monolítica o totalizadora, incluyendo al psicoanálisis.
Frente a la acusación de reduccionista filosófico, el mejor abogado para su defensa
es el mismo Freud. Al atacar las pretensiones narcisistas del filósofo nos dice en su
obra de 1926, Inhibición, Síntoma y angustia (Freud 1976):
Sabemos muy bien cuán poca luz ha podido arrojar hasta ahora la ciencia sobre los
enigmas de este mundo. Todos los esfuerzos de los filósofos continuarán siendo
vanos. Sólo una paciente perseveración en una labor que todo lo subordine a una
aspiración a la certeza puede lentamente lograr algo. El viajero que camina en la
oscuridad rompe a cantar para engañar sus temores, mas no por ello ve más claro.
Freud ha construido un método y una forma de tratar con la incógnita que constituye
el inconsciente, alejado de toda referencia metafísica. A pesar de su formación y de
no poseer los referentes filosóficos precisos que acercarían más su trabajo a la
creación de una ontoantropología, ésta ha sido la intención de fondo que podemos
adivinar en el proyecto freudiano.
Ludwing Binswagner (1973) en una fecha tan temprana como 1936, ha realizado un
interesante intento por desarrollar una elucidación de la concepción freudiana del
hombre. Este trabajo —prácticamente olvidado—, es particularmente importante por
constituir uno de los primeros y más serios intentos realizados de relacionar al
psicoanálisis con otras disciplinas y es de especial interés por la perspectiva
filosófica que utiliza, de inspiración heideggeriana.
Es este sentido, Freud yerra al concebir su teoría dentro del modelo de las
Naturweissenschaften (Ciencias Naturales). Ubicado al interior de este modelo,
subsistiría en el psicoanálisis, una búsqueda oculta de cierta identidad naturalista
entre sujeto y objeto, la cual tendería a empujarle —en las primeras concepciones
freudianas, definitivamente no, en: El malestar en la cultura— a un cierto optimismo
intelectual con raíces en los ideales de la Modernidad. Cierto Freud, adoptaría así, la
actitud de estudiar al hombre con una devoción existencial por el "objeto" siguiendo
la mística de agudizar su ojo, su oído y su tacto, con el rigor y disciplina del
experimentador que habría aprendido de sus experiencias al microscopio en el
laboratorio de Brücke, reduciendo el mundo a un acontecer con sentido en sí.
La marca de origen, de la que deriva la fuerza del mensaje freudiano, debe ser
retomada, replanteada y superada en el sentido hegeliano. El mensaje merece ser
retraducido a términos que instituyan, finalmente, al psicoanálisis como una
ontoantropología, con sus propios móviles y determinaciones.
Estas ideas afirman dos tesis que podrían caracterizarse como negativas (Martínez
1996):
Según este filósofo, no estamos ante una elección posible entre varias, se trata de la
única alternativa posible. El hombre se encuentra en esta etapa histórica conocida
como posmodernidad, con el hundimiento de cualquier búsqueda de saber
sistemático y totalizador, acercándose a una cierta abolición misma de los gestos
que han caracterizado a la filosofía clásica.
Vattimo (1998) nos muestra en "El fin de la modernidad", cómo nos aferramos
inconscientemente a modelos de pensamiento construidos sobre la imaginación de
que hay procesos teleológicos o esencias metafísicas. Argumenta
demostrativamente, cómo, aún en el caso de autores que aspiran a no tener
resabios de orden metafísico como el marxista Adorno, hay rastros del sostenimiento
de generalizaciones sobre una idea de hombre con pretensiones de universalidad.
En su apología del nihilismo, afirma, que la filosofía se ha transformado y que
debemos esperar otros resultados distintos a los que nos ha enfrentado la tradición
occidental.
¿Qué es el hombre?
La condición de incertidumbre nos paralizaría para contestar éstas, por temor a decir
algo con resabios metafísicos. Nuestra respuesta habría de ser provisoria y por tanto
falsa. Avalaríamos también, que nada se puede conocer realmente, que no hay un
patrón único y determinado de conducta a seguir, no se puede esperar nada o se
debe esperar Nada, por tanto, no se puede decir, finalmente, a ciencia cierta, qué es
el hombre.
Para los psicoanalistas tiene sentido hablar de ética, lo sabemos desde Freud y
Lacan. La ética llama a los nombres trágicos de Edipo y Antígona... sobretodo, el
último identificado con la propia posición analítica. Estos nombres propios, son
relevantes pues sus historias hacen signo de lo propio de todos los hombres sin
importar la época: el deseo. La crítica hermenéutica pareciera indicar que nada es
propio del hombre, los psicoanalistas nos resistimos a esta idea, la ética misma se
nos mostraría como un concepto vacío.
El autor de estas letras, pareciera no ofrecer una alternativa fuera de las arenas
movedizas de un relativismo absoluto estéril. Una de las ideas más controvertibles
del autor es que la crisis del humanismo está ligada a la técnica moderna. La imagen
es retomada de una idea en Heidegger y afirma, cómo, los llamados valores
fundamentales del hombre no han sobrevivido a la máquina. La tekhné lleva consigo
una crisis general de la civilización en virtud de que ella demuele ciertos rasgos de la
metafísica que siempre habían estado ahí pero que permanecían, de alguna
manera, ocultos. El análisis deviene —pese a su origen hermenéutico—,
trascendental en contra de la recalcada reclamación de horizonte situado y diluye la
importancia de analizar cierto tipo específico de formación social —el capitalismo
tardío—, que ha implementado, la política más feroz en contra del hombre y su
civilización.
Ante la noche oscura de los tiempos posmodernos, Vattimo nos ofrece la vela de la
fe en el Dios2 cristiano. En este texto, que invita a la fe y a la creencia sin ningún
recato, nos invita, incuso, a reconocer y defender la figura santa del papado.
El tiempo ha corrido rápidamente y hoy en día se habla cada día menos del
estructuralismo y de sus aportes, paradójicamente, la tendencia a embestir de
manera bruta los sistemas que representan una visión definida del mundo — entre
los que debemos contar al psicoanálisis— es una tendencia filosófica que se percibe
como avanzada con relación a los sistemas. Debemos, según algunos pensadores,
aceptar las inconsistentes y ambiguas posiciones de Vattimo a la ideología
psicoanalítica.
Greimas (1982) al hablar del estructuralismo en una paradoja curiosa, hace notar
que el conjunto de investigaciones que caracterizan esta aproximación de
inspiración lingüística se ha convertido en una filosofía dominante y de moda, a
causa de sus éxitos (sic). Precisamente por ellos, habría sido atacada, acusada de
totalitarismo, de estatismo, reduccionismo, etc. Suena curioso, precisamente, sus
éxitos y no los fracasos de éste enfoque, determinan la crítica a sus puntos de vista,
a pesar de haber prestado servicios nobles en la tarea de la comprensión de un
amplio espectro de fenómenos.
El fundador Saussure, podría parecer el más sereno y modesto de los nombres que
integran el estructuralismo, pero después de leer su "Curso de lingüística General"
(1945) y sorprenderse con la brillantez de las ideas expuestas, el lector, queda
inquieto al descubrir en el prólogo, que él no escribió el libro. El texto es producto de
sus clases y de los apuntes de sus alumnos. ¿Ha sido la desidia, falta de tiempo o
de organización la causa de que no quisiera plasmar su enseñanza en un libro? La
explicación psicológica, que en alguna parte formulamos antes y todavía nos
convence, es que no deseó plasmar sus ideas en papel y restarles movimiento.
Como Kafka, quiso abolir su obra y su memoria de la conciencia social por motivos
hoy indescifrables. ¿Interpretación fantasiosa? El prólogo a la primera edición escrito
por sus alumnos Bally y Sechehaye nos dice:
(…) no encontramos nada o casi nada que correspondiera a los cuadernos de sus
discípulos. ¡Ferdinand de Saussure iba destruyendo los borradores provisionales
donde trazaba cada día el esquema de su exposición!
Corresponde a Lévi-Strauss el retomar la intención de las investigaciones de
Saussure. Su célebre introducción al texto "Antropología estructural" (1977 b), nos
propone abordar un objeto como la antropología considerando que tiene un carácter
de sistema, en el que ninguno de los elementos puede ser modificado sin alterar al
otro. Esto obliga a ser cuidadosos y estudiar la estructura problemática en su mismo
coto, sin hacer que descienda a otros niveles físicos, químicos o biológicos. Ésta es,
sin duda, una ruptura en el campo epistemológico y constituye la orientación general
que define la corriente que se etiqueta como estructuralismo.
¿Qué caracteriza a las ciencias y a la filosofía tocadas por esa actitud o estilo? Se
trata siempre de obras que se interesan en los signos, en los sistemas de signos y
en el discurso desde una mirada perspectivista sin atender mucho a las etimologías
y a los orígenes míticos. Los hechos más diversos pueden entrar aquí, pero serán
siempre acontecimientos y fenómenos conectados con el lenguaje, siguiendo el
sistema: Significado / Significante como base de comprensión, lo que supone una
red de comunicación humana.
Poubillon (1978) hacía notar con brillantez, en un artículo crítico escrito hacia 1966,
que el estructuralismo no sería más que una moda y que estructura, arreglo y
disposición eran sinónimos. De ahí, que no era necesario ningún ismo para saber
que cualquier cosa — a condición de no ser totalmente amorfa— posee una
estructura. Según el crítico, los estructuralistas simplemente reproducían una
tendencia del hombre a organizar el mundo y a confrontar conjuntos de cosas en
virtud de sus diferencias y no a pesar de ellas. Concedemos la razón a este autor,
pero sí conviene explicitar que no se trata de cualquier ismo... sino, expresamente,
de uno en particular, que hace énfasis en una valoración de la dimensión lingüística
del hombre.
Cuando nos planteamos la cuestión del sentido, tenemos que hacer un alto siempre
desde una perspectiva de horizonte, esta es una aportación no rebatible de la
hermenéutica. No es lo mismo analizar un fenómeno humano en alguna isla
escondida del Pacífico, que estudiar las condiciones en que se generan sentidos en
occidente, dentro de una cultura afincada en procesos inéditos desde el punto de
vista artístico y cultural que hacen referencia al momento posmoderno. El sentido, no
puede ser sino una disposición particular de lo que es tenido por realidad, un relato;
o mejor todavía, un cierto saber narrativo (Lyotard 1987). Dicho en otras palabras no
hay sentido último, sino aproximaciones del hombre a la significación posible de lo
que lo atañe y rebasa: Lo Real, la cosa en sí kantiana. Eso que tratamos de
comprender a través de la formulación de una estructura.
Bibliografía:
Freud Sigmund. Inhibición, síntoma y angustia (1976) [1926] Obras completas. Ed.
Amorrortu. Buenos Aires..
Lacan Jaques (1979). Prólogo al libro "Lacan" escrito en 1969. En: Rifflet-Lemaire
Anika. Lacan. Editorial Sudamericana.
Martínez Humberto (1996) Nihilismo y hermenéutica. En: Pensar y situar. Ed. UAM.
Serie filosofía. México.
Pouillon Jean et al. (1978) Problemas del estructuralismo. Ed. Siglo XXI. Séptima
edición. México.
Vattimo Gianni (1989) Más allá del sujeto. Nietzsche, Heidegger y la hermenéutica.
Ediciones Paidós. Barcelona.
Wittgenstein Ludwing (1985) Zettel [papeletas dictadas entre 1945 y 1948]. UNAM.
México