MONTOYA CARRASQUILLA-Navidad J Reacciones de Aniversarios y Otras Fechas Conmemorativas

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NAVIDAD, REACCIONES DE ANIVERSARIO Y OTRAS FECHAS

CONMEMORATIVAS
Dr. Jorge Montoya Carrasquilla, MD, MS
Director General
Instituto John Bowlby, Consultores y Gestores de Conocimiento
Medellín – Colombia
+57-4-322.20.08
[email protected]
www.institutojohnbowlby.com

Yo dormía y soñaba que la vida no era más que alegría.


Me despertaba y veía que la vida no era más que servicio.
Serví y comprendí que el servicio era la alegría.
R. Tagore

La vida está llena de días especiales, tanto en relación con otras personas
como con las circunstancias, que recuerdan la pérdida de un ser querido de
forma aguda. Estas fechas, colectivamente conocidas como “días festivos”,
incluyen el día del padre o de la madre, de los novios o del amor, de las brujas,
del trabajo y de los difuntos; asimismo, las fiestas nacionales, la pascua y la
semana santa, las reuniones familiares anuales, los aniversarios, los
cumpleaños, el cambio de estación, hora y día de la semana del fallecimiento,
otros días conmemorativos y, muy particularmente, la Navidad.

Las tradiciones, rituales y aún la comida especial de ese día son un recuerdo
constante de la pérdida. Son épocas del año en donde los sentimientos de
aflicción se ven siempre magnificados, si bien más en unos que en otros según
las propias tradiciones familiares. Algunas veces no se es consciente de ello y
del cómo afectan, como es el caso de la congoja anticipatoria: en los días
especiales no es extraño que la persona se sienta mal antes, durante y
después de la fecha señalada; está más irritable, deprimida y ansiosa, y los
niveles de energía disminuyen.

Cualquiera que sea la edad o el tipo de pérdida, los días festivos sin la persona
amada son ciertamente muy difíciles. Las antiguas costumbres se han
terminado y nunca se repetirán de la misma manera. La risa, antes tan fácil,
fluida y natural, puede llegar a ser sólo una mueca o perderse totalmente; dar
regalos, alguna vez tan divertido, puede parecer vacío y triste, carente de
sentido; las canciones familiares, a veces tan reconfortantes, pueden
atragantarse y acompañarse de lágrimas y un intenso anhelo. En verdad, hay
algo de dolor que cuelga de la alegría que otros sienten: es difícil estar sin ese
ser y tener que ajustarse a esa nueva tradición por obligación y sin quererlo.
Tal situación se acompaña de una gran cantidad de angustiantes preguntas:
¿Qué es lo que me está pasando?, ¿si seré capaz de aguantarlo?, ¿realmente
deseo sobrevivir a esto?, ¿lo que siento es normal?, ¿me estoy
enloqueciendo? Además, los festivos añaden su propia carga de
cuestionamientos. Es importante reconocer que hay muy pocas respuestas que
sean universalmente buenas o malas; en realidad, puede haber muchas,
dependiendo en parte de factores únicos a la situación de cada uno: quién se
es como personas, qué es lo que a la familia le gusta, quién era, cómo y dónde
murió el ser querido, cómo y cuál era la relación con esa persona, papel que
ella desempeñaba en la realización del ritual de la fiesta, etc. De hecho, no
todas las preguntas tienen que ser contestadas de forma inmediata o tienen
una respuesta rápida y clara.

Enfrentar las fechas significativas es semejante a lo que muchas mujeres


viven como “tensión premenstrual”: duele antes, durante y después.

En la primera celebración duele todo con cada pensamiento de fiesta: el


cuerpo, el alma, el espíritu, el pasado, el presente, el futuro, etc.; aunque se
hayan ensayado todo tipo de cosas que se supone sirven para enfrentarse a la
perspectiva de un día especial sin el ser querido, nada parece servir ni
adaptarse a la nueva circunstancia. Todo lo que se quiere es “pasar de una
vez” toda esa época que ahora es diferente y molesta y “despertar una semana
después”. No se encuentra paz y tranquilidad en ningún tipo de celebración; se
llora con cada adorno que se pone en el árbol de navidad, con cada pastel
cocinado, con cada vela encendida, con cada rosa recibida. Se siente rabia
contra el destino o contra dios por permitir que una vida tan feliz y tranquila
tomara ese rumbo; hay pesadumbre y deseos de que todo el mundo sienta el
dolor que a uno le embarga. Estos momentos de reunión familiar son días
donde realmente se cae en cuenta del vacío existente: el ver continuamente el
regalo perfecto para el familiar ausente repentina y repetidamente recuerda que
ellos ya no estarán más.

Aunque cada experiencia de pérdida es diferente, las fiestas provocan dos


tipos de sentimientos encontrados: por un lado, son un tiempo del año en que
cada uno espera que todos los miembros de la familia estén juntos; por el otro,
con su celebración llega a ser claramente doloroso que alguien falta. Si bien
cada persona es consciente de que enfrentar las fiestas es una parte necesaria
para la curación del dolor, llega a ser muy frustrante pretender que todo siga
siendo como era antes. Qué duda cabe que mucho o todo será diferente: “ya
las luces de navidad no brillarán como lo hacían antes”. Sabemos que no se
puede escapar del dolor ni esconder la verdad de lo inevitable de los cambios
que se avecinan; todo lo que se puede hacer es ajustar la actitud y cambiar el
estado mental.

La pérdida de un ser querido deja a la persona con la sensación de pérdida de


control del mundo, de la realidad, sentido de la vida y aún de la personalidad.
Por ello, es importante tener presente que existen otras formas para asumir el
control de la propia vida. Comer y beber saludablemente, así como mantener
un programa de ejercicios o empezar uno si no se tenía costumbre, dormir
adecuadamente y practicar aquellas disciplinas que proporcionan energía y
satisfacción son un buen comienzo.

¿Qué es lo que hoy necesita?


¿Cuáles son sus necesidades para esta época del año?
¿Necesita más noches de silencio y días tranquilos?
¿Necesita espacio vacío, espiritual y mental, con nada en el horizonte, tiempo para
reflexionar y re-orientar su vida?
¿Tiempo para que el cuerpo repose, tiempo para hibernar?

En general, éste no será el momento más apropiado para hacer cambios


drásticos, como empezar una nueva vida en otro vecindario o ciudad, celebrar
el día festivo en un lugar lejano entre gente que no aprecia o no valora lo que le
ha pasado. No obstante, algunos cambios pueden ser saludables e importantes
de hacer. Cuando vayan pasando estas fechas, el dejar saber cómo la persona
se va sintiendo con lo que va haciendo es importante, así como el preguntarse
qué tanto quiere hacer, cuánto es capaz de tolerar y qué tanto rechaza y no
desea hacer.

Son muchos los sentimientos encontrados en estas fechas: por un lado, son un
tiempo del año en que cada uno espera que todos los miembros de la familia
estén juntos; por el otro, con su celebración llega a ser claramente doloroso
que alguien falta. Si bien cada persona es consciente de que enfrentar las
fiestas es una parte necesaria para la curación del dolor, llega a ser muy
frustrante pretender que todo siga siendo como era antes. Qué duda cabe que
mucho o todo será diferente: en verdad, no es que a uno ya no le gusten las
cosas, es que las cosas ya tienen otro gusto. Sabemos que no se puede
escapar del dolor ni esconder la verdad de lo inevitable de los cambios que se
avecinan; todo lo que se puede hacer es ajustar la actitud y cambiar el estado
mental, y esa es una tarea muy difícil.

Si las tradiciones de estos días producen un dolor intolerable, el deudo tiene el


poder de modificar y confeccionar sus propias fiestas de forma que se vean
cumplidas sus expectativas. Deberá coger lo que le gusta y dejar lo que no. Al
hacerlo así, se sentirá menos abrumada, estresada, menos deprimida y más
capaz de tener unas fiestas tranquilas. Cada uno de nosotros debe encontrar
su propia zona de confort, zona que puede ser radicalmente diferente de año
en año. La principal preocupación es uno mismo y la familia inmediata. Se trata
de encontrar conjuntamente la mejor forma de pasar las fiestas con el menor
dolor posible. Sin duda se aprecia al resto de la familia, a los amigos y
compañeros de trabajo, pero no es necesario hacer los planes alrededor de sus
necesidades sino de las propias: se espera que ellos entiendan esto.

Ciertamente nada puede remplazar al ser querido perdido, pero hay cosas que
pueden hacer menos pesados y terribles estos días. Muchas otras personas se
han enfrentado con lo que el deudo está encarando ahora mismo, y han
aprendido que es posible pasar a través de estas fechas y sobrevivir, incluso
crecer a través de esta experiencia. Lo que han aprendido es algo que el
sobreviviente puede aprender ahora; la forma en que ellos lo han hecho son
formas que también puede adoptar.

Las siguientes son sugerencias más que prescripciones. Úselas como ideas
que pueden ser utilizadas y compartidas para llenar distintas circunstancias.
Además de servir a las necesidades personales, también podrán ser utilizadas
como un sistema de apoyo y soporte propio para las navidades, reacciones de
aniversario y otras fechas conmemorativas.

1. Organizar una reunión familiar


Debido a que la celebración de las fiestas será muy traumática para unos y
reconfortante para otros, es bueno organizar una reunión familiar para discutir
la mejor forma de proceder, dejando que todos expresen sus sentimientos,
pensamientos, necesidades y deseos sobre la mejor forma de celebrarlas. La
decisión sobre qué hacer deberá ser una decisión por consenso, presencial,
por teléfono o mediante delegación del voto; será entre todos los integrantes
que decidirán cuáles tradiciones continuarán y cuáles serán las nuevas que
incorporarán. Una vez se haya decidido qué hacer, se le comunicará al resto de
la familia y amigos; así se evitarán mal entendidos y los asistentes podrán
obrar con propiedad. Durante la reunión se prestará especial atención a los
deseos de los más afligidos por la pérdida: sus necesidades deberán tener el
mayor peso. A través del compromiso y la negociación todos pueden tener un
poco de lo que necesitan. Tenga en cuenta que no hay forma buena o mala de
celebrar ese día: cada familia deberá establecer su propio derrotero y hacer lo
más correcto para ella. Finalmente, a) reconozca que no será fácil pasar esos
días, b) resalte la importancia de no ponerse expectativas personales muy altas
y obligarse a pensar que estarán muy bien, c) no ser muy estricto en lo que se
“debe hacer”, d) hacer sólo aquellas cosas que sean importantes o
significativas para cada persona y familia, así sea poco habitual o extraño, y e)
si el hacer una determinada actividad le sienta mal a la persona, es mejor que
no la siga haciendo y establezca sus propios límites.

Una forma efectiva de definir y planear los festivos consiste en fragmentar la


composición de cada uno de ellos para aclarar, con la participación de todos
los familiares, en qué consiste exactamente ese día en particular, y entonces
analizar sus componentes según la siguiente tabla (poner una “X” en la casilla
correspondiente):

Composición Conducta a seguir


Conservar Modificar Aplazar Evitar Adoptar Otra
Empacar regalos
Cocinar
Cenar
Brindar
Bailar
Etc.
En la columna “Composición” la persona deberá escribir lo que para ella compone ese día
festivo en particular y hacer el ejercicio completo.

Siempre será bueno que cada integrante realice su propia tabla y luego, por
consenso, decidan lo más propio según decisión de la mayoría. No olvide
señalarle a la familia que todo lo que se puede evitar o aplazar, siempre se
puede modificar. Lo importante sigue siendo conservar la reunión familiar.

2. Aceptar la legitimidad del dolor


Cuando uno se enfrenta al primer día festivo sin el ser querido, debe empezar
por aceptar que será muy doloroso. Así, es esencial reconocer el duelo
personal, aún en medio de las fiestas, hablando abiertamente acerca de los
sentimientos y pensamientos; buscar familiares o amigos que sepan escuchar
sin juzgar se convierte en una necesidad prioritaria. Al expresar sus emociones,
la persona se sentirá mejor y más comprendida. No olvide que ese dolor es real
y muy profundo, quizá lo más doloroso que ella haya vivido, y tal vez se
pregunte cómo es que será capaz de hacerlo. Un sentimiento frecuente es
desear saltarse todo el festivo y no participar para nada en éste (“despertar al
día siguiente”). La energía y el esfuerzo que se gasta en encontrar algo para
evitar esa fecha más bien podrían invertirse en adaptarse y enfrentarse mejor a
ese día. Este año será todo muy diferente y nuevo (durante los primeros doce
meses todas las fechas serán los primeros días sin el ser querido: “primer Día
del Padre o de la Madre sin, primera Navidad sin, etc.) y puede que no sea tan
terrible como ella espera pues para muchos la anticipación es más dolorosa
que el enfrentamiento real.
3. Expresar todo lo que sienta
Uno de los factores más importantes para pasar los festivos con menos
angustia es poner mucha atención a las necesidades y sentimientos,
aceptándolos y declarándolos a otros. Aunque nadie vivencie lo que la persona
siente, en la misma forma, al mismo tiempo o con la misma intensidad, el
confesar que algo terrible le ha pasado y que es natural que esto cause una
reacción dentro de ella, mitiga el dolor. Llorar si se quiere o se necesita hacerlo,
reconociendo la tristeza, el dolor o cualquiera otro sentimiento como propios,
permitiéndose expresarlos sin tener culpa o dar explicaciones a otros, hace
parte de las estrategias efectivas para estos días. Recuérdele que ellos rara
vez le sacarán del buen camino. Algunos de los síntomas más frecuentes son:

A. Tristeza: Es duro pensar en lo que se ha perdido, en que nunca sucederá de nuevo, en


que habrá que aprender a vivir sin; es doblemente triste hacerlo en una de las épocas
más felices del año.
B. Ánimo depresivo: Desolación, desesperación, falta de energía, indiferencia, soledad,
dudar respecto a si algún día se sentirá mejor.
C. Ansiedad, temor y preocupación por lo que ha pasado, por cómo se luchará y si se
sobrevivirá o no.
D. Rabia porque la gente no entiende las necesidades personales, por la forma en que ha
ocurrido la muerte y quienes han estado involucrados; rabia consigo mismo, con dios,
con todo el mundo.
E. Culpa: Rumiar sobre lo que hizo y no hizo mientras la persona estaba aún viva, por
estar vivo y el otro no o porque usted tenga momentos de alegría en medio del duelo.
F. Apatía, entumecimiento, confusión, desorientación.
G. Otros: alivio, orgullo, respeto, alegría, compasión.

¿Qué cosas le ayudarán a ella sentirse mejor estos próximos días? Los festivos
generalmente animan a la gente a hacer otras cosas como, por ejemplo,
ofrecer su ayuda a otros; si esto le satisface, anímele. Si siente que esa labor
es una carga muy pesada en estos momentos, sugiérale que use esta fecha
para darse ella misma apoyo y ayuda, para mimarse, como el comprarse algo
que siempre hubiese deseado. Si le recuerda que “dar es dar”, no importa
quién sea el recipiente, le aliviará la carga. Es probable que algunas personas
intenten apresurarle el duelo con comentarios que buscan levantarle el ánimo o
le digan qué hacer o no hacer y cómo debería o no debería sentirse. Si bien la
paciencia es una buena estrategia en estos casos, el sobreviviente también
tiene que expresar lo que siente en este sentido: esto hacer parte del ejercicio
de poner los límites sobre la propia manera de afligirse.

4. Acudir a otros cuando se esté adolorido


Sentimientos compartidos son sentimientos disminuidos. Si la tristeza amenaza
ser excesivamente opresiva, el compartir los temores, preocupaciones,
aprensiones y ansiedades con alguien de confianza, especialmente cuando las
fiestas se aproximen, es una estrategia sana. Confiar en otros eventualmente
ayudará a sentirse mejor y a ventilar y clarificar las preocupaciones, además
permitirá verse cuidado y valorado a pesar de los defectos personales.
Comunicarles a otros que serán momentos muy difíciles le permitirá apreciar el
afecto y el apoyo extra durante estos días. Sugiérale disminuir la velocidad y el
ritmo de las cosas, disfrutar más de las personas y acudir a un sistema de
apoyo alternativo fuera de su familia con el que ella pueda discutir sus
sentimientos. Si otros no están abiertos a reconocer la pérdida, lo mejor es que
no se los fuerce. Si el sobreviviente necesita descargar un poco más su dolor,
ayúdele a establecer una red de apoyo y llamar a sus amigos. También puede
buscar soporte en grupos de ayuda mutua locales; investigue por ella en
hospitales, iglesias, centros comunitarios o funerarias, y pásele esta
información por escrito.

5. Pronunciar el nombre de la persona fallecida


Algunos familiares y amigos del deudo se dedicarán a una conspiración para
no mencionar el nombre del fallecido debido a que ellos creen que hacerlo hará
la aflicción, y el propio día festivo, más triste. Para romper esta situación,
simplemente sugiérale mencionar su nombre en las conversaciones que tenga
con ellos; al hablar acerca del ser querido, los otros sabrán que quiere hablar y
recordar a aquella persona que era tan importante en su vida. Al citar su
nombre, también les dará permiso a otros para hablar del difunto.

6. Dejar conocer los límites personales


El deudo no debe permitir que otros le presionen en actividades que sabe son
muy molestas para él, y ser muy explícito con aquellos que pueden estar
decididos a no dejarlo estar triste. Si la persona prefiere estar sola un rato, más
bien que estar en un evento social, o si, por el contrario, le gustaría que le
incluyeran en una actividad determinada, deberá expresar con claridad sus
sentimientos y deseos. Los demás serán más capaces de ayudarle si saben
qué es lo que él necesita. Muchas personas afligidas tienden a aislarse para no
incomodar a otros con su dolor y tristeza. El amor y el apoyo de la familia y los
amigos en cartas, llamadas por teléfono, visitas o invitaciones son gratificantes
y enriquecedores. Es una luz en el oscuro escenario del duelo. El martirio no es
necesariamente una parte de este proceso. Debido a que los familiares y
amigos no leen la mente, es bueno dejarles saber las preferencias y
necesidades para pasar ese día de fiesta. Si se les tiende la mano, ellos
responderán con amor y gestos curativos. Usar el apoyo que otros desean dar
es también una forma de poner los límites.

7. Expresar la fe
La pérdida de un ser querido generalmente deja profundos cuestionamientos
filosóficos y teológicos que tiende a exacerbarse durante las fiestas. Así, el
buscar una iglesia o templo, un consejero o guía espiritual, una oración, una
reflexión o el unirse a otros en un acto común de oración hace parte vital del
proceso de recuperación, sin olvidar que el lugar de oración no tiene por qué
seguir siendo el mismo. Si la persona es partícipe o miembro activo de una
comunidad religiosa o espiritual, sugiérale que solicite que se tenga en cuenta
el nombre del ser querido o se dedique una oración especial durante uno de los
servicios; ambas cosas pueden ser gratificantes. Esto también permitirá que
otros conozcan la situación del deudo y obtener apoyo extra. Algunas personas
temen llorar en público, especialmente durante la ceremonia religiosa; lo más
apropiado será no detener las lágrimas. Ser generoso consigo mismo y no
esperar mucho de sí, es decir, de la fortaleza personal, produce alivio al
rebajarle a unas expectativas tal vez demasiado altas para la situación actual.
La preocupación por si llorar o no solo añade una carga adicional. Esto no tiene
porqué arruinar el día de los demás, es más, con ello se les proporciona la
libertad para hacerlo también si así lo desean o sienten.

8. Buscar una ocupación


La pérdida que ha experimentado y los inevitables cambios resultantes le
robarán parte de su poder sobre las cosas, sobre su vida; no obstante, todavía
habrá algunas acciones y decisiones que estarán bajo su autoridad. Empiece a
tomar control de su vida en algunas cosas, aunque éstas sean pequeñas. Una
posibilidad para el primer año puede ser visitar a los familiares o amigos, o irse
de vacaciones; organice y planee tales eventos. Esto le permite mantener su
mente ocupada en algo fuera de la fecha importante y compartir el tiempo de
una forma diferente y en un marco menos doloroso. Si cocinar y arreglar la
casa le distrae o le son agradables, hágalas; en caso contrario, encargue la
comida, contrate a alguien para que le arregle la casa o no haga nada este
año. Si era usted quien solía preparar los arreglos festivos, permita que este
año lo hagan sus hijos, nietos, amigos, vecinos o miembros de su comunidad o
grupo religioso; si no desea árbol de navidad este año, puede conseguir uno de
cerámica y/o un cuadro de un árbol de navidad. Si ir de compras es muy
angustiante, pídales a familiares o amigos que lo hagan por usted, o bien,
hágalo por catálogo, televisión o internet. Visite una librería o biblioteca local y
pregunte por libros de auto-ayuda. Ellos le informarán e inspirarán. Lea todos
los días un poco.

9. Ayudar a otros
Una forma efectiva de elevar el estado de ánimo es ayudar a otras personas:
se experimenta una sensación de curación pues hay algo de terapéutico en el
hacer un favor. Esto se debe en parte a que ayudar es una forma efectiva de
desviar el foco de atención del propio dolor y establecer una perspectiva un
tanto diferente de la vida. Las fiestas son una época muy propicia para utilizar
el tiempo como voluntarios debido a que las organizaciones de beneficencia
experimentan mayores necesidades en estas épocas y por tanto requieren más
manos útiles: hospitales, comedores populares, asilos, albergues, refugios,
hogares, hospicios u otra organización cívica son lugares donde acudir.
También se puede “adoptar” una familia pobre e invitarla a comer, darle regalos
de navidad, reunirse con alguien diferente este año, amigos, otros familiares o
buscar la forma de hacer por otras cosas que al sobreviviente le hubiera
gustado hacer por el fallecido y que ahora no puede hacer.

10. Personalizar la forma de recordar al ser querido


Si bien nada se puede hacer para regresar a la persona que murió, sí que se
puede mantener su recuerdo y su espíritu vivo al programar algo especial o
creativo en su memoria (p.ej., plantar un árbol, adoptar una familia pobre, hacer
una donación con los regalos que ya no se comprarán, crear una beca en
nombre del difunto, encender una vela con o sin fotografía, ponerse algo de su
ropa, echarse su perfume, etc.). Estos actos ayudan a recordar al ser querido
cada vez que celebre un festivo.

11. Cuidarse
Debido a que estas fechas son muy agotadoras física, emocional y
psicológicamente, es importante que el deudo se alimente bien, descanse lo
suficiente, evite usar el alcohol para olvidar las penas, y se tengan en cuenta
los siguientes conceptos:

A. Aunque se supone que las personas deben estar felices y contentas en las fiestas, el
sobreviviente no se sentirá de esa forma ni mucho menos. Si no se siente feliz, aceptar
los sentimientos y no luchar contra ellos es esencial. Ser tolerante con el humor y las
emociones, así como el permitirse experimentarlas, también ayudará. Si se trata de
negarlos o bloquearlos, simplemente se les forzará a profundizarse más en el interior
de la mente. Eventualmente ellos encontrarán la forma de salir, quizás de una forma no
muy saludable para el deudo. Si se sienten, sin juzgarles o suprimirles, se disiparán,
reduciendo considerablemente el estrés que producen.
B. En el duelo nada está escrito en las piedras, es decir, nada es definitivo, excepto la
ausencia. Cuando se acerquen los días festivos, se debe tener cuidado: las cosas han
cambiado, y eso puede significar variar la comida, el lugar y/o establecer nuevas
costumbres. En unidades de tiempo sufrido, es peor sufrir antes que después (suele
doler más la anticipación que del día mismo).
C. La vida es lo que los pensamientos hacen de ella, por ello es bueno pensar, hablar y
actuar positivamente. Empezar la época festiva diciéndose “esta es la peor época del
año” establece una cruel y negativa visión que deprimirá el humor, las actitudes y
acciones. Detener todos los pensamientos negativos tan pronto como ellos empiecen y
reemplazarlos por pensamientos edificantes y positivos es comenzar a cambiar. Al usar
sentencias afirmativas se abre la puerta a unas fiestas de esperanza.
D. No se debe esperar a que las cosas sean igual que antes, pues nada es ni será igual;
el evitar afanarse por la perfección ayuda en este sentido. En vista de que las
emociones pueden ser más volátiles durante esos días, el sobreviviente no debe
juzgarse con dureza y reconocer el estrés y la ansiedad como normales; en su lugar,
debe tratar de estar en sintonía con sus sentimientos y responder acorde: si quiere
llorar, que llore; si siente la necesidad de estar solo unos minutos u horas, que lo haga.
Sentirse mal en esta época es normal. Si en el pasado él era el principal responsable
de hacer del día de fiesta una rica experiencia familiar, el que no se sienta presionado
de continuar con ese patrón le producirá alivio. Las personas afligidas no deben tratar
de hacerlo todo ellas mismas: pedir a otros que le ayuden con las compras, el cocinar,
decorar y envolver regalos es esencial. Este ejercicio implica re-examinar las
expectativas personales.
E. La pérdida de un ser querido afecta el patrón de sueño normal y los hábitos
alimentarios, por lo que los niveles de energía disminuirán. Ser paciente consigo mismo
y respetar las limitaciones naturales, es decir, respetar lo que el cuerpo y mente están
diciendo ayudará al sobreviviente a sentirse mejor.
F. Las lágrimas y la tristeza son parte natural del duelo, así, no tienen por qué arruinarse
la fiesta para el deudo y/o para otros. Si la persona llora cuando lo desea, descargará
tensión y estará en mejores condiciones para continuar, de igual forma que el
concederse tiempo para recordar al ser querido y para distraerse de los recuerdos
producirá alivio.
G. La persona también puede elevar su estado de ánimo mediante la música: ella es la luz
en la tenebrosa noche de la vida. La musicoterapia actúa en el dolor emocional y físico,
reduce la tensión y transforma el humor.
H. Una estrategia útil en estas fechas es concentrarse en lo verdaderamente significativo
de la fiesta: es un tiempo para estar juntos y decirles a otros lo que se necesita, para
profundizar los lazos de amistad, dar gracias y compartir con la familia y los amigos los
beneficios materiales y espirituales disfrutados durante todo el año. Los días festivos
son mucho más que compras, decoración y comida.Si no se tienen ánimos de ver a
nadie, siempre se le podrán enviar cartas, correos electrónicos o postales.
I. Pensar creativamente cuando se vayan a planificar los festivos, considerando
seriamente el diseñar nuevos rituales que incluyan, por ejemplo, el recordar el pasado
mientras se reconoce que el presente ha cambiado, ayudará a que esos días sean
menos angustiantes. En lugar de hacer lo que siempre ha hecho, se puede, por
ejemplo, realizar un proyecto que siempre se quería hacer pero que no se había
podido, o bien, adoptar una mascota; aún pequeños cambios pueden ayudar mucho.
Se debe encontrar la mezcla y el balance justo para cada uno, planificando con libertad
y al antojo del sobreviviente. ¿No se quiere ir a la fiesta de la oficina? Pues no no se
va. El deudo tiene que permitirse ese espacio y no sentirse obligado o culpable porque
no se está tan bien como hace años o como el año anterior. Lo más importante es que
se dé cuenta que los festivos no producen sentimientos mágicos o dan soluciones a los
problemas.
J. Permitirse la opción de cambiar de punto de vista, incluso en el último momento, evita
sobrecargas. El duelo es un proceso en donde el estado de ánimo cambiará de día a
día, incluso de hora a hora. El preocuparse por cancelar planes que ya se habían
organizado antes, no ayuda; la flexibilidad es una buena alternativa. Ser amable con
uno mismo y no esperar que los planes sean perfectos es mejor elección.
K. Dejar saber a otros qué sienta bien y qué no, aunque sea de forma reiterativa, también
es fundamental. Si la persona no se siente bien respecto a cómo va el día, deberá
comunicárselo a alguien. La mayoría de las personas reconocen que los festivos son
duros para aquellos en duelo. Encontrar una persona que comparta los sentimientos
será de gran valor durante este tiempo tan estresante. A menudo, después del primer
año, la gente espera que el deudo ya esté bien; aunque esto puede llegar a ser muy
difícil, ciertamente podrán disfrutarse de nuevo esto días, si bien de diferente manera.
L. Siempre será útil diseñar y preparar un botiquín de “primeros auxilios espirituales” para
utilizar en las reacciones de aniversario.

12. Permanecer en contacto


Debido a que el duelo es una experiencia tremendamente aislante, mantener
los contactos con amigos y familiares, ya sea por carta, teléfono, Internet o
reuniones personales siempre será de utilidad, especialmente si esto parte
desde los otros, es decir, si son ellos quienes perseveran a pesar de la
resistencia personal del superviviente. Participar en los rituales y costumbres
locales y comunitarias, los grupos de las iglesias, organizaciones cívicas y los
grupos de ayuda mutua pueden darle apoyo adicional y ponerle en contacto
con otros que comparten valores e intereses.

13. Disfrutar de las fiestas


El sentirse mal por disfrutar las fiestas es una sensación bastante común, si
bien, es normal disfrutar algunos ratos durante el duelo, no todo es tristeza
permanente. Pasarlo bien no significa ser infiel o desleal: de la misma forma
que la persona se da permiso para afligirse durante estas fiestas, también
puede permitirse disfrutarlas si es del caso; además, lo que ella escoja hacer
para el primer año no tiene porqué servir necesariamente para el siguiente.

14. No dejarse involucrar en los mitos festivos


Si la decoración y la música a la hora de ir a comprar a un centro comercial es
molesta, siempre se puede intentar hacerlo antes de que empiecen las fiestas,
o bien, comprar por teléfono o catálogo. Estas fechas están llenas de
expectativas no realistas por la intimidad, cercanía, relajación y disfrute de
muchas personas, actitudes no ajustadas para el duelo. El sobreviviente puede
probar a disfrutar algo de ellas, aceptando que los momentos duros serán
transitorios. Como respuesta al comentario “felices fiestas”, puede responder lo
que para ella es más apropiado en ese justo momento, por ejemplo, “lo estoy
intentando”, “mis mejores deseos para usted y su familia”. Si se estaba
acostumbrado a tener la cena de navidad en la casa, siempre se puede
cambiar de hora y lugar para esa fecha, servir la comida estilo buffet y en otra
habitación diferente a la acostumbrada. En general, la anticipación añade más
angustia que la que realmente acontece.

15. Solo por hoy


Una constante en los grupos de ayuda mutua para enfrentar las fechas
significativas, y el mismo proceso del duelo, es la postura del “solo por
hoy”(estilo AA): tratar de enfrentar el día a día sin dejarse aplastar por el
mañana, intentar “estar lo mejor posible” el día de hoy, ya se verá mañana.

16. Cosas para hacer los días especiales


Son muchas las cosas para hacer y enfrentar estos días, he aquí algunas de
ellas:

1. Celebre la navidad en noviembre, por ejemplo, y pase el mes de diciembre tranquilo.


2. No comunique su cumpleaños si le es muy angustiante.
3. En fechas especiales (fecha del diagnóstico, de la cirugía, el accidente, etc.) quédese
solo o con alguien que no conozca nada de usted.
4. Retire adornos alusivos a fiestas.
5. Prepare una comida especial, no usual.
6. Invite a la familia del fallecido.
7. Envíe postales y tarjetas, aunque no espere ninguna respuesta.
8. Cante villancicos, canciones o escuche música.
9. Adorne diferente su casa o vaya a otra casa esta vez.
10. Vaya a la iglesia/templo/sinagoga con alguien y no solo.
11. Permanezca activo y haga deporte de grupo.
12. Encuentre a alguien con quien pasar las fiestas.
13. Haga algo agradable por usted mismo.
14. Recuerde a la persona fallecida y hable de él; también puede preparar un discurso.
15. Escriba una carta o léala.
16. Salga de la ciudad o haga un viaje.
17. Plante algo.
18. Cocine un pastel de cumpleaños.
19. Haga un álbum de recuerdos.
20. Libere un globo de gas.
21. Visite el cementerio y ponga flores.
22. Regálese algo el día de los difuntos.
23. Encuentre a alguien con una necesidad específica y llénela.
24. Diseñe una conmemoración.
25. Encienda una veladora.
26. Disperse las cenizas sobre lugares sagrados.

En el grupo de ayuda mutua en duelo, y con antelación, se puede realizar una


“lluvia de ideas” para enfrentar las fechas significativas y seleccionar las que
les parezcan más significativas a ese grupo en particular:

Compartir Cantar Empacar Celebrar/conmemorar


Llorar Dormir Regalar Comprar
Abrazar Añorar/anhelar Ayudar Bailar
Reír Rezar/orar Viajar Gemir
Suspirar Comer Soportar Paciencia
Recordar Soñar Tolerancia Saltar

En uno de estos ejercicios, las cinco elegidas fueron:

Orar: De forma neutral y que fomente o estimule la expresión de emociones.


Acompañar: En silencio e incondicionalmente.
Compartir: Respetuoso, en familia, con otros en dolor y con los menos favorecidos.
Abrazar: en familia, con otros en dolor, con amigos, con los menos favorecidos.
Conmemorar: Siempre y especialmente con la silla vacía
Bibliografía

1. Montoya Carrasquilla, J.: Pérdida, aflicción y luto: Herramientas para la recuperación tras la
pérdida de un ser querido. Editorial Trillas, México, 2012
2. Montoya Carrasquilla, J.: Guía del duelo. Instituto John Bowlby, Consultores. Medellín,
2015

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