Lfrascali Art Hissa Millan
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Lfrascali Art Hissa Millan
M. Sebastián Hissa
Universidad Provincial de Córdoba - Facultad de Turismo y Ambiente
Córdoba, Argentina
[email protected]
RESUMEN
El objetivo de este trabajo es analizar el Festival de Doma y Folklore de Jesús
María, un atractivo cultural en el que la preservación de la tradición se
Introducción
El Festival de Doma y Folklore de Jesús María es un evento tradicionalista
que se desarrolla todos los eneros, desde 1965, en esa localidad del norte
de la provincia de Córdoba, en la República Argentina. Presenta una serie
de dinámicas en su funcionamiento que permiten el análisis de
intersecciones entre las características de un evento tradicional y las
exigencias actuales en el consumo de industrias culturales masivas. Este
1 La jineteada es una actividad tradicional criolla derivada de la práctica de la doma. Esta última
consiste en una serie de maniobras y prácticas cuyo objeto es el amansamiento de los caballos, en
tanto que la jineteada no pretende amansar sino que es un despliegue de destreza que implica
mantenerse sobre el lomo de un animal no manso. Para la jineteada se reservan caballos especiales
(reservados) que son utilizados solamente para este fin y que no han sido amansados para
cabalgadura. No obstante, hay una domesticación específica para esta actividad, por lo que los
animales adquieren diferentes mañas, destrezas o habilidades para la práctica. La denominación “de
doma” está en el nombre del festival porque estos vocablos suelen usarse de manera indistinta,
aunque no sean lo mismo.
https://www.sinca.gob.ar/
Infraestructura
Como se dijera anteriormente, el FDyF se desarrolla en un anfiteatro de
forma oval, que lleva el nombre de José Hernández, férreo defensor de las
tradiciones argentinas y autor del Martín Fierro, la obra cumbre de la
literatura gauchesca argentina. Este predio se encuentra en el centro de la
ciudad de Jesús María y tiene una longitud aproximada de doscientos
metros en su eje este-oeste, entre las vías del ferrocarril y el río, y cien
metros en el eje sur-norte. Una calle semicircular conecta los puntos este
y oeste por el norte, separándolo del Club Alianza Jesús María (el cual
aloja, durante la realización del festival, múltiples peñas). El frente, en la
cara sur, es recto siguiendo la calle que, a través de un puente sobre el río
Guanusacate, lleva a la Estancia Jesús María Museo Jesuítico Nacional,
declarada patrimonio de la humanidad por Unesco en el año 2000.
Fuente: Festival de Doma y Folklore de Jesús María, año 2018 (editado por los autores)
límite exterior del predio), y las tribunas altas y las gradas sobre la
izquierda, mirando hacia el campo y configurando el anfiteatro
propiamente dicho. La circulación lleva, naturalmente, a circunscribir todo
el campo.
La vuelta completa al anillo tiene unos 400 metros de recorrido
encontrando en su lado norte al Salón 16 de Mayo (nombrado así por la
fecha de aniversario del Festival) que durante el evento se abre en ambos
extremos para permitir la circulación de los turistas y que alberga, en este
período, una feria de productos tradicionales. Este salón se encuentra en
el eje opuesto del ingreso, detrás del escenario mayor Martín Fierro y
arriba de los camarines de artistas, la sala de prensa y la sala VIP. El
socavamiento del campo permite que el acceso por el frente sea a nivel de
la calle mientras que el salón queda en un primer piso en relación al nivel
del acceso trasero, exclusivo para prensa, artistas, jinetes, invitados y
autoridades. Continuando la circulación, por el norte hacia el oeste,
volvemos a encontrar puestos gastronómicos y gradas (sin tribunas altas)
y al llegar nuevamente al acceso, en el sur, se pasa por una serie de locales
que, al igual que la Parrilla del Festival, están abiertos todo el año. Destaca
en este espacio el recientemente inaugurado Museo del Festival, cuyo
guión sigue lineamientos museográficos actuales.
El primer festival, en enero de 1965, se realizó con 3.000 sillas ubicadas
sobre un leve terraplén. Un acoplado sin baranda hacía las veces de
escenario, con un cortinado que se cerraba cuando tocaban los artistas y
se abría para dejar ver la jineteada. En más de cincuenta años la fisonomía
del anfiteatro se ha ido adecuando a las necesidades propias de la
experiencia turística. Actualmente, las gradas, que están dispuestas en
once escalones que descienden desde el anillo perimetral al campo,
permiten sentarse a unas 10.000 personas; las tribunas altas, plateas,
parrillas y un espacio destinado a discapacitados motrices, suman cerca de
5.000 asientos más; y el anillo (el óvalo que conecta todo el predio) puede
3Jineteada. Según sorteo previo, a cada jinete se le asigna un reservado específico para montar en
cada noche de festival.
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Los tropilleros son los propietarios de las manadas de caballos que llegan a Jesús María para
competir. En general son productores que se dedican especialmente a la cría de caballos para esta
actividad.
Pero las obras de infraestructura no solo son para acoger de mejor manera
a los turistas, sino que se enmarcan en una estrategia general en que todos
los actores que participan del evento tengan una mayor calidad de
servicio. Artistas y jinetes, prensa, gastronómicos, las empresas que
prestan distintos servicios (venta de entradas, seguridad, sponsors) o todo
aquel que esté trabajando debe hacerlo en las mejores condiciones
posibles para brindar así una mejor experiencia a los turistas. Durante las
últimas presidencias del festival se han realizado muchas obras en este
sentido. Se realizaron mejoras en los espacios de comidas para proveer
alimentos con todos los requerimientos bromatológicos y también para
cuidar lo estético, para mantener una sola imagen global dentro del
anfiteatro. Sobre los atractivos principales, el escenario Martín Fierro y el
campo de jineteada, ha habido un plan de obras sistemático desde hace
una década y media, cambiando la experiencia de jinetes, artistas y la
prensa.
evento y deja atrás ciertas prácticas, repetidas por costumbre, para dar
lugar a la implementación de nuevas estrategias. El actual presidente decía
que cuando inició su mandato debía convencer a los músicos de que
tendrían posibilidades de hacer un gran show, y se propuso “ir a hablar
uno a uno a los artistas y a decirles que les íbamos a dar un buen sonido,
que le íbamos a dar lo mejor en el Festival de Jesús María”. (Comunicación
personal, 15 de septiembre de 2017). Así, cada obra, cada decisión, se
cimenta en una serie de debates y discusiones que se proponen al interior
de la organización para dar respuesta a quienes hacen el festival, sean
turistas, comerciantes, artistas o jinetes.
Gestión organizacional
Las decisiones que orientan el rumbo del festival son tomadas por una
comisión de cincuenta y dos personas que, como se dijera al inicio, son
enviadas desde las veinte cooperadoras miembros de la Asociación de
Cooperadoras Escolares. La representación de cada escuela es por medio
de integrantes de estas cooperadoras: padres y madres, maestras, vecinos
y ex alumnos de los establecimientos educativos. El trabajo se realiza de
junio a junio de cada año y los mandatos son bianuales para las
presidencias, secretarías y subsecretarías y anuales para las vocalías.
Todos los miembros de la comisión trabajan ad honorem, y deben respetar
un régimen de asistencia a las asambleas y organizarse según el estatuto
que crea y ordena las distintas áreas de gestión. Cada uno de estos
espacios lleva adelante tareas específicas a lo largo de todo el año, que se
intensifican durante el festival. Para cada edición se suman, además, otras
500 personas enviadas por las escuelas (que deben cumplir con un cupo)
para cubrir tareas generales durante el evento, y otra gente que, sin
formar parte de ninguna institución o incluso sin ser de las ciudades
cercanas, se suma voluntariamente. Este voluntariado torna al Festival en
un evento sui géneris en el que confluyen trayectorias de lo más diversas.
La jineteada
La jineteada es una actividad de campo, que se enseña lúdicamente desde
la niñez en los ámbitos rurales, con animales pequeños como ovejas o
terneros. Se trata de una actividad casi exclusiva de varones, incluso desde
la infancia, y aunque se tiende a excluir a las mujeres debido a la rudeza
de la práctica, a lo largo de los años estas han tenido alguna participación
en Jesús María, principalmente en montas a cuatro espuelas 5, fuera de
campeonato. Sin embargo, en los últimos años se ha legitimado la
participación de las mujeres en la práctica con la incorporación, en 2017 y
2018, del campeonato La Criolla Argentina formando parte de las
actividades de campo. Cierto es que se trata de una actividad de riesgo y
que en ella se expresa la argentinidad, pero desde una posición de
fortaleza y gallardía masculinas. No obstante, la incorporación de las
mujeres responde al hecho de que las propuestas que se ofrecen en el
campo también buscan variedad y apelan a la novedad para cautivar y
fidelizar al público. Así, se suman otras demostraciones gauchas, como
carreras con obstáculos, desfiles de emprendados (caballos ataviados con
elemento de monta de lujosa hechura), de carruajes o entrevero de
tropillas 6. Estas actividades representan la tradición del hombre de a
caballo que consolida la idea del gaucho como referente nacional. Ese
personaje, que pasó de la ignominia a ser el héroe nacional, y que ha
tenido una relación primordial con el caballo.
La tradición de a caballo, herencia del país ganadero, ha hecho que la
práctica de la arriería se manifieste en el festival por medio de estas
actividades recreativas. ¿Qué sucede entonces cuando los referentes
5 Jineteada en la que montan dos personas a la vez. Generalmente un hombre y una mujer.
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Propuesta lúdica que consiste en entremezclar equinos de diferentes tropillas para, posteriormente,
volver a unirlos según la llamada de cencerro de cada yegua madrina. La primera tropilla en volver a
reunirse gana la partida.
país hace que pueda ser una salida laboral para algunos, y Jesús María es
una vidriera inigualable para saltar a la fama.
Y de la misma manera que el campeonato de jineteada es una vidriera para
los jinetes, para los tropilleros también lo es y pretenden que sus caballos
ganen la contienda contra quien los monta. Así como el jinete gana,
también lo hace el caballo, sumando puntos para su tropilla, y la ganadora
tiene su premio y el renombre necesario para garantizarle trabajo durante
todo el año. Por lo tanto, cada propietario de tropilla se ocupa de que sus
animales sean los mejores para esta actividad, depurando genéticas
específicas en la cruza para tener caballos más briosos. Y se establece una
relación en la cual los jinetes quieren montas más complicadas para poder
lucirse más y esperan ansiosos el sorteo todas las tardes para saber qué
caballo le toca. Así como hay jinetes famosos, hay también reservados que
el público espera ver. Cruces de genéticas bravías, entrenamiento en
gimnasio, status social, fama, posibilidad de trabajo, toda una serie de
facetas que el turista, en general, no conoce y que hacen de la práctica una
actividad cambiante, más ligada a la sociedad del espectáculo que
describió Debord (1998) que al simple ejercicio de la tradición.
Dice Portal (2003) que “si bien la identidad se crea a partir de procesos de
identificación sustentados en experiencias concretas, su alcance puede
trascender esta experiencia inmediata y genera significaciones simbólicas
relativamente autónomas” (p. 46). Existe una autonomía entre lo que se
expresa como tradicional y lo que puede ser la experiencia concreta. El
poder simbólico le confiere un estatus de verdad a la vivencia que la vuelve
realidad. Por ello la defensa de esta práctica es ferviente ante los
crecientes reclamos de las asociaciones proteccionistas. El sentimiento
nacionalista se ve amenazado en la posible proscripción de uno de sus
referentes identitarios y adquiere fortaleza ante la amenaza en tanto el
“sentimiento nacionalista es el estado de enojo que suscita la violación del
principio o el de satisfacción que acompaña a su realización” (Gellner,
Reflexiones finales
Este trabajo, como se dijera al inicio, presenta una descripción del FDyF de
Jesús María y busca generar una mirada sobre este fenómeno
sociocultural. Como explicita MacCannell (2017), el turismo es una
actividad cultural, y refiere a prácticas sociales propias de un determinado
tiempo-espacio cultural. Más allá de esta ontología turística, el turismo
desarrolla estrategias para captar elementos de las culturas y ofertar su
consumo. En este sentido, la explotación de las tradiciones da cuenta de
la capacidad de atracción que presentan las culturas tradicionales para los
turistas en tanto se opongan a su propia cotidianeidad moderna. El
turismo busca dar continuidad al pasado por medio de procesos de
patrimonialización que protejan lo no moderno. Siguiendo a MacCannell
(2017),
la separación de los rasgos culturales no modernos de sus contextos
originales, y su distribución como juguetes modernos resulta evidente en
los diversos movimientos sociales hacia el naturalismo, un rasgo tan
importante de las sociedades modernas: cultos a la música folk y a la
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