Tecnologías Del Sexo Ii
Tecnologías Del Sexo Ii
Tecnologías Del Sexo Ii
PAUL PRECIADO
PROBLEMA
◦ Decir que el sexo es tecnológico puede parecer contradictorio, incluso insostenible.
Una definición del sexo que ignorase la oposición que se hace tradicionalmente entre
tecnología y naturaleza ¿no corre el riesgo de parecer incoherente? La alta tecnología
se presenta siempre como nueva, en perpetua mejora, más rápida, siempre sujeta al
cambio, y aparece por tanto como el motor mismo de la historia y del tiempo. El
sistema sexo/género, al contrario, aun cuando su carácter histórico no natural y
construido haya sido puesto ampliamente en evidencia durante los años ochenta y
noventa, sigue describiéndose como un marco más bien estable, resistente al cambio y
a las transformaciones. Por ello, el sexo puede aparecer como el último resto de la
naturaleza, después de que las tecnologías hayan cumplido su trabajo de construcción
del cuerpo.
TECNOLOGÍA
A pesar de ser intelectualmente mucho más ágil gracias a la articulación de las diferencias
en torno a la noción de «género», habría también caído en una trampa. Primero, a fuerza
de insistir en el hecho de que la feminidad sería el resultado artificial de toda una serie
de procedimientos tecnológicos de construcción, la masculinidad, que no necesitaría
someterse a su propio poder tecnológico, aparece ahora como paradójicamente natural.
La masculinidad resultaría así la única naturaleza que permanece, mientras que la
feminidad estaría sometida a un proceso incesante de construcción y modificación. El
hecho de que la moda o la cirugía estética hayan tenido durante los dos últimos siglos
como objeto prioritario el cuerpo femenino parecería confirmar esta tesis. El problema
de este planteamiento es que considera que la tecnología viene a modificar una
naturaleza dada, en lugar de pensar la tecnología como la producción misma de la
naturaleza.
Feminismo constructivista
En ese mismo momento, estas tecnologías generan todo un conjunto de modos de reproducción, sin
relaciones hetero-sexuales, que podrían resultar accesibles para todos, y que son susceptibles de
transformar las formas de incorporación de eso que seguimos llamando, a falta de algo mejor, los
hombres y las mujeres. Lo que estoy sugiriendo aquí, es que el sexo y el género deberían
considerarse como formas de incorporación prostética que se hacen pasar por naturales, pero que,
pese a su resistencia anatómico-política, están sujetos a procesos constantes de transformación y de
cambio.
◦ Donna Haraway insiste en que las tecnologías no son intrínsecamente
"limpias» o "sucias». Las bio y ciber-tecnologías contemporáneas son al
mismo tiempo el resultado de estructuras de poder y enclaves posibles de
resistencia a ese mismo poder, en cualquier caso, un espacio de reinvención
de la naturaleza. Si los discursos de las ciencias naturales y las ciencias
humanas continúan cargados de retóricas dualistas cartesianas de
cuerpo/espíritu, naturaleza/tecnología, mientras los sistemas biológicos y de
comunicación han probado funcionar con lógicas que escapan a dicha
metafísica de la materia, es porque esos binarismos refuerzan la
estigmatización política de determinados grupos (las mujeres, los no blancos,
las queers, los discapacitados, los enfermos, etc.), y permiten impedirles
sistemáticamente el acceso a las tecnologías textuales, discursivas,
corporales ... que los producen y los objetivan. De hecho, el movimiento
más sofisticado de la tecnología consiste en presentarse a sí misma como
«naturaleza».